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Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia – Byung-Chul Han.

Mar Sevilla Martín.

El libro "Infocracia" de Byung-Chul Han se segmenta en cinco secciones distintas,


equivalentes a capítulos, donde se indagan diversos conceptos: el dominio informativo, la
infocracia, el declive de la acción comunicativa, la racionalidad digital y la crisis de la verdad.
Con el propósito de examinar apropiadamente cada uno de estos términos y proporcionar
comentarios detallados, el siguiente texto también se dividirá en cinco fragmentos.

Capítulo primero
En el primer capítulo, titulado "El dominio informativo", se aborda la situación actual de
supremacía a través de la información. Antiguamente, las guerras se libraban entre naciones con
la meta de obtener acceso libre a medios de producción o recursos valiosos como el oro, el
petróleo o incluso la tierra. En la actualidad, se ha producido un cambio en el que la información
se ha convertido en el recurso más apreciado. El tradicional capitalismo disciplinario, que trataba
el trabajo de las personas como si fueran máquinas, ha sido reemplazado por un capitalismo de
la información.
Este nuevo sistema es engañoso y difícil de detectar. Mientras que los regímenes
disciplinarios buscan aislar a las personas y exhiben su poder de manera llamativa, el régimen
de la información insiste en mantener a las personas constantemente conectadas y generando
datos. Aunque Byung-Chul Han señala que el teléfono móvil actúa como un dispositivo de
vigilancia y sumisión que explota la libertad y la comunicación, destaca una paradoja: en el
régimen de la información, las personas no se sienten vigiladas, sino libres. Esta aparente
libertad refuerza, paradójicamente, el dominio.
¿No es cierto que ahora disfrutamos de más libertad que en épocas pasadas? Realizamos
búsquedas constantes en Internet, accedemos a conocimientos ilimitados y mantenemos una
comunicación continua. Somos tan libres que incluso los dispositivos anticipan nuestras
necesidades. Aunque tenemos acceso a estas condiciones sin leer detenidamente los contratos,
lo cual resulta absurdo, ya que nadie firmaría un contrato fuera de Internet sin conocer
completamente sus términos. Con respecto a las aplicaciones que solicitan acceso a llamadas,
galería, documentos e historiales, solemos concederles el acceso sin preocuparnos.

Coincido plenamente con la observación del autor de que la sensación de libertad es lo que
nos mantiene vigilados. Sin embargo, creo que somos plenamente conscientes de los peligros y
condiciones que aceptamos, especialmente las generaciones más jóvenes que manejamos las
redes con fluidez. Simplemente optamos por ignorarlos. Al coger el móvil, sabemos que la
cámara puede observarnos, que nuestras conversaciones son escuchadas y que un algoritmo
trabaja constantemente para prever nuestros movimientos.

Capítulo segundo
En el segundo capítulo del libro, "Infocracia", el autor utiliza este término para referirse a la
gran cantidad de información que impacta a las democracias actuales. Se emplean términos
como "mediocracia" y "teatrocracia" para describir el cambio de prioridades en los informativos.
Se menciona el ejemplo del debate político de Ronald Reagan, donde la presentación de los
argumentos, la puesta en escena, tenía más importancia que el contenido en sí. Esto podría
considerarse la muerte de la política en búsqueda de un entretenimiento teatral.
Hoy en día, cada uno de nosotros puede generar información y, al mismo tiempo, recibimos
un constante flujo de información generada por otros. En el régimen de la información, las
personas dejan de ser observadores pasivos que se entregan al entretenimiento; todos se
convierten en emisores activos. La producción masiva de información solía ser positiva, ya que
facilitaba la elección de productos por parte de los individuos. Sin embargo, a finales de los años
60, se cuestionó que el aumento cuantitativo no equivalía a una mejora cualitativa.
McBride, que dirigía una comisión de la UNESCO, elaboró un informe llamado "Un solo
mundo. Voces múltiples" en 1980. Este informe afirmaba que el 90% de la información circulante
era unidireccional y pasaba por 3 o 4 filtros, principalmente agencias de prensa estadounidenses.
También señalaba que mucha información producida en países extranjeros era escrita por
corresponsales en lugares lejanos, incapaces de informarse correctamente. Además, Georg
Simmel expresaba en su libro "La tragedia de la cultura moderna" que la multiplicación de libros
y revistas dificulta a los individuos discernir el contenido relevante.

En resumen, la cantidad de información no garantiza su calidad, y esta abundancia puede


generar creaciones absurdas y sensacionalistas. En el capítulo final, se aborda la fragmentación
del tiempo en la sociedad de la información, destacando la pérdida de continuidad y estabilidad
temporal. La comunicación acelerada limita la acción racional, y las noticias falsas pueden tener
más impacto que los hechos fundamentados en la sociedad de la información. Este rápido
consumo de información nos priva de razonar por nosotros mismos.

Capítulo tercero
Pasamos al siguiente capítulo, "El fin de la acción comunicativa". El autor habla de los "dark
ads" o "anuncios oscuros", anuncios que llegan a audiencias específicas a través de redes
sociales basándose en algoritmos.
Estas tecnologías analizan nuestras búsquedas, intereses y tendencias para ofrecernos
contenido personalizado. Este enfoque no solo representa un riesgo para la privacidad, sino que
también genera divisiones marcadas en la sociedad. La polarización resultante se debe a que
los algoritmos refuerzan nuestras tendencias ideológicas al enviarnos más contenido afín,
excluyendo perspectivas opuestas. Esto crea una "burbuja-filtro" única para cada usuario,
limitando la exposición a visiones coherentes con sus propias ideas.
El problema principal radica en que, en lugar de proporcionar información relevante y
sensibilizar a la población sobre temas importantes, se generan contenidos destinados a
mantener a la audiencia cautiva y evitar que se desconecten por desacuerdo. En la era digital, el
fácil acceso a Internet permite a cualquiera crear canales de información con costos mínimos.
Sin embargo, esto contribuye a la desestructuración infocrática de la democracia, ya que las
redes sociales se convierten en campos de batalla informativa. El autor concluye afirmando que
la crisis de la democracia es, ante todo, una crisis de escucha.

Capítulo cuarto
El cuarto capítulo, "La racionalidad digital", se resume en dos conceptos clave: la información
no solo llega en mayores cantidades, sino de manera más compleja; y el dataísmo sugiere
imaginar una racionalidad que funcione completamente sin la acción comunicativa. Abandonar
esta acción comunicativa implicaría renunciar a la argumentación humana y, por ende, a la
política.

Capítulo quinto
El último capítulo, "La crisis de la verdad", resume y concluye la obra "Infocracia". El autor
recurre a la crítica social de Nietzsche, quien sostiene que la sociedad ha perdido el deseo de
verdad, vinculado a su colapso. La crisis de la verdad está relacionada con el desmantelamiento
social y el surgimiento del nuevo nihilismo. Esto llevaría de nuevo al argumento inicial: ¿somos
realmente ajenos a la desaparición de la verdad? ¿A la calidad de la información que recibimos?
¿Ignoramos la falta de privacidad que experimentamos? La respuesta es no.
Conclusión
En este libro se destaca la paradoja de la aparente libertad en la sociedad de la información,
donde la constante conexión y producción de datos ocultan un control sutil. La obra aborda el
cambio en la producción y consumo de información, destacando la saturación de contenido y la
dificultad para discernir la calidad entre la cantidad. La polarización ideológica y la creación de
"burbujas-filtro" a través de algoritmos se presentan como consecuencias perjudiciales de la
infocracia, limitando la diversidad de perspectivas y socavando la esfera pública.
El autor también examina el papel de la tecnología en la pérdida de la acción comunicativa y
la aceleración del tiempo, lo que lleva a una sociedad donde las noticias falsas pueden tener más
impacto que los hechos fundamentados. Se plantea la cuestión de si la sociedad, a pesar de su
aparente conocimiento de los riesgos, acepta pasivamente la pérdida de privacidad y la
manipulación informativa.
Por estos motivos, opino que el libro que se ha tratado en este comentario puede ser de gran
interés para el público general ya que invita a reflexionar sobre la naturaleza de la verdad en la
era digital y destaca la necesidad de preservar la escucha y la diversidad de opiniones en la
democracia.
La conclusión es una llamada al pensamiento crítico sobre la información que consumimos y
a la consideración de cómo las tecnologías modernas influyen en la calidad de nuestro
pensamiento y, por tanto, en la salud de la esfera democrática.

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