Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
·TECNICA iY�J
.HISTORIA
YFILOSOFIA
en la atmósfera
cultural de
nuestro tiempo
1
, .\ ' -� .,11\ ►
�,. ..· ◄ \� �,;
- J �- ·�-.J
' ).•
1 f� l.
5
La mente, alma o espíritu del hombre
Yive dentro <le otra atmósfera. Son casi coeb'i.
neos el descubrimiento de la composición fí
sica de la atmósfera material, y el de esa at
mósfera del alma que se denomina "cultur;i
de una época" o ·· concepción del universo".
S;1hcr. de qué se compone, y en <-1ué prnpor
ci6n y cuáles son sus cambios, tempestuosos o
cotidianos, es todavía 1nás moderno descubri
miento. Démoslc un nombre al descubridor:
el de Dilthey. Hasta él rcspir(, cada época de
manera inmediata, inconsciente, global, cual los
¡,ulrnoues el aire, su concepción llcl universo,
�u atmósfera cultural; mas no supo ni gué era
ni de qué se componía. La respiraba; no lo sa
bía; le faltaba algo así como la físico-<-1uími-
ca de su cultura.
.Nuestra alma o espíritu cambia muchfai
mo más y más radicalmente c1ue nuestro cuer
po. En un millón de aíios la atmósfera física
no se ha alterado notablemente, pero la atmós
fera cultural se ha transformado ::i.l menos sei�
veces; o por la introducción de nuevos elemen•
t.o� o por cambio en la dosi ficacióo ele los pre
existentes. Cambios equivalentes, dicho en lcn
.�uaje físico, a los de introducir en la composí
ción del aire vapor de oro, o invertir la <losifi-
6
cadón de nitrógeno y oxigeno,. 20 por ciento
para e1 primero y 78 para el segundo.
Componentes formales de nuestra atmós
fera cultural son ciencia, técnica, historia, filo
sofía., teología, derecho, arte. . . ¿Cuál es la
dosificación típica ele todos ellos en 111te.rtra
época, o· sea, cuál es la composición de 1111es
tra. atmósfera culttJrttl?
Los tantos por ciento en que voy a ha
blar no poseen, claro está, más que un valor
simbólico. Y, por supuesto, lo que se dirá es
más bien planteamiento c1ue pretensiones de
definitiva respuesta.
N11estra concepción del universo, w,estra
atmósfera .cultural o d aire de nuestro espíritu
se compone de un rnarenta por ciento de cien
cir ., de un treinta por ciento ele técnica; <le un
di �z por ciento de historia; de un siete por
ci :nto de fiJo:,ofía; de un cinco por ci.cnto de
d, rccho; de un cuatro por ciento de a(te; de�
u.1 dos por ciento de tcologí<J., y dejemos un
dos por ciento para otros .elementos. En otras
épocas -en !a medieval, por ejemplo-, la
dosis de teología debió ser el ochenta por cien
to; un cinco por ciento para la filosofla, "es
clava de la t tología", y un mediccito por cien
to para de 1cia. . . Atmósfera de gases asfi-
7
xiant('s fuera para medievales nuestra atmós
f cm; y para nosotros, la suya.
Es, ror tanto, de decisiva importancia sa
ber qué es ciencia, técnica, historia y filosofía
---los demás componentes gue "perdonen por
Dic1.5"_ Un poco por justicia y otro poco por
urbanidad se les hará el debido acatamiento a
lo largo de �sl"as líneas. Y comencemos con el
tema " q11é es cienci{t'', el oxígeno de nuestrit
atrnósfern cultural.
8
I
lº
do en duración desde el Renacimiento. Antes,
en el pasado inmediato, el ideal de la vida hu
mana lo constituía la salvación del alma, a lo
largo de la peregrinacióú por un valle de lá
grimas. El conocimiento modelo o ideal era
la teología, su fon.do, la fe; y su altavoz, i� au
toridad. A.!í que acción salvadora frente a
conocimiento de la realidad. Hay w1 conoci
miento práctico de la t'ealidad -el que dan los
sentidos naturales, el <¡ue de lo que de dios dan
abstrae idea y conceptos, en unos; en otros,
saca experiencia, hace expertos hábiles, arte
sanos diestros; proporciona receta.s, procedi
mientos, trucos y mañas, secretitos de ofkio... ;
por sobre él el hombre inventó el conocimiento
teó rico, o de lo real por medio de teoría Y
ele teoría para conocimiento de lo real, y co
nocido lo real por teoría, dominarlo. Nada
de. teoría pura, contemplativa, abstracta cual
ideal fiiutl, o visión eterna de la Verdad
Dios; sino teoría para saber qué es una cosa
y, sabido �l qué es, aprovecharla, transformán
dola o no, [1t1ra que sirva. al hombre. A esta
fusión entre teoría y práctica llrunémosla
tecno-logía; y al sabio tecnólogo. Y ahí es
tán esos ejemplares <le tal fusión teórico
práctica que se llaman física., quí�ca. . . o
arquitectura moderna; y esotros aspm.ntes a
11
ella, cual economía, biofogía.. Lo más fino de
las matemáticas y lógica --fo teórico, por ex
celencia- ha pasado a ser teoría de lo físico,
ele lo real, y teoría directora de .la técnica, de
la praxis ordenada, planificada, lejos ya del
abigarra.miento y bazar de inventivas, ocurren
cias, trucos, recetas de aquellos tiempos e1.1
c1ue conocer era, cuando má.s, ideal de 1.mtt
{larte del hombre: la destinada -decíase- a
vivir en otro mundo, ya· desde éste; y no era
el ideal del hombre. íntegro y real que lo es
y(I, el de este mundo y de un mundo ya para
él. Así que el ideal moderno de ciencia excluye
por igual el conocimiento abstracto y el em¡,í
riro; incluye el teórico-técnico. Primer y segun
do componente. El ideal de cicnci,1 actual exige
conocimiento teórico-técnico ontológico; /JreJ
cind e , por ello del conocimiento valora! o axio
Iógico. Es decir: ele toda valoración o enjui
ciamieil to religioso, moral o estético. Prescinde
de ellos; no los niega ni los impugna, si ellos
no se entrometen en el campo de la actitucl
e instalación científicas. La teología ocupó el
campo de la astronomía hasta Galileo, en par
te por impotencia de la filosofía, esclava de
la teología., y, en parte, por la deficiencia mul
tisccular de la ciencia y técuica física. Por ello
se podía hablar de opiniones astronómicas, he-
12
réticas, próximas a herejía. . . Galileo colocó.
cuestiones como "cuál es el centro del mundo,
si el sol se mueve o no, si se mueve o no la
tierra, si los astros son cuerpos corroptibles o
incorruptibles, si cielo es cielo o cielo es como
la tierra ... ", los colocó, digo, en nivel onto
lógico: el de qtté es la realidad, y prcscin,día ·
del axlológico o valorativo moral y reli,giiso.
Con él se inaugura oficialmente e?e compo1,en
te del plan científico moderno: conocimiento
teórico-técnico ontológico. Primero, sepamos
qué son las cosas; después veremos si sirven o
no para vida eterna, para dar razón a la Biblia ·
y para merecer la aprobación <le moralistas... ·
Mas a medida que se ha ido sabiendo con co
nocimiento teórico-técnico qué son las cosas"
el f,ara qtJ.f de ellas ha resultado ser el honz
bfe, Y. no la vida. eterna, la moral natural ... ;
todo ello, eso sí, sometido al hombre. El cono
cimiento teórico-técnico ontológico es antropo
lógico. La ciencia versa ya sobre qué Jo1t las
cosas, mas de modo que lo que ellas son, lo
sean efectivamente, para el hombre. Van t·res
componentes.
El ideal de ciencia abarca un nuevo com
ponente;. el fenomenol.ógico. El ideal de la
ciencia, dkese con otra palabra más usada, es
la Verdad. Pero hay c1ue ver qué de cosas en-
13
tiende la gente por verdad, por esa palabra que
tanto llena 1a boca, y que se la pronuncia con
indisimulable tC':'tintín Je amenaza y 1nazazo
final decisivo. Verdad es lo que una cosa tie
ne de patente 'O de manifiesto ante sentidos y
entendimientos; se opone, pues, ·a oculto, a os
curo y penumbroso. Pero lo, 9ue sin más o na
turalmente ostentan ante nosotros las cosas
---desde aire, por tierra, a dos, a hombre, a
sol. .. _:_, es lo más insignificante: minucias
y perifollos. Será tan patente cuando 9ueramos
Ja luz -tan fenómeno cuanto se quiera, dicho
en griego-·-; mas lo t1ue nos manifiesta la luz
de sí oculta lo gue ella es; y con grandes difj.
cultades se ha llegado a saber gue luz e.r, real
mente, movimiento ondulatorio transversal de
un rnmpo electromagnético cuya. energía se con
densa en fotones. Eso es realmente; y por sa
ber c¡ue lo es, el hombre que lo descubrió pue
de producir luz. La verdad de la realidad no
es lo que ostenta, Jo evidente; es lo que el
hombre ha conseguido, por i11ventoJ que
ostenten las cosas. El i<leal de ciencia actual
es fe11011u!11ológico real; hacer aparecer lo
c¡ue las cosas son, ocultado por ellas mis
mas bajo la forma de sus apariencias o
parenciales inmediatos o naturales. Ciencia
actual es, por eminencia., ontología fenomeno-
14
lógica real, cosa que no lo es la así llamada y ca
careada por tantos fiJó,sofos. Van aiatro com
ponentes del ideal definidor de la ciencia ac
tual. Sea el quinto: objetivo. Por él se descarta la
subjetividad, la conciencia, el yo, el tú: Yo Ga
lileo, Yo Leibniz, Yo Ne,vton ... Yo Einstein ...
Cuando se habla, porgue está en el ambiente, de
la objetividad de la ciencia, todos entendemos
ya, c¡ue por él se excluye el que eJ yo -así sea
el de Platón, el del Papa reinante, el de Op
penheimer, el de Gauss o Riemann-, entre
cual uno de los componentes necesarios y pro
pios de una afirmación, teorema o axioma cien
tíficos. En fas frases "el teorema de Pitágo
ras", "la . teoría de la relatividad de Eins
tein ... " mencionar tales nombres ilustres no
pasa de ser un acto de deferencia histórica, no
un paso de Ja demostración. Pero esta interpre
tación de ''objetivo" es mud10 menos impor
tante gue esta otra: objetivo es imparcial,
frente a esas actitudes y malas costumbres hu
manas de parcializarse, cual en política, reli
gión, arte ... ; sean actitudes y hábitos de jn.
dividuos sueltos, o de corporaciones, de Igle
sias o de Estados. La ciencia no es de nadie.
Sus adquisiciones son de todos por igual, sea
cual fuere su moral, formas políticas, religio
sas. La ciencia, o conocimJ-ento teórico-técnieo-
15
ont,ológico-fenomenológico es un bien de la
Humanidad. Cumple, sin pretencioso exhibi
ciwiistno, lo del Evangelio: "el sol sale por
igi.ial par� justos y pecadores, y el cielo llueve
por igual sobre buenos y malos".
Pn · tma tercera dcefnió n, ohjetivo descarta
.1ec1'etiJm o. Si la circunferencia pudiera, en un
momento dado, ocultarnos alguna de sus pro
piedades o escamotearnos algunos de sus pun
tos; si al protón pudiera darle la gana de no
descubrir la masa gravitatoria, es decir: pu
diera pesar o no pesar, si lo c¡uiere, no sería
posible la ciencia. Lo real no tiene secretos;
lo oculto no está ocultado. Lo real es leal, de
cía Einstein.
La ciencia no tiene secretos y se trata con
una realidad que tampoco los tiene. De ahí
que la sehsación Je seguridad que da la cien
cia al científico sea el gran sustituto de fe y
de confianza.
Por fin: la ciencia actual completa el
acorde de los componentes de su Ideal con el
de "s istemático''. Negativamente excluye de sí
el enciclopedismo, diccionarios, índices, tarje
teros. Todo puede hallarse en w1a enciclope
dia, por orden alfabético; y el mismo libro sue
le darnos la misma materia en forma sistemá-
16
tica en el texto y en forma alfabética al fi
nal, en s�s índices. Todo ello: enciclopedias,
etc,, son mstrumcntos precientíficos. Sistemá
tico excluye erudición y eruditos, aficionados,
marisabidillos y scfioJitos. Pero exige positiva
mente orden: un orden tal que abarque todo.
Muchos procedimientos ha inventado 1a cien
cia pa�a imponer orden a esa llovizna tropical
-contmua y variada- de datos ' curiosidades )
17
lógim, fenomenológico, objetivo y sistemático,
, obtenido según alguno o algunos de cinco mo
delos.
Cuando oigáis o leáis gue ciencia es "co
noci1rúento d,e las cosas por sus causas o prin
cipios" recordad que es una verdad a medias
o en una rnarta o quinta parte, y que se le es
rnpa lo decisivo: Ciencia es un ideal; un acor
de ele seis notas, de seis exigencias extremadas,
Si suena a la vez, y en su debido tono, ciencia
será cícnda actual: uno de los compo11entes: de
la· atmósfera cultural de nuestra época.
II
19
/
mirndo, y de unos montes defendidos heroka
mrnte ¡-,or trncslros paisajistas, no hallaremos
cosa. c1ne se presente y obre con su materia,
forma y usos naturales. ¿Qué hacemos aún de
nalural con nuestro cuerpo y alma? ¿Quién ca
mina ilt1t1 a pie, fuera de unos desgraciados y
dcs,grnciables seres Jlarnados peatones? ¿Quién
va a .ver las cosas misrrnts, y no prefiere verlas
en citw o televisión?
Nuestra atmósfera física, geográfica, aní
mica es artificial, crecientemcntc artificial. Lo
natural. retrocede, cada vez más, al fondo, al
trasfondo del fondo; y tal vez no tarde mu
chos aííos el que cambien a nuestra alma de
rnerpo, como se lo ban cambiado ya a nuestra
voz: de salida de boca, garganta y pecho a sa
lida de discos o cinta magnetofónica; y se k
-están ya sustituyendo a lógica y matemáticas
las potencias naturales de (JUe ellas se servían
en monopolio específico, cual el entendimien
to, y ya "d.iscurrren" y "calculan''. máquinas.
Si 1m invent�unos otras faenas al entendimien
to, pronto no sabremos qné hacer con él y se
atrofiará cual ciertos órganos de nuestro
cuerpo.
! .os c111e i:wentaron sílice t:.>.H,ida o cuchi
llo ele piedra, rueda, rueca, flecha, cazuelas,
bastón, timón, balsa, ladrillos. . . no supieron
20
que desencadenaban w1a reacc1on en caden'a,
una avalancha de novedades, de antinatural�i
dades, de monstruos que, milenio a milenio; al
principio, siglo a siglo, 'después, y ahora día a
día, amenaza con sorber la sustancia de lo, na
tural y los naturales sesos del hombre, y tran
sustru1eiar todo en artefactos, en se,· artificittl,
en tecnemas . ..
No nos fiemos de la mansedumbre con
q ue nos sirven la escoba o la pulidora, de la
docilidad normal y ascgumda del auto; de la
abnegación, no pretenciosa, del altavoz; de
la paciencia, admirable e inagotable, del pa
pel ... ; ni no·s tranquilice esa otra serviciali
dad sutil de fórmulas, es quemas de verdad,
axiomáticas, sistemas de coordenadas, todo
ello inventos, artefactos mentales, y no engen
dros de entendimiento natural.
''Dichosa edad y dichosos siglos aquellos"
cu <1uc podía, con sencilla verdad, decir Aris
tóteles: "si la naturaleza hiciera lechos los ha
ria como los que, por técnica, hacemos noso
tros; si nosotros por técnica hiciéramos plan
tas las haríamos como l.as que. engendra la na
turaleza", "que la técnica no I1ace más que
imitar a la naturaleza, cuando ésta es perfecta,
o. ayudarla a que llegue a su perfección cuan-
21
do, por un accidente, no llegare ella de por
· sí y so1a a la perfección propia".
No nos atreveríamos nosotros, ni siquiera
los más beatos aristotélicos, a ejemplificar di
cienclo: "si la naturaleza hiciera aviones los
haría como nosotros por técnica los hacemos;
si n.osotros hiciénimos por técnica un cerebro
nos resultaría co1no el natural, como el que
nos nace". Diríamos, más bien: "si la natura
leza se pusiera a hacer aviones, o submarinos le
resultarían sin remedio, peces o pájaros; si no
sotros nos ponemos a hacer cerebros, nos resul
taría, sin remedio, un cerebro electrónico". Es
c¡ue nuestro arte y técnica no imita ya a la na
turaleza; y la naturaleza, con toda su perfec
ción a cuestas, y con todas sus propiedades y
poteodas esenciales, no da para hacer o engen
drar un avión, una media de nylon, un sub
marino, un lápiz, un televisor, una axiomática,
un esquema lógico, unas coordenadas ...
Lo artificial, los artefactos o tccnemas,
son ele otro orden gue lo natural; y lo natural,
por rnuy formado que esté: oro, mármol, lino,
uranio, petróleo, hierro ... ha sido rebajado
todo: materia, forma y propiedades al nivel de
material en bmto; ha sido descalificado en su
constitución óntica y ontológica, si se me exrn-
22
sa la altisonancia de estas palabras griegas cas
tell an,izadas.
Entre natural y artificial, entre naturaleza.
y técnica, entre hombre natufal, el .111.ás inteli
gente, y el téctlico, se interponen un abismo .
sin fondo., No hay puente lógico;_ hay que· sal
tar, con ese tipo de salto, Jiamado por He gel
unas veces dialéctico; otras, cualitativo.
La física· moderna, la cuántica, perdió no
hace mucho más de medio siglo,,, el miedo a
los saltos cuantitativos; "si la · naturaleza. no
da saltos" Natura non facit saltuf -dicho
sea en el horrísono l;1tín medieval__: la técnica
los hace, la física cuántica los da; y es uno de
slls axiomas típicos el de cuantificar, es decir:
determinar la magnitud del salto, la magnitud
<lel qu.í.ntum de energía que dé para saltar de
un nivel a otro.
Los filósofos todavía padecemos, -salvo
honrosísimas y rarísimas excepcio1::1es- de mie
ditis cuántica, de continuismo entitativo. Dicho
en olrn forma,· para c¡ue de una u otra S·e me
entienda: padecemos de miedo a novedad, de
idolalrí.1 a la identidad, al ser, ·de quien se dice,
desde Parménides, ser la identidad su atributo
esencial. Y todavía creemos, cutre inocentes e
ígnoranlcs de lo que pasa en ciencia, que pe-
23
lea rnos ¡0 oi· q11é r.r el ser, qué es c:,cnc ü1 ••• · e:;
nada mC"nos <11.1� gig,mtnm,•rpú,r,-- lucha gi
;S.:10tcsca entre gi;;antes.
Santa Teresa pudo decir con verdad a(1ue
llo ''de que entre los pncheio� también anda
Dios'', pues las cocinas Je süs conventos eran
casi natura.les cocinas, por todo: desde matc
ri..:1I y forma de pucheros, por fuego, a man
jares. Dios cree', la naturaleza, los ciclos y tie
rra naturales, y lo que en ellos hay; nada, pues,
lnás consonante <Jue el c¡ue entre tales puche
ros, fuego y n1anjares anduviera Dios, cual p:i
seaba, así nas Jo dice la Biblia, por el. paraíso
terrenal al caer de la tarde para tomar la fres-
ca, bien apetecible en el marasmo tropical de
I\f esopotamia.
Pero en nuestras cocinas, verdaderos la
boratorios, equipados de ollas de presión, gas
y electricidad, hornos graduables, lavadoras y
secadoras, neveras ... ¿andará el Dios' natural
como se paseaba en las cocinas Je los troglodi
tas o en l.as no mucho más avanzatlcJs ele un
sencillo convento de monjitas en Avila, allá
por los finales del siglo xv1? ·
Lo natural se ha ido al fondo de nuestros
aparatos, de cocina o no; sus formas, opera
ciones, usos ya no son naturales. Son y recal-
24
co en el verbo JÚ, JOn invento�, : crr#io�es,
prbductos del ;hombre; no del hombr�.· natural,
sino de un. hombre que se ha improvisado él·
por sí mis�o eso de ser inventor, creado-e, pro•
ductor de lo que jamás, dejada a si misma, pu
diera hacer la naturaleza ni la suya ni la_ ex·
terna. Si tlnos pocos, que son ya. miles, son- los
itiventores, la humanidad ha• inventado las ac•.
ciones y hábitos de �ervirse de los inventos, lo
que es un invento ele segunda mano; todos. los .
hombres, en todo, se van progresivamente con
virtiendo, improvisando, aprendiendo, a ser
creadores de s-egnnda mano, respecto de los
creadores de primera que son los inventores Y
productores de artef;ctos: inventot'es de nueva
mctnera como el Jer eJ. Y perdonad este desliz
fraseo•lógico, premeútado, hacia metafísica o
filosofía primera y Himaria, como la llamaba
Aristóteles.
Pero inventos c artefactos no lo· son tan
sólo ne,-•�ras, autos, televisor, máquina de es
cribir, .· nprentas, ¡ úones, máser y láser ... ;
invento: son, y artefactos, nuestras formas po
líticas } sociales, re ,igiones y artes. Que la de
mocrac t sea un ir >rcn to y artefacto, en nada
la dese lifica; al r ,vés. Puestos a recorrer dis-
•
tancias ..obre la b( u:a, mejor lo hacemos en au-
to que con las p ernas; y puestos a excavar,
25
mejor lo hace una excavadora mecánica que
, un natural picapedrero, a pico y ¡,ala. Puestos
y J111peñado.s en vivir un millón de hombres
juntos, s.uerte tenemos del invento de ciudad
moderna, por deficientes que sean su urbanismo
y organización. Y bienvenida séa la invención
de iglesias para no tener que hacer de troglo
ditas religiosos en, catacumbas, -en canteras
abandonadas, trncadas en· cementerios e igle
sias .. Nos quejamos, a veces, de lo artiffrial
--ciudades, autos, teléfonos, gobierno ... -.
Todo eso son hijos nue�tros, muchísimo más y
mejor que los naturales, al modo que el cre
y ente está convencido de que es él, y lo natural,
muchísimo más y mejor, más hondo y decisiva
mente, hijo de Dios creador, que lo es de sus
naturnles padres.
El hombre actual. e.'>, todavía, un híbrido
de natural y artificial, de naturaleza ( o esen
cia) y técnica.
Si a una vaca le diera de repente un ata
que de entendimiento pensaría, al vernos pa
sar en moto, c¡ue éramos una especie de cen
tauros. Algo semejante piensan, tal vez, las
águilas a la vista ele los aviones.
Y a no pueden pensarlo tanto esos acica
lados perros que nos ladran, w1 poco despee-
26
tivamente, a los péatanes, desdé· 1ás · ventanillas
de ciertos autos de lujo.
Realmente, en realidad de verdad, el hom
bre actual es un híbrido de 11aturaleza y técni
ca. Y lo más grave del caso se concentra en
que lo es porque él se ha inventado ese.-modo
de ser híbridamente, y se lo inventa e impone
a la naturaleza.
Nos hallamos, pues, siendo todo: natu
raleza y hombre en estado de híbridos. ¿Y nos
extrañainos ante la magnitud y novedad de los
problemas de toda especie: de religiosos, polí
ticos, urbanísticos, ... hasta científicos y filosó
fims que tal hibridismo, en desarrollo, nos im
pone o nos hemos impuesto y propuesto cual
aventura y empre.ra · del hombre actual, y, por
ello, del universo, y, de consiguiente, del ser?
Que tal modo de sernos y bacer ser a todo
sea una aventura y tma empresa no podemos
• ni perderlo un �olo momento ele vista ni, vis
to, <lisimulárnoslo cobardemente.
Contra una aventura y empresa de tal ca
libre, -perdonad que lo califique de ontoló
gico-; no existe ni puede mcmtarse una Com
pañía de Seguros ontológicos. ·
La técnica no es w1 procedimiento para in
ventar y usar aparatos o hacer �.dificios, preten-
27
ciosos rascacielos o modernas torres. de Babel;
la técnica es la aventurada empresa _invel1tada
por el hombre de dar a todo un nuevo tipo ele
ser: el a,-tificial ...
¿Terminar� tal rmpresa en bienaventu
r:1117.a q rn 1n;il;1vcntura? No sabemos ni pode
Jllf.):, s,1bcdo. Se trata de al go mtevo en lé.t his
28
III
29
to ria divina del mundo se acabó el ,rírimer sá
bado de la primera semana del mundo.' En seis
días se hicieron a gol¡>e ele palabras, de "Hága
se", cielos, tierra, firmamento, plantas, anima
les y hombre. Lo r1ue pasó después del Gran
,''.,í h:1,l.i r/Jll'!'PllC i:i hü;toria diví1.10-hurna11a: el
ff• 11• ,.¡,J de los c.lcs¡,erfcctos y destrozos causa
30
. , historia humana,' baste recordar 9ue nuestro
Sol tiene aún por delante unos cinco mil mi
llones de años, antes de que consuma en radia
ción su provisión de hidrógeno. Largo nos lo
fían. Aceptamos lo fiaclo, y confiémonos a la
ciencia y técnirn, que es cual fiarnos y confiar
nuestros pulmones al aire.
Dios no hizo el mundo de un golpe: todo
de una vez. Lo hizo histórice1111ente, con ritmo
temporal y orden temporal de creaciones as
crndcnles desde cielo a hombre.
La creación, y la historia, la <letuvo Dios,
y se terminó con el hombre. I-Iablando a nues
tra manera: la humann, -y yo no tengo
otra-, tal fue su primera intención. La his
toria propiamente humana del mundo es pro
ducto, y se origina, del pecado de Adán y Eva,
y de la serpiente, si queremos descargar un
poco a nueslros primeros padres, de semejan-,
te descomunal responsabilidad que, aún, está
trayendo cola.
Pero el hombre nprenclió de Dios cómo
se hace historia o q1té e.r historia.
Historia se hace y es una serie temporal y
ordenada de inventos que hagan estela cohe
rente en los anteriores. O si me excusáis el
31
tufillo popular de la frase: Histm·ict es sctr/.rt ·
.
ti€
1 m1. 1e11tos qNe tr,ren cola.
Fstelas en el ma1· l11·c1·et·ot1 ya 1 as 1.na t·cas y
.1;, lcr;is ;intigu,1s; y estelas rroducen en el aire,
1
32
can, los vuelven "obsoletos", "piezas de mu
seo"
In la estela de auto, están honrosamente
jubiladas bigas, carrozas, diligencias; a la es
pera de c¡ue algún otro invento, dentro de la
línea general de anular espado y tiempo eón
velocidad, relegue a nuestros pretenciosos autos
a "venerables jubilados".
En la estelá o cola de geometría axiomá
tica se hallan englobadas ordenadamente la
geometría Llel heleno Euclides. . . y las casi
contemporáneas. muestras de Gauss, Lobats
chcvski, Ricmann; y a formar parte de la este
la o cola de la teoría de la relatividad ha pa·
. sado la física de Newton, que a su vez, hizo pa
sar a la cola la física medieval y la griega.
No creamos que esa forma política nues
tra gue llamamos democracia sea un engen
dro natural cual son limonero ' ameba ' verte-
bracio superior, hormiguero o avispero. . . Es
un invento, producto o enmatcrialización di
ciente de una ocurrencia genial, de una aven
tura crnpren<lida, como siempre, por unos po
cos; empero, sobrevenida o .emergida al mun
do humano, relegó a su cola a esotros "inven
tos" o "formas sociales inventadas" que son,
o fueron, monarquía constitucional, rnonar-
33
quía absoluta, tiranía... y regímenes tribales.
Todos esos fueron, .en su tiempo, inventos,
consolidaciones . ele ocurrencias y aventuras.
Ahora son piezas de museo, o cuari<lo más
andan por nuestro nrnndo, a veces, cual dcco
ruso'.> jubilados.
La historia se mueve a golpes o al com
pús de inventos. A veces un invento durará
siglos y siglos, por no advenir otro que lo eche ·
a !a cola y lo desvalorice cual anticuado, an
tigualla, anacronismo ... Que en las piezas mu
sicales notas liay y acordes que duran los mis
mos por compases y más compases, sin peli
Vº de caer en monotonía, gracias a la provi
siúli descomunal de la inventiva musical.
1':las en la historia, inventos hay, --de formas
poi íticas, sociales, religiosas; científicas,· técni
GlS ... --, que duran por siglos, que se obsti
nan en perdurar ... Son los remansos, las ma
rismas, los tradicionalismos de la historia. Pe
ro, Hl primer "invento" que sobrevenga, pa
san, sin remedio, a la cola, al museo; y les �u
cccle instantáneamente lo que al retrato de
Dorian Gray: les sale de golpe, la vejez a la
cara; sus defecto�, parc:ialismos, provincialis
n1os, anacronismos.
Fl hombre-, se viene diciendo y repitiendo
desde hace sus buenos <los mil trescientos años;
34
es "animal radtial": Eso pasó a la cola, a for
mar parte de la estela de un ser que inventó
el hombre para sí, aburrido de ser animal ra
cional natural. El ser que el hombre actual es
tá inventando para sí es el de técnico.
Hagamos el balance de lo que todavía ·te
nemos en nivel y estado natural; en voluntad,
entendimiento, sentidos, memoria... Y notare
mos ciue tal haber natural decr.cce ahora no al
ritmo de siglos o milenios, sino por años.
Las plumas de ave han pasado a la cola
o estela de nuestras estilográficas. El arte ( in
ventado) de escribir tiene ya historia. Y no nos
duele, de manera inconfesable, la presencia de
. los tinteros y plumas de nuestros abuelos. Pe
ro nos duele, -hasta refrenar y reprimir,
ocultar y soterrar con técnicas pluscpamfreu
dianas- e1 tener c¡ue confesar y aceptar que
tantas y tantas cosas c1ucridas -eficientes, ado
radas y vividas y víveres de otra época- pa
sen a piezas de museo, a jubiladas, a obsole
tas, -en política, ciencia, religión, arte, téc
nica...
Allá, de párvulos, nos echaban a veces los
maestros a la cola de la clase. ¿No aprendere
mos todos, en todo, a irnos discreta y volun
tariamente a la cola de la historia en el mo-
35
mento oportuno? Pata ello hacen falta muchas
CO$aS, acéptase la v,i.guedad del calificativo
cu;111t:i (icador de "mud,�s", pero entre C'll;i:s,
u1rn: srn�.ibilidad a las auté11lirns novedades, a
las novedacl�s urnj�das o fraguadas en inven
lo�. Nnved:id ,¡i,c 110 cuaja .en invento es IM·
1(/, ·,'.,,_ Y 01.1ir,,,,: · ,¡ue 110 llegue a inventor
110 ¡,w;;1ui de 1,101·cfrro. Los noveJcros y novele
rías son peste típica de nuestra época, precisa
mente por ser, de 1nanern espectacularmente
destacada, época ele i11veJ2tos.
hwentoJ, dVelllt1rcr. y em¡;resc1 forman el
complejo categorial de la historia en manto
historia.
No bay ciencia, en nuestros elfos, que no
Jle\'e a cuestas su historia. l\fatcmút.i cis, /ü�
toria ele las matem!tticas; química, historia de
la c¡uímica; biología, historia de la biología;
( i losofía, historia de la (ilosofia; arte, bistoria
dd ;irte; religión, historia de las religiones;
economía, histori,t de h economía; técnica,
histoi:ia de la técnica y así de lo demás. En pri
mera polrnci:i.; l]HC en segunda surgen filoso
fía de la hi,:Lori:1 e lfi5lori,1 de la:; hi·::orias de
la filo�oíía: Filosofía de 111. hi�torin de las rc
lipioncs, e Histori,t de .las histori;is de los dog
rn,1s... De ordinario, por casi inevitable, una
! t i�forü,, digamos de la biología, es, realmente,
historia de las" historias que se han hecho de
la biología ... La. historia, en primera o supe·
ríores potencias es una obsesión de nuestro
tiempo. El loco que, en este punto, hiz� ciento
fue Hegel. Loco genial al afirmar e rnt�ntar
probar que filosofía es historía de la f1_lo-so
fía, que la filosofía es historia. Y recuérdese
que en Filo.ro/íct. entraba o metía Hegel t?�o:
lo di.vino y lo humano, para con esta dasKa
fr�sc de resumen ahorramos larga, y siempre
incompleta, enumeración.
La filosofía es hiJtofia, Historia de la fi
losofía no es retahíla y desfile de errores, in
correcciones, remiendos, rrtisbos o auroras de
La Filosofía por antonomasia, única ver�lade
ra. Filosofía es historia en parecido sentido a
como el hombre es nifio, joven, mayor de .edad
y viejo. La esencia Jel hombre, -e�a �e "ani
.
mal. racional"- no es ni infante 111 v1e¡a; no
tiene edades; pues por eso mismo, no es cscnci�
-,wtl ·del· hombre feal. Es un abstracto que 111
nace, ni crece, ni muere. Nadie querrá ser
eso: nadie querría ser hombre esencial. �l
hombre real es historia biológica. Que nadie
nos . venga por el lo a. decir o acusar c�e
historicismo antropológico, o de antropolog 1a
historicista. Que la füosofía es historia equi
vale a decir que es viviente intelectivo, sentí•
37
mental, emprendedor, aventurero. Nada de
eso es hista,.;cismo, pm mucho que se diga y
se lo enrostren a Hegel los de Filosofía etern#
o ¡1erenne. A los detractores de la mutabilidaJ,
decía Galileo, habría gue condenarlos a ser cs
tat11;1<. A los del 1;1dorcs de la histori;i habría
,¡w· <.•11uk11nrlos a ser esencia.
J listoria eJ, pues,· una manera eminente y
total de ser viviente. Por ser la historia de
mento de la atmósfera ele nuestra época, es
nuestra época la más viva, vivaz, viviente y
repleta de víveres que haya existido jamás. Y
por esa misma rnzón, sólo c¡ue inversa, jamás
en ninguna época histórica ha habido tantos
muertos de tan diversas y originales muertes, y
tantas, tan variadas y nuevas maneras de ase
si nalo como en nuestra época, de muertes y
asesínatos de formas polítirns, sociales, religio
s,i�, teóricas, artísticas, económicas.
· No r;os espantemos ya ante la cantidad y
calidad de inventos que por todas partes nos
invaden, y hacen de lo anterior qmertes en esa
sutil y no maloliente mueJte que se llama ob
Jole.rcenci� o a11Úgl(dl/a.
No nos espantemos ni a.nle los nuevos in
v<"ntos de formas de vida humana, social, polí-.
tica, ernnómic;i, religiosa, artística, filosófica ...
38
que vayan irrumpiendo en el ámbito de la vi
da, ni de los difuntos, -de muerte natural o
artificial- que vaya lo nuevo haciendo. Llo
rémoslos moderadamente si son nuestros muer
tos; mas con lágrimas, o lagrimeo en los ojos,
cumplamos lo del Evangelio: "dejad que ·10s
muertos entierren a sus muertos". Son palabrns
de Jesucristo.
Que no'las haya dkhó, coiho tantas otras,
en vano, y tomémoslas en se.tió los filósofos,
sobre todo.
IV
41
repartió los elementos ele la atmósfera cultu
ral gne debía, para salvarse, respirar la huma
nidad, la teología se llevó o arrogó la parte
del león: la mejor y la mayor. A la filosofía
le asignó la parte de Esclava; a las ciencias,
l:i. ,k e�• lav;i:. ele la Fsclava. Es decir: la fil.o
,, ,1 i, f11c el illmt de llaves de las ciencias y téc
ni cas. O en lengtrnje más decoroso, pero no
menos real, las ciencias eran _subalternas de .la
filosofía.
La historia --·c¡ue es la vida misma del
hombre íntegro, de la humanidad concret.i
ba invertido las tornas,; y ahora -credent.e
mc1i\e desde el Renacimiento- la filosofía es
subalterna de ciencia, técnica e historia. Lo es,
cada día más, el filósofo respecto del científi
co, del técnico y del historiador. Subalterno de
todo eso lo será. Ud. Don Juan- me parece
oír a más de uno de mis estimados colegas;
no yo, ni yo, ni )'O lo soy; ni lo seremo� jamás.
De nada le valieron a la teocracia sus de-·
rechos divinos inmediatos para no ser ya, Y
desde siglos, régimen político en ninguna par
te del n{unclo que se estime en algo; ni los de
rrchos divinos medictf(),r de los reyes absolu
tos h,in impedido su desaparición nada glorio
sn. dd ámbito de la historia. Ni a la física aris
totélica, reina y señora duránte quince largos
42
siglos, le valieron de nada la autoridad de Aris
tóteles y las bendiciones y consagraciones ecle
siásticas para haber quedado arrinconada cual
venerable anti gu alla en mamotretos de uso pri
vado, casi clandestino; ni le valió a la geome
tría de Euclides su indisputable reinado cien
tífico de más e.le dos mil años para evadirse
de pasar a ser una de tantas geometrías equi
posibles, y la má� simple, respecto a la geome
ferencial m d rna. . .
� � .
¡,.
tría axiomática genera¡ o fundamentación di-
43
Puedo creer, decía Osear Wilde, cualquier
cosa mientras sea suficientemente imposible.
Procuremo·s, con todo, nn• acumular iJnpo,sibi
lidades, r¡ue terminaremos por no pod 1 ·r creer.
Prro ;intc lodo, ¿q1d es filosofía actual?
1_1 ,:11 ,¡11/ �c. li;1 rcdw:id1, <'íl 1n1rstro ,rescnte
liiM<'iri(() la f ilosofia lle' tiempos pasa los? ¿A
qué función social o humana podemo aspirar
los filósofos y con qué ,dosis contribt. r al fu
turo inmediato e.le la soc:'iedad humana?
Muchas, graves y ;Jifíciles pregt 1tas son
éstas para que pueda. rei;pondedas agt ·, y abo-.
ra, caso de que supier� hacerlo. Lo malo es
({Ue tan sólo sé preguntar, y, cuando nús, aven
turar un inicio de comiem:? de principin de res-
'
puesta. '.
t
En su fie1Jomwo/ogi� del füpíritu,\ y des
pués de una mirada a la h storia de la fiJ\>sofía,
Hegel pierde la pacienci: y suelta aqu I des
plante ir.reverente, mas w <ladcrísimo: ' ya· es
hora de c¡ue el filósofo de e de ser filó:, >fo, o
amante de la sabiduría; y sea ya sofói, o sa
bio". Van ya ni.í.s <le <los nil años <le :¡Josc>
far, de a�pirnr y sur,pirnr p<1· la sabidurb. Has
ta ya, parece decirnns *'gr, de definir la fi
losofía como "amc,·r a.�-�· sa\iduría", d1. ando,
c:on Platón, lo d'e ser sabio 1 ra los di ses, y
yi-
,f4
contentándonos nosotros, con esas sobras y mi
gajas de ser aspirantes eternos a sabios.
Marx, en 1848, increpó rnda y crnelmente
a los filósofos con aquella su Tesis Xl sobre
.Ft2Uerbach: "Los filósofos no han hecho hasta
. '
45
ticas, hiología y técnica han avanzado espec
tacularmente· de manera asombrosa. Para la
inmensa mayoría de los filósofos actuales es
como sí no hubieran venido al mundo Gauss,
Riemann, l:instcin, I-Jeisenberg, Fermi, Oppe'n
ht'in1rr ... A. lo nd� l1abla11 de ellos de "oídas"
() I"", ,i:1s; }', a ·,ucs, por citas de citas.
A mitad del siglo pasado nada una nue
va ciencia: la economía política. O la economía
--real y practicada desde siglos, explosivamen-
te desarro!latla por la revolución industrial-,
pujaba por darse forma científica, a la vez y
a la una economía y política, economía y vida
social. ¡A trabajar, a trabajar en sociología,
bajo su forma concreta de economía política!,
se di¡o a sí ·mismo Marx; y manos a la obra,
du i-a nte unos rnarcnta años, las puso, y resultó
"El Capital".
Me temo que no nos aprade a los hispa
noamericanos oír de boca de Hegel y Marx 11.i
ele ninguna otra, así sea la dd Papa, eso Je "a
trabajar, a trabajar"; y me temo también guc
no nos suene particularmente seductor y reve
rente a los filósofos esotro conexo de "n tra
bajar, a trabajar las ciencias y en economía po
lítica". Pero, si no me equivoco, tal es !a lctrea
que define a la filosofía si quiere ser actu,1/.
46
En otros tiempos, hace siglos, se decía
pomposamente que el fin· de las leyes y del
Gobierno, --regio o popular-- era "el Bien
común". "Ley .es ulHL or<len ele la razón, diri
gida al Bien común y promulgada por d · que
tiene a su cuidado la Comunidad". Ahora, pues
tos a trcrhc1ja1· en eso de Bien común, realmente
común, hablamos <le producto nacional bruto,
ele producto nacional neto, e.le ingreso nacio
nal, renta nacional .. /y se pr�ponen la� auto
_
ridades con un presupuesto bien espeoficado
aumentarlo en un determinado tanto por cien
to anual o qni11t1nenal. El abstracto filosófico
clásico, límpido, alumbrador, orientador -e
inoperante, como la lucecita de la estrella po
lar-, ha sido sustituido por esa tarea concre
ta, inmediata, un poco bruta, más eficiente,
ordenada por un Parlamento al votar un Pre
supuesto y encomendar su ejecución ni Go
bierno. El cuidado de la Comunidad se llama
a bora "presupuesto"; hn berlo inventado e ir
realizánllolo dentro de y contra las fallas huma
nas, es tarea de nuestra época.
Verdc1,d es el abstracto filosófico por ex
celencia y monopolio. Más la ciencia y técnica,
a la una, nos proporcionan "el producto socio
cullurnl bruto de verdades, reales de verdad".
Las verdades reales, provenientes de esos facto-
47
res ele producción que son ciencia y técnica,
componen lo que de verdades fea/es produce
la sociedad.
La sociedad real no progresa por la idee,
de nien: progresa rc;i !mente por buenos presu
¡,1,e:;tos <¡uc rrnplecn y fo111cntcn el Producto
�nrial, bruto o neto. La filosofía no progresa
pcir h idea de Verdad. Progresa, realmente,
por las empresas exitosas de ciencia-y-técnica.
L:t f i)osofía no es, actualmente, . algo así
como "conocirniento universal y n�cesario ele.
bis musas y principios supremos de todas las
cos,1s". La filmoffa 11ct11al no tiene definición:
tiene tare d. Tuvo definición en aquellas épo
cas en (]UC no sabía muy bien el hombre, y a
veces ni bien ni mal, qué tenía c1ue hacer el
hornbre re1rl en este nrnndo real. Tuvo defini
ción la filosofía en ac¡udlas mismas épocas en
que l,t estrella polar o la luna servían tan sólo
de vaga orientación o burdo calendario. Luna y
cstrel la polar eran de otro mundo; nosotros, lo
éramos del snblunar, por condenación esencial
o natural. i\lima, de nuestro presente histórico,
luna va a sc.rvi, nos e.Te mina o de laboratorio o
tic> lugar de turismo. Y a la estrella. polar se .Je
conserva eso ele {10/11r por transitoria condescen
ckncia; nos sirve mejor un corriente piloto au
tomático.
48
La filosofía actual no tiene definición; tie
ne una tarea impuesta: trabajar en ciencia, téc
nica y economía política. Si llena bien su tarea,
saidrá, a lo mejor, graduada de mctaciencia,
de mctatécnica, o de metacconomía ... , mas
ya no de metajísicd. No será ya amor de la
sabiduría, sino sabiduría, y sabiduría real, en
carnada, enmaterializada, cncorporalizacla
-cual en realidad apropiada para ser real:
actual y actuante--, en carne, �atcria o, en
cuerpo de ciencia, de técnica. Por algo Dios,
para redinÚrnos en firme, de 1nt111erct rettl de
verdttd, se encarnó, se enhumanizó en Cristo.
Si la filosofía no se encarna en nuestras ciencias
reales por virtud de las técnicas, si no corre la
aventura de nuestras ciencias y técnicas, si no
se levanta a empreM de transformar el mundo
natural, la filosofía· tendrá o conservará la de
finición: "conocimiento universal y necesario
de las causas y principios supremos de todas
las cosas". O la de "interpretación del sentido
del mundo", o la de ''Concepción del universo
y clcl hombre".
Pero nadie ya nos sacará de la carne a los
filósofos ach1alcs esa acomplejantc frase-es
pina: "basta ya de i11terpreh1r, -idealístíca,
rea.lística, materiaHstica, espiritualísticamente el
49
mundo; a transformarlo, a transformarlo; a
trabajar, a trabajar, siguiendo el buen ejemplo
de nuestras ciencias y el de n11estras témícas".