Está en la página 1de 22

Román Setton (comp.

Fuera de la ley
20 cuentos policiales argentinos
(1910-1940)

Edición, introducción y notas de Román Setton

Adriana Hidalgo editora


Fuera de la ley : 20 cuentos policiales argentinos 1910-1940.
Roberto Arlt… [et al.]; compilado por Román Setton -1a ed.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2015
368 p.; 19x13 cm. - (la lengua / rescates)
ISBN 978-987-3793-19-6
1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos Policiales. I. Título. II. Román Setton, comp.
CDD A863 Fuera de la ley
20 cuentos policiales argentinos
la lengua / rescates
(1910-1940)
Editor: Fabián Lebenglik
Diseño: Gabriela Di Giuseppe

1a edición en Argentina
1a edición en España

© de la selección, introducción y notas: Román Setton, 2015


© Anderson Imbert, Enrique, Obras Completas, Buenos Aires, Corregidor, 1999
© derechohabientes de Conrado Nalé Roxlo
La editorial agotó las posibilidades de búsqueda
de los derechohabientes de los textos no consignados más arriba.
© Adriana Hidalgo editora S.A., 2015
www.adrianahidalgo.com

Maqueta de tapa: Eduardo Stupía


Foto de tapa: Horacio Coppola

ISBN Argentina: ISBN 978-987-3793-19-6


ISBN España: 978-84-15851-57-8

Impreso en Argentina
Printed in Argentina
Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723

Prohibida la reproducción parcial o total sin permiso escrito


de la editorial. Todos los derechos reservados.

Esta edición se terminó de imprimir en ...


en el mes de .... de 2015
Román Setton

La literatura policial argentina entre


1910 y 1940

Quizá el hecho más signiicativo para encuadrar


las narraciones policiales argentinas entre 1910 y 1940
sea la multiplicación inaudita de las publicaciones,
los lectores y los ritmos de lectura. Los periódicos y
revistas culturales, semanales o quincenales, aumen-
taron en esos años de manera inusitada sus tiradas,
y se multiplicó asimismo el número y la variedad de
publicaciones. Surgió entonces una cantidad formidable
de colecciones de novelas y obras de teatro de tiraje
masivo. Entre estas encontramos La novela semanal,
La novela universitaria, La novela humana, La novela
porteña, Suplemento, La novela nacional, Argentores,
Bambalinas, solamente por nombrar unas cuantas. La
literatura de estas colecciones convive en aquella época
con la que aparece en los diarios La Razón, La Prensa,
El Mundo, Crítica, La Nación, Noticias Gráicas, así
como con la que se publicaba desde fines del siglo
XIX en las revistas misceláneas y culturales (Caras y

7
Caretas, PBT, Nosotros, Sherlock Holmes, Gran Guiñol, de nuevas linotipos dio origen a la publicación de la
El Hogar, Revista Multicolor de los Sábados). Esto dio Biblioteca de La Nación, colección que publicaba cuatro
origen por primera vez a una literatura verdaderamente títulos por mes, que se vendían en ediciones de 50
masiva y popular, que convivió, por otra parte, con revis- centavos –tapa blanda– y 1 peso –tapa dura–.1 Ya este
tas y movimientos vanguardistas. Entre las posturas de emprendimiento signiicó claramente una democrati-
ciertas vanguardias –que proclamaron el antimimetismo zación de los bienes culturales, pues brindó la posibi-
y la primacía de la metáfora; cultivaron el preciosismo y lidad concreta para que las capas medias participaran
una postura aristocrática frente a la realidad circun- intensamente del mercado literario. Hacia 1913, el
dante; anunciaron, una vez más, la autonomía del arte total del tiraje de diarios por día ya era de aproxima-
y recusaron la realidad cotidiana– y esta literatura damente 520.000 ejemplares.2 En 1917, la primera
popular y masiva, que buscó el entretenimiento e inter- entrega de La novela semanal agota su tirada de 60.000
pelar al habitante de las grandes ciudades con historias ejemplares –y hay que considerar que convivían en
cercanas –temática, temporal o espacialmente– a su ese entonces varias colecciones similares y muchos
realidad no podía darse una coexistencia pacífica. fueron los números que se agotaron rápidamente y
Muchos fueron los que censuraron y persiguieron que tuvieron varias reediciones–. Un año después del
entonces a las publicaciones masivas, especialmente el lanzamiento, la colección puede jactarse de contar con
consumo de las novelas de las colecciones semanales, 200.000 lectores y el número crece y crece hasta dupli-
que consideraban una esfera particular dentro del con- carse.3 A esta altura, la mayor parte de las colecciones
sumo de estupefacientes. se ofrecen a solamente 10 centavos, con la excepción
Desde el cambio de siglo y en pocos años, las de La novela gratis, que apuesta a vivir solamente
campañas de alfabetización, las oleadas migratorias,
la creciente urbanización colaboraron a generar las
condiciones para que los diarios, revistas y libros ex- 1
José Luis De Diego, “Editores, libros y folletos”, en Noé Jitrik (dir.), Historia
crítica de la literatura argentina, vol. 7, Rupturas, dir.: Celina Manzoni, Buenos
pandieran su alcance desde el círculo restringido de Aires, Emecé, 2009, pp. 265-283; aquí, pp. 265-266.
una élite ilustrada hasta una capa mucho más amplia 2
Sylvia Saítta, Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920, Buenos
Aires, Sudamericana, 1998, p. 33.
de lectores, quienes, a su vez, inluyeron de manera sig- 3
Margarita Pierini, “Los orígenes de La novela semanal”, en Margarita Pierini
niicativa, con sus elecciones, en las políticas editoriales (coord.), La novela semanal (Buenos Aires, 1917-1927). Un proyecto editorial
de la época. Ya en 1901 la adquisición de La Nación para la ciudad moderna, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientí-
icas, 2004, pp. 59-72.

8 9
de los anuncios. Las revistas literarias de vanguardia género policial. Dentro de este nuevo espíritu de época,
también se multiplicaron alcanzando en sus tiradas nú- también los periódicos comienzan a ganar mayor inde-
meros realmente sorprendentes. Prisma, Proa, Inicial, pendencia respecto de las luchas políticas. Hasta ines del
Valoraciones, Los Pensadores, Martín Fierro, Claridad, siglo XIX, el sistema político todavía regulaba la aparición
La revista de América, Campana de palo son algunas de nuevos diarios.5 Y estos estuvieron determinados de
de las revistas más importantes de la época y llegan a manera fundamental, hasta el in de la Primera Guerra
los 10.000 ejemplares y hasta los 20.000 en algunos Mundial aproximadamente, por su lugar dentro del
números afortunados.4 campo de las luchas políticas contemporáneas, tal como
Este crecimiento del mercado hace posible la forma- sucedía de manera paradigmática con La Nación, e
ción de escritores de extracción social media y popular: incluso con Crítica en sus comienzos. Ahora surge, en
Roberto Arlt, Enrique y Raúl González Tuñón, Carlos cambio, un periodismo que se pretende apartidario
de la Púa, entre otros. En el año 1912, la aprobación de en términos políticos y busca concitar la atención del
la denominada ley Sáenz Peña puso en vigor el sufragio gran público. En 1913, cuando se funda Crítica, la
universal (masculino) y supuso un cambio irreversible publicación se proclama como un diario “impersonal e
en el ámbito político y cultural. Hacia mediados de la independiente”,6 pero luego apuesta durante siete años
década de 1910, cambia también de manera radical a “convertirse en un diario de opinión política”. 7 Y
la igura del escritor: el escritor periodista, en muchos es recién el 7 de diciembre de 1921 –luego de haber
casos de extracción social media o baja, toma la centra- llamado en 1920 a votar por el Partido Demócrata
lidad en la escena literaria, ocupada hasta ese entonces Progresista y de una intensa campaña de descaliicación
por los intelectuales de la Generación del 80 y los escri- del Radicalismo– que se posiciona como un diario en
tores novecentistas, que fueron parte de la formación verdad independiente de las luchas partidarias. Este
del Estado argentino moderno y, a la vez, colaboraron giro trae consigo la voluntad de llegar a una cantidad
con la construcción de una literatura afín al proyecto cada vez más numerosa de lectores, en un momento
estatal. De este modo, se produce una distensión de los en que los lectores potenciales se habían multiplicado
vínculos entre política y literatura, que tendrá también enormemente a partir de la incorporación de los sectores
su correlato –muy complejo por cierto– dentro del
5
Sylvia Saítta, op. cit., p. 28.
4
Adolfo Prieto, “Boedo y Florida”, en Estudios de literatura argentina, Buenos 6
Ibid., p. 39.
Aires, Galerna, 1969, pp. 29-55. 7
Ibid., p. 49.

10 11
medios y populares, hecho que dio in a la primacía de El nuevo periodismo se aleja entonces de la mili-
los “diarios de los señores”.8 tancia política y los cargos en el Estado, y se orienta
La incorporación de nueva maquinaria, que per- más claramente al entretenimiento. En este contexto,
mitió el aumento significativo de las tiradas de los crónica policial y sensacionalismo funcionan –junto
periódicos, fue acompañada por modelos periodísti- con el humorismo– como dos de los ingredientes más
co-narrativos que buscaron interpelar a un público importantes para lograr atraer masivamente la atención
cada vez mayor. En La inolvidable bohemia porteña, de los lectores. Saldías, un temprano escritor de literatura
José Antonio Saldías ha dejado testimonio de este policial y, a su vez, uno de los periodistas-escritores que
cambio que se produce en la actividad periodística participó de la fundación de Crítica, ha testimoniado
al comparar sus inicios en la profesión con la activi- sus inicios en La Razón y los vínculos de estos con
dad periodística de su padre, el historiador Antonio las prácticas literarias, subrayando la importancia del
Saldías, perteneciente a la Generación del 80. modelo literario de la narración policial. El texto auto-
biográico de Saldías comienza por la narración de su
Mi padre, mal que le pesara, había sido periodista, actividad periodística, que es presentada como prope-
y no por cierto de los que sólo se sientan a escribir déutica de la tarea literaria. De allí que las primeras
un suelto, sino de aquellos que lo sostenían con las páginas estén destinadas a narrar su transformación en
armas en la mano, en una época de hombría y de periodista –desde que es echado de la casa por su padre
rivalidades políticas. y se inicia, sin éxito al comienzo, en el periodismo– y
Yo fundé en la Escuela Naval Militar el primer perió- las últimas a narrar los logros y reconocimientos de sus
dico y le puse por título La Semana Chichona. Como obras dramáticas y la felicidad del escritor consagrado
se colegirá fácilmente, campeaba en el abigarrado que recibe y agasaja a los amigos en su casa. En este
estilo de aquel semanario el tono chacotón e intras- trayecto, podemos ver con claridad de qué modo se van
cendente y se buscaba, con sus crónicas y gacetillas, articulando los vínculos entre literatura y periodismo.
provocar la risa o la sonrisa del lector.9 En su primer éxito en la prensa es la literatura la que lo-
gra la victoria. Saldías relata esta escena de iniciación a
8
Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos
partir de un consejo que recibe durante un viaje en tren
Aires, Nueva Visión, 1988, p. 20. que realiza con –el Negro– Ángel Méndez. El consejo
9
José Antonio Saldías, La inolvidable bohemia porteña. Radiografía ciudadana busca evitar que Saldías sea despedido de La Razón:
del primer cuarto de siglo, Buenos Aires, Freeland, 1968, pp. 20-21.

12 13
Escuchame bien. El periodista escribe para interés Entre los muchos elementos que el texto de Saldías
del público: Has leído diarios y novelas. Me has retoma de la novela de formación, la iniciación laboral es
contado lo de tu periódico imitando el tono festivo quizá el de más peso para su futuro desarrollo personal.
de los semanarios consagrados. Bueno. Ahí está la Ya que este comienzo determina la totalidad posterior
cosa. Si de policía: Sherlock Holmes; si de Casa de de los años narrados –hasta 1925–: su larga labor como
Gobierno, recordá el cliché de esa información. Si periodista en La Razón, Crítica, etc., el círculo de sus
fallecimiento, “el amplio círculo de sus relaciones”, amigos, sus inicios como escritor y hombre de teatro.
“causó honda consternación”, etc. ¿Me entendés? El modelo literario de la narración policial le permite
[...] una mañana a las doce [...] llegué en el instante al Toba Saldías pasar de un fracaso signado por la inuti-
justo en que la agencia de La Plata pasaba telefóni- lidad –a punto de ser despedido del diario– al éxito y
camente una información importante. [...] En Río el ingreso en el mundo del periodismo y la bohemia
Negro, un hombre, que era capataz de una estancia, porteña. El libro de Saldías identiica casi plenamente
había enloquecido y había empezado a las puñaladas prensa gráica y bohemia en el primer cuarto del siglo
eliminando a toda la familia. XX, una idea prácticamente impensable en relación
En mi interior se entablaba de inmediato una lucha. con el periodismo del siglo XIX. El éxito del periodista
El telegrama era escueto. Mencionaba lisa y llanamente bohemio viene acompañado, en la narración, por la
los nombres de las víctimas de ese bárbaro atentado y consolidación del trabajo y por el aumento del ingreso
especiicaba la edad de cada víctima con la cantidad económico: con la frase “cien pesos de sueldo para este
de puñaladas que había recibido. chico Saldías”, Emilio B. Morales, el fundador y dueño
Ante mí se alzó la igura monitora del Negro Ángel del diario, decreta la incorporación deinitiva del narrador
Méndez, diciendo cuanto debía hacer en nombre al mundo del trabajo.11 Tanto por este texto como por
del periodismo. otros de carácter similar podemos corroborar que el
Parecía resonar en mi oído su consejo: “Si policial, periodismo formaba parte de una experiencia singular
Sherlock Holmes...”. de época, que en gran medida coniguraba la visión del
[...] Cuando terminé de inlar el telegrama [...] había mundo de aquel que lo practicaba. Esta experiencia se
escrito dieciséis carillas.10 ampliaba de este modo muy por fuera del ámbito de

10
Ibid., pp. 31-34. 11
Ibid., p. 37.

14 15
trabajo, determinaba las amistades, las elecciones del (Ravencrof, Gazzano, Vaccaro, Veritas, etc.), los proce-
tiempo de ocio, los posicionamientos dentro del campo dimientos gráficos (el fotograbado, la linotipo), las
cultural y literario, etc. Vivencias similares a las de Saldías radiocomunicaciones, etc., que la igura trasnochada
–en que ingresos económicos relativamente cuantiosos del periodista romántico que emborrona cuartillas a la
permiten el desarrollo de la actividad periodística y li- luz de un mechero vacilante”.13 Dentro de este nuevo
teraria– se repiten en otras narraciones autobiográicas periodismo se inscriben las producciones de los más
sobre la época. En Conversaciones con Raúl González destacados escritores de la época: Jorge Luis Borges,
Tuñón, el autor de El violín del diablo narra de este modo Horacio Quiroga, Vicente Juan Guillot, Nicolás Olivari,
la publicación de su primer poema: “En Caras y Caretas Roberto Arlt, Raúl y Enrique González Tuñón, Enrique
[me publicaron mi primer poema], era un poema a Frank Anderson Imbert, Conrado Nalé Roxlo, y otros.14
Brown. Me pagaron 15 pesos. Yo no quería creer que me Los nuevos diarios así como las nuevas publicaciones
podían dar tanta plata”.12 semanales dieron prioridad entonces a las formas breves
Jorge Rivera ha estudiado tempranamente los vínculos del relato, la crónica, el artículo o la nota periodística
entre la formación del escritor profesional y las nuevas que podían ser consumidas en el tranvía, en el café,
condiciones del mercado editorial y periodístico. A en el trabajo. Estas formas deinieron también las produc-
partir de los cambios que se introducen en estos ámbitos ciones literarias. Horacio Quiroga dio cuenta ya en
–entre los que se incluye la regularización del salario– 1928 de cómo las intervenciones de Luis Pardo, el
se generan las condiciones de posibilidad para que jefe de redacción de Caras y Caretas, con su disciplina
surja un nuevo tipo de trabajador. Pierde vigencia en el de brevedad, “inlexible y brutal”, impuesta a los ar-
periodismo, como lo señala Rivera, la igura romántica tículos, fueron “utilísimas para los escritores noveles,
del escritor, dando paso a un nuevo tipo de trabajador siempre propensos a diluir la frase por inexperiencia y
intelectual, vinculado con los saberes y la utilización de
nuevos procedimientos técnicos: “Se trata, por cierto, 13
Jorge B. Rivera, “La forja del escritor profesional (1900-1930). Los escritores
de un periodismo técnicamente diferente, en el que ya y los nuevos medios masivos”, en Capítulo. Historia de la literatura argen-
pesan con mayor vigor las agencias noticiosas (Havas, tina, tomo 3, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981-2000,
pp. 361-384; aquí, pp. 366-367.
Reuter, Saporiti, Stefani, etc.), las agencias de publicidad 14
Una lista detallada de quienes participaron en los diarios puede encontrarse
en Alberto Pineta, Verde memoria. Tres décadas de periodismo y literatura en
12
Horacio Salas, Conversaciones con Raúl González Tuñón, Buenos Aires, una autobiografía. Los grupos de Boedo y Florida, Buenos Aires, Ediciones
Ediciones La Bastilla, 1975, p. 38. Antonio Zamora, 1962.

16 17
por cobardía”.15 No debe sorprender por tanto que la relatos en cocoliche escritos por el Toba Saldías, los
forma breve sea una de las características más salientes pastiches de Nalé Roxlo, etcétera). Con este elemento
de las narraciones policiales argentinas de esos años, se vincula acaso el hecho de que uno de los narradores
sobre todo si consideramos, como ya anticipamos, más prolíficos de cuentos policiales de la época sea
que la crónica policial fue uno de los elementos más el humorista gráico Julián J. Bernat, quien publica,
destacados para atraer al gran público. (Como se sabe, durante al menos quince años, las más diversas con-
Roberto Arlt escribió crónicas policiales para los dia- tribuciones pertenecientes a la narrativa policial en
rios El Mundo y Crítica, y este último diario hizo de la diferentes revistas. El éxito de estos relatos puede expli-
sección de policiales uno de los pilares de su éxito.16) carse dentro del contexto de la época. Se decía que el
El humor fue también un condimento principal del éxito de Caras y Caretas, la revista cultural más célebre
periodismo y las revistas literarias de la época –recuér- del primer cuarto del siglo XX, se debía al tono, que
dese, por ejemplo, los epitaios de Martín Fierro–, y no era “ni demasiado serio, ni demasiado chacotón”.17
es también otro de los componentes más notorios de Como ya sugerimos, otro elemento crucial de la
la literatura policial argentina entre 1910 y 1940, tal cultura de la época es la proliferación de las coleccio-
como puede percibirse en, entre otros, “Ina pisquisa nes periódicas –mensuales, quincenales, semanales– de
fracasada”, “El botón del calzoncillo”, “Las deduccio- novelas de precios muy económicos y tiradas masivas.
nes del detective Gamboa”, “Jim el sonriente o la pista Estas comienzan hacia 1915 y se extienden hasta bien
de las bananas”, sólo por nombrar algunos de los cuentos entrada la segunda mitad del siglo XX. Con estas
incluidos en esta compilación. A estos se pueden su- colecciones comienza verdaderamente –como hemos
mar también otros relatos (por ejemplo, “Jabulgot el indicado– la masividad en la literatura argentina.
farsante”, de Arlt, “El nudo de la corbata”, de Olivari, Aparentemente la primera colección que intentó tras-
“El caso de Ada Terry”, del Padre Castellani, todos los ladar al ámbito argentino estas prácticas, que ya eran
comunes en muchos otros países –y especialmente en
15
Sylvia Saítta, “Nuevo periodismo y literatura argentina”, en Noé Jitrik España–, fue Ediciones mínimas: cuadernos mensuales
(dir.), op. cit., pp. 239-264; aquí, p. 242. de ciencias y letras. Paulatinamente se fueron multi-
16
“Dentro de esta tesitura Botana explotó a fondo la llamada veta sensacio-
nalista o amarilla del periodismo, prestando una delicada y especial atención
plicando las colecciones, variando en sus propósitos y
a la página de noticias policiales, que diseñó con la colaboración de José An-
tonio Saldías y más tarde con el aporte del legendario Germán G. Gonzáles”,
en Jorge B. Rivera, op. cit., p. 369. 17
Ibid., p. 363.

18 19
ampliando el número de ejemplares de tiraje. El hecho un peril más didáctico y social, y dan prioridad a la
de que estas publicaciones masivas sean, en muchos novela corta realista y a textos comprometidos con las
casos, de muy difícil acceso –por encontrarse desparra- clases sociales bajas; incluso en algunos casos recurren
madas parcialmente en bibliotecas o archivos, en algunos a textos que tienen una estructura didáctica del tipo
casos fuera de catálogo o sencillamente perdidas–, sumado fábula con moraleja –como sucede, por ejemplo, con
al hecho de que se trata de una cantidad tan ingente Aventuras de un hombre bueno, de Miguel H. Escuder
de ejemplares que resulta extremadamente complicado (La novela porteña, n° 52)–. En líneas generales, tanto
siquiera poder tener una visión parcialmente global, los nombres de los autores como, fundamentalmente, los
termina favoreciendo la propagación de los prejuicios propios textos desmienten con contundencia la idea
ya instalados respecto de la baja calidad literaria de los preconcebida y propagada que asocia a estas coleccio-
textos. En contraste con estas opiniones, los estudios nes con una literatura popular de baja estofa, escrita
han demostrado que la atribución de la escasa calidad para “modistillas, escolares, adolescentes ávidos de
a estas colecciones proviene fundamentalmente de un escenas ilmadas en papel de imprenta”.18 Esta caracte-
desconocimiento de las obras. A diferencia de la locali- rización, aparecida en 1920 en la Revista de El Círculo,
zación usual de esta literatura popular en oposición a la de Rosario, niega la diversidad de los textos y de los
“alta literatura”, hoy sabemos que muchos de los escri- lectores de estas publicaciones; y revela a su vez que
tores del canon publicaron en estas colecciones: Héctor su prejuicio respecto de las colecciones populares de
Pedro Blomberg, Horacio Quiroga, Cayetano Córdova literatura va de la mano con otro semejante respecto
Iturburu, Ricardo Güiraldes, Arturo Cancela, Atilio del surgimiento de la narrativa cinematográica como
Chiáppori, Roberto Mariani, Leónidas Barletta, Carlos forma de arte popular. Naturalmente la complejidad
de la Púa, Juan José de Soiza Reilly, Ricardo Rojas, e innovación de los textos incluidos en las colecciones
Rubén Darío, Leopoldo Lugones, José Ingenieros, periódicas es muy variable. “El botón del calzoncillo”,
etc. El cuento ilustrado, por ejemplo, fue dirigida en sus por ejemplo, uno de los relatos incluidos en este libro,
primeros números por Horacio Quiroga y la primera en- presenta una cantidad de juegos con las convenciones
trega ya anunciaba un pequeño programa estético que del género policial y una distancia irónica respecto de
colocaba en el centro el entretenimiento como in de la esas convenciones en momentos en que, en el mundo,
literatura. Otras publicaciones, como La novela univer-
sitaria, Nuestra novela, La novela porteña parecen tener 18
Héctor R. Laleur, Sergio D. Provenzano y Fernando P. Alonso, Las revistas
literarias argentinas, Buenos Aires, El 8vo loco, 2006, p. 82.

20 21
proliferan los textos normativos que pretenden exa- de ayer es el jefe de una sociedad secreta de hoy, y la
cerbar el carácter convencional del género mediante dactilógrafa aventurera una multimillonaria de incóg-
la multiplicación de las reglas. Estas colecciones, que nito”.20 Asimismo, el cine es un ingrediente esencial
invadieron “los puestos de revistas, los quioscos de la para el desarrollo del complejo imaginario de la crimi-
Avenida de Mayo, las librerías de ocasión”,19 modii- nalidad y la marginalidad urbanas. Desde sus comienzos,
caron sustancialmente el panorama literario. Y junto con The Great Train Robbery (1903) y L’assassinat
con el cine y la radio, cambiaron de una vez y para du duc de Guise (1908), pasando por algunos de los
siempre el ámbito de la cultura. Cuando se publica esa primeros films de Josef von Sternberg –Underworld
crítica a las novelas periódicas, en la Argentina recién (1927), he Docks of New York (1928)– y luego con
comenzaban a producirse los primeros largometrajes de las biografías de grandes delincuentes como Public
icción, que fueron acompañados, en algunos casos, por Enemy (1931), Little Caesar (1931), Scarface (1932) o
los primeros éxitos de público masivo (como sucedió, historias de convictos inocentes como I am a Fugitive
por ejemplo, con el ilm Nobleza gaucha, de 1915). Los from a Chain Gang (1932), el cine dio un lugar pri-
prejuicios sobre el cine eran entonces todavía moneda vilegiado a las tramas de carácter policial. Y a partir
corriente e incluso fueron abordados tempranamente por de la incorporación del sonido se puede percibir que
el cine (por ejemplo, en Los tres berretines, de 1933). importantes modelos narrativos y comunicacionales
También el cine modiicó en parte con sus representa- van a inluir en el desarrollo de la literatura (policial)
ciones las ideas vigentes sobre “lo policial” y el crimen de esta época. En la Argentina, ya algunas películas
en la ciudad. El cine es, durante estos años, un elemento tempranas como La chica de la calle Florida (1922) o
fundamental que modiica el panorama literario. En la Perdón, viejita (1927) incorporaron tramas de tipo po-
literatura de Roberto Arlt, por ejemplo, se puede ver licial y dividieron el ámbito de la ciudad –el barrio, el
cómo tempranamente las fantasías cinematográicas centro, el parque suburbano, el café del centro– según
pasan a formar parte del imaginario de los personajes. De una perspectiva moral y legal. Y con la llegada del cine
este modo, por ejemplo, los pensamientos de Erdosain sonoro “lo policial” fue teniendo cada vez más peso
son por momentos “como en los desenvolvimientos en los argumentos de los ilms, tal como se puede ver en
de las películas norteamericanas, donde el pordiosero
20
Roberto Arlt, Novelas. Obras, tomo I, Buenos Aires, Losada, 1997, p. 164.
Sobre los productivos vínculos entre la escritura de Arlt y el cine, véase
19
Ibid., p. 82. Patricio Fontana, Arlt va al cine, Buenos Aires, Libraria, 2009.

22 23
películas como Monte criollo (1935), Melodías porteñas “al 75% del crecimiento de Buenos Aires”.22 Este es
(1935), Palermo (1937), La fuga (1937), La Vuelta de precisamente el nuevo público, que demanda nuevas
Rocha (1937), y muchas otras, para alcanzar durante narraciones que coloquen el ámbito urbano en un
la década de 1940 su momento de mayor masividad y lugar principal. Y es en este ámbito urbano en que el
mayor producción dentro del ámbito nacional. delito se sitúa ahora con una gran productividad narra-
Junto con esta expansión inusitada del ámbito lite- tiva, como uno de los condimentos más excitantes de
rario y este surgimiento de la literatura masiva, el otro la vida y de las narraciones.
elemento fundamental dentro del campo literario es,
seguramente, la irrupción de “lo nuevo” y las disputas Pero basta entrar a esta calle [Corrientes] para sentir
por lo nuevo. Como ha señalado Beatriz Sarlo, en las que la vida es otra y más fuerte y más animada. Todo
décadas de 1920 y 1930 el “espíritu de ‘lo nuevo’ deine ofrece placer. [...] Y libros, mujeres, bombones y
la coyuntura estética de la vanguardia”.21 Y esta disputa cocaína, y cigarrillos verdosos, y asesinos incógnitos,
por lo nuevo es la que modula gran parte de las discu- todos confraternizan en la estilización que modula
siones y los programas que aparecen en las revistas una luz supereléctrica.23
Prisma, Proa, Martín Fierro, Contra, etc. Esta novedad
se da en el contexto de una ciudad que ha crecido ex- Se trata de nuevas representaciones del criminal,
traordinariamente, tanto en su población como en su mediadas por el cine y las nuevas tecnologías. Aquí el
desarrollo. Esta nueva ciudad es la que posibilita y fun- criminal, a diferencia de lo que sucedía en los policia-
damenta la mirada que encontramos en las aguafuer- les del siglo XIX y comienzos del XX –las narraciones
tes de Arlt. Aquí están los nuevos cableados eléctricos, de Paul Groussac, Eduardo Holmberg, Félix Alberto de
los nuevos medios de transporte que coexisten todavía Zabalía o Vicente Rossi–, ya no es en primer lugar el
con zonas a medio construir y sin cloacas, con baldíos individuo que pervierte la sociedad y al que hay que
y focos de atraso urbano, y con los antiguos sistemas de reformar, expulsar o exterminar –según el caso–, sino,
alumbrado a gas y kerosén. Esta ciudad es, asimismo, por el contrario, un integrante más de esta sociedad,
una ciudad cosmopolita, en que son visibles en el centro en parte admirable y con sus propios derechos:
y en los barrios los extranjeros, que han contribuido
22
Ibid., p. 18.
23
Roberto Arlt, Aguafuertes. Obras, tomo II, Buenos Aires, Losada, 1998,
21
Beatriz Sarlo, op. cit., p. 95. p. 231.

24 25
El hurto es una cosa vulgar e indigna. En cambio el Dentro de este contexto, favorecido por la amplia-
robo es casi una especie de adquisición de derechos. ción de derechos, por el crecimiento de la educación
El hurto quedó para los amigos de lo ajeno, taima- secundaria y por la Reforma Universitaria de 1918,
dos y cobardes. Para Waquellos que se metían de surgen las nuevas generaciones de escritores, deter-
noche en una casa y sin despertar a nadie, andando minados por nuevos modos de habitar la ciudad. Se
de puntillas, como que tenían bien presente la con- trata de escritores jóvenes, que ante las nuevas circuns-
ciencia de su delito, vaciaban bolsillos y cajas. Para tancias se disponen a enfrentarse y liquidar a la vieja
los que de noche, de noche siempre, saltando cercos guardia, y lo consiguen.25 En el marco relativamente
y tapias, se metían en cercados ajenos y a quien desa- optimista que habían despertado estos cambios así
iaban a lo sumo era a algún perro guardián que, en como la Revolución Rusa y la democratización parcial
razón de que todas las noches las pasaba en continuo de la representación política fomentada por Yrigoyen,
ladrido, no podía alarmar a nadie con sus avisos de la ciudad y la crónica policial aparecen como elemen-
aquella noche. Eso es el hurto: posesionarse oculta- tos complementarios, y los delitos urbanos audaces
mente de lo ajeno. Repugna y es cobarde. son vistos en parte como un lujo de la ciudad: “ya
En cambio, el robo hasta tiene cierta elegancia. quisieran muchas ciudades una crónica policial como
Sacarle en sus propias narices a un señor todo lo que la nuestra”.26
es suyo no es cosa de patanes. Hay que tener escuela, En este “clima especialmente propicio, sin antes y sin
y hacerlo en forma audaz; en plena calle Florida y después en la historia cultural del país”,27 la ciudad juega
Corrientes, por ejemplo, a las 18:30 horas, es un sin duda un papel tan preponderante dentro del marco
acto que casi da derechos legales de posesión sobre cultural y literario que las dos tendencias más importan-
las cosas robadas. Porque si a la víctima le sacan el tes de la época –así como la polémica más signiicativa–
fruto de varios años de trabajo y peligros, el salteador
en un solo momento expone también su vida y hasta 25
“Antes de terminar el conlicto bélico, en 1916, la igura de Yrigoyen
cristalizaba el anhelo del sufragio libre, y el caudillo [...] facilitó el acceso al
su reputación.24 poder de vastos sectores de la clase media. En 1918, la Reforma Universitaria
–correlato del triunfo radical en los claustros– agita las mentes juveniles
y conirma la presunción, ampliamente sustentada en otros lugares y por
otros motivos, de que la juventud liquidará el mundo de los viejos”, en
Adolfo Prieto, op. cit., p. 32.
24
“El asalto”, en Gran Guiñol, n° 2, Buenos Aires, 8 de septiembre de 1922, 26
“El asalto”, op. cit., p. 7.
pp. 3-7; aquí, pp. 5-7. 27
Adolfo Prieto, op. cit., p. 32.

26 27
están cubiertas por designaciones topográicas: Florida aspira a una recepción masiva y la consigue (antece-
y Boedo. Se trata de una disputa literaria que es a un dente del proyecto parcialmente realizado después por
tiempo una disputa por la ciudad (moderna). Luis Almirante Brown, y por el propio Capusotto).
Las décadas de 1920 y 1930 están signadas entonces En el marco de esta época crucial de la literatura y
por varios factores de carácter decisivo para el ámbito la cultura argentinas, la narrativa policial casi no ha
cultural: 1) las innovaciones técnicas; 2) la incorpo- recibido atención. Como la crítica se ha encargado de
ración de los inmigrantes, hijos de inmigrantes y, en señalar, los años desde 1910 (quizá 1912) hasta 1940
general, las capas medias y bajas de la sociedad a la han sido omitidos prácticamente en la historia de la
esfera cultural y política; 3) la explosión del periodismo literatura policial argentina. Las compilaciones del gé-
masivo y la aparición de la literatura como fenómeno nero suelen prescindir de los relatos publicados durante
de masas; 4) la centralidad de la ciudad dentro del este período, e incluso los estudios sobre el género y su
campo literario; 5) la multiplicación de las revistas cul- historia pasan por alto habitualmente esta etapa, salvo
turales y los suplementos literarios y la participación por algunos núcleos de interés particulares, e incluso
de los escritores vanguardistas en la dirección de estas en esos casos la atención ha sido más bien escasa. Muy
revistas; 6) la incorporación del cine y el desarrollo en probablemente “El botón del calzoncillo” y alguna
el país de un nuevo imaginario, propiamente cinema- historia del Padre Castellani –“El caso de Ada Terry”–
tográico; 7) un gran cambio en el panorama literario son los únicos relatos publicados durante esos años
fomentado por la aparición de las nuevas generaciones que han pasado a formar parte de una compilación de
de escritores y las discusiones de las vanguardias –nacio- literatura policial argentina. Dentro de los pocos nú-
nales y mundiales– y sus revistas, y en particular la cleos temáticos que han recibido atención de la crítica
disputa sobre “lo nuevo”. Todo este panorama, de muy se cuentan los textos de Borges sobre literatura policial
vital heterogeneidad cultural, posibilita la convivencia durante la década de 1930 –“Los laberintos policiales
de La novela semanal con revistas como Martín Fierro y y Chesterton”, “Leyes de la narración policial”, “Edgar
explica la dirección conjunta de Borges y Ulyses Petit Wallace”, etc.– y algunos de sus relatos tempranos vincu-
de Murat de la Revista Multicolor de los Sábados, la re- lados o lindantes con lo policial, “Leyenda policial”,
vista del diario que en ese entonces imprime 300.000 “El acercamiento a Almotásim” o ciertos textos de
ejemplares cada día. Esta publicación es, en este sentido, Historia universal de la infamia; las historias policiales
la síntesis perfecta de un programa vanguardista que de Roberto Arlt asociadas a su igura como cronista del

28 29
(bajo)mundo; la discusión en torno a El enigma de la y aspectos de la historia del género policial que han
calle Arcos, también vinculada en gran medida a la sido pasados por alto. Por ejemplo, los volúmenes de
igura de Borges;28 las narraciones policiales aparecidas relatos policiales escritos por comisarios o ex comisa-
en La novela semanal.29 rios durante la década de 1910,31 los cuentos incluidos
Más allá de estos estudios de problemas y relatos en la revista Sherlock Holmes (1911-1913), las primeras
especíicos, todos abordados de manera harto insui- incursiones en el género de un escritor de policiales
ciente,30 hay una gran cantidad y variedad de narraciones tan importante como Enrique Anderson Imbert, los
cuentos de la serie Memorias de Nelson Cóleman, las
28
Véase en este sentido: Sylvia Saítta, “Informe sobre El enigma de la calle narraciones policiales de Eustaquio Pellicer, Enrique
Arcos”, en Jorge Laforgue y Jorge B. Rivera (comps.), Asesinos de papel. Richard Lavalle o Nicolás Olivari, las parodias del
Ensayos sobre narrativa policial, Buenos Aires, Colihue, 1996, pp. 234-246;
Juan Jacobo Bajarlía, “La enigmática novela de Borges”, en La Nación, género de Conrado Nalé Roxlo y José Antonio Saldías,
Buenos Aires, 13 de julio de 1997, y “La novela que Borges sí escribió”, en La las producciones de carácter policial de Víctor Juan
Nación, Buenos Aires, 26 de octubre de 1997. Guillot, etc.
29
Véase Raúl Horacio Campodónico, “Los rastros previos: a propósito de
las narraciones policiales publicadas en La novela semanal (1917-1926)”, Como se puede ver por la rápida enumeración
en Actas del 1º Congreso Internacional CELEHIS de Literatura Mar del –y mucho más claramente al revisar las revistas y
Plata, 2001, <www.mdp.edu.ar/humanidades/letras/celehis/congreso/2001/
actas/A/campodonico.htm> [consulta: marzo de 2015], y del mismo
periódicos de la época–, esta etapa es una de las más
autor, “Los rastros previos. A propósito de las narraciones policiales en La interesantes y diversas del género en la Argentina.
novela semanal”, en Margarita Pierini (coord.), La novela semanal (Buenos Hacia 1912, con la aparición de los Casos policiales,
Aires, 1917-1927). Un proyecto editorial para la ciudad moderna, Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Cientíicas, 2004, pp. 125-145. de Vicente Rossi, el primer volumen de cuentos poli-
30
Como señala Campodónico, “resulta evidente que los diversos estudios ciales argentinos, podemos considerar que se cierra la
y compilaciones de la literatura policial argentina han dejado entre parén-
tesis o fuera de registro los textos elaborados durante las décadas del 10
primera etapa de la narrativa policial en la Argentina,
y del 20”, en op. cit., 2001. De este modo, no hay, hasta el momento, que coincide en gran medida con el in de la República
estudio alguno que trate de modo sistemático esta etapa del género en la
Argentina; que rastree los motivos que persisten en esta serie literaria y
los diálogos y debates que se producen al interior de esta tradición. Los
trabajos que más han contribuido hasta aquí a esa tarea son sin duda 1933-1934, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 1999, pp. 10-37.
los ya mencionados de Campodónico, el texto de Ezequiel De Rosso, 31
Diego Galeano se ha ocupado parcialmente de este tema en lo atinente a
“Lectores asiduos y viciosos: la emergencia del caso policial en la icción”, Laurentino C. Mejías en “El ‘decano de la policía’. Laurentino Mejías y la
en Noé Jitrik (dir.), op. cit., pp. 311-341, y varias contribuciones de autoridad del comisario en la ciudad de Buenos Aires, 1870-1930”, en María
Sylvia Saítta, Regueros de tinta..., op. cit., especialmente, pp. 189-220, y Laura Cutrera y Mariana Pérez (comps.), Signos del Tiempo y Rastros en la
“Recorrido”, en Nicolás Helft (ed.), Crítica: Revista Multicolor de los Sábados, Tierra, Segunda Época, V, Buenos Aires, Biblos, 2011, pp. 137-161.

30 31
Conservadora.32 Se trata de narraciones escritas en gran y fundamentalmente en los Estados Unidos, la gran
medida por representantes de la Generación del 80, depresión, el crack bursátil, la Ley de Prohibición –que
Luis. V. Varela, Paul Groussac, Eduardo L. Holmberg, criminalizaba a buena parte de la sociedad–, la apari-
Carlos Monsalve, Carlos Olivera, intelectuales que a ción en el imaginario colectivo de la igura del gángster
su vez participaron activamente en la función pública. construida como enemigo público33 creaban un ima-
Con la implementación de la ley Sáenz Peña, con la ginario de caos. En la Argentina, el comienzo de la
Reforma Universitaria de 1918, con el comienzo de Década Infame es un punto de inlexión para el ima-
la Guerra Mundial y la Revolución Rusa, con la nueva ginario político; pero también lo es para el imaginario
configuración poblacional del país y de las grandes del crimen y para la representación de los delitos. Esto
urbes, con la nueva ciudad moderna en tanto artefacto se debe a razones de índole muy diversa que van desde
cultural, y los cambios ya comentados en los ámbi- la popularidad que cobran por esa época algunos ban-
tos de la literatura y el periodismo comienza en la didos locales –Chicho Chico, Chicho Grande, Mate
Argentina una nueva etapa de la literatura policial, que Cosido–, pasando por los cambios que se producen en
llega –podríamos decir– hasta comienzos de 1940. En el ámbito de la prensa gráica –y especialmente en rela-
estos años de comienzos de la década, en la Argentina ción con las agencias de noticias locales, que comienzan
se logra imponer con gran eicacia un modelo sólido de a nutrirse cada vez más de noticias estadounidenses en
literatura policial nacional, culto, decoroso, preciosista lugar de francesas–,34 hasta los cambios que se dan en el
en la construcción del argumento, conocedor, seguidor paisaje urbano que reconiguran zonas de la ciudad
y ligeramente cuestionador de los parámetros de la como los parques, los suburbios, el centro y, de este
edad dorada de la literatura policial en lengua inglesa, modo, inciden de manera determinante en el imagi-
1914-1939, y negador de la vertiente norteamericana nario del crimen urbano.35 Por estos motivos, pierde im-
surgida hacia 1922 y consolidada en 1930. portancia en la prensa un modelo de delito que podemos
1930 es empírica y simbólicamente un año de
quiebre en el mundo, en la literatura policial y en la 33
Robert Warshow, “he Gangster as Tragic Hero”, en he Immediate Experience.
representación del crimen. En el ámbito mundial, Movies, Comics, heatre, and Other Aspects of Popular Culture, New York,
Anchor Books, 1964, pp. 83-88.
34
Lila Caimari, Mientras la ciudad duerme. Pistoleros, policías y periodistas
32
Román Setton, Los orígenes de la narrativa policial en la Argentina. Recepción en Buenos Aires, 1920-1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012, p. 70.
y transformación de modelos genéricos alemanes, franceses e ingleses, Madrid / 35
Adrián Gorelik, La grilla y el parque: Espacio público y cultura urbana
Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2012. en Buenos Aires, 1887-1936, Buenos Aires, Universidad de Quilmes, 2010.

32 33
caliicar como nocturno, en muchos casos rural, y funda- que en esta época sí hay quienes pueden “pensar en
mentalmente vinculado con la vida doméstica. Esto trae bordados”, “entre los ruidos de un ediicio social que
aparejado, entre otras cosas, un desplazamiento en la se desmorona inevitablemente”.37 Hasta comienzos
representación del crimen y del criminal, ya que ahora de la década de 1910 la literatura policial-criminal
en el centro de la escena es colocado el gángster, que se entonaba en gran medida con las crónicas policiales
mueve en automóvil y utiliza el arma a repetición –la de los periódicos y publicaciones masivas, pues ambas
ametralladora–, y queda desplazado de este modo el concebían el crimen a partir de una mirada en que el
cuchillero, que había sido el criminal por excelencia espíritu detectivesco se unía a una concepción medica-
que poblaba el discurso de la prensa a comienzos de lizada de la sociedad y del hombre.38 De allí que buena
siglo.36 De este modo, queda expulsada la igura del parte de lo que fue desde ines de la década de 1870 la
cuchillero del imaginario urbano de la criminalidad, literatura policial en la Argentina (Raúl Waleis –seu-
para relegarlo al ámbito de la literatura, el tango y el dónimo de Luis V. Varela–, Eduardo L. Holmberg,
cine, que elaboran una mirada nostálgica de ese habi- Carlos Olivera, Carlos Monsalve, William Wilson –seu-
tante casi desaparecido de la prensa, y se lamentan por dónimo de Vicente Rossi–) estuviera marcada por
su desaparición del paisaje urbano, motivada en parte esta doble característica: una concepción patológica
por el desplazamiento progresivo de los mataderos del criminal y de la sociedad y una concepción de la
hacia los márgenes –y luego hacia las afueras– de la detección ligada a un modelo de conocimiento impor-
ciudad. Pero junto con esta representación nostálgica tado de las ciencias aplicadas, la medicina, la biología,
del maleante, surgen otras formas y coniguraciones del la química.
criminal más modernas (en diferentes sentidos): la
primera coincide con un moderno criminal empíri- 37
Roberto Arlt, Novelas..., op. cit., p. 386.
co, el gánster, el asesino serial, el asesino a sueldo; la 38
“[C]omo en otras sociedades latinoamericanas, médicos e higienistas tras-
segunda, con un moderno criminal literario, el del ladaron la distinción entre lo normal y lo patológico a la sociedad nacional
en su conjunto, estableciendo de ese modo fronteras imaginarias entre un
policial de enigma, el artista –soisticado, exquisito, Yo sano y un Otro enfermo”; “Este inmenso proyecto de regulación del
coleccionista, aristocrático–. En contraste con la indi- cuerpo y la enfermedad se sustentó en una utopía cientíica que presentaba
al médico como profeta iluminado de una cruzada secular inspirado por
cación de Arlt en el prólogo a Los lanzallamas, vemos la fe positivista en la cura absoluta de todas las enfermedades”, en María
Gabriela Nouzeilles, Ficciones somáticas: naturalismo, nacionalismo y políticas
médicas del cuerpo (Argentina 1880-1910), Rosario, Beatriz Viterbo, 2000,
36
Ibid., pp. 273-310. pp. 20-21.

34 35
Desde 1910, en cambio, la diversiicación de las que la prensa se vuelca a la representación del crimen
representaciones de criminales en la prensa, la incor- estruendoso y ofrece una buena cantidad de muertes,
poración del imaginario cinematográico al imaginario de sangre y de acción.
criminal, la recepción de nuevas y diferentes tradicio- Dentro de esta serie que se aproxima al modelo
nes de la literatura criminal –la novela de enigma de dorado y promueve el detective intelectual de sillón –el
la denominada “Edad de oro”, la aparición de las pelí- armchair detective– al estilo de Hercule Poirot, podemos
culas de gángsters, los relatos de la Serie Negra–, todo situar como uno de los primeros ejemplares al detective
esto genera una proliferación de modelos diversos de Gamboa, de Enrique Anderson Imbert: “En primer
literatura policial, que fueron acompañados por nuevas lugar, odiaba los interrogatorios, pues estos le quitaban
publicaciones y por la expansión de la circulación de la pureza al deporte, que consistía en observar, asociar
los pulps. las observaciones con un riguroso concepto de causa-
A partir de estos cambios, se produce en el panorama lidad hasta llegar a la causa que, naturalmente, era el
literario una modificación significativa. Comienza delincuente”.40 En el mismo sentido, lo vemos actuar
a desarrollarse una serie de narraciones que busca durante los primeros pasos de la investigación: “su cere-
diferenciarse de las crónicas policiales –que buscan bro iba encasillando datos, reservándose preguntas,
parecerse al cine y ganan cada vez más espacio en la preparando investigaciones”.41 De este modo, hacia
prensa masiva–. De este modo se produce una diver- 1930, cierta literatura policial se aleja de los parámetros
gencia –que antes existía pero con una amplitud mucho del realismo y se inserta en una serie que tiende a la
menor– entre la serie de relatos policiales de enigma y brevedad, al enigma y a la autorrefenencialidad propia
la representación de las crónicas policiales de la prensa. de la novela problema. En esta serie, podemos integrar
Las crónicas se van aproximando cada vez más al cine, los textos de Guillot de la década de 1930 –“El detective
mientras que esta literatura se aleja cada vez más de magníico”, “El misterio de los tres suicidas”–, relatos
ellas y, por lo tanto, del cine. Esta serie se aproxima que siguen el camino que va desde “El triple robo de
cada vez más, en cambio, al modelo de la novela de
enigma de la época áurea,39 en la misma medida en Detektivliteratur, Darmstadt, Wissenschatliche Buchgesellschaft, 1990,
especialmente, pp. 69-80.
40
Enrique Anderson Imbert, “Las deducciones del detective Gamboa”, en
39
Sobre las diferentes etapas del policial inglés y especialmente sobre la La Nación. Revista semanal, Buenos Aires, domingo 28 de septiembre de
“Golden Age”, véase Paul G. Buchloh y Jens P. Becker, Der Detektiv- 1930, p. 8.
41
Roman. Studien zur Geschichte und Form der Englischen und Amerikanischen Ibid.

36 37
Bellamore” (1903), de Horacio Quiroga, pasando por romántico, tal como ha sido estudiada acertadamente
el “El botón del calzoncillo” (1918), de Eustaquio por Richard Alewyn–44 del detective como outsider y
Pellicer, “Las maravillosas deducciones del detective lector privilegiado del libro del mundo, alguien que
Gamboa” (1930)42 y hasta “El hombre del turbante puede descifrar los secretos esenciales escondidos en las
verde” (1939), de Roberto Arlt, etc. Los textos que engañosas apariencias; 5) el robo de la pieza artística y,
integran esta serie coinciden en sus características con en general, las batallas detectivescas vistas como batallas
los relatos que integran la tradición de la novela poli- dentro del campo artístico, tal como ya aparecen en he
cial clásica, y en ellos pueden detectarse los siguientes Man Who was hursday (1908), de Chesterton –quien
elementos comunes: 1) la fortuna como condición de sería, años después, el primer presidente del Detection
posibilidad de una vida libre de preocupaciones, que Club–; 6) un distanciamiento respecto de estas ideas,
fomenta el juego intelectual y el perfeccionamiento de las que son tomadas en solfa (esto se ve, por ejemplo, en
capacidades espirituales –entre las que se encuentra la ironía respecto del gusto de Schlosser por la ilosofía
la destreza detectivesca del detective amateur–; 2) el en “Las deducciones del detective Gamboa”). Muchas
retiro –de cuño aristocrático– que sustrae al individuo de estas ideas van a determinar la concepción de la
particular de la vorágine populosa de la ciudad, que literatura policial y de la literatura fantástica de Borges
ya estaba presente en los relatos de Dupin y que luego durante las décadas de 1930 y 1940 –tal como apare-
Chandler criticará en su célebre ensayo “he Simple cen por ejemplo en su polémica con Roger Caillois–.45
Art of Murder” 43; 3) los gustos intelectuales y las activi- Por otra parte, son también las ideas que integraban la
dades improductivas como formas de la distinción –la concepción de la literatura de algunos de los miembros
ilosofía, el coleccionismo, el cultivo de rosas, la música, del grupo de Florida, y que se expresan con claridad en
la literatura, las matemáticas–; 4) la idea –de origen el prólogo de Eduardo González Lanuza a su Aquelarre:
rechazo de la realidad y del realismo, recusación de la
42
Gamboa utiliza un método centrado en la deducción y en un privilegio novela psicológica, exaltación de la literatura como una
del sentido de la vista, tal como ya lo encontrábamos en el Dupin de “La
carta robada” y en la larga disquisición sobre la percepción visual. Asimismo, operación de la imaginación.
la idea del puro deporte, del amateur que ejerce la investigación solamente
como un pasatiempo intelectual, es parte de una tradición que ya había
comenzado con Holmberg, continuado en Groussac y persistido en Rossi. 44
“Ursprung des Detektivromans”, en Probleme und Gestalten. Essays,
43
En Later Novels and Other Writings, volumen al cuidado de Frank MacShane, Frankfurt am Main, Insel, 1974, pp. 341-360.
New York, he Library of America-Literary Classics of the United States, 45
Jorge Luis Borges, Borges en Sur (1931-1980), Buenos Aires, Emecé,
1995, pp. 977-992. 1999, pp. 248-252.

38 39
Quiero dejar sentado aquí, que ni por asomo, he o estudiantes de medicina, tal como ya sucedía en
pretendido sostener en mis cuentos ninguna idea las narraciones policiales de Eduardo L. Holmberg y
ilosóica, ética ni de cualquier clase de inquietudes Raúl Waleis.48 En consonancia con aquella tradición,
ajenas a la literatura. Son cuentos literarios, nada más también aquí la víctima es una mujer y los motivos
ni nada menos [...]. son los celos. Desde 1870 aproximadamente el femi-
No se vaya a interpretar tampoco mi actitud como cidio ha sido parte del género policial en estrecha
un repudio a la novela sicolójica. Me explico: relación con una coniguración del cuerpo de la mujer
Creo que tanto el cuento como la novela sicolójica, como peligro, que atenta contra la institución familiar
que personalmente me entusiasman cuando el autor y mina la solidez de los vínculos afectivos. Esta repre-
es un Jack London o un Goncharov; caen más bien sentación del “peligro femenino” es un motivo común
dentro de la monografía cientíica, del documento de las crónicas periodísticas y de la literatura. En este
antropolójico, que en el campo puramente literario.46 sentido y en ese contexto, puede ser situado un relato
como “La Bianchi”, que se encuentra a medio camino
Son ideas aines a las relexiones de Víctor Guillot entre la crónica y la narración literaria y deja sin despejar
sobre el policial durante la década de 192047 y que una cantidad de incógnitas por demás inquietantes.
luego encontrarán su desarrollo más consecuente y Sin embargo, dentro de esta serie se incorporan ahora
sólido en los textos programáticos de Borges y de muchos elementos propios de una nueva imaginación
Bioy Casares. Otra vertiente del género sigue ligada al técnica, que –como ha señalado Beatriz Sarlo– estable-
modelo del policial decimonónico con fuerte anclaje ció una relación de continuidad con las publicaciones
en la medicina y ribetes folletinescos. Tal es el caso de folletinescas.49 De este modo, relatos como “El crimen
buena parte de las producciones que se publican en La de la Safo de terracota”, de Alfonso Ferrari Amores,
novela semanal (por ejemplo, “El misterio del dominó” y “El crimen de la mosca azul”, de Enrique Richard
o “El crimen de la mosca azul”), en que proliferan los Lavalle, se integran dentro de esta tradición en que
disfraces de carnaval, las confusiones y los médicos
48
El modo de ocultar un cadáver en “El misterio del dominó” anticipa el
procedimiento utilizado años después en “La muerte y la brújula”, un car-
46
Eduardo González Lanuza, Aquelarre, Buenos Aires, J. Samet, 1928, pp. 9-10. naval y un presunto borracho. Por otra parte, existe también una similitud
47
Véase Román Setton, “Los relatos policiales de Víctor Juan Guillot”, en con el modo en que en “El hombre del turbante verde” los contrabandistas
Anclajes. Revista del Instituto de Investigaciones Literarias y Discursivas, 18.1 de armas hacen pasar a un muerto por un hombre vivo.
Santa Rosa, 2014, pp. 47-60. 49
Beatriz Sarlo, op. cit., p. 16.

40 41
hipnotismo, mesmerismo, radio y diversas tecnologías encuentran, por ejemplo, “En la costa”, “Una historia
imaginarias y reales son parte de los sueños y fantasías de muertos” (Historias sin importancia, 1920), “Un
sobre la comunicación inalámbrica.50 Tanto el detective asesino” (El alma en el pozo, 1925), de Víctor Guillot,
como el criminal se acercan aquí al cientíico en igual en parte también “La pierna de plomo” (1933), de
medida que al mago, como sucederá después también Nicolás Olivari.51 Pero junto a estas tradiciones están
con los superhéroes y los criminales de las historietas. también las representaciones de los crímenes vinculadas
De allí que el apodo de Carrel –uno de los detectives a los orígenes de los casos célebres. Entre estos relatos
en “El crimen de la mosca azul”– sea El Brujo. podemos nombrar, por ejemplo, los textos extraídos de
Asimismo, una tercera vertiente se aproxima al po- la revista Sherlock Holmes así como los escritos por los
licial duro y a los relatos de gángsters, que hacia 1930 comisarios Dellepiane y Laurentino C. Mejías (por
proliferaban en la prensa. En parte debido a los cambios ejemplo, “Carta acusadora”, “Isidora López”, etc.).
en las agencias proveedoras de noticias, en parte por la La nueva representación del crimen en la prensa no
inluencia del cine y de la difusión de celebridades crimi- fue acompañada consistentemente por una única litera-
nales, en parte también a partir de la publicación desde tura policial, consonante en el tratamiento y represen-
1929 del Magazine Sexton Blake y de otras colecciones tación de los criminales. Por lo tanto, podemos advertir
como Misterio, los muchachos duros y los asesinatos una gran diversiicación de lo policial, que no existía
fríos, sin pasión ni fervor, van arraigándose en tierra en el género hasta el momento: hasta 1912 la literatura
argentina. En sintonía con este conjunto de relatos se policial había sido a grandes rasgos consonante con
las ideas –y las variaciones– de la Generación del 80.
50
“Como innovación [la radio] realiza fantasías que no son sólo tecnológicas: Desde 1912 y hasta 1940 el género deja de presentar
la comunicación inalámbrica a distancia, la captación de ondas invisibles, la
manipulación de la recepción sobre todo en los aparatos a galena, la presencia
un peril tan claro y nítido, pues las narraciones y los
de la voz y la música sin cuerpo, que remite a la desmaterialización y al trán- medios de difusión se diversiican. Hemos tratado de
sito de una cultura basada en la visión no mediada a una cultura sostenida esbozar de manera bastante esquemática esa diversidad
sobre la mediación. En años preocupados por las transmisiones telepáticas,
el hipnotismo, la recepción de mensajes transnaturales [...], la radio es una a partir de una categorización tentativa en diferentes
revolución cultural por lo que directamente representa como medio de series. El lector inquieto encontrará seguramente otras.
comunicación y como espacio de una cultura industrial massmediática que
lorecerá en los años treinta, pero también, y más profundamente, como
milagro técnico: el recurso material que hace posible lo imposible”, en Beatriz 51
Horacio Campodónico (op. cit., 2004) ha sido hasta aquí el único investi-
Sarlo, La imaginación técnica. Sueños modernos de la cultura argentina, Buenos gador que se ha detenido en esta tradición, centrándose fundamentalmente
Aires, Nueva Visión, 1992, pp. 16-17. en el estudio de El robo del collar de perlas (1921).

42 43
De manera complementaria, se puede comprender del itinerario del policial en la Argentina”.54 Ese es,
la diversidad del género en esos años a partir de las en primer lugar, el modesto objetivo de la presente
representaciones que encontramos de los lectores de antología.
novelas policiales. Ezequiel De Rosso ha indicado
acertadamente la representación de estos lectores
como viciosos en uno de los Cuentos de oicina, de
Roberto Mariani.52 A esta caracterización de los lectores
de policiales podemos sumar la de los lectores con po-
cas luces –como Polidoro (“El botón del calzoncillo”)–
o los lectores refinados y conocedores del mundo
–como los lectores de policiales aludidos en “El detec-
tive magníico”–, o la propia construcción que hace
Borges de sí como lector de icciones detectivescas.
Desde el vicio y la estupidez hasta el reinamiento, el
arco comprende casi la totalidad de las representaciones
posibles de los modos de lectura.
Ya en el año 2004 el inestimable trabajo de Horacio
Campodónico había demostrado con toda claridad
que “las narraciones policiales argentinas publicadas
durante las décadas del 10 y del 20 en La novela sema-
nal localizaban el grueso de sus acciones en el ámbito
de Buenos Aires, delimitando sobre este espacio urba-
no un ámbito privilegiado para la intriga”.53 A partir
de esta constatación, Campodónico airmaba que este
hecho debería abrir “las puertas para una revalorización

52
Ezequiel De Rosso, op. cit., pp. 311-341.
53
Horacio Campodónico, op. cit., 2004, p. 145. 54
Ibid.

44 45

También podría gustarte