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Expte. n° 89.998/2.

002 - “Schmitt, Cristian Fernando y Otro c/ Cony Carlos Augusto y


Otros s/daños y perjuicios (Acc. trans. c/les. o muerte)” – CNCIV – SALA L - 28/09/2012

En Buenos Aires, a los 28 días del mes de septiembre del año dos mil doce, encontrándose
reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Sala “L” de la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Civil a fin de pronunciarse en el expediente caratulado “Schmitt, Cristian Fernando y Otro c/
Cony Carlos Augusto y Otro s/daños y perjuicios” de acuerdo al orden del sorteo, la Dra. Pérez
Pardo dijo:
I.- Contra la sentencia de fs. 722/735, recurre la citada en garantía por los agravios que expone a
fs. 789/794 -contestados a fs. 810/811-, el demandado por los suyos de fs. 796/800 -contestados a
fs. 811 vta/812- y los actores por los de fs. 802/803 -contestados a fs. 805 y fs. 807/808-.

II.- En la instancia de grado se hizo lugar parcialmente a la demanda determinando un 80% de


responsabilidad a cargo de Carlos Augusto Cony Fernández Madero y el restante 20% a cargo
del coactor Cristian Fernando Schmitt, en relación al hecho ocurrido el 11 de abril de 2002,
aproximadamente a las 10:00 hs. cuando los accionantes circulaban a bordo de una motocicleta
marca Yamaha, dominio 761 APL por la calle Juncal de esta Ciudad y a la altura del n° 2471, el
demandado - que circulaba a bordo del rodado Volkswagen Passat, dominio DXS 787 - habría
girado hacia la izquierda para ingresar a un garaje, colisionando a los accionantes.

La citada en garantía cuestiona la responsabilidad atribuida, la valoración de la prueba


testimonial y pericial, la cuantificación de la incapacidad física y psíquica y el daño moral de
ambos actores y la falta de consideración de la impugnación que se efectuara al dictamen
psicológico.

Por su lado el demandado cuestiona que no se considerara que el actor consumía drogas y
alcohol;; que ninguno tenía casco al momento del hecho, que la motocicleta tenía dominio falso,
que su conductor no () tenía registro para conducir moto, que la cédula de identificación del
vehículo era falsa y estaba vencida y que no tenía seguro obligatorio. Además se queja por la
valoración de los testimonios, por la falta de tratamiento de las excepciones de falta de
legitimación para obrar del actor y la defensa de falta de acción opuesta por la citada en garantía
y por la imposición de costas.

Por último, la parte actora sólo cuestiona la atribución de responsabilidad y la valoración de los
testimonios.

III.- No se encuentra discutida la ocurrencia del hecho, ni la participación de las partes en el


mismo, por lo que corresponderá analizar las quejas referidas a la imputación de responsabilidad,
aclarando que los jueces no están obligados a analizar todas y cada una de las argumentaciones
de las partes, ni tampoco cada medida de prueba; sino solamente aquellas que sean conducentes
y posean relevancia para decidir el caso, según la forma en que ha quedado trabada la relación
procesal (Fallos: 144:611; 258:304, 262:222, 265:301, 272:225, 274:113, 276:132, 280:3201,
303:2088, 304:819, 305:537, 307:1121, entre otros)).
En este sentido, tratándose el caso “sub examine” de un supuesto de responsabilidad objetiva, en
los términos del art. 1113, párrafo 2do., segunda parte, del Cód Civil, al damnificado le basta con
acreditar el perjuicio sufrido y la intervención de la cosa que lo produjera o el contacto con ella;
debiendo la parte contraria probar la culpa de la víctima o la de un tercero por quién no deba
responder, para fracturar el nexo causal y revestir, a los fines indicados, las características de
imprevisibilidad e inevitabilidad propias del caso fortuito o la fuerza mayor (CSJN, ED 126-548,
fallo 40.602; ED 122-234, fallo 39.331; entre otros).

Atento a las quejas planteadas sobre la valoración de los testimonios de los Sres. Mosso y
Biglia, corresponderá en primer término tratar estos agravios.
Con motivo del hecho se labró al causa penal n°39.624 que tramitó por ante el Juzgado Nacional
en lo Correccional n° 1, Sec. n° 52, que en original y al presente tengo a la vista. A fs. 133/134
declaró el testigo Mosso y refirió que al momento del hecho se encontraba como acompañante en
el rodado conducido por el demandado, que era el primer día que lo veía, que es su letrado
patrocinante en una causa por el corralito financiero y que en dicho momento se dirigían al
estacionamiento en donde ocurrió el hecho. Dijo que “Cony giró hacia la derecha para tomar por
Juncal, con la luz de giro del lado derecho colocada; como la playa de estacionamiento sobre
Juncal se ubicaba a casi cincuenta metros de la intersección, cambió la luz de giro hacia la
izquierda dado que la playa de estacionamiento se ubica sobre la izquierda … arrimándose hacia
la misma, girando y encontrándose las tres cuarta partes del auto sobre la vereda, el auto
encendido y detenido a la espera de poder ingresar a la playa de estacionamiento con las luces de
posición puestas, de repente, de golpe, sintió como una explosión … fue un impacto
tremendo…”. También refirió que los tripulantes no usaban casco, que el conductor lo tenía en la
mano y que sintió mucho aliento a alcohol en el Sr. Schmitt (ver fs. 133/134 de la causa penal).

Por otro lado, a fs. 8 y fs. 137 de esa causa declaró el Sr. Biglia que caminaba por Juncal hacia
Ecuador al momento del hecho, que observó al automóvil que dobló sin luz de giro a la
izquierda, por lo cual “…la moto conducida por una persona de sexo masculino y otra del
femenino, con el casco colocado, no así la persona del sexo femenino, la que transitaba sobre el
lateral izquierdo, siendo embestida en tal maniobra por el vehículo…”. Ampliando a fs. 137
dicho testigo dijo que la moto circulaba a unos cuarenta o treinta y cinco kilómetros por hora,
que el auto se encontraba a unos diez metros de la moto, que la moto trató de frenar, que el
conductor del auto se encontraba con otra persona y que el giro el automóvil lo hizo “en forma
lenta, sin luz de giro”.

No obstante la insistencia de cada apelante, lo cierto es que estos testimonios son contradictorios
entre sí en cuanto a la mecánica de producción del hecho. Mientras que Biglia afirmó que el giro
había sido intempestivo y sin anuncio lumínico previo, Mosso afirmó que el demandado había
avisado de su maniobra previamente y estaba ya detenido al momento del impacto.

La prueba testimonial debe apreciarse según las reglas de la sana crítica, y las circunstancias y
motivos que corroboren o disminuyan la fuerza de las declaraciones de los testigos. Por lo
demás, el hecho de que un testigo no hubiera declarado el mismo día del hecho no resta
credibilidad a sus dichos, cuando su relato parece coherente e incluso en el caso, otro testigo
(Biglia) afirmó haber visto que el demandado estaba acompañado por otra persona.

Sentado ello, en nada ayuda el dictamen pericial de fs. 437/438, que, luego de detallar los daños
en los vehículos, sólo refirió que la velocidad del automóvil al momento del hecho era entre 4 u
8 km/h y la de la moto entre 35 y 40 km/h. Impugnado el dictamen por las partes a fs. 443/445,
447, 448 y 466, el perito fue removido, designándose uno nuevo. En el segundo informe pericial
de fs. 561/575 se calculó una velocidad de circulación de la motocicleta de 52,90 km/h y del
automóvil de 15,07 km/h. Y si bien fue impugnado a fs. 582, 584/585 y 587/591, el perito
ratificó su dictamen solamente e incluso agregó que, de acuerdo a la mecánica del hecho, el
automotor no estaba detenido sino concluyendo el giro para ingresar al garage y su conductor no
habría visto que se aproximaba una motocicleta por su costado izquierdo al efectuar el giro. Estas
circunstancias abonan más los testimonios del Sr. Biglia.

Respecto a los agravios referidos a las irregularidades sobre el registro de conducir del actor, el
dominio de la motocicleta, la cédula de identificación del vehículo y a la falta de seguro
obligatorio; si bien estas conductas son por demás reprochables, en el caso entiendo que no
tienen injerencia causal decisiva en el accidente, en tanto no afectan la idoneidad del conductor
de la motocicleta para conducir, de la misma manera que se advierte en el conductor demandado,
quien también circulaba con su registro de conducir vencido al momento del hecho (ver fs. 11 de
la causa penal)

En cuanto al uso del casco reglamentario, y no obstante la disparidad entre el relato de los
testigos al respecto, lo cierto es que este argumento tampoco resulta suficiente para atenuar la
responsabilidad en el hecho, aunque sí es una circunstancia que debe evaluarse al considerar los
daños reclamados por los actores, ya que el no uso del casco incrementa los daños pero no altera
la responsabilidad en el hecho dañoso.

En otro orden de cosas, no se encuentra acreditado debidamente que el conductor de la moto se


encontrara bajo los efectos de alguna sustancia al producirse el impacto, sin que resulte
suficiente a tal fin los dichos del testigo Mosso.

Ponderando las constancias mencionadas entiendo que en el caso se acreditó la responsabilidad


compartida entre ambas conductores quienes incurrieron en negligencia en la conducción de sus
móviles; el del auto, al no observar debidamente el tránsito para efectuar y concluir el giro y la
moto por la alta velocidad que llevaban habiendo visualizado oportunamente al auto que
circulaba despacio. Un correcto y prudente actuar de cualquiera de los dos hubiera evitado la
producción del siniestro.
En efecto, el demandado al girar hacia la izquierda se constituyó en un obstáculo frente a los
restantes conductores que lo seguían; pero dicha maniobra debió efectuarla asegurándose que no
se acercaba ningún rodado por la izquierda. Por el otro, el conductor de la motocicleta, que ya
había visualizado al rodado 10 metros antes desplazándose lentamente, debió prever maniobras
de reducción de velocidad, detención y/o de pase de carril a fin de evitar la colisión.
En este sentido, contrariamente a lo sostenido en la instancia de grado, no encuentro argumento
para imputar mayor responsabilidad a alguno de los conductores. Por ello propongo la
modificación de lo resuelto en el fallo recurrido, haciendo lugar a la demanda pero atribuyendo
un 50 % de responsabilidad al demandado y el restante 50% al coactor Schmitt.
IV.- Seguidamente corresponderá analizar las quejas planteadas por la citada en garantía respecto
de la cuantificación de la incapacidad física y psíquica, el daño moral de ambos actores, así como
la falta de consideración de la impugnación al dictamen psicológico.
En primer lugar, debo señalar que, contrariamente a lo sostenido por la quejosa, entiendo que los
montos fijados en cada rubro por separados en el fallo recurrido, son representativos del 100% de
responsabilidad y totalizaron la suma de pesos ciento ocho mil quinientos ($108.500); suma a la
cual recién en el punto XVI de la sentencia se le aplica el porcentual de responsabilidad fijado,
arribando así a la cantidad de pesos ochenta y seis mil ochocientos ($86.800) a cargo del
demandado. Por ello, con esta aclaración corresponderá rechazar las quejas vertidas en este
sentido y analizar las restantes efectuadas sobre los rubros.
a.- En la instancia anterior se reconoció por incapacidad física del Sr. Schmitt la cantidad de
pesos cuarenta mil ($40.000) y por la psicológica la cantidad de pesos treinta mil ($30.000).
Respecto de la Sra. Damonte se fijó la cantidad de pesos diez mil ($10.000) por incapacidad
física y se rechazó la psicológica.
Si bien las críticas se centran en cuanto a la cuantificación de esta partida y a la valoración del
dictamen pericial, no resulta ocioso señalar que en mi criterio, la incapacidad sobreviviente se
configura cuando se verifica una disminución en las aptitudes tanto físicas como psíquicas de la
víctima. Esta disminución repercute en la víctima tanto en lo orgánico como en lo funcional,
menoscabando la posibilidad de desarrollo pleno de su vida en todos los aspectos de la misma, y
observándose en el conjunto de actividades de las que se ve privada de ejercer con debida
amplitud y libertad. Estas circunstancias se proyectan sobre su personalidad integral, afectan su
patrimonio y constituyen inescindiblemente los presupuestos para determinar la cuantificación
del resarcimiento, con sustento jurídico en disposiciones como las contenidas en los arts. 1068 y
1109 del Código Civil. Por tanto, es claro que las secuelas, tanto físicas como psíquicas, quedan
comprendidos en la indemnización por dicha incapacidad. Ello se debe a que la capacidad de la
víctima es una sola, por lo que su tratamiento debe efectuarse en igual sentido.
Por su parte, el daño psíquico importa un detrimento a la integridad personal, por lo que para que
éste sea indemnizado independientemente del moral, debe configurarse como consecuencia del
siniestro objeto de autos, por causas que no sean preexistentes al mismo y en forma permanente.
Se da en una persona que presente luego de producido el hecho, una disfunción, un disturbio de
carácter psíquico permanente. En conclusión, se acredita una modificación definitiva en la
personalidad de la víctima, una patología psíquica que se origina en el hecho o que importa un
efectivo daño a la integridad personal y no sólo una sintomatología que aparece como una
modificación disvaliosa del espíritu, de los sentimientos y que lo haría encuadrable tan sólo en el
concepto de daño moral. Por tanto, solamente será resarcible el daño psíquico en forma
independiente del daño moral, cuando sea consecuencia del accidente, sea coherente con éste y
se configure en forma permanente.
Del dictamen pericial de fs. 406/412 surge que el actor padeció como consecuencia del hecho,
una fractura de la diáfisis de la clavícula derecha con desplazamiento, cerrada, ubicada a nivel
del tercio medio de la clavícula, todo lo cual le ocasionó una incapacidad del orden del 15%.
Respecto de la coactora se diagnosticó una fractura epifisaria del 5° metatarsiano con dolor y
limitación residual que dejaron secuelas incapacitantes, estimadas en un 5%.
En cuanto a las secuelas psicológicas, el dictamen de fs. 219/226, mereció las impugnaciones de
fs. 304/308. Designada una nueva perito, dictaminó a fs. 679/686 que el Sr. Schmitt padece como
consecuencia del hecho, un síndrome depresivo reactivo de grado moderado que determina un
10% de incapacidad laborativa. Respecto de la actora, no se acreditó secuela que guarde relación
causal con el accidente.
Los actores cuestionaron el informe a fs. 688, la citada en garantía lo impugnó a fs. 691/694 y lo
mismo hizo el demandado a fs. 696 y fs. 710/711. Sin embargo, a fs. 698, 705/707, 713, 714/716,
la perito contestó estas impugnaciones, ratificando sus conclusiones suficientemente.
En este sentido, atento a las quejas de la recurrente debo señalar que la impugnación de la misma
debe tener tal fuerza y fundamento que evidencie la falta de competencia, idoneidad o principios
científicos en que se fundó el dictamen. El juez sólo puede apartarse del asesoramiento pericial
cuando contenga deficiencias significativas, sea por errores en la apreciación de circunstancias
de hecho o por fallas lógicas del desarrollo de los razonamientos empleados, que conduzcan a
descartar la idoneidad probatoria de la peritación, circunstancias que no se presentan en el caso.
Así la fuerza probatoria del peritaje debe ser valorada por el juez sobre la base de la competencia
del experto y las reglas de la sana crítica, ello conforme lo normado por el art. 477 del Cód.
Procesal.
En lo atinente a la cuantificación, corresponde recordar que la indemnización no se determina
con cálculos, porcentajes o pautas rígidas. Para supuestos como el de autos, entiendo que la
determinación del monto indemnizatorio, queda librado al prudente arbitrio judicial, debido a
que se trata de situaciones en que varían diferentes elementos a considerar, tales como las
características de las lesiones padecidas, la aptitud para trabajos futuros, la edad, condición
social, situación económica y social del grupo familiar, etc., siendo variables los parámetros que
harán arribar al juzgador a establecer la reparación. En consecuencia, encontrándose acreditadas
las secuelas señaladas, teniendo en cuenta los dictámenes mencionados y las contestaciones a las
impugnaciones, el hecho que al momento del siniestro el Sr. Schmitt tenía aproximadamente 29
años, era soltero, vendedor inmobiliario a comisión por lo que percibía aproximadamente la
cantidad de pesos un mil quinientos ($1.500) por mes; y la Sra. Damonte contaba con 28 años
era casada; en uso de las facultades conferidas por el art. 165 del Cód. Procesal, entiendo que las
sumas fijadas no resultan elevadas, por lo que propondré su confirmación, como correspondiente
al 100% de responsabilidad.
b.- Mientras que al Sr. Schmitt se le reconoció la cantidad de pesos veinte mil ($20.000) por daño
moral, a la Sra. Damonte se le fijó la suma de pesos cuatro mil ochocientos ($4.800) por este
ítem.
Se conceptualiza a este daño como el menoscabo o lesión a intereses no patrimoniales
provocados por el evento dañoso. El daño moral comprende los padecimientos y angustias que
lesionan las afecciones legítimas de la víctima. Es un daño no patrimonial, es decir, todo
perjuicio que no puede comprenderse como daño patrimonial por tener por objeto un interés
puramente no patrimonial. También se lo ha definido como una modificación disvaliosa del
espíritu en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir, que se traduce en un
modo de estar la persona diferente al que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de éste
y
anímicamente perjudicial. Se trata de todo menoscabo a los atributos o presupuestos de la
personalidad jurídica, con independencia de su repercusión en la esfera económica.
La determinación del monto indemnizatorio se encuentra librada al prudente arbitrio judicial, con
amplias facultades para computar las particularidades de cada caso. En virtud de las
consideraciones precedentes y teniendo en cuenta las circunstancias personales de las víctimas, y
las lesiones padecidas y acreditadas en autos, habiéndose apelado sólo por altos, en uso de las
facultades que confiere el art. 165 del Cód. Procesal, entiendo que corresponde confirmar los
montos de la sentencia apelada a este respecto, como representativo del 100% de
responsabilidad.
V.- El demandado cuestionó la falta de tratamiento de las excepciones de falta de legitimación
para obrar del actor y la defensa de falta de acción opuesta por la citada en garantía. Argumenta
que el anterior sentenciante trató el reclamo y su rechazo sin expedirse respecto de la excepción
de falta de legitimación para obrar opuesta por la demandada.
Además refiere que, con relación a la defensa de falta de acción planteada por la citada en
garantía, la rechazó sin expedirse sobre las costas.
En cuanto al primer planteo, la excepción de falta de legitimación para obrar del actor respecto
de los daños que dijo haber sufrido su motocicleta, fue correctamente tratada a fs, 734 vta., punto
X, admitiéndola y rechazándose en consecuencia el daño emergente reclamado, por lo que nada
corresponde decir al respecto.
En cuanto a las quejas que intenta introducir en relación al rechazo de la excepción opuesta por
la citada en garantía, resuelta a fs. 726 punto III que impone hacer extensiva la sentencia en la
medida del seguro a la compañía aseguradora, cabe señalar que, para que el tribunal de alzada se
encuentre en condiciones para revisar el pronunciamiento de la instancia anterior, de acuerdo con
lo establecido por el art. 265 del Código Procesal pesa sobre el interesado la carga no sólo de
señalar qué parte del fallo es la que estima equivocada sino también la de presentar una crítica
concreta y razonada contra la decisión que ataca. De lo contrario, conforme lo establece el art.
266 del citado cuerpo normativo, corresponderá declarar la deserción del recurso con los efectos
allí fijados.
En el caso de autos, las manifestaciones del recurrente lejos están de constituir una exposición
jurídica que contenga un análisis serio, razonado y crítico de la sentencia apelada. Por ello,
corresponde declarar desierto este aspecto del agravio (conf. art. 266 del Cód. Procesal).
No obstante ello, respecto de las costas de esta incidencia, entiendo que, resultando vencida la
citada en garantía, propongo que a ella se le impongan las costas (art. 68 Cód. Procesal).
VI.- Por último, cuestiona la demandada la imposición de costas del juicio.
Las costas son las erogaciones impuestas a quienes intervienen en un proceso para la iniciación,
prosecución y terminación de éste. Respecto a su imposición, el Código Procesal ha adoptado en
su art. 68 la teoría del hecho objetivo de la derrota.
Sin embargo, toda vez que la solución que propicio importa la modificación de lo resuelto
respecto de la responsabilidad en el caso, propongo que las costas de ambas instancias sean
soportadas en un 50% por la demandada y su aseguradora, y el restante 50% por la parte actora,
atento a la forma en que se resuelve la responsabilidad en el caso (art. 68, 71 y 279 del Cód.
Procesal).
VII.- En suma, propongo al acuerdo modificar parcialmente la sentencia recurrida atribuyendo al
demandado y a su citada en garantía un 50% de responsabilidad y el restante 50% al actor
Schmitt. En consecuencia, se reduce el monto de la condena a la suma de pesos cincuenta y
cuatro mil doscientos cincuenta ($54.250). Costas de ambas instancias en un 50% al demandado
y su citada en garantía y el restante 50% a la parte actora (art. 68, 71 y 279 del Cód. Procesal);
con excepción de las correspondientes al punto V del presente pronunciamiento que se imponen
a la citada en garantía y confirmándola en todo lo demás que fue materia de agravio.
Por razones análogas a las expuestas por la Dra. Pérez Pardo, los Dres. Galmarini y Liberman
votan en el mismo sentido.
Con lo que terminó el acto
Fdo.: Marcela Pérez Pardo - José Luis Galmarini - Víctor Fernando Liberman.
Es copia fiel del original que obra en el Libro de Acuerdos de esta Sala.

Jorge A. Cebeiro
Secretario de Cámara

///nos Aires, de septiembre de 2012.

Y VISTOS: lo deliberado y conclusiones establecidas en el Acuerdo precedentemente transcripto


el tribunal decide: modificar parcialmente la sentencia recurrida atribuyendo al demandado y a
su citada en garantía un 50% de responsabilidad y el restante 50% al actor Schmitt.
En consecuencia, se reduce el monto de la condena a la suma de pesos cincuenta y cuatro mil
doscientos cincuenta ($54.250).
Costas de ambas instancias en un 50% al demandado y su citada en garantía y el restante 50% a
la parte actora;; con excepción de las correspondientes al punto V del voto de la Dra. Pérez Pardo
que se imponen a la citada en garantía y confirmándola en todo lo demás que fue materia de
agravio.
Difiérese conocer de los recursos deducidos por honorarios y los correspondientes a la alzada
para cuando exista liquidación aprobada en los términos de la ley 24.432.

Regístrese, notifíquese y devuélvase.

Fdo.: Marcela Perez Pardo - Jose Luis Galmarini - Victor Fernando Liberman (P.A.S.)

Citar: elDial AA7A88


Publicado el: 07/11/2012
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