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ESQUEMA
1. Introducción.
2. Cristianismo y filosofía griega.
2.1. Historia
2.2. Verdad
2.3. Imagen de Dios
2.4. Concepción del ser humano.
2.5. Puntos de contacto entre platonismo y cristianismo.
3. Intermedio: precisiones cronológicas y terminológicas.
4. La patrística.
5. San Agustín.
1. INTRODUCCIÓN.
2.2. Verdad
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*Frente a los límites del conocimiento que los filósofos griegos veían en el conocimiento
humano, la verdad para el cristianismo ha sido establecida directamente por Dios. Esto supone
que la verdad tiene un valor absoluto (¡el que la garantiza es nada menos que el Ser
Perfectísimo!)
* El hombre es imagen de Dios. Esto hace que el hombre pase de ser un microcosmos a
ser un individuo “extraño” al cosmos, un ser especial dentro de la naturaleza; es decir, persona, y,
por serlo, es un individuo con libertad y dignidad, sólo por el hecho de ser quien es.
* El alma del hombre es inmortal: Esta idea ya la hemos visto en los pitagóricos y en
Platón, pero no estaba muy extendida entre los griegos. Ahora bien, el cristianismo no admite la
preexistencia de las almas (no hay un Mundo de las Ideas), ni la transmigración (el alma es propia
de cada uno).
* También el cuerpo es obra de Dios: Por ello, el hombre es una unidad creada por Dios
y, también por ello, el cuerpo (lo sensible) es valorado positivamente, no rechazado por impedir el
camino del alma hacia la Idea de Bien. De hecho, la doctrina cristiana afirma que también los
cuerpos resucitarán (no se ha llegado a un acuerdo acerca de si los cambios producidos por
cirugía estética se mantendrán en el Paraíso...). Lo que ha ocurrido es que en el catolicismo han
dominado corrientes moralistas de influencia platónica y por ello la idea que tenemos de la moral
católica es de desprecio de lo corporal. Piensa, si no, en los pecados capitales.
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1) En teología:
*Existencia de “otro” mundo, más allá del sensible; aunque el cristianismo no acepte un
Mundo de las Ideas, éstas residen en la mente divina.
*El mundo sensible es copia, para Platón. También para el cristianismo el mundo es un
lugar donde Dios ha dejado su huella.
*Los filósofos cristianos se valen de la idea platónica de la participación para acentuar la
contingencia de lo creado. Por tanto, el ser del mundo depende de su creador (= participa de Él).
*Se creyó ver en el demiurgo la idea de creación. Sin embargo, hay que recordar que el
demiurgo no “crea” el mundo, sólo lo “ordena”.
2) En Antropología:
* La inmortalidad del alma, tal como Platón la defiende en el Fedón, es asumida por el
cristianismo. Sin embargo, el cristianismo no acepta la eternidad del alma (esto sería poner el
alma al nivel de Dios): el alma también es creada por Dios, por tanto, tiene comienzo en el tiempo.
(De todos modos, aquí hubo diversas opiniones hasta que se estableció la doctrina oficial en los
diversos concilios).
* El alma no tiene un lugar definitivo en “este” mundo, sino en el de las ideas. Por ello, la
vida del hombre aquí se puede considerar como una purificación, un “estar de paso” hacia la otra
vida.
* Las almas son juzgadas según su comportamiento en “esta” vida y reciben, por ello,
premios y castigos.
* Pero hay un aspecto en el que el cristianismo se aparta de Platón: la relación cuerpo-
alma. Y esto en dos sentidos:
a) el hombre es una unidad, y como unidad ha sido creado por Dios (no sólo su alma);
b) la resurrección también lo será de los cuerpos, con lo cual se parece negar que el
estado definitivo del alma sea la vida en otro mundo, lejos del cuerpo. Y para los que lo duden, os
cito el mismo Catecismo de la Iglesia Católica: “La "resurrección de la carne" significa que, después de la
muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros "cuerpos mortales" (Rm 8, 11) volverán
a tener vida.” (Párrafo 990)
La filosofía medieval se podría dividir en dos grandes apartados. En primer lugar la Patrística,
entre los siglos I y V d. C. (de Filón de Alejandría a San Agustín) y la medieval en sentido estricto
entre los siglos VI y XV d. C. Dentro de esta filosofía medieval tenemos lo que se llama Alta Edad
Media (VI-X) y la Baja Edad Media (XI-XV) que se puede dividir, a su vez, en Plena Edad Media
(XI-XIII) y la crisis del s. XIV.
Os voy a dar unas fechas orientativas, no para memorizarlas sino para tener una
referencia.
En cuanto al comienzo hay diferentes criterios. Unos lo ven en el año 313 con el edicto de Milán,
otros con la toma de Roma por Alarico en el año 410, otros con el fin del imperio romano de
Occidente en el 476. Respecto al final de la Edad Media unos la ponen en la muerte del papa
Bonifacio VIII en el año 1303, otros con la invención de la imprenta en el 1443, otros en 1453 con
el final del imperio romano de Oriente, otros con el descubrimiento de América en 1492 y otros
con la revolución protestante en 1517.
En cuanto al término ”Edad Media” es utilizado por primera vez en el Renacimiento italiano
y tiene carácter despectivo. Para los humanistas, hablar de Edad Media significa un intermedio
entre la época clásica y ellos. Para ellos, el valor máximo era la forma literaria de escribir latín.
Cuando leen a los autores del siglo VI hasta el XIV juzgan que el estilo literario es muy pobre.
4. LA PATRÍSTICA
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Se conoce como Patrística al conjunto de escritos doctrinales de los primeros siglos del
cristianismo, (II-VIII) cuya intención era definir el dogma, unificar las distintas interpretaciones del
cristianismo y promocionar la doctrina cristiana, en la mayoría de los casos exponiéndola en un
lenguaje filosófico que la hiciera aceptable para las clases cultas del mundo grecorromano.
Esta patrística se suele dividir en dos escuelas: los orientales y los occidentales. Los
orientales escriben suelen escribir en griego y los occidentales en latín. En general, puede
decirse que los apologistas orientales, de origen griego, subrayaron la continuidad del cristianismo
con la filosofía griega, viendo en la doctrina cristiana la verdadera filosofía que la revelación de
Cristo lleva a su plenitud. Representantes de este enfoque son San Justino (105-165) y Orígenes
de Alejandría (186-254) que llegó a identificar al Uno con Dios, afirmación que, por supuesto, fue
declarada herética posteriormente.
En cambio, los apologistas occidentales subrayan tanto la originalidad del cristianismo
que tienden a sostener una fe ajena a toda filosofía, incluso ajena a toda reflexión racional. Entre
estos destacamos a Tertuliano por su famosa cita: “credo quia absurdum” (si investigas un poco
verás de dónde salió la frase). El tema fundamental de esta época es el de la relación entre razón
y fe. En general, entendían que sólo existe una verdad, la de la fe. En cualquier caso, lo más
común es que la filosofía aparezca subordinada la fe, idea que Juan Damasceno (s.VIII) formuló
en una expresión famosa la filosofía es la “ancilla theologiae” (sierva de la Teología).
¡Hala! Con esto vale; vamos ya con San Agustín.
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5. SAN AGUSTÍN (354 - 430)
Sólo vamos a destacar aquellos aspectos de su vida que puedan ayudarnos a mejor
comprender su pensamiento.
Nace en Tagaste, una ciudad del norte de África (actual Souk Ahras, Argelia). Su padre era
pagano y él mismo se convirtió tardíamente al cristianismo después de entregarse a una vida
de placeres (¡!)
Agustín vive de cerca la decadencia del Imperio Romano.
Antes de ser cristiano es maniqueo y académico.
El neoplatonismo.
Lo fundamental es que existe una realidad única de la que brotan por emanación todas las
demás. A esta primera realidad la llama, cómo no, Uno. (tó en). No es algo porque no tiene
ninguna forma, es anterior a todo, es trascendencia absoluta y de él no cabe decir nada. También
lo identifica con Dios.
¿Y el alma humana? Pues es una emanación directa de esta alma universal. Es una
concepción dualista del hombre. Su misión (la del humán) es iniciar el proceso de retorno al Uno.
Los medios son, cómo no, la música, el amor y la filosofía (no sé qué hacéis estudiando otras
cosas…) Pero básicamente de lo que se trata es de una vuelta a la interioridad:
“El sabio saca de sí mismo lo que revela a los demás […] está vuelto a sí mismo y encuentra en sí todas las cosas.”
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Así que el ideal del sabio es el místico contemplativo. (Recuerda todo esto cuando veamos
a San Agustín).
¿Algún problema? Pues sí: si todo es emanación (¡no creación!) de Dios, en el fondo todo
ES Dios. A esto se le llama panteísmo y el cristianismo no lo acepta. El cristianismo dice que todo
es creación de Dios y no es lo mismo decir que el mundo tiene la “huella de Dios” o que el hombre
sea imago Dei que decir que el mundo ES Dios o el hombre ES Dios, aunque algunas seáis
divinas.
Para S.A. no hay fronteras entre razón y fe; ambas colaboran en el esclarecimiento de la
verdad cristiana (ya hemos dicho que es única). Además, Dios es protagonista tanto de la razón
humana(ha creado al hombre) como de la fe (se ha revelado a los hombres).
Pero ¿cómo colaboran razón y fe?
Por tanto, la postura de fondo parece ser la subordinación de la razón a la fe, aunque no
debería haber conflicto entre ellas.
5.3 Antropología.
En este camino de interiorización S.A. va buscando una certeza que no ofrezca ninguna
duda (¡veis cómo intenta evitar el escepticismo a toda costa!); pero, incluso suponiendo que yo me
equivocara, es cierto que “si me engaño, existo”. Por tanto, la primera certeza que S.A. encuentra
es la existencia del YO.
Pero S.A. va más allá y encuentra en sí mismo, en ese yo que ha descubierto, la idea
misma de DIOS. Esta idea, dice él, no puede proceder de mi alma finita, luego es producto de la
iluminación divina.
Por tanto, se puede observar claramente ese autotranscendimiento del que antes
hablábamos. Pero este proceso tiene dos vías distintas, aunque complementarias: el conocimiento
y la voluntad.
5.4. Epistemología.
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“Las ideas son formas arquetípicas o esencias permanentes e inmutables de las cosas, que no han sido formadas sino
que, existiendo eternamente y de manera inmutable, se hallan contenidas en la inteligencia divina”
¿No os suena a Platón? Sí, aunque con una diferencia: las ideas para Platón se situaban
en un mundo de las ideas y aquí aparecen en la mente de Dios. Es lógico, pues la perfección y
unicidad de Dios no permitirían un mundo “tan eterno” como Él, ni “tan perfecto”.
Así pues, si yo tengo ideas inmutables en mí y yo no soy inmutable, es Dios mismo el que
las ha puesto ahí y esto lo ha hecho por medio de una ILUMINACIÓN. La teoría del conocimiento
de S.A. se puede llamar, por tanto, iluminista. Esta presencia de la “luz” es una clara influencia
platónica (recordad el Sol del mito de la caverna). Sin embargo, no hay preexistencia de las almas
junto a Dios antes de quedar “encerradas” en un cuerpo; Dios crea el alma y la ilumina con su
verdad, incluso habla de una “parte superior del alma” que está en contacto con Dios.
Hemos definido al hombre como un “inquieto buscador”. Pero en el hombre hay algo que le
impulsa a ”moverse” hacia esa búsqueda, algo que le empuja definitivamente a andar tras la pista
de la verdad y la felicidad, y ese algo es la voluntad. De nada le valdría al ser humano conocer
que hay una verdad si no tiene voluntad para ir a buscarla. Por ello, S.A. da una clara primacía a
la voluntad sobre el entendimiento. Pero hay más: para S.A. la voluntad se traduce en amor
definido como atracción hacia la verdad (algo parecido al Eros platónico). De ahí su frase “ama y
haz lo que quieras”(¡!).
Pero en definitiva ¿qué es el ser humano? Se da en este punto en S.A. un conflicto entre
dos tradiciones: la bíblica que considera al hombre como una unidad de cuerpo y alma, y la
platónica que es dualista. Para S.A. el alma es inmortal, simple (igual que para Platón) y creada
por Dios (no eterna, como en Platón). Sin embargo, S.A. rechaza la preexistencia del alma y la
caída de ésta en el cuerpo como consecuencia de un pecado anterior.
Las tres dimensiones del mal. Pero no todo mal es de la misma naturaleza.
1) El mal metafísico. En el cosmos no hay mal. Tan solo diversos niveles de ser. Esto ya te
sonará de la doctrina metafísica de Platón. Las criaturas, las cosas creadas, son formas de
ser subordinadas a la forma absoluta de ser de Dios. Algunas tienen mayor “cantidad” de
ser que otras, lo que puede hacernos pensar que las que tienen menos son alguna forma
de mal. Pero eso sólo sucede porque tomamos como criterio del mal y el bien nuestro
propio interés. Si consideramos que algo es útil o conveniente para nosotros lo damos por
bueno. Y malo si no creemos que nos convenga. Peeero si conociéramos el Universo en
su totalidad veríamos que tales cosas no son defectos o males y que todos los seres
inferiores y todas las cosas limitadas forman parte de un todo armónico y articulado. Todo
tiene sentido y razón de ser. Todo es positivo. Pero sólo Dios conoce todos los
acontecimientos de la Historia y es capaz de entenderlos como positivos.
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2) El mal moral: el pecado. El mal moral es interpretado como pecado por Agustín. En tanto
cristiano, considera que el mal moral no es un defecto de la razón o una consecuencia del
mal uso de la misma, sino que es generado por nuestra voluntad malvada (recuerda el
pecado original). Y aquí está el lugar de la libertad. Date cuenta del papel predominante
de la voluntad en la filosofía de Agustín, luego la encontraremos en Ockham.
“Y cuando me pregunté qué era el mal, vi que no era una substancia, sino la perversión de la voluntad cuando se
aparta de ti, ¡oh Dios!, que eres la sustancia suprema y se desvía hacia las cosas de orden inferior, despojándose de su
interior e hinchándose por de fuera con presunción” (Confesiones)
3) El mal físico. Las enfermedades, el sufrimiento, los males del espíritu y la muerte son
males físicos. Para quien filosofa desde la fe tienen un origen y una interpretación clara:
son consecuencia del pecado original. Aún así tiene un significado positivo cuando
consideramos el desarrollo completo de la Historia, cosa que, como comprenderás, sólo
comprende Dios.
A) La existencia de Dios es una verdad de fe, pero también la razón llega a la misma
conclusión. S.A. no se preocupó de demostrar la existencia de Dios por la razón (no olvidéis que
Dios “ilumina” directamente la razón).No obstante, podemos distinguir dos “vías” por las que S.A.
llega al conocimiento racional de Dios:
vía del consenso: la mayoría de los hombres admiten la existencia de un Ser Supremo;
vía de la interioridad: en el alma el hombre descubre la idea de un Ser Perfecto que no puede
provenir de mí mismo (no soy perfecto) y debe provenir de Dios.
5.7. La Historia.
San Agustín es el primer pensador que se ocupa sistemáticamente de interpretar los hechos
históricos y encontrarles un sentido. Ya hemos visto cómo la historia es concebida
linealmente y no de manera circular. Esto hace que S.A. se plantee el sentido de la historia
con vistas a un fin en el que se podrá determinar el valor de lo acontecido hasta ese momento
final.
Es en su obra La Ciudad de Dios donde S.A. trata de esta “Filosofía de la historia”.La historia
es el escenario donde luchan desde tiempos de Caín y Abel dos “ciudades” que simbolizan dos
“formas de estar en el mundo”: aquéllos que “se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios”
(ciudad terrena) y “aquéllos que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos” (ciudad de
Dios).
A lo largo de la historia las dos ciudades están mezcladas pero al final de los tiempos se
produce la separación y sólo una triunfa. ¿A que no adivináis cuál?...
¡Esto es
todo...por
ahora!
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