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Me siguen gustando los estudiantes - por Pedro Lemebel

Me siguen gustando los estudiantes

Por Pedro Lemebel

Y luego de pasar una semana escuchando y viendo cómo los secundarios defienden sus
aspiraciones con el sudor de la protesta callejera, suena el teléfono y una voz joven me dice
que leyó la crónica anterior en este diario, que estudia en el Liceo Barros Borgoño, y como tú,
Pedro, estudiaste aquí, queríamos pedirte que vinieras a apoyarnos.

Apoyo con el hoyo, le contesto entre risas.

Como sea, me dice el delfín con su acento púber.

Vamos entonces, le digo recordando ese único año en aquel liceo de hombres donde mis
compañeros no me daban tregua güeviándome hasta el cansancio.

Ahora, mientras pasaba la ciudad nublada por lacrimógenas en el vidrio de la micro, pude
verme caminando de uniforme escolar por la misma calle San Diego rumbo a clases.

Entonces, era un chico frágil y melancólico que miraba desde la ventana del segundo piso
cómo mis compañeros trepaban las rejas para marchar en apoyo a Vietnam. En esas marchas,
yo siempre iba al final, casi camuflado, apoyando con mi susto marica las demandas del pueblo
escolar.

No lo pasé muy bien en ese liceo de hombres; en realidad, como niño raro, nunca lo pase
mejor en la enseñanza media. Pero allí tuve clases con gente progre que me enseñó el teatro,
la filosofía, la poesía y otras lecturas más allá del horroroso Quijote en papel biblia que
después me lo fumé entero.

Pero ahora, de regreso al colegio, volvía como rock star al viejo liceo llamado Universidad
Matadero.

Al llegar, dos niños me hicieron firmar la entrada, y después caminé por los pasillos de ladrillo
rojo, y alguna emoción pendeja me desordenó la memoria con el viento del ayer.

Algunos péndex jugaban cartas o miraban las noticias con algunos profes en absoluta calma.
Bienvenido, Pedro, me saludó un chico con fresca alegría. ¿Quiere ver el colegio? Y recorrí
junto a él las grandes salas, ahora silenciosas, me detuve frente a la muralla donde estuvo el
mural pop que hicimos con mi curso, luego entramos al bello gimnasio de madera, donde el
colegio en pleno despidió al rector como en la película “Adiós, míster Chips”.

Está todo casi igual, pero remodelado, le murmuré a mi acompañante. Abajo están los
camarines y las duchas, dijo el chico con inocencia. Y un dulce perfume de sudores jóvenes me
hizo sonrojar.

Después de un rato en que compartí con los profes, avisaron que los alumnos en toma me
estaban esperando. Y pensé que a esa hora, voluntariamente, serían muy pocos los que se
darían la lata de escucharme. Me equivoqué, porque el gimnasio estaba repleto de péndex,
que aplaudieron al verme entrar.

Bueno, vengo a colaborar con ustedes, dije con nerviosa serenidad. Yo aquí estudié un año, y
lo único que recuerdo es el olor de los camarines. Ufff, qué olor, aspiré con grata obscenidad.
Pero, aunque algún profe puso cara de preocupado, ellos rieron, ellos aplaudieron, ellos
soportaron con atención la lectura de mis crónicas.

Casi al final, verdaderamente conmovido, leí la trágica historia de Ronald Wood, mi alumno
asesinado por la dictadura. No volaba una mosca en el amplio gimnasio. Yo miraba sus caritas
emocionadas por el relato. Veía sus ojitos brillantes siguiendo con atención cada verso triste.

Al terminar estallaron en un aplauso cerrado gritando sus consignas: ele-cei-ceì-ele-ceo-ceò-


liceo-Barros Borgoño. Mata-mata-matadero. Y como en tropel cariñoso, se vinieron encima
para saludarme, darme la mano, pedirme que les autografiara cuadernos, mochilas, una
guitarra, una paleta de pin-pon. En fin, escribí en sus brazos, en sus espaldas apaleadas por los
pacos. Me mostraban sus ombligos cuando les firmaba las poleras y camisas. Me mostraban
sus prematuros pendejillos al escribir en la pretina de sus calzoncillos raperos. Así, tan
entregados, tan iluminados por esa bella inocencia que los hace batallar sin transar por su
justa demanda.

Cómo no estar con ellos, cómo no gritar junto a ellos por un cambio radical de esta educación
clasista. Esta educación carcelaria que los tiene todo el día matando el tiempo, de sol a sol,
perdiendo los verdes años de su irrecuperable juventud.

Aquel no era el Barros Borgoño que yo recordaba, pensé al irme caminando por calle San
Diego. Ya no odiaba ese lugar, y un cariño inmenso me hizo levantar la vista y mirar aquella
ventana del segundo piso donde un adolescente despeinado con su risa triste me decía adiós.

Publicado en el diario chileno "La Nación Domingo" 

4 de junio 2006  

http://bvlgtb2.blogspot.com/search/label/LEMEBEL%20Pedro

Pedro Lemebel (Datos Biográficos)

Pedro Mardones Lemebel, más conocido como Pedro Lemebel nació en Santiago de Chile el 21


de noviembre de 1955 y es uno de los escritores y artistas plásticos chilenos más talentosos y
controvertidos.

Luego de una infancia y una adolescencia difíciles, ingresó a la Universidad de Chile, donde se
tituló como profesor de Artes Plásticas para trabajar luego por un corto período como profesor
de liceo. Su aspecto y sus modales le valieron la pronta expulsión de los ámbitos académicos,
razón por la cual Lemebel pudo entregarse de lleno a la producción artistica, con todo lo bueno
y lo malo que eso significa.

En sus libros aborda fundamentalmente la marginalidad chilena con bastantes referencias


autobiográficas. Su estilo irreverente, barroco y kitsch lo ha hecho conocido en toda
hispanoamérica. Gay declarado, explica el cambio de su nombre así: "El Lemebel es un gesto
de alianza con lo femenino, inscribir un apellido materno, reconocer a mi madre huacha desde
la ilegalidad homosexual y travesti".

En 1987 fundó, junto a Francisco Casas, el dúo de arte "Yeguas del Apocalipsis" y ambos,
convertidos en actores de sus propios textos, generaron desde la realidad homosexual una
interrupción de los discursos institucionales en la época de la dictadura.

Su trabajo en el dúo cruzó la performance, el travestismo, la fotografía, el video y la


instalación. Pero también los reclamos de la memoria, los derechos humanos y la sexualidad,
así como la demanda de un lugar en el diálogo por la democracia. "Quizás esa primera
experimentación con la plástica, la acción de arte... fue decisiva en la mudanza del cuento a la
crónica. Es posible que esa exposición corporal en un marco religioso fuera evaporando la
receta genérica del cuento... el intemporal cuento se hizo urgencia crónica...", explica Lemebel.

Entre 1987 y 1997, las Yeguas del Apocalipsis realizaron por lo menos quince eventos públicos,
la mayoría en Santiago de Chile pero también en Concepción, Talca y La Habana, Cuba.

En 2002 escribió la novela: Tengo miedo torero, que fue llevada al teatro en 2005 y ha sido
traducida al inglés y al francés. Con su último libro, Serenata cafiola, retomó su lado cronista al
compás de una "biografía musicalizada".

Carlos Monsiváis ha dicho de él: "Pedro Lemebel es un fenómeno de la literatura


latinoamericana de este tiempo. Uso el término fenómeno en su doble acepción: es un escritor
original y un prosista notable y, para sus lectores, es un freak, alguien que llama la atención
desde el aspecto y rechaza la normalización ofrecida. Un escritor y un freak indisolublemente
unidos, los que están fuera, en la desolación y la energía de los que sólo se integran a su modo,
en los márgenes que ya no tienen el peso arrasador de antaño. (Si algo, la obra de Lemebel es
un rechazo del determinismo homófobo). A Lemebel le ponen sitio las miradas (las lecturas) de
la admiración, el morbo, el regocijo de "los turistas de lo inconveniente", la extrañeza, la
solidaridad, la normalidad de los que están al tanto de la globalización cultural, esa que para
los gays se inició dramáticamente con los juicios de Oscar Wilde en 1895 y jubilosa y
organizativamente con la revuelta de Stonewall en 1969".

Lemebel ha sido cronista de Página Abierta, La Nación, de las revistas de izquierda Punto


Final (desde 1998) y The Clinic, ha conducido programas radiales, dirigido talleres de crónicas y
dado conferencias en diversas universidades (como la de Harvard). Varias de sus obras han
sido traducidas al inglés.

Algunos libros de Lemebel han sido adaptados al teatro; así, Chilean Business —fundada por
Rodrigo Muñoz, Claudia Pérez y Mario Soto—, fue la encargada de montar De perlas y
cicatrices (en 2000), Tengo miedo torero (2006) y Cristal tu corazón (2009).

En 2011 se le diagnosticó cáncer de laringe y al año siguiente se operó en la Fundación López


Pérez (Chile). Sobre su enfermedad, comentó: "Cómo es la vida, yo arrancando del sida y me
agarra el cáncer". No obstante su enfermedad, el artista sigue presentándose
esporádicamente en los escenarios para leer sus textos con la maestría que solo él puede
imprimirles. Siempre ha sido, es y será un valiente militante por los derechos de las personas
trans y por los derechos humanos en general. Es de destacar, su última presentación hasta el
momento en el Centro Cultural Haroldo Conti (ex EsMA) de la Ciudad de Buenos Aires, donde
con apenas un hilo de voz supo embelezar a la concurrencia en base a la fuerza de sus escritos
y la férrea convicción de sus comentarios y aseveraciones. 

Pedro Lemebel: El Cronista de los Márgenes 


Por Andrea Jeftanovic

Escritor y artista visual chileno. Miembro del colectivo de arte "Las Yeguas de la Apocalipsis"
que desarrolla un extenso y transgresor trabajo plástico en video, instalación y performance
durante el gobierno militar. Su trabajo literario destaca principalmente por su peculiar
incursión en el género de la crónica. Una crónica que transita en los márgenes del orden
neoliberal y del universo homosexual. Autor de "La Esquina es mi Corazón" (crónica urbana),
"Loco Afán: Crónicas de Sidario" (próximamente publicada por Anagrama), "De perlas y
Cicatrices"(crónicas radiales). Actualmente está realizando una investigación sobre la historia
homosexual de Chile con el apoyo de la Fundación Guggenheim.

 Siempre me ha llamado la atención que convives en dos mundos opuestos, o al menos


distantes especialmente en una sociedad como la chilena. Por un lado, perteneces a cierta
élite intelectual vanguardista, y por otro, perteneces al mundo marginal, proletario. ¿Cómo
conviven esos dos mundos en ti? Finalmente, desde que lugar escribes? 

Eso depende justamente del lugar de donde escribes. En mi caso, es desde una territorialidad
movediza, también trasfuga; de alguna manera lo que hacen mis textos es piratear contenidos
que tienen una raigambre más popular para hacerlos transitar en otros medios donde el libro
es un producto sofisticado. Así por ejemplo mis crónicas antes de ser publicadas en libros, son
difundidas entrevistas o en diarios. Era lo que antes hacía en Página Abierta que era un medio
con una llegada bastante masiva. Lo mismo hago en la radio, de alguna forma “panfleteo"
estos contenidos a través de la oralidad para que no tengan esa difusión tan sectaria, tan
propia de la llamada Crítica Cultural o de los ámbitos académicos. En mí hay una intención
consciente de hacer transitar mis textos por lugares donde el pensamiento no es sólo para
paladares difíciles, finos.

 Tú puedes estar un día en tu programa de radio y a la vez en un seminario de Derridá. ¿Cómo
transitas de un lado a otro?

 Tiene que ver con mis propias estrategias de escritura y culturales. Cuando me enfrenté por
primera vez a estos textos que podríamos llamar "difíciles" como Lacan, Foucalt, para mí eran
chino, japonés. Pero había algo ahí, un rumor que me interesó. Y había un interés no sólo por
entenderlos sino por identificar su proposición de mundo. En esos textos había un sonido
desafiante para mí. Y así me di el trabajo de entenderlos y de practicar esas escrituras pero
desangrándolas hacia otros territorios ajenos a los de la crítica cultural.

 Cómo fue el encuentro con esos textos y autores. Cómo llegaron a tus manos Perlongher,
Foucalt. 
Yo tenía un bagaje sino académico sí perceptivo, a través de contenidos que son praxis de las
minorías como la desterriotalización, el estar siempre en el deambular peligroso. Ese discurso
está en la praxis y se corporiza en esos tránsitos afilados en la urbe, en la sobrevivencia. Yo ya
tenía cierta convivencia con esa estrategia discursiva. Más aun en una sociedad como la
chilena tan homofóbica, tan hipócrita donde había una forma de mirar transversalizada. De ver
la política con sospecha sobre los discurso oficiales, del poder desde una situación
homosexuada, proletarizada que me ponían en un lugar "otro" para conseguir esas estrategias
de dominación. Estos materiales me llegaron a través de revistas, cuando esos libros eran
escasos. Específicamente a través de la revista Página Abierta donde confluía lo académico con
lo popular. También tiene que ver con la oralidad, con lo que te cuentan, con desarrollar una
atención, esos nombres me llegaron más de oídas que por lecturas. De conferencias,
conversaciones, a "lo copuchento". Yo tenía ecos pulsionales que estaban encerrados en esas
voces. 

¿Cuáles de esas voces te resulta más empática, te genera más sentidos?

  Antes de entrar en la crónica tuve mucha relación con la poesía, con los poetas. Uno de los
detonantes afectivos, emotivos más importantes para mí fue Nestor Perlongher. Con él
encontré complejidades políticas, un lenguaje completo y complejo pero rico en fisuras. Creo
que tuve un enamoramiento con él. Yo tuve con él primero un enganche como poeta más que
con su trabajo crítico, específicamente con Cadáveres que es un poema grandioso, grandioso.
Después vinieron sus textos teóricos.

 En relación a tus lenguajes de expresión, ¿cómo conviven los distintos lenguajes que has
manejado? Primero está tu proyecto con las Yeguas de la Apocalipsis que se inserta en una
línea estética, corporal; luego está tu trabajo narrativo con los libros de crónicas, y ahora
incursionas en la oralidad con el programa Cancionero en la radio Tierra.

Conviven absolutamente. Por ejemplo, el trabajo de las Yeguas de la Apocalipsis tenía mucho
que ver con la escritura, con la inscripción de un tema no tocado en el país como era la
homosexualidad en ese tiempo, en los albores de la democracia. Fue una inscripción de ese
tema, y todo nuestro trabajo tenía que ver con la escritura ya sea con los nombres de las
personas, o con cierta conceptualización. Además teníamos una relación muy fuerte con los
textos de poetas y escritoras, como Carmen Berenguer y Diamela Eltit. Las Yeguas ... fue en
cierta forma un ejercicio para llegar a la escritura, para hacer de esa exposición corporal un
registro que estuviera abierto a lo escritural. Lo que ahora hago tiene más que ver con lo
auditivo que con lo visual, está en relación a lo oral. El susurro escritural es más sugerente y
más femenino, en ese sentido los discursos emancipatorios tienen que ver con mis alianzas, y
con mis interlocutores que en su mayoría son mujeres. 

Ahora que hablas de interlocutoras mujeres, me llama la atención la proximidad y alianza que
se establece entre la minoría mujer y la minoría homosexual. De hecho ahora estamos en La
Morada, que es por definición la casa de la mujer y tú trabajas acá, tienes un programa en su
radio. ¿Cuál es la filiación específica que existe entre estos dos grupos?

 Tendrá que ver con Edipo, con Edipín.......(risas). Hay una cosa que tiene que ver con lo que
sostiene Gilles Deleuze que todo devenir minoritario pasa por un devenir mujer
evidentemente, pasa por ahí, se complicita en esa matriz. Precisamente por la relación con el
poder, toda minoría gay, sexual, étnica pasa por el devenir mujer. Y más allá de eso, esto
puede sonar como eslogan, y es que todo lo que yo he aprendido lo he aprendido de ese lugar
- la mujer- en términos de confrontación a lo dominante, a lo fálico. Y de alguna manera eso ha
sido mi vida, una oblicuidad a lo dominante. Esto que me parecía tan maravilloso, estos
discursos transgresores de decir todo cara de palo, ya habían sido practicados por mujeres. Ya
existía una Kristeva..., fue fuerte darme cuenta que estos materiales de una tremenda
espontaneidad pulsional ya tenían un fundamento.

¿Esta filiación del mundo gay al mundo de la mujer, hace que el movimiento homosexual sea
menos autónomo en sus políticas y definiciones?

 Primero el mundo homosexual es un universo enorme lleno de matices. Yo te podría hablar


desde el mariconaje guerrero que yo practico nada más. No todas las homosexualidades
tienen que ver con este discurso. Existe una homosexualidad gay, blanca, apolínea que se
adosa al poder por conveniencia. En ese sentido hay minorías dentro de las minorías, lugares
que son triplemente segregados como lo es el travestismo. No el trasvestismo del show que
ocupa su lugar en el circo de las comunicaciones, sino que el trasvestismo prostibular. El que se
juega en la calle, el que se juega al filo de la calle, ese es segregado dentro del mundo gay, o
también son segregados los homosexuales más evidentes en este mundo masculino. Aquí en
Chile por ejemplo, donde yo vivo que es una población, lo gay se entiende como una rara
ecología, "qué es eso" ,un cierto arribismo de comerse la palabrita y sustituirla por otras, de
encubrir las otras categorías que han recreado tanto la homofobia como el folklore
homosexual. Son palabras de agresión a lo homosexual, como el coliza otereso, que al usarlas
yo la descargo de esa energía brutal. 

Y en esa amplitud, ¿cuál es la homosexualidad que más te interesa a ti como proyecto crítico
cultural? 

"La loca" y el gay apolíneo son categorías distintas pero no contrapuestas, en todo gay hay una
loca que se desviste frente al espejo, privadamente. Pero también en ese fetichismo de la
femme exagerada también hay un enganche con la madre, un lugar emotivo. Pero más allá de
eso, y es lo que me interesa a mí, me interesa lo homosexual como una construcción cultural,
como una otra forma de pensarse. Una otra forma de imaginar el mundo, no sólo desde la
teoría homosexual sino que desde todos los lugares agredidos y dejados delado por esta
maquinaria neoliberal y globalizante. Yo sigo apostando por esos lugares mínimos, a pérdida.
Me interesan las homosexualidades como una construcción cultural como una forma de
permitirse la duda, la pregunta; quebrar el falogocentrismo que uno tiene instalado en la
cabeza. Es como la construcción cultural de un otro, tal vez en ese otro están incluidos otros
colores, otras posibilidades insospechadas de las minorías. En ese sentido, creo que la cuestión
homosexual, esta criatura perversa que puso en escena la ciencia, tiene un lugar ganado. Hay
una legalización pero desde el punto de vista del poder. Por ejemplo, en Chile cambió la ley
que condenaba la sodomía, el articulo35, pero más allá de eso hay una homofobia ambiental
en la subjetividad colectiva de los chilenos. Entonces el camino legal y el de mentalidad van
por carriles distintos, tiene que pasar por la inserción de la cuestión homosexual en lo social,
no como privilegio, ni como algo políticamente correcto sino que como un devenir más en este
abanico múltiple y poliformo de la sexualidad en evolución y constante cambio. Tal vez, la
homosexualidad pudiera ser una parada en esta evolución y ser una sexualidad por venir, por
hacerse. 

Puedo visualizar como la homosexualidad dialoga con el "centro", pero no me queda claro de
qué forma los minorías/"otros" dialogan con las minorías/"otros. Estas distintas
homosexualidades - como construcciones identitarias y culturales delas que tú hablas-
¿ dialogan entre sí? 

Yo no privilegio el sexo, el falo a falo, eso me da lo mismo, eso ocurre en las cárceles, en el
servicio militar donde los hombres practican la homosexualidad y después salen. Ellos no son
homosexuales, es algo circunstancial. Creo que a futuro la homosexualidad va a ser una
práctica entre los hombres, en cuanto a ese tecnicolor, ese tornasol que tiene en sus alas
simbólicas el pensarse loca desaparezca, para caer en esa concepción neofacista del macho a
macho. Ahí habría un triunfo de la homosexualidad capitalista. En mi caso hay ciertos diálogo
con homosexuales, más con mujeres pero más que nada tengo ecos en lo popular. Si te fijas el
humor chileno se articula principalmente en torno a la burla del más pobre, de los lugares más
deficitarios, más huérfanos: la mujer, el gay, el asalariado, el indígena. Hay una complicidad
con ese mundo que se arma desde mis textos, y quizás con mis contenidos pero de manera
intuitiva, que responde a esta carta naufragada que yo mando a las masas. Y en eso la radio ha
sido importantísimo. Además no todas mis crónicas son sobre la homosexualidad, pero hay
algo ahí que no necesita decir su nombre para que no esté contaminado con esa otra forma de
sueño, de utopías de mundo. En la radio ocurre que hay una voz que es mi voz, hay una cosa
interesante porque la voz está cargada de simbolismos, pero la voz no sólo como sonidos
sino que como depositaria de simbolismos que están cargados de desilusiones amorosas. Ahí
se produce una irrigación hacia quienes creen que hay una salida sin retorno que nos plantea
el 2000. 

Tu ojo es muy certero para retratar distintos mundos, élites, clases populares, minorías,
poderosos. ¿Cómo es la técnica del Pedro Lemebel como cronista para registrar esas distintas
realidades?

Me baso en la polarización de temas, un resentimiento latente tiene que ver concierto


blanqueo que ha habido en Chile. Hay términos vedados como proletariado, burguesía; nadie
es pobre en Chile. La ropa americana tendió a homogeneizar la facha. Frente al blanqueo de
los temas confrontaciones, yo rescato la confrontación, la indignidad de asumirse como
asalariado. Frente a todo ese populismo chileno, el objetivo de mi último libro, De Perlas y
Cicatrices,fue reflotar esa confrontación social política desde el género. Porque "la loca “no es
real, es más bien una metáfora sobre la homosexualidad y la femeneidad. Por eso nos hicimos
llamar Yeguas.., como un gesto de enorme cariño hacia esa femeneidad castigada desde el
encanto tercermundista. 

En De Perlas y Cicatrices también hay una deconstrucción de héroes nacionales, especialmente


de ciertos "mitos nacionales" que se han instalado en el imaginario mediático 

Eso es consciente porque aquí la transición a la democracia dejo la televisión intacta, con su
misma cara fascista. El mismo animador que animaba los cumpleaños de Pinochet siguió
animando la cueca concertacionista. Por ejemplo, siguieron los mismos problemas de humor
que eran proclives a la Dictadura sin tomar en cuenta el poder de los medios de comunicación.
Entonces, es muy lógico que estos momentos estemos a punto de tener un gobierno de
derecha. Las mismas caras que comulgaron con el régimen de Pinochet siguieron vigentes,
aplaudidas y avaladas por la Democracia. Hay una memoria que lo tiene registrado pero que lo
encubre con cierta amnesia carnavalesca que se produjo con el cambio de sistema, que hizo
que todo eso pasara a un segundo plano. Aquí no hubo un Nunca Más ni un Nuremberg, aquí
todos se hicieron los lesos, los que no veían ni escuchaban. Chile es eso. La televisión se quedó
ahí bombardeando contra la democracia. Ahora tenemos los costos de haber dejado la TV
chilena intacta. Por ejemplo, aquí la televisión nunca mostró Missing cuando en TV cable la
dan siempre. La Democracia le ha pedido permiso a la TV, ha velado por sus mismo tabúes. Por
ejemplo, todavía hay un desconocimiento del proyecto cultural de la Unidad Popular, en la
televisión el nombre Salvador Allende está vedado.

Cuéntame acerca de tu actual proyecto de escribir la historia homosexual de Chile. La historia


de Chile y la historia homosexual de Chile son historias paralelas, oblicuas, transversales 

Este proyecto se llama "Crónicas de un Pecado" y está financiado por la Fundación Guggeheim.
No es una reconstrucción de la historia homosexual chilena, más bien son apuntes, son trazos
donde la homosexualidad se ha cruzado con la historia nacional. Todo este material está
recopilado de sentencias judiciales, que es el único lugar donde quedó estampado el hecho.
Entonces, desde ahí extraigo los datos, llámese nombres, fechas, datos, la anécdota pura. Yo
reconstruyo la escena, hago la crónica con esos elementos. Este proyecto partiría desde la
Conquista en un encuentro que tuvieron los conquistadores con un indígena ataviado por
plumas, serpientes y especiales vestimentas y que era un chamán homosexual. A los
conquistadores les llamó la atención esta representación de lo varonil, y quedó registrado
como raro. Esta rareza emplumada pasó a ser adjetivada como feminoide. Este encuentro está
en el libro de Levi Strauss, Tristes Trópicos. A mí me basta con saber la anécdota para
reconstruir el personaje y después entra la ficción, que me permite tomar distancia de los
hechos y que es una herramienta necesaria por la imposibilidad de haber sido testigo. Hay otro
caso en el barco Hernando de Magallanes que quedó registrada en las cartas al rey. Hay un
altercado entre Magallanes con otro capitán por un chico atractivo que era el paje de uno de
ellos; al final el chico se tira al mar. También, está el caso de la Esmeralda donde los únicos dos
hombres que se salvaron fue una pareja homosexual que estaba por ahí en lo suyo. Ellos
quedaron registrados en el examen anal que hizo un médico para el juicio de este caso. Esta es
la historia oculta de Chile, que abarca también la matanza de homosexuales durante el
gobierno de Ibáñez. De ese hecho no hay nada escrito, pero todo el mundo lo sabe a modo
de memoria oral. Sólo existe una libreta negra de la policía de Ibañez con los nombres de las
víctimas. Después hago una metáfora de ese barco, de esa libreta. Esta historia no es lineal, es
a través de documentos, objetos. Mi idea es hacer con este material un libro de crónicas y una
novela. La novela se va a llamar "Tengo Miedo Torero" y se basa en el atentado a Pinochet el
año 1996. En esta novela corta hago el enlace entre antes del 73 y la historia actual. No sé si va
a ser una novela, sería un experimento porque nunca he escrito una novela, o quizás termine
siendo un cuento largo. 

Tú escribes una peculiar forma de crónica, y que en tu caso es una fusión de hechos y ficción,
¿Como se articula tu proyecto en este género? 

Yo antes escribía cuentos, pero no sé, encuentro un poco tramposa la ficción. Llegó un
momento el cuento no se ajustaba a mis necesidades de realidad, de denuncia, de biografía y
la crónica me vino como anillo al dedo. Ahora estoy un poco de vuelta pero no a la ficción
porque hay una pasada biográfica de esos sucesos que ya ocurrieron. En lo mío siempre hay un
anclaje en la realidad. Por ejemplo, en el atentado a Pinochet por parte del Frente Manuel
Rodríguez hay una pasada biográfica y amorosa. Pensé que a mi obra le hacía falta una potente
historia de amor, y de esa forma cruzo el zizaguear de la loca con la historia dela dictadura.
Cruzo amor y metralletas. 
Hablemos de otro proyecto tuyo, la reedición de Loco Afán (Crónicas de Sidario) por Editorial
Anagrama. Qué respondes tú al temor que puede existir entre tus lectores de que tu inserción
en un mega editorial pueda desarmar la visión crítica y minoritaria de Pedro Lemebel. 

No tengo muy claras las consecuencias de todo esto, puede ser porque siempre he publicado
en editoriales pequeñas. Ahora evidentemente estoy consciente que estoy en un lugar
peligroso, en qué momento esta perspectiva denunciante, batallante va a ser desencontrada o
va a encontrar una fórmula cómoda y conservadora. Es un momento difícil para mí, y tengo
que pensarlo muy bien, cómo entro, cómo cruzo fronteras y logro salir sin ser detectado. Yo
creo que la estrategia contrabandista sigue, permanecer con cierta dignidad en estos juegos y
transacciones de mi producción literaria. Es difícil pero a la vez me puede ofrecer un pasar
tranquilo al publicar en estas grandes casas editoriales. Porqué no, por qué debo quedarme en
la marginalidad y podrirme ahí. Pareciera que el sistema te deja en ese rincón. Por eso quiero
cruzar fronteras culturales, de género. Incluso la crónica que escribo es un cruzar de fronteras,
del periodismo, la canción, el panfleto. De alguna forma me he entrenado en escabullir los
mecanismos del poder. 

¿Cómo ves la recepción de tu obra, específicamente en Loco Afán, que tiene fuerte raigambre
local, jerga chilena en un contexto global? 

Creo que específicamente ese libro pudo interesar porque cruzar temas como el sida y la
homosexualidad, pero el sida desde los cuerpos vivos, no desde la medicina y el virus. La
medicina tan preocupada por las estrategias de permeación del SIDA, la super estrella. Yo
trabajo la enfermedad desde los cuerpos, con un gesto de desacato a la mirada cristiana que
hay sobre la enfermedad a través de una mirada sarcástica del tercer mundo que no tiene otra
opción que reírse para no asumir nunca el tatuaje del dolor. También, me interesa que mi
texto entre a dialogar con otros textos similares, como los de Copi en España y otros. Entraría
en una suerte de agregar otra postura en relación a la homosexualidad. Me interesa ponerlo
en conversación con otros. 

revista LUCERO, Universidad de California ,Berkeley, año 2000

Manifiesto (Hablo por mi diferencia)


di Pedro Lemebel
No soy Pasolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la justicia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odio
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En esas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es un buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso en el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y ya va a caer, y ya va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese huevo
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alita rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.
De Perlas y cicatrices

De Perlas y cicatrices es el tercer libro de Pedro


Lemebel, que reúne relatos provenientes, en su mayoría, del programa radial
“Cancionero”, donde -como dice el autor en el prólogo del título- “este puñado
de crónicas se hicieron públicas en el goteo oral de su musicalizado relato”. El
libro se organiza en ocho capítulos, en los cuales se describen escenas urbanas y
callejeras, bajo títulos aterciopelados como “Sombrío fosforecer”, “Dulce
veleidad”, “De misses top, reinas lagartijas y otras acuarelas”, “Sufro al pensar”,
“Relicario”, “Río Rebelde”, “Quiltra lunera”, “Relamido frenesí” y “Soberbia
calamidad, verde perejil”. Como se trata de “crónicas radiales”, cada uno de
estos capítulos arranca de una o más referencias al cancionero popular, las que
les dan sentido y les proporcionan una atmósfera, como señala su autor: “El
gorgoreo de la emoción, el telón de fondo pintado por bolereados, rockeados o
valseados contagios, se dispersó en el aire radial que aspiraron los oyentes”.
http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-96699.html

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