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FULANI

ÍNDICE.

Laberinto sin salida...................................................................................................................... 7

Inicios.............................................................................................................................................. 18
Entrelazados.................................................................................................................................. 32

Vínculo alado................................................................................................................................ 41

Esfera del destino........................................................................................................................ 51

Pluma selecta............................................................................................................................... 59
Revelación.................................................................................................................................... 69
Travesía......................................................................................................................................... 78
Corazonada................................................................................................................................... 86

Sin mañana................................................................................................................................... 110


Desenlace..................................................................................................................................... 119

Blooming Spring........................................................................................................................ 122


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Cualquier parecido con la realidad que existe en el libro es pura coincidencia. Esta obra es una

creación ficticia y no pretende tener ningún parecido con ninguna situación, evento o persona

real.

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Nos complace presentarles el libro que tienen en sus manos.


La obra del autor J.W. Wells ha sido escrita con horas de esfuerzo y dedicación.
La reproducción o distribución no autorizada de su contenido es ilegal.
Gracias por su respeto por el trabajo del autor. Esperemos que disfrute de sulectura.

© J.W. Wells, 2023

Todos los derechos de producción, traducción o adaptación son reservados


incluyendo a todos los países.

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Sinopsis.

En la vida, a menudo vemos como la suerte nos cambia en un instante, transformando nuestra
dicha por completo en un giro inesperado del destino. La historia de nuestra querida amiga
Jeinna Wells no nos dejará indiferente. Si el siglo XXI parecía no tener nada más que ofrecerle,
atrapada en una rutina monótona y sin rumbo definido, la clemencia parece querer apiadarse de
su alma. Sin embargo, una serie de eventos fortuitos la llevará a un encuentro que cambiará su
vida para siempre. Con solo unas cuantas monedas en el bolsillo, Jeinna estaba a punto de sellar
su destino de una manera que nunca podría haber imaginado. Descubre cómo la vida de Jeinna se
transforma en esta emocionante historia llena de sorpresas. A veces el pasado, puede darnos un
nuevo comienzo.

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Laberinto sin salida.

Mientras las piernas impacientes de Jeinna se movían ajetreadas, el tintineo del reloj resonaba en
la gran oficina industrial neoyorquina. La oficina era bastante moderna y minimalista, aunque no
tan acogedora, ya que parecía un museo de arte. Jeinna estaba impaciente mientras trataba de
descifrar el último código para el desarrollo de un programa para la inteligencia artificial. Cada
vez que intentaba descifrar partes del algoritmo, exclamaba:

-¡Casi lo tengo, ughhh, no consigo ver donde me estoy equivocando!

La nieve caía fuera y hacía que su humor decayera ya que odiaba la nieve y el frío. Sin embargo,
Jeinna estaba decidida a terminar el proyecto. Miró el reloj una vez más y pensó:

«Solo quedan cinco segundos»

Lo que la hacía feliz al ver que estaba a punto de irse a casa.

Mientras tanto, en la oficina reinaba el silencio con las casuales interrupciones del rápido tecleo
y los suspiros impacientes de Jeinna. A pesar de que la oficina era de envidiar, no era el ambiente
más acogedor para trabajar. Jeinna parecía determinada a terminar su trabajo.

-Me rindo, dijo a regañadientes cerrando el ordenador de golpe.

-Vaya, vaya. Nunca pensé que llegaría el día en el que la señorita Wells diría algo así.

- Siempre hay una primera vez. ¿No crees, Mei? Pensé que ya no quedaba nadie - dijo
sonriendo mientras se aproximaba el sonido de sus tacones -Me alegra verte en plena forma.

Mei había estuvo enferma durante casi dos semanas.

-Ya sabes que soy un hueso duro de roer.

Mei, era de complexión delgada por naturaleza. Era de estatura media. Su cuerpo esbelto y
elegante destacaba por su porte seguro y confiado. Vestía un conjunto de ropa bastante llamativo,
con detalles cuidadosamente elegidos. Llevaba un vestido ajustado de corte recto y de color gris.
Hacía que su figura resaltara. El escote redondo del vestido se adornaba con un delicado ribete
dorado y el bajo se abría en una pequeña abertura en la parte trasera, dejando al descubierto sus
piernas al caminar.
Su look fue completado con unos zapatos de tacón alto de color rojo, que contrastaban con el gris
del vestido. La parte superior de los zapatos estaba decorada con pequeñas flores doradas, que
combinaban con el ribete dorado del escote de su vestido. Sus uñas estaban pintadas de color
negro y llevaba un brazalete dorado en su muñeca derecha.

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En cuanto a su cabello, lo llevaba recogido en un moño alto y apretado, lo que acentuaba su


elegancia. Su rostro estaba perfectamente maquillado, con labios rojos y un delineado de ojos
que destacaba su mirada intensa y penetrante. Siempre pensé que debería de haber hecho carrera
en la industria de la moda, pero con padres tan estrictos, no me extrañaba que se acabará
convirtiéndose en ingeniera.
Frunciendo el ceño, Mei me observó con ojos intensos. Cogió mi maletín marron de cuero y me
agarró del brazo. Ignorando por completo lo que acababa de pasar, me guió hacia la salida.
Mientras salíamos del edificio, Mei paró repentinamente y me dijo:

-Sé que no eres de las que habla de sentimientos, pero sabes que si me necesitas estaré aquí.

Aturdida por la repentina declaración de "aquí tienes un hombro en el que llorar", miré el frió
asfalto mientras me disponía a caminar.

-Creo que el sentimentalismo navideño te está pasando factura. Mei, estoy bien. Siempre lo he
estado, bromeé mientras miraba como cambiaban la farola rota que se encontraba cerca de mi
panadería preferida.

Cerca de la tienda cerrada, se encontraba lo que parecía ser una familia formada por una pareja,
un niño y una niña. Estaban teniendo la clásica pelea de nieve. Parecía divertido.
Rara vez se percataba de lo que pasaba a su alrededor. Jeinna prefería no inmiscuirse en la vida
ajena de las personas. Momentos como ese le recordaban a su pasado. Eso la llevaba a quitarse
las gafas cuando paseaba por la calle. Ojos que no ven, corazón que no siente, ¿verdad?
Jeinna había crecido en una familia tóxica en la que siempre había sentido que no encajaba. Su
padre era un hombre agresivo y controlador que la sometía a constantes críticas y humillaciones.
La gente tiende a hablar sobre hogares sin padres, pero ¿qué pasa con aquellos que escogieron
quedarse pero nunca nunca estuvieron a la altura?
Es importante recordar que el hecho de que un padre esté presente en el hogar no significa
necesariamente que sea un buen padre. Es posible que estas situaciones sean menos visibles que
los hogares sin figura paterna, pero eso no significa que no existan o que sean menos dañinos.
Su madre, por su parte, nunca había sido capaz de protegerla o de ofrecerle el cariño y el apoyo
que necesitaba. Jeinna había soportado esa situación durante años, hasta que finalmente tuvo la
oportunidad de escapar.
A los 18 años, Jeinna recibió una beca para estudiar en la universidad y no lo dudó. Sabía que
esa era su oportunidad de dejar atrás todo lo que la ataba a su familia y de empezar una nueva
vida. Sin pensarlo dos veces, utilizó los ahorros de toda una vida. Todos esos veranos
sacrificados habían servido para algo después de todo. Compró un billete de avion de ida a

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Nueva york. Se mudó a una ciudad que estaba lejos de su país y empezó a estudiar ingeniería. No
era una carrera que la apasionaba, pero le ofrecía una salida segura.
Jeinna se esforzó mucho en sus estudios y logró graduarse con honores, consiguiendo un buen
trabajo en una empresa de inteligencia robótica en la ciudad. Sin embargo, nunca olvidó la
sensación de liberación que había sentido al alejarse de su familia. Se negó a contactar con ellos,
sabiendo que eso solo la llevaría de vuelta a la misma situación de dolor y sufrimiento.
Con el tiempo, Jeinna se había acostumbrado a su nueva vida en la ciudad, pero seguía sintiendo
un vacío en su interior. A pesar de tener amigos y colegas que la apreciaban, no podía evitar
sentirse desconectada del mundo. Se preguntaba si alguna vez podría tener algo más que la
hiciera querer seguir respirando.
Jeinna sabía que no podía volver al pasado y que tenía que seguir adelante con su vida. Así que
se aferró a su trabajo, tratando de encontrar la felicidad en las pequeñas cosas que la vida le
ofrecía ahora. Sin embargo, siempre habría un lugar en su corazón que estaría vacío, a la espera
de algo que valiera la pena. Ese momento no parecía llegar.
Entre un abrazo que duró más de lo que debería y una incomodidad interminable, Mei gritó:

-¡Mientes! Ya sabes que estás invitada a venir a pasar estas navidades con mi familia, aunque
sé que no vendrás, dijo con un suspiro teatral.

-¡Mei, me estás clavando tu lazo en uno de mis costados! Además, sabes que no soy de celebrar
fiestas. Tengo que irme, nos veremos mañana , escabulléndose de su llave inglesa, se despidió
corriendo.

-Hasta pronto Jeinna, escuché a Mei decir a lo lejos.

Después de doblar dos esquinas, Jeinna se detuvo extrañada, mirando a su alrededor. La calle
estaba desierta, con solo unos pocos transeúntes apresurándose a la estación de metro para
probablemente volver a sus hogares. Un escalofrío recorrió su cuerpo, como si algo o alguien la
estuviera observando. Sin darle mas vueltas, entró en la residencia. La residencia se llamaba "La
Belle Vue" La fachada del edificio era impresionante, con grandes columnas y una entrada de
mármol imponente. Al acercarse, vio a Albert, el amable conserje, sentado en su silla leyendo el
periódico del New York Times como cada tarde.

-¡Buenas tardes, Albert! Saludó Jeinna con una sonrisa.

-Buenas tardes, señorita Wells-respondió Albert amistosamente-debe hacer un frió infernal


ahí fuera.

-No tiene la menor idea-dijo Jeinna metiendo su mano derecha en su bolsillo-¿No se iba de
vacaciones pronto?

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-Sí, comienzan mañana- dijo Albert-Me iré a Idaho a visitar a mi familia, ¿piensa hacer algo
o viajar a alguna parte?

-Oh, eso suena bien- dijo Jeinna-por el momento, dormir y comer varias chocolatinas Tirma
y beberme un buen té de menta que tengo en casa. Eso ya haría viajar a mi mente.

Jeinna sacó una caja de donuts de debajo de su brazo y se la entregó a Albert.

-Pensé que podría disfrutar de esto mientras lee su periódico, dijo con una sonrisa.

-¡Vaya, usted sí que me conoce, gracias! Exclamó Albert.

-Hace mas de 3 años que nos conocemos, Albert. Sería extraño no darse cuenta de su amor por
los donuts.

Mientras se dirigía al ascensor, Albert la llamó

-¡Señorita Wells! Casi lo olvido, el señor Laund está arriba. Llegó hace quinze minutos.

-¡Gracias, Albert! Hazme un favor, si vuelve a venir, ya no le permitas subir-dijo Jeinna con
una sonrisa-¡Feliz navidad!

Albert simplemente asintió. Jeinna entró en el ascensor y presionó el botón del séptimo piso,
donde se encontraba su apartamento. Mientras subía, se preguntó que estaba sucediendo. Mike
Laund, era un empresario importante. Era conocido como el tiburón blanco, por sus habilidades
en el negocio. A diferencia de Jeinna, Mike había crecido con dinero. Eso le hacia ver el mundo
bastante diferente a la realidad de muchos.
Atravesando el pequeño vestíbulo que separaba el ascensor de la puerta de entrada, Jeinna se
percató de que la puerta estába entre abierta.
«Típico»

Pensó Jeinna. Mike nunca cerraba la puerta, tampoco apagaba las luces, porque estaba
acostumbrado a que otros lo hicieran por él.
Inhalando bruscamente, Jeina abrió la puerta de su acogedor apartamento con tonos terrosos y
entró en su pequeño refugio. A primera vista, notó que Mike estaba sentado en el sofá de color
verde oscuro que le recordaba el paisaje de su último viaje al amazonas. Con los zapatos puestos
encima de su mesa en forma de tronco de árbol y comiéndose su última chocolatina Tirma, el
invitado no deseado dejó su teléfono en el sofa. Al percatarse de la presencia de Jeinna, se
levanto de un brinco. Jeinna se preguntó cómo alguien podía aparecer de la nada sin dar ninguna
señal de vida. Mientras se acercaba, observó a Mike con sus ojos oscuros y su cabello rizado, con
un corte de pelo que parecía tener bastante laca para su gusto. Era alto, de complexión delgada,

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con músculos visibles en sus brazos. Aunque lo conocía desde hace tiempo, no podía evitar
sentirse frustrada por su falta de consideración. Levantando con facilidad a Jeinna le dijo:

-¡Te he hechado de menos, nena! Dijo con una sonrisa mientras intentaba besarla.

No pudo evitar sentir una punzada de molestia al verlo allí.

-¿Después de una semana? Lo dudo-dijo intentando sacárselo de encima -¿Dónde diantres


has estado? No he parado de llamar pensando que algo podía haberte pasado.

-Oye nena, necesitaba tiempo. Necesitaba tiempo para pensar. No sé... Ultimamente el trabajo
me ha estado estresando bastante.

- ¿Tuviste una semana para “pensar” y esa es tu mejor excusa? - dijo Jeinna tranquilamente
mientras se quitaba su bufanda negra - deberías tomarte otra y a ver si vuelves con mejor
material , porque esto no está funcionando Mike.

-Escucha, acabo de regresar y pensé que el recibimiento sería otro-respondió herido mientras
sonaba su teléfono sin parar.

-Sabes...-suspiró con cansancio-deberías responder, debe ser importante-le dijo Jeinna.

Mike decidió responder el teléfono.

-¿Si?... no tardo, estoy en camino. Oye nena, tengo que...

-Por supuesto-le interrumpió Jeinna-ya es tarde.

-Hablaremos otro día con más tranquilidad, te quiero.

Y sin más, Mike se fue, cerrando esta vez la puerta.

-Si, ya es bastante tarde.-Dijo Jeinna mirando la puerta que acaba de cerrar Mike.

Jeinna se había sentido muy agobiada por todo el estrés acumulado, por lo que decidió tomarse
un momento para relajarse y recargar energías. Encontró en el silencio una sensación
reconfortante.
Después de un tiempo de meditación y reflexión, decidió que lo mejor para su cuerpo y mente
era tomar una ducha relajante. Con agua caliente corriendo por su cuerpo, sintió cómo los
músculos tensos de su espalda y de sus hombros se relajaban lentamente. Para hacer la
experiencia aún más agradable, Jeinna añadió un poco de espuma de baño y puso la canción que
uno de sus compañeros de trabajo le había recomendado hace poco: "Angel" de Halle. La música
empezó a inundar el cuarto de baño, envolviéndola en una atmósfera de paz y serenidad. Con
cada nota que sonaba, Jeinna se sumergía cada vez más en la experiencia, dejándose llevar por la
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música y la sensación de relajación que la envolvía. Al finalizar la ducha, se envolvió en una


toalla suave y cálida, sintiéndose como si hubiera eliminado todo el estrés y la tensión que había
acumulado en su cuerpo.
Jeinna se puso frente al espejo, deshaciéndose del vapor que lo empañaba, lo limpio con su mano
izquierda. Viendo un reflejo cansado, dijo:

-Desearia poder vivir otra vida.

A la vez cansada y relajada, decidió saltarse la cena. Se acostó en su cama y rápidamente cayó en
un sueño profundo.
A la mañana siguiente, Jeinna fue despertada abruptamente por el fuerte ruido del despertador en
su mesilla de noche. Tras unos segundos de confusión, se dio cuenta de que era hora de
levantarse y prepararse para un nuevo y último día de trabajo.
Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina para preparar un desayuno rápido pero sustancioso.
Optó por un té de hojas de menta fresca, una empanada de atún y un cuarto de mango dulce y
jugoso para complementar su comida. Mientras comía, se vistió con ropa de invierno, llevando
un abrigo grueso de cuero, guantes, la misma vieja bufanda negra que llevaba el día que había
llegado a Nueva York y botas para mantenerse caliente en el frío clima que la esperaba con los
brazos abiertos.
Finalmente, salió de su apartamento y miró el lugar donde solía estar Albert. Recordó que él ya
debía estar rumbo a Idaho para pasar las navidades con su familia. Jeinna había salido con más
de treinta minutos de adelanto porque quería pasar por la panadería y comprar algunos dulces.
Había oído decir por la empresa que esa tarde, la panadería cerraría hasta el año nuevo. Su
empresa cerraría también más temprano y empezarían las vacaciones para todos.
Jeinna caminaba por la misma calle todos los días para llegar a su trabajo, una ruta que ya
conocía de memoria. Pero por alguna razón, hoy escogió otro camino para llegar a la oficina.
Mientras caminaba por las concurridas calles de Nueva York, se topó con una mujer anciana que
vendía tejidos y artesanías en un pequeño puesto que se encontraba cerca de un quiosco de
periódicos. La mujer tenía una figura esbelta, con un porte elegante que llamaba la atención.
Tenía el pelo trenzado largo, con algunas hebras grises que se asomaban entre los mechones
oscuros. A pesar del frío invierno, llevaba una ropa de colores cálidos y vibrantes que resaltaban
su piel morena.
Era algo más alta que Jeinna y su energía era bastante reconfortante. Tenía una voz dulce y
cálida que hacía que uno se olvidara del frío. Sus ojos eran de un azul profundo, dominados por
un matiz de color gris. La mirada de la mujer era intensa, pero a la vez acogedora. Aunque no se
parecía a nadie que Jeinna hubiera visto en mucho tiempo, la anciana mujer emanaba una
sensación de sabiduría y tranquilidad que la hizo sentir segura y protegida en su presencia.

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Sin saber exactamente por qué, Jeinna se acercó a la mujer y comenzó a examinar su mercancía.
La mujer le explicó la historia detrás de cada una de sus piezas. Era bastaste extraño, un hermoso
collar que se encontraba medio oculta en una bolsa cerca de las otras joyas, no paraba de llamar
su atención. Con ancias, Jeinna alargo su brazo para tocar la bola de cristal. La joya delicada
parecía de alto valor. La cadena era fina y parecía estar hecha de fragmentos de oro y diamantes,
dándole un brillo lujoso. En la base del collar había una esfera de cristal transparente, que parecía
capturar la luz y reflejarla en todas direcciones.
Dentro de la esfera de cristal, Jeinna notó algo que le llamó la atención: un hermoso caracol cauri
blanco. El caracol parecía estar en perfectas condiciones, sin rasguños ni marcas, y tenía un brillo
perlado que la hacía parecer casi iridiscente. Junto al caracol, había una pequeña pluma blanca y
azul con destellos de plata, que contrastaba con el blanco del caracol.
Mientras señalaba el collar que se encontraba en la bolsa desgastada, ella pregunto:

- ¿Disculpe, está en venta el collar que tiene en esa bolsa?

Algo pareció iluminar los ojos de la mujer anciana. Jeinna pensaba que era porque era la primera
compradora del día, pero se equivocaba.

-Sí,pequeña, está en venta, sonrió.

-¿Cuánto pide por él? Preguntó Jeinna.

-Parece que el collar te ha elegido a ti, mi querida. ¿Por qué no lo tomas como un regalo?

-No estoy segura de poder aceptarlo... ¿Cuánto cuesta?

-¿Cuánto pensáis que cuesta, pequeña?

El collar era una pieza de joyería impresionante y única. Su belleza era sutil e innegable. El
cuidado y la atención al detalle que se había puesto en su elaboración eran evidentes.

-Probablemente millones, dijo siendo honesta sin apartar la vista del collar.

Eso pareció hacer reír a la mujer que se encontraba frente a Jeinna.

- Bueno, en este mundo, este collar podría comprar dos rascacielos juntos si así lo desearais.
Pero decidme, ¿qué valor tiene para vos y qué podéis ofrecer por el?
Jeinna pensó por un momento. Llevaba ciento diez dolares en el bolsillo y pensaba utilizar diez
para comprarse dulces en la panadería.
«Parece más caro de lo que tengo que ofrecerle...»

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Después de un largo silencio, Jeinna respondio:

-Este collar es hermoso. ¿Qué le parece cien dólares por el?

La anciana sonrio y asintió con la cabeza. Jeinna decidió comprarlo sin vacilación.

-Decidme pequeña, creéis en la magia?

Desconcertada por la pregunta, y cruzando sus brazos por una ráfaga de frió que acababa de
pasar, le respondió firmemente:

- Para ser honesta con usted, hace tiempo que dejé de creer en milagros y magia - con una
mueca, Jeinna le siguió explicando - trabajar con la inteligencia artificial hace que ese tipo de
cosas parezcan una locura.

- ¿No hubo un tiempo en el que hablar por teléfono y viajar en aviones era algo de locos? -
Preguntó con dulzura.

- Supongo que tiene razón - dijo dándose cuenta de la ironía de aquel comentario - me
encantaría poder seguir conversando con usted , pero he de irme. Espero que pase un buen día.

Alejándose del puesto de la mujer anciana, Jeinna empezó a caminar en dirección hacia la
panadería, cuando de pronto escucho:

-Nuestros caminos se cruzaran de nuevo, pequeña.

Reconociendo la voz de la anciana. Se dio la vuelta, Jeinna se quedo boquiabierta. No estaba


allí...

- ¡Esto no puede ser... ha desaparecido! Exclamó atónita por la repentina desaparición del
puesto y de la mujer anciana.
Abriendo rápidamente su maletín, Jeinna se cercioró de que aún tenía en su posesión el collar
que había comprado en el puesto artisanal. Aliviada, pero algo confusa, retomó su camino. No lo
había soñado, la joya era prueba de ello. Durante toda la caminata hasta la panadería, Jeinna no
paraba de hacer cálculos e hipótesis. No entendía como alguien , por muy ágil que fuera se
llevara toda una tienda en menos de dos minutos. Parecía... ¿magia?
Jeinna se resistia a la idea de que algo así no tuviera una explicación lógica. Decidio dejarlo ir,
por el momento.
El sonido de la campana anunció la entrada de Jeinna en la panadería. El olor a pan recién
horneado inundó sus sentidos. Los suaves aromas a café y chocolate complementaban la
sensación de calidez que emanaba del lugar. El ambiente era acogedor y moderno, con mesas de
madera oscura y sillas cómodas, decoradas con cojines de colores brillantes. Al fondo, se podía
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ver a los panaderos trabajando en una cocina de estilo abierto, preparando los deliciosos pasteles
y panes que atraían a los clientes.
Jeinna se acercó al mostrador y se sintió abrumada por la gran variedad de opciones. Había
croissants artesanales, pan au chocolat, baguettes al estilo francés y otras delicias. Ella ya sabía
por lo que venía. Lo que llamó su atención fueron los chocolates Tirma. Aunque no entendía
muy bien qué hacían allí, siempre se alegraba de verlos, especialmente cuando sus reservas
estaban bajas.

-¡Buenos días! Dijeron a la vez.

-¿Qué tal Maddy? Decía Jeinna mientras se acercaba a ella.

La joven que atendía el mostrador de la panadería era alta y parecia bastante fuerte, con una
melena dorada que caía en suaves ondas sobre sus hombros. Sus ojos eran de un azul intenso que
contrastaban con el tono claro de su piel. Parecía tener unos veinte años. Jeinna sabía que la
chica era la hija de los panaderos, ya que la había visto ayudando en la tienda durante las fiestas
del año. Aunque no habían hablado mucho, Jeinna recordaba que la chica estaba estudiando en la
universidad de Harvard, posiblemente psicología, aunque no estaba segura.

-¿Qué pasa Jeinna, te pongo lo de siempre?

-Si, por favor. Pensé que no vendrías estas navidades.

Mientras esperaba su pedido, Jeinna miró a su alrededor, admirando los detalles de la decoración.
Las lámparas colgantes y las pinturas vanguardistas daban un toque de estilo a la panadería,
mientras que los detalles en madera y hierro forjado recordaban la tradición y la artesanía. Era un
lugar único, una mezcla de estilos que lo hacían sentir como si hubiera viajado a otro mundo.
Mientras Maddy ponía la docena de chocolatinas y los dos croissants dentro de dos bolsas de
papel marron , le respondio:

-La verdad es que al principio no pensaba hacerlo, pero el simple hecho de pensar en quedarme
cuatro meses más antes de salir de allí, me hizo recapacitar. Además, decidí cambiar de carrera.

- ¡No me digas! ¿Qué tienes pensado estudiar?

-¡Ingeniería robótica, como tú ! Dijo emocionada.

-Vaya...-dijo Jeinna aun procesando la información-Esto si que no me lo esperaba. Bueno,


en ese caso deberías de hacer una practica profesional para saber si de verdad te gusta. En uno de
los departamentos de la empresa hay un puesto como becaria, transfiéreme tus coordenadas para
que las pueda enviar, si te parece bien.

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Después de enviar la candidatura a recursos humanos por mail y recuperar su pedido, se despidió
de Maddy y salio de la panadería. Jeinna siempre se comía un croissant mientras salía por la
puerta de la panadería, el otro croissant era para Mei. Ella los amaba.
Jeinna se apresuró para cruzar la calle antes de que el semáforo cambiara a rojo. A lo lejos, vio a
Mei sonriendo. Mientras caminaba, un hombre se acercó por detrás, pero Jeinna no lograba ver
bien su rostro. Rápidamente se colocó las gafas y finalmente lo vio: era Mike, su supuesto novio.
De repente, el croissant que Jeinna llevaba en la mano se le resbaló y cayó al suelo justo en el
momento en que el semáforo cambió a rojo sin que ella se diera cuenta. En ese instante, Mike
besó a Mei y ella le correspondió. Las miradas de Mei y Jeinna se cruzaron. Jeinna pudo leer en
los labios de Mei su nombre.
Mike, horrorizado, gritó el nombre de Jeinna, pero era demasiado tarde. Un coche que venía a
toda velocidad la atropelló, lanzándola varios metros hacia adelante y haciéndola caer en el
pavimento. El conductor del coche, asustado, se detuvo y corrió a ver a Jeinna.
Ella estaba tendida en el suelo, con los ojos cerrados y el cuerpo inmóvil. El segundo croissant
que había caído al suelo estaba a su lado, aplastado junto a sus gafas. Mei y Mike se acercaron a
ella, preocupados, mientras la gente empezaba a congregarse. Una ambulancia llegó poco
después y se llevaron a Jeinna al hospital, donde los médicos luchaban por salvar su vida.

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Inicios.

Desperté sintiendo un fuerte dolor de cabeza y un zumbido en mis oídos. Abrí los ojos y vi que
estaba en un lugar extraño, no reconocía nada. De repente, escuché el sonido de unos pájaros que
parecían cantar. Me concentré en el sonido, tratando de reconocer el tipo de ave que era y
recordé haber leído sobre unos pájaros africanos que solo aparecían en primavera. Eran los
pájaros tejedores de tela de Jackson.
«Imposible, invierno está por empezar. Navidad iba a ser solo dentro de cinco días»

Pero entonces, algo extraño sucedió. Escuché a alguien pronunciando un nombre, una y otra vez.
Parecía que me hablaba a mí... Pero no me llamaba por mi nombre, sino por otro, ¿Jelia?
Pensé que estaba teniendo una alucinación, de repente, escuché nuevamente la misma voz de
antes, parecía provenir de ese animal. Era un poco más bajo que yo y llevaba unas gafas
redondas que parecían ser de la talla equivocada, ya que eran un poco grandes para su rostro. Su
pelaje era corto y cuidadosamente peinado, de un tono marrón oscuro con reflejos rojizos, y sus
ojos eran de un color marron intenso que parecía brillar bajo la luz. Sorprendida, dije:

- ¡¿Una rata que habla?! Dije mientras me levantaba de la cama y me pegaba a la pared, sin
apartar la mirada del ser que tenía frente a mí.
La voz del animal respondió a gritos:

- ¿Rata? ¡Cómo os atreveis a decir tal bajeza! Jelia, sabeis bien que soy un epigaulo, explicó
ajustando sus gafas.
No podía creer lo que estaba sucediendo. Salí corriendo descalza y me encontré en un lugar que
parecía una fortaleza o un castillo. Todo estaba decorado con colores que se fusionaban

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perfectamente con la naturaleza. Los muebles eran vanguardistas, habían sillas talladas con un
tipo de madera que nunca había visto antes. Podría estar perdida, pero todavía sabía reconocer a
un buen diseñador cuando lo veía.
«Esto debe ser obra de un analgésico»

Seguía caminando por los pasillos que parecían laberintos. Estaban diseñados con muy buen
gusto. Me pregunté dónde estaba y empecé a gritar a lo que parecía ser un hombre a lo lejos. Con
algo de esfuerzo acabé llamando la atención de un guardia que estaba de espaldas. Cuando se dio
la vuelta, vi que era un hombre león o un león hombre, no estaba segura. Llevaba una armadura
con el mismo emblema que había visto dibujado en las varillas de las gafas del epigaulo. Me
preguntó en qué podía ayudarme y yo, boquiabierta, empecé a caminar hacia atrás murmurando:

-¿Tú también hablas?

De repente, escuché el nombre "Jelia" una vez más mientras unos brazos fuertes me levantaban
contra mi voluntad. No podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Por qué me estaban llamando
Jelia? ¿Por qué había un hombre león en este lugar? Estaba fascinada por todo lo que veía.
Seguia sin poder ver quien me estaba llevando entre los brazos ¿Era yo algún tipo de saco de
papas humano para que me levantara de esa forma? Mientras forcejeaba, con lo que sabía con
certeza que era un hombre, escuché otra vez al epigaulo. Me estaba llevando de vuelta a la
habitación de la que había salido corriendo.

-¡Soko, la habéis encotrado! - Dijo el epigaulo con un tono algo aliviado.

-¡Suéltame ahora mismo! Puede que no lo parezca pero tengo bastante fuerza, no me obligues
a...
Antes de que terminara su frase, el hombre me postró sobre la cama con delicadeza, haciéndome
callar. Sin decir nada, me miró con ojos preocupados.

-Kouame, ¿por qué actúa de esa forma?-Dijo con la voz quebrada-¿No parece reconocerme?
«Humm... Así que el epigaulo se llama Kouame»

-Parece haber perdido la memoria. El golpe debió haber sido bastante fuerte, Soko.-Apartó la
vista de Soko. Acercándose a mí con cautela, tratando de no mostrar su tristeza y preocupación
pregunto:

-¿No os acordais de mí ?vSoy yo Jelia , vuestro fiel amigo, Kouame.

Negando con la cabeza, respondí :

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-No, lo siento. Lo último que recuerdo es haber tenido un accidente mientras cruzaba la calle y
de repente un coche rojo apareció de la nada-dije mientras tocaba mi cabeza dolorida.-Por
cierto, ¿por qué sigues llamándome Jelia?. Mi nombre es Jeinna, no Jelia.

-¿Coche... Jeinna? ¡Cielos, es mas grave de lo que pensaba! ¿Soko, podrías avisar a Hikima de
que Jelia a despertado, por favor?

-Hikima no se encuentra en el palacio, la he visto salir al atardecer. Me informó que volvería


unas lunas antes de que las celebraciones empezaran. -Le dijo Soko-No deseo importunar
su descanso, me retiro.

-Pensé que esperaría su despertar antes de partir-dijo hablándose así mismo - Me gustaría
poder conversar con vos en las hileras , si os parece bien.

Soko asintió y desapareció justo en ese momento. No salió por la puerta como lo haría cualquier
persona. ¿Por qué caminar cuando se puede desaparecer? Creo que estoy en una pesadilla.

-¡Lo... Lo has visto, acaba de volatilisarce! ¿Qué clase de...? No estoy loca, no tendré la mejor
vista ,pero, tu lo has visto tan bien como yo, ¿verdad? Dije hiperventilando.

-Amnesia, si. En lo que concierne vuestra cordura, no. No os preocupéis, la locura no acecha
vuestra mente. -Respondió a carcajadas - Más me es importante deciros que gozais de esas
cualidades. La mayoria de los que habitamos este reino también tenemos poderes, no
necesariamente los mismos. Ahora puedo sentir la energía que emana de vuestro cuerpo. La
magia fluye a través de todos nosotros de maneras diferentes, pero todos podemos detectarla en
los demás si estamos lo suficientemente cerca. Y vos tenéis una magia especial, una que aún no
habéis aprendido a controlar.

«¿Reino y magia? me va a tocar explorar este nuevo mundo. No ste cuanto va a durar. Qué más
da, es mucho mas emocionante que interactuar con inteligencia artificial. ¡Nuevas aventuras,
haya voy!»

- ¿Donde estamos exactamente, Kouame? Pregunté dandome cuenta de que no tenía la más
mínima idea de donde estaba ahora mismo.

-En el reino del Sahel, ¿ dónde si no?

-Eso no es posible. El Sahel es conocido por sus tierras desérticas y áridas. He visto bosques
más alla donde alcanza mi vista.
Kouame suspiró, como si estuviera cansado de explicar lo mismo una y otra vez. Si los suspiros
fueran un juego olímpico, Kouame ya tendría la medalla de oro y algún que otro record guines.

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FULANI

-Para seros sincero, me ha extrañado que vuestra primera pregunta no fuera esa. El reino del
Sahel no es solo lo que los mapas muestran. Hay una magia especial en este lugar que permite
que la vegetación crezca y florezca, incluso en el desierto más árido. Esa magia también es la
que nos permite tener nuestros poderes. El desierto árido es solo para despistar a forajidos
malintencionados y proteger nuestro reino.

-¿Protegerlo de qué? Tengo tantas dudas y preguntas...


«Ahora estaba mas confusa que antes» Con un último
suspiro, Kouame le dijo:

-Estáis en buenas manos. Iréis recuperando la memoria a medida que los soles caigan.

Kouame Intentó ayudarme a recordar quién era, pero parecía tan perdida en mis propios
pensamientos que él no podía evitar sentirse desalentado. Finalmente, Kouame decidió que mejor
era darme un poco de espacio y tiempo para procesar todo lo que había sucedido. Dejando un
plato de lo que parecía ser un guiso de carne con papas y verduras que no llegaba a reconocer del
todo. El aroma hacia que se me hiciera la boca agua. Kouame se despidió con un nudo en la
garganta y salió de la habitación.

-Os veré al amanecer, dulces sueños, Jelia.

-Buenas noches, Kouame, le dije con una gran sonrisa de oreja a oreja.

-Me alegra veros sonreír otra vez, hacía bastante que no os veía así. He de suponer que no toda
pérdida es mala después de todo.

Sin decir nada más, cerro la puerta tras él.

- No estoy muy segura de cómo tomarme ese comentario, dije pensando en voz alta mientras
seguía mirando la puerta que acababa de cerrar Kouame.
«Así que en este mundo me llamo Jelia y mucha gente parece preocuparse por ella. Interesante,
tengo ansias de salir a ver que mas cosas me encuentro mañana»
Cogí la cuchara hecha de plata y paja y me llevé un bocado de guiso a la boca. Nunca había
comido algo tan delicioso en mi vida. Al terminar de comer, dejé el plato en la mesita que se
encontraba en la enorme cama con bordes dorados que abrazaban el suporte de la cama.
Una vez que me cercioré de que ya nadie se encontraba al otro lado de la puerta, empecé a
examinar la habitación en la que me encontraba. Este cuarto era dos veces mas grande que mi
pequeño apartamento en Nueva York. Me sorprendió el ambiente cálido y acogedor. Solía odiar
los espacios tan grandes. Los muebles eran todos hechos a mano y cada uno tenía su propia

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FULANI

personalidad. La textura de la madera me recordaba a la paja, con vetas en tonos marrones. Los
colores eran vivos y armoniosos. Parte de la decoración me hacia pensar en Kouame , castañas
recubiertas de chispas de lava provenientes de volcanes en erupción.
Las velas grandes como antorchas, iluminaban la habitación de una manera tenue. Frente a la
cama había una gran alfombra tejida a mano de un color beige claro con el emblema con el que
estaba familiarizada. Hacía juego con los tonos de los muebles. Sobre la alfombra, había un sofá
que miraba hacia el lado opuesto de donde me encontraba. El sofá estaba sujetado por varias
ramas gruesas y tablas de madera que parecían formar una sonrisa. Para completar el set, dos
sillas más con cojines se unían al panorama.
Frente al gran balcón podía ver cortinas de tela blanca. Estaban bordadas con dos pequeños
pájaros de color negro con el pico dorado, que parecían mirarse distantes. Acerqué las dos
cortinas. Me costo algo de trabajo ya que eran algo mas pesadas de lo que parecían. Al unirlas vi
como los picos de los pájaros chocaban.

- Vaya... La creatividad seguro que no falta por estos lares me dije recuperando el plato de
comida que Kouame había dejado sobre la mesita de noche.
Seguí escaneando y mi mirada se paró por fin en el arpa que se encontraba cerca del balcón,
junto a un taburete . Era hermoso, y la luz de la luna hacía que cada hilo resplandeciera.

- Supongo que además de tener poderes, también sabes tocar el arpa, Jelia, murmuré al vacio
admirando el delicado instrumento.
Al fondo de la habitación, vi un tocador con un espejo envuelto en lo que parecía ser el tronco de
un árbol. Me sentí como en un cuento de hadas. Cada detalle parecía haber sido seleccionado
minuciosamente. Después de haber investigado lo suficiente la habitación, me metí en la cama y
decidí irme a dormir.

-Si esto es un sueño, espero despertar aquí, me dije a mí misma sonriendo.

Al terminar de pronunciar esas palabras caí en un profundo sueño.

Abriendo un solo ojo, mirando hacia mi derecha, desperté en mi nueva habitación. Miré a mi
alrededor y todo era perfecto, el color de las paredes, la luz que entraba por la ventana y los
detalles en el techo. Aliviada de ver que el arpa seguía allí, nuevamente cerré fuertemente los
ojos. Tapándome la cara con la suave manta blanca grité:

-¡ Sigo aquí , no desperté! Dije casi sin aire saltando en la cama de alegría.

Kouame entro corriendo por la puerta diciendo:

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FULANI

-¿Jelia, os ha ocurrido algo? ¿Estais...bien? Preguntó él mientras me observaba sin saber muy
bien como reaccionar.
Salté de la cama y agarré a Kouame, empezando a bailar y a dar brincos. Kouame decidió
seguirme la corriente y entre carcajadas dije:

-¡Kouame, tu también estas aquí, me alegra verte amigo mio!


-¿Os acordais...de mí? Preguntó parando súbitamente de bailar.

-Bueno, no exactamente...-le dije mientras me tocaba la frente algo incomoda-pero siempre


es bueno ver a un viejo amigo, ¿no crees? - Le respondí guiñándole el ojo.

-Me alegra escuchar que nuestra amistad sigue intacta, querida amiga.

De repente, escuché un ruido que venía de la gigantesca ventana que daba al balcón. Me acerqué
con Kouame a la ventana y pude ver una vista increíble, parecía sacada de un sueño. Vi un jardín
lleno de flores. Tenía la base de las orquídeas y el interior de los girasoles. Eran de un color
morado intenso, con pequeñas manchas amarillas vibrantes que parecían estrellas en el cielo. Las
flores eran tan grandes como mi cabeza. A lo lejos veía arboles de toda clase.
«¿El reino del Sahel...? Si claro y yo soy astronauta».

Asomándome por el balcón, vi un grupo de mujeres de piel oscura, vestidas con trajes de tela
colorida y vibrante, flotando en el aire sobre un campo de flores. Las mujeres parecían estar en
perfecta armonía, moviéndose con mucha gracia y sin esfuerzo alguno mientras esparcían agua
que salía de la nada.
La luz del sol brillaba sobre sus cabellos largos afro, que lucían intrincados patrones y adornos
de cuentas. Sus rostros brillaban con una belleza natural y una sonrisa alegre se dibujaba en sus
labios. Noté que cada una llevaba un collar de cuentas y brazaletes de conchas en sus muñecas.
Mientras flotaban, las mujeres cantaban en el idioma fulbe con voces llenas de energía. Parecía
un canto procedente de las sirenas míticas. Me sentí completamente hipnotizado por su presencia.
Sentí la brisa fresca en mi cara. Me sentía tan emocionada de estar ahí. En el lado derecho del
jardín, pude ver a varios hombres de piel oscura rojiza con el cabello largo trenzado. Eran
increíblemente altos y movían con destreza los objetos sin tocarlos. Pero ninguno era tan
imponente como él. Vi a lo lejos al hombre que me había traído de vuelta a la habitación. El
parecía estar supervisando el trabajo de los demás. Si mal no recuerdo, su nombre era... ¿Soko?
Interrumpiendo mis pensamientos Kouame empezó a explicarme lo que estaba pasando en los
jardines del palacio:

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FULANI

- Disculpad el jaleo que se esta formando. Estamos haciendo los preparativos para una gran
fiesta que se avecina en nuestro reino.

-¿Fiesta? Repetí más ansiosa de lo que debería estar alguien que acababa de ser atropellada.

-Si, una fiesta -rió notando mi alegría-a principios de cada estación, celebramos una fiesta
para conmemorar la unión de los cuatro reinos. Conmemoramos a los valientes que lucharon
juntos arduamente durante la gran perdida.

-Pensé que este era el único reino que existia. ¿A qué te refieres con gran perdida, Kouame?

- Ya hablaremos sobre esos acontecimientos cuando sea oportuno, Jelia. Me gustaría que
disfrutarais de la fiesta primero - dijo evadiendo mis preguntas siendo interrumpido por el
gruñido de mi estomago -parece que ahora mismo deberíamos poner atención a la bestia que
parece manar de vuestras entrañas.

Empezamos a reir a carcajadas al oir su comentario. Algo ruborizada le dije casi sin levantar la
vista:

-Me gustaría poder... asearme antes de comer, si no te importa.

Con dos palmadas al aire, las dos mujeres aparecieron. Dos doncellas de piel oscura entraron en
mi habitación, cada una con un estilo de peinado diferente. La primera tenía el pelo largo y
trenzado al estilo Fulani , parecía tener mi edad, mientras que la segunda llevaba una trenza
elegante que hacía de diadema y resaltaba sus rasgos finos. En cambio, ella parecía mucho
mayor que nosotras. Ambas vestían atuendos elegantes con el emblema del reino bordado en sus
túnicas. El emblema era una imagen de un sol naciente de oro. También había una imagen de un
rebaño de ganado de color morado oscuro.

-Por supuesto. Terminad de arreglaros, vuestras doncellas reales vendrán a ayudaros hasta que
volváis a tener control absoluto de vuestros poderes. Os esperaré en el comedor. Si me disculpais,
me retiro.
Haciendo un gesto de saludo con la mano izquierda les dije:

-Hola soy Jelia, ¿como se llaman ustedes? Pregunté no muy segura de como proceder con esta
situación.

Se miraron desconcertabas. Una de las dos doncellas se apresuro a decir:

-Así que los rumores eran ciertos... Yo me llamo Awa.- Dijo dulcemente la mujer con el pelo
suelto.

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FULANI

- Yo soy Jalla. Deberíais saludar con vuestra mano derecha, ciertos individuos podrían
ofenderse, majestad, me explicó ella.
«¿Majestad?»

Sus voces eran suaves y melódicas, como si fueran una canción que flotaba en el aire.

-Ah... si...claro. Perdone, no fue mi intención ofenderla.-Le respondí.

«Debería empezar a aprenderme la jerga y el protocolo de este reino o me meteré en más lios de
los que podré salir»

-El baño esta listo, seguidnos, majestad.

-Awa, aun no está lista para eso. Agarrad de su mano, yo tomaré la otra, dijo Jalla mientras me
sostenía cuidadosamente.

Awa me sonrió mirándome a los ojos y dijo:

-Puede que os mareéis un poco si no cerráis los ojos, majestad.

-¿Y por qué me mare....?

Antes de que pudiera terminar de hablar, empecé a ver como el cuarto giraba a mi alrededor. De
repente, sentí un tirón en mi estómago y una sensación extraña se apodero de todo mi cuerpo.
Abrí los ojos y me encontré en un lugar completamente diferente.
Estaba rodeada de rocas y cascadas, y el sonido del agua era ensordecedor. Las baldosas de
madera se esparcían por el suelo. Había una bañera en la que seis personas podrían haber cabído.
Me quedé boquiabierta y sin palabras.

-Disculpadme...creo que... Intenté decir con malestar.

A mi izquierda, vi en una silla un cuenco de plata, corriendo hacia el lo cogí y bueno, digamos
que volví a ver mi cena de anoche.

- ¡Os dije que cerraceis los ojos alteza! Dijo Awa con un aire divertido moviendo la cabeza de
lado a lado.

-En mi defensa , podría decir que no fui avisada con suficiente antelación. Perdón por lo del
cuenco.... lo limpiaré.

-No es necesario disculparse por algo tan trivial majestad, dijo Jalla mirando al cuenco. En un
leve susurro murmuro:

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FULANI

-Sum.

El cuenco empezó a arder. Se hizo cenizas y de ella, uno nuevo de plata apareció.

« ¿Como era eso posi...? ¡Ha claro, magia! Este mundo no deja de sorprenderme»

-Majestad, podéis dejar vuestra ropa en esta cesta. No estaba segura de lo que querríais poneros,
así que he optado por este vestido, si os parece bien.

Una cesta se acercó a mí volando , mientras tanto, un vestido largo beige se suspendía en el aire
al lado de Awa.
Mis ojos se posaron en el vestido suspendido en el aire. Era de color beige, delicado y elegante,
parecía flotar en el aire sin ningún soporte visible.
El vestido era de una tela suave y fluida moviéndose al ritmo del sonido, como si estuviera
bailando con el viento. La luz del sol filtrándose por las ventanas hacía que el color beige del
vestido brillara, dándole un tono cálido.
A medida que me acercaba, pude ver los detalles del diseño. Tenía un corte clásico. El escote era
algo conservativo, pero favorecedor y los tirantes finos se entrecruzaban en la espalda.

-Muy buena elección, muchas gracias Awa.

-Con mucho gusto, majestad-respondió Awa con una pequeña reverencia-junto a la bañera
he dejado una pequeña canasta. Dentro de ella podrá encontrar un llampi y varios jabones que,
espero sean de su agrado.

-Atravesad la cascada, después enjabonaos y pasad una vez más por la misma cascada. Una vez
que os sintáis purificada, podréis meteros en la bañera aromatizada-dijo mientras colocaba un
objeto sobre la mesa que se encontraba cerca del cuenco de plata - si todo es de su agrado,
volveremos dentro de una mitad de hora. He aquí el reloj de arena, una vez que el último grano
aya caído , apareceremos para llevaros de vuelta a sus aposentos.

- ¡ Espero quel baño sea de vuestro agrado, majestad! Dijo Awa despidiéndose con la mano
derecha moviendola de lado a lado con una sonrisa.
Desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Mientras observaba el lugar dije en voz alta:

-¡ Hora de divertirse!

Cerré los ojos y me dejé llevar por la música que sonaba en mi cabeza, Let's Groove de Earth,
Wind & Fire, mientras la cascada detrás de mí sonaba al compás de la canción. Agarré la red de

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FULANI

nylon violeta y el jabón de esencias de vainilla. Bailaba al ritmo del compás y hacía formas con
la espuma.
Cuando pasé por la cascada, me sumergí en la bañera rocosa llena de agua caliente. Era algo
profunda y empecé a nadar mientras cantaba la canción. Al salir, un viento fresco sopló y me
secó en cuestión de segundos. El vestido beige que llevaba puesto flotaba en el aire y cayó sobre
mi cuerpo ajustándose como si de un guante se tratara, acentuando mis curvas.
Mientras seguía cantando y bailando, me dí la vuelta. Las dos doncellas aparecieron de repente y
me observaron sin saber que decir. Ni siquiera quería saber cuanto llevaban ahí. Sonreí
ruborizada y les dije:

-Vaya... los treinta minutos han pasado más rápido de lo que pensé, dije con bastante vergüenza.

Sin decir nada, las doncellas se acercaron y me agarraron de los brazos.

-Esta vez, os agradeciera por adelantado que cerrárais los ojos, dijo Jalla, intentando no reír.

En cuestión de segundos aparecí en mi cuarto. Kouame estaba sentado esperando en el sofa.

- ¡Os veis hermosa! - dijo Kouame, mientras se acercaba a Jeinna - venid, hay un banquete
esperando a nuestro amigo voraz. Aunque ya ha pasado la hora de desayunar. Tomaremos el
almuerzo.

Ya casi se me había olvidado lo hambrienta que estaba hasta que mi barriga sonó otra vez.

«Parece que mi vergüenza se esta volviendo un sentimiento recurrente en este mundo».

-Si... bueno, ¡vayámonos, pero agamoslo caminando esta vez! Dije apresuradamente.

-Por supuesto, eso hará que os familiariseis con el lugar.

Kouame y yo caminamos por los pasillos del palacio, el suave sonido de nuestros pasos llenaba
el silencio de la mañana. Las paredes estaban decoradas con intrincados diseños fulani en tonos
cálidos que contrastaban con el frescor de la mañana. El aroma de la comida nos guió hasta el
gran comedor, donde la mesa estaba adornada con una variedad de platos coloridos.
Vi un cuenco grande lleno de salsa yassa, un plato tradicional de arroz rojo thieb con pescado y
verduras que estaba rodeado de platos con maffe y reconocí los pastels. Eran mis favoritos, no
hay nada mejor que una empanada rellena de atún y salsa de cebolla. Al lado de estos platos se
encontraban varios cuencos llenos de una mezcla de yam y ñame, conciderados como dos
tubérculos populares en la cocina fulani.

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FULANI

Kouame y yo tomamos asiento y comenzamos a servirnos. Sentí una oleada de satisfacción


recorrer mi cuerpo. La textura suave del pescado se deshacía en mi boca, mientras que los
sabores del arroz y las verduras se combinaban en mi paladar, en una unión perfecta.
Mientras comíamos, Kouame y yo conversábamos sobre nuestras actividades del día. Yo no
había hecho mucho para ser honesta. Él me contó sobre sus reuniones con los líderes de las tribus
vecinas.
El ambiente en el comedor era apacible. Me sentí agradecida de poder compartir este momento
con Kouame. Era la primera vez en mucho tiempo que no tenía la sensación de querer comer sola.

-¿Por cierto, donde estan los demás?- Pregunté extranada-hay comida de sobra para muchas
más personas.

- ¿Los...demás? Para seros honesto, hacia bastante que no comíais en el comedor. Preferíais
comer en vuestros aposentos o salíais con algo de picnic a algún lugar alto...sola, dijo Kouame
tocándose su nuca peluda.
«No eramos tan diferentes después de todo»

-Y dime... si me llaman majestad, eso quiero decir que puedo ordenar que hagan cosas por mi,
¿verdad? Pregunté con un repentino interés en mi nuevo título mientras miraba las otras nueve
sillas vacías.

«Tengo una idea»

Sonreí mientras miraba fijamente a Kouame con una gran sonrisa levantando las cejas.

-Así es... No os ofendáis, pero vuestro rostro parece anunciar una muy mala idea, dijo mientras
asentía confuso.

-Kouame, ordeno que si Jalla y Awa aún no han almorzado se unan a nosotros, pero solo si es
por voluntad propia. Me gustaría que el guardia que vi al despertar y Soko se unan a nosotros
también. Pero solo si ellos así lo desean. Si no vienen ahora, pueden presentarse en cualquiera de
las próximas comidas y cenas. Tienen hasta la luna antes del final de las festividades para
presentarse, después de dicha fecha, ya no podrán manifestarse.

-Pero...¿y las reglas? Dijo mientras ajustaba de nuevo sus gafas.

-Dicen que las reglas están hechas para romperse -le sonreí aun con más ansías imaginando
ver la mesa llena de vida - solo habrá dos condiciones, la primera es que nadie puede seguir
llamándome majestad, deberán llamarme por mi nombre y la segunda es que no pueden sentirse
privados de hablar. Me gustaría tener conversaciones como las que tengo contigo.

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FULANI

Con un suspiro ya típico de Kouame, empezó a hacer círculos en el aire hasta que una pluma
blanca apareció. La pluma se dividió en diez. Empezaron a vibrar y desaparecieron.

-Espero que no os hagáis demasiadas ilusiones-dijo mientras se llevaba otro bocado a la boca
- después de tragar y beber algo de agua Kouame empezó a explicar:

-Las plumas que acabo de enviar solo podrán ser aceptadas por las personas que sinceramente
cumplan con los requisitos que habéis citado. solo podrán presentarse personas de corazón noble.
Una vez que acepten, la pluma les asignara un sitio en esta mesa y aparecerán. Espero que no os
sorprenda las posibles apariciones... Si suceden.
De pronto, el guardia de ayer apareció. Casi me da un infarto. Se veía majestuoso debía de
llevarme cerca de 4 cabezas.

-Perdonadme, aparecí de repente después de atrapar una pluma.

Intentando recomponer la compostura, traté de actuar con normalidad.

-Me alegro de verte más de cerca, perdona por lo de ayer. Por cierto, ¿Cual es tu nombre?

-Me llamo Zarek. Agradezco vuestra invitación. Soy el maestre de la caballería.

Tendiendo mi mano hacia él le dije:

-Soy yo quien agradece tu presencia, mi nombre es Je... Jelia, encantada.

-Todos sabemos quien sois. solo un insensato o forastero ignoraría quien sois.

Zarek, observó mi mano no sabiendo si debía hacer algo. Alargué mi brazo para poder darle un
apretón de manos.
Sonriéndole le dije mientras esperaba:

-Zarek, ahora es cuando tú me apretas la mano.

-¿Es ésto una especie... de pacto?

-¿Pacto...? ¡Claro, el pacto del nacimiento de una nueva amistad! ¿Qué te parece?

Lentamente, su mano apretó la mía.

-Será un honor, Jelia.

Jalla y Awa aparecieron, seguidos de un castor y una mujer que viesa mañana, había estado
regando las flores en el jardin.

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FULANI

-Bienvenidos, espero que tengáis hambre, dije contemplando a cada uno de los invitados que se
encontraba frente a mí.

-Estoy famélico, respondió el castor.

-Saciad vuestro apetito. Espero que la comida sea de vuestro agrado.

-No me puedo creer que esto haya funcionado-dijo Kouame perplejo al ver como el comedor
parecía cobrar vida de nuevo-bueno, en ese caso que nos aproveche a cada uno de nosotros.

Durante el almuerzo , supe que la mujer que ya había visto, se llamaba Safi. Ella se ocupaba de
mantener el ecosistema del reino. Me explicó que el reino solo tomaba lo necesario de la tierra.
Era una de las pocas personas en el Sahel que tenía influencia sobre el paisaje que podía ver
desde mi ventana y también la que daba luz verde a los tipos de alimentos que se sembraban y
recoltaban cada estación. El nombre del castor era Jengo. Había sido reconocido por su
capacidad para comunicarse con los chubbálos del pueblo. Los chubbálos eran los pescadores
que protegían los mares y ríos. Jengo tenía la piel gruesa y peluda, con un mechón de pelo blanco
cerca de su oreja izquierda. Sus ojos oscuros reflejaban la astucia que caracterizaba a su especie
y su cola larga y fuerte era utilizado como un instrumento poderoso para nadar y moverse con
agilidad en el agua.
Además de sus habilidades para trabajar en el agua, Jengo tenía un poder especial que le permitía
controlar el flujo del río y de los arroyos a su antojo. Era capaz de crear pequeñas represas con
ramas y hojas que recogía del bosque y de esa manera, regular el nivel del agua para que se
adaptara a las necesidades de la comunidad. Este don ha sido de gran ayuda para los chubbálos y
todos los fulanis de la región. Esto asegura una confianza que ayuda a mantener la prosperidad
de sus actividades de pesca. De cierta manera, todos los oficios estaban entrelazados unos a otro,
como lo estaban ahora nuestros caminos.
Comíamos y reíamos, con gran placer, para cuando el almuerzo llegó a su fin, nos despedimos.
La gran mayoría tenía familias a las que volver así que las probabilidades de que alguno de ellos
se manifestase durante la cena eran escasas. Así que nos veríamos durante los almuerzos. Con un
último adios, cada nuevo miembro volvió a sus responsabilidades.

-Me reconforta el saber que vuestra idea a sido mejor de lo que esperaba. Hacía mucho que no
disfrutaba tanto de una comida. He de agradeceros este gesto.

-¿ Qué pasa, no confiabas en mí? Le pregunté con un gesto de satisfacción.

Mirándome mientras se colocaba nuevamente las gafas respondió:

-No creo que queráis escuchar mi honesta opinión.

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FULANI

-¡Tienes razón! Exploremos el palacio juntos.

Entrelazados.
Caminábamos por los amplios pasillos del palacio, explorando cada rincón. Kouame me
explicaba con detalle la función de cada una de las salas y habitaciones que visitabamos. Empezó
a ponerme al tanto de como funcionaba el reino. Finalmente, llegamos a una zona en la que
Kouame me habló sobre los baños termales. Le escuchaba con atención mientras Kouame me

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FULANI

decía que solo los miembros de la realeza tenían acceso a ellos y que había diferentes baños
según el rango que se ostentara en el reino.
Mientras miraba como Kouame se colocaba por décima vez sus gafas, le pegunté:

-¿Por qué utilizas gafas tan grandes? Podrían hacerte otras si lo desearas... ¿no?

-Estas lentes me las había dado mi padre antes de marcharse el día antes de la gran perdida-
explicó mirando con ternura el cielo azulado- debemos seguir con la visita.

Parecía que por el momento no era buena idea mencionar nada que tuviera que ver con la gran
perdida o sus padres. Observando como siempre cambiaba de tema o intentaba omitirlo lo mas
posible, preferí no insistir. Supuse que en algún momento me hablaría también de los padres de
Jelia, ya que no los había visto aún.
«Un momento...»

-Yo solía tener gafas... ¿cómo es posible que mi visión sea tan clara?

- ¿Me preguntáis esto ahora y no en el balcón de vuestros aposentos? - dijo con una mirada
incrédula - estáis dotada de lo que llamamos "ojos de halcón". solo ciertos fulanis de vuestro
linaje poseen esta capacidad. Veo que el golpe que os habéis dado, os a hecho algo... torpe,
explicó Kouame dándose la vuelta mientras intentaba ahogar sus carcajadas.

Roja como la alfombra que estaba pisando ahora mismo, corrí hacia Kouame mientras el
empazaba a alejarse a paso rápido:

-¡Kouame, deberías esperar por una dama!

-Perdonad, no veo a ninguna frente a mí, decía bromeando mientras seguía alejándose, esta vez
corriendo.

«¡Sera...!»

-¡Kouame, acabas de pronunciar tu sentencia de muerte!-grité-¡ te atraparé!

Levanté parte de mi vestido, y fui tras él. Era bastante rápido, pero me dí cuenta de que yo lo era
también. Me preguntaba que tipo de poderes tenía Jelia. Al salir, vi a Kouame de espaldas
admirando a un epigaulo, o más bien, una epigálea que hablaba con Safi. Me acerqué a él de
espaldas y le di un abrazo de oso.

-¡Te atrapé! Dije celebrando.

-En realidad, yo me hé dejado atrapar. Vuestra fuerte respiración os ha delatado, respondió sin
siquiera dignarse a mirarme.

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FULANI

«¿Fuerte respiración? Mira quién habla. Él estaba jadeando como un perro en pleno verano»

-Eres un aguafiestas-dije recuperando el aliento-¿Quién es?-pregunté mientras le daba un


suave choque de hombros.

-No sé de quien habláis- dijo sonrojado.

- Ya claro. No levantas la vista de la epigálea que esta hablando con Safi desde que hemos
salido.
Con un suspiro de rendición Kouame me dijo:

-Se llama Fyra.

-Deberías acercarte a ella y conversar.

-¡Por el sahel! ¿la habéis visto? Su belleza es como el resplandor del sol al amanecer. No hay
palabras para describir la gracia que desprende su ser. No tengo agallas suficientes.
«Creo que voy a echar la pota si dice una palabra más, nunca pensé que Kouame podía llegar a
ser tan cursi. ¡Me encanta! Algo se me ocurrirá para juntar a estos dos»
Zalek y unos guardias se acercaron a hablar con Kouame. Saludé rápidamente a la guardia real y
decidí explorar por mi cuenta los alrededores.
Acercándome al jardín noté un dulce aroma que se introducía delicadamente por mis fosas
nasales. Las flores desprendían un dulce olor de incienso que había podido oler por todo el reino.
Mientras admiraba las flores, Safi, se acercó sigilosamente por detrás. Me asusté y salté, pero
luego reímos juntas por mi reacción.

-Vaya susto me has dado, Safi-dije entre risas- ¿Qué son estas flores? ¿Por qué hay tantas?

-Perdonadme, no pude resistirlo. Esta flor que veis aquí se llama néferet. Es bastante versátil.
Puede ser utilizada para curar heridas de guerra, incluso se puede beber como infusion para sanar
un cuerpo moribundo desde el interior. También es utilizada como incienso o perfume. La lista
es algo larga.

-¡Wow, eso si que es versatilidad!-dije mientras la observaba. Ma acababa de dar cuenta de la


diferencia de talla bastante notable que había entre nosotras-Safi, no me había dado cuenta de
lo alta que eres.

-No es que yo sea alta, vos sois bajita, dijo riéndose mientras se agarraba el vientre.

«Ouch... eso fue un golpe bajo. Hoy parece que el mundo desea hacerme bromas pesadas».

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FULANI

-Para tu información, mido un metro setenta y dos-le dije haciendo una mueca mientras me
alejaba del jardin- te dejo con tus flores.

-¡No os ofendáis!-Dijo Safi a lo lejos intentando disimular una risa que parecía contagiosa.

-Habla de ofensas con tu altura, dije susurrando entre dientes.

Al girar hacia la izquierda del palacio, me encontré con un sendero rodeado de imponentes
árboles de baobab. El sol se filtraba a través de las ramas, creando patrones de luz y de sombras
en el suelo del sendero. El viento soplaba suavemente, haciendo que las hojas y ramas de los
árboles se movieran y crearan una agradable sensación de frescura.
Quedé impresionada por la belleza del lugar que había estado oculto a mis ojos desde mi balcón.
El sendero serpenteaba suavemente entre los árboles de baobab y otras plantas que nunca había
visto antes. Kouame me seguía de cerca, mirándome con una mezcla de curiosidad.

-¿Qué ha pasado con Safi? Parecíais pasároslo bien juntas.

-Si... me he dado cuenta de que mi presencia parece hacer reír a más de uno por estos lares.

-Nos agrada vuestra presencia en este lugar, Jelia, dijo Kouame mientras le daba una patada a
una pequeña piedra que se encontraba en el camino.

-No lo dudo, querido amigo, le dije sonriendo.

Finalmente, llegamos a un lago rodeado de piedras y una cascada que caía con fuerza. Un poco
más lejos de donde nos encontrábamos, vi una pequeña colina con cuatro grandes piedras que
formaban una especie de puerta. Kouame me explicó que había sido allí donde tuvo lugar el
accidente y donde Soko me había rescatado.

-No estamos muy seguros de lo que pasó aquel día. Suponemos que estabais practicando con
vuestros poderes y eso hizo que en algún momento cayerais al agua y os golpearais con alguna
roca. Hasta ahora, vuestro accidente es un misterio. Gracias a los cielos, Soko no se encontraba
muy lejos y pudo sacaros a tiempo-dijo Kouame mirando hacia la cascada-está anocheciendo,
será mejor que volvamos.

-Claro... después de que me enseñes a teletransportarme.

-Es bastante fácil. Solo tenéis que visualizar donde queréis ir y creed que podéis lograrlo. Es la
base de la magia de este reino.

-Si... ¿ pero cómo?

-Solo pensád que podéis aparecer en vuestro cuarto y lo haréis...

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FULANI

-¿Kouame, te han dicho alguna vez que eres un pésimo profesor?

-En ese caso, os deseo suerte con vuestro aprendizaje, dijo desapareciendo de repente.

-¡Venga ya Kouame, no lo decía en serio! -me disculpo por mi comentario, vuelve porfavor
- le dije a la nada.

Empecé a escuchar ruidos de lo que parecía ser alguien llevándose algo a la boca. Alcé mi vista
para ver a Kouame recostado sobre un árbol comiéndose las frutas de baobab.

-Bueno... si lo pedís de ésa manera, no puedo deciros que no -me dijo mirandome entretenido.

-¿Cuánto llevas ahí? Pregunté intentando guardar la compostura.

-El suficiente para que vuestras dulces palabras me conmovieran -dijo mientras se enderezaba
- intentad sentaros a mi lado, la vista es magnífica.

Me pasé el resto de la tarde intentando subir al árbol. Había logrado moverme unos centímetros,
destrozar mi vestido y acabar mojada en el agua más veces de las que queria admitir. A mi muy
pesar, no había logrado nada que hiciera calmar mi ego. Supongo que aunque a veces seamos
capaces de ver lo imposible, no creemos lo suficiente en nuestras capacidades para obtenerlo...
Mientras Kouame bostezaba me dijo:

-Ya es tarde, seguiremos mañana. Lo habéis hecho mejor de lo que pensaba-dijo apareciendo
a mi lado-cerrad los ojos, volvemos a palacio.

Esta vez estaba algo más preparada, aunque el viaje seguía no gustándole a mis tripas.

Esta vez, Jalla nos esperaba levantada.

- ¡Por el Sahel! Kouame, expicadme, ¿cómo habéis permitido que llegue en ese lamentable
estado? Exclamó Jalla sin levantar la vista de mi no muy presentable atuendo.

-La verdad ... es que..., balbuceó Kouame mientras tragaba saliva.

Interrumpiendo a Kouame dije:

-Él no tiene la culpa. Yo insistí en que me enseñara a teletransportarme, dije interponiéndome


entre su mirada y Kouame.
La mirada de Jalla se suavizó.

-Kouame, id a refrescaros, la cena no tardará en ser servida .

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FULANI

Él simplemente asintió y desapareció.

- ¿Así que... queréis usar vuestros poderes? Preguntó mientras se aproximaba a mí.

«Oh, Oh..»

No me gustaba la idea de estar a solas con ella, de cierta forma, me ponía nerviosa. Tenía la
sensación de ser una niña a punto de ser regañada por su madre.

- En ese caso, agamoslo - dijo mientras se colocaba detrás de mí y sujetaba mis hombros -
cerrad los ojos, y sentid la energía que recorre vuestro cuerpo. Escuchad cada ruido que os rodea
y haceos uno.

Cerré los ojos y me dejé llevar por las palabras de Jalla. Empecé a sentir mi respiración profunda
y el fuerte latido de mi corazón. A pesar de que el viento soplaba con fuerza esa noche, todavía
podía oír el canto de los grillos en la oscuridad del jardín. El sonido de las hojas moviéndose y
rozandose entre si, era bastante audible. Parecía el más dulce de los tintineos.

-Ahora abrid los ojos y pensád en estar en el baño de esta mañana. Visualizad la decoración y
la sensación que tuvisteis cuando estuvisteis allí.
El cuarto empezó a girar otra vez.

-No perdáis la concentración, susurró Jalla.

En un pestañeo, aparecí en el baño termal, miré a Jalla que estába frente a mi junto al
espejo...algo no cuadraba. Echándo un vistazo a bajo, me dí cuenta que estaba levitando sobre la
gran bañera rocosa.

-¿Huh? Fue lo único que alcancé a decir antes de caer.

-Mejoráis bastante rápido. Ha este paso, recobrareis vuestros poderes en menos de lo que brota
un néferet. Estaré de vuelta cuándo se desvanezca el último grano.

Me encontré nuevamente sola en ese inmenso baño termal.

-Genial..., dije mientras me desvestía y dejaba los zapatos mojados al lado de la silla donde aún
se encontraba el cuenco.

Cuando el tiempo acabó, Jalla me llevó directamente al comedor donde justo acababan de servir
la cena. Para mi sorpresa, Kouame, Zalek y Awa ya se encontraban allí.
Pasamos una divertida velada juntos. Zalek también accedió a enseñarme a luchar con las armas.

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FULANI

Al terminar de cenar, Kouame y yo volvimos sobre nuestros pasos. Nos despedimos en el pasillo,
ya que su recámara se encontraba en el lado opuesto de mi cuarto.
Entrando en mi cuarto nuevamente, mis ojos se fijaron en el espejo que se encontraba al fondo,
sobre el tocador.
Al acercarme, vi que la mitad estába cubierta. Me preguntaba si Jelia lo había hecho.

Miré mi reflejo dándome cuenta de lo joven que parecía, tenía cerca de diez años menos. No
había rastro de cansancio en mi rostro. Mis ojos recobraron el brillo que solía tener.

- Un buen baño termal parece ser el retinol de éstos tiempos - dije mientras tocaba mis
cachetes rejuvenecidos- ¡Enfin... a practicar!

Pasé varias horas practicando aparecer cerca de los diferentes muebles. Después de un sin fin de
intentos conseguí aparecer sobre la cama, sentarme sobre la silla. Lo más impresionante era el
hecho de haberme transportado al jardín y al baño sin mojarme.

-Estoy agotada-dije mientras me estiraba apareciendo sobre el cómodo sofá.

Estaba tan cansada que preferí quedarme ahí a dormir.

El fuerte canto de un pájaro me despertó. Era el ruido más espantoso que había oído en mucho
tiempo. Era un ruido infernal.

-Haced que pare- dije tapándome los oídos.

-Awa, ya es suficiente- escuché decir a Jalla - Parece que empezáis a hablar como antes...
¿Por qué no habéis dormido en vuestro lecho?

-Es una larga historia... Me gustaría poder dormir un poco más, así que si me disculpais..., dije
mientras iba hacia mi cama.

«¿Por qué no puedo moverme?»

Intentaba desesperadamente mover mi cuerpo con dificultad. Alguna de ellas debía haberme
inmovilizado.

-Perdonad mi insolencia, pero Zalek os espera, majestad, dijo Awa.

Estos días, Awa me estaba sacando de quicio. Estaba segura de que el ruido de antes también
había sido obra suya.

-¡Soltadme, he de prepararme! Dije abruptamente.

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FULANI

Ahora que estaba más familiarizada con su jerga, lo usaba cuando me era conveniente, aunque
aún no era tan natural de hablar de esa manera.
Me dirigí hacia un cuarto oculto al que solo se podía entrar empujando un costado del tocador.
Ahí guardaba vestidos, joyas y toda clase de objetos valiosos. Opté por una vestimenta cómoda.
Acabé decantándome por una camisa de mangas largas de algodón blanco y unos pantalones
negros oscuros. Zalek me había regalado unas largas botas de cuero para que pudiera moverme
de manera mas ágil durante nuestras prácticas. Decía que me "proporcionarían una buena
tracción en el suelo".
A regañadientes, me presenté ante Zalek, quien estaba ayudando a unos jóvenes Sebbes. Los
Sebbes eran guerreros que protegían el reino junto con muchos otros. Safi también estaba allí,
enseñando a una joven castora cómo apuntar correctamente con una demostración de tiro al arco.
Me sentí algo incómoda al verme allí, incluso podría añadir este momento a mi ya muy larga
lista de malas ideas. Supongo que ahora sé por qué uno nunca debe tomar decisiones cuando sus
emociones no están bajo control. Zalek era conocido por ser muy estricto, aunque he de decir que
todos admiraban y respetaban su diligencia.
Al llegar al campo abierto, Zalek me recibió con una sonrisa y me pidió que me uniera a ellos en
su entrenamiento.
A medida que avanzaba la sesión de entrenamiento, me dí cuenta de lo difícil que estaba siendo
seguirles el ritmo. El sudor bañaba mi cuerpo mientras luchaba contra Zalek usando las espadas
de madera. Me esforzaba por seguirle el ritmo, pero él era demasiado rápido para mí. Cada vez
que intentaba golpearlo, él esquivaba mi espada con facilidad. "Demasiado lenta", me decía
mientras continuaba esquivando mis ataques. "He tocado vuestro corazón otra vez", dijo
mientras dibujaba una X en el lugar donde se encontraba mi corazón. "Os he degollado sin
esfuerzo alguno," continuó diciendo mientras caía al suelo.
Zalek decidió que era suficiente por ese día y dio por terminada la clase. Nos sentamos juntos en
el campo verde y bebimos agua para saciar nuestra sed. Le pregunté por qué había tantos jóvenes
y personas mayores practicando lucha.
Sin levantar la vista de la cantimplora Zalek dijo:

-Durante la gran pérdida, solo los hombres sabían luchar. Después de ese día, la lucha se volvió
mandatario para todos, mujeres y niños incluidos- dijo tomando otro sorbo de agua- rezo para
que ese día no se repita.

-¿Hay alguna razón que te haga decir eso? Pregunté curiosa.

-Las mujeres solo deberían protegerse en caso de necesidad. Son lo más cercano a un néferet.
Una mujer nunca debería tener que desenvainar su espada si un hombre anda cerca. La inocencia

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FULANI

de esos niños y niñas deben ser protegidos, son el futuro de nuestro reino después de todo -
Zalek continuó hablando - además, un hombre que no es capaz de proteger a una mujer,
independientemente de si es un ser querido o no, no merece ser llamado hombre, majestad.

Me sorprendió la dureza de sus palabras, pero también entendía su punto de vista.

Comprendí que la lucha era una habilidad importante, no solo para defenderse en caso de necesidad,
sino también para cultivar la disciplina, el coraje y la perseverancia. Me di cuenta de que todavía
tenía mucho que aprender, pero estaba dispuesta a seguir adelante y mejorar día a día.

«Espera un momento...».

- ¡Zalek, habíamos acordado que me llamarías por mi nombre! Dije mientras fruncía el ceño.

-Y lo he hecho. Mientras aya una mesa de por medio en la que comamos juntos, seguirá siendo
de esa forma. He dado mi palabra y aún cumplo lo que acordamos , majestad. El campo de
entrenamiento no parece ser el lugar idóneo, dijo mientras me sonreía.

Me levanté sacudiéndome el polvo de los pantalones mientras le hacia una rápida reverencia a
Zalek y le dije:

-Pues bien, como deseéis.

-¡Majestad, no deberíais postergaros ante mi! Dijo él sobresaltado.

- Ya... era solo en señal de respeto. Bueno, tengo cosas importantes que hacer, Zalek. Nos
vemos en el almuerzo dije haciendo un movimiento rápido con la mano derecha para despedirme.
Y sin más, desaparecí.

Las semanas pasaban y yo seguía entrenando cada día con Zalek. Poco a poco iba mejorando y
notaba cómo mi cuerpo se volvía más fuerte y ágil. A pesar de que seguía sin poder tocar a Zalek
durante los combates, me estaba volviendo cada vez más competente en el arte de la espada y la
lucha.
Pero no solo Zalek me estaba ayudando. Safi y Jengo también me mostraban cómo utilizar sus
poderes, lo que me permitía entender mejor cómo se podían emplear diferentes habilidades en
combate. Mientras los observaba, sentía un cálido sentimiento que crecía en mi interior. No sabía
exactamente qué era, pero era agradable.
Otra pluma había elegido a Fyra para unirse a nosotros. Su presencia también contribuyó a
nuestro grupo. A medida que el tiempo pasaba, nuestra unión se fortalecía.
La fiestas de la ciudad se acercaban. Ya comenzaban a llegar personas de diferentes reinos.
Algunos se alojaban en la ciudad, quedándose con familiares, mientras que otros se hospedaban

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en el palacio. El ambiente en la ciudad era de expectación y anticipación. Yo me sentía


simplemente emocionada de poder participar en las festividades.

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Vínculo alado .

Estaba sentada en el patio central del palacio, disfrutando del cálido sol que bañaba las antiguas
paredes de adobe que lo rodeaban. Desde allí, podía ver a Kouame acercándose por el camino de
piedra que llevaba hacia donde me encontraba.

-¡Kouame, qué alegría verte! Exclamé mientras me levantaba para saludarlo.

- Perdonad mi ausencia, he estado ayudando en los últimos preparativos de la llegada de los


huéspedes-respondió Kouame con una sonrisa amistosa-¿qué hacéis aquí sola?

- Me escondo de Jalla, no hemos parado de practicar. He utilizado tanto mis poderes éstos
últimos días que ahora solo quiere dejarlo durante un tiempo .

-Os entiendo, la magia no es más que energía. Cualquier tipo de exceso puede ser nefasto, dijo
dándome la razón.

-Por cierto, quería pedirte un favor-dije-ya hace bastante que estoy aquí y aún no he ido a la
ciudad. Me gustaría ir a visitarla, pero no quiero ir sola. ¿Te importaría acompañarme?

-Por supuesto. Será un placer acompañaros- respondió Kouame con una reverencia.

-Hazme el favor de no hacer eso.

- Sé que aborrecéis este tipo de... gestos. Irritaros se ha vuelto una de mis aficiones más
placenteras - dijo mientras reía - tendréis que acostumbraros, al menos aparentad que no os
desagrada frente a vuestros subordinados.

-Uggh, Kouame, a veces se me olvida que tenemos la misma edad -dije mientras rodaba los
ojos- Iré a prepararme, nos vemos en las puertas del palacio dentro de tres cuartos de hora. Si te
parece bien.

-¿Por qué necesitáis tanto tiempo? solo vamos a la ciudad.

- Una dama debe prepararse como es debido - dije mientras me contoneaba de manera
exagerada, jugando con mi vestido verde oscuro.

-¿Dama...?-dijo mientras empezaba a caminar hacia atrás-. ¿Por qué me miráis así?
«Se acabó, Kouame es un roedor muerto»

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FULANI

Respiré profundamente mientras le miraba y agarraba mi vestido. Salió corriendo y salí detrás de
él. Gracias a mis prácticas, era casi tan veloz como Kouame, aunque no lo suficiente como para
atraparlo.
Después de cambiarme, bajé al punto de encuentro y a medida que avanzaba, una no tan grata
sorpresa me aguardaba. Yo ya no solo veía la silueta de Kouame...
«¡Venga ya!»

Mi plan para escaquearme había fracasado. Fyra, Awa y Jengo estaban esperando junto a
Kouame.

-Insistieron en venir... Dijo Kouame encogiéndose de hombros.

-Jalla me pidió que os acompañara y no os dejara sola, majestad.

-Ya veo... ¿Es peligrosa la ciudad?

-Para nada, majestad. La paz y prosperidad reina en la ciudad, dijo Jengo.

«¿Entonces por qué están aquí?»

- Deberíamos establecer algunas reglas entre nosotros - dije mientras inalaba fuertemente -
entiendo que me llaméis "majestad" en el palacio, pero me gustaría pasar desapercibida en la
ciudad. Dudo que me reconozcan, así que llamadme por mi nombre hasta que volvamos.

Todos asintieron sin decir una palabra más. Por lo que había oído decir, Julia dejó de socializar
con el mundo justo después de la gran pérdida. Así que ya casi nadie recordaba su rostro.
Salimos del palacio con nuestros respectivos caballos. Cabalgamos hasta llegar a la ciudad. Las
casas eran de adobe, con techos de paja y ventanas pequeñas. Algunas estaban pintadas de
colores brillantes, las casas eran preciosas.
Pasamos frente a un gran edificio con largas escaleras. Habían dos grandes guardias del reino
custodiando la entrada, aunque varias personas parecían salir y entrar sin pensarlo mucho.

- ¿Qué es ese sitio? Pregunté mientras miraba como las columnas de piedra pulida parecían
moverse frente a mí.

- Esa es la biblioteca del saber - respondió Fyra - allí podéis encontrar libros sobre las
historias de nuestros comienzos, mapas, libro de conjuros y mucho más.

- ¿Quien puede entrar? Pregunté mientras miraba como un niño sebbe subía corriendo de la
mano de un joven león riendo a carcajadas.

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-Todos. El conocimiento esta al alcance del que lo quiera consultar-decía Kouame mientras
ajustaba sus gafas - la biblioteca es uno de los lugares mas sagrados del reino. Todo nuestros
conocimientos residen allí.

-¿Qué pasaría si por alguna razón desapareciera?


Todos se estremecieron al escuchar mi pregunta.
«Creo que acabo de liarla»

-¡Por el Sahel! No digais eso ni en broma. Sería el fin. Un alma sin historia y sin recuerdos es
fácil de manipular y torcer. Si no sabéis de donde venís, cualquiera podría usurpar vuestra
identidad o peor aún, distorsionarla y haceros creer una historia falsa solo para embaucar y
nublar vuestra mente, dijo Kouame.

-Lo siento, lo siento... solo tenía curiosidad, dije apresuradamente.

Fyra se acerco a mí cogiéndome del brazo y me dijo:

- La curiosidad parece ser vuestra virtud, solo tened cuidado. No es bueno preguntar de más
fuera de palacio, Jelia - visitemos la biblioteca, ¿qué os parece? Propuso Fyra intentando
cambiar de tema.

-¡Por supuesto! Dijimos todos a la vez mientras empezábamos a subir las escaleras.

Al mirar a mi alrededor, me dí cuenta de que alguien faltaba. Al darme la vuelta vi distraída.

«Awa...»

Estaba en el mismo lugar, inerte. Parecía seguir observando el edificio hipnotizada.

-¿Qué hacéis, no vais a entrar? Grito Jengo.

-Si... ahora os alcanso, dijo Awa acelerando el paso.

Nada más entrar en la biblioteca, pude apreciar un cuarto de su grandeza. Mientras me adentraba
y recorría las estanterías, pude ver a lo lejos como una mujer con alas de pelo plateado alzó su
mano. Al tocar una de las muchas estanterías de libros que la rodeaba con los ojos cerrados, un
libro bajo revoloteando hasta dejarse caer en sus manos. Vi a Jengo intentar hacer lo mismo y
tres libros cayeron sobre su cabeza.
Un señor de avanzada edad le miro por encima de lo que parecía ser un mostrador y le hizo una
seña de silencio, a lo que Jengo respondió en un audible susurro:

-Perdonadme.

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Jengo creyó hablar en susurros, pero las miradas indiscretas que ahora nos observaban parecían
discrepar.
Kouame se dirigió a la salida mirandonos en señal de retirada. Al reunirnos fuera, bajamos los
peldaños y seguimos recorriendo la ciudad.
Una vez en el mercado, comenzamos a buscar los productos que Jalla pidio a Awa. Awa también
compró una daga plateada con un rubí rojo inscrustado en ella. Una leve ráfaga inesperada de
viento hizo caer mi capa. La recogí y me la volví a poner cubriendo mi cabello con el. Por alguna
extraña razón, tuve un mal presentimiento. De repente, alguien comenzó a correr a nuestro lado y
de pronto nos dimos cuenta de que la multitud se agitaba. Al mirar hacia atrás, vimos a un joven
corriendo frenéticamente, perseguido por otros jóvenes enfurecidos.
«Supongo que el acoso de matones transciende generaciones. Debería darles vergüenza».

No sabíamos qué estaba pasando, pero de repente, alguien nos señaló y parecía como si nos
acusaran de haber hecho algo. Nos miramos unos a otros, desconcertados, sin saber qué hacer.
Nos echamos a correr con el individuo, temiendo por nuestras propias vidas a pesar de que no
sabíamos exactamente por qué estábamos corriendo con él en primer lugar.
Mientras corríamos Kouame preguntaba:

-¿Por qué corremos?

-Esa es una buena pregunta, pero no tengo ni idea, dije.

Me di cuenta de que era la primera vez que corría junto a Kouame. Esta vez no lo hacía para
zafarme o perseguirlo. Me hizo tanta gracia que empecé a reírme mientras seguíamos siendo
perseguidos. Kouame corría a mi lado mirándome como si se me hubiese ido un tornillo, pero no
tardo mucho en acompañar mis carcajadas.
Me di la vuelta rápidamente para ver que distancia separaba a esos pequeños mequetreces de
nosotros, cuando de repente vi como bolas de paja y canastas empezaron a caer sobre ellos. Algo
parecía haberlos hecho caer ¿pero qué?.
Finalmente, logramos alejarnos lo suficiente de la multitud y nos detuvimos en un puesto de
bebidas de Bissap para recuperar el aliento. Decidimos sentarnos en unas rocas pulidas que se
encontraban cerca del puesto de bebidas. El joven que había sido perseguido se acercó a nosotros.
Sus ojos eran rasgados y tenía alas blancas con destellos de luz que surgían de su espalda. Sus
alas eran idénticas a las de la mujer que se encontraba el la biblioteca. Su pelo liso era de un
negro azabache, casi azul. Parecía recordar a una noche sin luna en el cielo. Su rostro estaba
impregnado de hermosas pecas.

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FULANI

-¡Lo siento, lo siento!- dijo el joven con voz apresurada- no he hecho nada malo, pero me
culpan por ello.

-¿De qué os acusan exactamente? Pregunté.

Sentándose en una de las rocas cercanas a mí, dijo:

-Esto tiene que ver con la historia de la Gran Pérdida. He de suponer que no sois de por aquí, si
hacéis tal pregunta... Dijo mientras me examinaba con atención.

-Algo así...- respondí- me gustaría saber que te paso, si no te importa.

El joven movió la cabeza en señal de confusión, como si hubiera hablado en otro idioma.

- Lo que quiso decir es si tendríais la amabilidad de relatarnos la descripción de vuestras


vivencias, se apresuro a decir Fyra.
Kouame se acercó a mí y en un susurro casi inaudible para los demás me dijo:

- No deberíais hablar de esa forma fuera de palacio. Nosotros hemos aprendido a entender
vuestro nuevo lenguaje, pero para los demás, vuestra forma de hablar podría ser un tanto extraña.

-Esto que os voy a relatar sucedió hace ya varios solsticios. Cuando mi pueblo tuvo que luchar
contra uno de los suyos por el control del reino del Sahel. En un esfuerzo por tomar el poder, el
hermano del actual rey, Duggal, declaró la guerra al rey y la reina del Sahel. En ese momento, el
Sahel gozaba de un solo gran reino unido. Los woddabes, los fulanis, los toróbbes, otras tribus y
nosotros, los alados. Desde el principio de los tiempos vivíamos en harmonía. Duggal decidió
revelarse pensando que el debía ser el único rey. Consideraba ser superior a cualquiera. Su
codicia por el poder nublo su vista. El decía que luchaba por un mundo mejor, pero su mundo
mejor solo parecía atraer desgracia y muertes injustificadas. Los reyes y varios guerreros de
diferentes tribus como los Sebbes y los Dogons lucharon valientemente contra las fuerzas de
Duggal en la batalla de la Gran Pérdida. Muchos cayeron ante la maldad del hermano del rey
alado. Sin embargo, la reina logró romper una de las alas de Duggal por la mitad antes de
sucumbir a sus heridas. A medida que aumentaba su maldad, aparecieron los desiertos. La tierra
dejó de ser fértil, los mares se secaron y el sol salió por el oeste. Inquietantes criaturas
abominables saquearon ciudades y pueblos antes de llegar al Reino del Sahel. Destruyendo
civilizaciones poderosas, como el imperio Wolof. Los grandes maestros junto a Hikima usaron
sus poderes contra Duggal. El quedó atrapado en el interior de la tierra, rodeado de lava que le
impedía escapar, como resultado del sacrificio de muchos para poner fin a la masacre.

Ahora, solo se puede entrar al Reino del Sahel si se tiene un corazón puro. Los forasteros con
malas intenciones, solo pueden ver el desierto gracias a un poderoso conjuro de espejismo. Dado
que Duggal también era alado, ciertos jóvenes nos confunden con él, a pesar de que muchos de

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FULANI

nosotros luchamos contra él. Son pocos los que actúan de esa forma, aunque entendemos la
razón.
Co un pesado suspiro y una risa pesimista dijo:

- Suponemos que por eso los woddabes dejaron de participar en estas celebraciones. No por
malicia, sino por el dolor del fallecimiento de su reina.

-¿ Como os llamais?-Pregunté al joven.

-Mi nombre es Sekáni. ¿Cuál es el vuestro?

-Me llamo Jelia, es un placer conoceros Sekáni- le dije con una sonrisa mientras le daba la
mano-es una señal de amistad de donde vengo.

Sekáni miró mi mano y lentamente me dió la suya.

-Debemos volver Jelia, se está haciendo tarde.

Mientras marchábamos sobre nuestros pasos para volver a palacio, nos dimos cuenta de que
parecía que íbamos en la misma dirección.

-¿A dónde os dirigís? le preguntamos Kouame y yo a la vez.

-A palacio. Me hospedo allí durante las celebraciones- dijo con una gran sonrisa- parecéis
bastante amigos.

Miré a Kouame y vi como asentía mientras colocaba sus brazos tras su espalda como un anciano
al caminar.

-No deberíais creer todo lo que vuestros ojos ven, no es tan gentil como pensais, dije mientras
le sonreía a Kouame.

- ¡Como os atreveis a decirme algo tan vil! gritó mientras corría detrás de mí hacia donde
habíamos dejado los caballos.

-¿Lo veis? os lo dije, no os fiéis de las apariencias, dije mientras desaparecía y aparecí a unos
centímetros de mi caballo marron.

Como regla general, si uno hacia correr al otro, no podía usar ningún tipo de poder para librarse
de la otra persona. Una vez que llegásemos hasta alguien o algo mas grande que nosotros o
cruzáramos algún tipo de umbral, la persona perdía. Por alguna razón yo acababa de infringir
esta regla sin saber por qué acababa de hacer tal cosa. Como... si hubiera perdido el control.

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-¡Habéis hecho trampa!-dijo Kouame mientras montaba su caballo - en este mundo debéis
honrar vuestro acuerdo, fue vuestra idea después de todo.

- Lo sé Kouame... no sé qué ha pasado, lo juro. Sentí como si ya no tuviese control de hacia


donde iba. Estos últimos días me ha estado pasando bastante.
Pude leer en su rostro algo inusual, había terror. Cuando se dio cuenta de que le miraba, volvió
en sí, borrando cualquier rastro de preocupación. Kouame parecía haberse percatado de algo y no
parecía querer compartirlo.

-Debemos volver a palacio, dijo Kouame apresuradamente.

«Supongo que no es el mejor momento para ir de Sherlock. Investigaré por mi cuenta más
tarde».

-¿ Sekáni, donde esta vuestro caballo?-Pregunté mirando a mi alrededor.

- Acabo de comprobar que no sois de por aquí - dijo mientras me miraba enternecido - no
necesito caballo, como podéis observar tengo alas que me permiten recorrer distancias
inimaginables para algunos, explicó mientras señalaba a sus alas resplandecientes.

«¡Muy bien Jeinna, otra pregunta inteligente!»

-¿Vosotros también os hospedareis en palacio, Jelia?

Rápidamente intercepté a Awa que parecía querer corregir a nuestro nuevo amigo.

- Si, nosotros también nos hospedamos allí. Pongámonos en marcha antes de que anochezca,
seguidnos el paso, si podéis, dije empezando a cabalgar.
Vi como sus alas majestuosas se desplegaron ante mi. Nunca había visto algo tan hermoso,
aunque para ser honesta, todo ser que había cruzado hasta ahora me había dejado boquiabierta.
Seguimos a Sekáni con nuestros veloces caballos de cerca. Era increíble ver a alguien volar
libremente de esa manera.
Al llegar a palacio, dejamos los caballos en el establo. Ya había anochecido y cuando nos
proponíamos a despedirnos de Sekáni, una pluma apareció frente a él. Sekáni miró atentamente a
la pluma como si se estuviera comunicando con ella. Con una gran sonrisa dijo: "acepto". La
pluma se acerco a él y desapareció frente a nosotros.

-Creo que tenemos a un nuevo integrante- canturreaba mientras subía corriendo las escaleras.
Jengo y Kouame aparecieron delante de mi alzando sus manos en mi dirección. Al agarrar sus
manos me teletrasportaron al comedor. Donde ahora se encontraba Sekáni ocupando una de las
sillas que había estado vacía por tanto tiempo.

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FULANI

-Sed bienvenido- dijo Kouame-parece que la pluma ha elegido bien a nuestro nuevo amigo.

Estábamos en el comedor principal, sentados alrededor de una gran mesa de madera. La luz de
las velas creaba un ambiente cálido y acogedor. Zalek nos contaba con entusiasmo las últimas
noticias de los avances de los jóvenes sebbes, como un padre orgulloso. Sekáni no se quedaba
atras. Escuchábamos las historias increíbles de Etherea, el reino de los alados del que venía.
Todos estábamos riendo y disfrutando de una animada conversación cuando, de repente, la figura
de una mujer irrumpió en la habitación con una de las plumas que actualmente vagaba por el
reino. Apareció sentada en la silla que se situaba frente a mí. Era la misma mujer que había visto
en el puesto de artesanía en Nueva York.

-¿Usted? Dije con una voz sorprendida, casi irreconocible.

Todos se pusieron de pie como si hubieran escenificado el movimiento y se inclinaron diciendo


al unísono: "Su Majestad". Por otro lado, estaba sorprendida y no sabía qué decir. Ordenó a los
demás que se sentaran y les recordó que todos tenían la misma pluma que la había traído y dijo
que no podían llamarla de esa manera. Sin quitarme los ojos de encima, sonrió y dijo:

-Me alegra veros en plena forma, pequeña.

Me dí cuenta de que ella era Hikima, la que inspiraba tanto respeto en todo el reino. Me
preguntaba por qué aparecería solo ahora y por qué no antes. Sin embargo, no pude evitar
admirar su belleza y voz calida que me alejaba nuevamente de las frías calles de Nueva York.
Tenía tantas preguntas que hacerle y tantas dudas que no parecía tener explicación alguna. Al
despedirnos de los demás me dirigí hacia Hikima.

-Perdonad... dije sin saber muy bien como dirigirme hacia ella.

-Sé que un mar de preguntas están apunto de crear un sunami , sin embargo, me gustaría que
conversáramos sobre ello después de las fiestas. ¿Qué os parece la idea?
«Un muy mal trato si estuviese siendo honesta»

-Hay alguna razón por la que no podáis explicarme todo esto ahora? Pregunté perpleja.

-Varias, aunque solo os haré saber una, por ahora.

«Supongo que eso ya es algo...»

-Soy toda oídos, dije mientras me cruzaba de brazos.

-Acabo de volver de un largo viaje, he de descansar, dijo con una sonrisa que hacía que nuevas
lineas se dibujaran en las esquinas de sus ojos.

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FULANI

-¿Qué clase de...?

Antes de poder mostrar mi frustración, Hikima me sonrió guiñando un ojo y desapareció.

« ¡Venga ya!»

-Esto seguro es de familia, ugh, dije mientras me alejaba del comedor.

Como aún no tenía sueño, decidí deambular por los largos pasillos de palacio, mientras admiraba
y examinaba los nuevos adornos que decoraban las paredes y el techo. Pronto llegué a uno de
los corredores, donde encontré a Soko sentado en una de las sillas de piedra en forma de
rectángulo que se encontraba allí. Vi como observaba el cielo estrellado. Las dos lunas brillaban
con fuerza, parecían acercarse como magnetos. Desde donde estaba, él parecía bastante
inofensivo, había algo que me desconcertaba sobre él.
«Supongo que es incómodo debido a nuestro primer encuentro»

Decidí ignorar esa sensación mientras hacía un chasquido de dientes. Soko se levantó
rápidamente, con un gesto brusco que me desconcertó.

- Perdonad, no pretendía interrumpir, dije en un tono apaciguador, tratando de suavizar la


tensión.
Después de unos momentos de silencio que me parecieron una eternidad, comencé a hablar con
él de la primera fiesta que se llevaría a cabo en el palacio mañana por la noche, para romper el
hielo. Me comentó como fueron los preparativos y todos los invitados que ya habían llegado.
A medida que hablaba, empecé a sentirme más cómoda con Soko. Descubrí que tenía un gran
conocimiento sobre las costumbres y tradiciones del los diferentes reinos. Incluso llegamos a
reírnos juntos cuando Soko compartió algunas anécdotas divertidas sobre las fiestas anteriores.

-Los aulubes serán los que den comienzo a las fiestas con sus cantos, después habrá...-explico
Soko.

- ¡Espera! Querría descubrirlo todo y verlo por mí misma si no os importa - dije mientras le
ponía un dedo en los labios -... perdonad, eso fue descortés - dije al darme cuenta de lo que
acababa de hacer.

Retrocedí rapidamente, intentando poner el mayor espacio entre nosotros possible hasta que
tropecé con mi largo vestido. Estaba a punto de caer, pero Soko fue mas rápido y me agarro antes
de que cayera sobre la dura superficie pedregosa.
Al sostenerme pude ver por primera vez sus ojos terrosos con toques de dorado. Era la primera
vez que veía ese tipo de color hazel tan... bello. Nuestras miradas se intensificaron mientras
sentía como su respiración aceleraba.
48
FULANI

- Ahem... - Escuché decir a Kouame aclarándose la garganta de manera exagerada mientras


limpiaba sus gafas-espero no estar interrumpiendo nada importante.

Soko me miró una vez mas y me dejó ir.

-Si me discupais, me retiro- dijo haciendo una pequeña reverencia-que descanséis. Os veré
al alba Kouame.

- Allí estaré - dijo Kouame mientras se despedía de él - Jelia, he de recordaros que estareis
ocupada hasta que empiece la fiesta con Safi. Será un día ajetreado para todos.

«¡Maldita sea, olvidé que las clases de Safi sobre pociones y curas empezaban mañana!»
-¡Claro que lo recuerdo! Dije sin siquiera creermelo yo.

-Mentir es una cualidad que no os va nada bien-dijo Kouame-he aprendido a familiarizarme


con vuestro nuevo y divertido ser y ahora os conozco como a mis patas traseras.

Kouame era demasiado perspicaz, hasta para su propio bien a veces.

-Allí estaré Kouame... Dije haciendo una pose militar con la espalda erguida, con los hombros
hacia atrás y el pecho hacia afuera, manteniendo mi espalda completamente recta.

-Que descanséis, dijo mientras se alejaba bostezando.

-Tu también, Kouame-Respondí con una sonrisa mientras veía como se alejaba.

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FULANI

Esfera del destino.

El ruido inundaba mis oídos. Ruidos de multitud sonaban como una orquesta no solicitada. No
había mejor alarma que esa para echar al sueño a patadas de una cama. Me levanté estirando mis
brazos al aire mientras me dirigía hacia el balcón. Al asomarme puede ver toda clase de seres.
Alados, sebbes, castores, chubbálos, toróbbes y muchos más que no llegaba a identificar del todo.
Todos paseaban, hablaban y jugaban juntos. Era el momento más sereno que había presenciado ,
a pesar del gran ajetreo que se estaba montando.
Después de observar tal acontecimiento, fui a prepararme. No debía hacer esperar a Safi.

Al cruzar el jardín de néferets, varias personas que cruzaba me saludaban y yo actuaba como si
supiera quienes eran. Safi me esperaba haciendo malabarismo con piedras ovalas sin siquiera
tocarlas. Observando su atuendo me di una palmada mental en el hombro. Hice bien en ponerme
ropa cómoda. Safi solía vestir con trajes largos completado de adornos llamativos que
acentuaban su elegancia natural. Hoy vestía como si fuese a explorar el mundo subida a un
podium. Llevaba un vestido bastante ancho de tela ligera de color sepia. Sus zapatos parecían
sandalias que trepaban por su tobillo como si fueran plantas enredadoras. La vi llevar un
sombrero que estaba hecho de paja, tenia otro casi idéntico en su mano derecha. Imitaba la
estructura de un cono alto, con un fondo ancho y una punta puntiaguda en la parte inferior. Dos
cuencas sobresalían junto a unos hilos de color avellana, eso terminaba de darle el gran toque a la
punta del sombrero. La decoración del sombrero parecía imposible de replicar. Era una obra de
arte. Estaba decorado con patrones geométricos que nunca había visto antes. Las rayas creadas
por esos patrones hacían difícil el no poder identificar el color del emblema fulani. Tambien la vi
llevar una bolsa de lo que parecía ser piel de cabra.

-Tomad, esto os protegera de la estrella diurna. «¿Estrella


diurna? Supongo que estará hablando del sol»

Nos pusimos en rumbo hacia el bosque mientras repasaba con Safi la utilidad de ciertas plantas.
De repente, Soko apareció en el trayecto, insistió en acompañarnos aunque no hacia falta ya que
no había peligro alguno. Mientras avanzábamos, Soko mantuvo la distancia escaneando el
perímetro. Safi y yo reíamos juntas relatando historias sobre mi visita a la ciudad que tuve hace
poco. Mientras hablaba de lo torpe que había sido al dejar a Kouame escapar, Soko estalló en
una gran risa que hizo que nos diéramos la vuelta. El intentó guardar la compostura y se alejo de
nosotras actuando como si nada hubiese pasado.

-No sabía que tuvierais el poder de sonreír- le dijo Safi a Soko.

A lo que el ignoro y siguió avanzando.

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FULANI

-El solía ser alguien alegre cuando era pequeño. Después de la gran perdida dejo de mostrar sus
emociones- Me dijo Safi en un susurro- hemos llegado.

Los arboles se extendían a nuestro alrededor como paredes que querían protegernos de los
fuertes destellos de la luz del sol. Aun asi, algunos rayos lograron filtrarse a través del follaje
espeso y denso del bosque. El aire era fresco y humedo, estaba impregnado de un olor de musgo
y hierbas frescas. Ante nuestros, pies vimos una alfombra formada por hojas que deleitaban mis
oídos mientras crujían cuando nos desplazábamos.
Ya casi habíamos encontrado todas las hierbas y plantas necesarias para hacer las pociones, al
alejarme de Safi, me pareció ver algo peculiar.
Seguí caminando cuando de repente me di la vuelta y fui a examinar lo que me intrigo hace rato.
Vi en el lado derecho de una roca una planta amarillenta que tenía una flor un poco mas grande
que las néferets de palacio. No conseguí entender como no dejaba de moverse de lado a lado. El
viento no era lo suficientemente fuerte para mecerse de tal forma. Nunca había visto esta planta
en ninguno de los libro que Safi me había prestado.

-¿Safi, que tipo de planta es esta? Grité mientras me acercaba a examinar la flor gigante que
acababa de descubrir.

-¡Jelia, no! Oí gritar a Safi a lo lejos.

La miré durante unos segundos hasta que oí un gran crujido que pareció proceder detrás de mí.
Escuché un ruido ensordecedor de un monstruo que salió de la nada, o eso pensé yo.

Tenía la forma de una flor amarilla de lotus, parecía ser una planta carnívora gigante, con hojas
verdes que se esparcían por doquier. La base de esa planta tenía forma de tallo, y en su extremo
se encontraba una minúscula flor de pétalos de un color violeta oscuro.
Los pétalos eran suaves al tacto y de ellos parecía emanar una tenue luz, lo más alarmante de la
flor eran los tentáculos que salían de su centro y se extendían hacia afuera, como las ramas de un
árbol. Los tentáculos eran gruesos y por lo que pude comprobar, bastante ágiles.
Al mirar a mis pies, vi que estaba pisando una rama que parecía ser una extension de la flor que
surgió de la tierra. Sacudió la gran rama en forma de tentáculo que estaba pisando y caí al suelo.
La planta estaba a punto de aplastarme cuando Soko apareció frente a mí bloqueando al
monstruo. Safi me cogió de la mano diciendo:

-No temais, os sacaré de aquí.

Antes de la teletrasportacion vi a Soko empotrar de una patada al monstruo.

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FULANI

Aparecí en un prado abierto llenos de flores violetas desvaídas, se parecían a las flores que había
visto en uno de mis viajes a México.
«¿ Flores de jacarandas?»

-¿Qué fue eso? Pregunté intentando retomar la respiracion.

-Era un nath. Hace años que no se veía uno por aquí-dijo preocupada-. La apariencia de un
nath es hermosa. Hace que os sintáis atraída y cuando os tiene lo suficientemente cerca, revela su
identidad. Se convierte en una flor monstruosa capaz de devorar todo lo que tiene a su alcance.

Justo entonces, Kouame y Soko aparecieron juntos.

-¿Estáis bien?-dijo Kouame agachándose para examinarme mejor - no puedo creer que un
nath os haya atacado. Hablaré con Zalek, para que vuestro entrenamiento sea más intensivo.

«¿Entrenamiento... más intensivo? ¿Qué tipo de entrenamiento he estado teniendo hasta ahora?
Mis agujetas podrían acabar con el más grande de los naths de este reino. Ughh»

-Estoy bien, no hay de qué preocuparse, dije rápidamente.

Observé cómo sus rostros se llenaban de preocupación mientras se miraban los unos a los otros.
Esta historia no parecía pintar nada bien.

-Soko, lleváosla a palacio. Safi, venid conmigo. Esta situación es más alarmante de lo que me
temía.

- Os veré más tarde, majestad, dijo Safi con una reverencia mientras se desvanecía junto a
Kouame.
Mientras sentía la mirada de Soko en mí, no dudé en preguntar:

-¿Soko estáis bien? ¿Os ha herido?

- No os preocupéis por mí, estoy bien - respondió firmemente - majestad, permitidme


levantaros-dijo Soko mientras esperaba mi señal para acercarse más.

Asentí con la cabeza y Soko no tardó en ayudarme a ponerme en pie. Por fortuna, no me había
hecho nada grave, solo un simple rasguño en el tobillo izquierdo.

- ¿Por qué estáis tan preocupados por un nath? ¿No es solo otro ser de este reino? Pregunté
tratando de entender la conmoción que había causado la flor gigante.

-Veo que aún no habéis recobrado vuestra memoria. Los naths solo aparecen cuando las almas
empiezan a ser corrompidas por la oscuridad. La traición de los seres vivientes es una de las

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FULANI

mayores fuentes de energía de un nath. Cuanto menos los unos confíen en los otros, más fuertes
se vuelven, hasta poseer sus cuerpos por completo.

-¿Fue por eso que me atacó? Pregunté.

-No. Aún no estamos seguros de qué lo atrajo. Pero sabemos que vos no desprendéis ese tipo
de energía, majestad.

-¿Y qu...?

-Debemos irnos, no estamos seguros aquí, dijo Soko interrumpiéndome.

Soko me llevó de vuelta a palacio. Durante nuestro trayecto de vuelta, no se escuchó ni una
palabra. Cuando llegamos, el tiempo parecía haberse detenido. Seguí escuchando las carcajadas
de niños corriendo y pequeños alados volando y disfrutando del buen tiempo. Nadie parecía
perturbado. La alegría de las fiestas era tan grande que la preocupación de algunos parecía pasar
inadvertida.

-Podría llevaros hasta vuestros aposentos, si lo deseáis.

-Te lo... Os lo agradezco, pero me gustaría caminar un poco y despejar mi mente. Os agradezco
lo que habéis hecho por mí en el bosque, dije rápidamente.

-Daría mi vida por usted majestad. Llamadme si os puedo ser de ayuda.

«Ok... Creo que eso fue demasiado»

-Hmmm... Os veré en otro momento, le dije mientras me despedía con una sonrisa incómoda.

Soko hizo otra reverencia y se marchó hacia el lado opuesto del jardín.

Mientras caminaba, seguí observando cómo una niña pequeñita jugaba con unas muñecas. Dos
otras ardillas se acercaron a ella. Vi como sonreía y le daba su muñeca de madera a la ardilla más
pequeña. Ha juzgar por su atuendo, debía ser una toróbbe. Los toróbbes solían llevar una línea
amarilla pintada por todo el largo de su nariz hasta el nivel de las cejas.
En el último minuto decidí ir directamente a los baños termales. Ya casi era la hora de almorzar
y ya estaba hecha polvo.
Al terminar de asearme, pasé por mi cuarto para dejar la ropa que llevaba puesta esa mañana. Me
dirigí al comedor pasando por uno de los corredores del pasillo que quedaba no muy lejos de
donde se encontraba Kouame. Pensé que a lo mejor lo vería, si pasaba por allí. Desde que
volvimos de la ciudad, Kouame parecía bastante ocupado últimamente, así que aprovechaba
momentos como esos para caminar un rato por los pasillos con él.

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Entrando en la sala, vi a Hikima, Kouame, Zalek y Jalla hablando seriamente entre murmuros. Al
verme llegar, su conversación pareció cesar abruptamente.

- ¿Cómo ha estado la clase de pociones, pequeña? Preguntó Hikima con una sonrisa que no
terminaba de convencerme.
«No parece que nadie quiera decir nada, les seguiré la corriente»

- ¡Fue increíble, me alegro de haber ido al bosque hoy! Dije de manera increíblemente
exagerada.
«Creo que eso fue demasiado...»

Todos me miraron como si mi cerebro necesitara algún que otro ajuste, pero no tardaron en reír.

-Me alegra que os sintáis tan bien, dijo Zalek con una gran y dulce sonrisa.

«Ya... ¿Que otra opción me queda si no me incluyen en sus juntas secretas?»

Poco después, Sekáni apareció seguido de Fyra, Jengo, Awa y un ¿nuevo integrante?

-Perdonad mi intrusión. Sostuve una pluma y...

-Si, la pluma os ha elegido, no es ninguna intrusión, sino más bien una invitación. Espero que
tengáis apetito, querido, dijo Hikima
Durante el almuerzo, solo se hablaba de la fiesta de esa noche. Esa tarde, se suponía que iba a
entrenar con Zalek, pero acabó cancelandolo. Estaba feliz de no tener que entrenar, pero sabía
que Zalek nunca cancelaba un entrenamiento por más cansada que yo estuviera. Algo estaba
pasando y llegaría al fondo de este asunto.
Después del almuerzo, Hikima me dijo:

-Demos un paseo juntas, pequeña.

Ya habíamos estado juntas, pero solía ser en silencio. En el momento en el que intentaba hablar
de lo que me había pasado, cambiaba de tema o me decía: "todo a su tiempo, mi pequeña."
Supuse que iba a ser otra larga caminata silenciosa.
Mientras caminábamos por el palacio, vi como el largo pasillo cambiaba de dirección. Tenía la
sensación de estar sobre una rápida cinta de correr.
Una puerta de cristal apareció ante nosotras. Hikima dijo algo inaudible y la puerta se abrió. Era
una habitación inmensa. La habitación estaba iluminada por la suave luz de las velas que se
reflejaba en las paredes. En una de las paredes se encontraba el emblema del reino, pero al
acercarme vi como los emblemas de los otros reinos se juntaban conectándolos entre si. A lo
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FULANI

largo de las paredes habían varios estantes repletos de libros. En el techo habían cinco jaulas
ovalas con barrotes de plata sostenidos por hechizos de levitación, que contenían tomos antiguos
adornados con pergaminos y letras doradas.
En el centro de la habitación había una mesa redonda con un tablero de vidrio y parecía que en el,
se hallaban estrellas celestes. Habían varias sillas de terciopelo verde esmeralda alrededor de la
mesa, las patas plateadas de las silla deslumbraban la habitación. Las mesas estaban decoradas
con néferets y hierbas que parecían sacadas del bosque en el que estuve hace poco. En un rincón
de la habitación, había un manantial claro que parecía brotar de una piedra mágica grabada con
símbolos adlam. Varias plantas de serenidad que había logrado identificar gracias a las clases de
Safi, crecían alrededor de la fuente, emitiendo aromas relajantes. En la esquina de la habitación se
encontraba una caja de madera grabada en adlam antiguo que emitía una fuerte luz brillante.
Dentro de la caja se encontraba el collar que había comprado en Nueva York, pero éste era algo
diferente. La cuenca y la pluma que había visto en mi mundo no se encontraban en el interior de
la esfera de cristal. En la pared opuesta había una corona , junto a una tiara suspendida en el aire.
La tiara orbitaba al rededor de la corona como si fuese un planeta. Estaba incrustada con joyas de
varios tamaños y colores. Parecian cobrar vida. La habitación también contenía toda clase de
artilugios, como un palo al rojo vivo arrancado de un árbol antiguo, un reloj de arena que
registraba el tiempo en un mundo perdido y un frasco de vidrio lleno de polvo de hibisco con
varias propiedades medicinales. En una esquina de la habitación vi un espejo medio tapado, en
forma cilíndrica, me acerqué aún más a el.

-Ese espejo parece haber atraído vuestra atención, dijo Hikima acercándose a mí.

- No necesariamente el espejo. Me he dado cuenta de que los espejos del reino suelen estar
tapados. ¿Hay alguna razón o es simple casualidad?

- La hay. Antiguamente, los espejos se usaban como portales para viajar a diferentes
dimensiones o a lugares- respondio Hikima mientras tapaba por completo el espejo- Durante
la gran perdida, el reino fue atacado por Duggal y sus secuaces. Usando magia negra, consiguió
abrir miles de portales gracias a los espejos y así entrar en el reino. Mientras los espejos no estén
frente a una cama o completamente destapado, ninguna puerta puede ser conjurada. Los néferets
también actúan como un campo de protección del reino.

«Eso explica muchas cosas...»

-Él era hermano del rey alado, ya lo tenía todo ¿por qué haría algo así? -Dije sin entender su
propósito.

- Me temo que los que rondan el poder durante mucho tiempo empiezan a pensar que son
legítimos a el. Suelen creer con convicción que deberían ser ellos los que lo controlen. Para

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cuando se dan cuenta de su avaricia, ya han sido remplazados y sepultados a tres metros bajo
tierra.

- Llevo dándole vueltas a esto y aún no consigo enter ¿Por qué estoy aquí? - Pregunté,
sabiendo que era algo que deseaba comprender desde hace siglos.

-Deseasteis otra vida-Respondió Hikima sin titubear.

-¿Y que pasó con... Jelia? ¿Dónde está ella?

-Se marchitó-dijo con un pesado lamento-poco después del altercado de Jelia, deseasteis no
formar parte de vuestro mundo. Por alguna razón que no logro entender, ese mismo collar que
veis ahí, os concedió el deseo.

-¿Cómo pudo siquiera escucharme?-dije incrédula.

- Descendeis del linaje de fulanis. La magia es un simple cuento de hadas en vuestro mundo,
pero es real y está muy presente en donde nos encontramos. El collar os eligió, establecisteis un
vínculo con el. Yo solo fui una simple mensajera.

-Podríais haberos negado. Jelia era vuestra nieta después de todo.

- Me apena decir que ya no había nada que hacer por ella. A pesar de que que ya no está,
mantenéis su vivo retrato, y es algo que agradezco. Aunque tenéis razón, podría haberme negado.
Sin embargo, si esa joya decidió concederos otra oportunidad, ¿quién soy yo para oponerme al
destino?

- ¿Tenía que ser a través de un accidente? No intento criticar la forma el la que acabé aquí,
pero... Diría que hay formas menos dolorosas ¿Sabe? Dije mientras curioseaba por la habitación.

-El universo tiene su propia forma de mostrarse ante nosotros, dijo mientras se sentaba en una
de las sillas.

-¿Kouame lo sabe?

Con una leve sonrisa, Hikima me miró y me dijo:

- El es digno de confianza, pero no todo necesita ser dicho, pequeña. Deberíais aprovechar
vuestro tiempo en éste mundo y disfrutar de lo que os rodea. He podido ver cómo os aprecian y
sé que la joya hizo bien en traeros aquí. Hacia tiempo que no se reía tanto en palacio - dijo
mientras cogía un libro de hechizos donde había un dibujo que se parecía al collar que no se
encontraba muy lejos de donde estaba-. Me alegra haber conversado con vos, pequeña.

«Espera, ¿me estába hechando? ¿Por qué parecía que se estaba despidiendo?»

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-Todavía tengo muchas preguntas que hacer... Dije cruzandome de brazos.

- No pongo en duda vuestra palabra, más es tarde y debemos prepararnos para la primera
celebración de esta noche.

-Pero...

-Os veré en la fiesta, dijo firmemente.

Con un simple chasquido de dedos de Hikima, me encontré frente a la puerta de mi cuarto.

-La verdad es que podría haber caminado... Dije a regañadientes pensando en voz alta.

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Pluma selecta.

Los preparativos ya habían fructificado. El reino estaba a punto de recoltar los frutos de una
ardua tarea que les había llevado todo un solsticio. Nuestra pequeña se encontraba aún en su
cuarto decidiendo que vestido ponerse. Los mábbube, también conocidos como los tejedores del
reino, habían confeccionado para Jeinna vestidos que ella se pondría durante las celebraciones.
Jeinna estaba frente a un gran dilema. Tenía dos vestidos que se encontraban perfectamente
esparcidos por su cama. El primer vestido era de un rojo intenso de mangas largas. El vestido
trapecio, al igual que el otro, eran tan largos que no permitirían ver los zapatos que Jeinna
decidiría llevar.
El segundo era un vestido de gasa que dejaba al descubierto los hombros. Era de un color azul
turquesa vibrante. Habían tres conchas de cauris blancas que formaban una línea. Parecían imitar
los botones de un cárdigan.
Un golpe en la puerta la sacó de su trance.

- Tock,tock. Espero no estar interrumpiendo, majestad, dijo Safi mientras asomaba la cabeza,
seguida de Fyra.

- Para nada. Me alegra veros. Justo acababa de elegir que ponerme esta noche. Respondió
Jeinna mientras les daba una cálida sonrisa.
Jeinna les había preguntado si les gustaría prepararse juntas para la fiesta de esa noche, a lo que
ellas accedieron con buena voluntad. Durante sus estudios, Jeinna nunca había tenido la
oportunidad de ir a los bailes de fin de año, porque solía trabajar hasta tarde para poder pagar sus
estudios y el lugar en el que habitaba. El poder asistir a esa clase de eventos, le pareció recuperar
de algún modo esas experiencias que no tuvo la oportunidad de vivir. Por desgracia, Awa
rechazó la propuesta diciendo que tenía otras cosas que hacer. Jalla acompañaba a Hikima, así
que solo quedaban ellas tres.
Safi había confeccionado una pequeña tiara de flores de néferets para Fyra, ya que ella no iba a
llevar vestido. Safi optó por un vestido violeta oscuro largo de mangas cortas con una especie de
tutu. Su vestimenta había terminado de ser adornado con un velo que cubría parte de su cabello.
Jeinna, dejó su larga melena afro al descubierto. solo hizo dos trenzas agarrando unos pocos
mechones de su pelo de cada lado de su cabeza y las unió formando una única trenza. Gracias a
las dos pequeñas trenzas, ella también parecía llevar una pequeña corona.
Mientras reían y hablaban de trivialidades, empezaron a escuchar música.

-La fiesta ya ha comenzado, dijo Fyra con emoción.

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Tres cuartos de hora más tarde, nuestras intrépidas doncellas ya estaban listas.

-Que empiece la fiesta, dijo Jeinna con una gran sonrisa mirando a Safi y a Fyra.

A medida que se acercaban a la sala, podían empezar a escuchar las voces de la multitud. Los
aulubes ya habían empezado a cantar. La maravillosa música resonaba por el palacio con una
dulce y alegre melodía.
Al Jeinna acercarse a la puerta, vio a Kouame esperando con una flor de néferets en su mano.
Rápidamente se dio la vuelta y le dijo en un susurro a Safi:

-¡Rápido , cubrid a Fyra! Yo iré a introducirla a su pareja.

Con un asentimiento, Safi hizo que flores rojas aparecieran de la nada cubriendo por completo el
cuerpo de Fyra.
Jeinna se apresuró para llegar hasta Kouame.

-Hmm, no será esa flor para mí ¿verdad? Preguntó Jeinna a Kouame bromeando.

-¿Preferís que os mienta o que os diga la verdad? Dijo Kouame en tono de burla.

- ¡Hhh! Si tuviese corazón, me sentiría bastante herida ¿ Lo sabes, verdad? Respondió Jeinna
llevandose una mano al corazón en señal de dolor.

- Perdonad mi indecencia pues. Estoy nervioso. Quería pedirle a Fyra presentarse al baile
conmigo, pero no tuve las agallas suficientes.
Con un suave toque de hombros Jeinna miró a Kouame y le dijo:

-Lo sé, por eso estoy aquí- siguió diciendo Jeinna- Seguidme, tengo una sorpresa.

Después de caminar unos minutos llegaron a uno de los corredores menos transitados de palacio.
Todo estába oscuro hasta que llegaron a un rincón donde había colocado mi arpa.

-¿A dónde me lleváis?

-Confiad en mí, dijo Jeinna bromeando con una sonrisa.

-Eso es lo que me temo, dijo Kouame.

Al Jeinna decir "Fúddo", el arpa empezó a desprender música de el. Jeinna dio dos palmadas y
docenas de velas aparecieron revelando una mesa redonda en el centro del corredor con comida
en ella y dos sillas.

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-Vaya, habéis mejorado bastante, dijo Kouame sorprendido por la demostración de los poderes
de Jeinna.

Jeinna agarró a Kouame de los hombros y le sentó en una de las sillas.

-¡Safi, es tu turno! Grito Jeinna.

-De repente, destellos de luz verdes se alzaron de entre las sombras haciendo que una bola de
flores rojas gigante levitara y revelará a Fyra de entre ellas.

-Wooaw, dijo Kouame sin aliento aliento.

Safi colocó a Fyra lentamente sobre su respectiva silla. Mientras Fyra se sonrojaba, Kouame no
podía quitar la vista de ella.

-¡Por el Sahel, estáis radiante! Alcanzó a decir Kouame.

-Os lo agradezco, respondió Fyra con timidez.

Jeinna se acercó a ellos con una jarra llena de una fresca bebida de flor de hibisco.

-Si me permitís, os recomiendo tomaros una bebida que saciará vuestro fino paladar. Invita el
palacio, dijo Jeinna imitando a un camarero de un hotel de cinco estrellas mientras servía a la
nueva unión.

-Estoy en deuda, dijo Kouame enternecido.

-Lo sé. Os lo cobraré en algún momento, dijo Jeinna guiñándole un ojo.

-No lo dudo, respondió Kouame riendo.

- Si nos disculpais debemos retirarnos, dijo Safi mientras le daba un empujón de hombros a
Jeinna.

- Oh... si claro. Y si por alguna razón llegarais a necesitar algo más... No nos llameis, les
informó Jeinna mientras hacía una juguetona reverencia y se alejaba junto a Safi.
Safi y Jeinna chocaron sus manos en señal de triunfo y se dirigieron hacia la fiesta. Al llegar, se
asomaron desde lo alto del primer piso para ver quiénes estában allí.
Jeinna ya era capaz de reconocer varias caras, ya que las había visto a menudo por el reino. Jalla,
Awa y Jengo también estában allí. Durante unos segundos pareció que Awa había cruzado su
mirada. Todos bailaban y bebían alegres. Jeinna se dió cuenta de que Zalek estaba frente a ellos,
observando a Safi. Una idea parpadeó en su mente.

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«¿Qué daño podría hacer una segunda pareja en el reino?»

Se preguntó Jeinna, mientras hacía señas a Zalek para que se acercara.

-Si me permitís, he de decir que estáis bellísimas, dijo Zalek mientras solo miraba a Safi.

-Ya... gracias -dijo Jeinna rodando los ojos -¿Zalek, te he comentado que Safi es una gran
bailarina?

-¿Es cierto eso?-Dijo él mirandola-yo soy un pésimo bailarín-explicó mientras se rascaba


la parte trasera de su melena con un aire avergonzado.

- La verdad es que me divierte el baile, aunque no me atrevería a afirmar tal cosa, dijo Safi
modestamente.

-¡Bueno, pues que no se hable más! Bailad juntos, así el podría aprender a utilizar algo más que las
armas -dijo Jeinna mientras les juntaba y les empujaba hacia las escaleras- os veré después.

Jeinna vio como bajaban por las escaleras abriéndose paso entre los invitados hasta llegar a la
pista de baile. Les observó durante un rato y atisbos de alegría parecían desprenderse mientras
bailaban.
Con un gran suspiro Jeinna dijo:

-Supongo que cupido solo empareja, dijo mientras añoraba el sentirse deseada de tal manera.

Siguió observando la fiesta hasta que sus ojos se posaron en un grupo de alados que no parecían
divertirse tanto. Uno de ellos llamó su atención. El hombre joven alado tenia el cabello castaño
oscuro, corto y lacio, que acentúaba su rostro anguloso y enérgico. Sus grandes ojos marrones
brillaban con curiosidad y sus cejas estaban ligeramente levantadas. Parecía que buscaba a
alguien. Tenía una mandíbula cuadrada y labios fuertes, lo que le daba una expresión determinada
y confiada. Su cuerpo era alto y delgado, pero con una musculatura bien definida, visible en sus
brazos y pecho. Jeinna se percató de que la observaban. Era Soko, observándola desde lejos y
parecía disponerse a acercarse a ella. Jeinna tomó ese momento de duda de su parte, para bajar a
la sala de baile haciendo como si no lo hubiese visto. Por alguna razón, sentía una presencia
extraña cuando Soko andaba cerca.
Jeinna fue directamente hacia el alado que había visto desde el primer piso. En un movimiento
furtivo , sin que ojos indiscretos se percataran , Jelia agarró del brazo al joven diciéndole:

-Me ofrece este baile caballero.

-No deberían verla bailar conmigo, ¿No cree?-dijo el joven alado.

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-Está a tiempo de rechazarme, si así lo desea, le dijo Jeinna mientras lo miraba sin apartar la
vista de sus ojos.

- Y ser sentenciado a la orca por humillación? Dijo él moviendo su cabeza de lado a lado,
dejando entrever una sonrisa amistosa.

- Dudo que eso llegara a pasar, ¿pero, no es eso lo que haría una chica mala? Dijo
regocijandose, mientras le miraba intensamente.

-¿Una...chica mala? -Acercándose a la oreja de Jeinna, susurro: Mi corazón no late por una
doncella rebelde.

Ella sonrió descaradamente mientras sus ojos almendras se encogian y dijo con atrevimiento:

-En ese caso, haré que se pare.

Esa noche una ráfaga de electricidad ardiente recorrió el cuerpo del joven apuesto. Pocas
palabras faltaron para que Jeinna sembrara una semilla en la mente del joven.
Desconcertado por sus actos y su forma de hablar, el joven cedió. Ella no parecía tener
conciencia de con quién estaba bailando. Observándola al ritmo de la música, poco a poco se vio
embrujado por sus ojos cafés oscuros, que à la luz, brillaban como las más exquisitas piedras
preciosas. Su piel morena parecia tan suave como la ceda. Durante unos momentos, el joven
alado olvidó el mundo que le rodeaba y solo podía verla a ella. Su bello vestido azul, no hacía
más que realzar lo hermosa que era.
«Que dama tan inusual»

Pensó él.

Desprendía tanta gracia mientras bailaba. Verla carcajear, era como ver una puesta de sol en
pleno verano. Un oyuelo se dejó entrever entre sonrisas y carcajadas.
La música llegó a su fin y ambos percibieron una energía magnética entre ellos que no podían
describir.

-Ya es suficiente, dijo una voz tozca que Jelia podía reconocer en cualquier lugar.

«Ugggh, Soko otra vez. ¿Éste hombre no tiene nada mejor que hacer, que perseguirme por todo
este palacio?»
Pensó irritada.

Mientras ignoraba a Soko y se despedia del joven, pronunció las palabras que le dejarían en vélo
esa noche:

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-Nos vemos, dijo ella.

Con un último guiño travieso, salió corriendo de la sala, tropezándose con un hombre. Su silueta
no tardó en desaparecer.
Aún más desconcertado que antes, repitió esta vez en voz alta

- Que dama tan inusual.

Soko se acercó con rapidez al joven y con desprecio le dijo:

-Mantente alejado de ella o lo lamentaras.

-¿Por qué tanta hostilidad? solo era un baile, viejo amigo- respondió sin siguiera levantar la
vista del lugar vacío por el que la doncella había salido corriendo - ¿Decidme, quién es esa
doncella?

-¿Doncella?- lo miró confundido-ella es la heredera al trono. ¿Ni siquiera os habéis tomado


la molestia de precentaros?

Ciñendo una ceja, el joven levantó una mano que llevaba un anillo con un emblema en forma de
ala y en signo de paz soltó:

-Todo pasó tan rápido que no tuve tiempo de hacerlo.

-No se podía esperar más de alguien de tu clase. Tu presencia es un insulto para este reino, le
dijo con odio.

Soko dio media vuelta antes de irse y con una mirada de desprecio le dijo:

-Ah, tu y yo no somos amigos, Caleb.

Sin más, sus pasos se alejaron en la dirección opuesta dejando de hacerse eco.

Durante unos segundos, mostró una cara dolida y se recompuso rápidamente.

-Supongo que ya no, dijo después de oír las duras palabras de Soko.

La música siguió su curso. los invitados presenciando un tal acontecimiento, murmuraban: "la
princesa ha bailado con un alado", "nosotros podríamos también".
Hikima apareció entonces inaugurando las fiestas.

El simple hecho de que Jeinna bailara con un alado, fue suficiente para cambiar el curso de la
noche. Hombres de otros reinos se acercaron a las aladas para incluirlas en el baile. Hikima
sonrió al ver que todos empezaron a unirse. Los jóvenes alados no tardaron en hacer lo mismo.

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- Algo me dice que ella tuvo que ver con esto - dijo Hikima, sentada en el trono observando
orgullosa una unificación que no se presenciaba desde hace décadas.

Sekáni se sentó junto a Caleb con un plato de comida y un vaso lleno de Bissap.

-¡Debéis probar esto! -dijo mientras bebía un trago - por cierto, no sabía que conocierais a
Jel... a su majestad.

-La había visto antes, pero ignoraba de quien se trataba.

-Ooh, he de suponer que la habéis visto por palacio.

-Os equivocais. Fue recientemente, en la ciudad. Cuando unos jovenes os perseguían.

De repente, Sekáni miró a Caleb con recelo dejando su copa sobre la mesa y le dijo:

-¿Y solo observasteis como me acorralaban como a una simple gallina en un corral?

-Para seros honesto, ganas no me faltaron. Después de todo os dije que debíais permanecer a mi
lado, pero quisisteis "explorar", como siempre-explicó con un suspiro-Además, de no ser por
mí, todavía estaríais corriendo.

-¿A que os referís?

-Digamos que, una ráfaga de viento inesperada bloqueó el paso de esos niños traviesos.

- Supongo que ese gesto merece mi perdón, dijo Sekáni bromeando a la vez que agarraba la
copa nuevamente.

- ¿Vuestro perdón? - dijo Caleb mientras levantaba una ceja - debería de haberos dejado a
vuestra merced-bromeó él mientras acariciaba su pelo.

- Ya querríais desaseros de mí - le dijo con una gran sonrisa - Aunque no me arrepiento.


Gracias a eso, he hecho nuevas amistades en este reino.

-¿Es esa la razón por la que ya no nos honrais con vuestra presencia durante el almuerzo? -
Preguntó Caleb con curiosidad.

-Podría ser- dijo él con un aire misterioso- he de irme, el sueño ancía mi llegada.

Con un movimiento de manos, Sekáni se despidió de Caleb. Caleb le observó mientras se iba.

«Ha utilizado el mismo gesto que la dama de antes»

Pensó Caleb.

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FULANI

- Creo que ya conozco a alguno de sus nuevos amigos, dijo mientras veía como tres aladas
saludaban a Sekáni al marcharse.
Ellas se acercaron hacia Caleb y se sentaron con él. La primera alada era una bella mujer con una
suave cascada de rizos que se reposaba sobre sus hombros. Su rostro era como la más exquisita
de las obras de arte jamás vistas, con pinceladas de tonos oscuros y claros que creaban patrones
cautivadores. Pero lo que más deleitaba de su vitiligo, era el contraste en su piel, con partes de su
rostro y cuerpo marcadas por manchas blancas y prominentes. Estas huellas le daban un aire
distinguido y único. La segunda, era una mujer pelirroja. Su pelo era largo y ondulado. Parecía
sacada de un cuento de hadas. Su piel era como la nieve recién caída, contrastada pos sus
cachetes rosados y sus ojos azules como el océano. La tercera, era una mujer albina. Su pelo era
plateado, casi tan traslucida como su piel. El color del caramelo parecía haber sido injectado en
sus ojos. Su belleza no había pasado inapercibida ya que varios ojos las miraban con adoración.
Los vestidos que llevaban puestos, eran similares con encajes que acentuaban su figura.

-¿Disfrutáis de la fiesta? Preguntó la mujer pelirroja a Caleb.

- Mucho, Lyriel - Respondió Caleb con una pequeña sonrisa - Vaya, no pensaba veros esta
noche Althaia. Espero que os encontréis mejor.

- Para seros honesta, yo tampoco. El sol de éste reino es más fuerte de lo que estoy
acostumbrada, pero el buen ambiente que reina por estos lares es de apreciar, majestad-dijo la
mujer con el pelo plateado -He de agradecérselo a Naila aquí presente. Sus remedios son más
que revolucionarios.

-No es para alardear, majestad. Es una simple pomada protectora.

-Me alegra teneros entre nosotros-dijo Caleb levantándose-ahora, sí me disculpais señoritas,


he de retirarme. Disfrutad de la fiesta.

Las tres se levantaron inclinando la cabeza diciendo al unisono con una reverencia:

-Majestad.

Caleb empezó a recorrer los pasillos para volver al cuarto que le habían asignado, cuando de
repente, una pluma apareció frente a él. Después de un largo silencio, él le dijo a la pluma:

-Acepto.

Apareció en la última silla libre que quedaba en el comedor, volviéndose el último miembro de
la mesa. Jeinna estaba comiendo empanadas de atún que habían quedado del almuerzo y unos
beñes de azúcar que había cogido de la fiesta. Al darse cuenta de que Caleb la miraba dió un
grito.

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FULANI

-¡No os asustéis! siento importunar vuestra cena. No fue mi intención, dijo rápidamente Caleb
levantándose de la silla mientras gesticulaba con las manos.

- ¡Quien debería pedir perdón, es esa pluma! -dijo llevándose una mano al corazón - pensé
que ya me habría acostumbrado a esto, pero no esperaba a nadie esta noche. Bienvenido,
supongo.

-¿Por qué estáis aquí comiendo sola?-preguntó él.

-Digamos que el cupido que habita en mí me ha traicionado, respondió Jeinna llevándose un


trozo de empanada a la boca.

-¿Cupido? ¿Alguna vez os han dicho que vuestro lenguaje es un tanto extraño? Preguntó Caleb
mirándola fijamente.

Jeinna simplemente se hecho a reír diciendo:

-Muy a menudo. Acércate... Digo, acercaos y acompañadme durante la cena si aún no habéis
comido.
Perplejo, Caleb simplemente obedeció. Se sentó en el lugar que solía ocupar Zalek.

Jeinna pronunció un conjuro que hizo aparecer un pequeño balde de agua. Caleb metió sus
manos y una pequeña cascada rocío sus manos.
Mientras Jeinna se disponía a probar otro bocado, Caleb preguntó:

-Decidme, ¿Cuál es vuestro nombre?

- Me llaman Jelia por aquí. Os saludaría con la mano, pero están algo ocupadas - dijo
señalando sus manos con su barbilla-¿ Cuál es el vuestro?

-Caleb, es un placer. Deduzco que Sekáni suele venir por aquí ¿Verdad?

- Hombre astuto. Es un rayo de sol. Siendo el más joven de entre nosotros lo consentimos
mucho, dijo Jeinna mientras sonreía pensándo en Sekáni.
Jeinna y Caleb pasaron la cena hablando sobre sus respectivos reinos y de las similitudes y
diferencias de sus costumbres. La química parecía ser palpable entre ellos. ¿Quién sabe? A lo
mejor Cupido había vuelto a hacer de las suyas.

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FULANI

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FULANI

Revelación.

Hikima había decidido que durante los primeros días de fiesta en el palacio, no habrían
entrenamientos. Así que como hacía buen tiempo, junto a Zalek, Safi, Kouame y Fyra, nos
fuimos de paseo esa mañana.
Zalek había elegido un camino algo rocoso. Algo me decía que esto seguía siendo un
entrenamiento para él.
Mientras miraba el intrépido largo camino de obstáculos, entrecerré mis ojos al verle pasar
delante de mí.
«¡Está simulando un entrenamiento de resistencia, por eso quería que me pusiera las botas que
me regaló!»
Mi ingenuo ser pensó que era simplemente para que "me sintiera más cómodo caminando".

«Eres muy bueno Zalek, muy bueno»

A medida que avanzamos por el sendero, las piedras se hacían más grandes y más difíciles de
escalar. Vi como Kouame ayudaba a Fyra a subir por una de las rocas, mientras que Zalek
agarraba a Safi de las caderas para bajarla. Cuando llegó mi turno, Zalek dijo:

-Tened cuidado al bajar.

Se dió la vuelta y fue trotando hacia Safi.

- Esto podría ser considerado como una violación de mis derechos humanos, dije mientras le
daba una patada a una piedra.
La piedra era más dura de lo que anticipé. Actué como si nada hubiese pasado, pero quería gritar
de dolor.
Después de pasar por las rocas, un pequeño arroyo no muy profundo se encontraba frente a
nosotros. Para poder cruzarlo, había que balancearse sobre unas altas tablas de maderas que
estában conectadas a unas cuerdas. Requería concentración y equilibrio. Al ser la última en pasar,
pude estudiar la forma en la que cada uno se movía. Cuando llegó mi turno, decidí que por muy
poco profundo que pareciera ser el arroyo, debía ser precavida. Las tablas de madera eran firmes,
así que las usé para ser impulsada con ayuda de las cuerdas. Casi había llegado a la última,
cuando vi como se desplazó de lugar. Eso hizo que tambalease, haciendo que cayera. Por fortuna,
todavía agarraba con fuerza la larga cuerda. Acabé usándola para balancearme.
Supuse que Zalek lo había movido para añadir algo de dificultad.

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FULANI

Cuando me reuní con ellos dije mientras me sacaba el polvo:

-Uuff, eso estuvo cerca.

Estuve a punto de reencontrarme con el creador, pero mi ego no iba a ceder en esa situación. Así
que preferí actuar como si hiciera eso todos los días antes de desayunar y sonreí. Llegamos a un
pequeño pasto verde donde se podían ver a varias cabras pastando. Decidimos descansar allí.
El sol brillaba fuertemente y el olor de la hierba fresca revoloteaba suavemente a nuestro
alrededor. Mientras bebía un trago de agua, Zalek y Kouame parecieron haber tenido la misma
idea. Sacaron un abanico en forma de bandera, que por supuesto, utilizaron dándole una brisa
fresca fabricada para las damas de palacio.

-Genial, a mí que me parta un rayo, dije mientras les observaba apoyada sobre un árbol.

Amaba el hecho de ver que tanta ternura se esparcía por el reino, pero si seguía presenciando
tantas muestras de afección, vomitaría sin piedad alguna.

-Perdonad mi interrupción, pero he de retirarme. He de volver a palacio, dije con una voz suave.

-Pero si apenas hemos empezado.

«LLevabamos más de tres horas caminando. Supongo que la définition de "acabamos de


empezar" tenía un significado diferente en este reino»

-Ya... Yo me voy. Pero no os preocupéis. Seguid a lo vuestro. Veo que os las apañais bastante
bien sin mí.

Con un saludo, me desvanecí. Intenté llegar hasta el jardín de los néferets, pero acabé
apareciendo en el sendero de baobab. Éstos días, me era difícil télétransportarme, por alguna
razón, no me pareció ser la única. Muchos otros en el reino decían lo mismo.

-Bueno, al menos no he caído en ningún lago, dije mientras felicitaba mi media proeza.

Me puse a caminar hacia el pequeño lago que se encontraba tras el palacio. El viento era mucho
más fresco y agradable aquí. Limpié mi cara al llegar con algo de agua fresca y subí a lo alto de
un árbol. Las vistas eran preciosas. Sin darme cuenta, me quedé dormida. El dulce sonido de lo
que parecía ser una flauta travesera me despertó. Agudicé mi oído para ver de dónde procedía.
Ahí estaba él, sentado en lo alto de una de las cuatro rocas, tocando una de las más dulces
melodías que jamás había escuchado. Una flor cayó sobre mi nariz, haciéndome estornudar.
Caleb paró de tocar abruptamente. A pesar de la distancia que había entre nosotros, sentí su
mirada fija en mí. De pronto, desplegó sus alas. Pensé que estaba a punto de marcharse.

«¿Está... viniendo en mi dirección?»

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FULANI

-¿Me espiais?-preguntó sonriendo.

Con una mueca le respondí:

-¿En vuestro reino no os enseñan a saludar primero? -espeté -para que lo sepáis, yo llegué
antes.

-Me apena escucharos decir tal cosa, dijo dibujando una sonrisa aún más grande.
«Ya...»

Me levanté y procedí a bajar del árbol, pero la robusta rama que sujetaba se rompió haciendo que
cayera. Con un movimiento bastante ágil, Caleb logró parar mi caída agarrándome entre sus
brazos. Mientras él descendía, nuestros ojos se encontraron nuevamente. Podía escuchar el fuerte
latido de su corazón y su profunda respiración. Para cuando me dí cuenta de que sus pies tocaban
él suelo, el dijo bromeando:

-Tendré que haceros pagar un tributo si pensáis permanecer así durante mucho más tiempo.

- ¿Huh? Oh, sí perdonadme - dije soltandome mientras evitaba su mirada - graci... Os lo


agradezco.

-¿Soléis frecuentar este lugar? Preguntó Caleb.

-No tanto como me gustaría, respondí mientras un sollozo salió de mi vientre.

Caleb intentó esconder su risa.

-¿Os gustaría que os llevara de vuelta a palacio?

Estaba tan avergonzada que no pude decir nada.

«Solo es una tripa ruidosa, Jeinna. ¡Deja de sentirte avergonzada!

-Acepto, dije sin pensar.

Caleb me observó en silencio sorprendido. Parecía que no era la respuesta que él pensaba
escuchar.

-Será un honor, dijo acercándose tomándome nuevamente entre sus brazos.

Al estar tan cerca, escuché sus alas desplegarse. En un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos
en el cielo. El vuelo era tan sereno que el viento acaricio suavemente mi rostro. Sentí la
sensación de libertad y ligereza que golpeaba mi corazón.

-¿Os importaría si diésemos un paseo antes de volver a palacio? Pregunté mirándole ilusionada.

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-Agarraos.

Después de pronunciar esas cuatro sílabas, Caleb empezó a volar más alto y más rápido.
Inconscientemente, mis brazos arroparon su cuello. Su respiración pareció hacerse más pesado.

-Perdonadme, dije rápidamente.

Supuse que a lo mejor le había apretado el cuello demasiado fuerte, así que empecé a soltarme.

-No-dijo mirandome- podéis mantener vuestros brazos en esa misma posición, si lo deseas.

Una energía se manifestó entre nosotros. Era tan intenso que el aire pareció congelarse. En ese
momento, todo pareció desaparecer, como si solo quedaramos nosotros dos en el universo.
Esa mirada era profunda y penetrante, llena de llamas furiosas, como si quisiera quemar todo lo
que nos separaba. Sus ojos brillaban con fuerte deseo y pasión, deseando revelar una conexión
inexplicable más allá del tiempo y del espacio.
Ninguno de los dos podía apartar la mirada, como si nuestras almas estuvieran atrapadas en ese
momento eterno. Se hizo el silencio, el universo parecía conspirar en nuestro favor. Nuestras
miradas se sincronizaron durante unos segundos, pero se sintió como la más exquisita de las
eternidades placenteras.
El reino se desplegó ante mis ojos con un interminable tapíz verde y dorado. Estaba asombrada
de ver tanta maravilla. Caleb me llevó a través de valles y montañas, voló sobre ríos y cascadas,
pasando por bosques y prados, hasta que identificamos a caras un tanto conocidas.
Él se detuvo en el aire levemente mientras yo gritaba saludando con la mano derecha:

-¡Os veré en palacio!

Los demás parecieron quedarse boquiabiertos, mientras nos alejábamos. Poco después, nos
encontramos en palacio. Varios invitados presenciaron nuestra llegada. Justo entonces, vimos
como Sekáni subía alegremente las escaleras. Al vernos, se acercó a nosotros. Sus ojos
revolotearon curiosos.

-Woah, estáis haciendo historia-dijo Sekáni emocionado-¡¿Un alado y una Fulani unidos?!
Me honra presenciar un tal acontecimiento.

«¿Haciendo historia? ¿De qué está hablando?»

Aclarándose la garganta, Caleb le dijo a Sekáni:

-Dejad de decir sandeces. El hambre os está jugando malas pasadas.

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FULANI

-Pero... Intentó decir Sekáni.

Caleb tapó la boca de Sekáni mientras le conducía al interior de palacio antes de que él pudiera
decir nada más. Mi mente empezó a procesar la información. No entendí que había hecho decir
algo así a Sekáni.

Nos cruzamos con Hikima, mientras nos dirigiamos al comedor. Nos miró como si nos hubiese
estado esperando. Atisbé una reconfortante sonrisa que se dibujó en su rostro.
Nuestra charla sobre los quehaceres proseguía mientras nos sentabamos en nuestros sitios
respectivos. Soko apareció sentado justo en frente de Caleb. Los ojos de Soko se oscurecieron al
decir:

-¿Qué hacéis aquí?

Hikima intervino respondiendo por Caleb.

-Su presencia es tan legítimo como la vuestra. Si mal no recuerdo, aceptásteis la pluma igual
que él.

-Dos alados presentes en esta mesa es una blasfemia, majestad.

-No seáis atrevido. Os recuerdo que solíamos tener un solo reino, además, en el suyo nosotros
también tenemos un asiento que nos fue otorgado en su día.

-¿Y de quién fue la culpa? Sabéis tan bien como yo que fue culpa de ellos que la gran perdida
ocurriera.

- Ya es suficiente, Soko. El error de un alado no debería sentenciarlos a todos. Retiraos de


inmediato.
Soko miró con odio a Caleb, que observaba sin decir nada. Sin siquiera despedirse, desapareció.

- Perdonad su insolencia, esto no volverá a pasar. Sabéis que los alados siempre serán
bienvenidos a este reino. Disfrutad de la comida, dijo Hikima saliendo del gran comedor.
Poco después, los demás llegaron relatándonos los empalagosos y cursis momentos que vivieron
durante su larga caminata. Sus cabezas estaban tan llenas de amor que no se percataron del
extraño ambiente que se había instalado. Observé a Caleb, parecía triste y no había probado
bocado. Sekáni tampoco pareció querer comer. Antes de que terminaramos de almorzar, Sekáni y
Caleb se disculparon y salieron juntos.
Suspiré intentando enter que demonios había pasado y el por qué de tanta ira.

«Me pregunto que relación tendrían en el pasado para que Soko actué de esta manera».

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FULANI

-Jelia, ¿no venis?-Me pregunto Kouame.

-No, id vosotros-Respondí sonriendo.

-Si cambiáis de parecer, estaremos no muy lejos del jardin de néferets.

Una vez que asentí, Kouame se dio la vuelta acercándose a Fyra. Zalek replicó los mismos
movimientos mientras miraba a Safi. Observé como sus sombras desaparecían ante mí.
«Supongo que aun existen personas que si están hechas para el amor»

Sonreí mientras me dirigía hacia la cocina real. Las cocineras del reino ya se habían ido a
descansar, así que me dirigí hacia las alacenas para ver que podía llevarme. Cerca del horno de
piedra había una cesta de paja vacía.

-Esto servira, dije mientras lo agarraba con satisfacción.

Seguí merodeando por la cocina hasta ver una fruta ovalada, la piel era de color marron. Su sabor
era bastante dulce, podría incluso decirse que se parecía a la vainilla. solo cogí dos zapotes de la
pequeña montaña que se encontraban allí. Aproveché para tomar un puñado de datiles silvestres,
unas empanadas de atún y algo de pan de millo. Sin darme cuenta la cesta estaba a rebosar.
«Como voy a coger el fólere con todo esto?»

-¡Magia! Dije con un chasquido de dedos.

Cerré los ojos durante unos segundos. Empecé a sentir como la energía emanaba de mi y lo vi.
Vi como la jarra llena de flor de hibisco junto a tres copas me seguían mientras caminaba. Para
cuando los abri, la jarra estaba frente a mi junto a los tres vasos de plata. Di un paso a la derecha
y las jarras se movieron, di otro paso ha la izquierda y la jarra junto a los vasos volvió a su
posición inicial.

-¡Soy un genio! Ahora seguidme, nos esperan, dije hablándole a los objetos inanimados.

Mientras caminaba por palacio con mi pequeña, pero algo pesada cesta, me encontré nuevamente
con varios miembros de diferentes reinos. Mientras nos saludábamos no paraban de mirarme.
«¿Por qué...? ¡Ha! Casi se me había olvidado que tengo a una jarra y tres vasos haciendo de
guardaespaldas. No me extraña que llame la atención»
Para cuando giré la esquina adentrándome por el claro sendero de baobabs, ya no se veía un alma.
Agraciadamente, era uno de los recónditos menos transitados del reino. ¿Quién hubiera
imaginado que el lugar al que menos se le prestaba atención, podía ser el mas bello de todos?
Seguí avanzando por la pequeña colina en la que se encontraba las cuatro piedras.

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FULANI

«Sabía que estarían aquí»

Conversaban de espaldas a mí.

-Sería capaz de comerme un buey en este instante, dijo Sekáni suspirando.

- Deberíais haberlo hecho cuando aún teníais esa opción no creeis? Le dijo Caleb mientras le
peinaba el pelo con dulzura.

-Daría lo que fuera por comer algo ahora, gritó Sekáni mientras se tiraba de espaldas sobre la
fresca hierba verde.

- ¿Lo que fuera? En ese caso, a lo mejor podría ayudaros - respondí mientras le sorprendía
interrumpiendo su charla- ayudadme a colocar el manto.

Se acercaron a mí obedeciendo como dos robots formateados sin rechistar. Sekáni me abrazo y
luego, agarro mis manos diciéndome:

-Sois mi salvación.

«Hoy parecía ser un buen día para hacer un picnic»

Sekáni y yo tomamos asiento y miramos a Caleb, que permanecio levantado mirandonos.

-¿Esperáis una invitación real, para sentaros? Pregunté estudiando su rostro.

Sin decir nada, se sentó frente a mí. Permanecimos en ese lugar durante un largo tiempo, hasta
que Sekáni se sacio y se acostó sobre la suave manta de color lila con el emblema del reino.

-Ahora puedo vivir otra vez, dijo Sekáni mientras colocaba sus brazos tras su cabeza usándolo
como almohada mientras se acostaba.

-No seais descortés, comportaos! Le dijo Caleb, como si fuese un padre regañando a su hijo.

Ver esa escena hizo que me pusiera a reír.

-Sois mas tiernos de lo que pensé, dije mirándolos a los dos.

Los ojos de Caleb parecían que iban a despegar por lo rápido que sus ojos parpadeaban
propulsados por sus pestañas.
Empecé a recoger la jarra vacía y los tres platos, metiéndolos dentro de la cesta vacía.

- Vuelvo a palacio, me alegro que ahora estéis bien, dije mientras desordenaba el pelo de
Sekáni.

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-Os acompañaremos de vuelta... Si nos lo permitís, dijo Caleb rápidamente tragando saliva.

-OK, respondí mientras asentía y rápidamente me di la vuelta. Empecé a caminar colina a bajo.

-¿Es eso un sí?- Le oí preguntar a Caleb.

-Lo es. No sabéis nada sobre las damas, dijo Sekáni moviendo la cabeza de lado a lado.

Sekáni corrió hasta alcanzarme. Nos sonreímos. Me di la vuelta y lo vi en lo alto de la colina con
dudas esparcidas por todo su rostro.

-Pensé que querríais acompañarme, grité con una gran sonrisa.

Al escuchar eso, Caleb desplegó sus alas y en un abrir y cerrar de ojos, se colocó a mi izquierda,
agarrando la cesta que llevaba.
Paseamos de camino al palacio en silencio, disfrutando del reconfortante atardecer. Cuando
subimos por las escaleras, Caleb me pregunto:

-¿Os veré esta noche en la fiesta?

-No, pero si permanecéis atento, podríais encontrar la procedencia del sonido de un arpa. Hasta
pronto Sekáni, dije mientras me alejaba de ellos con una sonrisa.

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Travesía.

El sol ya se había puesto y decidí seguir con la confección de mi vestido. Ya había terminado de
cocer una de las mangas abiertas. Tejer se había convertido en uno de mis mayores pasatiempos.
Mei fue la que me había enseñado cómo cocer cuando aún vivíamos juntas durante nuestros años
universitarios y gracias a las técnicas adicionales que los mábbubes me habían enseñado, pude
hacer este vestido. Había pasado días creándolo. Corté, cosi y planché la tela. Unir las piezas era
la parte más reconfortante. Eso hacía que fuera fácil ignorar el paso del tiempo.
Coloqué el vestido a medio terminar sobre el sofá y seguí trabajando en la otra manga que
faltaba. El vestido era de un morado eléctrico lleno de vida y el azul era pálido. El azul reinaba
en lo alto, mientras que el color morado se contentaba con alzar la vista. Los colores se
mezclaban de tal forma que era casi imposible ver donde empezaba o donde terminaba su unión.
Parecían estar en perfecta armonía entre sí.
Cuando finalmente levanté la vista de la máquina artisanal de coser, el sol ya se había hundido en
el horizonte y por lo que escuchaba, la fiesta apenas había empezado.
Todavía quedaba trabajo por hacer antes de terminar el vestido, pero decidí parar por esa noche.
Guardé el vestido y me senté en el pequeño taburete que se encontraba frente al arpa.

Fyra era muy buena con los instrumentos musicales, así que además de ayudarme con mis
poderes, también impartía clases de arpa. Esa noche me sentí tan inspirada que dejé a mis manos
moverse por si solas. Mis dedos pasaban delicadamente por las cuerdas plateadas del arpa. Estuve
tan sumergida en la melodía que había sido creada que no me di cuenta del visitante que se
posaba sobre el balcón. No tardó en ser introducido por la melodía de su dulce flauta travesera.
Hikima apareció de repente frente a nosotros, pero no era exactamente ella.
«Un holograma?»

Hikima había utilizado el conjuro de comunicación masiva. Mire rápidamente por el balcón y
comprobé que su misma réplica había aparecido frente a todos los que merodeaban el jardin.
Estaría probablemente en la sala de bailes hablando frente a todos los presentes.

- Saludos, habitantes e invitados del reino. Espero no importunar un momento íntimo de


celebración haya donde estéis. Como reina elegida por vosotros, me es importante llamar vuestra
atención sobre algo que debió haberse aclarado y sanjado ya hace mucho tiempo. Perdonad mi
tardia - dijo mientras hacía una reverencia hacia todo el que la estuviera mirando - éstas
celebraciones que toman acontecimiento ahora, han sido creadas para conmemorar todo ser que
haya puesto su vida en juego para protegernos a todos. Que la gran pérdida nos sirva de lección.
Nuestra unión nos ayudó a vencer a Duggal. No olvidéis que los alados lucharon a nuestro lado,
cuando tuvieron la opción de no hacerlo. En nuestro reino, la importancia de ver a todas las
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FULANI

personas por igual, sin importar que tan diferentes sean, es primordial. No por respeto, sino por
derecho. Todos respiramos y algún día volveremos a la tierra, sin excepción.
Debemos comprometernos a tratar a todos con el mismo cuidado y respeto que deseamos para
nosotros mismos. Nuestra historia nos ha enseñado que pensar que somos mejores que los demás
solo conduce a la desgracia y a la guerra. Esforcémonos por honrar nuestra existencia. La
injusticia hacia un invitado o habitante de nuestro reino es un comportamiento inaceptable e
inconsistente. No son valores inculcados por nuestras doctrinas. Juntos, podemos crear una
sociedad más justa y respetuosa, pero debe empezar con vos. Espero que toméis la buena
decision, querido, dijo con dulzura como si estuviera hablando con alguien en particular.
Su imagen fue remplazada por la de los emblemas de todos los reinos formando una unión y
secuencias de toda clase de ser viviendo en harmonía. También aparecimos nosotros alrededor de
la mesa del comedor riendo. La cara de mis padres... también fue mostrada.
¿Ellos eran los reyes que habían sucumbido a manos de Duggal? ¿Los mismos que se
encontraban en el otro mundo?
«Una misma cara puede vivir diferentes vidas después de todo. Vaya ironía»

-¿Os encontráis bien? Preguntó Caleb acercándose a mí.

Asentí mientras vi como las secuencias se desvanecían y el cuarto volvía a oscurecerse.

-¿Querríais volar esta noche conmigo? Pregunto él.

-Sería un honor, dije mientras caminaba hacia el balcón.

El sonrió alzándome entre sus brazos como si nada.

- Agarraos os enseñaré que tan rápido puedo volar. Si en algún momento tenéis miedo, solo
decidme y me acomodaré a vos.

-Agámoslo, dije preparada.

Volamos a la velocidad de la luz. Reía mientras nos acercamos a las oscuras aguas del océano,
pude rozarlas levemente con las manos. Sentí que la velocidad me impulsaba hacia adelante.

-Esto es increíble, dije mientras ascendía nuevamente hacia el cielo.

-Es hora de volver, Jelia.

Me dí cuenta de que fue la primera vez que decía mi nombre. ¿Por qué se sentía como el más
agradable de los halagos? Solo había dicho mi nombre.

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-Como deseéis, Caleb.

Voló esta vez mucho mas despacio de vuelta a palacio . Después de lo que pareció una dulce
eternidad, finalmente estaba de vuelta en el balcón. Caleb me anunció que tenía que regresar a su
reino, pero prometió que volvería lo antes posible. Me despedí de él y vi cómo desaparecía en el
cielo nocturno.
Los días siguieron pasando. Retomé mis prácticas de lucha con Zalek, aprendiendo nuevas
técnicas y fortaleciendo mi cuerpo y mente. También empecé a conversar más con Hikima, quien
me enseñó a canalizar mi energía de maneras que nunca antes había imaginado.
Una de esas calmas tardes de primavera, Sekáni, Jalla, Kouame y yo fuimos a la ciudad. Jalla
necesitaba comprar ciertas cosas y nosotros nos ofrecimos voluntarios para ser la mula de carga.
Después de unas horas caminando por las coloridas calles y mercados del reino, nos encontramos
con los mismos jóvenes que nos habían estado persiguiendo la primera vez que estuvimos allí.
Me sorprendí cuando se nos acercaron, parecieron reconocernos. Sekáni me miro algo nervioso.

-Perdonadnos, os habíamos dicho cosas que no deberían ser mencionadas hace mucho, dijo el
joven sébbe que llevaba un amuleto con un topacio imperial incrustado en una de sus manos.

-Hemos estado buscándoos por un tiempo, pensamos que no volveríamos a veros, dijo la nutria.

-Este amuleto es para vos. Es una ofrenda por nuestra descorteza y arrepentimiento-volvió a
hablar el joven sébbe, mientras le ofrecia el amuleto simboliza unión y prosperidad. Esperamos
que podamos ser amigos.

Sekáni estaba tan sorprendido que me miró y dijo:

-Las alentadoras palabras de nuestra majestad están surtiendo efecto, dijo él con alegría mientra
observaba nuevamente al amuleto-lo acepto.

-Si volvéis a la ciudad, cuando no estamos aqui, nos encontramos en el taller de artesanías que
veis frente a ese estante de bissap. El taller pertenece a mi padre y el estante de bissap es de mi
madre. He hablado con ellos de vosotros. Siempre seréis bienvenidos. Sekáni se fue a jugar con
ellos mientras yo y Kouame nos sentamos en las mismas piedras pulidas de la ultima vez.
Contemplamos como se divertían jugando entre ellos. El atardecer ya se había puesto, cuando
Jalla apareció con más cosas siguiéndola.

-Volvamos a palacio. Se hace tarde.

Nos despedimos de los jóvenes y volvimos a palacio. Sekáni no paró de sonreír de oreja a oreja
durante todo el viaje mientras miraba su amuleto. Al llegar a palacio nos despedimos.
Caminé por las escaleras y vi como Kouame se paro y me dijo:

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-Esta noche no os acompañaré durante la cena.

-Lo sé-dije sonriendo-sé que iréis a conocer a los padres de Fyra esta noche. Me alegra que
hayáis encontrado la felicidad junto a ella.

- No cantéis victoria. Aun necesito la aceptación de sus padres. Estoy nervioso, tenéis algún
consejo que darme? Preguntó él.

-Sé tu mismo. Tenéis el alma que muchos desearían tener. Pondría mi mano en el fuego por vos,
estaréis bien.

-No esperaba menos de una amiga como vos, os lo agradezco. Os debo este momento, dijo él.

- En realidad, yo solo fui una simple mensajera, vosotros hicisteis el resto - dije mientras le
empujaba escaleras hacia abajo -es suficiente, os esperan. Que el Sahel os guie, dije haciendo
una reverencia.

-Que el Sahel os proteja, dijo Kouame devolviéndome la reverencia de despedida.

Fui a asearme después de un día tan largo, una vez que terminé de cambiarme de ropa, fui al
comedor tarareando una de las canciones que había escuchado cantar a los aulubes. Zalek
también iba a pasar algo de tiempo con Safi, así que sabía que iba a comer sola esa noche, cosa
que no me molestaba ya que en nueva york lo hacía a propósito.
Cuando entré en el comedor, él estaba ahí, de espaldas observando una escultura de madera. Al
escucharme, se dió la vuelta con una sonrisa. Me paré de repente, sin darme cuenta de lo mucho
que ansiaba su llegada.

-Os he estado esperando, dijo Caleb.

Seguí sin decir nada, mientras él se acercaba a mí a paso rápido, atrayéndome hacia él con un
abrazo que hizo que mi cuerpo se erizara. Una oleada de calor estremeció mis sentidos. Una
sensacion de serenidad y seguridad acorraló mi cuerpo y mi mente entumecida.

-Me alegra veros al fin, dijo mientras me susurraba dulcemente al oído.

-Os recuerdo que fuiste vos quien partió.

Caleb rió mientras me observaba detenidamente.

-Me alegra aún más el hecho de que no hayáis cambiado.

-Si lo hiciera dejaría de ser yo, ¿no creéis? Dije con un guiño mientras me sentaba.

-Esto es para voz-me dijo mientras me entregaba una flor. Parecía que estaba nervioso.

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FULANI

Acepté la flor mientras la observaba. La flor tenía destellos amarillentos. Finas lineas plateadas
decoraban cada pétalo. En la punta de la flor yacía una esfera blanca formada por pétalos blancos
y verdes que aun no habían eclosionado del todo.

-Es preciosa, os lo agradezco.

Después de cenar, salímos juntos del comedor, caminando por los pasillos de camino al corredor
del jardin, cuando vimos a Hikima y a Sekáni hablando animadamente.

-Permitidme hablar con su majestad unos segundos, no tardaré.

-Espero que no sea tan largo como la última vez, dije bromeando.

-Os lo prometo.

El sonrió y se apresuró. Vi como Caleb hacía una reverencia y Sekáni vino hacia mi con una
sonrisa cuando me vió. Mientras ellos hablaban, Sekáni me dijo mirándome:

-No sabía que tuvierais aladeas en este reino, pensé que solo florecían en el mío.

-Viene de vuestro reino ¿Por qué estáis tan sorprendido? Pregunté curiosa.

-Al nacer, cada alado es vinculado a una aladea. Solo él dueño de la flor puede obsequiarla y
cuando lo hace, está ofreciendo su corazón en bandeja a la persona que lo acepta de por vida-
prosiguió explicando Sekáni-¿véis esta esfera envuelta en hojas? Si con en paso del tiempo las
flores verdes se transforman en flores blancas, la esfera eclosionara y de el algo aparecerá.
Aunque el propietario legítimo de la flor no esté presente, lo sabrá ya que están vinculados.

-¿Qué hay dentro de esa esfera?

-Si os lo dijera, perdería la gracia. Sed paciente. Me pregunto como es que... -dijo mientras
sus ojos iban de la flor hacia mi rostro. Como si estuviera intentando resolver un rompecabezas.
Pude ver como sus ojos parecieron hallar la pieza que faltaba para completar el puzzle mientras
miraba como Caleb se acercaba- ya entiendo cómo. Actuad como si no os hubiera dicho nada o
me matará. Os dejo.

Sekáni se despidió con un saludo mientras salía corriendo.

-¿Por qué ha salido corriendo? Preguntó Caleb

-Tenía sus razones, dije con una carcajada.

Paseamos por los jardines y me llevó de vuelta al interior deseándome un buen reposo.

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FULANI

A la mañana siguiente, fui despertada de mi sueño por un tremendo ruido en el pasillo.


Confundida, me levanté de la cama y abrí la puerta del dormitorio para ver qué estaba pasando.
Awa corría por el pasillo apresurada.

-¡Awa! ¿Qué esta pasando? Pregunté algo aturdida.

- Soko acaba de desafiar en duelo al alado que os acompaña siempre. Están en la arenilla, el
duelo no tardara en empezar, dijo ella dándose la vuelta retomando su rumbo.
«Sekáni?»

Me cambié de ropa rápidamente y corrí hasta el coliseo. Cuando llegué, encontré a Soko
luchando contra Caleb. Reconocí entre la gente a Kouame y me acerqué a él.

-Kouame, ¿qué diantres está pasando? Dije mientras miraba como peleaban.

-Soko ha desafiado a Caleb por vuestra mano y honor.

-Eso no es algo que ninguno de ellos puede decidir por mí.

- Tenéis razón, más las reglas son claras. En caso de no aceptar, los dos son conscientes de
deber alejarse de vos. Además, nadie puede intervenir una vez que el duelo ha sido consolidado.
«Vaya estupides»

-¿Es un duelo a muerte?

- ¿Muerte? Oh, por supuesto que no. No somos tan primitivos. Ni siquera pueden usar sus
poderes. solo pueden hacer uso de su destreza con armas de madera.
Eso hizo que me quedara algo más tranquila, vi al otro lado a Sekáni animando a Caleb. Hikima
apareció de repente con una mirada de desaprobación. Soko era un muy buen luchador, pero
parecía dejarse llevar por sus emociones. La agilidad de Caleb era digna de admirar, de una
estacada, derribó el arma de Soko, haciendo que cayera al suelo mientras ponía la espada sobre
su corazón. Mostrando así que él había ganado el combate. Caleb tiró su espada y se dió la vuelta
para salir de la arenilla. Cuando de repente, Soko se levanto y uso un conjuro prohibido haciendo
que el cuerpo de Caleb se contractara. Una serpiente apareció. Hikima intercepto a tiempo a
Soko imovilizándolo. Éste se retorció en el suelo.

- ¿Cómo osais hacer algo tan vil? Parece que habéis tomado vuestra decision - dijo Hikima
mirando duramente a Soko - Habéis mancillado vuestro honor por una victoria que ya no os
pertenecía. Vuestra deshonra os perseguirá aya donde vayais.

Desgarrando parte de su emblema, Hikima le dijo a Soko:

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FULANI

-Que los cielos del Sahel se apiaden de vuestro alma, porque no hay major deshonra para un ser
que la ausencia de éticas y valores- dijo Hikima dándole al bastón largo que le acompañaba a
todas partes contra el suelo- Soko habéis sido desterrado de este reino.

Las reglas del juego eran claras, pero Soko había hecho trampa y trataba de matar a Caleb. Bajé
rapidamente junto a Caleb.

-Volveré y destruiré cuanto esté a mi paso. Eso puedo prometéroslo. El honor ya me trae sin
cuidado cuando deseo obtener algo, dijo mientras me miraba fijamente.
Mi cuerpo se estremeció al ver como sus ojos se oscurecían, como si estuviera poseído.

Con otro chasquido, producido por un nuevo golpe de bastón, Hikima hizo desaparecer a Soko.

Sekáni saltó hacia la arenilla para acercarse a Caleb que yacía postrado en el piso.

Hikima y Kouame se ocuparon de Caleb junto a Safi. Pudieron salvarlo a tiempo. Pasó unos días
tendido en la cama. Pasábamos varios días hablando y leyendo en su cuarto mientras se
recuperaba.
El tiempo pasó mas rápido de lo que pensé, para cuando me dí cuenta, estaba frente a Caleb y
Sekáni, despidiéndome de ellos ya que las fiestas habían acabado.

-Estoy más que complacido de haber escuchado a Caleb y haber venido a estas celebraciones-
dijo Sekáni mientras nos miraba-echaré de menos nuestros almuerzos.

-Habláis como si no fuésemos a vernos nunca más-dijo Kouame colocándose las gafas- nos
encontraremos de nuevo durante las fiestas en el reino de los toróbbes.

-Seguiré visitándoos tanto como vos me permitáis-dijo Caleb mientras agarraba mi mano por
primera vez-Anelo con ansias el seguir cortejando os, os veré dentro de nada.

-No lo dudo, dije soltando sus manos y abrazándolo.

Junto a los otros miembros de la mesa del comedor, miramos como los alados en masa,
desplegaron sus alas al unisono alzándose a lo alto de los cielos, como una bandada de hermosas
aves, alejándose hacia el norte. Sekáni movió sus brazos una última vez en señal de despedida.
Caleb se quedó observándonos durante un rato, antes de finalmente unirse a ellos y desaparecer
absorbido por las mantas de nubes blancas que se apoderaban de los cielos.

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FULANI

Corazonada.

-¡Jelia! Estamos a punto de partir, me dijo ella.

-Ahora bajo Jalla-dije mientras tarareaba regando mi aladea -pórtate bien en mi ausencia,
dije acariciando delicadamente una de las hojas.

Bajé apresurada los peldaños de las escaleras de palacio. La brisa era un tanto pesada. La llegada
del verano se había presentado mucho antes de lo debido. Aunque el reino prosperaba, Hikima
parecía preocupada por estos repentinos acontecimientos. En estos últimos meses el calor había
empeorado bastante. Se rumoreaba que el nivel de los mares y ríos habían bajado
considerablemente, preocupando a Jengo y a muchos otros.
Subí a una de las carretas reales donde Kouame ya estaba dentro.

-Si fuese vos, dormiría un poco, tenéis pinta de no haber pegado ojo.

«Vaya manera más cordial de decirme que estoy hecha una piltrafa»

-Parece que vos podríais hacer lo mismo, respondí levantando las cejas al apuntar su cara con
mi mentón.
Kouame se hecho a reír diciendo:

-Supongo que algo de sueño no nos vendría nada mal. ¿Sabéis que dicen que los amigos suelen
asemejarse?

-¡Que el Sahel nos libre de tal cosa! Dije bromeando al sacar mi abanico de manera teatral. No
tardamos mucho en quedarnos dormidos. Una suave brisa entró en nuestro carruaje,
despertándonos.

-¡Sed bienvenidos! Me alegra veros, Hikima, dijo una voz familiar.

Sacudí el hombro de Kouame hasta que despertó.

-¡Kouame, despierta! Ya hemos llegado.

Una vez que abrió los ojos, salí hacia el nuevo paisaje que se revelaba ante mi. El reino Toróbbe
estaba rodeado de montañas y bosques de pinos. Las casas adosadas estaban construidas en las
copas de los árboles, conectadas por rocas rectangulares con particulas de tanzanias. El emblema
nacional del reino que ondeaba en lo alto del reino era una jarra azul de la que desbordaban
cauris, con un fondo morado. El paisaje era diferente de lo que ya había visto en el Sahel. Era
como sumergirse en un nuevo mundo. En el Sahel una de las habilidades comunes era la

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FULANI

teletransportación. Por lo que pude observar, en este lugar, volar era algo común. El dulce olor a
pino hacía que el aire limpio del lugar apaciguara mi ser. Un águila se posó sobre los hombros
del hombre que acababa de dar la bienvenida a Hikima.

-Podría decir lo mismo, Amadu.

- Entrad, vuestros aposentos os esperan. Cuando os hayáis reposado me gustaría que


conversáramos sobre los nuevos descubrimientos que he podido hacer mientras recorría la otra
esfera, dijo él
«Oh , él es el hombre con el que me había topado mientras salía corriendo de la salla de baile él
dia que bailé con Caleb»

-¿Safi, no venís?

-Yo me ospedaré con mi familia-me dijo mientras se disponía a hacer una reverencia- si me
disculpais majestades, os veré más tarde.

-Espero veros durante la cena de esta noche, si no os sentís demasiado cansada. Vuestra familia
parece haber recibido la invitación esta mañana.

-Por supuesto, majestad.

Parte de la familia de Safi estaba esparcida entre los diferentes reinos, como la de muchos que
eligieron comenzar una nueva vida después de la gran perdida. Safi era una de las muchas
toróbbes que se habían quedado junto a sus familias más cercanas en el reino del Sahel. La
conexión entre los reinos se hizo mucho mas fuerte ya que gracias a los comercios y cualidades
de cada individuo, la economía de todos los reinos prosperaba. La probreza no era común, ya que
todos poseían algo en lo que sobresalían. Esas mismas cualidades o talentos se usaban como
trueque. Todos necesitaban algo que otro podía proporcionar. Era una cadena que se había
creado, y se mantenía fuerte hasta ahora.
El rey Amadu nos guió hacia la entrada del palacio. En lugar de escaleras cada uno de nosotros
subió a una de las grandes piedras que se encontraban en la entrada de un gran portal en forma de
arca invertida. Al subirnos a ellas, las piedras nos llevaron hacia el castillo. Tenía la sensacion de
estar subida a un ascensor. El impresionante interior del palacio era bastante rico en detalles
junto a las decoraciones que reflejaban su emblema, simbolizando así la cultura y riqueza de la
ciudad. Las paredes estaban cubiertas con coloridos tapíces tejidos a mano y grandes candelabros
que colgaban del techo, iluminando el espacio con una luz cálida y acogedora. Los muebles
estaban bellamente tallados en ébano y marfil. Las almohadas y los cojines eran de seda y
terciopelo. Grandes cortinas de terciopelo cubrían las ventanas, filtrando la luz del sol y
brindando privacidad. Mientras caminábamos, el rey nos contaba sobre sus descubrimientos
durante sus travesías.

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FULANI

-He descubierto no hace mucho a seres que me llevaría horas describir. El mundo esta lleno de
maravillas que aún no se han explorado. Intercambiamos diferentes objetos en su momento,
tengo la sensación de estar quedándome sin espacio, dijo mientras reía.

«Eso explicaba el tipo de artilujios que he estado viendo por el palacio»


-Veo que no habéis cambiado, dijo Hikima.

-Mientras me queden fuerzas debería aprovechar cuanto se me ofrezca. No actuéis como si vos
no hubieseis sido de esa manera años atrás, le dijo con una sonrisa.

- Eso fueron otros tiempos, viejo amigo, dijo respondiendo mientras sus labios se curvaban
hacia arriba.
Pasando por el centro del palacio, vi un gran patio con jardines.

-Hemos llegado, aquí están vuestras habitaciones. Espero que sean de vuestro agrado. Os veré
durante la cena. Descansad.

Al entrar en la habitación que me habían asignado, me tiré de espaldas sobre la cama agotada.
Observé el entorno que me rodeaba. El cuarto era amplio y estaba decorado con tejidos cálidos y
motivos geométricos. Una gran ventana con un marco de madera tallado en la pared frente a la
cama dejaba entrar la luz natural del día y ofrecía una vista al exterior preciosa. Los estantes a
ambos lados de la ventana estaban llenos de libros y elementos decorativos, como pequeñas
figuras de madera tallada y jarrones con flores secas. A la derecha de la cama, se encontraba una
mesita de noche con una lámpara de cerámica y un jarrón con ramas de un arbusto que no era
capaz de identificar. En la pared de la izquierda había una chimenea de piedra y un estante donde
se podían ver algunos objetos valiosos, como una figurilla de marfil tallada y un juego de copas
de cristal. La cama era amplia y estaba cubierta con una manta floral bordada a mano. Las
almohadas eran de terciopelo y seda, y a los pies de la cama había otra manta de lana doblada.
Sin darme cuenta, me rendí ante el sueño. Un fuerte aclaramiento de garganta me desperto.

-Parece que vuestro sueño es más pesado de lo que pensaba, dijo ella dulcemente.

-Daros prisa o os quedaréis sin cena, pequeña.

-Me cambiaré de ropa y iré a..., Intenté decir siendo interrumpida por Hikima.

- No hará falta. Las fiestas no han empezado y para seros honesta, yo guardaría mis mejores
galas para otro momento. Aunque me gustaría sugeriros que aliñarais un poco vuestro peinado.
Alguien podría pensar que os habéis disputado con vuestras sabanas - dijo Hikima mientras

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FULANI

caminaba hacia la puerta - Apresuraos, no es correcto hacer esperar durante mucho tiempo a
nuestros anfitriones.

Fui hacia una de las bolsas marrones que se encontraban sobre la mesilla de noche y saqué un
peine hecho de plata alada que Caleb me había regalado en una de sus visitas al reino. Separé mi
larga melena en cuatro y empecé a peinarla desde las puntas subiendo poco a poco hacia las
raices. Una vez terminé, dejé la mayoría de mi pelo suelto a excepción de ciertos mechones que
trencé de los dos lados laterales de mi cabeza y los uni formando uno solo.
Fui conducida al comedor principal. Cuando entré, vi como todos estaban por sentarse.

«Justo a tiempo»

Yo me senté junto a Kouame, Hikima, Zalek, y Safi. Cuando levanté la vista, crucé la mirada de
Caleb que justo acababa de llegar junto a Sekáni, y otras tres aladas que estuvieron en las fiestas
del Sahel. Otros seres de otros reinos también nos acompañaron durante la cena.
Allí conocí oficialmente a los padres de Caleb. El rey Sonnak y la reina Deiaris de Ethérea.

Después de la cena, Safi ansiosa de mostrarme el reino, me llevó a dar un paseo por los
alrededores. El cielo estaba despejado y brillaban las estrellas, iluminando el camino que
tomamos. El sonido de los grillos y otros animales nocturnos se podían escuchar en el aire fresco
de la noche. El camino nos llevó a través de un frondoso bosque donde árboles altos y gruesos
ocultaban el cielo y la luz de la luna, acompañadas de miles de luciérnagas, revoloteaban a
nuestro alrededor.
Continuamos caminando hasta que llegamos a una pequeña colina que daba una vista
impresionante del paisaje. Podía ver el palacio iluminado en la distancia, rodeado de montañas y
árboles altos. Algunos animales nocturnos podían verse deambulando por la hierba y una brisa
suave soplaba en la cima de la colina, llevando consigo el aroma a pino y a hierbas silvestres.

-¿No has hechado de menos este reino?

-Es cierto que nací en estas tierras, más si os soy honesta, mi hogar está en el Sahel. Fue allí
donde me crié después de todo, dijo Safi contemplando el paisaje.
Safi me habló sobre la historia del reino y cómo el rey Amadu creó los cimientos de lo que
estaba viendo ahora. El rey siempre había tenido una curiosidad voraz por el descubrimiento de
otros reinos y los lugares más recónditos del mundo. Eso hacia de él un gran expedidor. También
me habló sobre las tradiciones y costumbres del lugar. No era tan diferente de cómo se vivía en
el reino del Sahel. La caminata continuó por un rato más hasta que finalmente nos cruzamos con
Sekáni, Caleb y Zalek de camino a palacio.
Anduvimos hacia el palacio hasta quedarnos en la entrada.

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Zalek y Safi decidieron continuar con su velada mientras Caleb, Sekáni y yo subíamos hacia
palacio. Permanecimos en silencio hasta dar con la puerta del cuarto de Sekáni.

- He de dejaros. Intentad no extrañarme mucho mientras duermo, dijo con un leve bostezo al
cerrar la puerta.
Retomamos nuestra caminata a través de los pasillos, siendo guiada por mis recuerdos durante
mi recién llegada a este palacio. Avisté la puerta que daba a hacia mi habitación.

-¿Es esta vuestra habitación? Preguntó él.

Asentí sin decir palabra alguna.

-Los cielos parecen estar a mi favor, dijo él mientras sonreía emocionado.

-¿ A que te...? ¿A qué os referís? Pregunté extrañada y curiosa por su repentino interés por la
ubicación de mi cuarto.

-Me honra poder informaros sobre el hecho de que durante estás celebraciones, tendré el honor
de ser vuestro compañero de habitación-siguió explicando con tranquilidad pero sin dejar que
su sonrisa fuese borrada- esa es mi habitación, dijo él señalando la puerta que se encontraba al
lado de la mía.

Sin decir nada observé la puerta de su cuarto.

«¡Oh yes! Los cielos están más bien de mi parte.»

El silencio se hacía sentir a pesar de que estaba lejos de ser desagradable.

Súbitamente, Caleb rompió el sigilo diciéndome:

-Hace ya más de diez lunas que ancíaba ver vuestro rostro nuevamente. Vuestra presencia me
deleita más allá de lo que mis palabras puedan siguiera explicar.
Al escuchar aquellas palabras, mi corazón empezó a latir de manera desmesurada. Su dulce voz
probocaba una avalancha de emociones que yacían descontroladas en mi interior.
«Ok. Oufff. Actúa normal, puedes hacerlo. ¡Venga Jeinna, dicelo! Dile lo que sientes»

Sonreí tímidamente mientras le miraba fijamente a los ojos con rubor. Su mirada se intensificó
aún más repasando una y otra vez cada rincón de mi rostro.

-Aah, yo.... Pues, yo...- Intenté decir de manera casi inaudible.

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- Lo entiendo. No tenéis ningún deber en decirme nada. Os esperaré cuanto haga falta. Ni
siquiera la muerte podrá separme de vos. solo vos tenéis ese poder. Os dejaré descansar, dijo él
metiéndose en su cuarto.
Imitando a Caleb, abrí la puerta de mi cuarto y dejé al silencio cerrarla.

Un suspiro de frustración salió de mis entrañas.

«¡Buen trabajo Jeinna! Acabo de abochornarme delante de la persona que más he amado en
toda mi existencia. ¡Génial!»

-¿Por qué es tan difícil expresar este sentimiento? Pensé en vos alta.

Con este pensamiento, llegué a la conclusión por la que había sido segada por tantos años. Nunca
había amado a ningún hombre hasta la fecha. Siempre había pensado que algo andaba mal en mí .
¿Por qué no soy capaz de sentir nada más que simple atracción por Mike? ¿por qué al besar a un
hombre en el pasado no sentía lo que ellos describían?. Un sin fin de preguntas de este tipo solían
rondar mi mente durante muchos años. Parecía agradarles a los demás y aún así, siempre me
había sentido vacía. Pensé que estaba rota o era defectuosa por naturaleza. La realización se había
apoderado de mi ser. Todo era claro. Era la primera vez que anelaba con ansias pasar tiempo con
él, aunque fuese solo un segundo. Caleb ha sido el único hombre que yo había amado en mi vida.

Me acerqué a la ventana abierta tratando de asimilar este hallazgo cuando de repente, Caleb
apareció en el balcón adentrándose en mi alcoba.

-Ha eclosionado, dijo mientras daba un paso firme hacia mí


«¿De qué habla?»

-La flor que os he obsequiado, me ha dicho con creces lo que tanto dudabais decirme hace unos
segundos en el pasillo.

Caleb se deshizo de toda distancia que nos separaba. Sus brazos se acomodaron a mi cuerpo. Me
llevó un instante el darme cuenta de lo que estaba pasando. Le correspondí con un cálido abrazo
envolviendo cuanto podía de él. Mientras sus manos se aferraban a mi espalda, sentí como
nuestros cuerpos chocaban con fuerza y delicadeza. Nuestros corazones no tardaron en acelerarse,
llenos de dicha y emoción. No existía sentimiento alguno que pudiese explicar cómo su simple
suave respiración hiciera que sintiera como yo ya estaba a su merced.

-Perdonadme, no sabía cómo deciroslo.

Caleb arropó mis mejillas con sus grandes y fuertes manos mientras me decía:

-No tenéis por qué disculparos.

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«Aquí voy»

-Caleb-, dije tomando una gran bocanada de aire mientras me armaba de valor- eres el único
ser que he podido llegar a amar con tal vehemencia. No puedo llegar a imaginarme sentir por
alguien más esto que siento por tí.

«¡Lo he hecho, lo he hecho!»

Caleb me miró con ternura mientras le abrazaba nuevamente.

-Es más de lo que podía esperar. Os agradezco el que vuestro corazón haya correspondido al
mio.

-Y yo doy gracias por existir en un mundo en el que existís.

Sintiendo su calidez y presencia, juntos disfrutamos del momento presente. Después de una larga
plática le dije a Caleb:

- Es hora de que volváis a vuestros aposentos. Tendremos más tiempo de seguir con nuestra
charla.
Sin pensarlo dos veces, Caleb se levantó del sillón y con una reverencia dijo:

-Vuestros deseos son órdenes para mí. Os veré al amanecer.

Caleb se había marchado, pero su esencia y energía indagaban por toda la recámara. Nunca en mi
existencia había sentido tanta felicidad. Me recosté en la suave cama con una sonrisa y cerré los
ojos esperando por el ansiado amanecer.
Mi sueño se desvaneció al oír que tocaban a la puerta. Me tapé con la manta intentando filtrar
el sonido ensordecedor que ansiaba evitar.
«¿Quién en su sano juicio vendría a despertarme...?»

Mis ojos se abrieron de par en par ocasionando que saltara de la cama y fuese corriendo hacia el
espejo. Me cercioré de que me encontrara presentable y fui hacia la puerta. Tomé unos segundos
para ocultar lo emocionada que estaba por abrir esa puerta mientras sonreía.
Al girar el pomo me encontré cara a cara con él.

-Ah, eres tú Kouame... Dije mientras mi emoción decaía lo suficiente como para que él se diera
cuenta.

-También me alegra veros. Veo que esperabais mi llegada con ansias.

-No digáis disparates, acabo de levantarme...

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- Decidcelo a otro que sea tan inocente como para creeros. Enfin, venía a informaros que
tendréis que efectuar tiro al arca como entrenamiento después del alboroque. Zalek estará
ausente, pero no tenéis de qué preocuparos. Estáis en buenas manos ya que uno de los mejores
arqueros que hay por la zona os instruirá, si os parece bien.

-¿Safi?

-No. Caleb se ocupará de velar por vos durante las prácticas.

Una sonrisa apareció de repente en mi rostro.

-Que no se hable más. He de prepararme-dije mientras empujaba a Kouame hacia la puerta


suavemente- si no os importa, os veré más tarde.

Me apresuré hacia donde se encontraba mi ropa. Desvaligé mis maletas como el más rufián de
los piratas que andaba tras los pasos de su preciado tesoro.
Después de vestirme, con un largo vestido que Safi me dió, salí tarareando hacia el comedor.

Al entrar en el comedor vi las mismas caras que había visto durante la cena. Desde donde ya se
encontraba, Caleb me sonrió mientras Sekáni estaba inmerso en lo que estaba masticando.
Correspondí su sonrisa mientras me sentaba junto a Kouame y a Hikima.
Después de comer, salí hacia el campo abierto. El sol veraneal azotaba con fuerza mientras
estaba siendo acompañado de una suave brisa que provenía de los valles y manantiales que nos
rodeaban. Pensé que más personas entrenarían conmigo , pero al llegar, solo encontré a Caleb de
espaldas mirando hacia el horizonte.
Al escuchar mis pasos, él se dió la vuelta y me dijo:

-Os esperaba.

-Era vuestro turno el hacerlo, respondí bromeando mientras observaba detenidamente el lugar.

Frente a nosotros, había una larga fila de dianas de diferentes colores y tamaños. En un costado,
todos tenían el emblema del reino Toróbbe. A unos pasos de donde nos encontrábamos, habían
cestas con flechas talladas de madera en el interior.

- ¿Véis esa diana? - dijo señalando a la más lejana - vuestro objetivo será dar en el blanco
desde donde os encontráis.

«Está loco»

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FULANI

-No sé si os habéis dado cuenta, pero la distancia que nos separa es estratosférica. Además, la
diana es minúscula. Eso es imposible, dije mientras analizaba las probabilidades de siguiera
poder acercarme lo suficiente con mi flecha.

Sin decir una palabra, Caleb cogió una flecha de la cesta y se colocó a mi lado. Se puso en
posición y un segundo más tarde. Su flecha había dado en el blanco.

-¿Cómo...? Atónita por lo que acababa de presenciar, mi pregunta fue silenciada por el asombro.

-Bien, ahora que os he demostrado que es posible, a practicar.

Las siguientes horas se llenaron de frustración tangible de mi parte por no conseguir alcanzar la
meta propuesta. A pesar de un innumerable cúmulo de flechas fallidas, Caleb seguía dándome
ánimos, como si acabara de empezar.

- Lo estáis haciendo bien. Sentid vuestra respiración y utilizad la procedencia del viendo a
vuestro favor, dijo él.
Esta vez me concentré, mientras seguía las instrucciones de Caleb. Lancé la flecha y no pude
creer lo que mis ojos acababan de ver.
«Lo logré»

-¡Lo he logrado! Dije gritando de la emoción.

Empecé dando saltos de alegría hasta acabar en los brazos de Caleb.

-Enhorabuena, lo habéis conseguido.

Alejándome lentamente de él, agarré sus manos y empecé a mecerlas mientras decía:

-Eso es porque tengo un buen instructor a mi lado.

-Que no os traicione la razón. Vuestro esfuerzo a hecho posible este momento.

-¿Sabéis? Deberíais aprender a aceptar cumplidos.

-Me esforzaré en ello.

Nuestras prácticas continuaron, aún no era capaz de acertarlas todas, pero mi posición seguía
mejorando. Di un paso hacia atrás para ajustar mi postura cuando tropecé con la cesta que se
encontraba a mis pies. Perdí el equilibrio y rápidamente Caleb impidió mi caída.
«Esto se está convirtiendo en una mala costumbre»

-¿Qué haríais sin mí? Dijo mientras me ponía nuevamente en pié.

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FULANI

-Seguir viviendo.

El simplemente sonrió mientras me preguntaba:


-¿En qué pensais cuando lanzais vuestra flecha?
-En traidores.

-¿Por qué traidores?

-Es bastante simple. Si pensáis traicionarme, aseguraos de acabar conmigo o apuntaré a vuestro
corazón.

Con un aire divertido Caleb preguntó:

-Decidme, ¿Qué pasaría si tuviese clemencia y os dejara vivir?

Agarrando otra flecha me dispuse a disparar.

-Eso sería un grave error, dije mientras lanzaba la flecha.

Mi flecha había conseguido atravesar la flecha de Caleb partiéndola en dos.

-No dudaría en acabar con un traidor, dije mientras bajaba mi arca.

Mirando fijamente hacia la flecha echa añicos, Caleb murmuró con satisfacción:

-Lo tendré en cuenta.

Nuestro entrenamiento dió por terminado. Nos acercamos a un pequeño arroyo y nos sentamos
para descansar. El sol parecía habernos dado tregua haciéndo del tiempo algo placentero. De
repente, Safi y Fyra aparecieron ante nosotros.

-Saludos majestades, dijeron ellas al unisono.

-Si nos perdonáis, debéis venir con nosotras.

-¿Por qué tan de repente? ¿Os importa si os alcanzo más tarde? Dije sin querer ceder.

Safi y Fyra se miraron a los ojos y asintieron.

«Esto no me está dando buena espina»

Se acercaron a mí y me agarraron de los brazos levantándome sin esfuerzo alguno.

-¿Pero que hacéis? Dije intentando zafarme de sus garras.

92
FULANI

Caleb intentó ocultar una carcajada.

-Deberíais ayudarme en vez de reíros, dije sin entender a que venía tanta risa.

-Os veré más tarde, dijo él alejandose.

-Esto es traición, dije de manera un tanto exagerada.

-Asumiré las consecuencias, dijo él gritando a lo lejos.

Safi y Fyra me llevaron a mi cuarto, donde Jalla esperaba sentado.

-Bien. Empecemos, dijo Jalla nada más vernos aparecer.

Sentí como si el tiempo estuviera retrocediendo y me encontrase nuevamente en mi cuarto. La


primera vez que fui conducida por Jalla y Awa a los baños termales, todo me desconcertaba. Esta
vez me encontraba en el reino Toróbbe, donde Jalla, Fyra y Safi me ayudaban a prepararme
meticulosamente. Y como la vez anterior, desconocía el propósito de tanta preparación. Una vez
aseada, encontré el vestido que había estado confeccionando durante ya varias semanas sobre la
cama.

-Hemos sido testigos del gran esfuerzo que habéis puesto en vuestra creación, espero que no os
importe que os hayamos hechado una mano, dijo Jalla.

- ¡Es una réplica exacta de mi boceto! Os lo agradezco de corazón, dije tomándola entre mis
brazos.

- Para seros sincera, la idea fue de Fyra y Safi, yo simplemente ayudé, dijo Jalla mientras se
aclaraba la garganta.

- No os preocupéis, sus abrazos pueden llegar a ser demasiado empalagosos durante esta
estación. Disfrutad de su caluroso agradecimiento, dijo Safi con una risa juguetona.

-Si estáis celosa, solo tenéis que decirlo, respondí bromeando mientras le daba un leve empujón
con mi cadera derecha.

Mi vestido no tenía ningún propósito específico, pero quería que fuese el tipo de vestido que
brillará por sí solo, si me lo llegace a poner. Ellas dieron vida a mi visión. Durante ya mucho
tiempo, cocer y tejer se habían vuelto una buena forma para desconectar de la vida ajetreada en
la gran manzana. Durante mis ya incontables visitas a la ciudad del Sahel, observaba con gran
atención a los mábbubes tejer preciosas túnicas y vestidos de wax. La pasión por su trabajo me
había inspirado enormemente. Eso me hizo querer volver a desenvainar mi aguja. Me llevó algo
de práctica bordar los cimientos del vestido, pero poco a poco, el río volvió a su cauce.

93
FULANI

Una vez terminé de prepararme, fui acompañada por Safi y Fyra. En el camino, mariposas azules
me rodearon durante un instante. Se pusieron en línea, formando un camino, mientras que una
dulce sinfonía de instrumentos de viento sonaba cerca de donde nos encontrábamos.

- Nosotras nos detendremos aquí. Debéis marchar sola, dijo Fyra despidiéndose mientras se
alejaba.
Observé cómo desaparecían rápidamente y proseguí por el camino que había sido creado.

Cuando llegué, encontré a las tres mujeres que había visto antes tocando bellos instrumentos de
viento que no había visto hasta ahora. Me percaté de que Kouame tambien estába allí. Caleb se
dió cuenta de mi llegada, brindándome una de las más exquisitas de las sonrisas que jamás había
visto.
Él llevaba una túnica blanca con preciosos bordados de oro que podrían haber sido confundidos
con ramas y hojas sobre su ropa delicada. La prenda parecía haber sido finamente confeccionada
para ese momento. También llevaba una botas marrones oscuras , que creaban una agradable
armonía con el resto de su atuendo.

-Vuestra belleza trasciende las maravillas que este o cualquier otro mundo haya podido ofrecer,
dijo Caleb agarrando mi mano y besándola sin apartar la vista de mí.

- Si me permitís, me gustaría ofreceros haciendo para que disfrutéis de tan ardua preparación
que os hemos organizado, dijo Kouame.

-Por supuesto, antes he de presentarla, le dijo Caleb.

- Como deseéis -respondió Kouame mientras Caleb me conducía hacia las tres mujeres que
tocaban los instrumentos-permitidme presentaros a Jelia, princesa del reino del Sahel. Estas son
Naila, Lyriel y Althaia. Ellas son mis manos derechas.

-Es un placer conoceros al fin majestad-dijo Naila

- El placer es todo mío. Vuestra música tiene el poder de deleitar hasta el que no a sido
agraciado por el sentido del oído.

-Es un honor que lo estéis disfrutando-dijo Althaia enorgullecida.

Lyriel permaneció en silencio. Sentí como su mirada me penetraba , la miré con una calurosa
sonrisa sin ser correspondida.
«Me pregunto si ella y Jelia se conocen de algo...»

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FULANI

-Permitidnos algo de privacidad. Os agradezco vuestra implicación en éstos preparativos, dijo


Caleb a las tres aladas.
Con una reverencia, ellas obedecieron sin pronunciar palabra alguna. Con un chasquido, Althaia
hizo que los instrumentos cobrarán vida nuevamente. Me sonrió alejándose con las otras dos
bellas aladas. Caleb me guió hasta la mesa llena de suculentos manjares. Mientras él me ayudaba
a sentarme retirando la silla para mí, Kouame se acercó a nosotros.

-Permitidme recomendaros una bebida que regocijará vuestros paladares mientras disfrutáis de
vuestro almuerzo, dijo Kouame señalando la jarra que traía con él.

Mientras vertía el líquido en nuestras copas dijo:

-Esta es una bebida tradicional conocida como Bissap para algunos y para una mayoría de fulbe
o fulanis , lo llamamos fólere. Esta maravilla ha sido hecha con flores de hibisco - siguió
explicando mientras colocaba la jarra sobre la mesa - . Ahora sí me permitís majestades, me
retiraré. Si en algún momento se os ofrece algo, no dudéis en no llamarme.

Sonreí al darme cuenta de lo que estaba haciendo.

-Vuestra deuda ha sido saldada con creces, viejo amigo.

-Me alegra escuchar eso. Disfrutad de vuestra privacidad, dijo Kouame marchándose.

Estábamos solos, con la música de fondo llenando el ambiente. Caleb dió un sorbo a su bebida,
era la primera vez que le veía tan nervioso. Desgraciadamente para ambos, era pésimo intentando
romper el hielo, así que permanecí callada. La comida había sido servida. Era firir, pescado frito
con cebolla y papas. Comímos en silencio hasta que me preguntó:

-¿Sabéis por qué estáis aquí?

-No tengo ni la más remota idea. Parece que queréis decirme algo, por ende estoy escogiendo
ser paciente.

-Tenéis razón, hay algo que he estado queriendo preguntaros por mucho tiempo. Perdonad si
soy inhábil con mis palabras en este momento, nunca había hecho esto antes.

-No os preocupéis, yo os esperaré el tiempo que haga falta.

Al escuchar eso, Caleb me miró fijamente. Se levantó de su silla y se postró ante mí agarrando
mis manos.

-Jelia, desde el momento en que os vi en el mercado, algo en mí no pudo deshacerse de vuestra


imagen. Vuestra sonrisa permanece incrustada en mi mente día y noche. El cielo ha sido testigo

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FULANI

de lo mucho que os anelo cuando no os tengo cerca-con una inspiración profunda, retomó su
confesión- desde que llegasteis a mi vida, habéis hecho que todo tenga sentido. Yo... Yo deseo
poder amaros y protegeros. Deseo despertar cada mañana a vuestro lado. Quiero poder envejecer
junto a vos... Quiero formar parte de vuestra vida y ser testigo de vuestras locuras, vuestras
alegrías y penas. Deseo ser el hombro que pueda llegar a reconfortaros. Amaría ser él hombre al
que decidís acudir si necesitarais algo, por lo más pequeño o insignificante que eso pudiera ser
para otros.

-Caleb...

-Jelia, permitidme deciros lo que mi corazón a querido decir por tanto tiempo.

Plumas blancas formando una flor, aparecieron abriéndose ante mí.

«Es la alacea que me regaló»

En ella había un anillo. en el núcleo del anillo había un diamante con un tono verde y azul que
parecía cambiar de color con cada rayo de luz que caía sobre ella. Las hojas plateadas estaban
alrededor de la banda del anillo, como si bailaran entrelazándose entre ellas. Junto a ese
diamante había una pequeña piedra blanca en forma de gota. El diseño era hermoso, con todo
tallado con precisión y cuidado, dándole al anillo un aire sofisticado. Era como un tesoro antiguo
encontrado en una especie de cofre enterrado en lo más profundo del mar.

-¿Jelia, me aceptaríais como vuestro esposo?

Estaba sin palabras, mis emociones estaban descontroladas y él era el causante de ello.

-Sería un honor compartir mi vida con vos. Acepto.

Caleb me colocó el anillo y me abrazó mientras decía una y otra vez:

-No os arrepentiréis, os lo agradezco.

Aplausos y murmuros de alegría empezaron a escucharse. Caleb y yo nos dimos la vuelta para
ver a Hikima, Kouame y muchos otros observándonos con emoción. Parecía que su definición de
privacidad era algo diferente a lo que yo tenía en mente.
Esa misma noche, el rey Amadu celebró una gran fiesta en el reino como regalo de compromiso.
Después de festejar durante un rato nuestra unión, con mucha discreción, nos retiramos a los
jardines para tener algo más de intimidad. No era muy fan de los lugares repletos de gente, algo
que Caleb pareció notar.

-¿Cómo os sentís?

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FULANI

-Estoy feliz de que pronto seamos uno ¿Cómo os encontráis vos?

-He estado planeando este momento durante mucho tiempo. El hecho de que haya realizado tal
azaña es... indescriptible.

-¿Desde hace cuánto pensabais proponerme matrimonio?

- El ddeuggal era algo que me planteé cuando vinisteis a la colina con una jarra siguiendo
vuestros pasos. He de admitir que sois bastante ocurrente sin siquiera esforzaros. La forma en la
que pareceis vivir como un espíritu libre, es algo que admiro y amo de vos. Por lo general, la
gran perdida hizo que fuera difícil para otros reinos siguiera mirarnos a los ojos. Pero vos
cambiasteis eso, con un simple baile. Siento que acabo de cumplir un sueño que no sabía que
deseaba.

«No sabía que hubiese impactado tanto lo que hice, aunque mis razones no fueran esas»
-Hablasteis de cumplir uno de vuestros sueños ¿ Qué más tenéis en mente?

- Para seros honesto, no sabría deciros. Hacía mucho que no tenía ambición alguna, pero con
vos a mi lado, siento que nada es imposible.
Agarré sus manos acariciándolas suavemente.

Nuestra velada no tardó en ser interrumpida por el sueño. Caleb me acompaño a mi cuarto y me
deseó buenas noches. Las fiestas duraron varios días. Después de las celebraciones en el reino de
los toróbbes, volvimos al reino del Sahel. Caleb tuvo que volver a Ethérea para atender asuntos
importantes. Luego de varios meses de cortejo, el día de la boda había llegado. Iba a ser
celebrado en el reino alado, aunque Caleb terminaría por venir a instalarse en el reino del Sahel.
Hasta ahora no había tenido oportunidad de visitar su reino.
Al bajar del carruaje, me quedé boquiabierta.

«¿Que hace aquí?»

- Sed bienvenida, majestad. Mi nombre es Fengyang. Seré vuestra leal sierva durante vuestra
estancia en el palacio.
Ella era el vivo retrato de Mei. El destino me estaba jugando malas pasadas.

«¡Esto tiene que ser una broma!»

-"Leal"¿decís? No estoy segura de si vuestro linaje fuese a decir lo mismo. En fin...

-Perdonad, pero no consigo entender de qué linaje habláis exactamente.

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FULANI

-No hace falta que lo hagáis.

Ella me miró confundida. Me guió mientras subía los interminables escalones de piedra. Caleb
aterrizó frente a mí.

-Saludos, espero que no os importe si acorto vuestra distancia. Me gustaría llevaros a vuestros
aposentos personalmente.

-¿Y que hay de vuestros padres?

-No os preocupéis, están al tanto de que no os verán hasta la hora del almuerzo. Fengyang me
ocuparé de ella.

-Sí majestad.

Me agarró en sus brazos. Sus gestos se habían vuelto familiares.

-Os he hechado de menos, dije dándole un beso en la mejilla.

-No me robeis las palabras, ya ha sido suficiente que hayáis robado mi corazón.

«Mayday, mayday. Si sigue así acabaré desmayadome»

Mientras volábamos, observaba parte del reino. Los edificios de este reino eran de piedra,
parecían resistentes, hechos de materiales preciosos. El palacio tenía la forma de un círculo con
un techo dorado y varias torres puntiagudas que se elevaban al cielo. La biblioteca divina de la
que Caleb me habló tenía la forma de un templo griego con columnas blancas y murales
intrincadas.
Las calles eran anchas y pavimentadas con piedras blancas, rodeadas de jardines y estanques
llenos de peces de colores y plantas acuáticas. A lo largo de la carretera había una serie de
fuentes por donde brotaba el agua y las fuentes se conectaban formando arcos de agua en el aire.

Los jardines eran una combinación de árboles frutales verdes y macizos de flores de colores con
arcos de rosas, enredaderas y arbustos de lilas. Cerca se podían ver huertos y huertas, y en los
estanques de los alados crecian las alaceas.
Las casas variaban en forma y tamaño, algunas tomaban forma de pequeñas casas de madera,
mientras que otras eran de piedra pulida. Los edificios y las casas estaban conectados por
caminos de piedra, decorados con flores, para crear sombra y aire fresco.
Cuando entré en mi recámara vi un instrumento bastante familiar.

-¡Un arpa!

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-Pedí que os hicieran uno, he hechado de menos el intercambio de sinfonías entre nosotros.

-¡Gracias! Oh, quiero decir... Es muy gentil de vuestra parte.

- No os preocupéis, después de haberos frecuentado tanto, ahora entiendo vuestra palabrería


particular.

Caleb se acercó por detrás abrazándome mientras echaba un vistazo por el balcón.

Mientras sentía su respiración en mi nuca, dijo:

-Amo el hecho de teneros tan cerca. Me ha sido muy difícil retenerme todo este tiempo.

Me dí la vuelta con atrevimiento y me acerqué aún más a él.

-¿Pensáis que yo no lo he estado haciendo? No os retengais, yo no pienso hacerlo.

Empujé a Caleb hacia mí. Recorrí su cabello tirando suavemente de él mientras le besaba. Sentí
como su respiración se aceleraba. Nuestros jadeos formaron una sintonía que Caleb no tardó en
romper.

-Jelia-dijo jadeando-si seguimos, no sé si pueda controlarme o si pueda parar.

«Tecnicamente, tampoco quiero que lo haga, pero no puedo decirlo en voz alta»

-Entiendo.

Deshice mi agarré dejándolo ir.

-Sois una dama. Y es mi obligación como caballero el respetaros y actuar de manera correcta.
Estoy al tanto de por qué iniciasteis el beso y yo lógicamente lo correspondí. No sabéis en el
estado en el que me encuentro, pero agradezco vuestro gesto. Me habéis dado un ápice de lo que
la felicidad nos depara. No puedo esperar a ser vuestro consorte. Hasta entonces, esperaré.
Quiero hacer lo correcto para ambos.

-Lo entiendo. Voy a asearme. Me gustaría estar presentable para almorzar con vuestros padres.

-Por supuesto, os veré más tarde.

Caleb salió por la puerta. Aproveché para darme una ducha. Para cuando volví a mí habitación,
una visita inesperada se manifestó ante mí. Jalla y Awa no tardaron en aparecer junto a Hikima
y Kouame.
«¿Había un tipo de reunión del que yo no estaba al tanto?»

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-Veo que mi pequeña ya está lista. Bajemos juntos, dijo Hikima con una gran sonrisa.

Fuimos conducidos al comedor. El comedor se encontraba en un edificio alto con grandes


ventanas. Los suelos parecían haber sido hechos de algún tipo de mármol y piedra pulida alada.
En el centro de la sala se encontraba una mesa redonda bastante espaciosa. Las sillas fueron
tapizadas con el más suave de los terciopelos. Caleb y sus padres esperaban de pié.

-Os damos la bienvenida-dijo el rey Sonak

-Espero que hayáis tenido un buen viaje, por favor sentaos, la comida ya ha sido servida-dijo
la reina Deiaris.

-Os lo agradecemos, a mi edad estos viajes ya no son lo que eran, respondió Hikima.

La charla era bastante animada. Por lo que vi, nuestras familias parecían encajar.

Las fiestas en el reino alado iban a empezar dentro de unos días y nuestro casamiento iba a
inaugurarlas. Los reinos iban a unirse nuevamente para presenciar algo que había sido inédito
hasta el momento. La unión de una fulani y un alado. Las bendiciones venían de todas partes. El
mundo compartia nuestra dicha.
Los días se fueron volando. Para cuando me dí cuenta, estaba frente a Jalla colocándome el
vestido de novia.

- Jalla, no apreteis tanto, necesito seguir respirando para poder casarme, dije mientras ella
ajustaba mi vestido.

-Perdonad. Ya estáis lista.

El vestido era blanco con bordados azules y dorados. La parte de la cintura había sido ajustada
con una banda de tela que se convertía en una larga cola decorara con plumas blancas. Me
coloqué un pañuelo con incrustaciones de piedras preciosas azules sobre la cabeza.

Lo más gracioso de todo es que nunca había estado más lista en mi vida. No había ni una sola
duda rondando por mi mente. Aún sabiendo que nunca había anexado casarme con ningún
hombre, sabía que esto era la decisión correcta.

No tardamos en llegar a la puerta de la sala en la que nuestra boda iba a ser celebrada. Sekáni
anunció nuestra llegada, haciendo que las grandes puertas de madera se abrieran. La habitación
es grande y aireada, con techos altos y paredes de piedra blanca. En el centro de la sala había un
altar decorado con ramas de árboles y flores frescas en colores cálidos y brillantes. Una alfombra
roja cubría el piso hacia el altar.

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FULANI

A los lados del altar se encontraban dos grandes balcones, decorados con flores y hojas, que
indicaban la entrada a la sala. La iluminación suave y cálida, las lámparas de cristal que colgaban
del techo y las velas colocadas en los rincones de la habitación creaban un ambiente romántico y
agradable. Los invitados se vestían de manera elegante con ropas tradicional propias de cada
reino. Los amigos y familiares de Caleb vestían ropas con detalles dorados, mientras que los
fulanis vestían telas brillantes y coloridas con motivos geométricos.

La música sonaba de fondo, interpretada por los aulubes y algunos alados con instrumentos
tradicionales como el kora, la flauta y los tambores. El arpa también estuvo presente.
En el altar, se percibió la unión reforzada de todos los reinos, mientras sonreían tomados de la
mano. Caleb optó por una túnica blanca con bordados azules y morados.
Kouame, fue el que se encargó de llevarme hasta Caleb. Al llegar a él, solo sentí felicidad.

-Estáis radiante.

Yo simplemente contesté con un guiño. Un alado de avanzada edad se paró ante nosotros.

- Estamos aquí en este día para ser testigos de dos seres que han decidido unirse, amarse y
respetarse, hasta más aya de la muerta. Si no hay objeción, yo os declaro compañeros por la
eternidad.
Kouame se acercó con un pequeño cojín en el que se encontraba el collar que había visto el el
cuarto secreto de Hikima. Pero esta vez la pluma y el cauris se encontraban dentro de la brillante
esfera. Acababa de darme cuenta de que Caleb y yo éramos la unión de ese collar.
Caleb lo agarró delicadamente y me lo colocó al rededor del cuello. Salímos de esa habitación
dejando atrás los aplausos y gritos de felicidad.
Como ya era costumbre, Caleb me agarró nuevamente y me condujo a una pequeña casa de
madera que se encontraba no muy lejos de palacio. Durante las visitas de Caleb al reino del Sahel,
me solía preguntar cómo se vería la casa de mis sueños. Ahora entendía el que insistiera en que
le describiera con exactitud mi casa ideal. Me encontraba justo frente a ella. El la había
construido para mí.

-Es preciosa Caleb, dije mientras él habría la puerta con una mano mientras me sostenía con la
otra.

El exterior de la casa estaba hecha de madera y piedra pulida, rodeada de árboles de limones y
mandarinas. La fachada de la casa fue revestida con piedras. Había un gran porche con dos sillas
y una mesa de madera trabajada. El interior era luminoso y amplio con una mezcla de muebles
fulanos y muebles alados.

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-¡No me lo puedo creer, ahora somos marido y mujer! Dije mientras daba saltos de alegría.
-Lo somos, decidme, ¿dónde nos habíamos quedado la última vez?

En un movimiento furtivo, Caleb me empujó suavemente contra la pared. Sus manos se movían
sin control sobre mi cuerpo mientras me besaba.

-He de suponer que habéis perdido el control, dije entre besos.

-Aún no habéis visto nada.

Me levantó sin problema alguno del suelo haciendo que mis piernas abrazaran sus caderas.
Mientras me sostenía con una sola mano, utilizo la otra para arrancar el ajustado encaje que
llevaba. Subió las escaleras mientras me seguía besando.
Había una luz tenue en la habitación, nuestras miradas se encontraron, un lazo magnético nos
atrajo haciendonos girar en órbita. El sonido de la anticipación llenó el aire, como si el tiempo
mismo se hubiera detenido, permaneciendo inmóvil en un silencio expectante.

-Os amo tanto Jelia , me dijo Caleb al oído mientras nos recostabamos sobre la cama.

-Hazme tuya, Caleb.

Nos acercamos lentamente, dejando que la pasión nos guiara en cada paso del camino. El aire
estaba lleno de electricidad, se convirtió en una extraña tensión que impregnaba cada centímetro
de la habitación. Sus labios rozaron los míos, estaba jugando conmigo y eso hacía que mi
exitación creciera. Empujé sus manos para poder colocarme encima de Caleb. Exploré la
suavidad y el calor que emanaban de él.
Un gemido escapó de sus labios, los primeros gritos de deseo que todo lo consumían
comenzaban a emerger. Como un torbellino, nos dejamos llevar por la pasión que nos consumía,
nos olvidamos del mundo exterior y nos entregamos por completo al fuego que ardía en medio
de nosotros, haciendo que mi piel se herizara y que mis pechos se endurecieran.
Nuestras manos se unieron en un abrazo amoroso, acariciando nuestros cuerpos que se buscaban
y se encontraban al fin. El ritmo de nuestros corazones se unieron. Cada beso era una explosión
de emoción, la danza de los labios fluía suavemente hacia la transición del deseo y la realización.
El sabor de lo dulce y lo salado se combinaban en un delicioso manjar, despertando todos mis
sentidos y elevándolos a lugares a los que nunca había llegado antes.
El tiempo desapareció, las horas se convirtieron en minutos, los minutos en segundos. En ese
momento íntimo, nos perdimos en el universo ordinario donde nos encontrábamos, donde cada
caricia y cada susurro alimentaba el fuego del amor que no conocía límites para nosotros.

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Esa tarde, nuestra pasión se convirtió en el inicio de una historia que viviría por siempre en mi
alma y en mi memoria. Habíamos sido marcados por el destino y ya no quería despertar de este
sueño.
Nuestra noche de bodas dió rienda suelta a nuestros pensamientos más ocultos. No había
imaginación de lo que era posible, a éstas alturas, el cielo ya no era el límite.
Los días transcurrieron, pasaba algo de tiempo con la madre de Caleb y con Hikima. Seguí mis
entrenamientos con Zalek y a veces organizaba picnics y cenas de pareja. Solíamos jugar de vez
en cuando con Sekáni y Jengo ya que los veía como a mis hermanos pequeños, Observé lo rápido
que crecían y como su inocencia desaparecía poco a poco. Aunque por supuesto, también tenía
mis escapadas con Caleb. Él me había mostrado las maravillas de Ethérea y me explicó con
detalle el funcionamiento de su reino.
Hacía ya algunos días que Hikima había vuelto a nuestro reino con Jengo. No se sentía bien y
prefirió retirarse una vez que vió que yo me había ajustado a mi nuevo entorno.
Durante una de las expediciones que hice con Fengyang, Lyriel, Kouame y Safi nos adentramos
en el bosque.

-¿Habéis escuchado eso? Preguntó Kouame.

-¿De qué hablais? Dijo Lyriel.

-Me pareció oír un rugido, contestó Kouame.

Mantuvimos el silencio, pero no escuché nada. Había algo que andaba mal. Tenía la sensación de
ser observada. Como si algo estuviese a punto de pasar.

-¡Fengyang, cuidado! Dijo Kouame.

-No puede ser, no se veían ogros desde la gran perdida-dijo Lyriel.

Un horrible ogro apareció de la nada. Su piel verde estaba llena de cicatrices y moo. Sus ojos
aterradores mostraban sed de sangre. Con un rugido, intentó golpear a Kouame, sin embargo
Kouame era bastante ágil, así que consiguió esquivarlo a tiempo. Sus enormes garras parecían
cortar el aire, su cuerpo pesado y lento se movió hacia mí. Usé un conjuro para inmovilizarlo
mientras Fengyang se abalanzaba sobre él.

-Es demasiado fuerte, no voy a poder retenerlo durante mucho tiempo, grité.

Intentamos neutralizarlo todos a la vez. Un sonido violento y aterrador se escuchó en el aire. Con
unos tentáculos que salieron de la nada, el ogro atravesó el corazón de Fengyang. Lyriel gritó
enfurecida. Se enfrentó al ogro, esquivando sus ataques con movimientos suaves y precisos. Sin
embargo, un error fue suficiente para que el mostruo la alcanzara con una de sus afiladas garras,
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FULANI

haciendo un corte en su costado, provocando que se derrumbara. Su ropa estaba manchada de


sangre. Justo cuando Kouame iba a ser atacado, algo en mí despertó. Mechones blancos
aparecieron en mi cabello y dentro de mí, un fuego boraz se desató. El dolor y la rabia nublaron
mi vista. Mi único cometido era matarlo y hacerle sufrir. Arremetí contra el ogro. Empecé
despedazando sus tentáculos seguido de sus dos piernas. De manera lenta y dolorosa, quemé su
cuerpo. Oí sus sollozos y gritos de dolor. Quería que durará cuanto pudiese. Arranqué un árbol y
lo clavé en su corazón, como el había hecho con Fengyang.

-¡Jelia, deteneos! Ya es suficiente, ha muerto, escuché decir a Kouame.

Seguía en trance, como si no pudiese salir de la oscuridad en la que me encontraba. Su cuerpo


yacía inerte y aún así quería seguir infligiendo dolor.

-Jelia,cariño, ya es suficiente. Por favor, vuelve conmigo.

«Caleb. Es él»

Sentí sus brazos rodeándome mientas decía:

-Está bien, todo ha pasado.

Cuando volví a mi, solo pude decir:

-Mei.

Me libéré de su abrazo y fui corriendo hacia ella. Estaba tendida en el suelo sobre las hojas
caídas de otoño. Respiraba con dificultad y su ropa estaba empapada de sangre.

-Es tarde-dijo Kouame-la herida es demasiado profunda para poder salvarla.

Agarré su mano mientras sollozaba negango con la cabeza.

-Todavía puede ser salvada, podemos enviar a alguien, para que nos traigan néferets.

-Los néferets pueden curar ciertas enfermedades y heridas, pero no pueden otorgar una segunda
vida, dijo Kouame con un suspiro desolador.

Con dolor dibujado en su rostro, Fengyang me dijo:

- Veo que os preocupáis por mí después de todo. Mirad el lado bueno, no tendréis qué
preocuparos por mi linaje-dijo ella tociendo con gran dificultad, mientras sonreía -a sido un
honor serviros, alteza.

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Con un último aliento, la vida desapareció de sus ojos. El lugar se llenó de un silencio
espeluznante, interrumpido solo por los gritos de dolor y rabia. La tristeza envolvió nuestros
cuerpos.
Su funeral había sido digno de un rey. El mal augurio había acechado los reinos. Las demás
fiestas habían sido suspendidas. El sol acababa de salir por el oeste y eso solo significaba una
cosa, la gran perdida estaba por repetirse. Los reinos empezaron a entrenar a todos los súbditos
capaces de sostener un arma. La seguridad fue doblegada y todos los espejos de los reinos fueron
destruidos.
Recibí una carta de Kouame, el ya había vuelto a nuestro reino junto a los demás. El tiempo de
Hikima entre nosotros estaba contado. A primeras horas de la mañana llegué al reino. Caleb voló
sobre las escaleras llevándome justo donde se encontraba el balcón de Hikima. Entré empujando
suavemente la cortina. Su cuerpo parecía débil. Cuando se percató de mi llegada, me sonrió.

-¡Oh mi pequeña! Me alegra verte. Veo que no estáis sola. Hacedle pasar.

Caleb entró en el cuarto haciendo una revencia, mientras permanecía en silencio.

Me acerqué a ella sin saber que decir.

- Siento que tuvieras que presenciar esos momentos. Ya había tenido el honor de conocerla
cuando ella solo era un querubín. Fengyang descansa en paz, de eso estoy segura.
El fallecimiento de Fengyang me afectó más de lo que pensé. Decidí cambiar de tema.

-¿Por qué todos estos ataques están ocurriendo en todos los reinos?

-Duggal ha sido liberado.

-¿Pero cómo? Pensé que estaba atrapado.

Hikima inspiró profundamente.

-Soko lo ayudó. En su habitación encontramos la pluma selecta que había sido utilizada para
formar parte de los miembros del comedor. La suya contenía magia oculta. Entre sus cosas
encontramos pergaminos del mundo de las tinieblas.

-No puede ser...-dije sin poder creer lo que mis oídos oían-pero... él odiaba a Duggal.

-Desgraciadamente, el interés de poseer puede llegar a ser más fuerte que el odio para ciertos
individuos. Los peores enemigos pueden volverse aliados, si sus intereses están en juego.

-¿Podríais darnos algún consejo sobre como sobrellevar la situación? Preguntó Caleb.

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-Luchad como si vuestra vida dependiera de ello. La piedad no es algo que Duggal conozca.
Arrasará cuanto haya a su paso. Si en algún momento las páginas de los libros se vuelven
blancos, Jelia tendrá que ir al reino Woddabe. solo ellos podrán ayudarla. El sol ya ha salido por
el oeste.
Kouame y Jalla entraron en la sala observando a Hikima.

-Majestad, dijeron a la vez.

Su último aliento fue tomado con una última sonrisa. Unos minutos más tarde, Hikima falleció.
Las ceremonias de luto duraron un día. El reino entero vestía sus ropas blancas llorando la
perdida de una gran reina.

Sin mañana.

Otro amanecer se asomó por el oeste. El silencio divagaba por el reino. El ruido del metal era
todo lo que podía escuchar desde el ataque. La alegría había sido borrada de mi reino, sus colores
brillantes habían sido empañados por el mal. Paseé sola por los jardines de néferets, recorrí los
pasillos donde solía abundar vida. Visité nuevamente el camino de baobab y me bañé en los
baños termales. Me di cuenta, de que por primera vez en palacio, me sentí asustada. Un nudo en
el pecho me hizo sentir como si me estuviera ahogando.
«¿Es esto lo que se siente cuando llevas el peso de una corona? ¿Cómo lo haces Hikima?»

Fui informada de mi coronación durante el desayuno. Si algo Jelia y yo teníamos en común, era
que ninguna deseaba ser reina. Jelia había sido la heredera al trono por derecho después de la
muerte de sus padres, pero escogió a Hikima como representante hasta que ella pereciera.
Supongo que pensaba que viviría para ver a sus tataranietos. Las dos habían desaparecido, ahora
solo quedaba yo.
Caleb y yo no tardamos en ser coronados como los nuevos reyes. No hubo ninguna celebración.
Después de la coronación nos reunimos con Lyriel, Althaia, Naila, Zalek, Kouame, Sekáni, Safi,
Jengo y Fyra para discutir sobre posibles estrategias y como proteger al reino de lo que estaba a
punto de llegar.
Los mares, ríos y caudales habían empezado a secarse mientras el desierto florecía por todos los
reinos. La única forma de detenerlo era acabar con Duggal.

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Kouame agarró un libro de la estantería, mientras lo ojeaba, su semblante cambió.

-Ya está pasando, dijo él enseñándonos el libro.

Las escrituras estaban desapareciendo. Entonces recordé lo que Hikima me había dicho: "Si en
algún momento las páginas de los libros se vuelven blancos, Jelia tendrá que ir al reino
Woddabe"
No sabía que me esperaba allí, pero no tenía tiempo que perder. Miré a Kouame y Zalek sin decir
nada nos pusimos en marcha.

-Caleb, debes quedarte aquí, con Sekáni.

-No puedo dejaros ir sola Jelia. Dejadme acompañaros.

Me acerqué a él agarrando suavemente sus manos.

- Amaría que pudiésemos estar juntos, pero alguien tiene que proteger él reino en nuestra
ausencia y no conozco a ser más capable que tú. Además, Sekáni es uno de los mejores guerreros
que he visto hasta ahora. Sé que estaréis bien.

-Estoy de acuerdo con vos, mi reina, dijo Sekáni con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

-Jelia, por favor no me hagáis ésto. Si algo os pasará... yo..., dijo Caleb apartando la vista.

Pude leer el miedo en sus ojos, no por su seguridad, sino por la mía. Retuve las lágrimas que
amenazaban por caer mientras agarraba sus mejillas. Tenía que mantenerme fuerte , aún si
separarme de él me partiera el corazón.

-Es vuestro turno de esperar mi retorno, dije sonriendo.

-Lo sé-dijo él derrotado-volved sana y salva, os lo ruego.

Caleb me abrazó como si su vida dependiera de ello.

-Esto no es un hasta luego, sino un hasta pronto. No os libraréis de mí tan fácilmente, le dije
susurrándole al oído.

- Eso espero - respondió Caleb con una mirada intensa -si la batalla empieza quiero que os
quedéis en palacio.

Lo abracé una última vez, sin responder, y salí de la habitación. Partimos rumbo al reino
Woddabe en barco, era la forma más rápida según Jengo, pero también la más peligrosa, ya que
monstruos marinos habían aparecido y aterrorizaban a los habitantes de las costas. El viento
pareció estar de humor. La travesía estaba siendo rápida.

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-¡Tierra a la vista! dijo Jengo.

«¿Soy yo o ese iceberg acaba de moverse?»

-Algo se acerca a nosotros, dijo Zalek.

En las aguas arremolinadas, un monstruo marino apareció de las sombras. Su piel estaba llena de
escamas de cocodrilo y hielo y sus largas aletas se hundían siniestramente en las olas. Sus
afilados dientes parecían ser capaces de perforar el más duro de los metales.
El barco, incapaz de ver el peligro inminente, fue atacado con fuerza. Las enormes fauces del
monstruo cerraron la nave, destrozando la madera y dejando un camino de destrucción. Tratamos
desesperadamente de mantenernos a flote mientras la bestia continuaba con su implacable ataque,
pero en mar abierto estábamos en desventaja. Jengo fue alcanzado por el mostruo durante el
ataque siendo gravemente herido.
En este momento crítico, un barco Woddabe apareció desde las profundidades del océano.
Crearon un escudo protector alrededor de la nave, evitando el ataque del monstruo. Un hombre
saltó despropulsado desde su nave destripando al monstruo de una estacada. Su pelo afro era
bastante corto. Llevaba una túnica morada que se señia a su cuerpo. Sus músculos marcados por
su erguida postura. Cada músculo sobresalía de debajo de su piel, destacando su impresionante y
atlética figura. Su espalda recta mostraba una determinación inquebrantable. Con cada paso, sus
músculos se tensaban y relajaban, como si fueran una manifestación física de su voluntad. Sus
movimientos eran refinados, parecia formar parte de la nobleza.
Los tripulantes de su barco nos ayudaron a montar. Cuando ya nos encontramos a bordo del
barco, Kouame y yo nos pusimos a cada lado de Jengo. Estaba delirando.

-Sed bienvenidos-dijo él-mi nombre es Abou. Príncipe de los Woddabe. Mi madre aguarda
vuestra llegada con ansias.

-Os agradecemos el habernos ayudado, si no os importuna ¿ podríais ayudar a mi amigo?

-Vuestro amigo está al borde de la muerte. Hay varios espíritus achechándolo-dijo Abou-no
os prometo nada, pero lo intentaremos.

Los Woddabe eran los únicos que habían conservado las tradiciones más puras de los fulanis.
Ellos tenían el don de la espiritualidad y el don de la magia blanca. Sus lazos con el mundo
oculto que los ojos humanos no eran capaces de ver, les permitía presenciar eventos que aún no
habían ocurrido. El destino era un hecho, pero la creencia, la voluntad y la fé de todo ser podía
cambiarlo, aunque eso tenía un alto precio.

108
FULANI

En cuanto nuestros piés tocaron tierra firme, fuimos conducidos hacia una cueva. La cueva
estaba sellada con jeroglíficos adlam complejos. Abou puso una mano encima de la roca y esta
se abrió. Entramos por ella siguiendo un sendero formado por escaleras de arena.

-Hemos llegado-dijo él- bienvenidos al reino Woddabe.

Desde donde nos encontrabamos, la vista era increíble. La fauna del reino subterráneo era tan
diversa como fascinante. Criaturas bioluminiscentes iluminaban el camino con destellos y
colores vibrantes. Pequeños insectos revoloteaban en patrones hipnóticos, dejando rastros
luminosos en el aire. En las aguas cristalinas de un arroyo subterráneo, nadaban peces plateados
que emitian una luz suave a medida que se deslizaban entre las corrientes.
Las grandes hectáreas de vegetación eran exuberantes, todo se adaptada a las condiciones de la
cueva. En las hendiduras de las rocas crecian helechos luminosos que parecian resplandecer en la
oscuridad. En los rincones más profundos, las raíces de los árboles se extendían formando una
intrincada red que se aferraba a la tierra. Un gran árbol llamó mi atención. Por encima de el, la
cueva parecía haber hecho una brecha circular que permitía el acceso al cielo.
Desde lo alto de la cueva, los rayos de luz solar se filtraban a través de agujeros en las rocas,
creando un espectáculo mágico de luces y sombras. Delicadamente la luz iluminaba los detalles
de la cueva, revelando unas estalactitas que parecían esculpidas por artistas divinos.
Cuando entramos en la ciudad, fuimos conducidos a una casa con un jardín lleno de néferets y
aláceas. Una mujer que se parecía bastante a Hikima nos pidió que pasáramos. Tuve la sensación
de ver a una versión más joven de Hikima.

-Debemos apresurarnos, su fuerza vital se está marchitando, dijo ella.

Jengo fue colocado sobre una cama llena de flores de hibisco, néferets y aláceas. La mujer y
Abou agarraron hojas de laurel y las colocaron sobre los puntos vitales de Jengo. Seis clavos de
olor fueron colocados al rededor de su cuerpo. Abou puso un último clavo en la legua de Jengo.
Los dos soplaron en la dirección de Jengo mientras sacudían plantas verdes. Su cuerpo levitaba
mientras humo blanco aparecía rodeando el cuerpo moribundo de Jengo.
Después de unos instantes, su cuerpo descendió colocándose sobre la manta de flores.

-Abou, prepara lo necesario, ya es hora, le ordenó ella.

-Pero Kadja...

-Obedece, ya no hay tiempo, dijo ella firmemente.

Abou se acercó a mí y me dijo:

109
FULANI

-Venid conmigo.

-¿Y Jengo?

- Solo él y el señor de los cielos pueden llegar a un acuerdo para volver. Hemos hecho lo
posible, solo queda esperar-dijo Kadja-Ahora iros con él, sola.

Seguí a Abou dejando atrás a los demás. Entramos en una cueva donde se encontraba una gema
violeta flotando en el aire. Una mujer con un velo ocultando su rostro apareció.

-Madre, dijo Abou con una reverencia hacia la mujer.

-El tiempo se agota, proseguid, dijo ella.

El asintió.

-Esta es la gema de Kajaidi. Una piedra similar fue robada hace meses para liberar a Duggal,
me explicó Abou.

-¿Por qué me mostráis esta piedra?

- Duggal ha absorbido la gema de Keba. Su gema solo trae oscuridad y destrucción, esta es
capaz de devolver la paz al mundo. Ahora es la única que queda intacta. Hikima pensó que, vos
sois la elegida.

-Sigo sin entender... ¿Qué debo hacer?

Con un suspiro, Abou dijo:

-Si sois la elegida, la gema os aceptará, pero si no... Moriréis. Debéis hacer vuestra elección.
Aún si la gema os acepta la posibilidad de perder el control y ser consumida por ella es alta. La
aceptación podría ser dolorosa.
Miré al suelo contemplando la idea de no hacerlo. Los recuerdos en el palacio del Sahel, las
ruidosas carcajadas al amanecer y todos esos seres increíbles que me habían regalado una nueva
vida aparecieron en mi mente.
«No puedo abandonar a mi familia»

Determinada, fui hacia la gema. Al alzar mi mano, intenté coger la gema. Un campo de fuerza
me envolvió. Una primera punzada de dolor golpeó mis entrañas. Millones de rayos atravesaron
mi cuerpo como si se tratara de látigos electricos. El dolor era tan grande que no podía gritar.
Mis rodillas se debilitaron haciéndome caer al suelo.

-Rendios.

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FULANI

Escuché decir a la gema.

-Los fulanis nunca se rinden. La muerte es mejor que la deshonra.

-Entonces acabaré con vuestra existencia.

-No lo haréis, no pereceré aquí. Aún no ha llegado mi hora, grité a la gema.

Con la poca fuerza que me quedaba me levanté y caminé hacia la gema. Sus azotes eran cada vez
más fuertes, pero mi determinación lo era aún más.
Me acerqué lo suficiente para agarrar la gema con las dos manos. El dolor había cesado. Me
tendí en el suelo en posición fetal abrazandola. El ruido ensordecedor de una trompeta se
escuchó a lo lejos.

- Enhorabuena, sed agraciada y usadme como es debido, dijo la gema mientras era absorbida
por mí.

-Lo habéis conseguido, dijo Abou levantándome lentamente.

Casi sin aliento dije:

-Soy la elegida después de todo. Hikima nunca se equivoca.

De repente, los ojos de la mujer sin rostro desprendieron una luz intensa que atravesó su velo.
Eso solía pasar cuándo alguien tenía el don de la premonición.

-No habrá huellas que seguir , ni historias que escuchar. solo lamentos y sollozos aclamaran.
Un mundo de traición e ignorancia reinará.
La mujer sin rostro volvió en sí, con respiros profundos mientras susurraba:

-¡Por los cielos!

Sus palabras azotaron con fuerza. Nuestras probabilidades de victoria eran escasas. Por eso mi
mundo era tan diferente. La traición del primer hombre en estás tierras desencadenó la miseria en
el mundo durante generaciones.

-Debemos irnos, dijo Abou.

Me reuní junto a los demás. Jengo estaba de espaldas quejándose de la picazón que los laureles le
estaban causando.

-¡Jengo!-dije sonriendo.

Cuando se dió la vuelta, me dí cuenta que le faltaba un brazo. Mi sonrisa fue borrada.

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FULANI

«Un alto precio debe ser pagado ¿ A eso se refería?»

-¡Ah! ¿esto? No os preocupéis, solo tendré que hacer unos ajustes en mi día a día.

La rabia se apoderó de mí.

«Acabaré con Duggal»

Nos pusimos en marcha. La trompeta daba comienzo a un final incierto. Las tropas de Duggal ya
debían estar en camino. La última batalla se aproximaba y nuestras legiones estaban preparadas.
Los mares se habían secado por completo, solo podíamos galopar hacia el campo de batalla.
Pasamos por la ciudad del Sahel. La ciudad había sido arrasada. La biblioteca y el taller de los
jóvenes sebbes habían sido aniquilados. El fuego consumía lo poco que quedaba de la ciudad.
Mientras nos apresurabamos, la trompeta seguía sonando en el mundo entero. Para cuando
llegamos oímos ruidos ensordecedores. Habían naths, ogros, trolls y todo tipo de seres
abominables que la naturaleza no se atrevería a crear. Todos los reinos luchaban juntos contra
Duggal. Entre toda la masacre frente a mí, le vi.

-Caleb, dije en un susurro mientras observaba como un ogro se disponía a atacarlo.

Salté del caballo y corté al ogro en dos.

-¡Jelia, os dije que permanecierais en palacio!- dijo atemorizado- este no es lugar para vos .

- Yo no soy una de vuestras súbditas, soy vuestra esposa , y mi lugar está a vuestro lado -
respondí mientras me despojaba de mi larga capa negra azulada-Además, no tenemos tiempo
para esto y no nos vendrían mal más aliados , ¿no creéis?

-Ya hablaremos de esto más tarde, bramó con ojos enternecidos .

-Eso espero, dije mientras me disponía a luchar.

Un alado con una ala rota y sin ojo izquierdo apareció ordenando a los orcos que mataran a todo
el que se interpusiera en su camino mientras el avanzaba. Pude ver la gema roja en su cuerpo.
«¿Mike? ¿Mike era Duggal en este mundo?»

Nos miramos fijamente. Su sonrisa macabra estaba acompañada por ojos sin vida.

-Jeinna, me alegra ver una cara conocida.

«¿Duggal sabe quién soy?»

Volé hacia donde él se encontraba.

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-¿Cómo sabes mi nombre?

-Vuestro querido novio, consiguió el último fragmento de la gema que necesitaba para poder
liberarme por completo desde vuestro mundo.

-¿Dónde está él? Dije entre dientes.

- Lo tenéis en frente, no os preocupéis, solo tengo el poder de corromper a almas que ya son
oscuras de por sí.
Su risa me hizo enfurecer.

-Esta será la última vez que podréis reír libremente.

-¿Qué pensáis hacer, encerrarme otra vez? Dijo él mofándose.

-No, yo no tengo ese tipo de clemencia.

- Hemos sido fantasmas y leyendas silenciosas por demasiado tiempo. Lo suficiente para que
nos hayáis olvidado. Vosotros nos habéis olvidado, pero nosotros siempre hemos estado en las
sombras, observándoos, esperando nuestro momento.

-¿Por qué queréis destruir tantas vidas? Podríamos convivir.

-Os pareceis demasiado al necio de mi hermano para mí desagrado. Yo planeo crear un nuevo
mundo que se asemeje a mí - siguió explicando - no lo entendéis. Mi visión va más allá de
vuestra razón.

-Una guerra solo trae muerte. Nadie ganará.

-Os equivocais. Yo me alimento del miedo y la desconfianza. Haré que este mundo arda para
gobernar sobre cenizas si es necesario.

-No puedo permitir eso.

-No tenéis que hacerlo, uníos a mí. Con vuestra gema y la mía, crearemos un nuevo imperio. El
mundo se arrodillará ante nuestra grandeza- alzando su mano hacia mi me preguntó-¿Qué me
decís?

Miré su mano y escupí en ella.

-Una lastima-dijo él.

Eso dió comienzo a nuestra lucha en el cielo. Truenos y rayos aparecieron. Era rápido y ágil.
Durante nuestra pelea uno de sus truenos me alcanzó. Por unos segundos perdí el conocimiento.

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Duggal se abalanzó sobre mí. Desperté a tiempo, para sacar mi gema y clavársela en el pecho
donde se encontraba la suya. Me miró sorprendido por mi acción mientras su gema se hacía
añicos. Caímos del cielo, impactando sobre la arena.
Me levanté cojeando hacia donde estaba Duggal. El yacía en el suelo sonriendo como un
enfermo que acababa de perder la razón.

- Es tarde - dijo él - He sembrado una semilla que no podrá ser extraída. Otros como yo
vendrán. Soko liderará a mi imagen y semejanza.

-No lo hará.

-Su envidia y odio son lo suficientemente fuertes para cegarle. El forma parte de mí ahora -
dijo con dificultad-mis lacayos se duplicarán y tomarán vuestras formas. Os destruireis entre sí.

- Ninguno de los dos me agrada, dije terminando de clavar la gema rompiendo el último
fragmento.
El cuerpo de Duggal se quemó dejando solo cenizas que fueron borradas por la arena.

Volví al campo de batalla, cuando llegué, miré a mi alrededor. Caras conocidas siendo
masacradas. Vi a Zalek y a Safi tendidos en el suelo. Safi estaba muerta y Zalek parecía que no
iba a tardar en seguirla.

-¡Zalek, Safi!

-Majestad. Perdonadme. Hemos resistido cuanto hemos podido.

-No, no. Tendría que haber llegado antes. Lo siento, dije mientras miraba al cuerpo sin vida de
Safi.

Zalek luchaba por mantenerse despierto, pero sus heridas eran demasiado graves.

- Ha sido un honor compartir mis almuerzos con vos, dijo Zalek con un último aliento
sucumbiendo a sus heridas.
El cuerpo de Kouame, Fyra y Jalla también estában allí. Sin vida.

-Jelia-escuché decir a Caleb- Tenéis que reaccionar. Estamos en peligro.

Entre sollozos me alejé de sus cuerpos. Con el poco poder que aún le quedaba a la gema,
exterminé a más de la mitad de los monstruos que se encontraban en el campo de batalla.
Vi como Soko intentaba escapar. Mi ira se apoderó de mí. Caleb ya lo estaba siguiendo. Lo seguí
muy de cerca hasta acabar en un palacio en ruinas.

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FULANI

-Caleb, esto podría ser una trampa, le dije.

-Lo sé, pero debo poner fin a esto, respondió él.

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Desenlace.

Soko apareció de la nada atacando a Caleb. Una batalla feroz se desenvolvía frente a mí. Caleb
fue arrojado contra uno de los muros. Yo arremetí contra Soko. El solo esquivaba mis ataques.
«solo quiere matar a Caleb"

-¡Jelia, no!

Vi como Caleb interceptó un ataque que provenía de las sombras con su cuerpo poniéndose
delante de mí. El rayo acababa de atravesar su cuerpo y vi como lentamente él caía al suelo.

-No , no me dejes sola. Que voy a hacer sin tí, dije con gran lamento.

Mientras Caleb sonreía débilmente, secó ligeramente mis agrias lágrimas diciéndome:

-Seguir viviendo, amor mío -me contestó con pesar- yo os esperaré al otro lado.

-Llegó tu hora, dijo Soko deleitandose de su triunfo.

Me levanté, desesperadamente intentando alejar a Caleb de ese lugar.

-Callate o te mataré, dije sin apartar la vista de mi amado.

Intentando arrastrar el pesado cuerpo de Caleb, dije con dificultad:

-Encontraré a un curador, puedo salvarte. Sé que los Woddabe me ayudaran-mientras se me


quebrada aún más la voz y las lágrimas nublaban mi vista, rogaba sin cesar - solo... resiste ,
porfavor. No me dejes. Prometiste permanecer a mi lado.

Dolorido, Caleb pidió que me detuviera.

-Ya es tarde para mí, Jelia. Mi amor por tí nunca desaparecera. Velaré por tí.

Con un llanto inaudible, Caleb me miró a los ojos antes de seguir hablando .

-Aya donde veas una pluma azul, yo estaré ahí. A tu lado, dijo en su último aliento.

Por primera vez, vi lágrimas caer por sus párpados .Sabía que se estába despidiendo.

-No estoy preparada para dejarte ir- susurré-te amo más que a nada en el mundo.

-Te amo Jelia, mi único amor. Poco importa el mundo del que vengáis, el amor que siento por
vos os seguirá aya donde estéis.

116
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Y sin más, una luz con destellos celestes en forma de cientos de pequeñas plumas azules
abandonaron el cuerpo inerte de Caleb.
Se había ido, el ya no estaba. Mi único amor se había marchitado.

Con una furia voraz, Conseguí levantarme. Mi cuerpo se transformó en llamas. Mis ojos ojos se
volvieron grises. Las trenzas de color azabache, enrojecidas por el calor de las llamas, se
convirtieron en serpientes letales. En lugar de Jelia , Soko estaba frente a un alma dolorida y
sedienta de venganza.
Con un rugido titánico grité con desprecio:

-Acabaré contigo, Soko.

Seis más de sus secuaces se alzaron de entre las sombras y formaron una muralla protectora
alrededor de Soko.
«Cobarde»

-Ahora solo estamos tú y yo, Jelia. Reinaremos en el nuevo mundo- tendiendo la mano en mi
dirección, Soko grito-¡Él ya no está! Ya nada se podrá interponer entre nosotros. Únete a mí.

-Ni siquiera sois rival para su ausencia-espeté-prefiero morir que unirme a un traidor.

Destrocé a cada secuas que se interpuso en mi camino. Me acerqué lo suficiente a Soko para
cortarle un brazo.
Otro rayo apareció de entre las sombras, podría haberlo esquivado, pero ya no me quedaba nada
por lo que luchar. Sucumbí al dolor con una sonrisa mientras me desplomaba mirando al cuerpo
vacío de Caleb.
«Pronto estaré contigo»

Awa salió de entre las sombras, con un pequeño fragmento rojo. Soko atravesó el cuello de Awa,
sin titubear con una daga.

-Vuestro atrevimiento, os ha costado vuestra insignificante vida, le dijo a Awa mientras ella se
desangraba.

A medida que Soko avanzaba hacia mí. Awa repitió hasta su último aliento:

-Yo siempre os he amado. Deberíais acudir a mí.

Soko ignoró sus palabras y se arrodilló ante mí.

-Estaréis bien. Os curaré.

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Mentía, él nunca pudo hacer nada por mí.

-Ya nada tiene sentido. Todo lo que he amado hasta ahora, se ha ido.

-Me tenéis a mí. Yo puedo remplazarlos a todos ellos. Podéis aprender a quererme.

-No deseo hacerlo. El mundo que habéis creado, será vuestra prisión.

Mis ojos no tardaron en cerrarse. A lo lejos, escuché los sollozos de Soko, pero mi mente solo
pensaba en reunirse con Caleb.

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Blooming Spring.

Fui despertada por el ventilador artificial. Me encontré en una habitación blanca de hospital.

-¡Dios mío, Jeinna, estás despierta!-dijo Mei tapándose la boca-Mike, llama a los doctores.

Poco después, tres doctores aparecieron. Controlaron los monitores y luego salieron de la
habitación.

-Has estado tres meses en coma, Jeinna-dijo Mike- los gastos han sido cubiertos por mí. No
tienes de que preocuparte.

«La culpa siempre hacia que Mike sacara su cartera. Típico»

Hice una señal con la mano para que Mei se acercara lo suficiente para poder hablarle, ya que no
podía hablar alto. Estaba conectada a máquinas que me mantenían en vida. Cuando su oreja
estuvo lo suficientemente cerca, dije:

-Fuera de mi vista.

Ella me miró durante unos segundos y cogió a Mike del brazo para que salieran.

Sobre la mesita que se encontraba a mi derecha se encontraba el collar que había comprado.
Agarré el collar mientras observaba por la ventana las primeras flores de primavera. Una pluma
plateada azul se balanceó entrando a través de la ventana hasta caer sobre mi regazo.

-No había sido un sueño. Fue real. Mi Caleb debe estar esperándome.

Mis recuerdos volvieron, pero la familia que había construido en el reino del Sahel ya no existía.
Este mundo ya no tenía nada que ofrecerme. Miré el enchufe que me mantenía con vida. Antes
de que pudiera alcanzarlo, mi corazón se paró al fin. No sufrí dolor, la paz inundó mis sentidos.
Y lo vi nuevamente.

-Caleb.

-Os he estado esperando.

-Lo sé.

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«La gente suele decir "hasta que la muerte nos separe," para nosotros, la
muerte solo fue el principio de algo más que un simple juramento»

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