Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“Perdón, comprendo el estigma que me lanzas, fui un paraíso para la raza indígena, una
patria no muy buena para el caboclo. Soy hombre viril, pero tú, el explorador moderno, vive
este infierno verde, yo respondo a la violencia de los que me han usurpado, de los que me
han violado, oh infeliz invasor”.1
1 Alberto Rangel, Inferno verde: cenas e cenários do Amazonas (Manaos: Editorial Valer, 2001
De la conquista a la colonia, y de esta a la vida republicana, la Amazonia ha sido una fuente
recurrente de recursos con valor de cambio en los mercados internacionales: oro, caucho,
quina, drogas do sertão, castaña, maderas, pieles, plumas, fauna viva, y desde el siglo XX
materias primas estratégicas como petróleo, bauxita y mineral de hierro. Todas estas
economías, ligadas a la expansión de la frontera agrícola y pecuaria a costa de la selva, le han
dejado a la gran región unas poblaciones migrantes cautivas en su pobreza y unas poblaciones
ancestrales desarraigadas y violentamente privadas de sus culturas y de sus esperanzas.
La región ha vivido cuatro bonanzas que han alterado su población y sus ecosistemas y han
generado colonización y violencia. La primera, la del caucho, que tuvo dos momentos: entre
1890 y 1920, y luego, a mediados de los años cuarenta del siglo pasado, como producto de la
demanda de la posguerra. De 1904 en adelante fue el Putumayo teatro de los más atroces,
vergonzosos y repugnantes crímenes que registra la historia y del ultraje más infame a la
civilización. Ciertamente, la invasión del Putumayo fue adelantada por la Casa Arana por
medios violentos: “El territorio dominado por la empresa, llamado el “territorio” de la
compañía de la “Casa Arana Hermanos” y más tarde, Peruvian Amazon Co., estaba
comprendido entre los ríos Igara-Paraná, el Cará-Paraná y el Pupuña, afluentes del Putumayo
y desde este río hasta el Caquetá. En el Libro Rojo del Putumayo se afirma que “la zona en
donde Arana Hermanos llevaron a cabo sus infames operaciones comerciales abraza de diez a
doce mil millas cuadradas ``.(Gómez L.,Augusto,2014)
Como la fiebre del caucho se extendió en el alto Amazonas, los caucheros establecieron
“barracones”, “depósitos” o “colonias” en las riberas del Putumayo, lo mismo que en muchos
de sus afluentes y “sedujeron o intimidaron a sus indios para que trabajaran para ellos”. A
fines del siglo XIX y comienzos del XX, como producto del auge mundial de las gomas
elásticas, se formó una frontera de contacto transnacional donde habitaban grupos nativos
convertidos en peones, comerciantes y patrones de caucho y una creciente multitud de cuasi
agentes estatales que, en no pocas ocasiones, eran una mezcla de comerciantes investidos de
funcionarios aduaneros, negociantes habilitados como agentes diplomáticos y consulares o
trabajadores que según la necesidad actuaban como soldados, todos compitiendo en medio de
un torbellino económico de dimensión mundial, (Gómez L.,Augusto, 2014)
Las caucherías, estudiadas por Roberto Pineda, Camilo Domínguez y Augusto Gómez, si
bien no generaron asentamientos estables, sí dieron pie a la ampliación de la frontera agraria
y más exactamente a la extensión del territorio nacional: “La ausencia de delimitación
territorial constituyó una de las condiciones de la prosperidad del lucrativo negocio de
extracción, transporte y comercio de caucho ya que en este periodo de cambio de siglo,
cuando toda la Amazonia se incorporó a esta empresa, el escenario de los principales frentes
extractivos coincidía con zonas fronterizas en disputa, que al carecer de dueño y de
jurisdicción fueron los espacios ideales para el desprecio de controles estatales casi
inexistentes y por tanto para la maximización de los beneficios de los patrones, las casas
comerciales y los exportadores. En cierto sentido, las borrosas fronteras donde se extraía el
caucho eran tierras de todos y de nadie, propicias para la evasión fiscal, para el
desconocimiento de los mínimos derechos de los indígenas”.(Echeverry, Juan Alvaro, 2008)
“La victoria de Colombia pone fin a la inmisericorde explotación peruana del indígena. Pero
no trae consigo la reparación ni la justicia. Tampoco acaba con la práctica del endeude contra
indígenas y colonos. Al contrario, Julio César Arana nunca repara o paga los crímenes
cometidos, lo que sí hace es reclamar y recibir, a manos del presidente peruano Leguía, título
de propiedad sobre 57.740 km2 para legalizar la ocupación de hecho que realizó de manera
fraudulenta en el Putumayo y donde cometió una cantidad incontable de crímenes, obtener
esta propiedad fue la razón fundamental por la que hizo todo lo posible para dilatar la entrada
en vigor el Tratado de Salomón – Lozano” (Uribe Mosquera, 2010)
Una vez entra en vigor dicho Tratado, Arana pide al gobierno colombiano que sea
indemnizado por habérsele invadido su “propiedad” por el gobierno colombiano, y pide cerca
de 104 millones de libras esterlinas. En 1939 las partes acuerdan una compensación de
200.000 dólares, de los cuales se entregan directamente a Arana 40.000 y luego 160.000
dólares a sus familiares en 1969. Esto sucedió sin que nadie del gobierno colombiano
controvirtiera la forma como se obtuvo el título, reclamara sobre los homicidios cometidos, ni
se pensara en alguna reparación por parte del gobierno peruano por las masacres cometidas.
Por su parte, el gobierno colombiano asume la propiedad de los territorios “cedidos” por
Arana y se los asigna a la Caja Agraria, antecesora del Banco Agrario. En 1988 e, Instituto 39
Colombiano de la Reforma Agraria constituye el resguardo Predio Putumayo con una
extensión de 5.818.702 hectáreas para una población de 2.067 familias conformadas por
10.335 personas de los pueblos uitoto, bora, muinane, miraña y okaina, sobrevivientes de las
masacres perpetradas por los caucheros. (Ministerio del medio ambiente, vivienda y
desarrollo territorial, 2006)
“En la perspectiva del novelista, la idea del Amazonas como un “infierno verde” no es la
misma que las de los ideólogos del colonialismo africano; para Rangel esta expresión
significa que las relaciones sociales entre los hombres en la época del caucho son similares
metafóricamente a algunas relaciones biológicas que se dan en la selva, por ejemplo a las de
ciertas plantas parásitas que terminan engullendo a sus árboles huéspedes”. (.(Echeverry,
Juan Alvaro, 2008)
La selva/salvaje se asocia pues al infierno. Allí, los desafortunados que descienden a sus
profundidades tienen la impresión de internarse en un inframundo siniestro, en el “corazón de
las tinieblas”, donde la gente queda “enterrada en vida”. Y el infierno, un espacio sin tiempo,
de encierro y de tortura, es el arquetipo de la prisión. Allí caemos impotentes en las garras de
un poder totalizante, compulsivo e irracional que transforma tanto a verdugos como a
prisioneros. En aquel lugar, todo vale: la prisión es un ámbito que deshumaniza, imponiendo
el terror y la mezquindad. De esta manera, “la ley de la selva se los traga a todos”: incluso al
blanco civilizado, al “caballero virtuoso”, al visionario que al entrar en la selva cae preso de
su irracionalidad y de las pesadilla febriles que la jungla misma suscita. El visitante se
arriesga a perder la cabeza, pues se transforma también en salvaje. Así lo describe José
Eustasio Rivera, en palabras de su personaje Clemente Silva en La Vorágine, recordando el
papel que tienen en ello las legendarias riquezas que allí se encierran:
“La selva trastorna al hombre, desarrollándole los instintos más inhumanos: la crueldad invade las
almas como intrincado espino y la codicia quema como fiebre. El ansia de riquezas convalece al
cuerpo ya desfallecido, y el olor del caucho produce la locura de los millones.” (Rivera, 1924)
Herzog, Werner. (1972). Aguirre, la ira de Dios. Hessischer Rundfunk. Werner Herzog
Filmproduktion.
Herzog, Werner, (1982). Fitzcarraldo. Werner Herzog Filmproduktion. Wildlife Films Perú.
Oscar Arcila, Gloria González, Franz Gutierrez, Adriana Salazar y Carlos Ariel. (2000)
Serje, Margarita. (2014). La selva por cárcel en El paraíso del Diablo: Roger Casement y el
informe del Putumayo, Steiner, C.; Páramo, C. y Rineda Camacho, R. (comp). Ediciones
Steiner Sampedro, Claudia; Páramo Bonilla, Carlos; Guillermo, y Pineda Camacho, Roberto
(2014) El paraíso del diablo: Roger Casement y el informe del Putumayo un siglo
de https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/memoysociedad/article/view/8303
Nacional de Colombia.