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Cómo estar seguros de la voluntad de Dios

PASAJE CLAVE: Salmo 40.8


INTRODUCCIÓN
Si alguien le preguntara a qué se refieren los cristianos al hablar de la voluntad de
Dios, ¿qué le respondería?
Aunque este sea un tema ajeno para los incrédulos, los cristianos debemos comprender lo
que significa con exactitud. La voluntad de Dios se refiere al plan y el deseo que Él tiene
para nuestra vida.
DESARROLLO DEL SERMÓN
El Salmo 40.8 describe la actitud que, como cristianos, debemos tener: “El hacer tu
voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Sin embargo,
algunos creyentes asisten a la iglesia cada semana sin detenerse a pensar en la voluntad de
Dios. Por tanto, no tienen idea alguna de cómo el Señor desea usarlos.
Debemos vivir cada día de acuerdo al propósito de nuestro Padre celestial, conforme a sus
planes y en obediencia a sus deseos. Pero ¿cómo podemos estar seguros de que andamos en
su voluntad? Sobre todo, si enfrentamos tiempos de dolor, sufrimiento y dificultad. Aunque
las pruebas pudieran parecer contrarias a la voluntad de Dios, nos asegura que aquello que
permite ha sido diseñado para nuestro bien; incluso los problemas y las dificultades.
Categorías de la voluntad de Dios
La voluntad predestinada. Ciertos eventos han sido predestinados por el Señor y
nadie puede ir por encima de su soberanía.
La voluntad moral. Se refiere a las normas morales por las que Dios desea que el
ser humano se guíe. Un buen ejemplo de esto son los Diez Mandamientos, los
cuales se aplican a todas las personas.
La voluntad deseada. El Señor declara de qué manera debemos vivir los cristianos.
La voluntad circunstancial. Si hemos fallado y no podemos vivir de acuerdo a sus
normas, Dios desea que sepamos cómo debemos reaccionar ante dichas
circunstancias.
La voluntad inmediata. Esta se refiere a lo que nuestro Padre celestial desea que
hagamos en cuanto a la situación que enfrentamos.
¿Cómo estar seguros de la voluntad de Dios?
Cada día debemos tomar decisiones, y cada una de ellas es una oportunidad para
preguntarle al Señor lo que desea que hagamos. Estas decisiones pueden ser prácticas,
morales, financieras o de cualquier otra índole. Cada aspecto de nuestra vida debe ser
sometido a la voluntad de Dios, pues ya ha escogido el mejor camino que debemos seguir.
El Señor conoce cada situación que enfrentaremos desde nuestro nacimiento hasta el día de
nuestra muerte. Solo Él tiene la sabiduría, gracia, bondad y misericordia para cambiar
nuestro corazón y guiarnos en cada aspecto de la vida.
Para ayudarnos a reconocer si nuestras decisiones concuerdan con la voluntad de Dios,
debemos hacernos las siguientes preguntas:
¿La decisión concuerda con la Palabra de Dios? Su voluntad y su Palabra
siempre concuerdan.
¿Es una decisión sabia? Lo primero que debemos considerar son las
consecuencias. Cada decisión produce consecuencias; algunas son de nuestro
agrado y otras no. Así que, debemos evaluar los posibles resultados de nuestras
elecciones y cómo pueden afectar a otros. Nuestras decisiones influenciarán a las
personas de una manera u otra. Los que viven a nuestro alrededor observan la
manera en que vivimos, lo que hacemos y cómo reaccionamos. Aunque es cierto
que no podemos cumplir a la perfección la voluntad del Señor, sí podemos tomar
decisiones sabias que beneficien su reino, la vida de otros y la nuestra.
¿Puedo pedirle a Dios que me ayude a tomar una decisión? La vida cristiana
consiste en una relación seria con el Señor, y no debemos intentar tomar
decisiones por nuestra cuenta, para luego buscar su aprobación. Primero debemos
preguntarle si es lo que desea que hagamos. Como vivimos en un mundo que se
opone a Dios y a su justicia, somos incapaces de tomar decisiones sabias sin su
ayuda y dirección.
¿Tengo paz genuina en cuanto a la decisión? Al caminar dentro de la voluntad de
Dios podemos disfrutar de paz verdadera y sentir agradecimiento por su
dirección. Pero si nuestra decisión no concuerda con la voluntad de Dios, nos
sentiremos irritados y llenos de dudas. Aunque quizás hemos tomado la decisión
correcta, tenemos que estar seguros de si es o no el tiempo de Dios. Si nos
adelantamos o nos atrasamos a su plan, pagaremos un alto precio.
¿Es congruente con la manera en que Dios actúa? El Señor se revela por medio
de las Sagradas Escrituras y nos muestra la forma en la que obró en la vida de los
hombres y mujeres de la Biblia. La única manera en la que podemos saber si Dios
aprueba lo que hemos escogido hacer, es determinar si está de acuerdo con lo que
enseña en su Palabra. Dios no desea esconder su voluntad de nosotros, sino que
quiere revelarla a todos los que deseen obedecerlo de verdad. Sin embargo, si nos
encontramos lejos del Señor y en pecado, no recibiremos su dirección hasta que
primero prestemos atención a sus advertencias.
¿Concuerda esto con mi identidad como seguidor de Jesucristo? Si en verdad
hemos nacido de nuevo y seguimos a Cristo, desearemos hacer su voluntad al
adaptar nuestro comportamiento y acciones, para que concuerden con nuestra
identidad en Cristo. Por ejemplo, la manera en la que hablamos, nos vestimos,
reaccionamos y actuamos debe ser un reflejo de Cristo en nosotros. Si nuestras
decisiones difieren de quienes somos en Cristo, entonces no son la voluntad de
Dios. ¿Concuerda esta decisión con el plan de Dios para mi vida? Algunas de
las respuestas a nuestras preguntas relacionadas con lo que debemos hacer están
reveladas de manera clara en la Biblia; pero en otras ocasiones, la situación
específica que enfrentamos no se menciona en su Palabra. Por tanto, debemos
considerar si nuestra decisión revelará alguna incongruencia entre nuestra
conducta y nuestra vida cristiana. La hipocresía daña nuestro testimonio de
Cristo.
¿Honrará a Dios esta decisión? El Señor es glorificado cuando nuestras decisiones
concuerdan con su Palabra; pero si no podemos dormir bien y no sentimos
tranquilidad, debemos considerar lo que hemos elegido. Dios trae esa inquietud a
nuestro corazón para protegernos de malas decisiones, pues nos ama y desea
guiarnos hacia el mejor camino.
Como consecuencia de mi decisión, ¿sentiré arrepentimiento y pesar por el
resto de mi vida? El momento para reflexionar en esta pregunta es antes de
tomar una decisión, pues si no forma parte de la voluntad de Dios, el
remordimiento y la inquietud que vendrá como consecuencia puede acompañarle
toda la vida.
¿Puedo esperar que Dios me recompense por esta decisión? Las decisiones que
tomamos en esta vida determinan si nuestras acciones son dignas de recompensas
en este mundo y en el cielo.
REFLEXIÓN
Al considerar las decisiones del pasado, ¿cuánto tiempo dedicó para descubrir si
eran o no parte del plan de Dios? ¿Qué ha aprendido hoy que le ayudará a
determinar cuál es la voluntad de Dios en cada situación de su vida?
¿Cómo se siente al reconocer que Dios tiene un plan y un propósito específico para
su vida? ¿Está dispuesto a confiar en Él para que le dirija y le guíe hacia su
voluntad?
La voluntad de Dios en nuestra vida
PASAJE CLAVE: Lucas 22.39-42
LECTURAS DE APOYO: 2 Pedro 3.17, 18 | Hebreos 9.27
INTRODUCCIÓN
¿Le pide al Señor que le muestre su voluntad, o decide cada día cómo desea vivir y
qué es lo que hará?
La realidad es que rara vez la gente le da mucha importancia a Dios cuando se trata de su
vida cotidiana. Esto es aceptable para aquellos que no lo conocen, pero para los que ya
hemos reconocido a Cristo como Señor y Salvador, el buscar su dirección y provisión diaria
debe ser prioridad en nuestros pensamientos, oraciones y decisiones.
DESARROLLO DEL SERMÓN
A pesar de que podemos sentirnos tentados a relegar la voluntad de Dios tan solo a los
asuntos espirituales, si Cristo es en verdad nuestro Señor y Salvador, no hay ningún aspecto
de nuestra vida que no le concierna y que no tenga derecho a gobernar.
La voluntad de Dios es el principio por el cual debemos vivir cada día.
Vivir de manera independiente y sin pedirle al Señor su guía y provisión revela que
creemos no necesitarlo. Aunque quizás lo neguemos, no es solo por medio de nuestras
palabras que expresamos lo que creemos, sino también por medio de nuestras actitudes,
conductas y costumbres.
Si de verdad creemos lo que la Biblia enseña acerca de Dios, entonces también sabemos
que es Soberano sobre cada aspecto de nuestra vida y que debemos vivir en sumisión a su
señorío. Por tanto, tenemos que tratar de complacerlo y honrarlo en todo lo que hagamos, al
tomar su dirección en nuestras relaciones personales, en las decisiones financieras, en los
problemas laborales y en cualquier otra situación.
Jesucristo es nuestro ejemplo a seguir.
Incluso el Hijo de Dios vivió en completa dependencia y sumisión a su Padre celestial.
Cuando la perspectiva de la cruz fue inminente, no la enfrentó solo.
 Lucas 22.39-42 “Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos
también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: ‘Orad que no entréis en
tentación’. Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de
rodillas oró, diciendo: ‘Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya’”.
En su tiempo de aflicción, Jesucristo le preguntó al Padre celestial si había alguna otra
manera de redimir a la humanidad; pero no la había. Su anhelo principal era cumplir la
voluntad de su Padre, y no la suya. Y es así como debemos pensar ante cualquier situación
que enfrentemos.
La voluntad de Dios consiste en lo que aprueba y determina llevar a cabo.
Tiene que ver con las decisiones de Dios en cuanto a qué hacer y qué no hacer. Como es
Omnisciente, podemos confiar en que conoce cuál es el mejor camino para nuestra vida.
Nos creó para que solo encontráramos nuestra satisfacción y plenitud en Él. Así que, es de
necios ignorar su voluntad y vivir como si no le perteneciéramos. Por mucho que nos
esforcemos por dirigir nuestra vida, no obtendremos el gozo verdadero y la paz que
deseamos, pues no existe una satisfacción duradera para los que viven sin someterse a la
voluntad de Dios.
Vivir dentro de la voluntad de Dios nos protege.
Segunda de Pedro 3.17, 18 enseña: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano,
guardaos, no sea que, arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo…”.
Si no buscamos la dirección diaria del Señor, tropezaremos y caeremos. Aunque no
podemos saber lo que nos depara el futuro, Dios sí. Solo Él posee el conocimiento y la
sabiduría para dirigir nuestro camino, no solo durante los momentos decisivos, sino
también en nuestro diario vivir. Y es al considerar todo esto, que debemos tomar la decisión
de darle al Señor la prioridad de nuestra vida cada día.
¿En qué consiste la voluntad de Dios?
En primer lugar, nuestro Padre celestial desea que depositemos nuestra confianza en
Jesucristo como Salvador y que nos rindamos ante su autoridad. El Señor conoce cada
detalle de nuestra vida y nos ha dado diversos dones y talentos, que nos capacitan para
alcanzar lo que ha dispuesto para nosotros. Por tanto, debemos evitar caer en el error de
compararnos con otros y añorar aquello que ha confiado a otra persona. En su sabiduría,
Dios ha provisto todo lo que necesitamos para complacerlo, y ha prometido guiarnos si nos
entregamos a Él.
Necesitamos al Señor en cada área de nuestra vida.
Así que debemos orar y leer la Biblia cada día, para conocer la manera en la que desea que
vivamos y para clamar por su dirección. Necesitamos su sabiduría en nuestros matrimonios,
con nuestros hijos, con los problemas laborales y con cualquier otra circunstancia. En
ningún momento debemos vivir alejados de nuestro sabio y amoroso Creador.
Aquellos que no han reconocido a Jesucristo como Salvador, viven sin Dios.
Esta es la razón por la que algunos tienen una vida desordenada. Tratan de llenar el vacío
de Dios con sustitutos, pero el vacío permanece porque solo hay una persona que puede
satisfacer los anhelos profundos del corazón humano, y ese es Jesucristo.
Dios ama tanto a la humanidad, que envió a su amado Hijo, para que muriese por nosotros
y que todos los que creen en Jesucristo puedan ser perdonados y reconciliados con Él. Sin
embargo, muchas personas nunca buscarán al Señor, pues no desean que nadie, ni tan
siquiera Dios, les diga cómo deben vivir. Como resultado, se perderán la oportunidad de
disfrutar una vida mejor, pues la paz genuina, el gozo y el contentamiento solo se
encuentran en una relación personal con Dios por medio de Jesucristo.
Este es un asunto muy serio, pues después de la muerte viene el juicio (Heb 9.27). Como
nuestro Creador, Dios tiene derecho a ser el centro de nuestra vida. Nuestra sociedad es un
caos porque las personas piensan que no necesitan a Dios y no quieren obedecerlo. Y si no
confiesan sus pecados, ni reciben a Cristo como Salvador, ni se rinden ante su autoridad,
nunca serán salvos.
Sin embargo, quien acuda a Jesucristo en arrepentimiento, fe y sumisión, recibirá la
dirección de Dios para cada paso de la vida. Es Él quien nos redime de nuestro pasado y
nos da un nuevo corazón y una nueva vida, en la que Jesucristo viene a ocupar el lugar
principal. Aunque sus planes no sean fáciles siempre, sí son los mejores para nosotros.
REFLEXIÓN
 ¿Está usted haciendo la voluntad de Dios? ¿Cómo puede estar seguro?
 ¿Busca al Señor cada día o solo cuando enfrenta una situación con la que no puede lidiar?
 ¿Se siente incómodo ante la idea de rendirse a la autoridad de Dios, o esto es algo que le
provee una sensación de seguridad y paz? ¿Qué indica esto en cuanto a su relación
personal con el Señor?

Antes de salirnos de la voluntad de Dios


PASAJE CLAVE: Colosenses 3.23-25
LECTURAS DE APOYO: Números 32.23 | Gálatas 6.7 | 1 Juan 1.9
INTRODUCCIÓN
Dios ha hablado de manera clara en su Palabra, en lo concerniente a su voluntad para
nuestra vida.
No solo eso, sino que también nos ha dado su Espíritu Santo para ayudarnos a discernir lo
que desea y equiparnos para obedecerlo. Sin embargo, cada persona debe escoger entre
seguirlo o tomar sus propias decisiones.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Para poder disfrutar la vida a plenitud, debemos vivir de acuerdo a la voluntad de
Dios, pues solo Él sabe lo que es mejor para nosotros.
En ocasiones puede que nos preguntemos por qué el Señor permite ciertas dificultades y
sufrimientos en algunos, mientras que otros quizás nunca tendrán que enfrentar esas
pruebas. Desde nuestra perspectiva humana el sufrimiento nunca será la mejor opción; pero
solo Dios conoce lo que desea alcanzar en la vida de cada persona, por medio de diversas
situaciones. Por tanto, cuando alguien sigue al Señor en obediencia mientras enfrenta
dificultades, su obra se hace más evidente. Nuestro Padre celestial ha prometido que todo
obrará para bien en la vida de aquellos que le obedecen.
Por otro lado, aquellos que viven fuera de la voluntad de Dios, rechazan lo que es mejor
para su vida. Quizás piensan que han hecho una buena elección, pues creen que recibirán lo
que desean; pero terminan pagando un alto precio por desobedecer al Señor todopoderoso.
Muchos no se dan cuenta de esta verdad hasta llegar a una edad más avanzada; pero nunca
es demasiado tarde para rendirse ante Dios. El pasado no puede cambiarse, pero el Señor
puede perdonar y cambiar la dirección de la vida de aquellos que le busquen arrepentidos.
Todos los creyentes en Cristo tienen al Espíritu Santo, quien transforma sus pensamientos,
costumbres y estilo de vida para ayudarles a vivir en obediencia a la voluntad de Dios.
Es la voluntad de Dios que sirvamos a Cristo.
El apóstol Pablo explica lo que significa andar en la voluntad de Dios.
 Colosenses 3.23, 24. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no
para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia,
porque a Cristo el Señor servís”.
Algunos creen que al ser salvos pueden hacer lo que desean; pero eso no es cierto. Pablo
afirma que, al ser salvos, venimos a ser siervos del Señor Jesucristo. Él es nuestro Maestro,
y debemos dedicar cada día de nuestra vida a servirle, pues todos tendremos que rendir
cuentas ante su presencia por lo que hemos hecho.
Advertencias para los que no obedecen la voluntad de Dios.
Vivir sin pensar en el Señor, sin leer la Biblia y sin orar es evidencia de que solo vivimos
para nosotros mismos y no para Cristo. Antes de continuar por ese camino, debemos
detenernos y prestar atención a las advertencias que Dios nos da en su Palabra, para que no
suframos las consecuencias de rebelarnos contra Él.
 Colosenses 3.25: “Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no
hay acepción de personas”.
 Gálatas 6.7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará”.
 Números 32.23: “He aquí habréis pecado ante Jehová; y sabed que vuestro pecado os
alcanzará”.
Consecuencias de salirse de la voluntad de Dios
Antes de ignorar, rechazar o desobedecer la voluntad de Dios, debemos pensar en las
consecuencias. La Biblia da muchos ejemplos de los que podemos aprender.
 Adán y Eva. Aunque vivieron en un ambiente perfecto, tuvieron todo lo necesario y
disfrutaron de un compañerismo íntimo con el Señor, escogieron desobedecerlo. Como
resultado, toda la creación sufrió las consecuencias del pecado.
 Aquellos en los tiempos de Noé. La maldad de la humanidad aumentó tanto, que Dios
decidió destruirlo todo de sobre la faz de la Tierra con un diluvio. Pero Noé era justo y
obedeció al Señor al construir un arca. Por tanto, su familia y él fueron rescatados del
diluvio y de esa sociedad malvada.
 Israel. Dios escogió a la nación de Israel como su pueblo. Después de vivir 400 años como
esclavos de los egipcios, los rescató milagrosamente, les dio su ley para que se guiaran,
suplió sus necesidades y prometió darles la tierra de Canaán. Sin embargo, ellos
optaron por desobedecerlo en el desierto y se negaron a entrar a esa tierra, pues
sentían miedo de los gigantes que vivían en ese lugar y no confiaron en que Dios
cumpliría sus promesas. Por consiguiente, toda una generación fue sentenciada por el
Señor a vagar en el desierto durante 40 años hasta que todos murieron.
 Sansón. Dios llamó a Sansón a llevar una vida santa y le dio una fortaleza sobrenatural
para que destruyera a los enemigos de Israel. Pero él se rindió ante la tentación, cuando
una mujer llamada Dalila le suplicó que le revelara el secreto de su fuerza. En un
momento de debilidad se alejó de la voluntad de Dios y contó su secreto. Como
resultado, perdió su fuerza y su visión. Fue capturado por sus enemigos y encerrado en
prisión, en donde le obligaron a moler el trigo, y eventualmente perdió su vida.
 David. David fue el joven pastor de ovejas que mató a Goliat y se convirtió en rey de Israel.
Sin embargo, una vez que su reino fue establecido, cedió ante la tentación, cometió
adulterio y asesinato, por lo que sufrió graves consecuencias por el resto de su vida.
 Jonás. Cuando el Señor le dijo al profeta que predicara para arrepentimiento a los
enemigos de Israel en Nínive, Jonás se rebeló al abordar una embarcación y zarpar en
dirección opuesta. Como resultado de negarse a obedecer la voluntad de Dios, Jonás
fue lanzado al mar en medio de una tormenta y un gran pez se lo tragó. Finalmente,
cuando estaba al borde de la muerte, clamó al Señor, fue rescatado del pez y obedeció
al dirigirse a Nínive.
 Pedro. Al ser uno de los discípulos más cercanos al Señor, tuvo el privilegio de pasar tres
años a su lado, mientras presenciaba sus milagros y escuchaba sus enseñanzas. Pero en
la noche en la que Jesucristo fue arrestado, la lealtad de Pedro fue sustituida por el
miedo y negó conocerlo tres veces. Cuando Pedro se dio cuenta de que el Señor lo
miraba, se arrepintió en gran manera.
REFLEXIÓN
 De acuerdo a lo que conoce, ¿cree andar en la voluntad de Dios? Eso no significa que deba
ser perfecto, sino que por su gracia y por el poder del Espíritu Santo, desee vivir en
obediencia a Él. ¿Qué tan seguido se detiene a pensar en las consecuencias de la
desobediencia?
 ¿Vive como siervo de Cristo y lo hace todo para Él? ¿Qué cambios debe realizar para poder
llegar a ser un siervo más fiel?
 ¿Ha rendido su vida al Señor? ¿Hay algún área que desee mantener bajo su propio
control? ¿Qué tan seguro está de que la voluntad de Dios es la mejor?
El arduo camino a la voluntad de Dios
PASAJE CLAVE: 1 Juan 1.9
INTRODUCCIÓN
Los incrédulos se burlan al pensar en la voluntad de Dios y los cristianos a menudo la
ignoran.
Sin embargo, esa es una realidad que afecta nuestra vida cada día. O vivimos en la voluntad
de Dios o fuera de ella. Casi siempre, al pensar en su voluntad, ponemos nuestro enfoque
en cómo descubrirla, pero mucho más importante es que decidamos obedecer su voluntad
revelada. Puede que el camino sea rocoso, pero no debemos permitir que los obstáculos nos
impidan vivir de acuerdo al plan del Señor.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Obstáculos a la voluntad de Dios
Para transitar con éxito el camino a la voluntad de Dios, tenemos que conocer los
obstáculos que nos pueden hacer tropezar.
• Terquedad. El obstáculo más grande consiste en desear hacer nuestra propia voluntad en
vez de seguir el camino del Señor. Nuestro orgullo y egoísmo nos impiden preguntarle a
Dios qué desea que hagamos. Por tanto, tomamos nuestra propia decisión, y luego le
pedimos al Señor que bendiga el camino que hemos escogido. Esta es una estrategia poco
sabia, pues no es la manera en la que Dios obra, y no tenemos la capacidad, por nosotros
mismos, de determinar o cumplir su voluntad.
• Influencia de otras personas. Seguir los consejos de otros puede obstaculizar nuestro
andar con el Señor. Algunos se apresuran al decirnos con exactitud lo que debemos hacer y
cómo vivir; pero sus opiniones quizás no concuerden con el plan de Dios.
• Desconocimiento de los principios divinos. No podemos andar en la voluntad de Dios si
desconocemos lo que desea para nosotros. Los principios bíblicos nos ayudan a comprender
la manera en la que quiere que vivamos. Estos son algunos de ellos:
 Esperar en el Señor. No solo debemos saber lo que desea que hagamos, sino cuándo. El
tiempo de Dios es esencial en la vida del cristiano.
 Confiar en Dios y dejar todas las consecuencias en sus manos. A pesar de los obstáculos,
debemos avanzar en la dirección de la obediencia a Dios. Él es poderoso para lidiar con
lo que venga como resultado. Nuestra responsabilidad es caminar por fe y confiar en
nuestro Padre celestial.
 Permitir que Dios supla todas nuestras necesidades. El Señor proveerá todo lo que
necesitemos para obedecer su voluntad.
 Dar un paso a la vez. Nuestro Padre celestial no nos mostrará todo lo que sucederá en
nuestra vida. Su luz solo alumbrará el siguiente paso que debemos dar. Eso significa que
debemos confiar en Él, incluso en lo desconocido.
• Pecado deliberado y conocido. No debemos creer la mentira de que un pecado pequeño
no le hace daño a nadie. Considere las consecuencias del pecado.
 Ensordece nuestros oídos a la voz de Dios. La desobediencia obstruye nuestros oídos
espirituales.
 Ciega nuestros ojos a la visión de Dios. No podremos percibir su voluntad, ni comprender
la obra que realiza en nuestra vida.
 Endurece nuestro corazón al conocimiento de Dios. La desobediencia endurece nuestro
corazón y nos aleja del Señor. El pecado nos hace estar distraídos, desobedientes e
indiferentes a los asuntos de Dios.
 Cauteriza nuestra conciencia hacia la Palabra de Dios. No recibiremos nada al leer la
Biblia. No podremos reconocer que hemos pecado, ni escuchar la voz del Señor por
medio de las Sagradas Escrituras.
• Duda. Este es otro obstáculo en el camino a la voluntad de Dios, y se manifiesta en
diversas maneras.
 Dudamos que tiene un plan personal para nuestra vida. Quizás creemos que trabaja en el
plan que tiene en general para el mundo, pero no en nosotros.
 Dudamos que el Señor dará a conocer su voluntad. Tal vez no conocemos que nos ama, o
no estamos seguros de que le hemos escuchado.
 Dudamos poder hacer lo que nos ha pedido. Casi siempre este es el punto en el que nos
alejamos de su voluntad. Ponemos nuestra mirada en nuestra deficiencia y nos
preguntamos si podrá equiparnos para obedecerlo.
 Dudamos de Dios, pues no tenemos todos los detalles. En vez de enfocarnos en lo que
desconocemos, debemos poner nuestra mirada en lo que sabemos que es verdad. Dios
nos ama de manera individual y caminará con nosotros mientras hacemos su voluntad.
Aunque enfrentemos dificultad, sufrimiento o pérdida, el Señor promete darnos lo que
es mejor. Su deseo es usar esas situaciones para que maduremos, para aumentar
nuestra confianza en Él, para eliminar aquello que no debería ser parte de nuestra vida
y para moldearnos de acuerdo a la imagen de Cristo. Nuestra meta debe ser seguirlo y
confiar en que nos guiará a cada paso que demos.
• Sentirnos indignos. En ocasiones esta es la razón por la que nos negamos a vivir dentro
de la voluntad de Dios; pero no debemos subestimar lo que Él puede hacer por medio de
nosotros. Debemos ser cuidadosos y tomar decisiones basadas en lo que el Señor ha dicho y
no en lo que pensamos o sentimos. Si creemos ser indignos como consecuencia de nuestras
fallas, contamos con la promesa de que, si confesamos nuestros pecados, seremos
perdonados y limpiados (1 Jn 1.9). Aunque tengamos que sufrir consecuencias, el Señor
nunca se aleja de los suyos, sino que busca restaurarlos. Incluso su disciplina es un acto de
amor, por medio del cual nos trae de vuelta a su voluntad.
• Estar ocupados. Si no tenemos tiempo para la Palabra de Dios, la iglesia o la oración, no
podremos conocer, ni obedecer su voluntad. Estar demasiado ocupados casi siempre se usa
como excusa para pecar; en otras palabras, no tenemos tiempo para el Señor. Vivir en este
mundo no nos ayuda, pues en todo momento se opone a la manera en la que Dios desea que
vivamos.
Aunque la vida cristiana no es un camino fácil, tiene un maravilloso y eterno destino. En el
cielo disfrutaremos de las bendiciones del Señor para siempre. Por ahora, contamos con el
Espíritu Santo, con la presencia de Dios y con las promesas de su Palabra para exhortarnos
y permitir que vivamos de acuerdo a su voluntad. Si descuidamos los recursos que Dios nos
da, podemos llegar a sentir miedo y a rechazar su plan divino.
Temores en la vida cristiana
 Temor a lo que Dios pueda requerir. Seguir su voluntad puede parecernos muy costoso.
 Temor al fracaso. Quizás dejamos que los pecados del pasado nos impidan avanzar.
 Temor a la crítica. La desaprobación de otras personas puede hacernos flaquear.

REFLEXIÓN
 ¿Vive dentro de la voluntad de Dios? ¿Cómo sabe si es cierto?
 ¿Siente como si le faltara algo en su andar de fe? De ser así, ¿podría tener relación con la
cantidad de tiempo que le dedica a buscar de Dios en la Palabra y a la oración?
 En todo caso, ¿qué es lo que le impide obedecer lo que Dios quiere que haga?

¿Camina usted con Dios?


PASAJE CLAVE: Génesis 5.21-24
LECTURAS DE APOYO: Génesis 6.5-7 | Proverbios 3.5, 6 | Juan 14.6 | Hebreos 11.5 | 1
Juan 1.9 | Judas 1.14
INTRODUCCIÓN
¿Qué desearíamos que las personas recordaran de nosotros al llegar el final de
nuestra vida?
Probablemente desearíamos ser recordados por haber sido bondadosos, amorosos,
generosos y sabios. O quizás por las habilidades y talentos que teníamos. O por la manera
en la que nos relacionamos con las demás personas. Si usted es un creyente en Cristo, el
mayor elogio que puede recibir es ser reconocido como alguien que caminó con Dios.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Caminar con Dios significa mantenerlo en el centro de nuestros pensamientos: en todo lo
que hagamos, en todo lo que digamos, en todo lo que pensemos, en nuestras relaciones, en
nuestras finanzas, en nuestros planes y en cada aspecto de nuestra vida. En Génesis 5.21-
24 se nos dice que Enoc fue un hombre que caminó con Dios, hasta que el Señor le llevó al
cielo. Su nombre también es mencionado en Hebreos 11.5 y en Judas 1.14, 15, al
describirlo como un hombre justo, quien no murió, pues agradó a Dios. Noé, el
descendiente de Enoc, también caminó con Dios. Vivió en un tiempo en el que el Señor
“vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn 6.5). Fue por esa
razón que Dios decidió enviar un diluvio universal, para destruir a toda la humanidad,
excepto a Noé y su familia.
Hoy, nosotros también vivimos en un mundo pecador, en el cual muchos viven perdidos y
en tinieblas. Su camino está tan oscuro espiritualmente, que no pueden ver hacia dónde se
dirigen, ni tampoco pueden divisar los obstáculos y peligros que tienen por delante. Sin
embargo, la mayoría de ellos dicen no necesitar ayuda y no desean tener nada que ver con
la única fuente de luz verdadera, Jesucristo.
Requisitos para caminar con Dios
Sin embargo, aquellos de nosotros que ya hemos depositado nuestra fe en Jesucristo como
nuestro Salvador, buscamos la ayuda de Dios, pues deseamos vivir de tal manera que
podamos honrarle y agradarle. Para que podamos caminar con Dios como Noé y Enoc lo
hicieron, debemos cumplir los siguientes requisitos:
 Aceptar al Señor Jesucristo como Salvador personal. Este es el primer y más importante
requisito que debemos tener en cuenta, pues solo podemos venir a Dios por medio de
su Hijo (Jn 14.6). Nuestro andar con Dios comienza una vez que hemos creído en Cristo
y le hemos recibido como nuestro Señor.
 Escucharlo. El tiempo que pasamos a solas con Él, mientras leemos y reflexionamos en su
Palabra y oramos es esencial. Esta es la manera en la que nos instruye y guía a diario. Y
cada vez que sea necesario, podemos venir ante su presencia para pedirle la sabiduría y
dirección que nos haga falta.
 Confiar en Él. En Proverbios 3.5, 6 se nos dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus
veredas”. Si no confiamos en el Señor, no le seguiremos, sino que dependeremos de
nuestro propio entendimiento. Sobre todo, cuando sus caminos no parecen tener
sentido, de acuerdo a nuestra lógica humana. Debemos recordar que nunca podremos
comprender a cabalidad los caminos del Señor; pero podemos confiar en que siempre
nos guiará por la senda correcta.
 Estar de acuerdo con Él. Si no estamos de acuerdo con su dirección y pensamos que
conocemos un mejor camino, nos engañamos a nosotros mismos al creer que todo nos
saldrá bien. En su Palabra Dios nos dice que debemos seguirle y no dejarnos guiar por
nuestro limitado conocimiento. Solo el Señor es omnisciente, omnipotente y
omnipresente. Debemos someternos a su voluntad y no esperar que Él se someta a la
nuestra.
 Obedecerlo. Si afirmamos estar de acuerdo con Dios y con su Palabra, pero no le
obedecemos, no caminamos con Él. El Señor requiere que hagamos lo que nos pida, en
el momento en el que nos lo pida y de la manera en la que nos diga que lo hagamos. Sin
obediencia, no podemos ser verdaderos seguidores de Cristo. Esto debe ser parte de
nuestro estilo de vida. Cada mañana debemos despertar con el deseo de someter
nuestra voluntad ante la suya, confiar en su dirección y seguir su liderazgo a cada paso
que demos.
 Ir en la misma dirección que vaya Él. El Señor tiene un propósito específico para cada uno
de nosotros. Es por eso que debemos buscar su voluntad cada día y vivir
comprometidos a obedecer en lo que nos pida hacer, por el poder de su Espíritu Santo,
quien nos guía a tomar decisiones sabias. Aunque otros caminos pueden parecer más
cortos o rápidos, solo el camino de Dios es el correcto. Y, en ocasiones, tendremos que
poner a un lado nuestros deseos personales o alejarnos de otras personas que transitan
en dirección contraria.
 Ir al mismo paso que vaya Él. Lo ideal es caminar juntos, en la misma dirección y al mismo
paso. En ocasiones, o nos retrasamos, o nos impacientamos y deseamos adelantarnos a
Dios, pues no queremos esperar. Es por eso que es tan importante que la Biblia venga a
ser parte de nuestro diario vivir. La Palabra de Dios es nuestro compás, el cual nos
muestra si avanzamos en la dirección correcta y a la velocidad adecuada. Es al leer la
Biblia que venimos a ser más receptivos a la voz del Señor, para poder obedecerle. Y,
como es omnisciente y conoce el futuro, podemos estar convencidos que su tiempo
para nuestra vida siempre es el mejor.
 Amarlo. Si en verdad amamos a Dios, haremos lo que nos pida, pues solo desearemos
agradarle y obedecerle. Nos mantendremos atentos para recibir su dirección y esperar
en su voluntad.
 Abandonar el pecado. Para caminar con Dios necesitamos tener un corazón puro. Al
pecar, debemos arrepentirnos de inmediato y buscar al Señor para pedirle que nos
indique cualquier otro pecado escondido que pueda estar presente en nuestra vida.
Solamente así podremos desechar el pecado para vivir en santidad tomados de la mano
de Dios, mientras nos deleitamos en obedecerle.
 Perseverar en una vida de santidad. Dios nos ha llamado, no a una vida perfecta, sino a
una vida sometida y comprometida con su santa voluntad. Es al perseverar en la
santidad, que podremos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados
inmediatamente, para ser perdonados y purificados por el Señor (1 Jn 1.9).
REFLEXIÓN
 Después de reflexionar en estos requisitos, ¿puede afirmar que camina con Dios? ¿Cuáles
están presentes en su vida? ¿En cuáles debe mejorar?
 ¿Qué puede hacer para caminar con Dios de una manera más constante? ¿Qué es lo que
le inspira a perseverar en su andar diario con el Señor?

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