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En nuestro quehacer diario, no son muchas las veces que nos detenemos a observar un problema que
convive con nosotros desde hace muchos años. Los productos de consumo tienen una vida útil
determinada, y están programados para que no duren demasiado, o al menos, presenten alguna falla
que haga que recurramos a algún servicio técnico especializado cada cierto tiempo. Está más que claro
que el motor de la industria necesita de estas prácticas para que el consumo de productos tenga la
continuidad con la que ha sido regulado. Eso es lo que llamamos obsolescencia programada: una
especie de complot que tiene en la mira al usuario, el consumidor y a toda la sociedad de consumo que
sirve para que esta cadena de compras no se corte.
Problema viejo
- Apple iPod: Cuando salió la primera generación de iPods, era imposible cambiarles la batería
luego de que esta se agotara. Al llamar al centro de atención al cliente, la única solución viable que
brindaba la empresa era: “comprar otro iPod”. El asunto se solucionó en los tribunales con el
compromiso de Apple de asegurar dos años de vida en sus iPods y de crear un departamento de
recambios para aquellos modelos que no ofrecían la posibilidad de un cambio de batería.
- Impresoras: El mercado de impresoras es uno de los ejemplos más claros de obsolescencia. Por
ejemplo, la empresa Epson inserta un chip en sus impresoras que permite imprimir una determinada
cantidad de copias. Pasado ese número, reporta que la impresora debe ser llevada al servicio técnico.
Muchos usuarios han resuelto este inconveniente de manera casera, sin que la impresora presente
alguna falla técnica.
- Baterías: Sin importar de qué dispositivo provenga, la mayoría de ellas dura aproximadamente
18 meses.
- Automóviles: A esta lista se suman los automóviles. Muchas veces he escuchado decir que en
los años 50 y 60, la vida útil de un coche era el doble que en la actualidad, cuya duración media no
supera las tres décadas. Ni que decir tiene la obsolescencia programada que sufren piezas de los coches
como los frenos, los cuales, tras un número de frenadas, comienzan a perder capacidad.
Obsolescencia por modas: Stacy Malibu con sombrero nuevo. Si bien los casos antes descritos son
válidos y reales, la obsolescencia por modas es más propagada convirtiéndose en la bandera del
consumismo en nuestra sociedad actual. Su funcionamiento es simple de explicar y de entender, el
usuario del siglo XXI suele sentirse inconforme y atrasado de manera constante con sus productos
tecnológicos, esto sumado a la estrategia publicitaria hace que todo el tiempo pensemos en cambiar
nuestros productos, incluso aunque los mismos funcionen bien.
En promedio, cambiamos nuestro celular cada dos años, y nuestra PC portátil cada tres. Lo mismo
sucede cuando alguna prenda de ropa simplemente “pasa de moda”, la olvidamos en nuestro placard
aunque esté en buen estado.
Las empresas, obviamente, no hacen oídos sordos a estos requisitos y mantienen al usuario en un
trajín de actualización que nunca termina: parece una rueda de producción donde el usuario es el
engranaje principal de la máquina de hacer dinero. Para buscar ejemplos no hace falta buscar
demasiado o ir a rubros desconocidos, dado que la moda actual por la tecnología pasa por lo que
llevamos en los bolsillos y en nuestros bolsos.
Todos los años tenemos un nuevo celular tope de gama de nuestra empresa favorita dispuesta a
que desembolsemos dinero en la compra de la nueva versión. Lamentablemente muchas veces el
usuario no se da cuenta que, funcionalmente, puede realizar la misma tarea con su “antiguo” equipo.
El planteo es difícil dado que es normal que los usuarios tapen otras carencias con la adquisición de
productos varios, por lo que la manera lógica de salirse por la tangente y no engordar este modelo es
pensarlo desde el punto de vista funcional.
Basura tecnológica
Más allá del gasto que implica la obsolescencia programada, el verdadero problema del desarrollo
de productos pensados para durar un tiempo determinado, son los desechos que arrojamos al medio
ambiente. Para el año 2007 cada habitante de nuestro país producía 2 KG de basura electrónica por
año, por lo que, al no existir una estrategia de reciclado de productos tecnológicos, dichos desechos
tienen un fuerte impacto en el medio ambiente, siendo lo más preocupante las baterías de plomo, un
gran contaminante de nuestra época. Por otro lado, en Europa y EE.UU., conscientes del problema, se
recicla entre un 30 y un 80% de basura electrónica, la cual vuelve a la línea de producción para formar
parte de los nuevos modelos de los últimos productos.
Si bien los casos aquí expuestos hacen alusión a una problemática duradera y un futuro sin
solución, hay varios emprendimientos interesantes que ya están en marcha. El químico Michael
Braungart y el arquitecto William McDonough, autores del libro “De la cuna a la cuna” plantean un
interesante recurso llamado diseño sostenible que no debe entenderse como metodología para reducir
el impacto de productos desechados.
“Los diseñadores de productos o servicios, deberíamos plantear el diseño sostenible como una
responsabilidad social corporativa que no sólo preste atención al reciclado de productos o la
producción biodegradable, sino que además debería trabajar el significado del uso de esos productos
y la vinculación de las personas con sus bienes de consumo”, sostiene McDonough.
Por otro lado, también se realizan festivales en contra de la obsolescencia programada. Uno de
ellos es Make It Up en el cual diseñadores, artesanos, ingenieros, investigadores, emprendedores
sociales, artistas y programadores comparten diseños abiertos y duraderos para hacer frente a esta
problemática.
Referencia:
Rivero, F. (2014, julio 17). Fabricados para fallar. Recuperado el 7 de agosto de 2014 en:
http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Basura_-_Residuos/Fabricados_para_fallar
Actividad:
1. De forma literal (copiar y pegar) elabora el siguiente diagrama en el que muestres el problema
inicial en la columna 2, después en la columna 3, muestra si tuvo un cambio con el tiempo (si
es que hubo). Finalmente, de forma inferencial, escribe cuál sería la situación ideal. Genera
algunos juicios de valor propios.
2. Revisa el diagrama que hiciste y elabora una síntesis y evaluación de la obsolescencia, tienes
que escribir un párrafo de 180 a 200 palabras. TOMA EN CUENTA EL ORDEN DEL DIAGRAMA
ANTERIOR PARA REDACTAR ESTE PEQUEÑO TEXTO.
Ejemplo:
Franco Rivero en su artículo Fabricados para fallar…no dice que
Franco Rivero, el autor del artículo Fabricados para fallar habla sobre la obsolescencia programada y
cómo es una estrategia que lleva varios años existiendo en la evolución de las compras y el consumo
en diferentes productos. Dentro de los ejemplos más representativos mencionados es la impresora,
principalmente la marca Epson. Esta empresa inserta un chip dentro de sus impresoras para imprimir
solo una cantidad especifica de copias, pasando ese número reporta al usuario que debe de llevarse a
servicio técnico, es así, limitando el uso del producto y para mandar a reparación. El siguiente ejemplo
es el Apple Ipod. Este producto lo que la empresa hace es disminuir la calidad de la batería para que
en poco tiempo tengas que mandar a reparar el dispositivo o comprar uno nuevo. Los automóviles es
otro claro ejemplo en donde las piezas de los coches cada vez tienen menos durabilidad y se tienen que
cambiar constantemente. Por último, la moda en base a la ropa de vestir es una clara estrategia usada
para que constantemente compren nueva ropa que esté a la moda. Todos estos ejemplos nos muestran
como las empresas usan este tipo de estrategias para generar más ingresos por medio de fabricando
sus productos con la idea de que la durabilidad sea menos y se reemplacen o se arreglen
constantemente.