Está en la página 1de 8

Trabajo Práctico: Introducción a la actividad editorial

Profesor: Fernando Sanz, comisión de miércoles a las 15:00 hs.

Lecturas:
- Rivera, Jorge. “La forja del escritor profesional (1900-1930)”, en: El Escritor y la Industria Cultural,
Ediciones Atuel, Colección Los Argentinos, Buenos Aires, 1998.
- Romero, Luis Alberto. “Libros baratos y cultura para los sectores populares”. Publica CEFYL.
- de Diego, José Luis. “Editores, libros y folletos. Argentina, 1920-1940”, en: La otra cara de Jano. Una
mirada crítica sobre el libro y la edición, Ampersand, Colección Scripta Manent, Buenos Aires, 2015.

Alumnas: Melisa Andrade, Valentina Lager y Celeste Escobar.

1. Reúnan la información que obtuvieron de Rivera y de Romero sobre la


“Biblioteca La Nación”. A ella agreguen la breve lectura de la semblanza de la
Biblioteca La Nación escrita por Margarita Merbilhaá en el portal Edi-Red:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/editores_editoriales_iberoamericanos/b
uscador/?q=biblioteca+la+nacion

Respuesta:

Jorge B. Rivera, en “La forja del escritor profesional (1900-1930)”, hace referencia bajo el
título de “Los proyectos editoriales” a la creación de la Biblioteca de La Nación. Cuenta
que se inició a comienzos del siglo XX ―específicamente a finales de 1901 pero que en su
conjunto duró más o menos hasta 1920―, en el auge de los proyectos editoriales que se
empiezan a desarrollar como respuesta a un nuevo público lector y la modernización de la
sociedad Argentina. Margarita Merbilhaá hace una explicación clara y concreta del rotundo
éxito que tuvo este proyecto, dado gracias a la expansión de la prensa gráfica en Argentina,
los medios técnicos de impresión impulsados por las nuevas linotipos y al sustento en la
renovación publicitaria. Además, la dependencia de la colección respecto al periódico hizo
que las posibilidades técnicas fueran óptimas. Editada por el diario “La Nación”, la biblioteca
se dio como la iniciativa de Emilio Mitre, quien se inspiró en modelos de bibliotecas de
Estados Unidos y Francia. Su propuesta era editar obras de interés, fácil lectura y ediciones
cuidadas, donde las traducciones sean de real valor literario, también se fijaba en el
abaratamiento de precios. No obstante, como objetivo fundamental se proponía a contribuir
al desarrollo de la naciente literatura nacional. Su catálogo fue organizado por José María
Drago, administrador del diario, y por Roberto Payró, encargado de la sección bibliográfica.
Bajo el lema “Al alcance de todos” se destacaba la accesibilidad de la colección, de este
modo las últimas novedades europeas también estaban presentes en sus estantes al
alcance de todos. Alberto Luis Romero, en “Libros baratos y cultura para todos los
sectores”, hace una introducción sobre los cambios de la sociedad porteña que hicieron eco
en la producción impresa y como esto se ve reflejado en distintos proyectos editoriales. Uno
de ellos fue el de esta biblioteca, cuya modernidad se vio reflejada en los aspectos gráficos
de los volúmenes que se ofrecían a la venta todas las semanas: un volumen de tela blanca,
con cantos dorados que permitieron a sus compradores formar su propia biblioteca y, lo
más importante, leer en castellano. Al mismo tiempo, se creó un encuadernado en tela de
color verde, azul o marrón, con letras doradas y líneas orgánicas. En cuanto al precio de
venta, la edición rústica costaba 40 centavos para los suscriptores (50 para el público en
general) y en encuadernado, 1 peso. El éxito fue inmediato. Las ediciones contaban con
prólogos escritos por Payró, hasta 1907 que pasó a ser director de la colección. Se
publicaron en total 875 títulos, en entregas de cuatro veces por mes, y el catalogo estaba
formado por contenidos de lecturas del sector ilustrado de la clase media, entre los que se
destacaban algunos clásicos, folletines novelescos (en los que se podían encontrar autores
como Theuriet, Maeterlink, Bourget, Pardo Bazán y D’Amicis) que fueron fundamentales
para llegar a todos los sectores de la población, especialmente al sector urbano, literatura
francesa, suspenso, de aventuras, utópicas y ciencia ficción, entre tantos. Con esto hay que
destacar dos circunstancias: en primer lugar, en el primer libro de la colección “Tres novelas
picarescas”, se pensaban dos criterios claves: 1) textos en lengua española, lengua
nacional que se quería reafirmar por la amenaza que representaba la mezcla de lenguas
causada por la inmigración. 2) el director publicó en el primer año de la Biblioteca títulos de
autores nacionales. Los primeros de la colección pertenecían a la familia propietaria del
periódico, en la elección de los demás títulos optaron por una literatura realista y por la
novela. Los títulos elegidos suponían la representación de conflictos de la sociedad de su
época, por ejemplo “La gran aldea”, de Lucio V. López; “Facundo”, de Domingo F.
Sarmiento; “Alma de niña” e “Irresponsable”, de Manuel T. Podestá; “En viaje”, de Miguel
Cané, “La novela de la sangre”, de Carlos O. Bunge; “Amalia”, de José Mármol, “La Bolsa”,
de Julián Martel, “Juvenilia”, de Miguel Cané, “Amar al vuelo”, de Enrique Rivarola, “Una
excursión a los indios ranqueles", de Lucio V. Mansilla y el best-seller “Stella”, de Emma de
la Barra. Aquí hemos nombrado títulos de los primeros cinco años de la Biblioteca. El
mismo criterio también explica una de las innovaciones del catálogo que, a partir de 1916,
publicó por primera vez los relatos de viajeros ingleses a Argentina de la primera mitad del
siglo XIX (los hermanos Robertson, Haigh, Bond y Proctor), especialmente traducidos por
Carlos Aldao. Por último, se destaca que “La Biblioteca de La Nación” fue la primera
iniciativa de edición a gran escala realizada en Argentina.

2. Elaboren un breve escrito que responda a la siguiente pregunta: ¿Cómo justifica


la autora la siguiente afirmación?: “Sin lugar a duda, la Biblioteca de La Nación
puede considerarse la primera iniciativa de edición a gran escala realizada en el
país”.
Tengan en cuenta:

- Características y envergadura del catálogo de la Biblioteca


- Vínculos con el campo intelectual
- Vínculos con el proceso de expansión de la clase media en el país.
- Los autores
- La empresa editora y sus vínculos con el mercado cultural

Respuesta:

“Sin lugar a duda, la Biblioteca de La Nación puede considerarse la primera iniciativa de


edición a gran escala realizada en el país”.

La afirmación hecha por Margarita Merbilhaá, sobre el proyecto editorial de La Biblioteca


de La Nación, podemos analizarla desde varios puntos de vista. Por un lado, situándonos
en el tiempo, específicamente a principios de 1900 y la sociedad Argentina bastante
fragmentada pero con ímpetu de integrarse, cuando ya la alfabetización había alcanzado a
un gran número de habitantes y la lectura como hábito se empezaba a instalar en los
distintos sectores (clase media e inmigrantes, mayormente la clase media) que se estaban
acomodando en la ciudad. Aspiraban en su mayoría a esas lecturas típicas de las clases
altas, aprovechando que podían leer con libertad: ya no se veían perseguidos por una
coerción acerca de lo que se podía o no leer. No obstante, no todos tenían la economía
suficiente para alcanzar grandes tomos de lectura. Sin pensamos en lo que se propuso
Emilio Mitre cuando inició este proyecto, cumplió con todo: editó obras traducidas en varios
idiomas (podías leer un autor francés en español gracias a las traducciones inmediatas que
se ofrecían, como también conocer autores argentinos contemporáneos), además del valor
literario a precio reducido. Obviamente, también se buscaban que sus lectores tengan un
espacio de entretenimiento. Como hemos visto en la consigna anterior, el amplio catálogo
ofrecido por La Biblioteca de La Nación y su acceso al alcance de todos los bolsillos hizo
más fácil la llegada de autores conocidos y no tan conocidos a todos los sectores. Lo
interesante es cómo cada lector formaba, con la entrega semanal, su propia biblioteca. Y si
pensamos en que fueron casi veinte años, todo esto es un gran logro. Lo que hace a esta
una gran biblioteca cultural a gran escala, es que no solo no perseguía los gustos
meramente políticos en cuanto a su lectura, sino que ofrecía su contenido con el fin de
ampliar el margen de conocimiento de la sociedad creciente, como un espacio ajeno a
muchos otros campos o editoriales que perseguían más bien fines de lucro. Sin embargo,
cabe destacar que estaban al filo de aquello que se leía en su gran mayoría: las novelas. Es
un género que tampoco pasaron por alto en sus índices de venta.

3. Realicen un análisis tomando ítems similares a los anteriores para analizar


Claridad, Tor u otro de los proyectos editoriales que mencionan los autores, a
vuestra elección. Tengan en cuenta las especificidades de cada caso (por
ejemplo en Claridad la publicación de la Revista junto a los libros; en Tor su
característica de “fábrica de libros”).

Respuesta:

Podemos analizar el proyecto de la Editorial Claridad desde varios puntos de vista: en


primer lugar, el contexto social y temporal en el cual se llevó a cabo. Antiguamente se
situaba en la calle Boedo 837 y debido a ello el grupo literario vinculado a la editorial
durante la década de 1920 fue llamado 'El grupo de Boedo', muy destacado en la historia
literaria Argentina por la cantidad de escritores y artistas notables que lo conformaban.
Claridad fue fundada por Antonio Zamora, a comienzos de los años veinte, junto con una
serie de proyectos los cuales integraban el propósito de agitación política y el afán culturista
y pedagógico de la izquierda clásica. El catalogo, “tribuna del pensamiento izquierdista”,
hablaba de una izquierda pacifista y antifascista que postulaba que el camino al socialismo
podía construirse a partir de reformas progresivas en el interior del parlamentarismo
burgués. Este proyecto rápidamente se convirtió en uno de los fenómenos más
significativos gracias a la dirección de Zamora, quien combinó la idea de la misión cultural y
la de la organización del saber a través con la percepción de la existencia de un vasto
público a quien podía conquistar con los libros adecuados y precios económicos y
atractivos. Obviamente una buena estrategia de venta. Si bien es una editorial que conserva
autonomía, comparte similitud con otros proyectos del Campo Editorial: se basan en las
preferencias políticas y sociales de lectura, con el fin de educar a la sociedad. No obstante,
nos solo busco abaratar libros, sino también llegara a muchas personas de poco acceso.
Los cuadernillos económicos, impulsados desde 1922, difundían clásicos universales,
textos de divulgación novelas naturistas, narraciones y poemarios de los jóvenes en la
corriente de la “literatura social” y folletines que polemizan sobre las más diversas materias.
Otra característica es que donde editaban libros, también editaban revistas. Por otra parte,
los títulos de su catálogo se encontraban ordenados en numerosas bibliotecas: Los
Pensadores (una de sus revistas), Los Poetas (Almafuerte y Carriego, Rubén Darío y
Machado), Los Nuevos (Leónidas Barletta, Álvaro Yunque, César Tiempo, Roberto Mariani),
Grandes Novelas Modernas, Biblioteca Científica, Obras de Estudios Sociales, etc. Los
autores argentinos publicados respondían a cierta tradición ya consolidada del
“pensamiento nacional” a los referentes del socialismo (Juan B. Justo, Alfredo Palacios), a
los poetas populares (Almafuerte, Carriego).

Claridad privilegió el pensamiento y la literatura europea del siglo XIX, en especial la rusa y
francesa, en una concepción de “obras selectas”.

4. Enumeren los elementos que les dan estas lecturas para definir a Antonio
Zamora (Director de Claridad) como “editor moderno”.

Respuesta:

Antonio Zamora

Podríamos definir a Antonio Zamora como un “editor moderno” basándonos en su carrera,


la cual comenzó en 1922, editando la serie semanal de los pensadores: una colección de
folletos de 32 páginas que ofrecía una obra selecta de la literatura universal a 20 centavos.
En 1926 se transformó en la revista Claridad. Junto a ella aparecieron diversas bibliotecas y
colecciones de libros, dirigidas a cada uno de los sector individuales, reales o postulados,
de lectores: Los Poetas, Los Realistas, Los Nuevos (donde tiene cabida la vanguardia
literaria), y también Novelas de Aventuras, Clásicos de Amor y hasta una serie de Sherlock
Holmes. Por otra parte, hubo una serie de estudios sociales, otra de estudios teosóficos,
cósmicos, etc. Singular éxito tuvo una serie de textos pacifistas que incluyo dos éxitos
notables: Sin novedad en el frente de Remarque y El Fuego, de Barbusse. Pero el mayor
éxito provino de una línea totalmente diferente: la Biblioteca Científica, dedicada a temas
sexuales: el matrimonio perfecto, conoció cuarenta ediciones en veinte años y
probablemente fue uno de los principales sostenes económicos de la editorial.
Simultáneamente la revista de aparición semanal se dedicaba al ensayo, la crítica y sobre
todo, a los temas políticos. ¿Había ediciones antes?, si, pero de carácter artesanal no
industrial como se empezaron a manejar a partir del siglo XIX, si bien aun se usaba trabajo
manual. Tampoco existía la figura del editor, sino del mecenas dedicado a muchos campos
no solo el de los libros, que daba patrocinio a los autores que no se dedicaban
exclusivamente a escribir, debido a que eran pocos los lectores aun dispuestos a pagar por
una obra o simplemente no se podía vivir de ese pago. El mecenas ponía un límite según lo
que buscaba de una obra, a diferencia de los editores que si bien buscan que el texto
coincida con su catalogo, no pone límites a cuanto quieran escribir sus autores llevados por
su imaginación, sino que los aconsejan. La idea es que el editor moderno nace de la
necesidad de aprender un mercado masivo, a través de las técnicas industriales disponibles
para producir grandes cantidades de unidades idénticas de contenidos textuales cada vez
más abundantes, de acuerdo a la época y a los criterios del autor. Debe también entender
el objeto libro como mercancía estética capaz de llegar al bolsillo de muchos, así como ver
también mas allá de lo que los lectores y autores buscan de una editorial, contando modos
de participación de los autores. Basándonos en esto, el desarrollo de Claridad fue
verdaderamente notable y marco toda esa época. Reduciendo costos, elevando tirajes y
agilizando la distribución en quioscos y librerías, Zamora pudo ofrecer libros muy baratos, a
un costo promedio de cincuenta centavos. Claridad fue captando y orientando los cambios
de sensibilidad, como prueba su vuelco creciente hacia los temas políticos y hacia la
vertiente latinoamericana, por esto mismo ha sido considerada como el principal proyecto
cultural de las décadas del veinte y del treinta.

5. A partir de la lectura de Rivera y de Diego, podemos establecer vínculos entre la


edición de libros y la de folletos y también revistas: ¿qué vínculos ustedes
definirían como importantes? ¿Por qué?

Respuesta:

 Leyendo los textos de Rivera (“La Forja del Escritor Profesional 1900-1930”) y de
Diego (“Una Mirada Crítica Sobre el Libro y el Editor”), el primer vínculo que me
parece interesante entre los libros, folletos y revistas es el de los altos tirajes, su
estrategia estética capaz de atraer a los lectores y objetivos socio-mercantiles, que
tienen en común la tendencia a abaratar los costos de producción y aspirar a la alta
popularidad en sus años. Esto me parece importante ya que, si bien estas formas de
lectura llegaban a determinados sectores de la sociedad y en algunos aspectos se
consideraban como algo degradante a la cultura —porque no a todos los lectores del
siglo XIX o XX veían como algo bueno estas formas lecturas, como por ejemplo: el
de los folletines de tendencia gauchesca—, tomaban un mismo objetivo de transmitir
cultura o de explotar determinados contenidos que se saben tendrán éxito comercial.
Me parece que aquí se puede mencionar los polos culturales y comerciales vistos en
el texto de Bourdieu.
 Otro vínculo a destacar es que todos estos movimientos textuales se dieron en el
auge de la alfabetización y crecimiento de un público masivo de lectores con gustos
de lectura individuales. El estado mediante la creación de nuevas escuelas, la
iglesia, y los partidos de agrupaciones políticas compitieron para entender las
demandas de esos nuevos sectores, por esto se multiplicaron los clubes las
sociedades de fomento, los centros y comités, las bibliotecas, los kioscos y se fue
generando una cultural letrada. Esto me parece importante también, porque con la
creación de los espacios de distribución de estos materiales físicos de lectura,
significaban por un lado, para los autores, una fuente de trabajo que añadida a los
periódicos y magazines, así como una forma de convivencia de los escritores
reconocidos con profesionales de los folletos, quienes encontraron un modo de
sustento y fama efímera.
 Otro punto que a mi opinión es importante es que tanto en folletos, como en libros o
magazines se apreciaba en menor o mayor medida la estrategia de un género en
común: el Romance. También algunos tendían a mostrar situaciones referentes a las
historias argentinas, como una mirada a ciertas políticas o ideologías marginales. Un
ejemplo de esto que no corresponde al siglo XIX, pero que está cerca es el “Martín
Fierro”: primero aparecido como una historia contada oralmente, luego distribuido
en folletines como símbolo nacional argentino, y luego “La Vuelta de Martín Fierro”
como un libro de mucho éxito. Un ejemplo que si es del siglo XIX es la editorial Tor
que publicaba desde el Capital de Marx hasta Mi lucha de Hitler, o sea, no
consideraba el tema ideológico. Es importante para mí todo esto debido a que la
historicidad y el romanticismo en esos años influye como base de muchos proyectos
emergentes.
 Nosotros, Claridad, Babel: fueron editoriales que fundaron revistas que editaron
libros. Con esto destaco que hay un vínculo entre revisas folletos y libros: se pueden
publicar o editar en un mismo espacio editorial en distintas colecciones. Aunque este
dato no es de tanta importancia, un dato importante es que tanto novelas, revistas,
libros o folletines responden a la necesidad y política de su propio medio de edición
o distribución.

Actividad de integración con conocimientos adquiridos en las clases de prácticos


previas:

a) A partir de la variedad de casos de proyectos y empresas editoriales sobre los que


leyeron en los textos de Rivera, Romero y de Diego establezcan relaciones de
esos casos con el concepto de “campo editorial” de Bourdieu.

Respuesta:

Tanto las grandes, medianas e independientes editoriales, así como los grandes proyectos
vistos a partir de Rivera, Romero y Diego, se ven dominados en su conjunto por sus leyes
institucionales determinadas dentro del campo editorial con aspectos relativamente
autónomos. Sabemos que lo que pone en juego a las editoriales dentro de este campo tiene
que ver con el prestigio, la trascendencia y el reconocimiento, por lo que juegan en base a
dos polos: uno de capital económico y el otro de acumulación de bienes culturales que, si
bien son distintos entres sí, es imposible separar uno del otro completamente en tanto el
libro como mercancía-significación. Mientras mayor capital financiero y estrategias, mayor
será el poder de las editoriales en su accionar dentro de su campo. A su vez, esto lleva a la
competencia de grandes editoriales por acaparar el más alto rango. Un ejemplo de esto es
la editorial Tor que tenía una estrategia marcada en sus años: vendía los libros por kilo sin
importar los títulos ni los tamaños. Esta decisión, si bien representó quejas, también elevó
considerablemente sus ventas. Tor, Editorial Colombo, el Pequeño Libro Socialista,
Sopena y Revista Leoplan comparten características de tirada, costo y distribución,
aspirando a alcanzar un amplio público. Solo una parte de sus integrantes eran lectores, o
en muchos casos se limitaban a la curiosidad de revistas o folletines. Aunque de fines
culturales, son empresas que aspiran a vender lo que editan con argumentos convincentes.
Estos argumentos de venta dan nueva significación a los libros, ya que atribuyen las
carencias y necesidades que van definiendo una imagen de ellos. Aquí claramente tenemos
ejemplos de empresa de polo comercial que prioriza el margen de éxito de ventas en obras,
en donde va a dominar una lógica financiera que está vinculada a la rentabilidad. Una
empresa editorial del polo comercial lo que va a intentar hacer es acelerar la recuperación
de inversión para realizar la ganancia y poder reinvertir, y volver así a generar utilidad. Y,
para hacer esto, hay que contar con lo que también Bourdieu llama una demanda
preexistente, que es el mecanismo más adecuado: editar aquello que sabemos que hay
gente que está esperando leer, contenidos que tienen un público ya disponible. Por otro
lado, tenemos proyectos como la Biblioteca de la Nación, Samuel Glusberg que se
dedicaba a reeditar autores hispanoamericanos y fundó Babel, Editorial Claridad
(inclinada a las ideólogas políticas), Proa, que editaban revistas, el movimiento de Rojas e
Ingenieros contribuir a la cultura del país con textos coloniales y gauchescos, Manuel
Gálvez, fundador de la cooperativa en su afán de editar autores argentinos rechazados por
el mercado. También hay editoriales como América Unida, que contribuyo a la literatura
científica, poner al alcance de toda las clases sociales libros de estudio e investigación, por
ultimo ofrecer a los noveles autores una tribuna para el conocimientos de sus obras.
Editorial Sur, que es parte de la revista Sur de Victoria Ocampo, su importancia fue
introducir algunos autores que no circulaban por Argentina. Aquí hay ejemplos de proyectos
y empresas de polo cultural, dedicadas asumir riesgos en valor del arte simbólico, cuya
lógica dominante será la lógica editorial, designándose a que público irá destinada cada
obra o catalogo. En el polo cultural, la pretensión es la de crear un lectorado, un público
para determinados contenidos que no tienen ese público al momento en que decidimos
editar una obra determinada. Su mayor capital viene de las reediciones, un fondo capital y,
en su mayoría, clásicos contemporáneos.
Para terminar, señalo que el enfoque de Bourdieu permite evidenciar que las prácticas de
selección de obras no son cuestiones de gustos personales, sino que responden a reglas
que estructuran al campo editorial. También se puede decir que estas empresas, aunque no
estemos muy seguros, pueden inclinarse hacia ambos polos pero con uno dominante.

b) Relacionen con el texto Los nuevos lectores del siglo XIX, de Martin Lyons,
comparen los procesos que se dieron en Europa en ese siglo con los que
ocurrieron en las primeras décadas del siglo XX en nuestro país.

Respuesta:

Vistos los proyectos editoriales y los objetivos vistos en los textos de Rivera, Romero y
Diego, comparados con las maneras de leer vistas en el texto de Lyons, se puede decir que
ya desde el siglo XIX los contenidos editoriales se adecuaban a las necesidades y gustos
de los públicos lectores nacientes, editando reeditando obras según la ideología dominante
de la época (ideología religiosa, política, etc.), con folletines, libros culturales, literatura de
escasa cultura y más de entretenimiento dirigidas a los distintos sectores de nuevos
lectores como una estrategia de venta y éxito bastante cambiante. También se podría decir
que los procesos ocurridos en el siglo XIX fueron como un impulso para el proceso de
creación de las modernas editoriales y movimientos dados durante el del siglo XX.

En el texto de Lyons, se dejan ver una serie de procesos que cambiaron las formas de leer
en el siglo XIX que también en parte se dan de forma distinta en la Argentina del siglo XX:

 Para empezar, en Europa, para 1890, casi en 90% de la población se habían


alfabetizado. Esta fue la edad de oro del libro en occidente ya que fue la primera
generación que accedió a la alfabetización masiva, en auge de la escolarización y la
corta jornada laboral. La actividad editorial de la primera mitad del siglo XX en
Argentina, al igual que en el siglo XIX, se caracterizo también por una creciente
urbanización, agudizada con la llegada masiva de inmigrantes y campañas de
alfabetización.
 La Biblioteca pública de la Nación se inspira en modelos norteamericanos y
franceses, que se propone a editar obras de interés atractivo y fácil lectura con las
novedades al alcance de los nuevos lectores de clase media. No obstante, el siglo
XIX las bibliotecas de préstamo, si bien perseguían un bien filántropo, exponían una
literatura educativa de conveniencia para mantener educados a los obreros mujeres
y niños, con la necesidad de aliviar las tenciones sociales. No había tanta libertad
para elegir un tipo de lectura propio.
 En el siglo XIX la novela se veía como un género literario solo expuesto a las
mujeres, sin embargo, en la actualidad del siglo XX se comenzó a ver este género
como dominante para todos los públicos. También comenzaron a aparecer otro
tiempo de entregas semanales: ya no se trataban solo de novelas por entrega sino
también de cuadernos mensuales de ciencia y letras.
 Para el siglo XX los libros ya no parecían tener tanta censura como en el siglo XIX,
pero si tienen algo en común: siguen siendo una de las más grandes demandas de
las épocas. Un ejemplo de esto es la época neoliberal en donde se prohibían ciertos
libros.
 Así como las mujeres lectoras en pleno siglo XIX se juntaban en reuniones grupos a
discutir sobre sus lecturas, ya para el siglo XX los sectores populares supieron
crearse ámbitos y espacios de reunión de defensa de sus intereses inmediatos. A
partir del siglo XX se crearon instituciones culturales que ya no se limitaban a la
escuela o bibliotecas de préstamo: Esquinas, o el café, clubes, la radio, el cine, etc.
 Al igual que en el siglo XIX, un catalogo debía servir ya en principios del siglo XX a
un número amplio de finalidades, principalmente a 3: la adquisición de un patrimonio
cultural, el entretenimiento y la sensibilidad ante problemas sociales que ya se
venían dando en la época anterior. Se trataba de moldear a los públicos lectores
para que se hagan cultos, pero siempre manteniendo un margen dentro e ciertas
reglas para no crear conflictos respecto a lo político, humanista o protestante. Ya no
existían los tabú que no se podían tocar en el siglo XIX por la ideología religiosa,
que tenían que ver con el mensaje de dios, sino que a partir del siguiente siglo se
apreciarían temas como la educación sexual, ya no se priorizaría el matrimonio
perfecto sino el amor libre y los temas vinculados al divorcio. Los niños del siglo XIX
aprendieron con la lectura de textos religiosos y moralistas, editados para la
comodidad de los padres que no querían que sus hijos conocieran la crudeza de los
cuentos infantiles orales. Además, en esa época no se gastaba en libros para la
lectura, sino que se leían tarjetas o poemas. A partir del siglo XX este mensaje
moralista de una familia feliz continua, pero no en término dominante sino mas bien
para contribuir a ayudar a los niños a aprender de forma más inocente con libros de
texto infantiles y manuales escolares.

También podría gustarte