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patrimonio, como dueño o poseedor, un bien que está gravado, por consiguiente, podemos
decir que obligación real “es aquella que afecta a una persona por ser dueño o
poseedor de un bien gravado”.
Por ejemplo, ello ocurre con el tercer poseedor de la finca hipotecada, y en los casos
del pago de las expensas comunes en los departamentos.
Son “gravámenes que afectan a un bien y respecto de los cuales responde el dueño”.
Derivan de la propia ley (por ejemplo, pagar contribuciones) o también de convenciones (se
constituye un censo, por ejemplo).
Una persona, en ciertas hipótesis, debe responder por ciertas cargas periódicas y
esto constituye también el contenido pasivo de la propiedad, estas cargas pueden tener su
origen en una norma legal, como pagar el impuesto territorial respecto de los bienes
inmuebles, pero también pueden tener su origen en una convención, por ejemplo, en el caso
del censo. Se constituye un censo cuando una persona contrae la obligación de pagar a otra
un rédito anual reconociendo el capital correspondiente y gravando una finca suya con la
responsabilidad del rédito y del capital. Es una expresión del aspecto pasivo del dominio.
Una persona responde por sus hechos, y también responde por los hechos de las
cosas que le pertenecen. Por tanto, si una persona es dueña de un bien, y ese bien se
encuentra ruinoso, porque el propietario no le ha hecho las reparaciones necesarias o
porque ha faltado al cuidado de un buen padre de familia, entonces el propietario responde
de los daños que las ruinas de ese bien causen a otro. Responde porque es dueño y porque
ha actuado de una manera negligente. Hay aquí una manifestación pasiva del derecho de
propiedad. Uno no responde solo de las cosas que nos pertenecen y que sean inanimadas,
también lo hace de las cosas que nos pertenecen y que son semovientes. El dueño de un
animal responde del daño que éste hubiese causado, porque es dueño.
“Son todos aquellos hechos o actos jurídicos a los cuales la ley les atribuye la
virtud de operar en la adquisición del dominio, de los demás derechos reales y, en algunos
casos, de derechos personales”, Jorge López Santa María.
Estos se encuentran mencionados en el art. 588. El Código no los define y razona
sobre la base de que éstos permiten adquirir el dominio, pero su ámbito de aplicación es
más amplio. Además, no menciona a la ley como modo de adquirir, pero la doctrina y la
jurisprudencia están contestes en orden a señalar que sí lo es.
En esta norma se señala que los modos de adquirir son: la ocupación, la accesión,
la tradición, la sucesión por de causa de muerte y la prescripción.
Es la ley la que crea los modos de adquirir, lo que llevaría a pensar que al final la
ley es el modo último. No obstante que el art. 588 no la señala, la ley puede operar en casos
concretos como modo de adquirir, por ejemplo, en el caso de la expropiación, en que
además, la ley es título.
Si bien el art. 588 habla de modos de adquirir el dominio, como se señaló, su ámbito
de aplicación es más amplio, pues permiten adquirir otros derechos reales, e incluso
derechos personales, en dos casos:
b) La sucesión por causa de muerte, ya que por regla general los derechos
personales son transmisibles. Por lo demás, lo que adquiere un legatario de género es un
derecho personal que puede hacer valer contra los herederos del causante.
De acuerdo a esta idea, el título no transfiere ni hace nacer la propiedad, sino que
solamente habilita para que una persona se transforme en dueño, y ello sólo va a ocurrir
cuando intervenga el modo; por consiguiente, el título, que normalmente es un contrato,
sólo genera una posibilidad de que más tarde una persona se transforme en dueño, y lo que
realmente lo hace propietario es la intervención del modo. No basta el solo título,
usualmente el contrato, pues éste tiene eficacia obligacional.
2. Sistema francés
En él, los contratos tienen eficacia real, por lo que sólo se requiere celebrar el
contrato, sólo se necesita título, pero no un modo. Genera el inconveniente de cómo se
enteran los terceros, y tiene la ventaja de la sencillez.
En él se exige título y modo, pero tiene la particularidad de que existe una suerte de
independencia entre el título y el modo, entonces lo que ocurre con el título no afecta al
modo, como ocurre en Chile. Y el modo es lo fundamental, debe haber voluntad de
transferir y adquirir, el modo no afecta el título, aunque sea ineficaz.
En la transferencia del derecho real por cierto que ha de existir un título (el que en
realidad es el acto causal, el contrato), que explica la transferencia; pero, con prescindencia
de él la transferencia se efectúa por la concurrencia del convenio traslativo, abstracto, más
la entrega (en los muebles) o la inscripción (en los inmuebles); el convenio traslativo es el
escueto acuerdo para transferir, entre el enajenante y el adquirente; es abstracto porque vale
con prescindencia de su causa (del negocio causal); así, las vicisitudes que pueden
acontecer al título (por ejemplo, nulidad, resolución por incumplimiento, etc.) no afectan,
no influyen, en el convenio traslativo y, por tanto, en el traslado mismo del dominio; la
transferencia se mantiene, salvo extremas excepciones.
Situación en Chile
Entonces, con el solo título, no se adquiere el dominio, sino solo nace un derecho
personal, que es el de exigir que se transfiera el dominio, mediante el correspondiente
modo de adquirir. Pero en la práctica, esta dualidad no se visualiza muy frecuentemente, ya
usualmente el modo sigue tan inmediatamente al título que casi se confunden.
En nuestro sistema es necesario contrastar la tradición con los otros modos, para
efectos de determinar que ocurre con la exigencia del título, pues en ellos no existe una
norma análoga al art. 675 (“para que valga la tradición se requiere un título translaticio de
dominio”). Al respecto existen dos posiciones:
Para argumentar su postura, Alessandri recurre a tres normas, primero el art. 675
que exige un título en la tradición. Luego utiliza el art. 703 inciso segundo, el problema es
que esa norma se refiere a los títulos posesorios, que es el hecho que explica por qué voy a
poseer. Y finalmente, el art. 952, a propósito de la sucesión, el cual distingue entre la
sucesión testamentaria y la intestada.
a) Solo en materia de tradición existe norma expresa que lo exige (art. 675), es
decir, no hay, para los otros modos de adquirir, una norma análoga al art. 675.
e) También se le critica por el caso de las sucesiones mixtas, pues el título sería
doble, la ley y el testamento. Prado opina que la crítica esta mal planteada, ya que en estos
casos (de las sucesiones mixtas) en la parte testada se incorporan bienes distintos a los que
se incorporan en virtud de la parte intestada.
Observación:
Por consiguiente, no basta para que el modo sea calificado de derivativo el hecho de
que haya tenido un titular anterior. Esa sola circunstancia anterior no es suficiente: se
requiere además que el derecho provenga de ese titular anterior.
Aquí hay un principio fundamental, “nadie puede transferir más derechos de los que
tiene” (Moreno agrega que “nadie puede transferir más derechos ni mejores de los que él
tiene”
1. Son modos a título singular “aquellos en que se adquiere una o más especies o
cuerpos ciertos o bien una o más cosas indeterminadas de cierto género determinado”. En
este caso encontramos:
2. Son modos a título universal “aquellos en que se adquiere el derecho sobre una
universalidad jurídica ya sea en su totalidad o bien en una cuota de ella”. En este caso
encontramos:
1. Son modos por acto entre vivos “aquellos que no requieren que fallezca el
titular del derecho para poder operar”. En ellos encontramos a la accesión, la ocupación, la
tradición y la prescripción.
2. Son modos de adquirir mortis causa “aquellos que requieren la muerte del
causante para que pueda operar”, y se trata, solamente, de la sucesión por causa de muerte.
2. Son modos a título gratuito “todos aquellos que no significan para el adquirente
una prestación pecuniaria de su parte”. En ellos encontramos a la accesión, la ocupación, la
prescripción y en ciertos casos la tradición.
En todo caso, si aceptamos que los modos de adquirir admiten esta clasificación,
podría ocurrir que en los gratuitos el adquirente tenga que hacer algún desembolso
económico, pero eso no altera la clasificación, porque es una cuestión consecuencial.
El título no genera la adquisición del derecho de que se trata, sino que solo da
origen a un crédito y, posteriormente, cuando se cumple con ese crédito, cuando se paga, se
recurre a la tradición y este modo es el que hace al adquirente dueño.
Por tanto, en estricto rigor lo que debería operar durante la vigencia de la Sociedad
Conyugal es el modo. Si el modo se produce durante la vigencia de la Sociedad Conyugal
esa adquisición opera durante la vigencia de este régimen.
De tal suerte que si antes que haya SC se celebra un contrato traslaticio de dominio
y durante la vigencia de la SC se hace la tradición, ese bien no se entenderá adquirido en la
SC, sino que con anterioridad, porque el título ha operado antes.
5.1. La ocupación
Reglamentación
Título IV del Libro II, artículo 606 y siguientes.
Concepto
“Es un modo de adquirir el dominio de las cosas que carecen de dueño, consistente
en su aprehensión material con la intención de adquirir la propiedad”.
Requisitos
Son cosas apropiables, es decir, susceptibles del derecho de dominio, pero no son
cosas apropiadas, porque actualmente, es decir, cuando opera el modo no tienen dueño.
Son cosas que nunca han tenido dueño, por ejemplo, las caracolas que arroja la mar
y se llaman éstas res nullius. O bien, son cosas que tuvieron dueño, pero que éste las
abandonó; el Código da un ejemplo, que corresponde a una costumbre social desaparecida:
en ciertas ceremonias, matrimonios o bautizos, el padrino lanzaba al aire monedas para que
la hicieran suyas el primero que la ocupara, y esto atraía naturalmente al lugar del
matrimonio o bautizo a muchos pequeños que iban, por supuesto, a ocupar, sin saber que
existía el art. 606, esas monedas que se arrojaban para que las hicieran suyas el primero que
las ocupara. Ahora bien, estas cosas que tuvieron dueño y que éste las abandonó se llaman
res derelictae; por consiguiente, se adquiere mediante la ocupación las res nullius y las res
derelictae.
1. Solamente cosas mubles, porque no hay inmuebles sin dueño en nuestro país.
c) Animales domesticados: aquellos que, sin embargo ser por naturaleza bravíos o
salvajes, han adquirido la costumbre de depender del hombre. Son aquellos que por
naturaleza son salvajes, pero que han adquirido la costumbre de ir a la dependencia y al
amparo del hombre.
Se pueden cazar y pescar los animales bravíos o salvajes y los domesticados cuando
han perdido la costumbre de volver a la dependencia y amparo del hombre. El animal
bravío o salvaje haber perdido la costumbre de estar al amparo del hombre y después
recobra su libertad, por consiguiente, se puede cazar o pescar los bravíos o salvajes y los
domesticados cuando han perdido la costumbre de volver al amparo o dependencia del
hombre.
e) La captura bélica.
El Tesoro
d) Que no haya memoria ni indicio de sus dueños; porque si hay memoria o indicio
de su dueño, hay que entregarle el tesoro al dueño.
a) Si el descubrimiento fue fortuito o se buscaba con permiso del dueño del suelo, se
divide por mitades: 50% para el descubridor y 50% para el dueño del terreno
b) Si el descubrimiento no fue fortuito y se buscaba sin permiso del dueño del suelo,
todo el tesoro, el 100% pertenece al dueño del terreno. Conclusión filosófica: ‘nadie sabe
para quién trabaja’
2. La accesión
Reglamentación
Concepto
“Es un modo de adquirir por el cual el dueño de una cosa pasa a serlo de lo que ella
produce o de lo que se junta a ella”. Art. 643
Clases de accesión
1. Accesión de frutos
“Es un modo de adquirir por el cual el dueño de una cosa pasa a serlo de lo que ella
produce”.
Frutos. En materia de frutos, nuestro Código distingue entre los frutos naturales y
los frutos civiles:
a) Frutos naturales: lo que una cosa da, ayudada o no de la industria humana. Por
consiguiente, en nuestro Código se incluyen como frutos naturales lo que la doctrina llama
“frutos industriales” (lo que una cosa da ayudada por la industria humana).
Ejemplo: Los limones de un limonero son frutos naturales. La naturaleza los da sin
ayuda de la industria humana. La miel de las abejas es un fruto natural en el Código, pero
en doctrina es un fruto civil, porque para que se produzca y para que se pueda elaborar y
luego consumir, se requiere de la ayuda de la industria humana.
b) Frutos civiles: el Código no define lo que se entiende por frutos civiles, y señala
algunos casos.
- Renta: “Es la prestación que recibe una persona dueña de una cosa por concederle
a otra el uso y goce de la misma”. Así por ejemplo, el dueño de una cosa la da en
arrendamiento; el arrendador le concede al arrendatario el uso y el goce de la cosa. El
arrendador recibe como compensación una suma de dinero que se paga periódicamente, que
se llama renta. La renta en el contrato de arrendamiento es un fruto civil.
- O ustedes hacen una inversión en fondo mutuo, y ustedes también van a recibir
una contraprestación por ello. Eso también en un fruto civil.
Por consiguiente, el fruto civil “es la contraprestación que una persona recibe por
conceder el uso y goce de una cosa a un tercero”.
Producto y fruto
a) Que se dé periódicamente.
Por tanto, son frutos los limones del limonero, porque el árbol los da
periódicamente, y porque cuando el árbol da limones, no deja de ser un limonero, sigue
siendo el mismo limonero.
En cambio, los minerales de una mina no son frutos, porque en la medida que usted
va extrayendo el mineral, va disminuyendo hasta quedar sin minerales. Por lo demás, la
mina no da periódicamente sus minerales. Por consiguiente, se trata de un producto.
a) Pendiente: mientras adhiere a la cosa que los produce. El limón que pende o
cuelga del limonero es un fruto pendiente.
b) Percibidos: Cuando han sido ya separados de la cosa que los produce. Cuando
usted separa el limón del árbol.
Los frutos naturales pertenecen, en principio, al dueño de la cosa que los produce.
Sin embargo, puede haber excepciones y corresponder estos frutos a una persona distinta
del dueño.
i) Excepciones legales: por ejemplo, el padre o la madre que tiene la patria potestad
es titular de un derecho legal de usufructo sobre los bienes del hijo sometido a patria
potestad. Y este padre o madre, por tanto, hace suyos los bienes que pertenecen a su hijo,
en virtud de este derecho legal de usufructo.
En un régimen matrimonial de sociedad conyugal, los frutos de los bienes propios
del marido y de la mujer, no son del marido o de la mujer, sino que pertenecen a la
sociedad conyugal.
b) Percibidos, desde que se cobran (más bien debe entenderse que están percibidos
desde que efectivamente se pagan).
Se aplican las mismas reglas que a los frutos naturales, por consiguiente, le
pertenecen en principio al dueño. Excepcionalmente, por ley o por convención, pueden
pertenecer a otra persona distinta del dueño.
¿Desde qué momento se devengan los frutos civiles? Los frutos civiles se
devengan día por día. Cada día se va devengando un fruto civil. Los intereses que se
devengan por un crédito se devengan cada día.
“Es un modo de adquirir por el cual el dueño de una cosa adquiere lo que se junta a
ella”.
Para que haya aluvión es indispensable que el retiro de las aguas (aumento de la
rivera) no se deba a obra del hombre, debe ser obra de la naturaleza.
Si ustedes creen que estas son normas bucólicas que no tienen aplicación se los voy
a desmentir, tienen plena aplicación. Tiene una aplicación a propósito del estero de Viña
del Mar, por ejemplo.
¿A quién pertenece esta porción de terreno que se unió a otro inmueble? La solución
es que el dueño del terreno desprendido y arrastrado a otro inmueble tiene derecho a
recuperarlo y volverlo a su lugar de origen. Hay otras soluciones, pero no las veremos, pues
solo nos interesa saber lo fundamental sobre la avulsión.
iii) Cambio de cauce de un río: Un río corre por un cauce, pero en algún momento
el río desvía sus aguas y cambia de cauce. Entonces, ha quedado ahí un terreno, el terreno
del cauce antiguo. ¿A quién pertenece ese terreno? Eso es lo que resuelve el Código. Art.
654 y 655.
iv) Formación de nueva isla: En la mar, en el río, en un lago, surge una nueva isla.
¿A quién pertenece esa nueva isla? Eso es lo que resuelve el Código. Art. 656.
i) Adjunción: Se juntan dos cosas muebles que se unen, las que pueden después ser
separadas sin destruirlas. Por ejemplo, en una argolla de María engarzamos un diamante de
Beatriz; hemos engarzados dos cosas muebles, y podemos después separar el diamante de
la argolla, y va a seguir siendo diamante y va a seguir siendo argolla. ¿A quién pertenece la
unión de la argolla con el diamante? Artículos 657 a 661.
ii) Especificación: Con materiales de una persona, otra hace una obra, por ejemplo,
con maderas pertenecientes a Sebastián, Matías hace una barda. ¿A quién pertenece la
barda? (Es objetable considerarla como una forma de accesión; no hay aquí una unión de
dos cosas, que caracteriza a la accesión, sino simplemente agregación de trabajo a una
materia prima, que la modifica) Art. 662.
ii) Plantación: Con vegetales de una persona los plantamos en el terreno de otra.
En todos estos casos en que hay bienes pertenecientes a dos personas, sea cualquiera
de estas accesiones, solo una de ellas va a ser dueña del total. Entonces, la otra, la que se
queda sin ningún bien, tiene derecho a una indemnización, porque si así no fuera habría un
enriquecimiento sin causa. Esto va a depender de varios elementos, de la buena fe con que
haya actuado cada una de las partes, por ejemplo.
Características de la accesión
5. La ley
El art. 588 no cita a la ley como un modo de adquirir el dominio, pero tanto la
doctrina como la jurisprudencia están contestes en orden a señalar que constituye un modo
de adquirir el dominio.
b) La ley es el título y el modo de adquirir que tiene el padre respecto de los bienes
de sus hijos que se encuentran bajo su patria potestad.
Por consiguiente, el título y el modo en cuya virtud el dueño del suelo se hace parte
del tesoro, es la ley.
Cédula Nº 14 La tradición
Reglamentación
Corresponde a la forma más normal en que se adquieren derechos por acto entre
vivos. Lo ideal es que opere como modo de adquirir, pues por ser derivativo es necesario
que el tradente tenga el derecho, pues no puede transferir derechos que no tiene. Como dice
Luis Claro Solar, la tradición es, en el más amplio sentido, la translación que hace una
persona a otra de la mera tenencia o posesión de una cosa.
Naturaleza jurídica
Analizar la naturaleza jurídica de la tradición implica un doble enfoque, uno que sea
estructural y otro funcional así:
Por ejemplo, en una compraventa, que será el título, se requiere cumplir todos los
requisitos de existencia y validez. Respecto de cuál es la intención que se persigue con el
contrato, en el caso del comprador es adquirir un derecho, y en el caso del vendedor es
transferirlo, por lo tanto, hay dos intenciones que se juntan, formando una convención, hay
un doble consentimiento que apunta a un mismo objeto (transferir el derecho), y hay un
doble consentimiento, porque lo hay en el título y luego lo hay en la tradición.
Finalmente podemos decir entonces, que se trata de una convención, pero además
de un acto de disposición y de atribución patrimonial.
La causa de la tradición
Luis Claro Solar señala que no puede tener cabida en nuestra legislación que se
pueda presentar una enajenación con la sola común voluntad de enajenar y adquirir sin el
título que la motive respecto de ambas partes, señala que en ello se siguió a la legislación
romana y de las Partidas, según las cuales el dominio y los demás derechos reales no puede
adquirirse sino con la concurrencia de una causa remota, el título, y una causa próxima, el
modo.
Sin perjuicio de lo anterior, hay algunos títulos translaticios que son contratos
reales, por lo que la entrega en esos casos es perfeccionamiento del contrato y además,
tradición, como ocurre con el contrato de mutuo y con el contrato de prenda (en este caso la
entrega es tradición no del dominio, sino del derecho real de prenda). Ello, en la medida
que el contrato real sea además título translaticio, pues hay contratos reales que sólo son
títulos de mera tenencia, en que la entrega es sólo perfeccionamiento del contrato, pero no
tradición (contrato de comodato y de depósito, por ejemplo).
4. Puede ser a título gratuito u oneroso, lo que depende de la naturaleza del título
que la antecede.
Ámbito de aplicación
La tradición permite adquirir el derecho real de dominio sobre las cosas, pero
también permite adquirir otros derechos reales, e incluso derechos personales.
Además, puede ser utilizada como requisito para poseer una cosa, ello ocurre
cuando el tradente no es el verdadero dueño, por lo que no transfiere el dominio al
adquirente, pero la tradición le sirve a este para poseerla y llegar a adquirirla por
prescripción (Ver Cédula 19.3).
4. La entrega de la cosa.
Cabe precisar que Moreno trata esta materia como elementos de la tradición y
distingue entre: a) un elemento intencional o consentimiento de las partes; b) un elemento
personal o subjetivo, o presencia de las partes; c) un elemento causal o existencia de un
título traslaticio de dominio; y d) un elemento formal o entrega de la cosa,
respectivamente.
14.3.1 El consentimiento
- En las ventas judiciales forzadas hechas por decreto judicial ante los tribunales de
justicia, el juez es el representante legal del tradente.
En este punto, Peñailillo destaca que el inciso segundo del art. 672 requiere de una
explicación adicional, pues si faltara el consentimiento de las partes no podría caber la
ratificación, ya que el acto sería inexistente o en el mejor de los casos nula de nulidad
absoluta, por lo que la tradición nunca se realizó, teniendo ésta que realizarse.
De ahí que según Peñailillo considere que el caso a que la norma alude es que hay
tradición, pero concurre con su voluntad una persona que no tenía facultad de enajenar
como dueño o representante del dueño, por lo que le es inoponible al verdadero dueño de la
cosa, en ese caso este último podría ratificar. Ello corroboraría además que la tradición es
válida aunque se haga por quien no es dueño de la cosa.
Don Víctor Vial del Río, en términos similares señala que en este caso se verifica
voluntariamente una entrega, pero el que entregó no era el dueño ni representante de éste,
ello porque el art. 672 se estaría refiriendo precisamente al dueño de la cosa, así, si el dueño
no fue quien realizó la tradición la entrega no transfiere el dominio de la cosa, pero si
ratifica se entiende que la tradición transfirió el dominio desde que se entregó la cosa.
El consentimiento debe ser libre y espontáneo, y en esta materia hay actos como la
tradición que tienen sus propias normas, igual que ocurre con el matrimonio.
En este punto, Víctor Vial del Río señala que en estricto rigor no sería exactamente
la misma hipótesis que aquella contemplada en el artículo 1453 CC, que conduce a la
inexistencia, o a lo más a la nulidad absoluta, pues en la tradición ha existido el acuerdo de
voluntades necesario para que el acto exista, de manera tal que lo que se configura es un
vicio de nulidad relativa. Agrega que es por eso que en la tradición no habría inconveniente
que se ratificara el acto, aceptándose la postura minoritaria a la sanción del error esencial.
En este caso hay modificación a las reglas generales, toda vez que la regla es que el
error en la persona no vicia el acto, salvo excepciones. Acá si hay error en la persona se
invalida la tradición. Según Claro Solar, el error en la persona no sólo se refiere a la
identidad física de quien se trata, sino también a las calidades de la persona, como por
ejemplo creer que el adquirente desempeñaba un determinado cargo público, o que tenía
una profesión determinada. Afirmación que puede ser discutible.
Ambas partes entienden que el título es translaticio de dominio, pero diferentes, por
ejemplo, el tradente cree que es una compraventa y el adquirente que es una donación
irrevocable.
Una parte entiende que hay un título translaticio de dominio, y la otra que es un
título de mera tenencia.
Sin embargo, el Código mantuvo el sistema de que para una tradición sea válida, se
exige de un título translaticio de dominio común para las partes.
Por su parte don Víctor Vial del Río formula una distinción entre las dos hipótesis
que contempla la norma. En el caso en que uno entienda que es título de mera tenencia y el
otro translaticio, ni siquiera se entra a poseer; en cambio, si ambas partes suponen que es
título translaticio, pero diferentes, si que el adquirente entró a poseer. Pañalillo no discrepa
con este comentario, pero recuerda que en materia de posesión el código es poco exigente,
por algo considera a la ocupación como título posesorio, lo que supone prácticamente
prescindir del título posesorio. En todo caso, recuerda luego que este tema se va a vincular
con el sentido del art. 2510 regla 3ª.
14.3.2 La capacidad
Siendo una convención, requiere de dos personas o, más propiamente, de dos partes,
el tradente y el adquirente. Corresponde, para Moreno, al elemento personal o subjetivo.
En este concepto se destaca que la tradición actúa como modo de adquirir, y por lo
tanto que el tradente tiene que ser verdadero dueño. Pero hay que precisar que no sólo se
transfiere el dominio como allí se señala. Finalmente este concepto reconoce la posibilidad
de que la cosa sea entregada por un mandatario o representante, con lo que se reconoce que
se trata de una convención, y quien manifestara la voluntad en la tradición será el
representante legal o convencional, pero sus efectos se radicarán en el patrimonio del
representado.
A mayor abundamiento, los principios contenidos en los arts. 682 y 683 concuerdan
con el sistema de nuestro derecho en relación al título, en orden a que los contratos sólo
tienen eficacia obligacional. Y son armónicos además con lo señalado en los arts. 1819 y
1815. Es decir, la razón del art. 1819 es precisamente lo que señala el art. 1815 sobre venta
de cosa ajena.
Desde esta perspectiva, ya que existe una relación entre la tradición y el pago (según
ya se indicó), pues el mismo acto cumple dos roles jurídicos, pago y tradición, es que se
produce al parecer una incongruencia entre lo dispuesto por los arts. 682 y 683, en materia
de tradición; y el art. 1575 en materia de pago, pues de acuerdo a ésta norma “el pago en
que se debe transferir la propiedad no es válido, sino en cuanto el que paga es dueño de la
cosa pagada, o la paga con el consentimiento del dueño”. Por lo tanto, como tradición es
válida, mas no así como pago.
- René Abeliuk, Ramón Meza Barros y Antonio Vodanovic, consideran que el art.
1575 incurre en una impropiedad al señalar que el pago no es válido, pues el art. 682 señala
que la tradición es válida. Lo que ocurre es que el pago será inoponible al verdadero dueño
de la cosa, por lo que podrá reivindicarla de manos del adquirente. Si el pago fuera
efectivamente nulo, lo sería de nulidad absoluta, por lo que no podría sanearse ni
ratificarse, y resulta que el art. 682 inciso 2° establece que si el tradente adquiere después el
dominio de la cosa, se entenderá haberse transferido desde el momento de la tradición.
- Luis Claro Solar, considera que el pago es anulable, pero la tradición es válida. Se
ha señalado que el problema de esta postura es que se trata de un mismo acto que, en
cuanto tradición es válido y en cuanto pago, anulable.
- Pablo Rodríguez Grez, dice que hay que quedarse con el texto, por lo que el pago es
ineficaz y por lo tanto, no extingue la obligación, pensando además en que el adquirente
quiere transformarse en dueño y no en poseedor. Esta postura es compatible con el art.
1546, en orden a que los contratos deben ejecutarse de buena fe.
- Con ello se exige que tenga la atribución para disponer del bien objeto de la
tradición.
Se requiere que tenga la intención de adquirir, que también emana del título
translaticio de dominio. También el adquirente puede actuar personal o representadamente.
En cuanto a la capacidad, acá si que el código se refirió a ella y no como ocurre con
el tradente en que se refiere a la facultad.
El adquirente debe ser plenamente capaz, pues está celebrando un acto jurídico, de
lo contrario deberá actuar a través de su representante o con la autorización de este, según
corresponda.
Luis Claro Solar señala que se requiere de capacidad para adquirir por la tradición,
así, un menor aún impúber puede adquirir el dominio de una cosa corporal mueble por
tradición, pero no así un absolutamente incapaz.
14.3.3 El título
De acuerdo al art. 675 CC, para que valga la tradición, se requiere un titulo
traslaticio de dominio. Este es su causa o fundamento. En términos de Moreno, es el
elemento causal.
- En lo que respecta al acto en sí mismo, es decir, debe cumplir con todos los
requisitos de él en cuanto acto, así, por ejemplo, no debe adolecer de objeto o causa ilícita.
- En lo que respecta a la persona a quien se confiere, inciso 2° del art. 675. Que en
todo caso, no es más que un requisito del título también mirado como acto jurídico.
En el caso de la nulidad del título, se considera que la tradición es también nula, ello
lleva a concluir que la tradición es causada, ya que se hace depender su eficacia al acto
jurídico que le sirve de fundamento o causa. Por el contrario, si se considerara que la
tradición es igualmente válida, ello supondría que la tradición es abstracta, por lo que la
tradición podría ser válida habiendo especialmente intención tanto de transferir el dominio
como de adquirir.
La doctrina, fundada en el art. 675, concluye que la tradición sería causada, o bien
que la tradición se deja sin efecto en forma consecuencial.
Concluye que si bien entender que no se entró ni aún a poseer se apoya en los
efectos retroactivos de la declaración de nulidad, nuestro sistema permite que el adquirente
al menos haya entrado a poseer la cosa, por lo que supone que si se dejó al adquirente en
calidad de poseedor. Para tales efectos, alude a lo establecido en el art. 704 Nº 3 y Nº 4,
pues se puede poseer en virtud de un título nulo o aparente, por lo que ya se está calificando
al adquirente de poseedor, y además porque el código admite a la ocupación como título
posesorio, por lo que ello equivaldría a admitir que se puede poseer sin título.
Por su parte, Víctor Vial del Río señala que si se declara la nulidad del título,
efectivamente el adquirente queda en calidad de poseedor de manera tal que nuestro código
hace excepción en esta materia a los efectos de la nulidad. Quedará así en calidad de
poseedor irregular, aunque el título fuera inexistente, ello porque no podría desconocerse,
señala Vial, que igualmente la tradición se efectuó.
Entrega y tradición
En la definición del art. 670 del Código prescribe que la tradición consiste en la
entrega… Efectivamente, el elemento central, que da consistencia a la tradición, es la
entrega del objeto tradido. Pero también pueden darse situaciones de entrega material de
una cosa sin que llegue a configurar tradición.
Efectos de la tradición
Este efecto de que la tradición deja al adquirente en posesión (salvo casos extraños,
como el recién descrito), tiene lugar cuando el tradente es dueño, cuando es sólo poseedor
y, aun, cuando es mero tenedor; siempre el adquirente queda en posesión de la cosa (así, el
art. 730 expresamente resuelve que el que recibe del mero tenedor queda en posesión; con
mayor razón si recibe de un poseedor).
Por esto es que bien puede decirse que el primer efecto de la tradición es dejar al
adquirente en posesión, y que produce el otro, el de transferir el dominio, cuando el
tradente era dueño.
Si carecía del dominio sobre la cosa que entrega, pero tenía sobre ella otro(s)
derecho(s) transferible(s), por ejemplo un usufructo, lo(s) transfiere con la tradición (art.
682; esta disposición expresa derechos transmisibles, debiendo decir transferibles, como se
ha denunciado).
a) Retroactividad.
Para determinar desde cuándo se puede exigir la tradición de lo que se debe, hay
que recurrir al título respectivo, del cual, la tradición es una consecuencia. Allí constará la
obligación de efectuarla y la época en que el acreedor podrá exigir esa tradición; allí se
determinará desde cuando la obligación de efectuar la tradición es exigible. Así, si en el
título se somete la entrega a una condición, habrá que esperar que la condición se cumpla;
si se somete a un plazo, luego que el plazo se cumpla (art. 681). Si nada se convino, será
exigible desde que se perfeccione el título (se tratará de una obligación pura y simple, que
es la regla general).
Precisiones:
b) El art. 1873 es una reiteración de la condición resolutoria tácita del art. 1489. La
condición resolutoria tácita cumplida le concede al contratante diligente una opción: pedir
el cumplimiento o la resolución del contrato. Si trasladamos esto al art. 1874, vemos que el
que tiene la opción de cumplimiento o resolución (contenida en el art. anterior) es el
vendedor, y por tanto el vendedor es el contratante diligente, porque él tiene la opción de
pedir resolución o pago del precio. Y si el vendedor es el contratante diligente, significa
que cumplió con su obligación, o sea transfirió el dominio, pese a que se lo había reservado
hasta el pago del precio, porque esta estipulación entonces es ineficaz.
Esta opinión ha sido criticada ya que no es posible aplicar el art 680 inc. 2º a títulos
traslaticios distintos de la venta, ya que la norma habla expresamente de vendedor, cosa
vendida, precio, por lo que indudablemente se refiere a la compraventa.
Debe repetirse que tal modalidad y sus particularidades habrá que buscarlas en el
título. Con plazo suspensivo, la situación será poco común; debe observarse que no se trata
aquí de que la obligación de efectuar la tradición se postergue, sino que se conviene que la
tradición que ahora se efectúa comenzará a producir sus efectos desde que llegue cierto día.
Se trata también aquí de una tradición anticipada; vale lo dicho para la cláusula de reserva
de dominio para el adquirente (aquí, como en el caso de una condición con efecto
resolutorio para el adquirente, puede configurarse un usufructo o un fideicomiso).
Esta materia se encuentra regulada en el párrafo segundo del Título VI, Libro II,
artículos 684 y 685, normas a las cuales deben agregarse otras del Código y normas
especiales.
Se discute si es que la forma de realizar la tradición son sólo las que señalan estas
normas o, si bien, las partes podrían inventar una forma distinta, es decir, se discute el
carácter taxativo de las normas.
Luis Claro Solar considera que no es taxativa la enumeración, por lo que la tradición
perfectamente podría realizarse de otras formas no contempladas en el Código. Otros, como
Victorio Pescio, en cambio, consideran que sí que es taxativa, toda vez que las formas fictas
de tradición son excepcionales y deben ser creadas sólo por ley, especialmente porque si la
tradición no habilita para la adquisición del dominio, sirve como fundamento de la
posesión, y resulta que el art. 723 señala que la posesión se adquiere con la “aprehensión
material o legal”. Por lo demás, se toma en consideración los términos restrictivos del art.
684 (dice “por uno de los medios siguientes”).
Dado que la tradición puede ser real o ficta, se ha discutido si ambos tipos de
tradición tienen igual valor, en caso que el tradente efectúe tradiciones a dos distintos
adquirentes. El Código no da mayores indicios sobre una respuesta, pero en materia de
ventas sucesivas hay norma expresa en el art. 1817, y aparentemente da igual el tipo de
tradición que se haya efectuado a aquel que primero haya entrado en posesión de la cosa
vendida.
La tradición del derecho de dominio o de otro derecho real sobre cosas corporales
muebles, conforme al art. 684 necesita de dos requisitos, a saber:
2. Figurando esa significación por uno de los medios que allí se señalan. Así,
cuando el tradente le significa al adquirente que le transfiere el dominio no lo puede hacer
de cualquier forma, sino que lo tiene que hacer por uno de los medios que la ley señala.
Tradición real
Es la que se efectúa por una entrega real, o como la llama la doctrina antigua,
“tradición de mano a mano”, en ella la cosa tradida es entregada por el tradente al
adquirente.
El número uno del art. 684 se refiere al caso en que el tradente le permite al
adquirente la aprehensión material de la cosa presente.
En la doctrina se discute desde cuando hay tradición, si desde que el tradente pone
la cosa a disposición del adquirente y si desde que este la aprehende materialmente.
Claro Solar considera que, de acuerdo a los términos del Código, no es necesario
que el adquirente tome la cosa materialmente para que se produzca la tradición, lo que
ocurrirá normalmente, sino que basta que el tradente la ponga al alcance del adquirente para
que éste la aprehenda, en similar sentido opina Vial del Río. A su vez, para esta hipótesis
Vial del Río se pone en el caso que el adquirente se niegue a aprehender materialmente la
cosa, una vez que el tradente la ha puesto a su disposición, y considera que la tradición ya
se realizó siendo irrelevante la actitud que adopte el adquirente.
Si bien una buena parte de la doctrina considera que el caso del numero uno es una
forma de tradición real e incluso se agrega el número dos, sin embargo Barros Errazuriz
rechaza esta postura (igual que Moreno).
Tradición ficta
- Caso del número 3 (art. 684) “Entregándole la llaves del granero, almacén, cofre o
lugar cualquiera en que este guardada la cosa”: Para algunos autores se trata de una forma
de tradición real, al permitir la posibilidad de la toma inmediata de posesión por parte del
adquirente, pero para otros constituye la tradición simbólica por excelencia, en que las
llaves constituyen el símbolo de la entrega.
- Caso del número 4 (art. 684) “Encargándose el uno de poner la cosa a disposición
del otro en el lugar convenido”: Como se señaló, esta sería también una forma de tradición
simbólica.
- Caso del número 5, primera parte (art. 684) “Por la venta, donación u otro título de
enajenación conferido al que tiene la cosa mueble como usufructuario, arrendatario,
comodatario, depositario o a cualquier otro título no traslaticio de dominio”.
Es la llamada tradición por breve mano o brevi manu, y se produce cuando el mero
tenedor de la cosa llega a ser adquirente de ella mediante un título translaticio de dominio,
por lo que la retiene con ánimo de señor o dueño. La denominación denota que no se
alcanza a percibir este tipo de tradición.
Se dice que esta forma de tradición supone evitar un nuevo desplazamiento material
de la cosa (es decir, una doble entrega), que significaría que el arrendatario u otro tenedor
debería restituir la cosa al dueño y luego este nuevamente entregársela ahora como
tradición. Además se entiende que el Código hace esta construcción para evitar reconocer
que en realidad la adquisición del dominio se produce por el solo contrato.
- Caso del número 5, segunda parte (art. 684) “Y recíprocamente por el mero
contrato en que el dueño se constituye en usufructuario, comodatario, arrendatario, etc.”.
Puede observarse, al analizar las formas de tradición, que aun sin realizarse la
entrega real, al operar la tradición, el adquirente queda en la posibilidad de disponer
inmediatamente de la cosa como poseedor. Aun en el caso en que quede materialmente en
poder del tradente, como en el constituto posesorio, debe recordarse que este solo queda
como mero tenedor, y si el adquirente no puede disponer de la cosa materialmente,
jurídicamente dispuso en el acto mismo, al aceptar que la cosa quedara en poder del
tradente.
El art. 685 establece una regla general para la tradición de estos bienes (inciso
primero) “cuando con permiso del dueño de un predio se toman en él piedras, frutos
pendientes u otras cosas que forman parte del predio, la tradición se verifica en el
momento de la separación de estos objetos”.
Esta norma se relaciona con el art. 571, pero no hay conflicto entre ellas, ya que
tratan materias distintas. Así el art. 571califica como muebles ciertos bienes, que la doctrina
llama muebles por anticipación, mientras que el art. 685 establece la forma como se efectúa
la tradición de estos bienes.
El art. 685 regula una forma de tradición real (aunque Moreno dice que es ficta,
igual que todas las del art. 684, y que solo sería real la descrita en el 680), pues prescribe
que la tradición se verifica al momento de la separación de estos objetos, y para que valga
como tal, es necesario que dicha separación se efectúe con permiso del dueño, pues ahí está
la voluntad del tradente.
El inciso segundo (“Aquél a quien se debieren los frutos de una sementera, viña o
plantío, podrá entrar a cogerlos, fijándose el día y hora de común acuerdo con el dueño”),
consagra una regla de acceso a la propiedad ajena, de carácter práctico.
De acuerdo a lo que dispone el art. 686, la tradición del dominio de los bienes raíces
se efectúa por la inscripción del título en el Registro del Conservador. Y no solo la
tradición del dominio, sino también de los otros derechos reales sobre un inmueble, pues el
mismo artículo agrega que “De la misma manera se efectuará la tradición de los derechos
de usufructo o de uso constituidos en bienes raíces, de los derechos de habitación o de
censo y del derecho de hipoteca”. La única diferencia será el libro en el cual se realice el
registro.
Observaciones:
El art. 686 dice que la tradición se hará inscribiendo el título en registro del
Conservador de Bienes Raíces, pero los derechos de uso y habitación son intransferibles. Si
son así, ¿de qué título habla el art. 686? En lo que respecta a los derechos reales de uso y
habitación se habla de constitución de estos derechos, ex novo, toda vez que no pueden
transferirse pues son personalísimos, no obstante ello, estamos ante una tradición de ahí que
corresponda la aplicación del artículo 686.
El propietario de un bien raíz tiene que desprenderse del atributo de usar ese bien
raíz para instituir este derecho de uso a favor del usuario o habitador y eso es lo que hay
que inscribir en el registro del Conservador de Bienes Raíces. El art. 686 no se refiere a la
tradición de un derecho de uso o habitación ya constituidos, sino al perfeccionamiento de
la constitución de uso o habitación en favor de su titular. Lo mismo ocurre respecto a los
derechos reales inmuebles tales como el usufructo (si recae en un bien raíz) y la hipoteca,
en donde técnicamente no es que se transfieran estos derechos, sino más bien se
constituyen (se realiza su constitución). Finalmente, de acuerdo al inciso final de art. 686,
acerca de la tradición de las minas se estará a lo prevenido en el Código de Minería,
conforme al cual, se necesita inscribirlas, pero en un registro del Conservador de minas.
Con todo, el art. 686 tiene una excepción, tratándose del derecho de servidumbre,
pues la tradición se realiza de acuerdo a lo dispuesto en el art. 698, y de acuerdo a este “se
efectuará por escritura pública en que el tradente exprese constituirlo, y el adquirente
aceptarlo: esta escritura podrá ser la misma del acto o contrato”. Las servidumbres
prediales o simplemente servidumbres son “el gravamen impuesto sobre un predio en favor
de otro predio de distinto dueño”. Las servidumbres son siempre inmuebles y su tradición
se realiza mediante una escritura pública en la que el tradente expresa constituirla y el
adquirente expresa aceptarlo. La constitución de una servidumbre exige también un título.
Como el título va a ser necesario de escritura pública, la misma escritura puede servir para
contener en ella la tradición y el título, o bien puede haber otra escritura donde conste el
título; Esta excepción tiene una contraexcepción tratándose de las servidumbres de
alcantarillado en predios urbanos, que de acuerdo a la Ley 6.977 del año 1941, sólo puede
adquirirse por escritura pública inscrita en el Conservador de Bienes Raíces (registro de
hipotecas y gravámenes).
Es conveniente también tener presente las reglas del art. 687, según las cuales:
Al leer el art. 670 nos encontramos con que el elemento formal de la tradición es la
entrega y cuando el Código establece que la tradición se hace por la inscripción, estamos
frente a una entrega ficta particularísima, pero qué pasa con la entrega material, ya que
por ejemplo, a un comprador no le basta con la entrega ficta, de manera que si no se realiza
la entrega material, puede demandar el incumplimiento, pues la entrega forma parte de la
ejecución de buena fe del contrato (art.1546 CC), y porque la obligación de dar contempla
también la de entrega.
Sin considerar a las naves y aeronaves, no cabe duda que los vehículos motorizados
terrestres se someten a la legislación común de bienes muebles en relación a transmisión,
transferencia y constitución de gravámenes, como señala Peñailillo. Por tanto, el título
respectivo no está sometido a reglas especiales y la tradición se rige por el art. 684. En
cuanto al Registro de Vehículos Motorizados, en él constan y se inscriben el vehículo, el
dueño, y las variaciones que se produzcan sobre el dueño, también pueden inscribirse los
gravámenes que pesen sobre ellos, el efecto es que se presume propietario de un vehículo
al dueño que figure como tal en el registro, salvo que se pruebe lo contrario.
Tradición de cuotas
- Si se trata de la cuota de una cosa singular, se entiende que la cuota participa del
carácter mueble o inmueble de la cosa.
Los derechos personales o créditos “son los que sólo pueden reclamarse de ciertas
personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han contraído las
obligaciones correlativas; como el que tiene el prestamista contra su deudor por el dinero
prestado, o el hijo contra el padre por alimentos”, según el art. 578 CC.
Los derechos personales o créditos son bienes incorporales, y por lo tanto, pueden
transferirse por acto entre vivos y transmitirse por causa de muerte. Su transferencia por
acto entre vivos requiere de un título y la subsecuente tradición.
El párrafo primero del Título XXV del Libro IV, regula la cesión de créditos
personales, a partir del artículo 1901 (pues se siguió en esta materia al CODE).
3. Nominativo: son a favor de una persona determinada y sólo a ella le debe ser
pagado, por lo que su transferencia se hace a través de las reglas del art. 1901 y siguientes.
De manera tal, que lo que el legislador quiso expresar es que se refiere a la tradición
de créditos nominativos (hay que analizarlo en concordancia con el art. 1908), pues de
acuerdo a este, estas disposiciones no se aplican a las letras de cambio y pagarés a la orden,
acciones al portador y otras especies de transmisión que se rigen por el Código de comercio
y por leyes especiales.
Para efectuar la tradición de estos derechos personales, existe el art. 699 de acuerdo
al cual “la tradición de los derechos personales que un individuo cede a otro se verifica por
la entrega del título hecha por el cedente al cesionario”. Luego los arts. 1901 y siguientes
regula los efectos de dicha cesión.
1. Título en la cesión de derechos personales: presupone la existencia de un título,
de acuerdo al art. 1901, no hay limitación al respecto, cualquier título, que sea el acto
jurídico que sirva de antecedente a la cesión de créditos.
2. Tradición o entrega del título (art. 1901) Para que se verifique la tradición, se
necesita que se lleve a cabo la entrega del título en que consta el crédito. En cuanto a la
entrega del título, la jurisprudencia ha sido bastante liberal, habiendo casos en que se
presume que se ha llevado a cabo la entrega del título.
Como estamos ante una cosa incorporal (crédito), la entrega no puede llevarse a
cabo como si fuera una cosa corporal, por lo que se establece una forma especial de
tradición, que es la entrega material del título en que consta el crédito. Sin embargo, de
acuerdo a la jurisprudencia, la entrega del título puede ser real o simbólica, pero dicha
afirmación puede ser discutible, ya que en esta materia existe una norma especial que es el
art. 699.
En cuanto a la aceptación del deudor, puede ser expresa o tácita. Será expresa si se
hace en términos explícitos. Será tácita si se lleva a cabo por otros actos que presuponen
que acepta la calidad de acreedor del cesionario, como por ejemplo, un principio de pago al
cesionario (art. 1904).
No se debe confundir esta figura con la enajenación de una cosa cuya propiedad se
litiga, pues puede adolecer de objeto ilícito, art. 1464, ni tampoco con el pacto de cuota
litis. Del mismo modo, también pueden existir derechos litigiosos no sólo para el
demandante, sino también para el demandado si demanda reconvencionalmente.
La cesión de derechos litigiosos no es contrato, sino que es tradición de derechos,
por lo que requiere de un título que la preceda (art. 1912).
Derecho de retracto:
- Pago del demandado al cesionario, de lo que éste pagó al demandante cedente como
precio, más los intereses, desde la notificación de la demanda (por lo tanto los derechos
deben haberse adquirido a título oneroso).
- Que se ejercite el derecho oportunamente conforme lo señala el art. 1914, esto es,
que no puede ejercerse después de transcurridos nueve días desde la notificación del
decreto en que se manda ejecutar la sentencia.
- Que la cesión sea de aquellas que permiten el derecho a retracto, pues de acuerdo al
art. 1913, se exceptúan las cesiones hechas:
Para que se adquiera el derecho real de herencia mediante tradición es necesario que
el causante haya fallecido, de lo contrario habría un pacto de sucesión futura que adolecería
de objeto ilícito, conforme a lo dispuesto en el art. 1463.
La tradición del derecho real de herencia supone que un heredero enajena el derecho
real de herencia a otro heredero o a un tercero. El Código destina los artículos 1909 y 1910
a la cesión de derechos hereditarios (la ubicación se debe a que en esta materia se siguió al
CODE y ahí sí tiene lógica que se regule a propósito de los contratos, por su eficacia real),
y aunque el Código utiliza el término cesión, debemos entender que se trata de una
tradición. En tal sentido, debe concurrir título y modo, el título se regirá por las reglas
generales que le correspondan, como la compraventa.
En lo que respecta al modo, el Código no aclara la forma en que debe realizarse, por
lo que nos encontramos con la clásica discusión respecto de la naturaleza jurídica del
derecho real de herencia:
a) Según la tesis seguida por José Ramón Gutiérrez, fundada en el art. 580, la
herencia se calificará de mueble o inmueble dependiendo de los bienes que la integran, y
ello determinará la forma de realizar la tradición. Se niega entonces su carácter de
universalidad.
Por último, según se dispone en el propio art. 1909, se puede transferir no sólo el
derecho a una herencia, sino también el derecho a un legado (por ejemplo, el legatario
vende su “derecho a un legado”); entonces debe responderse también a la pregunta cómo se
efectúa la tradición del derecho a un legado.