Está en la página 1de 247

1

2
Staff

Moderadora
Magdys83 & Malu_12

Traductoras
Nelly Vanessa Fmaryd Pachi15
Lectora Magdys83 Malu_12
Axcia Maggiih Valalele
Kuami Cereziito24
Nelshia Niki26
3
Correctoras
Jane biblioteacaria70
mayelie Osma
cgrande89 Francatemartu
Loby Gamez Elena Ashb
PepitaCPollo

Revisión & Diseño


Francatemartu
Índice
Sinopsis Capítulo 17 Capítulo 34
Capítulo 1 Capítulo 18 Capítulo 35
Capítulo 2 Capítulo 19 Capítulo 36
Capítulo 3 Capítulo 20 Capítulo 37
Capítulo 4 Capítulo 21 Capítulo 38
Capítulo 5 Capítulo 22 Capítulo 39
Capítulo 6 Capítulo 23 Capítulo 40
Capítulo 7 Capítulo 24 Capítulo 41
Capítulo 8 Capítulo 25 Capítulo 42
Capítulo 9 Capítulo 26 Capítulo 43
Capítulo 10 Capítulo 27 Capítulo 44
Capítulo 11 Capítulo 28 Capítulo 45
Capítulo 12 Capítulo 29 Capítulo 46
4
Capítulo 13 Capítulo 30 Próximo Libro
Capítulo 14 Capítulo 31 Biografía del autor
Capítulo 15 Capítulo 32
Capítulo 16 Capítulo 33
Sinopsis

H
ola. Mi nombre es Alexia, y esta es mi historia. No soy tu típica
chica —así que esta no es tu típica… chica virginal que va a la
universidad, —o lo que sea— conoce y se enamora del
caliente, alfa, pervertido, millonario. Luego después de mucho sexo
caliente —cien mil orgasmos— se casan y viven felices para siempre, en
una mansión con su salón de juegos.
Ahora no pongas tus pantis de abuelita en un montón. No todo está
perdido. Hay un chico caliente —muchos chicos calientes. Y mi chico, si, él
es caliente. Me quita el aliento. Y el sexo… ¡Oh iDios mío! Pero la parte del
felices para siempre, bueno…
Así que, si quieren reírse alto, decir “que dem...” y quizás dejar salir
una lágrima o dos. Entonces vengan por el viaje. ¡Porque, OMD, qué viaje
es!
Nota de la Autora: Este libro tiene lenguaje adulto y adultos haciendo 5
cosas de adultos.
1

H ola soy yo. La maldita Alexia. Y esta es mi historia.


Voy a empezar mi historia por la mitad. ¿Por qué, se
preguntarán? Porque si comienzo por el principio, vamos a
estar aquí toda una maldita década, y si comienzo por el final, ¿qué tiene
eso de divertido? Así que aquí está mi historia, comenzando por la mitad.

6
2

—N o puedo creer que todavía estemos auditando estas


malditas cuentas Sims —dice mi asistente, Dale Adams, y
luego se desploma de nuevo en su silla—. Enviamos la
maldita cosa al trasero de Frankie cinco malditas veces mientras estabas
tomando el maldito sol en la Toscana.
Dale dice, mucho “maldito” ¿no les parece? Es un testimonio de
haber trabajado con la maestra del argot del desprestigio, yo. Sólo
malditamente pasa a ser una de mis favoritas. Es jodidamente increíble.
—La Toscana está en Italia, idiota. Yo estuve en Francia.
Él se encoge de hombros.
—Lo que sea.
—Está bien. —Suspiro—. Vamos a arreglar la maldita auditoría y a 7
entregarla a Legal el viernes. Si el tarado lo rechaza de nuevo, hablaré con
Ryan cuando vuelva de Corea.
—El jefe regresó la semana pasada.
Levanto la mirada arriba de mi ordenador portátil.
—¿Por qué?
—No lo sé, pero oí un montón de rumores ridículos. —Pone los ojos en
blanco—. Que contrajo la gripe aviar y que fue trasladado de urgencia
fuera del país. Que comió ostras contaminadas y que se intoxicó con
mercurio. Y mi favorito personal, que su cliente lo echó del país por
emborracharse hasta el cubo con sake y que luego se acostó con su hija,
o era su esposa... ¿o con ambas? Mierda, ¿quién sabe? Sabes cómo es por
aquí; los rumores se propagan más rápido que una bacteria carnívora.
—Tienes razón en eso, pero ¿no creo que beban sake en Corea?
Dale pone los ojos en blanco. Hace eso a menudo.
—Lo que sea. Como dije, son rumores ridículos. Sin embargo, me
encontré con su nueva asistente AP1, Claire, y dijo que fue llamado de
nuevo para una reunión de socios de emergencia. También dijo —

1 AP: Asistente Personal.


susurra—, que no tienen ni idea de por qué, que Ryan no ha salido de la
suite de su oficina en cuatro días.
Yo frunzo el ceño.
—Espero que esté bien. Infiernos, nadie quiere la gripe aviar, o
cualquier otro tipo de gripe. ¿Recuerdas cuando la tuve el año pasado?
Estaba vomitando, estornudando, tosiendo y todo al mismo tiempo,
totalmente apestó ese momento como pelotas-grandes.
Dale se encoge.
—Nunca pongas “bolas apestando” y vomitando o cagando en la
misma frase. ¡Nunca!
—Lo siento, hombre no lo haré. Nunca.
Hay un golpe en la puerta de la oficina abierta.
Dale y yo miramos desde nuestro trabajo —bueno realmente no
estábamos trabajando— mientras Janie de Legal se contonea entrando a
mi oficina.
—Alexia, Dale, perdón por interrumpir la reunión.
Cierro mi portátil y me inclino hacia atrás en la silla.
—De alguna manera lo dudo. 8
—¿Qué tal las vacaciones?
—Bien.
Ella pone sus manos en sus caderas.
—¿Bien? ¿Pasas tres semanas en una villa en el sur de Francia y estuvo
bien? Vamos.
—Lo siento. Es lo que es.
—Oh por faaaaavor. Tres semanas de vacaciones en un chalet
francés, a tus anchas en el sol francés, comiendo comida francesa y
bebiendo vino francés. ¿Y qué decir de los hombres franceses? —Ella
levanta las cejas tres veces.
Cruzo los brazos sobre el pecho con uno de mis movimientos de “no
iré allí”.
Janie resopla, y golpea su pie.
Me quejo.
—No vas a dejar pasar esto, ¿verdad?
—No. Entonces deberías muy bien comenzar a derramarlo.
—Deberías trabajar para el National Inquirer.
Ella me da una sonrisa triunfante. Al parecer, piensa que es un
cumplido.
—Está bien —digo y levanto los brazos en derrota—. La villa francesa,
era malditamente antigua. El sol francés era más caliente que ver a un
desnudo Ryan Gosling hornear galletas en agosto. —Hago una pausa,
saboreando la vista durante unos segundos. Sí, eso es caliente.
—¿Dónde estaba?
—En la comida —dice Janie, gesticulando continúa, continúa.
—Está bien, está bien. Comida francesa.
Janie pone mala cara y yo sigo.
—Fantástica comida de mierda francesa. El increíblemente talentoso
cocinero contratado por la abuela para nuestra estancia. Y era obvio que
disfrutaba de su propia cocina. El hombre era... gordo. El hombre más
gordo que hubiera conocido nunca.
—No es políticamente correcto decir gordo —añade Janie.
—¿Parezco políticamente correcta de alguna manera?
—¿Cómo se ven las personas políticamente correctas? —pregunta
Dale.
9
—No tengo ni idea. Ustedes dos me vuelven loca. ¿Quieres que
termine, o nos saltamos esta investigación y vamos a trabajar?
—¡No! —responden simultáneamente.
Suspiro fuertemente. ¿Oyeron eso?
—Está bien, el vino francés fue como tener múltiples orgasmos
sincronizados encendiéndose en la punta de la lengua, después, la
explosión en la parte posterior de tu garganta.
—¡Guau! —dice Dale—. Estoy seguro de haberme detenido en la
tienda de vinos en mi camino a casa.
—¿Qué pasa con los hombres? —se queja Janie.
—Los hombres franceses, digamos que son maduros.
—¿Maduros? —resopla Ella.
—Sí, maduros AARP2. —Muevo mi silla hacia atrás y subo los pies sobre
mi escritorio.
Ella levanta una ceja.

AARP: (anteriormente American Association of Retired Persons), es una organización


2

estadounidense sin ánimo de lucro independiente, que atiende las necesidades e


intereses de las personas mayores de 50 años.
—Eres tan mentirosa.
Pongo los ojos en blanco. Lo hago mucho. Dale lo sabe.
—¿Es necesario recapitular nuestras conversaciones de descanso?
Ella pone mala cara.
—No. Bueno, ¿tal vez?
—Recapitula —se burla Dale, sin levantar la vista de su portátil.
Lo despido con la mano.
—Vi eso —murmura.
Así que no te gusta mis resúmenes amigo, ¡bien, está jodidamente
mal! Le doy una mirada mala antes de mi resumen.
—Mi excéntrica y posiblemente psicótica abuela tiene una villa en el
sur de Francia. Pidió que su belle petite-fille se uniera a ella y a sus amigos
maduros. Le rogué no hacerlo numerosas veces, pero la abuela es muy
persistente.
—¿Qué es pe belle... lo que dijiste? —pregunta Dale.
—Oh, lo siento mi tarado amigo lingüístico, significa “nieta hermosa”.
—Sabía eso —añade Janie.
10
Levanto una ceja.
—¿En serio?
—No lo sabías. —Dale sonríe.
—Está bien no lo hacía. —Ella pone mala cara—. Y para tu
información amiga, tarado no es políticamente correcto.
—Bueno, para tu información amiga, cómeme.
—Es cierto, sin embargo. Soy un tarado lingüístico. Lex ha estado
tratando de enseñarme inglés por dos años. Y la única cosa que puedo
llegar a decir es “yes boss”.
Ella pone los ojos en blanco.
—De todos modos, pensé que me estabas alimentando con mierda.
¿De verdad fuiste con tu abuela y sus amigas psico AARP?
—Sí, lo hice.
—Eso es jodidamente triste. —Ella pone mala cara.
Me reí entre dientes.
—No conoces a los amigos de la Abuela. Cuando dije maduros, no
estaba refiriéndome a la edad. Están bastante locos. Se van de fiesta
como los Rolling Stones, beben como irlandeses antes de la Cuaresma, y...
bueno, ya sabes... follan como conejos.
Dale cierra su laptop, y se inclina hacia adelante.
Típico hombre. Dices follar y conejos y se interesan. Bueno,
simplemente di follar y se interesan.
Yo sigo.
—¿Recuerdas lo viejo y caluroso? No hay aire acondicionado en una
villa de ciento cincuenta años de edad. Todas las noches me iba a sentar
al balcón por un poco de alivio del calor, y cada noche era como ver a la
Abuela y a sus amigos maduros en un infomercial de Viagra en un bucle
continuo. Una y otra y otra vez. —Hago un gesto de rodar con mis manos,
sólo porque puedo—. Hubiera matado por un mando a distancia para
poder cambiar el canal, apagarlo o por lo menos, callarlo.
—Oh. Dios Mío.—dice Janie y planta su gordo trasero de siete meses
de embarazo en mi escritorio.
—Sí, Oh. Dios. Mío. —Articulo cada palabra para que entiendan
perfectamente porqué estaba malditamente asustada—. Dos de setenta
años de edad follando en una piscina en una isla inflable es algo que
nunca quieres ver o escuchar. Nunca.
Janie arruga la nariz.
—¡Qué asco! El pensamiento de mi abuela follando en una alberca, 11
oh Dios, o en cualquier lugar me hace querer... —Se mete el dedo en la
garganta y hace simulacros de vomitar.
—Y eso, amigos, es por qué no debería haber ningún porno geriátrico
—añade Dale.
Gime y se frota las sienes.
—Oh Dios mío, ahora no puedo sacarlo de mi cabeza.
Cierra los ojos y narra la escena que está plagando su psique.
—Un conjunto de dentaduras remojadas en un vaso que está en una
mesa de noche. Un hombre maduro en una silla de ruedas, luciendo tieso
inducido por el Viagra. Luego, con la ayuda de su andador una mujer
madura se arrodilla delante del hombre. El hombre inclina la cabeza hacia
atrás y cierra los ojos. Claro que sí mujer... ¡Mastícalo! ¡Sí nena, así de simple!
¡Mastícalo!
Abre los ojos.
—Mi nueva carrera —proclama—. Escritora geriátrica porno.
Pienso en eso por un minuto.
—Oye, podrías estar en lo cierto. No es como que el setenta por
ciento de la población estadounidense sea madura ¿no?
Dale se encoge de hombros, luego me da una mirada de ¿a dónde
vas con eso?
—Podrías convertirlo en una especie de reality.
—Sí, claro. ¿Quién vería una mierda así?
—Oh, vamos amiga. ¿No es acerca de eso todo lo que muestran los
realities de esa mierda? ¿Qué es eso de “Honey’s got a boo-boo”? Ah, y el
que mi amiga Jules ve todo el tiempo, “Talk to Your Dress”, o “The Dress
Talks” ¿quién diablos sabe? ¿A quién le importa un infierno?
Me muerdo el labio, lo hago cuando estoy tratando de pensar o no sé
de qué demonios estoy hablando. Así que sí, mi labio tiene huellas
permanentes de dientes.
—Vamos a ver, el de los Amish “Amish CSI”, o es “Amish SVU”, no
tengo idea.
Hay otro del que Jules habla de todo el tiempo “¿Las
Kardoucheians?”
Janie pone los ojos en mí.
—¿Qué?
—Así no es como se llama —se queja.
12
—¿A quién le importa?
—¡A mí! Me encanta ese programa —grita, haciendo pucheros.
—Bueno, yo digo un mundo libre de Kardoucheians, es un mundo
mejor. —Me enfado.
Janie pisa con el pie.
—Estás tan metida en eso, amiga. Quiero decir que eres hermosa y
todo eso, y te vistes muy bien, pero eres... bueno, eres una nerd.
—Bueno, gracias Janie, se me ocurre pensar que las nerds son como
enfermas. De las buenas enfermas, no de las malas, en caso de que se lo
pregunten. No sé nada de la cosa preciosa, pero el vestir... es una gran
cosa. Sí, ya sé que soy una chica con estilo, porque mis amigas me visten.
Ellas no vienen literalmente y me visten. Van de compras por mí, por mi
ropa y otras cosas. Mi punto es que no puedes hacer un reality show que la
gente no vea. Así que por qué no, Dale Adams Escritor de la Dinastía
Geriátrica Porno.
—Sí. Lo puedo ver —dice Dale—. Después de un año habrá
maratones de-todo-el-día. Por no hablar de toda la mierda de
mercadotecnia adicional. Camisetas, tazas, llaveros, cervezas, la lista es
interminable. Creo que podrías estar en lo cierto, Lex.
—Bueno, ese es un espectáculo que me perderé —resopla Janie.
—Sí, claro —responde Dale.
Janie se echa un pedo, después se desliza de mi escritorio y frota su
vientre.
—Mierda. Perdón por eso, embarazada y todo eso.
Dale y yo arrugamos la nariz.
—No te preocupes por eso —le digo mientras sostengo mi aliento. Sí,
vamos pedorréate en mi escritorio en cualquier momento que desees,
amiga. Para su información los pedos de las embarazadas son
desagradables. Evítenlos a toda costa.
—Será mejor que mi gran, trasero con forma-de-bebé al aire vaya de
nuevo a trabajar antes de que alguien venga a buscarme.
Ella se contonea hacia la puerta y luego se detiene. Se da vuelta y se
pega en la frente con la palma de su mano.
—Soy una idiota hormonal. Casi se me olvida la razón por la que vine
aquí abajo. —Mete la mano en el bolsillo de su chaqueta y me entrega un
Post-it—. De tu mayor dolor en el trasero. Lo siento —bufa.
Leo la nota.

13
¡Tus vacaciones se acabaron!
¡Auditoría Sims en mi escritorio para el jueves!
¡Deja de joder y haz tu trabajo!
Logra que se haga, ¡o se lo informaré a Ryan!

—Qué idiota —comenta Dale—. Lo hace sonar como que hemos


estado sentados en nuestros traseros y haciendo girar los pulgares mientras
no estabas.
—No te preocupes por Frank —pronuncio.
—No estoy preocupado por él. No puedo soportar al hombre. Es tan
malditamente idiota.
—Sí, estoy de acuerdo que no es un prodigio legal. Piensa que una
plataforma legal donde los abogados pasan el rato, y los escritos legales
son bóxer ajustados que se arrastrarán hasta su grieta.
Dale se ríe.
Janie le da un baboso y juguetón abrazo.
—No te estarías riendo si tuvieras que trabajar con el estúpido ese. Me
sorprende que un hombre que apenas puede atarse los zapatos pueda
pasar por la barra —ella resopla—. Y tú. —Señala con el dedo hacia mí—.
Cuando mi trasero sea más grande que una casa, no haré la entrega de
Post-it, así que empieza a responder tus estúpidos correos electrónicos.
Hago pucheros.
—Muy bien, muy bien. —Bajo mis pies de mi escritorio y los dejo en el
suelo, y luego hurgo en mi escritorio hasta que encuentro mis Mensajes.
Escribo, y luego recito mi respuesta.

Frankie,
¡Alimenta con tu pene la trituradora!
¡Luego mete tus bolas en tu trasero!
Oh, espera, ¡no tienes ninguna!
¡Auditoría Sims para el viernes!
¡O cuando esté terminada!
¿Understand?

Janie sonríe cuando le entrego la nota. 14


—Dile al idiota que responderé sus e-mails, pero no más de tres por
día. No puedo manejar más que eso.
—Se lo diré, pero no puedo garantizar que vaya a comprenderlo. —
Janie pone la nota en su bolsillo—. Bueno, ustedes dos, ha sido real. — Se
agita mientras se contonea saliendo de mi oficina.
Me doy la vuelta para abrir mi laptop y exhalo.
—Bueno, vamos a arreglar esta maldita auditoría Sims en nuestro
trasero.
Dale abre su ordenador y nos ponemos a trabajar.
3

D os horas más tarde la diferencia de horario se estableció.


Bostezo.
—¿Cansada? —pregunta Dale.
—Sí, por la diferencia de horario.
Él cierra su laptop.
—Voy a correr y nos conseguiré un Red Bull y un expreso triple.
Hay cuatro cosas en mi vida que rara vez dejo pasar. Una buena
carrera dura, un buen whisky —la abuela dice que no hay tal cosa como
mal whisky escocés—, café de ningún tipo y, bueno... ¿ya saben? Si no lo
saben... bueno, ¿qué puedo decir?
—Me saltaré el Bull.
Él sonríe. 15
—¿Sin Bull?
Niego.
—Sin Bull.
—Estás segura. ¿Sin Bull? —Él sonríe.
—Basta con el Bull de mierda —me quejo.
—Está bien, no habrá Bull. —Pone mala cara y camina hacia la
puerta. Mientras da su primer paso más allá del umbral golpea directo a La
Pared.
La Pared, también conocido como El hombre de la Montaña,
también conocido como Pete de Seguridad, es un oso de hombre. De pie
con su metro noventa y pesando noventa kilos y, oh sí, es un equipo de
seguridad de un solo hombre. Un chico dulce pero alguien con el que no
te metes.
—¡Mierda! —Dale deja salir, mientras se frota la cabeza.
—Lo siento Dale no te vi allí abajo —Pete se burla.
—Bueno, tal vez tienes que mirar por aquí —grita Dale.
Pete sonríe.
—Sí, claro Dale.
Dale continúa frotándose mientras va de nuevo a mi oficina.
Pete entra detrás de él todavía luciendo su sonrisa.
Le doy la vuelta a mi laptop cerrándola.
—Hola Pete.
—Alexia.
—¿Qué pasa?
Él exhala.
—Estoy aquí... así que estoy aquí en una misión oficial de seguridad.
Me pidieron que te acompañara hasta el piso del CEO3.
—¿Acompañarme? —Me río.
—Lo siento, Alexia —anuncia con voz sombría—. Necesito que recojas
tus objetos personales y que vengas conmigo.
—¿Mis objetos personales? ¿Hablas en serio?
Él se encoge de hombros, luego asiente.
—¿Qué diablos? —gruñe Dale.
—Sí. ¿Qué mierda Pete? —Me uno porque puedo.
Él niega. 16
—No sé Alexia.
Yo frunzo el ceño. ¿En qué diablos está Ryan? Me encojo de hombros
y empiezo a recoger mis cosas.
Dale se planta delante de Pete.
—Oye, espera un minuto hombre, no sólo puedes irrumpir y...
escoltarla.
Pete da un paso atrás. Pete empequeñece a Dale por varios
centímetros, pero Dale practica cinturón negro con una actitud de muy
macho rudo.
Agarro mi mochila de lona y luego camino penosamente hacia la
puerta.
Dale agarra mi brazo.

Las siglas CEO se refieren a un título corporativo en empresas, principalmente


3

estadounidenses, y significa en inglés "Chief Executive Officer". Se dice que el CEO tiene el
máximo nivel de decisión en la compañía a la que representa. Por lo general, en
empresas de América Latina, este título se conoce como Director General, Gerente
General o Jefe ejecutivo.
—Oye espera un segundo, no me gusta esto. —Se vuelve entonces a
mirar a Pete—. Vamos hombre de la Montaña necesitas explicarte.
Pete levanta sus manos en señal de rendición.
—Oye, no sé más que tú, sólo estoy haciendo mi trabajo.
Yo acaricio a Dale en el hombro.
—Oye, está bien, estaré bien. Ryan probablemente sólo necesita un
arreglo Alexia.
Un arreglo Alexia, una rara ocasión cuando alguien realmente extraña
mi trasero arrepentido y no puede esperar a verme, por lo que envían a
seguridad para que me acompañe a su oficina.
—Bueno, tal vez. —Él sopla entonces a un lado muy despacio. Más
lento que una babosa deslizándose sobre una alfombra, si has sido testigo
de ese fenómeno entonces eres un aburrido perdedor. Sí, he sido testigo
de ello. Dije lo suficiente.
Pete me sigue mientras paseamos a través del Departamento de
Gestión de Riesgos hacia los ascensores. Cuando llegamos a los ascensores
Pete aprieta el botón de arriba. Esperamos en silencio durante unos
minutos. Sintiendo respirar cuerpos detrás de nosotros, nos volvemos.
Todo mi departamento está ante nosotros. 17
Pete me da una mirada de “qué mierda”.
Me encojo de hombros como respuesta porque es lo único que se me
ocurre hacer.
Exploro las caras de todos. Veo confusión, preocupación y una gran
cantidad de ira. Ira enojada, linchamiento enojado, allanamiento y
saqueo enojado. Un poco extremo ¿no les parece?
Ellos se mueven adelante en completa sincronización. Guau. ¿Vieron
eso? Sólo así, qué genial.
Pete da un paso atrás y levanta los brazos.
—Hola chicos, sólo hago un trabajo aquí. Necesito que todos den un
paso atrás.
Ellos miran en mi dirección, yo no les doy nada, se ven el uno al otro y
luego, con renuencia, el Escuadrón de la Multitud —nombre muy creativo,
¿no creen?— se desliza hacia atrás. Guau, de nuevo totalmente
sincronizados. ¿Cómo lo hacen?
Pete vuelve su cuerpo, manteniendo sus ojos en el Escuadrón de la
Multitud, luego aprieta el botón del ascensor varias veces más. Como si eso
fuera a ayudar.
Todo el mundo sabe que la continua pulsación de un botón del
ascensor no hace que se mueva más rápido, pero todos lo hacemos.
Me levanto y miro al Escuadrón de la Multitud porque no sé qué decir.
Esta es una ocasión muy rara.
Ellos se miran unos a otros y luego comienzan a gritar preguntas y
comentarios.
—¿Qué demonios?
—¿Qué está pasando?
—Montaña, ¿quién autorizó esto?
—Alexia, ¿qué hiciste?
—¿Van a enlatarte?
—¡Esto es una locura!
—Pete Seguridad, ¿Qué rayos pasa, hombre?
—¿A dónde la llevas, Montaña?
—Esto es una mierda.
—¿Acaso Frankie nos informará de nuevo? Vamos a patear su trasero.
—Pared, ¿Quién te envió? 18
—¿Acaso Ryan te envió?
—Sí, ¿qué pasa con el jefe?
—Sí hombre, ¿realmente tiene la gripe aviar?
Pete me mira.
—¿La gripe aviar?
Me encojo de hombros. Nada. No me mires ¡Yo no tengo nada!
El Escuadrón de la Multitud sigue gritando. Pronto se hace claro que
tengo que animarme y ser una gerente, bien, retrocedan de todos modos.
Me aclaro la garganta y me dirijo el equipo.
—Bien equipo, agradezco sinceramente su apoyo o lo que sea es
esto, pero necesitan relajarse. No tengo la menor idea de lo que está
pasando, pero estoy segura de que no es nada. —Todo el mundo me da la
mirada de siervo asustado, bien tengo que ir contra ella.
Jill, una de mis jefas de equipo, da un paso adelante.
—Lo siento Alexia, todos estamos un poco nerviosos. Definitivamente,
algo está pasando. El viaje de Ryan a Corea fue cortado por los socios que
se han estado reuniéndose diariamente y la alta gerencia canceló todas
sus reuniones. Ha habido toneladas de rumores y ahora esto. —Agita su
mano entre Pete y yo.
Yo frunzo el ceño porque parece apropiado.
—Me gustaría poder iluminarlos a todos, pero como dije estoy tan sin
pistas como ustedes.

19
4

E l ascensor suena, y luego se abre. Pete me da una mirada de


alivio mientras avanzamos al interior.
Aprieta el botón del piso del CEO y las puertas comienzan a
cerrarse.
Justo antes de que lo hagan, Dale lo detiene con su pie. Yo aprieto el
botón de apertura.
—Alexia, esto es una locura. —Escofina—. He estado aquí por nueve
años, cuando seguridad te acompaña hasta el piso del CEO, o te están
despidiendo o... estás siendo despedida.
—Gracias. Me siento mucho mejor.
—Lo siento, es que... no lo entiendo. Eres la mejor gerente en Ryan, tu
departamento patea traseros totalmente. Cristo, hay una maldita lista de 20
espera de personas que quieren ser transferidas a RM.
—¿En serio? ¿Hay una lista de espera?
—Sí —lo dice como ¿eh?
—Oye, lo que sea que esté pasando, estaré bien. Probablemente
Ryan está, jugando conmigo.
¿Quiero que juegue conmigo? ¿Literalmente? Tal vez, bueno, sí, jugar
con el jefe, suena divertido.
—Sí, tal vez. —Dale suspira—. Pero nunca te había hecho acompañar
a su despacho por seguridad.
—Eso es verdad. —Exhalo—. Bueno de todos modos, estás a cargo
hasta que regrese. Que todo el mundo vuelva al trabajo antes de que
encuentren una cuerda, y empiecen a buscar un techo alto, vigas y todo.
—No sé —Dale se burla mientras le sonríe a Pete—. Esta oficina podría
usar un buen linchamiento.
Pete sonríe pero es más una mirada lasciva que una sonrisa, una
mueca.
Dale se sacude entonces un paso atrás y las puertas del ascensor se
cierran.
Presiono el botón del piso del CEO y me recuesto.
Pete exhala.
—Eso fue una locura.
—Sí. —¡Mierda loca!
Cuando llegamos al piso del CEO, Pete detiene el ascensor mientras
salgo.
Marchamos a un corto pasillo que nos conduce al vestíbulo de
recepción. Luego pasamos a Ann en la recepción donde me regala su
habitual mirada de mierda, y se la devuelvo con mi mirada habitual de
jódete. Me odia porque le gusta Ryan, y a él le gusto yo. Dicho suficiente.
Justo pasando la recepción hay dos pasillos. El pasillo a nuestra
derecha continúa a la suite ejecutiva, a veces conocida como la guarida
del león, la torre de Ryan, el palacio del príncipe —y mi favorita— El
Maldito Chuck Manor. La suite cuenta con una oficina PA, una oficina
ejecutiva, y un apartamento-estudio.
Tomamos el de la izquierda, que conduce al Santo Grial de la sala de
reuniones... la Habitación Ejecutiva de Conferencias.
Una vez en la habitación, Pete abre la puerta de cristal y nos deja
entrar. Se mueve a la mitad de una mesa y desliza una silla. Este es tu
asiento asignado. 21
Pongo los ojos en blanco.
—Vaya. Mi propio asiento asignado. —Dejo caer mis maletas luego de
hundir mi trasero en el suave cuero de la silla. Mi silla está colocada justo en
el centro de una mesa de vidrio craquelado que podría albergar a los
doce apóstoles y a doce, no, a quince de sus invitados, ya que es
jodidamente enorme.
La mesa Apóstol es el único mobiliario en el espacio; el espacio es la
típica sala de reuniones, con excepción de un banco de ventanas de piso
a techo que dan al horizonte de Manhattan.
Las paredes están pintadas de un aburrido color beige, creo que es
aburrido de todos modos, y están desnudas excepto por una gran pintura-
mural similar. Es una pintura, si se puede llamar así, de una agrupación de
árboles retorcidos extrañamente. Creo que son árboles. De todos modos,
me gusta el arte, incluso el arte abstracto raro, algunos de todos modos.
Pero los árboles en esta pintura simplemente dan miedo. Incluso el Lorax no
los salvaría.
En la mesa delante de mí está un bloc de notas, bolígrafo, y una
botella de agua. Quito la tapa del agua para tomar un buen trago.
Pete se aclara la garganta y me mira.
—Lo lamento Alexia pero tengo que pedirte tu celular, tableta y
laptop.
—¿En serio? —Casi me río.
—Sí, lo siento.
Suspiro.
—Pete sé que estás haciendo tu trabajo, pero eso no sucederá. No te
entregaré nada. Puedes decirle a quien sea, que me lo pediste de una
cortés y profesional manera, y que yo respetuosamente me negué.
Él me da una media sonrisa.
—Bien, se lo diré al Sr. Ryan. —Se mueve a la puerta y luego se da la
vuelta—. Alexia, siento mucho todo esto. Estaré fuera, si necesita algo.
—Pete —digo con una sonrisa—. Sin resentimientos.
Él asiente.
—Gracias Alexia, es bueno saberlo. —Pete sale y cierra la puerta.

22
5
¿ ?

M
i instinto me dice que este drama tiene algo que ver con las
reuniones de emergencia de los socios.
Pasan treinta minutos y me estoy volviendo loca. No soy
una que permanezca inactiva. Nunca podría ser la abeja reina; Soy una
abeja obrera. Necesito estructura y consistencia, o el caos y la carnicería
prevalecerán. ¿Qué demonios? ¿Caos? ¿Carnicería?
Diez minutos más pasan y todo en lo que puedo pensar es en la
maldita auditoría Sims y todos los otros trabajos que se apilan en mi
escritorio. Saco mi portátil, la enciendo y escribo mi contraseña.
CONTRASEÑA NO VÁLIDA. Lo intento de nuevo, CONTRASEÑA NO VÁLIDA.
Lo intento de nuevo, y de nuevo, después, el sistema me deja fuera. Oh
Dios mío, estoy siendo: despedida, enlatada, aventada, expulsada, de 23
todas las formas en que lo pongas, apesta en las bolas.
Pero ¿por qué? ¿Qué demonios hice? Y por qué mi gerente no dice:
—Oye, Alexia ten unas vacaciones maravillosas, y por cierto que sean
permanentes. —Me podría haber quedado en Francia en la villa. Bueno,
no en la villa, tal vez en París. ¿Qué voy a hacer? Estoy sin trabajo, sin nada
qué hacer, sin carrera. Sólo soy una malditamente sin.
Me encanta mi trabajo. Amo mi departamento. Amo a mis
compañeros de trabajo —no a todos—, pero amo trabajar con Ryan.
A mí como... que me gusta Jaxson Ryan.
Empujo mi portátil a un lado y saco mi iPhone. Estoy muy contenta de
encontrar mi cuenta de email que Ryan no ha cerrado... todavía. Puedo
desplazarme, dándoles respuesta a varios pero suprimiendo más. Entonces
puedo buscar en mi correo personal. Me doy cuenta de una docena de
mensajes de mi banco que están marcados como ¡¡urgente!! Antes de
tener la oportunidad de comprobarlos la puerta se abre y Jaxson Ryan,
CEO de Adquisiciones Ryan, entra.
Tira de una silla y dobla su larguirucho cuerpo en la misma. Exhala y
me da una sonrisa cansada.
—Hola.
—Hola, a ti.
—Te ves... descansada. —Descansada. ¿En serio? ¿Eso es todo lo que
tienes?
—Tú te ves como una mierda.
Él ladea la cabeza.
—Ha sido una semana muy larga.
—Puedo verlo. —Levanto una ceja—. ¿Cuándo fue la última vez que
te afeitaste?
—No sé hace tres, tal vez cuatro días. —Él deja escapar un largo
suspiro cansado—. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones? Eso es lo que lo
llaman Europa, ¿no?
—Estuvieron... bien. —Me encojo de hombros—. Está bien, fueron una
mierda. Si la abuela no me hubiera insistido, no habría ido. Ella sí que sabe
cómo poner presión y culpa.
—¿Estás bien? —¿En serio?
—No lo sé Jaxson, ¿lo estoy?
Él se pasa la mano por el cabello ondulado de color marrón negruzco.
No tengo ni idea de por qué ese simple acto me convierte en gelatina 24
licuada. A decir verdad casi todo lo que hace me voltea de adentro hacia
afuera. Jaxson Ryan es, de lejos el hombre más atractivo que he conocido
—el hombre del cartel para el alto, moreno y guapo—. Dios sabe que
podría sentarme y verlo por horas, días, años.
Profundo suspiro. No es sólo su presencia física, tampoco; es la forma
en la que se sostiene a sí mismo, la forma en que se hace cargo de una
habitación, la forma en que se para y camina. Lo captas, ¿no?
De acuerdo, Alexia deja de comértelo con los ojos, contrólate.
Empujo mi portátil hacia él.
—No creo que vaya a necesitar esto —le digo con una mordida.
Él cierra los ojos y se masajea las sienes.
—¿Dolor de cabeza? —digo, haciendo mi mejor esfuerzo para que
suene un poco simpático.
Él deja caer las manos y abre los ojos.
—No tienes ni puta idea.
—Sí, tienes razón, no tengo ni puta idea. ¿Te importaría iluminarme? —
vuelvo a decir, con una pequeña mordida.
Él se queja.
—Lo siento. Es que... hiciste que me escoltaran fuera de mi
departamento por seguridad, Jaxson. Me escoltaron. —Me señalo a mí
misma cuando digo “yo”, por segunda vez. No tengo ni idea de por qué—.
Jaxson, ¿qué está pasando? No entie...
Su teléfono suena antes de que pueda terminar. Él lo saca del bolsillo
de su traje.
—Ryan —responde—. Bien. Sí. Gracias, Malinda. —Cuelga.
Eso fue breve y al punto ¿Quién en el infierno es Malinda?
—¿Confías en mí? —pregunta mientras sus ojos abogan por un sí.
—Jaxson, no entiendo…
—¿Confías en mí?
—Yo no sé...
Él golpea su mano sobre la mesa de cristal. Yo salto.
—¿Confías. En. Mí? —anuncia con dientes apretados.
¡Mierda! ¿Cuál es tu problema?
—Quiero hacerlo —digo entre dientes.
Él se encoge de hombros con decepción.
25
Quería poder decir que sí, pero la confianza no es algo que dé y él lo
sabe.
—Lex, necesito que confíes en mí —declara—. Necesito que dejes que
las cosas surjan por unos pocos minutos y luego te lo explicaré.
—Voy a tratar —le susurro.
6
¡ !

H
ay un golpe fuerte y yo salto. La puerta se abre y un hombre
corpulento luciendo prominente cabeza y cuerpo marcha
dentro. Deja caer un maletín en la mesa y luego va junto a
Jaxson. Parpadeo. ¡Santas camas de piedra! Es Pedro Picapiedra en carne.
¡Vilma!
Él abre su maletín y saca una botella de desinfectante de manos —
tamaño almacén—. Ya sabes, la enorme botella que está ocupando
espacio valioso en tu armario de ropa o debajo de tu lavabo del baño. El
que simplemente no puedes conseguir terminarte y lo tiras.
Pone un pegote en cada palma y luego las frota. Regresa el
desinfectante y recupera los elementos siguientes. Ordenador portátil,
varios archivos, dos cuadernos de notas, tres bolígrafos, un lápiz, una
grapadora, mentas Altoid, anteojos, botella Evian y finalmente un paquete
26
de toallitas desinfectantes.
Pone el maletín en el suelo, busca en cada artículo después comienza
a colocarlos en filas.
Mentas, toallitas desinfectantes y agua en lo más lejano o en primera
fila, papeles legales, bolígrafos, lápiz, y grapadora en la segunda o en
medio. La portátil, anteojos y archivos en la tercera o última fila. ¿Qué
demonios Picapiedra?
Justo cuando pienso que la tortura ha terminado, él comienza a
limpiar cada artículo con desinfectante.
¿Cuál es el siguiente simulacro de ahogamiento, descargas eléctricas,
polka a todo volumen de altavoces ocultos? Fulmino a Jaxson, pidiendo
una explicación, un rescate. ¿Es esta la parte de la confianza?
Él me aprieta la mano y susurra:
—Confía en mí.
Bueno, esa es la parte de la confianza.
Entonces, reconoce al Sr. Picapiedra mientras se pone las gafas y
reúne los archivos.
—Henry ¿estás listo?
Bueno, Pedro es un Henry.
Él asiente.
—Sí... Sí creo que sí.
El pobre hombre parece que ni siquiera sabe su nombre.
Luego se vuelve hacia mí.
—Alexia me gustaría que conocieras a un viejo amigo de la familia y
el abogado de Adquisiciones Ryan, Henry Mills.
Levanto mi frente y mantengo las manos para mí misma, porque
parece adecuado después de su pantalla de fobia a los gérmenes.
Henry asiente y luego me entrega un archivo. No, más bien como que
lo tira en frente de mí. Es obvio que tengo piojos germinales. Con
renuencia, lo recojo.
—Señorita Keith, mi nombre es Henry Mills, soy abogado de
Adquisiciones Ryan.
Bien, he estado allí, he hecho eso.
—Por lo general trabajo en disputas contractuales. —Suspira—. Pero
hoy estoy en representación de los Socios Ryan.
Me da otro archivo. Dudo de nuevo, pero lo tomo. ¿Qué más puedo 27
hacer? Realmente quiero tocarlo solo para ver cómo se asusta, tú también
lo harías, ¿no?
—Antes de comenzar mi conferencia, quiero aclarar, que todo lo que
se diga hoy es confidencial y ningún cargo formal se hará hoy. ¿Entiende,
señorita Keith?
—¡No! ¿Cargos formales? ¿Qué demonios?
Él se vuelve a Jaxson.
—¿Ella no leyó los archivos?
—Henry recién se los entregaste.
—Oh... Sí... correcto. Debe leerlos antes de que pueda continuar.
Jaxson asiente.
—Sí, estoy de acuerdo.
Henry se quita las gafas.
—Necesito café. Me tomaré un descanso.
—Esa es una excelente idea —dice Jaxson.
—Sí... eso es. —Pedro-Henry está de acuerdo, y luego mira con la
mirada perdida como si no pudiera incluso recordar por qué está aquí o en
qué planeta está.
—Malinda está esperando en mi oficina. Estoy seguro de que le
gustaría acompañarte, por café —dice Jaxson y luego le da una sonrisa
genuina y cálida.
Henry se frota la barbilla.
—¿Quién es Malinda?
—Malinda es tu esposa.
Él lo contempla por un minuto.
—Sí, Malinda es mi esposa —responde con confusión.
Creo que todavía está atorado en la cosa del planeta. Siento la
necesidad de ayudar a Henry-Pedro, el pobre de la edad de piedra. Así
que telepáticamente le envío imágenes de la tierra. Me gustaría enviarle
imágenes de su esposa, pero no sé qué aspecto tiene. Lo siento edad de
piedra.
Después de unos minutos, que se sintieron como horas, él dice:
—Después del café, ¿tal vez al golf? me gustaría jugar al golf Jaxson.
¿Quieres venir conmigo?
—No, hoy no Henry. ¿Si no llueve?
—Sí... sí si no llueve. —Él se pone de pie—. Adiós entonces. —Sale de 28
su silla, después, camina hacia la puerta y la abre, luego se congela por
minutos, segundos, lo que sea. Se da vuelta—. ¿Cuál era el nombre de mi
esposa?
Jaxson sonríe.
—Malinda.
—Oh... sí, Malinda. —Él asiente y luego sale.
7
¿ ?
—¡Oh mi mierda más sagrada! ¿Qué fue eso?
Jaxson exhala.
—Ese era yo salvando tu trasero.
—¿Qué?
—Abre los archivos y lee.
Exploro ambos archivos mientras Jaxson mira. Termino y gimo.
—¿Qué diablos es esto?
—¿Qué te parece?
—¿Qué parece?
—¿No acabas de leerlo? 29
—Sí, acabas de verme leerlo. —Algo está definitivamente perdiéndose
en la traducción. ¿No lo crees?—. Soy capaz de leer por el amor de Cristo.
En varios idiomas —agrego, sólo porque puedo y porque estoy enojada.
—Bueno vamos a empezar de nuevo —dice casi en tono burlón,
casi—. Dime lo que dicen las palabras. —Está bien eso fue lleno de burla.
—Las palabras dicen... —Sí, me estoy burlando de ti—. Que malversé
veinte millones de dólares. ¿Es algún tipo de broma? Porque no creo que
sea divertido.
—No, me temo que no. Es real.
—No puede ser real. —Muevo la mano a un archivo—. No hice nada
de esto.
—¿Alguna de esas cuentas es tuya? —pregunta.
Tomo el segundo archivo y busco en él.
—Las cuentas bancarias de Nueva York y de Amex son mías, pero los
saldos han sido alterados. Las otras tarjetas de crédito, préstamos, y
cuentas en Belice, no son mías.
—Encontré el informe muy completo y convincente.
¡Bueno la-la-la!
—El hecho de que un informe parezca creíble y exhaustivo, no
significa que sea verdadero. Y la verdad es que no hice fraude en treinta
cuentas de la empresa en los últimos nueve meses. —Resoplo—. ¿Por qué
diablos iba a hacerlo? No necesito el dinero.
—Tienes veinte millones de dólares solamente por ahí.
—No, no tengo veinte millones por ahí. —¿Qué crees que soy,
distribuidora de metanfetaminas?—. Yo no hice esto. —Muevo la mano a
los archivos. Me gusta agitar los archivos y soy muy buena en eso. ¿No
crees?
—No creo que lo hayas hecho.
—Entonces por qué... espera un minuto, los socios en las reuniones, el
camping en tu oficina. Estoy adivinando que los socios no están de
acuerdo y están considerando presentar cargos.
—Sí, lo están considerando.
—No tienes idea de lo loco que es esto. Es una maldita locura.
—Estoy de acuerdo que es una locura. La pregunta es, ¿qué vamos a
hacer al respecto?
—La pregunta es por qué no estoy enfrentando cargos.
Él levanta una ceja. 30
—Tú dispusiste del dinero, ¿no?
—Sí, los socios no saben que se trató de mí. Hice que se viera como si
fuera a través de tus abogados.
—¿De mis abogados? ¿De mis abogados ficticios de Dewey-Cheatam
y Howe?
—Era la única manera. No hay forma de que te dejara ser acusada
por malversación de fondos.
—Aprecio todo lo que hiciste Jaxson pero ¿crees que la adición de
más manzanas podridas al barril de manzanas podridas es el camino a
seguir? Me acusaron falsamente de malversación de fondos, entonces
pasas el dinero a través de mis abogados ficticios. Si alguien se entera no
se vería bien.
—Nadie se va a enterar, Lex. Los abogados de Ryan querían
encontrarte en el aeropuerto. Tenían a la mayoría de los socios creyendo
que no regresarías de Francia.
—¿Así que tus veinte millones me compraron algo de tiempo?
—Por ahora.
—Entonces, ¿qué es lo que pasa con Pedro Picapiedra?
—Oh, Dios mío, ves demasiado. He conocido a Henry durante años,
pero cada vez que lo miro espero que Vilma, Pablo y Betty aparezcan.
—Se te olvidaron Pebbles y Bam-Bam.
Nos reímos, aunque la parte de Pebbles y Bam-Bam no es tan
divertida, ahora Dino o como sea el nombre del gato; el que sigue
lanzando a Pedro por la ventana de su casa de la edad de piedra, eso sí
es divertido. O no.
Jaxson inclina su cuerpo de sexo-en-fuego hacia atrás en su silla.
Malditamente me encanta esa canción, “Sex On Fire” y la estoy cantando
en mi cabeza. Me gustaría cantarla, pero no puedo cantar una mierda.
Entonces Dios mío, él pasa las manos por su cabello. Sí, dije, manos,
peinándose a dos manos. Oh. Estimado. Señor. Ahora tiene ese cabello
justo-acabado-de-ser-follado. ¿Los chicos pueden tenerlo así?
Bueno, él lo tiene y está bien. Me muevo en mi silla. ¿Puede una chica
conseguir una erección? Cruzo mis piernas, las descruzo, las cruzo, las
descruzo y finalmente las cruzo.
Él sonríe. ¡Bastardo descarado!
Ahora, dónde estábamos antes de que me pusiera toda caliente y
mojada, húmeda y... me aclaro la garganta, porque puedo. 31
—Henry, ¿me estabas explicando?
—Oh sí, Pedro-Henry. Como mencioné antes, los abogados de Ryan
les aconsejaron a los socios entregarte a la DA. Quieren sangre Alexia.
—¿Por qué? ¿Qué les hice yo?
—Asunto personal. Con excepción de Henry, todos tienen un ego del
tamaño de una casa, de una casa muy grande. Llaman la atención y a los
medios de comunicación. Uno de ellos está compitiendo por el trabajo de
DA, y te ve como un trampolín para impulsar su objetivo. He estado
tratando de convencer a los socios de que es en tu mejor interés arreglar
las cosas de forma privada. Con un arreglo Privado: ningún escándalo,
control de daños, más dinero en sus bolsillos.
—Pero ¿no todos están de acuerdo?
—No, la mayoría todavía quiere entregarte a la DA. —Lanza un gran
suspiro—. Alexia, como director general, estoy caminando en una fina
línea. Me preocupo por esta empresa. Joder más que me preocupo, ha
sido toda mi vida de mierda durante diez malditos años. Podría haber
heredado mi posición, pero he trabajado mi trasero, primero
manteniéndola a flote, y luego convirtiéndola en una Compañía dentro
de la lista Fortune 5004. Hace diez años, cuando asumí el cargo de CEO,
tenía dos opciones. Una: podía disolver la empresa que mi abuelo
comenzó, o dos: podía tomar socios. Elegí tomar socios. No me arrepiento
de mi decisión, pero mi plan desde el principio era volver a comprar las
acciones una vez que las cosas cambiaran. Pude volver a comprar
algunas, pero la empresa se está volviendo fuerte en beneficios en este
momento y nadie quiere vender ni una mierda.
—Bien. Lo entiendo, Ryan. —Nunca oí decir mierda tantas malditas
veces. Nunca. Es jodidamente raro.
—Siento el discurso. Lo que estoy tratando de decir es que no tengo
suficientes acciones para anular a los socios. Así que si se llega a una
votación final...
—Puedo entender que tengas responsabilidades como CEO. No
tienes que preocuparte Jax. No enfrentaré cargos.
—Espero que estés en lo correcto.
—Estabas explicando sobre Pedro.
—Sí, Pedro. Hace unos meses, Henry tuvo algún tipo de ruptura que
dio lugar a un ataque cerebral. Su esposa, Malinda, me preguntó si podría
mantener esa información privada y mantenerlo en la nómina hasta que
se retirara dentro de unos meses. Estuve de acuerdo. 32
—¿Así que ninguno de los socios sabe sobre su condición?
—No. Yo soy el único fuera de su familia que lo sabe. Hemos logrado
eso porque Henry trabajó sobre todo en su casa antes de su ataque
cerebral. Henry tiene una reputación como trasero duro. Los socios
pensaron que si tú te reunías con Henry y conmigo, sólo podrías confesar y
todo el asunto podría resolverse.
—Realmente pensaron que era tan ingenua.
—No lo sé. Creo que pensaron que estarías muy asustada.
—¿Así que llamaste a su esposa, Malinda y...?
—Le dije sobre el lío de malversación y ella accedió a ayudar.
—¿Así que los socios creen que...?
—Creen que el Sr. Picapiedra está destruyendo al nuevo idiota.
—Sólo necesito ser idiota, así que gracias.

La lista Fortune 500 es una lista publicada de forma anual por la revista Fortune listando
4

las 500 mayores empresas estadounidenses de capital abierto a cualquier inversor (es
decir, no solo empresas cotizadas) según su volumen de ventas.
8
¿ ?

—E
ntonces, ¿qué es lo siguiente? —pregunto.
—Tenemos que averiguar quién te involucró y por qué.
—El informe señala que el denunciante es
desconocido. ¿Tienes alguna pista en cuanto a quién podría ser?
—Ni siquiera una. —Él se encoge de hombros.
—Esto es una mierda, porque por ahí es por donde yo hubiera
comenzado.
—¿Así que crees que fue alguien de Ryan?
Casi pongo los ojos en blanco.
—Sí, sin duda. —¿Por qué siquiera piensa que podría ser un trabajo de
afuera? Tonto. Me reclino más atrás en mi silla y froto mis sienes, ahora 33
doloridas. He estado sentada durante horas y se me ha quedado dormido
el trasero, quiero unirme a él. Me vendría bien una siesta. Infiernos, necesito
unas vacaciones para superar mis vacaciones, y después unas vacaciones
para superar las post vacaciones—. Muy bien, así que no conocemos al
mensajero, pero todavía podemos reducir el número de sospechosos. Hay
cuatro departamentos que tienen acceso a esas treinta cuentas:
Contabilidad, Gestión de Riesgo, Legal y Soporte Técnico. Y solo un
puñado de personas con el cerebro necesario para llevarlo a cabo.
—Tú podrías ser uno de ellos. —Él sonríe.
—Sí. —Pongo los ojos en blanco—. ¿Cómo si aún tuvieras que
preguntar?
Jaxon me da las Cejas5¹.
Odio que haga eso con las Cejas. Pongo los ojos en blanco, otra vez.
—¿Qué? —pregunta.
—Lo estabas haciendo otra vez.
—¿Y bien?

5
Las Cejas: es el levantamiento de la ceja izquierda al tiempo que se reduce la derecha,
obligando al espacio en medio a rodar y arrugarse.
—Las Cejas —replico y sacudo la cabeza con disgusto y decepción.
Él frunce el ceño y frota el espacio desvaneciéndose antes de
continuar.
—Entonces, ¿quién en Ryan te odia? —se burla.
—Muy gracioso Jaxon. Y para tu información, no todo el mundo en
Ryan me odia.
—Lo sé. Pete me contó que casi lo linchan.
—Mi equipo es el mejor, Jaxon. Están confundidos y enojados. No
todos los días ves a tu gerente escoltado por seguridad.
—Todo eso fue parte del espectáculo.
—Lo entiendo.
Él exhala, entonces agarra mi agua y toma un buen trago.
—Tengo una reunión con Dale mañana —resopla—. Haré mi mejor
esfuerzo para él y su equipo, asegurándoles que estoy haciendo todo lo
que puedo para que vuelvas al trabajo.
—Gracias, Jaxon.
Él guiña un ojo.
Oh mi infierno él está caliente. 34
—De nada.
9

—E stá bien, mis enemigos. —Froto las manos juntas como si


estuviera saboreando la idea de que tengo un montón de
enemigos—. Está Frank que me odia y tiene acceso pero es
un idiota.
—Estoy de acuerdo, no Frank. Creo que Frankie está enamorado de ti,
pero ya no puedes soportarlo, por lo que te odia.
Pongo los ojos en blanco.
—Eso tiene cero sentido. Cambiando de tema, están Rob y Steven de
nóminas; sin acceso. Jim Sharp de soporte técnico. Él podría ser, no, está
demasiado ocupado presumiendo.
Jaxson me da, la mirada “qué”, estoy tan agradecida y aliviada de
que no me diera Las Cejas, que casi lloro.
35
—¿Por qué son tus enemigos?
—Porque son gilipollas a quienes les gusta agitar sus penes alrededor.
Literalmente.
—¿Por qué demonios no me lo dijiste?
—No te digo todo.
—No me dices nada.
Hago un ceño.
—Oye, no voy a venir a llorarte cada vez que alguien haga un intento
conmigo. Si lo hiciera, no habría día que no estuviera en tu oficina más que
en la mía.
Él me regala Las Cejas.
Y ahí van toda mi gratitud y alivio. Aparto la mirada, hasta que se
arruga.
—¿Puedes pensar en alguien más? —dice con un dejo de celos, creo.
Hablando de celos.
—Ahí están los miembros del club de Chuck-es-una-Mierda.
—¿Qué? ¿Sabes acerca de ellos?
—Oh... por favor. —Sonrío—. Escuché sobre el infame club en mi
primer día en Ryan. Todo el mundo estaba tomando apuestas sobre
cuánto tiempo me tomaría antes de unirme.
—Pues para tu información, no ha habido un nuevo miembro en casi
dos años.
—Tienes suerte de que ningún miembro del club haya demandado tu
fino trasero.
—Los socios del Club son antiguos —resopla.
—Lo siento-taaanto antiguos miembros del club. ¿Por qué tardaste
tanto maldito tiempo en entenderlo?
—¿Entender qué?
—Hombre, La Regla de Oro. No arruinas al equipo, a la mierda con el
rebaño, y nunca folles la alfombra-por donde caminas.
—Señorita. Chica Regla de Oro, para tu información nunca perseguí a
ninguna de ellas, ni siquiera a una. Todas vinieron a mí; yo sólo les di lo que
querían. Además de que hice que cada una de ellas firmara una
liberación.
—¿En serio? Eso ni siquiera es legal. No importa quién sea el
perseguidor. Tú eres el CEO. 36
—Bueno, mi abogado dice que no importa y cuando firmaron un
comunicado de liberación, se volvió personal, no relacionado con el
trabajo.
—Bueno la-la-la. Tu abogado personal es un idiota.
Él resopla.
—¿Por qué demonios estamos siquiera hablando de esto? Está en el
pasado.
—Estamos hablando de ello porque algunos de los miembros son mis
enemigos-jodidamente me odian.
—Oh, vamos. ¿Por qué te odian? Además hace mucho tiempo,
formaron el club, y todo eso.
Lo miro con incredulidad absoluta.
—Tienes que estar bromeando. ¿Realmente eres tan ingenuo? Diez o
más años podían pasar y algunos de ellos todavía me odiarían.
Demonios, tal vez incluso veinte años.
—Vamos —se burla—, nombra uno.
—¿A uno? —Me enfado—. Puedo nombrar una docena—. Cuento los
dedos de mis manos—. Ann, la recepcionista principal. No puede mirarme
sin darme su mirada de mierda. Stacey Ames de nóminas hizo un muñeco
vudú de mi imagen, desde hace unos dos años todavía pega alfileres en él
cada día. Jamie Jones de recursos humanos dijo que era su novia y me
siguió a casa por semanas. No me dejaba en paz, así que le pedí a Jules
que irrumpiera en su oficina, afirmando ser mi amante celosa.
—¿Jules jugó a tu amante? —Él se encoge.
Jules y Jaxson tienen problemas. Entraremos en eso en otro momento.
—La primera y única. Ella estaba más que feliz de hacer el papel.
—Por supuesto que lo estaba —resopla él.
—Ella se dirigió a la oficina de Jamie con todas las armas disparando.
Echaba de menos la mayor parte del show, pero capté la parte donde
amenazó con empujar un cinturón de diez pulgadas en su trasero si no se
iba.
—Entonces, ¿es por eso que renunció?
—Tal vez —sonrío—. ¿Quién puede decirlo?
—Eres descarada, ¿lo sabías?
—No, soy una víctima y una sobreviviente de tu desorden.
—Vamos a ver, ¿no estaba Sandi en cuentas por pagar o fue por 37
cobrar? Creo que trabajaba para ambos departamentos. De todos
modos, vino a mi oficina todos los días durante un mes llorando y
rogándome para que renunciara. Dijo que eras el indicado, arruinándola
para todos los demás. Pensó que si renunciaba, podrías ser su único. Fue
patético y triste.
—Espera un minuto, no recuerdo a Sandi.
Yo frunzo el ceño.
—Es por eso que estaba tan triste. En su última visita a mi oficina, me
dijo que ustedes dos habían chocado entre sí en el pasillo. Tú sonreíste y
coqueteaste un poco, pero luego le preguntaste si era una nueva
empleada.
Ella estaba devastada. Quería sacudirla y decirle “tú perra estúpida.
¿Qué esperabas?”
—Soy un pinchazo real.
—Sí, Jaxson a veces lo eres. —Suspiro, y luego continúo incluso
pensando que mi punto se hizo.
—¡Oh, Dios mío! —exclamo y golpeo mi cabeza como el comercial de
V-8—. La crème-de-la-crème. Hanna Wilson. ¿Te acuerdas de ella? ¿Parte
de soporte técnico: alta, cabello rojo, siempre llevando una mueca de
desprecio? Ni siquiera trató de ocultar su desdén por mí, a la perra le
gustaba verme sangrar. Tuve algunos roces con ella. El último fue en el
ascensor hace unos seis meses. Corría para ir a trabajar y tenía la cabeza
agachada recuperando el aliento, ella entró en el ascensor justo antes de
que las puertas se cerraran, miré hacia arriba y ¡Wham! La perra dice con
desprecio, castigando la parte de atrás de mi cabeza con su bolso Jimmy
Choo. Juro que metió ladrillos en la Choo, la maldita casi me golpeó en el
trasero.
Froto la parte de atrás de mi cabeza con el recuerdo.
—Dos días más tarde, Dale la llamó a su oficina, alegando que estaba
teniendo problemas con su escritorio. Mientras estaba en su oficina yo fui a
la de ella e intercambié el bolso Jimmy Choo de doscientos dólares con
una falsificación. —Me reí entre dientes.
—Entonces después del trabajo le di su bolso a Glenda, una mujer sin
hogar que vende joyas cerca de mi gimnasio.
Él resopla. Y lo sé. Sé lo que viene. Y ahí están, Las Cejas.
¡I.H.T.F.B!
—¿Ocho puntos de sutura? ¿Es por eso que tuviste ocho puntos de
sutura en la parte posterior de la cabeza?
—Sí. 38
—Te pregunté qué había pasado y me dijiste que te encontraste con
algo.
—Bueno, lo hice, con una Choo. —Me río.
Él frunce el ceño.
—¿Por qué te ríes? No es gracioso. Debiste haberme dicho la mierda
que estaba pasando.
—Oh, al diablo contigo. Yo los manejé. Además, la mayoría de los
antiguos miembros del Club F-n-C renunciaron o se unieron a otro club.
Hanna es la única a la que habría considerado una amenaza pero
renunció, sólo días después de nuestro último altercado.
—¿Jules? —pregunta él.
—No, no esta vez. Creo que Dale y algunos de mis otros miembros del
equipo tuvieron algo que ver con eso. Pero se niega a divulgar los detalles.
—Nada de esto debería haber ocurrido.
—Tienes razón, no debería haber sucedido pero lo hizo. Y tengo que
agradecértelo. Conseguía el desprecio ocasional o la malicia, pero las
garras no salieron hasta el e-mail accidental.
—Nunca me vas a perdonar por eso, ¿verdad? —Él toma una
respiración profunda—. Te juro que fue enviado por error. —Cruza su
corazón, como si eso fuera a ayudar. Es como el culpable Sr. Simpson con
guante o sin guante.
Me siento y estudio sus ojos. Sí, todavía tiene esos ojos que mienten.
¿Pero tengo que insistir en llevar esto más lejos? ¡Diablos, sí!
—Jaxson, ¿de verdad? Te digo que no podemos continuar con
nuestra relación. Luego un par de meses más tarde te enteras de que estoy
saliendo con Tim Howard de Legal. Entonces compones un mensaje de
correo electrónico personal en el trabajo que expresa con vívidos detalles
salaces —lo que me hiciste— que todavía quiero hacer, y lo que puedo
hacer por ti. Entonces dices que el correo electrónico fue enviado por
accidente.
—Te dije que estaba trabajando en mis sentimientos. Ayudó escribir
eso. Fue pensado para mis ojos, solamente. ¿Por qué iba a enviarlo
intencionalmente?
—¿En serio? Creo que se llama marcar tu territorio.
—¿Por qué estamos siquiera hablando de esto? Es agua bajo el
puente.
—Supongo que tienes razón Ryan, porque ya no trabajo para ti.
Él me da Las Cejas. Por favor, Dios, no más, no puedo tomarlo. 39
—No quise decir eso. Quise decir que no hay nada que puedas hacer
sobre el e-mail.
—Lo que sea.
10

—Vamos a seguir —me quejo—. Mi trasero y cabeza me duelen y


tengo hambre —apunté y soné patética. ¿Qué tengo, dos años? Mi
estómago gruñó-gorjeando-haciendo ruidos.
Jaxson ladea la cabeza.
—Creo que necesito alimentarte antes de que eso suceda de nuevo.
También creo que un cambio de lugar está justificado.
Menos de una hora más tarde estábamos sentados en su oficina —
estoy comiendo una ensalada— no es porque sea una de esas chicas que
comen como conejos anoréxicos. No. Sino porque soy vegetariana y
cuando no das instrucciones específicas sobre lo que te gustaría comer, te
dan una ensalada.
Mientras mastico satisfecha mi lechuga asimilo la escena que se está
desarrollando delante de mí. Jaxson se quitó la chaqueta, la corbata y los 40
zapatos. Sus pies descalzos están apoyados en la mesa de café, mientras
lee el Times y come su pizza para amantes de la carne. Ves, Jaxson es un
hombre de carne. No me malinterpretes; come verduras y frutas de forma
ocasional. No puede verse como un buen modelo de ropa interior si no lo
hace.
Cada vez que tiene una comida con mucha carne me la muestra y la
pasa bajo mi nariz. Piensa que es gracioso. Creo que es estúpido. Mirar y
oler carne de animal no me emociona ni me hace vomitar. Le he dicho
eso, pero continúa con su comportamiento de carnívoro idiota.
Lo que sea.
Levanta la vista de su periódico y me atrapa mirándolo.
—¿Te gusta lo que ves? —Levanta sus cejas un par de veces.
—Eres un bastardo arrogante —le digo y dejo mi ensalada.
—Oye, no puedo hacer nada si soy caliente.
Sonrío a mi pesar.
—¿Demasiado arrogante? —digo con imitación de desprecio.
—Un poco, tal vez.
Pongo los ojos en blanco.
—Mucho, tal vez.
—Está bien, un montón. —Él sonríe—. Es muy útil cuando estoy
tratando de adquirir o disolver empresas.
—Sí, tendré que estar de acuerdo contigo. Te he visto en acción, y
aunque lo que haces no es agradable, es bastante impresionante de ver.
Él levanta la vista y me estudia con ojos intensos.
—¿Qué?¿Tengo lechuga entre los dientes?
Se aclara la garganta.
—Me dijiste muchas cosas Lex, pero eso fue sin duda una de las
mejores. Gracias.
Sonrío como una idiota.
—Eres muy bueno poniendo en marcha esta empresa. Tus padres
habrían estado orgullosos. ¿Cómo podrían no estarlo?
Él mira hacia otro lado y sé que fui demasiado lejos. Mierda. De lo que
había dado a conocer sobre sus padres, lo sé, fueron muy cercanos. E
incluso años después de sus trágicas muertes en un accidente de avión, es
difícil para él hablar de ellos. Lo entiendo totalmente.
Él se recupera de su momento sensible, después alza la vista. 41
—¿Quién más te odia?
Agradable cambio de tema.
—Lo haces sonar como si fuera Cruella de Vil. —Me quito rápidamente
mis tacones y meto mis pies debajo de mi trasero. También podría
ponerme cómoda.
—Si la capa de dálmatas encaja. —Él se ríe.
—Bueno, eso fue patético.
Él se ríe.
—Patético pero divertido.
¿En serio?
—Lo que sea.
Nos sentamos y nos miramos el uno al otro durante un minuto.
Entonces lo entiendo. Me golpea como a una pared de ladrillos.
—Hemos estado viendo todo esto mal.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que esto no se trata de mis enemigos. No delatas a
alguien por malversación de fondos porque te disgusta o te roba a tu
hombre ideal. Podrías pegar con pegamento sus ordenadores portátiles, o
aflojar las ruedas de sus sillas de escritorio, o enviarles flores y firmar la
tarjeta “Tu Esclavo de Amor, Frankie”. No es que me gustaría hacer nada
de eso. —Pestañeo mis ojos culpables.
Jaxson ríe.
—Eres descarada.
Levanto una ceja.
—Y muy creativa, si se me permite decirlo.
Agarro los informes y miro a través de ellos de nuevo.
—Nos estamos perdiendo algo.
—¿Qué buscas?
Suspiro.
—Realmente no lo sé. —Creo eso por un minuto—. La malversación no
es fácil de lograr. Aparte del acceso a las cuentas y habilidades
cerebrales, toma tener pelotas. Y si vas a delatar a alguien toma muchas
pelotas. Tenemos que ver esto desde su perspectiva. ¿Cuál es mi motivo?
¿Cuál es el resultado final de que me pongan una trampa?
—El resultado final es que te cobrarán un crimen.
—Sí, pero ¿qué es lo más probable que ocurra independientemente 42
de los cargos?
—Que pudieras perder o dejar el trabajo.
—Sí, sin trabajo y distraída. Si estás pensando en cómo salvar tu
trasero, no estás pensando en tu trabajo.
Y entonces la pared de ladrillos se desmorona y los ladrillos caen sobre
mi cabeza.
—Oh, Dios mío. —Reviso uno de los archivos hasta que encuentro lo
que estoy buscando—. No puedo creer que no lo haya visto.
Jaxson se pone de pie.
—¿Ver qué? —dice, le doy el archivo y apunto un correo electrónico.
—Es posible delatar a alguien, si saben algo que no deberían. ¿Cierto?
—Sí, es posible.
—Entonces lo necesitarías para cubrir tus huellas, pero tal vez cuando
cubras tus huellas te pierdas un pequeño detalle.
Jaxson me mira confundido con el ceño fruncido.
—Está bien, estoy perdido.
—¿Qué haces si alguien tiene pruebas contra ti y tú tienes acceso a
dicha evidencia?
—¿Te deshaces de dicha evidencia?
—Exactamente. No sólo te deshaces de la evidencia, también te
deshaces de la persona que descubrió dicha evidencia.
—Supongo.
Me encojo de hombros.
—Está bien, lee la correspondencia de correo electrónico, después
mira la fecha.
Él la lee y, después, levanta la vista.
—Bien.
—¿De qué trata?
—Es una confirmación de una transferencia electrónica que
supuestamente hiciste a una cuenta en Belice.
—¿Y la fecha?
—El ocho de enero.
—El cinco de enero me encontré con algunas inquietantes
imprecisiones de pasadas auditorías externas. Documenté esas, entonces
le envié un e-mail de mis conclusiones a la persona a cargo de las
auditorías externas. 43
—Will Harris.
—Sí, Will Harris. Supongo que no se reunió contigo ni te envió un
informe acerca de las inexactitudes.
—No. —Se frota las sienes—. Todavía estoy confundido como el
infierno, y ¿qué tiene Will que ver con todo esto?
Exhalo.
—¿Te acuerdas de la fusión de Pharmaceutical Smith y Holt?
—Sí, claro que me acuerdo. Fue un lío complicado; bloqueó el
acceso a todas las Cuentas de Holt, Smith reteniendo información crítica
en los reportes de la FDA6.
—¿¿Un lío complicado?? —Sonrío—. Más bien como un completo
desastre. De todos modos, como procedimiento, cuando me limitan o
bloquean el acceso a la información hago comparaciones con auditorías
pasadas similares. Al no encontrar auditorías similares en el local entonces
miré las pasadas auditorías externas. Si bien al hacer comparaciones noté
datos inexactos o alterados en varias auditorías. Esto fue preocupante,
pero lo que realmente me llamó la atención fue un patrón repetitivo.

6 Food and Drug Administration: la Administración de Drogas y Alimentos.


Siempre que ves cualquier tipo de patrón repetitivo, suben las banderas
rojas.
—Pero, todas las auditorías externas son monitoreadas.
—Sí, lo sé. ¿Y quién las controla?
—Will Harris —él resopla—. ¿Estás diciendo que te cargarán con
malversación sobre algunas inexactitudes de algunas auditorías externas?
Eso parece extraño incluso para ti.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Que a veces piensas un poco demasiado lejos de la caja.
—Lo que sea.
—Alexia, sólo parece extremo.
—Sí, estoy de acuerdo, pero echemos un vistazo a los hechos. Hago
un informe de mis hallazgos y preocupaciones luego se lo envío por correo
electrónico a Will. El día después de que envié ese informe supuestamente
realicé una petición sobre la transferencia de fondos a Belice. Entonces él
personalmente hace una visita a mi oficina. Will nunca va a mi oficina, que
en sí mismo no sería un gran problema, pero estaba enojado y nervioso y
firme sobre disuadirme de cualquier consulta.
»Dijo que era su responsabilidad y sólo suya. Aunque su 44
comportamiento era extraño porque ¿no agradecerías que alguien
captara algo que pasaras por alto y que fuera a ti primero con esa
información? No estaba nada agradecido. Estaba enfadado.
—No se encontró ningún informe o información sobre esto en tu disco
duro.
—¿En serio?¿Y eso te sorprende? El informe estaba allí cuando me fui
de vacaciones. Todo parecía sospechoso para mí, así que hice una nota
para darle seguimiento cuando regresara de las vacaciones pero...
—Pero, nunca tuviste la oportunidad.
—No, nunca tuve la oportunidad, pero está aquí. —Toco mi barbilla y
levanto una ceja. Si se trata de un número, lo recordaría incluso si no
quisiera. Algunas personas llaman a eso un regalo, yo lo llamo una
maldición.
—Sí, claro que lo es. —Él sonríe.
—Will ya habría cubierto sus huellas y borrado o alterado los números
pero aún podría darte una idea sobre lo que debes buscar.
Él se levanta y se sienta detrás de su escritorio.
—Alexia estoy teniendo un momento difícil creyendo que Will está
detrás de todo esto. Él ha estado con la compañía desde hace veinte
años. Es un amigo de la familia y un hermano de la fraternidad de mi
padre. Yo solo...
—Sí lo capto, tienes un conflicto, pero él tiene el motivo, el acceso y es
más que capaz de tirar de ellos.
—Todavía parece una exageración para mí. ¿Malversación de
fondos?
—Jaxson, si mis sospechas acerca de las auditorías externas son
correctas, estás mirando más de veinte millones de dólares en pérdidas.
Sólo revisé algunas auditorías de cientos. Si Will ha estado supervisando las
auditorías externas desde el principio, entonces podrías estar buscando
cientos de millones en pérdidas. Veintiún millones no parece ser una gran
cantidad en comparación.
—No lo sé Alexia.
Me acerco a su escritorio y tomo una silla. Necesito que vea que lo
entiendo.
—Jaxson, si alguien ha sentido el aguijón de la traición esa soy yo.
Quema a través de tu intestino y luego apuñala tu corazón. Pero sé en mis
entrañas que él me tendió una trampa. Dijiste que parecía extremo y lo es.
¿Por qué simplemente no hizo que me despidieran de alguna manera?
Probablemente nunca lo habría relacionado con esto. Pero toda la 45
empresa sabe lo que sientes por mí, y con todo lujo de detalles. —Él enarca
La Ceja y desvío la mirada por unos segundos—. Will sabía que no podía
hacer que me despidieran, no lo habrías permitido. Tenía que crear una
situación en la que no tuvieras qué decir ni el control. Así que me tendió
una trampa. Ahora todo lo que tengo que hacer es demostrarlo.
11

Tres días más tarde estoy mostrándole mi desván destrozado a mi


amiga, Jules.
Tropezamos nuestro camino a través del hall de entrada y entramos
en el salón principal.
Jules jadea.
—¡Maldito infierno! Parece que un tornado se produjo disparándose a
través de aquí, o que una bomba explotó.
Muevo la mano mientras las emociones rompen en mí y se instalan en
mi instinto. Tengo que morder duro mi labio para mantener a raya el
vómito.
Jules pone una mano en mi hombro. 46
—¿Te estás enfermando?
Libero mi labio y exhalo lentamente.
—Lo hacía antes, cuando llegué con el liquidador de seguros. El daño
es abrumador, pero es la sensación de ser violada lo que me da náuseas.
—¿Cuánto tiempo te fuiste anoche?
Me duele la cabeza, y mientras me froto las sienes en busca de alivio
repaso mi noche fuera con mis amigos, Marco y su marido Henry.
—Cuatro horas, como mucho. Me encontré a Marco y a Henry en el
restaurante, cenamos y luego nos encontramos con algunos de sus amigos
para tomar una copa.
Mi loft es de unos doce mil trescientos cincuenta metros cuadrados y
no hay más que un par de treinta metros que no fuera dañado. Las áreas
de cocina, comedor y sala comparten el espacio principal. Hay dos suites
de un dormitorio que se dividen de la zona principal por una pared de
ladrillos.
Jules se detiene y recoge una pintura dañada.
—Oh mira lo que le hicieron a la pintura que Marco te dio para
Navidad el año pasado. Está recortada.
Jules y yo miramos lo que queda de una pintura abstracta de un
hombre con tres cabezas y cinco penes.
La tomo de ella y la giro.
—Realmente la odiaba. Le dije a Marco que me encantó, y la puse,
pero mentí. Él lo sabía.
Jules le da un mayor estudio.
—Realmente me gustó y creo que la pondría. —Pasa una mano sobre
el pene que quedó intacto y que solo es el restante—. Sí, creo que lo
entiendo —ronronea.
Pongo los ojos en blanco y camino.
—¿Así que piensas que la malversación de fondos establecida está
conectada a este lío?
—Sí. Tiene que estarlo.
—Pero ¿destrozar tu loft no te hace ver menos culpable y más la
víctima?
—Sí. No entiendo esa parte, tampoco.
Caminamos sobre los recortados cojines del sofá, las mesas de cristal
rotas y la zona de la alfombra pintada con spray. Cuando entramos en el 47
dormitorio principal nos detenemos y miramos una pared.
—Bonito grafiti. —Jules se ríe.
—¡MUERE VAGINA! —digo en voz alta.
—¿Qué piensas, que fue por un fallo con la lata de aerosol o por su
educación en la escuela pública? —dijo Jules sarcásticamente.
—Es cara o cruz.
Seguimos viendo el daño. Me pregunto si un buen llanto me hará
algún bien. Decido no mirar de nuevo el insulto pintado en la pared.
—No me gusta la palabra vagina. Es humillante y cruda.
Jules pone los ojos en mí.
—¿No eres miembro fundador del Club Boca Sucia?
—Lo más probable es que sea la vicepresidente, pero nunca digo
vagina.
—Vagina está bien conmigo, pero prefiero coño.
Pienso en eso por un minuto.
—Coño está bien, supongo. ¿Por qué no vagina? Eso es lo que es.
—¿En serio? —Jules me da una mirada de qué mierda.
Gime dramáticamente.
—Oh Dios, sí-sí, come mi vagina. ¡Oh nena voy a follar esa vagina
apretada! —Levanta una ceja de forma perfecta—. Estoy toda excitada,
¿y tú?
—Bien. Lo entiendo. Es un desvío.
Entro en el baño principal contiguo. Es un desastre colosal. Después
de un minuto solo es demasiado, así que salgo y cierro la puerta. Cuando
la puerta se cierra procede a caer de sus bisagras y sobre la ducha. Si tu
casa ha sido destruida o violada, lo siento por ti. Lo entiendo. Apesta a lo
grande.
Mis ojos comienzan a nublarse. Los limpio con el dorso de mi mano y
luego me uno a Jules mientras entra en el armario.
Enciende la luz.
Arrugo la nariz.
—¿Hueles eso?
—Sí, huele a orina. —Se tapa la nariz.
Miro hacia abajo y veo una gran mancha amarilla en la alfombra.
—Algunos tarados hicieron pis en mi armario. —Ahora bien, esto es
bajo incluso para los asaltantes caseros. Dios, espero que nadie haya
hecho pis en mi despensa. 48
Doy un paso sobre la mancha y reviso los artículos usados de una pila
de ropa pintada con espray. No hay ni una prenda de ropa salvable. Jules
camina hacia los estantes que alguna vez contuvieron mis zapatos.
Niega y grita.
—¡Oh Dios mío, mira tus Louis Vuitton! ¡Les arrancaron el tacón! —Se
arrodilla y toma un par de zapatos de novecientos dólares de Louis. Inclina
la cabeza, no acabo por captarlo, pero creo que recitó la Oración del
Señor.
—¿Vas a estar bien, Jules?
Ella toma una respiración de limpieza.
—¿Quién se atrevería a hacer esto? ¡Es una farsa! Obras de arte...
cada uno de ellos, ahora míralos.
Miro hacia abajo a todos mis tenis Nike y Converse de correr
arruinadas. Todas han sido rociadas con espray de pintura en colores vivos.
Cierro los ojos y recito mi propia oración.
—¡Alexia! —Oímos gritar a Jaxson.
—¡Estamos aquí! —le grito.
Un par de minutos más tarde miro a Jaxson tropezar en su camino a
una vez mi hermoso dormitorio. Justo antes de que llegue a mí pone su
zapato en alguna ropa de cama rota y casi encara el suelo. Incluso en mi
estado angustiado me dan ganas de reír. Rara vez veo que haga nada
torpe. Me resulta extrañamente sexy. Lo sé, estoy jodida.
—¡Mierda! —Deja brotar mientras se levanta—. No estabas
exagerando. Esto está locamente destrozado.
Respondo con un encogimiento de hombros.
Él mira la pared con el improperio mal escrito. “MUERE VAGINA”. Lo
lee en alto.
—¿Un idiota o una mujer?
—¿Qué? ¿Una mujer?
Él me da la mirada de ¿naciste ayer?
—Alexia, cada chico sabe cómo se escribe coño.
Pongo los ojos en blanco y empiezo a hacer mi camino fuera de la
habitación y de nuevo hacia el área de cocina. Jaxson me sigue en
silencio atónito. Un minuto más tarde, Jules se une a nosotros llevando un
par de zapatos de tacón Louis.
—Jules. —Jaxson la saluda con una inclinación de cabeza. 49
Ella le da una mirada de no te metas conmigo, estoy de luto. Como
mencioné antes, ellos tienen problemas. A Jules le encanta asustarlo, y a él
le encanta recordarle que piensa que es un monstruo.
Él la ignora y camina hacia mí.
—Alexia, ¿la policía no tiene ningún sospechoso?
—Me temo que no —le digo mientras limpio una lágrima de mi mejilla.
Entro en la despensa y paso sobre una caja de Cheerios aplastada y
lo que creo que es mezcla para panqueques. La comida está en todas
partes, incluso los productos enlatados fueron abiertos y su contenido
desparramado. Encuentro una botella intacta de agua. La abro y bebo
hasta la mitad con la esperanza de borrar el nudo que se presentó en el
fondo de mi garganta.
Jaxson pone sus brazos alrededor de mí.
—Lo siento, Alexia.
Me encojo de hombros y planto mi frente en su pecho. Dios huele a
gloria. Y cuando me sostiene siempre se siente como... en casa.
—Me siento como si te hubiera fallado de nuevo —dice y me aprieta
más contra su pecho—. Sé qué piensas que Will es el responsable de este
lío, pero ¿por qué? Simplemente no tiene ningún sentido.
—No sé qué pensar —digo en su solapa. Salgo de su abrazo y camino
hacia la entrada.
Jaxson sigue con el ceño fruncido pesadamente.
—Te ves preocupado —digo.
—Por supuesto que estoy preocupado. Dios ¡mira este lugar!
Él pasa la mano, aunque su cabello a pesar de la circunstancia actual
me excita sucesivamente. Dios necesito conseguir algo.
—Jaxson esto no es tu culpa.
Él levanta los hombros.
—Por favor, dime lo que puedo hacer.
—Nada —digo con el ceño fruncido. Me ocupé de todo. Las
reclamaciones de seguros con el ajustador llegaron esta mañana y
presenté todos los reclamos necesarios.
—¿Seguridad? —pregunta.
—Hecho. Nuevas puertas de metal con tableros de código, cámaras
de vigilancia, todas las ventanas nuevas y sensores de puertas, terminados.
—¿Te quedarás con Jules?
Asiento y seco una lágrima más gruesa de mi mejilla. 50
—Estoy sin trabajo y sin hogar. —Hago pucheros mientras mis lágrimas
inundan más.
—Es temporal Alexia. Tendrás tu trabajo y este desastre será bien
arreglado.
—Sabes que no es posible que trabaje en Ryan.
—Nada es imposible si realmente lo quieres.
—Mierda, suenas como mi abuela.
—Eso da un poco de miedo. Estoy seguro de que es genial, pero no
quiero sonar para nada como tu abuela.
Le doy una leve sonrisa.
—Bueno, seguro que no te ves como una abuela. Eso me daría miedo.
Jules nos alcanza todavía acunando los tacones Louis.
Tomamos una última mirada alrededor y luego caminamos por el
pasillo de entrada y salimos por la puerta.
Cuando llegamos a la calle Jaxson me alcanza, pero da un paso al
costado. Mis sentimientos están fuera de control, un segundo quiero que
me abrace, un segundo más tarde quiero nada más que espacio. ¿Qué
puedo decir? Estoy abrumada.
El auto de Jaxson se detiene. Él se encoge de hombros.
—¿Puedo por lo menos darte un paseo?
—Jules y yo podemos tomar un taxi.
Resopla.
—Por favor, ¡déjame hacer solo una maldita pequeña cosa por ti!
Me estremezco.
—Lo siento Alexia, solo...
—No, yo lo siento. Las cosas están locas y los dos estamos en el borde,
los dos estamos cansados. —Le doy una media sonrisa. Creo que con mi
mitad derecha—. Agradeceríamos un paseo.
Doy un paso a la acera, abro la puerta del auto y caigo en el asiento
trasero.
—¡Hola hermosa! —Lane, el conductor de Jaxson, dice mientras se
vuelve y me mira.
—Vas a hacer que me despidan si no me das la oportunidad de
abrirte la puerta.
—Creo que eso es una estupidez.
Él sonríe. 51
—El jefe me habló de tu loft. Apesta —dice mientras Jaxson y Jules se
deslizan dentro.
Jules cierra la puerta.
—Escuché una mierda y bolas. ¿Qué me perdí?
—Jules, tienes un súper oído cuando alguien menciona las partes del
cuerpo —digo y sacudo la cabeza.
—Saber de ellos está bien, pero soy el tipo de chica que le gusta
toquetear.
Jaxson tose y se desliza más cerca de mí.
Lane sonríe.
—Lane, ¿te acuerdas de mi amiga Jules? —le digo con una
inclinación de cabeza hacia ella.
—Nunca podría olvidarla. Hola Jules —dice, y da su linda sonrisa con-
hoyuelos-como-el infierno.
—Hola, Lane, no eres tan fácil de olvidar tampoco —dice ella y
levanta las cejas un par de veces.
—¿Te lanzas sobre cada hombre en Manhattan? —gruñe Jaxson.
—No. Nunca te llegaría a ti —responde y le da una mirada.
Yo pongo los ojos en blanco.
Jaxson se mueve más cerca de mí y Lane se ríe mientras se detiene en
el tráfico.
—Jules, Jules, Jules —dice Lane cantando—. Eres algo.
—Sí, algo bueno —murmura Jaxson.
Lane sonríe.
—Haz tu trabajo y conduce, tarado.
—Sip, jefe —dice mientras nos abrimos camino a través del tráfico de
Manhattan.
Miro por la ventana y disfruto de todo lo que es la Gran Manzana.
Jaxson pone una mano en mi rodilla.
—Hay cosas que tenemos que repasar.
—Bien.
—Los socios con derecho a voto se reunieron ayer por la noche.
—Y a juzgar por tu solemne mirada ¿no es una buena noticia?
—Más bien es como inesperada. Repasamos las pruebas de nuevo.
Luego emitimos un voto. Siete de los diez socios votaron a favor de llevar el 52
caso a la fiscalía.
—¿Les informaste acerca de Will Harris?
—Ese era mi plan original, pero algo salió mal. Sospecho que Will ha
estado comunicándose con algunos de los socios.
—¿Qué crees que ha estado diciendo?
—No lo sé. Sospecho que reveló que descubrió tu desfalco. Podría
decir que tiene información que no está en el informe. Lo que está
diciendo, parece tener influencia ganada.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer?
—Esta mañana tuve un encuentro privado con cuatro de mis amigos
más confiables y asesores. John Green, el VP de Ryan, a quien conoces,
dos de los socios y mi abogado personal. Les hablé de Will. De la trampa,
de las auditorías externas y de mi sospecha de que se está comunicando e
influyendo en algunos de los socios. Me aconsejaron mantener esa
información confidencial y llevar a cabo una investigación privada. Creen
que si revelamos nuestra sospecha sin pruebas solo empeorará las cosas.
—No sé si puede ser peor. Parece que nos equivocamos sobre los
socios queriendo resolver esto en privado.
—Alexia, no voy a dejar que te entreguen a la DA. Los socios se
encontrarán de nuevo mañana y tengo un plan.
12

T
res semanas después, Jules y yo vamos a comprar colchones.
—No puedo creer que hayas contratado a alguien para
limpiar, reparar y amueblar tu apartamento, en tres semanas.
—El poder de Internet, chica —declaré orgullosamente—. Todo lo que
necesito es un colchón y estaré durmiendo en mi propia cama, en mi
propia habitación, esta noche.
—¿Qué pasa con éste? —preguntó Jules mientras su trasero, y
después su cuerpo, se moldeaban en la espuma.
Me recosté al lado de ella y cerré mis ojos.
—Oh sí, se siente genial. La espuma de este colchón es fantástica. —
Me estiré y cerré mis ojos.
Jules se aclaró la garganta. 53
—¿Reemplazaste tu ropa y tus zapatos?
Abrí mis ojos y la miré de reojo.
—Sabes que no lo he hecho. Me gasté tres mil dólares en la tienda
Nike. Y otros mil grande en tacones. Estoy bien.
Jules gruñó.
—¿Qué? No es como si necesitara ropa para trabajar o algo.
Ella resopló.
—Puede que no estés trabajando pero necesitas ropa, zapatos y
cosas para salir.
—Sólo usaré mis pantalones de yoga y una camiseta.
—Sí, si vas a salir a por un Big Mac.
—Sabes cuánto odio ir de compras. Si necesito algo, lo ordenaré en
línea.
—¡No puedes hacer eso! —jadeó ella—. ¿Y si no te queda bien?
—Entonces lo devuelvo.
—¿Alguna vez has pensado en contratar a un personal shopper
profesional?
—Hmm, eso es una idea —digo mientras mis ojos se cierran.
Toca mi hombro y abro un ojo cansado.
—¿Qué?
—Decías… ¿una idea?
—Oh. Lo siento, es una gran idea. ¿Acaso tú conoces a algún
personal shopper profesional?
Jules agarra mi mano y le da un apretón.
—¿Estás bromeando, verdad?
Me reí.
—¿Por qué no sólo lo preguntaste?
—No quería ser presuntuosa.
—Llama a tu socio de crimen y te daré la American Express.
—Sólo si insistes.
—Oh, lo hago, insisto.
—¿Cómo es que Marco y yo somos tan afortunados? En serio.
Cuántas chicas conoces, que tengan una mejor amiga rica y que odie
malditamente ir de compras. 54
—A ninguna —me quejé.
—Solo ve y cae rendida hasta que compres.
—Es compra hasta caer rendida.
—Quizás para ti.
—Esta es la mejor cosa que me ha pasado en meses —jadeó Jules.
—Eso es jodidamente triste.
—Quizás para ti.
—Tengo algunas reglas.
Frunce el ceño.
—Sólo dos.
—Puedo con dos.
Levanto un dedo.
—Una: cómprense cada uno algo fabuloso.
Sonrió.
—Me gusta esa regla.
—Sabía que lo haría —levantó otro dedo—. Dos: Si no hay manera en
el inferno que use algo, no lo compres.
—Conocemos tu estilo. Es… bueno, no es el más elegante, pero somos
unos profesionales, querida. No te preocupes; lucirás genial. Estoy tan
entusiasmada —grita como una adolescente con Mountain Dew
Voltage7—. ¡No puedo esperar!
Se levanta, agarra su bolsa y saca su iPhone. Busca en su calendario.
—¡Genial! No tengo que ir al tribunal esta tarde. Le mando un mensaje
a Marco y nos veremos para almorzar y planear todo.
—¿Vas a planearlo?
—Claro. ¡Hola!
—Oye, no estoy obsesionada con la moda. No sé de esas cosas.
—Es por eso que nos tienes como tus personal shoppers. Ayer
descargamos la aplicación de profesional shoppers.
Y no querías ser presuntuosa, amiga.
—¿Hay una aplicación para ir de compras?
—Cariño, hay aplicaciones para todo.
—Supongo. ¿Quién diablos necesita una aplicación para ir de
compras?
Jules se ríe entre dientes y niega con la cabeza. 55
—¿Qué es tan divertido?
—Sólo estaba recordando la aplicación que vino con mi cliterator8.
—¿Qué diablos es un cliterator?
Jules se acuesta y comienza a señalar sus partes femeninas.
—Es un vibrador que te pones…
Coloco mi mano sobre la de ella, deteniendo la demostración.
—No te preocupes. Creo que me lo puedo imaginar.
—¿Estás segura?
—Sí. Muy. Continúa.
—Está bien, entonces compré un nuevo cliterator y baje su aplicación.
La aplicación se supone que permite que tú o tu pareja tengan control
inalámbrico sobre la vibración.
—¿Dijiste se supone? Supongo que no funcionó.
—No, definitivamente funcionó.

Mountain Dew Voltage: es una bebida energética con gas que tiene un sabor a
7

frambuesa y ginseng.
8 Cliterator: Consolador de clítoris brutal. Implica un juego de palabras entre Clítoris y

Terminator.
—Está bien. Creo.
Niega con la cabeza.
—Comenzaré por el principio.
—Es un buen lugar por el que comenzar.
Rodó sus ojos.
—Sabihonda.
—Esa soy yo. Por favor, continúa.
—Está bien, me contrataron para mediar el acuerdo para los Bensons,
Mark y Carrie, una pesadilla para los abogados de divorcios. Me están
volviendo malditamente loca. Discuten y pelean por todo. ¡TODO! Por
ejemplo, debatieron durante dos horas sobre el coste del maldito cuidado
del perro. Trataron de calcular el coste del cuidado por la cantidad de
tiempo que cada uno pasa con su perrito, George. Pasó una y otra vez. Él
sacó su calculadora, y ella sacó la suya, bla, bla, bla. Después de una hora
en la que estuve caminado de un lado a otro, empecé a cabecear.
—¿Eran contadores?
—No, doctores.
Me reí. 56
—Entonces, ¿qué paso con el pobre de George?
—Al final decidieron que pondrían cronómetros para cada visita,
después calcularían el coste por hora.
Rodó sus ojos.
—Pobre Ralph. Entonces ¿qué paso con la aplicación y el cliterator?
—Estoy llegando a eso. —Toma un respiro—. Después del argumento
del perro, insistí en que hubiese un descanso. Necesitaba una siesta, tres
tragos de tequila o un Red Bull. Me decidí por el Red Bull, siendo mi única
opción viable. Estaba a punto de salir por uno, y recordé que había puesto
mi nuevo cliterator en mi maletín. Pensé que un orgasmo o dos me
despertarían. Me refiero a que no puedes dormir durante un orgasmo.
—¿Por qué lo tenías en tu…? No importa, en verdad no lo quiero
saber.
—Está bien, entonces, después de desechar la idea del Red Bull, me
fui al baño de damas, me puse el cliterator, y abrí la aplicación en mi
teléfono. Entonces regresé a mediar. Todo estaba muy tranquilo hasta que
comenzó una gran batalla por un maldito tostador que tenía algún valor
sentimental, porque tuesta una imagen que se parece a Bob Marley.
—¿En serio?
—Es lo que ellos dicen. Maldito Bob Marley. Entonces, después de
escucharlos pelear por el maldito tostador que hace imágenes, sentí una
necesitad de encender discretamente el cliterator. Alcancé mi teléfono y
presioné la aplicación como decían y la maldita cosa se quedó colgada.
—¡Oh, infiernos!
—Sí, después de diez minutos en alto fui de la bendición clitoral a
infierno clitoral. No podía apagar la maldita cosa y mientras seguía
presionando frenéticamente el botón de detener, me involucré y distraje
tanto que no me di cuenta de que habían dejado de discutir y me
miraban fijamente.
—¡Oh, por Dios, Jules!
—Sí, fue un momento ODM, y se puso peor.
—¿Peor? De ninguna manera.
—Sí, lo fue. Mientras intentaba arreglar la maldita cosa, explotó.
—¿Explotó?
—¡Sí! Explotó… como en una explosión —se queja—. Hizo un sonido
frenético, después una ráfaga de humo salió debajo de mi falda.
—¡Infernos!
57
—Sí, un infierno total.
Me rio hasta llorar.
—No es gracioso. —Hace un puchero.
—Sí lo es. ¿Cuándo pasó esto y por qué no me lo habías contado?
—Hace seis meses y no te lo dije porque siempre me das esa mirada.
—¿Qué mirada?
—La mirada que me acabas de dar. La que dice ¿Qué te estas
metiendo y de que planeta vienes?
—Lo siento, no sabía que te daba esa mirada.
Jules inclina su cabeza.
—De cualquier forma, fue malditamente embarazoso.
—Lo apuesto. ¿Qué hiciste después de que explotó?
—¿Qué podía hacer? Sonreí falsamente y dije Ese maldito brócoli
siempre me hace daño. Después me fui deprisa al baño, me arranqué el
maldito cliterator y lo tiré a la basura. —Jules me mira—. Me estás dando
esa mirada.
—Lo siento.
—No, no lo sientes.
—Tienes razón, no lo siento.
—Jules ¿por qué todas tus desgracias son acerca del sexo o alguna
clase de función o disfunción corporal?
Lo piensa por un minuto.
—No lo sé. Quizás porque me gusta el sexo y pienso sobre él…
¡mucho!
—A quién no… ¡¿mucho?! —me reí.
Jules se estira y rueda sobre su lado.
—Cuéntame que dijo Jaxson sobre esta reunión de mañana.
—Dijo que los socios se reunieron de nuevo y decidieron posponer los
cargos formales.
—Es genial, ¿pero por cuánto?
—Noventa días.
—No son generosos, molestos. Solo por curiosidad, ¿has conocido a
alguno de los socios?
—No, pero recibí este extraño e-mail anónimo de uno de ellos
diciendo que lamentaban mi predicamento.
—Pre-di-ca-men-to. Me gusta esa palabra. 58
Ronronea.
—Claro que sí. Tiene dic9 en ella.
Jules sonrió y alzó sus cejas.
—Sí, lo tiene.
Niego con mi cabeza porque no hay palabras apropiadas que se me
vengan a la mente.
—¿Dijo algo más?
—Dijo que finalizaron su contrato.
—¿Contrato? ¿Qué diablos es eso?
—No sé en qué se involucró. También me aconsejó que reconsidere
consultar un abogado.
—El mismo consejo que te di, amiga.
—Estoy consultando a un abogado y voy a llevar uno.
—Sí, una abogada de divorcios.

Dic: de dick en inglés. Pene.


9
—Si no me gusta este contrato o si ellos deciden presentar cargos
formalmente, entonces no tendré otra opción. Deberé de buscar ayuda.
Espero que podamos resolver la situación en privado.
—También lo espero.
—¿Qué vas a hacer con Jaxson? Me refiero a que esta situación es un
problema para tu plan de alejarte de él.
—Dímelo a mí. Ya no tengo más la excusa de estar en la nómina de su
compañía. Ha sido tan comprensivo con todo este desastre. Si no fuese
porque él cree en mi inocencia estaría en Londres ahora.
—¿Cómo lo ocultaras de la abuela?
—Mintiendo descaradamente. ¿Qué más puedo hacer?
—Algo en lo que eres muy buena.
—Ouch. Eso dolió.
—La verdad duele amiga
—Sí lo hace, amiga.
—No sé cómo lo haces.
—¿Hacer qué? ¿Mentir?
—No. Mantenerte lejos de Jaxson Ryan. Es un fino espécimen de 59
hombre. No podría resistirme a él.
—No es fácil. Especialmente después de lo que paso en Dublín. Pero
no me puedo involucrar con alguien como él. Se supone que debo de
estar fuera de los focos. Vivir debajo del radar. No creo que sea posible
con alguien como Jaxson.
—Estoy de acuerdo. Es una pena en verdad. Creo que Jaxson Ryan es
el correcto.
—¿El correcto?
—Sí. Esa conexión de una vez en la vida; por el que harías cualquier
cosa. Incluso casarte.
—Definitivamente tenemos química. ¿Pero el correcto? No estoy
segura acerca de eso.
—Bueno, puedo decirte que para Jaxson Ryan eres la correcta; la
forma en que te mira. Si un hombre me mirara así…
—¿Cómo qué?
—Como, si no pudiera respirar sin ti.
—Guau, eso es…
—Caliente.
—Iba a decir profundo. Pero sí, es muy caliente.
—Hablando de caliente. ¿Recuerdas las fotografías en GQ del año
pasado?
—No lo recuerdo. Solo leí el artículo.
—Sí claro, y yo soy la Virgen María. Esa extensión. Oh. Dios. Mío.
Literalmente lamí la foto de él saliendo de la piscina. Tengo la edición en
mi escritorio y frecuentemente… bueno, tú sabes. Digamos que las páginas
están bien usadas.
—Asco. Demasiada información.
Jules se estiró en el colchón y cerró sus ojos.
—Me lo puedo imaginar. —Levanta una mano—. Querido Dios, lo
puedo ver.
No estoy segura de qué puede ver. ¿Puede ver a Jaxson o la segunda
llegada10?
—El agua —gime ella—, empapando esos mechones oscuros,
ondulantes. —Mueve su mano como si estuviera corriéndola por su cabello.
¡Oh mi inferno!
—Después goteando a esos labios perfectamente lamibles. —Lame 60
sus labios meticulosamente.
Me siento sobre mi codo y miro alrededor de la tienda.
—Oh, Dios, sí —jadea—. Acumulándose en esa brillante hendidura en
su barbilla —toma un profundo respiro, después se acaricia con el reverso
de la mano de la mejilla a la barbilla—, deteniéndose en su mentón.
»Después despacio, muy despacio, pasando por esos duros
pectorales como rocas. —Pasa su mano por su cuello, deteniéndose en
sus hombros y dándoles un pequeño masaje.
Después descansa su mano más abajo.
—Oh mi… después fluyendo por esos… le pido a Dios, que no sean
abdominales con photoshop.
Su mano sigue yendo abajo y abajo.
Contengo mi aliento. No sé por qué. Sólo lo hago.
—Querido Dios —gime—. Ser esas gotas —su mano pasa por su hueso
de la cadera—, de agua —jadea mientras su mano viaja desde su cadera
hasta el estómago.

10Second coming: Como menciona antes a Dios, hace referencia a la segunda llegada
de Cristo.
No puedo quitar mis ojos de su mano. Dejo escapar un suspiro.
Deja salir un gemido desde lo profundo de su garganta mientras su
mano se desliza hacia abajo a su sexo.
Salgo de mi trance y tomo su mano.
Su ojos se salen de sus orbitas.
—¡Demonios, Jules! Necesitas llevarte esta mierda a casa.
—Lo siento… me dejé llevar. Ya sabes, estar en un colchón y todo eso.
—¿Les podemos ayudar señoritas? —Jules y yo nos sentamos.
Hay tres vendedores jóvenes de pie al final del colchón, mirando con
lujuria a Jules.
—Se nos pueden unir —ronronea Jules y acaricia el espacio entre
nosotras—. Es una extra grande.
Levanta sus cejas.
—Hay suficiente espacio para todos nosotros.
Los tres parecen como si estuviesen considerando seriamente su
oferta.
Toso y aclaro mi garganta.
61
—Sólo bromea.
—No, no lo hago. —Se enfada ella.
—Sí, ¡lo haces! —digo con mi mejor voz de madre.
Me dirijo al hombre joven con el nombre de Drew escrito arriba de la
etiqueta de asistente general.
—Drew —digo y él gira su cuerpo pero sus ojos siguen fijos en Jules.
Aclaro mi garganta de nuevo—. Hola, asistente general Drew.
Voltea su cabeza y finalmente me honra con contacto visual.
—Drew, creo que este es el colchón —lo golpeo—, que quiero.
—Está bien —responde mientras sus ojos van de vuelta a Jules.
—¿Lo puedes comprobar en el almacén y ver los plazos de entrega
disponibles para hoy?
—Sí… está bien… seguro, iré a comprobar eso… regreso en seguida.
—Drew suspira, después se va con gran renuencia.
Vuelvo mi atención a los otros adolescentes rabiosos de hormonas.
Jules les guiña a ellos, después se desliza sobre sus codos dándoles a
los hombres jóvenes una vista excepcional de sus tetas.
—¿Son chicos de universidad? —ronronea ella.
Un rubio lindo desgarbado le responde.
—No… estamos en preparatoria… somos de ultimo año —agrega él.
Como si eso fuera mejor, o incluso legal.
—¿En serio? —dice ella inclinando su mandíbula—. Es obvio que
parecen chicos de universidad. —Hace una mueca.
Sonríen y se ruborizan como idiotas.
—¿A qué preparatoria van?
—Jules —parloteo y niego con mi cabeza.
Suelta una risita.
—Jeff, Rick, ¡vengan aquí! —Oímos que un hombre grita.
Miran hacia arriba.
—Maldición —dijo el rubio—. Lo siento damas, ese es el jefe,
necesitamos ayudar a otros clientes. Pero… ¿podemos tener sus números?
—Sacan sus teléfonos.
Jules sonríe, niego con mi cabeza.
—Lo siento —digo.
Le dan a Jules una mirada suplicante. Ella hace un puchero. 62
—Lo siento, mamá no me deja.
—Oh… está bien. Si cambian de parecer, saben dónde encontrarnos.
—Él guiña y se van a ayudar a otros clientes.
—Jules —digo y niego con mi cabeza—. Necesitas sexo. Sexo legal.
13

A l día siguiente, Jules y yo caminamos a la oficina de Jaxson


Chase Ryan, CEO de Adquisiciones Ryan. Sí, ya sé que captaron
quién es, pero me gusta decirlo.
Jaxson me estrecha la mano, luego me tira hacia él. Yo lo respiro. No
estoy segura de que es humanamente posible oler tan bien. Tal vez es un
marciano. Tengo mi nariz a lo largo de su hombro de traje. ¿Por qué lo
preguntas? Porque no puedo tener suficiente de su olor; me hace cosas
extrañas. Así que cuando paso mi nariz a lo largo de su traje su olor se
difumina y perdura bajo mi nariz.
Es como llevar un pedazo de él conmigo. Si me acostara con él olería
su almohada y rodaría en sus sábanas. No lo hago, así que hago esto en su
lugar. Una chica tiene que hacer lo que tiene que hacer.
—Alexia, gracias por venir —dice él, sacándome de mi trance olfativo. 63
Asiento.
Me libera entonces para estrechar la mano de Jules.
—Jules, me alegro de verte de nuevo.
Ella toma su mano mientras le da una mirada.
Él le da una sonrisa tensa después de liberar su mano. Después, se
hace a un lado.
—Alexia, Jules, este es Nick Cain.
—Hola —le digo, y le doy un fuerte apretón de manos a un hombre
que se parece al Ken Malibu en Armani.
—Alexia, es un placer. Jaxson habla de ti todo el tiempo —dice con
una cálida sonrisa.
—Todo el tiempo ¿eh?
—Sí, cada vez que puede. Se pone bastante tedioso y aburrido —dice
él con un guiño. Nick se voltea a Jules y le toma la mano—. Es maravilloso
verte de nuevo, Julianne.
Ella sonríe como una idiota.
—Veo que todavía tienes la camisa del señor Caín sobre tu espalda.
—Sí, no gracias a ti. —Sonríe.
—Escuché que dejaste la oficina del fiscal.
—Sí, estoy haciendo trabajo de consultoría.
—Entonces, ¿ustedes dos se conocen? —pregunto a pesar de que es
obvio.
—Sí —Jules responde con un resoplido—. Representé a su esposa en su
divorcio. ¿Qué? ¿Dos años atrás? —pregunta con una inclinación de
barbilla.
—Sí, hace dos años.
Jaxson nos dirige a Jules y a mí a un sofá de cuero. Nos sentamos y
ellos toman las dos sillas de cuero opuestas.
—Entonces es un mundo pequeño después de todo —digo tratando
de ser graciosa, pero Nick y Jules me ignoran.
—Cuando Jaxson dijo que la amiga de Alexia, Jules Cunningham
estaría acompañándola estuve tan gratamente sorprendido. Sabía que
sólo podía haber una Julianne Cunningham.
—Gracias a Dios por eso —dice Jaxson en voz baja.
Me muerdo el labio, pero Nick y Jules me suman en el olvido.
—¿Sigues practicando derecho familiar? —le pregunta Nick con 64
preocupación.
—Oh Dios mío, sí, sigo representando a las mejores mitades.
Miro a Jules, preguntándome si un hipnotizador entró corriendo, me
puso en un trance luego la reemplazó con June Cleaver.
—No estoy aquí como una abogada, si eso es lo que te estás
preguntando. Estoy aquí como amiga.
Jules se inclina hacia adelante tratando de acercarse a Nick.
—¿Estás en consultoría para Adquisiciones Ryan?
—No, estoy aquí como socio y amigo.
Capto la mirada de Nick. Creo que podría acabar de conocer a mi
pareja anónima enviando un correo electrónico.
—Jaxson y yo nos conocimos en Princeton. Somos hermanos de
fraternidad.
—¿En serio? —exclama Jules mientras Nick apenas le da la respuesta
al hambriento mundo.
Pongo los ojos en blanco. Jaxson comienza a jugar con sus manos.
—Lex y yo nos conocimos cuando vivía en Londres.
Nick se mueve más cerca.
—De verdad te ves muy bien, Julianne.
—Tú también, Nick. Ha pasado demasiado...
Jaxson se aclara la garganta.
—Nick, tengo una agenda apretada esta mañana. Si pudiéramos
proceder te lo agradecería.
Jules se vuelve hacia mí y susurra en voz alta en mi oído.
—Alguien tiene una llamada de botín.
Le doy un codazo.
Jaxson le da Las Cejas.
Todos nos avergonzamos.
—Como dije antes, estoy aquí como representante de los socios. —Me
mira.
—Alexia, como sabes, los socios se reunieron varias veces en las
últimas semanas a opinar sobre esta lamentable situación.
Sí, Nick es el Sr. Socio Anónimo.
—Me gusta mucho esa palabra si-tua-ción —Jules levanta sus cejas—.
¿No Nick? —ronronea.
65
Nick ríe.
—Sí, es una de mis favoritas.
Jaxson se aclara la garganta y mira su reloj.
Jules sonríe.
—Llamada de botín —susurra de nuevo en voz alta.
Jaxson parece que nos va a dar Las Cejas.
Sacudo la cabeza y en silencio ruego por misericordia.
Él me da esa mirada.
Nick sonríe de nuevo, y luego continúa.
—En esas reuniones se revisó el informe de malversación y se debatió
durante horas las soluciones con las que todos podríamos vivir. Sé que
Jaxson te informó que acordaron suspender los cargos por noventa días.
—Sí, me lo dijo.
Nick mira a Jaxson y él asiente.
Nick se levanta y toma un archivo del escritorio de Jaxson, luego me
lo da.
—Alexia, por favor, tómate unos minutos para mirar el contrato de los
socios.
Jules y yo vamos a través de los puntos principales.
—Entonces, si estoy leyendo esto correctamente, se establece que
tengo noventa días para probar mi inocencia.
—Sí, eres inocente hasta que sea probado lo contario, pero esto
retrasará los cargos formales.
—Afirma que, por la duración de esos noventa días, seré puesta en
arresto domiciliario en una casa de Raíces Ryan. —Miro a Jaxson—.
Explícate.
Jules coloca su mano sobre la mía. Inclino mi cabeza y atestiguo su
oferta a Jaxson con la madre de todas las miradas sucias. Sus manos
comienzan a temblar, después, su cuerpo, mientras continúa disparando
dagas venenosas afiladas. Arrebata el archivo de mi mano y se levanta.
Luego sigue su marcha con las extremidades temblorosas alrededor
de la habitación. Se detiene frente a Jaxson, agitando el archivo sobre su
cabeza.
—¡Sé lo que es esto! —grita—. ¡Es uno de los malditos y sucios
contratos BDSM de los millonarios!
Toma una respiración profunda y temblorosa continúa con su asalto.
—¡Santa! ¡Mierda! ¡Infiernos! Pensar... Oh, Dios mío... pensar que he 66
estado animando una relación entre ustedes dos.
Lanza el archivo en el regazo de Jaxson, después señala con un dedo
tembloroso su rostro.
—Tienes una de esas jodidas habitaciones para juegos sucios y...
Santa madre de Dios quieres atar a mi mejor amiga y darle nalgadas o
azotarla con alguna clase de... cosita... o de cosita de paleta. —Da un
paso atrás en sus piernas temblorosas mientras las lágrimas comienzan a
nublar sus ojos.
—Jules, cálmate. Lo que dices no tiene sentido —declaro.
—¡No voy a calmarme! —grita—. Probablemente él está en esas cosas
de esclavo sucio y tendrá la cadena... que... en un radiador y ¡te utilizará
como esclava de baño!
Jaxson la mira, sus ojos están llenos de confusión.
—¡De qué puto infierno estás hablando!
Me levanto de un salto y la arrastro lejos de Jaxson.
—Por el infierno Jules. ¿Tanta paranoia? Necesitas relajarte —gruño.
Nick mira a Jules.
—¿Qué diablos es una esclava de baño?
Jules comienza a explicarse.
—Es cuando... bueno cuando haces...
Agarro su brazo y tiro de ella hacia abajo sobre el sofá.
—¡Jules! Nadie quiere escuchar esa mierda.
Nick levanta la mano.
—Yo quiero saberlo.
Jaxson le da Las Cejas.
Por favor, no ahora. Mi corazón late con fuerza en mis oídos. Tendré
migraña.
Jules comienza a explicarse de nuevo.
—Tienes un esclavo y haces...
Pongo mi mano sobre su boca.
—Jules sólo detente. Estás haciendo que me duela la cabeza.
Ella muerde con fuerza su labio tembloroso mientras las lágrimas
gotean por sus mejillas.
—Eres despistada Lex —grita—. No tienes idea en lo que te estás
metiendo. Nunca has estado en su finca. —Se seca las lágrimas de sus 67
mejillas—. ¿Y si tiene una habitación de juegos y te ata?
Yo la tomo en mis brazos.
—Jules cariño, estoy segura de que Jaxson no tiene una sala de
juegos y si lo hace no estaré jugando en ella.
Sus labios tiemblan.
—Dices eso ahora Lex, pero... él podría dominarte o lavarte el
cerebro... o algo así.
Levanto una ceja.
—Jules, ¿en serio?
—He leído todo tipo de historias, Lex. Sé de lo que estoy hablando.
Ella sigue llorando; Miro a Nick con ojos suplicantes.
Él asiente y luego se acerca y la levanta en sus brazos. Yo gesticulo un
“Gracias”.
Ella pone su cabeza en el pecho del muñeco Ken y limpia sus lágrimas
y otras cosas en su solapa.
—Julianne, he estado en Raíces Ryan muchas veces y te puedo
asegurar que Jaxson no tiene una sala de juegos y nunca he visto a ningún
esclavo encadenado a radiadores.
—Puede que no esté en el asunto de lo sucio, pero ahora no me fío
de él. ¿Por qué iba a hacerlo si la quiere bajo arresto domiciliario?
Miro a Jaxson
—Buena pregunta.
Él suspira.
—Los socios votaron al final seis a cuatro para entregarte a la fiscal de
distrito. Alexia, te dije que nunca dejaría que eso sucediera.
Pasa las manos por sus cabellos. Estimado Señor no ahora. Cruzo mis
piernas. Dios necesito conseguir algo.
—Tuve que llegar a una solución con la que estuvieran de acuerdo y
con la pudiera vivir. —Toma un respiro y continúa—: Alexia, todo esto es
cada vez más complicado y jodido. —Se mueve a su escritorio, agarra un
archivo y luego me lo da—. Se encontraron estos e-mails en tu disco duro.
Abro el archivo.
—Como puedes ver son amenazas e improperios similares a la que
pintaron en tu pared. Muere Vagina. Muere Perra. Estás muerta, perra. Hay
alrededor de cincuenta de ellos. Voltea la parte posterior del archivo.
Le doy la vuelta a la parte de atrás y saco varias fotos de mí.
68
—¿Esas fueron colocadas en tu buzón de correo? —Son sesenta fotos
en total, todas con tu cara o cuerpo y más con improperios escritos sobre
ellas.
—¿Cuándo las conseguiste?
—Dale las encontró el mismo día en que tu desván fue hecho añicos.
Pensamos que fueron enviadas cuando estuviste de vacaciones. No te lo
dije porque quería hacer un poco de investigación primero. Por desgracia,
no he hecho ningún progreso.
Se las entrego a Jules para que las vea.
Jules tira de varias fuera del archivo.
—Oh Dios mío, alguien ha estado acechándote.
June Cleaver ha regresado.
—Estas son fotos de ti haciendo las cosas de todos los días. —Va a
través de ellas.
—Entrando y saliendo del trabajo, en tu desván, en el gimnasio,
haciendo compras en Whole Foods, en el café de Joe’s, corriendo. ¿Qué
pasa con ésta Lex?
Me entrega una foto mía con una cita.
—Ese es Garret White. Salimos a almorzar un par de veces.
—¿Cuándo saliste con él? —pregunta Jules con preocupación.
—Justo antes de que me fuera a Francia.
Jaxson observa la foto.
—¿En serio? ¿Garret White?
—¿Qué pasa con Garret? —pregunto.
—Garret es amigo mío —añade Jules mientras le da a Jaxson otra
daga.
—Es caliente y un buen hombre. Sé que es un hecho de que no es un
Dom.
—Yo no soy un Dom, Jules. Y Lex no tiene un hueso de sumisa en su
cuerpo.
—Muy bien ustedes dos, ya basta de toda esa mierda. —Agarro de
nuevo el archivo de Jules y se lo doy de nuevo a Jaxson—. Will tiene que
estar detrás de esto, pero ¿por qué hacer que se vea como si fuera la
víctima?
Nick se aclara la garganta.
—Creo está tratando de intimidarte.
—Bueno, está perdiendo el tiempo porque no está funcionando. 69
¿Podemos volver al tema del arresto domiciliario?
—Sí, del arresto domiciliario —añade Jules.
Nick mueve una mano.
—Yo puedo explicarlo —dice.
Jaxson asiente claramente aliviado de no tener que lidiar con Jules.
—Fue un compromiso entre los socios y Jaxson. Ellos creen que estás
en riesgo de fuga. Así que Jaxson propuso el arresto domiciliario. Estuvieron
de acuerdo, pero hicieron otras demandas, querían más garantías.
Miro a Jaxson.
—¿Cuáles otras demandas?
Él se aclara la garganta.
—Si huyes, renuncio como CEO y renuncio a mis acciones.
—¡No puedes hacer eso!
—¿Vas a huir? —pregunta.
—No. Pero no he aceptado el arresto domiciliario. ¿Por qué tiene que
ser en tu finca? ¿Por qué no en mi desván? ¿Por qué no en alguna otra
casa?
Jaxson se pone de pie y se enfrenta a Nick y a Jules.
—¿Puedes darnos un minuto?
Jules levanta una ceja.
—No creo que...
Nick engancha su codo y le da una cálida sonrisa.
—Tómate todo el tiempo que necesites. Nosotros iremos a tomar un
café.
—¿Estás de acuerdo con eso? —me pregunta Jules.
—Sí, ve con Nick, estaré bien.

70
14

E llos se van y Jaxson me mueve hacia abajo sobre el sofá. Toma


mi mano.
—Está bien, confiesa. ¿Por qué estás preocupada sobre tu
estancia en mi casa?
—No es sólo eso, es todo.
—Está bien, entiendo que estés abrumada y confundida, pero
¿realmente tienes elección?
Yo frunzo el ceño.
—Ese es el problema, siento como que estoy siendo acorralada en
una esquina. —Muevo mi barbilla hacia arriba—. Jaxson ¿estás tomando
ventaja?
—¿Qué? 71
—¿Por qué siento como si estuvieras casi feliz de mi situación?
—¿Crees tan poco en mí? —Él deja su mano caer, se levanta y va a su
escritorio luego cae en su silla.
Nunca he conocido a nadie que pueda pasar de frío a caliente más
rápido que Jaxson Ryan. Lo sigo y dejo que mi trasero se deslice sobre el
borde de su escritorio.
—Jax sabes que no creo tan poco de ti.
Levanto una ceja mientras él mira su entrepierna.
—Definitivamente no es poco.
Él sonríe.
—Lex, voy a admitir que el saber que estás en mi casa me hace más
que un poco feliz. Pero tu seguridad es mi principal preocupación. Mira, te
tendieron una trampa, tu casa fue hecha añicos, alguien ha estado
siguiéndote y enviándote mensajes de correo electrónico. ¿Qué sigue?
Me deslizo más atrás de su escritorio.
—Iré a la cosa segura. Pero ¿tu casa, Jax?
—Lex, mi propiedad está dos horas lejos de la ciudad. Está aislada, es
segura, y está asegurada. La conozco, y confío en todo el mundo que vive
y trabaja allí.
—Está bien, lo entiendo.
—Lex, si quieres enfrentar a la DA te ayudaré en lo que pueda. Si
estuviera en tu posición, eso es lo que haría. Pero sé que tienes esta cosa
con la prensa y que mantienes un bajo perfil. No lo entiendo, y estoy
cansado de preguntar. Pensé que la mejor solución para eso sería una
casa aislada de la ciudad. Sin presiones... sólo ardillas y venados.
—Bueno, ¿por qué no me lo dijiste? Ardillas y ciervos, estoy dentro.
—Muy divertida.
—Es gracioso. No las ardillas y los ciervos, sino toda esta situación.
Podría hacer que se vaya con una llamada de teléfono. —Maldita sea.
¿Acabo de decir eso en voz alta?
—¿Qué significa eso?
Supongo que sí lo dije en voz alta.
—En realidad nada, estaba pensando en voz alta.
Él levanta la barbilla.
72
—No es nada, ¿eh?
—No, nada.
—No te creo.
Tengo que rescatarme de mi propia gran boca. No estoy preparada
para entrar en esas cosas, con Jaxson. Todavía no, de todos modos.
Si hay una cosa que se me da bien, es la distracción.
Deslizo mi trasero hasta la mitad del escritorio de Jaxson.
Él levanta una ceja.
Con la punta de mi Choo ruedo la silla hacia adelante. Una vez que lo
pongo donde quiero, me quito los tacones y descanso mis pies descalzos
sobre sus muslos.
Él se lame los labios y sigo su mirada a medida que viaja por mis
piernas desnudas, haciendo una pausa en el borde de mi falda que se ha
asentado en lo alto de mis muslos. Se muerde el labio inferior. Entonces sus
ojos se adhieren a los míos.
—¿Está cómoda, señorita Keith?
—No, no del todo, señor Ryan. —Muevo los dedos de mis pies más
arriba de sus muslos y planto un pie a cada lado de su creciente
erección—. Ahora estoy cómoda. —Suspiro y me recuesto en mis palmas.
Él se inclina hacia atrás en su silla.
—Me gusta ese vestido que casi no usas.
—Me gusta la forma en que estás mirando mi vestido que casi no uso.
Voy a tener que agradecerles a mis compradores profesionales y
personales y a su aplicación comercial.
—¿Qué?
—Marco y Jules. Si no fuera por ellos estaría sentada en tu escritorio en
pantalones cortos y camiseta.
—No tendría ningún problema con eso. Prefiero que te sientes en mi
escritorio usando nada en absoluto.
—Eres bastante fácil de complacer, Sr. Ryan. Eso me gusta de ti.
—¿Qué estás haciendo señorita Keith?
—¿Qué quieres decir?
—Creo que está tratando de distraerme, de nada que es obviamente
algo.
—Si lo hago, no está funcionando.
—Oh está funcionando. —Agarra mi pie derecho y lo frota sobre su
muy grande y muy dura erección. 73
—Uno de estos días tendrás que dejarme entrar, Lex. Tus pequeños
juegos de distracción son... estimulantes, pero quiero más, estimularme de
ti.
—Estoy trabajando en ello, Jaxson.
Él suspira.
—Necesito su decisión señorita Keith. Tengo una reunión en una hora y
después estaré fuera a Los Ángeles durante una semana.
—Está bien, lo haré. Me quedaré en tu propiedad.
—¿Lo harás?
—Te ves sorprendido.
—Feliz.
—Tengo una condición.
—Bueno, aquí viene, la bomba aguafiestas de Alexia.
Levanto una ceja.
—En serio. ¿Soy realmente tan mala?
—A veces.
—Lo siento.
—Adelante, dime tu condición.
—Para limpiar mi nombre contrataré a quien quiera y llevaré a cabo
la investigación como quiera.
—¿Es esta una situación de “no preguntes, no digas”?
—Sí.
Me contempla antes de contestar.
—Bien. Tengo una condición propia.
—Bien.
—Me ocuparé de la investigación de Will Harris y de las auditorías
externas. No te quiero involucrada, más de lo que ya estás.
—Está bien, me quedaré con la investigación de la malversación. Tú
manejarás las auditorías externas. Lo tengo.
—Está bien, entonces, señorita Keith. Ahora sal de aquí, necesito un
minuto para ajustarme...
—Oh mi... o dos.

74
15

¿S
abes esa sensación, la primera vez que conoces a alguien y
sabes que estás en problemas, pero simplemente no puedes
evitarlo?
Eso fue lo que me pasó cuando la vi por primera vez.
Alexia Elizabeth Keith. Dios, incluso su nombre se sentía bien en mis labios.
Desde el momento en que entró en mi oficina y me miró con aquellos
grandes ojos verdes, y me dio esa increíble sonrisa con los labios más
besables que había visto nunca, eso fue todo. Hecho. Finish. Estaba
enamorado. Bueno, era más como lujuria; la parte del amor llegó unos
meses más tarde.
Caray, sabía que sería un problema importante. Lo tenía escrito en
ella. Y no, no quiero decir literalmente. No seas idiota. Lo que quiero decir 75
es que se podían sentir los problemas en el aire alrededor de ella. Sabía
que cambiaría mi vida, y para bien o para mal, iría por ello.
Todo sobre nosotros se sentía correcto, desventurado. Yo la deseaba y
la tendría.
Cuando me paré detrás de mi escritorio para estrecharle la mano, juro
por Dios, que mi pene se estremeció. Sí, claro, dirás tú. Pero por Dios, lo hizo.
Jodidamente se estremeció. Verás, cuando un chico conoce por primera
vez a la mujer de sus sueños no se desmaya ni entra en paro cardíaco.
Instantáneamente se pone duro, duro de verdad, o como en mi caso, duro
y nervioso.
Ella miró con franqueza mi entrepierna. Creo que incluso puso los ojos
en blanco y sacudió la cabeza, pero no puedo recordarlo. Sabía que
estaba haciendo un tarado de mí mismo, pero no me importaba. Solo me
quedé allí, con mi pene estremeciéndose y una tonta sonrisa de
comemierda. Pero otra vez me importó una mierda.
Nos dimos la mano y creo que murmuré algo, pero no recuerdo qué y
en realidad no importa. Me quedé agarrando su mano como un vicio y
cuando ella trató de tirar de su mano yo no la solté. Simplemente no
podía. Algo extraño y poderoso corrió a través de mí y tenía que estar
pegado a ella como pegamento. Sostuve su mano como si fuera mi
salvavidas. No fue hasta que ella movió su otra mano, la puso sobre la mía
y agitó nuestras manos separándolas, que por fin recuperé mis sentidos.
Estaba siendo una herramienta tonta de trasero cachondo y jodido.
Y de nuevo no me importó.
Alexia Elizabeth Keith era francamente la mujer más hermosa que
había conocido nunca.
Bueno, hermosa es un adjetivo cojo, digamos increíblemente
impresionante. Porque así es como me sentía y todavía me siento cuando
la miro. Ella me quita el aliento.
Cuando finalmente soltamos nuestras manos, nos sentamos. Ella dijo
algo sobre su nueva posición, pero yo estaba demasiado ocupado
contemplándola. Ella me cautivó por completo. Era perfección, desde su
largo cabello rubio oscuro y ondulado, a las puntas de sus dedos de los
pies pintadas de rosa. Su piel brillaba como un alma celestial. Bueno,
quizás no celestial, pero brillaba. Hablando de cielo, santo querido Dios,
esos ojos.
Recuerdo que algunos párrafos atrás mencioné que tenía los ojos
verdes. Bueno, al principio pensé que eran verdes, pero cuando realmente
los tomé eran más como el color del océano. No verde o azul, sino agua,
como el agua del océano y no podía esperar a nadar en ellos. Y querido
Señor esa boca amplia y maravillosa. Estaba hecha para que la follara. Por 76
favor.
Dios. Pronto.
¿Mencioné que es alta? Un metro ochenta, el complemento perfecto
para mi metro noventa y dos.
Y las piernas, que se prolongaban durante kilómetros. No se puede
tener una mujer perfecta sin ellas. Ella es delgadita, pero no como una
modelo... Más musculosa, como una atleta, con elegantes curvas.
Su chaqueta ocultaba sus pechos, pero sabía tan cierto como mi
próximo aliento, que encajarían perfectamente en mi mano, y mi boca se
hizo agua solo de pensar en chupar sus senos.
Solo había conseguido un rápido vistazo a su trasero, pero lo que vi…
Oh Dios mío.
Nuestra conversación continuó y recuerdo que dijo algo respecto a la
reestructuración o a resucitar el departamento. Quién diablos sabe,
comenzaba con la letra R. Creo. Recuerdo sonreír y asentir y sacudir
mucho la cabeza. No dije mucho porque no podía pensar con maldita
claridad.
Mi pene ya no estaba temblando pero permanecía duro como una
roca. Fue un infierno de día, olvidé meter unos bóxer en mi bolsa del
gimnasio y no tenía extras en la oficina. Estaba en comando y mi unidad
de búnker se apretaba con fuerza contra las vías del ferrocarril de la
cremallera.
Después de un rato, mi pene se entumeció y mis oídos dejaron de
zumbar; el ruido que salía de su boca perfecta comenzó a sonar como
palabras. En realidad, empezamos a tener una conversación de dos vías.
Ella incluso se rió de uno de mis chistes malos. Quiero decir que realmente
se rió. Incluso resopló. Era extrañamente entrañable.
Otra cosa que era rara era que nunca hablaba de sí misma ni siquiera
en un sentido profesional. La mayoría de las mujeres y, sí, incluso una gran
cantidad de hombres nunca dejaban de hablar sobre sí mismos. Y si no
estaban hablando, buscaban cumplidos y comentarios reaseguradores.
Alexia nunca buscó uno, ni siquiera había un cebo en su gancho.
Sabía que ella era inteligente y dedicada. Había leído su currículum.
Hablaba como cinco o seis malditos idiomas. Estaba decidido a tomar
ventaja de sus habilidades lingüísticas. Me vendría bien una intérprete.
Vale, sé que la mayoría de mis colegas de trabajo en el extranjero hablan
perfectamente bien inglés, pero un hombre tiene que hacer lo que tiene
que hacer.
Unos minutos más pasaron y ella discretamente dio un rápido vistazo a
su reloj. Yo no quería que se fuera, pero sabía que tenía que aliviar mi 77
entumecido y todavía dolorido pene, antes de convertirme en un
discapacitado permanente. Ella se puso de pie y me dio la mano.
Entonces pensé... Mierda. No puedo levantarme con una erección como
el poste de una tienda. Así que le di la mano y me quedé sentado como
un imbécil cachondo. Nos dijimos “adiós” y ella se dirigió a la puerta. La
abrió y dio un paso hacia fuera, luego se dio la vuelta. Dudó un momento y
dijo:
—Espero que la próxima vez que nos encontremos, no sea tan
doloroso. —En ese momento, levantó una ceja conocedora y salió de mi
oficina.
He aprendido más de ella en los últimos dos años, pero nunca lo
suficiente. Nunca habla de su pasado. Todo lo que sé es que nació en
Nueva York, se mudó a Escocia y luego a Londres. Le pregunté acerca de
sus padres, y me dijo que su abuela y su hermana Sam la habían criado
después de que sus padres murieron en un accidente de auto. Eso es todo,
eso es todo lo que tengo. Cada vez que saco a relucir su pasado ella me
ignora o trata de distraerme. Y debo decir que se le da muy bien
distraerme.
Y, que me follen, tiene memoria fotográfica. Descubrí esto solo meses
después de darle el empleo. Le había pedido que me acompañara a
Moscú como mi traductora. Sé lo que estás pensando, pero recuerda que
un tipo solo está haciendo lo que tiene que hacer. En el vuelo di un repaso
de los rusos y, de la empresa que quería adquirir.
Ella pidió ver los datos de la compañía. Como jefe de Gestión de
Riesgos todo son números para ella. Le entregué mi portátil y observé
mientras ella examinaba las cifras muy brevemente. Me entregó mi laptop
y entonces sacó su laptop y comenzó algún otro trabajo.
Yo había asumido que las cifras le habían aburrido o que simplemente
no estaba interesada en saber más acerca de la adquisición. Sin embargo,
durante la reunión con los rusos pidió cifras antes de que pudiera mirar
hacia arriba citando de nuevo el dinero. Le di una mirada de ¿qué
diablos? Ella simplemente levantó una perfecta ceja y se hizo a un lado
como si nada.
A lo largo de la reunión continuó citando los números de memoria.
En el vuelo de regreso, le pregunté al respecto.
—Alexia, ¿cómo supiste esas cifras?
—Las repasé.
—Sí, como por dos segundos.
Ella sólo se encogió de hombros.
—¿Tienes memoria fotográfica? 78
Ella levanta la vista de su portátil.
—Con los números —dice.
—¿Solo con los números?
—Algo así —responde y continúa con su trabajo.
—¿Algo así? —pregunto y ella me mira de nuevo y suspira.
—Sobre todo con los números, pero con más esfuerzo los textos
también.
—Es increíble —le respondo con temor.
¿Recuerdas la parte en la que dije que la deseaba y que la tendría?
Le di un mes para asentarse antes de hacer mi primer movimiento. No
tenía ni idea de cuál sería el primer movimiento. Sí, claro ¿qué dices tú?
Bien, es verdad, nunca perseguí a una mujer antes.
Bueno, a menos que cuentes a Maryann Wilkins en noveno grado. Era
estudiante de primer año, ella era mayor. Yo era virgen, ella no. Estoy
seguro de que puedes adivinar a dónde va esto.
Digamos que una semana más tarde ya no estaba viviendo en la isla
de los Vírgenes y ella se mudó a una cadena de islas conocidas como
orgasmos múltiples.
Si nunca has sido el perseguidor, probablemente no tienes
conocimientos de cómo levantar chicas. Así que mi primer movimiento
realmente explotó, y no a mi manera. Pensé que la mejor manera de
manejar la situación era simplemente decir la verdad, poner todas mis
cartas sobre la mesa. Así que entré en la oficina de Lex una tarde y dije:
—Yo te deseo y tú me deseas. Así que esta noche, vamos a decirnos
eso a las siete.
Malditamente brillante, ¿verdad? Apuesto a que estás pensando que
se enojó y me echó, y luego amenazó con demandar mi trasero. Estarías
un error mi amigo. Ella se rió sobre su trasero. Quiero decir con todo, pero
cayó al suelo y rodó alrededor con histeria. No me pareció nada gracioso.
No dejé que ella lo viera, por supuesto. Me reí y golpeé mi rodilla un par de
veces. Seguí el juego, pero por dentro estaba herido y decepcionado.
Luego ella echó sal en mi ego herido cuando dijo:
—Esa es la cosa más divertida que he escuchado en las últimas
semanas. Demonios, tal vez incluso meses. Gracias, Jaxson.
¿Qué se supone que un hombre debe hacer después de eso? Bueno,
como la mayoría de los chicos me dije, no es gran cosa, hay millones de
peces en el océano. Entonces lamí mis heridas y jodí a algunas chicas sin
nombre, sin rostro de mi oficina. Deja de juzgarme, eso es lo que hacen 79
todos los chicos. Enterramos nuestros penes junto con nuestro orgullo
herido.
Entonces, ¿qué pasó después? Se me ocurrió la brillante idea de que
nos convirtiéramos primero en amigos. Amistad llevada a la cama.
¿Cierto? Así que le pedí que viajara conmigo cada vez que podía salirme
con la mía. Cuando la excusa de la intérprete no iba a funcionar, entonces
le decía que la necesitaba para mirar los libros o que necesitaba un par de
ojos frescos para revisar un acuerdo.
Ella siguió el juego por un tiempo. Quiero decir que no era tonta, sabía
lo que estaba pasando.
Entonces, un día tuve suerte.
El avión de la compañía tuvo problemas mecánicos, yupi, mientras
estábamos en Dublín. Nos vimos obligados a pasar una noche extra. Lo sé,
qué triste. Acabábamos de cerrar una fusión en la que habíamos estado
trabajando durante más de un año. Le dije:
—Ey, Lex, vamos a celebrarlo.
Así que, como estábamos en Roma, o en este caso, en Dublín, fuimos
a un pub que estaba lleno. Los dos nos quedamos bastante perdidos y por
algún milagro terminamos en mi habitación de hotel. Bueno, tomé su
tarjeta llave de su bolso mientras ella estaba en el baño de nuestro último
pub. Sé lo que estás pensando, qué patán. Pero soy un hombre
desesperado, y ¿qué hacen los hombres desesperados? Sacan las tarjetas
magnéticas de los monederos.
Entonces, ¿cómo empezó a ir todo hacia abajo, te preguntarás?
Bueno, estoy a punto de decírtelo. De alguna manera conseguimos llevar
nuestros borrachos traseros de vuelta a nuestro hotel. Cuando nos bajamos
del ascensor insistí en acompañarla hasta la puerta. Soy un caballero,
después de todo, incluso en estado de embriaguez. Cuando llegamos a su
puerta ella rebuscó en su bolso la tarjeta de acceso.
—¿La dejaste en tu habitación? —le pregunté.
—No, estoy segura de que la puse en mi bolso.
—Bueno —le dije. Creo que dije “·bien” de todos modos, me moví
después—. ¿Por qué no vienes a mi habitación, llamas a la recepción y
que te traigan una llave?
Ella estaba un poco indecisa pero fue por ello. Una vez que la tuve en
mi habitación una cosa llevó a otra y... Está bien, la empujé sobre la cama
y le rogué, estaba desesperado, era un hombre muerto de hambre por
Alexia. Había soñado con sostenerla, con estar en ella y dentro de ella
durante tanto tiempo. Infiernos, si no fuera por los efectos anestésicos del
alcohol corriendo por mis venas, me habría venido en mis pantalones tan 80
pronto como la tuve desnuda y tumbada en la cama.
Ella era pura perfección. Más allá de mis expectativas y sueños. Su
cuerpo desnudo, mierda. Y esos pechos, que Dios me ayude. Ella los
llamaba senos, yo los llamo cielos. Jodimos y otras cosas durante toda la
noche. Yo adoré cada centímetro de ella. Estaba decidido a hacerla sentir
tan maravillosa y bien jodida que nunca querría a otro hombre en su cama
o dentro de ella. Nunca.
Y ella estuvo conmigo a través de cada follada. La hice venirse tantas
veces que perdí la cuenta. Sí, estaba contando, es una cosa de hombres.
Cuando dejamos Dublín, estaba flotando en la nube más grande de
mi vida. No podía quitarle los ojos o las manos de encima. Al principio ella
estaba en ello. Quiero decir realmente en ello. Pero a medida que el vuelo
avanzó comenzó a dejarme fuera física y mentalmente. Yo no lo entendí.
Acababa de tener la noche más putamente fantástica de mi vida.
Después de que aterrizamos y nos metimos en el auto, había tenido
suficiente.
—¿Qué demonios? —le pregunté. De acuerdo, le grité, pero estaba
enojado y confundido acerca de su comportamiento. Sabía que lo que
habíamos compartido no era unilateral. No había absolutamente ninguna
manera en el infierno que pudiera haber fingido nuestra increíble conexión.
Ella se sentó allí. Era como si quisiera decir algo, pero tuviera miedo de
hacerlo. Y esa no era Alexia. No era de las que se daban la vuelta ni se
dejaban intimidar.
Yo estaba más allá de frustrado. Le grité:
—¡Qué carajos es lo que te pasa! —Tengo la apariencia, la basura, el
dinero, la educación y la personalidad. Soy uno de los CEOs más jóvenes
del país por el amor de Cristo.
He salido en GQ, The New Yorker, Money and Men’s Health. Nunca
una mujer me rechazó. ¡Nunca! Soy una puta captura. ¿Qué diablos está
mal con ella?
En el momento en que habíamos llegado a su apartamento, la había
reducido a las lágrimas. Nunca la había visto llorar y me puse nervioso. Ella
era una maestra en ocultar sus emociones. Me sentía como una mierda
por haberle gritado, pero maldita sea, estaba desesperado y necesitaba
abrirme. No quería perder el poco terreno que finalmente había ganado.
Entonces, finalmente, ella me habló. Aunque entre lágrimas, dijo:
—Jaxson, nada está mal contigo, eres perfecto. Y la química y la
conexión que tuvimos… Es como malditamente increíble.
Me miró a los ojos, estaba tan asustada, pero ¿de qué? Todo el asunto
estaba comenzando a asustarme realmente. 81
Le supliqué que me dijera lo que estaba pasando. ¿Por qué se
cerraba así? ¿De qué demonios tenía tanto miedo? Yo, sin saberlo, ¿la
había lastimado? ¿Se estaba colgando del hecho de que trabajaba para
Ryan? ¿Estaba atrapada con otra persona?
Ella simplemente siguió diciéndome “no”. Todo acerca de mí se sentía
correctamente perfecto. Ella siguió diciendo.
—Esto nunca debería haber ocurrido —dijo.
Le pedí que me explicara:
—¿Por qué? —Ella dijo que no podía explicarme por qué. Y fue cómo
terminó, para ella de todos modos, no para mí.
Lo intenté... Realmente traté de dejarla ir, pero no pude. Le di un poco
de tiempo, después la invité a salir a cenar. Ella dijo que no, por supuesto,
pero yo no iba a permitir que finalizara el “nosotros”.
Le supliqué, rogué, le envié docenas de rosas, le envié dulces y
tarjetas, le compré esmeraldas y diamantes, le compré una oferta de café
de un año, le escribí una carta de amor, le escribí un poema, le envié
tarjetas electrónicas, le envié textos con clasificación X, le compré el
almuerzo a su departamento durante una semana, le envié un telegrama
cantado, le envié entradas para el teatro a todos los conciertos de salas
llenas en Broadway, le regalé boletos de temporada para la ópera, para el
ballet, para los Mets, para los Yankees, para los Knicks, para los Jets, para
los Rangers y para los Islanders.
Me negué a todos sus rechazos. Seguí hasta que me dijo que iba a
renunciar, y, finalmente, me di por vencido. Decidí que era mejor tenerla
como socia y amiga que no tenerla en absoluto. Estaba tan jodidamente
jodido.

82
16

U
na semana más tarde, Lane me recoge y me lleva a la Finca
Ryan.
Lane me presenta a su madre.
—Alexia esta es mi madre, Mary Frampton.
Ella me da un cálido abrazo.
—Alexia. Siento como si ya te conociera. Lane y Jaxson no pueden
dejar de hablar de ti.
—Frampton, ¿eh?
—Sí, y antes de que preguntes, no tiene relación con Peter.
—No iba a preguntar.
Ella me da una mirada escéptica.
83
—Está bien, lo iba a hacer.
—No hay problema, todo el mundo lo hace.
Lane recupera mi equipaje del maletero de un Audi A8 y Mary nos
guía detrás a un garaje con varios autos luego de un corto tramo de
escaleras tapiadas.
Cuando alcanzamos el rellano, Mary se voltea.
—¿Estás lista para ver tus nuevos alojamientos?
—Tan lista como la sandía.
Ella levanta una ceja interrogante.
—Lo sé, no lo entiendo bien. Es algo que mi abuela dice y todavía
tengo que encontrar alguna persona que lo entienda.
Mary abre la puerta y Lane y yo nos arrastramos detrás. Pasamos por
una iluminada cocina moderna, por un pasillo largo y tortuoso, pasando
habitación tras habitación.
—Conseguiremos que te establezcas, que tomes el almuerzo, y luego
te voy a dar una vuelta.
—Suena muy bien —le digo mientras continuamos.
Cuando llegamos al final del pasillo que se abre en un enorme hall de
entrada de mármol y caoba. Nos arrastramos a través del vestíbulo y hasta
una fracción de la gran escalera de caoba.
Cuando llegamos a la segunda planta, Mary señala a la derecha.
—La suite principal está a la derecha. —Se da vuelta y me hace un
guiño—. Todas las habitaciones están a la izquierda.
Lane y yo seguimos por el pasillo izquierdo. Pasamos varios dormitorios
y cuando llegamos a la habitación final ella abre la puerta.
—Este es mi cuarto favorito, Alexia. Está lleno de luz y está de frente al
jardín oeste.
Entro en una gran habitación bañada por el sol dominado por una
cama con dosel de metal y madera extra grande. Flanqueando la cama
hay un manto de caoba de chimenea de mármol y dos mullidos sillones
con estampado de flores verdes y azules. Dejo caer mi bolso con mi portátil
y mi bolsa de lona en una de las sillas y paseo hasta la ventana. Exploro el
jardín oeste. Me recuerda los formales jardines de la propiedad de la
abuela en Escocia. Echo de menos a la abuela y a sus amigos locos
maduros.
Me doy vuelta y camino hacia la cama mientras Lane pone mi
equipaje cerca de un aparador y luego planta su trasero en una silla. Miro 84
hacia el edredón.
—¿Quién es este?
Mary aparece a la cabeza del cuarto de baño dentro de la suite.
—Oh, ese es Justin Bieber.
—Camas BBC. Eso es espeluznante. —Tiro hacia atrás del edredón—.
Sábanas infantiles, súper espeluznantes.
Mary se pasea fuera del baño.
—Es una cama infantil con un conjunto de bolsas.
—Eso está mal.
—No me mires. Es la idea de Jaxson de una broma. Dijo algo acerca
de que era el único otro chico con quien te acostarías en su casa.
Ella no puedo evitar reír.
—Este chico infantil es un poco joven para mí.
—No es un león, ¿eh? —dice Lane.
Mary y yo lo miramos.
—Es un puma idiota —dice Mary, mientras sacude la cabeza.
—Lo que sea —responde él.
—Si piensas que esto es espeluznante, echa un vistazo al baño —
añade ella.
Me paseo al cuarto de baño. Tomo lo sobre cargado de JB. Hay una
gran pila de toallas impresas JB y ropa lavada. Un juego de cortinas de
ducha, alfombras, jabón dispensador, base para cepillo de dientes, bote
de basura y la tapa del inodoro completaban el conjunto JB. Me siento en
la tapa de cubierta.
—No tenía ni idea de que todavía hacían estos —digo y meneo mi
trasero.
—Sí, todavía los hacen. —Mary pone mala cara.
—Nunca he entendido el propósito de cubrir una tapa del inodoro.
—Yo tampoco. ¿Quién diablos sabe por qué? —Mary sonríe—. Pero
piensa, podrás decir que te sentaste en la cara de un chico. —Se ríe.
—No es algo que me gustaría incluso confesar.
—Puse sábanas lisas blancas y toallas extra en el armario de ropa.
Estoy de acuerdo, todo esto de muy infantil es un poco demasiado.
Salimos del baño.
—Bueno Alexia, nos iremos y te dejaremos desempacar y asentarte.
Vendré a buscarte para el almuerzo. 85
—Está bien, y Mary, gracias por todo.
—De nada. Todos estamos muy contentos de tenerte aquí. —Se
pasea a la puerta, sale, y luego la cierra detrás de ella.
Dos segundos después, abre la puerta.
—Lane —llama.
—¿Qué? —Él le da a su madre una sonrisa descarada.
—Lane —dice ella otra vez en esa “voz de mamá”. Ya sabes esa voz,
la que dice no te metas conmigo, muchacho.
—Está bien, ya voy. —Él salta y va a la puerta.
—Nos vemos más tarde Lex.
Asiento.
Él me guiña un ojo. Mary sacude la cabeza. La puerta se cierra y
permanece cerrada.
Mary viene al medio día como prometió. Me da un rápido recorrido,
después, me presenta al personal de la casa. Lester Bing, es el cocinero-
Jack-de-todos-los-asuntos y Mary es su BFF. Es un gran hombre con una
bocha desnuda. Don Limpio en carne. Me pregunto si Jaxson lo vería,
también.
—Alexia, es grandioso conocerte al fin —dice mientras me da un gran
abrazo de oso—. He estado experimentando con nuevas recetas
vegetarianas y no puedo esperar para que las puedas probar.
Mary se encoge.
—Espero que te guste el queso de soja —dice en voz baja mientras
caminamos fuera de la cocina.
—Así de mal, ¿eh?
Ella se vuelve y cuenta con los dedos.
—Hamburguesas de tofu, tacos de tofu, pizza de queso de soja, queso
de soja con lasaña, pan de queso de soja, espaguetis y queso de soja, en
bolas, tofu agridulce, miel de comida tofu y varios tofus sin nombre son sus
delicias culinarias.
Ella pone los ojos en blanco.
—Hemos tenido tofu en cada comida durante las últimas dos
semanas.
—Lo siento.
—No te preocupes. Lo mantiene fuera de mi cabello.
Vamos por un pasillo y salimos a los jardines traseros. 86
—Eso es todo el personal de la casa. Contrato ayuda adicional
cuando la necesito, lo cual es raro. No vemos mucho de Jaxson, pero
tengo la sensación de que eso cambiará ahora que estás aquí. —Me da
un guiño de complicidad.
Caminamos por los jardines al oeste y al sur, ¿o era el este y el norte?
Lo que sea.
Mary mueve sus manos y grita:
—¡Louie! —Un hombre más bien pequeño con una gorra de los Mets,
con una enorme sonrisa y una nariz enorme le devuelve el saludo.
Cuando lleguemos a él, Mary nos presenta.
—Louie, esta es Alexia.
—Oh, sí —dice con una ceja levantada—. Alexia la de Jaxson. —
Louie se quita sus desgastados guantes de jardinería y toma mis manos,
dándome un ligero beso justo por encima de los nudillos.
—Louie es el jardinero en jefe y el Jefe Coqueto.
—¿Yo? —dice él con fingida incredulidad—. No soy coqueto, me
encantan las mujeres, especialmente las mujeres hermosas. —Guiña un ojo.
—Los jardines de Louie son espectaculares. La mejor parte de la finca
—digo y su rostro se inunda con una mueca.
—Gracias querida. ¿Te gusta la jardinería?
—Nunca la he probado.
—Una virgen —responde él con una voz profunda y seductora—.
¿Podría mi día ser mejor? Sería un honor ser tu primer instructor hortícola.
Los labios de Mary se adelgazan en señal de desaprobación.
—Oh buen Dios Louie. Alexia es de la misma edad que tu nieta.
—Pero no es mi nieta, ¿no? Además, no puedes poner una edad en el
verdadero amor.
Mary pone las manos en sus caderas.
—En tus sueños Louie.
—Sí, un hombre todavía puede soñar e incluso tú, mi querida Mary, no
puedes controlar con qué o con quién sueño.
Mary niega.
—Eres un hombre enfermo Louie.
Él se ríe.
—Y te encanta.
Mary pone los ojos en blanco. 87
—Mañana tendremos una cena de bienvenida para Alexia. Los
cócteles se servirán a las siete. Asegúrate de llegar a tiempo y de que tus
manos estén libres de tierra.
—Sí, madre —resopla.
Nos despedimos y nos dirigimos hacia la casa.
Mientras caminamos, me acuerdo de algunos recuerdos cálidos y me
río.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunta Mary.
—Estaba pensando en el jefe de jardineros de la abuela, Liam.
—¿Es un sapo cachondo como Louie?
—No, no en absoluto. Por lo menos no lo creo. Tiene por lo menos
noventa, es casi ciego, está cerca de no tener dientes y no ha recogido un
rastrillo o pala en años.
—Buen Dios. ¿Cómo se ven sus jardines?
—Sus jardines son grandes. Afortunadamente, Liam tiene un montón
de ayuda. Conduce alrededor de la propiedad un viejo tractor
cortacésped dando órdenes y maldiciendo como una puta borracha.
Mary se ríe.
—Tu abuela debe ser todo un personaje para mantener a alguien
como él.
Ella sonrío.
—La abuela es definitivamente un personaje. Creo que Liam aprendió
la mayor parte de sus palabras coloridas de ella.
—Lane dice que tu abuela es escocesa.
—Su finca se encuentra en Escocia, pero la abuela es originaria de Los
Ángeles.
—¿En serio? ¿Cómo terminó en una finca en Escocia si no te importa
que pregunte?
—No, no en absoluto. Mis bisabuelos eran, supongo que ustedes los
llamarían agricultores Hollywood B. La abuela dice que lucharon durante
años tratando de obtener un descanso. Recuerda que vivió de sándwiches
PB & J y de jugo de uva durante meses. Una noche fueron a una fiesta en
las colinas y uno de sus amigos actores le presentó a un corredor de bolsa
de Nueva York. Este corredor y mi bisabuelo se cayeron bien,
convirtiéndose en amigos cercanos. Un día, este agente lo llamó y le dijo
que sacara todos sus ahorros y que comprara acciones de una empresa
llamada IBM. Bueno, el resto es historia, como se suele decir. Hicieron
millones en los últimos años, finalmente terminando en lo que es, pero no 88
en las películas.
Sigo con la segunda parte de la historia de la Abuela.
—Años más tarde la abuela se fue de vacaciones con sus dos mejores
amigas. Después de irse de fiesta durante dos meses en Londres se pusieron
en marcha hacia Escocia. La abuela me dijo que se aburrieron de los
hombres británicos, pero me enteré por sus amigas que las echaron de su
piso por ser ruidosas, lascivas y Yanks sueltas.
Mary se ríe.
Yo sigo:
—Así que de todos modos, estaban en su camino hacia unas ruinas
afuera de Edimburgo y se perdieron. Entonces se detuvieron en un bar
para preguntar direcciones. La Abuela entró y vio a un apuesto escocés
sentado en el bar. Se acercó a él y le preguntó por direcciones. Él le dijo
que si se tomaba una copa con él la llevaría personalmente a las ruinas.
Ella estuvo de acuerdo. Nunca llegaron a las ruinas, pero se casaron tres
semanas más tarde.
—Guau.
—Sí, vaya. Las ruinas que estaban buscando pasaron a ser parte de la
finca de mi abuelo, la más grande de Escocia. La abuela dice que
estaban destinados a estar juntos. Así que fue así como terminó en Escocia.
—Entonces, ¿qué hay de tus padres? —pregunta ella.
—Esa es una historia para otro momento.
—Está bien —dice Mary mientras caminamos a la cocina.
Dos semanas residiendo en mis nuevos alojamientos y estoy un poco
loca. Establezco una rutina con la esperanza de protegerme de los locos.
Corro, como, leo, mando e-mails, ando por ahí, como, corro, la, la, la. Pero
en las últimas dos semanas me he enamorado de todos en la finca. Su
amor por Jaxson es feroz y me encanta que cuenten historias sobre su
pasado... cómo padres orgullosos.
Con cada historia me cerco más a él, lo que me asusta como la
mierda.
Mary me dijo que Jaxson mojó la cama todas las noches hasta los
catorce años. Dijo que estaba tan mortificado que se quedaba levantado
y lavaba y secaba las sábanas y sus pijamas. Después, las reemplazaba
antes de que alguien las notara. Estaba tan agotado cada mañana que
se quedaba dormido mientras comía su desayuno.
89
Sus padres fueron un gran apoyo y le dijeron que no había problema,
que muchos de los niños mojaban la cama y que crecería y terminaría con
eso. Sin embargo, Jaxson continuó con su rutina nocturna.
Después de un año sus padres estaban desesperados.
Habían intentado todo. Jaxson, quien tenía casi quince años había
empezado a notar realmente a las chicas. Entonces Jaxson papá le
informó a su hijo que orinarse en la cama era genético. Los Ryan habían
sido hombres mojadores de camas por generaciones porque tenían
grandes penes y sus vejigas no podían contenerlos. Sólo necesitaba andar
por ahí y, al final, sería digno de ello porque se convertiría en la envidia de
sus amigos. Jaxson nunca se orinó en la cama de nuevo.
Lester me dijo que Jaxson comió sándwiches PB&J exclusivamente
entre las edades de cinco y siete. Sin importar lo que hicieran, eso era todo
lo que comía.
Louis me dijo que cuando Jaxson tenía diez años, se puso la capa de
Superman y saltó de un árbol y se rompió el brazo derecho y la pierna
izquierda.
Lane me dijo que Jaxson siempre lo había tratado como a un
hermano pequeño. Y, como todos los hermanos habían tenido una
relación amor-odio. Jaxson le enseñó cómo lanzar una bola curva, cómo
nadar, y la forma de andar en bicicleta. También le presentó el alcohol, las
drogas y la pornografía.
Lo llevó a su primera fiesta de fraternidad, a su primer bar y a su primer
viaje a Las Vegas. Y ahí es donde perdió la virginidad. Así que lo que pasa
en Las Vegas realmente no se queda en Las Vegas.

90
17

A
l final de mi tercera semana de arresto domiciliario, recibo a mi
primera visita.
—¡Oh Dios mío, amiga! ¡Te he extrañado jodidamente
tanto! —grita Jules mientras salta arriba y abajo en sus tacones Louis de
diez centímetros. Se ven como un par muy sospechoso.
—¡Te he echado de menos! —grito también, pero renuncio a saltar.
Me da un gran abrazo.
—Sólo te has ido durante tres putas semanas y me ha parecido
malditamente eterno. He estado tan jodidamente preocupada por ti.
Hombre, esas son un montón de maldiciones. He convertido a Jules en
una persona que maldice todo el tiempo. 91
Me libera, entonces da un paso atrás y me mira.
—Maldición, ¿has perdido peso?
—No lo creo.
—¿Estás comiendo mucho?
—Sí.
Me mira escéptica.
—¿No te estás restringiendo?
—¿Restringiendo?
—De comida.
—Por supuesto que no.
—No querrás perder tus encantadoras tetas.
—No te preocupes, mis tetas no irán a ninguna parte.
Jules se quita su abrigo y lo deja en mi cama. Entonces, ve poco a
poco alrededor de la habitación.
—Bonito alojamiento —dice con sorpresa.
—Sí. ¿Qué esperabas?
—No lo sé. No esto. —Jules da un paseo alrededor de la habitación
con especial atención en los bordes.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy buscando la calefacción.
—No hay calefacción Jules. Pero al final del pasillo hay un cuarto
cerrado que no estuvo en el gran tour. Mary lo pasó de largo, como si ni
siquiera existiera. ¿Qué podría estar detrás de esa puerta cerrada? ¿Qué
piensas? —la provocó—. Tal vez látigos, cadenas, bancos para follar,
mesas para follar, todo tipo de juguetes sexuales sucios y tortuosos
dispositivos para follar. Tal vez incluso un radiador o dos.
—Ja, ja. Continúa y búrlate de mí, búrlate. —Me enseña la lengua.
Hace mucho eso.
Suspiro.
Jules encuentra una de las sillas con estampado de flores y me uno a
ella en la otra. Alguien toca en la puerta y Lane asoma la cabeza.
—¿Están decentes?
—No si puedo evitarlo, Chico de Hoyuelos —ronronea Jules.
Sonríe como un tonto y camina cargando una caja y una bolsa.
92
—¿Dónde debo colocar estas, Jules?
Ella señala.
—Justo aquí, junto a la chimenea.
Lane las pone abajo.
—¿Trajiste regalos?
—Por supuesto.
—¿Qué me trajiste?
Lane sonríe.
—Algunas cosas muy interesantes.
—¿Las miraste? —resopla Jules.
—Como si tuvieras que preguntar.
—Eres un chico muy malo. —Jules hace un amago de regaño.
Lane camina hacia la puerta y su teléfono suena.
—Sí jefe. No. Sí. No lo creo. Ella lo está —dice, y me guiña el ojo—. Sí.
Bien, copiado. —Volvió a guardar su teléfono en el bolsillo—. Ese era el jefe.
Su avión acaba de salir de Los Ángeles. Dice que te verá esta noche.
Jules levanta una ceja.
—¿Te verá esta noche? Parece que no vas a necesitar mis regalos.
—¿Y qué regalos serían esos?
—Una varita vibrante de masaje a prueba de agua y una nueva
marca de cliterator repleto de arte.
—¿Qué demonios es un cliterator? —pregunta Lane.
—No querrás saberlo —le respondo.
—Sí, lo hago. Dijiste clítoris, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces como el infierno sí, quiero saberlo. Soy un chico.
Jules le da una mirada.
—Sí, lo eres. Y uno muy bueno.
Lane le regala una devastadora sonrisa con hoyuelos.
Me aclaro la garganta.
—Lane ¿no tienes trabajo que hacer?
—No. Estoy libre hasta esta noche.
—¿En serio? Estoy segura de haber oído a tu madre diciendo algo
acerca de limpiar... algo. 93
Él se encoge de hombros.
—Está bien, no hay una pared de ladrillos aquí. Las dejo a las dos
bellas damas hablar de su clítoris. —Se ríe, pavoneándose hacia la puerta y
saliendo.
—Si necesitan ayuda con el cliterator, sólo envíenme un mensaje —
grita a través de la puerta.
—Lane —le digo a la puerta.
—Lex —se burla y abre la puerta.
—Está bien, iré a limpiar... algo. —Cierra la puerta y escuchamos
esperando que se alejen sus pasos.
Jules se sienta y suspira.
—Lex, ¿cómo estás? ¿Realmente? ¿Y qué pasa con Jaxson?
—Estoy bien. En serio. No lo he visto ni he hablado con él. Nos hemos
enviado mensajes vía SMS y por correo electrónico. ¿Por qué?, ¿crees que
algo está pasando?
—Nick acaba de decir que parecía que así era.
—Nick lo dijo, ¿eh? ¿Cómo está Ken Malibu?
—Es genial. Cuando señalaste antes de que se pareciera a Ken no
estaba segura. Pero sí, ahora lo veo.
—Pensé eso desde el momento en que lo conocí.
—Lo gracioso es que odiaba los muñecos Barbie y Ken cuando era
niña.
—Yo también.
—Simplemente no eran correctos, ¿sabes?
—Sí, lo entiendo. Representan una imagen corporal artificial e
inalcanzable que confunde a las niñas pequeñas.
—Bueno... no. Eso no es lo que estaba pensando. Estaba pensando en
que tenían que ser más anatómicamente correctos.
—Por supuesto, eso es lo que estabas pensando. Caminé directo a
esa trampa, ¿no es así?
—Seguro que lo hiciste. Has estado haciéndolo mucho últimamente.
Estás fuera del juego de hermana.
—Marco envía su amor y besos. Me dio un libro para darte. Alguna
biografía o algo así.
—¿Pudiste verlos a él y a Henry irse? 94
—No, estaba en la corte. Nick y yo cenamos con ellos anoche. Me
aseguré de darles tu tarjeta.
—¿Puedes creer que han estado casados durante tres años?
—No, parece que fue ayer. Dios se ven caliente juntos, ¿no es así?
—Sí. Increíblemente calientes.
—Bueno, estuvieron hablando sobre la estancia en la Villa. Les
encanta ese lugar.
—Lo sé, es por eso que decidí regalárselas.
—Oh Dios mío, Lex. Estarán en la luna.
—No he estado allí en años y ellos quieren ir varias veces al año.
Quería darles las escrituras antes de salir, pero hubo un retraso con el
papeleo. El agente que contraté en Florencia no recibió la
documentación presentada a tiempo.
—Bueno estarán encantados a muerte.
—Aquí todo el mundo parece tan agradable. Conocí a Lester cuando
Mary me envió a la cocina con Comidas de Marco. Se parece a Don
Limpio.
Me reí entre dientes.
—Sí, igualito. Hombre agradable, pero Dios bendiga a Marco por
enviarme las comidas. Lester piensa que lo único que comen los
vegetarianos es tofu.
—Entonces, ¿cómo va tu investigación?
—Bien. Mejor que bien.
—Basta de hablar de mí. Quiero detalles acerca de ti y Ken.
—Es tan bueno conmigo, Lex. Al principio pensé que sería raro porque
representaba a su ex esposa, y realmente me gusta ella. Pero nunca ha
sacado el tema.
—Te ves feliz, Jules.
—Lo estoy. Cuando me miro en el espejo. No me reconozco. Soy una
persona satisfecha y realizada.
—Estás enamorada, Jules. Lo llevas escrito en la cara.
—Sí, lo estoy. Él es el único, Lex.
—¿En serio? ¿El único?
—Sí, si alguna vez me pidiera que me casara con él, lo haría.
—De la chica que dijo que nunca volvería a casarse. Es sólo para que
nunca digas nunca. 95
—Me asusta muchísimo, Lex.
—¿Por qué?
—Porque sólo hemos estado saliendo durante un par de semanas y ya
siento que no puedo vivir sin él.
—Sí, las relaciones dan miedo. No es que sea una experta ni nada,
pero no tienes que ser una experta para entender eso. Entonces, cómo es
el... —Levanto una ceja en complicidad.
—Es fantástico.
Y hablando de sexo telefónico, el teléfono de Jules suena. Ella
contesta y sonríe de pendiente a pendiente.
Levanta un dedo diciendo sólo–un–segundo. Su sonrisa es contagiosa
y me encuentro sonriendo junto con ella, mientras habla con el señor Caín.
Me encanta Jules. Somos completamente opuestas pero parece que
funcionamos bien juntas. Jules es impresionante. Siempre me recordó a
una Barbie y sí, me parece irónico que Nick me recuerde a Ken. Ella tiene
los ojos azules grandes y una pequeña nariz linda a lo Barbie. Es curvilínea y
está orgullosa de ello.
Jules mira el mundo en color y sí, es diferente, aunque esté un poco
chiflada. Sus desventuras son legendarias y, a veces, simplemente
jodidamente sencillas. Pero bueno, esa es sólo Jules. Pienso que nuestra
conexión es profunda porque las dos tuvimos infancias inusuales y difíciles.
Bueno, tenemos problemas —en cuestiones paternales—, problemas
de relaciones, problemas de confianza y así sucesiva y sucesivamente.
Observo a Jules, mientras habla con él. Está enamorada y se ve bien
en ella. El amor es maravilloso y aterrador. De acuerdo, ¿qué diablos sé de
eso? No mucho, soy pésima en ello.
La abuela dice que sabes que él es el bueno cuando tu corazón da
un vuelco. Cuando nos fijamos en él y salta, y cuando te mira, salta.
Cuando escuchas su voz, salta. Cuando te toca en el hombro o si sientes su
aliento en tu cuello... salta, salta. Cuando respiras su aroma, salta. Cuando
respiras el suyo... salta–salta. Cuando miro a Jaxson, oye, lo siento, mi
corazón no omite latidos, sino que casi se detiene. Loco ¿no? ¿Qué
demonios voy a hacer?

96
18

E stoy tumbada en la cama enclavada entre mis sábanas de


Beep. Siento algo rozar mi pierna. Me hace cosquillas y lo pateo.
Vuelve y lo pateo de nuevo. Entonces habla, pero las palabras
son confusas. Continúa tirando-hablando y le digo que se calle la boca y
se vaya lejos. Luego se ríe y tira de mi cabello. Me agito por ello. Entonces
lo oigo decir mi nombre y abro un ojo. Hace calor. Bien, maldito calor pero
estoy malditamente cansada.
Me quedé tarde jugando los finales de póker, tomando whisky y
fumando cigarros con mis nuevos amigos. Tira de mi cabello otra vez y
abro el otro ojo.
—¿Qué demonios estás haciendo?
—Estoy sentado en tu cama, jalándote las piernas y tirando de tu
cabello.
97
—Permíteme parafrasear. ¿Qué cojones, haces en mi habitación?
—Tienes una gran boca sucia, Alexia.
¡No jodas, Sherlock!
—No respondiste a mi pregunta.
Él me da Las Cejas.
—No me vengas con Las Cejas. Las odio y es demasiado temprano.
Sólo tienes que irte lejos.
—¿Por qué?
Abro los ojos.
—¿Por qué?
—¿Por qué odias Las Cejas? —Sonríe.
—¿En serio?
—En serio.
—Me molestan y tienes un infierno de arruga-bache, justo entre las
cejas.
Él frota el espacio entre sus cejas. Lo siento hombre eso no va a
ayudar.
—Entonces... ¿por qué estás aquí? —vuelvo a preguntar y me siento
sobre los codos.
—Sólo quería verte.
—¿Por qué?
—He echado de menos tu hermoso rostro, tu sarcasmo y tu boca
sucia.
Pongo ojos cansados.
Sonríe.
—Está bien, no perdí el orinal, sólo la boca.
Me froto los ojos.
—¿Qué hora es?
—Alrededor de las cinco.
—¿¡Las cinco!? —Caigo hacia abajo, agarro mi almohada y la pongo
encima de mi cara—. Podemos hacer esto más tarde, tengo dolor de
cabeza —murmuro a través de mi almohada.
—Ni siquiera hemos jodido y ya tienes dolor de cabeza. —Se ríe, no
hago caso de eso—. Te lo mereces; eres una mala influencia, señorita
Keith. 98
—¿Cómo?
—Corrompiste a todo mi personal de la casa.
—¿Corromper?
—Sí, está dañado.
—Hey, fue idea de Lester jugar al póker, Mary suministró el whisky y
Louie, los cigarros. Yo sólo me presenté.
—Y debido a que sólo te apareciste, Louie invitó a sus locos primos a
que pasaran a mi biblioteca. Lane se emborrachó y no me pudo recoger
en el aeropuerto. Y eso me forzó a tomar un taxi y me quedé en la ciudad.
Mary está MIA11 y Lester está colgado también haciéndome el desayuno.
—Eso es lamentable, pero no es mi culpa. Y para tu información, el
personal de la casa ya estaba corrompido.
—Tal vez. Y para tu información, es extraño y grosero hablar contigo
mientras tienes enterrada la cabeza debajo de la almohada.
—No vas a desaparecer, ¿verdad?
—No. Te he echado de menos y tenemos que hablar de cosas.

MIA: Missing in action, perdidos en acción.


11
—Está bien, te veré en la cocina. Podemos hablar mientras te preparo
algo para desayunar.
—Ve y vístete, te esperaré.
—No, te veré en la cocina.
—Esperaré.
—Tengo que hacer pis, Jaxson, y te agradecería que tuvieras a bien
bajarte de mi cama y esperar en la cocina.
No se mueve. Le doy puntapiés a través de las sábanas.
—Entonces... si pateas… —no importa—. Patada. Patada.
—No me importa. Tienes miedo de que te vea en pijama.
—¡No! Por favor, sólo vete, necesito hacer pis.
—Seré bueno.
—Por el amor del infierno, ¡Jaxson! —Arrojo la almohada de mi cara y
la lanzo de vuelta a la cubierta de BBC. Me levanto y me marcho al baño
en toda mi, menos gloria, y firmemente cierro la puerta.
—¡Joder, Alexia!
—¡Boca sucia! —grito a través de la puerta.
99
Hago pis, me lavo los dientes, y luego tiro de mi salvaje cabeza-de-
cama, tomo mi cabello oliendo a cigarro en una cola. Busco mi bata que
está colgando de la puerta, pero cambio de opinión. Este es mi cuarto, por
ahora de todos modos, y duermo así. Y bueno, ya ha visto la mercancía.
Abro la puerta y otra vez salgo en toda mi menos gloria marchando a
la cómoda. Saco un sujetador, bragas a juego y medias, luego las tiro a la
cama. Luego saco una camiseta y pantalones de yoga y los echo a la
cama. Camino hacia el armario y agarro algunas zapatillas deportivas
luego camino de regreso a la cama.
Me paro delante de Jaxson, cuyo trasero no se ha movido ni un
centímetro. Me mira con una sonrisa descaradamente ridícula, que le
ocupa toda la mitad inferior de su rostro. Empiezo a vestirme, pero muy
lentamente.
—Cristo, Alexia.
—Este es mi espacio, estúpido.
—Hey, no me quejo. —Se mueve a la mitad de la cama, toma dos
almohadas, las empuja por detrás de su cabeza y se acuesta de espaldas.
—¿Estás cómodo?
—Mucho.
Pongo los ojos en blanco mientras levanto mi ropa interior y tiro hacia
abajo del sujetador.
—Si hubiera sabido que vendrías para el espectáculo habría hecho un
poco de palomitas en el microondas. —Lo miro inexpresiva y se ríe.
—Diablos, si hubiera sabido que habría un espectáculo, hubiera traído
las mías propias.
—La próxima vez que te envíe por texto la hora y la fecha del
espectáculo ven con un montón de tiempo para hacer estallar tus
palomitas.
Termino de vestirme entonces, me siento en la cama y me pongo las
zapatillas deportivas.
Él balancea sus larguiruchas piernas por el otro lado de la cama.
Me levanto y lo veo acomodándose.
—De verdad me extrañaste.
Él se da la vuelta.
—No tienes ni idea.
No puedo evitar notar el amplio bulto que ha vuelto sus holgados
vaqueros en vaqueros ceñidos. 100
—¿Podrás caminar con esa cosa?
Se ajusta a sí mismo de nuevo.
—Creo que podría necesitar un minuto.
—O diez —digo y meneo las cejas.
Él mira su bulto.
—Te veré en la cocina en diez. —Miro de nuevo—. O en veinte.
Camino a la puerta.
—Para tu información, yo también te extrañé.
19

D os días después, Jaxson Ryan ofreció una cena de caridad


para niños con discapacidad de aprendizaje en la finca.
Desde la casa de huéspedes donde Lane y Mary residían, Lane
y yo veíamos a los invitados llegar formalmente vestidos.
—Parece que será un gran festejo —le digo y tomo un sorbo de
whisky.
—Sí, claro que deseo haber sido invitado —dice Lane con una sonrisa
sarcástica.
—Sí, yo también. No puedo tener suficientes cenas benéficas de lazos
negros. Así que Sr. Lane Gray, tendrás la noche libre. ¿Irás a Disney o a una
cita caliente?
—Tenía la esperanza de que pudiéramos pasar el rato.
Levanto una ceja.
101
—Simplemente pasar el rato, ¿eh?
—Sí.
Continuamos mirando llegar a los invitados.
—¿Más whisky? —pregunto y agarro la botella.
—¿Está tratando de emborracharme, señorita Alexia Keith, así podrías
tomar ventaja de mí?
Me río.
—¿Tengo que emborracharle señor Lane Gray, para aprovecharme
de usted?
—No. Puedes aprovecharte de mí en cualquier momento y en
cualquier condición.
—Lo tendré en cuenta. Entonces, ¿en qué consiste simplemente
“salir”? Aparte de beber.
—En cualquier cosa que quieras —ronronea él.
Pongo los ojos en blanco.
—Podríamos drogarnos. —Él levanta una ceja.
—¿En serio?
Treinta minutos más tarde...
—Amigo, esto es algo de mal cannabis —le digo mientras exhalo—.
Tal vez deberíamos abrir una ventana o salir a la calle. No creo que tu
mamá agradezca que su casa huela como un bar de marihuana.
—Vamos a salir al garaje —dice Lane.
Vamos a uno de los dos garajes y entramos por una puerta lateral.
Lane enciende una luz.
Caminamos alrededor mientras pasamos un porro entre nosotros.
—¿Cuántos autos posee el Jefe? —pregunto.
—Veinte autos y tres motos.
—¿Quién demonios necesita veinte autos?
—Un millonario aburrido.
—Conozco a un millonario aburrido que no tiene ninguno.
—Tal vez no es una cuestión de necesidad. Uno ni siquiera necesita un
vehículo.
Me río.
—¿Qué es tan gracioso? 102
—No lo sé. Debo estar realmente drogada porque me recordaste a
Kung Fu12.
—El tipo Carradine
—Sí
—¿Por qué te recuerdo a él?
—No es una cuestión de necesidad saltamontes, porque uno no
necesita un vehículo —digo con mi mejor voz de Maestro Kung Fu.
Lane empieza a ahogarse mientras inhala. O tal vez estaba
exhalando. Lo que sea. Agarro el porro y le doy una palmadita en la
espalda.
—¿Estás bien hombre?
—Estás drogada y eso fue jodidamente hilarante.
—Gracias, saltamontes.
—¿Por qué me llamaste saltamontes? —pregunta.
—Es que... él... no tengo ni puta idea.
Continuamos paseando por el garaje.

Kung Fu: Serie de los años 70 que relata las aventuras de un solitario monje chino.
12
—¿Cuál auto es tu favorito?
Lane serpentea a lo largo de un Mustang convertible rojo cereza.
—Este —dice mientras pasa la mano por encima del capó—.
Excelente condición, de1966, con todas sus piezas originales.
—No sé una mierda sobre autos, así que estoy asumiendo que es uno
bueno.
Él sonríe.
—Sí, es bueno.
Nos abrimos paso a un nuevo Range Rover.
—Este es nuevo.
—Sí, el jefe lo acaba de adquirir. ¿Te gustan los Rovers?
—Supongo, aprendí a conducir en uno. —Voy a la puerta del lado del
conductor y me sorprendo cuando se abre—. ¿No cierras las puertas?
—Por lo general no. —Subo y me siento al volante.
Lane se une a mí y se sienta en el asiento del pasajero.
Se acomoda entonces, busca en el bolsillo de su camisa y saca otro
porro más ligero. Lo enciende, le da un golpe, y me lo da a mí.
103
Se ríe mientras exhala.
—Jaxson dijo que teníamos que romper el hielo.
Me río.
—Estoy segura de que no quiso decir reemplazar el olor a auto nuevo
con olor a marihuana.
Nos sentamos y fumamos en silencio durante un minuto.
—¿Así que dijiste que aprendiste a manejar en un Rover?
—Sí, mi abuela me enseñó. El volante, por supuesto, estaba al otro
lado.
—¿En el Reino Unido? —pregunta.
—Sí, en Escocia.
—De ninguna manera amiga. ¿Es raro del otro lado?
—No era raro hasta que llegué a Estados Unidos. —Sonrío para mí
misma—. Mi primera experiencia de conducción en Estados Unidos fue con
un Winnebago.
—¿Por qué una casa rodante?
—Porque tenía un deseo de muerte —lo digo con sarcasmo—. Marco,
Jules y yo nos fuimos tres meses, en un viaje a través del país hace unos
años. Nuestro punto de partida fue Washington DC y terminamos en Los
Ángeles.
—¡Amiga! Eso suena impresionante. —Hace una pausa—. Pero... tres
meses con Jules en una Winnie, tuvo que ser duro.
—Hubo momentos en que queríamos estrangularla, pero resultó ser el
mejor verano de nuestras vidas. Tres meses de prácticas, de visitas turísticas,
de perdernos y de acostarnos.
—Echando un polvo ¿eh?
—Sí, hubo una conquista en todos los estados.
Lane me da una mirada de incredulidad.
—De ninguna manera. ¿Todo menor a cuarenta y ocho?
—Claro que sí. Pues bien, no en todos los estados. Nos saltamos el
Medio Oeste, Utah, Idaho, Wyoming y algunos otros.
Las ventanas del Rover comienzan a empañarse, de modo que abro
la puerta. Al tomar el aire fresco me pongo un poco mareada.
—A la mierda. Amigo estoy drogada —digo y sostengo mi cabeza.
—¿Estás bien? —pregunta Lane mientras pone su mano en mi
hombro. 104
—Sí, sólo un pequeño cerebro derritiéndose.
Él me mira fijamente durante un minuto.
—¿Qué? —pregunto.
—Iba a preguntarte algo, pero no puedo recordarlo. —Hace una
pausa por varios segundos—. Oh sí. Iba a preguntarte... mierda se me
olvidó otra vez. —Arruga la frente con concentración—. Bien, ahora me
acuerdo. ¿Por qué dices amigo y hombre cuando estás drogada?
Pienso en eso por un minuto. Cuanto más lo pienso, más me duele la
cabeza.
—Joder, hombre, amigo, no sé.
Lane me mira.
—Maldita sea estamos drogados. Necesitamos aire fresco. —Lane
abre la puerta y sale.
Yo lo sigo.
—¿Y ahora qué, hombre? —pregunto mientras le devuelvo el porro.
—Vamos afuera amiga. —Agarra mi mano y salimos del garaje.
20

N os paseamos por los jardines durante unos minutos. Froto mis


manos sobre mis brazos.
—¿Tienes frío?
—Sí, un poco —digo y sigo frotando mis brazos. Damos un paseo más
allá de las piscinas.
Lane se para y me da una sonrisa descarada.
—Está bien, ¿qué está pasando?
—Esa piscina —dice mientras señala la piscina descubierta que está
más cercana a la casa—, está caliente. —Levanta sus cejas—. ¿Qué
piensas amiga?
Me muerdo el labio.
—No sé hombre. 105
—Te va a calentar. —Me da una sonrisa de esperanza.
—Está bien, amigo. Vamos a nadar.
Hacemos nuestro camino al lado del garaje, y Lane abre una caja de
seguridad.
Sale con una llave que dice Puerta de la Piscina.
—Esta abre la puerta que rodea las piscinas.
—¿En serio? Me aseguraré de recordarlo. —Sonrío. Hombre, el amigo
está elevado.
Caminamos a la puerta; la abre y entramos a la piscina climatizada.
—Bueno, tú primero —le susurro.
—¿Por qué susurras? —Sacudo mi cabeza—. No tengo maldita idea,
hombre.
—¿A qué temperatura está el agua? —pregunto.
—No tengo ni idea, amiga. Quítate los zapatos y mete tu dedo del
pie.
Me quito una bota y el calcetín, luego me inclino y meto el pie.
—¿Y bien? —pregunta con las manos en las caderas.
—No estoy segura, mi pie está dormido.
Él se encoge de hombros.
—Entonces sólo me meteré.
Él tira hacia abajo, y tengo que ver.
—Bonito gordito tienes en marcha allí, Sr. Gray.
—Cállate, Lex, sabes que quieres algo —dice. Luego sacude sus
caderas y me da un engreído saludo. Literalmente.
—En tus sueños, chico grande.
Él se ríe y se acerca al trampolín y luego se detiene.
—¿Acabo de desnudarme delante de ti y de menear mi basura?
—Sí, seguro que lo hiciste. —Pone sus manos sobre su cara y mueve la
cabeza.
—Oye, no te preocupes, no recordaremos nada de esto.
—¿Tú crees?
—No, vamos a recordar todo.
—Mierda.
—Es bastante impresionante. 106
Él sonríe.
—Lo es, no lo es. Tengo muy bien mi basura.
—Bueno, basta de ser arrogante sobre tu pene, sólo aviéntate del
maldito trampolín. ¡Haz un frontal doble!
—¿Qué? ¿Qué diablos es un frontal doble?
—No lo sé.
—Estás tan alto, hombre.
—Sí, creo que ambos lo estamos.
Él camina hasta el final del trampolín. Mueve sus brazos y piernas.
Como si eso fuera a ayudar.
—Aquí va nada —dice, luego salta a la piscina. Va por la superficie y
se frota la cara—. ¡Maldita sea eso dolió!
Me río tan fuerte que tengo que sentarme.
—Bonito fracaso, te daré un tres por hacerme reír con tanta fuerza.
Me da una mirada sucia.
—Un tres, ¿eh? —Sigue frotándose el rostro.
—¿Estás bien, amigo?
—Sí, sólo me aseguraba que nada estuviera roto.
—¿Aplastaste al Sr. Gordito? —Hago pucheros.
Él mira hacia abajo.
—No. No lo creo de todos modos. —Lo comprueba para asegurarse,
entonces me da pulgares arriba y una sonrisa descarada—. Todo está
bien.
—Después de esa demostración de gran buceo creo que voy a tener
que pasar.
—¡De ninguna maldita manera! Mueve el trasero a ese trampolín.
—Bien. No tienes que gritar.
Me arranco la otra bota y el calcetín y luego me pongo de pie y me
quito la ropa y paso sobre Lane. Camino hacia el trampolín.
—Está bien, vamos a verte vencer ese tres.
—Como si fuera difícil —resoplo y camino hasta el final del trampolín.
Estiro mis brazos por encima de mi cabeza y luego ruedo mis caderas.
—¿Qué estás haciendo?
—Estirándome, aflojando los músculos. ¿No se supone que haces eso
primero? 107
Él piensa un minuto.
—Supongo que no podría lastimar. Tal vez ahí es donde me
equivoqué.
—Tal vez. Pero creo que podrías haberte estirado durante una
década y aún tendrías la cara golpeada.
—Voy a tener que estar de acuerdo contigo en eso. Soy un
zambullidor de mierda sobrio o no.
Me inclino y toco los dedos de mis pies.
—¡Mierda! ¡Diez!
—¿Qué? Yo no hice nada.
—No necesitas hacerlo. Quédate ahí y seré un hombre muy feliz.
Yo me estiré.
—Sí, claro, Chico Gordito. —Corro a mi sitio y el trampolín se mueve—.
Dios ¡Está malditamente frío acá!
Él tose y dice con un mal acento sureño y simplemente erróneo.
—Sí lo hace, señorita.
Miro hacia abajo y sigo su mirada.
—Hey, ojos fuera de los senos. Y para tu información tu acento sureño
es espeluznante.
Él resopla como un cerdo.
—Se supone que sería suave y sexy.
—Bueno, perdiste el tren. Era espeluznantemente raro.
—¿Y eso es algo malo?
—Si es espeluznante, es malo amigo.
Él sigue mirando mis senos.
Yo levanto una ceja.
—Ojos fuera de los pechos.
—Sí, claro, como si eso fuera a suceder. —Nada más cerca del
trampolín.
—Antes de que saltes y posiblemente quedes inconsciente o peor, me
gustaría informarte que creo que tus pechos son espectaculares. Los
mejores de verdad que he visto nunca. Bueno, tal vez los segundos
mejores.
—Los segundos mejores ¿eh?
—Sí, Katie Allen. Maestra de séptimo grado de ciencia, tiene los 108
mejores de la historia.
—¿Cómo fue qué... no importa realmente no quiero saberlo.
—Estás segura, realmente fue muy inocente. Bueno, algo así.
—Eso es lo que pensé. Más o menos.
—Bien. Sal de ahí y aviéntate ya.
—Muy bien creo que haré una vuelta.
—Yo creo que se llama ser un ganador, hombre.
—Lo que sea. —Me doy la vuelta y doy un paso atrás al final del
trampolín. Muevo mis pies para que mis talones acaben colgando. Alzo los
brazos por encima de mi cabeza y me pongo en posición de espalda para
la inmersión. Respiro hondo y pienso en lo loco y estúpido que es esto.
Malditamente loco.
—Muy bien, ganadora de... lo que sea, en tres. Uno, dos...
—Antes de que te avientes. —Lane exhala—. Sólo quería decir que tu
trasero es jodidamente increíble.
Miro por encima de mi hombro.
—¿Ya terminaste?
—Sí, terminé.
Me re posiciono a mí misma y respiro.
—Está bien en tres. Uno, do...
—¡Espera! —Levanta las manos—. Lo siento amiga, pero ¿sabes qué
diablos estás haciendo?
Me muerdo el labio.
—Creo que sí. Quizás. Es más, ¿importa?
—Sólo estoy preocupado por tu seguridad señorita.
—Me estoy congelando así que no habrá más interrupciones. —Exhalo
y me odio a mí misma por ser tan malditamente competitiva incluso
mientras estoy incapacitada—. Está bien, ¡aquí va nada! —Salto atrás, me
pliego, me tuerzo, y luego golpeo el agua. Voy a la superficie y me reviso.
No hay dolor o sangre, estoy bien.
Lane nada a mi lado abierto como un pez.
—Te ves como un mero, Lane.
—¡Mierda! Amiga, creo que en realidad diste una vuelta... o algo allá
atrás.
—Sí. Realmente no tenía ni idea. Entonces, ¿cuál es mi puntuación? —
Exhalo y saco mi cabello mojado largo de mi cara. 109
—¡Un diez perfecto!
—Enfermo —digo y ambos reímos.
—Eso fue una locura, de miedo.
—Sí, y el final de nuestras carreras como buzos elevados-hasta-
nuestros-traseros.
—Estoy de acuerdo en eso hombre, una vez fue más que suficiente.
Nadamos alrededor, riendo como dos drogadictos de la secundaria.
Nado hasta estar cerca de Lane.
—Me gusta tu piercing en la ceja.
Él sonríe.
—Gracias amiga.
—¿Es amiga en femenino, o amigo-a?
Él se ríe.
—¿Por qué no? Amigo-a será.
Nado aún más cerca.
—¿Tu lengua está perforada?
—Sí.
—¿Se te queda la comida atrapada en él?
Él inclina la cabeza.
—No. No lo creo de todos modos. —Saca la lengua, meneándola
como un perro—. ¿Ves algo?
Floto más cerca y miro por encima de su lengua.
—No, se ve libre de alimentos. No lo entiendo.
—¿Entender qué?
—Todo el asunto de la lengua perforada. Creo que es un poco
asqueroso.
—A las polluelas les gusta.
Arrugo la nariz.
—Eso es lo que he oído. Nunca he tenido la experiencia yo misma.
—¿En serio? —Él levanta una ceja.
—¿Puedo sentirlo?
Él sonríe como si acabara de ganarse la lotería.
—No ahí idiota. En mi mano.
Le doy la palma de mi mano. 110
—No se puede experimentar de esa manera.
—Puedo usar mi imaginación. —Levanto mis cejas.
Él flota lejos de mí.
—Mierda, hombre. ¿Estás tratando de torturarme?
—¿De torturarte? —Me río.
—Tonta, amigoa, no voy a lamer tu mano, mientras imaginas...
sabes... qué.
Sonrío y me inclino más cerca.
Él se empuja hacia atrás.
—Lex ¡detente! Yo... bueno... ya sabes que con... ya sabes.
Inclino mi cabeza.
—Oh, lo entiendo, el señor Gordito está cada vez más gordito. —Nado
un par de círculos a su alrededor.
—Tengo una perforación en la nariz. ¿Ves? —Señalo un pequeño
agujero en el lado izquierdo de mi nariz.
Él se desplaza más para mirar, después, flota de nuevo y silba.
—Necesito un minuto. —Nada al otro lado de la piscina y de regreso.
—¿Estamos bien?
—Sí, todo está bien, amigo-a. Simplemente trata de mantener los
pechos bajo la superficie.
—Los pechos están llegando a ti, ¿eh?
—Sí, hombre.
Flotamos por un minuto o dos y una luz se enciende en el solárium y
nos congelamos.
—¡Mierda! Mantén tu cabeza hacia abajo, Lex.
Bajo la cabeza y suelto risitas. Lane se une y no podemos parar. Otra
luz se enciende y nos volvemos para mirar.
Vemos a un hombre corpulento con un esmoquin y a una mujer rubia
delgada en un largo vestido formal rojo entrar.
—¿Qué están haciendo? —le pregunto a Lane.
Él mira de reojo.
—No se puede ver. Vamos a acercarnos, pero mantén la cabeza
hacia abajo.
—Está bien —le susurro.
Vamos al otro lado de la piscina. Hago un gran esfuerzo para 111
mantener mis senos por debajo de la superficie, pero no es fácil.
Llegamos al borde de la piscina y vemos como el hombre se coloca
detrás de la mujer. Le da a su trasero una palmada entonces agarra la
parte de atrás de su vestido y tira hacia arriba más allá de sus caderas.
Luego mueve lentamente sus bragas hasta sus rodillas.
Lane y yo nos miramos el uno al otro y levantamos nuestras cejas.
El hombre le da a su trasero otra nalgada, entonces ella y su trasero se
inclinan sobre la parte de atrás de una tumbona.
Lane y yo nos miramos el uno al otro de nuevo —en silencio—
debatiendo si debemos continuar viendo. Él asiente, y luego yo asiento.
Luego nos reímos y seguimos adelante.
El hombre tira para arriba de las caderas de la mujer obligando a su
trasero a levantarse y baja la cabeza contra el frente de la tumbona. Da
un paso a un lado y la deja colgando, mientras se quita la chaqueta del
esmoquin y la arroja al borde de una silla de mimbre cerca. Se ajusta los
pantalones y tira de ellos para bajar la cremallera, dejándolos caer y
amontonarse a sus pies. Se vuelve y nos regala una vista completa de su
trasero.
—Oh, ¡Dios mío! —exhalo—. Ese es el trasero más peludo que he visto
nunca.
—Sí, podría usar un recorte.
Miro a Lane pensando que debería hacer una cita para su examen
de la vista.
—Un recorte. Al infierno. Estamos hablando de una vista seria de
hombre aquí.
El hombre se vuelve y nos da una mirada de un frontal completo.
—Oh, ¡hombre! Amigo, es asqueroso. —Lane arruga su cara.
Niego.
—No creo que pudiera ser peor. Amigo estuve tan mal. —Me
estremezco.
—Pobre flaca. Tómalo por detrás y no mires hacia atrás. Nunca.
—He visto cosas peores —dice Lane que es un experto en hombres
peludos.
Levanto mi frente.
—De ninguna puta forma, amigo.
—Sí de alguna puta forma. Había un profesor en la Universidad de
Nueva York que solía trenzar y peinar el cabello de su cuerpo.
—¿Cómo y por qué sabes eso? 112
—Las chicas le tomaron fotos y las pusieron en el correo.
—Eso es enfermizo, no es bien enfermizo, sino mal enfermizo. —Entorno
los ojos. Tal vez tengo que tener mis ojos examinados—. Ni siquiera puedo
ver lo suyo a través de la jungla.
Lane mira de reojo.
—Creo que... no... Sí, está justo ahí. —Señala. Como si apuntar
realmente ayudara.
Sigo entrecerrando los ojos.
—Estás seguro, eso se parece a una salchicha Viena.
—¿Salchicha Viena?
—Sí, esas pequeñas salchichas de color carne que vienen en una lata
pequeña.
—Oh sí. ¿Todavía hacen esas?
—Creo que sí.
—Bueno, seguro nunca volveré a comer una.
—Yo tampoco amigo.
—Pobre chica. Sin basura. Eso es muy triste —dice con empatía.
Me topo con su hombro.
—Esa pobre flaca debe sentir lástima por él.
Continuamos con nuestro voyeurismo. El hombre extiende las piernas
de la pobre mujer con su rodilla. Luego comienza a follarla con un dedo
por detrás. Después de lo que parece como una hora para nosotros —y
muy probablemente para siempre para ella— él se detiene. Saca los
dedos y los lame.
Me estremezco.
—Sabes, es excitante cuando tu amante lo hace, pero ver a alguien
más haciéndolo, no tanto.
Lane se da vuelta y me mira.
—En serio. Creo que es caliente.
Yo frunzo el ceño.
—Lo que sea.
El hombre toma su chaqueta y saca un condón del bolsillo interior. Lo
rasga abriéndolo con los dientes y lo hace rodar sobre él.
Lane toca mi hombro.
—Amigo-a, ¿incluso hacen condones tan pequeños? 113
Me vuelvo.
—¿Me veo como una experta en malditos condones?
Él me estudia.
—¿Cómo se es un experto en condones?
—No tengo idea.
Oímos una bofetada y volvemos de nuevo a la acción. El Hombre
Gorila se posiciona detrás de la pobre mujer y la penetra con un gruñido.
Se aleja y le da una bofetada rápida en el trasero.
Yo salto.
—Mierda, eso sonó como que dolió.
Él empieza a golpear en ella duro casi haciéndola caer de la parte
trasera de la tumbona.
—¡Sí nena! —grita—. ¿Quién es tu papi? —Nalgada. Nalgada.
Yo salto de nuevo.
—Mierda, eso tiene que doler —susurro.
La mujer grita.
—¡Mierda! ¡Tú eres mi papá! ¡Papá por favor hazme venir!
Yo frunzo el ceño.
—Buena suerte con esa novia, como si eso fuera a suceder.
Lane asiente.
Nalgada. Nalgada. Yo me estremezco.
—Mierda, él golpea duro.
—¡Te sientes tan jodidamente bien! —grita ella—. ¡Oh! ¡Dios, sí papá ya
me vengo!
—Sí, claro —decimos al mismo tiempo y reímos.
El hombre la golpea una última vez emitiendo un fuerte gruñido.
Entonces, se retira de la pobre mujer fingiendo el orgasmo. Da un paso
atrás mientras ella tira para arriba de sus bragas y da tirones de su vestido.
Él se sube los pantalones, se quita el condón y lo envuelve. Luego mete el
condón usado en un bolsillo y mete su cosita dentro.
—Parece que se acabó el espectáculo —dice Lane.
—Hay un Dios —exhalo.
El hombre le da una última palmada en el trasero. Ella chilla como un
cerdo, mientras apagan las luces y salen del solárium.
Lane y yo nos miramos el uno al otro. 114
—Eso fue...
—Algo que no tuvimos que ver —responde Lane por mí.
—Sí.
—Necesito un cigarrillo después de eso. Tal vez si nos ponemos
realmente elevados no vamos a recordar nada de eso.
Él nada hacia nuestra ropa. Jala sus pantalones hasta el borde de la
piscina y saca otro porro y un encendedor. Lo enciende y toma una larga
calada. Entonces nada más hacia mí y me lo entrega.
—Gracias, viejo amigo. —Doy una larga calada y se lo paso de
nuevo—. Amigo, esto es como nuestra luz conjunta.
—Y la última. Agotamos mi escondite —dice mientras exhala.
Fumamos y flotamos durante unos minutos.
—Amigoa, estoy tan jodidamente elevado.
—Amigo, mis dedos están todos entumidos. Es raro, puedo ver que
están entumidos pero no puedo sentir nada.
—¿Qué? —brota él con otra exhalación.
—No importa. Creo que es hora de salir.
—Sí, creo que tienes toda la razón amigoa.
Damos un último golpe y nadamos de vuelta a nuestra ropa. Empiezo
a salir de la piscina cuando el solárium se ilumina. Entonces, una luz brilla
fuera del solárium. Yo me congelo y Lane me agarra y me tira de nuevo a
la piscina. Toma mi mano y me arrastra hacia el lado opuesto de la piscina
lejos del solárium.
Flotamos en silencio durante unos segundos después la puerta exterior
del solárium se abre y unas mujeres y un hombre caminan dentro.
Me asomo afuera de nuestro escondite.
—Mierda, Lane es el jefe.
Él mira por encima del hombro.
—Y la maldita Mia —susurra.
—¿Mia? ¿Su ex-esposa?
—Sí. Ella es una puta piraña. Se va a comer la carne de sus huesos.
—Entonces, ¿no te gusta ella? —digo con sarcasmo.
—No me gusta la perra.
Exploro más de la bonita petite deportiva rubia con senos extra-
grandes.
—Seguro que es una cosa pequeña. Se ve como un duendecillo con 115
grandes pechos, como Tinker Bell.
—Es más como Tinker infernal.
—Así que realmente no te gusta.
—A la mierda no —dice un poco demasiado fuerte y comenzamos a
reír.
Ellos se mueven más cerca de la piscina y nos congelamos.
—El jefe se ve caliente en ese esmoquin —comento.
Lane sonríe.
—No lo sé.
—¿Por qué estás aquí Mia? —grita Jaxson.
Salto y rezo para que no oyeran el leve chapoteo.
—Oh, vamos Jaxson, estoy aquí con una cita. Cuando me enteré de
que era tu cena de caridad a la que iríamos ya era demasiado tarde para
cancelar.
Jaxson resopla.
—Viniste aquí para causar problemas y ya lo hiciste... ¡ahora puedes
irte!
—¿Irme? Pero no terminamos nuestra cena —se queja ella.
—¿Qué le dijiste o le hiciste a Hanna?
—Yo no le dije ni le hice nada a ella.
—Bueno, ella salió llorando. Dios, ¡Mia! Eres una perra. Hanna es la
encargada de la caridad. ¿Y sólo porque estaba sentada a mi lado? ¿Qué
piensas que estás haciendo? ¿Marcando tu territorio?
Ella se ríe. Es un chillido agudo como de un gato muriendo. Lane y yo
hicimos una mueca de dolor.
—Sólo tenía curiosidad. Pensé que era esa puta Alexia que ha estado
viviendo aquí. No puedo creer que hayas hablado con el resto de los
socios de eso. Ella debería estar en la cárcel.
Miro a Lane y susurro.
—Jaxson nunca me dijo que su ex esposa era socia.
—Sí, ella tiene la mayoría de las acciones de los socios.
—Eso es muy malo —le susurro.
—Mia, no voy a ir sobre esto de nuevo contigo. ¡Quiero que
encuentres a tu cita y salgas como el infierno de mi casa!
—Bien. No permitas que tu ropa interior se vuelva una maraña. En las
reuniones de los socios dijiste que no había nada personal entre ustedes 116
dos, pero sabía que estabas mintiendo.
—Mia, ¡sal de mi casa o haré que te echen!
—Está bien, no hay necesidad de ponerse todo caliente y mojado,
me voy. No pasará mucho tiempo antes de que me llames de todos
modos, siempre lo haces.
Ella ronronea y yo casi vomito.
—Buenas noches mi querido Jaxson. —Le da un saludo, y luego
camina hacia atrás a través del solárium y a la casa.
—Puedo ver por qué no te gusta ella —le susurro a Lane.
—Sí, es un verdadero encanto.
Jaxson se pasea cerca de la piscina durante unos minutos y luego se
da vuelta y empieza a caminar de regreso hacia el solárium.
Lane y yo soltamos nuestra respiración.
—No necesitaba escuchar eso —le digo.
—Te lo dije, Tinker infernal.
—¿Quién está ahí? —grita Jaxson mientras pisa de nuevo hacia la
piscina.
—¡Abajo ahora! —susurra Lane.
Nos hundimos. Cuando ya no podemos aguantar la respiración poco
a poco vamos a la superficie.
Jaxson se ha ido.
—Eso estuvo cerca —suspiro.
—Claro que lo fue amigoa.
Esperamos durante unos minutos sólo para asegurarnos de que la
costa seguía estando clara. Luego salimos, agarramos la ropa y corrimos al
solárium. Lane sacó un par de toallas de un gabinete.
Nos envolvemos en las toallas y vamos a la puerta. Corremos por el
camino hacia la casa de huéspedes, entrando y haciendo nuestro camino
a la cocina.
Nos quedamos de pie envueltos en toallas goteando en el suelo de
baldosas. Nos miramos uno al otro y reímos a carcajadas como hienas.
—Joder, ¡eso fue muy divertido!
—Sí diversión real. No —respondo y empiezo a secarme. Miro hacia
arriba y Lane dejó de reír y me está mirando.
—Lo siento amigo. ¿Me puedes mostrar dónde está el baño?
—Si tú insistes. —Él pone mala cara, y me lleva al cuarto de baño de 117
invitados, luego camina al suyo propio.
Me visto y pronto lo encuentro de nuevo en la cocina. Él levanta la
vista de asaltar la nevera.
—¿Tienes hambre?
—Me muero de hambre. —Me siento en un taburete.
Lane empieza sacando al azar alimentos cuando entra Mary.
—¿Dónde estuvieron ustedes dos? Los he estado buscando por todos
lados.
Frunce el ceño y coloca una bandeja envuelta en papel de aluminio.
—Las sobras de la fiesta —dice—. ¿Tienen hambre?
Lane y yo nos miramos el uno al otro.
—Nos morimos de hambre —ambos decimos agitados.
Mary nos da una mirada sospechosa y luego elimina los restos de la
bandeja.
Lane saca platos y utensilios. Nos encantan las sobras como a
Hannibal Lecter.
Mary huele el aire.
—¿Qué es ese olor? —Huele a Lane y luego a mí—. Mi buen Dios
ustedes dos huelen a drogas. ¿Estuvieron fumando crack?
Nos fijamos en su expresión seria, y luego nos reímos sobre nuestro
trasero.
Cuando Lane finalmente consigue hablar su voz es inflada.
—Mamá no estamos en el crack.
Ella nos huele de nuevo.
—Sólo un poco de marihuana, mamá. Ya sabes, mala hierba, hierba,
marihuana, cannabis.
Ella pone los ojos en blanco.
—Sé lo que es marihuana listillo.
Finalmente detengo mi histeria y ella me da una mirada severa de
madre.
—Espero este tipo de comportamiento de mi hijo Alexia, pero no de ti.
—Lo siento, Mary. —Me río haciendo un puchero.
—Bueno, simplemente no lo hagas de nuevo. Esa mierda arruina tu
sistema reproductivo. —Apunta hacia Lane.
Yo me río. 118
—Gracias, mamá, yo también te quiero.
—Sabes que te quiero hijo. ¿Por qué si no ibas a conducir una minivan
con una pegatina en el parachoques que dice así: “Madre orgullosa de un
Tarado Cabezón”? —Se ríe, frunciendo el ceño hacia Lane.
—Bueno, ustedes dos, tengo que volver a la fiesta. No puedo
quedarme y cuidar de ustedes el resto de la noche, así que manténganse
fuera de los problemas. ¿Qué diría Jaxson si los encontrara a los dos fuera
de sus mentes? —Niega y sale por la puerta.
Cavamos en las sobras. Lane me mira y con la boca llena de puré de
papas, murmura algo como:
—Es algo bueno que mi madre no sepa que obtuve mi mala hierba
de Jaxson. —Traga.
Gracias mierda. Porque no lo puedo entender y no me gusta ver el
puré de patatas nadar alrededor de su piercing en la lengua.
Asqueroso.
Él toma un trago de agua.
—Tendría el corazón roto, piensa que él es un santo.
Sonrío.
Devoramos las sobras y una taza de café, después nos sentamos en el
sofá, llenos y con sueño.
—Estoy cansada amigo. Es hora de irme. Lo pasé muy bien contigo,
señor Gray. No estoy segura de sí quiero recordar algo de ello, pero...
Miro a Lane quien está sentado, junto a mí, profundamente dormido.
Me levanto y paso una manta por encima de él. Le doy un beso en la
mejilla.
—Buenas noches, viejo amigo.

119
21

L a mañana después de la juerga, salí a correr cinco millas.


Después, me senté en mi banco favorito en el jardín oeste.
Lane pasó.
—Buenos días, Amigo Chico Gordito.
Él sonríe mientras se sienta.
—Parece que has dormido bien —comento.
—Sí. Hey, ¿me quedé dormido encima de ti anoche?
—Lo hiciste, pero estaba lista para irme de todos modos.
—¿Cómo dormiste? —pregunta él.
—Casi me quedé dormida en la ducha. Me quedé dormida en
cuanto mi cabeza tocó la almohada. 120
—Tuve un sueño muy extraño.
—Cuéntamelo.
—Soñé que era muy alto y que nadaba en una piscina con una
hermosa mujer.
—Es un sueño extraño. Tal vez debas hablar con tu terapeuta acerca
de eso.
Él se ríe.
—¿Cómo estuvo tu carrera?
—Bien. Un poco fuera de mi ritmo.
Lane mira hacia arriba.
—Jaxson a las doce.
Miro hacia arriba y veo a Jaxson caminar por el jardín hacia nosotros.
—Buenos días. ¿Les importa si me uno a ustedes dos? —pregunta.
—No, en absoluto —le respondo. Me deslizo y acaricio el banquillo y él
se sienta.
—¿Cómo estuvo tu fiesta? —pregunta Lane con una sonrisa.
Le doy un codazo.
—Bien, supongo. Superamos nuestro objetivo de donaciones.
—Eso es maravilloso, Jaxson —le digo.
Él se aclara la garganta.
—Mary me ha dicho que ustedes tuvieron su propia fiesta.
—Sí, tuvimos un buen momento fumando. —Lane hace anillos con los
dedos.
Jaxson inclina la cabeza.
—¿Qué hiciste en la fiesta?
Le doy a Lane una mirada de lado. No me ayudaría.
—Vimos una película.
—¿Qué película vieron?
Giro la cabeza y miro a Lane de nuevo.
—¿Recuerdas el nombre de la película?
—Hmm... Vamos a ver... Creo que se llamaba algo así como “Papá no
podía hacerme venir”... Quiero decir... “Vamos, hazme venir”.
Me muerdo el labio tratando desesperadamente de no reír.
Jaxson se frota la frente. 121
—Nunca he oído hablar de ella. Suena como una película de terror.
Nos reímos.
—¿Así que fue una comedia, entonces?
—Sí —le contesto—. Una comedia negra.
—¿De qué se trataba?
—De una pobre chica flaca ocultando a su padre en el monte —
replico.
Jaxson me da una mirada escéptica.
—¿En la naturaleza australiana?
—Sí, en la profunda naturaleza australiana.
La cara de Lane se vuelve roja como una remolacha intentando
aguantar la risa. Se levanta y la suelta.
—Me tengo que ir... Te veré más tarde. —Camina hacia la casa de
huéspedes y, cuando rodea la esquina, le oímos estallar de risa.
—Debe haber sido una película realmente divertida.
—Sí, tuvo... tuvo sus momentos.
Jaxson se sienta más cerca y da un codazo a mi rodilla con la suya.
—Te extrañé ayer por la noche.
—Siento no haber podido llegar. El arresto domiciliario y todo.
—¿Habrías venido si no lo hubieras tenido?
—Probablemente no.
Él da un codazo a mi rodilla de nuevo.
—¿Parece que tú y Lane se están haciendo más cercanos?
—¿Estás celoso?
—No, solo hago una observación.
—Sí, claro. —Sonrío.
—Bueno, tal vez un poco.
—No te preocupes, él es un poco joven para mí.
—Es solo cinco años más joven.
—La misma edad de mi hermana. He estado pensando acerca de
arreglarlo con Sam.
—Bueno, me alegro de oír eso. Un hombre menos con el que tendré
que pelear.
—¿Te refieres a Lester y a Louie? Son los únicos otros hombres por aquí. 122
—Sonrío.
Él tira de mi mano a la suya y entrelaza sus dedos.
—Lane y tu hermana, ¿eh?
—Sí.
—Pero ella vive en Portland, Oregon.
—¿No te acuerdas que te conté que Sam se mudaba a Nueva York
en un par de meses?
—Lo olvidé. Tengo muchas cosas en mente últimamente.
—Ya lo sé, y lo siento.
—No es tu culpa.
—¿Quieres hablar de ello?
—No.
—Bien.
—Sam, ¿es ingeniera estructural?
—Sí, de construcción verde. Ha estado tratando de conseguir trabajo
en la ciudad desde hace un par de años.
—Bueno, no puedo esperar a conocerla.
—Te va a gustar.
—Recuerdo haber visto su foto en tu ordenador portátil. Se ve como tu
gemela.
—Sí, se parece a mí.
—Si Sam se parece en algo a ti, entonces Lane es un hombre con
suerte.
—Podemos parecernos mucho entre nosotras, pero la personalidad
de ella es más como la de Jules.
—Estás bromeando, ¿verdad?
—¿Qué pasa contigo y Jules?
—¿En serio? Ella es un caso de locura. Siento como si estuviera
follándome con la mirada todo el tiempo.
Me río.
—Creo que sí. Tal vez ya no, tiene su propio caramelo para mirar
ahora.
—Pobre Nick. Lo tiene mal por la loca.
Jaxson levanta nuestras manos enlazadas y besa mis nudillos. Le
devuelvo el gesto. 123
—Eres diferente aquí, estás más relajada.
—¿En serio? ¿Podría ser porque estoy desempleada, con demasiado
tiempo en mis manos?
—¿Y es algo malo?
Le doy una mirada dura.
—Oh Dios mío, no puedo creer que hayas dicho eso. Me estoy
volviendo jodidamente loca. No me malinterpretes. Me encanta todo el
mundo de aquí y me encanta pasar tiempo con ellos. Y sí, ha sido
agradable dormir y tener tiempo para leer algunos libros. Pero, sabes que
tengo que trabajar, igual que tú. Es algo más que un trabajo para mí.
Siempre lo ha sido. El trabajo me motiva.
—Pensé que correr te hacía sentir los pies en la tierra.
—Lo hace, pero no es suficiente.
—Entonces, corre más.
Pongo los ojos en blanco.
—He estado corriendo veinte millas por día. Estoy empezando a
contar cuando salgo a correr y eso no es bueno.
—¿Qué significa eso?
—Cada vez que un pie toca el pavimento lo cuento. Trato de no
hacerlo, pero entre más lo intento mayor es el impulso de hacerlo.
—Eso es extraño.
—Sí, dímelo a mí. Entonces, ¿cómo va la investigación de las
auditorías externas? —pregunto.
—Poco a poco.
—¿Y la tuya?
—Bien. Mejor y más rápido de lo que esperaba que fuera.
—¿Quiero saber cómo es eso posible?
—No.
—¿Contrataste a un hacker?
—Pensé que no querías saberlo.
—No lo hago. Solo quiero asegurarme de que ninguno de tus tratos
ilegales con los hackers y de ese tipo puedan conectarse conmigo o con
Ryan.
Yo desenlazo mis dedos.
—¿De verdad crees que te haría eso a ti o a la empresa? A veces me
pregunto si me conoces en absoluto. 124
—No lo creo, no realmente.
—¿Esto va a alguna parte o solo estás de mal humor y sientes la
necesidad de pagarlo conmigo? —Me pongo de pie—. Voy a ir a tomar
una ducha.
Empiezo a regresar a la casa.
—Sigue y corre como siempre haces.
Me vuelvo.
—No estoy corriendo, estoy caminando.
—Me estás evitando —deja salir.
—¿De dónde viene todo eso?
—¿Quién es Zane Black?
—¿Qué?
—Ya me has oído.
—Es un amigo de la familia. ¿Por qué?
—Me llamó ayer.
—¿Te llamó?
—Oh sí. Quería informarme que fue contratado por ti para revisar el
asunto de la malversación.
—Yo realmente no lo contraté. Contraté algunos de sus asociados. Él
está jugando a ser el hombre clave. ¿Qué más te dijo?
—Oh, tenía mucho que decir.
Suspiro.
—Zane no tenía nada para ponerse en contacto contigo. Y créeme
cuando digo que no tienes nada que preocuparte en lo que a él respecta.
Yo me ocuparé de él.
Me doy vuelta y continúo mi viaje hacia la casa. Jaxson agarra mi
hombro y me da la vuelta alrededor.
—¿Eso es todo lo que tienes que decir?
—No hay nada más que decir.
—Entonces, ¡vete a la mierda!
—Jaxson, ¿por qué estás tan enojado conmigo?
—No lo entiendes. Quería que... Te quería aquí, en mi casa. Quería
mantenerte a salvo. Y sí, siempre con la estúpida esperanza de esperar
que eso nos diera la oportunidad de... Mierda no sé. 125
—¿Qué? Tienes como, cero sentido. ¿Quieres decirme lo que
realmente está pasando aquí? Porque no entiendo por qué estás tan
malditamente enojado conmigo.
—Ese es el problema, Lex. No lo entiendes.
—Jaxson.
—Lex, siento como si siempre estuvieras diciéndome medias verdades.
¿Sabes qué? ¿A quién demonios le importa? —Suelta mi hombro y pisa
lejos.
—Jaxson —grito. ¿Qué demonios pasó? Cuando dicen que los
hombres y las mujeres son de diferentes planetas tienen razón. Lo que sea
qué diablos sean.
22

N
ecesitaba hablar con Jaxson. Teníamos que conseguir aclarar
un par de cosas. Primero: Que obviamente no había hecho
nada para hacerlo enojar, pero no me despediría para
después sólo caminar lejos. Era un grifo de agua caliente y fría. Lo que dijo
acerca de las verdades a medias, tenía razón. Pero toda esa otra mierda
que escupió... No tengo ni puta idea. Segundo: Tenemos que hacer un
poco de decisiones acerca de nosotros.
Los últimos días he estado pensando acerca de que un nosotros
pudiera ser posible. Esta cosa de la malversación me ha obligado a
repensar muchas de mis decisiones. Pero fue ayer por la noche que se selló
el trato.
El ver a Jax con su ex mujer fue perturbador y revelador. Lo he visto
con otras mujeres, e infiernos sí que dolió. Pero Tinkel-Diabólica es diferente.
Hay algo en ella que no está bien. Tiene algún tipo de control sobre Jaxson 126
y no me gusta. Nunca he sido una mujer que ha sentido la necesidad de
marcar su territorio, hasta ahora.
Llamo a Zane y verbalmente pateo su trasero por interferir, entonces
hago mi camino a la cocina.
Le había pedido a Lester hacer algunos de sus mundialmente famosos
rollos de canela. Mary dijo que eran Kriptonita para Jaxson. Me imaginé
que iba a necesitar toda la munición que pudiera reunir antes de
enfrentarme a mi Superman. Mary me dijo que está en su oficina. Así que,
armada con una bandeja de los asesinos rollos de canela de Lester de
Kriptonita y café, llamo a la puerta de su oficina.
—Jaxson. Hola, soy Alexia. ¿Puedo entrar? —No hubo respuesta.
Llamo de nuevo—. Jaxson, sé que estás enojado y no te culpo. Yo... Solo...
¿Por favor puedes responderme? —Golpe. Golpe. Golpe. Bien, hasta
ahora bien. No.
Intento con el mango y se abre así que decido dejarme entrar antes
de que al hablar me achique. Abro la puerta y Jaxson está sentado detrás
de un gran, no... De un enorme oscuro escritorio de madera. Su oficina es
cálida y acogedora, igual que el resto de la casa. Toda su casa tiene un
encanto del viejo mundo que le sienta y me siento como en casa tan
pronto como entro por la puerta.
Jaxson está trabajando en su computadora portátil con los auriculares
puestos. No siente mi presencia así que me quedo de pie y lo veo trabajar.
He tenido muchas oportunidades para observarlo durante los últimos dos
años y me sigue fascinando. Sus movimientos y expresiones son sutiles a
excepción de Las Cejas. Las Cejas son todo menos sutils. Así que con esa
única excepción, sus expresiones son leves y guardadas.
Es bueno en la negociación de acuerdos y en la adquisición de
empresas, porque es difícil leerlo. Un ligero temblor de su ojo significa que
está nervioso o ansioso. Una mordida rápida de la parte inferior de su labio
—acompañada por una exhalación— significa que está enojado o que
quiere estrangularte. Un movimiento rápido de barbilla significa que está
listo para un desafío o que te está despidiendo. Cuando ve y juega con las
manos significa que está aburrido. Cuando mira ligeramente hacia abajo
con sus largas pestañas y frota el pulgar atrás y adelante sobre la punta de
sus dedos, te está comprobando. Cuando te desea, una mirada con la
que me he vuelto familiar y de la que nunca tengo suficiente.
Pero el noventa por ciento de las expresiones de Jaxson proviene de
sus oscuros ojos color chocolate. Sus ojos lo dicen todo. Nunca había visto
unos ojos tan expresivos. Una mirada me puede desafiar. Una mirada me
puede poner triste o traerme lágrimas. Una mirada puede hacerme enojar.
Una mirada me puede dar vuelta sucesivamente. Una mirada me puede 127
devastar.
Doy un paso más en la habitación y coloco la bandeja con la comida
hacia abajo en un borde de su escritorio.
Él mira hacia arriba con sorpresa. Un destello de felicidad pasa sobre
sus ojos, pero se inunda rápidamente de más tristeza. Bien, no es bueno.
Se quita sus auriculares.
—Esto es una sorpresa.
—¿Una buena sorpresa o una mala?
—Dímelo tú —muerde.
Ouch.
—Buena, espero. ¿Puedo? —Hago un gesto hacia un gran sillón de
cuero mullido que flanquea su escritorio.
Él asiente.
Me siento y miro su ordenador portátil ahora olvidado.
—¿Interrumpo?
—No es nada que no pueda esperar. —Cierra su computadora y la
empuja hacia adelante y luego se recuesta en su silla.
Asiento hacia la bandeja.
—Lester hizo tus favoritos. —Levanto una ceja esperanzada.
—Sí, los veo y los huelo. ¿Una ofrenda de paz supongo?
—Sí, y municiones.
—¿Vamos a entrar en una batalla?
—Dímelo tú.
Él frunce el ceño.
Bueno, esto va bien. No. Me levanto y le sirvo un poco de café y luego
lo coloco delante de él. Luego pongo un par de rollos en un plato y los
empujo hacia él. Espero unos segundos y luego me siento.
—¿No vas a comer ninguno? —pregunta y hace gestos hacia la
bandeja.
—No. Son todos tuyos. Más munición y todo eso.
—Sí, creo que voy a necesitar un gran arsenal.
—Un gran arsenal ¿eh?
Él asiente y toma un gran bocado de rollo de canela. Observo
mientras se come dos rollos y muerde un tercero. Seguro que le gustan sus
rollos de canela.
—Jax, tenemos que hablar. 128
—¿Lo crees?
—No seas listillo. Siempre has dicho que no te tomo en serio, pero te
equivocas, te tomo muy en serio. Si no lo hiciera no estaría viviendo en tu
casa bajo arresto domiciliario y no estaría sentada aquí viéndote... devorar
rollos de canela. Buen Dios ¿ese es tu cuarto rollo?
—Es mi quinto —murmura, con la boca llena de rollo.
—Creo que dijiste que era el quinto. Te recomiendo tragar antes de
hablar. Ya sabes, Lester hizo unas pocas docenas de ellos. Pensé que era
extremo, pero me equivoqué.
—Me encantan estas cosas —dice, mientras agarra el rollo número
seis.
—Podría volver después.
Él traga otro gran bocado.
—No por favor, quédate. Tenemos que hablar.
—Jax, sé que estás pasando por mucho ahora, lo entiendo. Pero no
me gusta que me griten. No es que no pueda manejarlo. Me han gritado
algunos de los mejores... gritones. Pero si quieres salir conmigo, tengo que
saber con lo que estamos peleando. Si se trata de Zane Black, es una
pérdida de oxígeno. Siento que te llamara. Puedo garantizarte que no te
estará llamando de nuevo. Así que, ¿qué está pasando?
—Siento lo de antes. Estuve fuera de línea. Tengo mucho que hacer y
dejé que lo gilipollas llegara a mí.
—Lo supuse.
—Él... implícitamente, me dio a entender mucho.
—¿Cómo qué?
—Dijo que sólo era un amigo, pero implicó una relación más íntima.
Fue como si fuera a replantear su afirmación y yo... bueno le dejé claro,
¡que sería sobre mi cadáver! A partir de ahí se convirtió en un gran
concurso de meadas. Las cosas se pusieron feas. Él me llamó toda esta
mierda. Yo no, incluso subestimé la mayor parte. Quiero decir que soy un
hijo de puta y gilipollas, pero el resto... Al final sólo quería matar al chico.
Joder estaba enojado. Todavía estoy enojado. Si este hombre es un amigo,
entonces no me extraña que estés tan jodida.
—Ouch.
—Oh, mierda Lex, lo siento.
—Hey, no te ofendas. Me duele oírlo pero estoy jodida.
—Fue sólo un recordatorio más de lo poco que sé de ti. 129
—Sabes lo que es importante.
—Sí, y ¿qué es?
—Sabes que haría cualquier cosa por un amigo. Me encanta reír. Me
gusta comer cereal para la cena. Me pondría mis Convers y sudadera
para trabajar si pudiera. No puedo mantener los números fuera de mi
cabeza y me vuelven loca. Me siento muy bien en el caos organizado. Me
gusta ver gente, e inventar historias sobre ellos. Me encantan los hechos
inusuales y extraños. Sabes, tengo debilidad por las tortugas. Soy alérgica a
la penicilina. Y sabes el lugar de mis primeras y únicas cosquillas.
—¿Esas son cosas importantes?
—Diablos, sí. Son las pequeñas cosas que realmente nos hacen ser
quienes somos. Así que son las pequeñas cosas que realmente importan.
—Está bien señorita Keith, ¿cuáles son las pequeñas cosas que sabes
acerca de mí?
—Está bien, señor Ryan. Sé, que en secreto, te gustan las comedias
románticas y las bandas de chicas. Sé que te gusta dormir del lado
derecho de la cama. Que hablas en sueños. Que sólo usas una marca de
bóxers. Que no puedes soportar que las costuras de tus calcetines no estén
alineadas perfectamente. Sé que extrañas a tus padres y que piensas en
ellos todos los días. Que te encantan las montañas rusas. Odias a la gente
que se queda de pie detrás de ti. Algún día te gustaría montar en tu Harley
para ir a Sturgis. Cuando te gusta una canción la pones una y otra vez. Te
encanta el olor de mi cabello. Durante las reuniones aburridas dibujas
edificios en el papel o juegas póker en tu laptop. Y sé de al menos cinco
de tus lugares de cosquillas.
—No tenía ni idea que sabías esas cosas de mí.
—Lo sé porque las pequeñas cosas son importantes. Podrías decirme
que me amabas, e importaría. Pero que me digas que sabes que tengo un
fetiche philtrum significa tanto para mí.
Jaxson, deja de comer —mierda gracias—, y camina alrededor de su
escritorio y me saca de mi silla y me lleva a un sofá y, entonces, planta su
trasero junto al mío.
—Eres extraña, Lex.
—Bueno, gracias, Jax. Jodida y extraña. Palabras que toda chica
quiere oír.
—No era mi intención decirlo en el mal sentido. Supongo que debería
haber dicho, que no eres como la mayoría de las mujeres que conozco.
Realmente no te preocupas por toda la... pelusa ¿verdad?
130
—¿Pelusa?
—Sí, el dinero, la posición, la apariencia, la pelusa.
—Yo no diría que no me importa. No creo que signifiquen nada si no
tienes... las cosas que no son pelusa.
Toma mi mano y entrelaza sus dedos.
—Sé que es duro para ti estar aquí. Pero me encanta tenerte aquí.
Quiero que veas esta parte de mi vida. Que veas lo que realmente me
importa.
Pone sus manos debajo de mi barbilla y me mira a los ojos.
— Lex, qué vamos a hacer.
—Quieres decir acerca de nosotros.
—Sí. Las cosas entre nosotros tienen que cambiar.
Deja caer las manos y limpio un poco de canela de la comisura de su
boca.
—Estoy de acuerdo y he estado pensando en ello.
Él rueda los ojos.
—Hey, pensar no es algo malo.
—Cuando no es en ti, tal vez.
—Listillo. ¿Quieres saberlo o no?
Él se sienta de nuevo en el sofá.
—Está bien, Lex, dime lo que has estado pensando.
—Mira, eso no fue tan difícil. Estaba pensando que tal vez... que tal
vez estar aquí podría ser una cosa mientras estés en Roma.
—¿Qué?
—Para ser un tipo inteligente, eres muy denso a veces.
Él piensa por un minuto.
—Oh. Mientras estés en Roma... significa que podría...
—Sí, podríamos. —Levanté una ceja caliente.
—Diablos, sí, estoy en eso. Pero...
—¿Pero...?
—Pero no puede terminar como en Dublín, Lex. No será una cosa de
una sola noche, y después... Hasta luego amigo. Dije que las cosas tenían
que cambiar, y lo dije en serio.
—Lo sé. No estaba proponiendo que debería ser de una sola noche.
Creo que necesitas entender algo señor Ryan. Estuve tan afectada por esa
noche como tú. Lo terminé porque me preocupaba por ti. 131
—Lex, yo...
—No Jax, déjame terminar. Sé que no lo entiendes. Y no quiero entrar
en eso ahora. Todo lo que necesitas saber es que si hacemos esto... Estaré
comprometida. Quiero... un nosotros. Lo único que pido, es que entiendas,
que tengo problemas...
—Sí, piensas y hablas mucho.
—Jax, hablo en serio.
—Lo sé, nena, lo siento.
—Todo lo que pido es que entiendas que necesito tiempo para
trabajar en algunas de esas cuestiones. Y que estoy cagada de miedo.
—Cariño, yo estoy igual de asustado. Tengo miedo de que me vayas
a dejar de nuevo. Entonces, necesito que prometas que no renunciarás a
nosotros. ¿Puedes hacer eso?
—Te lo prometo, si tú me lo prometes.
—Muy bien, ¿así que estamos bien nena?
—Sí, todo está bien.
23

J
axson tira de mí, no... Me arrastra por las escaleras. Yo subo dos o
tres escalones al mismo tiempo haciendo un esfuerzo por mantener
su ritmo. Cuando llegamos a su habitación me abraza y luego me
lanza hacia su cama.
Me río porque ser lanzada a una cama es divertido. Deberías
probarlo.
—¿Por qué tienes tanta prisa? —pregunto.
—Tienes que estar bromeando. Mis pelotas están tan grandes y azules
que podría jugar a los bolos con ellas. Infiernos, podríamos unirnos a una
liga. Fue un infierno tenerte a unas cuantas puertas más abajo el último par
de noches. Ha pasado bastante tiempo desde la mejor noche de mi vida.
No voy a esperar un segundo más para que sea la mejor tarde de mi vida.
—¿Dublín fue la mejor noche de tu vida? 132
—Sin duda.
Mis ojos comienzan a nublarse y me muerdo el labio.
—No te atrevas a llorar aquí.
Me muerdo con más fuerza.
—Está bien. —Soy muy mala con mi respiración.
Saca su billetera y la revisa.
—¡Mierda!
La tira sobre una mesa de noche y pisa fuerte hacia el baño de la
suite luego se vuelve.
—¡No te vayas! No muevas un músculo, un centímetro, milímetro...
simplemente no te muevas.
Desaparece en el baño y le oigo rebuscar en los armarios y cajones.
—¡Mierda! —grita.
Reaparece tirando de su cabello.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy tratando de encontrar un condón o preferiblemente... muchos
condones.
—Oh. ¿Qué hay de las mesitas de noche?
—No. Nunca tengo sexo en esta cama, ni en esta habitación, ni
siquiera en esta casa.
Guau. Una chica nunca puede escuchar esas palabras lo suficiente.
Como nunca.
Me da una mirada de esperanza.
—¿Que pasa contigo?
—¿En serio? —Señalo mi camiseta y el bolsillo de mis pantalones de
yoga. Él señala mi sujetador.
—Sí, por lo general los meto en mi sujetador. Maldita sea, es la única
vez que lo olvidé.
—No seas listilla. ¿Qué hay de tu habitación?
—Lo siento. Sólo requiere batería lo que he estado haciendo allí.
Empieza a caminar y luego se detiene.
—¡Lane! —grita—. Ya vuelvo.
Corre hacia la puerta y la cierra de golpe. Dos segundos más tarde, se
abre de golpe.
—No te atrevas a moverte... ni un centímetro y todas esas cosas que 133
dije antes.
—No lo haré. Te lo prometo. —Asiente, y luego la puerta se cierra
detrás de él.
Unos minutos después, la puerta se abre de golpe y él entra
caminando —no, rebotando—, y agitando su botín. Dribla13 los condones
como una mezcla de yoyo y baloncesto.
—¡Él dispara!
Una docena de condones vuelan por el aire y aterrizan en la cama.
—¡Anota!
—¡Y la multitud se vuelve loca!
Miro el montón de condones.
—Debes pensar que anotarás dos dígitos.
Me da una sonrisa sugerente y sexy.
—Mi plan es el tiro de tres puntos toda la tarde y toda la noche.
Levanto una ceja.

Driblar: en inglés dribbling, es como se rebota la pelota en baloncesto.


13
—Lane te dio un mal rato, ¿eh?
—Sí, el idiota me hizo rogar. Así que tomé todos los condones que
tenía y corrí.
Se quita sus zapatos y su suéter. Hace una pausa.
—¿Qué estás esperando?
—No lo sé. Esto sólo se siente apresurado, rápido.
—¿Y?
—Ni siquiera nos hemos besado.
—¿Y?
—Un poco de preliminares estarían bien.
—Eso vendrá más tarde, todo lo que quiero ahora es follarte duro y
rápido.
—Guau, y dicen que el romance está muerto.
—Te voy a dar romance y preliminares. Voy a besar, a lamer y a
chupar cada perfecto centímetro de ti. Follada primero. Juegos más tarde.
Me río porque puedo y fue divertido.
—Está bien, Tarzán. 134
Él se arranca la camiseta y veo su pecho, digno de babear. Bueno, lo
estoy empezando a sentir.
Da un paso fuera de sus pantalones y luego de sus bóxer. Ah, sí, lo
estoy sintiendo. Al diablo con los preliminares. Me quito mis deportivas, y
después mi ropa en tiempo de récord mundial.
Me siento en el borde de la cama y disfruto de la magnificencia
delante de mí. Inhalo una respiración y mientras exhalo siento que mis
pezones se endurecen y que hay humedad entre mis piernas. Santo
infierno, me siento como si estuviera en la página setenta de una novela
romántica. Y sabes, donde comienzan las cosas buenas.
Desgarra un condón con los dientes y luego poco a poco lo hace
rodar sobre él. Levanta una ceja y me regala la sonrisa más sexy. Luego,
merodea hacia mí. Sí, dije, merodear. Es Tarzán, después de todo.
—A Jane gustarle Tarzán —ronronea él mientras me empuja hacia
abajo en el colchón.
—A Jane gustarle Tarzán. Jane olvidar. Tarzán colgarse.
Me da una sonrisa autocomplaciente mientras empuja mis piernas
con sus rodillas.
Se inclina sobre mí. Nuestros ojos se encuentran y mientras entra, mi
visión se torna borrosa. Que me jodan. Estoy goteando pero su pene es un
mérito adicional, es jodidamente enorme.
Se echa hacia atrás.
—Dios estás tan mojada para mí, pero estás tan jodidamente
apretada.
—Estoy bien.
—Lex, esa fue sólo la punta.
—Oh. Entonces será mejor que vayas lento. Como muy despacio. Ha
pasado un tiempo.
—¿Cuánto tiempo?
—Bueno... desde Dublín.
—¿En serio? Dublín.
—En serio.
Extiende mis ampliamente piernas. Maldita sea. Me siento como que
estoy haciendo split chino14.
—¿Estás lista?
—Creo que sí. Sí. Estoy bien. —Mis ojos se cierran cuando siento que 135
me penetra lentamente.
—Lex, mírame.
Abro los ojos.
—No quites tus ojos de los míos. Incluso ni por un segundo.
Asiento.
Él se empuja hacia mí con más fuerza. Mientras me llena huelo a su
alrededor. Cuando está completamente asentado siento una quemadura
palpitante que reside en algún lugar entre el placer y el dolor. ¡Santo
Infierno! No recuerdo que fuera tan grueso. ¿Y qué diablos? ¿Acaso mi
vagina se encogió como cinco tamaños? Lo deseé, a nosotros, por tanto
tiempo. Ahora que estoy aquí, apenas puedo respirar.
Comienza a retirarse. Cierro los ojos.
—Lex. Ojos.
Los abro y lo miro.

Split chino: En inglés Chinese Split. Split hace referencia a la ―apertura de piernas‖; en la
14

que éstas se alinean una con otra y en posiciones opuestas. En este caso, al ser ―chino‖
está haciendo referencia al yoga.
—¿Estás bien nena? —susurra.
—Todo está bien —le susurro.
Saca a la punta y luego se sumerge de nuevo. Me lleva todo lo que
tengo mantener mis ojos en los suyos.
Después de un par de minutos mis ojos están abiertos pero todo es
una falta de definición. Muerdo el interior de mi mejilla. Destellos de viejos
recuerdos chispean. Parpadeo. ¿Qué diablos?
Los recuerdos de mi virginidad perdida invaden mi cerebro. No tengo
ni idea de por qué. Soy tan jodidamente rara. El anhelo, la anticipación, la
emoción de lo desconocido, entonces sucedió. Estaba hecho y me sentí
engañada. Quería una repetición, un rebobinado. La emoción se había
ido, como decían. ¿Dónde estaba el inolvidable puto fantástico orgasmo?
Todo lo que conseguí fue una increíblemente invasión dolorosa e
insatisfactoria. Di de buena gana mi virginidad, pero la quería de vuelta.
Mis recuerdos se desvanecen al negro. Mi visión es nítida y observo
mientras las pupilas de Jaxson empiezan a dilatarse con la lujuria y el amor.
Infiernos —Santo Infierno—. Luego todo se conecta —el anhelo, la
anticipación, la emoción de lo desconocido— un nuevo comienzo, como
una virgen. Pero esta vez no me sentiré defraudada. Voy por mi puto
fantástico orgasmo. 136
—Nena, ¿estás conmigo? —Él exhala.
—Sí, estoy contigo.
—Pensé que te había perdido allí por un minuto.
De acuerdo, era extraño que “leer la mente” se agregara a su lista de
habilidades.
—Estás tan jodidamente apretada. ¿Necesito frenar las cosas?
—No... No lo hagas. Sería una vergüenza y una gran decepción.
Quiero mi dura y rápida follada.
Él se queja.
—Me devastas Alexia. ¿Sabes eso?
—Sí, lo sé. —Aprieto su trasero, persuadiéndolo para que se mueva. Él
circunda sus caderas, deslizándose por encima de mi hinchado clítoris. La
quemadura se desvanece y me lamento.
—Dios, se siente increíble —sisea, dando vueltas sobre mi clítoris de
nuevo.
Aprieto su trasero esta vez incorporando mis uñas. Él gime bajo y
profundo y aumenta el ritmo.
Cada vez que sale siento un vacío hueco. Cuando se empuja de
regreso siento una abundante integridad. Nuestros ojos bailan en completa
sincronización: balanceo, inmersión, movimiento. Oigo un zumbido en mis
oídos cuando veo sus pupilas dilatarse y sus iris desvanecerse.
Estoy cerca. Mi puto orgasmo de mierda se sitúa en la intersección,
con impaciencia esperando a que cambie el semáforo. Me quejo. Él gime.
Siento su pene hincharse y alargarse. ¿Cómo es incluso putamente
posible? Entonces, como prometió el balanceo se convierte en una dura y
rápida follada.
—Mierda —siseo y lo acerco más.
Entonces, en un instante la luz se vuelve roja y camino —no, corro— a
través de la intersección.
Cuando llego al otro lado mi orgasmo me arroja en el aire y vuelo. Mi
falta de visión se vuelve una falta de definición y floto. Cuando mi
concentración vuelve, inclino mis alas y me preparo para el aterrizaje.
Mientras estoy haciendo mi enfoque, siento sus bolas hincharse y golpear
en mí.
Él exhala un profundo gemido.
—Miieeeerda, se siente tan jodidamente fantástico.
137
Sonrío. Sí, él también va a conseguir su puto fantástico orgasmo.
Comienza a latir en mí con tanta fuerza que mis dientes rechinan, y mi
cuerpo se derrite, entonces se amolda al colchón. Tenía la mandíbula
tensa, mientras apretaba los dientes, echa su cabeza hacia atrás y siento
el calor de su liberación en la protección.
Sigue empujando, haciendo círculos y girando en mí, sin nunca perder
el ritmo. Sé lo que quiere y no se detendrá hasta que lo consiga. Soy una
perra con suerte porque mi hombre es persistentemente terco. ¿Mi
hombre?
Lo acerco, y entonces me ordena que me venga. Nunca fui buena
con las órdenes, pero las cosas cambian.
—Lex. Vente por mi nena. Vente ahora.
Abro mis alas y vuelo de regreso a través de la intersección y salto a
mi segundo puto fantástico orgasmo.
Siento que mi sonrisa se presiona contra sus labios. Y el beso termina y
poco a poco sale de mí. Gimo con disgusto.
—Tarzán follar. Ahora jugar. ¿Jugar Jane?
—Sí, Tarzán. Jugar Jane.
24

D
iez días, cuatro horas y diez minutos más tarde. Estoy en un
dilema. ¿O es que estoy teniendo un dilema? Lo que sea.
Siento algo caliente, duro y enorme —tres palabras que todos
amamos— presionado contra mi apertura y espalda baja.
Ahora sé lo que estás diciendo o pensando, ¿por qué diablos es un
dilema? Así que aquí está la cosa. Sólo he follado, y realizado acrobacias
con hombres conocidos —por doce malditas horas— ¿no ves el dilema
todavía? Chico, eres lento.
De acuerdo, follé y otras cosas con Jaxson Mega Hung Ryan. Ahora te
vas dando cuenta. Eres mucho más inteligente de lo que te ves.
Recuerda que tengo a un importante hombre prensado entre mis
nalgas. Recuerda que putamente dije que follé al hombre importante 138
durante doce horas. Lo tienes... Estoy lastimada. Cada hueso y no hueso en
mi cuerpo está en llamas. Acabo de mudarme con mi cerdito y ahora
apenas puedo respirar.
Entonces, ¿qué hago? Ya sabes, cuando se despierte. Porque se
despertará, es inevitable. Podría rezar por un mini estado de coma, pero es
inútil. Se va a despertar y va a querer hacerlo, varias veces. No quiero ser
cobarde y no quiero ver la mirada de decepción en sus hermosos ojos
cuando le diga.
—Nene lo siento mucho, pero simplemente no puedo. ¿Podrías
checar si está lloviendo? —No puedo hacerlo. Lo decepcioné tantas veces
en el pasado.
Bueno, parece que voy a necesitar un plan, y rápido, porque se está
agitando.
Siento su aliento cálido en mi cuello.
—Buenos días —respira en mi oído, y es la voz de hombre soñoliento
más increíble, sin duda.
Mierda. Mierda. Mierda. Estoy en problemas.
Tira de mí hacia él. Ahora, su inmensidad es todo, y está en mi trasero.
—Buenos días —exhalo. Mierda, si no tengo la voz matutina más sexy,
sin duda. Mierda, todo lo que tengo que hacer, es correrme. Es una broma.
Me da la vuelta, y ahora estamos frente-a-frente, nariz con nariz, y
estoy rezando para que el hada de la boca15 de la mañana haya
extendido algún mágico, enjuague bucal de polvo de menta en mi
lengua.
Él sonríe. Eso es una buena señal. ¿Cierto? Luego presiona sus labios
con los míos y no se aleja repulsivo. Esa lengua está trazando mi labio
inferior, y continúa en mi superior, después se desliza dentro. Gracias hadas
de la boca de la mañana.
Dejo que mi lengua se haga una maraña con la suya. Es perezoso y
adorable y siento mis dedos doblarse.
¡Ouch!
Nuestras bocas comienzan a fundirse entre sí. Él gime. Yo me quejo. El
dolor pulsando entre mis piernas va a toda velocidad al placer, y luego se
abren las compuertas. Mierda.
Jax agarra el condón y lo desliza en él. Luego se desliza encima de mí
y me extiende ancha, con sus caderas. Me penetra y jalo una respiración,
preparándome para el dolor. Pero no llega. Mis endorfinas sexuales han
tomado el relevo. Gracias mierda. Toda esa preocupación del dilema y del 139
pánico fue por nada. Estoy tan pasmada.
Toma nuestras manos y las entrelaza. ¿No te encanta esa palabra?
Entrelaza.
Sus labios se alejan de los míos. Fue entonces cuando me di cuenta
de que mis ojos estaban cerrados. Los abro y veo la mirada en sus ojos.
¿Cómo puedo incluso ponerlo en palabras, palabras que puedas
entender? Caray, no estoy segura de que haya alguna. Así que no lo
hago, dejaré de llenar los espacios en blanco.
Nuestros ojos nunca se separan. Hay esta abrumadora sensación de
unidad, una fusión en convertirse en uno. Temo que si parpadeo vaya a
desaparecer y me quedaré sola, realmente sola.
Es en este momento me doy cuenta de la cantidad de poder que él
tiene sobre mí. Lo acabo de dejar en ese espacio. Conoces ese espacio
¿no? Todos tenemos uno. El espacio tan profundo, sin embargo, tan cerca
de la superficie que lo sientes pero no puedes verlo. Es un espacio lleno de
inseguridades, de absoluta confusión y de dolorosa necesidad.

Hada de la boca: Shitty mouth fairy es la hermana malvada del Hada de los Dientes.
15
Jodidamente te aterroriza a no dejar que nadie se acerque a él y si te toca
sólo podrías morir, o desearías haberlo hecho.
Y entonces se mueve. Sin prisa, y suave, casi al punto de la agonía.
Ambos dejamos escapar un largo suspiro. Nuestros ojos permanecen
cerrados, pronunciamos palabras.
A medida que su pene resbala pulsante a través de mis húmedas e
hinchadas paredes, alcanzando el final, me derrito. Sale, luego se desliza
dentro. Me llena, con más de su cuerpo, y es demasiado, parpadeo, y
luego cierro los ojos.
Le dejo entrar, pero no puedo dejar que me toque. Todavía no, no
aún. Así que sigo con mis ojos cerrados y sólo siento su cuerpo moverse
dentro del mío. Su aliento me acaricia la mejilla, luego sus labios se unen a
los míos y sonrío en ellos.
—Abre los ojos —susurra—. Necesito ver tus ojos cuando te corras
nena. Ábrelos —suplica.
Sus labios se presionan en los míos y entonces se mueven suavemente,
y luego follan mi parte inferior. Infiernos, lo hace. Mis ojos revolotean y se
abren. Y sí, me está sonriendo. Se ve tan... feliz. Y me siento hacer una
mueca como una tonta. Puse esa sonrisa en su rostro, y se ve tan, tan bien
en él. En mi opinión uno nunca puede sonreír o reír lo suficiente. 140
Desentrelazo nuestras manos y paso las mías por su cabello ondulado.
Maldita sea incluso me excita cuando lo hago. Tiro hacia abajo. Y lo beso.
Quiero decir, realmente le doy un beso. Cuando nos separamos aún
estamos sonriendo como idiotas, muy excitados y como idiotas
cachondos. Arrastro mis manos de su cabello, y luego agarro su buen
trasero. Lo muevo hacia mí.
Capta la indirecta. Es un chico inteligente, éste. Tendré que
mantenerlo alrededor por un tiempo. Rueda sus caderas y las gira sobre mí.
Me quejo.
—¿Es eso lo que necesitas, nena? ¿Justo así? —pregunta y empuja
más profundo en mí.
—Sí, así. No te detengas. Dios, por favor no te detengas.
Se ríe.
—¿Por qué demonios iba a hacerlo? Tendría que ser un hijo de puta
loco con el trasero al aire.
—Sí... No. No seas un hijo de puta. Nunca te detengas. —Creo que eso
es lo que murmuré. ¿Lo captaste? ¿Realmente importa? Diablos, no. Estoy
flotando entre el placer y el dolor, el infierno y el nirvana. Y no estoy
hablando acerca de la banda de Seattle. Sólo quería dejar eso claro,
porque quiero que entiendas lo que está pasando aquí. Estoy a punto de
correrme maldita sea y no quiero que te lo pierdas.
Jaxson toma su ritmo.
—Oh mierda —sisea—. Oh mierda, mierda.
Sí, eso es exactamente lo que iba a decir. Y ahora no tengo que
hacerlo. Sólo puedo sentarme aquí y disfrutar del paseo. Sí, sólo voy a
montarme en él.
E infierno santo lo hago.
—¡Oh. Dios. Mío! Eso se siente tan jodidamente bien.
Empieza a bombear en mí a un ritmo frenético entonces.
—No te detengas. Jax. Dios, no te detengas.
—Nunca nena, nunca dejaré de amarte.
Y me tenía en ese “nunca”. Porque me corro tan largo y duro que casi
dolió, no me lastimó. Me quejo, mientras permanezco parada, entre el
placer y el dolor.
—Eso es todo, nena. Eres tan hermosa Lex, pero cuando te corres
nena, es como ver a alguien tocar el cielo.
Me quejo o gimo. ¿Creo? Dios realmente me importa una mierda. 141
Acabo de tocar el cielo.
—Una vez más, nena. Necesito verte tocar el cielo de nuevo. —Él
muerde con fuerza su labio.
Está retrasando su propia liberación, su propio toque del cielo, hasta
que yo lo haga de nuevo.
Mierda. Hablando acerca de la presión del desempeño. Entonces,
¿qué hace una muchacha? La única cosa que puede hacer. Se corre y se
corre duro. Pero esta chica quiere que su hombre toque el cielo primero.
Tiro hacia abajo y muerdo su hombro. Y, oh sí, se deja ir.
—Jódeme —susurra.
Y lo hago. Todo termina. Levanto mis caderas y giro en él. Es duro,
como tratar de hacer abdominales con una bolsa de setenta y siete kilos
de arena presionada hacia abajo en ti. Pero que me jodan, lo hago, como
si mi vida dependiera de ello. Como si la vida de Jasxon dependiera de
ello. E incluso cuando me corro no me detengo. Me empujo arriba en él
hasta que echa la cabeza hacia atrás y grita mi nombre.
—¡Lexxx! ¡Estás. Jodiendo. Mi. Mundo!
Está bien, quizá no es el cielo, pero es lo suficientemente cerca.
25

U na semana más tarde...


Debería estar haciendo mimos a mi amante durmiente,
comiendo un desayuno abundante en una bandeja de plata
mientras bebo té, o fumo un cigarrillo después del orgasmo. Bueno, la
última parte es simplemente estúpida, yo no fumo. Pero voy a alguna parte
con esto. Que debería estar haciendo otra cosa que lo que estoy
haciendo. ¿Y que estoy haciendo te preguntas? ¿Preocupado de
adivinar? ¿No? Bueno. Bueno, yo estoy pensando en la mancha húmeda.
¿Lo qué? Bueno, estoy mirando la mancha húmeda que se ha
formado en la sábana. ¿Por qué estoy haciendo esto? Porque no está
bien, es demasiado grande, demasiado húmeda.
Creo que soy una clase media de chica, en una forma húmeda. Ya
sabes. Cuando te vuelves toda caliente y mojada y se junta en tu ropa 142
interior. Sí, ese tipo de mojado, el mejor jodido tipo. Por medio quiero decir,
que no desborde y no gotee por mis piernas. Y yo no hago grandes
manchas de humedad en las sábanas. Y antes de que vayas allí, no, no
soy una de esas chicas que pueden eyacular. ¿Qué mierda es eso de
todos modos? Definitivamente no una buena cosa. Pregúntale a Martha
S16 ella va a decírtelo, no es una buena cosa.
Entonces me pregunto a mí misma. “Oye Yo. ¿Qué demonios, Yo?
¿Qué está corriendo por tus malditas piernas?” Yo piensa un minuto, sigue
pensando —sigue pensando— y sí, finalmente, yo lo consigue. El idiota se
vino dentro de mí. Puedes enloquecidamente creerlo. Él sabe que yo no
estoy tomando la píldora. Hemos hablado de ello, y nos pusimos de
acuerdo. Hasta nuevo aviso, preservativos serán utilizados en todo
momento. Estoy limpia, él probablemente está limpio, pero eso no es el
acuerdo. El acuerdo es, tú lo sabes, repite conmigo. P.U.E.T.M.17
Sé lo que estás pensando. ¿Qué demonios, Lex? Tienes veintisiete
años de edad. ¿No deberías tener un plan de respaldo? Y, sí, estoy de
acuerdo. Lo que debería, pero en mi defensa, nunca fue mi intención de

Martha S.: Se refiere a Martha Stewart, conocida presentadora de televisión y


16

empresaria que formó un imperio con su negocio de estilo de vida y cocina.


P.U.E.T.M: Hace referencia a lo que dijo antes: Preservativos Utilizados En Todo Momento.
17
empezar una cosa con Jaxson. Sí, yo sabía que podía suceder, pero quería
hacerme cargo de algunas cosas antes de empezar con nuestra cosa.
Sacudo a mi hombre dormido. Él no responde. Pongo más músculo
en ello. Se alborota.
—Jax, tenemos que hablar.
Abre un ojo.
—Lo siento nena, no puedo. Dame un par de horas y voy a ser bueno
para ir.
Le hago un mal de ojo a su único ojo.
—Nena... sólo una. Sólo dame una hora. —Se vuelve.
De acuerdo, lo entiendo... él está limpio, azotado, tarado, él está
agotado. Realizó más allá de mi más salvajes —bueno, no mis más
salvajes— expectativas. Pero este no es el tiempo para descanso; es el
momento de hablar.
Lo ruedo sobre su espalda, y me pongo a horcajadas.
Él abre los dos ojos. Al menos estoy avanzando.
—Nena —se queja—. Quince minutos por favor... quince. —Cierra los
ojos. 143
Me inclino y le susurro al oído.
—Tendrás suerte si alguna vez lo hacemos de nuevo, mente de pene.
Abre los ojos.
Ahora tengo su atención.
—¿Qué está pasando?
Ahora se ve preocupado. Como debería, porque estoy a punto de
rasgarlo a uno nuevo.
—Jax, ¿cariño? —imito su ronroneo—. ¿Se te olvidó algo?
Levanta una ceja en confusión.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando?
Me incorporo en mis rodillas y le agarro la mano y la coloco entre mis
piernas.
Él sonríe. El idiota piensa que yo quiero follar. Jesucristo. ¿No es obvio?
¿Tengo que deletrearlo? ¿Verbalizarlo? ¿Qué piensas? Sí, tienes razón voy
a tener que usar mis palabras. Como una buena chica, buenas chicas
usan palabras.
Empujo su mano más abajo en mi muslo-
—Jaxson, ¿qué es esto?
Me da la mirada más desconcertada que nunca.
—Lex, nena está bien, todo va a estar bien. ¿Sabes dónde estás
cariño?
—¿Qué?
—Está bien nena. Todos nos olvidamos de las cosas. Personalmente
nunca he olvidado una parte del cuerpo, pero, bueno va a estar todo
bien. Solo estas cansada.
¿Qué dem…? Sé que te estás muriendo por el “¿Qué dem…?” Él
también. Sólo aguanta. La forma en que van las cosas, conseguirás un
montón de posibilidades.
Deslizo su mano hasta mi muslo, y se planta justo encima de mi vagina
goteante.
—Jax nena, no estoy confundida. Sé dónde estoy y sé los nombres de
todas mis partes. La cosa es Jax, cariño. La cosa es que... estoy mojada.
Goteante, corriendo por mis piernas, húmeda. Me pones húmeda nena,
pero no ésta humedad.
El sol ha salido, hay luz, hay un entendimiento, finalmente.
—Mierda, Lex. Lo siento. Yo sólo llegue. Estoy tan, tan apenado. No
tienes de que preocuparse, estoy bien... Quiero decir que yo estoy limpio. 144
¿Por qué los hombres siempre dicen esto después de que follan? ¿Te
fastidia que me fastidie?
Ruedo encima.
—Sé que lo estás. Pero hablamos de esto Jax. —Salto de la cama,
agarro mi ropa interior del piso, me la pongo y luego camino a su armario y
agarro una camiseta y me la pongo. Camino de vuelta a la cama y me
siento a su lado.
—No es muy probable, pero por si acaso, creo que tenemos que
conseguir la “píldora del día después”.
—Está bien —dice, mientras se pone sus pantalones vaqueros.
—Voy a llamar a mi doctor, pero tendrás que ir a recogerlo. O podría
ir yo —le digo y levanto una ceja esperanzada.
Él camina hacia el cuarto de baño que está dentro de la suite. Yo lo
sigo y ruego silenciosamente para que me dé una tarjeta de salida de la
cárcel.
—Eso no va a suceder nena. No puedes dejar la finca.
Maldita sea. Ni siquiera iba a pasar el “ir”.
—Está bien —me quejo puchereando—. Voy a la ducha en mi
habitación. Nos vemos allí en quince.
Él me da un beso en la punta de mi nariz. Ahora ¿qué dulce es eso?
Mucho. ¿Cierto?
Devuelvo el gesto. Sí, estoy igual de dulce.

145
26

U no de los grandes inventos que el hombre conoce es la ducha


moderna. Estoy en lo cierto. ¿Correcto? Las manos hacia
abajo, top diez. ¿Por qué? Porque nada puede rejuvenecerte
como el agua, nada. Dúchate con agua caliente, agrega un poco de
vapor, ocho chorros de gran precisión masajeando tu cuerpo y voila, eres
una nueva persona.
Después de mi ducha hago un secado rápido de mi cabello y me
pongo cualquier pantalón. Sí. Es uno de esos días. No hay jeans ajustados o
tanga para esta novia. Lo que yo daría por algunas bragas de abuelita en
estos momentos. Daría mi huevo izquierdo, si tuviera uno.
Salgo de mi armario y Jaxson está sentado en mi cama. Mierda, lo he
echado de menos. Sí, soy patética. Él me quita el aliento como siempre. Su
cabello está mojado y luciendo unos vaqueros, sólo vaqueros, oh sí. 146
—Eh, tú, ¿cambiaste de opinión acerca de dejar que me fugue de
este lugar?
Le doy un beso rápido, bueno comienza siendo un beso rápido, pero
con esos labios carnosos y ese aliento fresco a menta, tengo que
quedarme un rato.
—Dios que buen sabor —gime.
—Lo mismo digo —gimo de vuelta.
Nuestros labios se apartan, gimo. Mil uno, mil dos, mil tres ¡Suficiente!
Mis labios están de vuelta en los suyos. Patético dices. Me gustaría verte
intentando separarte de los labios más increíbles de la historia.
Se aleja, y me lamento, hago pucheros.
—Nena, podría besarte por días, pero tengo que hablar contigo. —Su
voz es dolorosa. Eso no puede ser bueno.
—Está bien —le digo y me alejo—. Jax, no estoy enfadada por lo del
condón. Simplemente...
Él pone un dedo sobre mis labios.
—Sé que no lo estás. Es... es sólo que... no necesitamos preocuparnos
por ello.
—Jax, hasta que me ponga...
Él me hace callar de nuevo.
—Lex. Por favor... por favor déjame terminar. Deja de pensar por un
segundo y sólo déjame hablar.
No creo que eso sea posible. Créeme que lo he intentado; es una
maldición cerebral de mierda, un pedo cerebral continuo.
—Lo intentaré —digo.
Suspira.
—Lex, ¿quieres hijos?
¡Guau! ¿De dónde diablos ha salido eso? ¿No es esta una pregunta
que haces cuando estas en una relación seria de... bueno, más que unas
pocas semanas? Lo pregunto porque yo realmente no conozco las reglas.
Sólo he estado en una relación seria, y era la única que la tomó en serio.
Así que, ¿Incluso cuenta?
¿Cómo responder a una pregunta así? Es una pregunta con trampa.
Respondo que sí ¿Y si él no quiere? ¿Entonces qué? Responde que no ¿Y si
él quiere? ¿Entonces qué? Si tú me lo estuvieses preguntando, me reiría y
diría. “¿Estás jodidamente bromeando? ¿Me veo como material de
mamá?” Pero no me lo estas preguntando, lo hace Jax. El hombre que
podría amar hasta la luna y volver. Así que voy a por ello. Voy a decirle la 147
verdad.
—Honestamente, no lo sé. Estoy en la estacada, podría inclinarme en
cualquier dirección. La cosa es que, no creo que sea una buena madre.
Casi crie a Sam, pero eso es diferente. No sé si esta es la respuesta que
esperabas, pero ahí está.
Él me da una media sonrisa.
—La respuesta honesta es siempre la mejor respuesta nena.
Me tira hacia él. Estamos frente a frente. Luego presiona sus labios
contra los míos y están temblando.
Me alejo.
—Jax. ¿Que está mal?
Me tira en sus brazos, y me abraza. Todo su cuerpo está temblando.
Mierda, ¿Lo quiero saber? Sí, este es mi hombre.
—Jax. Por favor —le susurro.
Él se aparta y me mira a los ojos.
—Lex, serias una madre maravillosa, la mejor. Dios te amo tanto. —
Exhala.
Dios quisiera poder decirle lo mismo. Simplemente no puedo. Todavía
no.
—Me siento como el hijo de puta más grande —suspira—. Nena, tú
eres la mujer más hermosa que he visto, te he conocido, por dentro y por
fuera. Lex, te mereces lo mejor en todos los sentidos.
—Jax, me estas asustando. Si me dices que te estás muriendo o algo,
yo... voy a tener que matarte.
—Lex —dice, esta vez con una sonrisa plena.
Eso es una buena señal. ¿Cierto?
—No me estoy muriendo. Piensas demasiado. Ese cerebro tuyo. —Puso
un dedo en mi frente—. Tu cerebro necesita relajarse. Piensas demasiado
todo.
—Lo sé —exhalo.
—Nena, cuando te conocí, todo lo que quería era un buen sexo duro.
Te codiciaba como un adolescente en Viagra. Te miraba y mi polla
saltaba. Y cuanto más rechazabas mis avances, más te quería. Tú eres la
única mujer que alguna vez me dijo, no, a mí. Entonces, una noche, en
Dublín, dijiste “sí”. Admitiré que yo como que...
—Trataste de emborracharme y robaste mi llave de la habitación. 148
—¿Lo sabias?
—Por supuesto.
—Sí, por supuesto. Pero la cosa es que, una vez que te había follado...
te anhelaba. Fuiste mi grieta, mi heroína, algo que nunca quise o necesité.
Y luego traté de empujarte en una relación a la que no estabas
preparada. Todavía no entiendo por qué te asustaste o que hice mal. Yo
sólo sabía que había metido la pata. Entonces no me dejaste que
corrigiera el problema. Solo acabaste con ello. Sin explicación real, nada.
Sólo terminaste y eso jodidamente me mató. Traté como el infierno de
odiarte. Te evité, viajé más y me alejé más de lo que necesitaba. Me follé a
más y a más mujeres anónimas, sin rostros que... voy a decir, no estoy
orgulloso de mi comportamiento.
—Jaxson me has dicho esto antes. No lo aplaces nene, porque me
estas volviendo loca. Solo dímelo.
—¿Conoces la canción de Pearl Jam, Better Man?
—Sí.
—La parte de “Ella esta tumbada y dice que está enamorada de él”.
—Sí. “No puede encontrar a un hombre mejor”.
—Nena, no quiero que sientas lo mismo por mí.
Me alejo de él.
—Bueno. ¡Suficiente! ¡Sólo jodidamente dime!
—¡Joder, no puedo tener hijos! —grita.
—¡Jesús, Jax! Joder me asustaste.
—Lex. No estoy jodidamente bromeando. Esto no es jodidamente
divertido.
Bueno, jódanme.
—Nunca dije que lo fuese. Es sólo que no sé por qué estás tan
enojado.
—¿No me oyes? Soy estéril. No puedo tener niños. No voy a pasar el
viejo ADN, no tendré descendencia.
—Te escuché. En comparación con las cosas que estaban pasando
por mi cabeza, no pasar el antiguo ADN, no es nada. ¡Dios te maldiga! Me
tenías preocupada.
—Cariño, solo te digo que soy estéril ¿Y no te molesta?
—No parece afectar a tu... rendimiento. Así que no.
—¿En serio? Lex, no estoy bromeando aquí. He visto todo tipo de
especialistas. El noventa y cinco por ciento de mis nadadores nadan a 149
espalda. El otro cinco por ciento no pueden nadar rio arriba.
—Lo siento, Jax. Entiendo lo de pasar tu propio ADN y esas cosas. Pero
hay un montón de chicos por ahí que podrían necesitar un buen hogar y
un buen padre.
—¿Podrías considerar la adopción?
—Sí. Sin pasar por esas cosas de los vómitos y pañales, estoy por
encima de eso. Lo del pañal, creo que lo podría hacer, lo del vomito no.
Vómito limpiando vómitos. Así que sería como… como doble vómito para
limpiar.
Levanta una ceja.
—Está bien, creo.
—Jax estamos hablando como... del futuro. Creo que estás saltando
la pistola un poco... No mucho. Tú. Yo. Nosotros. Estamos empezando.
—Sí, lo entiendo. Pero si no tener tus propios hijos era muy importante
para ti, tenías el derecho de saberlo ahora.
—No es un tema importante.
—Gracias, mierda. No sé lo que habría hecho si lo fuera.
—Tengo una pregunta.
—De acuerdo.
—¿Cuál era el acuerdo con la analogía de Pearl Jam? ¿Crees que
porque no puedes tener un hijo, no eres el mejor hombre?
—Sí... No. Es sólo que no sé lo que haría si cambiases de opinión
acerca de mí... si me mirases y sólo vieses arrepentimiento.
Lo tiro en mis brazos.
—Nena. Piensas demasiado.

150
27

S
eis semanas, tres días, diez horas y veinte minutos más tarde…
—¿Adónde vas?
—A correr —digo mientras ato mis Nikes.
—Vuelve a la cama —gime Jaxson en voz baja.
—Eres insaciable. ¿Qué tal si duermes un rato y cuando regrese luego
podemos jugar en la ducha?
—Por qué no te quedas simplemente y nos ponemos jugar en la
ducha ahora.
—Jax hemos estado haciendo el acto y otras cosas como… unas
ocho horas. No me malinterpretes que no me estoy quejando. Bueno, tal
vez un poco. Pero si no me levanto y me muevo, mi trasero va a ser más
grande que Plutón
151
—Su trasero es perfecto.
—Me alegro que te guste. Pero no te gustará cuando empiece a
rebotarse.
—No sé nada sobre eso, nena. Me gusta cuando rebota.
—¿Se agita? ¿Dónde? —Miro mi trasero. No pensé que estuviera tan
mal. No aún sin embargo.
—No se sacude. Sólo estoy bromeando.
Me pongo en pie y planto mis manos sobre mis caderas.
—Jaxson Chase Ryan, nunca bromees con una chica sobre sacudir el
trasero. Jamás.
De acuerdo dice, se levanta y tira de su bóxer.
—Voy contigo.
—¿Vas a correr?
—Sí. ¿Por qué pareces tan sorprendida?
—No sé. Simplemente nunca te he visto correr. Nadar es más tu estilo.
—Nadar es lo mío, pero quiero hacer lo tuyo. A menos que no quieras
que me una.
—Me encantaría que te unieras a mí.
—De acuerdo, entonces nos vemos en la cocina en diez minutos.
—Hay un parque aproximadamente a unos seis kilómetros de aquí,
pensé que podríamos ir allí.
—¿Más allá de la verja? —Levanto una ceja.
—Sí. Si estás conmigo para mí está bien. —Nos fuimos corriendo hasta
la verja y Jaxson saludó con la mano al guardia.
El guardia asiente y la verja se abre.
Pasamos corriendo la verja y por una larga entrada con árboles a
ambos lados.
Cuando llegamos a la carretera me detengo, me agacho y toco el
asfalto.
—¿Qué estás haciendo?
—Sólo asegurándome que es real. Que esto no es un sueño.
—¿Tan malo ha sido?
—Han pasado más de dos meses desde que llegué más allá de las
puertas. Sí, ha sido muy malo.
—Vamos piernas peludas... acelera el paso. 152
—¡Mis piernas no son peludas! —gruñe Jaxson.
—Sí que lo son, pero de todos modos me encantan.
—Mira, puedo ver el parque —él jadea—. ¡Gracias a Dios! ¡Diez
kilómetros, mierda! —se queja.
Miro mi reloj de corredor.
—Mi cuentapasos simplemente registra menos de doce. Un pequeño
error de cálculo.
—¡Supongo que mi cuentaquilómetros está apagado! —resopla.
Me río.
—Eso es gracioso… cuentaquilómetros. Hiciste un chiste y estoy
impresionada.
—Eres muy fácil de impresionar, cariño.
—Sí, supongo que sí, estoy de acuerdo.
—Ja, ja.
Corrimos en silencio durante un par de minutos antes de que me dé
cuenta que Jaxson está retrasándose. Me detengo y corro sin moverme en
el lugar mientras él me alcanza.
—¿Vas a poder hacerlo? —pregunto, riéndome.
—Estoy bien —jadea—. Ni siquiera estás sudando. ¿Cómo es posible?
—Lo estoy. —Miro a Jaxson. Su camiseta está empapada, su cabello
está húmedo y sus shorts están enganchados—. Aunque no como tú.
—Debe de haber como un noventa por ciento de humedad. —Limpia
su frente.
Pulso un botón de mi reloj. Lo hace todo excepto lavar los platos y
correr por mí.
—Veinte por ciento.
—Por supuesto el reloj te indica la humedad.
—Bueno, claro. —Me río.
Él frunce el ceño.
Me encojo.
—Honestamente, me gustaría que no hicieras eso.
—¿Hacer qué?
—Esa cosa con tu frente. Me da escalofríos.
—No es malo. Eres la única que se queja de ello. 153
—Eso es porque las personas tienen miedo de decirte nada porque los
intimidas, no quieren herir tus sentimientos o simplemente están demasiado
espantados, para hablar.
—Sí, claro.
Ruedo mis ojos.
—Lo que tú digas.
A medida que se acerca el parque Jaxson comienza a rezagarse
detrás de nuevo. Me detengo y espero hasta que se acerca.
—Necesitas motivación.
—No, lo que yo necesito es llamar a Lane para que venga a recoger
mi trasero sudado.
—No es posible, ha ido a la ciudad.
—¡Mierda! Me olvidé.
—Motivación. ¡Eso es lo único que necesitas!
—De acuerdo, motívame.
Pienso durante un minuto.
—Si me vences al llegar al parque te dejaré follarme contra un árbol.
—¿Qué? De ninguna manera, no lo harás.
—Lo prometo. —Cruzo mi corazón.
Me da una mirada cargada con escepticismo.
—De acuerdo. ¡Adelante! —dice y echa a correr.
—¡No puedo creer que me ganaras, piernas peludas!
—Motivación, querida. Es imposible que deje pasar por alto un polvo
entre los árboles. —Agarra mi mano—. Venga, vamos a buscar ese árbol.
Nos dimos una vuelta durante unos minutos para refrescarnos, beber
el agua y buscar ese árbol.
—Toma mi mano, veo el tronco perfecto.
Le doy mi mano mientras me lleva hacia un roble grande.
—¿Qué te parece?
Echo una mirada alrededor.
—Apartado del camino, escondido por los árboles, aislado. Sí, creo
que lo encontraste.
—¡Te lo advierto estoy muy sudado!
—Y tus piernas son peludas, creo que puedo manejarlo.
Me pone delante del tronco. 154
—Bájate los pantalones y apóyate atrás.
—¿Muy cachondo? —sonrío.
—Sí. Mucho.
Hago lo que me dice.
—De acuerdo, gira ligeramente.
Lo hago.
—No, así. —Él me posiciona—. De acuerdo está bien así, sólo una
pizca de esta manera.
—Cachondo y mandón.
Se quita sus pantalones y me empuja hacia atrás y ligeramente
encima del árbol. Deja que se airee su pene sudado unos segundos. Al
menos eso es lo que pienso que está haciendo.
Se presiona en mí y me deslizo sobre el árbol. Intenta entrar y sube mi
camisa y mi espalda se engancha en la corteza.
—¡Ay! —Lo empujo apartándolo de mí—. ¡Esto no va a funcionar,
terminaré con mi espalda enganchada al árbol!
Él da un paso atrás.
—De acuerdo, intentaré algo más.
Me aparto del árbol y me enredo en mis pantalones. Me agacho
para sacármelos y caigo de cabeza en la tierra.
Jaxson se ríe, no, cacarea histéricamente.
—Muy bueno, Lex —dice mientras limpia sus lágrimas de alegría.
Lo miro y está buscando en sus bolsillos.
—¿Qué estás buscando?
—Mi teléfono. Tengo que sacar una foto de esto.
—¡Cómo diablos vas a hacer eso! Ayúdame, imbécil.
—La hago, necesito hacer esto.
Miro hacia arriba cuando un flash golpea mis ojos
—¡Eres un cabrón! ¡No puedo creer que acabes de hacer eso!
Él se ríe.
—No te preocupes no se la mostraré a nadie. La guardaré en el
archivo de mi colección privada.
—Qué tipos de fotografías tienes en in… No, espera. No quiero
saberlo. —Levanto un brazo y él sólo me mira sonriendo—. ¡Algo de ayuda
estaría bien!
155
—Lo siento. Sólo estaba disfrutando del momento… por un momento
más.
—Por lo que no te arrepientes.
Él tira de mí hacia arriba y me saco los pantalones.
—¿Qué estás haciendo? —Pone mala cara.
—Practicar sexo más seguro
Lo empujo entonces contra el árbol arrodillándome delante de él. Lo
miro y está sonriendo abajo hacia mí como un idiota.
—Creo que te va a gustar estas cosas del sexo más seguro.
—Sí, te va a gustar. —Luego alcanzo su pene para llevarlo hasta mis
labios.
Hay mucho fluido pre-seminal. Lo miro.
—¿No hiciste…?
—No —dice con mala cara.
Levanto una ceja. Y mantengo mis ojos en él y lo lamo.
Gruñe. Luego lo meto en mi boca.
Él sisea:
—Mierda, me encanta esta cosa del sexo más seguro.
Sonrío cuando lo chupo y lo lamo hábilmente.
—No está tan malo como pensé.
—¿Qué?
—El pene… sudado.
Él gime.
—Gracias a Dios.
Miro y sus ojos están cerrados y su cabeza está descansando contra el
árbol. Juego con su pene durante un rato y después lo introduzco tanto
como puedo.
—Dios que se siente bien. —Exhala.
Bien, iba más que bien. Iba para follarlo espectacularmente. Recojo el
ritmo y lo bombeo con mi boca, mientras acaricio sus bolas. Gime y con mi
pulgar lo arrastro hacia adelante y hacia atrás sobre su perineo. Entonces
deja de gruñir. Sus bolas se contraen y se tensan. Sí, le gusta eso.
Ajusto mi posición y lo trago hasta donde puedo. Siento nauseas.
Luego mi garganta se contrae y tiro hacia arriba. ¡Maldición! Esas estrellas
porno nos hacen sentir al resto de nosotras las chicas como unas
chupapollas perdedoras. Me esfuerzo al máximo y mientras haya gemidos
sé que estoy haciendo algo bien. 156
Continúo bombeando y arrastro un dedo por encima de su perineo.
Con cada movimiento me acerco a su ano. Cuando lo toco él se queja.
Un quejido en el buen sentido, no en el malo. Arrastro de nuevo aplicando
un poco de presión sobre él. Sus bolas aprietan en mi mano.
Él está cerca y estoy muy contenta porque mis labios y lengua están
empezando a entumecerse. Ahora no me malinterpreten, me encanta
complacer a mi hombre. Y diablos sí me enciende verlo tan excitado. Pero
rayos su pene está tan duro que casi no acabo la felación.
Gime.
—Cariño, estoy cerca. No sé cómo lo haces... oh mierda se siente
maravilloso.
Me encanta que me advierta cada vez… que siga respetando mi
decisión. Aprieto mis labios alrededor de él dándole “el visto bueno” para
quedarse. El sabor de la leche no me entusiasma demasiado pero odio el
desorden formase en mis manos y no me gusta su cremosidad en la cara.
¡Puaj!
Su polla empieza a vibrar contra mi lengua. Está cerca y necesito
que se corra porque ya no puedo ni sentir mis labios. Acaricio sus bolas y
luego empujo mi dedo dentro de su agujero. Todo su cuerpo, se sacude y
él se permite ir.
Empieza al follar mi boca, rápido y duro.
—Mieeeeeerda. Joder. Joder. Estoy cerca cariño —jadea. Luego
vuelve a la carga en la parte posterior de mi garganta.
Después de una eternidad él se corre, puedo dejarlo caer de mis
labios adormecidos. Me levanto y cepillo mis rodillas fuera y él se estira de
sus pantalones.
—Cariño, he estado en el cielo —me dice y planta un beso en mi
frente.
—Mmm. —Es todo cuanto puedo contestar porque creo que mi
mandíbula podría haberse dislocado.
—No fui demasiado áspero, ¿verdad? La última parte se ha
descontrolado un poco.
—Mmm. —Muevo la cabeza en un círculo, con un tal vez.
Caminamos por detrás del tronco. Las piernas de Jaxson todavía
están temblando.
—Es imposible que sea capaz de correr a casa después de eso. Yo
voy a llamar a Mary y le haré venir a recogernos.
Tira de mí hacia él y besa la parte superior de la cabeza.
157
—No hablas mucho cariño. ¿Eres tímida? ¿El gato se comió tú lengua?
—Mmm. —Sí, algo como eso cariño.

Un par de semanas más tarde estoy haciendo pesas en el gimnasio


de la casa de Jaxson, sudando como un cerdo para eliminar el trasero.
Dios así lo espero. Mejor no lo miro cuando me levante de este banco. Si te
atreves a mostrar tu trasero a ti misma “gran trasero” te haré correr dieciséis
kilómetros más lleno de dolor.
¿Qué? ¿Qué me dijiste? Vete a la mierda. Bien, ya tuve suficiente.
¿Hacemos treinta kilómetros, y después dieciséis vueltas en la piscina?
¿Qué? Esos son palabras belicosas. Puedes apostarte tu horrible y gran culo
a que lo son. No has oído nada todavía. Así que cierra la boca y espero
que te hayas ido antes de que salga por esa puerta. Sí, esa puerta de allí.
De acuerdo, como digas. Acordemos una tregua. Se trata de no perder el
tiempo. Ahora cállate y déjame terminar con estas pesas. No eres la única
parte del cuerpo que necesita atención.
Mierda, lo siento. Se me olvidó que tenía público. ¿Me he vuelto loca
o he perdido la cabeza? ¿Por qué lo preguntas? Oh ya veo, porque estoy
hablando con mi trasero. Oh esto es ridículo. ¿Qué no me gustas? Todos
tenemos una parte del cuerpo que necesita un poco más de atención.
Qué le decimos; ¿qué su cuerpo es perfecto? ¿De verdad? Bueno…
perdona al resto de nosotros. Sé algo que las necesidades un
entrenamiento, cabezona. Es broma.

De acuerdo, ya que estoy un poco loca y hablo con mi trasero. No


nos llevamos exactamente bien. Está bien tenemos algunos problemas.
Necesita disminuir su tamaño, ya sabes lo que quiero decir. Simplemente
no puedo conseguir ponerlo a punto. No importa cuánto, o qué tipo de
terapia consiga: individual, grupal, rehabilitación, apenas puedo
conseguirlo.
Lo único que puedo decir es, “Gracias a Dios que a Jaxson le
encanta”. Es decir que realmente es así. Le gusta masajearlo, besarlo,
lamerlo, puedes hacerte la idea. Realmente es un rasero afortunado. Quizá
todo lo que necesita sea el amor.
—Hola, cariño.
Miro hacia arriba. ¡Oh Dios! Es el amor de la vida de mi trasero. Suelto 158
la pesa. De acuerdo dos gramos de peso del débil relleno.
—Hola a ti también.
Él se acerca y me besa en la parte superior de mi cabeza, y luego
huele mi cabello. ¿No es la cosa más dulce del mundo?
Miro mi sabelotodo y que hace-casi-todo reloj. Es justo después de la
una del miércoles.
—Esto es una sorpresa. ¿Está todo bien? —pregunto.
—Sí, ¿por qué? —dice y se sienta junto a mí en el banco de pesas.
—Bueno, porque es miércoles, medio día, estás en casa y con
pantalones vaqueros. Y para tu información el Sr. Ryan, cree que tu trasero
en esos pantalones vaqueros, es excitante.
Sonríe como un idiota, qué harías si alguien pone trasero y caliente en
la misma frase.
—Ardiente, ¿eh?
—Síp. Abrasador.
Toma mi mano y la pone encima de su pene cubierto por los jeans.
—Tengo algo que está excitado. Tal vez más adelante podría darte
una muestra
—Una muestra, ¿eh? Muestras es lo que se da cuando estás
intentando atraer a los nuevos clientes. Yo ya he saboreado la enchilada
completa, una muestra no es suficiente para mí.
—¿Muy ambiciosa?
—Ambiciosa no, sólo constato los hechos.
Le doy un apretón bueno a su erección. Él gime y tira de mí sobre su
regazo. Levanto su camiseta y mis manos hacer lo que mejor saben
hacer... recorrer por todas partes a su hombre.
Descanso mi frente contra la suya.
—Estás muy caliente. —Me echo hacia atrás y pongo la palma de mi
mano en su mejilla caliente—. ¿Estás seguro que estás bien?
—Estoy bien.
—No parece que estés bien, estás ardiendo
—Lex, estoy bien, olvídalo —mascullando sus palabras.
—¿Algo le está pasando a Ryan?
—Lex. ¡Detente!
—De acuerdo, no te incomodes. —Me salgo fuera de su regazo
caliente e intratable—. ¿Me puedes vigilar? —gesticulo hacia la barra de 159
pesas.
—Claro.
Él se levanta y yo ajusto las pesas. Hay una extraña tensión entre
nosotros. Algo pasa, pero si no quiere hablar sobre… lo aparto y me tumbo
para posicionarme debajo de la barra.
Jaxson camina detrás del banco luego enrolla las mangas de su
camiseta. Levanto la vista hacia él mientras agarro la barra.
—De acuerdo, cinco juegos de diez.
—Lo tengo —él contesta y después me ayuda a alzar la barra fuera
de la posición.
Le doy una media sonrisa y empiezo. A la mitad de mi segundo juego
su ceño fruncido ha desaparecido y ha sido reemplazado por una enorme
sonrisa
—¿Por qué estás sonriendo como un idiota?
—No sabía que lo estuviera. —Su rostro se queda inexpresivo.
Acabo el juego y empiezo el tercero. Miro hacia arriba y está
sonriendo como un idiota otra vez. Sigo a su mirada.
—¿Qué estás mirando?
Deja de sonreír.
—Nada.
—¿En serio? ¿No estás mirando nada nada?
—Sí.
Así que está mintiendo. Termino el juego tres y empiezo el cuarto.
Vuelve a sonreír y sigo su mirada de nuevo.
—Estás mirando las tetas.
—No miro las tetas.
—¡No, claro!
—¡No es así!
Oímos unos pasos junto a la puerta y vemos como entra Mary. Sus ojos
se agrandan cuando ella ve a Jaxson.
Ella se acerca y se detiene junto a él.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás en casa? ¿Estás enfermo? —Pone su
mano en la frente—. No tienes fiebre.
Mira abajo hacia mí.
—No te molestes —digo e intento recordar mi cuenta. 160
Sonríe.
—Estoy bien, Mary. ¿Solo pasando la tarde libre?
—¿Por qué? —pregunta Mary con preocupación en su voz.
—¿Porque quiero?
—¿Estás seguro de que todo está bien?
—Sí, Mary estoy seguro. ¿Qué pasa con ustedes dos? —Niega y vuelve
sus ojos a tientas sobre las tetas.
—De acuerdo —resopla ella—. Cuando terminen los dos con su...
entrenamiento, el almuerzo está en la cocina.
Camina hacia un armario y empieza a llenarlo con toallas limpias.
Empujo mi segunda repetición para acabar y mis brazos empiezan a
temblar. Mierda, me arden. Hasta el punto de no retorno, al diablo con
esto.
Gracias a Dios, es el último. Mis brazos caen completamente abajo.
Luego a medida que empujo hacia arriba fallan. ¡Malditos sean!
—¡Jaxson!¡Jaxson!
Él todavía está mirando las tetas.
—¡Un poco ayuda aquí! —Caray con Louise.
—¡Oh, lo siento! —dice y me ayuda con la barra, a sentarme y tomar
mi toalla.
—¿Qué pasa contigo? No es como si no las hubieras visto, las tocaras,
las pellizcaras, chuparas, y bueno otras cosas.
—Lo siento Mar.
—Está bien. El hecho de saber que mi hijo está haciendo todo eso que
tus tetas... —Ella me da una débil sonrisa.
—Lo entiendo. TMI18.
—No estaba mirando las tetas.
Mary aclara su garganta.
—Jaxson querido, sí que estabas mirando las tetas.
—¡Muy bien! Sí estaba mirando las tetas. Después de todo son mías.
—Oh, ¿de verdad? ¿Crees que estas son tuyas? —Les doy un
dramático apretón.
Mary resopla.
—¿Qué? —le pregunta Jaxson.
—Estoy esperando a ver cómo consigues salir de esta. —Ella cruza sus
brazos. 161
Él me mira.
—Me parece recordar que me dijiste que eran mías. Por lo tanto, si eso
es así... entonces las tetas son mías.
Mary me mira.
Mierda, nada como la presión para rendirse. ¿Qué puedo hacer?
Necesito reclamar mi derecho para estar segura. Sí. Me acerco y me
detengo delante de él.
—Está bien cariño, si estas tetas son tuyas entonces esto es mío. — Me
agacho y le doy un buen apretón a su polla—. Y estas. —Acuno sus pelotas
con firmeza en la mano. Y él hace una mueca de dolor.
—De acuerdo, esto era algo que no tenía necesidad de ver —declara
Mary—. Me voy fuera de aquí.

18 TMI: Siglas de Too much information, quiere decir ―demasiada información‖.


28

—A sí que ¿por qué estás en casa? —Lester le pregunta a


Jaxson mientras todos nos sentamos alrededor de la mesa
de la cocina.
—¿Por qué es tan difícil que todos crean que me tomé la tarde libre?
Mary resopla.
—Tal vez porque es tan raro como un sándwich de carne de Alexia.
—Alexia no está comiendo un sándwich de carne, ella nunca...
—Exactamente —dice Mary.
—Está bien, lo reconoceré, ha sido un tiempo.
—Sólo por curiosidad —me pregunta Lane—. ¿Cuándo fue la última
vez que comiste un filete?
162
Tomo un bocado de mi ensalada mientras los veo picar su carne
animal.
—Londres. El jueves 04 de junio de 1998. A las siete treinta y cinco p.m.
En un restaurante llamado “El Pétalo”. Fue una salida de negocios.
Sábado, 05 de abril de 2003. Hora desconocida.
—¿Cómo puedes recordar todo eso? —pregunta Mary—. ¿Fue un día
importante?
—No. No que yo sepa.
—Sorprendente —afirma Mary.
—En realidad no. No es como que he encontrado una cura para el
cáncer, o terminado con el hambre en el mundo. Eso sería sorprendente.
—Hablando de sorprendente... —bromea Lester—. Yo he ideado el
más sorprendente pastel de carne con patatas19 sin carne. No puedo
esperar para que lo pruebes esta noche, Lex.
—Suena... maravilloso, Lester. No puedo esperar. —Prefiero clavar
agujas debajo de la uña de mi pie, Lester.
—Patrañas. —Lane imita una tos dentro de su puño.

Shepherd’s pie: pastel de carne y patatas.


19
Mary le da una mala mirada, la peor mirada de todas. Siempre.
—He hecho mucho para todos. Así que Lex, puedes tener tu propio
pastel.
—Eso es tan dulce Lester, pero ¿un pastel entero? —Gracias Lester.
¡Prefiero derramar miel por todo mi cuerpo y luego recostarme en la cima
de una colina de hormigas de fuego!
El teléfono de Jaxson suena. Gracias a la mierda.
—Pastel de carne y patatas sin carne, santa mierda. No hay jodida
manera de que vaya ahí.
Jaxson mira la pantalla de su teléfono y frunce el ceño.
—Lo siento —dice—. Tengo que tomar esta.
Lane inclina la barbilla y le da a Jaxson una mirada de complicidad.
Jaxson mira fijamente hacia él de vuelta.
Bueno, algo está pasando.
Tan pronto como él está fuera de la vista, comienza el griterío.
Entonces algo golpea la pared, palabras confusas, luego silencio.
Nos sentamos y nos miramos entre nosotros durante un minuto torpe.
Me aclaro la garganta. 163
—Así que Lanie, he oído que tenías una cita caliente la noche
anterior, o mejor dicho, esta mañana.
Él se vuelve y gruñe a su madre.
—¿Mamá? ¿En serio?
—Oye. Yo no fui la que te mantuve despierta toda la mañana,
mientras que una mujer estaba gritando mi nombre.
—Durante toda la mañana ¿eh? Menos mal que hice a Jaxson
reponer tu arsenal de condones.
Para el resto de la tarde Jaxson fue retenido en su oficina, tanto para
tomarse una tarde libre. Estoy en mi habitación respondiendo a mi e-mail
cuando alguien llama a mi puerta.
—¿Lex? —Es Lane.
—Entra.
Él entra.
—¿Interrumpo?
—Siempre hombre —le respondo con una mueca falsa.
Lane me entrega un sobre de FedEx20.
—Entrega especial —Sonríe y me concede una sonrisa con hoyuelos.
—¿Así que piensas que eres especial?
—Es lo que es. —Se deja caer en una silla.
Pongo mi ordenador portátil en una mesa auxiliar, y luego inspecciono
el sobre. Es de Zane.
Imbécil. Sabía que iba a estar escuchando de él pronto. Estaba
esperando un correo electrónico o una llamada telefónica. ¿Está tratando
de hacer un punto al enviarlo en papel? ¿Quién demonios sabe?
Lo coloco sobre mi portátil cerrado, me pongo de pie y camino hacia
una mesita de noche que he convertido en un mini bar. Agarro una botella
de whisky escocés y dos vasos. Vuelvo, sirvo dos tragos y entrego uno a
Lane.
Él mira su reloj.
—Son las cuatro, lo suficientemente cerca —digo y golpeo su vaso
con el mío y luego me hundo en la silla—. Tienes potencial, Lanie.
—¿Para qué?
—Para que yo te convierta en un hombre escocés. Bebiendo fino 164
whisky escocés antes de las cinco en un día laborable.
—¡Estoy para todo, excepto el haggis21!
—Dios, no. ¿Por qué crees que soy vegetariana?
Nos reímos.
—¿No tienes curiosidad? —Él asiente hacia el sobre.
—Sé lo que es.
—Y… ¿vas a mantenerme esperando?
—Te estás muriendo de curiosidad. Así que, sí que voy a dejarte
esperando un poco.
—Tú perra.
Me río.
—Está bien, voy a hacer un trato, Lanie. Te voy a mostrar lo que hay
en el sobre y tú me dices lo que pasó con Jaxson hoy en el almuerzo.
—Eres una perra inteligente. Jaxson debería ser el que te diga lo que
pasa.

FedEx: Federal Express, compañía de envío de mensajes y paquetes.


20

21 Haggis: Plato típico escocés, embuchado, de sabor muy intenso y condimentado.


—Estoy de acuerdo, pero no va a suceder. Él no revela mucho en
estos días.
Exhala
—Mia.
—Mia la ex-esposa. Campanita del infierno.
—La única.
—¿Ellos no están...? —Levanto una ceja. Por favor, Dios, que diga “no”
como un millón de veces.
—No. Mierda. Dios, no —resopla.
Exhalo.
—Gracias mierda.
Lane me da un señalamiento curioso.
—Él te ama, Lex. No, mierda, él te adora. Tendría que ser el mayor
idiota del mundo, para engañarte.
—Estoy de acuerdo. —Suspiro—. Excluyendo la compañía presente,
los hombres pueden ser grandes imbéciles. El amor no se les impide hacer
cosas estúpidas.
—Voy a tener que tomar tu palabra. Nunca he estado enamorado. 165
—¿Nunca?
—Nunca —confirma y asiente.
Le doy una curiosa sonrisa.
—¿Qué? —pregunta él.
—Llevas tus emociones en tu manga Lanie. Yo hubiera pensado que
habías estado enamorado varias veces.
—Tal vez es por eso que nunca lo he estado.
—Eres más profundo de lo que pareces, Lanie.
Él sonríe.
—¿Eso es un cumplido o un golpe?
—Supongo que es lo que quieres que sea.
—Entonces voy a tomarlo como un cumplido —dice e inclina la copa.
—Salud. —Levanto mi copa.
Bueno, aquí está la cosa sobre los ex, maldito si lo haces, maldito si no
lo haces. Quieres saber acerca de ellos, pero no. No saber es luz, saber es
oscuridad. Entonces, ¿qué te obliga a cruzar al lado oscuro? Cuando el
hombre que amas está ocultando información y cuando tú estás tratando
con una verdadera perra. Realmente no sé mucho acerca de su relación,
pero conozco una perra en celo cuando la veo.
—¿Qué está tramando ella?
—No sé toda la historia, sólo partes. ¿Jaxson te mencionó que él ha
estado tratando de recuperar el control de Ryan?
—Sí, ha estado tratando de volver a comprar acciones. Y nadie está
vendiendo.
—Bueno... están vendiendo, pero no a él.
—¿Campanita del infierno?
Él asiente.
—Guau. No es de extrañar que esté cabreado.
—Sí.
—¿Así que cuál es su juego?
—No tengo ni idea. Pero no puede ser bueno.
—Oh —le susurro.
—Nada de qué preocuparse Lex. Es por lo que no va allí, fue una vez y
una vez fue demasiado.
166
—¿Alguna otra cosa está sucediendo?
—Sólo la malversación de fondos y la mierda de Will Harris.
Lane mira el sobre.
—¿Te está matando no es así?
Bebo lo último de mi whisky, luego recojo el sobre. Lo abro y saco un
paquete de documentos. Los exploro por encima.
Lane se sienta hacia adelante en su silla.
—¿Y? ¿Buenas o malas noticias?
Le extiendo uno de los documentos y sonrío.
—Lanie, la mejor. Acabo de salir de la cárcel.
—Exploro el resto de los documentos y le extiendo los pertinentes para
que Lane los vea.
—Oh Dios mío —dice él—. Fue Harris.
—Me temo que sí. Él y tres empresas de auditoría externas.
—Entonces, cómo hizo... —Él explora sobre la carta de presentación—,
¿cómo se las arregló Zane Black para obtener esta información?
—Digamos que Zane tiene conexiones. —Levanto una ceja.
—¿Conexiones criminales? —pregunta Lane.
—Algo por el estilo.
—Guau. ¿Jaxson sabe de él?
—Él sabe que Zane estaba ayudando a limpiar mi nombre, pero no es
que yo estaba cavando en las auditorías externas.
—No me malinterpreten, Lex, creo que esta mierda es grande. Eres
libre de ir a casa. Pero mierda, algunos de estos documentos están
etiquetados como “confidencial”. ¿Sabías que este Zane estaría
hackeando estos registros?
Suspiro.
—Lo sabía. Le di el visto bueno.
Él levanta una ceja.
—Es obviamente más que un socio de negocios.
Lane recoge la carta de presentación y la lee en voz alta.
Mi hermosa, Lexia,
Estoy seguro de que encontrarás una lectura interesante en los documentos
adjuntos. He incluido, como pediste, información sobre los firewalls, etc.
Te extraño cariño, prometiste una visita al otro lado del charco. Tuve un
encuentro con Gram, no te preocupes, cariño, no he dicho nada con respecto a su 167
situación. Visítame pronto cariño o voy a estar alimentando el jet.
Cariño, Malditamente Sincero
Z
—¿Bueno, cariño? —Lane levanta una ceja.
—No es lo que estás pensando, Zane es un viejo amigo...
—Está bien, si tú lo dices —dice.
—Ésta mierda de cariño queda entre nosotros Lanie. Jaxson no
necesita más mierda que tratar. Él va a estar malditamente enojado, tal y
como está.
—No voy a decir nada.
—Gracias Lane.
—Así que parece que vas a estar dejándonos pronto, cariño.
—Culo inteligente.
—Las cosas no serán las mismas por aquí sin ti.
—Lo sé. Voy a echar de menos a todos.
29

L ane se va y apura otro trago, después otro y otro. Ahora no está


juzgándome. Estoy a punto de decirle al hombre que amo que
un socio cercano lo ha estado engañando durante años.
Y cuando intente entender eso, entonces verá que sus registros
confidenciales han sido pirateados, y que atentamente le diste el visto
bueno. Le prometí que me mantendría al margen de su investigación. Va a
estar cabreado. Tal vez en unos años me perdonará, o al menos entenderá
por qué era necesario.
Cuando llego a la oficina de Jaxson, toco a la puerta medio cerrada.
Después de varios hola-hola, entro y encuentro a Jaxson libre. Camino
hacia su escritorio y pongo el sobre de FedEx junto a su ordenador portátil
abierto. Estoy a punto de abandonar el barco e ir a buscarlo, cuando me 168
doy cuenta de que hay un archivo en la pantalla con mi nombre en él.
Hola, mi nombre es Gato-miau. Mi curiosidad me ha matado cientos
—miles de veces— una muerte más es pan comido. Ahora, voy a perseguir
este pequeño ratoncito gris sobre el tapete, y luego le doy clic en la cola.
—Alexia.
Me levanto de un salto y lejos del escritorio.
—¡Jaxson! Asustaste la mierda fuera de mí. Demonios, todo menos
orinar en mis pantalones.
—Lo siento. —Él se acerca y me tira en su pecho. Inhalo. Dios, huele
tan bien, cítricos y especies, y a Jaxson.
—Hueles a cielo, nena.
—Estaba pensando lo mismo.
—Estaba esperando que pasaras a saludar —comenta mientras
arrastra sus labios por mi cuello.
—Alexia.
—Mmm —gimo.
—¿Te gusta cuando hago esto… y… esto en tu cuello?
Inclino mi cabeza hacia atrás, dándole un mejor acceso. ¿Tiene
siquiera que preguntar? ¿De verdad?
—Sí —lloriqueo—. Me gusta en todas las partes que besas y…
Muerde el lóbulo de mi oreja y después la chupa.
—¿Te gusta eso, nena?
—Oh, sí.
Siento una mano cálida por debajo de la parte posterior de mi
camiseta y se desliza por mi columna vertebral. Gimo. Arriba y abajo de mi
columna vertebral, y luego abajo… o sí.
Abajo va sobre ese… en ese punto… ese punto que espera al sur del
hueso de la cadera. Y sobre mi cadera… mi vientre, después mi… o sí.
—Jax —gimo.
—¿Qué, nena?
—Creo…
Él ahueca el pecho cubierto de encaje, y después frota su pulgar
sobre mi pezón duro. Odio los sujetadores.
—¿En qué piensas, Lex? —susurra mientras ahueca mi otro pecho.
—Nada —me quejo—. Nada en absoluto. 169
Siento su sonrisa contra mi cuello. ¡Cabrón atrevido!
—Nena —dice mientras su otra mano se desliza en la parte posterior
de mis pantalones de yoga y corre hacia abajo… abajo de mi culo. Oh sí,
el culo que no se menea.
Deslizo mi mano por encima de la parte posterior de su camisa.
—Jax —gimo porque eso es todo lo que puedo reunir.
Me apoyo en él. Está grande y duro, golpeando… oh sí… palpitando
contra mi muslo. Va a mi culo… y encima de su escritorio. Me empuja
hacia abajo y… mierda, tengo que quitar mis manos de su cuerpo para
prepararme. Demonios.
Después lo siento debajo de mi mano derecha. Sé lo que es, pero
miro de todas formas.
El sobre. Demonios. Odio a FedEx. Lo empujo contra su pecho.
—Jax, tenemos que parar.
—No.
Trato de empujarme hacia arriba en mis codos.
—Sí… tenemos que hablar.
Me quito de su escritorio. Siento una mano alcanzar detrás de mí. Él
recoge su portátil y lo coloca en su silla.
Patea. Reduce y se estrella en la pared.
Oh sí. Habla después. Juega ahora.
Me alcanza de nuevo por detrás, choca. Este hombre sabe cómo
limpiar su escritorio.
Tirón. Sacar. Mi camiseta cae al suelo.
Chasquido, mi sostén es lanzado.
El culo se desliza hacia el centro del escritorio.
Tirón.
Agarrón.
Tobillos hacia arriba.
Piernas arriba.
Cayendo de nuevo en mis codos.
Camiseta arriba, calcetines, vuelan sobre mi cabeza.
Pantalones de yoga. Bragas. Lanzados por todas partes. ¿A quién le
importa? 170
Pop. Pop. Pop. Me encanta que vuelen los botones.
Oh sí. Comando22. Existe un Dios.
Oh sí, ¿eso es para mí?
Tirón.
Deslizar.
Piernas arriba.
Las rodillas hacia arriba y sobre la amplia camisa de hombros
cubiertos. ¿Qué? No. No puedo tener eso.
—Camisa —balbuceo.
—Qué.
—Camisa. Se va.
Él me da una sexy sonrisa conocedora.
—Quieres ver piel, nena.
—Piel. Sí.
—¿No sé, nena? No estoy seguro de que puedas manejarlo.

22 Comando: Ir sin ropa interior.


—¡La camisa fuera! Idiota atrevido y arrogante.
—Esa es mi chica.
Desgarrar. Botones vuelan. Por todas partes.
Piel. Oh sí, mucho mejor.
Entonces, ahhhh.
Gimo.
Él gime.
—Lex —exhala.
—¿Sí, nena?
—Nunca. Me. Digas. No —pronuncia con cada embestida.
—No… quiero decir… —gimo. Querido Dios, acaba de golpear ese
punto.
—Sí… yo… nunca digas no. —Me gusta el Jax Alfa. Quiero decir,
realmente me gusta.
Él se desliza sobre ese punto. Es grueso, palpitante y no puedo respirar,
estoy a punto de derretirme.
—Dios… nena, la forma… en que me succionas —dice mientras inhala 171
o exhala. ¿A quién jodidos le importa?
—Joder, nena. Te necesito más cerca.
Tirón.
El culo se desliza fuera del escritorio, dedos calientes y fuertes agarran
y empujan.
Los codos colapsan —la cabeza golpea la madera— las manos
agarran el borde del escritorio.
Las piernas se extienden, los cuerpos se aplastan, las rodillas se doblan
sobre el hombro desnudo.
Él se hunde de nuevo en mí.
—Eso está… bastante cerca —jadeo.
Se desliza hacia arriba y abajo de mí.
—Joder, nena, mira cómo tu coño agarra mi polla.
En este ángulo y en esta posición es difícil no verlo. Y mierda, es la
octava maravilla del mundo.
—¿Lo ves, Lex?
—Lo veo… lo siento. —Su polla gruesa y húmeda acaba con mi coño.
—Te necesito… te necesito más profundo, más duro. Mantenlo
apretado nena —jadea.
Una de mis manos lo sostiene apretado en el borde lateral del
escritorio, la otra lo agarra por enfrente.
Las rodillas presionan en mi pecho, la cabeza se muele en la madera,
la polla golpea duro.
—¿Me sientes, nena?
¿Es esa una pregunta retórica? Respondo, “Sí” en mi cabeza porque
mi boca no funciona.
—Estoy cerca —sisea—. Me voy a correr dentro de ti tan duro y
profundo que vas a gotear durante días, nena.
Santa madre.
—Sí… necesito… que lo hagas… Jax. —Me lleno de aire. Apenas.
—Mierda, Lex… joder… me corro. Córrete conmigo, nena.
Muerde la parte posterior de mi rodilla, me dejo ir y vuelo.
—Jax. ¡Joder! —chillo—. ¡No te detengas, joder!
—Nunca me detendré. Nunca dejaré de amarte, nena. ¡Nunca!
Grito su nombre, ¿creo? 172
—¡Jaaaxxx! —Está bien, ahora lo hice. El sigue deslizándose sobre ese
punto y luego, Santa madre de todo, muele mi clítoris protuberante e
hinchado.
—¡Mierda! —Me corro de nuevo tan duro que mis orejas… zumban y…
entonces todo se desvanece… para bla…
30

Cuando vuelvo en mí, estoy recostada en un sofá de cuero, cubierta


con una manta. Muevo mi cuerpo y trato de dar la vuelta. Maldición, creo
que tengo una reacción a una gran follada. Sostengo mi cuello y ruedo.
La habitación está oscura excepto por una lámpara en el escritorio. Y
sentado detrás del escritorio está el hombre que literalmente jodió mi
cerebro.
Me levanto agarrando la manta conmigo. La enredo alrededor de mi
cuerpo desnudo y camino despacio hacia su escritorio. Veo el sobre de
FedEx al lado de su computadora. Diablos, está mirando el reporte de
Zane. Camino y me paro enfrente de su escritorio. Mira hacia arriba. Joder.
Está todo menos feliz. Está jodido malditamente encabronado.
Le doy una sonrisa débil.
—Hey. 173
No saluda. Esto no está bien.
En verdad quería explicarle por qué autoricé mirar en las auditorías
externas y todo el desastre de Will Harris. Sé que lo estaba tratando,
internamente. Pero a veces internamente no es la mejor forma. Y diablos,
sí, me di cuenta que está no es mi compañía, no es mi decisión.
Pero su equipo de investigación iba más lento que una tortuga.
Quería… no, quiero todo este desastre terminado. Y sí, crucé la línea
cuando le pedí a los hackers23 entrar en los archivos confidenciales. Pero
era la única manera de ver todo el alcance del daño que Will y su séquito
ocasionaron. Y quería que Jaxson viera que la seguridad de Ryan y sus
firewalls24 apestan. Grandioso. Era demasiado sencillo para Will tenderme
una trampa, y demasiado fácil para él robar y esconder millones y millones
en veinte años. Todo el sistema necesita ser reparado y renovado. Sí, lo
entiendo, de nuevo no es mi decisión.
Sabía que está mierda era seria. Sabía que la compañía que su
abuelo inició y en la que él se había matado trabajando por los últimos
diez años podría no sobrevivir. También sabía que nuestra relación podría

Hackers: piratas cibernéticos.


23

Firewall: cortafuego, barrera cibernética.


24
estar dañada más allá de reparación alguna. Lo único que puedo hacer
es rezar para que entienda por qué hice lo que hice.
Sus ojos se encuentran con los míos. Rezo para que encuentre lo que
necesita.
Él se aclara su garganta.
—¿Tú autorizaste esto? —preguntó. Su voz fue controlada, sin
embrago, fría.
—Sí. Y entiendo si estás molesto conmigo.
—Lo entiendes —gruñó—. Alexia, no creo que molesto se acerque a
como me siento ahora. Te dije que no interfirieras. Me lo prometiste.
No puedo creer que el hombre que jodió mi cerebro hace dos horas
sea el mismo hombre que está sentado frente a mí. Y no hay nada que
pueda hacer o decir ahora que lo ayude, nos ayude.
—Lo siento Jaxson —suspiro—. Hice lo que sentí que era necesario. Lo
que se necesitaba hacer. Ryan está en serios problemas. Yo no… no creo
que veas en cuantos problemas.
Tomo una pila de mi ropa de una silla.
—Estaré por aquí… por al menos algunos días. Me gustaría hablar
contigo de esto antes de irme, si me lo permites. 174
Recojo el borde de la manta y salgo por la puerta.
31

H e estado viviendo en mi oficina cerca de tres días. Lo siento, no


soy Alexia. No lo puedo reducir a una hora, minuto, segundo y
milisegundo. Me refiero a ¿qué chico quiere saber que llega
tarde una hora, cuatro minutos y cinco segundos? De todos modos, la
compañía por la que me he partido el trasero por este problema, un serio
problema de mierda. He estado en control de daños por días:
actualizando a los socios, planeando estrategias con los abogados,
dándoles seguridad a los clientes, empleados y bancos. Y entonces está la
prensa, ni siquiera vayamos ahí.
En las últimas horas he estado hablando con el Fiscal del Distrito. Will y
su sequito estarán bajo arresto por los últimos días. Hasta ahora un total de
siete auditorías individuales y tres firmas auditoras, pero la lista se espera
que sea más grande. Todo este desastre se ha extendido más de lo que
nadie pensó. Hasta ahora, otras ocho compañías han estado rastreando 175
sus recursos financieros. Cuando todo esté dicho y hecho muchas vidas
cambiarán para siempre.
Y entonces ahí está mi chica. Dije que ella cambiaría mi vida, no
tenía idea. ¡Cambiar! Sí, claro. Ha tomado el control. He sido suyo desde el
día en que entró a mi oficina. Ha sido un viaje salvaje y tengo un
presentimiento de que no me bajaré de la montaña rusa en ningún
momento cercano. Estoy molesto de que se haya atrevido a resolver mis
problemas por su cuenta, ¿los problemas de mi compañía? Diablos sí. Estoy
malditamente furioso. ¿Dónde se baja ella? Me refiero a, en serio. Pero
tengo que dejar toda mi basura personal y sólo concentrarme en ser CEO.
En las últimas horas he estado pensando en Alexia. En verdad debería
estar besando sus pies. Si ella no hubiera encontrado los problemas en la
auditoria externa, Will aún estaría exprimiendo a Ryan. Su curiosidad y su
cerebro ingenioso y loco se percataron de algo que nadie había hecho en
veinte años.
Y, otra vez dándole el crédito, me habló varias veces de que la
seguridad de la compañía estaba en riesgo y nunca miré ello. Pensé que
los números eran lo suyo, no la seguridad. Pero mi chica sabe un infierno
sobre como dirigir una compañía. Me di cuenta después de leer el reporte.
Leí todas las ciento cinco páginas y ella dirigió todo eso. Hizo las preguntas
y cuando no pudo encontrar la respuesta, sólo entonces buscó ayuda de
su investigador. Y tan lejos como puedo decir el maldito Zane Black fue
sólo el suplantador. ¿Quién diablos es éste británico de todos modos? Lo
odio jodidamente.
No la he visto ni hablado con ella en por lo menos tres días. Esperaba
que fuera a empacar e irse o enfurruñarse en su habitación. No, no ella.
Jules vino y tuvieron un día de spa. Un maldito día de spa.
Después de que Mary me masticó por la millonésima vez por hablarle
a Alexia, me informó que Lex la convenció de hacerse una depilación
brasileña. Demasiada información. Oh y, Lester y Lane se hicieron
pedicuras y Louie una manicura. ¡Por el infierno! Te digo que se ha hecho
cargo.
Me ha dado espacio sólo para un par de textos.
¡Para Ryan: Quedándome hasta que conversemos!
¡Para Ryan: Para tú información, aún mojada!
El segundo texto casi me deshizo. Quería encontrarla y tomarla fuerte
contra la pared. Pero me resistí. Soy un hombre en control de sus
facultades. Sí, como no. Tomó todo mi control y… bueno ya saben…
cuatro veces… está bien, cinco. Y entonces dos horas atrás me envió una
linda foto de sus tetas. Y prácticamente eso selló todo. He cuidado de mi
negocio, curado y lamido mis heridas y ahora voy a lamer otra cosa… 176
bueno ya saben.
Maldición, huelo bien. Sí, me acabo de oler. Ahora sé por qué Lex
pasa su nariz sobre mí. Me acabo de bañar, rasurar, me podé allá abajo y
ahora estoy mirando a mi chica dormilona. Dios, es hermosa. La forma en
que la luz de la luna se refleja sobre su rostro. La forma… ¡mierda! Whoa. El
chico grande se sacude y los niños están vibrando. Espera un poco, chico
grande. Está a punto de despegar y correr hacia aquellas largas piernas y
sumergirse. Whoa. Acaba de sacudirse de nuevo. Está bien, chico grande,
te siento. Es tiempo de algo de acción.
Tiro una sábana y maldición, sábanas lindas. Quito las sábanas lindas y
diablos sí, ahí está mi chica. Duerme sin ropa interior. Tienes que amar toda
la piel y el que no haya barreras. Me coloco detrás de ella. Dios, huele
como el cielo.
—Cariño —susurro justo detrás de su oreja, una de sus trescientas
zonas erógenas—. Cariño.
Se mueve y entonces abre sus ojos.
—Hola —susurra.
—Hola.
—Ya era la maldita hora, idiota —suelta.
Esa es mi chica.
—He estado un poco ocupado.
Se da la vuelta y pone su frente sobre la mía.
—Lo siento Jax…yo…
—Nena —la interrumpo—, lo sé… no quiero hablar de eso. He estado
tratando con esa mierda por días. Lo único que quiero ahora es estar
enterrado dentro de ti.
Sonríe.
—¿Entonces la foto de mis tetas resolvió el problema?
—Sí lo hizo y terminé de enfurruñarme. Lex, no más interferencias. Lo
digo en serio. Reparar Ryan es mi trabajo, no el tuyo. Soy el CEO.
—Sé que eres el CEO. Sólo… sólo quería que terminara y… bueno,
quería que lo vieras. Que vieras y entendieras en qué tormenta tan grande
de mierda está metida Ryan.
—Bueno, lo entiendo. Créeme, lo hago.
Besa la punta de mi nariz.
—Lo siento.
—Lex, gracias por quedarte. Me refiero a que, saber que estabas aquí 177
ayudó.
—Oye, te dije que no me iría. No botaría esa mierda en ti y después
me iría. —Beso la punta de su nariz—. Creo que el chico grande me
extrañó. Está follando mi muslo —ronronea.
No tiene idea de cuánto la ha extrañado el chico grande. En todo lo
que ha estado pensando es en estar enterrado en su coño tan
profundamente que se desintegraría.
—¿Eso crees?
—Síp, pero prefiero no pensarlo, me preocuparía.
—¿Preocupada ehh? Te mostraré tu preocupación.
La volteo sobre su estómago y la monto a horcajadas. Se ríe con
nerviosismo. Jódeme. Esa espalda. Ese trasero. Un día voy a follar ese
trasero. Mi trasero. Sí claro, tú lo dices. Pasará, tan sólo espera y verás. Me
deslizo hacia abajo sobre sus muslos, asegurándome que el chico grande
deje líquido por el camino. Ella gime. Oh sí, lo siente. Beso y lamo cada
nalga de su perfecto trasero. Le doy un mordisco al derecho.
Salta.
—¡Diablos! ¡Eso dolió, Jax!
—¿Dolió bien o mal, cariño?
Gime un suspiro.
—Bien. Duele tan bien, Jax.
Me siento y aparto su muslo con mis rodillas. Paso un dedo por su
grieta. Siseo.
—Estás mojada cariño.
—Duh.
Esa es mi Lex, una romántica. Muevo un dedo en círculos por su
clítoris. Su trasero se encoge de dolor. Lloriquea. Agarro una almohada y la
coloco debajo de sus caderas. No. No es lo suficientemente alto. Agarro
otra. Perfecto.
Me arrodillo entre sus muslos y separo sus nalgas. Me inclino e inhalo.
Sí, es lo que dije. Por el infierno que dices. Recupérate. Me enciende. Y si
pudieras ver este trasero… bueno nunca lo harás, es mío. Pero si pudieras lo
olerías.
Advertencia, si no puedes soportar el olerlo entonces deberías saltar
las siguientes líneas. Ve por un café. O vete y que te crezca un par. La
extiendo ampliamente y lamo desde su clítoris a su trasero. Lamo hasta que
tengo a mi chica retorciéndose y siseando mi nombre y el del Señor, una y
otra vez. Entonces hago círculos en su agujero apretado un par de veces. 178
—Fóllame —grita.
Sé que no se refiere al chico grande, pero brinca de todos modos. Lo
regaño mentalmente por ser tan impaciente. Responde con un palpitar
contra su muslo. Está bien… suficiente, estoy listo. Necesito hacerla venir
antes de que el chico grande despegue y se haga cargo por sí mismo…
está bien no tiene manos así que se hará cargo con su propia cabeza.
—Jax, fóllame —grita. Su trasero se estremece alrededor de mi lengua.
Está bien, el pre-show se ha terminado. Me siento en mis rodillas y me
sumerjo en su coño.
—¡Fóllame! —grito. Y lo hace.
Lex agarra las almohadas debajo de sus caderas y las lanza fuera de
la cama. Se pone en cuatro patas, arquea su espalda y se mueve de
regreso en mí. Fuerte. Abofeteo su trasero. Agarro sus caderas y marco el
ritmo.
—Más profundo, Jax. Fóllame más profundo.
No sé si eso es incluso posible pero lo intentaré. Empujo hacia abajo su
hombro hacia la cama y levanto su trasero. Me sumerjo en ella. Diablos si
es posible.
—Oh. Dios. Mío. Jax —jadea Lex mientras la follo más duro y profundo.
Mis bolas están tan grandes y duras que suenan como si la estuviera
azotando con un cinturón.
Jódeme.
—Cariño. Cerca. Te. Necesito. —gruño.
—Sí —jadea y sisea al mismo tiempo.
Estoy listo.
—Cariño. Córrete. Ahora. —Meto un dedo en su trasero.
Su coño me sujeta como un tornillo y me dejo ir.
—Cariño. Te. Amo. Jodidamente. Tú. Sacudes. Mi. Mundo.

179
32

—L anie, gracias por traerme a casa.


—¿Cómo no podría?
—Bueno, gracias de todas formas. Y por favor, por
favor, asegúrale a tu madre que iré pronto a verla.
—Lo haré. Ella como que enloqueció un poco.
—¿Un poco? Diablos… Pensé que iba a tener un infarto.
—Sí. Una vez que empieza a llorar no puede parar.
—Oh, y asegúrate de agradecerle el haber olvidado
―accidentalmente” empacar esas tartas de Sheppard.
—Lo haré. Las tiró ―accidentalmente” a la basura.
—Preferiría comer tierra a un bocado más de esas tartas. 180
Él se ríe.
—Iba a decir que preferiría comer tartas de lodo.
Reímos.
—Así que, ¿estás emocionada por estar de vuelta en la ciudad?
—Sí, eso creo.
—No pareces muy segura.
—El último par de semanas han sido un infierno para Jaxson. El Fiscal
de Distrito, la prensa…
—La prensa se ha ido enfriando un poco, pero hay algunos que
todavía lo siguen acosando. Uno podría pensar que después de dos
semanas pasarían a la siguiente noticia.
—Lo podrías pensar.
—Bueno, hemos llegado.
Nos detuvimos en la cuneta, frente a mi buhardilla. Han pasado
quince semanas y tres días desde que me fui de la ciudad, y todo parece
irreal.
—¿Estás bien?
—Sí, es solo que se siente raro… diferente. Como si ya no perteneciera
aquí.
Lane me ayuda con mi equipaje y, cuando entramos en la habitación
principal, sonrío como una idiota.
—Por el infierno, Lanie. Debe haber quinientos lirios.
—Más de seis. Jaxson nos puso a mí y a cada florista en la ciudad
localizándolos.
Me acerco a uno de los muchos arreglos de lirios blancos, mi flor
favorita.
—Son tan hermosas —le digo mientras las lágrimas empiezan a nublar
mi visión—. Huele como si estuviera en el cielo. —Limpio una lágrima de mi
mejilla.
—Eso es lo que él esperaba que dijeras. Oye, ¿estás llorando?
Asiento mientras me rodea con sus brazos.
—¿Lágrimas de felicidad? —me pregunta.
—Sí, lágrimas de felicidad. Gracias por todo, Lanie. Por ayudar a Jax
con esta sorpresa y por ser un amigo cuando lo necesitaba de verdad.
—Es un placer, Lex. Y recuerda que si te cansas del Jefe, y quieres un 181
poco del Señor Regordete, estoy a solo una llamada de distancia.
—Lo recordaré.
Él mira su reloj.
—¿Vas a estar bien?
—Por supuesto. Sé que tienes que volver a Ryan.
—Las cosas todavía están muy mal por allí. —Se encoge de
hombros—. No sé cómo lo hace, Lex. No me podrían pagar lo suficiente
por hacer su trabajo.
—Estoy de acuerdo, pero Jaxson es realmente bueno en eso. Es lo que
él es... Está en su ADN.
Él mira de nuevo su reloj.
—Tengo que correr.
—¿A dónde tiene que ir hoy? —pregunto.
—Más reuniones con el Fiscal de Distrito, después lo traeré aquí.
Sonrío. No puedo malditamente esperar.
—Le mandaré un mensaje, pero dile que me encantaron los lirios, y
que no puedo esperar para verlo.
—Lo haré, corazón. —Lane me besa en la mejilla.
—Listillo.
—Ese soy yo. —Me dice adiós con la mano.
Después, él se ha ido y yo estoy sola por primera vez en meses.
Tras deshacer mi equipaje, me siento en la mesa del comedor y
disfruto de una comida no vegetariana de Lester. Pero realmente no la
disfruto. ¡Mierda! Incluso extraño la cocina vegetariana de Lester, excepto
la tarta de Sheppard. No bromeaba cuando dije que preferiría comer
tierra.
Hago algunas llamadas y me pongo al día con el correo. Después me
preparo un baño. Mientras observo cómo se llena la bañera, empiezan a
salir las lágrimas. Maldita sea, hay algo distinto en mí. No sentía mi ánimo
como cada vez que volvía de un viaje, diciendo: diablos sí, estoy en casa.
Así que aquí estoy, respondiendo mis propias preguntas. Hogar. Este
ya no es mi hogar. Mi hogar está a dos horas de distancia, en un pueblo
pequeño al norte del estado de Nueva York. No me jodas. ¿Viste venir
esto? Porque estoy segura como el infierno de que yo no. Estoy justo en
medio de donde me prometí que nunca estaría. No creo en los cuentos de
hadas, ni en el zapato de cristal de Cenicienta. Cenicienta… ¡Ah! Eso es
una broma. Llámame Pinocho. Mi nariz ha crecido varios kilómetros, y sigue
creciendo cada día. 182
Lleno la bañera y agrego un poco de aceite de lavanda. Dejo caer
mi bata y entro. Ah… cielo líquido. Echo la cabeza hacia atrás y cierro los
ojos.
—Alexia.
Abro los ojos y mi hermoso hombre está de pie, sobre mí. Y mierda, mi
visión se nubla y las lágrimas empiezan a derramarse.
—No me veo tan mal, ¿o sí? —Me da una sonrisa burlona.
—No… Yo… Tú…
Él se arrodilla junto a la bañera y limpia mis lágrimas.
—Nena, ¿me extrañaste?
Asiento.
—Yo… Tú… —Sollozo.
—Bueno, ahora estoy aquí y lo voy a hacer todo mejor.
Asiento.
—¿Puedo unirme a ti?
—Por favor. —Limpio mis lágrimas y lo veo desnudarse. Nunca me
canso de verlo, vale, me estoy follando a este hombre con la mirada.
Cuando se quita el bóxer, me da una sonrisa estúpida.
—¿Te gusta?
Me lamo los labios
—No —me burlo.
Él levanta una ceja.
—¿No?
—Los he visto mejores.
—¿Lo has hecho? ¿Estás segura? —Empieza a quitarse lentamente los
calzoncillos. Se detiene en la parte superior de su creciente erección—.
¿Todavía los has visto mejores?
—Sí, mucho mejores. —Me muerdo el labio para intentar contener mi
propia sonrisa estúpida.
—¿De verdad? —Él los baja otro centímetro.
Me muerdo con más fuerza.
—Sí. De verdad.
Él los mueve otro centímetro. Querido señor, me muerdo el interior de
la mejilla y pruebo la sangre.
183
Él levanta una ceja, y los baja hasta la mitad de su erección.
—¿Todavía has visto mejores?
—Sí —grazno.
Él se detiene.
—Está bien, entonces me voy.
—¡No! —grito, y salgo de la bañera. Casi caigo de bruces. Pero me
caigo de culo y me deslizo por el azulejo.
Jaxson me atrapa justo a tiempo.
—Nena, solo estaba bromeando. No me voy.
Resoplo.
—Joder, gracias. —Agarro su bóxer y se lo quito de su culo caliente.
—Nena. —Ríe.
Entro en la bañera y lo pongo detrás de mí. Él se sienta y, después me
uno a él, recostándome contra su pecho y su hermoso pene erecto.
—Ahhh —susurro.
—¿Mejor? —susurra en mi oreja.
—Mmm, mucho. —Cierro los ojos. Él besa la parte superior de mi
cabeza y lo escucho inhalar el aroma de mi cabello.
Entonces, siento cómo una gran sonrisa se extiende por mi rostro. Todo
está bien.
Abro los ojos, y me encuentro bajo sábanas calientes y descansando
en unos brazos fuertes. Me volteo en su pecho y levanto la vista a sus ojos.
—Me quedé dormida.
—Ambos lo hicimos.
Él se ve tan desolado y agotado.
—¿Estás bien? Quiero decir, ¿Estás tan bien como puedes estar?
—Eso creo.
—¿Quieres hablar de… Eso o de otra cosa?
—Diablos, no. No te he visto desde hace más de una semana. Hablar
no está en mi agenda.
—Así que, ¿tienes una agenda?
—Oh, sí.
—Entonces, ¿qué hay en esa agenda suya, Señor Ryan?
—Tú. —Sonríe.
Él me rueda en mi espalda. 184
—¿Me va a gustar estar en tu agenda?
—Nena, te va a encantar estar en mi agenda. Pero primero… —Se
baja de la cama.
—¿Te vas? —chillo.
Él sonríe.
—De verdad me has echado de menos, ¿no?
—No tiene ni idea, Señor Ryan.
Él agarra mis tobillos y me tira hacia el borde de la cama.
—Antes de ocuparnos de mi agenda, voy a ocuparme de la tuya.
Él separa mis piernas con su rodilla, y después se arrodilla entre ellas.
Me apoyo en los codos. De ninguna manera me voy a perder esto.
Sus ojos están nublados por el sueño, pero el deseo brilla a través de él
como el sol. Me da una sonrisa sexy como el infierno. Puede que necesite
un afeitado, y que tenga el cabello de punta, como un puercoespín. Pero
nunca se ha visto más perfecto. Jamás.
Mientras baja la cabeza y coloca los labios en mi sexo, sus ojos nunca
dejan los míos. Después, saca su lengua y lame mi clítoris. Lloriqueo, me
muerdo el labio y me obligo a mantenerme calmada.
Él sonríe y arrastra la lengua sobre ella otra vez, lentamente. Mierda.
Me muerdo con más fuerza pero mi cuerpo se mantiene firme y mis ojos
permanecen bloqueados en los suyos.
Entonces, él se desplaza sobre mi coño e inhala mi aroma. Bastardo.
Siento que voy a llorar. Pero consigo permanecer quieta con los ojos
cerrados. Inhalo preparándome para el siguiente asalto. Él me lame desde
la puerta trasera al frente, después sumerge su lengua adentro y me folla
con ella. Mis piernas se contraen, pero mis ojos nunca dejan los suyos.
Me va a matar. Puedo ver la determinación en sus ojos. Está bien…
Piensa. ¿Piensa en qué? ¡Piensa en béisbol! Sí… Oh no, los chicos con
pantalones apretados en el culo, corriendo alrededor, atrapando,
golpeando y tirando de sus genitales, no. ¿Piensa? Sí, luchadores de sumo.
Sí. Chicos grandes y gordos gruñendo, usando pañales, el cabello en
rodete. Bien, ahora estás hablando. Todo está bien.
¡Mierda! Empieza a chupar fuerte mi clítoris. Mis ojos empiezan a
cerrarse, y entonces siento su sonrisa. Bastardo. Mis ojos se vuelven a
enfocar y contengo el aliento. Entonces el bastardo muerde mi clítoris y
hunde dos, tres, a quién demonios le importa, dedos dentro de mí.
Luchadores de sumo, sumo… Oh mierda. Cierro los ojos y me dejo ir.
—Bastardo —gruño. 185
Él se ríe sobre mi clítoris, y luego bombea en mí con fuerza y muerde.
No me jodas. Me corro largo y duro.
—Eres tan obstinada y competitiva.
—No lo soy.
—Lo eres.
—Bueno, tal vez.
—No hay un tal vez.
—¿Estás enojado?
—Diablos, no. Te amo a pesar de eso y debido a eso.
Él llueve más besos hasta llegar al muslo.
—Nena, ¿estás llorando?
—No… Sí.
Se pone de pie y se inclina sobre mí.
—Lex, ¿qué sucede?
—Nada… Todo.
Se agacha y me besa en la frente.
—Nena, habla conmigo.
—Aquí… Tú… Jodidos orgasmos fantásticos.
—¿Estás abrumada?
—Un poco.
Se arrastra sobre mí, y se sienta en el centro de la cama.
—Ven aquí.
Me levanto y me siento a horcajadas sobre él.
—Nena. —Limpia las lágrimas de mis mejillas—. Oye, ¿adivina cuáles
son mis números favoritos de la lotería?
—2-8-6-9-2-4-7.
—Oh, ya te había dicho esa broma.
—No, yo te la dije.
—Oh sí, lo hiciste.
—Estoy bien. No más bromas.
—Está bien.
—Acuéstate —digo, y me bajo de él—. Dobla tus rodillas y extiéndelas.
Él obedece.
—Me gusta cuando te pones mandona.
186
—Bien, porque estoy lista para trabajar en ―tu agenda”.
—Excelente.
Extiendo más sus piernas y me arrodillo entre ellas. Arrastro mis manos
arriba y abajo por el interior de sus muslos, hasta que siento la piel de
gallina. Después, beso y chupo el camino hasta un muslo y él sisea. Hago lo
mismo en el otro muslo, y me detengo justo antes de alcanzar sus genitales.
Beso y chupo alrededor de ellos, siendo cuidadosa de no tocarlo.
—Me estás provocando, Señorita Keith, y no estoy seguro de que me
guste.
—Sí, claro. Te encanta. —Aplano mi lengua y chupo desde la base de
su polla hasta la punta y después soplo sobre él.
—Tienes razón, me encanta.
Chupo y soplo un par de veces más, después beso la punta.
—Solo estaba pensando.
—No, nena, no pienses.
—Lo siento, no se detendrá.
Él gime. No un buen gemido, un mal gemido.
—Lex. Por favor —se queja pero yo sigo.
Beso y chupo de nuevo sobre la punta.
—Estaba pensando en el ADN. —Él gime y paso mi lengua por cada
lado de su polla—. Mary me contó la historia sobre cómo solías mojar la
cama, y que tu papá te dijo que era porque tú tenías un paquete extra,
como todos los hombres Ryan. ¿Es verdad?
—Lex, ¿en serio? No es exactamente el giro en la conversación,
hablar de los genitales de otros chicos.
—Lo siento… Entonces, ¿es verdad?
—Bueno, solo vi a mi papá y mi abuelo cuando estaban flácidos. Pero
sí, es verdad.
Sonrío.
—¿Qué? —pregunta.
—Nada. La historia me hace feliz.
—Eso es un poco extraño.
—Pero me hace feliz. —Hago un mohín.
—Está bien, señorita Feliz, ¿podemos volver a mi agenda?
Sonrío de nuevo. Después paso mis manos alrededor de sus bolas y
luego arriba, a su polla. Me agacho y lo tomo en mi boca. Lo trabajo, 187
arriba y abajo, tomándolo más y más profundo, hasta que llega el reflejo
de arcadas. Entonces chupo mi camino hacia arriba y empiezo el proceso
de nuevo.
—Joder, no te detengas —sisea.
Sonrío con su polla enterrada en mi garganta, lo cual es totalmente
una hazaña. Me doy una palmada mental bien merecida en la espalda.
¡Vamos chica! Con confianza renovada, me deslizo abajo y trago. Diablos.
Me lloran los ojos, me atraganto y doy un tirón hacia afuera.
—Joder, nena, no te detengas.
Lo siento, cariño, eso no va a suceder. Le doy una última lamida lenta,
después me abro camino hacia arriba. Lo beso arriba, en su sendero feliz, y
luego hundo mi lengua en su ombligo.
—Es algo bueno que no tengas el ombligo hacia afuera, Señor Ryan.
—¿Y por qué es eso, señorita Keith?
—Porque eso, definitivamente rompe el trato.
—Lo hace, ¿eh?
—Sí.
—Bueno entonces, excelente.
—Sí, excelente.
Sigo mi viaje besando en sus abdominales, y después chupo sus
pectorales y un pezón. Chupo a su alrededor, succionándolo, después
muerdo. Él gruñe profundamente, y vibra bajo mis labios. Le doy a su otro
pezón el mismo trato, después beso y chupo mi camino hasta su cuello.
Beso justo debajo del lóbulo de su oreja. Es uno de sus puntos
especiales. Después presiono mis labios en los suyos. Nuestros labios se
cierran y nuestras lenguas bailan mientras nos sonreímos. Mi clítoris empieza
a hormiguear, lo necesito en mi interior. ¡Ahora! Me siento y —mira mamá,
sin manos— empiezo a deslizarlo dentro de mí.
—Nena —gime.
Lo tomo lentamente. Ambos gemimos cuando está completamente
asentado. Mierda. Al parecer, mi vagina no es ciclista, lo olvida. No me
jodas.
—¿Estás bien? —susurra.
—Sí, se está acomodando. —Él sonríe con suficiencia—. ¿Qué? ¿Crees
que eso es gracioso?
—Dios, no. Creo que es genial. ¿A qué tipo no le gustaría escuchar
que está siendo acomodado? 188
—Me alegra saberlo. —Me levanto un poco. Mis paredes lo han
encerrado, y puedo sentir el pulso del chico grande. Me agacho y pongo
mi oreja sobre su corazón. Siento el latido de su corazón contra mi mejilla. Y
por alguna extraña razón, se siente tan condenadamente bien, celestial.
—Lex, ¿qué estás haciendo?
—Sintiendo los latidos de tu corazón en mi mejilla, y el latido del chico
grande en mi vagina.
—Está bien… Creo.
Me siento y me deslizo de nuevo sobre él. Sonrío.
—¿Estamos bien? —pregunta.
—Nunca he estado mejor.
Bajo sobre él, y empiezo a cabalgar lentamente. Lo tomo pausado y
profundo, una y otra vez. Jax trata de darme la vuelta, pero me aprieto y
niego con la cabeza. Entonces, él levanta sus caderas y las impulsa en mí.
Me presiono en su pecho.
—Estoy trabajando a mi ritmo en “tu agenda”.
—Vale, pero no te detengas —gime.
—Nunca me detendré, cariño, nunca me detendré.
Le doy más, y él se muele en mí. Mi clítoris canturrea y se endurece. Él
se sienta y envuelve mis muslos a su alrededor. Lleva sus labios a un pezón y
lo succiona.
—Jax —grito.
—Espera nena, ya casi estoy ahí. —Se muele en mí un par de veces
más—. Estoy ahí, nena, déjate ir.
—Sí —siseo.
Él empieza a sacudirse.
—No me jodas. —Tiembla y se recuesta de nuevo, llevándome con él.
Me acuesto encima de él durante unos minutos.
—Eso fue…
—El paraíso —termina por mí.
—Sí, el paraíso.

189
33

C inco horas más tarde estábamos enredados juntos después de


un infierno a las tres de la maldita mañana.
—Creo que ahora sí me has hecho llegar al fondo, o es
¿qué me he metido al fondo a mí misma?
—Creo que lo correcto es que te he tocado hasta el fondo.
Lo pienso por unos segundos.
—Tal vez sólo es cuando haces la cosa del trasero que realmente
tocas fondo.
—¿La cosa del trasero?
—Sí, ya sabes. La cosa trasera, por la puerta de atrás.
—¿Por la puerta de atrás? Puede que tengas razón, pero no lo creo.
¿Has tenido sexo anal? 190
—Sí una vez.
—¿Has tenido tú sexo anal?
—Sí, por supuesto.
—¿Y te gustó?
—Lex, soy un hombre. Me encantó.
—Solo por curiosidad, ¿quedaron ellas bien?
—¿Quiénes?
—Las mujeres a las que lo hiciste por detrás.
—¿Detrás? Si te refieres a las que follé por el culo, creo que están bien.
Tal vez más que bien.
—¿Interesado?
—¿Por qué?
—Porque si pones al chico grande hacia mi trasero, no sería capaz de
caminar por una semana.
—Lex, hay cosas que puedes hacer antes que podría ayudarte con el
sexo anal.
—Lo sé. Como accesorios y cosas así. Pero Jax ¿has visto tu polla?
—Veo mi polla todos los días, varias veces al día. ¿Así que estás
diciendo no a la cosa de por atrás?
—¿Es un motivo para romper si digo que sí?
—No, ¿pero has visto tu trasero?
Rio.
—No, no últimamente.
—Bueno Lex, déjame decirte que es bien poderoso. Es el mejor hoyo
que he visto.
—No sé si podría agradecerte por eso o estar un poco asustada de
que hayas mirado muchos.
—Es un gran elogio. Podrías estar orgullosa de eso. Y algún día lo
follaré.
—Bien, supongo. ¿Está bien si hacemos la cosa del dedo por un
tiempo?
—Sí, está bien.
—Lex, eres especial.
—¿Porque tengo un buen trasero?
—No, porque encajamos. 191
—Encajamos eh —sonrío.
—Sí, ¿no piensas eso?
—Sí, realmente lo hago. Quizás es la cosa del Kama Sutra. Sabes, el
juego más alto, ¿el caballo y el ciervo o es el caballo y la yegua o liebre?
—No tengo puta idea, nunca lo leí.
—¿Nunca has leído el Kama Sutra?
—Miro las imagines.
—¿Solo miras las imagines?
—Soy un chico, solo miramos las imagines.
—Ya veo, como la cosa “Playboy”.
—Sí, exacto. Si los chicos te dicen que están leyendo el artículo, él es
un bastardo mentiroso.
—Sabes Kama suena similar a llegar. Como voy Kama o voy
kamiando25.

25
Kamiando: juego de palabras entre Kama y come, que al pronunciarlos suenan
parecidos, lo que está queriendo decir es: voy a llegar o estoy llegando.
—Lex, no más hablar o pensar. Consigue tus manos y rodillas porque
voy a joder tu coño mientras miro tu bonito trasero.
—¿Harás la cosa del dedo?
—Oh, sí. Haré la cosa del dedo.
—Eres el mejor, Jax.
—Lo sé, Lex.

192
34

M ás tarde esa mañana…


—Lex. —Abro mis ojos y Jax está vestido y sentado al lado
mío con una taza de café. Que Dios lo bendiga.
Me siento, tomo la taza y me besa en la frente. Debo tener un aliento
mañanero asesino, esa mañana el hada de la boca era un culo perezoso.
—¿Qué hora es?
—Pasadas las siete.
—¿Te vas tan temprano?
—Sí, Will va ante un juez esta mañana y quiero estar allí.
Tomo un sorbo de café. Ahhh. Cielo líquido.
—Eso es comprensible. Creo que es una buena idea. 193
Pongo mi café en una mesita de noche y me bajo de la cama.
Camino a mi armario y me pongo un traje.
—¿Puedo hacerte algo para desayunar? —pregunto mientras tomo
mi taza de café y caminamos fuera de la habitación y hacia la zona de la
cocina.
—No, estoy bien.
—¿Estás seguro?
—Sí, tengo desayuno de trabajo.
—Bien —digo y abro la nevera—. Oye, se me olvidó agradecerte por
abastecer la nevera y la despensa. Y por todos esos hermosos lirios.
Él se sienta en un taburete de la barra y se mueve sobre varios
acuerdos.
—Creo que me diste las gracias de una manera mejor que con las
palabras.
Sonrío.
—Sí, lo hice.
Su teléfono suena y lo contesta.
—Lane —dice y contesta—. ¿Qué pasa? No. no tenemos.
Él se acerca a un grupo de ventanas y mira hacia la calle.
—¡Joder! No. sí. Dame diez y estaré abajo. —Él cuelga.
Continúa mirando hacia abajo a la calle.
—Joder —gruñe.
—Oye, ¿qué está pasando? —pregunto y me paseo hacia la ventana
y miro hacia abajo.
—¿Qué demonios? —Miro a Jax—. ¿Qué está pasando? Joder Jax,
debe haber más de cien periodistas y paparazzi allí abajo.
—Lex, mírame.
Lo hago.
—Hubo una filtración a la prensa acerca de tu implicación conmigo y
la malversación de fondos.
—Eso no puede ser. Tú y los socios firmaron un acuerdo de
confidencialidad. Firmé un acuerdo de confidencialidad. ¿Cómo diablos
ha pasado esto?
—No lo sé. Pero voy a averiguarlo.
—No, no, no. —Hago pucheros—. Me dijiste que esto nunca podría
pasar. Dijiste que podrías protegerme. 194
—Lex, estoy… lo estoy intentando. Es evidente que uno de los socios
filtró la información.
—¿En serio? No jodas. No tienes ni idea de lo que acabas de hacer.
—Lex, yo no hice nada de esto.
—¡Pero eres el maldito CEO! —grito—. Tienes que enterrar esto… ¡y
rápido!
—No puedo enterrarlo. Lane dijo que está todo en internet.
Empiezo a caminar.
—¡Joder! Jaxson, sabías que la única razón por la que me quedé en el
estado y no demandé tu magnifico trasero fue porque no quería esto
público.
—No demandar mi trasero. ¿De qué diablos estás hablando?
—No tienes idea del lío en el que me has metido.
—Alexia —grita—. No hice jodidamente nada de esto.
—Si mi abuela averigua sobre esto, me matará y te enterrará.
—¿Qué? ¿Qué tiene que ver tu abuela con todo esto?
—Nada, si puedo enterrarlo antes de que ella oiga sobre esto.
—No tiene ningún sentido.
Me alejo de la ventana, a la cocina y agarro mi teléfono.
—Yo me encargo. Obviamente tú no puedes.
—¿Encargarte de qué?
—¡Tú no lo entiendes!
—Sí, tienes razón no lo hago. ¿Te importaría iluminarme?
—No, no quiero.
—¡Si no me lo dices entonces no puedo ayudarte!
—Bueno, no puedo decírtelo, ¡así que supongo que no puedes
ayudar!
—¿Qué va a tomar para que confíes en mí? ¿Por qué jodidamente no
me dices cuál es este gran secreto tuyo?
—Jaxson, no es… no puedo aún. Estoy trabajando en ello, sólo
necesito…
—¿Qué? ¿Que confíe en ti? Quieres que confíe en ti, pero tú no
puedes confiar en mí. Eso no es justo.
Pongo mi teléfono hacia abajo en la isla y me siento en un taburete.
Jaxson se sienta en el taburete a mi lado. 195
—Tienes razón, no lo es. No puedo pedirte algo, que no puedo
devolver.
—Lex, no sé por qué o a qué tienes tanto miedo. Todo lo que sé es
que me estás excluyendo. No puedes, o vas a confiar en mí. Te amo. Te he
amado incluso cuando quería odiarte.
—Jax… yo…
—No, Lex. Si no puedes contar conmigo… entonces no lo sé. No sé
sobre nosotros.
—Jax. Solo necesito más tiempo.
Se inclina hacia mí y me besa larga y amorosamente. Nuestros labios
se separan y él me mira a los ojos.
—Dios mío, ayúdame... Te quiero mucho. Pero necesito que me
quieras también. —Me da un beso en la frente, se aparta, y luego camina
hacia la puerta.
Dios, ayúdanos a ambos.
35

T oco el timbre de afuera de la casa de pueblo de Marco y


Henry. La puerta se abre, Marco sale y me tira en sus brazos.
—Princesa.
Marco es el único al que le permitiré llamarme así. Así que no te hagas
ideas.
—Marco. —Lloro… literalmente.
—Oh, Priss, ven aquí y déjame abrazarte.
Bueno, Marco es el único al que alguna vez le había permitido
llamarme Priss, ¿ves un patrón aquí?
Entro, agarra mis maletas y las lanza en el vestíbulo, cerrando la
puerta detrás de nosotros.
—Princesa. —Me tira de vuelta en sus brazos, luego seca mis 196
lágrimas—. ¿Qué pasa con la lágrimas, nena?
Empiezo a sollozar.
—Jax… me llama… nena.
—Está bien, entonces nena no.
—Lo siento mucho, Marco. No sabía a dónde ir. La maldita prensa.
Tuve que cambiar de taxi cinco veces antes de perder su rastro.
—Bueno, ahora estás aquí, Henry y yo cuidaremos de ti, princesa.
Vamos a llevar tus cosas a la habitación de invitados, y luego nos
sentaremos un rato.
Sentarse un rato con Marco significa que hablaremos y nos
emborracharemos.
Nos encargamos de mis cosas, entonces nos sentamos en la sala
principal. Va al bar y nos sirve un trago, mi whisky favorito, Black Label.
Amo a este hombre. Conocí a Marco hace años, cuando ambos
vivíamos en Londres. Fue amor a primera vista, para mí. Cuando me dijo
que era gay, lloré durante días. Sé lo que estás pensando: ¿no tienes un
radar gay? No fue mi falta de radar gay, fue su falta de evidente
homosexualidad. Tomamos los vasos y nos sentamos en el mullido sofá de
cuero.
—Lo siento mucho, Marco. Me habría quedado donde Jules, pero ya
subarrendó su apartamento. Esa perra.
—Sí, no lo vi venir… nuestra Jules mudándose con un tipo.
—Lo sé, creo que la tierra debe haberse sacudido de su eje. Dime tu
verdadera primera impresión de Nick.
—Ken, específicamente el de Malibu.
Me río.
—Lo mismo.
—Así que, ¿cuánto tiempo estarán Jules y Nick viviendo en Miami?
—Tres o cuatro meses. Ella quiere que volemos hasta allí la próxima
semana.
—Estoy dentro si tú lo estás —dice, luego golpea su vaso con el mío.
—¿Estás seguro? Acabas de regresar de Italia.
—Me conoces, nunca dejo pasar un viaje.
—Lo siento por perderme tu aniversario, pero estoy feliz de que
tuvieras una maravillosa estancia en la villa.
—No puedo agradecerte lo suficiente por dejarnos quedarnos allí. Ya
sabes lo mucho que amamos Florencia. Fue el aniversario perfecto. 197
—No he estado en Villa Lex en más de cuatro años. Me alegro que tú
y Henry sean capaces de quedarse allí varias veces al año.
—Uno de estos días, vas a tener que darle un nombre propio.
—¿No te gusta La Villa Lex? —digo con un puchero.
Rueda los ojos.
—Te he extrañado, joder —digo mientras las lágrimas llenan mis ojos.
—Princesa, estoy preocupado por ti. Nunca te he visto llorar tanto.
Me limpio los ojos.
—Lo sé… no puedo detenerlas. Así no es como soy yo.
Vuelve a llenar nuestras bebidas.
—Muy bien, novia, vamos a escucharlo.
—Marco, lo he jodido todo, y no sé lo que voy a hacer al respecto.
—¿Has hablado con Jaxson desde que hablamos esta mañana?
—No, le envié varios mensajes y correos de voz, pero no ha
respondido.
—Te llamará. Sólo necesita tiempo. Todo su mundo está enredado en
este momento.
—Lo sé, y créeme que no quiero añadirme al desastre. Estoy tan
malditamente enojada por esta filtración. Todos firmaron un maldito
contrato.
—Princesa, sé que no quieres oír esto, pero creo que es momento de
que te encargues de las cosas. No puedes dejar que tu relación con
Jaxson siga adelante hasta que tú lo hagas.
—Lo sé, no debería haber dejado que las cosas se pusieran tan serias
hasta después de haber arreglado las cosas. Cuando firmé el arresto
domiciliario, sabía que iba a ser difícil para nosotros seguir siendo sólo
amigos, pero no planeé involucrarnos tanto. Tengo un momento difícil para
respirar sin él. Dios, Marco, ¿y si quiere que terminemos?
—Jaxson Ryan está enamorado de ti de la cabeza a los pies. Sólo
necesita un poco de tiempo para poner su vida en orden.
—Tengo que seguir con mi vida, Marco. Pero esperaba tener un poco
más de tiempo. Creo que no estoy lista todavía. A la mierda con la maldita
prensa y los socios de Ryan.
Mi estómago gruñe.
—Creo que necesito alimentarte antes de que eso pase de nuevo.
Comemos una cena maravillosa. Alejo mi plato. 198
—Esa fue la mejor comida que he tenido en meses. No puedo comer
otro bocado.
—Bueno, sabes que me gusta cocinar para ti, princesa.
—Sé que he perdido peso en el último par de meses. Lester es un
hombre maravilloso y un panadero increíble, pero un espantoso cocinero.
Un par de semanas atrás hizo pastel de cordero sin carne.
—Buen Dios, ni siquiera sé lo que es eso, y soy un chef. Cualquier cosa
con algo de “manada” dentro no puede ser bueno.
—Exactamente. Tuve ese mismo pensamiento. Extraño.
Dos horas más tarde, Henry se nos une.
Ahora recuerdo que dije que lloré cuando me enteré de que Marco
era gay. Bueno, toda la ciudad de Nueva York lloró cuando Henry se casó
con Marco, y no fueron lágrimas de felicidad.
El hombre es tan varonil, las feromonas salen por sus poros. Una
persona podría tener orgasmos múltiples sólo al estar cerca de él.
Nunca he participado de un trío, pero si ellos me lo pidieran, correría a
la cama y extendería mis muslos. He tenido esta fantasía en marcha: que
me piden tener un hijo para ellos y toma meses antes de que quede
embarazada. Una chica puede soñar.
—Oye, hermosa —dice Henry en saludo y me tira hacia él.
Lo respiro, mientras sus musculosos brazos me rodean. Gimo
internamente, y déjame decirte, tomó años de práctica dominar esto. Nos
separamos, y otra vez gimo… internamente. Luego tira a Marco en sus
brazos y se besan, duro y largo. Gimo… externamente. Bueno, no lo he
dominado por completo. Son tan jodidamente calientes. Me mareo con
necesidad simplemente mirándolos.
Me dejo caer sobre el sofá antes de que me desmaye.
Henry agarra una botella vacía de Black Label. Levanta una ceja.
—Parece que la fiesta empezó sin mí. ¿Se dan cuenta que son sólo las
cuatro y media?
Marco y yo nos miramos.
—¿Y eso es un problema? —preguntamos al mismo tiempo. Luego nos
reímos a carcajadas.
Henry rueda los ojos.
—Ustedes deben haber sido gemelos en otra vida.
—Siempre lo he pensado —agrego.
Henry me entrega el “Times”. 199
—Marco dijo que ya sabías sobre el periódico.
Miro mi imagen en la segunda página de la sección de negocios.
—Pensarías que podrían haber encontrado una mejor fotografía. Mi
culo se ve enorme. ¿Qué piensas? —Le entrego el periódico a Marco.
—Definitivamente… no es muy favorecedor.
—Marco —regaña Henry.
—¿Qué? Si Lex no quisiera la verdad no me lo habría preguntado.
—Tiene razón, Henry. Cuento con él para ser completamente honesto
conmigo. Si no lo hace, sabré que no está diciendo la verdad, porque
puedo leer todo excepto su mente.
—Es extraño, si me lo preguntas —responde Henry.
—Lo que sea —decimos Marco y yo al mismo tiempo otra vez. Nos
reímos.
Henry rueda los ojos de nuevo.
—¿Cena? —le pregunta a Marco.
—Hay sobras en la nevera.
Henry se frota las manos.
—Yumi, sobras.
Marco le da una mirada severa.
—Está bien, sobras será —dice Henry y entra en la zona de la cocina.
—Hey, déjame mirar esa foto de nuevo. —Marco me entrega el
periódico de nuevo.
—He visto esta misma foto exacta antes.
—¿Dónde? —pregunta.
—¿Recuerdas que te dije sobre las fotos y los e-mails que me fueron
enviados de Ryan?
—Sí.
—Bueno, esta es una de las fotos.
—¿Cómo terminó en el periódico?
—Buena pregunta. Jaxson me dijo que las había encerrado en la caja
fuerte de su oficina.
—¿Es el único que tiene acceso a ella?
—Eso es lo que asumí.
—No crees que lo filtró, ¿verdad?
—No sé qué pensar, Marco. Estoy tan confundida sobre todo el 200
asunto. Algo sobre todo el desfalco simplemente me parece extraño. No
he sido capaz de librarme de la sensación de que Jaxson no me lo dice
todo.
Marco levanta una ceja.
—Está bien… lo sé, hay gato encerrado y todo eso. No hablemos más
de ello.
—Está bien, no tenemos que hacerlo. —Se levanta y toma una botella
del mueble de licores.
—¿Otro Black Label?
—Sí, vamos a emborracharnos.
—Vamos —respondo.
Henry pronto se nos une y una hora más tarde uno de nosotros está
ebrio, los otros dos… siguen trabajando en ello.
—Nunca he conozido perzonaz que puedan beber como loz doz —
dice, articulando mal las palabras.
Marco y yo nos sonreímos. Henry es un peso ligero, pero aun así lo
amamos.
—Otra máz de suz raraz concisionez —dice con un puchero.
—No estoy segura acerca de nuestras concisionez, pero sí tenemos
una conexión extraña —digo con una sonrisa.
—Loz amo, chicoz. —Está tan borracho.
—También te amamos. —Marco sonríe.
—Oh, casi se me olvida el regalo de aniversario. Será mejor que se los
muestre antes de que uno de los dos se desmaye. Y sabes quién es…
Henry.
Voy al armario de la entrada, agarro mi mochila y saco un sobre.
Camino de vuelta a la sala principal y se lo entrego a Marco.
—Feliz aniversario. Quería entregárselos en persona, así que es un
poco tarde.
Marco me da una media sonrisa.
—Lex, ¿qué es esto?
—Ve a sentarte junto a tu hombre y ábrelo.
Marco se sienta junto a Henry, lo abre y saca los documentos. Ambos
lo miran, o al menos Marco lo hace. Lo observo, mientras sus ojos se abren
como platos. Marco levanta la vista con lágrimas en los ojos.
—Princesa, no puedes hacer esto. 201
—Hey, soy una princesa y puedo hacer lo que demonios se me dé la
gana. Marco, tú y Henry aman la villa. Y yo te amo, así que la escritura es
tuya. Además, ya es hora de que consiga un nombre propio.
—No me jodaz —añade Henry. Y todos nos reímos.
36

U na semana más tarde...


—¿Estás bien? —Jules me pregunta mientras me reúno
con ella y Marco en la piscina—. Has estado vomitando tus
tripas durante toda la semana.
—Mejor, ahora que no tengo más agallas.
—¿Piensas que tienes la gripe estomacal? —pregunta Marco con
preocupación.
—No lo creo. Creo que sólo tengo un mal caso de intoxicación
alimenticia. Comí una ensalada de espinacas en el aeropuerto y no me he
sentido bien desde entonces. ¿A dónde van Nick y Henry?
—A jugar al golf —responde Marco.
—No sabía que Henry pudiera jugar golf. 202
Ambos bajan sus gafas de sol y me dan esa mirada de duh.
—¿Hay algo que no pueda hacer? —pregunto.
—No lo he encontrado todavía. —Marco sonríe.
—¿Le dijiste a Lex, que tú...?
Marco corta a Jules y niega con la cabeza.
—¿Está bien, decirme qué?
—Jules, tienes la boca más grande —Marco resopla.
—Tú eres el único hombre que alguna vez se quejó del tamaño de mi
boca.
Ruedo mis ojos detrás de mis gafas de sol, y con certeza, Marco se
unió a mí.
—Solo dime, soy una niña grande.
—Jaxson entró a Polo en el almuerzo ayer —responde Marco.
—Bueno, el hombre sí come y le gustan sus restaurantes.
—Sin embargo, hay como miles de restaurantes en la ciudad —añade
Jules.
Muerdo el anzuelo.
—Entonces, ¿cómo se ve?
—Bien —responde Marco.
—Por supuesto que sí. —Hago pucheros—. Y sé que no preguntó por
mí. Debo haberle dejado veinte mensajes y le envié mensajes de texto
cincuenta veces. No quiere tener nada que ver conmigo, y no lo culpo.
Dijo que no sabía nada de nosotros, así que se acabó.
—Bueno, entonces él es el tarado más grande y más estúpido de
todos los tiempos.
—Gracias Jules. Pero yo soy la tarada.
—Dije que se veía bien. No dije feliz —añade Marco.
—Vamos a no hablar de él. Esta es la primera mañana que me he
despertado sin una resaca de lágrimas, y si seguimos hablando de él, voy a
estar llorando todo el día otra vez.
—Gracias, Marco.
—Jules, querida —dice Marco—. Gracias de nuevo por invitarnos. Nick
tiene una hermosa casa.
—Bueno, no es Villa Marco y Henry, pero supongo que lo hará.
—Jules. —me enfado. 203
—No estoy celosa ni nada —bromea.
Ella lo está.
Nos relajamos en la piscina por un tiempo. Al mediodía habíamos
tenido suficiente del sol por lo que pasamos nuestra pequeña fiesta al
porche y leímos nuestros Kindles.
—Uggggg —Jules grita, mientras cierra la tapa de su Kindle.
—¿Qué? —pregunto.
—Este maldito libro es tan frustrante. El hombre es el mayor tarado. De
los tiempos. La mujer está casi rogándole para follarla. ¿Pero él lo hace?
Nooo! Él ni siquiera la besa. Si quería leer una novela de Austin, me hubiera
descargado una novela de Austin.
—No puede ser tan malo.
—Lo es —dice y agarra su Kindle y lo enciende—. Escucha. —Jules lee
de su Kindle.
—Estoy tan enojado contigo que apenas puedo ver bien —dice
mientras aprieta los puños y da pasos como un toro enjaulado.
—Lo siento John. Por favor, perdóname. Por favor. John, te amo.
—¡Tú me amas! —grita.
—John, por favor, te necesito. Por favor, sólo abrázame —ella
lloriquea.
Él le da una mirada llena de odio e incredulidad.
—No puedo creer que me preguntaras eso.
Ella cae de rodillas.
—John, estoy sobre mis rodillas. Voy a hacer todo lo que quieras.
Cualquier cosa”.
—Qué perdedor. La mujer está de rodillas, por el amor de Cristo.
Diciendo que va a hacer lo que sea. Cualquier cosa. Debe ser un maricón.
Sin ánimo de ofender, Marco —dice Jules.
—Ninguna ofensa. Estoy de acuerdo. ¿Qué hombre heterosexual
pasaría a una mujer de rodillas y rogando?
—Tal vez él está realmente enojado —comento.
Jules gira sus ojos.
—Incluso chicos cabreados no pasarían un BJ26.
—Estoy de acuerdo con Jules en este caso —añade Marco.
—Se pone peor —Jules dice y comienza a leer de nuevo.
“—¿Cualquier cosa? —Él resopla. 204
—Sí, lo que sea. Por favor, John.
—Entonces, gatea hasta mí —grita.
Ella lo mira con incredulidad. ¿Dónde está el hombre del que se
enamoró? Pero ella prefería morir antes que no tenerlo. Así que se pone en
cuatro patas y se arrastra hacia él.
—Me pones enfermo, de rodillas y arrastrándote por el suelo sucio
como un animal.
Deja de gatear y se postra a sus pies.
—Por favor, John —ruega.
Él mira hacia abajo a ella una última vez y luego sale por la puerta”.
—Él es un idiota total y ella es una tonta —Jules resopla—. Sigo
eligiendo libros que nunca quiero terminar.
—¿Has leído la sinopsis? —Marco le pregunta.
—Nunca leo esas, quiero ser sorprendida.

26 BJ: Abreviatura para Blow Job, sexo oral.


—Está bien —Marco dice y me da una mirada conocedora, una que
a menudo compartimos cuando se trata de Jules.
—¿Qué pasa con las críticas, lees esas? —pregunto.
—No. ¿Por qué habría de importarme qué piensen los demás?
—¿Entonces cómo elijes un libro?
Ella suspira con impaciencia y me da una mirada duh.
—Por su portada.
—¿Escoges un libro estrictamente por su portada? —Me enfado.
—Sí. ¿Qué hay de malo en eso?
—Jules —le digo y bajo mis gafas de sol.
—No me engañas. Detrás de esas enormes gafas de sol, me estás
dando esa mirada.
Sonrío.
—Sí, creo que lo estoy haciendo.
Jules cierra los ojos.
—Lo que sea. Ya he terminado de leer. Sólo voy a tomar una siesta.
Muevo de un tirón mis gafas y sigo leyendo. 205
—Así que, ¿Qué estás leyendo? —pregunta.
Esa fue la siesta más corta nunca. ¿Cierto?
—¿Seguro que quieres saber? En realidad no tiene una portada
interesante.
—Culo inteligente. Sí, quiero saber.
—Se llama “Mi vida en imágenes‖. Es un libro de memorias de una
documentalista. Ella hace documentales sobre la vida de las mujeres.
Cómo cada mujer es diferente, pero cómo todas compartimos rasgos y
lazos comunes.
—Suena interesante —ella resopla.
—Lo es. Estoy leyendo acerca de cuándo empezó. Ella se sorprendió y
emocionó cuando consiguió la autorización para filmar en Afganistán.
—Está bien, terminé con eso.
—Tú preguntaste.
—Sí, lo hice. No sé cómo lees esa basura. No es muy entretenido.
Estaba aburrida, tan pronto como me dijiste el título.
Bajo mis anteojos.
—Ni siquiera pienses en darme esa mirada —añade.
Demasiado tarde perra, ya lo hice.
Marco ríe.
—¿Algo gracioso en tu romance? —pregunto.
—Sí, esta pareja... Stan y Pete, acaba de mudarse juntos y pelean por
algunas de las mismas cosas que Henry y yo hicimos.
—¿Cómo qué? —Jules pregunta.
—Lo de siempre como: beber de la caja de cartón, Centro de
Deportes en cada habitación, usar la loción de afeitar y jabón del otro.
—¿Por qué es el intercambio de jabón un problema? —pregunto.
—Porque no quieres estar con él, o dormir con un tipo que huele
como tú lo haces. Es lo mismo que dormir solo, y sólo una paja.
—Bueno. Anotado.
—¿Y tú qué Jules? —pregunto—. ¿Por qué tú y Nick pelean?
—¿Por qué asumes que peleamos?
—Lo siento, sólo creo que la mayoría de las parejas que son
inteligentes y apasionados el uno por otro pelean.
—Buen punto —ella sopla.
206
—Eso pensé.
Jules contempla por unos minutos.
—No se trata tanto de lo que pelear. Es la forma en que peleamos.
—¿Cómo es eso?
—Es de un solo lado. Él habla y sale antes de que yo consiga una
refutación. Quiero decir, por antiguo fiscal, eso está mal.
—Tal vez está cansado de luchar, porque eso es lo que hace en una
sala de tribunal durante todo el día.
—Esa es una excusa poco convincente, Lex. Soy su amante, no el
abogado contrario.
—Tienes razón. Mala excusa.
—Te voy a dar un ejemplo. Hace unas semanas llegó a mi casa para
la cena. A mitad de que estábamos hablando de nada realmente él dice,
y cito: “No entiendo cómo una mujer inteligente puede ser tan estúpida”.
Él me llamó “tonta” un par de veces, pero “estúpida” fue duro.
—Estoy de acuerdo... eso es duro.
—¿Y él se fue antes de que pudieras responder? —Marco pregunta.
—Sí. Me senté allí durante unos segundos, atónita. Luego toma su
plato y lo pone en el mostrador y se va.
—¿Trajiste eso más tarde? —pregunto.
—Sí. Se disculpó, pero que no quería hablar de ello. Sé que soy
diferente. Tal vez soy autista —ella suspira.
Sonrío.
—No creo que seas autista, Jules. Como has dicho, eres sólo tú, eres
única. A veces eres un poco extraña, pero no eres estúpida.
—Definitivamente no estúpida —añade Marco.
—Algunas de las cosas raras y extrañas que has hecho o dicho son
algunos de mis mejores recuerdos. ¿No estás de acuerdo Marco?
—Sin duda. Algunos de los mejores —responde.
—¿En serio? Vaya, gracias chicos.
—¿Tal vez tengo, lo que se llama... assbugers27?
—Es Asperger. Y no, Jules, tú no lo tienes.
La siguiente mañana Jules y yo estamos viendo a Henry hacer
carreras en la piscina.
Jules suspira.
—Esto es el cielo Lex. Descansando en la piscina con mi mejor amiga,
bebiendo una mimosa, y viendo a Dios partir las olas. 207
—Bastante jodidamente cerca de eso —suspiro.
Ella pone su mano sobre la mía.
—Lex, sí vale la pena luchar por Jaxson, a continuación, lucha por él.
Vuela a Londres, habla con Gram y has las cosas bien. Luego regresa y
lucha.
—Eres ingenua si piensas que va a ser así de simple.
—Por supuesto, no creo que vaya a ser fácil ni simple. Será difícil y
complicado. Lex, has pisado la línea. Ahora o bien vas a tener que dar un
paso atrás o pasar por encima de ella. Te amo, pero las cosas están
cambiando para todos nosotros. Marco tiene una vida con Henry, Nick es
mi vida y, bueno... ¿tú?
—Sí, yo.
—Buenos días —dice Nick y le da a Jules un beso en la mejilla.
Sonrío.
—Lex. —Él asiente.
—Nick.

27 Assbugers: juego de palabra para síndrome de asperger.


Él aparta sus anteojos y se sienta en una tumbona junto a Jules.
—Me preguntaba lo que ustedes dos estaban haciendo aquí —dice
mientras Henry se vuelve para otra carrera—. No puedo culparte. Si yo
fuera un hombre de hombres, estaría sobre todo eso.
—Marco es una perra afortunada —Jules responde.
—Ayer en el club —Nick dice—: Bueno, vamos a decir que fue una
experiencia. Incluso los hombres heterosexuales estaban babeando.
Jodidamente increíble —dice y sacude la cabeza—. Nunca pensé que
nada podría ser más loco que jugar al golf con Ryan.
Jules le da un codazo.
—Joder, lo siento, Lex.
—Nick, no seas… es tu mejor amigo.
—Lex, ¿puedo ser franco?
—Prefiero que seas tú mismo, pero...
—Camino justo en eso.
—Sí, lo hiciste. Lo siento. Continua.
—Jaxson te ama como loco. Pero él va a joder mucho porque no
sabe cómo jugar el juego. 208
—¿El juego?
—Tú eres la única mujer que jamás ha perseguido. La única mujer que
le ha dicho “no” a él. Las mujeres siempre han llegado a él; nunca ha
tenido que hacer un esfuerzo. No tiene ninguna habilidad a la hora de ser
el perseguidor. Él es un novato, y los novatos joden.
—Aprecio lo que estás diciendo Nick. Pero Jaxson siendo novato no es
el problema. El problema es, bueno... yo. A mí, no queriendo ser yo.
—Bueno, realmente no entiendo lo que eso significa, pero quiero que
sepas que me encanta Jules y ella te ama y nunca la haría tener que elegir
un bando.
—Gracias Nick.
—Buenos días a todos.
Marco besa la parte superior de mi cabeza.
—Princesa, pensé que todavía estarías durmiendo.
—Traté de volver a dormir. Sólo no podía.
—¿Estabas vomitando esta mañana? —Jules pregunta.
Asiento.
—Durante cinco horas —Marco dice con preocupación.
—Lex —Jules pregunta—. ¿Seguro que no estás embarazada?
—Seguro. Ya te dije que es imposible.
—¿Podrías haber dormido con alguien y no te acuerdas?
—Jules —Marco regaña.
—Bueno, sucede.
—Jules, estoy segura de que sólo he estado con Jaxson. Él es el único
que ha llegado dentro de mí durante años. Y él es estéril. Así que no estoy
embarazada.
—Entonces, algo más está sucediendo, Lex. Creo que deberías ir a ver
a un médico —añade Marco.
—Está bien, mamá, papá. Voy a ver a un médico cuando esté en
Londres. Lo prometo.
Marco se sienta de nuevo en su tumbona, mientras Henry se detiene y
flota hacia un lado de la piscina y se alza a sí mismo fuera.
Nosotros colectivamente suspiramos.
Marco rueda los ojos.
—No es más que un hombre.
—Pero qué hombre —Nick, Jules y yo lo decimos de forma simultánea. 209
Nos reímos.
—¿Qué es tan gracioso? —Henry pregunta mientras agarra una toalla
de encima de su tumbona.
—¿Además de mis supuestos amigos follando con la mirada a mi
marido?
Henry nos da una mirada de regaño, a continuación, se sienta en la
tumbona de Marco y lo tira a sus labios. Se besan y se besan. Es el más
sexy, más caliente beso que he presenciado. Jamás.
Después de separar sus labios, Henry besa a Marco en su frente.
—Cariño —dice—. Puede que estén follándome con la mirada, pero
eres el único que me ha follado.
Todos nosotros suspiramos y gemimos.
Mi corazón da un vuelco de hecho mientras se miran el uno al otro.
Entonces las lágrimas corren por mis mejillas. Soy un puto desastre. Marco
toma mi mano.
—Princesa. Todo está bien, no llores.
—Yo... yo estoy... tan... fe... feliz por ustedes dos —gimoteo.
Entonces siento mi estómago rodar y sé que estoy a punto de perder
mi desayuno. Me levanto de un salto.
—Lo siento —digo y corro dentro hacia el baño más cercano.
Después de vomitar mis tripas, me recuesto sobre la baldosa fría.
Hay un suave golpe en la puerta y Marco se asoma.
—¿Puedo pasar? —le hago una seña para que pase.
Se arrodilla.
—Princesa, tienes que ir a ver a un médico. No creo que debas
esperar hasta llegar a Londres.
—Si continúo estando enferma, entonces iré. Pero prefiero esperar a
ver a un doctor que conozca.
—Está bien. —Frunce el ceño.
—Marco, voy a estar bien. Sé que es sólo un error. —Sonrío y me
levanto del suelo.
—Hoy es mi último día aquí. Vamos a ser mimados.

210
37

—¿E
stás seguro de que no quieres unirte a nosotros, Marco?
Marco baja sus lentes de sol.
—Tentador pero voy a quedarme con mis chicas.
—Está bien —dice Nick.
—¿Estás seguro, cariño? —Henry le pregunta a Marco.
—Esposo, estoy seguro.
—Está bien, diviértete con tus chicas y Nick dijo algo acerca de ir a un
bar deportivo después, así que podríamos llegar tarde.
—Disfruta tu tiempo con Nick porque sabes que el único barco en el
que alguna vez me llevarás es en un crucero.
Henry le da a Marco un beso de despedida y después él y Nick se van 211
para un día de navegación.
Tres horas más tarde, estamos a mitad de nuestro día de spa.
—Jules, ¿Qué se supone que hace esta porquería? —pregunto. Oye,
eso rima.
—Demonios si lo sé.
—¿Marco? —pregunto.
—Purifica, exfolia y rejuvenece.
—No creo que esté funcionando.
—Sólo dale tiempo.
—¿Cuánto tiempo?
—Simplemente relájate. Dios, eres la persona más impaciente que
conozco. Sólo dale a la porquería algo de tiempo para que haga lo que
tiene que hacer.
Me río de mí misma. Gran rima de Marco.
—Bueno, me gustaría que pudiera apurarse de una jodida vez. Está
empezando a quemar alrededor de la zona del culo. Supongo que
debería haber escuchado a la señora del spa y limpiar después la
porquería.
—Bueno, no sé si has tenido muchas opciones con todo ese… cabello
pasando ahí abajo —dice Jules.
—No fue tan malo.
—Como el demonio que no lo era. Te lo dije en la hacienda Ryan
hace un par de semanas, tenías que depilarte con cera. Espero que no
dejes que Jaxson te coma la vagina con ese desastre.
—Bueno…
—Buen Dios —jadea.
—Nunca se ha quejado.
—Créeme que ha querido. A ningún chico le gusta la boca con vellos
de vagina.
―¿Verdad, Marco? —pregunta Jules.
—A algunos chicos les gusta la vagina peluda.
—¿Cómo podrías saberlo?, eres una mariquita.
—Tú preguntaste.
—Sí, lo hice, evidentemente fue un error.
—Mantuve mi zona frontal afeitada. Pero en las zonas medias y
traseras, de ninguna manera. He estado ahí, hice eso, nunca jamás. No 212
hay nada peor que tener sarpullido por afeitarte entre las nalgas.
—Bueno, tienes razón sobre eso novia —agrega Jules.
—Sí, lo es. —Marco hace un mohín—. Y está sucediendo en este
preciso momento. Tengo una porquería en el vello de mi culo volviéndome
loco.
—¿Porquería en el vello? —pregunta Jules.
—Vello cubierto con porquería —Marco y yo contestamos al unísono.
Reímos.
—Ustedes dos son raros, me dan miedo.
—Trata de contonear tu culo —digo.
—No, flexiona tus nalgas, después haz algunos ejercicios Kegel 28 —
dice Jules.
Él mueve su culo alrededor.
—¿Ha habido suerte? —pregunto.
—No… todavía no.
28
Ejercicios Kegel: Ejercicios destinados a fortalecer los músculos pélvicos. En el campo
sexual se practican para obtener buenos resultados a la hora de conseguir mayor placer
sexual.
Trato de dar la vuelta.
—Podría hacerlo si pudiera alcanzar tu culo. Nos tienen tan
firmemente atados que es difícil respirar.
—A ver si puedes voltearte a un lado o de espaldas —instruye Jules.
—Sí, claro. Me gustaría verte hacer eso novia —dice él.
—Bueno, no puede ser peor que tener vello en la vagina.
—Me tienes ahí, Jules. No teniendo vagina y todo eso —refunfuña.
—He tenido vellos en mi vagina. No es un gran problema, sólo
arráncalos.
—Si puedes alcanzarlos. Estoy hablando de vellos bien alto.
—¿Cómo podrías incluso saber si estaba algo ahí?
—Créeme, Lex, lo sabrías. Tuve uno de esos que me volvió
jodidamente loca. Se sentía como una hormiga trepando por allí.
—¡Eso suena horroroso! —resoplo.
—Fue una locura. Intenté todo para sacarlo. Traté de limpiarlo con
una ducha manual, un irrigador vaginal, desalojarlo con un vibrador…
nada funcionaba, así que hice una cita con mi ginecóloga. Ella no podía
encontrar nada. Pensó que estaba jodidamente loca. Me escribió una 213
prescripción de medicamentos para la ansiedad y una referencia a un
psiquiatra. Pensé, demonios, tal vez me estoy volviendo loca. Así que traté
de ignorarlo, pero maldición. Sabía que había algo ahí. Estaba tan
desesperada que llame a Carl Clark.
—¿Carl treinta-centímetros? —pregunto.
—Sí, ese Carl.
—¿Jules? —pregunta Marco—. ¿Él no es el tipo que te pidió que te
casaras con él y le dijiste que sólo saliste con él porque tenía un pene
gigantesco?
—Sí, es él. No es popular con las damas por su aspecto estelar y
personalidad. Al menos le dije la verdad.
—Sí, después de que lo follaste por meses —agrego.
—Oye, te di su número de celular. Estaba más que dispuesta a
compartir.
Ruedo los ojos.
—Lo que sea. ¿Así que lo llamaste porque…?
—Tenía la esperanza de que sus treinta centímetros extra y un montón
de lubricante pudiera desalojar el vello.
—¿Y él aceptó ayudar? —Marco sonríe burlonamente.
—Él estaba más que feliz por ayudar. Pero después de dos días e
incontables orgasmos, todo lo que obtuve fue una Infección del tracto
urinario.
—Está bien. Mordí el anzuelo. ¿Qué sucedió después? —pregunto sólo
porque soy una idiota estúpida. Y que el Señor me ayude, quiero saber.
—Bueno, tuve que comprar un antibiótico para mi infección de tracto
urinario pero no había manera en que fuera a volver con mi ginecóloga.
Así que le pedí a Carrie, mi asistente personal, que me organizara una cita
con su doctor. Así que fui a verla para a contarle mi historia. Incluso solté el
nombre de Carl pensando que le debía el esfuerzo. Pero ella sabía todo
acerca de Carl y sus treinta centímetros extra. Buen pene pero sin
personalidad. Así que, de todas formas, ella me dijo sobre este nuevo lente
de aumento que acaba de conseguir la oficina. Hice una cita para el día
siguiente, ella mira ahí y encuentra estos seis centímetros de vello
creciendo en mi pared vaginal.
—Oh demonios —digo.
—Ella sacó a esos imbéciles, y yo estaba como nueva.
—Dios mío, Jules, nunca creería esa historia si le hubiera pasado a
alguien más que a ti.
—Sí, todas las cosas buenas me pasan a mí. —Ella hace un mohín. 214
38

A
l día siguiente, Marco y Henry me llevan al aeropuerto.
Henry me abraza y me besa, después nos da a Marco y a
mí un minuto.
—Princesa —dice Marco mientras me abraza.
Y, sí, adivinaste… Estoy llorando como una idiota loca.
—Te amo. Ve a resolver las cosas y vuelve con nosotros.
—Sabes que en cuanto entre en el jet corporativo, mi vida ya no será
mía. Tendré que mudarme a Londres.
—Entonces, nos enviarás tu jet y Henry y yo estaremos ahí en un par de
horas.
215
—Es una promesa.
—Es una promesa, princesa.
39

—A lexia, me has desafiado, enfurecido y decepcionado más


que nadie en mi vida.
—Gram, lamento que sea una decepción.
—Alexia por favor déjame terminar. A cambio he sido controladora,
exigente, e injusta. Siempre me has dicho que no eres como yo y que
jamás podrás ser como yo. Durante años tomé esto como un insulto. Pero
en el último me he dado cuenta de que eres mejor de lo que soy o alguna
vez podría ser.
—Abuela, eso no es cierto.
216
—No. Déjame terminar. Cuando tu abuelo murió, yo no estaba
preparada para la magnitud de lo que era liderar una corporación
multimillonaria. Yo no sé una mierda sobre el mundo de los negocios. Pero
no tenía elección porque un sucesor o guardián debía tomar el mando.
—Nunca he entendido realmente las leyes de heredero. Siempre me
han parecido medievales —agrego.
—Son lo que son, querida. Yo realmente no las entiendo todas
tampoco, pero como he dicho muchas veces antes, no se pueden
romper. Sería como volver a escribir la Constitución de los Estados Unidos.
No se puede hacer. Un descendiente directo debe heredar todo. Y si el
heredero es menor de edad, entonces se puede llevar a cabo en tutela
durante veinte años. Sostuve la tutela tres años por tu padre, y doce por ti.
Lo he hecho por ti Alexia, porque eres el futuro de Grant Internacional. Eres
mi legado.
—Gram, yo no. Es que... no puedo.
—Sé eso, mi querida. Sé que no estás lista. Sólo puedo contener la
tutela por cinco años más, así que esto es lo que propongo. Te daré hasta
cinco años para tener tu cabeza bien puesta y enderezar tu vida. Cinco
años a vivir por tu cuenta y no ser tú.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Quiero decir que puedes tomar un tiempo de espera de ser Alexia
Grant. Has estado diciéndome hace años que no deseas ser tú, por lo que
esta es tu oportunidad.
—¿Al igual que un alter ego?
—Sí. Puedes ir a cualquier parte y hacer cualquier cosa que quieras
con unas estipulaciones.
—Está bien, ¿cuáles son las estipulaciones?
—Vas a tener un acceso limitado a sus fondos. Me gustaría que sea lo
más independiente posible. Si decides convertirte en otra persona, te
conviertes en esa persona. No puedes ser ambas a la vez, así que no se lo
dirás a nadie. A menudo me has dicho que te gustaría volver y vivir en
Nueva York. Y sé que te has extrañado a Marco y Jules desde que se
mudaron allí. Así que por supuesto que tendrían que saber... pero nadie
más.
—Creo que eso es factible. Realmente no tengo ninguna otra
conexión allí; sería una buena opción. ¿Qué otra cosa?
—Debes vivir una vida de bajo perfil. Mantente fuera de las luces y
lejos de la prensa. Si la prensa se enterara de tu alter ego las 217
consecuencias podrían ser sustanciales. Alexia, no estoy bromeando
acerca de esto. Necesitas mantenerte fuera de problemas y mantenerte
fuera de las relaciones y situaciones que puedan llamar la atención.
También tendrás que hacer un viaje ocasional a Londres para mantener los
posibles rumores silenciados, yo continuaré manteniendo los lobos a raya.
—¿Alguna otra estipulación?
—No voy a interferir en tu vida a menos que esté justificado. No voy a
viajar a Nueva York, pero estoy insistiendo en que nos mantengamos en
contacto, vacaciones, etc. Una estipulación final, si en definitiva te doy
cinco años, me darás cinco años como directora general. Si, al final de
estos cinco años te sientes incapaz de continuar, entonces vamos a pensar
en otro plan. Así que, mi querida, cuando estés lista para asumir el control,
enviaré el avión de la empresa. Una vez que entres en el avión serás Alisa
Alexia Lizbeth Marie Grant, heredera de los Grant y CEO de Grant
Internacional. No habrá vuelta atrás.
40
¿ ?

M
uy bien, así que ya sabes que soy una maldita heredera, e
infiernos sí, es jodidamente loco. Yo. Alisa Alexia Lizbet Marie
Grant —el futuro de un conglomerado internacional conocido
como Grant Internacional.
¿Qué? ¿Mi nombre? Me enferma —malo— no bien. ¿Quién diablos le
da su hijo cinco iniciales? Nací en la década de 1980 no la década de
1880 por el amor de Dios.
¿Todavía sigues conmigo? Genial. Continuemos. Así que ¿por qué
Gram me dio un tiempo fuera? ¿Por qué me convertí en Alexia Keith?
Vamos a empezar por el principio. No es fácil ser una heredera. Sé lo que
estás pensando o diciéndote a ti mismo —porque lo he oído todo antes.
Pobre nenita —tanto dinero— tan poco tiempo. ¿Crees que tienes 218
problemas perra? No sabes una mierda. Tenemos el mismo problema:
¿dónde vamos de vacaciones —la villa en Francia, el chalet en Suiza, o la
isla privada en el Caribe? Oh querida —tal dilema.
¿Sabes lo que te digo con eso? Todos somos mierda del mismo
agujero, puta.
No espero que nadie sienta lástima por mí. No siento lástima por mí
misma. Sólo estoy contando mi historia. Crecer puede ser un desafío —
para cualquiera.
Agrega una chica rara, torpe, tímida y geeky. Añade prensa sin fin y
los paparazzi. Mézclalos con expectativas y responsabilidades
predeterminadas. Mezcla amigos abusivos engañosos manipuladores.
Lanza la pérdida de los padres y un hermano menor. Empuja una abuela
que jodidamente te vuelve loca, y nunca jamás pareces agradarle. Ponga
todo en la licuadora, ¿qué se obtiene? Bueno, no recibe un daiquiri
congelado, mi amigo. Recibe una niña completamente jodida.
Y a medida que la niña crecía, su desorden creció. Así, a la edad de
veinte años, su lío se hizo cargo de ella. Ella lo perdió, se salió de la parte
más profunda, se estrelló e incendió. Terminó en una institución mental
privada en Gales. En otras palabras, me volví jodidamente loca y me
registré en un manicomio.
Después de meses de rehabilitación mental —colorantes y
construcción de casas fuera de palitos de helado—, supe tres cosas.
Uno: Odiaba mi vida y casi todo el mundo en ella.
Dos: No estaba lista para asumir mis responsabilidades heredadas.
Tres: Necesitaba un descanso de mi vida —un intermedio— un tiempo
de espera. Sabía que si no hacía algunos cambios en mi vida, no iba a
lograrlo. Así que, ahí lo tienen, la razón por la que hice Alexia Keith.

219
41

A
eropuerto de la Ciudad de Londres, Londres, Inglaterra.
—Lo siento, querida, espero que no estuvieras esperando
mucho tiempo.
—No, no mucho tiempo —le digo, mientras beso a mi Gram y me subo
a su Rover.
—Hola, Stewart, ¿cómo estás? —le pregunto al conductor y mejor
amigo de mucho tiempo de mi abuela.
Stewart está enamorado de Gram y han sido amantes una y otra vez,
pero la abuela tiene una cosa por los hombres más jóvenes.
—Brillante, muchacha. Es bueno tenerla en casa. —Sí, ¡jodidamente
brillante! 220
—Te ves cansada y delgada.
Y comienza la paliza.
—Encantada de verte, Gram.
—No seas listilla conmigo, Alexia. Puedo decir que has perdido peso.
—Te he dicho que he tenido un virus estomacal o algo así.
—¿Qué piensas de tu nuevo avión?
—¿Era nuevo? —Está bien, sabía que era nuevo. Simplemente me
gusta tirar de su cadena. Señor sabe que ella da un tirón a la mía.
Gram pone los ojos en blanco.
—Entonces, ¿dónde me voy a quedar?
—Conmigo hasta que obtengamos tu lugar remodelado.
¿Obtengamos? Sí, claro.
—Gram, mi casa no necesita remodelación.
—Yo creo que sí.
No hay discusión con Gram. Incluso si eres lo suficientemente valiente
como para probar —no importa para nada—, ella siempre se sale con la
suya.
Ella me da un buen vistazo.
—¿Estás usando un sujetador con relleno?
—¿Qué?
—Tus senos se ven... más grandes.
—Gram, por favor. ¿Puedes esperar un par de horas antes de
empezar el escrutinio?
—No estoy escrutándote. Estoy haciendo una observación.
Ella se da vuelta y me aprieta el pecho derecho.
—¡Ay! ¿Qué demonios?
—¿Cómo se sintió?
¡Por el infierno!
—Me dolió. ¿Qué pasa contigo?
—Déjame ver una teta.
—¿Qué demonios?
—Alexia, no me gusta tu actitud.
—Actitud. —Estás malditamente bromeando—. Manoseaste mi pecho
y luego me pides ver mi teta. 221
—¿Y?
—¿En serio? Stewart, haz una parada en el hospital. Gram necesita su
cabeza examinada.
—Stewart, pase por Boots, mi nieta tiene que recoger una prueba de
embarazo.
—¿Qué?
—Ya me has oído. Estás embarazada.
—De ninguna manera.
—Me temo que sí.
—No puedo estar embarazada, no es posible.
—Has estado viviendo en la finca Ryan y creo que tú y Jaxson Ryan
son más que amigos casuales. Entonces, dime por qué no es posible.
—¿Tú... lo... lo sabías?
—Alexia, ¿de verdad? Te dije que no iba a interferir en su vida, pero yo
nunca dije que no iba a estar velando por ti. Lo sé todo sobre ti y Jaxson.
Voy a tener una larga charla con el Sr. Ryan.
—Si sabías todo este tiempo... entonces tú fuiste quien ordenó mi
investigación de Will Harris.
—¿De verdad creíste que fue Zane? Sabes que me encanta Zane
porque él es como un nieto, pero él no es el tomate más maduro en el
jardín.
¿Tomate más maduro? Gram dice estos pequeños dichos de…
vegetales y frutas que tienen cero sentido.
—Si te refieres a que es un idiota, estoy de acuerdo.
—Es la única vez en casi cuatro años que he intervenido. No ha sido
fácil, pero he estado muy restringida. ¿No te parece, Stewart?
—Sí, señora Grant.
Me río.
—¿Qué pasa con la basura de Señora Grant? —le pregunto a uno o
ambos.
Gram no hace toda cosa del título —jodidamente lo odia—. Si la
llamas Señora Grant, la respuesta de libro de texto es: “Esa es una cuestión
de opinión, y no me importa tu opinión”. Sí, lo entiendo. Lo hace y no tiene
sentido. Nunca dije que los pequeños... dichos de Gram sólo involucran
frutas y hortalizas.
—Stewart está siendo un idiota. No le gusta mi última adquisición. No
lo puede soportar jodidamente, es lo que dijo. 222
—A Stewart, nunca parecen agradarle ninguno de los… amantes de
Gram. Chicos-juguetes. Entonces, ¿qué hay de nuevo, mi amigo?
—Creo que debes preguntárselo a tu abuela.
Bueno, esto es interesante. Le sacaré los detalles jugosos más tarde.
Gram suspira.
—Vamos a dejarlo. Tenemos cosas más importantes que hacer ahora.
Así que, ¿por qué insistes en que no estás embarazada? Los accidentes
ocurren, ya sabes.
Bueno, vamos todos tomar una respiración profunda, porque Gram no
va a ser feliz con este desarrollo. Es todo sobre el heredero, el legado, con
ella.
—Jaxson de estéril. Él no puede tener hijos... transmitir el antiguo ADN,
procrear, raza, impregnar.
—Sé lo que significa estéril, culo inteligente. Entonces, ¿con quién más
te has acostado? Debido a que estás embarazada.
—No he follado a nadie más que Jax. No estoy embarazada.
—Bueno, entonces, debe ser la inmaculada concepción, porque
estás embarazada.
—Gram, no lo estoy... así que por favor, vamos a dejarlo.
—Stewart, el farmacéutico primero, y luego a casa.
—Francamente, no sé cómo lo hiciste.
—¿Hacer qué?
—Mantenerte alejada de Jaxson Ryan durante tanto tiempo. Estaría
sobre todo eso. Que mal que no tiene un hermano menor.
¡Para el infierno! ¿Un hermano menor? ¿Está bromeando?
—Gram, eres un pedazo de trabajo.
—Bueno, gracias.
—No fue un cumplido.
—Puedo interpretarlo así de todos modos si quiero.
—Lo que sea. —Sólo tienes que dispararme, cortarme las venas, luego
colgarme.

223
42

D os horas más tarde estoy en el baño en la Casa Grant en el


centro de Londres.
Prueba número tres. Espere tres minutos. La pantalla
mostrará embarazada o no embarazada.
—¡Mierda!
Prueba número cuatro. Espere tres minutos. Una línea azul debe estar
en la ventana de control cuando lee sus resultados. ¿Ventana de
control? ¿Qué? Embarazada signo más, no embarazadas signo negativo.
—¡Mierda! ¡Mierda!
—Alexia, los resultados no van a cambiar. Podrías tomar cincuenta
pruebas y obtendrás los mismos resultados.
—¡No me voy a rendir Gram! —grito a través de la puerta del baño. 224
Prueba número cinco. Espere cinco minutos. Bueno, cinco minutos —
más tiempo— eso tiene que ser bueno. ¿No crees? Mantén los dedos
cruzados. Dos líneas de color rosa en la ventana de resultados:
embarazada. Una línea rosa: no embarazada.
—¡Mierda! ¡Cabrón! ¡La puta madre! ¡Mierda!
—Alexia. Cuida tu boca. Estoy tan cerca de lavarla con jabón.
—Tienes que estar bromeando. —¿De quién cree ella que aprendí a
ser boca sucia?
—Alexia, sal.
—¡No, espera! Espera. Espera. Se dice en el folleto informativo, que
cuatro de cada cien mujeres entre las edades de cuarenta y cinco y
cincuenta y cinco tuvieron resultados positivos falsos.
—Alexia, tienes veintisiete años.
—¡No me jodas!
Abro la puerta, sintiéndome totalmente abatida y confundida.
—¿Cómo sucedió esto?
—Bueno, no sé exactamente la posición, ¿misionero, perrito?
—Divertido, Gram. Eres jodidamente hilarante.
—No podría estar más de acuerdo, querida.

225
43
¡ !

E
mbarazada. En cinta. Inseminada. Bollo en el horno. Frejol en la
olla de cocción lenta. Cría. Bebé
abordo. Marinado. Incubando. De cualquier forma que lo digas,
de cualquier forma que lo definas, es aterrador como la mierda, loco.
Estoy esperando en una sala de examen de neón blanco, vestida con
un vestido de plástico de papel biodegradable para análisis, mientras
estoy sentada en una cama de examen de concreto. De acuerdo, sólo se
siente como de concreto. Es algún tipo de basura plástica. Es probable
que sea biodegradable. Lo que sea.
Mi cabeza se siente como que quiere auto-cortarse; mi corazón se
acelera muy por encima del límite de velocidad; y mi estómago está
rentando espacio en mi garganta.
226
Y luego está Gram, quien es usualmente sofisticada, controladora,
exigente, auto loca imbécil. La odio. Bueno, no la odio; ella solamente está
molestando la mierda fuera de mí. Quiero decir, realmente, cómo puede
alguien estar tan tranquila, en un momento como este. Voy a tener un hijo,
dar a luz, entregar un paquete de alegría, Santa Madre de Dios.
Gram se pone de pie y toma mi mano, mi sudorosa mano.
—Alexia te ves como que vas a perder el conocimiento.
—Sí. Siento que voy a tener una combustión espontánea.
—Bueno, mejor que el infierno que no lo hagas, porque tengo un
estómago débil.
Me río. Bueno, salió más como el sonido de una ballena, lo que sea.
—Tienes una tripa de hierro. Nunca te he visto arrojar, como nunca.
—El hecho de que nunca me hayas visto arrojar, eso significa vomitar,
no quiere decir que no haya sucedido. He hecho muchas cosas de las que
no has sido testigo.
—¿Oh sí? Nombra una.
—Tú nunca me has visto retroceder, gatear, cagar o joder.
De acuerdo, consiguió con los tres primeros Gram, pero eso último...
¿Me estás jodiendo?
—Bueno, me tienes ahí, Gram.
Por el infierno, Gram y su amante-chico-juguete. Ni siquiera vayamos
allí. Tomaría capítulos y capítulos de mi historia, no, todo un libro, tal vez
dos.
—Cuando yo estaba embarazada de tu padre, vomite mis tripas por
días. Dormí en el piso del baño por tres meses.
Ella vuelve a sentarse en su silla.
—Esta doctora muy recomendable... ¿dijiste que era de Boston? —
pregunto.
—Sí. Fue a Harvard.
—¿Por qué está practicando en Londres?
—Casada con un británico. Un cardiólogo.
Gram mira impacientemente su reloj.
—Hemos estado esperando por dieciséis minutos y medio. Muy
recomendable o no, yo no tolero la tardanza.
Oímos un suave golpe en la puerta. Mejor tiempo. Del mundo.
—Hola, hola. —La puerta se abre. Entra una mujer de mi edad y de
vello corto de color rojo sucio en altura, vidrios púrpuras gruesos, y 227
zapatillas, friki. La amo.
Ella extiende su mano.
—Hola, soy Katie Warren, y a menos que me haya equivocado de
sala, estoy asumiendo que eres Alexia Grant.
Ella me da la mano y luego se extiende hacia Gram.
—Y tú, Katie Warren, llegas diecisiete minutos tarde —Gram dice con
su actitud de “no te metas conmigo o voy a patearte el culo”.
—Lizbet Grant, un placer. Lo siento por los diecisiete minutos, la mierda
sucede.
Bueno, ella me atrajo con las zapatillas. Ahora malditamente me
posee. Cualquier mujer que dice “la mierda sucede” a mi abuela, es una
diosa.
Gram levanta una ceja y sacude la mano con firmeza.
—Eso dicen, doctora —resopla.
—Es un verdadero placer conocerte —le digo.
La Dra. Warren me da una sonrisa de complicidad.
—Por lo tanto, las dos somos estadounidenses.
—Sí. La mitad de todos modos —me respondió.
—Gracias a Dios, estos británicos están volviéndome loca con su
correcto inglés y toda su honorabilidad.
Me río.
Gram rueda los ojos.
—Bueno, es tu día de suerte —digo—. Nada correcto sobre nosotras.
La Dra. Warren levanta una computadora que está al lado en una
mesa con ruedas y escribe algo por unos pocos segundos.
—Está bien Alexia. Voy a hacer unas preguntas y tienes que
responderlas.
—Bien.
—¿Cuándo fue su último período?
Tengo que pensarlo por un minuto.
—Siete meses, cuatro días.
—Bueno, no tienes siete meses y cuatro días de embarazo, ¿así que
estoy asumiendo que tu ciclo es irregular?
—Sí, mucho. A menos que esté tomando la píldora.
—¿Cuándo fue la última vez que tomaste la píldora?
228
—Ocho meses, dos semanas.
—¿No días?
—Tres.
Ella sonríe.
—Está bien, sólo necesito una fecha aproximada aquí. ¿De cuánto
podría ser?
—Aproximadamente doce semanas.
—Última pregunta. ¿Puedes darnos alguna información vital sobre el
padre?
—Puedo, pero prefiero que él lo haga.
—Por lo tanto, ¿está en la imagen entonces?
—Espero que sí. —Más que espero. Estoy de rodillas y rezando por ello.
—Bueno, parece que la tecnología tiene una muestra de sangre y
signos vitales y fondo, así que vamos a echar un vistazo.
Ella empuja de nuevo la computadora y luego se detiene en lo que
estoy suponiendo que es un ultrasonido.
Ella me dirige a descansar y poner mis piernas en los estribos.
—Ok, vamos a hacerlo —dice ella.
Gram parece que tendrá un aneurisma.
Me río.
Ella explora mi vagina y estómago. No hay nada como ser sondeado
por tu doctora, genial.
—Todo está bien. Creo que estás cerca de ser doce semanas
Alexia. Vamos a echar un vistazo.
Ella gira la silla de examen donde estoy a la máquina de
ultrasonido. Luego pone un poco de baba en mi vientre y desliza algo que
se parece a un mouse sobre él.
—Este es un ultrasonido de alta resolución. Nos dará una mirada
detallada. Así que si no quieres saber el sexo, dilo.
—Quiero saber —le digo sin vacilar—. Yo no creo que pueda aguantar
más sorpresas.
Ella escribe algo en el teclado, y luego tira del mouse sobre mi vientre.
Luego escuchamos, lo que sólo puede ser, un corazón latiendo
rápido.
—Latidos de corazón —dice ella—. Suenan bien.
Gracias a Dios, porque suena demasiado rápido para mí. ¿Cómo 229
diablos voy a saberlo? Nada. “¡Yo no sé nada acerca de los nacimientos
de ningún bebé!”
—Oh Dios —dice ella—, muy interesante.
—¿Interesante bueno o malo? —pregunto mientras observo la
pantalla. Todo lo que puedo ver es... no mucho.
—Bueno, eso espero —responde.
Gram se inclina sobre mí hacia el monitor.
—¿Eso espera? —pregunta.
—Está bien Alexia, vamos a echar un vistazo más de cerca —dice
mientras se desliza por encima de mi vientre—. La cabeza, corazón, los
brazos y las piernas.
—Oh mi Dios —chillo. Puedo verlo ahora. Increíble.
Ella mueve la cosa mouse alrededor un poco más.
—La cabeza, el corazón, los brazos, las piernas y el pene.
—¿Estás segura de que es un pene? —Gram pregunta—. Se parece a
una pierna.
La buena doctora sonríe.
—Estoy segura de que es un pene.
—¿Es un niño? —dejo salir.
Ella sonríe y mueve el mouse hacia la izquierda.
—Y el pene número dos.
Gram agarra mi mano en un apretón de muerte.
—¿El bebé tiene... dos... dos penes?
La doctora Warren ríe. Quiero decir que realmente se ríe. Su risa
resuena. Las lágrimas rodaban por su rostro de la risa.
—Yo no creo que esto sea un asunto de risa —balbucea Gram.
Y alertar a los medios de comunicación, porque estoy de acuerdo
con mi abuela.
—Creo que voy a vomitar —hago pucheros y gimo—. Santo infierno,
estoy teniendo un bebé con doble pene.
La buena —tal vez mala, y no tan divertida— risa de la suena hasta
que es histeria.
Siento lágrimas inundando mis ojos, y no lágrimas de felicidad. ¿Qué
demonios está mal con ella? Tener dos penes no es una buena cosa. Es
malo, muy, muy malo.
La Dra. Warren seca las lágrimas de felicidad con un pañuelo de 230
papel. Ella entonces me regala una gran sonrisa listilla y apunta al monitor.
—Un hombre pequeño con un pene.
Ella mueve el mouse hacia la derecha.
—Otro hombre pequeño con un pene. Gemelos. Alexia, estás
esperando gemelos.
—No me jodas —le digo justo antes de vomitar mis tripas.
44

L a abuela y yo conducimos de vuelta a casa en un silencio


atónito. Acababa de experimentar, infiernos, todavía estoy
experimentando el mayor momento surrealista de mi vida.
Stewart se aclara la garganta.
—Está todo bien, Lizbet?
—Dos penes —susurra Gram.
—¿Perdón? —responde.
Nunca he visto a mi abuela tan sin palabras, tan tranquila, por lo que
no molesta. Me pone nerviosa.
—Vamos a tener gemelos, Stewart. Dos muchachos. Dos penes —digo
con orgullo.
—¿Gemelos? —pregunta con incredulidad—. Vamos a tener chicos... 231
¿dos?
—Sí, y dos, gemelos. —Me río porque estoy feliz y sorprendida y total y
absolutamente emocionada.
Un bebé. Bueno, yo podría ser capaz de fingir mi camino a través de
eso, ¿pero dos? ¡De ninguna maldita manera!
¡Santo infierno! Dos corazones latiendo rápidamente, dos cuerpos con
todo en el lugar correcto y sí, dos penes. Enfermo, amigo. Buen enfermo,
no malo. Yo creo.
¿Qué demonios voy a hacer? Y ¿qué pasa con Jaxson? Puedo
asegurar de que va a estar sorprendido, pero ¿estará feliz? ¿Incluso creerá
que son suyos? Yo tengo mis dudas, ¿no es así? Me refiero a un día crees
que eres tan estéril como una roca y luego... gemelos. Parece que tiene un
par de nadadores haciendo buenas brazadas después de todo, señor
Ryan. ¿Por qué es todo en mi vida tan complicada?
Gram y yo tomamos con calma el resto del día. Estamos en shock,
post-traumático estrés. He estado observándola leyendo su Kindle, no,
observándola sólo mirar su Kindle durante más de una hora. Ella finalmente
se da por vencida y lo apaga.
—Alexia, querida, tenemos que hablar.
Apago mi Kindle.
—Bien.
—Este giro de los acontecimientos... es inesperado.
—Gram, sé que esto pone grandes torceduras en tus planes, pero yo
todavía voy a tomar el cargo de CEO. Hice una promesa y voy a
mantenerla. No será fácil, pero muchas mujeres tienen hijos y trabajan. Yo
personalmente no conozco a ninguna, pero las veo todos los días. Todas
están a nuestro alrededor, haciendo cosas de mamá. Dios mío. No tengo
ni idea... sobre ser mamá. Todo lo que sé es que debe ser difícil y
abrumador. Las mamás que veo parecen que no han dormido en una
década. Yo puedo hacer esto. Voy a tener que descargar todos los libros
de crianza de hijos que el hombre conoce. Infiernos, tú lo hiciste. No puede
ser tan difícil. ¿A quién estoy engañando? No me jodas. Yo no puedo
hacer esto.
—Cristo, Alexia, piensas demasiado. Puedes hacerlo. Eres inteligente,
una inteligente rara incluso. Y no es como si estuvieras sola por tu
cuenta. Jaxson estará allí y puedes contratar a un centenar de niñeras si es
necesario. Tienes suerte; la mayoría de las madres no reciben ningún tipo
de ayuda.
—Tienes razón, tengo suerte. Pero ¿qué pasa si no puedo... qué pasa si 232
yo? Oh, diablos Gram, estoy aterrorizada. ¿Qué pasa si no puedo
mentalmente manejarlo? He tenido una ruptura, ¿y si...?
—Alisa Alexia Lizbet Marie Grant, supéralo de una puta vez. No eres la
misma persona de hace cinco años, ni siquiera cerca. Antes te fuiste en tu
pequeña tangente, o lo que sea que en el infierno fuera. Iba a decir que
nada más importa que mis bisnietos. Ni siquiera la Beca Internacional.
—Dios mío. Creo que el infierno se congeló de nuevo. Nunca pensé
que esas palabras alguna vez salieran de tus labios.
—Estoy tan sorprendida como tú. No sé lo que está pasando. He
estado sentada aquí y ni siquiera puedo pensar sobre otra cosa. Todo lo
que sé es que tengo esta abrumadora necesidad de amar y proteger a
esos bebés. Nunca había sentido esto con tu padre o incluso tú y Sam. Sé
que suena terrible, pero lo que puedo decir, es la verdad. Después de que
superé eso de los dos penes, algo maravilloso e inesperado se apoderó de
mí. Tal vez es mi instinto maternal finalmente surgiendo. ¿Quién demonios lo
sabe?
—Creo que es un milagro. Santa Madre de Dios, es el segundo del día,
¿los milagros vienen de tres en tres, al igual que la mala suerte?
—Espero como el infierno que no. Yo no creo que pueda manejar más
hoy.
—¿Gram que voy a hacer? Las cosas entre Jaxson y yo, bueno, no
están bien. Él sabe que algo está pasando. Pero no tiene idea de lo
grande que la cosa es. Si él me decir que no es Jaxson Ryan y tiene alguna
otra vida. Yo estaría más que un poco molesta.
—¿Él te ama?
—Él dice que lo hace.
—Si realmente te ama entonces te perdonará. ¿Lo amas?
—Sí. Infiernos Gram, soy tan tonta. Nunca se lo dije. He estado
demasiado asustada de decirle.
—¿Por qué?
—Tengo miedo de que si le digo, voy a estar dándole el poder de
hacerme daño.
—¿Tu corazón salta cuando estás con él?
—Sí. Todo pero se detiene.
—Entonces, mi querida, ya tiene el poder.
—Tienes razón, lo hace.
—Así que esto es lo que vas a hacer. Vas a arreglar las cosas con
Zane. Después de eso, vas a volar de regreso a Nueva York y decirle a 233
Jaxson que ha habido un milagro, o dos. Entonces, vas a volver a Londres y
vamos a averiguar nuestro siguiente paso.
—Bueno, sigues siendo tan mandona y controladora como
siempre. Yo estaba orando por ese tercer milagro.
45

D os días más tarde hago arreglos para encontrarme con Zane


para la cena. Quiero las cosas claras entre nosotros antes de
volar de vuelta a Nueva York.
Me siento y sorbo una taza de té de hierbas mientras veo varios
camareros caminando sin nada que hacer. No más whisky para esta
amiga.
Alquilé el restaurante durante un par de horas, así que podría haber
una conversación pública, pero privada. Los paparazzi siguen a Zane
como la peste. Así que le dije que use todos los métodos para deshacerse
de ellos. No me han descubierto todavía; ellos piensan que yo estoy
viviendo en una isla privada o alguna otra chorrada que Gram ha hecho
girar.
Zane Jodidamente Black. ¿Por dónde empiezo? Pasé muchos años 234
amándolo, luego odiándolo, y ahora simplemente no me importa. Nuestras
abuelas son mejores amigas, así que de niños fuimos cercanos. Pero los
niños crecen y las cosas cambian. Oigo una conmoción y miro hacia la
entrada del restaurante. Dos hombres muy musculosos en traje negro
caminan hacia mi mesa, seguidos por el hombre mismo.
Jaxson es alto, moreno y construido como un nadador. Zane es unos
tres centímetros más bajo, rubio, y musculoso. Se ve como un Dios nórdico
y por desgracia, actúa como tal.
Las mujeres camareras se ríen y baten sus ojos cuando él les da un
guiño. Él se acerca y yo me pongo de pie. Él pone sus brazos alrededor de
mí y va por un beso en mis labios, pero le doy mi mejilla.
—Bella —dice.
—Zane —le respondo, luego hago señas para que él tome un asiento.
Nos sentamos y sólo nos miramos el uno al otro durante un minuto o
dos.
—Gracias por tomarte el tiempo para verme —digo con un sarcasmo
profundo. Él realmente no tenía otra opción.
—Cariño, siempre tendré tiempo para ti. Es fantástico verte Alexia, te
he echado de menos.
—Encantada de verte también. —Como una migraña del infierno.
—La abuela dijo que estabas viniendo. Tenía la esperanza de que te
reportaras.
—Zane, voy a ir directo al grano.
—¿Bueno?
—En primer lugar, gracias por tu ayuda engañosa.
—¿Gram te dijo entonces?
—Sí, ella me dijo. Debería haber sabido que ella era la que me estaba
ayudando.
—Entonces, ¿qué significa esto, te estás mudando a Londres? —Él se
ve preocupado. Sabe que algo está pasando.
—Iré hacia Grant, ubicación todavía desconocida.
—Así que ¿tú y este tipo Ryan?
—Mis asuntos personales, no son asunto tuyo. Y, gracias de nuevo por
llamarlo. Eres tan imbécil.
Una camarera se acerca a nuestra mesa.
—Hola, mi nombre es...
235
La interrumpo.
—No nos quedaremos a cenar.
Ella levanta una ceja.
—Podrías...
La interrumpo de nuevo. He jugado este juego con tantos
admiradores de Zane que sé que lo mejor es detenerlo antes de que
comience. Imito una sonrisa.
—Eso es todo. Gracias.
Ella mira a Zane de nuevo, esperando que añada algo. Zane señala
con la cabeza “no” y ella finalmente consigue la indirecta y se va.
—No tienes que ser tan descarada.
—¿En serio? Puedes jugar al restaurante con ella más tarde. En este
momento vas a prestarme atención. Quiero el divorcio.
Su boca cae abierta como un mero.
—¿Tú... tú quieres el divorcio?
—Sí. Lo presenté esta tarde. Recibirás los papeles en un par de días.
—¿En serio?
—Mucho.
—Pero...
—¿Por qué pareces tan sorprendido? ¿Creías que nuestro acuerdo
duraría para siempre?
—Bueno, yo esperaba un poco más.
—El tiempo se acabó Zane. Ni siquiera sé por qué te importa. No, sí sé
por qué te importa y eso se termina, también. Recibirás lo establecido en el
acuerdo prenupcial y nada más. He mantenido tu estilo de vida durante
siete años. No más.
—No puedes simplemente dejarme de lado.
—Ya lo hice.
—¿Qué significa eso?
—Eso significa que todas las cuentas con mi nombre han sido
cerradas.
—Pero esas son todas.
—Precisamente.
—No puedes hacer esto.
—Zane, no vas a estar viviendo en la pobreza, por el amor del infierno.
—Lo dice alguien que tiene miles de millones. 236
—Lo que sea, Zane. Esto no es una negociación. —Saco un archivo de
mi bolso y se lo entrego—. Firma estos y haz una cita para ver a Gram. Ella
va a estar esperando tu llamada en cuarenta y ocho horas.
Me levanto y me agarra del brazo.
—¿No crees que deberíamos hablar de esto?
—¿Qué hay que hablar?
—Tenía la esperanza de que podríamos, ya sabes... estar juntos. Eres
mi hermosa muchacha. Siempre serás la única para mí.
—¿Oyes tu propia mierda? Follaste a alguien ni siquiera tres semanas
después de nuestra boda. Y todas las demás que desfilaron como si fuera...
—Me detengo, he terminado con este hombre.
—Vamos amor, sabes que no significan nada para mí.
Joder. Este hombre me hace enojar.
—¿Qué hay de Sara? Ella nunca significó nada para ti.
—¿Alguna vez me vas a perdonar por eso? Todo fue un malentendido
estúpido.
—Malentendido estúpido. No puedes estar hablando en serio. Un mes
después de nuestra boda te jodiste mi supuesta mejor amiga en mi casa y
en mi cama. Luego, después de su pequeño festival de follada la dejas salir
con mi vestido puesto y reunirse conmigo para el almuerzo.
—Yo no sabía que era tu vestido.
—Un vestido colgando en mi armario, en mi habitación, en mi casa.
¿En serio?
—Ella dijo que no lo deducirías. Que nunca te diste cuenta de cosas
como esa.
—Bueno, me di cuenta. ¿Y sabes qué? Realmente no me importa. Ya
no vas a ser mi problema.
—Está bien... he sido una verdadera serpiente del pantalón. Pero Lex,
he cambiado.
—No importa ya. Te di un montón de oportunidades. ¿Sabes por qué
no te deje de lado antes Zane? No te quería cerca. Te quería
desaparecido, haciendo lo que demonios haces con quién demonios lo
hagas. No más. Obtendrás lo establecido y no más. Firma y has una cita
para ver a Gram. Ni siquiera pienses en tratar de evitarla.
—Cariño, no puedes querer decir esto, vamos a hablar de ello.
Puse varios billetes sobre la mesa.
—Se acabó Zane, así que se un niño grande y levanta ese ánimo. 237
Firma los papeles o no obtendrás nada.
Camino hacia la salida.
—No puedes obligarme —grita.
Me vuelvo.
—Sí puedo. Te conozco, Zane. Todo lo que te importa es el dinero.
—Maldita sea, no es todo sobre el dinero.
—Maldita sea, no lo es. Firma o no tendrás nada —le digo mientras me
alejo del hombre y el matrimonio que debería haber abandonado hace
años.
Bueno ahora ya sabes mi otro secreto. Estoy jodidamente casada. Sé
lo que estás pensando. ¡¡¡Soy una verdadera...!!! Estoy de acuerdo, estoy
todas esas cosas y más. Pero trata de no ser tan dura en tu juicio. Mi
matrimonio es una farsa. Ha sido nada más que firmas en papel durante
muchos años. Era una tonta. Me enamoré de mi mejor amigo. En realidad
pensé que Zane me amaba, tonta, chica tonta.
46

—L ane, soy Alexia, acabo de aterrizar en Teterboro.


—Está bien, estoy a quince minutos de distancia.
—Conduce a la terminal ejecutiva. Debería estar
afuera para ese entones. Si no estoy, busca un Gulfstream G650 con Grant
Internacional sobre él. No puedes perdértelo.
—¿Grant Internacional?
—Es una larga historia, Lanie. Nos vemos allí.
—Bueno.
Lane sale del Rover nuevo de Jaxson y abre la puerta de atrás.
—¿Qué demonios estás haciendo? ¿Desde cuándo me siento atrás?
—Lo sé, lo sé. Es el hábito. 238
Él agarra mi bolsa y la coloca en la parte posterior. Me meto en el
lado del pasajero y conducimos lejos de la puerta.
Él me da una mirada de costado.
—Te ves bien, pero delgada. ¿Has perdido peso?
—Si me dices que mis tatas se ven más grandes y me pides ver una
teta, gritaré.
—¿Qué?
—No importa. Otra historia muy larga.
—Una historia que me encantaría oír —dice con una ceja levantada.
—Tal vez otro día, amigo.
—En otro momento entonces, amiga.
—¿Cómo están todos en la finca?
—Bueno. Todo el mundo te echa de menos. Mamá quiere que la
llames cuando tengas la oportunidad.
—Lo haré.
—Tu último mensaje de texto decía que Jaxson estaba en Los Ángeles.
—Eso fue lo que me dijo, pero me equivoqué. Su AP me llamó hace
unos minutos para confirmar mis horarios para la próxima semana. Le
pregunté cuándo iba a estar regresando de LA. Ella dijo que no está en Los
Ángeles. Él ha estado en la ciudad durante toda la semana.
—Debes haber entendido mal.
—No, me dijo un par de veces que iba a estar en Los Ángeles esta
semana.
—Eso es raro.
—Sí.
—Iba a sugerir que nos detengamos y consigamos un bocado para
comer, pero si está en la ciudad mejor sólo llévame con Ryan.
—Esa es otra cosa extraña. Se queda en el Eventi Hotel.
—¿Por qué?
—No tengo la menor idea. Su AP dijo que había estado viviendo allí
toda la semana.
—Está bien, entonces llévame al Eventi.
Una hora y quince minutos más tarde llegamos al Eventi Hotel.
—¿Podrías quedarte por aquí un poco, por si acaso él no está o se
niega a verme?
—Claro, no hay problema. 239
—Voy a dejar mi bolso contigo. Si todo va bien, te mandaré un
mensaje de texto para que lo dejes con el portero. Por casualidad no
sabes en qué habitación está, ¿verdad?
—No, lo siento.
Le doy un abrazo.
—Bueno... deséame suerte.
—Buena suerte, amiga.
Camino a la recepción.
—¿Puedo ayudarle? —pregunta un joven educado con gafas de
Clark Kent y rubio cabello con reflejos púrpura.
—Sí, estoy aquí para encontrarme con uno de sus huéspedes, Jaxson
Ryan. ¿Podría llamar a su habitación y ver si él verá a Alexia Keith?
—Sí, por supuesto. Un momento, por favor.
Él llama a la habitación y yo me quedo al costado.
¿Y si está todavía enojado? ¿Y si no me verá? Él va a verme… ¿no
crees? No estás segura. Bueno, entonces, cruza los dedos. Arrodíllate y
reza. Tira sal sobre tu hombro. Ponte esos calcetines de la suerte y la ropa
interior. Haz lo que puedas, porque necesito todo tu buen mojo.
—Sra. Keith, puede ir arriba. Él está en la suite Eventi. Los ascensores
están a la derecha.
—Gracias.
—Sra. Keith.
—¿Sí?
—Sólo quería decirle que me encantan sus Converses púrpura.
—Gracias, a mí me encanta tu vello morado.
Él sonríe.
—Gracias.
Sí, esa soy yo, el futuro de Grant International en jeans ajustados y tops
altos púrpura.
Bueno, así que ahora todo va bien. Entro en el ascensor y pulso el
botón para la suite Eventi. A medida que asciende, también lo hace mi
estómago. Dios, espero no vomitar.
Ya han pasado tres semanas y tres días desde que lo he visto. Dios, lo
he echado de menos. Mierda, ni siquiera he revisado mi cara. ¿Qué pasa si
me veo como el infierno? ¿Realmente importa? ¡Por supuesto que no! En
los últimos cuatro días, me he convertido en una CEO, una mujer 240
embarazada de gemelos, y pedí el divorcio. Tengo suerte en estar de pie.
Las puertas del ascensor se abren, salgo y camino a la Suite
Eventi. Cuando llego a la puerta, me paro y la miro. Sí, eso es lo que hago...
me paro y miro a la puerta. ¿Por qué es esto tan jodidamente duro? Este es
el hombre que amo. Mi Jax. Él me ama y nunca va a dejarme.
Tomo una respiración profunda, luego otra, luego otra más. Dios,
necesito un trago —de leche. Bueno, anímate, Alexia. Puedes hacer
esto. Levanta tus bragas de chica grande.
Toco tres veces. Él no viene a la puerta. Llamo de nuevo. Tal vez me
abandonó. Justo cuando estoy a punto de tocar de nuevo se abre.
No me jodas.
Una mujer que lleva una sábana está de pie frente a mí. Sí, he dicho
sábana. ¡Una puta sábana!
Sólo nos quedamos de pie allí y nos miramos boquiabiertas la una a la
otra durante un minuto. Su boca se empieza a mover, pero no puedo oírla
por el fuerte sonido en mis oídos. Es raro que esté mirándola pero es como
mirar a través de una mirilla distorsionada y a un túnel. Santo infierno —
estoy a punto de desmayarme.
Me apoyo en el marco de la puerta y cierro los ojos hasta que el
zumbido en mis oídos para. Abro los ojos. Mierda. Ella todavía está allí.
—¿Puedo ayudarle? —pregunta.
Trato de mover la boca, pero está congelada.
—Creo que tiene la habitación equivocada —dice con el ceño
fruncido.
Dios, cómo me gustaría que fuera verdad. Daría cualquier cosa por
una habitación equivocada. Pero no lo es. Conozco el contador —he
jugado este juego antes. Nunca pensé que lo jugaría con
Jaxson. Nunca. Soy una estúpida, estúpida chica.
Conozco a esta mujer, la que está de pie con una sábana que
apenas cubre su culo. Es Tinker Infernal, Mia. La ex-jodida-esposa.
—No sé quién eres, pero tienes que irte —bufa.
Ella sabe quién soy. ¡Perra!
Comienza a cerrar la puerta, pero yo la empujo. Tengo que saberlo
con seguridad.
—¿Esto es...? —Entonces lo oigo.
Mi corazón da un vuelco.
—Mia, ¿quién está en la puerta? ¿Es el servicio de habitaciones? Pedí
un poco de champán. La cena no es hasta las ocho, así que si tienes 241
hambre, pide aperitivos.
Luego se detiene.
—Está bien, Jaxson, querido —ronronea ella—. No es el servicio de
habitaciones... es sólo alguien que llamó a la habitación equivocada. —
Me da una sonrisa de triunfo.
Se necesita cada onza de mi moderación para no estrangular el culo
de Tinker.
Mi boca empieza a moverse y puedo escuchar lo que estoy diciendo,
pero es como si viniera de otra persona.
—Sí, yo... llamé... sin duda llamé a la habitación equivocada.
Doy un paso atrás y ella empieza a cerrar la puerta, pero luego se
detiene.
—Casi siento lástima por ti. De verdad te enamoraste de él, puedo
verlo en tus ojos. Pero nunca habría funcionado. Ya ves, Jaxson vaga por
ahí pero siempre vuelve a mí. Siempre.
Cierra la puerta y una vez más, me encuentro de pie y mirando hacia
una puerta cerrada. Sólo me paro allí y miro, por cuánto tiempo —
segundos, minutos, horas— no tengo ni idea. No puedo sentir. No puedo
respirar. Ni siquiera puedo llorar. Necesitas un corazón para hacer esas
cosas, y yo ya no tengo uno.
Quería el final feliz de cuento de hadas. Tonta de mí, olvidé que no
soy la Cenicienta. Sin zapatilla de cristal para esta chica. Sin príncipe
azul. Sin Hada Madrina. Estúpida, estúpida, estúpida.
De alguna manera me meto en el ascensor. De alguna
manera presiono el botón al vestíbulo. Mientras el ascensor desciende, mi
estómago asciende. Santo infierno. Voy a vomitar. ¡Mierda!
Me doy vuelta y vomito en la esquina. Sí... eso es lo que hago. Vomito
en la esquina de un ascensor en el moderno y elegante Eventi Hotel. No
me jodas. Se detiene y se abre. Gracias a Dios, nadie está esperando.
Me limpio la boca con la manga de mi abrigo. Salgo y camino a la
recepción. El mismo joven elegante mira hacia arriba. Sus ojos se amplían.
—¿Está bien, señora Keith? Se ve como si estuviera a punto de
desmayarse.
—No... sí... no, no voy a desmayarme, pero... pero como que vomité
en el ascensor.
Frunce el ceño.
—Oh, mi. ¿Vomitó como en vomitar?
—Sí, lo siento mucho.
—Está bien, no se preocupes, yo me encargo. 242
—Gracias. Y de nuevo... lo siento tanto.
Él asiente y me da una sonrisa insegura.
Camino por el vestíbulo y fuera. Saco mi iPhone.
—Lane —murmuro.
—Hey. ¿Estás bien?
—Recógeme.
—Lex. ¿Qué está pasando?
—Por favor... puedes... sólo recogerme.
—Bueno, no estoy muy lejos, iré allí.
Cuelgo, entonces llamo a mi piloto y le digo que se prepare para
regresar a Londres. Parece preocupado, pero sabe que no debe
preguntar.
Lane se detiene en lo que parecen horas.
Él sale del Rover.
—¿Qué demonios?
Toma mi brazo.
—No me siento bien. Creo que debería sentarme en la parte de atrás.
Frunce el ceño.
—Parece que te vas a desmayar.
Me ayuda y yo pongo mi cabeza en el reposacabezas. Pronto
estamos en el tráfico.
—¿Vas a vomitar?
—Vomité en el ascensor.
—¿Vomitaste en el ascensor del hotel?
—Sí. En la esquina.
—Lex. Por el demonio.
—Ni que lo digas.
—¿Qué pasó?
—No pasó nada. Tengo que ir a casa, Lane.
—¿Al desván?
—No. Al aeropuerto.
—Lex. ¿Qué está pasando?
—Lane, por favor no preguntes. Por favor... no lo hagas.
—Bueno.
243
Conducimos en silencio. Por desgracia, no puedo callar mi
cerebro. Las últimas semanas se manifiestan en mi mente. ¿Cómo he
llegado a que las cosas estén tan, tan jodidamente mal?
—Lex, ¿viste a Jaxson?
—Él... él no estaba.
Lane se da vuelta y me lanza una mirada escéptica.
—Bueno, no lo estaba.
—No te creo. Si él no estaba, entonces ¿por qué vas a Londres?
—Porque me di cuenta de que las cosas entre nosotros nunca
funcionarían. Yo no pertenezco aquí.
—¿Por qué?
—Simplemente no lo hago. Nunca debí haber regresado.
—Estás mintiendo.
—No lo estoy. Es que... sólo estoy avergonzada. Te hice venir a
buscarme y ahora me voy. Me siento estúpida por... venir. Debería haber
pensado las cosas. Y por favor, no le digas a Jaxson que regresé. Es
demasiado embarazoso.
—No tienes que mentirme a mí, Lex. Lo entiendo. No quieres que él lo
sepa. No se lo voy a contar. Es sólo que no quiero que me mientas.
—Lo siento, Lane. Algo sucedió, pero es algo de lo que no puedo
hablar. ¿Así que puedes dejarlo ir?
Suspira.
—Está bien, voy a dejarlo ir.
Seguimos en silencio durante unos minutos.
—¿Vas a venir de vuelta a Nueva York?
—No sé, Lane. Simplemente no lo sé.

Fin

244
Próximo Libro

La historia de Alexia y Jaxson continúa en


More Layers.
¿Qué pasará? ¿Conseguirán su felices
para siempre después de todo?
La vida es divertida. No me refiero a
divertida del modo “ja, ja, ja”. Me estoy
refiriendo al modo “¿quién lo hubiera
adivinado?”, o del modo “de ninguna
manera”. De ninguna manera hubiera
creído nunca que tendría una segunda
oportunidad en el amor. Y de ninguna 245
maldita manera hubiera imaginado jamás
que comenzaría en Las Vegas. Quiero
decir, ¡vamos, ¿novia?!
Las Vegas es el lugar donde perder tu
mente, tus inhibiciones, y el alquiler del
próximo mes. Las Vegas no es el lugar
donde vas a aprender verdades, repensar
tus opciones y reconectarte.
Pero, de nuevo, soy yo de quien estamos
hablando. Así que bienvenida a Las Vegas... o como se suele decir, ¡viva
Las Vegas, nena!
Biografía del Autor
Hola. Mi nombre es TL Alexander y
Layers es mi primer libro publicado. La
segunda parte de la serie Layers, More
Layers, está ahora disponible. Estoy
trabajando duro en el tercer libro de la
serie —Beneath Layers y espero tenerlo
listo para su lanzamiento en el otoño de
2014. Para las últimas fechas
comprueba mi página de blog:
http://www.tlalexanderauthor.com/blo
g/

He estado escribiendo romance por algunos años, pero nunca he


terminado y ni tenido el valor de publicarlo. Fue un viaje difícil para mí. Hay
mucho más que sólo escribir y yo no tenía ni idea. Todavía estoy un poco 246
desorientada, pero ya no me siento tan abrumado por el proceso.

Alguien me preguntó recientemente cómo se me ocurren mis personajes.


A veces los veo en un sueño o pasando la aspiradora o tomando una
ducha. Las ideas vienen a mí cuando estoy en la cinta —cuando pongo mi
trasero sobre ella. Así que al principio no los pienso mucho. Cuando estoy
dando vida a mis personajes es cuando tengo que usar unas pocas células
cerebrales.

Alexia vino a mí en un sueño. Era esta hermosa mujer joven, inteligente,


que nunca se sintió como si encajara. Ella tiene un montón de problemas,
pero entre todas sus mentiras es una chica que sólo quiere ser amada sin
condiciones, al igual que todos nosotros.

¿Así que lo que sucede en su futuro? ¿Lo que pasa en mi futuro?


Tendremos que esperar y verlo.

TL Alexander.
247

También podría gustarte