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227/2017-RRC
“…III.3. La imposición de la pena, requisitos para su determinación, su control y la obligación del Tribunal de alzada.
La imposición de la pena, corresponde a la autoridad sentenciadora, quien previa valoración de las circunstancias
probadas en juicio, una vez asumida la convicción de la existencia del hecho, de la participación del o los imputados
en él, el grado de participación y por ende su culpabilidad, dicta Sentencia condenatoria, en aplicación de lo dispuesto
por el art. 365 del CPP, fijando de forma precisa la sanción que corresponda, para ello, debe realizar un estudio
concienzudo de todas las circunstancias que rodean el hecho, vinculándolas de forma objetiva a los autores. Para su
determinación, el juzgador, debe sujetarse a los lineamientos señalados en la norma punitiva, relativos a la aplicación
de las penas (Libro I, Título III, Capítulo II del CP), tomando siempre en cuenta su finalidad conforme el art. 118.III de
la CPE, por lo que requiere que se encuentre debidamente fundamentada y motivada (art. 124 del CPP), sólo
cumplidas las exigencias legales, la imposición de la pena, demostrará que es producto de un trabajo racional y no
del capricho del juzgador.
En cuanto, a la imposición de la pena este máximo Tribunal de Justicia, precisó criterios específicos para la fijación
de la pena y el control que debe ejercer el Tribunal superior en grado, estableciendo en el Auto Supremo 038/2013-
RRC de 18 de febrero: “La determinación judicial de la pena que comprende todo el procedimiento; es decir, la
evaluación, decisión y justificación del tipo y la extensión de la pena, tiene líneas de orientación previstas legalmente,
de manera que no puede considerarse una cuestión propia de la discrecionalidad del juez. La individualización de la
pena está sometida al principio de proporcionalidad recogido por el Código Penal en sus diferentes artículos y a la
finalidad de la pena establecida constitucionalmente como la educación, habilitación e inserción social de los
condenados, con respeto a sus derechos.
En este ámbito, el juez o tribunal que fija una pena tiene la obligación de someterse a dichos principios,
correspondiendo al Tribunal de alzada, ante la constatación de su incumplimiento, proceder directamente a la
modificación del quantum de la pena, en sujeción a los principios constitucionales y procesales, en ejercicio de la
facultad reconocida por el art. 414 del CPP, considerando los siguientes criterios para la fijación de la pena:
a) La personalidad del autor, el cometido que la ley penal boliviana asigna al juez de apreciar la personalidad del
autor, es una tarea compleja; aunque debe reconocerse que el Código Penal en los arts. 37 y 38 (atender la
personalidad del autor) no exige la realización de un diagnóstico científico ’de la personalidad’, sino un perfil de la
personalidad, vinculado al hecho concreto para aplicar la pena en la dimensión que corresponda a esa persona
concreta e individual, distinta a los demás seres humanos. De tal manera que el reproche jurídico que merezca su
comportamiento, guarde armonía con el hecho, su personalidad y las circunstancias.
La edad, es un factor que, dependiendo del caso, puede operar como agravante o atenuante. En cuanto a la
educación, por regla general como circunstancia agravante, pues el reproche será mayor cuando el autor ha tenido
acceso a la educación y, por lo tanto, ha disminuido su vulnerabilidad al sistema penal. En similar sentido opera la
posición económica, sobre todo en los casos vinculados a delitos económicos. La vida anterior libre de sanciones
penales no se debe tomar sin más como atenuante para la determinación de la pena. Lo que sí debe considerarse
como factor de atenuación, es que el autor haya desarrollado hasta la comisión del hecho punible una vida ordenada
y acorde al derecho, de tal manera que el hecho delictivo signifique una notoria contracción con su conducta anterior.
Respecto a la conducta posterior, debe tomarse en cuenta como factor para la fijación de la pena, el esfuerzo del
autor por reparar el daño causado. También puede apreciarse como favorable la conducta del procesado en el proceso
penal, cuando: i) Se haya entregado a la autoridad policial o judicial voluntariamente, pese a haber contado con la
posibilidad de una fácil huida, o tener la posibilidad de no ser descubierto, y, ii) La confesión que manifieste
arrepentimiento, o bien que haya ayudado significativamente al establecimiento de la verdad mediante su
declaración.
Sin embargo, la sola falta de arrepentimiento o confesión no puede valorarse para hacer más rigurosa la sanción.
Ahora bien, si la confesión no es tal, sino un intento de lograr la impunidad y si el ’arrepentimiento’ no es sincero, sino
una manera de procurar un trato benigno de los jueces, cuando se sabe, por la prueba, que no hay forma alguna de
eludir la acción de la justicia, los jueces deben examinar ese dato como parte de las manifestaciones defensivas, pero
deben ignorarlo al momento de fijar la pena, pues ni las mentiras, ni las falsas actitudes del acusado constituyen un
factor que deba perjudicarlo cuando se decida sobre la sanción a imponer. La reparación del daño, consiste
fundamentalmente en aliviar las consecuencias materiales del hecho delictivo son también factor de atenuación;
empero, también pueden tener un efecto atenuante de la pena, los actos que denoten voluntad de reparar. La
extensión del daño causado debe ser delimitada sólo para aquello que tenga vinculación con el hecho típico,
directamente. Además, debe tenerse en cuenta que no es necesaria la concurrencia de todas las circunstancias
descritas, pues dependerá de cada caso concreto.
b) La mayor o menor gravedad del hecho, que tiene que ver con lo previsto por el art. 38 inc. 2) del CP; es decir, la
naturaleza de la acción, los de los medios empleados, la extensión del daño causado y del peligro corrido.
c) Circunstancias y las consecuencias del delito, que también deben ser consideradas en el caso concreto…”
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA
SALA PENAL
AUTO SUPREMO Nº 227/2017-RRC
Sucre, de 21 de marzo de 2017
Expediente : Oruro 33/2016
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Parte Acusadora : Ministerio Público
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II.1. De la Sentencia.
Como hechos motivo del proceso penal se tiene que el 29 de septiembre de 2013,
aproximadamente a las 02:30 de la madrugada dentro del inmueble ubicado en la calle
Bacovick, Aroma y Villarroel, hubiese sido agredida la víctima por golpes de puño en su
rostro efectuadas por su pareja sentimental Limberth Jacinto Mancilla Pérez,
provocándole lesiones físicas, que valoradas por el médico forense se hubiese
establecido un impedimento legal de veintidós días.
Una vez producida la prueba, se tuvo como hechos probados, que: i) Por certificación
médico forense, se concluyó que María Elena Espinoza Coque, a raíz de una agresión
física presentaba a momento del examen físico, lesión en su integridad física derivando
en un impedimento legal de 22 días; ii) De los testimonios y documentales de cargo se
concluyó que en la madrugada del 29 de septiembre de 2013, María Elena Espinoza
Colque fue víctima de violencia física, de parte de su entonces pareja sentimental
Limberth Jacinto Mancilla Pérez; y, iii) Por documental MP-8 y los testimonios de cargo,
se estableció que María Elena Espinoza Colque, fue víctima de violencia psicológica de
parte de su compañero sentimental Limberth Jacinto Mancilla Pérez.
Finalmente, para la fijación de la pena se tuvo en cuenta los móviles que impulsaron al
acusado para agredir a la víctima, la conducta asumida por este con relación a la misma,
las consecuencias del hecho, tal y como previenen los arts. 37 y 38 del CP; de otro lado,
no se conoció circunstancias atenuantes como antecedentes sobre la conducta del
acusado, relaciones familiares, laborales u otra circunstancia que expresa el art. 40 de la
citada norma penal, en mérito a no haberse ofrecido oportunamente las pruebas de
descargo.
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inc. 2) del CP, ya que no se hubiese tomado en cuenta los medios de prueba otorgados,
que la víctima no falleció y que su persona no contaba con antecedentes penales, que
tuvo el cargo de jilacata en virtud a su buen comportamiento y responsabilidad, además
de que cuenta con una familia integrada por su concubina y sus dos hijos, reiterando que
la víctima se encontraría sana y sin ningún daño físico, por lo que la pena de cuatro años
resultaría excesiva.
Se estableció que en cuanto a la infracción del inc. 2) del art. 370 del CPP, la Juez de
mérito no expuso del por qué se le condenó al recurrente por los delitos de Lesiones
Graves y Leves; y, Violencia Familiar y Domestica, pues no señaló si existió concurso
ideal o real de delitos, si las Lesiones Graves y Leves se produce entre personas
particulares, o sea, personas distintas, sin ninguna relación de familiaridad, cónyuge o
conviviente y otra relación análoga afectividad o intimidad; y por otra, si en la Violencia
Familiar o Doméstica procede el tipo penal por presentarse relación afectiva de conyugue
o conviviente o por que hubiere mantenido con la víctima una relación análoga de
afectividad o intimidad, por lo que al habérsele juzgado al imputado por ambos delitos,
correspondía la fundamentación respecto de cada uno de ellos.
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III. VERIFICACIÓN DE VULNERACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y SEGURIDAD
JURÍDICA
Este Tribunal admitió el presente recurso, abriendo su competencia a objeto de verificar
la posible vulneración del debido proceso y seguridad jurídica ante la denuncia de la
emisión del Auto de Vista emitido sin la debida fundamentación para disponer la nulidad
de la sentencia sin considerar los principios de especificidad, trascendencia,
instrumentalidad de formas y convalidación que rigen las nulidades.
III.1. De la Fundamentación de las resoluciones como parte del debido proceso.
A los fines de resolver la problemática planteada, se debe tener presente que respecto al
debido proceso el Auto Supremo 199/2013 de 11 de julio, precisó lo siguiente: “El debido
proceso, es un principio legal por el cual toda persona tiene derecho a ciertas garantías
mínimas tendientes a asegurar un resultado justo y equitativo dentro del proceso, a
permitir la oportunidad de ser oído y hacer valer sus pretensiones legítimas frente al juez
o tribunal, quienes deben observar los derechos fundamentales de las partes, principios
y reglas esenciales exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los
derechos subjetivos; la Constitución Política del Estado, en sus artículos 115 y 117,
reconoce y garantiza la aplicación del debido proceso al constituirse en fundamento
esencial del Estado Plurinacional, que tiene entre sus fines y funciones esenciales
garantizar el cumplimiento de los principios, valores, derechos y deberes reconocidos y
consagrados en ella. Entre los elementos que configuran el debido proceso se
encuentran: a) el derecho a la defensa, b) el derecho al juez natural, c) la garantía de
presunción de inocencia, d) el derecho a ser asistido por un traductor o intérprete, e) el
derecho a un proceso público, f) el derecho a la conclusión del proceso dentro de un
plazo razonable, f) el derecho a recurrir, g) el derecho a la legalidad de la prueba, h) el
derecho a la igualdad procesal de las partes, i) el derecho a no declarar contra sí mismo
y a no confesarse culpable, j) el derecho a la motivación y congruencia de las
resoluciones, k) la garantía del non bis in idem, l) el derecho a la valoración razonable de
la prueba, ll) el derecho a la comunicación previa de la acusación; m) la concesión al
inculpado del tiempo y los medios para su defensa; n) el derecho a la comunicación
privada con su defensor; o) el derecho a que el Estado le otorgue un defensor
proporcionado por el Estado cuando el imputado no tuviere medios o no nombrare un
defensor particular”.
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jurisprudencia, a través de la STC 3/2002 de 14 de enero, ha señalado que: «la seguridad
jurídica es un principio general del ordenamiento jurídico y un mandato dirigido a los
poderes públicos que no configura, sin embargo, derecho fundamental alguno a favor de
los ciudadanos que pueda interesarse en el proceso constitucional de amparo”.
En este ámbito, el juez o tribunal que fija una pena tiene la obligación de someterse a
dichos principios, correspondiendo al Tribunal de alzada, ante la constatación de su
incumplimiento, proceder directamente a la modificación del quantum de la pena, en
sujeción a los principios constitucionales y procesales, en ejercicio de la facultad
reconocida por el art. 414 del CPP, considerando los siguientes criterios para la fijación
de la pena:
a) La personalidad del autor, el cometido que la ley penal boliviana asigna al juez de
apreciar la personalidad del autor, es una tarea compleja; aunque debe reconocerse que
el Código Penal en los arts. 37 y 38 (atender la personalidad del autor) no exige la
realización de un diagnóstico científico ’de la personalidad’, sino un perfil de la
personalidad, vinculado al hecho concreto para aplicar la pena en la dimensión que
corresponda a esa persona concreta e individual, distinta a los demás seres humanos.
De tal manera que el reproche jurídico que merezca su comportamiento, guarde armonía
con el hecho, su personalidad y las circunstancias.
La edad, es un factor que, dependiendo del caso, puede operar como agravante o
atenuante. En cuanto a la educación, por regla general como circunstancia agravante,
pues el reproche será mayor cuando el autor ha tenido acceso a la educación y, por lo
tanto, ha disminuido su vulnerabilidad al sistema penal. En similar sentido opera la
posición económica, sobre todo en los casos vinculados a delitos económicos. La vida
anterior libre de sanciones penales no se debe tomar sin más como atenuante para la
determinación de la pena. Lo que sí debe considerarse como factor de atenuación, es
que el autor haya desarrollado hasta la comisión del hecho punible una vida ordenada y
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acorde al derecho, de tal manera que el hecho delictivo signifique una notoria contracción
con su conducta anterior. Respecto a la conducta posterior, debe tomarse en cuenta
como factor para la fijación de la pena, el esfuerzo del autor por reparar el daño causado.
También puede apreciarse como favorable la conducta del procesado en el proceso
penal, cuando: i) Se haya entregado a la autoridad policial o judicial voluntariamente,
pese a haber contado con la posibilidad de una fácil huida, o tener la posibilidad de no
ser descubierto, y, ii) La confesión que manifieste arrepentimiento, o bien que haya
ayudado significativamente al establecimiento de la verdad mediante su declaración.
Sin embargo, la sola falta de arrepentimiento o confesión no puede valorarse para hacer
más rigurosa la sanción. Ahora bien, si la confesión no es tal, sino un intento de lograr la
impunidad y si el ’arrepentimiento’ no es sincero, sino una manera de procurar un trato
benigno de los jueces, cuando se sabe, por la prueba, que no hay forma alguna de eludir
la acción de la justicia, los jueces deben examinar ese dato como parte de las
manifestaciones defensivas, pero deben ignorarlo al momento de fijar la pena, pues ni
las mentiras, ni las falsas actitudes del acusado constituyen un factor que deba
perjudicarlo cuando se decida sobre la sanción a imponer. La reparación del daño,
consiste fundamentalmente en aliviar las consecuencias materiales del hecho delictivo
son también factor de atenuación; empero, también pueden tener un efecto atenuante de
la pena, los actos que denoten voluntad de reparar. La extensión del daño causado debe
ser delimitada sólo para aquello que tenga vinculación con el hecho típico, directamente.
Además, debe tenerse en cuenta que no es necesaria la concurrencia de todas las
circunstancias descritas, pues dependerá de cada caso concreto.
b) La mayor o menor gravedad del hecho, que tiene que ver con lo previsto por el art.
38 inc. 2) del CP; es decir, la naturaleza de la acción, los de los medios empleados, la
extensión del daño causado y del peligro corrido.
La doctrina internacional con autores como Eugenio Raúl Zafaroni, en su obra Manual de
Derecho Penal, así como la doctrina nacional con Benjamín Miguel Harb, en su obra
Derecho Penal Tomo II, distingue tres etapas en la individualización de la pena: la
legal, la judicial y la penitenciaria. En la primera, el legislador valora, desde el marco
de la proporcionalidad, la gravedad del ilícito tipificado en un tipo penal y determina la
pena aplicable en abstracto. En la segunda, el Juez penal, a la conclusión del proceso
y establecida que sea conforme al debido proceso de ley, la responsabilidad penal
del autor del hecho, fija la pena al caso concreto, tomando como base el marco
punitivo determinado por el legislador. La tercera etapa, denominada ejecución
penal, se halla destinada al cumplimiento de los pronunciamientos contenidos en el fallo
de una sentencia penal ejecutoriada y se desarrolla por la administración penitenciaria,
bajo control jurisdiccional.
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individual para cada delito’, ‘Las valoraciones sociales respecto de un determinado delito
quedan plasmadas dentro de este marco, y en él quedan recogidas, entre otras cosas,
las razones de prevención general. Las valoraciones previamente dadas por el legislador,
reflejadas en el marco penal, son vinculantes para el juez, quien debe dejar de lado sus
propias valoraciones y aplicar las valoraciones legales’ (segunda etapa) (Determinación
Judicial de la Pena - Patricia Ziffer P. y otros autores)’.
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significa, que el Tribunal de apelación, debe corregir las faltas referidas al quantum de la
pena y su correspondiente justificación.
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dispone el reenvío de la causa con argumentos errados (valoración de prueba no
introducida a juicio), provocando una carga procesal innecesaria; pero, además bajo
riesgo de re victimizar a la víctima que debe someterse nuevamente ante un juez, cuando
los hechos sobre los que se juzgó fueron acreditados y que únicamente el defecto recae
sobre el quantum de la pena, que conforme la jurisprudencia citada bien puede ser
corregida por el Tribunal de alzada.
POR TANTO
La Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, con la facultad conferida por el art. 42.I.1
de la LOJ y lo previsto por el art. 419 del CPP, declara FUNDADO el recurso de casación
interpuesto por María Elena Espinoza Colque, con los fundamentos expuestos
precedentemente; y en aplicación del art. 419 del CPP, DEJA SIN EFECTO el Auto de
Vista 49/2016 de 12 de agosto, disponiendo que la Sala Penal Segunda del Tribunal
Departamental de Justicia de Oruro, previo sorteo y sin espera de turno, pronuncie un
nuevo Auto de Vista en conformidad a la doctrina legal establecida en la presente
Resolución.
A los efectos de lo previsto por el art. 420 del CPP, hágase conocer mediante fotocopias
legalizadas el presente Auto Supremo a los Tribunales Departamentales de Justicia del
Estado Plurinacional de Bolivia, para que por intermedio de sus Presidentes, bajo
responsabilidad, pongan en conocimiento de los Jueces en materia penal de su
jurisdicción.
En aplicación del art. 17-IV de la LOJ, por Secretaría de la Sala, ofíciese nota al Consejo
de la Magistratura, para que tome conocimiento del presente Auto Supremo.
Regístrese, hágase saber y cúmplase.
Firmado
Magistrada Relatora Dra. Norka N. Mercado Guzmán
Magistrada Dra. Maritza Suntura Juaniquina
Secretario de Sala Dr. Cristhian G. Miranda Dávalos
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