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planteamientos ya superados, bien se po- rial del magisterio reciente sobre esta cues-
dría haber prescindido de ellos. Con ma- tión, con criterios prácticos y orientaciones
yor razón, dado que exceden el ámbito es- concretas, teniendo presentes las normas
trictamente canónico, para adentrarse en dadas por los organismos competentes de
el campo propio de la teología. No ha sido la Santa Sede. Con esta orientación, trata
esa, sin embargo, la opinión del autor. Pa- con cierto detalle, por ejemplo, del recur-
ra él, los principios doctrinales básicos y las so a dictámenes psicológicos para valorar
grandes líneas de evolución del ordo clerico- las condiciones y aptitudes de los candida-
rum y del estado clerical, junto con los di- tos a las órdenes; o dedica un apartado a la
versos contextos eclesiológicos en que han cuestión de la homosexualidad en relación
madurado, resultan imprescindibles. Im- con el juicio sobre la idoneidad de quienes
prescindibles para una adecuada compren- piden ser admitidos en un seminario.
sión no sólo de la normativa vigente, sino Se dedica también un amplio espacio a
también de la genuina identidad sacerdotal la cuestión de la formación espiritual dentro
que sustenta dichas normas. Por mi parte, del seminario. La figura de los directores espi-
comparto plenamente este punto de vista y rituales y los ámbitos de libertad del semina-
considero que los primeros cuatro capítu- rista, lleva significativamente por título el
los del manual son de enorme interés, para cap. IX. En él, como el propio autor indi-
el conjunto de la exposición. ca, «aparte de las cuestiones técnicas y de
El seminario y todo lo que le acompa- interpretación de las normas canónicas,
ña es el punto central sobre el que gira la nuestro análisis versará fundamentalmente
parte segunda del manual. También en es- sobre el aspecto canónico más actual, y
te caso, el autor comienza con una breve acaso también el más delicado y complejo;
panorámica de la formación de los minis- aquel que se refiere a la formación espiri-
tros sagrados a lo largo de la historia, pero tual dentro del seminario y de acuerdo con
enseguida focaliza su atención en los semi- un proyecto formativo unitario, de aque-
narios. Éstos han sido y siguen siendo los llos seminaristas cuya vocación sacerdotal
verdaderos protagonistas de este ámbito de se gestó en el seno de movimientos, aso-
la vida de la Iglesia. Se abordan –no podía ciaciones o grupos eclesiales de diversa ín-
ser de otro modo– cuestiones que, por así dole, caracterizados por una determinada
decirlo, son inmediatamente instituciona- espiritualidad. No han sido infrecuentes,
les, como los diversos tipos de seminarios y en este sentido, las incomprensiones y ten-
todo lo relativo a los órganos de dirección siones creadas a causa de una verdadera o
y formación de los seminarios mayores. presunta incompatibilidad entre el proyec-
Junto a ellas, el autor se adentra también en to unitario de formación espiritual del
otras cuestiones que van más allá del mar- seminario y la que puede derivar del movi-
co institucional y que tocan temas de enor- miento o grupo de proveniencia del semi-
me actualidad, no exentos, en ocasiones, de narista» (pp. 159-160). Aquí, el autor ofre-
problemas, como a continuación se verá. ce sus propios puntos de vista y los de otros
Particular atención se presta a la admi- autores en cuanto a la interpretación de las
sión en el seminario, poniéndola en inmedia- normas y en cuanto a la solución de esas
ta relación con el llamamiento a las órde- tensiones. Y, como de algún modo ya se
nes sagradas. En efecto, la entrada en un advierte en el trasfondo de esas mismas pa-
seminario viene a ser el primer paso en el labras, se muestra favorable a la libertad de
camino hacia el sacerdocio y de ahí la im- los seminaristas de elegir un consejero o
portancia de una cuidadosa selección de los moderador a quien abrir su alma con con-
alumnos. El autor recoge abundante mate- fianza, sin perjuicio, claro está, de que en
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todo seminario existan directores espiri- diarse caso por caso, dada la variedad y
tuales establemente designados. complejidad que presentan estos fenóme-
El instituto de la incardinación constituye nos eclesiales. Respecto al segundo punto,
el aspecto principal de la parte tercera del con el nombre de agregación el autor desig-
libro. El autor, apoyándose en las nociones na la figura contemplada en los cc. 271, 272
ya expuestas en la primera parte, pasa re- y 257 § 2, que hablan de transmigratio o de
vista a la evolución histórica de este insti- licentia transmigrandi. Se trata, pues, del ca-
tuto, para detenerse en un segundo mo- so del clérigo que, previo acuerdo suscrito
mento en el nuevo perfil que asume en el por los obispos interesados, se traslada de
Concilio Vaticano II. Con fundamento en la suya a otra iglesia particular, para ejercer
la visión conciliar, en la que se destaca la allí el ministerio, manteniendo el vínculo
dimensión universal de toda ordenación de incardinación en la primera. El autor
sacerdotal, muestra cómo la incardinación pasa revista al proceso de implantación de
recupera el papel que tenía en los orígenes esta figura y al régimen jurídico delineado
de la Iglesia: ser instrumento jurídico para por los cánones mencionados, con especial
concretar de modo ordenado el servicio referencia al caso de los territorios de mi-
sacerdotal a favor de una determinada por- sión. Presta también particular atención al
ción del pueblo de Dios. No debe, pues, acuerdo o convención que está en el origen
entenderse ya la incardinación como un del vínculo de agregación y a su naturaleza
simple nexo disciplinar de sujeción a un te- jurídica, así como a las diferentes modali-
rritorio. La proyección de este plantea- dades que la figura puede asumir.
miento en el plano jurídico-pastoral expli- La cuarta y última parte del libro guar-
ca la supresión de los llamados títulos de da correspondencia con los cc. 273-289
ordenación, la posibilidad de incardinación (obligaciones y derechos de los clérigos) y 290-
en estructuras pastorales de índole perso- 293 (pérdida del estado clerical), que configu-
nal y no sólo territorial, la mayor flexibili- ran el estatuto jurídico propio de los cléri-
dad en cuanto al régimen de la excardina- gos. Por lo general, el tratamiento de las
ción e incardinación por razones pastorales obligaciones y derechos tiende a ser su-
y una percepción más clara de los vínculos cinto y se centra sobre todo en su fun-
que unen al incardinado con el presbiterio damento y sentido. Cabe exceptuar el tra-
y la porción del pueblo de Dios a la que tamiento de la obligación de buscar la
sirve, además de los que, obviamente, le santidad –que a primera vista podría pare-
unen con su prelado. cer que posee menor relevancia canónica–,
Se completa esa parte tercera con un a la que el autor dedica considerable espa-
minucioso estudio de los elementos que in- cio, mostrando así la amplitud de horizon-
tegran la incardinación, entendida precisa- tes con la que está planteada esta obra.
mente como relación jurídica de servicio Igualmente es excepción lo referente al ce-
ministerial, y con dos temas actuales de no- libato sacerdotal, visto como don peculiar
table interés: la incardinación en asociacio- de Dios y, al mismo tiempo, como com-
nes clericales y movimientos eclesiales; y la promiso libremente asumido, que se debe
figura de la agregación. Respecto al primer custodiar y que se proyecta sobre diversos
punto, el autor no ve inconveniente para ámbitos del derecho canónico.
que la Santa Sede conceda a las asociacio- En el capítulo de los derechos, destaca
nes del c. 302 del CIC la posibilidad de in- el sugerente tratamiento que se hace de la
cardinar, como de hecho ya ha sucedido; en formación permanente, vista desde dos
cambio, considera que la cuestión de la in- perspectivas complementarias: como un
cardinación en los movimientos debe estu- deber de justicia, vinculado con el derecho
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que los fieles tienen a recibir de los minis- conado es todavía incipiente y la normativa
tros sagrados la palabra de Dios y los sa- del Código al respecto es muy escueta y, en
cramentos, y como un derecho de libertad, ocasiones, suscita algunas perplejidades
relacionado con los legítimos ámbitos de (piénsese, por ejemplo, en algunas de las
autonomía de que el clérigo goza respecto prohibiciones clericales que no afectan a los
a su propia formación, sobre todo espiri- diáconos permanentes, como la de partici-
tual. Con este último aspecto se entrelaza par activamente en la vida política).
la cuestión del derecho de asociación de los En conclusión, estamos, a mi juicio,
clérigos, al que también da el autor notable ante una obra de una gran calidad, que
importancia, ocupándose de su fundamen- cumple muy sobradamente cuanto se pide
to, naturaleza y límites. a un manual y que, en algunos puntos, po-
Al capítulo final sobre los modos en que see más bien cuerpo de sintético tratado,
puede perderse el estado clerical, precede por la profundidad con la que se afrontan
un extenso capítulo sobre el estatuto canóni- determinadas cuestiones. Obra que, por lo
co del diaconado permanente. No faltan en demás, se complementa muy bien con
otros lugares de la obra referencias a la pe- otros estudios de corte más exegético o con
culiar condición de estos clérigos, pero es los mismos comentarios a los correspon-
en esta parte final donde el autor hace un dientes cánones del Código. El autor, fiel a
tratamiento de conjunto del tema. Es sabi- su modo de entender el derecho canónico,
da la modesta implantación de esta figura ha escrito un libro en el que late el espíritu
en España, a diferencia de lo que sucede en de la libertad propia de los hijos de Dios,
otros países. Quizás por ello, sorprende aún unido, por qué no decirlo, a un gran amor
más la amplitud y profundidad con la que el al sacerdocio y a los sacerdotes, que se deja
autor lo afronta. Tema, por lo demás, deli- ver en multitud de detalles.
cado, considerando que la teología del dia- Juan GONZÁLEZ AYESTA