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Suma de posesiones

Artículo 898.- El poseedor puede adicionar a su plazo posesorio el de aquel que


le trasmitió válidamente el bien.

Este precepto es la repetición del artículo 829 del Código Civil derogado y la única
modificación tiene carácter terminológico, pues reemplaza la palabra “unir” por
“adicionar”, que es más correcta.
La suma o adición de posesiones ha sido establecida por razones prácticas que
conciernen a la propiedad y a la circulación de la riqueza. En efecto, ella facilita la
usucapión o prescripción adquisitiva, con las ventajas que esto supone para la
consolidación del dominio. Supongamos, por ejemplo, que una persona posee un
bien por un determinado número de años y a título de dueño y que lo transfiera a
un tercero. Este, mediante la adición de posesiones, sumará el tiempo de
posesión de su enajenante al suyo propio, hasta llegar por este camino al plazo
señalado por la ley para la prescripción adquisitiva, que es de diez años cuando la
posesión reúne los requisitos de ser continua, pacífica y pública, como propietario
durante cinco años cuando median justo título y buena fe y está referida a bienes
inmuebles; en tanto que si se trata de bienes muebles la posesión debe ser
continua, pacífica y pública como propietario, durante dos años si hay buena fe y
por cuatro si no la hay (artículos 950 y 951 del Código Civil).

De lo expresado resulta que la adición de posesiones requiere la coexistencia de


los requisitos siguientes:
Que la posesión actual y la que se suma lo sean a nombre propio y no a nombre
ajeno o como servidor de la posesión. Ambas posesiones deben llevar implícita la
posibilidad de que el bien sea adquirido por prescripción adquisitiva. En
consecuencia, no existirá suma de posesiones cuando el poseedor es inmediato y
no actúa a título de dueño, como sucede con el arrendatario, el usufructuario o el
acreedor prendario.
Que las posesiones se encuentran relacionadas por un vínculo jurídico, pues de
otro modo faltaría la indispensable transmisión. Este vínculo podrá ser de carácter
oneroso (compraventa, permuta, cesión en pago, aporte de capital, etc.) o gratuito
(herencia, legado o donación).
Que exista continuidad entre ambas posesiones. Esta continuidad se presume, de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 915 del Código Civil. No habrá
continuidad, para poner un ejemplo, si la posesión del adquirente es interrumpida
por un tercero que no reúne los requisitos señalados con anterioridad.
Por último, está implícito el requisito de la homogeneidad, según el cual para que
proceda la suma de posesiones se requiere que sean de la misma naturaleza,
esto es, que tengan una calidad común. Así, la posesión de buena fe se suma a la
de buena fe para conducir esta situación a la prescripción ordinaria; en tanto que
la posesión de mala fe se adiciona a la de la mala fe para alcanzar la posesión
extraordinaria.
Siendo la homogeneidad un elemento fundamental para la adición de posesiones,
estimamos indispensable hacer algunas precisiones con el objeto de que no se
produzcan interpretaciones erróneas. Por ello señalamos que: (1) cuando la
primera posesión es con justo título y buena fe y la segunda tiene los mismos
caracteres, la suma es homogénea y es aplicable la prescripción adquisitiva
ordinaria o corta. (2) Si la primera posesión es con justo título y buena fe, pero la
segunda no tiene estos mismos caracteres, o viceversa, o si ambas posesiones
son de mala fe, la suma igualmente se produce; pero ya no es aplicable la
prescripción ordinaria o corta, sino la extraordinaria o larga.
Si el principio de la homogeneidad no funcionase en la forma descrita en el párrafo
anterior, se presentarían situaciones anómalas, como sería el hecho de que
mientras un poseedor de mala fe sumase la posesión también de mala fe de su
antecesor y adquiriese la propiedad de un bien por prescripción larga o
extraordinaria, un poseedor de buena fe no podría efectuar esta suma y recién
tendría que iniciar el cómputo de su posesión para adquirir el bien por
prescripción, lo que constituye un contrasentido. En efecto, mientras un poseedor
de un inmueble de mala fe suma la posesión de mala fe de su antecesor durante 7
años a la suya que es de 3 años y adquiere la propiedad por prescripción larga a
esos 3 años (10 años, artículo 950 primer párrafo) el segundo poseedor de buena
fe no podría hacer lo mismo y tendría que esperar 5 años (artículo 950, segundo
párrafo) lo que sería un despropósito.
De consiguiente, la homogeneidad debe ser entendida en forma limitativa y
reducirse a la prescripción ordinaria o corta, para la cual las posesiones que se
suman deben ser con justo título y de buena fe. Para la prescripción adquisitiva
extraordinaria o larga no se aplicará, pues, el principio de la homogeneidad y para
ella se pueden sumar posesiones de naturaleza distinta. Si se exigiera que en esta
clase de prescripción las posesiones tienen que ser (ambas posesiones) sin justo
título ni buena fe, esto es, homogéneas, se estaría concediendo carta de
ciudadanía a situaciones arbitrarias por decir lo menos.
Se discute en doctrina respecto de la aplicación restrictiva o extensiva de la suma
de posesiones. Hay quienes afirman que esta figura se limita a las transmisiones a
título particular o singular, en tanto que para otros también es dable en las
transmisiones a título universal.

Para Jorge E. Castañeda “la accesión (como también se denomina a la suma de


posesiones), solo funciona tratándose de sucesión a título singular, v.g. por
contrato de compraventa o de donación”. Y agrega: “En la sucesión universal, la
posesión se transmite con los mismos caracteres a los herederos. En realidad, no
existe transmisión, porque el heredero continúa la posesión de su causante o de
cujus. Como la sucesión universal es un modo de transmitir derechos no existe
solución de continuidad entre la posesión del de cujus y la del heredero. Este
continúa entonces la posesión del causante, la que lógicamente habrá de tener los
mismos vicios o cualidades”. Y el mismo autor señala como a pesar del tenor
literal del artículo 2235 del Código Civil francés, en el que se agrega la posesión,
ya se hubiere sucedido a título singular como universal, se distinguen uno y otro,
pues en la segunda “no comienza una posesión nueva, sino que es la posesión
del causante que continúa en provecho del heredero, con sus cualidades y sus
vicios” (Jorge E. Castañeda, op. cit., páginas 73 y 74).

Nosotros no coincidimos con lo expuesto por el recordado profesor y tratadista


peruano. A nuestro entender, la adición o suma de posesión se produce tanto en
la sucesión particular o singular, como en la universal. Nos basamos para ello en
los argumentos que siguen:
1)

La tesis de la continuidad de la posesión en la sucesión a título universal se


sustenta, a su vez, en la teoría del patrimonio, que fuera formulada por la
legislación romana y sostenida, entre otros juristas, por Savigny, Zacarías y Aubry
y Rau. Según ella, al fallecimiento del causante o de cujus, el heredero lo sustituye
continuando su personalidad y reemplazándole en el patrimonio sin solución de
continuidad.
Dice León Barandiarán a este respecto, que “(...) el principio de la continuidad de
la persona lleva a la conclusión de que no hay nunca excepción de solución de
continuidad; por consiguiente el patrimonio se transmite del causante al
causahabiente sin solución de continuidad de los dos patrimonios, es decir, el
patrimonio del causante y del causahabiente se confunden” (José León
Barandiarán, “Derecho Civil”, cuarto curso, Lecciones de Derecho de Sucesión,
página 13).
En la legislación francesa, citada por Jorge E. Castañeda, se establece la
diferencia de la transmisión singular con la universal debido a que en materia de
sucesiones arranca desde la teoría del patrimonio, que hemos explicado en líneas
anteriores. En efecto y sintetizando, conforme esta teoría no cabe sumar
posesiones en la sucesión a título universal, porque únicamente se prolonga la
posesión del causante. Pero esto no sucede así dentro de nuestra legislación, que
no es tributaria de la teoría del patrimonio, la cual, como señala Lafaille, “ha caído
hoy en desprestigio y es una de las tantas ficciones de que el derecho moderno
tiende a emanciparse” (Héctor Lafaille, op. cit., 3, volumen I, N° 253, página 218).
En efecto, no cabe confundirse la personalidad con el patrimonio, pues el último
no viene a ser sino una cualidad o situación inherente al individuo y que no se
prolonga de sujeto a sujeto. Entre nosotros rige, en cambio, la teoría germana, en
cuya virtud el patrimonio del causante es distinto del patrimonio del causahabiente
o heredero. En funciones de esta teoría no cabe, pues, la prolongación de la
posesión y existe en ella, por el contrario, solución de continuidad, ligada
posteriormente por imperio de la ley. Dice Romero Romaña, al tratar este tema,
que legislaciones como la suiza, española, y también como hemos visto ya, la
nuestra (se refiere al Código Civil de 1936 pero el concepto rige también para el
Código Civil vigente) aceptan siempre la unión de posesiones ya sea a título
universal o a título particular, no considerando al poseedor como continuador de la
personalidad del causante, sino como un nuevo poseedor cuyo derecho debe ser
apreciado en forma independiente” (Eleodoro Romero Romaña, “Derechos
Reales”, N° 72, página 74).
2) El artículo 660 del Código Civil dispone que desde el momento de la muerte de
una persona, los bienes, derechos y obligaciones que constituyen la herencia se
transmiten a sus sucesores. Se advierte del texto que el dispositivo en cuestión se
refiere a la transmisión de la posesión de los bienes y no a la prolongación de la
posesión.
Fuentes : Artículo 829 del Código Civil peruano de 1936. Articulo 1960, 1, del
Código Civil espa
ñol. Artículo 2475 del Código Civil argentino. Artículo 552 del Código Civil
brasileño. Concordancias : Artículos 660, 950 y 951 del Código Civil.

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