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Aires como eje y el Interior como áreas complementarias de la Argentina de los cereales y de
las carnes, organizando así un “mercado nacional” conforme a la división internacional del
trabajo por la cual el país era proveedor de alimentos y materias primas y consumidor de
Tucumán, del ferrocarril Central Norte, con la idea de llevar el progreso para los pueblos y la
unidad para la República. A pesar del optimismo, tardarían unos años en hacerse sentir las
tenía origen en los feudatarios del tiempo colonial y una burguesía próspera a fines del siglo
XVIII y principios del XX, estamentos emparentados entre sí y que monopolizaba las tierras
con riego (antiguas reales), la actividad comercial, el prestigio social y el poder político.
sus recursos. Tucumán ascendía respecto a otras provincias, aunque Catamarca y Salta
disfrutaban de una relativa prosperidad; mientras Santiago del Estero y La Rioja tenían una
producción deficitaria. Había una ocupación plena que aseguraba el sustento de los
habitantes, la vida era frugal y sin tantos lujos; no había desarraigo por trabajo como no fuera
la actividad de troperos y arrieros que servían al tráfico dentro y fuera de la región. La llegada
elaboración. Tucumán tenía ventaja en la industria del cuero, con 50 establecimientos que
procesaban la materia prima, y una gran demanda de mano de obra para el acarreo de
insumos. Las formaciones boscosas proveían abundantes variedades de madera (de cedro,
pacará y lapacho); los hacheros se ocupaban de la tala y la actividad industrial contaba con 12
La producción artesanal del queso era muy estimada. La provincia de Salta producía
cueros y sus derivados. El próspero comercio de mulas hacia el Alto Perú, siendo Jujuy un
lugar estratégico entre este y Tucumán y en el que se trasladaron las aduanas; declinó luego
San Pedro y Ledesma, estaba en alza, abastecía el consumo local y se vendía en Salta,
provincia sin industria azucarera. También, se exportaba maíz, harina y aguardiente; tenían
buena venta el cuero y las suelas; y se explotaban minerales en Santiago del Estero, provincia
con aguda pobreza, la de más población en el NOA, sin un buen desarrollo sumado a la falta
de agua para el riego a pesar de contar con los ríos Salado y Dulce, debido a las sequías y a
escasez de fondos para obras de irrigación y acueductos. Con respecto a la ganadería, ésta
fue un importante rubro productivo, junto a la artesanía del tejido que se confeccionaba
colchas y ponchos, vendidos al Litoral y Buenos Aires, y cuyo producto de venta iba a la
quebracho, madera de calidad necesaria para la expansión del ferrocarril; el obraje forestal
fue una etapa posterior en la economía santiagueña, con efectos terribles en la ecología.
Catamarca contaba con un aparato productivo más diversificado que Tucumán, disfrutó
una buena posición en la década de 1870/80, con un buen aprovechamiento de sus recursos
en barras daban ocupación a más de mil obreros y quedando las ganancias en la provincia al
ser las empresas locales. No necesitaba importar productos de primera necesidad pues su
sistema era de autoabastecimiento. Se producía carne, vino, tabaco, aguardiente, frutas secas
y hortalizas, cereales, trigo (éste abastecía el mercado local) y maíz. Según Martín de
Antes del ferrocarril, el sistema de comunicaciones del NOA se estructuró sobre los ejes
de circulación de la época colonial y heredados de las rutas incaicas. La región del Tucumán
había sido poblada desde el Alto Perú y Chile por corrientes colonizadoras españolas; hasta
1776, la provincia creada en 1563, estuvo sometida al virrey de Lima y las causas judiciales a
Buenos Aires estudiaron en la universidad de San Francisco Javier. Este territorio formado
por el Perú, Alto Perú, Chile y Tucumán era una continuación geográfica con poblaciones
sistema, dividió a los patriotas y realistas, se paralizó el comercio con Chile y el Alto Perú,
luego de la guerra se normalizó, como relata el capitán Andrews en su viaje de Buenos Aires
a Potosí. La red caminera que unía a las ciudades del Noroeste, seguía teniendo vigencia, con
un permanente tráfico y que servía a todos los núcleos constitutivos sin afianzar la hegemonía
de alguno. Por ello, existía una fluida comunicación antes del ferrocarril en la región del NO,
Debido a los malos caminos y la lentitud de los medios de transportes, entre otras cosas,
se generaba entre las partes una circulación permanente, por caminos carreteros o de
herraduras. Los primeros estaban sobre un terreno llano transitados por carretas que
transportaban pasajeros y mercaderías. A mediados del siglo XIX, la carreta fue reemplazada
por veloces carros tirados por mulas y, para mensajería, por caballos. Arsenio Granillo cuenta
que en Tucumán el comercio por carros y carretas era una importante fuente de trabajo; y
Lorenzo Fazio, como en la plaza santiagueña de “las carretas” se juntaban las tropas de carros
Totoral y que llegaba a Tucumán llevando gente y mercadería; para el sur y Cuyo funcionaba
Central Norte, más antes sólo lo hacía hasta Córdoba y Rosario. El cruce de la Cordillera, se
hacía a caballo y lomo de mula, por una ruta desolada pero frecuentada; el viaje a Bolivia, se
iniciaba en Belén y Santa María (en el oeste) y pasaba por Antofagasta de la Sierra. De
Santiago del Estero y Tucumán salían carros y carretas hacia Buenos Aires, Salta y Jujuy,
llevando frutos de la tierra y trayendo mercaderías de bazar y ferretería; desde Salta y Jujuy
hacia Bolivia salían arreos de mulas, vacas y asnos. Asimismo, era intenso el tráfico vacuno y
ovino hacia Chile desde Catamarca, La Rioja y Salta; de los dos primeros, también se
llevaban vinos y aguardientes a Tucumán, Santiago del Estero y el Alto Perú. El comercio
con Chile era tan importante que se buscó construir un camino carretero por el paso de San
En 1876, el Central Norte llegó a Tucumán con gran euforia, y con su consiguiente
expansión económica. En cambio, las otras provincias sufrieron una marginación respecto a
la red ferroviaria. Santiago del Estero la recibió en 1884, sólo como un ramal secundario de la
estación Frías. Catamarca tuvo un tren a mediados de 1889, con un servicio que daba
comodidad a la capital, pero no beneficiaba a la zona oeste donde la riqueza era mayor. Ese
año, la primera locomotora ingresó a Salta, sobre la línea troncal que venía de Tucumán. En
la Rioja llegó a fines de siglo. Inclusive, la nueva red ferroviaria no vinculó a las provincias
andinas con Tucumán, siguiendo el trazado de los caminos tradicionales, sino que el riel
cultural del país, cambiando las establecidas vías de comunicación que, por ejemplo,
conectaban a la región del NOA entre sí y con Bolivia y Chile. Tanto a las provincias más
pobres y con una crítica economía como Santiago del Estero y La Rioja, y a otras más
prósperas o en ascenso como Tucumán, Salta y Catamarca, en las que florecía la ganadería, y
la producción maderera, minera, azucarera, agrícola y artesanal, les venía bien este progreso
que aportaría el ferrocarril. Pero, si bien éste logró llevar el progreso a muchas ciudades,
principalmente en Tucumán, a cambio marginó a otras o dejó de lado otros proyectos para
financiar este. Fue en sí un mal necesario, al cual la realidad existente en la región se tuvo