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ASUNTO: IGLESIA

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: PRINCIPIOS BÍBLICOS PARA
UNA PLANIFICACIÓN EFECTIVA

NUEVOS INCIOS:
IMPORTANCIA DE UNA PLANIFICACIÓN BÍBLICA
SANTIAGO 4:13-17
INTRODUCCIÓN:
Es costumbre casi universal en la mayoría de países y culturas del mundo, el
establecer planes en estas fechas. Algunos incluso realizan propósitos de año
nuevo, los que pretenden cumplir. El final de un año siempre marca el cambio de
un ciclo de vida, por lo que se vuelve oportuno el establecer un plan. Siendo la
Carta de Santiago un libro semejante al de Proverbios en el Nuevo Testamento,
dado a que el tema que trata es el de la sabiduría como estilo de vida en la iglesia
evangélica, procura establecer el fundamento de su mensaje el temor de Dios. ese
temor de Dios debe considerarse como un pilar de la fe, dado a que no se puede
pretender vivir a la manera egoísta y pecaminosa inclinada a la maldad, más bien
debe vivirse bajo la voluntad de Dios. Es importante resaltar que el mensaje de
Santiago no es condenar la planificación, es señalar la jactancia existente en el
corazón de aquel que planifica y toma decisiones sin tomar en cuenta a Dios. La
vida la tenemos contada, nuestros minutos, horas y días está ya establecidos,
pero ignoramos todo eso, no tenemos idea de cuando moriremos ni cómo. Es por
esta razón que en todo lo que se planifique debe considerarse a Dios siempre,
dado a que es él quien sabe todo respecto a nosotros, nuestros días sobre la faz
de la tierra y nuestro propósito de vida. Es, por consiguiente, pertinente considerar
la manera bíblica para tomar decisiones y establecer planes. Estudiaremos tres
principios bíblicos de una planificación efectiva.

I. Planificar sabiamente v. 13, 14a.


Una planificación sabia es aquella que se realiza bajo el temor de Dios, no bajo
la convicción de que se es dueño de su propio destino. No considerar a Dios en
todo lo que se hace, es un acto absoluto de necedad. Santiago establece un claro
punto de discordia, sobre aquellas personas que en su soberbia hacen planes a
futuro, sin considerar la voluntad divina. En palabras de Santiago leemos:
“Presten atención, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual
ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos
dinero». ¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana?” La pregunta
que hace Santiago evoca una lógica respuesta. ¿quién pudiera responder a esta
pregunta? Absolutamente nadie, por consiguiente, esta pregunta resulta afirmar
esa condición pecaminosa que, en su egoísmo, no le permite incluir a Dios en sus
vidas. La planificación sabia, funciona bajo el principio de la sabiduría el cual es el
temor a Dios. Temer a Dios tiene que ver con el respeto y la reverencia que se
refleja en el estilo de vida, el cual debe estar fundamentado en la palabra de Dios.
Las personas a las que Santiago les esta hablando, no eran ajenos de la
congregación cristiana de aquel entonces, eran miembros que se dedicaban
seguramente al comercio. Externamente podían parecer cristianos, pero
internamente era religiosos creyentes de culto, pero no de práctica. La
problemática con este asunto es de índole pastoral práctico, es decir, que tiene
que ver con lo cotidiano de la vida. Esto implica que no se trata de simplemente
evitar caer en faltas mayores, se trata de vivir según lo establecido por Dios, que
la vida del creyente gire en torno de Dios en todo lo realiza, planifica y determina.
Santiago hace una redirección hacia la atención a sus palabras, estableciendo una
conversación directa con las personas que planifican si considerar a Dios,
indicándoles con tono irónico que, cuál es la garantía que tienen de hacer lo que
dicen que van a hacer en un futuro próximo, si desconocen dicho futuro.

II. Planificar prudentemente v. 14b.,15


Considerar a Dios en la planificación establece una planificación prudente.
Planificar prudentemente tiene que ver con tomar decisiones realistas de vida, tal
como lo que Santiago plantea en su carta: “La vida de ustedes es como la
neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma. Lo que deberían
decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».” La
pregunta que se sugiere es, ¿cómo saber si se logrará alguna meta o propósito,
sin saber en realidad si viviremos lo suficiente para lograrlo? No conocemos el
futuro, Dios lo conoce todo, y por consiguiente es mejor fundamentarse en Dios,
así como lo establece Santiago en esta frase del versículo 15, el creyente
verdadero reconoce a Dios en todos sus caminos, tal como dice proverbios 3:5-7:
“Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, no dependas de tu propio
entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál
camino tomar. No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio,
teme al SEÑOR y aléjate del mal.” Santiago toma consejo del libro de
Proverbios, y resume en la forma correcta de cómo un creyente debe de
expresarse, dado que ella es la manifestación de lo que hay dentro de su corazón.
Confiar en el Señor en los planes a realizarse es fundamental, así mismo como
actuar con prudencia buscando su voluntad en todo lo que se emprenda. Si algo
quiere hacerse o realizarse, será si Dios así lo quiere.

III. Planificar humildemente v. 16,17


La humildad es uno de los grandes distintivos de la fe cristiana, la cual mide la
capacidad de confiar en Dios y vivir según sus preceptos. Una persona humilde se
sujeta voluntariamente a Dios, acepta su voluntad y autoridad y vive según lo
establecido por él. Conoce a Dios, lo que le agrada y desagrada, y es esto lo que
Santiago establece. Cuando el afirma lo siguiente, afirma la importancia de la
dependencia de Dios: “De lo contrario, están haciendo alarde de sus propios
planes, y semejante jactancia es maligna. Recuerden que es pecado saber lo
que se debe hacer y luego no hacerlo.” Santiago fundamenta que la jactancia
de una planificación sin considerar a Dios, es la expresión de la maldad misma del
ser humano. Cuando alguien excluye a Dios de su vida, incluyendo sus planes y
metas, está actuando bajo su propia opinión y convicción. No tiene intenciones de
exaltar a Dios con su vida, ni de honrarle con los logros que pueda llegar a tener,
en realidad actúa con egoísmo. Esto es lo que Santiago condena, similar a lo
ocurrido con lo narrado en el libro de Daniel respecto a Nabucodonosor. Este
emperador Babilónico presumía de sus logros, pensaba que los había alcanzado
por su propia cuenta, no consideró a Dios como quien le había dado todo dijo esto:
“Doce meses más tarde, el rey caminaba sobre la terraza del palacio real en
Babilonia y mientras contemplaba la ciudad, dijo: “¡Miren esta grandiosa
ciudad de Babilonia! Edifiqué esta hermosa ciudad con mi gran poder para
que fuera mi residencia real a fin de desplegar mi esplendor majestuoso”.
Mientras estas palabras aún estaban en su boca, se oyó una voz desde el
cielo que decía: “¡Rey Nabucodonosor, este mensaje es para ti! Ya no eres
gobernante de este reino. Serás expulsado de la sociedad humana. Vivirás
en el campo con los animales salvajes y comerás pasto como el ganado.
Durante siete períodos de tiempo vivirás de esta manera hasta que
reconozcas que el Altísimo gobierna los reinos del mundo y los entrega a
cualquiera que él elija”. En ese mismo momento se cumplió la sentencia y
Nabucodonosor fue expulsado de la sociedad humana. Comió pasto como el
ganado y lo mojó el rocío del cielo. Vivió de esa manera hasta que el pelo le
creció tan largo como las plumas de las águilas y las uñas como las garras
de un ave.” Lo ocurrido a Nabucodonosor, por drástico que suene, es el resultado
lamentable de no considerar a Dios en los planes. La soberbia y ausencia absoluta
de humildad en el corazón humano, tiene terribles consecuencias. El mas grande
distintivo de la naturaleza humana es la soberbia, el orgullo mismo. Es por medio
de esta conducta que el ser humano se distancia de Dios, haciendo su propia
voluntad; es el orgullo la expresión drástica del humanismo, tendencia de
pensamiento que se centra en el hombre, sus deseos, necesidades y pasiones.
Por esto Santiago afirma en el versículo 16 que es un pecado el conocer lo bueno,
y aún así no hacerlo.

CONCLUSIÓN:
Este inicio de año es bueno considerar a Dios en lo que sea que se determine
emprender, planificar o desarrollar. Planificar con sabiduría, prudencia y humildad
procura una planificación estratégica bíblica eficiente.

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