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¿De qué color es tu paracaídas?

Richard N. Bolles

Leader Summaries
Capítulos
Introducción
Cómo encontrar la esperanza
Las mejores y peores maneras de buscar trabajo
Comprender más a fondo quién eres (el ejercicio de la flor)
El currículum vítae
Las entrevistas
Los seis secretos de la negociación salarial
Introducción

Con más de diez millones de ejemplares vendidos en más de veinte


idiomas, ¿De qué color es tu paracaídas? es el manual para buscar
trabajo o cambiar de profesión más popular del mundo.
Este clásico, constantemente actualizado con información nueva,
está pensado para identificar las habilidades en las que destacamos y
encontrar el campo profesional en el que nos sintamos más a gusto.
Cómo encontrar la esperanza
Actualmente vivimos en un mundo donde las viejas normas se están
reescribiendo. Cambian cosas que nunca creímos que podrían
hacerlo. Ocurren cosas que jamás pensamos que llegaríamos a ver. Y
cosas que dábamos por seguras —como un trabajo para toda la vida
— ahora desaparecen.
Pero no hay dejarse arrastrar por la preocupación. Mientras
tengamos esperanza, todo seguirá su curso. Esperanza, por encima y
antes de todo lo demás; la única pregunta es, ¿cómo la encontramos?
He aquí algunas claves.
Los expertos han descubierto, con los años, cuál es el mínimo
absoluto para conservar la esperanza. Y es simplemente este: la
esperanza depende de asegurarse que tenemos al menos dos
alternativas, en todas las situaciones en las que nos encontremos y
en cada tarea a la que nos enfrentemos.
Así, no debemos tener…

solo una manera de describirnos a nosotros mismos, sino dos


por lo menos;
una manera de orientarnos hacia una carrera profesional, sino
hacia dos por lo menos;
una manera de buscar trabajo, sino dos por lo menos;
una manera de buscar un trabajo, sino dos por lo menos;
una oferta de trabajo únicamente, sino dos por lo menos.

Tener un solo plan, una sola opción, es la receta más segura para la
desesperación. En un estudio realizado sobre 100 personas que
buscaban trabajo utilizando un único método, unas 51 abandonaban
su búsqueda al segundo mes. Habían perdido la esperanza. En
cambio, de 100 personas que utilizaban dos o más maneras distintas
de encontrar trabajo, normalmente solo 31 abandonaban la
búsqueda al segundo mes.
En cualquier situación, es importante saber que, por mucho que
tengas la sensación de estar a merced de poderosas fuerzas externas
que escapan totalmente a tu control, siempre podrás encontrar algo,
por muy pequeño que sea, que sí esté bajo tu control y con lo que
puedes empezar a trabajar.
Eso es aplicable a cualquier momento en que estés sin empleo, en
especial si la situación se alarga. Buena parte de la situación a la que
te enfrentas queda fuera de tu control. No hay nada que puedas
hacer por cambiarla. Pero esta proporción no puede ser del 100 %.
Tiene que haber alguna parte de la situación —aunque sea solo un 2
%— que esté bajo tu control. Debes buscar cuál es y luego dedicar
todas tus energías a trabajar en ella.
Por todo ello, antes de poder responder a la pregunta de “¿Qué hago
a partir de ahora con mi vida?”, debes tener esperanza. Debes creer
que tus acciones marcan una diferencia, que no te enfrentas a
enormes fuerzas inmutables ante las que estás totalmente indefenso.
Las mejores y peores maneras de
buscar trabajo
Buscar trabajo se puede describir como intentar averiguar si algo
existe, es decir, los puestos de trabajo vacantes, o puestos que
todavía no se han creado, o necesidades que están por cubrir. En el
terreno de nuestra elección. En la zona geográfica de nuestra
preferencia. En el tamaño de empresa u organización que nos guste
más. Aquí, todo depende del método utilizado para tratar de
encontrarlo.
Hay muchas maneras de buscar trabajo o de cambiar de profesión.
Algunas tienen un historial de resultados bastante bueno, y que por
lo tanto recompensan bien el tiempo que invirtamos en ellas. En
cambio, otras tienen un palmarés realmente malo, y podemos
malgastar mucho tiempo y energía con ellos sin obtener ningún
resultado. Veamos primero las malas.
Las cinco peores maneras de buscar trabajo:
1- Buscar ofertas de empleo de empleadores en Internet.
Obviamente, Internet sí puede ser un medio maravilloso para
facilitar que un empleador y alguien que busca empleo se
encuentren, de una manera que hace veinte años era muy poco
probable. Los sitios de Internet dedicados a la búsqueda de empleo
facilitan que el encuentro entre empleadores y aspirantes sea mucho
más rápido que nunca antes en la historia.
Pero, por desgracia, este método de buscar trabajo no funciona para
un enorme porcentaje de las personas que lo prueban. La
investigación ha revelado que de cada 100 personas que utilizan
Internet como método de búsqueda de empleo, 4 tendrán suerte y lo
encontrarán, mientras que los 96 restantes no lo harán… si solo
buscan por Internet.
Una excepción a lo anterior son los empleos técnicos o relacionados
con la informática. En un empleo en el sector de las tecnologías de la
información, así como en los de ingeniería, finanzas o salud, la tasa
de éxito aumenta hasta alrededor del 10 %. Pero para el resto de los
12 741 tipos de trabajos que hay en el mercado laboral, la tasa de
éxito documentada ronda el 4 %.
2- Enviar por correo ordinario o electrónico tu CV a
empleadores. Mandas CV a ciegas a todo el mundo, con el objetivo
de cubrir todo el terreno posible. O bien apuntas de forma más
directa hacia algunos lugares concretos que te interesan, y mandas
un CV especialmente diseñado para ellos por correo tanto digital
como ordinario.
Esta manera de pedir trabajo es muy conocida, pero solo tiene un
índice de éxito del 7 %. Es decir, de cada 100 personas que lo
utilizan, 7 tendrán suerte y se harán con un puesto; las 93 restantes
no tendrán la misma suerte… si solo utilizan este método para buscar
esas vacantes que hay por ahí. Hay empleadores que odian los CV,
por todas las mentiras, exageraciones y deformaciones de la
experiencia y los conocimientos inventados que contienen. Esto es
así hasta un 82 % de las veces, según los expertos cuya misión es
comprobar la veracidad de los CV.
3- Responder a anuncios de periódicos locales. El índice de
éxito de este método de búsqueda se sitúa únicamente entre el 5 y el
24 %. La fluctuación entre el 5 y el 24 % se debe al nivel salarial que
se busque; cuanto más alto, menos aspirantes son los que
encuentran un puesto con este método.
4- Acudir a agencias de colocación o head hunters privados
en busca de ayuda. Este método parece que tiene un índice de
éxito de entre un 5 y un 28 %, de nuevo en función de cuáles sean las
aspiraciones salariales del candidato. Es decir, de cada 100 personas
que lo utilizan para buscar trabajo, entre 5 y 28 tendrán suerte y se
harán con un puesto; las 72 a 95 restantes no tendrán la misma
suerte… si solo utilizan este método para buscar las vacantes que hay
por ahí.
Resulta interesante comentar que el índice de éxito de este método
ha aumentado ligeramente en los últimos años en el caso de las
mujeres pero no en el de los hombres: justo antes de la recesión, un
27,8 % de las mujeres que buscaban trabajo lo encontraba en un
plazo de dos meses si acudía a la agencia privada adecuada, ya fuera
una agencia de colocación de personal administrativo, abogados,
médicos o cualquier otro perfil.
Frente a ellos, he aquí los cinco métodos que yo he observado que
son los que mejor funcionan a la hora de encontrar trabajo, en
especial cuando las cosas están difíciles.
1- Hacer correr la voz entre los miembros de tu familia, los
amigos, la gente que conoces, tu comunidad (índice de éxito
del 33 %). Pregúntales si saben de alguna vacante en la empresa en la
que trabajan… o en algún otro sitio. Hablando con tu familia y
amigos tienes casi cinco veces más oportunidades de encontrar
trabajo que si te limitas a mandar tu CV.
2- Llamar a la puerta de la empresa, fábrica u oficina que te
interesa, tanto si sabes que hay una vacante como si no.
Donde mejor funciona este método es en las empresas pequeñas. Si
vas en persona tienes casi siete veces más de probabilidades de
encontrar trabajo que si te limitas a mandar tu CV.
3- Con la ayuda del índice del listín telefónico de las
Páginas Amarillas para identificar los temas o áreas que más te
interesan en la localidad donde te gustaría trabajar, llamar por tu
cuenta a las empresas seleccionadas o hacerles una visita para
preguntar si tienen alguna vacante en ese tipo de trabajo que tan
bien puedes hacer. Haciendo esto tienes nueve veces más de
probabilidades de encontrar trabajo que si te limitaras a mandar el
CV.
4- Hacer los deberes sobre ti mismo. Consiste en hacer mucho
trabajo sobre ti mismo antes de salir a la calle. El objetivo es
entender mejor quién eres, lo que puedes ofrecer al mercado laboral,
el tipo de trabajo que se ajustaría a tu perfil y qué sentido quieres
darle a tu vida.
Al realizar este trabajo sobre ti mismo, serás capaz de describir con
gran detalle lo que buscas exactamente. Eso facilita mucho la tarea
de ayudarte para tus amigos, tus contactos de LinkedIn o tus
familiares. No es un simple “Eh, estoy sin trabajo, si sabes de algo me
lo dices”, sino que dices exactamente qué es ese algo y en qué
entorno de trabajo. Eso incrementa mucho su utilidad para ti, y por
lo tanto tu capacidad de encontrar trabajos que, de lo contrario, no
encontrarías nunca. Este método tiene un índice de éxito del 86 %, el
más alto de todos los métodos de búsqueda que hemos visto hasta
ahora.
Comprender más a fondo quién eres
(el ejercicio de la flor)
Ahora que el desempleo está a la orden del día tienes que repensar
todo lo que antes creías saber, asumir que estás en un mundo nuevo,
replantearte todas tus estrategias y pensar si hay algo nuevo que has
de aprender (recordando siempre que para poder aprender algo, has
de desaprender algunas cosas).
Por encima de todo, ten presente la premisa más importante de este
libro: distintas formas de buscar trabajo dan resultados distintos.
Cuanto más ajustada sea la competición, más importancia adquiere
la manera de buscar trabajo de cada aspirante en un determinado
campo o profesión.
El desempleo se convierte en una etapa de transición vital cuando no
consigues encontrar trabajo haciendo lo mismo que has hecho
siempre. Puesto que has de replantearte una cosa, muchos elegimos
replanteárnoslo todo.
Eso empieza por despojarte de tu etiqueta profesional. Has de dejar
de responder a la pregunta “¿Tú quién eres?” diciendo: “Bueno, soy
obrero de la construcción o vendedor o diseñador o escritor…”. Eso
te encierra en el pasado. En cambio, si respondes: “Soy una persona
que…” te estás lanzando al futuro. “Soy una persona que… ha tenido
estas experiencias”, “Soy una persona que… sabe hacer esto o
aquello”, “Soy una persona que… sabe mucho de esto o lo otro”, “Soy
una persona que… es singular de esta u otra manera”.
Esta representación de ti mismo es como una flor que tiene siete
pétalos porque tú tienes siete lados, o siete maneras de verte a ti
mismo. Así, puedes describir lo que eres:

1. Según lo que sabes: tus conocimientos y disciplinas preferidas,


las que llevas almacenadas en la cabeza (o en el corazón).
2. Según los tipos de personas con las que más te gusta trabajar
o los tipos de personas —franja de edad, problemas,
discapacidades, zona geográfica, etc.— a las que más te gustaría
ayudar o servir.
3. Según lo que sabes hacer y tus destrezas funcionales
transferibles preferidas.
4. Según tus condiciones de trabajo preferidas, aquellas que te
permiten alcanzar tu máxima productividad y eficacia en el
trabajo: interior/aire libre, empresas grandes/pequeñas,
organización abierta/cerrada, con/sin ventanas, etc.
5. Según tu salario, rango y nivel de responsabilidad
preferidos, lo que te parece lo más adecuado para ti por tu
experiencia, temperamento y ambición: trabajar para ti mismo,
como integrante de un equipo, supervisando a otros o dirigiendo
la orquesta.
6. Según tu ubicación geográfica preferida, en función de qué
te haría sentir más feliz, te permitiría hacer mejor tu trabajo y
sacarías el máximo partido a la vida: en tu ciudad o en el
extranjero, clima cálido/frío, norte/sur, este/oeste,
montaña/mar, urbana/rural.
7. Según tus metas o tu idea de la misión o la finalidad de tu
vida. De forma alternativa o complementaria puedes especificar
también las metas o la misión que te gustaría que tuviera la
organización para la que termines trabajando.

Podrías elegir solo uno, dos, o tres de estos aspectos de ti mismo —


por ejemplo “lo que sabes”, “lo que sabes hacer” y tu “sueldo
preferido”— como guía para definir el tipo de trabajo que mejor se
adaptaría a ti.
Pero lo que describe la Flor es quién eres en los siete aspectos,
reunidos en una sola página. Al fin y al cabo, no eres tan solo una de
estas cosas, sino todas ellas. La Flor es un retrato tuyo completo, no
parcial.
Primer pétalo. Mis conocimientos o campos de interés
favoritos. Aquí, por fin, tienes un lugar donde anotar tus medios
preferidos y con/en los que te gustaría trabajar. Piensa en lo que tú
sabes que alguien totalmente nuevo en este medio no sabría.
Si, por ejemplo, uno de tus medios favoritos son los ordenadores,
entonces la pregunta es la siguiente: ¿qué sabes de ellos que alguien
totalmente nuevo en este medio no sabría? Tal vez conozcas el
sistema operativo de Mac realmente bien. Apunta: Mac OS X 10.7.
Tal vez sepas reparar un ordenador. Apunta: reparación de
ordenadores. Tal vez domines el diseño gráfico. Apunta: diseño
gráfico digital. Tal vez sepas instalar aplicaciones móviles para
iPhone (o Android). Apunta: instalación de aplicaciones móviles.
Cualquier cosa que sepas que te permita trabajar mejor en el medio
llamado ordenadores son “conocimientos”.
Segundo pétalo. Mis tipos de persona preferidos para
trabajar. Las personas con las que trabajamos son importantes
porque pueden funcionar como succionadores o como generadores
de energía. O bien nos arrastran al fondo y nos impiden dar el
máximo de nosotros, o bien nos elevan y nos ayudan a mostrar
nuestra mejor versión y a trabajar con la máxima eficacia.
Las personas también pueden ayudarte a identificar profesiones. Eso
es debido a que cada profesión tiene un tipo característico de entorno
humano. La profesión que nos interesa puede ofrecer, de manera
general, un tipo determinado de entorno humano según seis factores,
estudiados por el doctor John L. Holland:

1. Entorno humano realista: gente que prefiere las actividades


que conllevan “la manipulación explícita, ordenada o sistemática
de objetos, herramientas, maquinaria y animales”. Yo lo resumo
de la siguiente manera: R = gente a la que le gusta la naturaleza,
las plantas, los animales, el deporte, las herramientas y la
maquinaria, o estar al aire libre.
2. Entorno humano investigador: gente que prefiere las
actividades que conllevan “la observación y la investigación
simbólica, sistemática o creativa de fenómenos físicos,
biológicos o culturales”. Yo lo resumo así: I = gente con mucha
curiosidad, a la que le gusta investigar o analizar cosas, personas
o datos.
3. Entorno humano artístico: gente que prefiere las
actividades que conllevan “actuaciones o competencias
ambiguas, libres y no sistematizadas para crear formas o
productos artísticos”. Yo lo resumo de la siguiente forma: A =
gente muy artística, imaginativa e innovadora, a la que no le
gustan los relojes.
4. Entorno humano social: gente que prefiere las actividades
que conllevan “la manipulación de los demás para informar,
formar, desarrollar, curar o iluminar”. Yo lo resumo así: S =
gente inclinada a ayudar, enseñar o servir a otras personas.
5. Entorno humano emprendedor: gente que prefiere las
actividades que conllevan “la manipulación de los demás para
conseguir metas organizativas o de interés personal”. Yo lo
resumo de esta manera: E = gente a la que le gusta poner en
marcha proyectos u organizaciones, vender cosas o influir en y
convencer a los demás.
6. Entorno humano convencional: gente que prefiere las
actividades que conllevan “la manipulación explícita, ordenada o
sistemática de datos, como llevar un registro, clasificar
materiales, reproducir materiales, organizar datos escritos o
numéricos según un plan preestablecido, gestionar un negocio o
una máquina de procesamiento de datos”. “Convencional”, por
cierto, se refiere a los “valores” que suelen tener las personas en
este entorno, y que representan la corriente dominante de
nuestra cultura. Yo lo resumo así: C = gente a la que le gusta el
trabajo detallado y completar tareas o proyectos.

Según la teoría de John L. Holland, todos nosotros tenemos tres


entornos humanos preferidos, dentro de estos seis. Las letras de tus
tres entornos humanos preferidos te dan lo que se llama tu “código
Holland”.
Tercer pétalo. Lo que sé hacer (mis competencias
transferibles preferidas). Si pretendes identificar el trabajo de
tus sueños o te propones un cambio radical de profesión, por encima
de todo has de identificar tus competencias funcionales y
transferibles, aptas para ser utilizadas en cualquier campo o interés.
Se trata de tus habilidades con la gente, con los datos o con los
objetos. Son destrezas con las que probablemente naciste, o al menos
en las que tenías un don natural que has ido perfeccionando y
agudizando con el tiempo.
He aquí las verdades más importantes que has de tener presentes
sobre tus competencias transferibles y funcionales:

1. Tus competencias transferibles (funcionales) son la unidad más


básica —los átomos— de cualquier carrera que elijas. Por
ejemplo, las competencias funcionales en lo que se refiere a
datos serían sintetizar, analizar, recopilar, etc.; en lo referente a
gente: guiar, negociar, instruir…; en lo que concierne a las cosas:
trabajar con precisión, operar, conducir, etc.
2. Has de alegar siempre las máximas competencias que
legítimamente puedas atribuirte, según tu experiencia pasada.
3. Cuanto más elevadas sean tus competencias transferibles, mayor
libertad tendrás en el trabajo. Las aptitudes más simples pueden
y suelen ser fuertemente prescritas (por el empleador), de modo
que si solo alegas estas deberás “adaptarte”, es decir, seguir las
instrucciones de tu supervisor y hacer exactamente lo que te
dicen. Cuanto más altos sean los conocimientos que puedes
alegar legítimamente, mayor discrecionalidad te será concedida
para desempeñar el trabajo de la manera que a ti te gusta, de
modo que este se adapte a ti.
4. Cuanto más elevadas sean tus competencias transferibles,
menos rivales tendrás para el empleo al que aspiras, pues los
puestos que requieren estas competencias raramente se
anuncian a través de canales normales. La esencia de nuestro
enfoque para buscar trabajo o cambiar de profesión es que, una
vez identificadas tus competencias transferibles preferidas, y tus
competencias especiales preferidas, puedes dirigirte a cualquier
organización que te interese, sepas o no si tienen algún puesto
vacante. Naturalmente, sean cuales sean los lugares que vayas a
visitar —y en particular si no tienen anunciada ninguna vacante
—, encontrarás muchos menos aspirantes con los que competir.
5. No confundas las competencias transferibles con los rasgos. Las
competencias funcionales/transferibles se confunden a menudo
con los rasgos, los temperamentos o los tipos. La gente piensa
que las competencias o aptitudes transferibles son cosas como
las siguientes: tiene mucha energía, presta atención a los
detalles, tiene facilidad de trato, es resolutivo, trabaja bien bajo
presión, tiene empatía, es intuitivo, persistente, dinámico, de
fiar, etc. Pero todo esto no son competencias
funcionales/transferibles, sino rasgos o, en otras palabras, el
estilo con el que aplicas tus competencias transferibles.
Pongamos por ejemplo el rasgo “presta atención a los detalles”.
Si una de tus competencias transferibles es “investigar”,
entonces “presta atención a los detalles” describe la manera o el
estilo con el que desarrollas la competencia transferible llamada
“investigar”.

Cuarto pétalo. Mis condiciones de trabajo preferidas. A


menudo ocurre que una planta que crece espléndidamente a nivel del
mar perece si la llevas a una montaña de tres mil metros de altura.
Lo mismo ocurre con los seres humanos: damos lo mejor de nosotros
en el trabajo en ciertas condiciones, pero no en otras. Así, la
pregunta “¿Cuáles son tus condiciones de trabajo preferidas?”
significa en realidad “¿En qué circunstancias das lo mejor de ti en el
trabajo?”.
La mejor manera de enfrentarse a esta información es empezar por
las cosas que te disgustaban de tus trabajos anteriores. Por ejemplo,
en una hoja de papel puedes escribir: “demasiado ruidoso”,
“demasiada supervisión”, “no tenía ventanas en mi lugar de trabajo”,
“tenía que estar en el despacho a las 7 de la mañana”, etc.
Quinto pétalo. Mi sueldo, nivel y responsabilidad
preferidos. El objetivo de completar este pétalo es obtener una
imagen realista de cuánto dinero necesitas ganar, o quieres ganar, en
cualquiera de los trabajos que encuentres.
El sueldo es algo en lo que tienes que pensar por adelantado, cuando
contemplas tu trabajo o profesión ideal. A él va asociado el nivel o la
magnitud de la responsabilidad que te gustaría asumir en una
organización (ser jefe o presidente ejecutivo, director o algún cargo
por debajo del jefe, jefe de un equipo, miembro de un equipo, etc.).
En cuanto al salario al que aspiras, aquí tendrías que pensar en
términos de un mínimo y un máximo. El mínimo es lo que
necesitarías ganar para “ir tirando”. Y esto tienes que saberlo antes
de presentarte a una entrevista con cualquier empleador (o antes de
fundar tu propio negocio, para saber qué beneficios necesitas solo
para sobrevivir). Esa cifra representa un suelo por debajo del cual,
sencillamente, no puedes permitirte bajar.
El máximo podría ser cualquier cifra astronómica que se te ocurra,
pero te resultará más útil apuntar al sueldo al que crees que puedes
aspirar, siendo realistas y teniendo en cuenta tu actual nivel de
formación y experiencia, si trabajaras para un jefe real, pero
generoso.
Sexto pétalo. Mi lugar preferido para vivir. El objetivo de
completar este pétalo sería definir dónde te gustaría más trabajar y
vivir, y dónde serías más feliz, si pudieras elegir. O bien resolver el
conflicto con tu pareja acerca de dónde os gustaría vivir una vez
jubilados.
Se trata de tener una imagen más clara sobre lo que esperas de la
vida. Ahora o más adelante. Ahora, si tienes la oportunidad de
mudarte y quieres tomar una decisión acertada en cuanto al lugar.
Más adelante, si actualmente estás atado a un lugar concreto porque
“necesito estar cerca de mis hijos o de mis padres enfermos, o lo que
sea”, en cuyo caso se trata de planificar el futuro: ya sea para la
jubilación o antes. Es importante pensar ahora en el futuro, porque
puede presentarse una oportunidad cuando menos te lo esperas y, a
menos que hayas madurado la idea y la reconozcas al instante, se te
podría escapar.
Séptimo pétalo. Mi meta, propósito o misión en la vida.
Tienes que proyectar el resultado de tu vida en el sentido más
amplio, no solo en relación con tu situación de desempleo de este
año. ¿Qué tipo de huella quieres dejar una vez concluido tu trayecto
en este mundo? Averígualo y estarás en el buen camino para definir
tu vida como una vida con un sentido y una misión.
De acuerdo con nuestra naturaleza, la misión se divide en general en
nueve reinos. A medida que los vas recorriendo, debes preguntarte
esto: ¿cuál de estos reinos llama más mi atención?:

La mente. Me gustaría que hubiera más conocimiento, verdad o


claridad en el mundo porque he estado en él.
El cuerpo. Me gustaría que hubiera más salud en el mundo, más
alimentos para quienes pasan hambre, más ropa para los
pobres, porque yo he estado en él.
Los ojos y otros sentidos. Me gustaría que hubiera más belleza
en el mundo.
El corazón. Me gustaría que hubiera más amor y compasión en
el mundo.
La voluntad o la consciencia. Me gustaría que hubiera más
moralidad, más justicia, más rectitud, más honestidad en el
mundo.
El espíritu. Me gustaría que hubiera más espiritualidad en el
mundo, más fe, más compasión, más perdón, etc.
Ocio. Me gustaría que las cargas de los seres humanos fueran
más ligeras, que se les ofrecieran perspectivas más amplias, que
se les ayudara a olvidar sus miedos, que hubiera más risas y
alegría en el mundo.
Nuestras posesiones. Me gustaría que hubiera una mejor
administración de lo que poseemos en el mundo, como
individuos, como comunidad, como nación.
La tierra. Me gustaría que este frágil planeta estuviera más
protegido, que hubiera más exploración —no explotación— del
mundo o del universo, más interés por sus problemas y su
energía.

En suma, todas estas son misiones valiosas y necesarias en el mundo.


La pregunta es la siguiente: ¿cuál de ellas te atrae más?, ¿a cuál te
apetece más dedicar tu mente, tus energías, tus dones y tus
conocimientos, tu vida, mientras estés aquí en este mundo?
El currículum vítae
En lo que respecta a tu CV, las verdades que importan son las
siguientes: el objetivo principal de un CV es lograr que te inviten a
una entrevista (con alguien que pueda contratarte, por supuesto). El
objetivo principal de esta entrevista es lograr que te inviten a una
segunda entrevista. Y así sucesivamente.
Para ello, debes saber lo siguiente:

Es preferible no mandar tu CV solamente por correo electrónico,


en especial si no va incluido en el propio mensaje sino en
archivo adjunto. Hay muchos empleadores que, temerosos de
los virus, no abren nunca este tipo de adjuntos (como tu CV). Si
quieres, mándalo por correo electrónico, pero envía siempre una
versión más cuidada por correo ordinario o mensajería privada.
Conviene leer todas y cada una de las frases de tu CV y valorarlas
en función de este criterio: “¿Ayudará esto a que me inviten a
una entrevista? ¿O sonará contradictorio, decepcionante,
alarmante…?”. Si alguna frase concreta te plantea dudas desde
esta perspectiva, omítela. Si es algo importante, anótalo para
comentarlo durante la entrevista. Y si te parece que queda
alguna explicación por dar, o ampliar, guárdate esa explicación
también para la entrevista.
No conviene incluir referencias en tu CV. Hay asesores
profesionales y redactores de CV que no opinan lo mismo, pero
yo creo que es mejor ofrecer las referencias una vez que los jefes
potenciales han tenido la oportunidad de conocerte y hablar
contigo.
Las entrevistas
Una vez tengamos nuestra flor completada, el siguiente paso es
buscar trabajo a través de contactos o networking. El networking es
necesario porque hay una brecha que salvar entre tú y tu trabajo.
Necesitas intersecciones entre tú y los demás.
Estas intersecciones se pueden encontrar —hoy en día— de una o dos
maneras: en Internet, en las llamadas “redes sociales”; o pueden
encontrarse por ahí, reuniéndote realmente con la persona.
Esta última modalidad del networking es la más difícil. Lo primero
que nos puede sabotear aquí es la timidez. Ocurre a menudo que
personas sin empleo que pueden ser grandes expertas a la hora de
conectar y comunicarse con gente por Internet —a través de juegos
de ordenador, aplicaciones, Facebook, LinkedIn, Twitter, Instagram
y otras redes sociales— de pronto sienten que les tiemblan las
piernas cuando tienen que tratar con alguien cara a cara.
¿Qué podemos hacer si nos domina la timidez y nos sentimos
incapaces de enfrentarnos a todo esto? John Crystal tuvo que
enfrentarse a menudo a este problema, y sugirió que la manera de
curar la timidez es a través del entusiasmo. Sí, dijo, si estás hablando
con alguien y sientes entusiasmo por el tema de discusión, con la
ilusión te olvidarás de que pasas vergüenza. Todo depende del tema
del que hables, y de cómo te hace sentir este tema. Su consejo era el
siguiente: ve a buscar solamente un empleo por el que sientas
verdadera pasión. Busca información únicamente sobre una
curiosidad por la que sientas entusiasmo y vislumbres la perspectiva
de aprender la respuesta. Y así una y otra vez.
John recomendaba tres tipos de entrevistas: las entrevistas de
práctica, las entrevistas en busca de información y las entrevistas de
trabajo. Cada una de estas entrevistas constituye una preparación
para la siguiente; es su plan en tres etapas para superar la timidez.
En cuanto a la entrevista de información, recuerda que a las
empresas y las organizaciones les gusta el aprecio de los demás. Y ese
aprecio se demuestra tomándose la molestia de saberlo todo sobre
ellas antes de ir a visitarlas.
¿Qué es lo que debes investigar sobre una organización antes de
acudir a ella para una entrevista de trabajo? Bueno, ante todo,
quieres saber algo sobre su funcionamiento desde dentro: el tipo de
trabajo que hacen allí, su estilo de trabajo, su “cultura corporativa”. Y
el tipo de metas que se proponen conseguir, los obstáculos o retos a
los que se enfrentan y cómo tus aptitudes y conocimientos pueden
ayudar a superarlos. En la entrevista deberás estar preparado para
demostrar que tienes algo que ellos necesitan. Así que es obvio que lo
primero que necesitas averiguar es qué es lo que necesitan.
En cuanto al tercer y más importante tipo de entrevista, la que tiene
por finalidad tu contratación, conviene tener en cuenta algunos de
los siguientes secretos:
No debes tomarte la entrevista como una prueba; también
es un proceso de recogida de datos para el potencial
empleador. Este trata de decidir si encajas. Te entrevista para
responder a estas preguntas: ¿quiero que trabaje aquí con nosotros?,
¿tiene las aptitudes, los conocimientos o la experiencia que me hacen
falta?, ¿tienen la actitud hacia el trabajo que yo busco?, ¿cómo se
llevará con el resto de mis empleados?
Durante la entrevista, proponte respetar la “regla del 50-
50”. Algunos estudios revelan que, en general, las personas que se
llevan el contrato son las que hablan y escuchan en la misma
proporción durante la entrevista.
Cuando respondas a las preguntas del entrevistador,
observa la “regla de los veinte segundos a dos minutos”.
Algunos estudios indican que cuando te toca el turno de hablar o de
responder a una pregunta, si quieres dar la mejor impresión has de
intentar no hablar más de dos minutos cada vez. De hecho, una
buena respuesta a una pregunta del entrevistador a veces solo lleva
veinte segundos.
Proponte que te vean como parte de la solución, no del
problema. Para ello, intenta adivinar antes de la entrevista cómo
podría hacerlo mal un empleado en el puesto al que aspiras: cosas
como llegar tarde, tomarse demasiado tiempo de baja, seguir una
agenda propia en vez de la del jefe, etc. Luego intenta distanciarte de
todo ello tanto como puedas ante el entrevistador: tu única meta es
“aumentar la efectividad de la organización, su servicio y su función
básica”.
Date cuenta de que el entrevistador pensará que tu manera
de trabajar será la misma que tu manera de buscar trabajo.
Así, asegúrate de ilustrar durante la entrevista esas mismas virtudes
que reivindicas para ti como empleado suyo. Por ejemplo, si vas a
afirmar que eres muy riguroso en tu manera de trabajar, asegúrate
de demostrar ese mismo rigor en tu investigación previa sobre la
empresa u organización.
Cinco preguntas básicas a las que debes prestar atención.
Las personas con capacidad para contratarte necesitan saber la
respuesta a estas cinco preguntas, que pueden formular
directamente o intentar averiguar de manera oblicua:

¿Por qué estás aquí?: ¿Por qué llamas a mi puerta y no a la


de otra organización?
¿Qué puedes hacer por nosotros?: Si te contratara,
¿pasarías a formar parte de los retos que ya tengo o serías parte
de la solución a estos retos? ¿Qué aptitudes tienes y cuánto
sabes del tema o sector en el que estamos?
¿Qué tipo de persona eres?: ¿Te adaptarás bien? ¿Tienes el
tipo de personalidad que facilita que la gente trabaje contigo y
compartas nuestros valores?
¿Qué te diferencia de los diecinueve o novecientos
otros candidatos que aspiran a este trabajo?: ¿Son tus
costumbres laborales mejores que las de los demás?; ¿llegas
pronto, te marchas tarde, trabajas con mayor rigor, más rápido,
tienes unos criterios de autoexigencia altos, aportas el plus
necesario o… qué?
¿Puedo permitirme contratarte?: Si decidimos que te
queremos aquí, ¿cuánto nos costará tenerte, y tenemos
capacidad y disposición para pagar esa cantidad, dadas las
limitaciones que impone nuestro presupuesto y la imposibilidad
de pagarte tanto como a la persona que estaría en el escalafón
inmediatamente superior al tuyo, dentro de nuestro
organigrama organizativo?
Los seis secretos de la negociación
salarial
Antes de aceptar una oferta de trabajo, pregunta siempre por el
sueldo. Y recuerda: primero pregunta, luego negocia. Aquí,
básicamente hay seis secretos que hay que tener presentes.
Primer secreto de la negociación salarial. No hables nunca del
sueldo hasta el final del proceso de entrevistas, cuando (y si) te han
dicho definitivamente que desean contratarte. Es decir:

No hasta que te hayan conocido en tu mejor faceta y hayan


podido apreciar cómo destacas por encima de los demás
candidatos.
No hasta que empieces a conocerlos, tanto como puedas, y sepas
distinguir cuándo se ponen firmes y cuándo son flexibles.
No hasta que hayas averiguado exactamente en qué consiste el
empleo.
No hasta que hayan tenido la oportunidad de descubrir lo bien
que te ajustas a las necesidades del puesto.
No hasta que estés en la entrevista final en aquella organización
en particular y para aquel empleo en particular.
No hasta que tú hayas decidido: “Me gustaría trabajar aquí”.

Segundo secreto de la negociación salarial. El objetivo de la


negociación salarial es descubrir cuánto es lo máximo que están
dispuestos a pagar para contratarte. La mayoría de los empleadores,
con la esperanza de poder contratarte por menos, empiezan por una
cifra inferior a lo que están dispuestos a pagar. Eso crea una franja.
Y esta franja es la cuestión central de la negociación
salarial.
Tercer secreto de la negociación salarial. Durante la discusión
salarial, no seas nunca el primero en decir una cifra. Nadie sabe por
qué, pero a lo largo de los años se ha observado que cuando existen
objetivos contrapuestos, como en este caso —tú intentas cobrar lo
máximo posible y el empleador intentará pagar lo mínimo posible—,
el que da la primera cifra suele salir perdiendo.
Cuarto secreto de la negociación salarial. Antes de acudir a la
entrevista, infórmate cuidadosamente del nivel de los salarios en tu
sector y en esta organización.
Quinto secreto de la negociación salarial. Averigua la franja
salarial que probablemente tenga en mente el empleador, y luego
define una franja salarial propia en concordancia con la suya.
Lo que necesitas es una franja salarial: cuál es el mínimo y el máximo
que el empleador te puede ofrecer. En cualquier organización de más
de cinco empleados, esta franja es relativamente fácil de averiguar.
Será menos de lo que gana la persona que tendrías por encima, y más
de lo que gana la persona que tendrías por debajo.
Una vez averiguada cuál puede ser la franja que el empleador tiene
en mente para el trabajo que a ti te interesa, podrás definir tu propia
franja en concordancia. Aquí es importante que tu mínimo empiece
justo por debajo del máximo del empleador.
Durante esta conversación ayudará mucho si puedes mostrar de qué
maneras harás ganar o ahorrar dinero para la organización, de un
modo que justifique el sueldo más alto que pides.
Sexto secreto de la negociación salarial. Aprende a cerrar la
negociación salarial, no la dejes “en el aire”. Antes de acudir a la
entrevista debes decidir qué prestaciones (seguros de vida, seguros
médicos, vacaciones, etc.) son más importantes para ti, de modo que
una vez superada la discusión salarial básica, puedas negociar las
prestaciones que más te interesen. Preverlo antes de tiempo hará que
la negociación te resulte mucho más fácil.
Finalmente y como cierre de la entrevista, será bueno tener por
escrito todo lo que te han ofrecido. Pide siempre una carta de
intenciones, o un contrato de trabajo.
Recuerda que la búsqueda de trabajo siempre implica cierto grado de
suerte. Pero con un poco de suerte, mucha energía y determinación,
estas instrucciones sobre cómo lograr que te contraten y cómo
negociar el sueldo deberían funcionarte, como les han funcionado a
tantos cientos de aspirantes antes que a ti.
Fin del resumen
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