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Recibido/Received: 30/05/2012
Modificado/Modified: 12/09/2012
Aceptado/Accepted: 11/10/2012
RESUMEN
La música es una forma de percibir el mundo y un potente instrumento de conocimiento que contribuye
a la construcción social de la realidad. Desde esta perspectiva, la sociología siempre ha mostrado un
especial interés por su estudio analizando los procesos de interacción entre el hecho musical y sociedad,
analizando especialmente las diversas formas de interacción que surgen en esta relación. El objetivo de
este trabajo de investigación es exponer las principales teóricas clásicas que han dado lugar a la
construcción de la sociología de la música, de este modo, se plantean las principales aportaciones de los
trabajos de G. Simmel, M. Weber y Th. W. Adorno como punto de partida para concluir con un primer
acercamiento teórico a la definición de la disciplina.
PALABRAS CLAVE
Sociología de la música, teorías sociológicas clásicas, Georg Simmel, Max Weber, Theodor. W.
Adorno.
SUMARIO
1. Música y sociedad. 2. Georg Simmel y los estudios psicosociales de la música. 3. Max Weber y la
racionalización del discurso musical. 4. Theodor W. Adorno y la sociología de la música como crítica
social. 5. Conclusiones. Hacia una definición de la sociología de la música. Bibliografía.
ABSTRACT
Music is a means of perceiving the world and an instrument of knowledge. Music contributes to the
social construction of reality and sociology has always shown a special interest in its study. The current
sociological studies of music analyze the process of interaction between music and society, taking in
account particularly the various forms of attitude arising in this connection. This paper research
analyzes the sociological theories of G. Simmel, M. Weber, and Th. W. Adorno as starting point to
build the theoretical sociology of music.
KEYWORDS
Sociology of music, classical sociological theory, Georg Simmel, Max Weber, Theodor W. Adorno.
76 Jaime Hormigos Ruiz
CONTENTS
1. Music and Society. 2. Georg Simmel and psychosocial studies of music. 3. Max Weber and the
rationalization of musical discourse. 4. Theodor W. Adorno and sociology of music as social criticism.
5. Conclusions. Definition of the sociology of music. References
1. MÚSICA Y SOCIEDAD
La música forma parte de nuestro día a día, siempre nos ha acompañado, es uno de los
rituales más antiguos de la especie humana. No se sabe muy bien cómo y porqué el hombre
comenzó a hacer música pero sí está claro que la música es un medio para percibir el mundo
y un potente instrumento de conocimiento. No hay vida cotidiana sin música. Desde que
nacemos estamos acostumbrados a que las melodías y canciones se interioricen en nuestra
memoria, sonoricen nuestros recuerdos, y actúen por sí solas desencadenando emociones que
nos unen al imaginario colectivo. Las diferentes culturas han logrado ordenar el ruido y crear
melodías, ritmos y canciones que han desempeñado un papel trascendental en el desarrollo
de la humanidad, desde los cantos de los pueblos primitivos hasta los ritmos más urbanos
como el rock, el jazz o el blues han tenido una repercusión muy importante en el desarrollo
de la sociedad. Por tanto partimos de la idea de que la música se ha dotado desde un principio
de una carga inherente de sociabilidad, es expresión de la vida interior, expresión de los
sentimientos, pero a su vez exige por parte de quienes la escuchan, receptividad y
conocimiento del estilo de que se trate, además de conocimiento de la sociedad en la que se
crea, ya que cada obra musical es un conjunto de signos, inventados durante la ejecución y
dictados por las necesidades del contexto social. Si desligamos a la obra de la sociedad que la
creó los signos musicales tendrán sentidos distintos.
La música constituye un hecho social innegable, presenta mil engranajes de carácter
social, se inserta profundamente en la colectividad humana, recibe múltiples estímulos
ambientales y crea, a su vez, nuevas relaciones entre los hombres. Las canciones y melodías
que llevamos dentro de nuestro equipaje cultural implican determinadas ideas,
significaciones, valores y funciones que relacionan íntimamente a los sonidos con el tejido
cultural que los produce. La música es una experiencia colectiva, pero en la actualidad es
habitual que olvidemos esta dimensión ya que estamos demasiado acostumbrados a
escucharla en solitario. Este es el motivo por el que, en demasiadas ocasiones, queda
desprovista de cualquier forma de interacción social. Pero esto no ha sido siempre así, hasta
hace relativamente poco, el contacto del individuo con la música se producía en el directo,
compartiendo la experiencia musical con otros y generándose, de este modo, un verdadero
acontecimiento social (Drösser, 2012).
Desde el análisis sociológico podemos afirmar que la experiencia musical genera campos
de actividad cultural, desempeñando un papel activo y social. Todas las funciones de la
música son determinadas por la sociedad, por tanto, podemos decir que únicamente
conoceremos la música y los movimientos sociales que hay en torno a ella, si conocemos el
trasfondo cultural en el que se crea, ya que cada cultura musical está compuesta de sus
propias peculiaridades y tiene establecidos procedimientos concretos para validar la música,
para desplazar los límites de lo que se incluye y lo que se excluye como parte de un género o
para crear etiquetas que ayuden a la interpretación y clasificación del sonido. Desde esta
perspectiva el interés por el producto musical en sí se pierde, cobrando, en su lugar, especial
relevancia el análisis de los aspectos dinámicos de la cultura que influyen en la composición
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Simmel dedicó varios de sus ensayos al estudio sociológico de la música, si bien no fue
este su único enfoque analítico. Desde la etnología comparativa, consideró a la música como
el arte menos mediado por el entendimiento en el que puede darse un tránsito directo entre
los sentimientos del músico, la música y los sentimientos del oyente. En su ópera prima,
Estudios psicológicos y etnológicos sobre música (1882), realiza un estudio del hecho
musical desde una vertiente eminentemente social, centrándose en el papel que ocupan la
melodía y el ritmo en la vida cotidiana de las sociedades. Su punto de partida es la necesidad
de descubrir el sentido profundo de la música en su estado original, descubrir cómo y porqué
el individuo se adueña de ella para utilizarla en distintos contextos y situaciones. Para poder
responder a esta cuestión de fondo es necesario analizar los usos y funciones de la música, ya
que el hecho musical, bien sea el acto de escuchar, componer, o ejecutar, es parte de la
condición originaria del hombre, surge naturalmente de nuestros sentimientos y vivencias
generando sonidos que pueden expresar algo al individuo que la escucha. Ahora bien, como
exteriorización de nuestros sentimientos internos, necesita ser también una práctica social, y
es precisamente ahí, en su relación con la sociedad, donde la música toma fuerza.
La investigación de Simmel amplía el discurso sobre la relación entre cultura y música. De
este modo nos muestra cómo el discurso musical de una época se impregna del carácter y las
características de los pueblos que la practican, de ahí la relación que establece entre la música
y las esferas anímicas del amor, la mística, la ideología o el trabajo. Desde su perspectiva,
podemos ver la clara dimensión social que posee la música en el hecho de que aparece como
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un complemento del desarrollo del lenguaje hablado, y este es una manifestación de las
relaciones sociales. La música surge naturalmente de la elevación que los afectos producen
sobre nuestros actos de habla y sobre nuestros movimientos, es expresión de las más variadas
sensaciones anímicas. Así, se produce un tránsito del habla al canto, vehiculizado por la
elevación espiritual que constituyen los diversos afectos: de ira, de alegría, de tristeza, etc. La
música instrumental surge espontáneamente de las palmas, del choque rítmico de las manos, y
luego de los instrumentos que ellas sostienen. El baile surge de los pasos, de las pisadas al
compás. Teniendo en cuenta esto, Simmel nos enseña que el canto, el baile y la música
instrumental surgen naturalmente de los sentimientos más universales y más vehementes: de
un estado de alegría o de tristeza, lo que nos puede llevar a pensar que todos somos músicos
preexistenciales, ya que existe una relación entre el hablar y el caminar y el cantar y el bailar.
Se trata sólo de oír el ritmo y la melodía de nuestros estados anímicos.
Ahora bien, en este punto Simmel aboga por resolver el conflicto entre la idea de la
universalidad de la música ya que no todas las músicas son iguales, ni todas las sociedades
producen un ritmo similar o disponen de los mismos instrumentos musicales. El sociólogo
explicaría estas diferencias argumentando que cada pueblo se beneficia de la música de un
modo característico, y se sirve de ella en las diferentes esferas del trabajo, del amor, de la
guerra y de la mística. Por estas prácticas, que son diferentes en cada contexto social, se
experimenta un desarrollo desigual de la música y de los artefactos que se utilizan para su
interpretación. El músico, a la hora de componer, se verá influenciado por la herencia
musical de su sociedad. La historia de la música presenta casi continuamente el fenómeno de
que cada compositor se para sobre los hombros de sus antecesores, eso reside implícitamente
en que la suma total del desarrollo musical de su pueblo hasta un cierto momento es el
fundamento de su formación musical, y tanto debe él a la cadena de sus antecesores, que sin
ellos nunca habría devenido esto que es (Simmel, 2003:12).
Hoy sabemos que la preocupación por los temas musicales siempre estuvo presente en la
obra weberiana, y sobre todo, que esta preocupación ocupó un lugar principal en la trastienda
de sus intereses. Sin embargo, debemos saber buscar en sus obras las referencias a este tema
ya que, aparte de en el célebre ensayo sobre Los fundamentos racionales y sociológicos de la
música (1921), no es fácil encontrar alusiones al tema. Podemos encontrar referencias a la
música en sus estudios sobre la cultura o la religión. La sociología de la música de Weber ha
quedado oculta ante la enorme pluralidad de áreas de estudio que desarrolló y, quizá por esto,
se la considera a menudo como algo secundario en su pensamiento, pero a la hora de
establecer las bases teóricas que sustenten a la sociología de la música como disciplina propia
y autónoma nuestro punto de partida debe estar en las teorías del gran sociólogo alemán,
tanto por su alto grado de conocimiento metodológico, como filosófico. Weber fue uno de
los primeros en ver la riqueza que suponía el acercamiento al estudio del hecho musical
desde la perspectiva sociológica. A pesar de haber pasado de puntillas por el tema, dejando
únicamente algunas páginas dedicadas a la música, hoy sus teorías constituyen una referencia
ineludible. La originalidad de su planteamiento está en la búsqueda de la racionalidad en la
música que a simple vista aparece como algo irracional.
En Los fundamentos racionales y sociológicos de la música (1921), nos explica que la
historia de la música debe entenderse a partir de la influencia de factores externos, pero
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también de factores derivados de la lógica musical, para ello traza un camino muy lineal que
nos lleva desde las teorías musicales primitivas, que se basan en una resolución fisiológica o
psicológica de momentos de tensión, a la elaboración de una música cada vez más racional,
en el sentido en el que adapta sus medios a sus fines. El sociólogo alemán señala que hasta
un terreno de experiencias tan interno, y al parecer subjetivo, como el de la música, puede ser
tratado sociológicamente con arreglo a su concepción de la racionalización. Así pues, ve la
fijación de modelos sonoros por medio de un sistema concreto de signos, el establecimiento
de las escalas bien temperadas, etc., como un síntoma de racionalización progresiva. Weber
parte, para establecer sus líneas de investigación, de la existencia de una relación o
paralelismo entre el desarrollo de la sociedad y el de la música que se verifica al nivel de las
estructuras lingüísticas. Es por ello que para desarrollar este presupuesto se centra en un
análisis de la historia del lenguaje musical más que de la historia de la propia música.
Considera que la música occidental se ha desarrollado en una dirección peculiarmente
racional que la distingue de otras músicas. Este proceso de racionalización reduce al hecho
musical a procedimientos rutinarios basados en principios comprehensivos. Así, en el mundo
occidental se ha experimentado una transformación del proceso de producción musical que la
ha convertido en un asunto calculable que opera con medios conocidos, con instrumentos
efectivos y reglas comprensibles, lo que facilita su estudio, análisis y circulación.
La teoría weberiana defiende que la evolución de la música, como la de la sociedad, se
produce dentro de unas categorías conceptuales exactas, que vinculan el progreso o evolución
musical con el de la sociedad dentro de unos caminos muy concretos. El elemento técnico está
absolutamente indiferenciado del proceso creativo. La transformación sonora de la música
europea occidental tuvo en la tecnología uno de sus pilares básicos ya que fue la imprenta de
Gutenberg, junto con las nuevas técnicas que aparecen a finales de la Edad Media en la
construcción de instrumentos de cuerda, los principales hechos que determinan la evolución
del discurso sonoro occidental. Posteriormente, con la organización gremial de los músicos en
el siglo XVIII, se proporciona la aparición de trabajos fijos en las orquestas de las cortes y
municipios quedando la actividad del músico reconocida socialmente. Las exigencias técnicas
generan procedimientos racionales de creación sonora en una dialéctica mutua inseparable.
Siguiendo estas premisas, Weber llega a un estudio evolutivo del lenguaje musical,
concluyendo que este no se cierra en sí mismo, sino que nace en conexión con una serie de
acontecimientos que no son solamente musicales, nace en conexión con las exigencias de
comunicación musical de una determinada sociedad y con la progresiva extensión de la
racionalización de los lenguajes y de las relaciones sociales. Considera la música como una
forma de comunicación, impersonal y anónima, cuyo desarrollo se inserta con múltiples
nexos dentro de un proceso más amplio de racionalización que afecta a las estructuras
sociales y económicas y que tiene su punto culminante en la expansión del sistema
temperado en la época de la aparición del capitalismo industrial. Ahora bien, para que la
música tenga el poder de comunicar es necesario ponerla en contacto con la sociedad. Sólo
bajo esas condiciones se podrá definir la música como acción social.
La sociología de la música de Weber no considera el valor estético de la música, sino los
diversos condicionamientos entre la música y la sociedad dentro del marco de una ley formal
reguladora de la evolución de la estructura interna de ambas. La aproximación al hecho
musical desde la sociología weberiana resulta especialmente importante en tanto que abre las
puertas a una sociología racional y estructural, al hacerse tangible el vínculo que se establece
entre la música y la sociedad, en el ámbito estructural interno, y no como una serie
fragmentada de condicionamientos de diferentes naturalezas. Sin embargo, la teoría
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weberiana deja una serie de elementos muy importantes sin analizar, quizá porque su obra
quedó inacabada, nos referimos al estudio de la dimensión simbólica de la música, la relación
entre la música y la ideología, la recepción musical o el tema de la contribución social del
valor estético. Aspectos todos estos que la sociología acometerá más adelante en la obra de
otros importantes autores.
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interpretación o consumo, desde dentro o desde fuera. El objeto central de estudio para el
sociólogo de la música no es la música en sí misma, que puede ser conceptualmente analizada
y tratada como estructura, sino la relación que esta música crea entre el individuo y la
sociedad. De esta forma, podemos observar que en la relación aparecerán maneras de actuar,
pensar y sentir exteriores al individuo que permiten a la música generar experiencias y valores
compartidos, así como, a través de tensiones generadas por la cultura y la acción social
subyacente, símbolos expresivos compartidos que van a formar parte del proceso de
interacción musical contribuyendo a facilitar la comunicación entre música y público,
organizando el proceso de interacción y regulando normas de apreciación del discurso musical
que se irán adaptando a las necesidades sociales del momento.
No hay duda de que el hecho musical debe entenderse como una actividad social y, de
este modo, la sociología aparece como una disciplina necesaria para ordenar el actual
repertorio musical y ponerlo en relación con el contexto social contemporáneo para observar
como es, precisamente, este contexto el que dota de valor y funcionalidad al hecho musical.
Sociológicamente sólo puede captarse la música en el momento en que se expone la relación
artista-oyente, cuando la obra musical llama al exterior, donde provoca un momento
trascendental. Teniendo en cuenta este presupuesto, decimos que la sociología de la música
se ocupará de averiguar cuáles son las formas esenciales de la actividad musical en un tipo de
sociedad y en un tiempo determinado, y cuáles son los grupos sociales específicos que se
reúnen en torno a una forma musical concreta. Por otro lado, si consideramos a la música
como un proceso social vivo y actual, la sociología de ésta, debe estudiar la interrelación que
se produce entre música y sociedad, teniendo especialmente en cuenta las diversas formas de
actitud que se derivan de dicha interrelación.
El desarrollo de las teorías sociológicas clásicas expuestas en el presente artículo supone el
punto de partida básico para comenzar el estudio del paralelismo que existe entre el desarrollo
de la sociedad y el de la música. La evolución de la música, como la de la sociedad, se
produce dentro de unas categorías conceptuales exactas, que vinculan el progreso o evolución
musical con el de la sociedad, dentro de unos caminos muy concretos. De este modo, los
primeros acercamientos sociológicos al tema se centran en el estudio del lenguaje musical,
concluyendo que este no se cierra en sí mismo, sino que nace en conexión con una serie de
acontecimientos que no son solamente musicales, nace en conexión con las exigencias de
comunicación musical de una determinada sociedad y con la progresiva extensión de la
racionalización de los lenguajes musicales y de las relaciones sociales. Muchos de estos
primeros acercamientos sociológicos a la música carecen de perspectiva sociológica para
perderse, únicamente, en el estudio de la estética musical, descuidando su perspectiva social.
La forma de unir estos enfoques teóricos sobre la estética musical al objeto de estudio de la
sociología de la música es considerar que el valor estético es también un valor social, y por
tanto, es inútil acercarse a la dimensión estética de la música con otras orientaciones que
prescindan de la sociología, ya que, cualquier otra aproximación será inadecuada para explicar
todo lo que engloba el fenómeno musical. Cuando el músico está creando una melodía o una
canción, por muy bella que esta resulte, no tiene nada de social, es necesario poner esa música
al servicio de una sociedad para comprobar qué sentimientos despierta, para analizar la
sensación de la música, desde este punto de vista es posible incluir en el objeto de estudio a
aquellos sonidos que quedarían muy alejados del campo de análisis de la estética musical
tradicional por considerarlos carentes de belleza. Desde esta perspectiva, consideramos que la
sociología de la música debe despojarse de toda esa dimensión valorativa que busca la crítica
fácil del sonido, o la clasificación del hecho musical, nuestra disciplina debe intentar describir
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el paisaje sonoro que rodea al individuo. La música, sea del tipo que sea, siempre roza al
hombre, en su casa, en el trabajo, por la mañana, por la noche, en su vida interior o en su vida
social, individualmente o en grupo. La sociología de la música debe considerar a ésta como
una esfera institucional que, por sus funciones tradicionales, extraordinariamente importantes,
está en condiciones de lograr procesos de identidad social.
BIBLIOGRAFÍA
Breve currículo:
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La construcción de la identidad
juvenil a través de la música
Jaime Hormigos y Antonio Martín Cabello
Universidad Rey Juan Carlos
1. INTRODUCCIÓN
La presente investigación forma parte de un proyecto que indaga acerca del papel
desempeñado por la música popular en la construcción de la identidad juvenil dentro de
las llamadas sociedades de capitalismo avanzado. El proyecto pretende, por un lado,
enlazar los estudios sobre la economía política de los medios de comunicación, en
especial del análisis del mercado musical, con la exploración de las audiencias y la
ligazón entre la estructura de la música popular y la construcción del universo simbólico
juvenil. Por lo tanto, se pretende superar una visión mercantilista del fenómeno, enlazando
el consumo y creación musical por parte de la juventud con la «estructura del sentir»
(Williams, 1977 y 1958) propia de nuestro tiempo. En estudios previos ya definimos las
formas cambiantes de la música en las sociedades postmodernas (Hormigos y Martín,
2004). El carácter relativista, diluyente de la postmodernidad, que nos aleja de las
metanarraciones unitarias y nos acerca a un mundo heterogéneo, al politeísmo cultural,
acerca a la búsqueda de nuevas fuentes de identidad por parte de los seres humanos. La
juventud es un periodo de indefinición y búsqueda de una identidad, a la que la ausencia
de un paradigma, una metanarración fuerte, puede afectar sobremanera. En la
investigación consideramos que la música popular, dentro del más amplio concepto de
cultura popular, es un elemento esencial en la construcción de la identidad juvenil.
Este pretende sentar las bases teóricas desde las que elaborar una sociología que se
acerque al papel de la música popular en la construcción de la identidad juvenil.
Procedemos en dos niveles interrelacionados. En primer lugar, realizamos un análisis de
la música como hecho cultural y describimos la aparición de un mercado para la música
popular, destinado a la juventud, que es muestra de un profundo cambio en la estructura
productiva y cultural de nuestras sociedades. Y, en segundo lugar, nos centramos en la
creación de identidades a partir de la música entre la juventud, con especial referencia
a las subculturas como muestra paradigmática de la estrecha relación existente entre el
mercado de consumo y las salidas expresivas de la juventud.
«El saber occidental intenta, desde hace veinticinco siglos, ver el mundo.
No ha comprendido que el mundo no se mira, se oye. No se lee, se escucha.
(...) hay que aprender a juzgar a una sociedad por sus ruidos, por su arte y
por sus fiesta más que por sus estadísticas»
(Attali, 1995: 19)
Los años cincuenta vieron, una vez paliados los efectos de la Segunda Guerra Mundial,
la aparición de un emergente mercado destinado a la juventud. En etapas anteriores, por
ejemplo en los llamados «locos años veinte» o en el periodo de entreguerras, existió un
mercado juvenil, normalmente circunscrito a los jóvenes de clases altas. La «generación
perdida», representada magníficamente por F. Scott Fitzgerald, o los beatniks, como Jack
Kerouac, Allen Ginsberg o William Burroughs, son representantes de una clase media
acomodada o directamente de una elite. Jóvenes, universitarios, preocupados por
experimentar y exprimir la vida, en París o en hoteles de la Riviera francesa, los primeros,
a bordo de un Cadillac recorriendo la gran América, los segundos; no son sino la punta
de lanza de lo que sería una superación de la ética calvinista asociada al primer
capitalismo.
Para Daniel Bell, la sociedad de consumo masivo se había iniciado efectivamente en
los años veinte, si bien: «El hecho era que, por la década de 1950, la cultura
norteamericana se había hecho primariamente hedonista, interesada en el juego, la
diversión, la ostentación y el placer, y todo ello —típicamente de Norteamérica— de una
manera compulsiva» (2004: 77). Esta cultura hedonista generaba una profunda
contradicción con el principio rector de la estructura tecnoeconómica. La ética de corte
puritano seguía siendo la base del sistema de producción y, sin embargo, la esfera del
consumo necesitaba una ética hedonista que enfatizara el consumo de bienes materiales
y simbólicos para dar salida a la producción de mercancías. En los años cincuenta se
empezó a vislumbrar el paso de una ética a otra, realizado en clave de transición
generacional. La juventud abrazó la nueva ética hedonista, mientras que los padres
seguían adscritos mayoritariamente a los viejos dictados del puritanismo.
El paso de la ética calvinista a una ética del consumo hedonista, propia de un estado
de capitalismo avanzado, se extendió a todas las clases sociales en los años cincuenta y
sesenta. Tal como reconoce Robert Bocock: «Hacia 1950 y siguiendo el modelo ya
establecido en los Estados Unidos, primero en Inglaterra y después en el resto de Europa
occidental, el `consumo de masas´, en un sentido próximo al moderno, comenzó a
desarrollarse entre todas las clases sociales exceptuando las más pobres» (2003: 38). Si
el consumo anterior a la Segunda Guerra Mundial había estado restringido a las clases
acomodadas, superado este periodo se produjo una «universalización» del mismo,
auspiciada por la mejora del nivel general de vida (discutida entorno a los conceptos de
«enriquecimiento» y «aburguesamiento» de la clase obrera), por una merma en la
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sociales que giran en torno a la música no están tan definidos como en épocas pasadas.
Se produce una mezcla de tendencias, de looks, de ideologías que de alguna forma
evidencian la pluridimensionalidad de la música postmoderna. Todo ello nos lleva a
determinar que dentro de la sociedad actual, la música presenta una fisonomía
heterogénea que responde a la existencia de una metamorfosis constante de los gustos,
impulsada por la sociedad de consumo y fomentada desde los medios de comunicación.
A pesar de esto, podemos seguir afirmando el papel de la música como instrumento para
la distinción social. Todo esto refuerza el hecho de que la relación con la música se
entienda como algo vivo, que evoluciona con independencia de quienes la crean,
reproducen o escuchan.
La música actual, de igual forma que la cultura, sigue una política y una estética del
fragmento y también, como escribió Baudelaire, de lo efímero, lo fugaz y lo contingente
(Abril, 2003: 158), pero es vendida como mercancía cultural de primer orden, como
simulacro artístico. La música de la postmodernidad se caracteriza por un pluralismo de
estilos y lenguajes tendentes a la complejización y relativización de sus contenidos. La
actual variabilidad de los gustos, vinculada a la continua transición de modas provocadas
por el dinamismo social y una creciente democratización de la cultura, implica una
sucesión de estéticas musicales fugaces, siendo imposible hablar ya de grandes
formaciones estético-culturales alrededor de la música. Podemos decir que la música
creada en la actualidad no posee una conciencia estética unitaria, sino una multiplicidad
(de estilos, mensajes, etc.) de conciencias estéticas fragmentadas.
Este cambio sustancial en la estructura musical y en las relaciones que giran en torno
a ella ha sido consecuencia de la actividad económica llevada a cabo por la industria
sonora. Esta industria, más preocupada por el aspecto comercial de la música que por
sus posibilidades de comunicación e interacción social, pone al alcance de todos un
amplio abanico de productos musicales de ritmos fáciles y letras simples. De esta forma,
aparece un tipo de lenguaje musical que responde a las necesidades lúdicas de la sociedad.
La música actual se ha convertido en producto de consumo, destinada sobre todo a un
público joven. Acompañada, habitualmente, de cambios en la forma de hablar, vestir,
etc., es una música basada en un ritmo constante, de melodías básicas. Las letras de las
canciones son sencillas y pegadizas, carentes en muchos casos de valor literario. Este
tipo de comunicación a través de la música se presentaría como un importante instrumento
de alienación. El mensaje suele ser simple, alejado de la crítica social y cercano al ámbito
festivo. Este tipo de música corresponde a un mundo en el que prima la velocidad y la
imagen. Junto con esta música nace el consumo de todo lo que rodea a las grandes
estrellas del negocio (ropa, bebidas, discos, artículos decorativos, etc.), actividades
manejadas por grandes y poderosos intereses económicos. En este contexto, los grupos
musicales nacen y mueren a gran velocidad fruto de las exigencias del moderno sistema
de consumo. El fenómeno en su conjunto es una clara representación de un mundo cuya
finalidad fundamental es el comercio, que establece una constante selección y censura
hacia todo aquello carente de valor en el mercado. Entonces, es posible concluir que la
finalidad de la composición musical se basa en crear algo útil en un momento dado para
movilizar masas consumidoras y generar negocio. Esta nueva música popular se utiliza
LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD JUVENIL… 265
de una manera general como medio para influir sobre la sociedad, de tal manera que
está sirviendo para crear modas, valores y anti-valores, como vehículo de propaganda
política e ideológica; en definitiva, como medio para universalizar una concepción
uniforme del mundo, acorde con la sociedad de consumo y frente a la que los ciudadanos
y la sociedad en su conjunto parecen indefensos.
Ante esta situación en la que la música ha sido absorbida por criterios estrictamente
comerciales, todos aquellos estilos minoritarios, al apartarse de la corriente principal, se
convierten, paradójicamente, en elementos importantes de donde arrancan poderosos
criterios de identidad, especialmente para el público juvenil. En una sociedad donde se
ha apostado más por el consumo de la obra musical que por su función socializadora,
la divulgación devalúa. Cuando los bienes musicales que pertenecían a una determinada
minoría se convierten en comunes, los individuos que se reconocían dentro de esa minoría
por el hecho de escuchar esa música se encuentran menos identificados con ella. Los
estilos musicales catalogados con la etiqueta de minoritarios, por el hecho de no poseer
un amplio mercado donde poder ser comercializados, han conseguido alejarse de los
lugares comunes, de los terrenos de las mayorías y se encuentran adormecidos en lugares
en los que es más fácil encontrar seguridad integradora, disipando el temor al
encasillamiento que tanto preocupa a los jóvenes. Por tanto, a la hora de describir los
nuevos movimientos sociales asociados a la música, la dificultad radica en manejar la
distinción entre la identidad y el consumo masivo sin que ello nos impida comprender
sus formas de mutua conexión y conflicto.
por ejemplo los Blousons Noirs en Francia (Monod, 2002), son expresión destacada del
cambio paradigmático que estaba sufriendo el capitalismo de consumo.
El análisis subcultural ha tendido a sobrevalorarlas, porque en realidad no es posible
afirmar que las subculturas representen al conjunto de la juventud en un momento
concreto. En general, las subculturas caracterizan a una parte minoritaria de la juventud.
Sin embargo, en lo que nos concierne son extremadamente representativas, porque son
muestra, por un lado, del nuevo espíritu hedonista alejado de la ética calvinista del trabajo
y, en consecuencia, constituyen un modelo paradigmático en el que estudiar el cambio
cultural; y, por otro lado, porque devienen constructoras de estilo, no sólo absorben las
mercancías del mercado juvenil, sino que se reapropian de ellas creativamente y generan
nuevos estilos subculturales, a su vez reutilizados por el mercado de consumo juvenil.
La música popular es uno de los elementos fundamentales a la hora de construir un
determinado estilo subcultural. Dick Hebdige en su conocida obra Subculture. The
Meaning of Style (2001) afirmaba que las subculturas actúan creativamente sobre el
material simbólico recibido del mercado de consumo juvenil. Aplica los conceptos de
bricolaje y homología, heredados de Lévi-Strauss. El grupo subcultural utilizaría a modo
de «collage» la cultura recibida de acuerdo a sus valores y normas. En el caso de la
música, el grupo, en función del nivel homológico, es decir, de la correspondencia entre
sus valores y los del texto cultural, escogería y reelaboraría la música recibida a través
del mercado de consumo musical.
Por ejemplo, Paul Willis en su estudio sobre los Motor-Bikers (1978) descubrió la
existencia de una homología entre el estilo subcultural y sus valores profundos. Así, el
rechazo de las drogas (solo bebían alcohol), la motocicleta como elemento simbólico,
cierta rudeza y machismo, y el uso de música «bailable», corresponden a unos valores
que enfatizan la libertad y autodeterminación, los valores típicamente masculinos de la
clase obrera. Estos jóvenes escuchaban música rock que pudiera bailarse y tenían una
marcada preferencia por los discos sencillos, con canciones de una duración cercana a
los dos o tres minutos. Frente a estos valores, se erige el mundo de los hippies, para
Willis su opuesto estructural. El mundo motor-biker enfatiza la actividad y el control de
la situación, frente a los hippies que enfatizarían la pasividad y el vivir experiencias más
allá de la percepción habitual de la realidad. Dicha diferencia haría que los jóvenes
hippies eligieran un estilo musical diferente, en el cual se prefería un estilo musical con
discos más elaborados de rock-psicodélico de larga duración (LP´s) y con canciones de
entre cinco a diez minutos. Además, el objetivo ahora no era el baile, sino la escucha
pasiva de la música. Los valores de la subcultura, pues, influyen en el consumo y
elaboración de material sonoro.
Las subculturas ejercen de entidades creativas en un doble sentido: configuran los
nichos de mercado a los que ajusta el mercado musical y son la «cantera» de estilos de
la cual abrevan las compañías discográficas. El cuadro 1 recoge alguna de las subculturas
más significativas y algunos grupos representativos del estilo musical asociado a las
mismas. En todo caso, constituye un error característico realizar una clasificación
exhaustiva y extensiva tanto de las subculturas juveniles como de los grupos musicales
afines. Del mismo modo, tampoco resulta posible trazar un mapa genealógico de las
LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD JUVENIL… 267
CUADRO 1.
universo simbólico de modo autónomo. Los jóvenes negocian su identidad utilizando los
materiales que encuentran en su entorno. Estos, en las sociedades avanzadas de
capitalismo de mercado, se encuentran en el mercado de consumo juvenil. La música es
una de estas mercancías, quizá una de más importantes dado su potencial para construir
identidades. En todo caso, la música sufre el mismo destino, siempre fluctuando entre
la creatividad popular y el mercado de consumo.
6. CONCLUSIONES
La música popular tras la Segunda Guerra Mundial pasó a formar parte del mercado
destinado a la juventud. No es, sin embargo, una simple mercancía, ya que es un hecho
cultural que, de un lado, nos ayuda a percibir el mundo y, de otro, constituye una forma
de expresión. Este nuevo mercado, expresión del nuevo espíritu hedonista característico
del capitalismo avanzado, resulta fundamental para analizar los procesos identitarios en
los cuales siempre está inmersa la juventud. Las subculturas juveniles urbanas son un
buen ejemplo de cómo funciona la construcción de la identidad, fluctuando entre la
creatividad y la aceptación del mercado de consumo.
En todo caso, el debate apenas ha comenzado. La sociología de la cultura, tras un
periodo de olvido, está arrancando con fuerza en nuestro país (Martín Cabello, 2002).
El estudio de los diferentes fenómenos artísticos y culturales, elitistas y populares, centra
cada vez mayor grado de atención. La música como forma de expresión simbólica amén
de producto cultural privilegiado deviene en objeto de análisis, en especial en cuanto a
su capacidad de gestar y amalgamar identidades. Por ello y por lo expuesto anteriormente,
se plantean una serie de interrogantes que la investigación deberá tratar de responder en
el futuro. En primer lugar, una vez establecida la interconexión entre el mercado y la
creatividad juvenil (p.e. las subculturas), es necesario explorar los mecanismos de
captación del talento musical por parte de la industria y ahondar en la base de la
creatividad musical (bandas, subculturas, asociaciones, etc.). En segundo lugar, la
construcción de la identidad y sus relaciones con la música debe ser afrontada enfatizando
las conexiones sociales y simbólicas, es decir, integrando el nivel social con una
hermenéutica de la música popular y la construcción de la subjetividad. Por último, el
análisis debe recoger una crítica de las relaciones de producción y consumo musical.
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Comunicar
ISSN: 1134-3478
info@grupocomunicar.com
Grupo Comunicar
España
Hormigos, Jaime
Distribución musical en la sociedad de consumo: La creación de identidades culturales a través del
sonido
Comunicar, vol. XVII, núm. 34, 2010, pp. 91-98
Grupo Comunicar
Huelva, España
RESUMEN
Los seres humanos estamos condicionados, en una medida imposible de estimar, por los supuestos de la cultura en que vivimos, y
ésta nos impone modos de pensar y de percibir, hábitos, costumbres y usos. La música como forma de expresión cultural siempre
ha tenido un papel muy importante en la construcción social de la realidad, es un arte cuyo desarrollo va unido a las condiciones
económicas, sociales e históricas de cada sociedad. El presente artículo analiza el papel que tiene la música dentro del universo
simbólico de la cultura contemporánea. Para ello centra su estudio en describir cómo nuestra sociedad ha generado multitud de
sonidos que se distribuyen libremente a través de los canales establecidos por las nuevas tecnologías permitiendo establecer, a tra-
vés del proceso de comunicación musical, múltiples identidades culturales que son incapaces de ordenar el discurso musical actual
y extraer de él lo que de novedoso pueda presentar. Para ello se analizan los profundos cambios estructurales y simbólicos que
está sufriendo la música en la sociedad de consumo y que hacen necesario fijar un nuevo paradigma para su análisis que permita
estructurar la diversidad de sonidos de nuestra época, analizar su creación, distribución y consumo. Finalmente, el artículo con-
cluye desarrollando la idea de que hoy, debido al contacto continuo con el hecho musical que se produce en la sociedad contem-
poránea, ha cambiado nuestra forma de percibir la música; nos hemos acostumbrado a apreciarla como una fuente de placer efí-
mero, a percibirla más como una satisfacción inofensiva que como una necesidad vital.
ABSTRACT
Our behavior is determined by the characteristics of the culture in which we live. Culture imposes on us ways of thinking and per-
ceiving, habits, customs and usages. Music is a form of cultural expression that has a very important role in the social construction
of reality. Music has always accompanied man, is one of the oldest rituals of human kind. No one knows exactly how and why
the man has started to make music but the music has been a means of perceiving the world, a powerful instrument of knowledge.
Traditionally, creation and distribution of music has been tied to the need to communicate feelings and experiences that can not
be expressed through common language. This paper describes how our society has generated a multitude of sounds that are dis-
tributed freely through the new technologies. This set of sounds is creating cultural identities that are unable to manage his current
music and understand their communicative speech. To this end, the paper examines the profound changes that music is experien-
cing in a consumer society. These changes make it necessary to establish a new paradigm for analysis that allows structuring the
diversity of sounds, analyzing their creation, distribution and consumption. Finally, the paper states that permanent contact with
the music changes the way we perceive sounds. In contemporary society, music has gone from being a vital need to become an
instrument of consumption. This has led to significant changes in their functions, significance and social use.
❖ Dr. Jaime Hormigos-Ruiz es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias
de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid (Spain) (jaime.hormigos@urjc.es).
Comunicar, nº 34, v. XVII, 2010, Revista Científica de Educomunicación; ISSN: 1134-3478; páginas 91-98
92
El objetivo de este artículo, que forma parte de de una carga inherente de sociabilidad, es expresión
una investigación más amplia sobre el tema, es deter- de la vida interior, expresión de los sentimientos, pero
minar las características que definen a la música actual a su vez exige por parte de quienes la escuchan,
como un fenómeno social. Social porque para su com- receptividad y conocimiento del estilo de que se trate,
prensión es necesario hacer un análisis de los usos y además de conocimiento de la sociedad en la que se
funciones que presenta en la actualidad, y este análisis crea, ya que cada obra musical es un conjunto de sig-
solo es posible desde una relación entre el hecho musi- nos, inventados durante la ejecución y dictados por las
cal y las características de la sociedad que lo crea o lo necesidades del contexto social. Si desligamos a la
interpreta; y social por que la necesidad de producir y obra de la sociedad que la creó los signos musicales
escuchar música se manifiesta como una de las activi- tendrán sentidos distintos.
dades fundamentales del ser humano. Este proyecto La música constituye un hecho social innegable,
pretende, por un lado, enlazar el análisis de la música presenta mil engranajes de carácter social, se inserta
en la sociedad con la importancia que siempre ha teni- profundamente en la colectividad humana, recibe múl-
do el sonido en el universo de la comunicación para, tiples estímulos ambientales y crea, a su vez, nuevas
de esta forma, establecer en el tercer apartado un aná- relaciones entre los hombres (Fubini, 2001). Las can-
lisis del papel que tiene la música en relación con la ciones y melodías que llevamos dentro de nuestro
evolución de la sociedad actual, destacando el creci- equipaje cultural implican determinadas ideas, signifi-
miento y desarrollo del mercado musical actual, anali- caciones, valores y funciones que relacionan íntima-
zando las audiencias y el perfil del individuo que con- mente a los sonidos con el tejido cultural que los pro-
sume hoy música, así como la unión entre la estructura duce. Históricamente, la música siempre se ha destina-
de la música y la construcción del universo simbólico. do a un determinado público al que se concebía como
Por lo tanto, el objetivo principal que perseguimos es grupo social con unos gustos determinados que difie-
enlazar el análisis del consumo y la creación musical ren en función de la sociedad donde nos encontre-
actual con la estructura del sentir propia de nuestro mos. Así, podemos ver como en las prácticas musicales
tiempo. propias de nuestra cultura contemporánea no sólo
quedan reflejados símbolos y valores, sino también las
2. La importancia de la música en la sociedad pautas de estratificación social, las características tec-
La música siempre ha acompañado al hombre, es nológicas de nuestro tiempo y la creciente influencia
uno de los rituales más antiguos de la especie humana de los medios de producción.
que refleja y expresa nuestras emociones, pasiones y Por tanto, diremos que la música tiene un papel
sentimientos (Glowacka Pitet, 2004). No se sabe muy muy importante en nuestra sociedad en cuanto a ma-
bien cómo y porqué el hombre comenzó a hacer músi- nifestación cultural, es comunicación entre los indivi-
ca pero sí está claro que la música es un medio para duos, refleja la cultura de la cual forma parte. El hom-
percibir el mundo, un potente instrumento de conoci- bre se expresa a través de formas culturales; en el caso
miento. Es el lenguaje que está más allá del lenguaje ya de la música utiliza además un lenguaje especializado,
que tradicionalmente ha ido ligado a la necesidad del diferenciado del cotidiano, que plantea como tal varios
hombre de comunicar sentimientos y vivencias que no niveles de entendimiento y nos permite advertir la ex-
se pueden expresar por medio del lenguaje común. Su tensión del dialogismo en la cultura moderna, y tam-
poder comunicativo radica en que puede hablarnos de bién la importancia del ingrediente pasional, junto a
todo sin decir nada, ya que no es preciso que sea por- sus dimensiones cognitiva y contractual. Simboliza el
tadora de palabras o que éstas sean inteligibles para dinamismo general de los sentimientos y contiene las
que haga referencia a un mundo infinito de significa- estructuras más abstractas de las emociones. La músi-
dos que pueden variar con cada nueva interpretación. ca construye nuestro sentido de la identidad mediante
No hay vida cotidiana sin música, las diferentes cultu- las experiencias directas que ofrece del cuerpo, el
ras han logrado ordenar el ruido y crear melodías, rit- tiempo y la sociabilidad, experiencias que nos permi-
mos y canciones que han desempeñado un papel tras- ten situarnos en relatos culturales imaginativos (Frith,
cendental en el desarrollo de la humanidad, desde los 2003). A la hora de comprender el hecho musical, de
cantos de los pueblos primitivos hasta los ritmos más recoger un mensaje de las notas que nacen de un ins-
urbanos como el rock, el jazz o el blues han tenido una trumento musical o de percibir el sentido de una can-
repercusión muy importante en el desarrollo de la ción, debemos ser conscientes de que las interacciones
sociedad (Hormigos, 2008). Por tanto, partimos de la que se producen entre los sonidos y los individuos son
que no posea una expresión musical como un elemen- significado con cada interpretación, de ahí su impor-
alterada y manipulada por todo un entramado institu- estructurar la diversidad de sonidos de nuestra época,
Comunicar, 34, XVII, 2010
cional corporativo con ramificaciones en el campo tec- con el fin de conseguir agrupar estilos, mensajes, mo-
nológico, económico y político (Smiers, 2006). Este das, funciones y efectos que faciliten su comprensión.
entramado diseña los componentes de una cultura En lugar de esto, hoy nos encontramos con infinidad
masiva más preocupada por los efectos en la audiencia de sonidos que se distribuyen libremente a través de
y las posibilidades de controlar sus reacciones, que por los canales establecidos por las nuevas tecnologías per-
las funciones comunicativas del hecho musical. Ahora mitiendo generar múltiples identidades, construidas
bien, aquello que definen los medios como música no sobre límites muy difusos, y que hacen imposible un
es la única verdad. Formas musicales alternativas y dis- ordenamiento del discurso musical actual que permita
tintos modos de producción musical conviven a menu- extraer de él lo que pueda tener de novedoso. Esta cir-
do con las dimensiones musicales de lo masivo, conta- cunstancia está alterando la percepción de la música,
minándose y contaminándolas. Podemos decir que la su capacidad comunicativa, sus formas de distribución
variedad de expresiones musicales en el mundo actual y control y hasta la capacidad del individuo para apre-
está fuertemente vinculada a las dinámicas de la vida ciar el discurso musical actual. De las prácticas musica-
social, y está llena de valores simbólicos de naturaleza les que eran exclusivas de un grupo determinado
implícita y explícita. La música de la era posmoderna hemos pasado a una forma de apropiación musical
no tiene receptores sino únicamente usuarios y su uti- omnívora, que consiste en escuchar un poco de todo.
lización consiste precisamente en subrogarse en el yo El omnívoro es alguien que está dispuesto a apreciar
de la canción o la melodía que, no es el yo del músico, todas las formas musicales. Ahora bien, hay que distin-
sino una suerte de casilla vacía al servicio del usuario guir entre conocer un género musical o estilo cultural
que quiera recurrir a la melodía o canción para expre- y apreciarlo como propio, apropiárselo para expresar
sar sus sentimientos. Siguiendo esta dinámica, la músi- identidad. Por eso, esta omnivoricidad actual se entien-
ca actual deja en blanco el significado para que cada de mejor en términos de conocimiento que de afinidad
cual pueda llenarlo con sus propias ideas (Pardo, (Ariño, 2006).
2008). La pérdida del formato físico –cinta de casete pri-
mero, el disco después y ahora el CD– ha producido
4. Influencia de las nuevas formas de distribución una mutación radical y, tal vez, irreversible en el
sobre la percepción del hecho musical hecho musical. El formato permitía ordenar reperto-
contemporáneo rios y transmitir con claridad un discurso comunicativo
Los cambios tecnológicos han propiciado nuevas concreto. En torno a él se crearon modas musicales en
formas de socialización de los bienes culturales y la otro tiempo y su transmisión facilitó la creación de
música no ha sido ajena a ellos. La creación y recep- identidades culturales. Hoy quedamos expuestos a un
ción de música se ha visto profundamente transforma- torrente continuo de sonidos que no nos permite dar
da por la introducción de nuevos programas de soft- un sentido concreto al discurso musical contemporá-
ware que permiten crear y manipular sonidos con gran neo. Así, la música de la posmodernidad ha ido per-
facilidad, incluso para aquellas personas que carecen diendo su referente temporal, que permitía su com-
de técnica musical (Roca, 2004). Además, los actuales prensión, y ha alcanzado la omnipresencia. Sin apenas
cambios en la difusión de la información y en las tec- esfuerzo nos servimos continuamente de las melodías
nologías de transmisión han intensificado enormemen- y canciones que nacen y se desvanecen al menor
te la distribución global de música. Internet se ha con- gesto. La disponibilidad inmediata, masiva y gratuita de
vertido en el gran aliado del mensaje musical gracias a música a través de la Red está modificando no sólo la
la aparición de diversas tecnologías de grabación y percepción de la música sino también sus fórmulas de
difusión, apoyadas en nuevos formatos, ampliando así distribución y de reproducción, incluso las formas de
el catálogo de mensajes que el individuo puede recibir producción. Los nuevos soportes digitales han liberado
a través de las múltiples músicas disponibles y rea- a la música del cautiverio del formato favoreciendo
briendo un antiguo debate sobre el papel de la música una escucha más automatizada, más pasiva por parte
en el universo cultural. de un oyente expuesto a un continuo musical que, si
Estas nuevas formas de distribución desarrolladas bien es cierto que amplía el abanico de sonidos que
por la cultura tecnológica contemporánea han provo- somos capaces de oír, no deja tiempo para que la mú-
cado que la música se haya convertido en un elemento sica nos diga todo lo que nos quiere decir. Es por esto
ubicuo y sujeto a una continua evolución que obliga a que hoy triunfan músicas de fácil digestión y los estilos,
revisar permanentemente los paradigmas que intentan las etiquetas y los interpretes pasan de moda a un ritmo
cada vez mayor, dejando sin lugar en el discurso social ológico ligero y unos parámetros culturales difíciles de
del público el que determina el éxito de una música. rado aumento del área de consumo musical. La músi-
Comunicar, 34, XVII, 2010
Ahora bien, hay que tener presente que las categorías ca de la posmodernidad se caracteriza por un pluralis-
sociales del gusto y el propio gusto o sensibilidad esté- mo de estilos y lenguajes tendentes a la complejización
tica están socialmente determinados, por tanto los uni- y relativización de sus contenidos. La actual variabili-
versos de las preferencias individuales se organizan de dad de los gustos, vinculada a la continua transición de
manera homóloga a la estructura del espacio social y modas, provocada por el dinamismo social y una cre-
reproducen su configuración. De esta forma, el gusto ciente democratización de la cultura, implica una su-
musical actual queda condicionado por la saturación cesión de estéticas musicales fugaces. Podemos decir
sonora a la que nos encontramos expuestos, así nadie que la música que se crea en la actualidad no posee
tiene el privilegio de fijar el sonido, flota continuamen- una conciencia estética unitaria, sino una multiplicidad
te en el aire, aparece y desaparece sin avisar, y deja en (múltiples estilos, múltiples mensajes, etc.) de concien-
nuestra memoria sonora rastros que poco tienen en cias estéticas fragmentadas. Ahora bien, no debemos
común con la experiencia original de la escucha. Pa- olvidar que la música se impregna del espíritu social
rece claro que la sociedad posmoderna concede más que al final la determina, de este modo, la música ac-
importancia a la disponibilidad inmediata del sonido tual refleja a través de sus sonidos la forma de ser pro-
que al acto de recordar el discurso cultural que rodea pia de nuestra sociedad.
a la música. De este modo el hecho musical pierde,
progresivamente, los límites en los que se hacía com- Referencias
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1
La música es, sin duda, una de las Music is, without doubt, one the cultural
actividades culturales que están más activities most present in the day to day
presentes en el día a día del adolescente, lives of teenagers, who extend it more
que paulatinamente la va entendiendo and more towards a medium for showing
cada vez más como un medio para inner emotions. Then, can we argue that
exteriorizar sus emociones. Entonces, music defines the person who listens to it.
¿podemos sostener que la música define
The present study answers this matter
a la persona que la escucha?
through a survey made to secondary
El presente estudio responde a esta
education pupils in order to discuss
cuestión a través de una encuesta
generalised stereotypes and clarify that
realizada a alumnos de la E.S.O. para
the relation between the ideology, image
discutir los estereotipos generalizados y
and personality of teenager isn't as close a
aclarar que la relación entre la ideología,
one as can appear beforehand, in relation
imagen y personalidad de los
to the ones that have been attributed to
adolescentes no es tan estrecha como
them traditionally as to the consumption
puede parecer a priori respecto a las que
of a specific musical genre.
se le atribuyen tradicionalmente en
cuanto al consumo de un determinado
género musical.
2
La sociedad está condicionada en gran medida por la cultura en la que está inserta,
que impone la manera en la que se perciben y se entienden las cosas, así como los usos y las
costumbres. La música, como parte esencial de la cultura que rodea a una sociedad, juega
este mismo papel: determina diferentes elementos que definen a sus miembros. Siempre lo
ha hecho, ya sea en el ámbito culto o en el popular, en el religioso o en el profano…
Hasta tal punto hemos asumido este entramado que al escuchar diferentes géneros
sabemos reconocerlos no sólo por sus características musicales (ritmo, instrumentación…),
sino también por la imagen que evocamos al hacerlo, compuesta por aquellos elementos
externos que a lo largo del tiempo se han ido añadiendo y fijando en la memoria colectiva a
cada uno de ellos. Por ejemplo, sería difícil encontrar a alguien que al escuchar música
reggae no la relacionara irremediablemente con el uso de rastas o con el consumo de
marihuana.
Así pues, siendo consciente del papel tan importante que la música juega en la
construcción de la identidad y conocedor de que las personas más vulnerables en este
sentido son los adolescentes por encontrarse en una etapa que psicológicamente se
caracteriza por la búsqueda de una personalidad propia, entendemos que la industria
discográfica está especialmente dirigida a éstos. No en vano se trata de un negocio que
3
intenta “facilitar” la identificación de los jóvenes en ese proceso ofreciendo diferentes
modelos en los que poder encasillarse, asegurándose así su consumo.
Este tráfico de influencias en los adolescentes a través de la música con todo lo que
ésta arrastra consigo siempre ha sido motivo de preocupación para la sociedad y
especialmente para las familias, que han visto en muchos fenómenos musicales el fomento
de valores como el éxito, la belleza, el poder del dinero, la competencia… frente a otros más
constructivos. Un claro ejemplo en la actualidad es el de Miley Cyrus, quien ha pasado de ser
Hannah Montana, una actriz infantil que defendía en sus canciones valores como el de la
amistad y la tolerancia, a adoptar un personaje cuyo nombre explota una faceta sexual y
rebelde.
Para aclarar todo este asunto, el presente estudio trata de dar respuestas a las
siguientes cuestiones:
4
I. Fundamentación teórica
1. Adolescencia e identidad
La dinámica que hasta ahora había existido entre el adolescente y las personas que le
rodean sufre un cambio drástico durante esta etapa. La familia, que había sido la principal
guía de referencia para el individuo, entra en crisis por lo que Ríos 2 denomina conflicto
intergeneracional; es decir, por un distanciamiento bidireccional en la relación entre padres
e hijos. Es una consecuencia de que los adolescentes, fruto del deseo de autonomía,
comiencen a percibir a sus progenitores como unos “dictadores” que imponen sus normas; y
de que estos últimos no comprenden las nuevas necesidades de los primeros al continuar
viéndolos como niños.
1
CHILAND, Colette. “Identidad”, en M. Emmanuelli, D. Houzel y F. Moggio (eds.). Psicopatología del niño y del
adolescente. Madrid, Akal, 2006, p. 414.
2
RÍOS, José Antonio. “Relaciones intrafamiliares: roles y funciones”, Familia en un mundo cambiante (1994), pp.
325-340.
5
Esta situación conduce al adolescente a buscar nuevos tipos de convivencia, razón
por la que comienza a necesitar formar parte de un grupo y sentirse aceptado. Esto lo
encuentra entre las personas de su misma edad, pues entre ellos existe una empatía y una
comprensión muy fuertes debido a que comparten contexto. De esta manera, el grupo de
iguales pasa a ser el principal punto de apoyo por sus funciones, según Martínez: 3 soporte,
comprensión, sentido de pertenencia y estatus y oportunidad de representar un papel.
2. Música e identidad
¿Qué expectativas tienen los adolescentes sobre la música? ¿Qué esperan de ella?
Muchos autores señalan que este periodo se caracteriza por el uso de la música como forma
3
MARTÍEZ, Gerard. “Entre adolescentes: la importancia del grupo en esta etapa de la vida”, en A. Perinat (coord.).
Los adolescentes en el siglo XXI: un enfoque psicosocial. Barcelona, Universitat Oberta de Catalunya, 2003, pp.
159-184.
6
de expresión personal. Por su parte, Swanwick4 propone una secuencia evolutiva en cuanto
al tipo de significado que el individuo da a la música desde la infancia, estableciendo ocho
periodos: sensorial, manipulativo, de expresividad personal, vernáculo, especulativo,
idiomático, simbólico y sistemático. Pero sólo las tres últimas se corresponden con la
adolescencia:
4
SWANWICK, Keith. Música, pensamiento y educación. Madrid, Morata, 1991.
7
b) Instrumentación. La elección de la sonoridad contribuye al reconocimiento de
cada género musical.
c) Forma musical.
En este sentido, existen varios estudios desde el ámbito publicitario que analizan qué
buscan determinados factores de la sociedad en la música para crear un producto rentable
dirigido a ellos. La mayoría coinciden en que es fundamental que sea un reflejo de ellos
mismos, y observaron que las personas que compartían preferencias musicales también
adoptaban unos patrones comunes de conducta.5 Esto pone de relieve la existencia de
diferentes estereotipos.
No obstante, hay que tener presente que el hecho de que crear estereotipos hace
que se establezcan prejuicios ante las preferencias musicales de un individuo respecto a su
estilo de vida. Por esta razón, uno de los principales objetivos de esta investigación es
conocer hasta qué punto el consumo de cierto tipo de música puede definir a cada persona y
de ser así, analizar y medir este hecho.
3. La subcultura
En el caso que aquí nos concierne, entendemos que la subcultura tiene como
resultado la creación de diferentes tribus urbanas durante la adolescencia; es decir, el
5
FRITH, Simon. “Hacia una estética de la música popular”, en F. Cruces (ed.). Las culturas musicales: lecturas de
etnomusicología. Madrid, Trotta, 2001, pp. 413-436.
8
establecimiento de grupos que se identifican bajo un nombre y se caracterizan por compartir
un manifiesto o ideario estético propios.
a) Autonomía personal
Por esta razón el individuo en algunas ocasiones adopta una actitud rebelde; es decir,
adquiere unos hábitos opuestos a los que normalmente sigue la mayoría de la sociedad para
enfrentarse a los adultos, ya que ven la tradición como una norma impuesta. Así pues,
impera el deseo de querer ser único, original, revolucionario o “auténtico”.
9
Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en este proceso, pues
son los que elaboran y los que difunden estos modelos estereotipados, dando lugar a una
identificación forzada en los adolescentes, que aún no tienen desarrollada una gran
capacidad crítica.
Por ejemplo, a mediados de los 70 surgió en Gran Bretaña una tribu urbana conocida
como punk que partía de la idea de oponerse a las instituciones y a las normas que regían la
sociedad. Algunos de los tópicos consistían en llevar el pelo rapado con una cresta y vestir
chaquetas de cuero negras con complementos extravagantes como piercings. Acorde con
esta imagen, adoptaban una actitud provocativa y transgresora.
En el ámbito musical, presentaban un gusto por la música estridente que abusaba del
uso de guitarras eléctricas y de los gritos. Las letras de sus canciones hacían propaganda de
su ideología, que o bien denunciaba injusticias sociales o bien reivindicaba más derechos.
Hablamos, por ejemplo, del punk de los Sex Pistols.
La relación entre este movimiento y el tipo de música que consumía era tan fuerte
que el mismo término sirvió para hacer referencia tanto a esta comunidad como al género
musical, lo que demuestra la importancia de la música como elemento socializador y
diferenciador. Prácticamente la música funcionaba como estandarte de su filosofía, siendo la
plataforma a través de la cual manifestaba su ideario estético.
6
MARTÍN, Antonio. “Tribus urbanas”, en O. Uña y A. Hernández (dirs.). Diccionario de sociología. Madrid, ESIC,
2004, pp. 1548-1549.
10
Lo mismo ocurre en otras tribus urbanas. No obstante, hay que tener en cuenta que
los rasgos por las que son reconocidas constituyen en muchas ocasiones tópicos que han
recibido una mayor difusión, pero no son condiciones sine quibus non. Ha sido el hecho de
vincular fuertemente el género musical a la imagen lo que ha dado lugar a la formación de
una serie de prejuicios.
1. Descripción
Para dar respuesta a los objetivos propuestos en la introducción del presente artículo
hemos recurrido a la encuesta7 como método de estudio. Esta elección se debe a dos
razones: porque supone una técnica de campo y permite una observación directa del objeto
de estudio; y porque el hecho de planear el formulario conforme a un criterio previsto y
valorar sus respuestas desde una perspectiva foránea a la muestra va a hacer que las
conclusiones a las que lleguemos sean más objetivas.
Ha sido realizada por los ciento dieciocho alumnos de secundaria que cursaron la
asignatura de música en el I.E.S. ISBILYA de Sevilla durante el pasado año académico 2013-14
pertenecientes a grupos mixtos de bilingües y no bilingües, factor que será una de las
variables que tendremos en cuenta a la hora de valorar los resultados junto a la edad y el
género. Estos tres datos han sido los únicos requeridos para el desarrollo de la encuesta, que
pretende ser anónima para garantizar la sinceridad de las respuestas.
7
Ver Anexo 1.
8
Es preciso señalar que, como en cualquier estudio científico, existe un margen de error que depende de la
disposición y del estado del alumno.
11
1.1. Descripción del centro
En 2013-14 fueron tres los cursos que tuvieron la asignatura de música en el centro
según lo dispuesto en la L.O.E. 2/2006. Éstos son 1º, 2º y 4º de E.S.O., los dos primeros de
manera obligatoria con dos horas lectivas semanales y el último de manera optativa con
tres. Se puede deducir, pues, que la importancia otorgada a la asignatura de música durante
esta etapa educativa es media-baja.
12
Tal y como indicamos, el cuestionario propuesto está dirigido únicamente a los
grupos mixtos; es decir, a aquéllos que están integrados por alumnos bilingües y no bilingües
de manera indiscriminada, diversidad que será uno de los factores que tendremos en cuenta
a la hora de valorar los resultados.
Las diferencias vienen dadas básicamente por tres factores, que son precisamente los
principios que tomaremos como referencia para analizar y medir el impacto que tiene la
música durante la adolescencia:
a. Edad
La edad es la responsable del grado de la madurez física y psicológica del alumno, por
lo que es fundamental observar la evolución en las respuestas a las preguntas que
planteamos en el cuestionario. El cambio es muy notable entre los distintos niveles,
especialmente entre 1º de E.S.O., cuyos miembros aún se están adaptando a la dinámica del
instituto y presentan una actitud más infantil, y 2º de E.S.O., donde hay una gran
heterogeneidad en cuanto al desarrollo fisiológico y en el que además, al haber algunos
repetidores, está compuesto por alumnos de diferentes edades.
b. Género
c. Bilingüismo
13
2. Música, identidad y adolescencia
No cabe ninguna duda de que la música es una de las actividades culturales que más
cala en la adolescencia. Fe de ello da la siguiente gráfica, que muestra la frecuencia con la
que los alumnos escuchan música.
Presencia de la música
Cuadro resumen de las respuestas a la pregunta 1
17% 0%
83%
14
Pero, ¿qué es lo que les motiva a escuchar música? ¿Qué esperan de ella? En este
caso las respuestas son más variables. El alumnado de 1º de E.S.O. concibe la música como
una forma de entretenimiento, es decir, que les sirve principalmente para divertirse; pero la
tendencia consiste en buscar en ella una especie de efecto catártico, es decir, en escuchar
música para exteriorizar sus propias emociones.
1º E.S.O. 2º E.S.O.
Cuadro resumen extraído de las respuestas a la Cuadro resumen extraído de las respuestas a
pregunta 2 la pregunta 2
70,00% 65,60%
60,00% 70,00%
52,50% 60,00%
50,00% 60,00% 52,60%
36,90% 50,00% 36,80%
40,00%
28,10% 40,00% 34,30%
30,00%
30,00%
20,00% 10,60% 10,60%
20,00%
10,00% 6,30% 10,00% 5,70%
0,00% 0,00%
Percepción Percepción Percepción Percepción Percepción Percepción
auditiva sensorial expresiva auditiva sensorial expresiva
9
COPLAND, Aaron. Cómo escuchar la música. México, Fondo de Cultura Económica, 1955.
15
No obstante, también hay diferencias en cuanto al género: los chicos son más
reticentes a sustituir la percepción sensorial por la percepción expresiva mientras que las
chicas muestran esta última desde más temprano. Quizá esto se debe a que la mujer madura
física y psicológicamente antes que el varón y a que en líneas generales, posee una mayor
inteligencia emocional.
10
Un dato comprensible si tenemos en cuenta que engloba muchos tipos de música diferentes.
16
Dos conclusiones se desprenden de este gráfico: a) hay bastante uniformidad en
cuanto a los gustos musicales durante la adolescencia, ya que muchos de ellos optan por el
mismo género musical, el pop, y los otros tres siguientes son bastantes seguidos también; y
b) los adolescentes son más más vulnerables e influyentes si cabe a las modas
contemporáneas, ya que estos porcentajes se corresponden prácticamente a su presencia
en las radios y en las listas de éxitos. No hay que olvidar que estos géneros son el producto
del negocio discográfico.
Dentro de esta homogeneidad colectiva cabe señalar unas pequeñas diferencias que
presentan 2º AB bilingüe y 2º AB no bilingüe. Como vimos en el apartado anterior, el hecho
de que un grupo no participe en el proyecto bilingüe del centro es una prueba de que
presenta problemas académicos así como un peor comportamiento en comparación.
Efectivamente, tres alumnos de 2º AB no bilingüe requieren adaptación curricular y un gran
número de ellos son repetidores, lo que supone que el grupo incluya a adolescentes con
edades más avanzadas a las que en principio correspondería.
En relación con esta premisa, 2º AB no bilingüe refleja unas preferencias por géneros
musicales minoritarios como son el rap/hip-hop o el heavy metal en detrimento del pop tal y
como muestra la siguiente tabla, especialmente en varones:
17
Por esta razón, a pesar de la uniformidad en las preferencias musicales durante toda
la E.S.O., se podría decir que los grupos menos integrados en el ambiente académico difieren
un poco optando por géneros donde quizá se sienten más identificados, ya que el rap y el
heavy metal se relacionan tradicionalmente con la idea de protesta e inconformismo.
Esta tabla ofrece una visión de qué es lo más importante para un adolescente a la
hora de consumir música en 1º de E.S.O. y 4º de E.S.O. proporcionalmente para observar
cómo evoluciona su criterio:
18
Por otra parte, también hay una gran diferencia en función del género: los chicos
continúan fijándose más en los elementos musicales lo largo de su adolescencia mientras
que las chicas lo hacen significativamente más en la letra. Se corresponde una vez más con la
comparación que hicimos en cuanto al significado que cada uno de ellos daba al fenómeno
musical: los chicos conciben la música como entretenimiento en su mayoría, luego prefieren
escuchar la música de forma más superficial; y las chicas, que la entienden como una
herramienta para exteriorizar sus propias ideas y sentimientos, se interesan por la
profundidad de sus letras.
Esta tabla muestra la diferencia que existe entre chicos y chicas en cuanto a qué
elemento les dan más importancia para que les satisfaga un tema musical:
19
Por último, esta necesidad de querer verse reflejado en la música también determina
qué características presentan sus artistas y grupos musicales favoritos, sobre las cuales se ha
preguntado en la pregunta número cinco.
En 1º de E.S.O., por ejemplo, suelen citar a cantantes que comprenden edades muy
cercanas a las suyas como Abraham Mateo, Auryn, One Direction o Xuso Jones. Algunos
señalan otros que probablemente vienen marcados por lo que escuchan en casa, como
Mecano, lo cual es un reflejo de que a los doce años la identidad depende en gran medida
aún de los padres.
En 2º de E.S.O. hay mayor diversidad. Presentan artistas de moda también, pero algo
menos jóvenes; y como indicamos anteriormente, interpretan rap, reggaetón y música
electrónica, siendo Skrillex uno de los gustos más compartidos. Es evidente que estas
preferencias se alejan de las de sus padres, iniciándose el deseo de tener una identidad
independiente.
En 4º de E.S.O. los alumnos nombran igualmente artistas y grupos que tienen éxito
actualmente. Pero llama la atención el que también aludan a algunos clásicos como Michael
Jackson, Elvis Presley, The Beatles o Pink Floyd. Suponemos que esto va ligado a un mayor
grado de madurez y a un interés por descubrir y ampliar los gustos más allá de las modas
contemporáneas.
20
Cabe destacar que más de la mitad de los artistas y grupos indicados son españoles o
hispanoamericanos, lo que refleja que en mayor o en menor medida la letra sí es relevante
para escoger la música.
Un 66,1 % señala que no afecta de ninguna manera, mientras que un 33,9 % admite
que contribuye a que le guste más o menos. Normalmente más cuando la música y el vídeo
son reproducidos por primera vez o cuando el vídeo encaja con la idea que el consumidor se
había formado sobre ella; pero menos cuando tras haber escuchado varias veces la canción
la producción del vídeo frustra sus expectativas.
21
No obstante, a pesar de que la mayoría considera que no se ve influido por los
videoclips o por la estética del artífice, declaran que estos elementos son muy importantes
para la popularidad y el éxito de la canción y del artista, ya que un 66,9% opina que
cantantes como Lady Gaga o Miley Cyrus no hubieran triunfado de esa manera si no
hubieran tenido una imagen extravagante y provocativa en sus apariciones.
70,00%
60,00%
50,00% 59,30%
40,00%
30,00%
20,00% 27,10%
10,00% 13,60%
0,00%
E.S.O.
A B C
Por otro lado, están los que sienten admiración por un artista e intentan escuchar su
música, pero no van más allá (B). Y por último, los que no son fieles a ningún cantante en
particular, sino que escuchan los éxitos del momento sin importarles su procedencia (C).
Algo más de un cuarto de los encuestados pertenece al grupo A. Este grado tan alto
de implicación con el artista denota que pueden existir cuestionamientos en la autoestima
del adolescente y por esta razón busca un modelo al que seguir y a través del cual poder
reafirmarse.
22
No obstante, más de la mitad no presenta esa necesidad de tener un espejo en el que
verse reflejado. Y muy pocos son los que no se deciden por nadie en concreto, que suelen
ser aquéllos que no presentan un interés especial por la música, escuchándola simplemente
en la radio, en los espacios de ocio o en las tiendas (razón por la que sólo conocen las
canciones que han tenido éxito).
70,00%
60,80%
60,00% 56,50%
50,00%
41%
40,00%
30,00%
20,20% 19%
20,00%
10,00%
2,50%
0,00%
A B C
Chicos Chicas
23
Fenómeno fan por edad
Cuadro resumen extraído de las respuestas a la pregunta 9
100,00% 92,30%
90,00%
80,00%
70,00%
57,40%
60,00% 52,90%
50,00%
40,00% 31,40% 29,60%
30,00%
15,70% 13%
20,00%
7,70%
10,00%
0,00% 0%
1º E.S.O. 2º E.S.O. 4º E.S.O.
A B C
Una vez analizados los distintos tipos de vínculos afectivos que los adolescentes
crean respecto a sus ídolos, es menester conocer en qué medida son un referente para ellos.
Para ello, les preguntamos en primer lugar qué es lo que tienen en común con estos
modelos y qué es lo que les lleva a verse reflejados en ellos.
Las respuestas a esta cuestión están más o menos equilibradas. Un 46,2 % del
alumnado de la E.S.O. encuestado opina que lo que genera su identificación con el artista
son la música y las letras de sus canciones, ya que comparten las mismas emociones y las
mismas ideas transmitidas a través de ellas. Existe, pues, lo que denominaremos un tipo de
conexión expresiva.
En cambio, un escaso 5,9 % admite que todo lo que envuelve al artista representa
cómo le gustaría ser, de ahí que intente imitar su actitud y su estilismo. Se da entonces un
tipo de conexión personal.
Por último, la respuesta de casi la mitad del alumnado, el 47,9 %, ha sido que los
elementos que pueda tener en común con sus respectivos ídolos es esporádica; es decir, que
no sienten que ellos reproduzcan siempre de manera fiel ni sus emociones, ni sus ideas ni su
apariencia. Hay una ausencia de conexión.
Si observamos los datos resultantes y los comparamos con los que analizaban cuál
era el elemento al que los adolescentes daban más importancia en la pregunta siete –
música, estética o música y estética–, vemos que prácticamente coinciden: los referentes a
24
la conexión expresiva y a la ausencia de conexión se corresponden a los que contestaron
música o música y estética; y los de la conexión personal a los que contestaron estética.
En segundo lugar, para concretar en qué aspectos los ídolos sirven como un modelo a
seguir y como una fuente de inspiración para las nuevas generaciones, les preguntamos qué
es lo que más admiran de ellos y por consiguiente qué es lo que más envidian.
El 28 % señala que es todo lo que envuelve a la música lo que hace que un artista le
guste más que otro: su belleza, su popularidad, su éxito, su actitud rebelde o su seguridad en
el escenario. En cambio, un amplio 55,9 % querría albergar estos atributos, admitiendo que
en algunas ocasiones incluso desearían ser ellos. Esto último implica un tipo de conexión
personal con el artista muy fuerte que anteriormente fue negada por muchos.
El resto, un 30,5 %, dice no sentir ningún tipo de envidia respecto a lo que puedan
admirar de sus ídolos, ya sea su talento, su aspecto físico o su estatus social, lo cual
responde a una ausencia de conexión respecto a éstos.
25
Observa: Envidia: Le gustaría11:
Ausencia de
[Cualquier Nada
conexión
Música a] (30,5 %)
(47,9 %)
(72,9 %)
Conexión
Talento Ser como ellos
emocional Música y (72 %) (13,6 %)
(42,2 %) estética
(23,7 %)
Aspecto
Conexión
Estética físico y estatus Ser ellos
personal
(3,4 %) social (55,9 %)
(5,9 %)
(28 %)
Además, también se observa una evolución con la edad: los alumnos que desean ser
a veces sus artistas favoritos pertenecen a 1º de E.S.O. en un 51,5 %, es decir, algo más de la
mitad; mientras que sólo un 6 % lo hacen a 4º de E.S.O. Esta tabla nos muestra cómo el
porcentaje de los que han respondido afirmativamente (A) decrece en cada curso a favor de
los que han contestado que no sentían envidia (B), lo cual sugiere que la personalidad del
adolescente es cada vez más definida y estable.
11
Cuadro resumen de las respuestas a las preguntas 7, 13 y 12, respectivamente.
26
En cualquier caso, la conclusión de este apartado es que los ídolos musicales de los
adolescentes suponen un modelo a seguir para ellos, pues ven en aquéllos una posible
alternativa y un referente de cómo podrían y querrían ser ante la crisis de identidad en la
que se encuentran. Por esta razón, a veces tratan de imitarlos.
Puede ocurrir que en ocasiones malinterpreten los mensajes que transmiten estos
iconos, especialmente en cuanto a la manera de relacionarse con su entorno social. Por
ejemplo, si un adolescente observa que los artistas de moda son atractivos físicamente,
podría llegar a la conclusión de que la belleza es una herramienta necesaria para conseguir
éxito; o si ve que mostrar una actitud sexy da fama, podría entender que la provocación es
una forma útil de parecer interesante y hacer amistades.
Hemos visto que efectivamente los ídolos sirven como un modelo social para los
adolescentes y qué es lo que más admiran y envidian de ellos; pero para finalizar el estudio
conviene saber también en qué medida estos últimos tratan de reproducirlos y si esta
“imitación” los conduce a una identificación absoluta con algún estereotipo. Es decir, si el
hecho de escuchar cierto tipo de música les anima a querer reunir aquellos tópicos que
caracterizan a una tribu urbana, por ejemplo.
Un 59,7 % considera que sí, que los temas que escuchan prácticamente hablan por
ellos mismos. Este porcentaje se corresponde con parte del 42,2 % que escogió el pop como
el género musical que escuchaba con más frecuencia, de tal manera que se identifican con
letras que hablan principalmente sobre sentimientos y experiencias en el amor; y con la
totalidad de aquel 11 % que lo hizo por el rap/hip-hop con letras de denuncia social y de
protesta.
27
Un 26 % contesta que sólo la música encarna su estado anímico, bien porque no
prestan demasiada atención al significado de las letras o porque no las entienden por estar
escritas en un idioma distinto. Y sólo un 14,3 % dice no sentirse representado en absoluto
por sus temas favoritos. Estos valores se mantienen prácticamente iguales con
independencia de la edad y del género, sin presentarse apenas diferencias.
En este caso, sólo un 23 % opina que sí, que se identifican con la forma de ser de sus
artistas, y una vez más los alumnos que contestaron esta opción coinciden con los que
habitualmente escuchaban pop y rap/hip-hop. En cambio, un 77 % considera que no, que
únicamente le atraen sus canciones. Además, las respuestas a esta cuestión no están tan
repartidas entre todos los cursos encuestados: la tendencia es que la primera opción
disminuya a medida que el alumno crece, lo cual demuestra una vez más el proceso de
madurez.
Música y personalidad
Cuadro resumen de las respuestas a la pregunta 15
23% 77%
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%
Personalidad Nada
28
entre ésta con la prototípica del género de música que consume. Para ello realizamos tres
preguntas a los alumnos de la E.S.O.
La primera de ellas consiste en saber qué opinan ellos sobre esta relación entre
imagen y música: ¿un artista debe adoptar una apariencia conforme al estereotipo
generalizado de música que realiza? Sólo un 28,8 % cree que sí, que un cantante de rock
tendría que tener el pelo largo y vestir chaqueta negra de cuero o que un rapero tendría que
llevar gorra y ataviarse con ropa de deporte ancha, por ejemplo. Pero una inmensa mayoría,
el 71,2 %, considera que no tiene por qué.
El siguiente ítem se basa en señalar con cuál de los estilismos propuestos se sienten
más identificados. El 76,3 % coincide en elegir el que reza “camiseta divertida y pantalones
vaqueros”, el cual asociamos al pop, al reggaetón y quizás a la música electrónica por ser lo
más convencional. Esto indica que tres cuartas partes de los alumnos tienen gustos muy
similares en cuanto a moda. Un 9,3 % opta por vestir chaqueta de cuero y tener el pelo
largo, que se corresponde con el rock o al heavy metal; un 8,5 % prefiere llevar ropa oscura y
tener algún piercing, que se corresponde con el punk; y un 5,9 % utiliza ropa de deporte
ancha y gorra y se haría algún tatuaje, que se corresponde con el rap/hip-hop.
Estos porcentajes son proporcionales a los que reflejaban cuáles eran los géneros
musicales más escuchados por los adolescentes, tal y como se puede apreciar en el próximo
gráfico. De esta manera, nos damos cuenta de que la imagen estereotipada continúa
guardando una estrecha relación con el tipo de música a pesar de que muchos negaron la
necesidad de que ésta existiera en la pregunta anterior.
29
sociedad, y en consecuencia ceden a ellos para sentir que pertenecen a un grupo que los
integra al mismo tiempo que los define y diferencia del resto.
Por último, les preguntamos si sus artistas preferidos son un referente para ellos a la
hora de elegir su ropa. Y de la misma manera que ocurría antes, sólo un 5,1 % del alumnado
de la E.S.O. encuestado reconoce que sí de una forma amplia (A). Luego un 22 % indica
fijarse en líneas generales (B) y un 72,9 % dice no tener en cuenta este aspecto (C). No hay
grandes diferencias en lo que respecta al género.
Sin embargo, hay que señalar que la respuesta A sigue una trayectoria fija con la
edad: en este caso aumenta el porcentaje a medida que lo hace el nivel del curso, tal y como
muestra la siguiente tabla. Probablemente esto se debe a que en 1º de E.S.O. la ropa es
seleccionada por los progenitores, pero en 4º de E.S.O. el individuo, con dieciséis años, ha
adquirido mayor autonomía y es el que elige qué ropa quiere vestir, y para ello toman como
referencia a sus ídolos musicales en sustitución del criterio paternal.
30
III. CONCLUSIONES
Está claro que la música está muy presente en la vida del adolescente y que ocupa
gran parte de su tiempo de ocio, entendiéndola cada vez más como un medio para
exteriorizar sus propias emociones a causa de la adquisición de una percepción expresiva. No
obstante, los elementos que rodean al tipo de artistas y de canciones que habitualmente
consumen no se corresponde con los de ellos, o al menos no en la mayoría de los casos; de
tal manera que aunque a un determinado género se le haya asociado una serie de tópicos,
en la práctica no representan ni guardan relación con los miembros de ese colectivo.
Pero entonces, ¿qué les lleva a elegir sus preferencias dentro de un mismo género?
Para explicar esta cuestión, es necesario tomar algunos tipos de identidad propuestos por
Rice.12
12
RICE, F. Philip. Adolescencia. Desarrollo, relaciones y cultura. Madrid, Pretince-Hall, 2000, p. 174.
31
Durante la búsqueda de una identidad nueva, el adolescente recurre a una fuente de
inspiración diferente a la familiar, la cual se encuentra entre su grupo de iguales, y éste a su
vez en los modelos propuestos por los medios de comunicación, como vimos en la
fundamentación teórica. Por lo tanto, el individuo concibe estos modelos como una
representación de las características que son propias de un adolescente, entendiendo
entonces que debe ser como ellos para no ser diferente a los de su especie. De esta manera,
el sujeto en cuestión vincula el concepto de cómo le gustaría ser con las expectativas que
cree que otros tienen sobre él.
Sin embargo, una vez más hay que fijar límites a esta premisa, pues sólo una pequeña
minoría presenta una necesidad desmesurada de proyectar su personalidad en un avatar
externo y de verse reflejado en sus ídolos musicales (conexión personal), lo cual es una
consecuencia de que la gran mayoría da más importancia al hecho musical que a todos los
elementos que lo envuelven. Así pues, admiran el talento por encima de otras virtudes como
la belleza, la popularidad o el éxito; y es precisamente éste el factor que según ellos
determina que un artista guste más que otro.
Por lo tanto, podemos decir que el hecho de que el adolescente busque una
identidad propia no conlleva necesariamente una ruptura drástica con la que hasta este
momento había tenido, y por ende con su pasado. Hay que entender este cambio más bien
como un proceso de adaptación en el que la identidad que venía marcada por las decisiones
familiares desecha e incorpora nuevos rasgos en función de sus propias experiencias de
manera independiente. Lo único que sucede es que durante esta etapa, las diferencias entre
la antigua y la nueva identidad pueden ser más contrastantes debido a que se permiten
explorarse a sí mismos hasta que la madurez les conduce a encontrar el término medio.
Éste es el motivo por el que la mitad del alumnado encuestado considera que los
elementos que pueden tener en común con sus respectivos ídolos son esporádicos, y casi
siempre referidos a la música y a la letra de las canciones (ausencia de conexión), no tanto a
sus actitudes. De la misma manera, algo más de la mitad presenta una forma de consumo
equilibrada: pueden sentir admiración por un artista concreto e intentan escuchar su
música, pero no les interesa nada más. Esto es un indicativo de que el fenómeno fan, casi
por norma achacado a la adolescencia, no siempre se da, siendo esta analogía también fruto
de la tendencia a generalizar.
32
Luego entonces, ¿en base a qué criterio el negocio discográfico lanza sus
“productos”? ¿Y a quiénes van dirigidos? Es cierto que los artistas ofrecidos presentan roles
y personalidades a menudo extremos para llamar la atención del público y de esta forma
llegar al mayor número de consumidores posibles, en especial a los adolescentes, porque
durante la franja de la segunda década sienten que pueden ser quienes ellos quieran. Por lo
tanto, estos intérpretes son demandados en la medida en que suponen para ellos una forma
de expresión, libertad y diversión de una manera idealista.
33
“cultural y artística” en la L.O.E., la cual consiste principalmente en valorar de forma crítica
cualquier manifestación cultural y artística, en nuestro caso musical.
Para ello, sería necesario divulgar y dar a conocer géneros distintos a los que están
acostumbrados a consumir, ya que parte del problema radica en que los medios de
comunicación ofrecen muy poca variedad en cuanto a estilos musicales se refiere, prestando
muy pocas opciones al adolescente, y en una mala explotación de los recursos culturales que
ofrece Internet, que da acceso a todo tipo de contenidos.
En segundo lugar, siguiendo en esta línea de ofrecer un criterio al alumno para juzgar
y valorar la música, se tendría que analizar qué elementos intervienen en el fenómeno
musical desde diferentes puntos de vista para entender que, además de una manifestación
cultural muy importante, es también el producto de un negocio. Esto ayudaría al
adolescente a ser capaz de separar ambas facetas y contribuir a la ruptura de los
estereotipos y de los prejuicios consecuentes.
Bibliografía
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1996.
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34
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35
HORMIGOS, J. “La construcción de la identidad juvenil a través de la música”, Revista
Española de Sociología, 4 (2004), pp. 259-270.
________ “La creación de identidades culturales a través del sonido”, Revista Científica
Iberoamericana de Comunicación y Educación, 34 (2010), pp. 91-98.
MARTÍ, J. Más allá del arte. La música como generadora de realidades sociales. Barcelona,
Deriva Editorial, 2000.
PRADO, J. PÉREZ, Mª. A. y GALLOSO, Mª. V. La galaxia digital. Lenguaje y cultura sin
fronteras en la era de la globalización. Valencia, Grupo Editorial Universitario, 2003.
________ Manual de orientación familiar. Madrid, Instituto de Ciencias del Hombre, 1994.
________ “El videoclip como producto de la interacción con otros géneros y medios
audiovisuales y lingüísticos”, Archivum, 52-53 (2004), pp. 539-550.
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Anexo I
Pop
Rock
Música electrónica
Reguetón/Salsa
Rap/Hip-hop
Heavy metal
Punk/Grunge
Música clásica
Soul/Blues/Jazz
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4. ¿En cuál de los siguientes elementos te fijas más a la hora de elegir tu música?
5. Escribe uno o varios artistas o grupos de música que destaquen en tus gustos
musicales.
Sí
No
7. Señala en cuál de los siguientes elementos te fijas más a la hora de que te guste un
artista o grupo de música:
Música.
8. ¿Crees que artistas como Lady Gaga, Miley Cyrus… habrían tenido tanto éxito si no
hubieran tenido esa apariencia?
Sí
No
Intento adquirir todos sus discos, ver sus videoclips y sus actuaciones,
informarme de en qué puesto están sus canciones en las listas de éxitos y
conocer su vida privada.
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El papel de la música en la construcción de una identidad durante la adolescencia
¿Dime qué escuchas y te diré quién eres?
Ángel Ruiz Rodríguez
Escucho sólo sus canciones famosas, las que suenan en las radios.
10. ¿Te molesta escuchar críticas de tus artistas o grupos musicales favoritos?
11. ¿Te ves representado por tus artistas o grupos musicales favoritos?
Sí, porque sus canciones transmiten cosas que siento a través de sus letras y de
su música.
No siempre.
12. ¿Te gustaría ser como tus artistas o grupos musicales favoritos?
No.
13. ¿Qué es lo que más envidias de tus artistas o grupos musicales favoritos?
14. ¿Crees que la música y la letra de las canciones que te gustan hablan por ti?
15. ¿Crees que la imagen de tus artistas preferidos habla por ti?
Sí. Visten y actúan como yo lo haría, y comparto los valores que transmiten.
16. ¿Consideras que la imagen de un artista debe ser fiel al tipo de música que hace?
Sí. Un rapero viste ropa ancha y lleva gorra, un heavy viste cuero y tiene el pelo
largo…
No necesariamente.
18. ¿Tienes en cuenta el look de tus artistas preferidos a la hora de elegir tu ropa?
No.
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El papel de la música en la construcción de una identidad durante la adolescencia
¿Dime qué escuchas y te diré quién eres?
Ángel Ruiz Rodríguez
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