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2 Pe - Am
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Fany Ivashkov
Vane V astrea75
Fany Ivashkkov, Lu
Ami Natera
Lu
Fany Ivashkov
Fany Ivashkov
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Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
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Lo deseaba.
Era tan sencillo como eso.
También era peligroso.
Me encontraba dispuesta a arriesgarlo todo solo por una noche con él.
Mientras veía mi vida cuidadosamente estructurada derrumbarse a mí alrededor,
lo necesitaba para que me hiciera olvidar.
Preston era todo de lo que sabía que tenía que alejarme, pero imposible de dejar
atrás.
Él sería mi perdición, mi caída, pero no quería nada más que ser deshecha.
The Private, #2
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Página | 11 Me di vuelta y vi el coche seguía detrás de nosotros, incluso después de toda esa
conducción de lujo, y miré a Preston.
—Sigue allí. ¿Qué vas a hacer? —Nunca había estado en una persecución de
coches antes. En todas las películas que había visto, el coche siendo seguido o bien
perdió el otro coche, o se estrellaba. No habíamos alcanzado la primera y esperaba
evitar la última.
—Sujétate fuerte —dijo de nuevo, haciendo mis ojos rodar. Reanudé mi agarre en
la puerta y en su brazo.
Él se detuvo en un estacionamiento de almacén vacío, atrayendo al otro auto
detrás de él, luego lo aceleró, apuntando con su auto por un estrecho callejón que corría
a lo largo de la parte trasera del edificio. Incluso para un auto tan pequeño como el
Lotus, era un poco apretado, y me encontré cerrando los ojos con miedo, mis dedos
agarrando el brazo de Preston. Sin duda, el vehículo que nos seguía no podría hacerlo a
través del mismo callejón. Sentí el auto abandonar el suelo, haciendo que la misma
sensación en el estómago como cuando llegas a la cima de una montaña rusa y luego
caes rápidamente. Ingravidez. Estábamos en el aire. Dejé escapar un grito ahogado, pero
me sumergí de nuevo en silencio cuando el auto se sacudió de vuelta en el pavimento.
Mis ojos se abrieron, y me sentí aliviada al ver que estábamos, de hecho, en tierra
y en una sola pieza. Miré a Preston y sus ojos estaban enfocados mientras conducía. Me
di la vuelta rápidamente para mirar detrás de nosotros, pero no vi el coche por más
tiempo.
—Creo que lo perdiste —dije en voz baja, el coche en silencio, aparte de nuestras
pesadas respiraciones.
Preston no respondió de inmediato, pero cuando lo hizo, todo lo que dijo fue—:
Espera.
De repente, volé hacia adelante y hacia un lado, sólo para sentir el brazo de
Preston extenderse hacia afuera y presionarme de nuevo en mi asiento. Entonces
estábamos quietos por un segundo. Su mano voló a la palanca de cambios, poniendo
reversa. Preston puso su brazo sobre el respaldo del asiento y miró por el parabrisas
trasero del coche, dando tumbos hacia atrás por otro callejón. Cerré los ojos con fuerza
una vez más, temiendo que nos estrellaríamos.
Entonces nos quedamos quietos. El coche estaba apagado, al igual que los faros.
Abrí los ojos y sentí las manos de Preston en mi cara, girándola hacia él.
—¿Estás bien? —preguntó, sus ojos vagando sobre mi cara, inspeccionándome.
—Preston. —Respiré. Mi voz se había ido y su nombre fue simplemente aire.
—Lena, nena —dijo, tirando de mí hacia él, guiando mi cara en su cuello, sus
brazos envolviéndose alrededor de mis hombros—. Está bien. Lo siento —susurró.
Respiro en él, tratando muy duro para no llorar, la adrenalina haciendo que mi corazón
Página | 12 se acelere y mis ojos llenos de lágrimas.
—Estoy b-bien —tartamudeé. Luego el auto se iluminó y se alejó de mí. Dos faros
estaban radiantes a la derecha en el coche y me congelé, aparte del temblor, sin saber lo
que estaba pasando. Preston agarró mi rostro y me miró, hablando con claridad y
rapidez.
—Me encargaré de esto, Lena. No salgas del auto, ¿de acuerdo?
Asentí con la cabeza, sus manos aún en mis mejillas. Luego presionó un beso muy
rápido a mis labios y fue a abrir la puerta. Estaba a medio camino cuando oí la voz de
un hombre.
—No tan rápido, Reid. Vuelve al coche y rueda la ventana hacia abajo. —Los
faros se apagaron, nos envolviéndonos en la oscuridad de nuevo. Preston se deslizó en
el interior del coche y bajó la ventanilla como se le pidió.
—Mierda —murmuró en voz baja. Se acercó y le dio a mi rodilla un rápido
apretón—. Todo va a estar bien. Lo prometo —dijo en voz baja.
Oí pasos que se acercaban al coche, y a pesar de que Preston ya no parecía
amenazado, todavía estaba temblando y asustada. Mirando a la persona que nos había
perseguido, mis ojos se movían a través de la oscuridad. Por último, la silueta de un
hombre apareció, acercándose a nosotros con paso firme, sin prisas. Era un hombre alto,
redondo. Fácilmente ciento treinta y seis kilos, quizás un metro ochenta y dos de altura.
Tuvo suerte que nos persiguió en su auto, porque Preston sin esfuerzo podría batirlo en
una carrera a pie.
—Reid, buena noche para un viaje tranquilo. —El hombre estaba justo fuera del
lado del conductor del auto ahora, mirando adentro a Preston.
—Edgar, yo diría que fue un placer verte, pero estaría mintiendo.
Tragué saliva, enloqueciendo un poco de que Preston estaba fanfarroneando al
hombre que nos había atrapado en un callejón.
—Sabes que me gusta cuando me llamas Eddie —dijo el hombre, poniendo una
mano en la puerta e inclinándose hacia abajo de modo que su cabeza estaba a la vista. Su
cara igualaba su cuerpo, redondo y lleno.
—¿Qué quieres, Eddie? —La voz de Preston era baja y enojada.
—Sólo estoy comprobando en mis activos. —Los ojos de Eddie, cayeron sobre
mí—. Hola, Lena, querida. Espero que nuestra pequeña persecución de coches no te
haya asustado tan mal.
Vi un músculo en la mandíbula de Preston contrayéndose y su agarre en el
volante apretado.
—Una vez más, ¿qué quieres? —Su voz era incluso más baja ahora, casi un
gruñido.
Página | 13 —Sólo quiero asegurarse de que has pensado a través de todas tus acciones, Reid
—Los ojos de Eddie viajaron a mí otra vez—. Algunos de nosotros estamos empezando
a dudar de tus capacidades de toma de decisiones.
—No contesto a ti, Eddie, pero incluso si lo hiciera, lo único que diría es que sólo
estoy haciendo mi trabajo.
Eddie rió, luego suspiró. —Tienes bolas, Reid. Te voy a dar eso. —Eddie se puso
de pie y golpeó su mano sobre el techo del coche—. Este trabajo no va bien. Vas a perder
mucho más que tus bolas, Reid. No digas que no te lo advertí —Con esas palabras de
despedida, Eddie volvió a su coche. Después de un momento, los faros se encendieron,
inundando el Lotus con la luz de nuevo, luego retrocedió y se alejó.
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Exhalé en gran medida cuando su auto estuvo fuera de vista. Luego me giré hacia
Preston, quien seguía sujetando el volante con tanta fuerza que tenía los nudillos
blancos.
—¿Qué demonios fue todo eso? —Las manos de Preston finalmente se aflojaron
en el volante, pero en vez de responderme, solo encendió el auto e nuevo y movió la
palanca de cambios. Salió del callejón y empezó a conducir otra vez en la ciudad—.
Preston, ¿por qué ese chico te persigue por toda la ciudad y luego se aleja de esa
manera?
Dejó escapar un suspiro agravado. —Eddie es alguien con quien trabajo. Solo
trataba de asustarme. No quiero que te preocupes por eso.
—¿Cómo sabía mi nombre?
—Como dije, trabajo con él.
—Pensé que dijiste que estabas en el negocio de los secretos. No entiendo por qué
él necesita saber mi nombre. —Algo estaba mal por la forma en que Eddie se acercó a
Preston. Me puso nerviosa, como si de alguna manera estuviera envuelta en algo de lo
que no quisiera ser parte y me lo hubiera metido en la cabeza.
—Escucha, él no sabe que me contrataste. Ni siquiera sabe los detalles del caso.
Demonios, ni siquiera hubiera sabido que trabajaba contigo hasta que me vio junto a ti
—no eres exactamente irreconocible.
—¿Qué se supone que signifique eso?
—Significa, cualquier persona que es alguien en esta ciudad vería tu rostro y
sabría tu nombre. Eres Lena jodida Bellows, por el amor de Cristo. —Ahora gritaba, su
voz enojada y agitada. Su mano se cerró de golpe en el volante mientras gritaba—.
¡Infiernos! —Dio un giro brusco a la derecha y luego se detuvo a un lado de la carretera.
Estacionó el auto y luego se giró en su asiento hacia mí—. Escucha, nunca pretendí en
que quedaras envuelta de esta manera. Cuando tomé este trabajo, pensé que sería una
volcada. Estaría de entrada y salida en cuestión de días y luego seguiría de largo, como
siempre lo he hecho. —Su voz se suavizó mientras hablaba, sus ojos implorándome que
lo escuchara y entendiera.
»No esperaba ser atraído por ti, Lena. No podía haberme preparado por la
atracción que sentí cuando nos conocimos. Debí haber rechazado el trabajo, debí
alejarme, pero no soy tan fuerte. —Su voz había perdido toda aspereza y la ira de antes,
ahora como la seda.
Sus ojos cayeron a mis pechos desnudos y su pene salto contra mi muslo.
―Te necesito ―lloriqueé, empujando mis caderas hacia arriba para encontrarme
con su mano. Grite cuando sus dientes gentilmente tiraron de mi pezón, pero no fue
suficiente―. Preston. ―Gemí.
En un momento, se había ido. Su peso se levantó de encima de mí y su mano
desapareció de mi interior. Luego quitó mis bragas y las empujo al suelo. Mis ojos lo
encontraron y vi su rostro cuando se movió sobre mí, su punta presionando contra mi
apertura. Mantuve mis ojos en los suyos, nuestras miradas nunca dejando al otro
mientras lentamente presionaba su pene dentro de mí. Di un grito ahogado ante la
sensación de él, duro y caliente, estirándome, sintiéndome más llena de lo que jamás
podría haber anticipado.
―Oh, Dios ―dije, con voz rasposa―. Esto es muy bueno.
Cuando estuvo completamente asentado en mí, cuando pude sentirlo empujando
la parte más profunda de mí, suspire y su rostro apareció en el hueco de mi cuello.
Envolví mis brazos alrededor de él, su caliente aliento contra mi cuello.
Después de un momento, puso dulces besos a lo largo de mi hombro y susurro―:
Voy a moverme ahora.
No tuve tiempo de responder antes de que se retirara suavemente, por lo que
pude sentir todos los matices y crestas de él deslizándose contra mí. Cuando casi estaba
todo el camino fuera solo, con su cabeza dentro, se movió rápidamente de nuevo,
haciendo que mi respiración desapareciera, mis piernas se empujen hacia arriba a lo
largo de sus caderas, y mi espalda se arquee saliendo de la cama. Fue magnifico.
―Dulce Jesús. ―Gruñó―. Lena, eres perfecta.
―Mmmhmm. ―Era todo lo que podía manejar si él seguía con ese ritmo
empujando dentro y fuera. Sus manos se movieron sobre mí, desde mis muslos a los
pechos, mi cuello a mis muñecas. Estaba en todas partes y yo estaba flotando en una
nube, simplemente persiguiendo todas las sensaciones que mi cuerpo estaba
redescubriendo. Había sido un largo tiempo desde que un hombre me había tocado,
pero mi cuerpo nunca se había sentido de esa manera antes. Intente decirme a mí misma
que era solo porque había sido un largo tiempo desde que había estado con un hombre,
pero mi mente argumentó que no era la sensación de las manos corriendo por mis
pechos, era el hombre al que esas manos pertenecían el que estaba provocando esa
respuesta en mí.
Al principio era lento y suave. Me sentía como si nos estuviéramos habituando el
uno al otro, la forma en que cada uno se sentía con el cuerpo del otro. Pero después de
que estábamos familiarizados, él se tomó libertades y yo lo deje. Me acomodo como me
quería, elogiándome cada vez que encontraba algo nuevo que le gustaba.
Página | 23 Se puso uno de mis tobillos sobre el hombro y gimió con alivio, como si hubiera
estado esperando ese momento toda su vida. Colocó ambas piernas sobre sus hombros,
mis tobillos descansando en su amplitud. No podía contener su audible placer cuando
se hundió en mí plenamente.
―Joder, estoy tan profundo. Y estas tan apretada.
Una vez más, todo lo que podía hacer era gemir en acuerdo. Estaba profundo, tan
profundo que casi dolía, pero era un dolor bueno, y sabía que estaría feliz de estar
adolorida mañana si era así como lo había ganado. Sentí el endurecimiento entre mis
piernas, a través de mi espalda arqueada, todo el camino hasta mi cuello. Sabía que
estaba cerca del orgasmo, y llegue entre nosotros para instarme a mí misma sobre la
cúspide.
―Tócate, bebé ―dijo, mientras miraba desaparecer mi mano―. Frota tu clítoris y
hazte correr.
Mis dedos encontraron mi adolorido clítoris. Mi cuerpo se sacudió contra la
sensación, mis caderas saltaron hacia arriba para encontrar las estocadas de Preston y
me retorcí de esta manera hasta que finalmente rompió a través de mí, cayendo con
locura desde lo alto del orgasmo. El hormigueo se hizo camino a través de todo mi
cuerpo y me sacudió con la liberación. Mi coño apretó su pene, pulsando, gloriosamente
tratando de aferrarse a él. Preston me folló todo el camino a través de mi clímax,
maldiciendo entre dientes.
―Maldición, Lena. Eso fue lo más malditamente hermoso que he visto nunca.
No podía hablar, no podía encontrar mi voz aun, así que solo empuje mis caderas
hacia él de nuevo, no queriendo que se detuviera. Quería encontrar la misma euforia
que tenía, quería que me usara para llegar allí. Moví mis piernas hasta su cintura y
envolví mis tobillos alrededor de él, empujándolo hacia mí, y permitiéndome
encontrarlo empuje contra empuje, moliendo mis caderas hacia arriba para encontrarme
con él.
Sus ojos rodaron hacia atrás en su cabeza y sabía que estaba sintiendo mi coño
envuelto alrededor de él, incluso más mojado con mi clímax, caliente y húmedo,
agarrándolo.
―Quiero que te corras, Preston. Dime como lo hago ―le suplique.
Gruñó en respuesta, entonces se movió hacia abajo, sus manos deslizándose
debajo mío, agarrando mi hombros, empujándome hacia él más duro. Jadee por la
nueva sensación. Luego me perdí en mi misma. Se estaba moviendo con un propósito
ahora, no solo para hacerme sentir bien, sino para encontrar la liberación. Hice todo lo
posible por ayudar incluso si se trataba de una estratagema egoísta. Su pene se sentía
magnifico moliendo en mí, empujando dentro y fuera, llegando a cada rincón que sufría
por él.
Él pistoneaba adentro y afuera en un rápido ritmo, su respiración cada vez más
Página | 24 rápida, entonces mordió mi hombro lo suficientemente duro para enviarme en espiral a
otro tembloroso orgasmo. Lo oí gruñir y supe que había encontrado su liberación
también.
Mi núcleo pulsando alrededor de él, sacudida tras sacudida de placer
haciéndome apretarlo alrededor, todo el tiempo sintiendo el movimiento dentro de mí.
Esto era lo más erótico y glorioso que jamás había experimentado.
El sudor pegajoso de nuestros cuerpos se aferraron el uno al otro, nuestra
respiración entrando en rápidos jadeos y él se derritió en mí. Sus músculos se pusieron
laxos, relajándose encima mío. Tome su peso con mucho gusto, deleitada en esto, y me
encanto la sensación de él rodeándome en todas las formas posibles.
Una vez que ambos nos acomodamos, se salió de mí, moviéndose para apoyar su
frente contra la mía y empujando mi espalda contra él. Su brazo se posó sobre la curva
de la cintura y busco mi mano. La encontró y pasó los dedos por los míos,
entrelazándolos. Su pie engancho el edredón de los pies de la cama, que se había
convertido en un lio arrugado durante nuestra proeza. Dio una patada hacia arriba y
agarró el borde con la mano libre, tirando de él hasta nuestro pecho, cubriéndonos.
―Duerme ―murmuró contra mí oído derecho antes que me diera un beso allí.
Estaba demasiado cansada para responder, así que me deje ir.
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Traducido por Lu
Corregido por Ami Natera
Fui sacada de un sueño muy profundo por los dedos de Preston arrastrándose a
través de mi hendidura. Al principio era suave, tratando de despertarme de mi sueño
sin sobresaltarme. Pero se volvió más insistente en su roce y desperté totalmente
excitada y jadeante. Mi mano agarró su muñeca por instinto y mis ojos se abrieron para
encontrar los suyos con un gemido escapándoseme.
—Buenos días, amor. —Fue todo lo que dijo mientras mis ojos hacían un millón
de preguntas. Entonces su pulgar encontró mi clítoris y mis ojos se cerraron en un
gemido, y todas las preguntas habían flotado lejos—. Así es —dijo con una voz tan baja
y sexy que casi me vine apenas escuchándolo—. Te voy a dar lo que necesitas y luego
voy a tomar lo que quiero.
Sus palabras me dispararon en un orgasmo. Era rápido, apresurado,
estremecedor pero se sentía jodidamente fantástico.
—Buena chica —dijo con una sonrisa maliciosa. Traté de responder, pero fue
interrumpido por sus manos en mis caderas. Él se retiró y luego me volcó sobre mi
estómago—. De rodillas, Lena. —Habría cumplido, pero me encontré siendo forzadas en
la posición por él, y que, de forma inesperada, hizo que un escalofrío de emoción me
atravesara. Él me condujo, poniéndome donde me quería, exigiendo cosas de mí y
encendiéndome instantáneamente.
Su mano estaba en mi espalda, entre los omóplatos y presionó suavemente en el
colchón.
—Lena, bebé, quiero que te aferres a las tablas en la cabecera de la cama para mí.
Agárrate fuerte y bloquea los codos. —Su mano acarició mi espalda a lo largo de la
columna vertebral, hasta el fondo de mi culo, cuando alcancé hacia delante e hice lo que
me pidió—. Ayer por la noche fue fantástico, pero hoy voy a follarte como lo he
imaginado desde que te conocí.
Tomé una respiración estremeciéndome. Sus palabras tienen un efecto físico en
mí. Enderecé mis brazos y cerré mis codos.
—Mantén los brazos rectos, bebé. No quiero hacerte daño.
—Está bien —murmuré. La mitad en la almohada se erizó alrededor de mi cara.
Su mano se deslizó por mi columna vertebral y rizó alrededor de mi hombro, su tacto
suave hasta que su agarre se volvió firme. Entonces grité, la mitad por sorpresa y la otra
mitad en éxtasis, ya que chocó contra mí.
Página | 26 —Mierda —gruñó, se detuvo por un momento tan profundo en mí; podía sentir
su escroto contra la sensible piel de los labios—. ¿Estás bien? —Su pregunta era
tranquila y preocupada.
—Sí. —Logré decir. Quería decirle que yo estaba jodidamente bien, o tan
completamente fantástica con él llenándome, pero bien era todo lo que podía salir.
Tomó mi 'bien' como afirmativo y comenzó a embestir. Comprendí de inmediato
por qué quería mis codos bloqueados. Saboreo todas las sensaciones que tuve al utilizar
mis brazos para empujar el culo con sus embestidas. Reclamó, con las manos agarrando
mis caderas, tirando de mí sobre él, murmurando obscenidades que no hicieron nada,
pero encendiéndome aún más.
—Tu coño fue malditamente hecho para mí —dijo entre empujes—. Tu hermoso
coño pertenece a mí ahora. —Fue seguido de—: Jesús, te sientes tan jodidamente
fantástica en mi pene, Lena. —Él era obsceno y sucio, y tenía razón: mi cuerpo amaba
cada segundo de ello y le hizo pertenecer a él. Yo era un caso perdido.
Se vino en un rugido, gruñendo a través de su liberación. Una mano agarró mi
cadera, la otra enroscada sobre mi hombro, presionándose a sí mismo tan
completamente en mí y yo estaba jadeando.
Esta vez, cuando se desplomó sobre la cama junto a mí, ninguno de los dos se
movió hacia el otro. Estaba luchando para recuperar el aliento y él estaba haciendo lo
mismo. No pude averiguar exactamente por qué yo estaba sin aliento: él había hecho
todo el trabajo duro. Pero teniéndolo a él de esa manera había sido demasiado
estimulante y me había perdido en él.
Finalmente, hizo girar su cabeza hacia mí, mi cara todavía empujando
profundamente en sus mullidas almohadas.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.
—Mmmhmmm. —Fue mi respuesta.
—Lena, por favor, necesito algunas palabras reales.
Gemí, pero luego levanté la cabeza de la almohada celeste y declaré—: Estoy
fantástica, gracias. —Entonces deje caer mi cabeza y disfrutado de la luminiscencia
residual.
Se rió entre dientes, pero luego se hizo el silencio y me estabilizó de nuevo.
Después de unos minutos, la cama se movió y observé mientras Preston
caminaba desnudo en su cuarto de baño adjunto. Por suerte para mí, yo no tenía que
mover la cabeza en absoluto para ver todo su viaje cuando su cuerpo glorioso cincelado
con gracia me dejó. Era exactamente lo que Dios había previsto cuando creó al hombre;
estaba segura de ello. Cada músculo moviéndose de acuerdo con los otros; largos y
delgados músculos en las piernas complementan los músculos más voluminosos en el
pecho y los brazos. Yo sabía que nunca sería capaz de mirarlo a él en su chaqueta de
cuero y pantalones vaqueros de nuevo sin imaginármelo así, desnudo y pavoneándose a
Página | 27 través de su casa.
—No estoy en peligro y Derrek no puede saber que fui a casa la última…
—¡NO LE IMPORTA SI VAS A CASA O NO, LENA! —Preston estaba fuera de su
cama y gritando mientras se dirigía hacia mí. —A él no le importa lo que hagas o si
dormías en su cama la noche anterior. No. Le. Importa. Pero no voy a detener que vayas
a casa corriendo por él. —Se encontraba justo en frente de mí, en voz alta y enojado,
pero no me sentía amenazada por su arrebato. Estaba, sin embargo, confundida por este
nuevo Preston.
—No estoy corriendo a casa con él. Simplemente trato de manejar la situación.
Sabes lo que está en juego para mí, Preston. Tú y yo. Somos los únicos que saben lo que
sucede si se entera de que he estado contigo. Pero a la única persona que afectará es a
mí. Pensé que estábamos en el mismo equipo.
—Este no es un equipo. Este es un juego enfermo y jodido que se ha suscrito a
hace siete años que no te puedes imaginar no ganar.
—¿Qué harías si fueras yo, eh? ¿Dejarías a tu esposa follar con algún otro chico y
luego caminar con las manos vacías? Lo dudo mucho. No firmé para esto. Me vi
obligada a jugar a este juego, y que me condenen si tu ego va a causar que empiece mi
vida de nuevo desde cero. Tengo derecho a lo que es mío.
—¿Y yo qué? ¿No tengo derecho a lo que es mío? —Él cerró la distancia entre
nosotros y sus fuertes manos envueltas alrededor de mis hombros mientras me arrastró
a su pecho—. Eres mía, ¿recuerdas? —Acercó su rostro muy cerca del mío. Nuestras
narices se tocaron ligeramente—. Tú hiciste esa decisión. Te entregaste a mí, y ahora eres
mía y que me condenen si dejo que lo que es mío salir por la puerta.
En cuestión de una milésima de segundo, sus labios estaban en los míos y mis
manos estaban en su pecho, tratando de alejarlo, pero una de sus manos alrededor de mi
cintura y la otra ahuecando mi mejilla y aunque el beso comenzó con urgencia, se
derretido lentamente en la desesperación. Sus manos tiraron de mí como si tuviera
miedo de que fuera a flotar. Así que hice lo único que podía pensar y me aferré a él. Me
aferré a él tan duro como se aferró a mí y, finalmente, nos encontramos en la cama de
nuevo, sólo que esta vez no estábamos jodiendo entre sí, o incluso teniendo relaciones
sexuales. Estaba simplemente dejando que me sostuviera.
Me quedé dormida encima de él, todavía desnuda, cubierta solamente por la
manta suave, una de sus manos ahuecadas alrededor de la parte de atrás de mi cuello.
Me desperté con su beso apretado contra mi frente.
—Oye—susurró cuando mis ojos miraron a los suyos.
—Hola —dije, poniendo ambas manos sobre el pecho debajo de la barbilla—.
¿Sigues enojado conmigo?
—Nunca estuve enojado contigo —dijo mientras se metía un mechón de pelo
Página | 30 rebelde detrás de la oreja.
Traducido por-Val-
Corregido por Ami Natera
Página | 32 A pesar de que el Lotus se detuvo en la acera unas pocas casas de la mía, sentí su
tensión. No le gustaba dejarme en la casa que compartía con Derrek y odiaba el hecho
de que tenía que dejarme a pie en esta distancia. Pero ambos sabíamos que no podía
simplemente parar en mi acera. Al menos, todavía no.
—Estaré aquí esta noche. A las once. ―Sus palabras sonaban rudas, pero sabía
que no estaba feliz con la situación—. Si tienes noticias de él, sea lo que sea, quiero
saberlo.
Asentí con la cabeza, mirándolo, mirando a su contracción del músculo de la
mandíbula. Me incliné y puse la mano en la mejilla, tratando de calmarlo. Besé su
mandíbula con ternura, luego me traslade a los labios, tratando de decirle con un beso
que yo también estaba molesta por alejarme, mientras él me vería alejarme. Estaba
agradecida por las ventanas tintadas oscuras en ese momento, sabiendo que ninguno de
los vecinos podía ver nuestro intercambio. Cuando me separé, parecía menos tenso, por
lo que considero el uso de mis tácticas como un éxito. Le di una sonrisa que esperaba no
sea demasiado triste, entonces alcancé la manija de la puerta. Antes de abrir
completamente la puerta, su mano estaba en mi brazo, girándome hacia él.
—Lena, recuerda. Confía en mí. —dijo en tono serio y preocupado.
Asentí de nuevo. —Confío en ti —le contesté, tratando de convencerlo. Porque,
de verdad, lo hacía.
—No me arrepiento de nada de lo que pasa entre nosotros —murmuro. Su
sentimiento me atrapó con la guardia baja.
Pensé en su comentario por un momento y luego sonreí ―una sonrisa de verdad
esta vez― y dije —: Yo tampoco.
Salí del coche y entré a mi casa, preguntándome qué pensaría cualquier persona
si me vieran en este momento.
Llevaba la ropa de él, a pesar de que apenas cabía. Sus pantalones de chándal
grises y una camiseta, sin sujetador, ni bragas, y mis zapatillas. Yo me había puesto su
ropa en la mañana, con ganas de llevar una parte de él conmigo. Me aferré a la cintura
de los pantalones para evitar que se caigan hacia abajo y el cuello de la camiseta se
resbalaba en mi hombro, pero la ropa olía a él, así que estaba más que feliz de usarlos.
Estaba esperando entrar en la casa, donde podría envolver su camisa alrededor de mi
nariz y disfrutar de su aroma sin avergonzarme delante de él.
Al cerrar la puerta de un empujón detrás de mí, oí el sonido inconfundible de su
Lotus conducir lejos. Fruncí el ceño antes de que pudiera detenerme, pero luego apreté
la camisa contra mi nariz e inhalé, amando el olor picante de él. Hice mi camino por las
escaleras y entré en el dormitorio, tomando una visión de mí en el espejo que colgaba en
la pared cerca del armario.
La primera cosa que noté fue que estaba hecha un desastre. Mi pelo era salvaje y
loco, había círculos oscuros bajo los ojos. Cuando me acerqué al espejo para inspeccionar
Página | 33 mi reflejo, vi que a pesar de que parecía cansada, estaba satisfecha. Mis ojos eran claros,
mis mejillas rosadas, y mis labios llenos e hinchados. Me veía exactamente igual a
alguien que había pasado su fin de semana en la cama teniendo sexo.
A pesar de haber tomado una ducha con él en la mañana, mi cabello obviamente
se enfureció y necesitaba volver a arreglarlo, así que fui al baño para encender la ducha.
Me quité su camiseta, oliéndola una vez más, y la doblé, junto con sus pantalones de
chándal, poniéndolos cuidadosamente en el cajón de mi pijama.
Entrando en la ducha, dejé que el agua corriera sobre mí mientras mi mente se
perdía en el fin de semana fantástico que había pasado con él. Tantas imágenes pasaron
por mi mente ―algunas de ellas sensuales, algunas de ellas dulces y algunas de ellas
francamente sucias. Cada una me hizo sonreír y mientras me enjabono el champú del
cabello, pienso en maneras de que puedo pagarle por un fin de semana maravilloso.
—¿Lena? —Escuché la voz de Derrek y quedé inmóvil instantáneamente. No lo
había oído entrar en la casa o en el dormitorio y estaba completamente desprevenida.
No se ocultó, sin embargo; sabía que estaba aquí.
—¿Sí? —dije en voz alta.
—¿Ya mismo terminas? Necesito ducharme antes del trabajo.
—Uh, sí. Sólo dame un momento. —Puse mi cabeza hacia atrás bajo el agua para
enjuagar el champú. De repente, la cortina de la ducha fue arrojada a un lado y él entró
detrás de mí, completamente desnudo. Mis manos fueron inmediatamente a cubrirme,
mi boca abierta hacia él—. ¿Qué estás haciendo? —grité, estrechando mis ojos.
—Vamos, Lena. No es como si no nos hayamos duchado juntos un millón de
veces.
—Derrek, sabes que es diferente ahora —le dije. Iba a salir de la ducha, pero sentí
su agarre en mi brazo, manteniéndome donde yo estaba. Me apretó contra la pared de la
ducha y escalofríos recorrieron mi espalda, el miedo corriendo por mis venas. Esto fue
exactamente lo contrario de lo que sentí cuando Preston me había hecho lo mismo, una
hora antes—. Déjame ir —pedí con la mayor convicción que pude, pero ni siquiera
podía escuchar el temor, haciendo temblar mi voz.
—¿Dónde fuiste cuando dejaste la gala?
—No me sentía bien, así que me fui.
—Sí, pero, ¿a dónde fuiste? —Su mano se apretó más fuerte alrededor de mi
brazo y yo traté de liberarme de su agarre.
—Derrek, me estás haciendo daño.
—Revisé los registros del sistema de alarma. Esto demuestra que alguien vino a
casa esa noche y desactivó la alarma, volviendo a ponerla cuando se fue. Pero, entonces,
nadie volvió a casa el fin de semana. ―Sus ojos eran salvajes y mirando directamente a
los míos—. ¿Dónde estuviste?
Esa noche, cuando salí del trabajo, Preston estaba esperando afuera de mi
edificio, apoyado en su Lotus, como la fantasía de toda mujer en Sixteen Candles1. Con
sus brazos cruzados sobre el pecho, los tobillos cruzados, una sensual chaqueta de cuero
negro apretada sobre sus hombros; se veía tal y como me gustaba imaginármelo en la
cabeza. Me le acerqué con una sonrisa en la cara, un verdadero milagro después del día
que había tenido.
—Hey —dije mientras me detenía a unos centímetros de distancia de él.
Habíamos pasado el fin de semana juntos en la cama, pero, de repente, no estaba segura
de cómo se suponía debía saludarlo, sobre todo desde que nos encontrábamos en
público. Yo todavía estaba muy casada y aún trataba de parecer la persona felizmente
casada que siempre esperé que sería.
—Hola —dijo en respuesta, la comisura de su boca elevándose como si pudiera
leer mi mente y supiera que todo lo que realmente quería hacerle era presionar mi boca
contra la suya y pasar mis dedos por su hermoso cabello. Se alejó del coche de golpe y
abrió la puerta para mí, asegurándose de que me encontrara perfectamente en el interior
antes de cerrarlo. Lo observé dar la vuelta por la parte delantera del coche y entrar por
su lado. Arrancó el Lotus, que ronroneaba como un gato buscando un poco de afecto, y
salió de la zona de aparcamiento.
Una vez que estuvimos fuera del lote y a unas pocas cuadras de distancia, se
inclinó por la consola y colocó su mano en mi rodilla, presionándola suavemente. Giré
mi cabeza hacia él, sonriendo con timidez, agradecida de que hubiera hecho el primer
movimiento al tocarme. Todavía no me encontraba segura de cómo íbamos a proseguir
después de nuestro fin de semana juntos. Extendí mi mano, a la que le dio la vuelta,
para entrelazar sus dedos con los míos.
—Tengo algunas noticias —dijo, mientras expertamente giraba en una esquina
con una sola mano en el volante.
—Por favor, que sea una buena noticia.
—No es una mala noticia, pero tampoco es buena.
2Figura retórica de dicción que consiste en la repetición de uno o varios sonidos dentro de una misma
palabra o frase.
más información sobre Preston había fracasado y ahora se ha perdido en mi cabeza,
conectando puntos realmente nunca había visto en la misma página antes—. Mis
padres, protectores como eran, tenían un plan muy específico para mi vida. Tenían un
camino muy claro y seguro trazado para mí, y yo nunca lo cuestioné. Ni una sola vez
pensé para mí misma o pensaba acerca de si o no lo que querían para mí era lo que
Página | 45 quería para mí.
—¿Crees que es por eso que terminaste con alguien como Derrek?
—Oh, terminé con Derrek porque era exactamente lo que mi padre quería. No
hay ninguna duda al respecto. Pero no fue sólo su culpa. Me encantó Derrek. El chico
que conocí en mi segundo año de la universidad no es el mismo hombre con el que
estoy casada con la actualidad. Pero toda mi vida, mi padre trató de manipular para
hacer lo que quería. Todo vino de un lugar de amor, pero era sofocante. Me enviaron a
una escuela sólo para chicas, para no quedar atrapada con chicos. Me vi obligada a ser
voluntaria después de la escuela, lo que hizo imposible tener una vida social. Mis padres
necesitaban saber dónde estaba y lo que estaba haciendo todo el tiempo, y a pesar de
que tenían miedo de perderme, terminaron empujándome lejos.
Me acurruqué más cerca de Preston, dejando que mi mente escapara conmigo y
permitiendo a mi boca hablar las palabras que sólo había pensado alguna vez antes,
nunca dichas en voz alta.
—Cuando lo conocí y mis padres se enteraron de quién era y quién era su padre,
hizo fácil para mí estar con él. Me dieron un poco de holgura, pero en realidad no me lo
dieron a mí; se lo dieron a él. Se me permitió mudarme de los dormitorios en mi primer
año, pero sólo si me iba a vivir con él. Me permitieron elegir mi especialidad, pero sólo
porque podía utilizarla para trabajar, ya sea para mis padres, o los de él, algún día.
Cuando me gradué, me dieron suficiente dinero para el pago inicial de una casa, pero
sólo si compraba la casa con Derek. Me hicieron guardar el dinero hasta que estaba
casada y luego dárselo a él cuando estábamos listos para comprar nuestra primera casa.
Me puse rígida mientras pensaba en la muerte de mis padres y de cómo cada
parte de la empresa de mi padre había sido dejada a Derrek. Yo había sido un peón en el
juego de mi padre, sólo utilizada para adquirir el hijo que había estado deseando
durante toda su vida. Un hijo capaz y calificado para manejar su negocio. Había sido
algo que pudiera negociar con, algo a lo que estaba dispuesto a renunciar si eso
significaba que ganaría un hijo.
Mis ojos se cerraron al sentir los labios de Preston moverse suavemente desde mi
hombro hasta el cuello. No estaba tratando de seducirme; que estaba tratando de
consolarme. Estaba escuchando, así que seguí hablando.
—A lo largo de mi matrimonio, me preguntaba constantemente por las cosas de
Derrek, pero nunca fue una decisión hecha por él y yo, siempre involucró a nuestros
padres. Como tener un bebé. Yo quería un bebé tan mal. Yo quería tener niños
pequeños. Yo quería ser esa mujer embarazada joven, hermosa que todavía tenía
suficiente energía para correr con un niño de cinco años de edad. Yo quería ser una
abuela lo suficientemente joven para tener pijamadas y llevar a mis nietos al parque.
Sentí que cosquilleo familiar en la parte posterior de la garganta y sabía que
estaba a punto de llorar.
Página | 46 —Ahora voy a ser afortunada de tener hijos en absoluto. —Me detuve y respiré
profundo, todavía tratando de luchar contra el llanto—. Cada vez que hablamos acerca
de los niños, siguió hablando de 'El Plan'. Él y mi padre tenía un plan, un gran plan,
aparentemente, y los niños no encajaba en 'El Plan' de forma inmediata. Siempre me dijo
'después', pero estoy bastante segura de que ni siquiera me iba a dar a los niños.
Ese pensamiento fue aleccionador. Si no me hubiera enterado de su vida secreta,
si no hubiera decidido seguir adelante, él podría haberme negado hijos para siempre. Al
menos ahora tenía una oportunidad.
—¿Nunca dejaste la píldora? —Preston murmuró las palabras en mi mejilla, con
la mano rozando mi brazo desnudo.
Me reí. —No hubiera funcionado. Nunca confió en mí y siempre usaba un
condón. —Me di la vuelta para que mi mejilla descansara contra su pecho—. Está bien.
Estoy mejor de esta manera. Me alegro de que nunca tuviera un hijo con él, entonces yo
estaría atada a él por el resto de mi vida.
—Lo sé —respondió en voz baja.
Mi ritmo cardíaco se disparó cuando formulé mi siguiente pregunta. Pensé en no
pedir nada en absoluto, pero quería desesperadamente saber la respuesta. Con mis
dedos haciendo débiles círculos a lo largo su antebrazo, envuelto firmemente alrededor
de mí, pregunté en voz baja—: ¿Crees que alguna vez quieras tener hijos?
Él no respondió de inmediato y no podía sentir ningún cambio en su cuerpo con
mi pregunta, pero contuve la respiración a la espera de su respuesta.
—Algún día —sopló en mi contra, y todo mi cuerpo se sentía más ligero, como si
él me hubiera tirado un chaleco salvavidas en medio de un río embravecido. Yo sabía
que si él hubiera dicho que no, lo habría dejado con el tiempo. No había ninguna razón
para estar con un hombre que no quiere tener hijos —es un factor decisivo para mí y me
hubiera matado para caminar lejos de él.
—Algún día —le susurré. No había ningún tipo de promesa de él, o incluso una
sugerencia, pero hizo que mi corazón se elevara sabiendo que podría pasar tiempo con
él sin tener que preocuparme por eso. Decidí cambiar de tema y pasar a otra cosa—.
¿Alguna vez ha estado casado?
Sentí su cabeza agitarse contra mí. —No. Nunca conocí a la persona adecuada.
—¿Ni siquiera estuviste cerca? —Forcé.
—Tuve un par de relaciones a largo plazo, y una novia en serio, pero ninguna de
ellas me hizo sentir como que tenía que cimentar nuestra relación, ¿sabes? Nunca me
sentí como si no pudiera vivir sin ellas. —Sentí su lengua lanzar y girar contra el lóbulo
de mi oreja; mi cuerpo se estremeció en respuesta.
—Oh. —Logré—. Eso es muy malo —le dije, sólo porque estaba buscando las
palabras para llenar el silencio.
Página | 47 —En realidad —dijo mientras llevó sus labios sobre la piel justo debajo de la
oreja—, es jodidamente fantástico. Si me hubiera casado con cualquiera de ellas, yo no
estaría aquí con una mujer atractiva-como-el pecado entre mis piernas.
Y al igual que mi respiración se había ido de mi cuerpo. Mis venas se cerraron
con la electricidad, y yo estaba mojada. Sus manos se deslizaron lentamente a través de
mi pecho y pastaban sobre mis pezones, que eran puntos tensos, extendiéndose para
encontrarse con su tacto, dolor al sentir sus manos sobre ellos. A medida que tocó mis
senos, mis manos cayeron a sus muslos y lo agarraron con fuerza, arqueando la espalda
y presionando aún más en sus manos.
Gemí con los ojos cerrados mientras sus dedos se burlaban de mí a través de mi
camisón y el sujetador.
—Esta podría llegar a ser mi pieza favorita de ropa que posees —dijo en voz baja.
—Preston —rogué, retorciéndome contra él. Se había encendido algo caliente y
eléctrico en mí y me quemaba de adentro hacia afuera—. Por favor…
Sin previo aviso, sus tobillos se engancharon en torno a cada una de mis piernas,
separándolas, expandiéndome ampliamente en su sofá. Luego sus manos agarraron mis
muñecas y las subió hasta envolver alrededor de la parte posterior de su cuello.
—Ata tus dedos detrás de mi cuello, Lena.
Hice lo que me pidió, mi pecho se moviéndose arriba y abajo con mi respiración
dificultosa.
—Ahora, no muevas tus manos de mi cuello. Si lo haces, voy a encontrar una
manera de obligarte, nena, y yo prefiero gastar mi tiempo complaciéndote que
castigándote. —Sus tobillos se movieron incluso más lejos, expandiéndome aún más.
Sus manos rozaron mi cuerpo, empezando por las muñecas, alisando los brazos y sobre
mis pechos. Luego apretó las palmas de sus manos en mis costados y las extendió sobre
mis caderas, apretando suavemente, sus dedos clavándose en mi piel.
Agarró mi camisón y tiró de él, instándome a levantar las caderas para que
pudiera obtener todo el camino hacia arriba y sobre mis pechos. No trató de tirarlo sobre
mi cabeza, pero lo utilizó para cubrir mis ojos, envolviéndome en la oscuridad. Me
estremecí cuando me imaginé lo que debía parecer: extendida en su sofá, la cabeza
cubierta, las piernas abiertas, las respiraciones que viniendo rápidamente.
No podía ver nada, por lo que mis ojos se cerraron y traté de escuchar las señales
en cuanto a lo que iba a hacer a continuación.
Sentí su toque iniciar justo entre mis pechos. Una mano se deslizó por el centro de
mi cuerpo, en el valle entre mis pechos y continuó hasta mi ombligo. Mi respiración se
enganchó mientras jugaba con el dobladillo de mi ropa interior, con el dedo
simplemente pasando por debajo del elástico y el cosquilleo en la piel allí.
Corregido por Lu
Sin decir una palabra, hice mi silla hacia atrás, levantándola lentamente y me
dirigí hacia la parte trasera del restaurante. Encontré el baño con poca dificultad y le di
gracias a los dioses del baño porque era una habitación individual con cerradura en la
puerta. No quería tener que preocuparme por otra mujer viendo como quito mi ropa
interior por mis piernas desde la casilla junto a mí.
Con el encaje negro envuelto entre mis dedos, descansé mis dos manos en el
fregadero, mirándome en el espejo, tratando de averiguar si reconocía a la mujer que
miraba hacia mí. Era la misma cara que yo había visto siempre, pero tenía un brillo en
sus ojos que era nuevo. Un resplandor en la piel que nunca había tenido antes. Estaba
excitada por algo y nada estaba más lejos de mi intención que negarme a la única
persona que pudo regresarme a la vida.
Tomé una respiración profunda y cerré los dedos alrededor de mis bragas,
tratando de asegurarme de que la pieza de encaje errante no se asome y grite a todo el
restaurante lo que estaba haciendo. También me bajé en mi vestido, el cual ahora parecía
un poco más corto que el que tenía cuando salí del condominio de él. El respetable
dobladillo justo arriba de la rodilla, ahora parecía una autopista hacia áreas más
privadas.
Caminando de regreso a nuestra mesa, mis ojos revolotearon sobre todos en la
sala, esperando a que alguien notara que no llevaba ropa interior y señalársela a todos
los demás. Cuando llegué a nuestra mesa, noté que él había movido mi silla hasta el
borde de la mesa, justo en la esquina y estaba sentado cerca de la esquina. Me las arreglé
para sentarme, alisando el borde de mi vestido por encima de mi trasero, tratando de
asegurarme de que nadie tenga un espectáculo gratuito y me di cuenta que nuestros
codos se tocaban; así de cerca es como nuestras sillas se situaban ahora.
Él me observó sentar, con una satisfactoria sonrisa adornando su rostro, por lo
que su atractivo se disparaba como cohete. Cuando pasaba mis manos suaves sobre mi
trasero, vi a peculiaridad de su ceja con una sonrisa cada vez mayor. Mi corazón se agitó
al pensar en sus ojos en mi trasero.
Se aclaró la garganta y me tendió la mano, con los ojos clavados en los míos. Le di
una mirada interrogante. Obviamente, yo no le iba a entregar mis bragas a la
intemperie.
Se limitó a chasquear los dedos y apoyó la palma abierta de nuevo, esperando a
Página | 62 que se la entregara.
toda prisa.
—Oye, Lena, espera —Sonaba como todos los demás hombres que había oído
intentar tratar con una mujer enojada; como frustración mezclada con miedo. No sabía
cómo manejarme enojada.
—¿Esperar a qué, exactamente? —grité de nuevo a él.
—Espera por mí. Mira —dijo, corriendo a mi lado. Su mano se envolvió alrededor
de mi brazo, deteniéndome, y volvió mi cuerpo para enfrentarse a él—. Lo siento.
Entrecerré los ojos a él—. No, no lo sientes.
—Bueno, no cien por ciento, no... —Su voz se apagó y tiré de mi brazo libre.
—Ugh. Sólo llévame a casa, Preston —dije mientras continué marchando calle
abajo. Me alcanzó, manteniendo mi ritmo, pero sin llegar a tocarme.
—No vas a volver a tu casa, Lena.
Suspiré con fuerza, dándome cuenta de que incluso pensaba que quise decir que
quería volver a la casa que compartía con Derreck, en realidad quería decir su
condominio. Entendí que cuando estaba realmente enojada con él tendría un desliz
freudiano.
—Está bien, iremos a tu casa, pero estás durmiendo en el sofá —Di vuelta a la
esquina y entré en el garaje de estacionamiento donde había aparcado su Lotus. Llegue
hasta el ascensor y las puertas se abrieron para nosotros inmediatamente. Una vez
dentro nos encontrábamos en extremos opuestos del coche y mientras mantenía mi
mejor cara de enojo, cuando robé miradas hacia él, todavía parecía confundido y un
poco angustiado.
Las puertas del ascensor se abrieron y salí directamente hacia el Lotus.
—¿Qué es eso por lo que estás enojada, exactamente? Parecía que disfrutaste de ti
misma ahí dentro.
Gritó a través de la estructura de estacionamiento, su voz resonando
completamente.
—¿Disfruté de mi misma? —Me volví hacia él, mi vestido quemando alrededor
de mis rodillas, cabello desplegándose.
—Te viniste con fuerza, cariño —dijo con una sonrisa satisfecha.
Página | 67
—No me vengas con “cariño”, Preston. Me hiciste eso incluso sabiendo que no
quería que lo hicieras.
De repente, estaba justo en frente de mí, presionando mi espalda contra su coche,
su frente presionando en la mía.
—Puedes estar enojada conmigo cualquier día, Lena. Puede lanzar tus rabietas
lindas como el demonio y taconear, lanzar tus replicas alrededor como si pesaran una
tonelada, pero ni siquiera insinúes que te he obligado a hacer algo con lo que no
estuvieras de acuerdo.
—Estaba incómoda —conseguí decir, aunque estaba segura de que mi voz era
demasiado pequeña como para ser escuchada.
—Bueno. Has estado cómoda durante demasiado tiempo, por lo que puedo decir.
Quería hacerte sentir incómoda, quería mostrarte que a veces está bien que confiar en mí
—A medida de que sus palabras salían de su boca, sus ojos se suavizaron, al igual que
su agarre en mi cintura. Una mano llegó a ahuecar mi mejilla y su dulzura me tomó por
sorpresa—. Me habría detenido si me hubieras dicho, si llegabas a decir algo
remotamente cerca a no. Pero lo disfrutaste y eso está bien, Lena. De hecho, fue
increíble. Viéndote desmoronarte, sabiendo que nadie más en esa habitación sabía lo
que te estaba haciendo. Fue más caliente que malditamente todo lo que he visto nunca
—Su pulgar se movió hacia atrás y hacia adelante sobre mi pómulo, su ternura
fundiendo la rabia residual que sentí justo momentos antes—. ¿Estás molesta porque
sucedió, o estás molesta porque se sintió bien dejarme tener en control? —Su cara se
acercó y apoyó su frente contra la mía, esperando a que responda.
—He estado perdida durante tanto tiempo, Preston. Da miedo, de repente, estar
al frente y al centro, experimentar cosas por primera vez con alguien nuevo —Aspiré,
tratando de encontrar mis siguientes palabras—. Y me gustó lo que me hiciste, después
de que consiguiera superar la conmoción inicial de todo. Lo siento si insinué que fui
obligada, no lo fui. Sumamente desalentador, sin embargo —dije, con una sonrisa
inclinando la comisura de mis labios hacia arriba.
—No voy a hacerte daño.
—Esa no es una promesa que me puedas hacer.
—Tal vez no. Pero puedo hacerla a mí mismo. Todo lo que siempre te he pedido
era tu confianza.
—Y mi ropa interior —reí, finalmente sintiendo la presión de nuestra discusión
desapareciendo.
Página | 68
—Lena, lo digo en serio —Su otra mano se acercó y ambas estaban ahora en mi
cara—. Si sé que confías en mí, y sabes que siempre te protegeré, entonces no hay nada
más que discutir.
Miré lo profundo de sus ojos, que siempre me recordaban al chocolate, tratando
por mi vida de tomar la decisión correcta. Tratando de decidir el curso de mi vida en un
garaje de estacionamiento, empujada contra el coche de un hombre, que tenía mi ropa
interior escondida en su bolsillo delantero.
Apoyé mi frente contra la suya de nuevo y traje a mis manos a su pecho —No
hagas que me arrepienta de esto.
—¿Arrepentirte de qué? —dijo, con la voz llena de esperanza.
—Esto. Nosotros. Avanzando, juntos.
Sus ojos se iluminaron y su boca encontró la mía. No perdió el tiempo tomando
un beso profundo, su lengua tomando amplios y deliciosos barridos por mi boca. Gruñó
mientras sus manos se movieron hacia abajo para envolverse alrededor de mi cuello y
sus caderas presionadas en las mías. Fui recordada, una vez más, que no llevaba bragas.
—No aquí —susurré contra sus labios, después de haber conocido mi límite en el
exhibicionismo por una noche. Me besó de nuevo, esta vez más suave, menos
necesitado. Cuando se apartó, había una sonrisa en su apuesto rostro que le hacía
parecer más joven de alguna manera, como si yo decidiendo ir a vivir con él le había
alterado.
—Vamos a casa, entonces —Su sonrisa sólo creció con sus palabras.
—Vamos —acepté.
Página | 69
Corregido por Lu
A la mañana siguiente, fui despertada por la vibración de mi teléfono celular a través del
cuarto. Todavía estaba en mi bolso, que había sido arrojado al suelo antes de hubiera sido
arrojada a la cama. No me había sido permitido salir de la cama durante horas después,
mientras Preston hizo su misión de hacer que me corriera tantas veces como sea posible en otras
tantas posiciones.
Me sorprendió que el teléfono no estuviera muerto, pero me acerqué lentamente a mi
bolso para ver quién tenía el nervio para molestarme tan temprano. Era un texto de Derrek.
Nos vemos en la casa a las ocho de la mañana. Ven sola y no le digas a nadie. Tu futuro
pende de un hilo. Toma la decisión correcta.
Cuando entré en la casa, sabía que Derrek estaba allí. Podía sentir su presumida
presencia haciendo el aire en la casa oscuro y húmedo. Puse mi bolso en el árbol de la sala junto
a la puerta y quité mi chaqueta, poniéndola por encima de mi bolso.
—Lena, ¿eres tú? —La voz de Derek hizo eco a través de la casa como si estuviera vacía.
No lo estaba, por supuesto, todas nuestras pertenencias estaban todavía allí, pero la casa estaba
vacía. Ya no había una familia viviendo aquí, no hay sentimientos cálidos, y no hay vida. Solo
era un muy caro almacenamiento para todas las representaciones físicas de una vida los dos
estábamos tratando desesperadamente de dejar atrás.
No le contesté pero si seguí su voz. No me sorprendió en absoluto cuando me llevó a su
oficina. Cuando lo vi sentado en su escritorio, por el más mínimo momento me llamó la
atención lo guapo que se veía. Siempre me había parecido poderoso, siempre parecía como si él
estaba a cargo y supe que me había atraído a él. Pero igual de rápido que mi mente se dio
cuenta de las cosas sobre él que encontré atractivas, estaba recordando todas las cosas que había
aprendido en las últimas semanas que hizo a mi estómago agitarse. En el exterior, se veía como
el paquete perfecto, pero en el interior, yo sabía que estaba podrido.
—Lena, me alegro de que recibieras mi mensaje y decidieras reunirte conmigo —Juntó
los dedos delante de su cara, sus ojos alternando arriba y abajo en mi cuerpo, estudiándome.
Contuve un estremecimiento de disgusto; su mirada persistente me daba náuseas.
—¿Qué quieres, Derrek? —pregunté, sin tratar de ocultar mi molestia por haber sido
llamada por él.
—Toma asiento. Creo que es hora de que tengamos una discusión real —Sostuve su
mirada por un momento, sin seguridad de querer seguir cualquier instrucción que me dio.
Página | 70 Decidí, sin embargo, que quería que esta “discusión” terminara tan pronto como fuera posible,
así que me moví para sentarme en la silla de club frente a su escritorio. Cuando estuve sentada
entrelacé mis dedos juntos y puse mis manos en mi regazo.
—Lena —comenzó, reclinándose en su silla—. He tenido un montón de diversión en el
último par de semanas jugando a este juego contigo, pero creo que es hora de que llegue a su
fin. Aunque, ahora, me gustaría que no fuera la verdad, me casé con una mujer inteligente y
estoy cansado de verte jugar al tonto. El juego fue entretenido en el principio, pero se está
convirtiendo en una carga, por lo que sugiero lo que terminemos. Ahora.
Parpadeé, sin dejar a mi cara darle nada.
—No estoy realmente segura de lo que te refieres, Derrek.
—¿En serio? ¿Todavía vas a hacerte la tonta? Yo te habría vinculado de manera
diferente. Seguramente quieres decirme cosas, darme los dimes. Sé que tienes cosas que quieres
decirme.
Todavía me quede callada.
—Buen. Haz lo que quieras, aunque mi manera habría sido mucho más divertida —Sacó
una hoja de papel de una carpeta en su escritorio, le dio la vuelta, y la deslizó hacia mí con una
pluma—. Este es un contrato explicando que estás de acuerdo con el divorcio, dejándome todo,
y que no competirás en el proceso de divorcio o presentar cualquier demanda adicional para
obtener las pertenencias monetarias o físicas obtenidas durante nuestra tonta excusa patética de
matrimonio.
Tomé una respiración profunda y la sostuve. Si la soltaba, muchas palabras e insultos
vendrán con ello.
—Por otra parte, afirmas que todavía está de acuerdo con la pena de cien mil dólares por
el adulterio que cometiste muchas, muchas veces a lo largo de nuestro matrimonio.
—Estás más delirante de lo que pensaba de ti, ni siquiera por un momento, creas que
voy a pagarte cien mil dólares. Tú me engaste, Derrek. Tienes toda otra familia esperándote tras
bastidores. Me encadenaste a lo largo de los años.
—¿Dónde está tu prueba, querida?
—Que te jodan.
—No, gracias. Hemos intentado eso y era deficiente, terriblemente.
—Estás loco. Tienes tantas pruebas como yo. Llama a tu abogado. Nos ocuparemos de
esto en la corte —Me puse de pie y fui hacia la puerta, con las manos temblando de ira.
—Lena, no quieres que esto vaya a la corte, confía en mí. Puede que tú no tengas una
prueba, pero yo sí. Malditamente buena prueba, también.
Me volví hacia él bruscamente, mi pelo batido alrededor de mi hombro, y lo vi deslizar
otro artículo sobre el escritorio hacia mí. Caminé hasta el borde de la mesa y agarré el papel,
Página | 71 dándole la vuelta.
Mis ojos se centraron en la fotografía y mi corazón se detuvo. Se detuvo, entonces
saltaron de nuevo en acción, tronando en mi pecho, doliendo y golpeando. Mi mano llegó a mi
boca a medida que caía abierta, y me desplomé en la silla. Me temblaba la mano y la imagen
tembló. Mis pulmones ardían, rogándome respirar de nuevo. Estaba mirando una foto de
Preston y yo en la primera noche que había pasado en su casa, después de la gala. Era una foto
en blanco y negro, granulada, pero todavía visible, y era extraordinariamente abrumadora. Yo
estaba en su cama, de rodillas, con las manos agarrando los listones de su cabecera, la mano de
Preston estaba enroscada sobre mi hombro, su otra mano posada en mi cintura, y sus ojos
estaban mirando hacia abajo, mirando a polla golpeando en mí. Su boca estaba abierta y tenía lo
que parecía maravilla pintada en su rostro mientras miraba nuestros cuerpos unidos entre sí. Mi
cabeza estaba inclinada hacia atrás, la boca abierta, y supe en el instante en esta foto fue tomada,
yo estaba llorando en éxtasis total. Derrek tenía una foto mía en medio del orgasmo, con otro
hombre. En otras circunstancias, en otra vida, me gustaría ver esta imagen y creo que hermosa.
Sin embargo, en este instante, era fea. Representaba algo feo.
—¿Qué quieres? —jadeé, mis ojos aun mintiéndose en la foto.
—Quiero que te vayas, sin nada, y quiero que luches por el resto de tu vida tratando de
pagarme lo que acordaste. Quiero que pienses en mí todos los días y te obsesiones sobre el
hecho de que arruiné tu vida.
Había alcanzado un nuevo nivel de locura.
—¿O qué?
—Esta imagen será viral y si crees que esta es la única que tengo, eres es aún más
estúpida de lo que podría haber imaginado. Tengo cientos de fotos de ti siendo una puta sucia, y
ningún juez que alguna vez mire estas imágenes y creerá que eres alguna mujer despechada.
—Y si firmo el papel y te doy lo que quieres, entonces ¿qué?
—Me olvido de alguna vez exististe.
Pensé en mi vida, pensé en todo lo que había estado luchando en las últimas semanas y
todo lo que hice atravesar a Preston. De repente, entendí lo que él había estado diciendo todo el
tiempo, no valía la pena. Ciertamente ahora, cuando no sólo era yo quien estaba en la guillotina,
sino él también, la única cosa sensata que podía pensar hacer era dar todo. Rendirme.
—Bien —dije, caminando de vuelta a la silla, agarrando la imagen—. Pero quiero todas
las fotos que tienes y cualquier otra cosa incriminatoria.
—No quiero mirar tu porquería, Lena. Puedes tener todo. —Empujó el papel hacia mí de
nuevo, junto con la pluma. Cogí la pluma en la mano y tomé una respiración profunda. Esto era
exactamente el final que estaba tratando de evitar; el final que no pensé que merecía. El único
consuelo en todo esto era saber a pesar de que yo había perdido mucho, todavía tenía a Preston.
Página | 72 Exhalé, mi mano golpeando la pluma a lo largo de la línea y firmé con el nombre que
odiaba. Lena Bellows. No quiero ser ella nunca más, en la primera oportunidad que tuviera
cambiaría mi nombre. No quería estar conectada a Derrek de ninguna manera.
Tan pronto como firmé el papel, deslizó otro en mi camino, que él había firmado y firmé
ese también, entonces lo doblé y lo apreté con fuerza en mis manos.
—Aquí —dijo Derrek mientras se deslizaba una tarjeta SD a través del escritorio—.
Todas las imágenes están en esta tarjeta. No hay ninguna otra prueba, ningún vídeo ni nada de
eso. Derrek sonrió, colocando los dedos juntó a sus labios—. En verdad, Lena, si hubieras sido
incluso una décima parte de la zorra que eres con él, conmigo esto podría haber sido diferente.
Estas fotos me mostraron a una mujer desenfrenada que nunca había conocido.
—Tal vez, si fueras una décima parte del hombre que es Preston, habría sido más
receptiva —dije sarcásticamente.
—¡Oh, está bien! —dijo, chasqueando los dedos, como si solo recordó algo importante—.
Esa es la otra pieza de este rompecabezas.
—¿De qué estás hablando? —estaba cansada de escuchar su voz, solo quería salir y
terminar esto de una vez.
—La otra parte –evidencia aún más que eres una estúpida zorra —rio en voz alta, con la
cabeza caída hacia atrás en su silla—. Lo siento —dijo entre risas—. Esto es demasiado bueno.
—Solo escúpelo, Derrek.
—Preston, tu amante, el hombre por el que has dado todo, el hombre con el que piensas
que pasarás el resto de tu vida —lentamente, una sonrisa malvada y perversa creció en sus
labios, sus ojos comenzaron a brillar de emoción—. Trabaja para mí.
Sus palabras se sintieron como una bola de demolición chocando contra mí. Mi
respiración se detuvo, mi corazón explotó, mis venas se secaron porque no había nada pulsando
a través de ellas, excepto el dolor. Él me miraba como si acabara de ganar el partido más
importante había jugado alguna vez.
—¿Qué? —jadeé, impresionada, había conseguido decir nada en absoluto.
—He tenido tu teléfono intervenido durante años, querida. Estaba esperando el
momento en que decidieras que finalmente habías tenido suficiente. Cuando llamaste a esa
firma para una consulta con un investigador privado, sabía sobre eso antes de que les hubieras
dicho tu nombre. —Se rio de nuevo y mi boca se cerró, luego abrió de nuevo, como un pececillo.
Sentí lágrimas en mis ojos, mi garganta escosando con la necesidad de llorar, mi cuerpo
dolorido por la liberación que sabía que sollozar traería—. Regresé la llamada a la firma y les
dije que no serían necesarios sus servicios, enviando a Preston con un objetivo: para seducirte.
—No —respiré.
—Sí, querida, y tomaste el cebo como sabía que lo harías. ¿Duraste cuánto? ¿Una
Página | 73 semana? Cavaste tu propia tumba, Lena.
—No te creo.
—Piensa en ello —dijo, de repente sonando enojado—. Al principio, en la primera
semana, ¿qué hizo Preston realmente por ti? Nada. Te trajo a lo largo de una misión de
vigilancia, ¡por el amor de Cristo! ¿Qué tipo de investigador privado haría eso? Coqueteó
contigo, fue inapropiado y te persiguió. Él estaba en mi nómina, haciendo un trabajo para mí.
Mi mente volvió a la primera semana con él, pensé en todos nuestros encuentros y las
piezas comenzaron a caer en su lugar: diciéndome que no le dijera a la agencia, el hecho de que
sabía mi apellido antes de que se lo diera, sabía dónde vivía. Trató de convencerme de que es
porque era un P.I.3, pero en realidad era porque trabajaba para Derrek, ya sabía todo sobre mí y
me había estado engañando desde el principio.
Sentí la bilis en el estómago comenzar a hacer su camino hacia arriba y me puse de pie,
desesperada por salir de esta casa, tratando desesperadamente de escapar de lo que parecía ser
ineludible. Me había entregado a un hombre que estaba trabajando en mi contra desde el
principio. Me había enamorado de un impostor y arruinado mis posibilidades en hacer algo por
mí misma.
Corrí hacia la puerta, agarrando mi bolso y la chaqueta mientras salía, deambulando
fuera de la casa en un sollozo. No podía ver por las lágrimas que corrían por mi cara, no podía
oír el estruendo de pulso en mis oídos y no tenía ni idea de lo que sucedió cuando me encontré
con algo duro. Se apoderó de mí, envolviendo sus brazos alrededor mío y olía familiar.
Preston.
Una vez que mi mente registró que me sostenía, me arranqué de sus brazos y lo aparté
con más fuerza de la que había utilizado con nadie.
—¡No! —grité. Sonando el dolor, incluso en mis propios oídos. No había ninguna otra
palabra. Era la forma de realización del dolor—. ¡No me toques!
—Lena, cariño —comenzó.
—¡Jódete! ¡No me digas así!
—Por favor, sólo escúchame.
—Estoy harta de dejar que los hombres arruinen mi vida. Terminé de dejar que me
controlen. Yo confiaba en ti, la única cosa en que insististe y lo hice. Hice exactamente lo que
3
Investigador privado.
querías. Confiaba en ti y me jodiste. Me jodiste de muchas maneras, no puedo ni siquiera
comenzar a enumerarlas todos.
—No —dijo, dando un paso hacia mí. Me alejé de él y miré, por lo que es claro que no
iba a acercarse a mí de nuevo.
Página | 74 —Responde una pregunta, Preston. Solo una. ¿Trabajas para él? ¿Estabas contratado
para seducirme? ¿Para atraparme exactamente en el futuro del que yo trataba de escapar?
—Lena ...
—¡RESPÓNDEME!
Suspiró y vi toda la convicción dejar su cuerpo. Con los hombros caídos, sus ojos
perdieron su luz y se pasó una mano por el pelo. Yo sabía su respuesta antes de las palabras,
salgan de su boca. —Sí.
Mi mano se disparó, más rápido de lo que la había movido antes y la choqué contra su
cara mientras lo abofeteé fue el sonido más satisfactorio que había escuchado nunca. Su cara
golpeó a un lado con el impacto de la mano y luego oí mi propio sollozo salir.
—Jódete, Preston. Eres peor de lo que es él.
Busqué en el bolso mis llaves, entré en mi coche y conduje lejos de dos hombres que
tanto tuvieron que ver en arruinar mi vida. No tenía idea de dónde iba, pero yo sabía que no
había nada para mí allí.
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