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LAS
VANGUARDIAS
ARTÍSTICAS DEL
SIGLO XX
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LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
Libro 188
Mario De Micheli
Colección
SOCIALISMO y LIBERTAD
Libro 1 LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Víctor Serge - Karl Liebknecht - Rosa Luxemburgo
Libro 2 DIALÉCTICA DE LO CONCRETO
Karel Kosik
Libro 3 LAS IZQUIERDAS EN EL PROCESO POLÍTICO ARGENTINO
Silvio Frondizi
Libro 4 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Antonio Gramsci
Libro 5 MAO Tse-tung
José Aricó
Libro 6 VENCEREMOS
Ernesto Guevara
Libro 7 DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO -
DIALÉCTICA DE LO IDEAL Edwald Ilienkov
Libro 8 LA DIALÉCTICA COMO ARMA, MÉTODO,
CONCEPCIÓN y ARTE Iñaki Gil de San Vicente
Libro 9 GUEVARISMO: UN MARXISMO BOLIVARIANO
Néstor Kohan
Libro 10 AMÉRICA NUESTRA. AMÉRICA MADRE
Julio Antonio Mella
Libro 11 FLN. Dos meses con los patriotas de Vietnam del sur
Madeleine Riffaud
Libro 12 MARX y ENGELS. Nueve conferencias en la
Academia Socialista David Riazánov
Libro 13 ANARQUISMO y COMUNISMO
Evgueni Preobrazhenski
Libro 14 REFORMA o REVOLUCIÓN - LA CRISIS DE LA
SOCIALDEMOCRACIA Rosa Luxemburgo
Libro 15 ÉTICA y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 16 EDUCACIÓN y LUCHA DE CLASES
Aníbal Ponce
Libro 17 LA MONTAÑA ES ALGO MÁS QUE UNA INMENSA
ESTEPA VERDE Omar Cabezas
Libro 18 LA REVOLUCIÓN EN FRANCIA. Breve historia del movimiento
obrero en Francia 1789-1848. Selección de textos de Alberto J. Plá
Libro 19 MARX y ENGELS
Karl Marx y Friedrich Engels. Selección de textos
Libro 20 CLASES y PUEBLOS. Sobre el sujeto revolucionario
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 21 LA FILOSOFÍA BURGUESA POSTCLÁSICA
Rubén Zardoya
Libro 22 DIALÉCTICA Y CONCIENCIA DE CLASE
György Lukács
Libro 23 EL MATERIALISMO HISTÓRICO ALEMÁN
Franz Mehring
Libro 24 DIALÉCTICA PARA LA INDEPENDENCIA
Ruy Mauro Marini
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Ilustración de tapa del libro Los Futuristas Rusos. 1920
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Manifiesto de la Federación
Itinerante de los Futuristas Rusos1
Marzo de 1918
¡Basta!
Nosotros, los proletarios del arte invitamos a los proletarios de las
fábricas y de la tierra a emprender la tercera revolución, incruenta y
feroz: la revolución del espíritu.
1
El futurismo ruso fue un movimiento muy heterogéneo. Markov explica ampliamente las
razones de esta heterogeneidad en su Historia del futurismo ruso (cfr. la edición italiana,
Einaudi, Turín, 1968). El órgano del movimiento, que empezó a publicarse en diciembre
de 1918, se llamaba El arte de la Comuna. Para esta edición hemos preferido reproducir
este texto, aparecido en la Gaceta futurista, de la que únicamente se publicó un numero
en marzo de 1918, porque nos ha parecido más significativo en su enunciación de las
tesis futuristas tras la Revolución de Octubre.
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Mario De Micheli
LAS VANGUARDIAS
ARTÍSTICAS DEL
NOVECENTO Mario De Micheli 2
EXPRESIONISMO
Crónica de la Unión Artística Die Brücke
Esbozo de un manifiesto “noviembrista”
DADAÍSMO
Manifiesto Dadá en 1918
Manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo
¿Qué es el dadaísmo y qué quiere en Alemania?
REALISMO EXPRESIONISTA
Manifiesto del Grupo Rojo
2
Título del original en italiano: Le avanguardie artistiche del Novecento Versión de
Ángel Sánchez Gijón. Traducción de los nuevos textos de la vigésima edición italiana:
Pepa Linares. Mario De Micheli, primera Edición, 1966
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LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
SURREALISMO
Primer Manifiesto del surrealismo
Secretos del arte mágico del surrealismo
CUBISMO
La pintura cubista
FUTURISMO
Fundación y Manifiesto del futurismo
Manifiesto de los pintores futuristas
La pintura futurista: Manifiesto técnico
FUTURISMO RUSO
Manifiesto de la Federación Itinerante de los Futuristas Rusos
RAYONISMO
Manifiesto del rayonismo
SUPREMATISMO
CONSTRUCTIVISMO
Manifiesto del realismo, 1920
PRODUCTIVISMO
Programa del grupo productivista
EL PROLETKULT
Tesis sobre el arte aprobadas durante la reunión del
presidium del Comité Central del Proletkult Panruso
EL LEF
¿Por qué combate el Lef?
DE STIJL
Prefacio I
Prefacio II
Primer Manifiesto de la revista De Stijl, 1918
Manifiesto II de De Stijl, 1920
Manifiesto III: hacia la formación de un mundo nuevo
TABLA CRONOLÓGICA
BIBLIOGRAFÍA
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LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
PRIMERA PARTE
ENSAYO
CAPÍTULO 1
UNIDAD DEL SIGLO XIX
Arte y realidad
El arte moderno no nació por evolución del arte del siglo XIX. Por el
contrario, nació de una ruptura con los valores decimonónicos. Pero no
se trató de una simple ruptura estética. Buscar una explicación a las
vanguardias artísticas europeas investigando sólo acerca de las
mutaciones del gusto es una empresa condenada al fracaso. En
efecto, a una investigación de este tipo se le escaparían
inevitablemente las causas que generaron el fenómeno del arte
moderno.
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LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
En los treinta años que preceden a 1848 las ideas y los sentimientos
que habían hallado una victoriosa afirmación en la Revolución francesa
llegan a su madurez. En esta época toma consistencia la moderna
concepción de pueblo y los conceptos de libertad y de progreso
adquieren nueva fuerza y concreción. La acción por la libertad es uno
de los ejes de la concepción revolucionaria del siglo XIX. Las ideas
liberales, anarquistas y socialistas impulsaban a los intelectuales a
batirse, no sólo con sus obras, sino con las armas en la mano. Philippe
de Chennevières, al describir las jornadas parisienses de febrero de
1848, cuenta:
“Horas más tarde supe que mi amigo Baudelaire fue visto entre
los insurgentes con el fusil al hombro. Jamás tantos poetas y
literatos se mezclaron de tal manera con una revolución...” 4
5
Baudelaire, Riflessioni sui miei contemporanei, L’Esae, Milán, 1945, ed. por A. Donaudy,
pp. 92-97.
6
Cf. A. Alexandre, H Daumierr, cartas de Michelet a Daumier, Laurens, París, 1888.
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LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
Pero esta realidad, que en la década de 1830 aún era para Belinski
algo que había que aceptar incondicionalmente, incluso en sus
aspectos negativos ineluctables, después de 1840 se volvió materia de
transformación por parte del hombre. El poeta debe vivir en el
“desarrollo del espíritu del tiempo”, escribió el mismo Belinski. Y ese
espíritu era, precisamente, el de 1848.
7
Cf. K. Löwith, De Hegel a Nietzsche, Einaudi, Turín, 1949, p, 231.
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El contenido y la forma
El rechazo del romanticismo ya es neto e intransigente. Ya Goethe, en
sus coloquios con Eckermann, había dado un juicio fulminante sobre la
cuestión:
Ahora bien, en los años que nos interesan, de hecho, esta objetividad
se manifiesta en las obras más significativas, y ello por la razón
profunda de que en la realidad, en el choque de sus mismas
contradicciones, se manifestaba objetivamente el movimiento
tendencial revolucionario de las fuerzas burguesas-populares. Hasta
un escritor como Balzac, que explícitamente declaraba escribir “a la luz
de dos supremos principios; Dios y la Monarquía”, revelaba luego en
las páginas de sus novelas la verdad del movimiento histórico, hasta el
punto de ser el escritor preferido por Marx. En efecto, al mirar la
realidad sin que una lente deformadora se interpusiera entre su ojo de
artista y los hechos en su desarrollo, Balzac se veía obligado, a pesar
suyo, a contradecir sus propias convicciones políticas.
8
Cf. Z. V. Smirnova, Arte e letteratura nell’URSS., “Il problema del realismo nell’ estetica
di Belinski”, Ed. Sociali, Milán, 1950, p. 21. Cf. también V. Belinski, Textes
philosoph¡ques choisis, “L’idée de i’art”, Editions en langues étrangères, Moscú, 1948.
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9
F. De Sanctis, Opere complete, Corcese, Nápoles, 1940, pp. 239-244.
10
F. De Sanctis, “La giovinezza”, Op cit., p.105.
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11
G. Courbet, Il realismo, Colip, Milán, 1954, pp, 35-36,
24
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12
Cf. L. Rosenthal. Du, Romantisme au Réalisme, Laurens, París. p, 53.
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Marx.
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“Al pintar (a campesinos y burgueses) de tamaño natural, y
dándoles el vigor y el carácter que hasta entonces habían
estado reservados a dioses y héroes –escribe Castagnary–,
Courbet llevó a cabo una revolución artística.”15
Epílogo Trágico
De todos modos, lo que aquí nos interesa destacar en esta “unidad”
histórica, política y cultural de las fuerzas burguesas-populares en
torno a 1848, porque, precisamente, de la “crisis” de esta unidad y, por
tanto, de la “ruptura” de esta unidad, nace, como ya se ha dicho, el arte
de vanguardia y gran parte del pensamiento contemporáneo. Como es
obvio, en el seno del mismo movimiento general, que tiene su eje en
1848, ya existían contradicciones y divergencias, que, posteriormente,
se irán agudizando y serán la causa de la crisis, pero hasta ese
momento el movimiento histórico de las fuerzas burguesas-populares
conserva un carácter –salvo en particulares circunstancias– que se
puede definir, sin duda, como unitario. Y 1848 es el ápice de esta
unidad. Así pues, mediante el análisis de los factores determinantes de
16
CF. Lettere dei macchiaioli, Einaudi, Turín, 1953, p.93, también para las citas
anteriores 28
LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
17
Cuando el 5 de abril Courber hizo un llamamiento a los artistas de la capital asediada
por los prusianos, el gran anfiteatro de la facultad de Medicina se llenó de pintores y
escultores y entre los nombres de los que resultaron elegidos en el Comité de la
Federación de los Artistas figuraban los de los más grandes maestros franceses: Corot,
Courbet, Daumier, Manet. La adhesión de los artistas a la Comuna fue tan rápida,
espontánea y viva que, sólo con sus fuerzas, formaron una compañía de combatientes.
Pero también dieron su adhesión científicos, músicos, actores y estudiantes, En cuanto a
los escritores y a los poetas basta recordar a Paul Verlaine, que desempeñó el cargo de
jefe del gabinete de prensa de la Comuna y que más tarde, huido a Londres, seguirá
ligado al ambiente de los proscritos communards, escribiendo para el periódico de
Eugène Vermersch, el poeta amigo de Coutber, un puñado de cuartillas agresivas e
incendiarias contra los hombres de Ventalles. Rimbaud también fue communard. Algunos
de sus escritos sobre el tema se perdieron, pero nos quedan dos poemas: Les mains de
Jeanne-Marie, dedicado a una muchacha proletaria, y París se repeuple, sobre el
regreso de la “corte” de Thiers a París. A estos dos poemas va unido la Lettre du Baron
de Petdechèvre, descubierta en 1948, que es un agudo escrito polémico sobre los malos
hábitos de Versalles. La Comuna terminó con las matanzas perpetradas por las tropas de
Thiers: treinta mil parisienses fueron fusilados.
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CAPÍTULO 2
LOS SIGNOS DE LA CRISIS
Las cartas que Van Gogh escribió en esos años son ricas en
indicaciones en ese sentido. Todo lo que ve, observa y lo conmueve se
sitúa ya en una perspectiva poética y figurativa. Advierte eso con
claridad. En noviembre de 1878 escribe:
32
LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
“Debe ser una buena cosa sentir y pensar de este modo y pasar
por encima de un montón de otros detalles para concentrarse
en lo que hace pensar y en lo que concierne de modo más
directo al hombre como hombre, en vez de en prados y nubes”.
35
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24
Cf. L. Aragón, Courbet, Cercle d’Art, París, 1953, p. 13.
25
G.Coubet, op. cit., vol.I, p.283
26
Ibidem, p.305
27
Cf. L. Aragon, op. cit., p.13
28
Cf. R. Rey, Le peinture moderne, Presses Universitaires de France. París, 1941, p. 25
37
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39
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31
Cf. R. Rey, op. cit., p. 51.
32
En cuanto a Zola, también es notable su propensión a trazar auténticos retratos físicos
con un gusto que destaca y exagera los elementos somáticos para acentuar su carácter.
Es decir, también él en literatura se vale del principio de la deformación; simplifica, hace
someros, pero al mismo tiempo eficaces, cásticos y perentorios, a través de la
descripción física, a sus personajes. Van Gogh aprendió a emplear la deformación no
sólo de Daumier sino también de Zola.
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Van Gogh es el primer caso evidente en el arte, del mismo modo que
Rimbaud, en los años que siguen a la Comuna, es el primer caso
evidente en la literatura. La prosa convulsa de la Saison en Enfer
asemeja a ciertos cuadros alucinantes de Van Gogh:
Como Van Gogh, Rimbaud había visto destruir aquello en lo que creía.
También él había tenido un sueño de redención:
“Hay destrucciones necesarias. Hay otros viejos árboles que es
necesario cortar y otras seculares sombras cuya amable
costumbre perderemos. Esta misma sociedad: por encima de
ella pasaremos las hachas, las azadas, los rodillos niveladores.
Todos los valles serán colmados y las colinas desmochadas; los
senderos tortuosos se enderezarán y los accidentes serán
allanados. Las fortunas serán raídas hasta el suelo y se
abatirán los orgullos individuales. Un hombre ya no podrá decir
“Yo soy poderoso porque soy más rico”. La amarga envidia y la
estúpida admiración serán sustituidas por la pacífica concordia
y el trabajo de todos para todos”.33
Van Gogh dio un significado al tiro de revólver con el que puso fin a su
vida el 28 de julio de 1890. Ya había pensado en el suicidio algunos
años antes como el único modo de “protestar contra la sociedad y de
defenderse”. ¿Qué otra cosa podía hacer un hombre solo, agobiado de
esperanzas frustradas, sin una salida a su propia inquietud?
34
Cf. De Formaggio, Van Gogh, Mondadori, Milán, 1952, p. 169.
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Testimonio viviente de la crisis espiritual del siglo XIX. Van Gogh da vía
libre a aquella amplia corriente artística de contenido que es la
corriente expresionista moderna, una corriente que tendrá fortuna
diversa, y, a veces, contrastante, pero que, sin embargo, casi siempre
reconocerá en el hombre el centro de sus intereses.
44
LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
Y Ensor se sitúa entre esos artistas, entre los que se contaban Jakob
Smits y Meunier, y nos dice que, precisamente a causa de esta toma
de posición, su “nombre fue cancelado de la lista [...] de los
innovadores amigos” por los críticos oficiales de la burguesía. En
suma, en Ostende sucedía lo mismo que en París. “Pero no
agravemos –apostilla Ensor– las glaucas sensibilidades de estos
cefalópodos entintadísimos.”
35
Sobre los escritos de Ensor, de donde se han extraído ésta y las citas siguientes, cf.
Les é’crits de James Ensor, Seléction, Bruselas, 1921; y Les écrits de James Ensor
(1928-1934), L’Art contemporain, Amberes, 1934.
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Todos estos temas los trata Ensor en sus aguafuertes, en los que, a
menudo, el sarcasmo moralista llega al extremo, como en su
autorretrato de 1889, donde representa su propio cuerpo en descom
posición y del que sólo el rostro queda intacto. Pero es en la Entrada
de Cristo en Bruselas, el gran lienzo pintado en 1888, donde da lo
mejor de su abundante vena satírico-grotesca. Muchos críticos
buscaron en esta obra referencias concretas; entre otras cosas,
alguien apuntó que el cuadro era un alegato en favor del sufragio
universal. En realidad, el cuadro es como una gran farsa, una
secuencia de extravagancias y un espectáculo de muecas de mofa y
escarnio. “¡Viva la Social!”, está escrito en una pancarta que atraviesa
la calle; “¡Viva Jesús!” figura en el lado derecho, en un pequeño
estandarte; “Fanfarrias doctrinarias” se lee en la enseña de la banda
de música. Bufones, beatas, putas, soldados, máscaras, esqueletos
tocados con la chistera de los caballeros, gordos y flacos, burlescas
autoridades civiles y religiosas; tina apretada multitud de caras raras,
deformadas, fantasmales, brutales, clownescas, pueblan este gran
lienzo en un ambiente de excitación carnavalesca de feria y de
barracón, que rodea a Cristo montado en el asno, y en la que él mismo
se funde como un personaje más.
36
Es el fragmento final del poema “Le Fléau” (El Flagelo), del libro Las campiñas
alucinadas, 1893
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Munch o el terror
De las coreografías de espectros y de máscaras Ensor se alejaba para
buscar la naturaleza, el mar sobre todo:
Sus marinas, los cielos altos sobre las playas bajas, tienen una fuerza
que subyugará a Permeke. Pero la nota fundamental de Ensor seguirá
estando, sobre todo, en su despiadada ironía, en aquella
muchedumbre pataleante de esqueletos y de diablos que soltó por el
mundo como mensajeros de un invisible terror que muy pronto
atenazaría la garganta de los hombres.
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“Si se nace sin piel en los ojos, se ven la vida y los hombres, tal
cual son [...] Y hay que ser una bestia inmunda para prosperar
aquí, en la Inmundicia…”38
38
Ibídem: p. 76.
53
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Van Gogh, Ensor, Munch: tres artistas, tres destinos, tres hombres
unidos, por el hilo de una historia, aunque distintos por su consciencia,
temperamento y ambiente formativo.
En ellos –que sin duda se cuentan entre los artistas más grandes de
su época– los signos de la crisis del siglo XIX se manifestaron con
particular evidencia y antes que en otros: eran signos de una crisis
europea. Se cerraba así una época y otra se abría. Problemas de
alcance histórico excepcional se planteaban, a las naciones y a los
pueblos. Otras fuerzas entraban en liza. Los síntomas de la crisis muy
pronto dejarían paso a la crisis propiamente dicha. ¿Cómo se
comportarían los intelectuales? ¿Qué camino tornarían los artistas?
Este era el interrogante que se alzaba a comienzos de siglo.
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CAPÍTULO 3
LOS MITOS DE LA EVASIÓN
Hacerse salvajes
El arte oficial burgués nace y se consolida cuando la burguesía, una
vez conquistado el poder, se prepara a defenderlo de cualquier ataque.
Es decir, nace en el momento en que la burguesía se da cuenta:
“de que todas las armas forjadas por ella contra el feudalismo
se volvían contra ella misma, de que todos los medios de
cultura alumbrados por ella se rebelaban contra su propia
civilización, de que todos los dioses que había creado la
abandonaban”39
Y continúa:
“¿Quién impedirá a dos desaprensivos ponerse de acuerdo
para ganar el premio Montyon? El uno simulará la miseria, el
otro la caridad. En un premio oficial hay algo que hiere al
hombre y a la humanidad y ofusca el pudor de la virtud. Por lo
que a mí se refiere nunca sería amigo de un hombre que
hubiera ganado un premio a la virtud; tendría miedo de
encontrar en él un tirano implacable”40
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Así pues, la evasión de Gauguin tiene una causa y un fin. Lo que dará
un tono trágico a su vida será su sangre impetuosa, su temperamento
violento, pero todo ello no es suficiente para comprender el sentido de
su drama. La verdad es que no es posible la evasión. Maurice
Malingue dice que Gauguin “murió de hambre y de desesperación”. Al
final, el Edén se había convertido en un infierno. Pero lo que es claro e
indiscutible es su obstinado intento por superar, en la vida y en el arte,
la alienación del hombre tal como se estaba verificando en la
involución de la sociedad, que había abandonado sus premisas
revolucionarias. La experiencia de Gauguin será la experiencia de
otros muchos artistas que, de modo confuso, buscaban la manera de
vencer el progresivo empobrecimiento de los valores humanos y de
sus propios valores espirituales, para salvaguardar su propia
integridad, amenazada por una lacerante realidad. ¡Cuántas fugas en
busca de una pureza, de una virginidad y de un estado de gracia! ¡Y
cuántos regresos amargos y desolados! ¡Cuántas derrotas!
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Vanguardia y decadentismo
Así pues, gran parte de la vanguardia artística europea tiene su origen
en ésta situación: al abandonar el terreno de su clase y al no hallar otro
al que trasplantar sus raíces, los artistas de la vanguardia se
transforman en déracinés. Sin embargo, sería un error involucrar en un
juicio apresurado a estos artistas con el decadentismo tout curt. Cierto
que no pocas experiencias de vanguardismo, coinciden seriamente
con
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Para captar mejor esta diferencia basta comparar, no ya con Van Gogh
sino Gauguin, a un artista como Gustave Moreau. La “materia” que
Moreau trata en sus lienzos es bastante semejante a la tratada por
Delacroix en muchas de sus obras: exotismo, voluptuosidad y muerte.
Pero donde el romanticismo de Delacroix con su ímpetu exaltaba tal
“materia” infundiéndole una pasión dramática, el decadentismo de
Moreau la enfriaba en una cerebral lascivia.46 Ni siquiera sentía
ninguna inclinación a romper los cánones formales de la tradición. Le
bastaban los maestros del pasado, que le daban “todos” los consejos
para no hacer un“arte pobre”.
Cf. M. Praz, La carne, la morte e il diavolo nelia letterattura romantica, Eínaudi, Turín,
46
50
Para definir mejor la actitud “histórica” de Sartorio puede ser interesante ver las
repuestas que dio en 1893 a Gustavo Macchi, un periodista que realizó una encuesta
entre los intelectuales italianos para conocer su postura ante el socialismo. Recibió
respuestas de 193 literatos, hombres de ciencia y artistas. De estas respuestas, sólo
treinta fueron negativas. Esa es la respuesta de Sartorio a la primera pregunta (“Cuál es
su actitud ante el socialismo, adónde llevará?”): “ Creo que sería la última ruina de la
humanidad”. Cf. Il socialismo giudicato, Aliprandi, Milán, 1893, p. 100.
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La novela de Marínetti se publicó en Francia ese mismo año.
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A. Jakovsky, Les peintres naïfs, La Bibliothèque des Arts, París, 1956, p. 15.
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Pero esto seguiría sin explicar el inesperado éxito que los pintores
ingenuos tuvieron a partir de los primeros años del siglo, si no fuera
por las razones que hemos expuesto.
Sus modos figurativos son libres y sueltos siguen una fantasía sin
prejuicios, son todo lo que no era el arte oficial: espontaneidad,
sinceridad y pureza. La admiración por sus cuadros es, pues, mayor
aun teniendo en cuenta la lucha abierta y violenta que se había
desencadenado contra toda academia, contra toda forma tradicional.
De este modo, Rousseau se convierte en un símbolo de la lucha y
abre la puerta de la historia del arte todos sus hermanos primitivos, a
los que le preceden y a los que le siguen: a André Bauchant, Emile
Blondel Camille Bombois, Louis Déchelette, Gertrude O’Brady y al
italiano Metelli... También el caso de Utrillo tiene aquí, en algunos
aspectos, su explicación.
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Pero, si para los artistas que luego darían vida al cubismo la lección
del arte negro era, sobre todo, de naturaleza formal, para otros, y de
modo especial: para los expresionistas, el arte negro tuvo un
significado más profundo. Estos sintieron que el valor de este arte
superaba los simples datos formales. Encontraron en estas estatuas,
en estas máscaras anchas de ojos vacíos y dientes a la vista,
policromadas: con creta roja y amarilla, algo que estaban buscando.
Sintieron palpitar en el corazón de los fetiches las oscuras potencias
del Cosmos. Lo que emanaba de aquellas esculturas, él terror de la
naturaleza, la amenaza incesante de las fiebres, de los vientos, de los
ríos en marcha a través de las selvas, la primitiva tristeza de la muerte,
impresionaba de modo especial el espíritu de los expresionistas.
Cf. T. Tzara, “Note sur i’art nègre”, en Sic, París, 1917, y “Note sur la poésie nègre”, en
55
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CAPÍTULO 4
LA PROTESTA DEL EXPRESIONISMO
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A. Comte, Discurs sur l’esprit positif, París, 1849, p. 147.
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