Está en la página 1de 44

Título: Eduardo Nicol.

Autor: Jorge Enrique Linares Salgado.


Última actualización: 18 de enero, 2024.
Cómo citar este artículo: Jorge Enrique Linares Salgado, ―Eduardo Nicol‖ en Gabriel
Vargas Lozano (Director). Enciclopedia Electrónica de la Filosofía Mexicana. Ciudad de
México: Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Iztapalapa / Centro de
documentación en filosofía latinoamericana e ibérica, 2014-2024.

Página de la Enciclopedia Electrónica de la Filosofía Mexicana:


https://divcsh.izt.uam.mx/cefilibe/index.php/eefm/

Página del Centro de documentación en filosofía latinoamericana e ibérica


(CEFILIBE) de la Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Iztapalapa (UAM-I):
https://divcsh.izt.uam.mx/cefilibe/
EDUARDO NICOL
(1907-1990)
Por Jorge Enrique Linares Salgado

Semblanza
Eduardo Nicol Franciscá nació en Barcelona en 1907 y murió en la Cd. de México
en 1990. Estudió filosofía en la Universidad de Barcelona desde 1926 a 19321, y
tuvo la fortuna de tomar clase con profesores muy destacados de su época:
Jaume Serra Hunter, Joaquim Xirau y Tomàs Carreras i Artau. Hizo la maestría en
filosofía en 1933 en la misma Universidad, así como estudios especializados en la
Universidad Internacional de Santander (1933-34). Fue profesor y director del
Instituto Salmerón en Barcelona
(1936-38) y profesor asistente en la
FFyL de la Universidad (Autónoma)
de Barcelona, 1935-38. Desde sus
inicios académicos, Nicol se dedicó
con pasión al estudio de los clásicos
griegos, en particular de Platón, y de
las raíces helénicas de la tradición
humanística. Fungió como Secretario
de la Fundación Bernat Metge (1929-
38), institución dedicada a la
publicación de ediciones bilingües de
clásicos grecolatinos con traducción
Eduardo Nicol
al catalán.

1
La autonomía fue concedida a la principal y más antigua universidad catalana durante la 2ª. República
española en 1933 y la perdería con el inicio de la dictadura franquista en 1939; posteriormente fue refundada
desde 1968 como la actual Universidad de Barcelona, pues en dicho año se creó otra universidad, la que ahora
es la Universidad Autónoma de Barcelona. En 1985 la Universitat de Barcelona recuperó su autonomía plena,
pero se mantuvo con el mismo nombre de antaño.

2
Durante la Guerra Civil Española prestó servicio en el ejército de la
República en labores de inteligencia militar. Hacia el final de la guerra, una vez
caída Barcelona, sus superiores ordenaron a su destacamento —como él decía—
salir ―en caravana, de uniforme y con armas‖, para cruzar la frontera norte y
entregarse al ejército francés. Para Nicol, ―aquella expresión quería decir,
simplemente, que estábamos derrotados, pero no humillados‖.2 Las autoridades
francesas lo internaron, junto con muchos otros españoles como Joaquim Xirau o
Antonio Machado, en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, en la costa
occitana. Gracias a la ayuda de otros colegas, pudo salir del campo y refugiarse
en Toulouse, en un albergue para profesores españoles exiliados. Consiguió
embarcarse a México en 1939 en el famoso buque Sinaia, que traería a Veracruz
en junio de ese año a cerca de 1,600 republicanos para un exilio definitivo. Nicol
se nacionalizó mexicano en 1940 y dejó de escribir textos filosóficos en catalán
para publicar sus libros en castellano, y artículos también en inglés o francés e
incluso en italiano. Algunos de sus breves ensayos conservados en el Archivo
Eduardo Nicol3 están escritos en catalán. En la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) concluyó sus estudios doctorales, y en 1941 se publicó su primer
libro: Psicología de las situaciones vitales (que fue su tesis doctoral). Fue profesor
de la FFyL de 1940 hasta su muerte en 1990.
Al año siguiente de haber llegado a México ingresó como profesor de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (que dirigía entonces Antonio Caso) y
comenzó a impartir cursos de psicología, historia de la psicología e historia de la
filosofía griega; como él mismo recordada su primer día de clases en la UNAM fue
el 14 de febrero de 1940. La publicación de Psicología de las situaciones vitales
confería a Nicol la imagen de un teórico de la psicología, pero no era ese el centro
de su interés académico. Lo cierto es que esta primera obra es una original
exploración de antropología filosófica que busca posicionarse entre el
existencialismo y los historicismos en boga (como el de Ortega y Gasset) con la

2
“Eduard Nicol, pensador catalán. Diálogo con Xavier Rubert de Ventós” en Eduardo Nicol. La
filosofía como razón simbólica, Revista Anthropos, no. 3, Barcelona, 1998, p. 19.
3
Se conserva en el Archivo Histórico de la UNAM, en la Biblioteca Nacional en la Ciudad Universitaria
de la UNAM.

3
tesis de que la vida humana se desenvuelve en situaciones estructuradas a partir
del carácter (libertad), el destino (la necesidad y las determinaciones) y el azar
como forzosidad indeterminada, tanto colectiva como individual. Las situaciones
vitales determinan no solo el contexto en el que se desarrolla la propia biografía y
se entremezcla con la historia social, sino la forma en que se templa el carácter y
las respuestas emocionales ante las contingencias (relatividad) del tiempo y el
espacio que a cada persona le toca vivir. En este libro se encuentran en germen
ideas que Nicol desarrollará en sus escritos posteriores, como la primacía de la
expresión para comprender los fenómenos humanos, la historicidad plena del ser
humano (y no solo de sus producciones) o la tensión entre verdad e historicidad.
Puede rastrearse también en esta meditación sobre las situaciones vitales una vía
por la que el pensador barcelonés procesa la experiencia trágica del exilio que
marcó toda su vida, al analizar las situaciones que implican la imposibilidad de
recuperar el pasado, pero que queda activo, así como la fragilidad de la vida
humana ante el azar y el destino.
Entre 1943-45 la fundación Rockefeller le concede una beca para realizar
una estancia de investigación en la Columbia University de Nueva York y escribir
La idea del hombre, que aparecerá en 1946; el resultado fue un riguroso y erudito
estudio de la cultura helénica y de la formación de una de las ―ideas del hombre‖
de mayor influencia en la historia del mundo occidental. En el siguiente libro,
Historicismo y existencialismo (1950), el filósofo catalán continuó el desarrollo de
su concepción de la idea del hombre a través del análisis y confrontación crítica de
dos formas opuestas de comprender la historicidad, que él denomina historicismo
y existencialismo, en autores como Vico, Hegel, Marx, Nietzsche, Kierkegaard,
Dilthey, Bergson, Heidegger y Ortega y Gasset. La teoría de la idea del hombre
transita entonces hacia una teoría general de la historicidad4 como condición
esencial de lo humano.

4
Así define Nicol la historicidad: “no es la capacidad de producir, de dejar en el mundo una huella que
se consigna a la historia porque ya es algo pasado, algo que dejó de ser; es más bien la capacidad de
transformarse a sí mismo y de legar al futuro algo que pervive cuando ya no vive quien lo creó. […] en la
estructura de la historicidad no tiene primacía el pasado sobre el futuro […] En historia, el pasado no es lo que

4
Las iniciativas académicas de Nicol fueron decisivas para el desarrollo de la
filosofía en la UNAM y en México. En 1941 fundó, junto con Eduardo García
Máynez, el Centro de Estudios Filosóficos de la UNAM, que sería albergado
posteriormente en el piso cuarto de la legendaria torre de humanidades en la
FFyL, al mudarse a la Ciudad Universitaria en 1954. Durante cinco años fue el
secretario académico de este Centro. Asimismo, fundó en 1941, también en
colaboración con García Máynez, la revista Filosofía y Letras, órgano trimestral de
difusión académica de la Facultad, y fue su secretario hasta 1946. Esta revista fue
publicada desde enero de 1941 hasta diciembre de 1958 convirtiéndose en
referente cultural de las humanidades en México e Hispanoamérica. En 1954
fundó la revista Diánoia, Anuario de Filosofía, dentro del Centro de Estudios
Filosóficos, y la dirigió durante dos años (1954-55). Fue la primera revista filosófica
en México y, actualmente, permanece como principal publicación académica del
Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.
En 1946 obtuvo la primera plaza de profesorado de carrera en la FFyL-
UNAM, así que Nicol fue uno de los primeros filósofos profesionales en México.
No había sido considerado por la junta directiva para formar parte del cuerpo
académico de la reciente Casa de España en México, creada por decreto
presidencial en 1938, y que se convirtió en El Colegio de México desde 1940. Sin
embargo, El Colegio de México publicaría su primer libro en 1941: Psicología de
las situaciones vitales, así como el segundo: Historicismo y existencialismo, en
1950.
Además de sus cursos sobre filosofía griega, teoría del conocimiento y
metafísica, desde 1946 fundó su Seminario de Metafísica, en donde se reunía con
estudiantes de maestría y doctorado, eventualmente algunos de licenciatura,
seleccionados por el propio Nicol. En este Seminario, que mantuvo durante más
de cuatro décadas, expuso y comentó junto con los estudiantes los borradores de
todas sus obras. El Seminario se convirtió, como él mismo solía decir, en su
―laboratorio de ideas filosóficas‖. En el Archivo Nicol se conservan las actas de los

ya pasó: es lo que pervive y sigue proyectándose hacia el futuro”. Nicol, E. Los principios de la ciencia, p.
198 y nota 3.

5
seminarios de muchos años, que dan cuenta de las discusiones amplias, del rigor
y profundidad con que Nicol abordada los temas. En el Seminario participaron muy
diversos estudiantes que acudían también de otras disciplinas y entidades
externas a la UNAM: además de filósofos5, médicos, abogados, poetas,
ingenieros, incluso sacerdotes, entre todos ellos destacó como principal discípula
Juliana González, quien se doctoró con el primer estudio completo de la filosofía
de Nicol, y que se publicó como libro en 1981: La metafísica dialéctica de Eduardo
Nicol.
Hacia 1948 y durante la década de los años cincuenta, Nicol da el ―giro
ontológico‖ hacia las cuestiones del ser y del conocer abordando con profundidad
el problema de la crisis de la metafísica. En 1957 aparece la primera versión de
Metafísica de la expresión, base de su proyecto filosófico de una reestructuración
de la metafísica desde un nuevo punto de partida auténticamente fenomenológico:
el ser como presencia apodíctica. Con esos primeros cuatro libros Nicol fue
ganando prestigio como pensador riguroso y reformador de la metafísica. Gracias
a la subvención de la fundación Guggenheim, realizó un extenso viaje (1959-1960)
para impartir conferencias en los Estados Unidos y Europa (Italia, Francia, Bélgica
y España incluida). Asimismo, dictó cursos en diversas universidades
hispanoamericanas como Guatemala, La Habana, Caracas, Buenos Aires,
Santiago de Chile o Montevideo.
La UNAM le otorgó el grado de profesor emérito en 1969. Ejerció con
dedicación, rigor y pasión la docencia filosófica durante casi cinco décadas. En
1984 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de
Barcelona y el Premio Universidad Nacional (UNAM) en investigación en
humanidades en 1986, así como la Gran Cruz Alfonso X el Sabio por parte de la
Corona Española en 1988. Asimismo, fue miembro de destacadas asociaciones
filosóficas:

5
Menciono entre los principales que han sido profesores de la FFyL-UNAM: Juliana González,
Mercedes de la Garza, Juan Manuel Silva, Alberto Constante, Enrique Hülsz, Lizbeth Sagols, Ignacio Díaz de
la Serna, Ricardo Horneffer, Antonio Zirión, Ma. Teresa Padilla y Paulina Rivero.

6
 Miembro numerario del Institut International de Philosophie (París).
 Miembro fundador de la Association Guillaume Budé (París).
 Fellow de la Guggenheim Foundation (Nueva York).
 Miembro de la International Phenomenological Society (EUA). Director
adjunto de la revista Philosophy and Phenomenological Research (EUA).
 Secretari general de la Fundació Bernat Metge (Barcelona).
 Miembro fundador de la Asociación Filosófica de México, A.C.

En 1990 la FFyL-UNAM publicó la compilación Ideas de vario linaje (cuya 2ª


edición corregida apareció en 2021). Este volumen contiene treinta y un textos de
diversa índole, la mayoría publicados en revistas a lo largo de casi tres décadas
(entre 1958 y 1987), hasta los últimos años de la vida del profesor emérito de la
UNAM. El libro abarca una variedad de temas que permite hacerse una idea muy
completa del sistema filosófico de Nicol. Se compone de conferencias, cinco textos
inéditos y artículos en revistas (cinco de ellos han sido traducidos del inglés y el
francés por sus discípulos) que anticipaban o se referían a los temas canónicos
que Nicol cultivó en sus libros.

Vocación de filosofía sistemática


En el transcurso de su larga trayectoria intelectual, Nicol logró consolidar una obra
sistemática en quince libros que destacan por su claridad, elegancia estilística,
rigor y profundidad conceptual. Tres proyectos principales impulsaron el
pensamiento nicoliano:
1) La superación de la crisis de la metafísica mediante un regreso a sus
orígenes presocráticos en donde, según Nicol, quedaron establecidos los
principios de toda ciencia y los fundamentos de una concepción del ser como
fenómeno. Por ello, destaca la importancia de comprender el surgimiento de la
filosofía en la Grecia antigua, como una creación cultural helénica que se
universalizó posteriormente en el mundo occidental: ―La filosofía nace una sola
vez en un solo lugar. Aunque perdura re-naciendo en cada una de sus
revoluciones, tiene una sola historia, discurre en una línea única de tradición, a

7
diferencia de las otras vocaciones […] la filosofía es griega por su origen; es
universal por el alcance de la mutación humana que produce‖.6
2) La reforma de la filosofía; es decir, la meditación sobre el ethos de la
filosofía y de la ciencia ante el insospechado advenimiento de una nueva forma de
razón que no dialoga, que no expresa y que se funda en la necesidad biológica.
Nicol escribió una trilogía que abarca El porvenir de la filosofía (1972), La reforma
de la filosofía (1980) y Crítica de la razón simbólica (1982), en la que expone su
diagnóstico sobre el peligro que acecha a la filosofía y a las demás vocaciones
libres ante el surgimiento y dominio de lo que él denominó la ―razón de fuerza
mayor‖, razón que gobierna la tecnificación absoluta y globalizada de la vida
humana.
3) La revolución en la filosofía, cuyo objetivo consistía en restaurar el
método dialéctico y combinarlo con una idea original de fenomenología que
volviera, literalmente, a comprender que ―el ser está a la vista‖ y que la verdad es
siempre una posibilidad dialógica de compartir la realidad mediante el discurso de
razón. Esta revolución es desarrollada en su último libro sistemático: Crítica de la
razón simbólica, y emana de la convicción de que la filosofía ha de cambiar para
seguir siendo lo que es: la autoconciencia general y última vocación humana
surgida en la historia.

Las dos fases de la filosofía de Nicol


Según José Luis Abellán7, la filosofía nicoliana puede dividirse en dos grandes
fases:
a) la que va de 1941 a 1965 en la que despuntan los temas de la metafísica
y la filosofía de la ciencia, la reflexión sobre el ser y el conocer, la crisis de la
metafísica y el origen de la crisis epistémica en la ciencia contemporánea. Esta
fase está dominada por los libros Metafísica de la expresión (1957) y Los
principios de la ciencia (1965); asimismo, destaca la obra cumbre y fundacional de

6
Nicol, E. Crítica de la razón simbólica, p. 113.
7
Abellán, J. L., “Eduardo Nicol: su singularidad en el marco de la filosofía hispano-mexicana”. Anales
del Seminario de Historia de la Filosofía, Universidad Complutense de Madrid, vol. 25, enero-diciembre,
2008, pp. 563-574.

8
muchos de los temas de Nicol, La idea del hombre (1946), en la que Nicol se
esfuerza por explicar cómo surge la filosofía desde sus antecedentes religiosos y
mitológicos, así como políticos y lingüísticos; medita cómo es que el invento
cultural helénico se despliega utilizando el lenguaje común, cómo entra en crisis
vocacional, cómo está a punto de sucumbir por la sofística que enarbola una razón
pragmática, y cómo se realiza la primera reforma de sus fundamentos éticos en la
magna obra de Platón.
b) La segunda fase, de 1972 a 1990, se centra en las dos operaciones
teóricas que Nicol consideraba indispensables para el futuro de la filosofía: la
reforma del fundamento vocacional y la revolución teórica que unifique los
métodos fenomenológico y dialéctico para sentar las bases de una nueva
metafísica de la presencia del ser, de la presencia compartida intersubjetivamente
en la expresión y la simbolización. En esta fase destacan la trilogía del porvenir,
reforma y revolución en la filosofía (1972-82), así como las segundas versiones,
muy diferentes, que Nicol reescribió de las obras torales del primer periodo:
Metafísica de la expresión (1974) y La idea del hombre (1977).8

Influencias en la filosofía de Nicol


¿Cuáles fueron las influencias filosóficas en el pensamiento nicoliano? Sus textos
(e incluso sus archivos) ofrecen dificultades a los estudiosos de su filosofía,
porque en algunos de los libros más sistemáticos Nicol cita poco. En cambio, en
sus ensayos monográficos incluidos en Historicismo y existencialismo (HyE)
analiza con profundidad las ideas de otros autores; es mucho más sintético en su
examen crítico de las reformas que emprende la modernidad filosófica al revisar
las tesis de Bacon, Descartes, Hegel o Husserl.9 No obstante, en muchos de sus

8
Se puede decir que la diferencia fundamental entre las primeras y segundas versiones de esos dos libros
estriba en que en las primeras podemos observar la investigación en desarrollo, así como una narración
expositiva de los problemas en un estilo más ensayístico, más rico y con muchas referencias eruditas;
mientras que en las segundas versiones se acortan las referencias, se destacan la síntesis de las tesis
principales, así como las fórmulas conceptuales que dan soluciones a los problemas, tienen un estilo más
formal, más “científico”, menos narrativo.
9
Vid. Capítulos II y III de La reforma de la filosofía. Nicol sostiene que varios pensadores conspicuos
de la modernidad coinciden en proyectos de “reforma” radical de la filosofía. Pero, desde Bacon, la filosofía
acepta una desviación del ethos vocacional de la ciencia: ésta debe buscar el saber para dominar la naturaleza;

9
escritos son continuas sus referencias a Platón y también a autores
contemporáneos como Heidegger, Husserl o Bergson.
Por otro lado, son recurrentes y persistentes las referencias críticas,
explícitas e implícitas, a Ortega y Gasset, más allá del capítulo extenso que le
dedica en HyE, también en El problema de la filosofía hispánica (1961), así como
en varios pasajes de La vocación humana. El capítulo sobre Ortega en HyE
provocó una agria polémica durante 1951 con José Gaos, el principal discípulo
orteguiano del exilio español en México, cuando éste publicó en Cuadernos
Americanos una reseña muy crítica del libro. Nicol respondió con una extensa
defensa de su lectura de Ortega en la misma revista, que después se recogió en
los capítulos ―otra idea de la filosofía‖ y ―prosigue el diálogo‖ de La vocación
humana (1953).10
Empero, la discrepancia teórica más notable entre Gaos y Nicol se da
alrededor de sus ideas sobre la filosofía.11 Es muy conocido que, para Gaos, la
filosofía es una visión del mundo subjetiva e intransferible, que aspira
soberbiamente a la verdad eterna pero que, ante la decepción de no conseguirla,
se refugia en la obstinación en las tesis que cada pensador suscribe como suyas;
las filosofías son para Gaos una ―confesión personal‖ de una manera singular,
personalísima, de comprender el mundo. Así que, para Gaos, no existe la Filosofía
con mayúsculas, sino una larga sucesión de diversas e inconmensurables
filosofías, cada una de las cuales construye una ―filosofía de la Filosofía‖. La idea
de filosofía en la obra de Nicol es totalmente contraria: es la ciencia desinteresada
que puede y debe aspirar a captar verdades objetivas de razón y explicar

la nueva finalidad de la ciencia ya no es la verdad, sino el poder y la utilidad. Este sesgo pragmático en la
ciencia prepara la era del portentoso desarrollo de la técnica moderna. Para Nicol, la “cibernética” de los años
50 constituye el ocaso de la ciencia pura y el imperio de la ciencia pragmática: es el surgimiento de la
tecnociencia.
10
Una reseña de la polémica entre Gaos y Nicol en 1951 se encuentra en el espléndido libro de Aurelia
Valero, José Gaos en México, El Colegio de México, 2019, cap. 3. La extensa reseña de Gaos se encuentra
en: “De paso por el historicismo y existencialismo” (1951), en Obras completas, tomo IX., p. 236.
11
Vid. González, Roberto, “José Gaos y Eduardo Nicol: contraste entre dos ideas de la filosofía”. Signos
Filosóficos, vol. XIX, no. 38, julio-diciembre, 2017, pp. 150-175. La concepción de Gaos sobre su “filosofía
de la filosofía” se concentra en muchos textos reunidos en las Obras completas, tomos III, VII y XII, así
como en las Confesiones profesionales. Destaca la discusión con Francisco Larroyo a raíz de una inaugural
conferencia de Gaos en 1938. Este debate entre Gaos y Larroyo fue publicado como libro por La Casa de
España México: Dos ideas de la filosofía, en 1940 y recogido en las Obras completas, tomo III.

10
sistemáticamente los hechos (tanto naturales como sociales), pero que no es
simplemente un discurso árido e impersonal, sino una póiesis individual, un
discurso creativo de razón pura que se puede aproximar progresivamente a las
verdades más esenciales haciendo que el ser se muestre como fenómeno. Para
Nicol, existe una unidad ético-vocacional entre la filosofía y las ciencias, por ello,
habla de la ―ciencia‖ (episteme) sin más distinciones, pero subraya que resulta
indispensable reconocer el carácter histórico de todas las ciencias (naturales o
sociales); es decir, el hecho de que contienen errores y de que sus hipótesis son
susceptibles de prueba, refutaciones o correcciones. La ciencia progresa
autocriticándose y logra comprender la realidad; no hay duda, como afirma Nicol,
de que la ciencia moderna es el proyecto de conocimiento más exitoso en la
historia de la humanidad, al respecto de la física sostiene:

[…] en tanto que ciencia exacta, la física es meramente aproximativa; en tanto que
aproximada […], la física es maravillosamente exacta. Si le restituimos, depurado,
su valor propio, que es el teórico, habremos de reconocer que ella es una de las
hazañas más gloriosas de la humanidad, y que no se ha empañado su timbre de
gloria al descubrir su irremediable imprecisión.12

Debe estudiarse más la profunda y tensa relación entre las filosofías de Ortega y
de Nicol, pero es un hecho que distintos temas y conceptos nicolianos responden
a las tesis precedentes de Ortega y Gasset, que influyeron en la filosofía española
antes de la Guerra Civil y aun después, pero que no tuvieron mucho eco en la
filosofía hispanoamericana. Temas como las ―situaciones vitales‖ en respuesta al
perspectivismo orteguiano de la ―circunstancia vital‖; el problema de la verdad y la
historia en respuesta al historicismo del pensador madrileño; su común lectura
crítica de Heidegger, más benevolente en Ortega, y más metafísica en Nicol; su
concepción de la técnica encabezada en Nicol por la idea de la razón de fuerza
mayor en respuesta a La rebelión de las masas (1929) y a la Meditación de la
técnica (1939) de Ortega, que éste reclamaba que fuera reconocida como

12
Nicol, E. PC, p. 165.

11
antecedente de la famosa Pregunta por la técnica de Heidegger13. Pero lo que
recorre como río subterráneo la disputa entre Nicol y Ortega es su posición con
respecto a España y la hispanidad, pues la visión de Ortega es centralista y muy
castellana (―castiza‖ se diría en ese entonces), mientras que la de Nicol es más
bien catalanista; asimismo, difieren en la forma de escribir y de difundir la filosofía
en lengua española (la oposición entre ensayo personalista orteguiano vs. filosofía
científica nicoliana), así como sobre la función social y el futuro de la filosofía en el
mundo. Nicol suele criticar cierto esteticismo y excesos ensayísticos en los textos
de Ortega, por lo que se esmeró en demostrar que se podía escribir rigurosos y
sistemáticos ensayos filosóficos14 sin descuidar un estilo lleno de espléndidas
metáforas y brillantes juegos de lenguaje, que son notables tanto en la obra
orteguiana como en la nicoliana.
En cuanto a su reflexión sobre el exilio, Nicol declaró su desacuerdo (y
enfado) con la expresión de José Gaos que se popularizó y banalizó en México: la
de ser ―transterrado‖. Nicol siempre dijo que él no era un ―transterrado,‖15 sino un
exiliado que asumió con plena responsabilidad, agradecimiento y amor su labor
filosófica en el país que lo acogió y que le dio una nueva nacionalidad. Pero Nicol
nunca dejó de sentirse catalán y refugiado español en México. De hecho, pueden
rastrearse en sus escritos biográficos y discursos un profundo catalanismo que

13
Como se sabe, Heidegger y Ortega compartieron mesa en el famoso coloquio de Darmstadt en 1951
sobre “el hombre y el espacio” entre expertos en arquitectura e ingeniería; ambos hablaron sobre sus
perspectivas de la técnica moderna y Heidegger leyó una abstrusa conferencia: “Construir, habitar, pensar”.
14
Deben considerarse, en mi opinión, como modelos ejemplares de ensayos filosóficos obras de Nicol
como El porvenir de la filosofía, La idea del hombre (1ª versión), La agonía de Proteo, Formas de hablar
sublimes, y varios de los escritos reunidos en La vocación humana. El ensayo que practica Nicol está a medio
camino entre el literario y el tratado filosófico al modo árido. Vid. “Ensayo sobre el ensayo” en El problema
de la filosofía hispánica. Para Nicol, la negativa herencia orteguiana reside en una confusión entre el ensayo
literario y la filosofía científica o rigurosa. Nicol defiende que el ensayo filosófico puede ser sistemático, pero
no es una exclusiva de la filosofía hispánica, por una supuesta incapacidad para elaborar tratados filosóficos.
Vid. “El fin de la etapa orteguiana” en Las ideas y los días, pp. 406-409.
15
Nicol: “Somos emigrados, no somos transterrados. El transterrado es un desheredado. La palabra […]
puede emplearse de buena fe, pero si la emplea un filósofo debe examinarse en sus implicaciones; pretende
ser un concepto que designaría la condición común de los emigrados. […] es una falsedad. La palabra
emigración es buena y antigua, y designa una condición objetiva. […] la Tierra del hombre, como su lengua,
no es cosa que pueda permutarse. Ningún hombre cabal […] bien arraigado, puede renunciar interiormente a
lo que es constitutivo de su ser, como la tierra, y sobre todo la lengua. Emigrar es sentirse privado de lo más
propio. Vivir en el dolor y en silencio, porque de estas cosas, repito, no se habla.” Vid. Castiñeira, A. (ed.).
Eduard Nicol: Semblança d'un Filòsof, p. 92.

12
pugnaba por la defensa de la lengua y la cultura catalanas, aunque no de la
independencia política. Para Nicol, los destinos de España y Cataluña, así como
de España e Hispanoamérica estaban vinculados por un lazo cultural que no podía
o no debería disolverse, a riesgo de perder efectivamente la identidad común. Así
que, según el pensador catalán, parte esencial de la identidad de los españoles
reside en América y de los americanos en España. Lo mismo debe decirse de
Cataluña y del resto de la España histórica. Nicol declaró, en una de las pocas
entrevistas publicadas, que él había sufrido tres exilios: el de la patria hispánica, el
de la lengua catalana y el de la filosofía ―periférica‖ porque escribir en castellano y
residir en México lo marginaba de los círculos filosóficos más prestigiados,
dominados por el inglés, el francés y el alemán. En la famosa entrevista con
Rubert de Ventós, Nicol afirma:

[…] me he hallado en una situación vital compleja, es decir, viviendo tres exilios a
la vez. Para empezar, el exilio manifiesto de vivir en una tierra distinta donde uno
ha nacido y se ha educado. Después está el exilio de la lengua: yo no había
escrito ni una sola línea en castellano durante mis años de Barcelona. Escribí por
primera vez en castellano cuando vine a México […] Finalmente, está la cuestión
del exilio intelectual o cultural, que no está determinado por mi presencia en
México, sino que es el mismo que, en menor grado, había encontrado en España.
El hecho es que la cultura en lengua castellana es una cultura exiliada de los
centros de producción cultural europea.16

Entre las influencias más destacadas, se puede rastrear, por ejemplo, las ideas de
Ernst Cassirer17 y su Filosofía de las formas simbólicas (1923-29) en la Metafísica
de la expresión, o bien sus referencias a Norbert Wiener y su cibernética, o quizá
una soterrada mención a Horkheimer y su crítica de la razón instrumental en
algunos pasajes de El porvenir de la filosofía, así como de Husserl y Heidegger en
su diagnóstico sombrío sobre el futuro de la filosofía.

16
Anthropos, no. extra 3, p. 21.
17
Nicol nos revela que admiró la obra de Cassirer y que quiso que éste le dirigiera la tesis doctoral. Las
vicisitudes aciagas de las dos guerras lo impidieron. Nicol finalmente conoció a Cassirer en Yale en 1943 y
trabó una buena amistad maestro-discípulo basada más en la discrepancia que en la devoción por las tesis de
profesor alemán. No obstante, Nicol considera que La filosofía de las formas simbólicas es una de las obras
maestras del siglo XX y que La idea del hombre tiene un cierto paralelismo, involuntario, con el Essay on
Man (1944) de Cassirer. El pensador germano no alcanzó a leer La idea del hombre, pues murió en 1945. Vid.
Nicol, E. Las ideas y los días, pp. 424-26.

13
Hay que decir que Nicol intentó siempre posicionarse en los debates más
importantes de la filosofía de su tiempo, ya que él sostenía que en
Hispanoamérica se debía desarrollar la filosofía como ciencia universal, como
ciencia estricta (a la manera husserliana); que la filosofía en español (él decía
―filosofía hispánica‖ para referirse por igual a la española o hispanoamericana)
debía entrar en los debates teóricos principales del mundo occidental, y no
reducirse o extraviarse en las cuestiones de la identidad y la historia nacional o
regional de Iberoamérica. Para Nicol, la única manera de responder a la pregunta
de Salazar Bondy sobre si existe una filosofía original de ―nuestra América‖ es
producirla con todo el rigor intelectual dentro de las tradiciones de la filosofía
occidental.
No obstante, Nicol escribe un extenso libro en donde expone sus
reflexiones sobre la hispanidad, la búsqueda de la identidad hispanoamericana,
las tareas de la filosofía ―hispánica‖ y su visión histórica sobre las consecuencias
culturales y ―espirituales‖ de la conquista y la colonización española en América.
En El problema de la filosofía hispánica (1961)18 expone su valoración positiva de
la colonización, a pesar de la violencia inherente a la conquista, porque trascendió
en la expansión de la lengua castellana y la religión católica que, sin duda, unieron
a España con los diversos países americanos en un vínculo trasnacional que se
impuso sobre las tradiciones culturales indígenas. Pero Nicol advierte que en
estos temas expone más una visión personal que una reflexión ―científica‖.
Nicol también dedicó ensayos al pensamiento de autores cruciales en la
tradición humanista hispánica como San Juan de la Cruz, Vives, Vitoria, Suárez y
breves reflexiones sobre Raymond Llul, además de su capítulo extenso sobre
Ortega y Gasset, y sus comentarios y vivencias personales sobre las dos escuelas
de filosofía española: la de Madrid, centrada en la Universidad Complutense
(liderada por Ortega) y la de Barcelona, afincada en la Universidad de Barcelona
(en la que destacaron Serra Hunter, Eugeni d‘Ors y Joaquim Xirau).

18
Libro publicado por la editorial Tecnos en Madrid, la cual también publicó la segunda edición
revisada de HyE en 1960. Este libro reúne tres textos: el que le da título, “La escuela de Barcelona” y el
“Ensayo sobre el ensayo”. Había un acuerdo entre Nicol y esta editorial para publicar más libros en España,
pero el proyecto quedó truncado por razones que desconocemos.

14
Los problemas principales de la filosofía de Nicol
A partir de su giro ontológico, Nicol analiza (fundamentalmente en Los principios
de la ciencia) las repercusiones filosóficas y metafísicas de la ―crisis‖ epistémica
en la física moderna; también se refiere a la biología evolucionista, no con la
misma profundidad y amplitud, pero sí con toda precisión, y finalmente a la ciencia
de la historia, que será uno de los referentes principales a lo largo de su sistema
filosófico. En Los principios de la ciencia explica por qué son insuficientes (dice
que son ―falsos principios‖) las concepciones reduccionistas de la causalidad
física, el principio de no contradicción lógica y también el relativismo historicista (la
causalidad histórica entendida en forma reduccionista).
Nicol se posiciona en torno a las filosofías del lenguaje y el giro
hermenéutico (que comienzan a cobrar fuerza desde fines de los años cincuenta)
con su metafísica de la expresión, que aborda los temas de la intersubjetividad, la
intercomunicación, la expresión como exclusiva humana, las simbolizaciones
culturales y los problemas epistémicos clásicos en el binomio del ―ser y el
conocer‖. Además, incursiona en el debate sobre el historicismo, la ciencia de la
historia y la historicidad de la ciencia, así como en la crítica a los relativismos
historicistas y vitalistas; le interesa sobremanera el marxismo y trata de
contrarrestar su fuerte influencia tanto en la UNAM como en otras universidades
de Hispanoamérica (que esta corriente ejerció en aquellos años más por
ideologización que por conocimiento profundo de la filosofía de Marx).
Responde, por ejemplo, al libro más importante de Adolfo Sánchez
Vázquez, Filosofía de la praxis (1967),con el sucinto ensayo La primera teoría de
la praxis, en 1978, tratando de subrayar el origen griego del concepto de praxis y
aproximándose al marxismo humanista de ASV con la idea de que la filosofía
(teoría de razón pura) es una praxis que no necesita desembocar en el plano
político militante; que los filósofos sí han ayudado a transformar el mundo, a
diferencia de lo que creía Marx, porque pensarlo con rigor tiene siempre
consecuencias sociales y políticas, además de filosóficas. Para Nicol, la praxis
filosófica ha producido una mutación histórica en el ser humano: desde que hay

15
filosofía la humanidad no puede ser ajena a la verdad, desde que hay filosofía hay
praxis con autoconciencia.
Nicol reflexiona en sus obras sobre muy diversos temas: las ciencias
(especialmente la física), el lenguaje y los símbolos, la historia y la historicidad de
las ciencias, la mundanidad y la cultura, la antropología filosófica y la psicología, la
técnica y el mundo tecnológico, la cibernética y la tecnificación del lenguaje, la
comunidad política, la educación y el humanismo, la filosofía de la filosofía, la
experiencia poética, el misterio de la palabra y el enigmático origen del logos a
partir de una materia inexpresiva. Pero ¿cuáles son los problemas principales en
la filosofía nicoliana? Sin agotar todos los temas podemos indicar cómo se van
encadenando sus reflexiones más relevantes a lo largo de los años19: las
situaciones vitales (PSV), la historia de la idea del hombre (IH), el problema del ser
y el fenómeno (ME), el problema del ser de la expresión (ME), la superación de la
crisis de la metafísica como ciencia (ME),el problema de la verdad y la historia
(HyE, PC), la historicidad inherente del ser humano (IH, PC), los principios de toda
ciencia (PC), la contraposición entre razón de fuerza mayor y razón que da razón
(PF, RF), el futuro incierto y la posible muerte de la filosofía (PF),la negación de la
historicidad humana (PF, RF, AP), la involución histórico-espiritual de la
humanidad para volver a ser una simple especie natural (PF), la revolución teórica
de la filosofía (CRS), las características de la razón simbólica (CRS), el misterio
del verbo (CRS, FHS).

La idea del hombre: el ser que cambia por completo en la historia


El concepto nicoliano de idea del hombre debe entenderse en dos sentidos
esenciales: ―idea‖ significa tanto el proceso y el resultado de pensar o concebir
algo (concepto, ideación), como la forma de ser de algo (a la manera platónica),
manifiesta a la vista y a la razón. Nicol utiliza ambos sentidos: la idea del hombre
no sólo significa la forma en que éste se concibe a sí mismo en distintos

19
Entre paréntesis refiero los títulos de los libros con iniciales mayúsculas.

16
momentos de la historia, sino también la forma ontológica que adquiere al auto-
concebirse, pues su autoconciencia es parte esencial de su propio ser. 20
Además, la conciencia o la idea que el hombre forma de sí mismo implica
no sólo una visión actual y presente, sino también una proyección futura por
realizarse o un ―ideal‖, incluso si es imposible o ficticio, pero que determina en
gran medida la praxis y la forma actual del ser humano. Por ello, el ser del hombre
es una proyección histórica constante, es una pretensión de realidad que no
culmina de una vez y para
siempre, sino que busca
prolongarse en nuevas formas
recuperando la unidad de todas
las anteriores. El humano no es el
ser que hace historia, sino que se
forma a sí mismo históricamente;
es el ser que produce ideas de sí
mismo para poder existir; y en
este sentido, la historia hereda
una estela de mutaciones
ontológicas; los vestigios
simbólicos de las ideas del
hombre son tan esenciales como
los vestigios materiales de las
civilizaciones. Las ideas del
hombre evolucionan y cambian de
forma, poseen tanto continuidad
Werner Jaeger y Eduardo Nicol.
Fuente: Enrique Hülsz Piconne, “Eduardo Nicol” en
Setenta años de la Facultad de Filosofía y Letras,
México, D.F.: UNAM, 1994, p. 450.

20
Nicol plantea que todas las ideas del hombre que han surgido en la historia son igualmente verdaderas,
a pesar de que contrastan, de que se han impuesto de unos pueblos (dominadores) a otros (dominados), de que
han sucumbido. “Cada una expresaría de manera fidedigna un cierto momento del ser: un aspecto de este ser
que resalta históricamente. […] ninguna sería integral y definitiva; en ninguna quedaría cerradas las
posibilidades de ser”. Nicol. CRS, p. 107.

17
como discontinuidad. Cada una de ellas conforma un mundo diferente pero
comprensible para los demás. Por ello, Nicol trata de reformular el concepto de
―mundanidad‖ de carácter inherentemente histórico.21
El pensador barcelonés enfrenta el crucial problema de la aparente aporía
entre historia y verdad, y entre la idea de lo humano y su inherente historicidad. En
las décadas de los sesenta y setenta es el marxismo el paradigma que impregna
de relativismo histórico y de dogmatismo materialista a la filosofía y a la ciencia de
la historia. Nicol está convencido de que no podía avanzar en su proyecto de
reconstrucción de la filosofía sin resolver teóricamente el dilema entre la verdad y
la relatividad histórica. Para el caso del ser del hombre, Nicol propone una tesis
radical que hay que asumir a cabalidad: el ser humano es histórico en todo su ser,
no solo sus producciones y vestigios materiales e inmateriales (como la filosofía),
el ser del hombre muta por entero en la historia (por eso es proteico), porque el
humano es un ser que, para existir, se construye una idea de sí mismo, y la
proyecta en el tiempo con pretensiones de permanencia e inmortalidad.

El ser está a la vista. Ser y expresión


La Metafísica de la expresión inaugura la etapa de concentración de Nicol en el
problema del ser y el devenir, así como en el fenómeno de la expresión. Esta obra,
que según Nicol se gestó durante casi veinticinco años, constituye el esfuerzo de
una fundamentación de la ciencia de la metafísica y de la ciencia misma. El
segundo capítulo de la primera versión de este libro (1957) da cuenta de la historia
y la crisis de la metafísica como imposible ciencia del ser en tanto que ser22; este
capítulo fue retirado por Nicol en la segunda versión del libro, de 1974. 23 Explica

21
Vid. Nicol, E. La reforma de la filosofía, cap. IV.
22
En ese segundo capítulo de la ME, Nicol se centra en el análisis de la concepción aristotélica de la
metafísica y explica magistralmente por qué no era posible una ciencia del “concepto” del ser, a partir de la
“hipótesis operativa” de una idea abstracta que acabó identificándose con Dios como ente intemporal. Nicol
encuentra el síntoma de la crisis metafísica y plantea que habría que refundar la metafísica en una evidencia
apodíctica, plenamente fenomenológica: el “ser está a la vista”, como solía decir Nicol; el Ser no es, pues, un
concepto ni es una esencia pura que se oculta detrás de los fenómenos; ni está más allá de los entes, la
metafísica es una ciencia que se posiciona más allá de la física (como ciencia), pero no de lo físico
(fenómeno).
23
Nicol justifica esta supresión para abreviar la exposición y evitar algunas “digresiones”. Sin embargo,
este segundo capítulo es uno de los más logrados en la primera versión de la ME, que valdría la pena

18
Nicol en el prólogo de la primera versión: ―la expresión no puede considerarse
como un accidente del hombre, sino como parte constitutiva de su estructura:
como un carácter ontológico diferencial que, además, le permite establecer de
manera inmediata la distinción metafísica apodíctica entre el ser de lo humano y el
de todo lo no humano […] la expresión es el ser del hombre‖.24 Los modos de
expresión se han diversificado en la historia: el mito, la religión, la política, el arte,
la ciencia (filosofía), que Nicol considera la última vocación expresiva.
De acuerdo con el filósofo mexicano, la metafísica de la expresión no es
una teoría más de los fenómenos comunicativos y simbólicos, ni siquiera puede
reducirse a una ―ontología de lo humano‖, sino como una nueva fundamentación
de ―la ciencia metafísica misma, y por ello de la ciencia en general‖. Así, una
metafísica de la expresión es una ―teoría fenomenológica de la razón‖, por tanto,
una metafísica de la razón simbólica. Según el pensador catalán, el ser humano
se define como ser de la expresión porque es ese su carácter constitutivo; no solo
porque produzca y se comunique mediante símbolos, sino porque su ser entero es
simbólico: requiere el enlace con otros, porque tiene una insuficiencia ontológica:
―el hombre expresa porque tiene que morir‖.25 Así que expresamos para ser y,
mediante el logos, conformamos intersubjetivamente una idea de lo real: una
mundanidad.

Expresamos por nostalgia y esperanza. Nostalgia de nuestro propio ser, de esa


parte de lo nuestro que no tenemos; y esperanza de recuperarlo en la avenencia
de nuestro diálogo con el prójimo. El prójimo es la parte de nuestro ser que nos
falta. Pero este ser del otro es también invenciblemente ajeno. […] La
identificación es imposible, porque el ser insuficiente desea reunirse consigo
mismo, para completarse, y solo puede completarse con el otro, que le es propio y
ajeno a la vez.26

recuperar en una reedición de la ME de 1974, por parte del Fondo de Cultura Económica. Vale la pena señalar
que esta editorial posee los derechos de publicación de los principales libros de Nicol, pero no han sido
reeditados ni reimpresos desde hace muchos años (especialmente la trilogía final), con excepción de una
reimpresión de La IH en 2013 y de la PSV en 2015, por lo que prácticamente no existen ya ejemplares. La
obra de Nicol merece una reedición completa, y ahora también en formato electrónico, para su más amplia
difusión.
24
Nicol, E. ME, 1957, p. 10.
25
Nicol, E., ME, 1974, p. 17.
26
Ibid., p. 18.

19
Nicol acomete la crisis de la metafísica y las consecuencias ontológicas y
epistémicas de la física del siglo XX para intentar una revolución que restaure la
metafísica como una ciencia auténticamente fenomenológica y dialéctica. Para
este cometido elabora un diagnóstico de la crisis de la metafísica y encuentra la
falla original en la tradición parmenídea del ―ocultamiento del ser‖ y del dualismo
ontológico (la división tajante entre ser y devenir) y epistémico (la fractura entre
razón y doxa) que consolidan tanto las filosofías de Platón como de Aristóteles.
Según Nicol, esta tradición de dualismos persistirá hasta Husserl y Heidegger, por
lo que se vuelve indispensable en el siglo XX efectuar una revolución filosófica que
reafirme el fundamento del conocer en la evidencia primaria del ser. Nicol intenta
restituir los fundamentos de la metafísica, es decir, la posibilidad de conocer el ser
tal como aparece, desde la expresión. El ser se hace fenómeno en el logos, por
tanto, el individuo humano es capaz de hablar del ser porque el hombre es el ―ser
de la expresión‖. Nicol consideraba que la expresión era un rasgo exclusivo de la
humanidad, que ninguna otra especie animal era capaz de expresarse y
comunicar el ser.
Nicol insistirá en que la posibilidad de hablar del ser con verdad, es decir,
de desvelar el ser en la expresión, se debe buscar en la intersubjetividad y
comunidad dialógica de una realidad compartida, primaria y subyacente a
cualquier posible verdad científica. Así, la expresión es ―carácter ontológico
diferencial‖ que distingue a la humanidad de todos los demás seres vivos; y es
también el fundamento de la verdad o comunidad de la presencia del ser. Nicol
analizará las formas en las que el ser humano expresa su ser y, al mismo tiempo,
el ser de las cosas. Los símbolos (tanto materiales como lingüísticos y
conceptuales) se relacionan con sus productores, con sus intérpretes, con los
objetos que simbolizan, con sus propias interacciones y con sus antecedentes
históricos. Así, la teoría del ser simbólico puede explicar la historicidad humana; es
decir, la continuidad y diferencia (incluso ruptura) de la historia de la expresión
humana, y la manera en que la humanidad se proyecta y se simboliza a sí misma.
Lo decisivo en el cambio histórico (como en la evolución de la vida) es la

20
producción de novedades, que ―el sujeto no sufre pasivamente las mutaciones
sino que las produce él mismo: es el autor de su propia evolución‖.27

Los principios de toda ciencia posible


A partir de la publicación de Los principios de la ciencia (1965), el tema de la crisis
del saber teorético en el mundo moderno comienza a ocupar un lugar central en la
obra de Nicol. El filósofo catalán-mexicano intenta recuperar los fundamentos
ontológicos y ético-existenciales de la ciencia y de la filosofía ante el avance de la
razón tecnológica y la reorientación pragmática del saber. Como conclusión de
este extenso tratado plantea que, en el origen —en la presocrática— la filosofía
pudo establecer los cuatro principios del ser y del conocer: a) unidad y comunidad
de lo real, b) unidad y comunidad de la razón, c) racionalidad de lo real y d)
temporalidad de lo real. Nicol cuestiona sistemáticamente los tres ―falsos
principios‖ que han prevalecido: el principio lógico de no contradicción, el principio
de causalidad histórica (relativista) y el principio de causalidad física
(reduccionista). Vuelve a la carga en los Principios de la ciencia de una forma más
prolija contra el relativismo histórico y subjetivista, como lo había desarrollado en
HyE.
En Los principios de la ciencia, Nicol comienza su disquisición analizando el
tema de la crisis de la ciencia física que ha surgido de los famosos postulados de
la mecánica cuántica: el principio de incertidumbre formulado por Werner
Heisenberg en 1927. La crisis epistémica se ha extendido a todas las ciencias
contemporáneas: es una crisis de principios, pero también de fundamentos éticos.
Nicol realiza un diagnóstico profundo y, en gran medida, original por conjuntar los
elementos epistémicos con los éticos en la explicación de la crisis. Esto significa
que la crisis de la ciencia contemporánea no es solo teórica (epistémica), sino
fundamentalmente vocacional. El problema parece surgir de la dificultad de
explicar cómo la verdad puede ser histórica y expresiva a la vez, es decir, cómo
puede ser que la ciencia se equivoque, se autocritique y autocorrija, y de esta

27
Nicol, E. Los principios de la ciencia, p. 29 (cita no. 14).

21
forma pueda aproximarse paulatinamente a desvelar verdades, preservando la
firmeza de sus principios y de su ethos vocacional.
Nicol expone con detenimiento las cuatro relaciones del conocimiento: la
lógica, la epistémica, la histórica y la dialógica, pero señala que la última es la
clave que explica la enigmática conexión entre las cosas, las palabras y las ideas.
―Sin intersubjetividad no hay objetividad‖, pues los símbolos no se fijan a las cosas
como etiquetas indelebles, sino que se intercambian con los demás sujetos para
generar una comprensión común. Nombrar y conceptualizar son, así, actos de
interacción comunicativa humana, de complementariedad intersubjetiva a través
de los objetos que se simbolizan. Pero los símbolos no son meramente arbitrarios,
tienen historia y se anclan siempre a una realidad externa que compartimos. Sin el
diálogo intercomunicativo no se puede simbolizar lógicamente ningún concepto ni
cuestionarlo, afirmarlo o negarlo.

El problema de la verdad y la historia. Permanencia y relatividad


Es este un tema primordial que recorre toda la obra nicoliana, el fantasma que
deambula en todos sus planteamientos. Nicol toma en serio la tesis heracliteana
de la identidad entre ser y devenir. Su unidad dialéctica debe explicar, en aparente
contradicción, la permanencia en el cambio, y el cambio en lo permanente, tanto
en la naturaleza como en la historia. Lo permanente es la ley de un cambio regular
y ordenado que tiene su propia lógica. ¿Cuál es para Nicol la finalidad de la
historia humana? No se puede predeterminar, solo se puede decir que el ser
humano necesita hacerse una idea de sí mismo en cada periodo de la historia;
para ello requiere libertad para ser: opciones vitales, mundanidades diversas, pero
no puede superar ni el azar ni la necesidad en forma de destino. Como Proteo, el
ser humano necesita estar variando de forma para existir, pues solo pervive en el
cambio, en la metamórfosis. Empero, Nicol advierte que el proteo humano ha
empezado a agonizar, que decae su capacidad metamórfica, renovadora de la
historia. Por eso, al final de su obra el pensador catalán-mexicano descubre
trágicamente que el proteo humano está perdiendo la fuerza para mutarse a sí
mismo, y si deja de cambiar y de autoproyectar su propia idea, sucumbirá; es

22
decir, dejará de ser humano, perderá la dimensión histórica radical que lo ha
caracterizado. Nicol anuncia, tanto en El porvenir de la filosofía (1972) como en el
breve ensayo La agonía de Proteo (1981), la posibilidad de una época post-
histórica en que los humanos no seamos capaces de formarnos ideas propias y
variables sobre nosotros mismos. ―Por su forma conocemos cada cosa. La forma
es una constancia del ser. Pero el hombre es un ser inconstante: la suya es una
forma que se transforma. El hombre es ser proteico.‖28
Así pues, la historia debe entenderse como la expresión proyectiva del ser
humano en el tiempo. En cuanto a la aporía entre verdad e historia, Nicol
sostendrá a lo largo de varios trabajos que las verdades de la ciencia se basan en
un régimen preontológico y precientífico, que denomina el "régimen de la
verdad‖.29 Este régimen no está constituido de verdades reveladas ni de verdades
científicas confirmadas, es más bien la base que posibilita el acierto y el error
mediante la vinculación dialógica. Mediante el régimen de la verdad es posible
hablar de las cosas tal como son en sí mismas, sin anteponer intereses y sesgos,
es posible compartir la realidad mediante el logos porque la verdad no implica solo
la correspondencia entre el pensamiento y las cosas, sino también con un tercer
término humano con quien se comparte la evidencia o a quien se revela el
descubrimiento de la verdad. Pero la verdad es expresiva, aproximativa y, por ello,
variable en la historia. Estamos ya en la verdad, pero estamos condenados a no
poder decir toda la verdad de una sola vez, tenemos que aproximarnos a ella
mediante tesis y antítesis, mediante afirmaciones y negaciones, críticas y
refutaciones. La verdad es simbólica en dos sentidos: une a los sujetos humanos
con la presencia del ser y vincula a los objetos en la presencia compartida por los
sujetos. La verdad es expresiva porque es simbólica, por ello Nicol planteará la
fórmula de una razón simbólica que subsume en ella la historicidad y la objetividad
de la verdad.

28
Nicol, E., La agonía de Proteo, p. 5.
29
Nicol comienza a desarrollar este concepto de “régimen de la verdad” en ME (1957), pero lo expone
ampliamente en la Reforma de la filosofía, cap. VII y de forma más sintética en la CRS.

23
El concepto de mundanidad y de régimen de la verdad
Para Nicol, mundo y mundanidad son conceptos fenomenológicos esenciales. Es
el complejo en donde se producen las ―situaciones vitales‖; el ambiente y horizonte
en donde se despliegan las posibilidades humanas, en donde se desencadena la
lucha entre la libertad, la necesidad y el azar. Así que puede considerarse la idea
nicoliana de mundanidad la evolución de su primera obra sobre las situaciones
vitales. El mundo es un producto de la historia a lo largo de su diversificación
temporal y geográfica, lo cual implica también el resultado de la acción material y
técnica. Mientras el universo es dado y permanente, el mundo es producido por la
acción humana. Nicol sostiene que el universo es natural, el mundo es histórico.
Los conceptos de destino, azar y carácter forman el conglomerado que explica la
dinámica histórica, tanto al nivel personal como colectivo. El destino es lo dado, es
producto de determinaciones biológicas y sociales. Es un condicionante originario.
Por otro lado, el carácter también es un condicionante porque es agencia histórica,
despliegue de la libertad en la necesidad. El carácter no es una esencia inmutable,
sino identidad que se forja y adquiere mediante la acción ante posibilidades y
opciones existenciales. Por su parte, el azar, efecto inevitable de la contingencia y
finitud humanas, no invalida la causalidad natural ni la causalidad libre, pero las
condiciona. El azar no es la suspensión de la causalidad; es la causalidad misma
de forma inopinada, incierta, indescifrable. En este sentido, no posee una causa
específica, porque no podemos conocerla. Es una complejidad inopinada de
causas indeterminables. Sin entender la dinámica compleja entre esos tres
factores de la acción humana no es posible comprender la racionalidad del cambio
histórico. De este modo, en la ―teoría de la mundanidad‖ del libro La reforma de la
filosofía, el pensador catalán consolida su concepción de la historicidad humana.

La filosofía de la filosofía en Nicol


Si un tema recorre todo el pensamiento nicoliano es, a mi parecer, el origen,
fundamento ético-vocacional y porvenir de la filosofía. Así que podría decirse que,
en cierto sentido, el sistema de Nicol despliega una ―filosofía de la filosofía‖ como
ciencia universal, en contraposición a la idea de Gaos de filosofía como

24
especulación subjetiva y relativista que no tiene posibilidad de convertirse en una
ciencia que sostenga verdades permanentes. Nicol plantea justamente una idea
contraria, de raigambre platónica y husserliana: la filosofía se fundamenta en el
régimen de la verdad; en el hecho de que en la verdad del ser ya estamos siempre
y de que podemos aproximarnos (acertar o errar) mediante la razón
desinteresada, depurada, de la genuina vocación científica. ―El camino de la
ciencia se emprende desde la verdad. […] el hombre se encuentra siempre, desde
luego, en la verdad; que no puede existir sin la verdad, que es, en suma, el ser de
la verdad‖.30
Ciertamente, al recuperar la herencia platónica de la dialektiké episteme
(―ciencia dialéctica‖), Nicol construye una idealización de la pureza vocacional de
la ciencia, que parece ya imposible justamente en la época en que la actividad
científica se ha subordinado a la producción económica, a la tecnología y a sus
fines bélicos, como sucedió con el Proyecto Manhattan para la fabricación de las
primeras bombas atómicas. Es Oppenheimer31, y sus colegas de dicho programa
secreto dirigido por la milicia norteamericana, el mentís de la pureza ético-
vocacional de la ciencia contemporánea. Pero la noción de ―pureza vocacional‖ de
toda ciencia es, para Nicol, no solo una condición normativa, sino un requisito para
su supervivencia.
El nacimiento de la filosofía, que Nicol ubica inequívocamente en la Grecia
antigua, implicó una mutación de alcance ontológico, pues a partir de la filosofía la
humanidad logra abrirse a una existencia autoconsciente de sí misma y de su
temporalidad. El profesor barcelonés tenía la firme convicción de que la filosofía es
una innovación intelectual helénica que transmuta el ser de lo humano
inaugurando una habilidad para hablar de las cosas tal y como son; esta
disrupción en el mundo social se extendió posteriormente a otras tradiciones

30
Nicol, E. PC, p. 69.
31
Hoy se sabe que, al menos Oppenheimer, cobró conciencia de la fractura ética de la ciencia física al
colaborar en el desarrollo de un arma de destrucción masiva que marcaría un punto de no retorno histórico y
moral: la aniquilación casi instantánea de cientos de miles y la lenta agonía de otros miles de sobrevivientes.
Esta mala conciencia de haber socavado el “ethos vocacional” de la ciencia para subordinarla al poder
político-militar perseguiría a Oppenheimer, que se volvió posteriormente crítico de las armas nucleares, y por
lo cual fue marginado de los proyectos de investigación nucleares subsecuentes.

25
culturales, y se convirtió en una vocación universal. Por ello, el legado histórico de
la filosofía debe preservarse como eje moral y cultural; no obstante, Nicol
argumentará en diversos textos que el porvenir de la filosofía es ahora incierto, no
debido a una insuperable crisis interna, sino por la ausencia de condiciones
mundanas para su existencia.
Según Nicol, tres tipos de teorías anticipan durante el siglo XX la muerte de
la filosofía: el logicismo analítico, los marxismos y el nihilismo al modo
heideggeriano o existencialista.32 El tema del posible fin de la filosofía lo retoma
principalmente del libro de Husserl sobre la Crisis de las ciencias europeas de
1936. Pero la gravedad del síntoma que descubre Nicol es mucho mayor: el
fundamento vocacional o ethos propio de toda ciencia está amenazado. La
filosofía ya había entrado en crisis en su etapa inicial ante la sofística griega, y
ahora lo vuelve a estar con el auge de la técnica moderna. Esta crisis externa, por
falta de condiciones mundanas, implica que sus principios ontológicos y
epistémicos, su rigor y aptitud para desvelar la verdad, su carácter expresivo y
sublime (cercano a la poesía, por su expresividad creativa), están en riesgo.
Trágicamente, el atisbo de su decaimiento y muy posible final se produce ante el
surgimiento de una nueva ―razón de fuerza mayor‖ y el mundo tecnológico que la
ha erigido. Nicol plantea de esta nueva forma de razón que es sistemática, eficaz,
no expresiva ni comunicativa, totalitaria y violenta, que ―ni siquiera es humana‖.
Así, tanto en el Porvenir como en La reforma, Nicol nos lega el descubrimiento
inquietante de esta nueva forma de razón global que opera como tecnificación
pragmática totalitaria y que hoy en día se manifiesta en el desarrollo de la
inteligencia artificial.33
La renovación del fundamento ético-existencial de la filosofía (y de la
ciencia) se hace más urgente en la época en que Nicol advierte el declive de esa
32
Nicol, E. “La filosofía en el siglo XX”, conferencia inaugural del IV Congreso Nacional de Filosofía
de la Asociación Filosófica de México en 1987. Publicado en Ideas de vario linaje, pp. 563-80.
33
Nicol, habiendo conocido las ideas de Wiener, plantea que el lenguaje se ha reducido a cálculo y ratio
mediante una tecnificación extrema que él observa en los planteamientos de la cibernética. No es que el
lenguaje humano se pragmatice y se haga más eficaz, sino que el lenguaje cibernético, el logos maquinal que
ahora se expresa en idiomas naturales en texto y voces “cibernéticas” artificiales, constituyen el surgimiento
de una nueva forma de razón que puede subsumir hasta eclipsar la vieja razón humana, tanto práctica como
teórica, que se manifestaba en las ciencias y la filosofía.

26
capacidad ―proteica‖ ante un nuevo orden mundial de uniformidad vital impuesta
por la necesidad pragmática y afectada por una crisis de relativismo epistémico en
las ciencia físicas y en las sociales, merced al predominio de los historicismos
(entre ellos el marxismo) y el olvido del ethos de la ciencia y su compromiso con
las verdades de hecho y de razón. Si el ser humano se vuelve incapaz de acceder
a la verdad (si abandona lo que él denominó el ―régimen de la verdad‖) y pierde la
habilidad de autotransformación histórica, entonces se desvanecería su forma
propia: ―el hombre amorfo representa la agonía de Proteo‖. Por eso, para Nicol, la
crisis que amenaza al pensamiento filosófico y a todas las ―vocaciones libres‖ es,
en el fondo, una amenaza al peculiar ente histórico que ha formado su propio ser
proyectando una idea multiforme de sí mismo en el tiempo histórico y en el
espacio mundano. De este modo, en el porvenir de la filosofía está cifrado nada
menos que el destino de la humanidad. Los últimos textos nicolianos dan
testimonio del intento por rescatar dicha potencialidad proteica ante un sombrío
futuro para la historia humana.
Así pues, para Nicol, la amenaza que se cierne sobre la filosofía representa
el peligro de una involución que nos haría perder la autoconciencia y la capacidad
de configurar mundos diversos, interculturales, abiertos y libres. La humanidad,
según Nicol (y esta es una de sus más sorprendentes tesis) volvería a ser
insospechadamente una mera especie natural, lo cual significa: una especie
biológica (que nunca ha dejado de serlo) pero sin capacidad ontológica de
pensamiento, autoconciencia y diversificación histórico-cultural.
Nicol había ya planteado explícitamente el tema del final de la filosofía y la
crisis del mundo moderno desde 1961 en El problema de la filosofía hispánica, en
el capítulo titulado ―el porvenir de la filosofía hispánica‖. Nicol sostiene ahí que la
filosofía del mundo hispanoamericano puede cumplir la función de realizar la
crítica al modelo ―desarrollado‖ anglosajón y europeo que ha apostado por la
tecnificación acelerada de la vida. El relativo ―atraso‖ tecnológico y económico de
Hispanoamérica nos permite, en efecto, comprender las diferencias entre el
―progreso‖ tecnológico y las tradiciones sociales y culturales que aún resisten en
nuestros países, rescatando los valores propios de una forma de vida social no

27
sometida al fragor y la violencia deshumanizada del poder tecnológico. Pero Nicol
consideraba que la fuente de esa resistencia residía únicamente en la tradición del
humanismo hispánico que se extendió por toda la América hispanizada.
En ―El régimen de la verdad y la razón pragmática‖ (1970),34 artículo que
antecede a El porvenir de la filosofía (1972) en el planteamiento central del riesgo
mayor, Nicol delimita por primera vez la oposición entre el régimen de la verdad y
lo que denomina ahí todavía como régimen de la razón pragmática, y que más
tarde será la razón de fuerza mayor.

[…] Ahora la razón pura debe recapacitar sobre su propio ser, tomando nota de
que, a su lado, y pujando por eliminarla, actúa en la vida una nueva razón que no
comprendemos bien, de la cual apenas somos conscientes, pues la confundimos
con la antigua, pero de la que usamos sin saber cómo está configurada, cuál es su
contextura, cuáles sean sus fines y qué resultados vaya a causar su predominio en
la comunidad humana. Ni siquiera tiene nombre.35

Para Nicol la racionalidad teorética tiene una significación fundamental. Este tipo
de racionalidad predominante en la historia hasta los últimos años, que la filosofía
y las ciencias conformaron, creó un régimen de vida o una base de convivencia y
de interacción entre los seres humanos. El régimen de la verdad36 es un producto
histórico de esta racionalidad. La filosofía misma, como vida teorética, es el núcleo
del régimen de la verdad.
El tema del fin de la filosofía conduce a Nicol a una defensa radical de la
filosofía y a la consolidación de una teoría del fundamento ético-vocacional de
toda praxis teórica. Así, la crisis del mundo moderno (en el que la ciencia se
pragmatiza y la filosofía moderna lo asume sin más crítica como si fuera un rasgo
inherente a la ciencia misma), el peligro del fin de la filosofía y la deformación del
carácter histórico de la humanidad se tratarán sistemáticamente en la trilogía final
formada por el porvenir, reforma y revolución en la filosofía (1972-82). En el lapso
34
Este texto apareció en Diánoia, año XVI, no. 16, 1970, y está recopilado en Nicol, E., Ideas de vario
linaje, UNAM, México, 2021. Asimismo, el artículo “El porvenir de la filosofía” fue publicado en la revista
Río Piedras, de la U. de Puerto Rico, en 1970 y fue recuperado también en Ideas de vario linaje.
35
Nicol, E. Ideas de vario linaje, p. 333.
36
Véase Nicol, E., La reforma de la filosofía, FCE, México, 1980, cap. VII. La filosofía instaura la
verdad como régimen, pues la comunidad humana se basaba en otros principios: la obligación, la creencia, la
fe, el interés pragmático. “La verdad se presentó como una relación coordinada con el ser y con el otro. […]
La apelación al ser común es universal en tanto principio de reciprocidad comunitaria”, p. 224.

28
de la redacción de esta trilogía, Nicol rescribe por completo dos de sus libros más
importantes y sistemáticos: Metafísica de la expresión (1974) y La idea del hombre
(1977), y además publica otros dos libros breves que abundan con otros enfoques
en los mismos temas: La primera teoría de la praxis (1978) y La agonía de Proteo
(1981). Es este, pues, el período más fecundo de la filosofía nicoliana.

El nuevo discurso del método: unidad de fenomenología y dialéctica


En distintos textos, desde Metafísica de la expresión, Nicol aborda el tema de la
revolución metodológica en la filosofía. Conforma un contra-discurso del método,
pues se opone a la tradición antigua y moderna que separó ser y devenir, ser y
fenómeno, y que desarrolló fenomenologías que no son dialécticas (y que,
paradójicamente, plantean que el ser no es fenómeno, que el ser ―se oculta‖ por sí
solo) como la de Husserl o Heidegger, o bien dialécticas que no son cabalmente
fenomenológicas, como la de Hegel. Nicol sostiene que la revolución metafísica
consiste en retornar a la idea de que el ser es fenómeno; que lo que se oculta es,
en todo caso, la esencia y el origen evolutivo, pero que el ser se expresa
enteramente. Por eso, su ontología debe ser fenomenológica; debe describir cómo
aparece el ser apodícticamente y cómo se manifiesta a lo largo del tiempo. El
conocimiento humano parte de la evidencia apodíctica del ser para elaborar
hipótesis que construyen explicaciones causales de los fenómenos. Estas
hipótesis pueden ser erradas o correctas, pero eso solo se revela a lo largo de un
proceso discursivo.

El ser es dato. Esta evidencia primaria y universal no es una verdad: es la


condición de todas las verdades, y de los errores. Y como el Ser es fenómeno, el
método de la razón tiene que ser indefectiblemente fenomenológico.37

Para Nicol, la dialéctica no es una forma o método peculiar de pensar la unidad de


los contrarios, sino que es el método necesario y universal del logos, porque
vincula a los sujetos con los objetos. El logos siempre opera de forma dialéctica y
fenomenológica. No es el ser lo dialéctico (no solo en el sentido de cambiante,

37
Nicol, E. CRS, p. 163.

29
sino vinculante) es el logos el que debe operar dialécticamente para vincular a los
sujetos y para revelar la unidad en la temporalidad.
La dialéctica es el método de afirmaciones, negaciones y síntesis. No se
trata de una lógica especial distinta a la tradicional. La dialéctica constituye, para
Nicol, la simple unidad de ser y no-ser en las tesis lógicas. La dialéctica implica
que el Ser no es dialéctico, nada lo puede negar; es dialéctico, en cambio, el logos
que requiere diánoia e intercambio entre sujetos diversos que afirman y niegan,
que conversan, que se comunican. No hay negación absoluta del Ser, pues la
Nada es un concepto vacío, y porque toda negación es determinación. Por tanto,
toda forma de no-ser es correlativa y simultánea de un ser, de algo que se afirma
en el tiempo y en el espacio. La dinámica del cambio temporal no es el paso del
ser a la nada (como planteaba Hegel en su Ciencia de la lógica), sino de ser al no-
ser (y viceversa) en el que las formas del no-ser no se diluyen, sino que configuran
otras potencialidades. La dialéctica es la capacidad dialógica de pensar la unidad
entre ser y no-ser, porque el no-ser es lo otro, lo que ya dejó de ser o lo que aún
no es, pero no constituye la negación absoluta del Ser. En la dialéctica de la vida
humana, específicamente, Nicol descubre que el no-ser tiene la peculiaridad de
constituir el pasado que se resiste a morir: son las alternativas abandonadas
(aquello que fue posible pero que ahora es imposible), aquello que quisimos ser,
pero no fue; y también el futuro siempre abierto y posible: aquello que no es
todavía, pero que surge en la vida como una potencialidad futura.38

La reforma y la revolución en la filosofía


El tema de la reforma de la filosofía fue abordado por Nicol en su Seminario desde
1963; se interrumpió en 1965, aunque Los principios de la ciencia anunciaban al
final la necesidad de emprender una gran reforma filosófica. Nicol señala que en
1968 ya tenía un borrador de la ―teoría de la reforma‖ que fue leído en el
Seminario, pero en 1969 decide cambiar el tema central hacia los principios de
razón. En 1970 se ―atasca‖ el proyecto y entonces decide revisar la primera parte,

38
Ibid., pp. 254-55.

30
que contenía el borrador que dará origen a El porvenir de la filosofía.
Posteriormente, retomó el tema de la reforma en el Seminario desde 1975 hasta la
escritura del manuscrito final en 1979.39
Así pues, Nicol mantuvo como propósito central a lo largo de tres lustros
realizar el proyecto de restauración de la filosofía como ciencia estricta: la
revolución teórica que unificara los métodos de la fenomenología y de la dialéctica
para dar cuenta del ser como evidencia apodíctica en la expresión, renovando así
la tradición metafísica;40 y la reforma ética cuyo objetivo consistió en restaurar los
fundamentos vitales de la ciencia y de la filosofía, para reafirmar el sentido de la
praxis teórica como vocación libre ante el advenimiento de una nueva forma de
razón pragmática universal: la ―razón de fuerza mayor‖.41 Este concepto es uno de
los más innovadores —en mi opinión— de todo el sistema nicoliano, y
fundamenta, de una manera trágica, la necesidad de una postrera restauración de
la filosofía. Después de años de plantearlo de diferentes formas, y anunciarlo
desde El porvenir (1972), Nicol describe por fin en La reforma de la filosofía
(1980), con detalle fenomenológico, lo que es y lo que no es dicha razón de fuerza
mayor, para que no la confundamos más con la razón práctica o pragmática:42

 es útil y eficiente.
 es calculadora y programática.
 es uniforme y universal.
 es sistemática.
 es poderosa y violenta.
 no se puede confundir con la razón práctica ni técnica (esta tenía libertad creativa).
 no es expresiva ni comunicativa (pues no tiene que ―dar razones‖).
 La nueva razón opera con términos unívocos y con símbolos uniformados (como el
lenguaje cibernético y ahora con los algoritmos de la IA).
 no reside en el ser humano, es ―sobrehumana‖.

39
Archivo Eduardo Nicol, carpeta 13, folios 1765, 1818-20.
40
Tres libros son básicos para comprender el alcance de esta revolución: Los principios de la ciencia
(1965), Metafísica de la expresión (1957, 1974) y Crítica de la razón simbólica (1982), además de la
introducción a la segunda versión de La idea del hombre (1977) que sistematiza y despliega las tesis de la
primera versión.
41
Estos últimos temas son el núcleo de la trilogía formada por El porvenir de la filosofía (1972), La
reforma de la filosofía (1980) y Crítica de la razón simbólica (1982).
42
Nicol, E, La reforma de la filosofía, parágrafos 28 y 29.

31
 no es una modalidad de pensamiento y no requiere, en rigor, la presencia de un
sujeto.
 es peligrosa porque se manifiesta con una neutralidad ética aparentemente
inocente.

Nicol discurría en su Seminario sobre un solo proyecto de reforma de la filosofía,


pero hacia 1968 comenzó a distinguir entre reforma y revolución como dos
procesos diferentes, aunque igualmente necesarios, para salvar a la filosofía en el
mundo que comenzaba a ser adverso para el pensamiento libre. Sin embargo, el
largo ensayo El porvenir de la filosofía (1972), que no contiene ninguna referencia
a otros autores, constituye una meditación anticipada sobre la posible
desaparición de la filosofía ante el imperio de la razón de fuerza mayor. Este libro,
uno de los más originales de Nicol, comienza así con un ―prefacio del temor‖:

La filosofía está en peligro […] este peligro no ha de confundirse con una crisis
interna. La filosofía es crítica ella misma. […] Si el peligro es real […] es externo, y
tiene que ser total y final. Pero, si es final, no atañe nada más a la filosofía. Ella no
habrá de morir sola, y nada podrá substituirla. […] Es imposible que filosofemos
como si cada día fuese el alba primera de la filosofía. Ahora hemos de filosofar
como si cada día pudiera ser el último.43

Posteriormente, Nicol retomó en el Seminario los temas de la reforma y finalmente


publicó La reforma de la filosofía en 1980 y dos años más tarde Crítica de la razón
simbólica, que constituye la summa ontológica y epistémica de la obra de Nicol
con una estructura que narra la historia de su proyecto filosófico a lo largo de los
años, al mismo tiempo que expone los problemas que desembocan en la
indispensable revolución filosófica. Para Nicol, la revolución teórica es posible
mientras todavía sea factible pensar filosóficamente; mientras que la restauración
del fundamento ético-vocacional de la filosofía (y de todas las ciencias) es
insoslayable, aunque esta reforma no garantice que la filosofía y el pensamiento
libre puedan sobrevivir en un mundo regido por la tecnificación universal de la
vida, el imperio de la cibernética, la reducción de la razón a cálculo pragmático y el
predominio de una lógica impersonal destinada a las necesidades vitales.

43
Nicol, E. El provenir de la filosofía, p. 7-9.

32
Una revolución filosófica (que es anunciada con cierto recato en el subtítulo
de la Crítica), tiene la particularidad —a diferencia de las revoluciones políticas—
de que debe conservar o explicar las teorías que rechaza, combinando dos
operaciones críticas: ―la que salva todo el pasado de la filosofía, y la que pone
término a su tradición central‖.44 Dicha tradición empezó con Parménides y su
tesis de la intemporalidad del ser y el principio de no contradicción. Nicol plantea
que habrá de dar marcha atrás para recuperar la otra tradición heracliteana que
une el ser y el devenir en conceptos que aceptan y explican la contradicción entre
el ser y el no-ser. Así, Nicol declara que la revolución filosófica solo puede
realizarse mediante un programa de retorno a los orígenes, a los primeros
principios del ser y del conocer y al fundamento ético. Justifica así el cometido de
la CRS: ―Si la cuestión de su destino mundano fue tratada en El porvenir de la
filosofía, la cuestión de su esencia y su misión se dilucidó en La reforma de la
filosofía. La obra presente tenía que iniciarse probando la legitimidad de una
revolución fundada en el pasado de la filosofía”.45
Esto implica que —aunque el Proteo humano agoniza— todavía puede
realizar una última revolución filosófica para restituir su capacidad de pensamiento
autoconsciente. Pero es la última posibilidad de preservar la humanidad
autoconsciente, tal como la historia y la evolución la generaron.

La razón de fuerza mayor y la muerte de la filosofía


Nicol desarrolla desde Los principios de la ciencia hasta la Crítica de la razón
simbólica una concepción taxativa de la ciencia. Consiste en el ideal de la ciencia
como conocimiento desinteresado que se purifica de otros objetivos mundanos, y
que se mantiene firme en su ethos vocacional: el hablar del ser tal como es, el
descubrir la verdad mostrando con la razón cómo son las cosas, y no cómo
deseamos o nos parece que deban ser.

El ocaso de la filosofía se debe a motivos históricos, pero no a su propia


historicidad. Es posible que el hombre vuelva a existir sin verdades de razón; que

44
Nicol, E. CRS, p. 23
45
Ibid., p. 25.

33
deba regular su vida en comunidad con una razón que se evalúa por su exactitud
cuantitativa, y que reúne la perfección de un formalismo automático con la
eficiencia de una directiva práctica. Lo que no es posible es que la filosofía sea
sustituida. La cibernética no es un progreso de la razón: es una vía racional
distinta.46

A muchas personas intrigó que, en la última fase de su obra, Nicol dejaba un


mensaje perturbador y pesimista sobre la posible muerte de la filosofía. Habría
que decir que Nicol escribe en El porvenir y en La reforma su testamento filosófico
en un doble sentido. Primeramente, es su visión personal sobre el incierto porvenir
de la filosofía en un mundo que empieza a ser dominado por la razón de fuerza
mayor y la tecnificación total (e instrumentalización cosificante) de la vida humana;
en segundo lugar, porque es la filosofía misma, por vía de su autorreflexión, la que
es capaz de pensar sobre su fin inminente a través de la crítica sobre las ―dos
razones‖ que se enfrentan ahora en el mundo. Pero Nicol nos advierte de que,
ante el poder omnívoro de la RFM, la razón filosófica (la ―razón que da razón‖) no
tiene posibilidad de sobrevivir. La filosofía se da cuenta de que su devenir está
amenazado y de que su deber consiste en realizar la crítica de la nueva razón que
gobierna el mundo, analizando sus rasgos y la nueva situación vital de temor e
incertidumbre, mientras la filosofía pueda seguir pensando. Nicol avizora una
situación vital (social y política) en que la filosofía puede desaparecer sin que
nadie se extrañe o se lamente.47 Así dice Nicol:

La filosofía no tiene asegurado su porvenir. […] Lo que vaya a suceder no


podemos anticiparlo con exactitud; pero los indicios de peligro se acentúan y
empiezan a marcar una dirección hacia el fin. Esos indicios han producido otro
hecho nuevo, que ya no puede ocultarse, y es la pérdida de aquella seguridad
implícita en la continuidad de la filosofía, por la cual nos sentíamos dispensados de
vaticinar sobre su porvenir. Ocurra lo que ocurra, ahora este porvenir es dudoso,
por primera vez en la historia.48

Ideas de vario linaje concluye con unas conferencias de Nicol sobre el porvenir de
la filosofía en el siglo XX, mostrando que su obra constituye un valioso legado

46
Nicol, E. CRS, p. 69.
47
Qué decir al respecto de que en muchos países del mundo occidental desaparecen los estudios y
materias de filosofía en la educación básica y media porque resultan “inútiles” y aburridos para los escolares.
48
Nicol, E. Ideas de vario linaje, p. 407.

34
filosófico que tiene mucho que aportar a las generaciones del siglo XXI, porque,
como Nicol mismo decía, aunque la filosofía esté en peligro, tenemos que seguir
pensando filosóficamente hasta el final, como si fuera la primera vez, para poder
así preservar siquiera una razón autoconsciente que nos siga haciendo humanos.
En el prólogo de la Crítica de la razón simbólica Nicol escribió:

Platón declaró con temple heroico que era necesario seguir filosofando. Su
comunidad había intentado matar la filosofía. Sólo mató al filósofo. Es posible que
la filosofía llegue a morir sin juicio ni sentencia; no por una declarada
animadversión de la comunidad, sino por un irremediable y silencioso rechazo
biológico. Entre tanto, la filosofía sigue viva. Una revolución es posible todavía, y
por esto es inevitable.49

Las formas de hablar sublimes

Nicol explora el misterio de la palabra en los capítulos finales de la Crítica de la


razón simbólica y extiende esta meditación en su último y bello ensayo Formas de
hablar sublimes (1990)50, cumbre de sus escritos filosóficos que alcanzan una
verdadera altura poética. Según Nicol, poesía y filosofía, son las formas
vocacionales de la palabra; la poesía es libertad pura de metaforizar y crear
imágenes de lo real, de imaginar mundos (im)posibles, pero también de cantar la
presencia del ser; en cambio, la filosofía (la ciencia) tiene un compromiso
inequívoco con la verdad y, por ello, no goza de una libertad absoluta: debe
revelar la presencia apodíctica del ser, consciente de que formula hipótesis que
pueden ser falsadas o refutadas, pero que pueden llegar a constituir un ―bello
hablar de la verdad‖. Pero si la poesía es envidia de la filosofía, ésta se realiza
como póiesis del pensamiento y ambas se unifican como formas amorosas de
entregar al prójimo un don gratuito, por ello son formas en que se sublima el
lenguaje.

Sin libertad no hay filosofía. Pero tampoco hay poesía. […] si la filosofía no cumple
su fin, tampoco puede cumplirlo la poesía; pues aquellas notas que hemos

49
Nicol, E. CRS, p. 9.
50
Los temas sobre la vinculación esencial entre filosofía y poesía fueron abordados por Nicol en su
Seminario desde 1982.

35
encontrado en la poesía pertenecen igualmente a la filosofía. También ésta es
innecesaria, autónoma, gratuita y suficiente. De ahí la comunidad vocacional de
las dos. De ahí también una insospechada comunidad de destino. Poesía y
filosofía son palabras que se dan.51

Nicol recurre al concepto de ―misterio‖ rigurosamente, porque no se puede explicar


cómo es que surgió el verbo, ya que implica una mutación ontológica desde la
materia ―inexpresiva‖, y de la vida al logos y el pensamiento, es decir, de la base
biológica de la humanidad a su historicidad cultural y espiritual. El logos es materia
sutil, o materia transformada en verbo, no es propiamente inmaterial pues requiere
de cuerpos que sean capaces de emitir y escuchar palabras. El logos tiene origen
común con la musicalidad en la poesía, ritmo, armonía, metáfora, tiene un ―origen
sonoro‖. Pero el logos no es la expresión de un espíritu inmortal e inmaterial. Nicol
no quiere caer en una interpretación dualista que traicionaría toda su metafísica de
la expresión, pero acierta en mostrar que la emergencia del logos (palabra y
razón) es inexplicable, por ser innecesaria o contingente, y que, por supuesto,
tiene una existencia finita, pues puede desaparecer del universo sin que el Ser
sufra ninguna merma, ¿o quizá sí? Según Nicol con el logos el Ser se desdobla y
se vuelve autorreferente; es la autoconciencia humana (que seguimos creyendo
exclusivamente humana) que representa una forma nueva y única en que el Ser
se expresa y se comprende a sí mismo.
La filosofía es acto de dar razón; y la poesía acto de creación innecesaria
pero reveladora. Ambas son impulsadas por el amor de la palabra; y ambas
contribuyen a incrementar el ser: ―[…] la palabra no solamente sirve para hablar de
las cosas, sino que puede incrementar el inmenso tesoro de las cosas: el universo.
Hay más ser desde que se habla del ser; hay más verbo desde que se habla
poéticamente. Este más es, precisamente, póiesis‖.52 Pero la creación filosófica y
poética apunta a una verdad esencial. La poesía no puede ser falsa, arguye Nicol;
si es auténtica, siempre dice verdades, pero la filosofía busca la verdad, aunque
se pierda en elucubraciones: ―el poeta hace lo que quiere, mientras el filósofo lo
que puede‖: ―[…] Necesitamos la verdad de la poesía. Necesitamos la verdad de

51
Nicol, E. Formas de hablar sublimes, p. 123.
52
Ibid., p. 54.

36
toda cosa. Así como el poeta descubre, o mejor dicho inventa, la palabra bella, el
filósofo inventa la palabra verdadera‖.53
Un pasaje muy trascendente de Formas de hablar sublimes es el capítulo
final dedicado a la bondad y maldad del verbo. En efecto, las palabras pueden ser
usadas para agredir y excluir, las ―palabras matan‖. Pero el peor peligro es que el
poder político puede cometer un ―crimen contra el logos‖, el odio contra quienes
hablan una lengua diferente. Aquí Nicol denuncia claramente la terrible prohibición
franquista de las lenguas distintas al castellano: el catalán, el euskera y el gallego,
principalmente54, pero también se refiere a toda discriminación contra las lenguas
originarias, maternas, que nos confieren identidad:

Antes de la época moderna, el hombre no había sufrido, que yo sepa, esa terrible
dolencia que es el odio a la palabra ajena; no por lo que en ella dice el otro, sino
porque es ajena, y como tal diferente; porque es la palabra del otro, y esta
alteridad es una amenaza a la superioridad propia.
[…] Éste es un odio especial de los prepotentes […] es un odio lúcido. […] intuye
que en el hombre el ser es expresión, e impidiendo la expresión ataca el ser
odiado. El odio a la independencia es el sufrimiento del pobre conquistador,
dominador, avasallador. Y si no hay manera […] de matar a todos los que hablan
diferente […] se busca la manera de matar su lengua, que es un modo de
arrebatarles el alma en vida. El odio a una lengua es el odio al alma ajena.
No es lo que el otro vale, ni lo que tiene, ni lo que él hace lo que resulta odioso. Es
lo que es. Y como el odio es sagaz, pronto descubre el punto donde ha de atacar.
Lo ataca en el verbo, que es el ser. Y quien posee un verbo perseguido pronto va a
sentirse humillado y, así, menguado; pronto va a decaer en su existencia […]
privado de esa energía vital y de esa nobleza que es la palabra propia.55

La herencia filosófica de Nicol


El texto que leyó Eduardo Nicol en el homenaje que recibió en el Ateneo Español
de México en 1989 se titulaba ―La fase culminante del descontento‖. Apareció
publicado en marzo de ese mismo año en la Gaceta del FCE con el título ―La fase
culminante del desencanto‖. Ignoro las razones que condujeron a tal equívoco;

53
Ibid., p. 127.
54
Pero estas mismas reflexiones son aplicables al odio de los colonizadores españoles contra las lenguas
originarias de América. Por suerte, ni estas ni las diferentes lenguas ibéricas desaparecieron, pero sí fueron
marginadas. Hoy en día las lenguas ibéricas (románicas y la no románica: el euskera) pueden florecer y entrar
en el ámbito oficial de la política española. En cambio, no ha sucedido todavía una reivindicación y
reconocimiento similar con las lenguas originarias en México.
55
Nicol, E. Formas de hablar sublimes, pp. 179-181.

37
pero pienso que no son una mera casualidad, porque lo que Nicol expresa de
manera muy emotiva ahí no es solamente el descontento por no haber podido
continuar la obra intelectual que él se había propuesto. El texto nos deja ver,
ciertamente, un sentimiento de desencanto y de nostalgia al final de sus días.
Desencanto por la situación social de nuestro país y de Hispanoamérica
(incluyendo a España misma); y más filosóficamente, un sentimiento de
desencanto por el incierto porvenir de la filosofía. Además, el exilio implicaba para
él no poder participar activamente en la vida política del país que lo recibió y en
donde escribió toda su obra.

[…] Yo no he podido hacer en México lo que hubiera realizado en España […] en


México no puedo; aunque pasaran dos siglos de vivir aquí, yo seguiría siendo un
español para los mexicanos. La distinción en este país entre un mexicano por
nacimiento y uno por adopción es una diferencia que nunca se borra. En estas
condiciones no puede uno intervenir en política sin que lo consideren intruso. De
modo que yo en México he llevado la mitad de la vida que hubiera llevado en
España; y esta es una parte de la tragedia, La otra es hablar en una lengua que no
es la mía, que pese a que la sirva y la ame, sigue siendo ajena.56

Mas no se trata de un desencanto personal por la certeza de que se acercaba al


final de su vida, sino surgido de un diagnóstico clarividente sobre la condición
humana en la época en que se desvanece el mundo que hizo posible el
pensamiento filosófico y —como Nicol mismo decía— todas las demás vocaciones
libres, que nos habían situado más allá de la mera existencia biológica. Nicol
vislumbró el incierto futuro de la filosofía y ese descubrimiento sorprendente no
podía devolverle el sosiego o la cándida ilusión en una philosophia perennis.
Por otro lado, al respecto de la situación política en la España
posfranquista, Nicol no tenía duda de la singularidad histórica del experimento
democrático y social que representó la Segunda República Española; comenta al
respecto: ―El caso de la República era único en la historia política europea del
siglo XX. La República tenía que venir sin sangre. Terminó desangrada‖. Pero
repara y cuestiona así la época de la transición: ―Ahora la nueva democracia pudo
también venir sin sangre porque ha venido sin pena ni gloria, y ha restaurado la

56
Castiñeira, op. cit., p. 155.

38
antiquísima disputa de los políticos, sin idea del hombre español ni proyecto de
vida nacional. En suma, sin paideia, igual que antes.‖57 Nicol, como solía decir,
había vivido tres guerras que dañaron profundamente la idea del hombre en el
siglo XX: la guerra mundial que inició en 1914 (cuyos efectos también fueron
perturbadores en España), que se prolongó en una segunda conflagración global
hacia 1939 (argüía que había sido en realidad una sola guerra continuada); pero,
ante todo, padeció la guerra civil del 36-39 que destrozó los sueños de la España
republicana y la vida de cientos de miles.
Eduardo Nicol dejó como herencia un pensamiento honesto y profundo,
fruto de un trabajo meticuloso que realizó durante casi cinco décadas; patrimonio
escrito que debemos conservar, y también revisar y cuestionar. El legado filosófico
de Nicol es uno de los mejores testimonios del exilio español en México, pero
también de la tragedia que representó para él y para muchos exiliados la vida
truncada, que aquí pudo recomenzar, pero nunca restaurar como hubiera querido.
Esa es la tragedia que sufre cualquier persona exiliada que no se siente a sus
anchas en el país de acogida, en una nación que no acaba de comprender y que
—además— siempre lo considerará extranjero. El exiliado cobra conciencia de
que vive en una situación ambigua y limítrofe; no puede volver a la patria (aunque
regrese físicamente) porque esa ya no existe más que en su memoria (con mayor
razón después de una guerra devastadora) y, por otro lado, como decimos en
México, el exiliado tampoco ―se halla‖ en la nueva tierra, por más que le sea afín.
El sistema filosófico de Nicol logra plasmar algunos rasgos del carácter que,
por medio de la lengua, compartimos los pueblos ibero-americanos. Forma parte
de una comunidad de vida cultural que se funda en el legado de una lengua
romance surgida en la Edad Media en la península ibérica (una entre las lenguas
iberorrománicas vivas) y que se ha diversificado durante más de cinco siglos en la
interrelación entre España e Hispanoamérica (que hoy incluye además a millones
de hispanohablantes en los EE. UU.). Nicol nos señala la necesidad de consolidar
una cultura filosófica iberoamericana crítica de la situación vital contemporánea,

57
Ibid., p. 88.

39
que enfrente la nueva colonización y subyugación proveniente del mundo
totalitario de la razón de fuerza mayor. Mientras todavía sea posible, debemos
seguir el valiente ejemplo de Nicol al mantenerse filosofando, aunque todas las
condiciones mundanas le fueran adversas:

El hombre ha de reanudar la lucha que ha tenido que ir abandonando; la lucha


auténticamente histórica, en la cual él aparece como sujeto problemático. El
problema será vivo mientras haya una filosofía que lo manifieste. Pero es
inherente al problema la ignorancia de su desenlace. No podemos anticipar si las
decisiones humanas lograrán que la tecnología vuelva a tener en la existencia el
sitio de un auxiliar, que tuvo desde su inicio histórico; en este caso, auxiliar de
unas decisiones salvadoras. Lo que sí puede asegurarse es que ésta es la última
posibilidad humana.58

58
Nicol, E. El porvenir de la filosofía, p. 171.

40
Bibliografía general

Obras de Nicol
1. Psicología de las situaciones vitales. México: El Colegio de México, 1941. (2ª. ed. en
México: FCE, 1963; 3ª. ed. 2015).
2. La idea del hombre. México: Stylo-Centro de Estudios Filosóficos, UNAM, 1946
(versión facsimilar, México: Herder, 2004; reimpresión en el FCE, 2013).
3. Historicismo y existencialismo. La temporalidad del ser y la razón. México: El Colegio
de México, 1950 (2ª. ed. Madrid: Tecnos, 1960, 3ª. ed. México: FCE, 1981).
4. La vocación humana. México: El Colegio de México, 1953 (2ª. ed. en México:
CONACULTA, 1997). Compila diversos escritos entre 1939 y 1952.
5. Metafísica de la expresión, 1ª versión. México: Fondo de Cultura Económica, 1957.
6. El problema de la filosofía hispánica. Madrid: Tecnos, 1961 (2ª. Ed. en México: FCE,
1998, con prólogo de R. Horneffer y A. Constante; 3ª. ed. Espuela de plata, Sevilla,
2008).
7. Los principios de la ciencia. México: Fondo de Cultura Económica, 1965. (2ª ed. FCE,
1974).
8. El porvenir de la filosofía. México: Fondo de Cultura Económica, 1972.
9. Metafísica de la expresión, 2ª versión. México: Fondo de Cultura Económica, 1974.
10. La idea del hombre, 2ª versión. México: Fondo de Cultura Económica, 1977.
11. La primera teoría de la praxis. México: Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL),
UNAM, 1978(2ª. ed., 2007. Presentación de R. Horneffer).
12. La reforma de la filosofía. México: Fondo de Cultura Económica, 1980.
13. La agonía del Proteo. México: IIFL-UNAM, 1981 (2ª. ed. en México: Herder, 2004).
14. Crítica de la razón simbólica. La revolución en la filosofía. México: FCE, 1982.
15. Formas de hablar sublimes. Filosofía y poesía. México: IIFL, UNAM, 1990 (2ª. Ed.
IIFL-UNAM, 2007, con prólogo de Josu Landa).
16. Ideas de vario linaje. México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1990 (2ª. ed.
corregida. México: Dirección General de Publicaciones-FFyL, UNAM, 2021). Compila
textos entre 1958 y 1987.
17. Las ideas y los días. Artículos e inéditos 1939-1989. (Comp. Arturo Aguirre).México:
Afínita, 2007
18. Símbolo y verdad. Cuatro ensayos de filosofía. (Ed. A. Aguirre). México: Afínita, 2007

Obras sobre Nicol

1. González, Juliana. La metafísica dialéctica de Eduardo Nicol, México: Facultad de


Filosofía y Letras, UNAM, 1981.
2. González, Juliana y Lizbeth Sagols (coords.). El ser y la expresión. Homenaje a
Eduardo Nicol. México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1990.
3. Castiñeira, Ángel (ed.). Eduard Nicol: Semblança d'un Filòsof. Barcelona: Acta,
Fundació per a les idees i les arts, 1991.
4. Abellán, José Luis. El exilio filosófico en América. Los transterrados de 1939. México:
Fondo de Cultura Económica, 1998.
5. Revista Anthropos. ―Eduardo Nicol. La filosofía como razón simbólica‖. Col. Huellas
del Conocimiento, no. extra 3, Barcelona, 1998.
6. Linares, Jorge E. El problema del fin de la filosofía y la negación de la historia en
Eduardo Nicol. México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1999.
7. Álvarez, Luz María, Vladimir Saavedra y Claudia Márquez. En torno a la obra de
Eduardo Nicol. México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1999.

41
8. Horneffer, Ricardo. Eduardo Nicol. Semblanza. Zapopan: El Colegio de Jalisco /
Generalitat de Catalunya, 2000.
9. Horneffer, Ricardo (coord.), Eduardo Nicol. Homenaje. México: Facultad de Filosofía y
Letras, UNAM, 2009.
10. González Hinojosa, Roberto Andrés: Estructura de la ciencia y posibilidad del
conocimiento a partir de Eduardo Nicol. Esbozo de una nueva idea de razón. México:
UAEM, 2010.
11. Terricabras, Josep-Maria (ed.). La filosofia d’Eduard Nicol. Girona: Documenta
Universitaria, Cátedra Ferrater Mora, 2010.
12. Horneffer, Ricardo. El problema del ser: sus aporías en la obra de Eduardo Nicol.
México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2013.

Algunos artículos sobre la filosofía de Eduardo Nicol

Abellán, José Luis. ―Eduardo Nicol: Su Singularidad en el marco de la filosofía hispano-


mexicana.‖ Anales del Seminario de Historia de La Filosofía, Universidad
Complutense de Madrid, (2008), no. 25, pp. 563-574.
https://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/view/ASHF0808110563A/4664
Aguirre Moreno, Arturo. ―Meditación sobre la cultura y la barbarie. Observaciones a partir
de Eduardo Nicol‖. Relaciones: estudios de historia y sociedad, COLMICH, (otoño,
2007), vol. 28, no. 112.
https://www.researchgate.net/publication/343636624_MEDITACION_SOBRE_LA_C
ULTURA_Y_LA_BARBARIE_OBSERVACIONES_A_PARTIR_DE_EDUARDO_NIC
OL
Aguirre Moreno, Arturo. ―Humanidad Doliente: La violencia contemporánea en la obra de
Eduardo Nicol.‖ Daimon. Revista Internacional de Filosofía, (2023), no. 88, pp. 125-
135. https://revistas.um.es/daimon/article/view/448111/334551
Aguirre Moreno, Arturo y Eduardo Y. Báez Gil. ―Eduardo Nicol: El totalitarismo y el
régimen de fuerza mayor en la vida. El mundo ante la violencia total.‖ Bajo Palabra:
Revista de filosofía, (2017),II época, no. 13, pp. 121–33.
https://revistas.uam.es/bajopalabra/article/view/8014
Aguirre Moreno, Arturo. ―Exilio, comunidad y revolución: Vida y obra de Eduardo Nicol‖.
Revista de hispanismo filosófico (2012), no. 17, pp. 53-67. https://ahf-
filosofia.es/media/files/RevistaAhf17.pdf
Beltrán García, Iver A. ―Diálogo, Comunidad, Historia. La teoría de Las vocaciones en La
metafísica de Eduardo Nicol.‖ Comprendre: Revista Catalana de Filosofia, (2017),
Vol. 19, no. 1, pp. 19-37, 2017.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6038105
Beltrán García, Iver A. ―Metafísica y occidentalismo. Discusión en torno a las ideas de
Eduardo Nicol sobre la filosofía hispánica y la hispanidad”. Astrolabio: Revista
internacional de filosofía, (2017), no. 20, pp. 219-237.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6674059
Beltrán García, Iver A. ―Eduardo Nicol: Filosofía científica y autocomprensión histórica‖.
Éndoxa: Series Filosóficas, UNED (2017), nº 40, pp. 247-274.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6242405
Castany, Bernat. ―E. Nicol. Un filósofo con voluntad de sistema‖. Enrahonar (1984), vol.
10, pp. 132-142. https://doi.org/10.5565/rev/enrahonar.855
Cortés Sánchez, Francisco. ―La fenomenología dialéctica de Eduardo Nicol‖.
Investigaciones Fenomenológicas, (2014), no. 11, pp. 57-79.
https://revistas.uned.es/index.php/rif/article/view/29533

42
González Hinojosa, Roberto Andrés. ―El discurso del método desde la perspectiva de
Eduardo Nicol.‖ Revista de Filosofía, UAEM, (2022), vol. 47, no. 2, pp. 511–25.
https://dx.doi.org/10.5209/resf.63991
González Hinojosa, Roberto Andrés. ―José Gaos y Eduardo Nicol: Contraste entre dos
ideas de la filosofía‖. Signos Filosóficos, UAM, vol. 19, no. 38 (julio-diciembre, 2017):
150–75. https://signosfilosoficos.izt.uam.mx/index.php/SF/article/view/592
González, Rush. ―Verdad de hecho y verdad de teoría: acerca del sentido de la verdad y
los principios de la ciencia en Eduardo Nicol.‖ Ciencia Ergo-Sum, (2005), vol. 12, no.
3, pp. 255-263. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10412309
González Valenzuela, Juliana. ―Logos y Ethos en la filosofía de Eduardo Nicol.‖ Theoría,
no. 3, FFyL-UNAM, México (marzo, 1996).
https://doi.org/10.22201/ffyl.16656415p.1996.3.142
González Valenzuela, Juliana. ―La Ciencia-Filosofía en Eduardo Nicol.‖ Arbor: Ciencia,
Pensamiento y Cultura 184, no. 734 (diciembre, 2008), pp. 1075–84.
https://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/253
Guarneros, Aldo. ―Lengua y patria de la filosofía‖, Estudios 142, ITAM, México, pp. 29-50,
vol. xx, otoño 2022.
https://web.archive.org/web/20221213004314id_/http://estudios.itam.mx/sites/default
/files/estudiositammx/files/142/000305345.pdf
Iglesias Granda, José Manuel. ―El problema de la tecnología en el pensamiento del exilio
republicano: ¿Sánchez Vázquez lector crítico de Nicol?‖ Anales del Seminario de
Historia de la Filosofía (enero, 2023), vol. 40, no. 1, pp. 121–31.
https://digital.csic.es/handle/10261/331069
Farrés Juste, Oriol. ―La Filosofia de l‘exili d‘Eduard Nicol.‖ Enrahonar: Quaderns de
Filosofia (enero, 2010), no. 44, pp. 51–66.
https://revistes.uab.cat/enrahonar/article/view/v44-farres
Fernández Vega, Juan Luis. ―La tribuna vacante: Eduardo Nicol y la retórica filosófica tras
Ortega‖. Endoxa (2022).No. 49. https://doi.org/10.5944/endoxa.49.2022.26142
Ferrari Nieto, Enrique. ―El historicismo de Eduardo Nicol en la revalorización de la
analogía como conocimiento,‖ Fragmentos de Filosofía, no. 11 (2013), pp. 239-252.
https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/28847/El%20historicismo%20de%20Eduar
do%20Nicol.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Landa, Josu. ―Eduardo Nicol: entresijos de una poética fenomenológica‖. Theoría, FFyL-
UNAM, (1999), no. 8-9, pp. 149-157.
https://revistas.filos.unam.mx/index.php/theoria/article/view/230
Linares, Jorge E. y José Manuel Iglesias. ―Biopolítica y razón de fuerza mayor en Eduardo
Nicol‖. Isegoría, CSIC, (julio-diciembre 2023), no. 69. [en edición]
Mollo, María Lida. ―El lenguaje de la ontología de Eduardo Nicol.‖ Revista de Hispanismo
Filosófico, no. 25 (septiembre, 2020), pp. 83–100.
https://revista.ahf-
filosofia.es/plugins/generic/pdfJsViewer/pdf.js/web/viewer.html?file=https://revista.ah
f-filosofia.es/public/revistasanteriores/Rev-n25.pdf
Monfort Prades, Juan Manuel y Jaime Vilarroig. ―Eduardo Nicol, La expresión como base
metafísica de una teoría orteguiana de la cultura.‖ Thémata: Revista de Filosofia,
no. 60 (julio-diciembre,2019), pp. 59–76.
https://repositorioinstitucional.ceu.es/handle/10637/10926
Pinilla Burgos, Ricardo. ―Eduardo Nicol y la fascinación del logos: vocación filosófica y
poesía‖. Relaciones: estudios de historia y sociedad, COLMICH, vol. 28, no. 112
(otoño, 2007), pp.43-79.
http://sitios.colmich.edu.mx/relaciones25/files/revistas/112/pdf/ricardoPinillaBurgos.p
df

43
Sánchez Cuervo, Antolín. ―Eduardo Nicol ante el proyecto de un pensamiento en lengua
española‖. Relaciones: estudios de historia y sociedad, vol. 28, no. 112 (otoño,
2007), pp. 105-134.
http://sitios.colmich.edu.mx/relaciones25/files/revistas/112/pdf/antolinSanchezCuerv
o1.pdf
Sánchez Cuervo, Antolín y José Manuel Iglesias Granda. ―El pensamiento político de
Eduardo Nicol: origen, promesa y fracaso de la comunidad.‖ Disputatio: Boletín de
Investigación Filosófica, vol. 12, no. 24 (marzo, 2023), pp. 83–117.
https://studiahumanitatis.eu/ojs/index.php/disputatio/article/view/2023sanchez-nicol
Sánchez Cuervo, Antolín. ―El exilio con Eduardo Nicol.‖ Isegoría, no. 36 (junio, 2007):
303–7. https://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/70
Sánchez Cuervo, Antolín. ―Lecturas de la independencia en el exilio español del 39. José
Gaos, Joaquín Xirau y Eduardo Nicol.‖ Theoría, FFyl-UNAM, no. 22 (diciembre,
2011). https://revistas.filos.unam.mx/index.php/theoria/article/view/361
Sánchez Cuervo, Antolín. ―El legado filosófico-político del exilio español del 39‖. Isegoría.
Revista de Filosofía Moral y Política, (julio-diciembre, 2009), no. 41, pp. 201-216
https://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/670/672
Santasilia, Stefano. ―Sentir antes que razonar: la patencia de la verdad‖. En-claves del
pensamiento, año II, no. 4, (diciembre, 2008), pp. 67-75.
https://biblat.unam.mx/hevila/EnClavesdelPensamiento/2008/vol2/no4/3.pdf
Santasilia, Stefano. ―‗‘Aquí nos nacimos otra vez‘. La filosofía y la oculta huella del exilio,
entre Eduardo Nicol y José Gaos.‖ IMex. México Interdisciplinario/Interdisciplinary
Mexico. Vol. 12, no. 23, (febrero, 2023), pp. 121–29. https://www.imex-
revista.com/xxiii-la-filosofia-oculta-y-la-huella-del-exilio/
VV.AA. Dossier sobre Eduardo Nicol. Ed. A. Constante. Reflexiones marginales, no.
16(julio, 2013). https://reflexionesmarginales.com/blog/category/16-nicol/

44

También podría gustarte