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"Convirtiendo toda maldición en bendición"

(Deuteronomio 21:22-23 - Deuteronomio 23:5)

Tenemos en la porción bíblica de esta semana no uno sino dos textos dignos de analizar y
desarrollar así nuestro tema de los Altares Familiares de hoy. Las Escrituras prescribian ciertas
maldiciones producto de la desobediencia a los mandamientos establecidos en la Ley de Moisés.

Todos los seres humanos, incluso la creación misma, estaba sujeta a esclavitud y bajo maldición
a causa de la iniquidad y el pecado. Cuando Yeshúa vino a la tierra y muere en el madero, se
hizo maldición para que toda la bendición de Abraham viniese sobre nosotros y sobre nuestros
hijos.

Está escrito en Gálatas 3:13-14 que el Mesías nos redimió de las maldiciones establecidas en la
Ley producto de la desobediencia del primer hombre, Adán, porque Deuteronomio 21:23 enseña
"maldito todo el que cuelga de un madero". Yeshúa nos compró y libertó de las consecuencias
de nuestros pecados, pagando Él.

Esto es para todos aquellos que se apropien de la obra del Mesías mediante el arrepentimiento y
la fe en Él, que suplió nuestras necesidades por medio de su muerte y resurrección. Fue por
Gracia pero no fue gratis, Alguien tuvo que pagar, Alguien tuvo que soportar la ira del Padre, su
Justo Juicio. Yeshúa nuestro Señor.

Al redimirnos, lo cual significa liberarnos por medio de un precio de rescate, como hemos dicho
antes, el Mesías tuvo que pagar las consecuencias de nuestras desobediencias a los
mandamientos, las maldiciones escritas en las Escrituras. ¡Todas las maldiciones cayeron sobre
Él! ¡Todas las enfermedades cayeron sobre Él!

¡Toda la ira del Eterno cayó sobre Él! Como está escrito en Isaías 53:4-6 Yeshúa tomó nuestro
lugar cargando la maldición que nos correspondía a nosotros. Así podemos ser liberados,
perdonados y restaurados para que la bendición de Abraham venga sobre los hijos de Israel pero
también sobre todos los gentiles.

¿Cuál es la "bendición de Abraham"? Ser coparticipes del Pacto del Padre con el Hijo y, junto a
los nacidos en la nación de Israel, ser un solo pueblo, una sola familia para Dios llamada
"Iglesia", la cual es el Cuerpo del Mesías. Somos coherederos con Yeshúa de todas las
bendiciones entregadas en Su Mano por el Padre Bueno.

Ahora, estando cimentados ya en un nuevo y mejor pacto, edificado sobre mejores y mayores
promesas (Hebreos 8:6), el Padre ha convertido toda maldición en bendición. ¡Ya nadie puede
maldecir al que el Padre bendijo! Y nosotros ya hemos sido bendecidos con toda bendición
espiritual en las regiones celestes (Efesios 1:3)

En la revelación de este Mejor Pacto en Yeshúa entendemos que ya el Padre no dispensa


"bendiciones o maldiciones" conforme al comportamiento de cada quien, sino que TODA
bendición, toda añadidura, todo lo bueno, lo ha puesto en Su Hijo y están a disposición para
todos aquellos que permanezcan en Él.

Así mismo, y por defecto, todo lo que no esté en el Hijo permanece en tinieblas, bajo el juicio de
Dios, en maldición. Para terminar, es necesario recordar que "bendición" es ser gobernados por
el Rey de Reyes, Yeshúa, y "maldición" es permanecer en auto gobierno, rechazando el
maravilloso ofrecimiento de la Gracia divina.

¡No hay mayor bendición que ser gobernados por Yeshúa! Todo lo demás son añadiduras; y no
hay cosa más horrenda que permanecer fuera de Él. ¡Felices Altares Familiares y un Shabat
Shalom! Les amamos, familia hermosa.

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