En un lugar lejano se encuentra mi pueblito, ubicada en medio de varios cerros.
En este pueblito hay una fuente de agua y lo llaman “Q'upa puju “, todos los pobladores utilizan el agua de esta fuente para el consumo de las personas, la agricultura, la ganadería y sus demás necesidades. Mi padre me cuenta que antes todo marchaba bien, las chacras producían buenos alimentos, y los niños del pueblo iban a jugar con los pecaditos que vivían en los ríos que desembocan del pozo. Un día cuando el sol comienza a calentar el ambiente, y las aves cantaban alegremente al ritmo de las brisas del viento, eran aproximadamente las 10:00 de la mañana cuando llegan por las estrechas y polvorientas carreteras (cinco carros grises) buscando al presidente de la comunidad, por lo que pude observar hablaron durante un buen tiempo y luego se fueron así como llegaron. Inmediatamente el alcalde empezó a comunicar que mañana habría una reunión de suma importancia. Al día siguiente a las mismas horas que el día anterior, todos los pobladores se reunieron en el salón comunal, yo iba con mi padre, pero como era una niña de 7 años no entendía nada y me fue a jugar con mis amigos. Un mes después comenzaron a llegar varios hombres al pueblo, unos vinieron a la casa de mi padre, el salió y los recibió muy atentamente. Hablaron y luego se fueron donde estaba ubicada el poso y empezaron a construir una especie de casa Pasaron como un año construyendo y lo finalizaron, pero lo que observaba era una construcción en vez de un poso. A partir de ese día el pueblo empezó a cambiar ya no era el mismo. Los ríos se comenzaron a secar y los peces con los que hace un año jugaba avían muerto, pero lo que más me llamó la atención fue que el agua llegaba a nuestra casa a través de tuberías, me preguntaba ¿Solo para que el agua llegue a nuestra casita tuvieron que sacrificar vidas inocentes? ¿Mi abuelo quien era una persona mayor y conocía muy bien el poso me preguntó -hijita te diste cuenta como cambio el pueblo?, También debemos cuidar el agua, ¡esta es la fuente de nuestra vida! Exclamó mi abuelo. Ese proyecto supuestamente nos beneficiaría, pero no fue así. Pero un día mi abuelo cito a los pobladores para que tomáramos conciencia de que no solo humanos podíamos convivir, si no que las personas, los animales y el rio podíamos convivir. Por ello rindieron pago al agua con vino, frutas y otras ofrendas, luego decidieron que solo una parte del agua sería para el agua potable y lo restante seguirá corriendo por las tierras, poco a poco el pueblo empezó a recuperarse los pastos volvieron a enverdecer y los niños del pueblo volvieron a jugar con los pescaditos del rio. Hasta el día de hoy las personas, los animales y el agua conviven armónicamente.