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El Caucho y el Proceso Esclavista Revista Credencial
Por: Roberto Pineda Camacho Historia.
(Bogotá - Colombia). Edición 160
Abril de 2003
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Esta situación era palpable en la zona más oriental del territorio, cuyas
sociedades indígenas se encontraban en realidad casi al margen de todo
proyecto estatal y "civilizador". La Comarca de Araracuara (definida como la
región comprendida entre el salto de Araracuara y los chorros de Cupatí, en las
cercanías de la actual población de La Pedrera, en la frontera con el Brasil) era
un verdadero territorio de refugio, visitado esporádicamente por comerciantes
brasileros que ascendían el Yapurá (Caquetá) desde Tefé, en el Amazonas, en
precarias embarcaciones para capturar esclavos indígenas o rescatarlos, a
cambio de hachas y otros instrumentos de trabajo.
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Al este del río Caguán, entre los ríos Caquetá y Putumayo, algunos caucheros
entrevieron la existencia de una verdadera "tierra de promisión". Allí no sólo
existían grandes existencias de cierto tipo de cauchos, hasta la fecha
inexplotados, sino un gran número de comunidades indígenas con un mínimo
lazo con la "civilización", que podían ser enganchadas en la explotación del
látex.
Se dice, con razón, que el gobierno, presidido por el general Reyes, miraba un
poco despectivamente la situación como "cosas de caucheros", y uno de sus
altos funcionarios representaba los intereses de la Casa en Bogotá.
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En 1912, así mismo, una comisión del Parlamento británico abrió una
investigación pública para determinar el grado de responsabilidad de los
directivos de la Peruvian Amazon Company. Uno a uno los grandes
protagonistas del Putumayo fueron llamados a declarar, entre ellos el gerente
general de la misma, Julio César Arana. También fueron convocados Sir Roger
Casement, W. Hardenburg y funcionarios y directivos de la Compañía. Pero el
estallido de la segunda Guerra Mundial desvió la atención de la opinión pública
internacional hacia otras latitudes.
La Casa Arana subsistió hasta finales de la década del treinta, a pesar de las
denuncias de José Eustasio Rivera, quien escribiera La vorágine precisamente
para denunciar el régimen de opresión que continuaba afectando seriamente la
vida de los indios y de muchos caucheros rasos. Pocos años antes del conflicto
colombo-peruano (1932), la compañía cauchera peruana desplazó
compulsivamente la población indígena sobreviviente de la hecatombe
cauchera hacia el Perú, dejando prácticamente vacío el gran territorio
localizado en el actual departamento del Amazonas