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Este articulo trata de la extracción y comercialización del caucho en América del Sur, en concreto
en la región amazónica de Brasil y Perú, analizando principalmente la época de su apogeo entre
1879 y 1912, periodo conocido comúnmente como la primera fiebre del caucho. Este negocio causó
profundas transformaciones tanto culturales como sociales: disparó la llegada de comerciantes y
aventureros, atrajo una gran riqueza, expolió los territorios de muchas tribus indígenas y en muchos
casos supuso la esclavización de muchos de los nativos como mano de obra para la industria del
caucho.
El caucho es un polímero elástico, que surge como una emulsión lechosa (conocida como látex) en
la savia de varias plantas, principalmente la de la Hevea Brasiliensis que crece en torno al río
Amazonas. Sin embargo, la mayor parte del caucho utilizado actualmente es producido
sintéticamente. Su carácter de aislante tanto eléctrico como acuático, su resistencia, flexibilidad y
durabilidad lo convierten en un producto polivalente con innumerables usos, desde la fabricación de
neumáticos hasta campos artificiales de fútbol.
En su lugar de origen, el centro y sur de América, el caucho ha sido recolectado desde mucho antes
de la llegada de los europeos, ciertos indígenas del Amazonas lo llamaban cautchouc, o “árbol que
llora”, y solían utilizarlo mezclado con otras sabias y resinas para hacer vasijas, o como acolchado
para el mango de ciertos instrumentos. Aunque sin duda el uso más significativo era el que le daban
algunos pueblos mesoamericanos como los mayas para fabricar las pelotas que utilizaban en su
famoso juego de la pelota hechas a partir de una mezcla compuesta por caucho y resina de guamol.
De hecho, los primeros colonizadores españoles se asombraban de los grandes botes de estas
pelotas.
Cuando las primeras muestras de caucho llegaron a España, se observó que este material era bueno
para borrar escritos a lápiz.
Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XIX cuando el caucho consiguió una relevancia
mundial por dos hechos fundamentales: la vulcanización y la invención del neumático.
En 1839, por accidente, un inventor de Boston llamado Charles Goodyear dejó caer una mezcla de
caucho y de azufre sobre una estufa caliente. Fue el principio de la vulcanización, llamado así en
honor al dios Vulcano, proceso que hizo mejorar enormemente su plasticidad y resistencia.
El neumático fue patentado en 1887 por John Dunlop. Este producto, fabricado a base de caucho,
muy resistente y duradero obtuvo rápidamente un enorme éxito comercial. Este hecho sumado a la
producción en cadena de automóviles por Henry Ford transformó el caucho de rareza en producto
esencial de la era industrial convirtiéndolo en el oro blanco de la selva Amazónica.