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2
Staff
Moderadora
Magdys83 & Malu_12
Traductoras
Nelly Vanessa Fmaryd Pachi15
Lectora Magdys83 Malu_12
Axcia Maggiih Valalele
Kuami Cereziito24
Nelshia Niki26
3
Correctoras
Jane biblioteacaria70
mayelie Osma
cgrande89 Francatemartu
Loby Gamez Elena Ashb
PepitaCPollo
H
ola. Mi nombre es Alexia, y esta es mi historia. No soy tu típica
chica —así que esta no es tu típica… chica virginal que va a la
universidad, —o lo que sea— conoce y se enamora del
caliente, alfa, pervertido, millonario. Luego después de mucho sexo
caliente —cien mil orgasmos— se casan y viven felices para siempre, en
una mansión con su salón de juegos.
Ahora no pongas tus pantis de abuelita en un montón. No todo está
perdido. Hay un chico caliente —muchos chicos calientes. Y mi chico, si, él
es caliente. Me quita el aliento. Y el sexo… ¡Oh iDios mío! Pero la parte del
felices para siempre, bueno…
Así que, si quieren reírse alto, decir “que dem...” y quizás dejar salir
una lágrima o dos. Entonces vengan por el viaje. ¡Porque, OMD, qué viaje
es!
Nota de la Autora: Este libro tiene lenguaje adulto y adultos haciendo 5
cosas de adultos.
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¡Tus vacaciones se acabaron!
¡Auditoría Sims en mi escritorio para el jueves!
¡Deja de joder y haz tu trabajo!
Logra que se haga, ¡o se lo informaré a Ryan!
Frankie,
¡Alimenta con tu pene la trituradora!
¡Luego mete tus bolas en tu trasero!
Oh, espera, ¡no tienes ninguna!
¡Auditoría Sims para el viernes!
¡O cuando esté terminada!
¿Understand?
estadounidenses, y significa en inglés "Chief Executive Officer". Se dice que el CEO tiene el
máximo nivel de decisión en la compañía a la que representa. Por lo general, en
empresas de América Latina, este título se conoce como Director General, Gerente
General o Jefe ejecutivo.
—Oye espera un segundo, no me gusta esto. —Se vuelve entonces a
mirar a Pete—. Vamos hombre de la Montaña necesitas explicarte.
Pete levanta sus manos en señal de rendición.
—Oye, no sé más que tú, sólo estoy haciendo mi trabajo.
Yo acaricio a Dale en el hombro.
—Oye, está bien, estaré bien. Ryan probablemente sólo necesita un
arreglo Alexia.
Un arreglo Alexia, una rara ocasión cuando alguien realmente extraña
mi trasero arrepentido y no puede esperar a verme, por lo que envían a
seguridad para que me acompañe a su oficina.
—Bueno, tal vez. —Él sopla entonces a un lado muy despacio. Más
lento que una babosa deslizándose sobre una alfombra, si has sido testigo
de ese fenómeno entonces eres un aburrido perdedor. Sí, he sido testigo
de ello. Dije lo suficiente.
Pete me sigue mientras paseamos a través del Departamento de
Gestión de Riesgos hacia los ascensores. Cuando llegamos a los ascensores
Pete aprieta el botón de arriba. Esperamos en silencio durante unos
minutos. Sintiendo respirar cuerpos detrás de nosotros, nos volvemos.
Todo mi departamento está ante nosotros. 17
Pete me da una mirada de “qué mierda”.
Me encojo de hombros como respuesta porque es lo único que se me
ocurre hacer.
Exploro las caras de todos. Veo confusión, preocupación y una gran
cantidad de ira. Ira enojada, linchamiento enojado, allanamiento y
saqueo enojado. Un poco extremo ¿no les parece?
Ellos se mueven adelante en completa sincronización. Guau. ¿Vieron
eso? Sólo así, qué genial.
Pete da un paso atrás y levanta los brazos.
—Hola chicos, sólo hago un trabajo aquí. Necesito que todos den un
paso atrás.
Ellos miran en mi dirección, yo no les doy nada, se ven el uno al otro y
luego, con renuencia, el Escuadrón de la Multitud —nombre muy creativo,
¿no creen?— se desliza hacia atrás. Guau, de nuevo totalmente
sincronizados. ¿Cómo lo hacen?
Pete vuelve su cuerpo, manteniendo sus ojos en el Escuadrón de la
Multitud, luego aprieta el botón del ascensor varias veces más. Como si eso
fuera a ayudar.
Todo el mundo sabe que la continua pulsación de un botón del
ascensor no hace que se mueva más rápido, pero todos lo hacemos.
Me levanto y miro al Escuadrón de la Multitud porque no sé qué decir.
Esta es una ocasión muy rara.
Ellos se miran unos a otros y luego comienzan a gritar preguntas y
comentarios.
—¿Qué demonios?
—¿Qué está pasando?
—Montaña, ¿quién autorizó esto?
—Alexia, ¿qué hiciste?
—¿Van a enlatarte?
—¡Esto es una locura!
—Pete Seguridad, ¿Qué rayos pasa, hombre?
—¿A dónde la llevas, Montaña?
—Esto es una mierda.
—¿Acaso Frankie nos informará de nuevo? Vamos a patear su trasero.
—Pared, ¿Quién te envió? 18
—¿Acaso Ryan te envió?
—Sí, ¿qué pasa con el jefe?
—Sí hombre, ¿realmente tiene la gripe aviar?
Pete me mira.
—¿La gripe aviar?
Me encojo de hombros. Nada. No me mires ¡Yo no tengo nada!
El Escuadrón de la Multitud sigue gritando. Pronto se hace claro que
tengo que animarme y ser una gerente, bien, retrocedan de todos modos.
Me aclaro la garganta y me dirijo el equipo.
—Bien equipo, agradezco sinceramente su apoyo o lo que sea es
esto, pero necesitan relajarse. No tengo la menor idea de lo que está
pasando, pero estoy segura de que no es nada. —Todo el mundo me da la
mirada de siervo asustado, bien tengo que ir contra ella.
Jill, una de mis jefas de equipo, da un paso adelante.
—Lo siento Alexia, todos estamos un poco nerviosos. Definitivamente,
algo está pasando. El viaje de Ryan a Corea fue cortado por los socios que
se han estado reuniéndose diariamente y la alta gerencia canceló todas
sus reuniones. Ha habido toneladas de rumores y ahora esto. —Agita su
mano entre Pete y yo.
Yo frunzo el ceño porque parece apropiado.
—Me gustaría poder iluminarlos a todos, pero como dije estoy tan sin
pistas como ustedes.
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¿ ?
M
i instinto me dice que este drama tiene algo que ver con las
reuniones de emergencia de los socios.
Pasan treinta minutos y me estoy volviendo loca. No soy
una que permanezca inactiva. Nunca podría ser la abeja reina; Soy una
abeja obrera. Necesito estructura y consistencia, o el caos y la carnicería
prevalecerán. ¿Qué demonios? ¿Caos? ¿Carnicería?
Diez minutos más pasan y todo en lo que puedo pensar es en la
maldita auditoría Sims y todos los otros trabajos que se apilan en mi
escritorio. Saco mi portátil, la enciendo y escribo mi contraseña.
CONTRASEÑA NO VÁLIDA. Lo intento de nuevo, CONTRASEÑA NO VÁLIDA.
Lo intento de nuevo, y de nuevo, después, el sistema me deja fuera. Oh
Dios mío, estoy siendo: despedida, enlatada, aventada, expulsada, de 23
todas las formas en que lo pongas, apesta en las bolas.
Pero ¿por qué? ¿Qué demonios hice? Y por qué mi gerente no dice:
—Oye, Alexia ten unas vacaciones maravillosas, y por cierto que sean
permanentes. —Me podría haber quedado en Francia en la villa. Bueno,
no en la villa, tal vez en París. ¿Qué voy a hacer? Estoy sin trabajo, sin nada
qué hacer, sin carrera. Sólo soy una malditamente sin.
Me encanta mi trabajo. Amo mi departamento. Amo a mis
compañeros de trabajo —no a todos—, pero amo trabajar con Ryan.
A mí como... que me gusta Jaxson Ryan.
Empujo mi portátil a un lado y saco mi iPhone. Estoy muy contenta de
encontrar mi cuenta de email que Ryan no ha cerrado... todavía. Puedo
desplazarme, dándoles respuesta a varios pero suprimiendo más. Entonces
puedo buscar en mi correo personal. Me doy cuenta de una docena de
mensajes de mi banco que están marcados como ¡¡urgente!! Antes de
tener la oportunidad de comprobarlos la puerta se abre y Jaxson Ryan,
CEO de Adquisiciones Ryan, entra.
Tira de una silla y dobla su larguirucho cuerpo en la misma. Exhala y
me da una sonrisa cansada.
—Hola.
—Hola, a ti.
—Te ves... descansada. —Descansada. ¿En serio? ¿Eso es todo lo que
tienes?
—Tú te ves como una mierda.
Él ladea la cabeza.
—Ha sido una semana muy larga.
—Puedo verlo. —Levanto una ceja—. ¿Cuándo fue la última vez que
te afeitaste?
—No sé hace tres, tal vez cuatro días. —Él deja escapar un largo
suspiro cansado—. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones? Eso es lo que lo
llaman Europa, ¿no?
—Estuvieron... bien. —Me encojo de hombros—. Está bien, fueron una
mierda. Si la abuela no me hubiera insistido, no habría ido. Ella sí que sabe
cómo poner presión y culpa.
—¿Estás bien? —¿En serio?
—No lo sé Jaxson, ¿lo estoy?
Él se pasa la mano por el cabello ondulado de color marrón negruzco.
No tengo ni idea de por qué ese simple acto me convierte en gelatina 24
licuada. A decir verdad casi todo lo que hace me voltea de adentro hacia
afuera. Jaxson Ryan es, de lejos el hombre más atractivo que he conocido
—el hombre del cartel para el alto, moreno y guapo—. Dios sabe que
podría sentarme y verlo por horas, días, años.
Profundo suspiro. No es sólo su presencia física, tampoco; es la forma
en la que se sostiene a sí mismo, la forma en que se hace cargo de una
habitación, la forma en que se para y camina. Lo captas, ¿no?
De acuerdo, Alexia deja de comértelo con los ojos, contrólate.
Empujo mi portátil hacia él.
—No creo que vaya a necesitar esto —le digo con una mordida.
Él cierra los ojos y se masajea las sienes.
—¿Dolor de cabeza? —digo, haciendo mi mejor esfuerzo para que
suene un poco simpático.
Él deja caer las manos y abre los ojos.
—No tienes ni puta idea.
—Sí, tienes razón, no tengo ni puta idea. ¿Te importaría iluminarme? —
vuelvo a decir, con una pequeña mordida.
Él se queja.
—Lo siento. Es que... hiciste que me escoltaran fuera de mi
departamento por seguridad, Jaxson. Me escoltaron. —Me señalo a mí
misma cuando digo “yo”, por segunda vez. No tengo ni idea de por qué—.
Jaxson, ¿qué está pasando? No entie...
Su teléfono suena antes de que pueda terminar. Él lo saca del bolsillo
de su traje.
—Ryan —responde—. Bien. Sí. Gracias, Malinda. —Cuelga.
Eso fue breve y al punto ¿Quién en el infierno es Malinda?
—¿Confías en mí? —pregunta mientras sus ojos abogan por un sí.
—Jaxson, no entiendo…
—¿Confías en mí?
—Yo no sé...
Él golpea su mano sobre la mesa de cristal. Yo salto.
—¿Confías. En. Mí? —anuncia con dientes apretados.
¡Mierda! ¿Cuál es tu problema?
—Quiero hacerlo —digo entre dientes.
Él se encoge de hombros con decepción.
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Quería poder decir que sí, pero la confianza no es algo que dé y él lo
sabe.
—Lex, necesito que confíes en mí —declara—. Necesito que dejes que
las cosas surjan por unos pocos minutos y luego te lo explicaré.
—Voy a tratar —le susurro.
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¡ !
H
ay un golpe fuerte y yo salto. La puerta se abre y un hombre
corpulento luciendo prominente cabeza y cuerpo marcha
dentro. Deja caer un maletín en la mesa y luego va junto a
Jaxson. Parpadeo. ¡Santas camas de piedra! Es Pedro Picapiedra en carne.
¡Vilma!
Él abre su maletín y saca una botella de desinfectante de manos —
tamaño almacén—. Ya sabes, la enorme botella que está ocupando
espacio valioso en tu armario de ropa o debajo de tu lavabo del baño. El
que simplemente no puedes conseguir terminarte y lo tiras.
Pone un pegote en cada palma y luego las frota. Regresa el
desinfectante y recupera los elementos siguientes. Ordenador portátil,
varios archivos, dos cuadernos de notas, tres bolígrafos, un lápiz, una
grapadora, mentas Altoid, anteojos, botella Evian y finalmente un paquete
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de toallitas desinfectantes.
Pone el maletín en el suelo, busca en cada artículo después comienza
a colocarlos en filas.
Mentas, toallitas desinfectantes y agua en lo más lejano o en primera
fila, papeles legales, bolígrafos, lápiz, y grapadora en la segunda o en
medio. La portátil, anteojos y archivos en la tercera o última fila. ¿Qué
demonios Picapiedra?
Justo cuando pienso que la tortura ha terminado, él comienza a
limpiar cada artículo con desinfectante.
¿Cuál es el siguiente simulacro de ahogamiento, descargas eléctricas,
polka a todo volumen de altavoces ocultos? Fulmino a Jaxson, pidiendo
una explicación, un rescate. ¿Es esta la parte de la confianza?
Él me aprieta la mano y susurra:
—Confía en mí.
Bueno, esa es la parte de la confianza.
Entonces, reconoce al Sr. Picapiedra mientras se pone las gafas y
reúne los archivos.
—Henry ¿estás listo?
Bueno, Pedro es un Henry.
Él asiente.
—Sí... Sí creo que sí.
El pobre hombre parece que ni siquiera sabe su nombre.
Luego se vuelve hacia mí.
—Alexia me gustaría que conocieras a un viejo amigo de la familia y
el abogado de Adquisiciones Ryan, Henry Mills.
Levanto mi frente y mantengo las manos para mí misma, porque
parece adecuado después de su pantalla de fobia a los gérmenes.
Henry asiente y luego me entrega un archivo. No, más bien como que
lo tira en frente de mí. Es obvio que tengo piojos germinales. Con
renuencia, lo recojo.
—Señorita Keith, mi nombre es Henry Mills, soy abogado de
Adquisiciones Ryan.
Bien, he estado allí, he hecho eso.
—Por lo general trabajo en disputas contractuales. —Suspira—. Pero
hoy estoy en representación de los Socios Ryan.
Me da otro archivo. Dudo de nuevo, pero lo tomo. ¿Qué más puedo 27
hacer? Realmente quiero tocarlo solo para ver cómo se asusta, tú también
lo harías, ¿no?
—Antes de comenzar mi conferencia, quiero aclarar, que todo lo que
se diga hoy es confidencial y ningún cargo formal se hará hoy. ¿Entiende,
señorita Keith?
—¡No! ¿Cargos formales? ¿Qué demonios?
Él se vuelve a Jaxson.
—¿Ella no leyó los archivos?
—Henry recién se los entregaste.
—Oh... Sí... correcto. Debe leerlos antes de que pueda continuar.
Jaxson asiente.
—Sí, estoy de acuerdo.
Henry se quita las gafas.
—Necesito café. Me tomaré un descanso.
—Esa es una excelente idea —dice Jaxson.
—Sí... eso es. —Pedro-Henry está de acuerdo, y luego mira con la
mirada perdida como si no pudiera incluso recordar por qué está aquí o en
qué planeta está.
—Malinda está esperando en mi oficina. Estoy seguro de que le
gustaría acompañarte, por café —dice Jaxson y luego le da una sonrisa
genuina y cálida.
Henry se frota la barbilla.
—¿Quién es Malinda?
—Malinda es tu esposa.
Él lo contempla por un minuto.
—Sí, Malinda es mi esposa —responde con confusión.
Creo que todavía está atorado en la cosa del planeta. Siento la
necesidad de ayudar a Henry-Pedro, el pobre de la edad de piedra. Así
que telepáticamente le envío imágenes de la tierra. Me gustaría enviarle
imágenes de su esposa, pero no sé qué aspecto tiene. Lo siento edad de
piedra.
Después de unos minutos, que se sintieron como horas, él dice:
—Después del café, ¿tal vez al golf? me gustaría jugar al golf Jaxson.
¿Quieres venir conmigo?
—No, hoy no Henry. ¿Si no llueve?
—Sí... sí si no llueve. —Él se pone de pie—. Adiós entonces. —Sale de 28
su silla, después, camina hacia la puerta y la abre, luego se congela por
minutos, segundos, lo que sea. Se da vuelta—. ¿Cuál era el nombre de mi
esposa?
Jaxson sonríe.
—Malinda.
—Oh... sí, Malinda. —Él asiente y luego sale.
7
¿ ?
—¡Oh mi mierda más sagrada! ¿Qué fue eso?
Jaxson exhala.
—Ese era yo salvando tu trasero.
—¿Qué?
—Abre los archivos y lee.
Exploro ambos archivos mientras Jaxson mira. Termino y gimo.
—¿Qué diablos es esto?
—¿Qué te parece?
—¿Qué parece?
—¿No acabas de leerlo? 29
—Sí, acabas de verme leerlo. —Algo está definitivamente perdiéndose
en la traducción. ¿No lo crees?—. Soy capaz de leer por el amor de Cristo.
En varios idiomas —agrego, sólo porque puedo y porque estoy enojada.
—Bueno vamos a empezar de nuevo —dice casi en tono burlón,
casi—. Dime lo que dicen las palabras. —Está bien eso fue lleno de burla.
—Las palabras dicen... —Sí, me estoy burlando de ti—. Que malversé
veinte millones de dólares. ¿Es algún tipo de broma? Porque no creo que
sea divertido.
—No, me temo que no. Es real.
—No puede ser real. —Muevo la mano a un archivo—. No hice nada
de esto.
—¿Alguna de esas cuentas es tuya? —pregunta.
Tomo el segundo archivo y busco en él.
—Las cuentas bancarias de Nueva York y de Amex son mías, pero los
saldos han sido alterados. Las otras tarjetas de crédito, préstamos, y
cuentas en Belice, no son mías.
—Encontré el informe muy completo y convincente.
¡Bueno la-la-la!
—El hecho de que un informe parezca creíble y exhaustivo, no
significa que sea verdadero. Y la verdad es que no hice fraude en treinta
cuentas de la empresa en los últimos nueve meses. —Resoplo—. ¿Por qué
diablos iba a hacerlo? No necesito el dinero.
—Tienes veinte millones de dólares solamente por ahí.
—No, no tengo veinte millones por ahí. —¿Qué crees que soy,
distribuidora de metanfetaminas?—. Yo no hice esto. —Muevo la mano a
los archivos. Me gusta agitar los archivos y soy muy buena en eso. ¿No
crees?
—No creo que lo hayas hecho.
—Entonces por qué... espera un minuto, los socios en las reuniones, el
camping en tu oficina. Estoy adivinando que los socios no están de
acuerdo y están considerando presentar cargos.
—Sí, lo están considerando.
—No tienes idea de lo loco que es esto. Es una maldita locura.
—Estoy de acuerdo que es una locura. La pregunta es, ¿qué vamos a
hacer al respecto?
—La pregunta es por qué no estoy enfrentando cargos.
Él levanta una ceja. 30
—Tú dispusiste del dinero, ¿no?
—Sí, los socios no saben que se trató de mí. Hice que se viera como si
fuera a través de tus abogados.
—¿De mis abogados? ¿De mis abogados ficticios de Dewey-Cheatam
y Howe?
—Era la única manera. No hay forma de que te dejara ser acusada
por malversación de fondos.
—Aprecio todo lo que hiciste Jaxson pero ¿crees que la adición de
más manzanas podridas al barril de manzanas podridas es el camino a
seguir? Me acusaron falsamente de malversación de fondos, entonces
pasas el dinero a través de mis abogados ficticios. Si alguien se entera no
se vería bien.
—Nadie se va a enterar, Lex. Los abogados de Ryan querían
encontrarte en el aeropuerto. Tenían a la mayoría de los socios creyendo
que no regresarías de Francia.
—¿Así que tus veinte millones me compraron algo de tiempo?
—Por ahora.
—Entonces, ¿qué es lo que pasa con Pedro Picapiedra?
—Oh, Dios mío, ves demasiado. He conocido a Henry durante años,
pero cada vez que lo miro espero que Vilma, Pablo y Betty aparezcan.
—Se te olvidaron Pebbles y Bam-Bam.
Nos reímos, aunque la parte de Pebbles y Bam-Bam no es tan
divertida, ahora Dino o como sea el nombre del gato; el que sigue
lanzando a Pedro por la ventana de su casa de la edad de piedra, eso sí
es divertido. O no.
Jaxson inclina su cuerpo de sexo-en-fuego hacia atrás en su silla.
Malditamente me encanta esa canción, “Sex On Fire” y la estoy cantando
en mi cabeza. Me gustaría cantarla, pero no puedo cantar una mierda.
Entonces Dios mío, él pasa las manos por su cabello. Sí, dije, manos,
peinándose a dos manos. Oh. Estimado. Señor. Ahora tiene ese cabello
justo-acabado-de-ser-follado. ¿Los chicos pueden tenerlo así?
Bueno, él lo tiene y está bien. Me muevo en mi silla. ¿Puede una chica
conseguir una erección? Cruzo mis piernas, las descruzo, las cruzo, las
descruzo y finalmente las cruzo.
Él sonríe. ¡Bastardo descarado!
Ahora, dónde estábamos antes de que me pusiera toda caliente y
mojada, húmeda y... me aclaro la garganta, porque puedo. 31
—Henry, ¿me estabas explicando?
—Oh sí, Pedro-Henry. Como mencioné antes, los abogados de Ryan
les aconsejaron a los socios entregarte a la DA. Quieren sangre Alexia.
—¿Por qué? ¿Qué les hice yo?
—Asunto personal. Con excepción de Henry, todos tienen un ego del
tamaño de una casa, de una casa muy grande. Llaman la atención y a los
medios de comunicación. Uno de ellos está compitiendo por el trabajo de
DA, y te ve como un trampolín para impulsar su objetivo. He estado
tratando de convencer a los socios de que es en tu mejor interés arreglar
las cosas de forma privada. Con un arreglo Privado: ningún escándalo,
control de daños, más dinero en sus bolsillos.
—Pero ¿no todos están de acuerdo?
—No, la mayoría todavía quiere entregarte a la DA. —Lanza un gran
suspiro—. Alexia, como director general, estoy caminando en una fina
línea. Me preocupo por esta empresa. Joder más que me preocupo, ha
sido toda mi vida de mierda durante diez malditos años. Podría haber
heredado mi posición, pero he trabajado mi trasero, primero
manteniéndola a flote, y luego convirtiéndola en una Compañía dentro
de la lista Fortune 5004. Hace diez años, cuando asumí el cargo de CEO,
tenía dos opciones. Una: podía disolver la empresa que mi abuelo
comenzó, o dos: podía tomar socios. Elegí tomar socios. No me arrepiento
de mi decisión, pero mi plan desde el principio era volver a comprar las
acciones una vez que las cosas cambiaran. Pude volver a comprar
algunas, pero la empresa se está volviendo fuerte en beneficios en este
momento y nadie quiere vender ni una mierda.
—Bien. Lo entiendo, Ryan. —Nunca oí decir mierda tantas malditas
veces. Nunca. Es jodidamente raro.
—Siento el discurso. Lo que estoy tratando de decir es que no tengo
suficientes acciones para anular a los socios. Así que si se llega a una
votación final...
—Puedo entender que tengas responsabilidades como CEO. No
tienes que preocuparte Jax. No enfrentaré cargos.
—Espero que estés en lo correcto.
—Estabas explicando sobre Pedro.
—Sí, Pedro. Hace unos meses, Henry tuvo algún tipo de ruptura que
dio lugar a un ataque cerebral. Su esposa, Malinda, me preguntó si podría
mantener esa información privada y mantenerlo en la nómina hasta que
se retirara dentro de unos meses. Estuve de acuerdo. 32
—¿Así que ninguno de los socios sabe sobre su condición?
—No. Yo soy el único fuera de su familia que lo sabe. Hemos logrado
eso porque Henry trabajó sobre todo en su casa antes de su ataque
cerebral. Henry tiene una reputación como trasero duro. Los socios
pensaron que si tú te reunías con Henry y conmigo, sólo podrías confesar y
todo el asunto podría resolverse.
—Realmente pensaron que era tan ingenua.
—No lo sé. Creo que pensaron que estarías muy asustada.
—¿Así que llamaste a su esposa, Malinda y...?
—Le dije sobre el lío de malversación y ella accedió a ayudar.
—¿Así que los socios creen que...?
—Creen que el Sr. Picapiedra está destruyendo al nuevo idiota.
—Sólo necesito ser idiota, así que gracias.
La lista Fortune 500 es una lista publicada de forma anual por la revista Fortune listando
4
las 500 mayores empresas estadounidenses de capital abierto a cualquier inversor (es
decir, no solo empresas cotizadas) según su volumen de ventas.
8
¿ ?
—E
ntonces, ¿qué es lo siguiente? —pregunto.
—Tenemos que averiguar quién te involucró y por qué.
—El informe señala que el denunciante es
desconocido. ¿Tienes alguna pista en cuanto a quién podría ser?
—Ni siquiera una. —Él se encoge de hombros.
—Esto es una mierda, porque por ahí es por donde yo hubiera
comenzado.
—¿Así que crees que fue alguien de Ryan?
Casi pongo los ojos en blanco.
—Sí, sin duda. —¿Por qué siquiera piensa que podría ser un trabajo de
afuera? Tonto. Me reclino más atrás en mi silla y froto mis sienes, ahora 33
doloridas. He estado sentada durante horas y se me ha quedado dormido
el trasero, quiero unirme a él. Me vendría bien una siesta. Infiernos, necesito
unas vacaciones para superar mis vacaciones, y después unas vacaciones
para superar las post vacaciones—. Muy bien, así que no conocemos al
mensajero, pero todavía podemos reducir el número de sospechosos. Hay
cuatro departamentos que tienen acceso a esas treinta cuentas:
Contabilidad, Gestión de Riesgo, Legal y Soporte Técnico. Y solo un
puñado de personas con el cerebro necesario para llevarlo a cabo.
—Tú podrías ser uno de ellos. —Él sonríe.
—Sí. —Pongo los ojos en blanco—. ¿Cómo si aún tuvieras que
preguntar?
Jaxon me da las Cejas5¹.
Odio que haga eso con las Cejas. Pongo los ojos en blanco, otra vez.
—¿Qué? —pregunta.
—Lo estabas haciendo otra vez.
—¿Y bien?
5
Las Cejas: es el levantamiento de la ceja izquierda al tiempo que se reduce la derecha,
obligando al espacio en medio a rodar y arrugarse.
—Las Cejas —replico y sacudo la cabeza con disgusto y decepción.
Él frunce el ceño y frota el espacio desvaneciéndose antes de
continuar.
—Entonces, ¿quién en Ryan te odia? —se burla.
—Muy gracioso Jaxon. Y para tu información, no todo el mundo en
Ryan me odia.
—Lo sé. Pete me contó que casi lo linchan.
—Mi equipo es el mejor, Jaxon. Están confundidos y enojados. No
todos los días ves a tu gerente escoltado por seguridad.
—Todo eso fue parte del espectáculo.
—Lo entiendo.
Él exhala, entonces agarra mi agua y toma un buen trago.
—Tengo una reunión con Dale mañana —resopla—. Haré mi mejor
esfuerzo para él y su equipo, asegurándoles que estoy haciendo todo lo
que puedo para que vuelvas al trabajo.
—Gracias, Jaxon.
Él guiña un ojo.
Oh mi infierno él está caliente. 34
—De nada.
9
T
res semanas después, Jules y yo vamos a comprar colchones.
—No puedo creer que hayas contratado a alguien para
limpiar, reparar y amueblar tu apartamento, en tres semanas.
—El poder de Internet, chica —declaré orgullosamente—. Todo lo que
necesito es un colchón y estaré durmiendo en mi propia cama, en mi
propia habitación, esta noche.
—¿Qué pasa con éste? —preguntó Jules mientras su trasero, y
después su cuerpo, se moldeaban en la espuma.
Me recosté al lado de ella y cerré mis ojos.
—Oh sí, se siente genial. La espuma de este colchón es fantástica. —
Me estiré y cerré mis ojos.
Jules se aclaró la garganta. 53
—¿Reemplazaste tu ropa y tus zapatos?
Abrí mis ojos y la miré de reojo.
—Sabes que no lo he hecho. Me gasté tres mil dólares en la tienda
Nike. Y otros mil grande en tacones. Estoy bien.
Jules gruñó.
—¿Qué? No es como si necesitara ropa para trabajar o algo.
Ella resopló.
—Puede que no estés trabajando pero necesitas ropa, zapatos y
cosas para salir.
—Sólo usaré mis pantalones de yoga y una camiseta.
—Sí, si vas a salir a por un Big Mac.
—Sabes cuánto odio ir de compras. Si necesito algo, lo ordenaré en
línea.
—¡No puedes hacer eso! —jadeó ella—. ¿Y si no te queda bien?
—Entonces lo devuelvo.
—¿Alguna vez has pensado en contratar a un personal shopper
profesional?
—Hmm, eso es una idea —digo mientras mis ojos se cierran.
Toca mi hombro y abro un ojo cansado.
—¿Qué?
—Decías… ¿una idea?
—Oh. Lo siento, es una gran idea. ¿Acaso tú conoces a algún
personal shopper profesional?
Jules agarra mi mano y le da un apretón.
—¿Estás bromeando, verdad?
Me reí.
—¿Por qué no sólo lo preguntaste?
—No quería ser presuntuosa.
—Llama a tu socio de crimen y te daré la American Express.
—Sólo si insistes.
—Oh, lo hago, insisto.
—¿Cómo es que Marco y yo somos tan afortunados? En serio.
Cuántas chicas conoces, que tengan una mejor amiga rica y que odie
malditamente ir de compras. 54
—A ninguna —me quejé.
—Solo ve y cae rendida hasta que compres.
—Es compra hasta caer rendida.
—Quizás para ti.
—Esta es la mejor cosa que me ha pasado en meses —jadeó Jules.
—Eso es jodidamente triste.
—Quizás para ti.
—Tengo algunas reglas.
Frunce el ceño.
—Sólo dos.
—Puedo con dos.
Levanto un dedo.
—Una: cómprense cada uno algo fabuloso.
Sonrió.
—Me gusta esa regla.
—Sabía que lo haría —levantó otro dedo—. Dos: Si no hay manera en
el inferno que use algo, no lo compres.
—Conocemos tu estilo. Es… bueno, no es el más elegante, pero somos
unos profesionales, querida. No te preocupes; lucirás genial. Estoy tan
entusiasmada —grita como una adolescente con Mountain Dew
Voltage7—. ¡No puedo esperar!
Se levanta, agarra su bolsa y saca su iPhone. Busca en su calendario.
—¡Genial! No tengo que ir al tribunal esta tarde. Le mando un mensaje
a Marco y nos veremos para almorzar y planear todo.
—¿Vas a planearlo?
—Claro. ¡Hola!
—Oye, no estoy obsesionada con la moda. No sé de esas cosas.
—Es por eso que nos tienes como tus personal shoppers. Ayer
descargamos la aplicación de profesional shoppers.
Y no querías ser presuntuosa, amiga.
—¿Hay una aplicación para ir de compras?
—Cariño, hay aplicaciones para todo.
—Supongo. ¿Quién diablos necesita una aplicación para ir de
compras?
Jules se ríe entre dientes y niega con la cabeza. 55
—¿Qué es tan divertido?
—Sólo estaba recordando la aplicación que vino con mi cliterator8.
—¿Qué diablos es un cliterator?
Jules se acuesta y comienza a señalar sus partes femeninas.
—Es un vibrador que te pones…
Coloco mi mano sobre la de ella, deteniendo la demostración.
—No te preocupes. Creo que me lo puedo imaginar.
—¿Estás segura?
—Sí. Muy. Continúa.
—Está bien, entonces compré un nuevo cliterator y baje su aplicación.
La aplicación se supone que permite que tú o tu pareja tengan control
inalámbrico sobre la vibración.
—¿Dijiste se supone? Supongo que no funcionó.
—No, definitivamente funcionó.
Mountain Dew Voltage: es una bebida energética con gas que tiene un sabor a
7
frambuesa y ginseng.
8 Cliterator: Consolador de clítoris brutal. Implica un juego de palabras entre Clítoris y
Terminator.
—Está bien. Creo.
Niega con la cabeza.
—Comenzaré por el principio.
—Es un buen lugar por el que comenzar.
Rodó sus ojos.
—Sabihonda.
—Esa soy yo. Por favor, continúa.
—Está bien, me contrataron para mediar el acuerdo para los Bensons,
Mark y Carrie, una pesadilla para los abogados de divorcios. Me están
volviendo malditamente loca. Discuten y pelean por todo. ¡TODO! Por
ejemplo, debatieron durante dos horas sobre el coste del maldito cuidado
del perro. Trataron de calcular el coste del cuidado por la cantidad de
tiempo que cada uno pasa con su perrito, George. Pasó una y otra vez. Él
sacó su calculadora, y ella sacó la suya, bla, bla, bla. Después de una hora
en la que estuve caminado de un lado a otro, empecé a cabecear.
—¿Eran contadores?
—No, doctores.
Me reí. 56
—Entonces, ¿qué paso con el pobre de George?
—Al final decidieron que pondrían cronómetros para cada visita,
después calcularían el coste por hora.
Rodó sus ojos.
—Pobre Ralph. Entonces ¿qué paso con la aplicación y el cliterator?
—Estoy llegando a eso. —Toma un respiro—. Después del argumento
del perro, insistí en que hubiese un descanso. Necesitaba una siesta, tres
tragos de tequila o un Red Bull. Me decidí por el Red Bull, siendo mi única
opción viable. Estaba a punto de salir por uno, y recordé que había puesto
mi nuevo cliterator en mi maletín. Pensé que un orgasmo o dos me
despertarían. Me refiero a que no puedes dormir durante un orgasmo.
—¿Por qué lo tenías en tu…? No importa, en verdad no lo quiero
saber.
—Está bien, entonces, después de desechar la idea del Red Bull, me
fui al baño de damas, me puse el cliterator, y abrí la aplicación en mi
teléfono. Entonces regresé a mediar. Todo estaba muy tranquilo hasta que
comenzó una gran batalla por un maldito tostador que tenía algún valor
sentimental, porque tuesta una imagen que se parece a Bob Marley.
—¿En serio?
—Es lo que ellos dicen. Maldito Bob Marley. Entonces, después de
escucharlos pelear por el maldito tostador que hace imágenes, sentí una
necesitad de encender discretamente el cliterator. Alcancé mi teléfono y
presioné la aplicación como decían y la maldita cosa se quedó colgada.
—¡Oh, infiernos!
—Sí, después de diez minutos en alto fui de la bendición clitoral a
infierno clitoral. No podía apagar la maldita cosa y mientras seguía
presionando frenéticamente el botón de detener, me involucré y distraje
tanto que no me di cuenta de que habían dejado de discutir y me
miraban fijamente.
—¡Oh, por Dios, Jules!
—Sí, fue un momento ODM, y se puso peor.
—¿Peor? De ninguna manera.
—Sí, lo fue. Mientras intentaba arreglar la maldita cosa, explotó.
—¿Explotó?
—¡Sí! Explotó… como en una explosión —se queja—. Hizo un sonido
frenético, después una ráfaga de humo salió debajo de mi falda.
—¡Infernos!
57
—Sí, un infierno total.
Me rio hasta llorar.
—No es gracioso. —Hace un puchero.
—Sí lo es. ¿Cuándo pasó esto y por qué no me lo habías contado?
—Hace seis meses y no te lo dije porque siempre me das esa mirada.
—¿Qué mirada?
—La mirada que me acabas de dar. La que dice ¿Qué te estas
metiendo y de que planeta vienes?
—Lo siento, no sabía que te daba esa mirada.
Jules inclina su cabeza.
—De cualquier forma, fue malditamente embarazoso.
—Lo apuesto. ¿Qué hiciste después de que explotó?
—¿Qué podía hacer? Sonreí falsamente y dije Ese maldito brócoli
siempre me hace daño. Después me fui deprisa al baño, me arranqué el
maldito cliterator y lo tiré a la basura. —Jules me mira—. Me estás dando
esa mirada.
—Lo siento.
—No, no lo sientes.
—Tienes razón, no lo siento.
—Jules ¿por qué todas tus desgracias son acerca del sexo o alguna
clase de función o disfunción corporal?
Lo piensa por un minuto.
—No lo sé. Quizás porque me gusta el sexo y pienso sobre él…
¡mucho!
—A quién no… ¡¿mucho?! —me reí.
Jules se estira y rueda sobre su lado.
—Cuéntame que dijo Jaxson sobre esta reunión de mañana.
—Dijo que los socios se reunieron de nuevo y decidieron posponer los
cargos formales.
—Es genial, ¿pero por cuánto?
—Noventa días.
—No son generosos, molestos. Solo por curiosidad, ¿has conocido a
alguno de los socios?
—No, pero recibí este extraño e-mail anónimo de uno de ellos
diciendo que lamentaban mi predicamento.
—Pre-di-ca-men-to. Me gusta esa palabra. 58
Ronronea.
—Claro que sí. Tiene dic9 en ella.
Jules sonrió y alzó sus cejas.
—Sí, lo tiene.
Niego con mi cabeza porque no hay palabras apropiadas que se me
vengan a la mente.
—¿Dijo algo más?
—Dijo que finalizaron su contrato.
—¿Contrato? ¿Qué diablos es eso?
—No sé en qué se involucró. También me aconsejó que reconsidere
consultar un abogado.
—El mismo consejo que te di, amiga.
—Estoy consultando a un abogado y voy a llevar uno.
—Sí, una abogada de divorcios.
10Second coming: Como menciona antes a Dios, hace referencia a la segunda llegada
de Cristo.
No puedo quitar mis ojos de su mano. Dejo escapar un suspiro.
Deja salir un gemido desde lo profundo de su garganta mientras su
mano se desliza hacia abajo a su sexo.
Salgo de mi trance y tomo su mano.
Su ojos se salen de sus orbitas.
—¡Demonios, Jules! Necesitas llevarte esta mierda a casa.
—Lo siento… me dejé llevar. Ya sabes, estar en un colchón y todo eso.
—¿Les podemos ayudar señoritas? —Jules y yo nos sentamos.
Hay tres vendedores jóvenes de pie al final del colchón, mirando con
lujuria a Jules.
—Se nos pueden unir —ronronea Jules y acaricia el espacio entre
nosotras—. Es una extra grande.
Levanta sus cejas.
—Hay suficiente espacio para todos nosotros.
Los tres parecen como si estuviesen considerando seriamente su
oferta.
Toso y aclaro mi garganta.
61
—Sólo bromea.
—No, no lo hago. —Se enfada ella.
—Sí, ¡lo haces! —digo con mi mejor voz de madre.
Me dirijo al hombre joven con el nombre de Drew escrito arriba de la
etiqueta de asistente general.
—Drew —digo y él gira su cuerpo pero sus ojos siguen fijos en Jules.
Aclaro mi garganta de nuevo—. Hola, asistente general Drew.
Voltea su cabeza y finalmente me honra con contacto visual.
—Drew, creo que este es el colchón —lo golpeo—, que quiero.
—Está bien —responde mientras sus ojos van de vuelta a Jules.
—¿Lo puedes comprobar en el almacén y ver los plazos de entrega
disponibles para hoy?
—Sí… está bien… seguro, iré a comprobar eso… regreso en seguida.
—Drew suspira, después se va con gran renuencia.
Vuelvo mi atención a los otros adolescentes rabiosos de hormonas.
Jules les guiña a ellos, después se desliza sobre sus codos dándoles a
los hombres jóvenes una vista excepcional de sus tetas.
—¿Son chicos de universidad? —ronronea ella.
Un rubio lindo desgarbado le responde.
—No… estamos en preparatoria… somos de ultimo año —agrega él.
Como si eso fuera mejor, o incluso legal.
—¿En serio? —dice ella inclinando su mandíbula—. Es obvio que
parecen chicos de universidad. —Hace una mueca.
Sonríen y se ruborizan como idiotas.
—¿A qué preparatoria van?
—Jules —parloteo y niego con mi cabeza.
Suelta una risita.
—Jeff, Rick, ¡vengan aquí! —Oímos que un hombre grita.
Miran hacia arriba.
—Maldición —dijo el rubio—. Lo siento damas, ese es el jefe,
necesitamos ayudar a otros clientes. Pero… ¿podemos tener sus números?
—Sacan sus teléfonos.
Jules sonríe, niego con mi cabeza.
—Lo siento —digo.
Le dan a Jules una mirada suplicante. Ella hace un puchero. 62
—Lo siento, mamá no me deja.
—Oh… está bien. Si cambian de parecer, saben dónde encontrarnos.
—Él guiña y se van a ayudar a otros clientes.
—Jules —digo y niego con mi cabeza—. Necesitas sexo. Sexo legal.
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74
15
¿S
abes esa sensación, la primera vez que conoces a alguien y
sabes que estás en problemas, pero simplemente no puedes
evitarlo?
Eso fue lo que me pasó cuando la vi por primera vez.
Alexia Elizabeth Keith. Dios, incluso su nombre se sentía bien en mis labios.
Desde el momento en que entró en mi oficina y me miró con aquellos
grandes ojos verdes, y me dio esa increíble sonrisa con los labios más
besables que había visto nunca, eso fue todo. Hecho. Finish. Estaba
enamorado. Bueno, era más como lujuria; la parte del amor llegó unos
meses más tarde.
Caray, sabía que sería un problema importante. Lo tenía escrito en
ella. Y no, no quiero decir literalmente. No seas idiota. Lo que quiero decir 75
es que se podían sentir los problemas en el aire alrededor de ella. Sabía
que cambiaría mi vida, y para bien o para mal, iría por ello.
Todo sobre nosotros se sentía correcto, desventurado. Yo la deseaba y
la tendría.
Cuando me paré detrás de mi escritorio para estrecharle la mano, juro
por Dios, que mi pene se estremeció. Sí, claro, dirás tú. Pero por Dios, lo hizo.
Jodidamente se estremeció. Verás, cuando un chico conoce por primera
vez a la mujer de sus sueños no se desmaya ni entra en paro cardíaco.
Instantáneamente se pone duro, duro de verdad, o como en mi caso, duro
y nervioso.
Ella miró con franqueza mi entrepierna. Creo que incluso puso los ojos
en blanco y sacudió la cabeza, pero no puedo recordarlo. Sabía que
estaba haciendo un tarado de mí mismo, pero no me importaba. Solo me
quedé allí, con mi pene estremeciéndose y una tonta sonrisa de
comemierda. Pero otra vez me importó una mierda.
Nos dimos la mano y creo que murmuré algo, pero no recuerdo qué y
en realidad no importa. Me quedé agarrando su mano como un vicio y
cuando ella trató de tirar de su mano yo no la solté. Simplemente no
podía. Algo extraño y poderoso corrió a través de mí y tenía que estar
pegado a ella como pegamento. Sostuve su mano como si fuera mi
salvavidas. No fue hasta que ella movió su otra mano, la puso sobre la mía
y agitó nuestras manos separándolas, que por fin recuperé mis sentidos.
Estaba siendo una herramienta tonta de trasero cachondo y jodido.
Y de nuevo no me importó.
Alexia Elizabeth Keith era francamente la mujer más hermosa que
había conocido nunca.
Bueno, hermosa es un adjetivo cojo, digamos increíblemente
impresionante. Porque así es como me sentía y todavía me siento cuando
la miro. Ella me quita el aliento.
Cuando finalmente soltamos nuestras manos, nos sentamos. Ella dijo
algo sobre su nueva posición, pero yo estaba demasiado ocupado
contemplándola. Ella me cautivó por completo. Era perfección, desde su
largo cabello rubio oscuro y ondulado, a las puntas de sus dedos de los
pies pintadas de rosa. Su piel brillaba como un alma celestial. Bueno,
quizás no celestial, pero brillaba. Hablando de cielo, santo querido Dios,
esos ojos.
Recuerdo que algunos párrafos atrás mencioné que tenía los ojos
verdes. Bueno, al principio pensé que eran verdes, pero cuando realmente
los tomé eran más como el color del océano. No verde o azul, sino agua,
como el agua del océano y no podía esperar a nadar en ellos. Y querido
Señor esa boca amplia y maravillosa. Estaba hecha para que la follara. Por 76
favor.
Dios. Pronto.
¿Mencioné que es alta? Un metro ochenta, el complemento perfecto
para mi metro noventa y dos.
Y las piernas, que se prolongaban durante kilómetros. No se puede
tener una mujer perfecta sin ellas. Ella es delgadita, pero no como una
modelo... Más musculosa, como una atleta, con elegantes curvas.
Su chaqueta ocultaba sus pechos, pero sabía tan cierto como mi
próximo aliento, que encajarían perfectamente en mi mano, y mi boca se
hizo agua solo de pensar en chupar sus senos.
Solo había conseguido un rápido vistazo a su trasero, pero lo que vi…
Oh Dios mío.
Nuestra conversación continuó y recuerdo que dijo algo respecto a la
reestructuración o a resucitar el departamento. Quién diablos sabe,
comenzaba con la letra R. Creo. Recuerdo sonreír y asentir y sacudir
mucho la cabeza. No dije mucho porque no podía pensar con maldita
claridad.
Mi pene ya no estaba temblando pero permanecía duro como una
roca. Fue un infierno de día, olvidé meter unos bóxer en mi bolsa del
gimnasio y no tenía extras en la oficina. Estaba en comando y mi unidad
de búnker se apretaba con fuerza contra las vías del ferrocarril de la
cremallera.
Después de un rato, mi pene se entumeció y mis oídos dejaron de
zumbar; el ruido que salía de su boca perfecta comenzó a sonar como
palabras. En realidad, empezamos a tener una conversación de dos vías.
Ella incluso se rió de uno de mis chistes malos. Quiero decir que realmente
se rió. Incluso resopló. Era extrañamente entrañable.
Otra cosa que era rara era que nunca hablaba de sí misma ni siquiera
en un sentido profesional. La mayoría de las mujeres y, sí, incluso una gran
cantidad de hombres nunca dejaban de hablar sobre sí mismos. Y si no
estaban hablando, buscaban cumplidos y comentarios reaseguradores.
Alexia nunca buscó uno, ni siquiera había un cebo en su gancho.
Sabía que ella era inteligente y dedicada. Había leído su currículum.
Hablaba como cinco o seis malditos idiomas. Estaba decidido a tomar
ventaja de sus habilidades lingüísticas. Me vendría bien una intérprete.
Vale, sé que la mayoría de mis colegas de trabajo en el extranjero hablan
perfectamente bien inglés, pero un hombre tiene que hacer lo que tiene
que hacer.
Unos minutos más pasaron y ella discretamente dio un rápido vistazo a
su reloj. Yo no quería que se fuera, pero sabía que tenía que aliviar mi 77
entumecido y todavía dolorido pene, antes de convertirme en un
discapacitado permanente. Ella se puso de pie y me dio la mano.
Entonces pensé... Mierda. No puedo levantarme con una erección como
el poste de una tienda. Así que le di la mano y me quedé sentado como
un imbécil cachondo. Nos dijimos “adiós” y ella se dirigió a la puerta. La
abrió y dio un paso hacia fuera, luego se dio la vuelta. Dudó un momento y
dijo:
—Espero que la próxima vez que nos encontremos, no sea tan
doloroso. —En ese momento, levantó una ceja conocedora y salió de mi
oficina.
He aprendido más de ella en los últimos dos años, pero nunca lo
suficiente. Nunca habla de su pasado. Todo lo que sé es que nació en
Nueva York, se mudó a Escocia y luego a Londres. Le pregunté acerca de
sus padres, y me dijo que su abuela y su hermana Sam la habían criado
después de que sus padres murieron en un accidente de auto. Eso es todo,
eso es todo lo que tengo. Cada vez que saco a relucir su pasado ella me
ignora o trata de distraerme. Y debo decir que se le da muy bien
distraerme.
Y, que me follen, tiene memoria fotográfica. Descubrí esto solo meses
después de darle el empleo. Le había pedido que me acompañara a
Moscú como mi traductora. Sé lo que estás pensando, pero recuerda que
un tipo solo está haciendo lo que tiene que hacer. En el vuelo di un repaso
de los rusos y, de la empresa que quería adquirir.
Ella pidió ver los datos de la compañía. Como jefe de Gestión de
Riesgos todo son números para ella. Le entregué mi portátil y observé
mientras ella examinaba las cifras muy brevemente. Me entregó mi laptop
y entonces sacó su laptop y comenzó algún otro trabajo.
Yo había asumido que las cifras le habían aburrido o que simplemente
no estaba interesada en saber más acerca de la adquisición. Sin embargo,
durante la reunión con los rusos pidió cifras antes de que pudiera mirar
hacia arriba citando de nuevo el dinero. Le di una mirada de ¿qué
diablos? Ella simplemente levantó una perfecta ceja y se hizo a un lado
como si nada.
A lo largo de la reunión continuó citando los números de memoria.
En el vuelo de regreso, le pregunté al respecto.
—Alexia, ¿cómo supiste esas cifras?
—Las repasé.
—Sí, como por dos segundos.
Ella sólo se encogió de hombros.
—¿Tienes memoria fotográfica? 78
Ella levanta la vista de su portátil.
—Con los números —dice.
—¿Solo con los números?
—Algo así —responde y continúa con su trabajo.
—¿Algo así? —pregunto y ella me mira de nuevo y suspira.
—Sobre todo con los números, pero con más esfuerzo los textos
también.
—Es increíble —le respondo con temor.
¿Recuerdas la parte en la que dije que la deseaba y que la tendría?
Le di un mes para asentarse antes de hacer mi primer movimiento. No
tenía ni idea de cuál sería el primer movimiento. Sí, claro ¿qué dices tú?
Bien, es verdad, nunca perseguí a una mujer antes.
Bueno, a menos que cuentes a Maryann Wilkins en noveno grado. Era
estudiante de primer año, ella era mayor. Yo era virgen, ella no. Estoy
seguro de que puedes adivinar a dónde va esto.
Digamos que una semana más tarde ya no estaba viviendo en la isla
de los Vírgenes y ella se mudó a una cadena de islas conocidas como
orgasmos múltiples.
Si nunca has sido el perseguidor, probablemente no tienes
conocimientos de cómo levantar chicas. Así que mi primer movimiento
realmente explotó, y no a mi manera. Pensé que la mejor manera de
manejar la situación era simplemente decir la verdad, poner todas mis
cartas sobre la mesa. Así que entré en la oficina de Lex una tarde y dije:
—Yo te deseo y tú me deseas. Así que esta noche, vamos a decirnos
eso a las siete.
Malditamente brillante, ¿verdad? Apuesto a que estás pensando que
se enojó y me echó, y luego amenazó con demandar mi trasero. Estarías
un error mi amigo. Ella se rió sobre su trasero. Quiero decir con todo, pero
cayó al suelo y rodó alrededor con histeria. No me pareció nada gracioso.
No dejé que ella lo viera, por supuesto. Me reí y golpeé mi rodilla un par de
veces. Seguí el juego, pero por dentro estaba herido y decepcionado.
Luego ella echó sal en mi ego herido cuando dijo:
—Esa es la cosa más divertida que he escuchado en las últimas
semanas. Demonios, tal vez incluso meses. Gracias, Jaxson.
¿Qué se supone que un hombre debe hacer después de eso? Bueno,
como la mayoría de los chicos me dije, no es gran cosa, hay millones de
peces en el océano. Entonces lamí mis heridas y jodí a algunas chicas sin
nombre, sin rostro de mi oficina. Deja de juzgarme, eso es lo que hacen 79
todos los chicos. Enterramos nuestros penes junto con nuestro orgullo
herido.
Entonces, ¿qué pasó después? Se me ocurrió la brillante idea de que
nos convirtiéramos primero en amigos. Amistad llevada a la cama.
¿Cierto? Así que le pedí que viajara conmigo cada vez que podía salirme
con la mía. Cuando la excusa de la intérprete no iba a funcionar, entonces
le decía que la necesitaba para mirar los libros o que necesitaba un par de
ojos frescos para revisar un acuerdo.
Ella siguió el juego por un tiempo. Quiero decir que no era tonta, sabía
lo que estaba pasando.
Entonces, un día tuve suerte.
El avión de la compañía tuvo problemas mecánicos, yupi, mientras
estábamos en Dublín. Nos vimos obligados a pasar una noche extra. Lo sé,
qué triste. Acabábamos de cerrar una fusión en la que habíamos estado
trabajando durante más de un año. Le dije:
—Ey, Lex, vamos a celebrarlo.
Así que, como estábamos en Roma, o en este caso, en Dublín, fuimos
a un pub que estaba lleno. Los dos nos quedamos bastante perdidos y por
algún milagro terminamos en mi habitación de hotel. Bueno, tomé su
tarjeta llave de su bolso mientras ella estaba en el baño de nuestro último
pub. Sé lo que estás pensando, qué patán. Pero soy un hombre
desesperado, y ¿qué hacen los hombres desesperados? Sacan las tarjetas
magnéticas de los monederos.
Entonces, ¿cómo empezó a ir todo hacia abajo, te preguntarás?
Bueno, estoy a punto de decírtelo. De alguna manera conseguimos llevar
nuestros borrachos traseros de vuelta a nuestro hotel. Cuando nos bajamos
del ascensor insistí en acompañarla hasta la puerta. Soy un caballero,
después de todo, incluso en estado de embriaguez. Cuando llegamos a su
puerta ella rebuscó en su bolso la tarjeta de acceso.
—¿La dejaste en tu habitación? —le pregunté.
—No, estoy segura de que la puse en mi bolso.
—Bueno —le dije. Creo que dije “·bien” de todos modos, me moví
después—. ¿Por qué no vienes a mi habitación, llamas a la recepción y
que te traigan una llave?
Ella estaba un poco indecisa pero fue por ello. Una vez que la tuve en
mi habitación una cosa llevó a otra y... Está bien, la empujé sobre la cama
y le rogué, estaba desesperado, era un hombre muerto de hambre por
Alexia. Había soñado con sostenerla, con estar en ella y dentro de ella
durante tanto tiempo. Infiernos, si no fuera por los efectos anestésicos del
alcohol corriendo por mis venas, me habría venido en mis pantalones tan 80
pronto como la tuve desnuda y tumbada en la cama.
Ella era pura perfección. Más allá de mis expectativas y sueños. Su
cuerpo desnudo, mierda. Y esos pechos, que Dios me ayude. Ella los
llamaba senos, yo los llamo cielos. Jodimos y otras cosas durante toda la
noche. Yo adoré cada centímetro de ella. Estaba decidido a hacerla sentir
tan maravillosa y bien jodida que nunca querría a otro hombre en su cama
o dentro de ella. Nunca.
Y ella estuvo conmigo a través de cada follada. La hice venirse tantas
veces que perdí la cuenta. Sí, estaba contando, es una cosa de hombres.
Cuando dejamos Dublín, estaba flotando en la nube más grande de
mi vida. No podía quitarle los ojos o las manos de encima. Al principio ella
estaba en ello. Quiero decir realmente en ello. Pero a medida que el vuelo
avanzó comenzó a dejarme fuera física y mentalmente. Yo no lo entendí.
Acababa de tener la noche más putamente fantástica de mi vida.
Después de que aterrizamos y nos metimos en el auto, había tenido
suficiente.
—¿Qué demonios? —le pregunté. De acuerdo, le grité, pero estaba
enojado y confundido acerca de su comportamiento. Sabía que lo que
habíamos compartido no era unilateral. No había absolutamente ninguna
manera en el infierno que pudiera haber fingido nuestra increíble conexión.
Ella se sentó allí. Era como si quisiera decir algo, pero tuviera miedo de
hacerlo. Y esa no era Alexia. No era de las que se daban la vuelta ni se
dejaban intimidar.
Yo estaba más allá de frustrado. Le grité:
—¡Qué carajos es lo que te pasa! —Tengo la apariencia, la basura, el
dinero, la educación y la personalidad. Soy uno de los CEOs más jóvenes
del país por el amor de Cristo.
He salido en GQ, The New Yorker, Money and Men’s Health. Nunca
una mujer me rechazó. ¡Nunca! Soy una puta captura. ¿Qué diablos está
mal con ella?
En el momento en que habíamos llegado a su apartamento, la había
reducido a las lágrimas. Nunca la había visto llorar y me puse nervioso. Ella
era una maestra en ocultar sus emociones. Me sentía como una mierda
por haberle gritado, pero maldita sea, estaba desesperado y necesitaba
abrirme. No quería perder el poco terreno que finalmente había ganado.
Entonces, finalmente, ella me habló. Aunque entre lágrimas, dijo:
—Jaxson, nada está mal contigo, eres perfecto. Y la química y la
conexión que tuvimos… Es como malditamente increíble.
Me miró a los ojos, estaba tan asustada, pero ¿de qué? Todo el asunto
estaba comenzando a asustarme realmente. 81
Le supliqué que me dijera lo que estaba pasando. ¿Por qué se
cerraba así? ¿De qué demonios tenía tanto miedo? Yo, sin saberlo, ¿la
había lastimado? ¿Se estaba colgando del hecho de que trabajaba para
Ryan? ¿Estaba atrapada con otra persona?
Ella simplemente siguió diciéndome “no”. Todo acerca de mí se sentía
correctamente perfecto. Ella siguió diciendo.
—Esto nunca debería haber ocurrido —dijo.
Le pedí que me explicara:
—¿Por qué? —Ella dijo que no podía explicarme por qué. Y fue cómo
terminó, para ella de todos modos, no para mí.
Lo intenté... Realmente traté de dejarla ir, pero no pude. Le di un poco
de tiempo, después la invité a salir a cenar. Ella dijo que no, por supuesto,
pero yo no iba a permitir que finalizara el “nosotros”.
Le supliqué, rogué, le envié docenas de rosas, le envié dulces y
tarjetas, le compré esmeraldas y diamantes, le compré una oferta de café
de un año, le escribí una carta de amor, le escribí un poema, le envié
tarjetas electrónicas, le envié textos con clasificación X, le compré el
almuerzo a su departamento durante una semana, le envié un telegrama
cantado, le envié entradas para el teatro a todos los conciertos de salas
llenas en Broadway, le regalé boletos de temporada para la ópera, para el
ballet, para los Mets, para los Yankees, para los Knicks, para los Jets, para
los Rangers y para los Islanders.
Me negué a todos sus rechazos. Seguí hasta que me dijo que iba a
renunciar, y, finalmente, me di por vencido. Decidí que era mejor tenerla
como socia y amiga que no tenerla en absoluto. Estaba tan jodidamente
jodido.
82
16
U
na semana más tarde, Lane me recoge y me lleva a la Finca
Ryan.
Lane me presenta a su madre.
—Alexia esta es mi madre, Mary Frampton.
Ella me da un cálido abrazo.
—Alexia. Siento como si ya te conociera. Lane y Jaxson no pueden
dejar de hablar de ti.
—Frampton, ¿eh?
—Sí, y antes de que preguntes, no tiene relación con Peter.
—No iba a preguntar.
Ella me da una mirada escéptica.
83
—Está bien, lo iba a hacer.
—No hay problema, todo el mundo lo hace.
Lane recupera mi equipaje del maletero de un Audi A8 y Mary nos
guía detrás a un garaje con varios autos luego de un corto tramo de
escaleras tapiadas.
Cuando alcanzamos el rellano, Mary se voltea.
—¿Estás lista para ver tus nuevos alojamientos?
—Tan lista como la sandía.
Ella levanta una ceja interrogante.
—Lo sé, no lo entiendo bien. Es algo que mi abuela dice y todavía
tengo que encontrar alguna persona que lo entienda.
Mary abre la puerta y Lane y yo nos arrastramos detrás. Pasamos por
una iluminada cocina moderna, por un pasillo largo y tortuoso, pasando
habitación tras habitación.
—Conseguiremos que te establezcas, que tomes el almuerzo, y luego
te voy a dar una vuelta.
—Suena muy bien —le digo mientras continuamos.
Cuando llegamos al final del pasillo que se abre en un enorme hall de
entrada de mármol y caoba. Nos arrastramos a través del vestíbulo y hasta
una fracción de la gran escalera de caoba.
Cuando llegamos a la segunda planta, Mary señala a la derecha.
—La suite principal está a la derecha. —Se da vuelta y me hace un
guiño—. Todas las habitaciones están a la izquierda.
Lane y yo seguimos por el pasillo izquierdo. Pasamos varios dormitorios
y cuando llegamos a la habitación final ella abre la puerta.
—Este es mi cuarto favorito, Alexia. Está lleno de luz y está de frente al
jardín oeste.
Entro en una gran habitación bañada por el sol dominado por una
cama con dosel de metal y madera extra grande. Flanqueando la cama
hay un manto de caoba de chimenea de mármol y dos mullidos sillones
con estampado de flores verdes y azules. Dejo caer mi bolso con mi portátil
y mi bolsa de lona en una de las sillas y paseo hasta la ventana. Exploro el
jardín oeste. Me recuerda los formales jardines de la propiedad de la
abuela en Escocia. Echo de menos a la abuela y a sus amigos locos
maduros.
Me doy vuelta y camino hacia la cama mientras Lane pone mi
equipaje cerca de un aparador y luego planta su trasero en una silla. Miro 84
hacia el edredón.
—¿Quién es este?
Mary aparece a la cabeza del cuarto de baño dentro de la suite.
—Oh, ese es Justin Bieber.
—Camas BBC. Eso es espeluznante. —Tiro hacia atrás del edredón—.
Sábanas infantiles, súper espeluznantes.
Mary se pasea fuera del baño.
—Es una cama infantil con un conjunto de bolsas.
—Eso está mal.
—No me mires. Es la idea de Jaxson de una broma. Dijo algo acerca
de que era el único otro chico con quien te acostarías en su casa.
Ella no puedo evitar reír.
—Este chico infantil es un poco joven para mí.
—No es un león, ¿eh? —dice Lane.
Mary y yo lo miramos.
—Es un puma idiota —dice Mary, mientras sacude la cabeza.
—Lo que sea —responde él.
—Si piensas que esto es espeluznante, echa un vistazo al baño —
añade ella.
Me paseo al cuarto de baño. Tomo lo sobre cargado de JB. Hay una
gran pila de toallas impresas JB y ropa lavada. Un juego de cortinas de
ducha, alfombras, jabón dispensador, base para cepillo de dientes, bote
de basura y la tapa del inodoro completaban el conjunto JB. Me siento en
la tapa de cubierta.
—No tenía ni idea de que todavía hacían estos —digo y meneo mi
trasero.
—Sí, todavía los hacen. —Mary pone mala cara.
—Nunca he entendido el propósito de cubrir una tapa del inodoro.
—Yo tampoco. ¿Quién diablos sabe por qué? —Mary sonríe—. Pero
piensa, podrás decir que te sentaste en la cara de un chico. —Se ríe.
—No es algo que me gustaría incluso confesar.
—Puse sábanas lisas blancas y toallas extra en el armario de ropa.
Estoy de acuerdo, todo esto de muy infantil es un poco demasiado.
Salimos del baño.
—Bueno Alexia, nos iremos y te dejaremos desempacar y asentarte.
Vendré a buscarte para el almuerzo. 85
—Está bien, y Mary, gracias por todo.
—De nada. Todos estamos muy contentos de tenerte aquí. —Se
pasea a la puerta, sale, y luego la cierra detrás de ella.
Dos segundos después, abre la puerta.
—Lane —llama.
—¿Qué? —Él le da a su madre una sonrisa descarada.
—Lane —dice ella otra vez en esa “voz de mamá”. Ya sabes esa voz,
la que dice no te metas conmigo, muchacho.
—Está bien, ya voy. —Él salta y va a la puerta.
—Nos vemos más tarde Lex.
Asiento.
Él me guiña un ojo. Mary sacude la cabeza. La puerta se cierra y
permanece cerrada.
Mary viene al medio día como prometió. Me da un rápido recorrido,
después, me presenta al personal de la casa. Lester Bing, es el cocinero-
Jack-de-todos-los-asuntos y Mary es su BFF. Es un gran hombre con una
bocha desnuda. Don Limpio en carne. Me pregunto si Jaxson lo vería,
también.
—Alexia, es grandioso conocerte al fin —dice mientras me da un gran
abrazo de oso—. He estado experimentando con nuevas recetas
vegetarianas y no puedo esperar para que las puedas probar.
Mary se encoge.
—Espero que te guste el queso de soja —dice en voz baja mientras
caminamos fuera de la cocina.
—Así de mal, ¿eh?
Ella se vuelve y cuenta con los dedos.
—Hamburguesas de tofu, tacos de tofu, pizza de queso de soja, queso
de soja con lasaña, pan de queso de soja, espaguetis y queso de soja, en
bolas, tofu agridulce, miel de comida tofu y varios tofus sin nombre son sus
delicias culinarias.
Ella pone los ojos en blanco.
—Hemos tenido tofu en cada comida durante las últimas dos
semanas.
—Lo siento.
—No te preocupes. Lo mantiene fuera de mi cabello.
Vamos por un pasillo y salimos a los jardines traseros. 86
—Eso es todo el personal de la casa. Contrato ayuda adicional
cuando la necesito, lo cual es raro. No vemos mucho de Jaxson, pero
tengo la sensación de que eso cambiará ahora que estás aquí. —Me da
un guiño de complicidad.
Caminamos por los jardines al oeste y al sur, ¿o era el este y el norte?
Lo que sea.
Mary mueve sus manos y grita:
—¡Louie! —Un hombre más bien pequeño con una gorra de los Mets,
con una enorme sonrisa y una nariz enorme le devuelve el saludo.
Cuando lleguemos a él, Mary nos presenta.
—Louie, esta es Alexia.
—Oh, sí —dice con una ceja levantada—. Alexia la de Jaxson. —
Louie se quita sus desgastados guantes de jardinería y toma mis manos,
dándome un ligero beso justo por encima de los nudillos.
—Louie es el jardinero en jefe y el Jefe Coqueto.
—¿Yo? —dice él con fingida incredulidad—. No soy coqueto, me
encantan las mujeres, especialmente las mujeres hermosas. —Guiña un ojo.
—Los jardines de Louie son espectaculares. La mejor parte de la finca
—digo y su rostro se inunda con una mueca.
—Gracias querida. ¿Te gusta la jardinería?
—Nunca la he probado.
—Una virgen —responde él con una voz profunda y seductora—.
¿Podría mi día ser mejor? Sería un honor ser tu primer instructor hortícola.
Los labios de Mary se adelgazan en señal de desaprobación.
—Oh buen Dios Louie. Alexia es de la misma edad que tu nieta.
—Pero no es mi nieta, ¿no? Además, no puedes poner una edad en el
verdadero amor.
Mary pone las manos en sus caderas.
—En tus sueños Louie.
—Sí, un hombre todavía puede soñar e incluso tú, mi querida Mary, no
puedes controlar con qué o con quién sueño.
Mary niega.
—Eres un hombre enfermo Louie.
Él se ríe.
—Y te encanta.
Mary pone los ojos en blanco. 87
—Mañana tendremos una cena de bienvenida para Alexia. Los
cócteles se servirán a las siete. Asegúrate de llegar a tiempo y de que tus
manos estén libres de tierra.
—Sí, madre —resopla.
Nos despedimos y nos dirigimos hacia la casa.
Mientras caminamos, me acuerdo de algunos recuerdos cálidos y me
río.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunta Mary.
—Estaba pensando en el jefe de jardineros de la abuela, Liam.
—¿Es un sapo cachondo como Louie?
—No, no en absoluto. Por lo menos no lo creo. Tiene por lo menos
noventa, es casi ciego, está cerca de no tener dientes y no ha recogido un
rastrillo o pala en años.
—Buen Dios. ¿Cómo se ven sus jardines?
—Sus jardines son grandes. Afortunadamente, Liam tiene un montón
de ayuda. Conduce alrededor de la propiedad un viejo tractor
cortacésped dando órdenes y maldiciendo como una puta borracha.
Mary se ríe.
—Tu abuela debe ser todo un personaje para mantener a alguien
como él.
Ella sonrío.
—La abuela es definitivamente un personaje. Creo que Liam aprendió
la mayor parte de sus palabras coloridas de ella.
—Lane dice que tu abuela es escocesa.
—Su finca se encuentra en Escocia, pero la abuela es originaria de Los
Ángeles.
—¿En serio? ¿Cómo terminó en una finca en Escocia si no te importa
que pregunte?
—No, no en absoluto. Mis bisabuelos eran, supongo que ustedes los
llamarían agricultores Hollywood B. La abuela dice que lucharon durante
años tratando de obtener un descanso. Recuerda que vivió de sándwiches
PB & J y de jugo de uva durante meses. Una noche fueron a una fiesta en
las colinas y uno de sus amigos actores le presentó a un corredor de bolsa
de Nueva York. Este corredor y mi bisabuelo se cayeron bien,
convirtiéndose en amigos cercanos. Un día, este agente lo llamó y le dijo
que sacara todos sus ahorros y que comprara acciones de una empresa
llamada IBM. Bueno, el resto es historia, como se suele decir. Hicieron
millones en los últimos años, finalmente terminando en lo que es, pero no 88
en las películas.
Sigo con la segunda parte de la historia de la Abuela.
—Años más tarde la abuela se fue de vacaciones con sus dos mejores
amigas. Después de irse de fiesta durante dos meses en Londres se pusieron
en marcha hacia Escocia. La abuela me dijo que se aburrieron de los
hombres británicos, pero me enteré por sus amigas que las echaron de su
piso por ser ruidosas, lascivas y Yanks sueltas.
Mary se ríe.
Yo sigo:
—Así que de todos modos, estaban en su camino hacia unas ruinas
afuera de Edimburgo y se perdieron. Entonces se detuvieron en un bar
para preguntar direcciones. La Abuela entró y vio a un apuesto escocés
sentado en el bar. Se acercó a él y le preguntó por direcciones. Él le dijo
que si se tomaba una copa con él la llevaría personalmente a las ruinas.
Ella estuvo de acuerdo. Nunca llegaron a las ruinas, pero se casaron tres
semanas más tarde.
—Guau.
—Sí, vaya. Las ruinas que estaban buscando pasaron a ser parte de la
finca de mi abuelo, la más grande de Escocia. La abuela dice que
estaban destinados a estar juntos. Así que fue así como terminó en Escocia.
—Entonces, ¿qué hay de tus padres? —pregunta ella.
—Esa es una historia para otro momento.
—Está bien —dice Mary mientras caminamos a la cocina.
Dos semanas residiendo en mis nuevos alojamientos y estoy un poco
loca. Establezco una rutina con la esperanza de protegerme de los locos.
Corro, como, leo, mando e-mails, ando por ahí, como, corro, la, la, la. Pero
en las últimas dos semanas me he enamorado de todos en la finca. Su
amor por Jaxson es feroz y me encanta que cuenten historias sobre su
pasado... cómo padres orgullosos.
Con cada historia me cerco más a él, lo que me asusta como la
mierda.
Mary me dijo que Jaxson mojó la cama todas las noches hasta los
catorce años. Dijo que estaba tan mortificado que se quedaba levantado
y lavaba y secaba las sábanas y sus pijamas. Después, las reemplazaba
antes de que alguien las notara. Estaba tan agotado cada mañana que
se quedaba dormido mientras comía su desayuno.
89
Sus padres fueron un gran apoyo y le dijeron que no había problema,
que muchos de los niños mojaban la cama y que crecería y terminaría con
eso. Sin embargo, Jaxson continuó con su rutina nocturna.
Después de un año sus padres estaban desesperados.
Habían intentado todo. Jaxson, quien tenía casi quince años había
empezado a notar realmente a las chicas. Entonces Jaxson papá le
informó a su hijo que orinarse en la cama era genético. Los Ryan habían
sido hombres mojadores de camas por generaciones porque tenían
grandes penes y sus vejigas no podían contenerlos. Sólo necesitaba andar
por ahí y, al final, sería digno de ello porque se convertiría en la envidia de
sus amigos. Jaxson nunca se orinó en la cama de nuevo.
Lester me dijo que Jaxson comió sándwiches PB&J exclusivamente
entre las edades de cinco y siete. Sin importar lo que hicieran, eso era todo
lo que comía.
Louis me dijo que cuando Jaxson tenía diez años, se puso la capa de
Superman y saltó de un árbol y se rompió el brazo derecho y la pierna
izquierda.
Lane me dijo que Jaxson siempre lo había tratado como a un
hermano pequeño. Y, como todos los hermanos habían tenido una
relación amor-odio. Jaxson le enseñó cómo lanzar una bola curva, cómo
nadar, y la forma de andar en bicicleta. También le presentó el alcohol, las
drogas y la pornografía.
Lo llevó a su primera fiesta de fraternidad, a su primer bar y a su primer
viaje a Las Vegas. Y ahí es donde perdió la virginidad. Así que lo que pasa
en Las Vegas realmente no se queda en Las Vegas.
90
17
A
l final de mi tercera semana de arresto domiciliario, recibo a mi
primera visita.
—¡Oh Dios mío, amiga! ¡Te he extrañado jodidamente
tanto! —grita Jules mientras salta arriba y abajo en sus tacones Louis de
diez centímetros. Se ven como un par muy sospechoso.
—¡Te he echado de menos! —grito también, pero renuncio a saltar.
Me da un gran abrazo.
—Sólo te has ido durante tres putas semanas y me ha parecido
malditamente eterno. He estado tan jodidamente preocupada por ti.
Hombre, esas son un montón de maldiciones. He convertido a Jules en
una persona que maldice todo el tiempo. 91
Me libera, entonces da un paso atrás y me mira.
—Maldición, ¿has perdido peso?
—No lo creo.
—¿Estás comiendo mucho?
—Sí.
Me mira escéptica.
—¿No te estás restringiendo?
—¿Restringiendo?
—De comida.
—Por supuesto que no.
—No querrás perder tus encantadoras tetas.
—No te preocupes, mis tetas no irán a ninguna parte.
Jules se quita su abrigo y lo deja en mi cama. Entonces, ve poco a
poco alrededor de la habitación.
—Bonito alojamiento —dice con sorpresa.
—Sí. ¿Qué esperabas?
—No lo sé. No esto. —Jules da un paseo alrededor de la habitación
con especial atención en los bordes.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy buscando la calefacción.
—No hay calefacción Jules. Pero al final del pasillo hay un cuarto
cerrado que no estuvo en el gran tour. Mary lo pasó de largo, como si ni
siquiera existiera. ¿Qué podría estar detrás de esa puerta cerrada? ¿Qué
piensas? —la provocó—. Tal vez látigos, cadenas, bancos para follar,
mesas para follar, todo tipo de juguetes sexuales sucios y tortuosos
dispositivos para follar. Tal vez incluso un radiador o dos.
—Ja, ja. Continúa y búrlate de mí, búrlate. —Me enseña la lengua.
Hace mucho eso.
Suspiro.
Jules encuentra una de las sillas con estampado de flores y me uno a
ella en la otra. Alguien toca en la puerta y Lane asoma la cabeza.
—¿Están decentes?
—No si puedo evitarlo, Chico de Hoyuelos —ronronea Jules.
Sonríe como un tonto y camina cargando una caja y una bolsa.
92
—¿Dónde debo colocar estas, Jules?
Ella señala.
—Justo aquí, junto a la chimenea.
Lane las pone abajo.
—¿Trajiste regalos?
—Por supuesto.
—¿Qué me trajiste?
Lane sonríe.
—Algunas cosas muy interesantes.
—¿Las miraste? —resopla Jules.
—Como si tuvieras que preguntar.
—Eres un chico muy malo. —Jules hace un amago de regaño.
Lane camina hacia la puerta y su teléfono suena.
—Sí jefe. No. Sí. No lo creo. Ella lo está —dice, y me guiña el ojo—. Sí.
Bien, copiado. —Volvió a guardar su teléfono en el bolsillo—. Ese era el jefe.
Su avión acaba de salir de Los Ángeles. Dice que te verá esta noche.
Jules levanta una ceja.
—¿Te verá esta noche? Parece que no vas a necesitar mis regalos.
—¿Y qué regalos serían esos?
—Una varita vibrante de masaje a prueba de agua y una nueva
marca de cliterator repleto de arte.
—¿Qué demonios es un cliterator? —pregunta Lane.
—No querrás saberlo —le respondo.
—Sí, lo hago. Dijiste clítoris, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces como el infierno sí, quiero saberlo. Soy un chico.
Jules le da una mirada.
—Sí, lo eres. Y uno muy bueno.
Lane le regala una devastadora sonrisa con hoyuelos.
Me aclaro la garganta.
—Lane ¿no tienes trabajo que hacer?
—No. Estoy libre hasta esta noche.
—¿En serio? Estoy segura de haber oído a tu madre diciendo algo
acerca de limpiar... algo. 93
Él se encoge de hombros.
—Está bien, no hay una pared de ladrillos aquí. Las dejo a las dos
bellas damas hablar de su clítoris. —Se ríe, pavoneándose hacia la puerta y
saliendo.
—Si necesitan ayuda con el cliterator, sólo envíenme un mensaje —
grita a través de la puerta.
—Lane —le digo a la puerta.
—Lex —se burla y abre la puerta.
—Está bien, iré a limpiar... algo. —Cierra la puerta y escuchamos
esperando que se alejen sus pasos.
Jules se sienta y suspira.
—Lex, ¿cómo estás? ¿Realmente? ¿Y qué pasa con Jaxson?
—Estoy bien. En serio. No lo he visto ni he hablado con él. Nos hemos
enviado mensajes vía SMS y por correo electrónico. ¿Por qué?, ¿crees que
algo está pasando?
—Nick acaba de decir que parecía que así era.
—Nick lo dijo, ¿eh? ¿Cómo está Ken Malibu?
—Es genial. Cuando señalaste antes de que se pareciera a Ken no
estaba segura. Pero sí, ahora lo veo.
—Pensé eso desde el momento en que lo conocí.
—Lo gracioso es que odiaba los muñecos Barbie y Ken cuando era
niña.
—Yo también.
—Simplemente no eran correctos, ¿sabes?
—Sí, lo entiendo. Representan una imagen corporal artificial e
inalcanzable que confunde a las niñas pequeñas.
—Bueno... no. Eso no es lo que estaba pensando. Estaba pensando en
que tenían que ser más anatómicamente correctos.
—Por supuesto, eso es lo que estabas pensando. Caminé directo a
esa trampa, ¿no es así?
—Seguro que lo hiciste. Has estado haciéndolo mucho últimamente.
Estás fuera del juego de hermana.
—Marco envía su amor y besos. Me dio un libro para darte. Alguna
biografía o algo así.
—¿Pudiste verlos a él y a Henry irse? 94
—No, estaba en la corte. Nick y yo cenamos con ellos anoche. Me
aseguré de darles tu tarjeta.
—¿Puedes creer que han estado casados durante tres años?
—No, parece que fue ayer. Dios se ven caliente juntos, ¿no es así?
—Sí. Increíblemente calientes.
—Bueno, estuvieron hablando sobre la estancia en la Villa. Les
encanta ese lugar.
—Lo sé, es por eso que decidí regalárselas.
—Oh Dios mío, Lex. Estarán en la luna.
—No he estado allí en años y ellos quieren ir varias veces al año.
Quería darles las escrituras antes de salir, pero hubo un retraso con el
papeleo. El agente que contraté en Florencia no recibió la
documentación presentada a tiempo.
—Bueno estarán encantados a muerte.
—Aquí todo el mundo parece tan agradable. Conocí a Lester cuando
Mary me envió a la cocina con Comidas de Marco. Se parece a Don
Limpio.
Me reí entre dientes.
—Sí, igualito. Hombre agradable, pero Dios bendiga a Marco por
enviarme las comidas. Lester piensa que lo único que comen los
vegetarianos es tofu.
—Entonces, ¿cómo va tu investigación?
—Bien. Mejor que bien.
—Basta de hablar de mí. Quiero detalles acerca de ti y Ken.
—Es tan bueno conmigo, Lex. Al principio pensé que sería raro porque
representaba a su ex esposa, y realmente me gusta ella. Pero nunca ha
sacado el tema.
—Te ves feliz, Jules.
—Lo estoy. Cuando me miro en el espejo. No me reconozco. Soy una
persona satisfecha y realizada.
—Estás enamorada, Jules. Lo llevas escrito en la cara.
—Sí, lo estoy. Él es el único, Lex.
—¿En serio? ¿El único?
—Sí, si alguna vez me pidiera que me casara con él, lo haría.
—De la chica que dijo que nunca volvería a casarse. Es sólo para que
nunca digas nunca. 95
—Me asusta muchísimo, Lex.
—¿Por qué?
—Porque sólo hemos estado saliendo durante un par de semanas y ya
siento que no puedo vivir sin él.
—Sí, las relaciones dan miedo. No es que sea una experta ni nada,
pero no tienes que ser una experta para entender eso. Entonces, cómo es
el... —Levanto una ceja en complicidad.
—Es fantástico.
Y hablando de sexo telefónico, el teléfono de Jules suena. Ella
contesta y sonríe de pendiente a pendiente.
Levanta un dedo diciendo sólo–un–segundo. Su sonrisa es contagiosa
y me encuentro sonriendo junto con ella, mientras habla con el señor Caín.
Me encanta Jules. Somos completamente opuestas pero parece que
funcionamos bien juntas. Jules es impresionante. Siempre me recordó a
una Barbie y sí, me parece irónico que Nick me recuerde a Ken. Ella tiene
los ojos azules grandes y una pequeña nariz linda a lo Barbie. Es curvilínea y
está orgullosa de ello.
Jules mira el mundo en color y sí, es diferente, aunque esté un poco
chiflada. Sus desventuras son legendarias y, a veces, simplemente
jodidamente sencillas. Pero bueno, esa es sólo Jules. Pienso que nuestra
conexión es profunda porque las dos tuvimos infancias inusuales y difíciles.
Bueno, tenemos problemas —en cuestiones paternales—, problemas
de relaciones, problemas de confianza y así sucesiva y sucesivamente.
Observo a Jules, mientras habla con él. Está enamorada y se ve bien
en ella. El amor es maravilloso y aterrador. De acuerdo, ¿qué diablos sé de
eso? No mucho, soy pésima en ello.
La abuela dice que sabes que él es el bueno cuando tu corazón da
un vuelco. Cuando nos fijamos en él y salta, y cuando te mira, salta.
Cuando escuchas su voz, salta. Cuando te toca en el hombro o si sientes su
aliento en tu cuello... salta, salta. Cuando respiras su aroma, salta. Cuando
respiras el suyo... salta–salta. Cuando miro a Jaxson, oye, lo siento, mi
corazón no omite latidos, sino que casi se detiene. Loco ¿no? ¿Qué
demonios voy a hacer?
96
18
Kung Fu: Serie de los años 70 que relata las aventuras de un solitario monje chino.
12
—¿Cuál auto es tu favorito?
Lane serpentea a lo largo de un Mustang convertible rojo cereza.
—Este —dice mientras pasa la mano por encima del capó—.
Excelente condición, de1966, con todas sus piezas originales.
—No sé una mierda sobre autos, así que estoy asumiendo que es uno
bueno.
Él sonríe.
—Sí, es bueno.
Nos abrimos paso a un nuevo Range Rover.
—Este es nuevo.
—Sí, el jefe lo acaba de adquirir. ¿Te gustan los Rovers?
—Supongo, aprendí a conducir en uno. —Voy a la puerta del lado del
conductor y me sorprendo cuando se abre—. ¿No cierras las puertas?
—Por lo general no. —Subo y me siento al volante.
Lane se une a mí y se sienta en el asiento del pasajero.
Se acomoda entonces, busca en el bolsillo de su camisa y saca otro
porro más ligero. Lo enciende, le da un golpe, y me lo da a mí.
103
Se ríe mientras exhala.
—Jaxson dijo que teníamos que romper el hielo.
Me río.
—Estoy segura de que no quiso decir reemplazar el olor a auto nuevo
con olor a marihuana.
Nos sentamos y fumamos en silencio durante un minuto.
—¿Así que dijiste que aprendiste a manejar en un Rover?
—Sí, mi abuela me enseñó. El volante, por supuesto, estaba al otro
lado.
—¿En el Reino Unido? —pregunta.
—Sí, en Escocia.
—De ninguna manera amiga. ¿Es raro del otro lado?
—No era raro hasta que llegué a Estados Unidos. —Sonrío para mí
misma—. Mi primera experiencia de conducción en Estados Unidos fue con
un Winnebago.
—¿Por qué una casa rodante?
—Porque tenía un deseo de muerte —lo digo con sarcasmo—. Marco,
Jules y yo nos fuimos tres meses, en un viaje a través del país hace unos
años. Nuestro punto de partida fue Washington DC y terminamos en Los
Ángeles.
—¡Amiga! Eso suena impresionante. —Hace una pausa—. Pero... tres
meses con Jules en una Winnie, tuvo que ser duro.
—Hubo momentos en que queríamos estrangularla, pero resultó ser el
mejor verano de nuestras vidas. Tres meses de prácticas, de visitas turísticas,
de perdernos y de acostarnos.
—Echando un polvo ¿eh?
—Sí, hubo una conquista en todos los estados.
Lane me da una mirada de incredulidad.
—De ninguna manera. ¿Todo menor a cuarenta y ocho?
—Claro que sí. Pues bien, no en todos los estados. Nos saltamos el
Medio Oeste, Utah, Idaho, Wyoming y algunos otros.
Las ventanas del Rover comienzan a empañarse, de modo que abro
la puerta. Al tomar el aire fresco me pongo un poco mareada.
—A la mierda. Amigo estoy drogada —digo y sostengo mi cabeza.
—¿Estás bien? —pregunta Lane mientras pone su mano en mi
hombro. 104
—Sí, sólo un pequeño cerebro derritiéndose.
Él me mira fijamente durante un minuto.
—¿Qué? —pregunto.
—Iba a preguntarte algo, pero no puedo recordarlo. —Hace una
pausa por varios segundos—. Oh sí. Iba a preguntarte... mierda se me
olvidó otra vez. —Arruga la frente con concentración—. Bien, ahora me
acuerdo. ¿Por qué dices amigo y hombre cuando estás drogada?
Pienso en eso por un minuto. Cuanto más lo pienso, más me duele la
cabeza.
—Joder, hombre, amigo, no sé.
Lane me mira.
—Maldita sea estamos drogados. Necesitamos aire fresco. —Lane
abre la puerta y sale.
Yo lo sigo.
—¿Y ahora qué, hombre? —pregunto mientras le devuelvo el porro.
—Vamos afuera amiga. —Agarra mi mano y salimos del garaje.
20
119
21
N
ecesitaba hablar con Jaxson. Teníamos que conseguir aclarar
un par de cosas. Primero: Que obviamente no había hecho
nada para hacerlo enojar, pero no me despediría para
después sólo caminar lejos. Era un grifo de agua caliente y fría. Lo que dijo
acerca de las verdades a medias, tenía razón. Pero toda esa otra mierda
que escupió... No tengo ni puta idea. Segundo: Tenemos que hacer un
poco de decisiones acerca de nosotros.
Los últimos días he estado pensando acerca de que un nosotros
pudiera ser posible. Esta cosa de la malversación me ha obligado a
repensar muchas de mis decisiones. Pero fue ayer por la noche que se selló
el trato.
El ver a Jax con su ex mujer fue perturbador y revelador. Lo he visto
con otras mujeres, e infiernos sí que dolió. Pero Tinkel-Diabólica es diferente.
Hay algo en ella que no está bien. Tiene algún tipo de control sobre Jaxson 126
y no me gusta. Nunca he sido una mujer que ha sentido la necesidad de
marcar su territorio, hasta ahora.
Llamo a Zane y verbalmente pateo su trasero por interferir, entonces
hago mi camino a la cocina.
Le había pedido a Lester hacer algunos de sus mundialmente famosos
rollos de canela. Mary dijo que eran Kriptonita para Jaxson. Me imaginé
que iba a necesitar toda la munición que pudiera reunir antes de
enfrentarme a mi Superman. Mary me dijo que está en su oficina. Así que,
armada con una bandeja de los asesinos rollos de canela de Lester de
Kriptonita y café, llamo a la puerta de su oficina.
—Jaxson. Hola, soy Alexia. ¿Puedo entrar? —No hubo respuesta.
Llamo de nuevo—. Jaxson, sé que estás enojado y no te culpo. Yo... Solo...
¿Por favor puedes responderme? —Golpe. Golpe. Golpe. Bien, hasta
ahora bien. No.
Intento con el mango y se abre así que decido dejarme entrar antes
de que al hablar me achique. Abro la puerta y Jaxson está sentado detrás
de un gran, no... De un enorme oscuro escritorio de madera. Su oficina es
cálida y acogedora, igual que el resto de la casa. Toda su casa tiene un
encanto del viejo mundo que le sienta y me siento como en casa tan
pronto como entro por la puerta.
Jaxson está trabajando en su computadora portátil con los auriculares
puestos. No siente mi presencia así que me quedo de pie y lo veo trabajar.
He tenido muchas oportunidades para observarlo durante los últimos dos
años y me sigue fascinando. Sus movimientos y expresiones son sutiles a
excepción de Las Cejas. Las Cejas son todo menos sutils. Así que con esa
única excepción, sus expresiones son leves y guardadas.
Es bueno en la negociación de acuerdos y en la adquisición de
empresas, porque es difícil leerlo. Un ligero temblor de su ojo significa que
está nervioso o ansioso. Una mordida rápida de la parte inferior de su labio
—acompañada por una exhalación— significa que está enojado o que
quiere estrangularte. Un movimiento rápido de barbilla significa que está
listo para un desafío o que te está despidiendo. Cuando ve y juega con las
manos significa que está aburrido. Cuando mira ligeramente hacia abajo
con sus largas pestañas y frota el pulgar atrás y adelante sobre la punta de
sus dedos, te está comprobando. Cuando te desea, una mirada con la
que me he vuelto familiar y de la que nunca tengo suficiente.
Pero el noventa por ciento de las expresiones de Jaxson proviene de
sus oscuros ojos color chocolate. Sus ojos lo dicen todo. Nunca había visto
unos ojos tan expresivos. Una mirada me puede desafiar. Una mirada me
puede poner triste o traerme lágrimas. Una mirada puede hacerme enojar.
Una mirada me puede dar vuelta sucesivamente. Una mirada me puede 127
devastar.
Doy un paso más en la habitación y coloco la bandeja con la comida
hacia abajo en un borde de su escritorio.
Él mira hacia arriba con sorpresa. Un destello de felicidad pasa sobre
sus ojos, pero se inunda rápidamente de más tristeza. Bien, no es bueno.
Se quita sus auriculares.
—Esto es una sorpresa.
—¿Una buena sorpresa o una mala?
—Dímelo tú —muerde.
Ouch.
—Buena, espero. ¿Puedo? —Hago un gesto hacia un gran sillón de
cuero mullido que flanquea su escritorio.
Él asiente.
Me siento y miro su ordenador portátil ahora olvidado.
—¿Interrumpo?
—No es nada que no pueda esperar. —Cierra su computadora y la
empuja hacia adelante y luego se recuesta en su silla.
Asiento hacia la bandeja.
—Lester hizo tus favoritos. —Levanto una ceja esperanzada.
—Sí, los veo y los huelo. ¿Una ofrenda de paz supongo?
—Sí, y municiones.
—¿Vamos a entrar en una batalla?
—Dímelo tú.
Él frunce el ceño.
Bueno, esto va bien. No. Me levanto y le sirvo un poco de café y luego
lo coloco delante de él. Luego pongo un par de rollos en un plato y los
empujo hacia él. Espero unos segundos y luego me siento.
—¿No vas a comer ninguno? —pregunta y hace gestos hacia la
bandeja.
—No. Son todos tuyos. Más munición y todo eso.
—Sí, creo que voy a necesitar un gran arsenal.
—Un gran arsenal ¿eh?
Él asiente y toma un gran bocado de rollo de canela. Observo
mientras se come dos rollos y muerde un tercero. Seguro que le gustan sus
rollos de canela.
—Jax, tenemos que hablar. 128
—¿Lo crees?
—No seas listillo. Siempre has dicho que no te tomo en serio, pero te
equivocas, te tomo muy en serio. Si no lo hiciera no estaría viviendo en tu
casa bajo arresto domiciliario y no estaría sentada aquí viéndote... devorar
rollos de canela. Buen Dios ¿ese es tu cuarto rollo?
—Es mi quinto —murmura, con la boca llena de rollo.
—Creo que dijiste que era el quinto. Te recomiendo tragar antes de
hablar. Ya sabes, Lester hizo unas pocas docenas de ellos. Pensé que era
extremo, pero me equivoqué.
—Me encantan estas cosas —dice, mientras agarra el rollo número
seis.
—Podría volver después.
Él traga otro gran bocado.
—No por favor, quédate. Tenemos que hablar.
—Jax, sé que estás pasando por mucho ahora, lo entiendo. Pero no
me gusta que me griten. No es que no pueda manejarlo. Me han gritado
algunos de los mejores... gritones. Pero si quieres salir conmigo, tengo que
saber con lo que estamos peleando. Si se trata de Zane Black, es una
pérdida de oxígeno. Siento que te llamara. Puedo garantizarte que no te
estará llamando de nuevo. Así que, ¿qué está pasando?
—Siento lo de antes. Estuve fuera de línea. Tengo mucho que hacer y
dejé que lo gilipollas llegara a mí.
—Lo supuse.
—Él... implícitamente, me dio a entender mucho.
—¿Cómo qué?
—Dijo que sólo era un amigo, pero implicó una relación más íntima.
Fue como si fuera a replantear su afirmación y yo... bueno le dejé claro,
¡que sería sobre mi cadáver! A partir de ahí se convirtió en un gran
concurso de meadas. Las cosas se pusieron feas. Él me llamó toda esta
mierda. Yo no, incluso subestimé la mayor parte. Quiero decir que soy un
hijo de puta y gilipollas, pero el resto... Al final sólo quería matar al chico.
Joder estaba enojado. Todavía estoy enojado. Si este hombre es un amigo,
entonces no me extraña que estés tan jodida.
—Ouch.
—Oh, mierda Lex, lo siento.
—Hey, no te ofendas. Me duele oírlo pero estoy jodida.
—Fue sólo un recordatorio más de lo poco que sé de ti. 129
—Sabes lo que es importante.
—Sí, y ¿qué es?
—Sabes que haría cualquier cosa por un amigo. Me encanta reír. Me
gusta comer cereal para la cena. Me pondría mis Convers y sudadera
para trabajar si pudiera. No puedo mantener los números fuera de mi
cabeza y me vuelven loca. Me siento muy bien en el caos organizado. Me
gusta ver gente, e inventar historias sobre ellos. Me encantan los hechos
inusuales y extraños. Sabes, tengo debilidad por las tortugas. Soy alérgica a
la penicilina. Y sabes el lugar de mis primeras y únicas cosquillas.
—¿Esas son cosas importantes?
—Diablos, sí. Son las pequeñas cosas que realmente nos hacen ser
quienes somos. Así que son las pequeñas cosas que realmente importan.
—Está bien señorita Keith, ¿cuáles son las pequeñas cosas que sabes
acerca de mí?
—Está bien, señor Ryan. Sé, que en secreto, te gustan las comedias
románticas y las bandas de chicas. Sé que te gusta dormir del lado
derecho de la cama. Que hablas en sueños. Que sólo usas una marca de
bóxers. Que no puedes soportar que las costuras de tus calcetines no estén
alineadas perfectamente. Sé que extrañas a tus padres y que piensas en
ellos todos los días. Que te encantan las montañas rusas. Odias a la gente
que se queda de pie detrás de ti. Algún día te gustaría montar en tu Harley
para ir a Sturgis. Cuando te gusta una canción la pones una y otra vez. Te
encanta el olor de mi cabello. Durante las reuniones aburridas dibujas
edificios en el papel o juegas póker en tu laptop. Y sé de al menos cinco
de tus lugares de cosquillas.
—No tenía ni idea que sabías esas cosas de mí.
—Lo sé porque las pequeñas cosas son importantes. Podrías decirme
que me amabas, e importaría. Pero que me digas que sabes que tengo un
fetiche philtrum significa tanto para mí.
Jaxson, deja de comer —mierda gracias—, y camina alrededor de su
escritorio y me saca de mi silla y me lleva a un sofá y, entonces, planta su
trasero junto al mío.
—Eres extraña, Lex.
—Bueno, gracias, Jax. Jodida y extraña. Palabras que toda chica
quiere oír.
—No era mi intención decirlo en el mal sentido. Supongo que debería
haber dicho, que no eres como la mayoría de las mujeres que conozco.
Realmente no te preocupas por toda la... pelusa ¿verdad?
130
—¿Pelusa?
—Sí, el dinero, la posición, la apariencia, la pelusa.
—Yo no diría que no me importa. No creo que signifiquen nada si no
tienes... las cosas que no son pelusa.
Toma mi mano y entrelaza sus dedos.
—Sé que es duro para ti estar aquí. Pero me encanta tenerte aquí.
Quiero que veas esta parte de mi vida. Que veas lo que realmente me
importa.
Pone sus manos debajo de mi barbilla y me mira a los ojos.
— Lex, qué vamos a hacer.
—Quieres decir acerca de nosotros.
—Sí. Las cosas entre nosotros tienen que cambiar.
Deja caer las manos y limpio un poco de canela de la comisura de su
boca.
—Estoy de acuerdo y he estado pensando en ello.
Él rueda los ojos.
—Hey, pensar no es algo malo.
—Cuando no es en ti, tal vez.
—Listillo. ¿Quieres saberlo o no?
Él se sienta de nuevo en el sofá.
—Está bien, Lex, dime lo que has estado pensando.
—Mira, eso no fue tan difícil. Estaba pensando que tal vez... que tal
vez estar aquí podría ser una cosa mientras estés en Roma.
—¿Qué?
—Para ser un tipo inteligente, eres muy denso a veces.
Él piensa por un minuto.
—Oh. Mientras estés en Roma... significa que podría...
—Sí, podríamos. —Levanté una ceja caliente.
—Diablos, sí, estoy en eso. Pero...
—¿Pero...?
—Pero no puede terminar como en Dublín, Lex. No será una cosa de
una sola noche, y después... Hasta luego amigo. Dije que las cosas tenían
que cambiar, y lo dije en serio.
—Lo sé. No estaba proponiendo que debería ser de una sola noche.
Creo que necesitas entender algo señor Ryan. Estuve tan afectada por esa
noche como tú. Lo terminé porque me preocupaba por ti. 131
—Lex, yo...
—No Jax, déjame terminar. Sé que no lo entiendes. Y no quiero entrar
en eso ahora. Todo lo que necesitas saber es que si hacemos esto... Estaré
comprometida. Quiero... un nosotros. Lo único que pido, es que entiendas,
que tengo problemas...
—Sí, piensas y hablas mucho.
—Jax, hablo en serio.
—Lo sé, nena, lo siento.
—Todo lo que pido es que entiendas que necesito tiempo para
trabajar en algunas de esas cuestiones. Y que estoy cagada de miedo.
—Cariño, yo estoy igual de asustado. Tengo miedo de que me vayas
a dejar de nuevo. Entonces, necesito que prometas que no renunciarás a
nosotros. ¿Puedes hacer eso?
—Te lo prometo, si tú me lo prometes.
—Muy bien, ¿así que estamos bien nena?
—Sí, todo está bien.
23
J
axson tira de mí, no... Me arrastra por las escaleras. Yo subo dos o
tres escalones al mismo tiempo haciendo un esfuerzo por mantener
su ritmo. Cuando llegamos a su habitación me abraza y luego me
lanza hacia su cama.
Me río porque ser lanzada a una cama es divertido. Deberías
probarlo.
—¿Por qué tienes tanta prisa? —pregunto.
—Tienes que estar bromeando. Mis pelotas están tan grandes y azules
que podría jugar a los bolos con ellas. Infiernos, podríamos unirnos a una
liga. Fue un infierno tenerte a unas cuantas puertas más abajo el último par
de noches. Ha pasado bastante tiempo desde la mejor noche de mi vida.
No voy a esperar un segundo más para que sea la mejor tarde de mi vida.
—¿Dublín fue la mejor noche de tu vida? 132
—Sin duda.
Mis ojos comienzan a nublarse y me muerdo el labio.
—No te atrevas a llorar aquí.
Me muerdo con más fuerza.
—Está bien. —Soy muy mala con mi respiración.
Saca su billetera y la revisa.
—¡Mierda!
La tira sobre una mesa de noche y pisa fuerte hacia el baño de la
suite luego se vuelve.
—¡No te vayas! No muevas un músculo, un centímetro, milímetro...
simplemente no te muevas.
Desaparece en el baño y le oigo rebuscar en los armarios y cajones.
—¡Mierda! —grita.
Reaparece tirando de su cabello.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy tratando de encontrar un condón o preferiblemente... muchos
condones.
—Oh. ¿Qué hay de las mesitas de noche?
—No. Nunca tengo sexo en esta cama, ni en esta habitación, ni
siquiera en esta casa.
Guau. Una chica nunca puede escuchar esas palabras lo suficiente.
Como nunca.
Me da una mirada de esperanza.
—¿Que pasa contigo?
—¿En serio? —Señalo mi camiseta y el bolsillo de mis pantalones de
yoga. Él señala mi sujetador.
—Sí, por lo general los meto en mi sujetador. Maldita sea, es la única
vez que lo olvidé.
—No seas listilla. ¿Qué hay de tu habitación?
—Lo siento. Sólo requiere batería lo que he estado haciendo allí.
Empieza a caminar y luego se detiene.
—¡Lane! —grita—. Ya vuelvo.
Corre hacia la puerta y la cierra de golpe. Dos segundos más tarde, se
abre de golpe.
—No te atrevas a moverte... ni un centímetro y todas esas cosas que 133
dije antes.
—No lo haré. Te lo prometo. —Asiente, y luego la puerta se cierra
detrás de él.
Unos minutos después, la puerta se abre de golpe y él entra
caminando —no, rebotando—, y agitando su botín. Dribla13 los condones
como una mezcla de yoyo y baloncesto.
—¡Él dispara!
Una docena de condones vuelan por el aire y aterrizan en la cama.
—¡Anota!
—¡Y la multitud se vuelve loca!
Miro el montón de condones.
—Debes pensar que anotarás dos dígitos.
Me da una sonrisa sugerente y sexy.
—Mi plan es el tiro de tres puntos toda la tarde y toda la noche.
Levanto una ceja.
Split chino: En inglés Chinese Split. Split hace referencia a la ―apertura de piernas‖; en la
14
que éstas se alinean una con otra y en posiciones opuestas. En este caso, al ser ―chino‖
está haciendo referencia al yoga.
—¿Estás bien nena? —susurra.
—Todo está bien —le susurro.
Saca a la punta y luego se sumerge de nuevo. Me lleva todo lo que
tengo mantener mis ojos en los suyos.
Después de un par de minutos mis ojos están abiertos pero todo es
una falta de definición. Muerdo el interior de mi mejilla. Destellos de viejos
recuerdos chispean. Parpadeo. ¿Qué diablos?
Los recuerdos de mi virginidad perdida invaden mi cerebro. No tengo
ni idea de por qué. Soy tan jodidamente rara. El anhelo, la anticipación, la
emoción de lo desconocido, entonces sucedió. Estaba hecho y me sentí
engañada. Quería una repetición, un rebobinado. La emoción se había
ido, como decían. ¿Dónde estaba el inolvidable puto fantástico orgasmo?
Todo lo que conseguí fue una increíblemente invasión dolorosa e
insatisfactoria. Di de buena gana mi virginidad, pero la quería de vuelta.
Mis recuerdos se desvanecen al negro. Mi visión es nítida y observo
mientras las pupilas de Jaxson empiezan a dilatarse con la lujuria y el amor.
Infiernos —Santo Infierno—. Luego todo se conecta —el anhelo, la
anticipación, la emoción de lo desconocido— un nuevo comienzo, como
una virgen. Pero esta vez no me sentiré defraudada. Voy por mi puto
fantástico orgasmo. 136
—Nena, ¿estás conmigo? —Él exhala.
—Sí, estoy contigo.
—Pensé que te había perdido allí por un minuto.
De acuerdo, era extraño que “leer la mente” se agregara a su lista de
habilidades.
—Estás tan jodidamente apretada. ¿Necesito frenar las cosas?
—No... No lo hagas. Sería una vergüenza y una gran decepción.
Quiero mi dura y rápida follada.
Él se queja.
—Me devastas Alexia. ¿Sabes eso?
—Sí, lo sé. —Aprieto su trasero, persuadiéndolo para que se mueva. Él
circunda sus caderas, deslizándose por encima de mi hinchado clítoris. La
quemadura se desvanece y me lamento.
—Dios, se siente increíble —sisea, dando vueltas sobre mi clítoris de
nuevo.
Aprieto su trasero esta vez incorporando mis uñas. Él gime bajo y
profundo y aumenta el ritmo.
Cada vez que sale siento un vacío hueco. Cuando se empuja de
regreso siento una abundante integridad. Nuestros ojos bailan en completa
sincronización: balanceo, inmersión, movimiento. Oigo un zumbido en mis
oídos cuando veo sus pupilas dilatarse y sus iris desvanecerse.
Estoy cerca. Mi puto orgasmo de mierda se sitúa en la intersección,
con impaciencia esperando a que cambie el semáforo. Me quejo. Él gime.
Siento su pene hincharse y alargarse. ¿Cómo es incluso putamente
posible? Entonces, como prometió el balanceo se convierte en una dura y
rápida follada.
—Mierda —siseo y lo acerco más.
Entonces, en un instante la luz se vuelve roja y camino —no, corro— a
través de la intersección.
Cuando llego al otro lado mi orgasmo me arroja en el aire y vuelo. Mi
falta de visión se vuelve una falta de definición y floto. Cuando mi
concentración vuelve, inclino mis alas y me preparo para el aterrizaje.
Mientras estoy haciendo mi enfoque, siento sus bolas hincharse y golpear
en mí.
Él exhala un profundo gemido.
—Miieeeerda, se siente tan jodidamente fantástico.
137
Sonrío. Sí, él también va a conseguir su puto fantástico orgasmo.
Comienza a latir en mí con tanta fuerza que mis dientes rechinan, y mi
cuerpo se derrite, entonces se amolda al colchón. Tenía la mandíbula
tensa, mientras apretaba los dientes, echa su cabeza hacia atrás y siento
el calor de su liberación en la protección.
Sigue empujando, haciendo círculos y girando en mí, sin nunca perder
el ritmo. Sé lo que quiere y no se detendrá hasta que lo consiga. Soy una
perra con suerte porque mi hombre es persistentemente terco. ¿Mi
hombre?
Lo acerco, y entonces me ordena que me venga. Nunca fui buena
con las órdenes, pero las cosas cambian.
—Lex. Vente por mi nena. Vente ahora.
Abro mis alas y vuelo de regreso a través de la intersección y salto a
mi segundo puto fantástico orgasmo.
Siento que mi sonrisa se presiona contra sus labios. Y el beso termina y
poco a poco sale de mí. Gimo con disgusto.
—Tarzán follar. Ahora jugar. ¿Jugar Jane?
—Sí, Tarzán. Jugar Jane.
24
D
iez días, cuatro horas y diez minutos más tarde. Estoy en un
dilema. ¿O es que estoy teniendo un dilema? Lo que sea.
Siento algo caliente, duro y enorme —tres palabras que todos
amamos— presionado contra mi apertura y espalda baja.
Ahora sé lo que estás diciendo o pensando, ¿por qué diablos es un
dilema? Así que aquí está la cosa. Sólo he follado, y realizado acrobacias
con hombres conocidos —por doce malditas horas— ¿no ves el dilema
todavía? Chico, eres lento.
De acuerdo, follé y otras cosas con Jaxson Mega Hung Ryan. Ahora te
vas dando cuenta. Eres mucho más inteligente de lo que te ves.
Recuerda que tengo a un importante hombre prensado entre mis
nalgas. Recuerda que putamente dije que follé al hombre importante 138
durante doce horas. Lo tienes... Estoy lastimada. Cada hueso y no hueso en
mi cuerpo está en llamas. Acabo de mudarme con mi cerdito y ahora
apenas puedo respirar.
Entonces, ¿qué hago? Ya sabes, cuando se despierte. Porque se
despertará, es inevitable. Podría rezar por un mini estado de coma, pero es
inútil. Se va a despertar y va a querer hacerlo, varias veces. No quiero ser
cobarde y no quiero ver la mirada de decepción en sus hermosos ojos
cuando le diga.
—Nene lo siento mucho, pero simplemente no puedo. ¿Podrías
checar si está lloviendo? —No puedo hacerlo. Lo decepcioné tantas veces
en el pasado.
Bueno, parece que voy a necesitar un plan, y rápido, porque se está
agitando.
Siento su aliento cálido en mi cuello.
—Buenos días —respira en mi oído, y es la voz de hombre soñoliento
más increíble, sin duda.
Mierda. Mierda. Mierda. Estoy en problemas.
Tira de mí hacia él. Ahora, su inmensidad es todo, y está en mi trasero.
—Buenos días —exhalo. Mierda, si no tengo la voz matutina más sexy,
sin duda. Mierda, todo lo que tengo que hacer, es correrme. Es una broma.
Me da la vuelta, y ahora estamos frente-a-frente, nariz con nariz, y
estoy rezando para que el hada de la boca15 de la mañana haya
extendido algún mágico, enjuague bucal de polvo de menta en mi
lengua.
Él sonríe. Eso es una buena señal. ¿Cierto? Luego presiona sus labios
con los míos y no se aleja repulsivo. Esa lengua está trazando mi labio
inferior, y continúa en mi superior, después se desliza dentro. Gracias hadas
de la boca de la mañana.
Dejo que mi lengua se haga una maraña con la suya. Es perezoso y
adorable y siento mis dedos doblarse.
¡Ouch!
Nuestras bocas comienzan a fundirse entre sí. Él gime. Yo me quejo. El
dolor pulsando entre mis piernas va a toda velocidad al placer, y luego se
abren las compuertas. Mierda.
Jax agarra el condón y lo desliza en él. Luego se desliza encima de mí
y me extiende ancha, con sus caderas. Me penetra y jalo una respiración,
preparándome para el dolor. Pero no llega. Mis endorfinas sexuales han
tomado el relevo. Gracias mierda. Toda esa preocupación del dilema y del 139
pánico fue por nada. Estoy tan pasmada.
Toma nuestras manos y las entrelaza. ¿No te encanta esa palabra?
Entrelaza.
Sus labios se alejan de los míos. Fue entonces cuando me di cuenta
de que mis ojos estaban cerrados. Los abro y veo la mirada en sus ojos.
¿Cómo puedo incluso ponerlo en palabras, palabras que puedas
entender? Caray, no estoy segura de que haya alguna. Así que no lo
hago, dejaré de llenar los espacios en blanco.
Nuestros ojos nunca se separan. Hay esta abrumadora sensación de
unidad, una fusión en convertirse en uno. Temo que si parpadeo vaya a
desaparecer y me quedaré sola, realmente sola.
Es en este momento me doy cuenta de la cantidad de poder que él
tiene sobre mí. Lo acabo de dejar en ese espacio. Conoces ese espacio
¿no? Todos tenemos uno. El espacio tan profundo, sin embargo, tan cerca
de la superficie que lo sientes pero no puedes verlo. Es un espacio lleno de
inseguridades, de absoluta confusión y de dolorosa necesidad.
Hada de la boca: Shitty mouth fairy es la hermana malvada del Hada de los Dientes.
15
Jodidamente te aterroriza a no dejar que nadie se acerque a él y si te toca
sólo podrías morir, o desearías haberlo hecho.
Y entonces se mueve. Sin prisa, y suave, casi al punto de la agonía.
Ambos dejamos escapar un largo suspiro. Nuestros ojos permanecen
cerrados, pronunciamos palabras.
A medida que su pene resbala pulsante a través de mis húmedas e
hinchadas paredes, alcanzando el final, me derrito. Sale, luego se desliza
dentro. Me llena, con más de su cuerpo, y es demasiado, parpadeo, y
luego cierro los ojos.
Le dejo entrar, pero no puedo dejar que me toque. Todavía no, no
aún. Así que sigo con mis ojos cerrados y sólo siento su cuerpo moverse
dentro del mío. Su aliento me acaricia la mejilla, luego sus labios se unen a
los míos y sonrío en ellos.
—Abre los ojos —susurra—. Necesito ver tus ojos cuando te corras
nena. Ábrelos —suplica.
Sus labios se presionan en los míos y entonces se mueven suavemente,
y luego follan mi parte inferior. Infiernos, lo hace. Mis ojos revolotean y se
abren. Y sí, me está sonriendo. Se ve tan... feliz. Y me siento hacer una
mueca como una tonta. Puse esa sonrisa en su rostro, y se ve tan, tan bien
en él. En mi opinión uno nunca puede sonreír o reír lo suficiente. 140
Desentrelazo nuestras manos y paso las mías por su cabello ondulado.
Maldita sea incluso me excita cuando lo hago. Tiro hacia abajo. Y lo beso.
Quiero decir, realmente le doy un beso. Cuando nos separamos aún
estamos sonriendo como idiotas, muy excitados y como idiotas
cachondos. Arrastro mis manos de su cabello, y luego agarro su buen
trasero. Lo muevo hacia mí.
Capta la indirecta. Es un chico inteligente, éste. Tendré que
mantenerlo alrededor por un tiempo. Rueda sus caderas y las gira sobre mí.
Me quejo.
—¿Es eso lo que necesitas, nena? ¿Justo así? —pregunta y empuja
más profundo en mí.
—Sí, así. No te detengas. Dios, por favor no te detengas.
Se ríe.
—¿Por qué demonios iba a hacerlo? Tendría que ser un hijo de puta
loco con el trasero al aire.
—Sí... No. No seas un hijo de puta. Nunca te detengas. —Creo que eso
es lo que murmuré. ¿Lo captaste? ¿Realmente importa? Diablos, no. Estoy
flotando entre el placer y el dolor, el infierno y el nirvana. Y no estoy
hablando acerca de la banda de Seattle. Sólo quería dejar eso claro,
porque quiero que entiendas lo que está pasando aquí. Estoy a punto de
correrme maldita sea y no quiero que te lo pierdas.
Jaxson toma su ritmo.
—Oh mierda —sisea—. Oh mierda, mierda.
Sí, eso es exactamente lo que iba a decir. Y ahora no tengo que
hacerlo. Sólo puedo sentarme aquí y disfrutar del paseo. Sí, sólo voy a
montarme en él.
E infierno santo lo hago.
—¡Oh. Dios. Mío! Eso se siente tan jodidamente bien.
Empieza a bombear en mí a un ritmo frenético entonces.
—No te detengas. Jax. Dios, no te detengas.
—Nunca nena, nunca dejaré de amarte.
Y me tenía en ese “nunca”. Porque me corro tan largo y duro que casi
dolió, no me lastimó. Me quejo, mientras permanezco parada, entre el
placer y el dolor.
—Eso es todo, nena. Eres tan hermosa Lex, pero cuando te corres
nena, es como ver a alguien tocar el cielo.
Me quejo o gimo. ¿Creo? Dios realmente me importa una mierda. 141
Acabo de tocar el cielo.
—Una vez más, nena. Necesito verte tocar el cielo de nuevo. —Él
muerde con fuerza su labio.
Está retrasando su propia liberación, su propio toque del cielo, hasta
que yo lo haga de nuevo.
Mierda. Hablando acerca de la presión del desempeño. Entonces,
¿qué hace una muchacha? La única cosa que puede hacer. Se corre y se
corre duro. Pero esta chica quiere que su hombre toque el cielo primero.
Tiro hacia abajo y muerdo su hombro. Y, oh sí, se deja ir.
—Jódeme —susurra.
Y lo hago. Todo termina. Levanto mis caderas y giro en él. Es duro,
como tratar de hacer abdominales con una bolsa de setenta y siete kilos
de arena presionada hacia abajo en ti. Pero que me jodan, lo hago, como
si mi vida dependiera de ello. Como si la vida de Jasxon dependiera de
ello. E incluso cuando me corro no me detengo. Me empujo arriba en él
hasta que echa la cabeza hacia atrás y grita mi nombre.
—¡Lexxx! ¡Estás. Jodiendo. Mi. Mundo!
Está bien, quizá no es el cielo, pero es lo suficientemente cerca.
25
145
26
150
27
S
eis semanas, tres días, diez horas y veinte minutos más tarde…
—¿Adónde vas?
—A correr —digo mientras ato mis Nikes.
—Vuelve a la cama —gime Jaxson en voz baja.
—Eres insaciable. ¿Qué tal si duermes un rato y cuando regrese luego
podemos jugar en la ducha?
—Por qué no te quedas simplemente y nos ponemos jugar en la
ducha ahora.
—Jax hemos estado haciendo el acto y otras cosas como… unas
ocho horas. No me malinterpretes que no me estoy quejando. Bueno, tal
vez un poco. Pero si no me levanto y me muevo, mi trasero va a ser más
grande que Plutón
151
—Su trasero es perfecto.
—Me alegro que te guste. Pero no te gustará cuando empiece a
rebotarse.
—No sé nada sobre eso, nena. Me gusta cuando rebota.
—¿Se agita? ¿Dónde? —Miro mi trasero. No pensé que estuviera tan
mal. No aún sin embargo.
—No se sacude. Sólo estoy bromeando.
Me pongo en pie y planto mis manos sobre mis caderas.
—Jaxson Chase Ryan, nunca bromees con una chica sobre sacudir el
trasero. Jamás.
De acuerdo dice, se levanta y tira de su bóxer.
—Voy contigo.
—¿Vas a correr?
—Sí. ¿Por qué pareces tan sorprendida?
—No sé. Simplemente nunca te he visto correr. Nadar es más tu estilo.
—Nadar es lo mío, pero quiero hacer lo tuyo. A menos que no quieras
que me una.
—Me encantaría que te unieras a mí.
—De acuerdo, entonces nos vemos en la cocina en diez minutos.
—Hay un parque aproximadamente a unos seis kilómetros de aquí,
pensé que podríamos ir allí.
—¿Más allá de la verja? —Levanto una ceja.
—Sí. Si estás conmigo para mí está bien. —Nos fuimos corriendo hasta
la verja y Jaxson saludó con la mano al guardia.
El guardia asiente y la verja se abre.
Pasamos corriendo la verja y por una larga entrada con árboles a
ambos lados.
Cuando llegamos a la carretera me detengo, me agacho y toco el
asfalto.
—¿Qué estás haciendo?
—Sólo asegurándome que es real. Que esto no es un sueño.
—¿Tan malo ha sido?
—Han pasado más de dos meses desde que llegué más allá de las
puertas. Sí, ha sido muy malo.
—Vamos piernas peludas... acelera el paso. 152
—¡Mis piernas no son peludas! —gruñe Jaxson.
—Sí que lo son, pero de todos modos me encantan.
—Mira, puedo ver el parque —él jadea—. ¡Gracias a Dios! ¡Diez
kilómetros, mierda! —se queja.
Miro mi reloj de corredor.
—Mi cuentapasos simplemente registra menos de doce. Un pequeño
error de cálculo.
—¡Supongo que mi cuentaquilómetros está apagado! —resopla.
Me río.
—Eso es gracioso… cuentaquilómetros. Hiciste un chiste y estoy
impresionada.
—Eres muy fácil de impresionar, cariño.
—Sí, supongo que sí, estoy de acuerdo.
—Ja, ja.
Corrimos en silencio durante un par de minutos antes de que me dé
cuenta que Jaxson está retrasándose. Me detengo y corro sin moverme en
el lugar mientras él me alcanza.
—¿Vas a poder hacerlo? —pregunto, riéndome.
—Estoy bien —jadea—. Ni siquiera estás sudando. ¿Cómo es posible?
—Lo estoy. —Miro a Jaxson. Su camiseta está empapada, su cabello
está húmedo y sus shorts están enganchados—. Aunque no como tú.
—Debe de haber como un noventa por ciento de humedad. —Limpia
su frente.
Pulso un botón de mi reloj. Lo hace todo excepto lavar los platos y
correr por mí.
—Veinte por ciento.
—Por supuesto el reloj te indica la humedad.
—Bueno, claro. —Me río.
Él frunce el ceño.
Me encojo.
—Honestamente, me gustaría que no hicieras eso.
—¿Hacer qué?
—Esa cosa con tu frente. Me da escalofríos.
—No es malo. Eres la única que se queja de ello. 153
—Eso es porque las personas tienen miedo de decirte nada porque los
intimidas, no quieren herir tus sentimientos o simplemente están demasiado
espantados, para hablar.
—Sí, claro.
Ruedo mis ojos.
—Lo que tú digas.
A medida que se acerca el parque Jaxson comienza a rezagarse
detrás de nuevo. Me detengo y espero hasta que se acerca.
—Necesitas motivación.
—No, lo que yo necesito es llamar a Lane para que venga a recoger
mi trasero sudado.
—No es posible, ha ido a la ciudad.
—¡Mierda! Me olvidé.
—Motivación. ¡Eso es lo único que necesitas!
—De acuerdo, motívame.
Pienso durante un minuto.
—Si me vences al llegar al parque te dejaré follarme contra un árbol.
—¿Qué? De ninguna manera, no lo harás.
—Lo prometo. —Cruzo mi corazón.
Me da una mirada cargada con escepticismo.
—De acuerdo. ¡Adelante! —dice y echa a correr.
—¡No puedo creer que me ganaras, piernas peludas!
—Motivación, querida. Es imposible que deje pasar por alto un polvo
entre los árboles. —Agarra mi mano—. Venga, vamos a buscar ese árbol.
Nos dimos una vuelta durante unos minutos para refrescarnos, beber
el agua y buscar ese árbol.
—Toma mi mano, veo el tronco perfecto.
Le doy mi mano mientras me lleva hacia un roble grande.
—¿Qué te parece?
Echo una mirada alrededor.
—Apartado del camino, escondido por los árboles, aislado. Sí, creo
que lo encontraste.
—¡Te lo advierto estoy muy sudado!
—Y tus piernas son peludas, creo que puedo manejarlo.
Me pone delante del tronco. 154
—Bájate los pantalones y apóyate atrás.
—¿Muy cachondo? —sonrío.
—Sí. Mucho.
Hago lo que me dice.
—De acuerdo, gira ligeramente.
Lo hago.
—No, así. —Él me posiciona—. De acuerdo está bien así, sólo una
pizca de esta manera.
—Cachondo y mandón.
Se quita sus pantalones y me empuja hacia atrás y ligeramente
encima del árbol. Deja que se airee su pene sudado unos segundos. Al
menos eso es lo que pienso que está haciendo.
Se presiona en mí y me deslizo sobre el árbol. Intenta entrar y sube mi
camisa y mi espalda se engancha en la corteza.
—¡Ay! —Lo empujo apartándolo de mí—. ¡Esto no va a funcionar,
terminaré con mi espalda enganchada al árbol!
Él da un paso atrás.
—De acuerdo, intentaré algo más.
Me aparto del árbol y me enredo en mis pantalones. Me agacho
para sacármelos y caigo de cabeza en la tierra.
Jaxson se ríe, no, cacarea histéricamente.
—Muy bueno, Lex —dice mientras limpia sus lágrimas de alegría.
Lo miro y está buscando en sus bolsillos.
—¿Qué estás buscando?
—Mi teléfono. Tengo que sacar una foto de esto.
—¡Cómo diablos vas a hacer eso! Ayúdame, imbécil.
—La hago, necesito hacer esto.
Miro hacia arriba cuando un flash golpea mis ojos
—¡Eres un cabrón! ¡No puedo creer que acabes de hacer eso!
Él se ríe.
—No te preocupes no se la mostraré a nadie. La guardaré en el
archivo de mi colección privada.
—Qué tipos de fotografías tienes en in… No, espera. No quiero
saberlo. —Levanto un brazo y él sólo me mira sonriendo—. ¡Algo de ayuda
estaría bien!
155
—Lo siento. Sólo estaba disfrutando del momento… por un momento
más.
—Por lo que no te arrepientes.
Él tira de mí hacia arriba y me saco los pantalones.
—¿Qué estás haciendo? —Pone mala cara.
—Practicar sexo más seguro
Lo empujo entonces contra el árbol arrodillándome delante de él. Lo
miro y está sonriendo abajo hacia mí como un idiota.
—Creo que te va a gustar estas cosas del sexo más seguro.
—Sí, te va a gustar. —Luego alcanzo su pene para llevarlo hasta mis
labios.
Hay mucho fluido pre-seminal. Lo miro.
—¿No hiciste…?
—No —dice con mala cara.
Levanto una ceja. Y mantengo mis ojos en él y lo lamo.
Gruñe. Luego lo meto en mi boca.
Él sisea:
—Mierda, me encanta esta cosa del sexo más seguro.
Sonrío cuando lo chupo y lo lamo hábilmente.
—No está tan malo como pensé.
—¿Qué?
—El pene… sudado.
Él gime.
—Gracias a Dios.
Miro y sus ojos están cerrados y su cabeza está descansando contra el
árbol. Juego con su pene durante un rato y después lo introduzco tanto
como puedo.
—Dios que se siente bien. —Exhala.
Bien, iba más que bien. Iba para follarlo espectacularmente. Recojo el
ritmo y lo bombeo con mi boca, mientras acaricio sus bolas. Gime y con mi
pulgar lo arrastro hacia adelante y hacia atrás sobre su perineo. Entonces
deja de gruñir. Sus bolas se contraen y se tensan. Sí, le gusta eso.
Ajusto mi posición y lo trago hasta donde puedo. Siento nauseas.
Luego mi garganta se contrae y tiro hacia arriba. ¡Maldición! Esas estrellas
porno nos hacen sentir al resto de nosotras las chicas como unas
chupapollas perdedoras. Me esfuerzo al máximo y mientras haya gemidos
sé que estoy haciendo algo bien. 156
Continúo bombeando y arrastro un dedo por encima de su perineo.
Con cada movimiento me acerco a su ano. Cuando lo toco él se queja.
Un quejido en el buen sentido, no en el malo. Arrastro de nuevo aplicando
un poco de presión sobre él. Sus bolas aprietan en mi mano.
Él está cerca y estoy muy contenta porque mis labios y lengua están
empezando a entumecerse. Ahora no me malinterpreten, me encanta
complacer a mi hombre. Y diablos sí me enciende verlo tan excitado. Pero
rayos su pene está tan duro que casi no acabo la felación.
Gime.
—Cariño, estoy cerca. No sé cómo lo haces... oh mierda se siente
maravilloso.
Me encanta que me advierta cada vez… que siga respetando mi
decisión. Aprieto mis labios alrededor de él dándole “el visto bueno” para
quedarse. El sabor de la leche no me entusiasma demasiado pero odio el
desorden formase en mis manos y no me gusta su cremosidad en la cara.
¡Puaj!
Su polla empieza a vibrar contra mi lengua. Está cerca y necesito
que se corra porque ya no puedo ni sentir mis labios. Acaricio sus bolas y
luego empujo mi dedo dentro de su agujero. Todo su cuerpo, se sacude y
él se permite ir.
Empieza al follar mi boca, rápido y duro.
—Mieeeeeerda. Joder. Joder. Estoy cerca cariño —jadea. Luego
vuelve a la carga en la parte posterior de mi garganta.
Después de una eternidad él se corre, puedo dejarlo caer de mis
labios adormecidos. Me levanto y cepillo mis rodillas fuera y él se estira de
sus pantalones.
—Cariño, he estado en el cielo —me dice y planta un beso en mi
frente.
—Mmm. —Es todo cuanto puedo contestar porque creo que mi
mandíbula podría haberse dislocado.
—No fui demasiado áspero, ¿verdad? La última parte se ha
descontrolado un poco.
—Mmm. —Muevo la cabeza en un círculo, con un tal vez.
Caminamos por detrás del tronco. Las piernas de Jaxson todavía
están temblando.
—Es imposible que sea capaz de correr a casa después de eso. Yo
voy a llamar a Mary y le haré venir a recogernos.
Tira de mí hacia él y besa la parte superior de la cabeza.
157
—No hablas mucho cariño. ¿Eres tímida? ¿El gato se comió tú lengua?
—Mmm. —Sí, algo como eso cariño.
179
32
189
33
25
Kamiando: juego de palabras entre Kama y come, que al pronunciarlos suenan
parecidos, lo que está queriendo decir es: voy a llegar o estoy llegando.
—Lex, no más hablar o pensar. Consigue tus manos y rodillas porque
voy a joder tu coño mientras miro tu bonito trasero.
—¿Harás la cosa del dedo?
—Oh, sí. Haré la cosa del dedo.
—Eres el mejor, Jax.
—Lo sé, Lex.
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37
—¿E
stás seguro de que no quieres unirte a nosotros, Marco?
Marco baja sus lentes de sol.
—Tentador pero voy a quedarme con mis chicas.
—Está bien —dice Nick.
—¿Estás seguro, cariño? —Henry le pregunta a Marco.
—Esposo, estoy seguro.
—Está bien, diviértete con tus chicas y Nick dijo algo acerca de ir a un
bar deportivo después, así que podríamos llegar tarde.
—Disfruta tu tiempo con Nick porque sabes que el único barco en el
que alguna vez me llevarás es en un crucero.
Henry le da a Marco un beso de despedida y después él y Nick se van 211
para un día de navegación.
Tres horas más tarde, estamos a mitad de nuestro día de spa.
—Jules, ¿Qué se supone que hace esta porquería? —pregunto. Oye,
eso rima.
—Demonios si lo sé.
—¿Marco? —pregunto.
—Purifica, exfolia y rejuvenece.
—No creo que esté funcionando.
—Sólo dale tiempo.
—¿Cuánto tiempo?
—Simplemente relájate. Dios, eres la persona más impaciente que
conozco. Sólo dale a la porquería algo de tiempo para que haga lo que
tiene que hacer.
Me río de mí misma. Gran rima de Marco.
—Bueno, me gustaría que pudiera apurarse de una jodida vez. Está
empezando a quemar alrededor de la zona del culo. Supongo que
debería haber escuchado a la señora del spa y limpiar después la
porquería.
—Bueno, no sé si has tenido muchas opciones con todo ese… cabello
pasando ahí abajo —dice Jules.
—No fue tan malo.
—Como el demonio que no lo era. Te lo dije en la hacienda Ryan
hace un par de semanas, tenías que depilarte con cera. Espero que no
dejes que Jaxson te coma la vagina con ese desastre.
—Bueno…
—Buen Dios —jadea.
—Nunca se ha quejado.
—Créeme que ha querido. A ningún chico le gusta la boca con vellos
de vagina.
―¿Verdad, Marco? —pregunta Jules.
—A algunos chicos les gusta la vagina peluda.
—¿Cómo podrías saberlo?, eres una mariquita.
—Tú preguntaste.
—Sí, lo hice, evidentemente fue un error.
—Mantuve mi zona frontal afeitada. Pero en las zonas medias y
traseras, de ninguna manera. He estado ahí, hice eso, nunca jamás. No 212
hay nada peor que tener sarpullido por afeitarte entre las nalgas.
—Bueno, tienes razón sobre eso novia —agrega Jules.
—Sí, lo es. —Marco hace un mohín—. Y está sucediendo en este
preciso momento. Tengo una porquería en el vello de mi culo volviéndome
loco.
—¿Porquería en el vello? —pregunta Jules.
—Vello cubierto con porquería —Marco y yo contestamos al unísono.
Reímos.
—Ustedes dos son raros, me dan miedo.
—Trata de contonear tu culo —digo.
—No, flexiona tus nalgas, después haz algunos ejercicios Kegel 28 —
dice Jules.
Él mueve su culo alrededor.
—¿Ha habido suerte? —pregunto.
—No… todavía no.
28
Ejercicios Kegel: Ejercicios destinados a fortalecer los músculos pélvicos. En el campo
sexual se practican para obtener buenos resultados a la hora de conseguir mayor placer
sexual.
Trato de dar la vuelta.
—Podría hacerlo si pudiera alcanzar tu culo. Nos tienen tan
firmemente atados que es difícil respirar.
—A ver si puedes voltearte a un lado o de espaldas —instruye Jules.
—Sí, claro. Me gustaría verte hacer eso novia —dice él.
—Bueno, no puede ser peor que tener vello en la vagina.
—Me tienes ahí, Jules. No teniendo vagina y todo eso —refunfuña.
—He tenido vellos en mi vagina. No es un gran problema, sólo
arráncalos.
—Si puedes alcanzarlos. Estoy hablando de vellos bien alto.
—¿Cómo podrías incluso saber si estaba algo ahí?
—Créeme, Lex, lo sabrías. Tuve uno de esos que me volvió
jodidamente loca. Se sentía como una hormiga trepando por allí.
—¡Eso suena horroroso! —resoplo.
—Fue una locura. Intenté todo para sacarlo. Traté de limpiarlo con
una ducha manual, un irrigador vaginal, desalojarlo con un vibrador…
nada funcionaba, así que hice una cita con mi ginecóloga. Ella no podía
encontrar nada. Pensó que estaba jodidamente loca. Me escribió una 213
prescripción de medicamentos para la ansiedad y una referencia a un
psiquiatra. Pensé, demonios, tal vez me estoy volviendo loca. Así que traté
de ignorarlo, pero maldición. Sabía que había algo ahí. Estaba tan
desesperada que llame a Carl Clark.
—¿Carl treinta-centímetros? —pregunto.
—Sí, ese Carl.
—¿Jules? —pregunta Marco—. ¿Él no es el tipo que te pidió que te
casaras con él y le dijiste que sólo saliste con él porque tenía un pene
gigantesco?
—Sí, es él. No es popular con las damas por su aspecto estelar y
personalidad. Al menos le dije la verdad.
—Sí, después de que lo follaste por meses —agrego.
—Oye, te di su número de celular. Estaba más que dispuesta a
compartir.
Ruedo los ojos.
—Lo que sea. ¿Así que lo llamaste porque…?
—Tenía la esperanza de que sus treinta centímetros extra y un montón
de lubricante pudiera desalojar el vello.
—¿Y él aceptó ayudar? —Marco sonríe burlonamente.
—Él estaba más que feliz por ayudar. Pero después de dos días e
incontables orgasmos, todo lo que obtuve fue una Infección del tracto
urinario.
—Está bien. Mordí el anzuelo. ¿Qué sucedió después? —pregunto sólo
porque soy una idiota estúpida. Y que el Señor me ayude, quiero saber.
—Bueno, tuve que comprar un antibiótico para mi infección de tracto
urinario pero no había manera en que fuera a volver con mi ginecóloga.
Así que le pedí a Carrie, mi asistente personal, que me organizara una cita
con su doctor. Así que fui a verla para a contarle mi historia. Incluso solté el
nombre de Carl pensando que le debía el esfuerzo. Pero ella sabía todo
acerca de Carl y sus treinta centímetros extra. Buen pene pero sin
personalidad. Así que, de todas formas, ella me dijo sobre este nuevo lente
de aumento que acaba de conseguir la oficina. Hice una cita para el día
siguiente, ella mira ahí y encuentra estos seis centímetros de vello
creciendo en mi pared vaginal.
—Oh demonios —digo.
—Ella sacó a esos imbéciles, y yo estaba como nueva.
—Dios mío, Jules, nunca creería esa historia si le hubiera pasado a
alguien más que a ti.
—Sí, todas las cosas buenas me pasan a mí. —Ella hace un mohín. 214
38
A
l día siguiente, Marco y Henry me llevan al aeropuerto.
Henry me abraza y me besa, después nos da a Marco y a
mí un minuto.
—Princesa —dice Marco mientras me abraza.
Y, sí, adivinaste… Estoy llorando como una idiota loca.
—Te amo. Ve a resolver las cosas y vuelve con nosotros.
—Sabes que en cuanto entre en el jet corporativo, mi vida ya no será
mía. Tendré que mudarme a Londres.
—Entonces, nos enviarás tu jet y Henry y yo estaremos ahí en un par de
horas.
215
—Es una promesa.
—Es una promesa, princesa.
39
M
uy bien, así que ya sabes que soy una maldita heredera, e
infiernos sí, es jodidamente loco. Yo. Alisa Alexia Lizbet Marie
Grant —el futuro de un conglomerado internacional conocido
como Grant Internacional.
¿Qué? ¿Mi nombre? Me enferma —malo— no bien. ¿Quién diablos le
da su hijo cinco iniciales? Nací en la década de 1980 no la década de
1880 por el amor de Dios.
¿Todavía sigues conmigo? Genial. Continuemos. Así que ¿por qué
Gram me dio un tiempo fuera? ¿Por qué me convertí en Alexia Keith?
Vamos a empezar por el principio. No es fácil ser una heredera. Sé lo que
estás pensando o diciéndote a ti mismo —porque lo he oído todo antes.
Pobre nenita —tanto dinero— tan poco tiempo. ¿Crees que tienes 218
problemas perra? No sabes una mierda. Tenemos el mismo problema:
¿dónde vamos de vacaciones —la villa en Francia, el chalet en Suiza, o la
isla privada en el Caribe? Oh querida —tal dilema.
¿Sabes lo que te digo con eso? Todos somos mierda del mismo
agujero, puta.
No espero que nadie sienta lástima por mí. No siento lástima por mí
misma. Sólo estoy contando mi historia. Crecer puede ser un desafío —
para cualquiera.
Agrega una chica rara, torpe, tímida y geeky. Añade prensa sin fin y
los paparazzi. Mézclalos con expectativas y responsabilidades
predeterminadas. Mezcla amigos abusivos engañosos manipuladores.
Lanza la pérdida de los padres y un hermano menor. Empuja una abuela
que jodidamente te vuelve loca, y nunca jamás pareces agradarle. Ponga
todo en la licuadora, ¿qué se obtiene? Bueno, no recibe un daiquiri
congelado, mi amigo. Recibe una niña completamente jodida.
Y a medida que la niña crecía, su desorden creció. Así, a la edad de
veinte años, su lío se hizo cargo de ella. Ella lo perdió, se salió de la parte
más profunda, se estrelló e incendió. Terminó en una institución mental
privada en Gales. En otras palabras, me volví jodidamente loca y me
registré en un manicomio.
Después de meses de rehabilitación mental —colorantes y
construcción de casas fuera de palitos de helado—, supe tres cosas.
Uno: Odiaba mi vida y casi todo el mundo en ella.
Dos: No estaba lista para asumir mis responsabilidades heredadas.
Tres: Necesitaba un descanso de mi vida —un intermedio— un tiempo
de espera. Sabía que si no hacía algunos cambios en mi vida, no iba a
lograrlo. Así que, ahí lo tienen, la razón por la que hice Alexia Keith.
219
41
A
eropuerto de la Ciudad de Londres, Londres, Inglaterra.
—Lo siento, querida, espero que no estuvieras esperando
mucho tiempo.
—No, no mucho tiempo —le digo, mientras beso a mi Gram y me subo
a su Rover.
—Hola, Stewart, ¿cómo estás? —le pregunto al conductor y mejor
amigo de mucho tiempo de mi abuela.
Stewart está enamorado de Gram y han sido amantes una y otra vez,
pero la abuela tiene una cosa por los hombres más jóvenes.
—Brillante, muchacha. Es bueno tenerla en casa. —Sí, ¡jodidamente
brillante! 220
—Te ves cansada y delgada.
Y comienza la paliza.
—Encantada de verte, Gram.
—No seas listilla conmigo, Alexia. Puedo decir que has perdido peso.
—Te he dicho que he tenido un virus estomacal o algo así.
—¿Qué piensas de tu nuevo avión?
—¿Era nuevo? —Está bien, sabía que era nuevo. Simplemente me
gusta tirar de su cadena. Señor sabe que ella da un tirón a la mía.
Gram pone los ojos en blanco.
—Entonces, ¿dónde me voy a quedar?
—Conmigo hasta que obtengamos tu lugar remodelado.
¿Obtengamos? Sí, claro.
—Gram, mi casa no necesita remodelación.
—Yo creo que sí.
No hay discusión con Gram. Incluso si eres lo suficientemente valiente
como para probar —no importa para nada—, ella siempre se sale con la
suya.
Ella me da un buen vistazo.
—¿Estás usando un sujetador con relleno?
—¿Qué?
—Tus senos se ven... más grandes.
—Gram, por favor. ¿Puedes esperar un par de horas antes de
empezar el escrutinio?
—No estoy escrutándote. Estoy haciendo una observación.
Ella se da vuelta y me aprieta el pecho derecho.
—¡Ay! ¿Qué demonios?
—¿Cómo se sintió?
¡Por el infierno!
—Me dolió. ¿Qué pasa contigo?
—Déjame ver una teta.
—¿Qué demonios?
—Alexia, no me gusta tu actitud.
—Actitud. —Estás malditamente bromeando—. Manoseaste mi pecho
y luego me pides ver mi teta. 221
—¿Y?
—¿En serio? Stewart, haz una parada en el hospital. Gram necesita su
cabeza examinada.
—Stewart, pase por Boots, mi nieta tiene que recoger una prueba de
embarazo.
—¿Qué?
—Ya me has oído. Estás embarazada.
—De ninguna manera.
—Me temo que sí.
—No puedo estar embarazada, no es posible.
—Has estado viviendo en la finca Ryan y creo que tú y Jaxson Ryan
son más que amigos casuales. Entonces, dime por qué no es posible.
—¿Tú... lo... lo sabías?
—Alexia, ¿de verdad? Te dije que no iba a interferir en su vida, pero yo
nunca dije que no iba a estar velando por ti. Lo sé todo sobre ti y Jaxson.
Voy a tener una larga charla con el Sr. Ryan.
—Si sabías todo este tiempo... entonces tú fuiste quien ordenó mi
investigación de Will Harris.
—¿De verdad creíste que fue Zane? Sabes que me encanta Zane
porque él es como un nieto, pero él no es el tomate más maduro en el
jardín.
¿Tomate más maduro? Gram dice estos pequeños dichos de…
vegetales y frutas que tienen cero sentido.
—Si te refieres a que es un idiota, estoy de acuerdo.
—Es la única vez en casi cuatro años que he intervenido. No ha sido
fácil, pero he estado muy restringida. ¿No te parece, Stewart?
—Sí, señora Grant.
Me río.
—¿Qué pasa con la basura de Señora Grant? —le pregunto a uno o
ambos.
Gram no hace toda cosa del título —jodidamente lo odia—. Si la
llamas Señora Grant, la respuesta de libro de texto es: “Esa es una cuestión
de opinión, y no me importa tu opinión”. Sí, lo entiendo. Lo hace y no tiene
sentido. Nunca dije que los pequeños... dichos de Gram sólo involucran
frutas y hortalizas.
—Stewart está siendo un idiota. No le gusta mi última adquisición. No
lo puede soportar jodidamente, es lo que dijo. 222
—A Stewart, nunca parecen agradarle ninguno de los… amantes de
Gram. Chicos-juguetes. Entonces, ¿qué hay de nuevo, mi amigo?
—Creo que debes preguntárselo a tu abuela.
Bueno, esto es interesante. Le sacaré los detalles jugosos más tarde.
Gram suspira.
—Vamos a dejarlo. Tenemos cosas más importantes que hacer ahora.
Así que, ¿por qué insistes en que no estás embarazada? Los accidentes
ocurren, ya sabes.
Bueno, vamos todos tomar una respiración profunda, porque Gram no
va a ser feliz con este desarrollo. Es todo sobre el heredero, el legado, con
ella.
—Jaxson de estéril. Él no puede tener hijos... transmitir el antiguo ADN,
procrear, raza, impregnar.
—Sé lo que significa estéril, culo inteligente. Entonces, ¿con quién más
te has acostado? Debido a que estás embarazada.
—No he follado a nadie más que Jax. No estoy embarazada.
—Bueno, entonces, debe ser la inmaculada concepción, porque
estás embarazada.
—Gram, no lo estoy... así que por favor, vamos a dejarlo.
—Stewart, el farmacéutico primero, y luego a casa.
—Francamente, no sé cómo lo hiciste.
—¿Hacer qué?
—Mantenerte alejada de Jaxson Ryan durante tanto tiempo. Estaría
sobre todo eso. Que mal que no tiene un hermano menor.
¡Para el infierno! ¿Un hermano menor? ¿Está bromeando?
—Gram, eres un pedazo de trabajo.
—Bueno, gracias.
—No fue un cumplido.
—Puedo interpretarlo así de todos modos si quiero.
—Lo que sea. —Sólo tienes que dispararme, cortarme las venas, luego
colgarme.
223
42
225
43
¡ !
E
mbarazada. En cinta. Inseminada. Bollo en el horno. Frejol en la
olla de cocción lenta. Cría. Bebé
abordo. Marinado. Incubando. De cualquier forma que lo digas,
de cualquier forma que lo definas, es aterrador como la mierda, loco.
Estoy esperando en una sala de examen de neón blanco, vestida con
un vestido de plástico de papel biodegradable para análisis, mientras
estoy sentada en una cama de examen de concreto. De acuerdo, sólo se
siente como de concreto. Es algún tipo de basura plástica. Es probable
que sea biodegradable. Lo que sea.
Mi cabeza se siente como que quiere auto-cortarse; mi corazón se
acelera muy por encima del límite de velocidad; y mi estómago está
rentando espacio en mi garganta.
226
Y luego está Gram, quien es usualmente sofisticada, controladora,
exigente, auto loca imbécil. La odio. Bueno, no la odio; ella solamente está
molestando la mierda fuera de mí. Quiero decir, realmente, cómo puede
alguien estar tan tranquila, en un momento como este. Voy a tener un hijo,
dar a luz, entregar un paquete de alegría, Santa Madre de Dios.
Gram se pone de pie y toma mi mano, mi sudorosa mano.
—Alexia te ves como que vas a perder el conocimiento.
—Sí. Siento que voy a tener una combustión espontánea.
—Bueno, mejor que el infierno que no lo hagas, porque tengo un
estómago débil.
Me río. Bueno, salió más como el sonido de una ballena, lo que sea.
—Tienes una tripa de hierro. Nunca te he visto arrojar, como nunca.
—El hecho de que nunca me hayas visto arrojar, eso significa vomitar,
no quiere decir que no haya sucedido. He hecho muchas cosas de las que
no has sido testigo.
—¿Oh sí? Nombra una.
—Tú nunca me has visto retroceder, gatear, cagar o joder.
De acuerdo, consiguió con los tres primeros Gram, pero eso último...
¿Me estás jodiendo?
—Bueno, me tienes ahí, Gram.
Por el infierno, Gram y su amante-chico-juguete. Ni siquiera vayamos
allí. Tomaría capítulos y capítulos de mi historia, no, todo un libro, tal vez
dos.
—Cuando yo estaba embarazada de tu padre, vomite mis tripas por
días. Dormí en el piso del baño por tres meses.
Ella vuelve a sentarse en su silla.
—Esta doctora muy recomendable... ¿dijiste que era de Boston? —
pregunto.
—Sí. Fue a Harvard.
—¿Por qué está practicando en Londres?
—Casada con un británico. Un cardiólogo.
Gram mira impacientemente su reloj.
—Hemos estado esperando por dieciséis minutos y medio. Muy
recomendable o no, yo no tolero la tardanza.
Oímos un suave golpe en la puerta. Mejor tiempo. Del mundo.
—Hola, hola. —La puerta se abre. Entra una mujer de mi edad y de
vello corto de color rojo sucio en altura, vidrios púrpuras gruesos, y 227
zapatillas, friki. La amo.
Ella extiende su mano.
—Hola, soy Katie Warren, y a menos que me haya equivocado de
sala, estoy asumiendo que eres Alexia Grant.
Ella me da la mano y luego se extiende hacia Gram.
—Y tú, Katie Warren, llegas diecisiete minutos tarde —Gram dice con
su actitud de “no te metas conmigo o voy a patearte el culo”.
—Lizbet Grant, un placer. Lo siento por los diecisiete minutos, la mierda
sucede.
Bueno, ella me atrajo con las zapatillas. Ahora malditamente me
posee. Cualquier mujer que dice “la mierda sucede” a mi abuela, es una
diosa.
Gram levanta una ceja y sacude la mano con firmeza.
—Eso dicen, doctora —resopla.
—Es un verdadero placer conocerte —le digo.
La Dra. Warren me da una sonrisa de complicidad.
—Por lo tanto, las dos somos estadounidenses.
—Sí. La mitad de todos modos —me respondió.
—Gracias a Dios, estos británicos están volviéndome loca con su
correcto inglés y toda su honorabilidad.
Me río.
Gram rueda los ojos.
—Bueno, es tu día de suerte —digo—. Nada correcto sobre nosotras.
La Dra. Warren levanta una computadora que está al lado en una
mesa con ruedas y escribe algo por unos pocos segundos.
—Está bien Alexia. Voy a hacer unas preguntas y tienes que
responderlas.
—Bien.
—¿Cuándo fue su último período?
Tengo que pensarlo por un minuto.
—Siete meses, cuatro días.
—Bueno, no tienes siete meses y cuatro días de embarazo, ¿así que
estoy asumiendo que tu ciclo es irregular?
—Sí, mucho. A menos que esté tomando la píldora.
—¿Cuándo fue la última vez que tomaste la píldora?
228
—Ocho meses, dos semanas.
—¿No días?
—Tres.
Ella sonríe.
—Está bien, sólo necesito una fecha aproximada aquí. ¿De cuánto
podría ser?
—Aproximadamente doce semanas.
—Última pregunta. ¿Puedes darnos alguna información vital sobre el
padre?
—Puedo, pero prefiero que él lo haga.
—Por lo tanto, ¿está en la imagen entonces?
—Espero que sí. —Más que espero. Estoy de rodillas y rezando por ello.
—Bueno, parece que la tecnología tiene una muestra de sangre y
signos vitales y fondo, así que vamos a echar un vistazo.
Ella empuja de nuevo la computadora y luego se detiene en lo que
estoy suponiendo que es un ultrasonido.
Ella me dirige a descansar y poner mis piernas en los estribos.
—Ok, vamos a hacerlo —dice ella.
Gram parece que tendrá un aneurisma.
Me río.
Ella explora mi vagina y estómago. No hay nada como ser sondeado
por tu doctora, genial.
—Todo está bien. Creo que estás cerca de ser doce semanas
Alexia. Vamos a echar un vistazo.
Ella gira la silla de examen donde estoy a la máquina de
ultrasonido. Luego pone un poco de baba en mi vientre y desliza algo que
se parece a un mouse sobre él.
—Este es un ultrasonido de alta resolución. Nos dará una mirada
detallada. Así que si no quieres saber el sexo, dilo.
—Quiero saber —le digo sin vacilar—. Yo no creo que pueda aguantar
más sorpresas.
Ella escribe algo en el teclado, y luego tira del mouse sobre mi vientre.
Luego escuchamos, lo que sólo puede ser, un corazón latiendo
rápido.
—Latidos de corazón —dice ella—. Suenan bien.
Gracias a Dios, porque suena demasiado rápido para mí. ¿Cómo 229
diablos voy a saberlo? Nada. “¡Yo no sé nada acerca de los nacimientos
de ningún bebé!”
—Oh Dios —dice ella—, muy interesante.
—¿Interesante bueno o malo? —pregunto mientras observo la
pantalla. Todo lo que puedo ver es... no mucho.
—Bueno, eso espero —responde.
Gram se inclina sobre mí hacia el monitor.
—¿Eso espera? —pregunta.
—Está bien Alexia, vamos a echar un vistazo más de cerca —dice
mientras se desliza por encima de mi vientre—. La cabeza, corazón, los
brazos y las piernas.
—Oh mi Dios —chillo. Puedo verlo ahora. Increíble.
Ella mueve la cosa mouse alrededor un poco más.
—La cabeza, el corazón, los brazos, las piernas y el pene.
—¿Estás segura de que es un pene? —Gram pregunta—. Se parece a
una pierna.
La buena doctora sonríe.
—Estoy segura de que es un pene.
—¿Es un niño? —dejo salir.
Ella sonríe y mueve el mouse hacia la izquierda.
—Y el pene número dos.
Gram agarra mi mano en un apretón de muerte.
—¿El bebé tiene... dos... dos penes?
La doctora Warren ríe. Quiero decir que realmente se ríe. Su risa
resuena. Las lágrimas rodaban por su rostro de la risa.
—Yo no creo que esto sea un asunto de risa —balbucea Gram.
Y alertar a los medios de comunicación, porque estoy de acuerdo
con mi abuela.
—Creo que voy a vomitar —hago pucheros y gimo—. Santo infierno,
estoy teniendo un bebé con doble pene.
La buena —tal vez mala, y no tan divertida— risa de la suena hasta
que es histeria.
Siento lágrimas inundando mis ojos, y no lágrimas de felicidad. ¿Qué
demonios está mal con ella? Tener dos penes no es una buena cosa. Es
malo, muy, muy malo.
La Dra. Warren seca las lágrimas de felicidad con un pañuelo de 230
papel. Ella entonces me regala una gran sonrisa listilla y apunta al monitor.
—Un hombre pequeño con un pene.
Ella mueve el mouse hacia la derecha.
—Otro hombre pequeño con un pene. Gemelos. Alexia, estás
esperando gemelos.
—No me jodas —le digo justo antes de vomitar mis tripas.
44
Fin
244
Próximo Libro
TL Alexander.
247