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Por: Adner Julio Caldera, José Luis Ríos, Samuel Londoño García.
Tec. Manejo Ambiental, Ficha: 1371442
CUENTO
EL SEÑOR DEL AGUA
En un pueblo donde vivía un niño llamado Héctor, ese pueblo estaba en
problemas, no había llovido, los ríos cercanos ya comenzaban a secarse, los
terrenos de cultivo estaban secos y la cosecha no podía crecer.
Héctor y su mamá tenían que caminar demasiado para conseguir agua en el
pueblo cercano donde pasaba un río, cuando llegaron al río había mucha gente,
los hombres acarreaban agua para beber y los niños nadaban en el río.
Mientras su madre llenaba los cántaros de agua, Héctor entró al río para bañarse,
sólo a bañarse porque él no sabía nadar, por eso sólo miraba a los niños como
flotaban sobre las aguas, él pensaba: “Parecen peces y no tienen miedo de
ahogarse, mmm lástima que yo no sé nadar”. Cuando Héctor y su madre
regresaron a su casa, se puso a jugar en el patio de su casa, dibujó en el suelo un
río y prometió que un día aprendería a nadar.
Esa noche Héctor durmió profundamente y en sus sueños escuchó la voz de un
hombre que surgía del agua y le decía: “Yo sé que tu corazón está triste” Héctor
contestó: “No, no es verdad” y así estuvo insistiendo la voz hasta que Héctor abrió
los ojos y vio que quien le hablaba era el señor del agua y le preguntó: “¿Tú eres
el señor del agua?” le contestó: “Si, yo soy el señor del agua, de hecho el agua es
mi casa, mi morada, ven platiquemos”.
Héctor le dijo: “Mis padres me han hablado de ti, nosotros te hemos cuidado y
respetado ¿Por qué ya casi no llegas a mi pueblo?”, le contestó el señor del agua:
“En tu pueblo había agua en abundancia, pero la gente dejó de respetarme y por
eso me alejé, pensé nunca volver pero ahora sé que hay personas como tú que
me respetan y me cuidan”.
El señor del agua sonrió y le dijo: “Mmm creo que voy a volver a tu pueblo… ah
por cierto tú quieres nadar ¿Verdad? No es difícil si realmente te lo propones, lo
lograrás” contestó Héctor: “Quisiera pero… ¿Puedo lograrlo? ¡Siempre me da
miedo!” le dijo de nuevo el señor del agua: “Toma estos tres pescaditos, son
mágicos, si los comes aprenderás a nadar, regresa al río a la mañana… eh solo te
pido que me ayudes a que las personas respeten a mi casa” Héctor prometió que
siempre serían respetuosos y trataría de que todos cuidaran el agua, después de
esto se comió los pescaditos.
A partir de ese día las lluvias comenzaron de nuevo y toda la gente empezó a
respetar y a cuidar el agua.