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INTRODUCCIÓN
Colosenses 1.9-12 deja esto muy claro y explica cuáles son los planes de
Dios para los creyentes.
(9) “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos
de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
(10) para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;
(11) fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para
toda paciencia y longanimidad;
(12) con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de
la herencia de los santos en luz”.
Este pasaje bíblico describe lo que Dios quiere para nosotros; y lo primero
que enfatiza es su deseo de que conozcamos su voluntad. Debemos vivir
cada día para el Señor, y no solo conformarnos con ser bautizados y asistir
a la iglesia, para entonces hacer lo que queramos.
Su voluntad predestinada.
Se refiere a la voluntad soberana con la que Dios obra en el mundo y en
nuestra vida. Estos acontecimientos son irresistibles, inmutables, e
incondicionales porque han sido ordenados por Dios todopoderoso. Un
buen ejemplo es la muerte de Jesucristo en la cruz. Ese evento fue
predestinado mucho antes de la creación del mundo.
Su voluntad moral
Estas son las normas morales de Dios bajo las cuales debemos vivir. Se
ejemplifican en los Diez Mandamientos (Ex 20.1-17) y se describen en
diversos pasajes del Nuevo Testamento, como el que encontramos en 1
Tesalonicenses 4.1-5, el cual nos habla de la santificación del cristiano.
Su voluntad deseada. Esta abarca el deseo que Dios tiene para sus hijos,
e incluye aspectos de nuestra salvación, como el bautismo, el servicio, la
oración, las decisiones sabias y un carácter que evidencia el fruto del
Espíritu Santo.
¿POR QUÉ DEBEMOS ANHELAR OBEDECER A DIOS?
Una de las razones por las que a veces dudamos de que el Señor pueda
tener un plan para nuestra vida es porque nos comparamos con otros que
parecen tener mejores oportunidades e intelecto. Sin embargo, es Dios
quien otorga la vida y quien determina lo que confiará a cada ser humano.
Puede que no entendamos por qué algunas personas parecen tener más
ventajas en la vida, mientras que otras sufren, pero sabemos que todos los
juicios de Dios son de acuerdo a su buena y perfecta voluntad. Nuestra
tarea es ser fieles y obedientes en el uso de las capacidades,
oportunidades, e incluso, dificultades que nos ha dado.
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
Aunque Dios ya les había dicho de manera específica que deseaba que
los seres humanos llenaran la Tierra, las personas en Babel optaron por
seguir su propio plan, sin importarles las instrucciones del Señor. Como
respuesta a su rebelión, Dios confundió su idioma, para que no pudieran
comunicarse entre sí, ni construyeran esa torre. Como resultado, su
voluntad se cumplió, pues todos fueron esparcidos sobre la faz de la
Tierra.
En ocasiones actuamos neciamente como las personas de Babel, al dejar
de considerar lo que Dios desea que hagamos. El Señor desea guiar
nuestras decisiones y dirigirnos hacia su voluntad si lo consultamos antes
de avanzar. Su plan es mucho mejor que el nuestro.
Confusión.
Cuestionamos nuestras decisiones y nos preguntamos si hemos hecho
una mala elección. La acción de Dios en la torre de Babel nos muestra la
confusión que ocasiona el tomar decisiones sin contar con Él. El plan que
tenían no solo fue frustrado, sino que además el Señor cumplió su
voluntad al esparcirlos sobre la faz de la Tierra.
Conflicto.
Enfrentaremos un conflicto interno, pues el Espíritu Santo llenará nuestro
corazón con desasosiego, inquietud y dudas.
Pagaremos un alto precio. La desobediencia siempre es costosa, pues
dejamos de hacer lo correcto, en el tiempo indicado y de la manera
adecuada.
Pérdida.
En algún momento de nuestra vida la desobediencia traerá pérdidas
emocionales y físicas.
Lamento.
Dios siempre nos mostrará la mejor opción. Así que, si escogemos seguir
el camino opuesto, o no esperar por su tiempo, o hacerlo todo a nuestra
manera, nos perderemos sus bendiciones y nos lamentaremos.
Dolor.
Puede que la desobediencia traiga dolor físico, pero lo peor siempre será
el dolor emocional. Es al reflexionar acerca de nuestras decisiones en el
pasado, que nos preguntaremos qué hubiera sucedido si hubiéramos
obedecido al Señor.
Desastre.
Puede ser de índole financiero, emocional o de cualquier otro tipo; pero
podemos estar seguros de que una vida desastrosa es consecuencia de
no seguir la voluntad de Dios.
Disciplina.
Si no escuchamos y obedecemos al Señor, nos disciplinará. Su meta es
que aprendamos a confiar en Él con todo nuestro corazón, en vez de
apoyarnos en nuestra propia prudencia (Pr 3.5, 6). Solo entonces nuestros
caminos serán enderezados.
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
¿Le pide al Señor que le muestre su voluntad, o decide cada día cómo
desea vivir y qué es lo que hará?
Tiene que ver con las decisiones de Dios en cuanto a qué hacer y qué no
hacer. Como es Omnisciente, podemos confiar en que conoce cuál es el
mejor camino para nuestra vida. Nos creó para que solo encontráramos
nuestra satisfacción y plenitud en Él. Así que, es de necios ignorar su
voluntad y vivir como si no le perteneciéramos. Por mucho que nos
esforcemos por dirigir nuestra vida, no obtendremos el gozo verdadero y la
paz que deseamos, pues no existe una satisfacción duradera para los que
viven sin someterse a la voluntad de Dios.
Así que debemos orar y leer la Biblia cada día, para conocer la manera en
la que desea que vivamos y para clamar por su dirección. Necesitamos su
sabiduría en nuestros matrimonios, con nuestros hijos, con los problemas
laborales y con cualquier otra circunstancia. En ningún momento debemos
vivir alejados de nuestro sabio y amoroso Creador.
Esta es la razón por la que algunos tienen una vida desordenada. Tratan
de llenar el vacío de Dios con sustitutos, pero el vacío permanece porque
solo hay una persona que puede satisfacer los anhelos profundos del
corazón humano, y ese es Jesucristo.
Dios ama tanto a la humanidad, que envió a su amado Hijo, para que
muriese por nosotros y que todos los que creen en Jesucristo puedan ser
perdonados y reconciliados con Él. Sin embargo, muchas personas nunca
buscarán al Señor, pues no desean que nadie, ni tan siquiera Dios, les
diga cómo deben vivir. Como resultado, se perderán la oportunidad de
disfrutar una vida mejor, pues la paz genuina, el gozo y el contentamiento
solo se encuentran en una relación personal con Dios por medio de
Jesucristo.
REFLEXIÓN