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I Una adolescente como cualquiera

y una cruel madrastra que debe


quitarla del camino. I D E VA P O R
Dos tiempos. Dos relatos que se

funden como mitades perfectas de


una manzana. Lr \/,rlr,n/ueta León
Nieve Negra nos hará descubrir lo
que más tememos de nosotros mis-
mos, aquello que jamás hubiésemos
t i rr,vc Negra
querido saber.

Camila Valenzuela León (1985). Es

Licenciada en Literatura y escritora.


Actualmente, cursa un Doctorado
en Literatura e imparte clases en
el Diplomado de LIJ de la USACH.
En 2013 lanzóZahorí l. El legado,
su primera novela juvenil que pu-
blicó SM. La segunda parte de esta
trilogía, Revelaciones, se publicará *Ú"'
en 2014.

A PARTIR DE 12 AÑOS ,*;f


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ISBN : 978-956-349-685-7

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II
Nieve Negro
Camila Valenzuela León

llustración de portada: Alejandra Acosta

Dirección literaria: Sergio Tanhnuz


Edición: Paula Peña

Dirección de Arte: Carmen Gloria Robles


Diseño y diagramación: Patricia López
Prod ucción: Andrea Carrasco

Primera edición: octubre de 2A14 A Claudia y Juan,


Segunda edición: octubre de 201 5 que. encontraron el espejo al misnto tiempo que yo.
o Camila Valenzuela León.
O Ediciones SM Ch¡le S.A.
Coyarrcu ra 22.83, oficina 203,
Providencia, Santiago de Chile,

AIENCIÓN AI Ct 1ENI E
Teléfono: 600 381 13 l2
www.ed iciones-sm.cl
chile@ediciones-sm.cl

Registro de propiedad intelectual: 244.334


Registro de edición: 244.327
ISBN: 978-956-349-685 7

lmpresión: Salesianos lmpresores


General Gana 1486. 5antiago, Chile.

lmpreso en Chile / Pilnted in Chile

No está permitida la reprcducc¡ón total o parcial de este libro, ni su


tratam¡ento informático, ni su transm¡s¡ón de ninguna forma o por
cualquier medio, ya sea digital, electrón¡co, mecánico, porfotocop¡a,
por registro u otros métodos, sin el perm¡so prev¡o y por escr¡to de los
t¡tulares del copyllghú.
Diez

Encontrar el espejo no fue casualidad. No puede


serlo. Más bien, fue producto de una serie de even-
tos raros y dislocados. Igual que mi vida.
Como Íatavez ocrrria, estábamos los tres en la
cocina. Mi papá había cocinado un budín de be-
renjenas y cuando le ofreció una copa de vino a
mi mamá, ella contestó que no con los ojos como
búho. Dos segundos después, se abrazaron. Cua-
tro segundos después, lloraron. El llanto duró
más de dos o cuatro segundos. Ahí entendí que
estaba embarazada. No por el vino, el abrazo o
el tiempo, sino por las lágrimas. Llevaban como
seis años tratando de tener otro hijo, pero no había
caso. No podían. Al principio, fueron al médico y
les dijo que igual era raro porque ya habían po-
dido tener una hija. Le preguntó a mi mamá si el
parto fue muy traumático y ella contestó que sí,
que yo venía no sé cómo. Enredada, por las patas.
Qué sé yo. (Eso ni siquiera me 1o contó a mí,la
escuché hablando por teléfono con mi abuela, que

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ya está muerta). Le hicieron un montón de exá- pero el punto es que no se movió. A1 contrario,
menes, pero los resultados siempre salieron bue- le pidió que sacara más cartas. Le contó todo su
nos. Parecía no tener ningún problema. Un día, mi drama acerca de la supuesta infertilidad y le dijo
papá (que es medio esotérico porque es de esos que se moriría si algo me pasaba. Volvió abarajar.
psicólogos con la volada jungiana) le dijo que era A cortar. A escoger. No sé qué cartas salieron, no sé
su inconsciente. Que estaba estresada, que debía qué caras pusieron,lo único que sé es que la bruja
dejarlo ir. Relajarse. Y ahí ernpezó la seguidilla de ordenó elmazo,lo guardó y salió del departamen-
doctores mula. Chamanes, tarotistas, videntes. Flo- to como si hubiera visto al diablo. Y la odié por-
res de Bach, gemoterapia, reiki. Yo no me trago el que, desde ese día, mi mamá quedó obsesionada
cuento de que la esencia de lavanda (o 1o que sea) conmigo. Cuando estaba depresiva pensaba que
te abñrá los chakras y te dejará embarazada; pero podría pasar algo; cuando estaba de mejor ánimo
mi mamá, sí. Y trató. Lo intentó una y otra, y otra decía que tenía una niñita índigo y me preguntaba
vez. Pero no hubo caso. Lo único que logró fue si veía cosas. Yo lo único que veía es que se había
perder platay tiempo, y ganar una predicción: que vuelto loca con el tema de los hijos y las guaguas.
yo era rara. Eso tampoco me 1o contó mi mamá;1o Hasta el año pasado, cuando supe que tendría un
escuché cuando vino una vieja a sacarle las cartas hermano o hermana menor.
hace dos años. Ellas estaban en el living y yo de-
trás de la puerta de la cocina. Podía oír cuando la Se abrazaron, lloraron. Celebraron. Cuando
br$abarajaba, cuando dejaba las cartas sobre la pasó la emoción de la noticia, mi mamá dijo que
mesa. Llegó el silencio. Un silencio largo. Se es- tendríamos que irnos del departamento porque
cuchaba el movimiento inquieto de mi mamá so- era muy chico para los cuatro. En realidad, más
bre la silla, como si tuviera un nido de hormigas que una propuesta, fue una orden. Yo no me voy,
bajo ella. Es un alma antigua,le dijo por fin. Tiene aseguré. Insistí en que no quería irme de ahí, que
muchas vidas en su cuerpo, pero hay algo raro ese departamento era nuestro hogar. Que cabía-
en ella. Mi mamá preguntó qué era. Las cartas no mos de más. Que había familias de seis personas
quieren hablar. Ella tiene un bloqueo energético. que vivían en lugares más chicos que ese. Que Ñu-
Yo no sé cómo a esas alturas mi mamá seguía ahí, ñoa era mi barrio, nuestro barrio. Y que no éramos

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cuatro, sino cinco porque el quiltro, que me acom- mi papá salía de la pega, me iba a buscar y nos pa-
paña desde los siete años, también era parte de la seábamos por la comuna buscando casas. Lo que
familia. Mi mamá ni tuvo que contestar porque mi decía él era cierto: por más que buscábamos, no la
papá se puso altiro de su lado. Cambia la cara por- encontrábamos.
que es una decisión tomada, dijo é1. Yo tuve que Hasta que una noche, cuando iban a ser casi las
acatar la decisión, pero no cambié la cara. diez,llegamos a una casa. Llevábamos horas dan-
do vueltas por el barrio, recorriendo todas las pro-
Mi mamá, como es poquito obsesiva, cambió piedades que mi papá agendó durante el día, pero
una preocupación por otra: ya no era que no po- ninguna nos había gustado. Estábamos cansados,
día tener guagua, sino que podía perderla. Los tres chatos y muertos de hambre. Decidimos que era
primeros meses son cruciales, repetía. Cuando ya suficiente, que era hora de volver. Mi papá se me-
tenÍa seis y todo seguía perfectamente bien, vino tió a una calle para dar la vuelta y salir a Macul,
la obsesión por el cambio de casa. Que cuándo nos pero esa calle lo llevó a otra y esa a otra, y ninguna
vamos a ir,le decía a mi papá. Que teníamos que era Macul. Tir mamá debe estar histérica, qué lata,
armar todo 1o antes posible porque ella no quería se quejó mi papá. Dio la vuelta de nuevo y llega-
estar desembalando con una guata enorme o, peor, mos a una plaza con siete casas antiguas alrededor.
con el niño recién nacido (está convencida -o quie- No sé si fueron las casas, la plaza o los faroles sin
re estarlo- de que será hombre). Mi papá le con- polillas, pero me encantó. Y para mi suerte, una
testaba que era lento, que no era llegar y comprar de ellas tenía el cartel rojo con letras blancas: "Se
una casa como en el Metrópoli. Y ella le respondía vende". Esas fueron las palabras mágicas.
que el lento era él porque estaba lleno de casas en Mi papá estacionó el auto y nos bajamos. La
Ñuñoa, que cómo no iba a ser capaz de encontrar casa tenía una fachada de piedra y un pequeño
una. Yo prefería no meterme, porque siempre sal- patio delantero cercado por una reja de madera,
go perdiendo. Así que, después del colegio, me iba que me llegaba hasta la cintura. Toqué el timbre.
a la casa del flaco para capearme los dramas de mi Toqué de nuevo. Parece que no hay nadie, comen-
mamá. Alrededor de las siete de la tarde, cuando tó mi papá y antes de que alcanzara a llamar al

10 11
número de teléfono escrito debajo del cartel, corrí pensaba en los muebles, sino en otra puerta que
el pestillo de la reja y entré. había al fondo. Lo que estaba detrás de ella me
Ftri raíz dentro de la tierra. llamaba. Gritaba mi nombre en silencio. En un si-
Escuché que mi papá decía mi nombre des- lencio que envolvía la cocina,la casa, el barrio. En
pacio, como un grillo. No podemos hacer eso, un silencio que me envolvía a mí.
repetía, pero yo no quería escuchar, yo quería en- Mi papá siguió hablando y yo caminé hasta
trar. Subí los dos escalones y me paré frente a la la puerta. La abri y me encontré con la oscuridad.
puerta de entrada, mucho más alta y ancha que yo. Oye, papá, ven a iluminar por acá, dlje, y él me
Giré la manilla de bronce, que pasó rápido hacia el respondió que nos enfocáramos en la casa, que mi
otro lado. Se abrió sola o lo hizo el viento, pero no mamá debía tener los pelos de punta porque toda-
la abrí yo. El quejido recorrió mi cuerpo como si vía no llegábamos. Ya, poh, no te cuesta nada, si
también estuviera hecho de madera. Primero mis son dos minutos no más. Me miró con resignación
pasos; atrás,los de mi papá. El espacio era una y fue hacia el umbral donde estaba para iluminar
mancha negra, como el quiltro. Ni una sola franja el patio trasero poco a poco, dejando que la luz
deluz se colaba entre las cortinas. No me importó. de la linterna paseara con calma por cada rincón.
Doblé hacia la izquierda y corrí la primera tela que Las formas serpentinas de las plantas secas pare-
encontré. Laluz del exterior iluminó vagamente el cían extrañas piezas de museo. Elhaz de luz llegó
living, que era amplio, oscuro y vacío; un hoyo ne- hasta el fondo y ahi, en medio de Ia oscuridad,
gro. Miré hacia arriba y el techo me pareció lejano había un árbol de tamaño mediano. Su copa era
como el cielo. Cuando bajé la mirada, un haz de redondeada, abierta y tenía numerosas ramas de
luz, fino y penetrante, me llegó directo a los ojos. forma horizontal. Parecía ser un árbol común y
No podemos entrar así, advirtió mi papá con su colriente, pero por alguna razón irradiaba cierto
llavero-linterna en la mano. Ya estamos dentro, le rnagnetismo. Le pregunté a mi papá si sabía qué
contesté y seguí caminando hacia el comedor. Por ¿írbol era. Un manzano, contestó. Unos segundos
ahí había una puerta de acceso a la cocina. Entra- después, volvió a hablar: La encontramos. Esta es
mos y mi papá dijo que tendríamos que remodelar, rruestra casa.
porque los muebles estaban llenos de moho. Yo no

12 13
Al poco tiempo, mis papás pudieron comprarla Así que me volví a echar sobre la tierra. Y él vol-
y empezaron las remodelaciones. Yo terminaba el vió a ladrar. ¡Calla a ese perro, por favor!, gritó
año en el colegio y la casa era un caos, así que no mi mamá desde el interior de Ia casa. Me senté. Él
volví a ir hasta hoy, que nos cambiamos. Y por más miró,ladró, escarbó. Fui hasta el manzano donde
que la casa me encanta, que el manzano me llama estaba el quiltro y le pregunté qué onda. Él se ca-
y que el quiltro está feliz, estoy chata. O rara. No 11ó y se sentó. Me acerqué para hacerle cariño de-

sé. Hay algo que me molesta, aparte de tener que trás de las orejas y el reflejo del sol en la tierra me
aguantar la histeria de mi mamá por la mudanza, cegó. Me moví, me agaché: había algo enterrado
los 33 "C santiaguinos o las fotos en Facebook del ahí. Me puse a escarbar como el quiltro. Mientras
flaco en la playa. Quizás es que, a pesar de que más tierra sacaba, más ansiosa me ponía. Necesi-
a mi papá le dieron el día libre en la pega por el taba saber qué era, qué había enterrado al alero
cambio de casa y aun siendo los tres más los tipos del manzano. El quiltro se puso detrás de mí, no
de la mudanza, todavía quedan millones de cosas sé si para no molestar o para cuidarme de algo.
por hacer. Lo bueno, de todos modos, es que a las Una mano dentro de la tierra, la otra. IJna mano,
seis de la tarde mi papá decidió que el día laboral, la otra. Hasta que lo vi, lo tomé y 1o saqué: era
por lo menos paramí, había terminado. un espejo ovalado. Su borde dorado, de unos cin-
Llamé al quiltro y nos fuimos al patio trasero, co centímetros de ancho, tenía talladas cientos de
que con laluz del día se veía más grande. Me tiré pequeñas hojas que rodeaban a tres mujeres, una
sobre la tierra y miré el cielo. Ya no hacía el mis- abajo y dos a cada lado, siendo coronado por dos
mo calor de unas horas atrás. Cerré los ojos. No ángeles que se dan la mano. Qué hacía un espejo
estuve mucho rato así: el quiltro empezó a ladrar. tan antiguo enterrado en el jardín de mi casa justo
Le pedí que se callara, pero obvio que no me pes- al lado del manzano, todavía no 1o sé. Pero voy a
có. Siguió ladrando. Me incorporé un poco hasta averiguarlo.
quedar sentada. Entonces lo vi justo debajo del Lo limpié un poco y entré a la cocina para pa-
manzano. Me miró,ladró y después escarbó con sarle un trapo. Lo sacudí y saqué todo el polvo
sus patas delanteras. Estaba tan cansada que, Por que tenía acumulado quién sabe desde cuándo.
mucho que lo quiero, no me interesaba su ánimo. Fui hasta el living para mostrárselo a mi papá,

14 15
pero estaba demasiado ocupado instalando lám- Camino hasta la ventana y veo el manzano solo e
paras, así que subí las escaleras y fui hasta mi pie- imponente en medio del patio. Alcanzo a ver las
za. Después del jardín, el segundo piso es la parte frutas que cuelgan de sus ramas. Verdes, amari-
más bonita de la casa. Apenas terminan las escale- Ilentas todas. Menos una, que es roja. Oscura como
ras, empieza un pasillo amplio y largo con varias la sangre. Siento toda la energía del árbol sobre
piezas a los costados. Mis papás eligieron la más esa manzana de sangre. Las ramas se tuercen, el
grande, que es justo la segunda a mano izquierda. tronco se queja. La manzana se deshace de a poco
Yo escogí la que está al final porque tiene una ven- como un coágulo. El árbol llora sangre. Me doy
tana que mira hacia el patio interior. El manzano vuelta, me acerco al espejo. Me pongo frente a él:
está justo frente a ella. Entré, dejé el espejo encima no veo mi reflejo, no veo mi sombra. Solo veo caer
de la cama y fui a buscar la caja de herramientas. dentro de él una espesa nieve negra.
Saqué un clavo, el martillo y lo colgué. Caminé ha-
cia atrás para verlo desde lejos. Lo miré. Me miré
en é1. En alguna parte estaban los rasgos de mi pa-
dre, no así los de mi madre. Abrí mi cama, me metí
dentro de ella y cerré los ojos. No demoré mucho
en quedarme dormida.

Sueño con el espejo. Camino por el pasillo del


segundo piso. No veo 1o que está al frente, sino
mi espalda. El pelo largo y negro cayendo sobre la
espalda. No hay sonido alguno dentro de la casa.
Solo el silencio me acompaña. El silencio y laluz
que se cuela por la ventana de mi pieza. Es una luz
nocturna que proyecta sombras en el pasillo. Ex-
cepto la mía, porque yo no tengo sombra. Yo soy
la sombra. Entro a mi pieza, me veo durmiendo.

1,6 17
pero estaba demasiado ocupado instalando lám- Camino hasta la ventana y veo el manzano solo e
parast así que subí las escaleras y fui hasta mi pie- imponente en medio del patio. Alcanzo a ver las
za" Después del jardín, el segundo piso es ia parte frutas que cuelgan de sus ramas. Verdes, amari-
más bonita de la casa. Apenas terminan las escale- llentas todas. Menos una, que es roja. Oscura como
ras, empieza un pasillo amplio y largo con varias la sangre. Siento toda la energía del árbol sobre
piezas a los costados. Mis papás eligieron la más esa manzana de sangre. Las ramas se tuercen, el
grande, que es justo la segunda a mano izquierda. tronco se queja. Lamanzana se deshace de a poco
Yo escogí la que está al final porque tiene una ven- como un coágulo. El árbol llora sangre. Me doy
tana que mira hacia el patio interior. Ei manzano vuelta, me acerco al espejo. Me pongo frente a é1:
está justo frente a ella. Entré, dejé el espejo encima no veo mi reflejo, no veo mi sombra. Solo veo caer
de la cama y fui a buscar la caja de herramientas. dentro de él una espesa nieve negra.
Saqué un clavo, el martillo y 1o colgué. Caminé ha-
cia atrás para verlo desde lejos. Lo miré. Me miré
en é1. En alguna parte estaban los rasgos de mi pa-
dre, no así los de mi madre. Abrí mi cama, me metí
dentro de ella y cerré los ojos. No demoré mucho
en quedarme dormida.

Sueño con el espejo. Camino por el pasillo del


segundo piso. No veo 1o que está al frente, sino
mi espalda. El pelo largo y negro cayendo sobre la
espalda. No hay sonido alguno dentro de la casa.
Solo el silencio me acompaña. El silencio y laluz
que se cuela por Ia ventana de mi pieza. Es una luz
nocturna que proyecta sombras en el pasillo. Ex-
cepto la mia, porque yo no tengo sombra. Yo soy
la sombra. Entro amipieza, me veo durmiendo.

L6 17
Nueoe

Cuando el rumor sobre el templo de San Agustín


llcgó a sus oídos, supo que las consecuencias del
'lbrremoto Magno apenas comenzaban. La figura
ticl Cristo sobrevivió al movimiento, salvo por la
('orona de espinas que, inexplicablemente, llegó
lrasta su cuello para quedarse ahí. Imagen diabó-
lica, presagio funesto. La divinidad está enojada,
Pcnsó. Cuídese, cuide a su familia, patroncito, dijo
lir rregra. Esto recién comienza.
Días después de la catástrofe, Santiago de Chi-
Ic no solo sufría las pérdidas del terremoto, sino
irrlcmás los estragos de las lluvias implacables que
irzotaban la región. El conjunto de ambas fuerzas
rlr.iaron más de seiscientos muertos para llorar,
nriles de damnificados y pésimas condiciones de
s¿rlubridad. La ciudad se sumergió en ruinas, en-
It'rrredad y pobreza. Pronto, la muerte empezó a
rr¡ndar la casona de adobe y piedra: su señora era
un¡ de las contagiadas con la epidemia de cha-
virlongo. La trasladaron al sector de la casa que
rt.sistió el terremoto para mantenerla cubierta,

19
abrigada y protegida del invierno, pero eso no apareció en la sala para clecirle que una mujer ya-
funcionó. Al cabo de una semana, la mujer falle- cía en la entrada. Entonces, apareció 1a negra con
ció. El hombre salió del dormitorio y tomó a su su aura fantasmal. Limpió el filo del cuchillo en su
hija en unabrazo que rro soltaría nunca, ni siquiera clelantal y le dijo que el momento había llegado. El
después de su muerte. La niña era copia fiel de irricio del fin, murmuró. É1no creía en la magia de
su mujer: piel blanca como la nieve, labios rojos Irr negra, en sus hechizos, vaticinios o infusiones.
corno la sangre, cabello negro como la madera del íil solo creía en Dios. No supo en ese momento,
1o
ébano. La niña, ia mujer, en una sola vida. Pasaba pcro las palabras de la negra serían para él espinas
cada día con ella como si fuera el último. Hasta crr su cuello.
que ur.ra mañana de verano cuando la niña ya tenía Caminaron juntos hasta la entrada de la casa
dos años,la negra vaticinó que otra mujer llegaría y cuando abrió la puerta vio un cuerpo menudo
a Ia casa. Será alegría
y desgracia, dijo. É1no creyó tlt'svanecido en el suelo. Se agachó y lo giró. Qui-
o no quería creer. Cállate, negra hereje, contestó. tri la capucha grisácea: iabios gruesos, piel oscura.
La negra calló hasta el invierno, cuando apareció Srr¡-ro, entonces, que se quedaría con é1. La negra
frente a su puerta la mujer que él negó. rr.trocedió. Él tomó a la mujer en brazos y la 11e-
vri al interior de la casa mientras ordenaba agua
Era la noche más fría del año. Qttizás,la noche y alimento para la extraña. La tendió en un sillón,
más fría que había debido soportar jamás. Una st'lrr:odilló a su lado y pasó los dedos por una de
fina capa de escarcha cubría la tierra dejando bajo l,rs rnejillas. Pálidas, frías.La culpa 1o embargó al
ella un cementerio de flores y hierbas. La niña inraginar qué pensaría su difunta señora si lo vie-
dormía profundamente en una de las habitaciones l'ir irsí, abstraído por una desconocida. No pudo
mientras él bebía una copa de vino frente al fuego. ,rtlt.rrtrarse en ese sentimiento: la mujer abrió sus
Podía escuchar a la negra trabajar en la cocina y oios. Él preguntó quién era, cómo había llegado
oler el guiso de lentejas que tanto le gustaba. La ,rlrí. llcspondió que no 1o sabía, que llevaba la me-
puerta principal sonó dos veces. Fueron dos gol- ttrrlria en blanco.
pes secos, sin pudor, como si fueran las ocho de Lir negra entró a la sala con un plato de lentejars
Ia mañana y no de la noche. Uno de los criados V un vaso de agua. Puso la bandeja en las piernas

20
de la mujer. Luego, hurgó entre los pliegues del pudo dormir. Intentó conciliar el
Esa noche no
vestido hasta sacar un espejo ovalado de borde streño, pero cacia vez que cerraba los ojos veía a
dorado con tres figuras femeninas y dos ángeles sr-r mujer, a su niña, a la extraña, ala negra y al

tocando sus manos. Vea su reflejo, quizás así re- cspejo. Una imagen hilvanada por la otra, pen-
cuerda quién es. La mujer no dijo palabra alguna. s¿rrniento eterno que no le permitió descansar. Se
É1 pensó que había quedado hipnotizada por el lcv¿rntó de la cama en plena madrugada. La luna
espejo de la negra o por su reflejo, porque no 1o llr,na proyectaba sombras por toda la casa. Pasó
soltó más. D{ó que la negra se sentara a su lado y Por el dormitorio de su hija, puso otra manta enci-
le diera la comida a cucharadas. La devoró como nrir de ella y volvió al pasillo principal. Fue hasta
si fuera la primera vez que se alimentaba. Gracias, l,r ¡ricza donde había dejado a la mujer. Las velas
repetía cadavez que llevaba una nueva cucharada Iotl¿rvía ardían y una tenue luz salía desde el in-
a su boca. Gracias era el mantra que repitió hasta lr.r'ior. Se asomó apenas y la encontró despierta.
que las lentejas se acabaron y cayó profundamente l',slirha sentada al borde de la cama y miraba su
dormida. La volvió a tomar en brazos y la llevó rr,llt'jo cn el espejo ovalado, que sostenía entre las
a uno de los dormitorios principales. Tendió su nr,r)()s. Parecía hechizada, incapaz de advertir que
cuerpo sobre la cama, la arropó y dejó la puerta r,l l,r observaba. Le pareció diáfana y sombría a la
entreabierta para que pudieran escucharla si lla- L¡ vida y la muerte juntas, como dijo la negra.
l
vr,z.
maba. Afuera estaba la negra, protegiendo la llama | )r,t'itliti que se casaría con ella: él necesitaba una
de la vela con una mano mientras la otra sostenía r':,1)()s,ir, su hija necesitaba una madre y ella necesi-

el candelabro. El fuego brillaba en sus ojos. Ella t,rlr,¡ 1¡¡'¡ hogar, una identidad. É1le daría la vida a
dice que no recuerda, pero recordará. Todos recor- , ,¡rrrlrio de los sueños que su primera mujer arras-

daremos la noche cuando vida y muerte entraron Irr, ,r lir tumba. Entró al dormitorio, se arrodilló
a esta casa tomadas de la mano. É1no temió. El llr )r s(.llunda vez frente a ella y tomó su mano. Le
vacío que podía llenar esa mujer era más fuerte ,lr¡r, t¡rrt' rrecesitaba una madre para su hija y ella
que el miedo a los presagios de Ia negra. Debió r orrlcstti clue sería madre de todos los hijos que él
haberla escuchado. r r r r: i i(
I
'r'il tcner. Y é1 le crcyó.

22 23
|!1,
El matrimonio se llevó a cabo un mes después, Fil tiempo pasó y con él se fue la esperanza de
al comenzar la primavera. La casona fue decora- t¡trt'cI dolor por la pérdida llegara a su fin. Por
da con cientos de ñuños, que inundaron el lugar rrriis que anhelaba olvidar el recuerdo de la muer-
de una luz amarilla. Ella vistió de encaje blanco It., rro lo conseguía. Quería a la mujer por la que
bordado y amarró su pelo con un lazo trenzado ,rl¡¡rrrra vez se sitrtió cautivado, pero estaba lejos de
dc seda multicolor. Apareció en el jardín cuando vivir el sentimiento que la madre de su hija pro-
empezó a sonar la guitarra y caminó con parsimo- tlrrjo cn é1. Incluso años después de su muerte,la
nia hasta el manzano, donde él esperaba erguido lxtrlñaba como el primer día. Ella lo sabía,lo veía
y ansioso. Parece un ángel, pensó. Es el ángel de llr c¿ltlir gesto, palabra, mirada. Odiaba en secreto
la muerte, pensó la negra, que miraba escondida ,¡ l,r nrrrcrta que robaba todos los días su felicidad.
desde un rincón. Cuando la ceremonia acabó, ella l,,r nrucrta presente en cada rincón de la casa que
era la reina de la casa. Sublime, elegante. No im- r,l rro lc pelmitía cambiar, en cada palabra que no
portaba que hubiera perdido la memoria de una .llr'Íir, cn cada promesa sin cumplir. La muerta
vida pasada porque el presente había sido hecho lrrcs('nte, sobre todo, en la niña. Todos sabían que
para ella. Él la contemplaba como alguna vez lr',r lir copia de la primera mujer. Lo sabían quienes
contempló a su primera esposa. Los sirvientes la l,r vit.ron nacer y 1o sabían, en especial, quienes
obedecían como alguna vez obedecieron a la pri- l,r vr'í¿ln crecer. Cada día la niña adquiría, más y
mera esposa. La hija jugaba con ella como nunca rrr,rs, los labios rojos, la piel pálida y el pelo negro
jugó con su madre. Le gustaba pasear con la niña, ,lr, su rn¿ldre. Para é1 era un regalo; para ella, una
llevarla de la mano hasta el manzano mientras él rtr,rltlicit'rn. Podía sentir el aura de la muerta cada
las observaba desde el interior de la casa, satis- \'(,¿ (llr(' se acercaba a la niña y estaba condena-
fecho. Se sentía tranquilo, correspondido. Es la r l¿r ,¡ tlcvolver una mirada dulce para permanecer

madre que mi hija no habría podido tener,le dijo rrlrt, pirra seguir siendo la reina de la casa. Pero
una tarde a la negra y, por primera vez, ella no le r,n tr,ilr¿rclr) Ilegaba al fin con cada año que la niña
contestó. El silencio de la negra le recordó la im- r urnPlí¡. Eres la niña rnás linda del mundo, repe-

posibilidad del remplazo,la eterna ausencia de su ll,r r,l t'ilcla vez que se dirigía a su hija. Mientras,
primera esposa como una realidad fatal. htlnrl)r'('clcsde atrás, ella hundía su corazírn en l¿¡s

24 25
tinieblas. Pasaba horas llorando en su dormitorio vcz! ¡Que me lleve! La mujer y la niña entraron co-
sin que é1se diera cuenta. Miraba su reflejo en el lriendo a la casa cuando escucharon los gritos. Ella
espejo que la acompañaba desde su llegada a esa intentó contenerlo, pero é1 seguía gritando descon-
casa, su fiel compañero. En é1 corroboraba cómo trolado, devorado por la ira. La niña se le acercó
cada línea nueva en su rostro era un aliento más y tomó su mano: fue el alivio a todas sus penas.
de vida en su hijastra. Como si la niña pudiera ro- St' arrodilló ,la abrazó. Lloró como el niño que no
barle la vida,la energía,la belleza y el amor. Niña crir. La mujer observó la escena con la mirada per-
ladrona que todo 1o quiere y nada comparte. Para tlida y el corazón ennegrecido. Desde un costado
ella, ni las sobras. rrrir¿rba la negra, quien tuvo la certeza de que, esa
rroche, la muerte estaba más viva que nunca.
Él también veía con amor y temor el parecido l)esesperada y llena de cólera, la mujer advirtió
de su hija con la primera esposa. Se sentía en casa (lu(' la única solución posible era darle un hijo a su
siempre que fijaba sus ojos en la niña, pero al mis- rrr,rric'lo. Remplazar a la niña, reflejo de la muerte,
mo tiempo, una sensación de extraña soledad 1o r on otro niño que fuera el reflejo de ella, la vida.

invadía. Un brote de traición, de abandono, que l)r.t'sc modo, él podría mirar a sus dos mujeres
solo aumentaba sus ganas de estar con la peque- ln riLrs dos hijos y ella no seguiría en desventaja.
ña y su necesidad de alejar a la remplazante.Has- li,tllré tu primer hijo hombre, prometió y él son-
ta que una tarde, cuando ella y la niña salieron a r ro. lisa fue la única respuesta que necesitó para

pasear por el Camino de Ñuñoa, él fue donde la r.rrlt'nder cuál era su última esperanza, cuál era la
negra y le recriminó sus propias culpas. Le dijo ,,,rlvirr:ión de morir en el olvido. Y así inició una
que ella siempre había tenido palabras para todo, l',rl,rlla contra su propio cuerpo porque, por más
visión para todo y, aun así, no fue capaz de ver '¡
r(' l() intentaba, no podía concebir al hijo que tan-

la muerte de su esposa. ElIa, después de años en lrr rlt'scaba. El niño, que debía ser su salvador, no
silencio, contestó que el ciego era é1. La muerte no llr,¡i,rha. Probó todas las opciones, todos los días,
se ha ido de su lado, está esperando por usted, lot l,rs l¿rs horas, pero el niño no quería aparecer en
te dijo. ¡Que me lleve!, gritó y sus venas se deli- ¡rrI vr('ntre maldito.

nearon en el cuello. iQue me lleve de una buena

26 27
Una noche de angustia tocó 1a puerta de la En su desesperación, entendió cuál era el úniccr
negra. Entró sin pedir permiso y le exigió que tra rncdio posible para vivir tranquila. Era una me-
ayrdara, que revirtiera la situación. La negra le tlicla drástica, carente de toda misericordia. Percr
contestó que no 1o haría porque si lo hacía,la niña unir vez más, ¿quién había tenido piedad con ella?
correría peligro. La mujer se contuvo para no gri- ¿ l,a vida, que la había hecho olvidar sus raíces?

tarle improperios y solo le preguntó qué tenía que ¿ lll hombre, que la había adoptado como a un pe-

ver la niña. Todo comienza y termina en la niña. rnr callejero y al que ahora, vieia e infértil, le era
Ella es todo 1o que usted no tuvo,lo que usted no inritil? ¿La niña, que le recordaba todos los días su
es ni será jamás. Es el destino, es la historia. Yo no Irrgar en esa casa'? Si elia hacía lo que tenía planea-

cambiaré ninguno de los dos, sentenció la negra. tlo, csa casa solo recibiría io merecido. I-a cosecha
La mujer salió dei dormitorio con sed de vengan- r,r'r'íil su propia siembra.

za.Por la negra, por la niña. Por el castigo de vivir


a la sombra de una muerta encarnada. llr¿¡ una calurosa tarde de verano. El nrarido ha-
l,r,r salido y solo los criados, la ne¡;ra, la niña y ella
Cuando las agujas del reloi volvieron a correr/ r,r' lr¡llaban en la casa. Fue hasta el dormitorio de

é1ya estaba agotado. Se agobió del intento, de las l,r niña y la encontró frente al tocaclor. Cepillaba
promesas sin cumplir, del vientre estéril. Y ella en- ll l,rrgo cabellcl ne¡Iro que hacía contraste con su
loqueció por el intento, por las promesas sin cum- I'rcl hlanca y labios rojos" Si intentaba verla, esqui-
plir y por el vientre estéril. El matrimonio murió r',rrrtlo cl odio que sentía por e1la, podía entender
y quedó más enterrado que la primera esposa. La ¡rol t¡tré su padre seguía enamorado de ia muerta.
mujer odiaba en secreto al marido que la echó a1 l,,r niria erra tan linda que dolía mirarla. Pero esa
olvido. Lo odiaba cadavez que la llamaba reina de nl'¡r,liviclad pronto se disipó en olas de rabia, envi-
la casa, porque ella sabía que la verdadera here- lr,r y ¡'1'¡1¡1¡r. Tomó el peine y le cepilló el cabello.
'

dera de ese trono era la niña. Esa condenada niña Lr rrinrl devolvió una mirada extrañada. Le hizcl
que, a la edad de siete años, era la copia innegable rnr,r lrcnza y del bolsillo cle su vestido extrajo un

de la muerta. Mientras e1la, uva envejecida frente lrlro tlt'seda multicolor. ¿Sabes qué es esto?, le pre-
al espejo, era el vacío. ¡¡rrrlo nrostrándole el lazo. I-a niña hizo un gesto

28 29
negativo. Es el lazo que usé el día que me casé con l,unbión fue su hogar. La negra llegó hasta el man-
tu padre, contestó mientras guardaba una mitad /,rlo, sudada por el calor infernal y le preguntó
y la otra la amarraba a lo largo de la trenza. Hoy tlorrtlc cstaba la niña. Ella respondió con una mi-
vas a estar muy bonita cuando é1llegue a la casa, r',r,lir irpagada y Ia negra entendió, pero no entró a

le dijo. La volteó y la miró. La odiaba incluso sa- lrusr'iu'l¿1. La mujer pensó que no lo hacía porque

biendo que, en el fondo, ella no tenía la culpa. Su r,nlr'¿rr a las llamas era entrar a la muerte, pero la

único error fue nacer y ese día pagaría su pecado. ncl',r'ir r-ro se movió porque ese era destino ajeno.

La sentó al borde de la cama y le propuso un l,ir casa ardía y el humo se elevaba cuando él
trato. Le dijo que su padre estaba por llegar, que ll,'¡io. l'rcguntó con gritos qué había pasado, pero
1o iría a buscar a la entrada y lo llevarÍa hasta su rr'rrli('r.ir.rpo qué responder. Las únicas dos que sa-

dormitorio para que viera lo linda que estaba su I't,rr t'l origen del fuego se mantuvieron en silen-
r io l,l llombre buscó entre las diferentes miradas
hija. La niña sonrió y prometió que esperaría. Ella
comentó que dejaría la puerta cerrada con llave \', r r r,ul(l() no encontró los ojos de la niña, sintió su

para que nadie la viera antes que su padre y Ia l ir l,r ,rt'iltr¿rr. Todo fue silencio, menos su corazón.
( ,¡¡o lr.rt'i¿l la casa en llamas y corrió hacia ella. La
niña aceptó. La mujer salió del dormitorio y cerró
la puerta. Metió la llave en la cerradura y giró una nurl('r' lc gritó que no lo hiciera, que estaba loco,
vez, dos veces. Entonces, sacó la mitad del lazo ilr()r'ir'ía. Pero él no escuchó nada, no vio nada,
'1ilr,
que no había usado y lo enrolló alrededor de la lu '¡nrliri nada. Corrió entre vigas, humo y fuego
|

manilla. Sonrió apenas, casi imperceptiblemente, y lr,r,,l,r llt.gar" al dormitorio de su hija. La puerta ha-

le prendió fuego. Este no tardó en devorar la puer- l,t,r ,,ir lo tot¿rlmente consumida, así que atravesó el

ta, el muro, el pasillo. Antes de que se pusiera a ttlttl,t',tl t'otl sudor, lágrimas y caffasPeo. A1 fondo,
toser por el humo, la mujer salió a hurtadillas y r,n lrr r.irrr'«'rrr, estaba su hija. Lloraba, viva. La tomó

cuando llegó a la sala, gritó. ¡Fuego! ¡Todos afuera! I'r,rzos y emprendió el camino de vuelta, p€ro
',1
¡Fuego! Los criados corrían por los pasillos labe- ' rr,ln( lo ilrir on la mitad, una viga se desplomó so-
rínticos de la casa para salir aljardín. Ella ya esta- l,l.r,l Alr'¿rnz(r a soltar a la niña para evitar que
ba a los pies del rr.aÍtzarrot viendo cómo el humo y r,', ilrrlr',r t'l peso del impacto sobre eila. É1 sintió
| !ril11r:,lr t'()lumna se partía como la rama de una
las liamas engullían la casa que en algún momento

30 31
planta vieja, pequeña y fuágll Su hija se volteó y Ocho
tomó su mano. Élle ordenó que corriera, que sa-
liera de ahí. La niña no quería obedecer, pero é1
insistió. Ella tenía que vivir. Y con Lafuerza de su
último respiro le pidió que lo hiciera, que viviera.
Entonces, la niña besó su frente y comenzó a es-
quivar escombros, fuego y humo. despierto cansada porque dormí pésimo. Di-
fle
}}n q"" cuando uno se cambia de casa las prime-
pe tres noches son las peores. Dicen que el cuerpo
p recono.e el entorno y se estresa. Yo creo que
po es cosa de gatos y que dormí mal por culpa
pl espe;o. Está como poseído, en serio. O eso pa-
)ce porque soñé toda Ia noche con é1. No es que
ft tuu vidente, al contrario, en general nunca me
ffuerdo de mis sueños. Por eso creo que el espejo
$ne algo. No es normal que haya soñado como
ftco rru."r seguidas con é1. Que 1o volvía a encon-
p enterrado. Que había réplicas por toda Ia casa.
$e lo tomaba con unas manos que no eran las
$e, Que ios ángeles me miraban y las tres muje-
[ *a lamaban. Y aun así, con todos esos sueños,
stau vi mi reflejo. No pude. Cadavezque estuve

s,m:::Ji"":1fi ::l;,'#:'J:,""#'o::"',
J,M. estiro a lo largo de la cama y ella se mueve
$rnigo. Las ruedas no están frjas, asíque el piso
JLnua.r, no ayuda mucho. EI quiltro ya no duer-
J a mir pies. Eso significa que deben ser como
1-
JL JJ
las once de la mañana. Lo corroboro cuando tomo ,,t
lur('t(' (,()n()ccr la historia del espejo encantado.
r

el celular y veo la hora. Me pongo las pantuflas \ 1,,",' (':i(), p¿tra tener una historia, tengo que ir.t
(que en verdad son calcetines chilotes)y me levan- lrrr',r ,u l,r. Así quc iré a una tienda de antigüedades
to. Ahí está el espejo. Es como el Dios de mi mamá:
lr,u,r cnrp('Z¿lr por lo básiccl: su origen.
siento que me mira y eso me perfurba. Si mi mamá No 11,¡¡1'1¡ iclca sobre anticuarios y me suena Ja
no fuera católica, qtizás yo no tendría el peso di-
¡,,rr,rl,r t l,' lr.unbrc, así que resuelrrct que primero to_
vino sobre los hombros, pero ya cagué. Camino lrrrtr, r lls,ryrrrro y después veré cómo lo hago. Tircr
hasta el espejo y veo mi reflejo en é1. Por fin tengo ,'l r ttlrlr,t',lnrils h¿rcia delante para que mi mamá
lacerteza de que no estoy en un sueño. Eso me cal- r tr.,r r
lul lrir.t' lit cama y ordeno un poco mi pieza.
ma. Paso los dedos por encima del borde irregular. \lilrrlr,r:; ltriís r:ontenta la deje, mcnos molestará.
Desde abajo hacia arriba. Recorro las mujeres, lle- l',r,,, ,rl l,rtlo rlt' la ventan¿r y veo el manzano en el
go a los ángeles. Tienen algo de bonito y macabro i,r,lrn l:l r¡rriltrur está bajo su sombra. Todavía no
alavez. Me pregunto si serán ángeles o demonios. ,lr.',r rrl,ro si su fijación con el árbol es porque le
Su gordura y sus alas me dicen que son ángeles; el
|¡ll,¡l,l o l)()l(ltt('vC algO más. DiCen qUe los anima-
gesto en sus caras me dice lo contrario. Parecieran lr ,' ¡,¡¡,., lr.n ¡1'¡¡l§i1 cosas que uno jamaís vería. ycr
reírse. O llorar. No sé bien qué es, solo sé que hay rr I'lr,¡,unlo si r:se es e1 caso del quiltro, aunqlle
algo raro en sus caras. Quizás el que hizo el espejo rrr ll,,,l,t ( t(\'t.l() porque él es un volado como yo.
tampoco lo tenía muy claro y por eso quedaron ll,rl,, l,r:, r.st,illcras y veo a mis papás clrdenandit
así. Ni felices ni tristes. Ni buenos ni malos. De- ,,,,,,r i r'rr,.l living. Sillones, muebles, cuadros. En
cido que averiguaré de dónde viene el espejo. No r' ,rll,l,r,l, rru nrill'níl dispone y mi papá ubica: más
tengo nada mejor que hacer. El flaco sube y sube r l:ll'r,,, lr,r, r)o, más a la izquierda. Mi papá me
fotos veraniegas a Facebook mientras yo ordeno rlrr,l,r \ rrrr nr¡un¿i dice que el desayuno está en
cajas y muero de calor. Esta será la aventura que lr r lr lr,r \ioy pilra allá y Veo el pan tostado y la
le contaré cuando vuelva de vacaciones. Él di.á ,
¡ r ll, r rl r l¡1 1,,, r.rr nt'grecida. Lo sirvo en un plato y
r

que me pasó en la etapa del Arcania y yo le diré rt lr ,, ,rl lrvinl',. Mc cluedo parada en el umbral y
que me da lo mismo. No me va a creer, se reirá en lr., ¡,¡r,¡,rrrrlr) (.()nt() r-l urmieron. Mi mamá n() res_
mi cara. En ese momento, entonces, le preguntaré
¡,,,¡¡,lr ',,,l,,lit,r't¡trc no hab]e con la boca llena.

34
35
Mi papá está absorto en el orden. Subo de nuevo a nlr(,\',1 t'on cluincho y piscinir). Quiero ver algtu-rits
mi pieza, dejo el plato en el piso y tomo el celular. I u:,.r' l)irr¿r mi pieza, respclndo. Poclrías ir otro día,
Como todavía no tenemos Internet, solo me resta Ir,trllrros mucho que hacer en l¿l casa. Antes det que
el 3G para averiguar dónde puedo encontrar una |iltl)(,( ('lnos a pelear, rni papá se rnete y dice que
tienda de antigüedades. Abro el buscador v escri- nn r.r, n('ccsario. No me lleves la contra en frente
bcr "Antigüedades Ñuñoa", pero me arrojaun sin- ,lr, l,r rrir'ra, dice mi lnamá y a mí me da tirria quc
fín de posibilidades en Providencia. Entonces,leo: lrr, lr'.rtt' irsí, como una cabra chica inclperante. Mi
"Hace treinta años que en el edificio Los Pájaros, l',rl',r lr.tlice que también son mis vacaciones, que
el caracol de Avenida Providencia con Bucarest, \,r nr('t¡rrcdé en Satntia¡1o y que he ayudado bas-
reinan las antigüedades. Son cerca de cuarenta lo- l,r rll cn t'ste nuevt) proyccto familiar. yo icl escu-
cales donde abundan los recuerdos y un solemne , lro lr,rlrlilr y entiendo por queí tengo el complejct
respeto por los objetos antiguos", dice una de las ,lr, l'lr,t'll'a. Mi mamá asiente como si sufriera es-
páginas que encuentro. Iré para allá. Me ducho lo l',r',ntos t'rr el cuellc¡ V me dice que vuelrra tempra-
más rápido que puedo, rne visto, tomo el espejo rlrr ¡ro¡1¡1¡g a ella no Ie gusta almorzar tardet. Mi
y lo meto en la mochila. No es tan grande ni tan l,,rl',r rnr' cinco lucas y clice que si ser me hace
¡-rasa
pesado, así que me viene perfecto para llevarlo en l,rr, lr,, ('()tn¿l algo en Providencia. Ah, genial, sus-

I
el canasto de la bici. I'tr,r ¡rri rnamá y vuelr.e al Iiving. Mi papá guiña
Bajo las escaleras y grito "Chao", pero antes de
''l ,,1,, v lir sigue. Sé que ahora sí lo retará, pero
que pueda salir, mi mamá vueive a la vida y me llil l¡¡¡¡)()t'ta, eSO eS lO qUe h¿rce mi mamá. MetO la
detiene en la entrada de la casa. Para dónde vas, l,l,rl,r ,lt,lltro del banano, me subo a la bici y rne
me pregunta como diciéndome que en realidad no r n\ r lr, l,t c¿tsa.
iré a ningún lado. A Providencia, le contesto. Por
qué, vuelve a preguntar. (Para mi mamá todo lo etstá muertct. Andar en bici es colno
",rrrlr,rgo
que sea antigüedad vale callampa, así que decido ' r,l,n l'r'tl¿rlco mientras pienso en lo rara que es
que no le contaré sobre el espejo. De hecho, me trrrl,t r,r;l,r histrlria" Pienso, en rea]idad, si será tarr
sorprende que todavía no haya retado a mi papá r,ttrr r r)nr() cre() o me estoy puro p¿lsalrdo rollos.
por comprar una casa vieja y usada, en vez de una l r,r rr('lr()s rlc cuatro cuadras me dcly cucnta de

36 3/
Ilt
que no, no es rollo. Encontrar un espejo enterra- (luc esos ángeles obesos ftleron otra de las gran,l,.r,

do, soñar con él toda Ia noche. Esto tiene que ser irlc¿ls de los españoles, así que esa época me v icnt'

por algo. Tiene que haber alguna razón. Yo no lrit'n para la investigación. Entro a la tienda corr
soy una de esas minas esotéricas, pero tampoco l)irso lento, me cuesta moverme porque está atibo-
me trago las casualidades. Si lo hiciera, en prime- n'¿rda de objetos, grandes y chicos. Cruces, jarros,

ra instancia, no estaría sobre la bicicleta camino a nrrrcbles, platos, cofres, teteras, llaves, monedas.
Providencia. I liry olor a viejo. El señor que atiende está sentado

Llego en menos de quince minutos. Dejo la ,rl fondo, limpiando unas cucharas del año de la
bici asegurada a un poste que está justo frente l)('r¿1, como todo lo demás. Está lleno de canas y
aIa galería caracol, tomo la mochila y entro. Sé lr¡rrba y arrugas, y pronto pienso que él va de Ia
que estoy donde esperaba porque hay un letrero nri)no con el inventario de la tienda. Me mira y
horizontal que va por encima de tres ventanales: r'()nro no me alcanza a ver bien, se pone sus ante-
"ANTIGÜEDADES', dice con letras color ocre so- oios poto de botella. Buenas tardes, señorita, me
bre fondo negro. Entro y advierto que tengo para rlit'c con tono amable. Hola, cómo está, le respon-
regodearme porque hay un anticuario tras otro en rlo. Muy bien, ¿en qué la puedo ayudar? El vie-
Ios tres primeros niveles del edificio. Paseo fren- ¡ilo me da confianza, así que me acerco y le digo
te a las vitrinas, incapaz de decidir dónde entrar. r¡rrt' necesito información acerca de algo que andct

Hay todo un mundo aquí dentro: arte religioso, lr',ryendo. Él asiente y hace un ademán para que
piezas arqueológicas, candelabros y lámparas de tnucstre el objeto en cuestión. Saco el espejo de la
lágrimas, muebles, cuchillería de plata y tazas de nrochila y 1o dejo sobre el mueble de vidrio que
porcelana. (Ahora entiendo por qué a mi papá le f1(,1)rlra al viejo de mí. Él prende una lámpara que

maravillan tanto las antigüedades). *ilii cncima y la trae más cerca de sí junto con el es-
Camino por el primer piso (que en realidad es lrcio. Saca otros anteojos (que parecen binoculares
un subterráneo) y luego subo hasta el segundo. lon lcnte de microscopio) y empieza a revisar cada
Ahí hay una tienda que llama mi atención porque r,rt¡uina, cada detalle. Sus dedos recorren el borde
está dedicada exclusivamente a objetos coloniales. Ilrt'gular, pasa por las mujeres hasta llegar a los
Yo no sé mucho sobre historia del arte, pero intuyo i'rngcles y ahí se detiene. ¿Dónde lo encontró?, me

ililt
38 39
I

-l
pr"cgLlnta. [h t,l patio mi casar contesto. No dice
cle l,t zona, por eso no es extraño que el espejo r.slr.
mils, sigrrt'nrir'¿rrc1o. Lo da vuelta una vez, dos ver- loronado por dos ángeles, dice el viejo micntlirs
ces. Nlnlnl... sí...lVlmm... extraño... Veamos... Se rtrt' muestra m.ás ilustraciones. Pero estos ángc-
voltt'.r y .rbrc r-rn nrueble de madera. Alcanzo a ver It's son distintos,le digo, y él afirma, mudo" ¿En
r-¡rre cstá lleno de libros, probablemente igual de r¡tró [o nota?, me pregunta. Sus caras, contesto.
vicios ilue é1. Su dedo índice revis¿r cada volumen l,os iingeles de su libro están sonriendo, parecen
lrast¿l dar con uno en especial. I-o saca del mueble t'orrtcntos, er paz; los ángeles de este espejo, en
y enseguida lo deja sobrc el mcsón de vidrio. IVloja r'¡lnrbio, tienen otra expresión. EI viejo se me acer-
lun dedo, corrc Lrna página an¡arillenta. Moja otro (',r ('()mo temiendo que alguien lo vaya a oír, me
dedo, corre otra página. Sigue sin decirme nada, lilir su aliento azumagado y agrega: Son ángeles
pero ntl lo molesto. trrrrlditos. Discípulos de la oscuridad, descubier-
Irinalmente, se queda en una piigina y me la los por la lttz,, que pronto caerán. Intento tragar
mucstra. Veo varic-rs espejos dibujaclos a mano y rr,rl¡va, pero tengo la boca seca. Yo no me asusto
cada uno se pirrece u1r poco al mío, a excepción cle l,tt'ilmente, de verdad, pero tener a un viejo rodea-
un detalle. AIgo que lo difererncia abismalmente ,lo de antigüedades que me habla del diablo con
de esas ilustraciones; aigo rlue, 1ne lrace pensar, es rrn aliento pútrido le debe dar miedo a cualquiera"
miis que un simple dato: los íingeles. Tiene buen ,' l'or qué alguien haría un diseño así?, le pregunto.

ojo o intuicirin porque no hay duda cle que es un Nunca había visto nada iguai, es único en su tipo,
espejo colonial, me dice el vierjo. Probablernentc trrc rt'sponde; pienso que el espejo representa el
datc dcl año 1600. Si se fija, señoriter, verá qtre hay' lrrln y el mal alavez. ¿Eso significa que su dueñcr
rrn¿r mezcla entle Ia geometría del arte inclígcna y r,r',r bueno y malo?, le pregunto. Él niega. De ser
el b¿rrroco del ¿rrte esp;rñol. (Yo asiento conr() si rc" habría simbolizado nada nuevo, todos tene-
r1rir, r.ro

conocicra pcrfe.ctamerrte c1ué se le ¿itribuy(' a que trros algo de luz y oscuridad, dice el viejo. No, yo
cu¿urclo lo tir-rico que sé es qr.ie los ángelers fucroii r r'(,o que este espejo representa algo más complejo.
imposicion clc.: los españolcs). Iln csta ópoc.r, lt',r" ,,Algo como qué?,lo interrogo ya un poco ansiosa.
motivos rcligiosos eran pan de cada día y se usa l l vicjo no responde al tiro, está buscando las pa-
ban inuclro para e\,¿rlrgclizar a los indígenas ck' l,rl,rils precisas. Es un espejo que no fue hecho por

40 41
manos expertas/ no por 1o menos eI marco, dice. pJ del celular y me doy cuenta de que es casi la
Es demasiado rústico para el buen manejo que te- Jpa de almuerzo. Decido que volveré a la casa: si
nían los artistas de la época. Y si no fue hecho por *|ltvo a almorzar, de seguro le ahorro los gritos
un fabricante de espejos, significa que alguien 1o h *, mamá a mi papá. Más tarde iré a un ciber-
confeccionó para uso personal o como regalo para ffÉ paru averiguar más sobre la casa. Si el espejo
una persona cercana. Alguien cuyo destino aún no paito estaba enterrado ahí, es porque pertenece
estaba definido. Alguien que podía elevarse hacia la. Aprovecharé el almuerzo famlLiar para mar-

Iahtz (dice tocando las alas de los ángeles) o su- fr tarleta y conversar con mi papá.Él debe tener
cumbir ante la oscuridad, dice pasando los dedos Jftcritrru, algún dato más preciso sobre el terre-
por sus caras macabras. pI.tr*o que me podrá dar nuevas pistas. Le
Espero que pronto me diga algo así como que el ppararé un café (bien cargado como le gusta a é1)
mi mamá se vaya a dormir síesta (porque
espejo está maldito, que me lo lleve lejos de ahí y $ndo
que no vuelva nunca más a su tienda, pero no. Me Ínca, jamás, se capea su siesta). Quedará loco con
hace una buena oferta, la mejor que encontraré, Jfafe y me contará todo 1o que sepa sobre la casa
según é1. Le respondo que no, y hago el intento JF acuU, de comprar.

de tomar el espejo, pero él pone su mano encima $,Empiero a pedalear mientras pienso en toda la
y vuelve a insistir. Entonces me dice 1o que antes JfurmaciOn que tengo. Un espejo fabricado por
que no sabía hacer espejos. Un espejo raro,
esperé: que los indígenas creían que esos espejos [uie"
estaban malditos, que los españoles jamás habrían ftterioso, que tiene el bien y el mal dentro de
tenido algo así en su casa, que es un mal augurio, ]Como todas las personas. Como yo. Un espejo-
Pienso que es obvio que haya sido creado
el peor. Le contesto: Qué suerte lamía porque no Jnonu.
soy española ni indígena ni creyente, sino mestiza pr alguien, pero no para cualquiera. Alguien,
y atea. Tomo el espejo,lo meto en la mochila y me pas, que no era ambiguo, sino bueno o malo.
largo de ahí. ft u otra. Alguien cuyo destino no estaba defini-
$,1n, como dijo el viejo. Alguien que, cuando se
Dejo la mochila en el canasto de Ia bici y saco el por un lado, enterró el otro bajo el marrza-
JltnO
seguro paraempezar a pedalear de nuevo. Miro el J Como si ocultando el espejo pudiera enterrar
43
I

la parte que no quisiera de ella. Y no sé por qué, lnna. No ayat:rzo, no llego. El quiltro sale a reci-
entonces, se me viene esa palabra a la cabeza: hirme, corre hacia mí. Uno menos. Mi mamá mcr
"Ella". Una mujer sin rostro. Asumo que la imagen ¡l..raza histérica, tres menos. iQué bueno que tc.
apareció porque el espejo está entrando en mí. Se Iuiste! ¡Qué bueno que no estabas!, grita. Llega mi
está col¿rndo por alguna parte de mi cerebro. Por Jr¿rl-¡á con una cara fatal y me abraza. No dice nada.
eso sueño con é1. Por eso estoy obsesionada con é1. l'rt'gunto dónde se produjo el fuego, porque clara-
I

Y me asusta un poco, pero no soy de las que dan tttcnte no fue en la fachada. Adentro, en tu pieza,
l

vuelta atrás, menos por miedo. rt,sponde é1. Fue una suerte que no hubiera nadie
ll
Sigo pedaleando y, de nuevo, en menos de rthí, porque en menos de dos segundos las llamas
I

quince minutos, ya estoy en mi barrio. A medi- nc lo comieron todo, me cuenta. Le devuelvo el


I
da que me acerco, no me gusta 1o que veo: humo. ¡thr¿tzo y esperamos a que los bomberos apaguen
I
Temo lo peor. Nunca rezo, así que aprieto fuer- r,l incendio. Después de media hora,las llamas ya
l

I
te las manos al manubrio y espero que no sea mi no cstán. Solo hay una cortina de humo alrededor
casa. Y si es, espero que mis papás estén bien. Que rlc la casa. Recuerdo la imagen del espejo en mi
no le haya pasado nada a esa guagua que viene en ¡itrt'ño: cenizas que caen como nieve negra.
camino. Que mi quiltro esté ladrando lejos de las
llamas. Pedaleo más rápido para averiguar, de una
vez por todas, de dónde viene el humo. Cuando
ilil
estoy lo suficientemente cerca, veo el fuego salir
de mi casa. Los vecinos, la ambulancia afuera.
Los bomberos dentro. Dejo la bici en el suelo y
corro hacia la entrada para ver cómo está mi fa-
lilllilllllll milia. Siento la adrenalina en cada rinconcito de
mi cuerpo, como cuando fui con el flaco a tirarme
en parapente. Pero este tipo de adrenalina no me
gusta porque detiene el tiempo en una bolsa de
mareo. Corro y mis piernas son dos cordones de

44
Siete

Él se fue y no volvió más. Se fue por culpa de


la niña, pensaba ella. Se fue por mi culpa, decía
la niña. Se fue porque de eso trata la vida: de la
muerte, aseguró la negra. Los criados murmura-
ban, hacían conjeturas, hablaban. Decían que la
culpable de la muerte del patrón había sido Ia mu-
ier, al querer asesinar a la niña. Decían que prendió
fuego en el dormitorio de la niña y que, pronto,
toda la casa ardió. Pero la negra, siempre fiel al
dueño de turno, los hacía callar. Y los criados en-
mudecían porque ninguno se atrevía a discutir con
la negra. Lo cierto es que, sin importar razones, él
se fue y no volvió más. La muerte 1o alcanzó por la
cspalda. Lo envolvió en llamas devorando cuerpo
y casa. Con su partida dejó a mujer e hija que, cada
día, acumulaban más distancia entre ellas.
Tres años transcurrieron desde la muerte de su
marido y ella sentía el peso de cien sobre su con-
ciencia. En un principio, le fue útil pensar que su
plan era otro, que jamás hubiera querido asesinar-
i
lo. Pero terminar con la vida de é1, de esa forma,

47
significó acab¡r c-olr ln suya. El remordimiento y cuerpo. Rabia porque no era autoridad, porque krs
Ia pena sc t'xtcndí¿ln por su cuerpo como un virus empleados la desafiaban" Rabia porque una niñ¿-r
imposiblt'c1c combatir. Se sentía infeliz, desgracia- había sido capaz de arrebatarle toda felicidad de
da. Malclita como su vientre infértil. La culpa de su vida. Ya no más, se prometió a sí misma un día.
totlo l¿r tiene esa niña, se repetía a sí misma como Nunca más.
si esc pensamiento le ayudara acanalizar la angus- Una noche de lluvia oscura fue hasta el clormi-
tia. La frase, sin embargo, solo servía para aumen- torio de la negla. La encontró bebiendo uno de los
tar el odio que se anidaba en ella. El rechazo crecía zumos que antes preparaba para su patrón. Nunca
y no existía alguien que no lo viera. Todos los que más hiciste uno de esos,le dijo. Si la dueña quiere,
ahí vivían conocían la antipatía que la mujer sentía la negra lo hace, contestó. Siempre tenía respuesta
por la legítima heredera. La miraba con desdén,la para todo. Sí, quiero un zumo, aunque no de ese
trataba con desprecio. La culpaba por la muerte de tipo. La negra alzó su mirada y vio la muerte en
su marido, por las desgracias de Ia casa. A veces, los ojos de la mujer. Quiero saber dónde reside tu
cuando la negra no estaba cerca para protegerla, lealtad. Con usted, respondió la negra. La mujer
le pegaba. Aun así, la niña jamás mostró señal negó. Eso no es cierto, no te creo. Tú siempre has
de rencor. No Ie importaba color o rango social, querido a esa niña. Incluso antes de su nacimiento,
actuaba de igual modo con todos los seres que la ya la querías. Mi marido me contó que presagiaste
rodeaban. La negra decía que la misma naturaleza su llegada. La negra asintió. Vi la luz en el vientre
conocía su corazón, porque hasta los animales y de la señora, dljo. La mujer imaginó la felicidad
plantas parecían más vivos a su lado. Cuando la del difunto en ese momento, cuando supo que la
mujer escuchaba frases como esas, no podía evi- vida llegaría a su casa. Después recordó la tristeza
tar que la envidia escapara de sus labios. lJna vez que sintió cuando vio el desierto en su vientre.
la interrumpió, le ordenó que no dijera esas cosas Maldita niña. Maldita.
frente a la niña porque con ello solo alimr:ntaba De qué luz hablas, negra sucia, si esa niña es
su vanidad. ¿Qué es vanidad?, preguntó la niña. la desgracia. Por eso la pudiste vaticinar tú, que
Algo que tú jamás tendrás, respondió la negra y también estás podrida. Por eso la trajiste al mundo
Ia mujer sintió hervir la rabia en cada rincón de su tú, que no tienes Dios ni ley. La negra apuntó a Ia

48 49
mujer con su dedo índice. No tengo Dios, pero sí sería bajo sus condiciones: primero,le entregariala
ley. La mía propia, de nadie más, afirmó. Sí, dicen
mezcla en la próxima luna llena; segundo, debería

que tu ley es ser fiel al dueño de este terreno sin ser ella quien diera de beber el zumo a la niña. La

importar quién sea,la desafió la mujer. Hay mu- mujer asintió, conforme, y le advirtió: No intentes
chos mitos sobre ti, ¿1o sabías? Dicen que eres hija dilatar un momento que debe llegar, negra. Fue
la primera y última arrrer:aza que recibiría de ella.
de esta tierra, que no puedes salir de aquí. Algu-
La próxima noche de luna llena llegaría dentro
nos incluso aseguran que eres hija del mar.zar.o y
de una semana. Eso le daba tiempo a la negra para
que, quien coma de sus frutos, quedará estancado
en este mundo, como tú. Cuentan que naciste vie- preparan el veneno y ala mujer para acercarse a
ja y por eso nadie conoce tu infancia. Dicen que la niña. Si quería darle de beber el zurño, debía
estás maldita como la niña y que por eso ambas
estar lo suficientemente cerca como para que to-

se corresponden. Dime, negra, cuál de todos esos


mara algo que viniera de ella. La niña yatenia diez
mitos es verdad. Todos y ninguno, contestó. La años, no podría engañarla como antes. No podía

negra y sus palabras encriptadas. Entonces, si es llegar y ofrecerle amablemente el zt:rrr.ot porque
verdad que eres fiel al dueño del terreno, tendrás no le creería. Vería dentro de sus ojos la cólera que
que probarme tu lealtad,le dijo. La dueña legítima desencadenaba su sola presencia. Los criados tam-

es la niña, señaló la negra. Eso no dice la autori-


poco eran ingenuos: sospecharían de ella apenas
dad, contestó la mujer. Si quieres continuar en esta la vieran acercarse a la niña. Por eso, el plazo de

tierra, prueba que eres fiel a mí; de 1o contrario, la negra le confería tiempo suficiente para hacer
I
yo misma te echaré. Te respeto, pero no tiemblo aquello que la primera vez olvidó: un p1an. Su
ante nadie. La negra vio la voluntad de la mujer, primer intento resultó fallido porque no razonó.
la escuchó, la sintió. Qué quiere que haga, díga- Permitió que un arrebato se apoderara de ella. El
me, señora. Quiero que envenenes a Ia niña. Le odio que sentía contra la niña se desbordó y no la
dijo que era el origen de todos sus males, que le dejó prever consecuencia alguna. Habíaperdido la

recordaba 1o que pudo haber sido y no fue. Que oportunidad de ser feliz, de vivir en paz. En esta
no soportaba estar cerca de ella. La negra respon- ocasión sería cuidadosa. No dejaría huellas de su
i dió que le daría 1o que estaba pidiendo, pero que implicancia en la muerte de la niña.

51
50
Ttes noches antes de la luna llenavolvió al dor- La mujer y la niña tuvieron ambos. La negra, nada.
mitorio de la negra. Salió de la casona por una Ninguno cuestionó su inmunidad;para ellos, era
puerta lateral para que sus pasos no resonaran en evidente que Ia negra tenía un pacto con fuer-
el interior. Caminó bajo el manto oscuro y frío de zas que le cuidaban la espalda. La mujer hizo un
la noche santiaguina en inviemo, con la sola com- verdadero teatro: no se levantó hasta la mañana
palía de una vela. La lluvia era 1o único que se siguiente, aunque se preocupó de que todos la vie-
escuchaba. Entró de vuelta a la casa por la puerta ran decaída. Se le vio, incluso, dando de comer a
de la cocinay, para su sorPresa, ahí encontró a la la niña. Pronto comenzó a correr el rumor de que
negra. Estaba con una mano en la cintura y otra el difunto patrón había mandado una plaga con
en el bolsillo, apoyada sobre la pared. Aunque no el fin de acercar a la mujer con su niña. Funcionó,
quisiera reconocerlo, esa mujer le inspiraba terror. aseguraban,la patrona ha cambiado. Solo la negra
La negra era todo 1o que ella no conocía, no sabía. conocía sus verdaderas intenciones.
Su pasado, su futuro. La negra era poder genuino, Cuando finalmente Ilegó la luna llena,la mitad
algo que ella no imaginaba tener jamás. Ya sé 1o de los enfermos había mejorado y la otra, empeo-
que quiere ahora la señora, le dijo. Y será como rado. Dentro de la segunda mitad se encontraba la
usted quiere. Cómo no le iba a inspirar temor la niÍia, cuyas altas temperaturas apenas la dejaban
rregra, si podía ver a través de ella. La negra era dormir. Esa noche, solo la mujer y la negra estaban
igual al espejo que tre había entregado cuando 11e- dentro del dormitorio. Había ordenado que tras-
gó al,a casona:le mostraba aquello que no quería ladaran a la niña hasta su habitación con la excusa
ver. ¿Puedo estar segura?, le preguntó severa para de que era más amplia e iluminada, pero la ver-
que no advirtiera su inquietud. Mañana al medio- dad era que quería asegurar una privacidad abso-
día todos caerán enfermos, señora, incluso usted. luta. La niña gemía sobre la cama, alucinaba por
La mujer asintió y abandonó la cocina tan rápido la fiebre. Llegó el momento, le dijo la mujer. Los
como pudo. empleados sanos ya habían terminado su jomada
Fue como dijo que sería. A las doce del día si- laboral y los que aún continuaban enfermos tam-
guiente todos los habitantes de la casa ya estaban poco saldrían de sus habitaciones. Su plan había
enfermos. Unos tuvieron vómitos; otros, fiebre. sido urdido y realizado con delicadeza: ese era el

52 53
LllI

minuto para actuar y nadie, nunca/ sospecharía de el corcho que tapaba la botella, la mano ni siquie-
ella. No podrían culparla por la muerte de la niña ra titubeó. Estaba segura de su decisión. Sería lo
si días antes toda la casa cayó en fiebre y dolor' mejor para ella, para la casa completa. Sería mejor,
La negra hurgó entre los pliegues de su delantal y incluso, para la niña. Un pequeño brote de rabia la
de ahí extrajo una botella pequeña y transparente' invadió al imaginarla en compañía de sus padres.
Dentro de ella se podía ver un líquido púrpura con Todos muertos y reunidos. Todos contentos y en
reflejos verdes, de aspecto viscoso. Se lo entregó paz. Pronto acabó:nadie que muriera en manos de
en la mano a la mujer. Yo cumplí mi parte, ahora la negra podría tener un final feliz. Sonrió. Abrió la
Ie toca a usted. Ella sabía a qué se tefería. La negra boca de la niña con una mano y con la otra vertió
no mataría a la niña; en el fondo, era fiel a ella' el zumo. La niña bebió hasta la última gota. Está
Siempre 1o había sido' Si quería envenenarladebía hecho, dijo la mujer. Ahora solo quedaba esperar.
hacerlo sola.
La mujer vio a la negra saiir del dormitorio y No fue mucho el tiempo que pasó para que la
perderse en los pasillos laberínticos de la casona mujer notara las consecuencias. El zumo prepara-
hasta quedar sola con la niña. Caminó hasta el es- do por la negra comenzó a hacer efecto durante
pejo, que estaba colgado en una de las murallas de la noche y, para la mañana del día siguiente, la
adobe. Miró en é1su reflejo demacrado. Irradiaba piel de la niña ya no era blanca, sino amarilla. Pul-
muerte. Los surcos atravesaban sus mejillas, ojos mones e hígado parecían estar totalmente daña-
y boca. Estaba vieja, cansada y llena de amargura' dos. Los criados murmuraban que el diablo había
Apretó con fuerza el frasco entre sus manos y se llegado a la casa para no irse jamás: El diablo se
sentó al borde de la cama. Observó a la niña' Es- llevó al patrón, el diablo se llevará a la niña. La
taba pálida y sudaba como nunca antes lo había mujer sabía que se referían a ella. La mujer era el
hecho. Sus labios, sin embargo, seguían rojos como diablo. No la querían y la culpaban por la trage-
la sangre; su pelo, negro como el ébano' Incluso dia de su marido. Con respecto a la niña, sin em-
con la enfermedad dentro de su cuerpo, la niña se- bargo, no podrían decir 1o mismo. La enfermedad
guía siendo hermosa. Irradiaba vida. TÚ fuiste mi se apoderó de todos los habitantes de la casona: a
perdición, murmuró' Ahora yo seré la tuya' Quitó algunos los dejó ir; otros se irían con ella. Solo las

54 55
wéY-,
envc.nenara y eso fue lo que hice. La mujer sintiír
supersticiones estaban en su contra' Aquellos que
la sangre btrllir dentro de su cuerpo. Esa esclava
creían ver en ella al mismo demonio desconfiarían
mediocre, tocada por el mismo diablo, jugó con
siempre, sin razón alguna. Pero, en este caso' Ia
ella. Negra tramposa,le clijo con los labios resecos
lógica estaba de su lado. La niña enfermó como
cle ira. Negra ruin. Pagarás caro tu traición. Usted
todos los demás yhabíaempeorado, ¿cómo podia
no lrar¿i nada contrtr nrí, la interrumpió la negra.
eso ser su culpa? El plan urdido le quitaba cual-
Yo sé c¡ur: no, usted sabe que no. l,as promesas no
quier responsabilidad, 1o sabía'
deben roflrperse, señorar, porque Ia clscuridad ace-
Así estuvo durante una semana: serena y en
ch¿r a ios de corazcln desleal y se los Ileva a su lado
calma, aunque demostrando preocupación por el
p¿rra no dejarkrs jerrnhs, sentenció. Es por eso que
estado de salud de la niña. No obstante, la impa-
tú estás ahí, negra, porque no el'es fiel ni contigo
ciencia no tardó en llegar. La piel de la niña no
rnisrri¿r" Te clrdené que Ia envenen¿lras para matar-
cambió su tono amarillento y, a su vez, seguía ale-
la, no p¿rr¿l quc. sintiera ia necesidad de luchar por
targada y con ma1 aspecto. Sin embargo, por más
su vida. Ahol¿l cjsa mocosa despertará m¿is fuerte
que el tiempo pasaba,la niña no fallecía' La mujer
quc antt-.s y yo me hurrdiré más rápido en el barro.
se veía esperar una muette que, al parecer' no
Por
Pero eso tú ya 1o sarbías, ¿cierto? Eso es lo que tú
llegaría jamás. Y eso la turbaba, la exasperaba' La
espelras, por lo que tú rezas. [,a negra ]o volvió a
niña parecía ser inmortal, como una diosa, mien-
ncgar. Ycr no rczo, seirora. La niña fur: envcnen¿lcl¿'l
tras ella representaba todo lo contrario' Ella' la
cor-n{) tlstr:cl lo picLiír" Si no Ie. gustó lo quc suce-
bruja que envejece. Ella, la bruja que siempre va
clió, la prdrxima vez deberá ser más ciilr¿1" Cc¡mo
contra el tiempo. Ella, la bruja malvada con la sola
r-rsted dice, Ia negr;r es sucia, tont:r y esclava; si ncr
compañía de un esPejo.
Ie explican, 1¿r neqra no entientle.. L,a r"nujcr arpretír
Cuando cayólanoche, se reunió con la negra a
¡rtrl;as m;lrlos en puño. QLrcría a::otarla, pep,arlr:
los pies del manzano. Me engañaste, yo sabía que
ror-r sl-is propius fuerz¿rs. Pcrc r-rr¡ ¡;orlía. lilla y la
tu lealtad estaba allado de esa niña' I-a negra 1o
rreglíl lo sabían" Ei tt'rnor".'i su\ c()Jlir.rr()'i cr¿r rrav{)1'
negó. Yo hice 1o que usted mandó,le respondió'
sucia, si esa maldita a] dcscri dc vcnganz¿r. N.-o habrír próxilla vez. Yir
¿Con qué cumpliste tú, negra
ntr' lliirti ('.]r,l(). l.s.r nin.t morir',i. .¡s(,qrrr(1.
niña sigue aferrada a la vida? Usted pidió que la

57
56
I

Ir

s,,"'),'" 1'i. :iff l i i i;i l


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t'jil; HT i, :;:'; ": l Seis

.as;r, perclicla y sin ntemoria' también era luz'


Percr
I
u rned.ida que Lrna crec€l' ia otra se aPaga'
La pocal
I
medid¿r
- I luz clue aírn habita en usted sc desvanece a
I Oue habl¿rmos'
Ahora la niña es la vida y usted cs
I la muerte. Entonccs, la muerte se llevar¿i a la
vida'
Mi mamá abraza a mi papá y llora. El quiltro se
I .otrtestti la muier' lodavía n() comPrcnde' st'ñor¿' me acurruca a los pies; se nota que tiene miedo.
I I quc así como usted se dice y se piensa maldit;'r' Y cómo no, si el humo tiñó el cielo de negro. Me
la niña sc dice y st'picnsa bendccida' La niña
ntr
I ': agacho y le hago cariño en el lomo. Llegan dos
I lli pucde morir. La niña n. morirá, aseguró la negr.' bomberos a hablar con nosotros (en realidad con
I ] Encontraró otro medio para deshacerme de ell¿r' mi papá, porque a mi mamá Ia tratan como emba-
I li No hav esptrcio ptrra las dos en este mundo' Un¿-r razada vulnerable y a mí no me pescan). Ya está
de las dos debe dejarlo' Y no seré yo' todo bajo control, le dicen. Mi papá suelta a mi
I il
mamá (que se queda abrazándose a sí misma con
La nrujer le dio su espalda y volviti a la cason¿r'
I' I cara de trauma) y le da un apretón de mano al
i Atrás, en la penumbra' quedó la sombra del
bombero. Muchas gracias, de verdad,le contesta.
manzano quc se fundía con la neflra'
El bombero asiente, orgulloso. Pudimos corrobo-
tl rar que el fuego empezó en el segundo piso, en
I la última pieza del pasillo para ser preciso, aun-
l1
il
que todavía no averiguamos qué 1o provocó, dice.
El otro bombero que está más atrás, se acerca. Lo
lt
más probable, en todo caso, es que haya sido un
I
problema eléctrico, añade sediento de protagonis-
I
mo. Estas casas viejas siempre generan ese tipo de
ti
rl
inconvenientes, así que le recomiendo invertir en
;
una buena remodelación, concluye. Genial, dice

litt uo 59

I
I
li

mi mamá. Mira con odio a mi papá y se va al inte- van a ser las tres de la tarde y muero de hambre.
rior de la casa. Mi mamá está en el living, celular en mano. Cuan_
Mi papá, el quiltro y yo, sin embargo, seguimos do entramos, corta el teléfono. pedí comida china,
anclados frente a la reja de la entrada. Escucho le dice a mi papá con una ceja arqueada. A mí no
que mi papá da un suspiro larguísimo, lleno de me habla. Cuando mi mamá está enojada hace clos
tedio. Sabe que se le viene una pelea horrible con cosas: deja de hablarme y pide comida a los chinos
mi mamá. Que para qué compra una casa antigua, de la esquina. Y esas dos cosas las hace por un solo
que se está viniendo abajo. Que ahora deberán pe- motivo: sabe que molestan a mi papá. Sabe que le
I
dir otro crédito y que gastarán todos sus ahorros. carga que me meta en sus peleas matrimoniales
y
Que eso de comprar cosas añejas e invertir es cosa sabe que detesta el aliño de la comida china. pero
I

de emprendedores ricos, no de clase media. Veo ve- aun así,1o hace. Y siempre logra sacarlo de quicio.
I
nir todo eso y le doy una palmada en la espalda. Así que, antes de que empiecen los gritos, subo al
I
Quizás tu mamá tiene razón, debería haber com- segundo piso y huyo de ellos. (En realidad, de ella).
prado una casa más fácil. Niego con la cabeza.Esfa Arriba hay más olor a humo que abajo y pron_
es nuestra casa, lo supimos desde que la vimos, le to comienzo a carraspear. Tiato de hacerlo lo más
digo. Vamos a salir de esta como siempre lo hace- despacio posible porque, si no, de seguro me obli-
mos. Además, ¿quién dijo que tener casa propia era gan a quedarme en el primer piso y sé que no
fácil, ah? Él sonríe. Vas a tener que dormir en otra quiero estar ahí. No tengo niñguna jntención de
pieza hasta que remodelemos la tuya, me explica. ser testigo de la guerra mundial ochomil. Camino
I

Encojo los hombros, paÍa demostrarle que no hay por el pasillo y siento como si el calor del verano
problema. Él pone su mano en mi mejilla. Ojalá tu y del fuego me comieran por dentro. Me gusta_
mamá fuera tan condescendiente como tú, conclu- ría tener aire acondicionado y que se propagara
ye. No tengo idea qué significa esa palabraz p€ro rápidamente por toda la casa, pero no lo tengo,
asumo que es algo así como relajado o buena onda así que me conformo con entrar al baño y mojar_
porque mi mamá es todo lo contrario. Ahora yo le me la nuca. Veo mi reflejo en el espejo y entonces
sonrío de vuelta y le hago una seña para que en- me cae la teja de verdad: es obvio que el incendio
tremos a almorzan Recién me doy cuenta de que no fue porque la casa tiene los cables muy vieios.

60 61
resto del dormitorio, ese espacio está más ennegre-
No,lo que Provocó elfuego no fue la eleckicidad, fue
cido. Pareciera como si alguien hubiera prendido
algo más. Algo que sé (lo intuyo) es propio de esta
fuego justo en el lugar donde puse el espejo porque
casa. O del terreno' O del espejo. O de todos juntos'
hasta su forma ovalada quedó impregnada en el
Vuelvo al pasillo y entro a mi pieza (a lo que
muro. Me acerco, levanto la mano con la intención
queda de ella). Está entera negra, tal como que-
de tocar la muralla, pero me detengo. Sé que estoy
da el cubrecamas blanco cuando el quiltro se sube
frunciendo el ceño. Vuelvo a levantar la mano y,
a él después de iugar en la tierra' H'y cenizas y
esta vez,la apoyo sobre el muro ennegrecido. La
escombros/ aunque no muchos' Camino con Paso
I
imagen de una mujer se me viene a la mente, como
lento porque sé que mi mamá haría otro escánda-
I

l
el flash de una fotografía. Tiene una mirada oscura
1o si me viera aquí dentro; creería que el suelo se
que se pierde en su piel, del mismo color. La nariz
podría partir en dos Para caer y terminar muerta
aguileña, los dientes amarillos. Quizás me debie-
en el primer piso. Ella es así de alarmista' Miro por
ra dar susto tocar una muralla y que aparezca la
la ventana, que ya no tiene borde ni vidrio, y veo
I
imagen de esa mujer, pero de algún modo me sien-
I
el manzano. Parece mover sus ramas al compás
to familiarizada con ella. No le temo, me produce
del viento, pero sé que eso es imposible porque
curiosidad, como el espejo. Imagino que algo raro
es febrero, estamos en Santiago y con suerte hay
pasó en esa casa y que, por algún motivo que des-
aire para respirar' Ese árbol es diferente a cual-
conozco, esa mujer se está comunicando conmigo
I
quiera que haya visto antes. Más que tener vida
a través del espejo. Lo intuyo porque, después de
I
propia, es como si tuviera una vida dentro de la
todas las películas que he visto, me parece lo más
I suya. Como si se hubiera comido a alguien y esa
lógico. La historia tiene todos los ingredientes: el
persona lo moviera desde dentro. Me intriga, me
misterio del espejo,la mujer que se comunica con-
produce curiosidad y, al mismo tiempo, me da
migo. Yo sería algo así como la médium. Y si ese es
miedo. Igual que el esPejo.
mi papel en toda esta locura, entonces voy a inter-
La tos se me escapa, no puedo evitarlo' Giro
pretarlo de la mejor manera. Llegaré hasta el fondo.
I para salir delapiezay, cuando paso frente a la mu-
Descubriré quién es esa mujer y qué relación tiene
ralla donde colgué el espeio la noche anterior, ad-
con el espejo.
vierto que hay algo distinto. En comparación con el

63
62
I

tuffiil es Ñuñoa de mesa. Mi mamá dice que lo tengo malacostum-


La comida china llega pronto Porque
a domi- brado, que 1o he criado mal porque es un perro
y está lleno de esos iocales con despacho
que no tiene hábitos. Yo pienso que los animales
un media hora' Mi mamá decide almorzar
flilnil
"ilio sigue no debieran tener hábitos, sino libertad. Y yo vivo
sola en lapieza.Mi papá cree que es Porque
ver la mi libertad a través del quiltro. Desde que tengo
enoiada, pero yo sé que es Porque quiere
nos vamos a 1a recuerdos que me siento así, amarrada. Todas las
teleserie. Nosotros clos y el quiltro
unos coiines al sueio y nos sen- cadenas me las puso mi mamá; rnipapá tiene la lla-
teffaza,tiramos
pri- ve y, a veces/ cuando puede, me libera. parece
tamos sobre ellos. Mi papá come arrollados
É1 se

devoro un poco más a mí (o yo a é1); tiene la piel páliday


mavera (que es 1o único que tolera) y yo
los meiores)' el pelo negro; le gusta jugar con el quiltro y las an-
\
los tallarines veganos (que son leios
a mi tigüedades. Mi mamá, en cambio, podría perfecta-
Con la boca llena (como si pudiera molestar
le da mente ser mi madrastra no solo porque físicamente
mamá desde leios porque sé que a mi papá
sobre el origen somos todo lo contrario, sino además porque su
1o mismo), le pregunto qué sabe
I

aunque no personalidad es totalmente opuesta a la mía.


de la casa. É1me mira con curiosidad'
contestar' Solo Cuando era niña, niña chica, pensaba que era
hace preguntas sino que se limita a
tengo idea adoptada. Muchos niños piensan lo mismo. El fla-
,e qrr" fue construida en 1948, dice' No
I

los primeros co, por ejemplo, me contó una vez que su hermano
quién la construyó o quiénes fueron
el que mayor lo molestaba asegurándole que lo habían
en vivir aquí' Le contesto que cle seguro
habitar el encontrado a las orillas del río Mapocho; yo, que
construyó la casa no fue el primero en
respuesta en ese entonces estaba obligada a leer la Biblia,
terreno. Él no me pregunta por qué; la
ocupado esa le decía que, de ser así, no era tan malo porque
es evidente: alguien más debe haber
muier' a Moisés también lo habían recogido de un río y
tierraantes de 1948'y yo sé quién' Fue esa
matar el terminó siendo el salvador de todo un pueblo. El
Converso tonteras con mi papá para
1o que flaco, que en ese entonces era ateo, se convirtió al
tiempo del almuerzo' No le quiero contar
es mi historia y no catolicismo, aunque le duró hasta que confirmó
I sé, lo que me Pasa, Porque esta
con é1' El que no era adoptado ni similar a Moisés.
q.ri"ro .u*partirla con nadie' r'ri siquiera
centro
quiltro se echa entre los dos,le gusta ser el

65
64
r

Mi sensación, sin embargo, era diferente. Yo no contó que se quedó embarazada mientras pololea_
tenía hermanos que me inventaran historias de ba con mi papá, así que seguramente soy para
ella
encuentros y adopciones; 1o mío era una prueba una hija impuesta. Algo que no pidió, pero llegó
y
empírica, real: no había posibilidad de que hubie- aceptó porque es católica.
illlilill
se nacido de alguien a quien me parecía tan poco. Mi papá toma otro arrollado, 1o masca y se le
En realidad, no me parezco en nada. Ella es rubia; cae el relleno dentro del pocillo de soya, salpican_
yo morena. Ella es histérica; yo relajada. Ella se do todo alrededor. Él sonríe y yo también. A él le
I

alarma; yo me detengo y pienso. Ella controla; yo da lo mismo mancharse, no se queja por tonteras.
delego. Cuando miro los ojos de rnipapá, algo mío Es simple y alegre. Si mi mamá hubiese estado
I

encuentro en ellos. Poco, pero algo. Cuando miro aquí,la situación sería diferente. Habría empeza_
los ojos de mi mamá, solo veo vacío. Ella siempre do a alegar que la camisa era nueva, que cómo no
ha sido una persona ajena a rní, a mi mundo de sabe comer un simple arrollado primavera. ya
no
quiltros y vaguedades. A veces, cuando la veo ha- usa la palabra "roto,,, porque escuchó que era
de
blándole a su guata de embarazada, me pregunto rotos decirla, pero lo cierto es que lo piensa.
Mi
si algún día habrá conversado así conrnigo. Me mamá siempre ha encontrado que rni papá es poca
pregunto si habrá esperado por mí, como espera cosa, un hombre de clase media esforzado cuyo
por el niño o la niña que viene en camino, y mi sueldo no es suficiente para tener una casa con
pis-
l
respuesta es siempre la misma: no. En ocasiones/ cina y una hija bien vestida en un colegio ABC1.
Si
cuando sov más blanda conmigo misrna, la res- no hnbiera sido por mí, de seguro mi mamá habría
puesta es: probablemente no. Aunque en el fondo, terminado con mi papáy se habría conseguido un
sé que no me esperó así. Sé que no me quiso ni abogado, no un psicólogo. A veces, cuando pelean
nunca me ha querido así. Lo veo en sus actitudes, (cuando ella pelea con é1, porque a él no le
gus_
en su tono de voz. Lo veo en la lástima que le ins- ta gritar ni discutir), le dice que es un mediocre;
piro a mi papá y en el amor incondicional que me que por eso es psicólogo porque no le dio el mate
entrega el quiltro, como si supiera que soy una para estudiar medicina, una carrera de verdad.
desarraigada y quisiera hacerme sentir mejor. Qui- Él podría responderle que por lo menos se deci_
zás el motivo es que no le costó tenerme. Ella me dió a estudiar algo y que gracias a eso vivimos,

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67
pero nunca le contesta. Le dice ya, bueno, sí, claro, el sofá ca¡na de color mostaza quemi mamá quería
como si no le importara, aunque en el fondo, hasta botar porque 1o encuentra viejo y ordinario, pero
el quiltro sabe que le duele. Quizás él sería feliz si mi papá se lo prohibió. Le dijo que había estado en
mi mamá no se hubiese quedado embarazada de su familia toda la vida, que todavía se podía usar y
mí porque así habría encontrado a una mujer que que no tenía plata para comprar uno nuevo. Hubo
lo quisiera de verdad y no estaría con alguien por una pelea por eso, pero yo me fui y no alcancé a
pura resignación. Pero ya es demasiado tarde. escuchar qué se dijeron esa vez. Mejor así.
Abro el sofá hasta dejarlo como cama y dejo en_
Termino de almorzar coll un gusto amargo en cima mi mochila. Dentro de ella, está el espejo. No
la boca. Limpio los platos mientras mi papá orde- quiero verlo, no por ahora. Tengo la sensación de
na la casa. Mi mamá, a esas alturas, duerme siesta. que el incendio 1o produjo la mujer cle ojos oscuros
El quiltro hace lo mismo para capear el calor. A mí que habita en é1, o en la casa, o en mí. Sé que de
casi se me olvida todo el asunto del espejo. Siento algún modo csa mujer está ligada al espejo, aun_
el peso de cien días en uno solo. Estoy cansada que no sé cómo ni por qué. y a pesar de que quiero
como hace tiempo no lo estaba y estoy segura de descubrirlo pot'que me mata la curiosidad, al mis_
que no es por la mudanza ni el incendio. Subo las mo tiempo nle pregunto si será bueno que lo haga,
escaleras a rastras, como no le gusta a mi mamá. si con ello vendrán cosas positivas o negativas. Mi
Recorro las piezas restantes para ver en cuál dor- mamá diría que dejara todo como está, que no me
miré esa noche, ya que la mía es un vacío ennegre- meta en problemas. Mi papá diría que una vida sin
cido con olor a humo. No quiero dormir lejos del verdad no es vida. El quiltro, si pudiera hablar, me
manzano. Por algún motivo, ese árbol es mi cable pediría que le cuente todos los detalles porque es
a tierra en esta casa, como si viéndolo o teniéndolo igual de curioso que yo. El flaco respira a través
cerca tuviera las raíces que nunca he tenido. Sin del Play y no tiene cabeza para nada más. y yo...
embargo, no hay mucho que pueda hacer porque ¿qué digo yo?
la única pieza desde donde se ve el manzano es la Abro el bolso y saco el espejo. Veo a las nrujeres,
mía. Decido quedarme en Ia que está más lejos de a los ángeles, alados y macabros. Alguien cuyo cles_
mis papás, que es chica y acogedora. Mi papá puso tino aún no está decidiclo, ciijo el viejo anticr-rario.

68 69
-T
i
rX

Alguien que puede ascender a Ia Luz o caer a la enteLo, caminando por el terreno que yo camino,
oscuridad. Qué vaguedad. ¿Quién no es así? Todas saliendo de una casa que yo no conozco. Se dirige
las personas que he conocido llevan luz y oscuri- hacia el manzano a paso lento, nacla la apura ni
dad dentro. Entonces, ¿qué tuvo de especial esta la detiene. Ella es una con esa tierra, que ahora es
mujer de ojos oscuros que le fue necesario un es- mía. La mujer apoya una mano en el tronco del
pejo para representar su dualidad? Decido que ma- manzano y murmura algo que no logro escuchar.
ñana seguiré averiguando sobre la historia de esa Entonces, aparece corriendo una niña. Es diferente
casa/ ese terreno y ese espejo/ pero ahora solo quie- a ella. Tiene la piel blanca como Ia nieve, los ojos
I
ro dormir. Quiero acostarme sobre el sofá cama, negros como la madera del ébano y los labios rojos
dormir y despertarme en la noche a comer un Pan como la sangre. Se parece a mí, pero no soy yo.
con palta para Cespués volver a dormir. Estoy can- La niña lleva un vestido celeste vaporoso y una
sada y por algún motivo, tengo pena. No me gusta trenza larga atraviesa su espalda. Es linda y dulce,
sentir pena. Siempre la he sentido aiena a mí. como sacada de un cuento de hadas. Se detiene al
Vuehro a soñar con el espejo y la mujer de ojos lado de la mujer y toma su mano. La mujer fija su
negros. [,stavez, no hay nieve negra ni manzanas mirada en ella, así que vec, cómo las dos se milan
que se transforman en coágulos. El sueño de esta como si fueran una sola persona y, al mismo tiem-
noche no me habla en metáforas, al contrario, me po, dos diferentes. No es su madre y tampoco lo
pinta un cuadro realista, aunque difuminado en parece, pero aun así tienen una conexión que no
sus bordes. La casa donde vivo no está, no exis- logro entender. Es un víncrrlo similar al que tiene
te. En cambio, una construcción de adobe y teias el blanco con el negro, el agua con el aceite o la
color ladrillo está frente al manzano. Por una de vida con la rnuerte.
las puertas dobles sale una mujer con falda an- Apenas pienso en eso, todo se revuelve. El sue-
cha y café oscura/ como sus oios. Lleva una blusa ño, claro y vívido, desaparece para dar paso a las
que antes debió haber sido blanca, aunque ahora escenas metafóricas de ocasiones anteriores. La
es crema y alrededor de la cintura usa un paño negra y la niña caen tomadas de la mano en un
como cinturón. Esta es la mujer que vino a mi remolino de hojas, ramas y manzanas. Se alejan,
mente como un flash, pero ahora la veo de cuerpo se alejan, hasta que veo el espejo y mis manos en

70 71
su borde. Ahora soy yo quien está frente almanza-
Cinco
no, siempre con el espejo a mi lado, corno si fuera
mío y no de esa mujer. Entonces, veo que el árbol
ya no tiene manzanas, sino unas ramas con hojas
largas y ovaladas. Algunas tienen flores de forma
acampanada y de un tono púrpura. Si me muevo,
veo en ellas reflejos verdosos aunque su olor no lo
El odio se propaga con facilidad, pensó la mujer
siento. Me llama la atención, en especial, su fruto:
mientras veía a la niña cuidar el jardín. podaba
unas bayas de color negro" Gritan mi nombre, me los
ñuños que usaría como decoración en el interior
atraen como el huso atrajo a la princesa durmien-
de la casona y los dejaba dentro de un canasto
te, así clue acerco mis manos y toco una de ellas. de
mimbre que urdió la negra. Detuvo su mirada
en
Un dolor aguclo recorre todo mi cuerpo en un solo el canasto y advirtió que era una analogía
perfec_
escalofrío. Siento la boca, los ojos y la nariz secos. ta de la relación que tenía la niña con la
negra: la
Caigo a los pies del manzano y comienzo a vomi- primera era 1a materia; la segunda,la urdimbre.
tar. De mi boca salen manzanas podridas. La sen- El odio no acaba ni siquiera con la muerte,
pen_
sación es tan vívida que las imágenes surrealistas só la mujer. Sin embargo, aunque tenía la
certeza
no me apartan de la realidad. de que su resentimiento por la niña continuaría
Esta noche me siento más en un recuerdo que después de que muriera, veía en esa posibilidad
en un sueño. un atisbo de paz. Conocería la tranquilidad cuan_
do no tuviera que escuchar su voz de niña convir_
tiéndose en mujer; cuando no tuviera que
ver su
pelo oscuro brillar bajo el sol y la luna; cuando
no
tuviera que oler los ñuños que cortaba para deco-
rar la casa de su padre. No quería más la presencia
I de la niña en su vida porque cada día que
pasa_
ba, el odio se acrecentaba junto con su vejez.
Así,
mientras la niña se convertía en mujer y ganaba

72
73
r
!

vida, ella se convertía en anciana y se acercaba a la grupo/ pero ese espacio yahabía sido ocupado por.
muerte. La vida y la muerte viviendo juntas, una la niña y donde estaba la niña, estaba su ausencla.
odiando a la otra, y la otra sin hacer caso del odio. Así, mientras a ella le gustaba azotar a sus escla_
Años atrás,la negra le dijo que ella era la muer- vos, a la niña 1e gustaba curarlos; mientras ella se
te y la niña, la vida; 1o cierto es que ella no repre- refugiaba en la soledad de la noche,la niña disfru_
sentaba ninguna pieza en ese tablero. La verdad taba la compañía del sol. La niña le quitó cualquier
era otra: la niña era la vida, la negra era la muerte posibilidad de ser feliz. Ahora,le tocaba perder.
y ambas jugaban como iguales sobre el tablero.
I

Llevaba semanas urdiendo su plan para que


Ella, en cambio, era un ser inferior. No inspiraba todo resultara como lo había pensado. Esta vez,
respeto ni admiración, ni siquiera envidia como no dejaría espacios para errores y, por 1o mismo,
cuando era joven y su piel era tan firme como la la negra no podía enterarse del método que usa_
cáscara de una manzana. Lo único que provocaba ría.Ya conocía perfectamente sus intenciones, pero
en sus criados era temor. Se había convertido en jamás permitiría que averiguara cómo llevaría
a
la madrasta descariñada; en la mujer dura y fría cabo el asesinato de la niña. Si la negra la descu_
que nadie se atreve a mirar. Solo la negra y la niña bría, estaba segura de que impediría la muerte de
pasaban a su lado con el mentón erguido y los ojos la vida. Y la vida necesitaba morir.
abiertos mientras los demás agachaban cabeza y Hacía tiempo que había conseguido cultivar
párpados. No sabía cómo 1o había logrado, pero una planta nativa de Europa, pero con posibilidad
la negra era respetada por todos, sin importan raza de crecimiento en Chile. Algunos la llamaban be_
o clase. lladona; otros, cereza del diablo. Le gustaba, sobre
La niña cumplió los doce años apenas un par todo, por la ambigüedad del nombre. Ala niña co_
de meses atrás. Era una edad bonita para morir. rrespondía labelleza; a ella le pertenecía el veneno
La mujer pensó que incluso para eso tenía gracia. negro que utiliza la oscuridad. La niña moriría de
Maldita niña que ni siquiera en su muerte podía la mano del diablo, pero, al mismo tiempo, corr
conocer las tinieblas. Había personas que tenían la hermosura que siempre la había caracterizado.
un cordón umbilical con la luz; otra.s, con la oscuri- Miró su rostro en el espejo cuando pensó en csil
dad. A ella le hubiese gustado pertenecer al primer conclusión. Ya había dejado de contar las línt,irs

74 'i!'
['

que Io cruzaban, ahora se enfocaba en los cabellos suficientemente estable, giró despacio la manilla,
blancos que nacían cadavez más cercanos el uno aunque no pudo evitar que la puerta crujiera. Sa-
del otro. Quizás, cuando la niña muriera, deiaúa bía que la niña no despertaría; su preocupación era
de mirar su reflejo en el espejo. Quedaría tranquila la negra: no quería que la viera ni mucho menos
ante la imposibilidad de que la vida siguiera co- que se enterara del plan que durante tanto tiempo
rriendo tras de ella, queriendo alcanzar algo que fraguó. Sin embargo, ningún otro sonido Ie res-
no tiene alcance. pondió. Al parecer, nadie despertó. Con la mano
Decidió que haría la mezcla la última noche de derecha alzó el candelabro a la altura de su pecho
otoño. Años atrás escuchó a la negra decir que el mientras con la izquierda hacía un escudo para
otoño simbolizaba limpieza y transformación: así que la llama no se apagara. Caminó hasta la puerta
como caían las hojas de los árboles, el ser humano de salida más cercana,la abrió suavemente y salió.
también aprendía a dejar atrás aquello que no le El frío de la noche la recibió. El viento corría,
sirve para recibir la primavera de forma ligera y pero no 1o suficiente como para que el fuego cedie-
renovada. Era precisamente eso 1o que ella quería ra, aunque sí para colarse entre los pliegues de su
Iograr. Ya no más cargas, culpas, arrepentimien- vestido, largo y vaporoso. Apretó los dientes y fue
tos. No más dudas, segundas oportunidades. Ha- hacia el fondo del jardín, donde había plantado la
bía llegado el momento de actuar, de hacer lo que cereza del diablo. Estaba en el rincón más húmedo

siempre quiso, Pero que nunca le resultó. Estavez, y lúgubre que encontró, lugares que la niña ni la
nadie ayudaria a la niña. Estavez, su hijastra cae- negra jarrrás visitaban. No fue necesario contar con
ría en un sueño eterno. mucha htzpara ver la planta que casi alcanzaba el
metro de altura. Se arrodilló cerca de ella y obser-
Era una noche sin luna y, atLteta,las fauces de1 vó sus bayas negras, que emanaban el olor de la
lobo aguardaban por ella. Esperó que la casa com- muerte. Dejó el candelabro a un lado y del escote
pleta durmiera para prender la vela que iluminaría de su vestido sacó un pañuelo blanco con el cual
su camino por eljardín. Dejó caer la cera derretida comenzó a coger las bayas, una a una. Con diez
dentro del candelabro y luego apretó con firme- tendría más que suficiente; serÍa imposible que la
za la base de la vela sobre é1. Cuando estuvo lo niña resistiera esa dosis. Creyó ver una sombra

76 77
r
I

pasar detrás suyo, pero cuando se volteó solo le de carey las rompió fácilmente hasta empaparse
contestó el murmullo del viento. Cuando hubo ter- por completo con su líquido oscuro. Cuando ya
minado de obtener los frutos, tomó el candelabro no quedaban bayas por aplastaq, envolvió ei peine
y emprendió rumbo de vuelta a la casa. Sin que con el mismo pañuelo y lo guardó dentro del pri_
nadie aparentemente 1o advirtiera, entró de nuevo mer cajón. Ahí 1o dejó reposar toda la noche para
a su dormitorio y cerró la puerta con doble llave. que sus dientes se irnpregnaran del veneno. A la
Dejó las bayas y el candelabro encima del to- mañana siguiente, sacó el peine unavezmás, aun_
cador y,Luego, del primer cajón extrajo un peine que en esta ocasión no tenía intención de volver a
de carey con forma de flor y siete dientes largos. quedarse con é1. Se puso sus guantes blancos de
Era el peine preferido de la muerta. La madre de encaje y tomó el recuerdo de la muerta. CruzóIa
la niña 1o usó hasta pocos dÍas antes de morir y casona hasta llegar aI
dormitorio de tra niña. Llamó
cuando finalmente dejó a su marido, este 1o guar- a la puerta y suvoz, dulce y tierna, le contestó
del
dó para é1. Era uno de los tantos trofeos que tenía otro lado para que entrara. Tomó aire para llenar
de la rnuerta, recuerdos que le hicieron imposible sus pulmones y con la exhaiaci ón, girólamanilla.
olvidar la presencia de la mujer y la hermosura de La niña arreglaba una de las flores que decoraban
la niña. Probablemente, si el padre estuviera con supíeza; cuando la vio,Ie sonrió apenas. ya no era
vida, 1e habría legado el peine a su hija, pero ella tan ingenua como cuando tenía siete años y en su
no quería darle esa felicidad ni tampoco estaba mirada se advertía cierta desconfianza.
dispuesta a ver la copia de la muerta caminando Tengo algo que te pertenece, le dijo sin aliñar
por los pasillos de la casa con su peine y belleza. su voz de tonos melosos que pudieran hacerle
El peine pasó años guardado y empolvado en el sospechar. Un objeto que, en realidad, perteneció
primer cajón de su tocador, pero había llegado el a tu madre. Solo cuando dijo esa última palabra,
momento de liberarlo. Con su libertad, ella por fin la niña dejó el florero y se dio media vuelta para
quedaría libre a su vez de la niña. mirarla. Piel blanca, pelo negro, labios rojos que
Extendió ei pañuelo donde estaban apiladas la persiguen, la miran y la increpan. ya no más,
las bayas de belladona sobre el tocador y, con los pensó, ya no más. Abrió la paima de su mano pro_
dientes del peine, las aplastó una a una. El borde tegida por el guante de encaje y le mostró el peine

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J
T
de carey. Tu padre lo guardó y me pidió que te lo su criada le ponía paños mojados sobre la frente.
entregara cuando tu'u.ieras edad suficiente; ese día La mujer observaba la escena desde el marco de
ya llegó, le dijo con el brazo extendido para que la puerta para ver a su hijastra morir. Sabía que
la niña 1o recibiera. Y 1o hizo. [,o tomó entre sus los efectos de la l:elladona apenas comenzaban.
dedos temblorosos y ios ojos aguados;1o miró con Luego se le secarían boca, nariz y ojos; le vendría
detenimiento como si estuviera frente a la muerta una risa incontrolable, le seguirían los vómitos,la
y no frente a un peine viejo y lleno de veneno. En- migraña,la sudoración y, finalmente, la parálisis.
tonces, lo llevó a su boca, cerró los ojos y lo besó. Una muerte dramática, digna de la niña. No podía
Lloró cerca del peine como si fuera la mejilla de sonreír, pero quería hacerlo. Disfrutaba la caída
de
Ia muerta. Gracias, le dijo y ala mujer le hubie- la niña porque a medida que descendía a las ti_
se gustado responder, por primeravez, gracias a nieblas, sentía su propio ascenso. Sin embargo, no
ti. Cracias por hacer esto tan fácil, por no poner despertaría sospechas. Se dirigió con paso firrne
resistencia. Gracias porque esta noche ya estarás hasta su dormitorio y se sentó frente al espejo
que
rnuerta. Sin culpas ni remordimientos, finalmente, años antes le regaló la negra. Miró su boca, que
le estaría haciendo un favor: volvería a encontrarse no era roja como la sangre; su pelo, que no era ne_
con sus padres, los muertos vivientes que siempre gro como la madera del ébano; su piel, que no era
le pertenecieron. blanca como la nieve, y se alegró. Una corriente
No hizo falta que llegara la noche para que la de felicidad, que no sentía descle que su marido
le
niña cayera a la cama. Un par de horas más tarde, pidió matrimonio, cruzó su cuerpo. Siempre que
la cereza del diablo ya circulaba por cada rincón estaba frente a ese espejo , veíalasombra de la
niña
de su cuerpo. Sus efectos hipnóticos la hicieron tras de ella, pero no esta vez. Alivio, libertad y jus_
caer en un estado de sopor que ni siquiera la negra ticia. Sus deseos de los últimos diez años, por fin
era capaz de entender. Las alucinaciones llegaron llegarían a ella.
junto con las incoherencias. Dijo que su padre es- La puerta de su dormitorio se abrió de golpe.
taba vivo y que solo sentía decepción por la mujer Solo había una person a capaz de desafiarla de esa
que dejó entrar a su casa. ¡La negra tenía razónl manera. La negra la señaló con su dedo índice.
¡La negra tenía razón!, gritaba eufórica mientras No permitiré que nada le pase a la niña,le afirmó

I 80
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amenazante. Y si algo le ocurre, su muerte se fun- le había dado: reconocía Ia cereza del diablo con
dir¿i con la dc clla. Los dedos de la mujer, finos y facilidad. Se sentó sobre la cama al lado de la niña
largos, rccorrieron el borde del espejo. Lo tallaste y pasó otro paño húmedo alrededor de su cara,
tti, ¿cicrto?, preguntó. La negra no contestó, pero bañada en sudor. El cuerpo de la niña estaba ahí,
su silcncio respondió la pregunta. Lo tallaste solo pero su espíritu se distanciaba cada vez más de
trn ticmpo antes de que yo apareciera; recuerdo la tierra. Es hábil su madrastra, le dijo mientras
rlue cuando me lo entregaste, estaba nuevo. Lo remojaba de nuevo el paño en el recipiente con
miré y ya no pude despegar mis ojos de é1. Al prin- agua. Supo que yo no estaría dispuesta a ayudarla
cipio creí que era solo mío, como si el espejo for- y plantó la semilla más fatal que encontró. Luego
mara parte de mí, pero no. Este espejo somos tú, estrujó el paño y dio toques suaves sobre el rostro
la niña y yo. Ángeles macabros que en ocasiones de la niña. Pero usted es fuerte, niña. Y yo más,
ascendemos y otras, caemos. La negra se acercó a añadió la negra.
ella lentamente, paso a paso/ hasta quedar tan cer- La negra se levantó y de los bolsillos de su fal-
ca la una de la otra que podían oler su aliento. El da sacó el único antídoto posible para el vene-
espejo muestra 1o que uno quiere ver,le dijo. Us- no de la belladona: haba del Calabar. Ayudó a la
ted quiere ver la muerte de la niña en su vida, pero niña a incorporarse, metió sus dedos dentro de
la niña no morirá. La niña nunca morirá. Salió de la garganta hasta que comenzó a vomitar. Nece-
la habitación tan rápido como había entrado, de- sitaba que tuviera el estómago vacío para darle
jando a la mujer con la sola compañía del espejo: el antídoto y gue, de esta manera, surtiera efecto.
era tiempo de sanar a la niña. Cuando ya no quedaba nada dentro de ella, le
Fue hasta su dormitorio y, una vez a}lrí, echó a la administró la medicina y la volvió a recostar. La
criada que cuidaba de ella. Nadie manejaba como negra advirtió que sus labios ya no eran rojos,
ella el arte de la curación con plantas medicinales que su pelo tenía el color de la muerte y su piel
y necesitaba soledad para trabajar. La niña estaba se fundía con el blanco de las sábanas. La niña era
más pálida que de costumbre y sus pupilas dila- nieve negra sobre la cama.
tadas corroboraban la presencia del veneno en su Antes de que fueras concebida, ya esperaba
¡ cuerpo. No necesitaba preguntarle a la mujer qué por ti. Desde que nací, esperaba por ti. Porque la

82 83
oscuridad necesita delaluz, así como la muerte Cuatro
necesita de la vida.
Vuelve a mf, nieve negra.
Vuelve a ml.

Anoche tuve el sueño más lúcido de mi vida. Thm-


bién, el más raro. La mujer de piel oscura me inspi-
ra una confianza que jamás he sentido por nadie,
a excepción del quiltro. El sueño (o pesadilla, o
recuerdo, ya no sé qué diablos fue) hizo que mc
desvelara, así que pasé prácticamente toda la no-
che despierta. El sofá cama tampoco fue de ayuda
porque el colchón es duro y angosto, y yo me mr'lc-
vo como torbellino mientras duermo. En resumen,
estaba condenada a pasar una noche fatal.
Cuando son las siete y empiezo a sentir ruidos
en la cocina, bajo las escaleras para tomar desayu.-
no. Ahí están mis papás que, al parecer, ya se re-
conciliaron porque mi papá le prepara un pan con
mermelada a mi mamá. Cuando lne ve/ pregunta
si quiero uno y le respondo que sí. Además del
pan con palta,la mermelada es mi pr,eferida para
despertar con ánimo. Sin embargo, no sé por qué
intuyo que ni siquiera eso me ayudará a tener un
buen día. Últimamente he sentido que algo viene
por mí o que yo estov a punto de alcanzar algo.

84 85
--:-Tl 1l

De cualquier modo, no sé qué es y me cargala incer- quería conocerlo y que, por eso, inventó la cxt.us,r
tidumbre. Por 1o mismo, estoy decidida a resolver de ser mala en un ramo cuando en realidad eril l,r
el misterio del espejo (y del manzano), pero antes mejor alumna de su ¡;eneración. yo le creo ¿.r nri
comenzaré por mi sueño de ayer. Las imágenes papá porque é1no sabe inventar nada y, por otro
corrieron muy rápido y varias de ellas ya se mez- lado, ya he pillado en varias ocasiones a mi mamá
claron o se me olvidaron, menos una: la planta de diciendo mentiras blancas para justificar sus deu.
flores acampanadas y con pequeños frutos negros. das en la tarjeta de crédito. Obviamente, mi papri
Necesito saber qué planta es y qué significado pue- no le cree, pero está más dispuesto a seguir pagan
de tener parami, porque algúnmotivo debe haber. do las cuotas interminables que agregar otra perk,,r
Mi papá deja el pan al centro de la mesa y mi a su lista de discusiones.
mamá hace un gesto para que yo me sirva prime- Saco un pan y me 1o como en menos de un rr,,
ro. Ella tiende a hacer eso conmigo; no sé si piensa nuto. Mi mamá pone 1os ojos en
blanco, no le rlr r,,
que la comida estará envenenada y prefiere que Ia ta que coma con ansiedad. Hoy día necesito á1l r rr I, r

pruebe yo antes o simplemente es de buena onda. para colgar los últimos cuadros, dice mi rlclnr,r .¡l
Puede sonar paranoico, pero no confío en la buena aire. Odio cuando la gente pide las cosas ásr, rr,
onda de mi mamá porque ella nunca 1o ha sido. gustan las personas directas. No escucho n1i rr, ,r,,
Cuando era joven, por ejemplo, era de esas com- bre, así que no me doy por aludida y sigo c()n,,,,
pañeras de colegio que acusaban a los demás ante do. Como sabe que hoy mi papá debe volvt,r ,, I ,

la inspectora, no prestaba los apuntes y competía pega y que, por lo tanto, él no podrá ayudar.l,r. , r r

por las notas. Lo sé porquemipapá, que estaba en vez me habla directamente. Ti,
¿qué pretenr lr. , L ,

su mismo curso, me 1o ha contado. É1, en cambio, cer hoy? Le respondo una mentira blanc,rr, ( (,rr,,
era el típico nerd que armaba grupos de estudios ella me enseñó. Necesito averiguar el mislt.r¡,, , t,
con los más porros paru ayudarlos a pasar de año. los últimos días, yperder el tiempo colgarr,l,,,,, r

Los dos se conocieron en uno de esos grupos, de dros no es una posibilidad. Mi mamá clir.t.,¡1r.,,, , ,

hecho. Mi papá dice que ayudó a mi mamá a pasar como que no importa porque está acost u n l ,r . r, l
r r

Física porque no entendíanada, pero mi rnarná, a hacer todo sola; luego levanta su lozir :. r ri . , \ I
r r

hasta el día de hoy, no 1o reconoce. Dice que solo deja dentro del lavaplatos con un gesto tlr,rrr.rt r,,,

86
I

Entonces, se va de la cocina. Quiero decirle a mi Empiezo a buscar en Google, pero pronto mt'
papá que no sé cómo la soporta, pero sé que me doy cuenta de que no sé cómo hacerlo para aco-
contestará que son las hormonas y que está em- tar. "Planta con hojas acampanadas", resultados:
barazada. Mi papá tiene una forma muy práctica 93.400; "Planta con bayas negras" , resultados:
para mentirse a sí mismo. 155.000. Podría estar todo el día y la noche y, aun
Termino de tomar desayuno,lavo los platos y así, no daría con la planta que soñé. Entonces, mc
voy directo a la ducha. No quiero dejar espacio acuerdo de la maratón de American Horror Story
para que mi mamá empiece a joder y deba que- que me pegué con el flaco: si hay algo en común
darme con ella colgando cuadros, así que 1o mejor entre la serie y mi sueño es que ambos son sór-
es salir de la casa con mi papá y que él me deje didos, oscuros y extraños. Casi diabólicos. Busco:
en algún cibercafé. Todavía no tenemos Internet "Planta venenosa de hojas acampanadas y bayas
y necesito averiguar con qué planta soñé, es decir, negras", resultados: 3.380, aunque solo uno llam¿r
necesito Google. Estoy lista en menos de quince mi atención: Atropa belladonna. La descubrí.
I minutos, bajo las escaleras corriendo y veo que mi Las páginas en Internet dicen que esta planta
papá está a punto de irse. No le doy tiempo a mi siempre estuvo relacionada con las leyendas 1., so-
mamá para que pregunte dónde voy o a qué hora bre todo, con la brujería. Su principio activo es la
vuelvo porque parto corriendo al auto y me meto atropina, que produce justamente aquello que sentí
en el asiento del copiloto. Veo que mis papás con- en mi sueño: boca, nariz y ojos secos/ aunque tam-
versan hasta que se despiden con un beso en la bién tiene otros efectos, como el aumento del ritmo
boca; el beso me parece insípido, como el que me cardíaco o la distorsión en la visión, haciendo que
di hace un tiempo atrás con el flaco para probar los objetos cerc¿rnos se veanborrosos. Amedida quc
qué onda, qué se siente. Mi papá sube al auto, deja leo sobre la planta, se me vienen más sensaciones
el bolso en el asiento de atrás y me pregunta dón- e imágenes a la mente. Veo la mano oscura de Ia
de quiero que me deje. Lo primero que se me viene negra pasar sobre mi frente hasta llegar a los párpa-
ala cabeza es una biblioteca nueva que pusieron dos y cerrarlos. No me da miedo, al contrario, hay

I en Plaza Ñuñoa. Arranca el motor y diez minutos


después estoy dentro de la biblioteca.
algo que me hace sentir cómoda con ella como si l¿r
conociera desde niña y no fuviera por qué temerlc.

88 89
=.'-

Toda la vida he considerado que no tengo una ayude con un problema ficticio. Subo las escaleras
pizca de supcrstición. Es una de las similitudes en dirección a mi nueva (aunque antigua) pieza,
que tengo con mi papá.Para mí, aquello que no desde donde veo el manzano. Apoyo los codos en
tiene lógica simplemente no entra en mi radar de el lugar donde antes del incendio estaba la venta-
posibilidades. Hoy, sin embargo, es la primera vez na y centro mis ojos en el árbol. Le pído a la negra
c1r-rt'siento lo contrario. No tengo ninguna prueba que si de verdad existe, no me deie sola y me en-
clc lo que voy a decir, pero no puedo evitar sen- señe el camino de vuelta a casa. Como respuesta
tir que pertenezco más a esa realidad de sueños, recibo un langüetazo del quiltro en mis pies. Sé
espejos y manzanos que a esta. He crecido con la que a mi mamá le dará un infarto si 1o ve dentro
sensación irrevocable de que caí en mi familia por de Ia casa, así que le pido que me siga en silencio
pura mala suerte, porque mi mamá era lo suficien- hasta mi actual pieza con el sofá cama. Nos debe-
temente conservadora como para no atreverse a mos ver ridículos echados encima de un colchón
ser madre soltera y mi papá no era lo suficiente- del ancho de mi espalda, pero me gusta tener al
mente valiente como para decirle que sería un pa- quiltro así de cerca. Quizás sea porque él y yo nos
dre presente, pero sin matrimonio de por medio. parecemos: tenemos una familia a la cual, en reali-
He crecido sintiéndome desfasada, como si no per- dad, no pertenecemos.
teneciera a mi familia, a mis amigos ni a mi época. Me quedo dormida porque últimamente todo
Hasta hoy. 1o que hago es investigar sobre el espejo y dormir.

Lo hago de forma consciente porque sé que el úni-


Vuelvo a la casa con la vista pegada al suelo co modo para ponerme en contacto con la negra es
y los hombros caídos. No sé por qué, pero siento soñando. Y esta vez, rro es la excepción. La negra
como si viniera llegando de la guerra o, mejor di- llega a mis sueños al poco rato de cerrar los ojos.
cho, recién entrando a ella. No quiero tener que La veo nítida como la noche anterior antes de que
ver la cara de mi mamá, pero ahí está arreglando apareciera la belladona. Lleva la misma falda lar-
su casa nueva con una sonrisa a medias para recal- ga y café junto a la blusa color crema. Su tenida
carle a mi papá que ella no quería vivir ahí. Paso me dice a gritos que no es de este siglo, aunque sí
de largo y me alegra que no me llame para que la del mío, aquella época en la que verdaderamente

90 9L
siento qtrr. viví y tlc la que, por algún motivo que Tres
descrxlt¡zr'o, rnc cxtirparon.
l,a ncgrir llor¿r a los pies del manzano. No Ia
('()n()z('() lo suficiente; aun así/ es raro verla llorar.
I'ls rrnir inragen que no me hace sentido con ella.
Mr'¡¡trstrrría acercarme y dejar caer mi mano sobre
srr llonrbro, pero en este sueño no tengo cuerpo,
Una vez más,la niña ganó. La niña siempre gana,
solo visión. Es como estar viendo una película de
pensó mientras trituraba con su mano uno de los
la cual se quiere participar, aun sabiendo que no ñuños con los que le gustaba decorar la casa. Le
sc puede, que es imposible l'racerlo. Y parece que gustaría hacer 1o mismo con ella: tomar el cuello
la negra es capaz de escuchar mis deseos o pensa- entre sus manos y romperlo. Pero no puede por-
mientos, porque es ella quien gira su cabezapara que la negra siempre está acechando, siempre va
mirarme. Fija sus ojos en los míos y me dice algo dos pasos delante de ella. Tres veces intentó asesi-
que no escucho. No entiendo,le digo (o pienso que nar a Ia niña, aunque solo había conseguido matar
le digo), pero ella vuelve a repet1r palabras que no a su rnarido y levantar sospechas. Sabía que solo lc

llegan a mis oídos. Veo que el manzano empieza quedaba una oportunidad y no podía fallar. Esta
a arder desde las frutas a sus raíces y la negra se vez, no fallaría.
pone a gritar como lo haría mi mamá. La negra La niña tenía quince años f, para ese entonces,
parece loca, pero sé que no lo está. la mujer ya había advertido que la única solución
Antes de que las llamas devoren todo mi sueño, para eliminarla de su vida era por medio de lir
logro escuchar las palabras de la negra. negra; solo ella tenía el poder suficiente porqu('
Vuelve a mí, nieve negra. la negra era la muerte y la muerte siempre st'
I

Vuelve a mí. llevaría a la vida. Debía ser capaz de lograr unir


alianza inquebrantable, pero era difícil. Por algrirr
motivo que ella desconocía, la negra no quct.íir
que la niña muriera. Convencerla: esa era l¿t so-
lución. El primer recurso que se le ocurrió fuc cl

92 93
látigo. Mandar a buscarla, amarrarla a un tron- Caminó con paso firme y decidido hasta la habi-
co y azotarla hasta que aceptara sus condiciones, tación de la negra y abrió la puerta de golpe; si
pero pronto comprendió que era una mala idea. quería tener un pacto con ella, no podía dejar que
La negra no respondía a los abusos. Además, ¿se viera su miedo. La negra estaba sentada en el bor-
atrevería a hacerle algo así? Llevaba más tiempo de de su cama, aguardaba. La señora viene a pro-
del que ella podía siquiera imaginar en esa casay, poner un trato, le dijo, siempre dos pasos delante
la verdad, parecía ser la única dueña de la tierra de ella. Hable, que la negra sucia no sabe esperar.
y de las almas. Su marido ya le había advertido La mujer cerró la puerta tras de sí y habló. Con
acerca de las leyendas que giraban alrededor de los años me he dado cuenta de que te gusta actuar
la negra. Más de vnavez le dijo que se mantenía con equidad, negra, y equidad es 1o que pediré.
viva gracias a la magia, oscura como ella. Le re- La niña ha sido la maldición que pesa sobre mí
petía que desconocía su origen o el momento en desde que llegué a esta casa; por ella perdí a mi
el que llegó a trabajar con su familia. Desde que marido, rnibelleza, el respetó de mis criados y la
era niño, Ia negra era la misma vieja de siempre. posibilidad de ser feliz.Esjusto, por tanto, que la
Algunos decían que el pacto con el diablo le per- niña reciba una maldición. La negra asintió. Ese
mitía seguir con vida; otros creían que en realidad trato es equitativo para usted, pero ¿es justo para
estaba muerta. La muerte no envejece ni se va, le mí? ¿Qué hace la muerte sin la vida?, preguntó
dijo su marido :unavez. La muerte ronda en silen- la negra. La mujer sonrió como si con esa sonrisa
cio y todo lo sabe, le dijo en otra oportunidad. La lograra estar por encima de la negra. Yo propongo
negra es el fantasma que todos temen y que nadie un pacto y un trueque: la maldición para la niña
quiere tener en su contra,le dijo días antes de mo- a cambio del terreno. La negra rio a carcajadas.
rir. Y ella estaba de acuerdo con esa leyenda. Lo que la señora ofrece es imposible, no está per-
mitido que una negra como yo sea dueña de una
Era una noche de verano cuando decidió hablar chacra, le dijo con voz áspera. No ofrezco dominio
con la negra. Transcurrieron meses desde el último sobre el terreno, r.egra; ofrezco la posibilidad de
atentado a la niña y creía que el tiempo le daría la seguir aquí. Me puedes maldecir una, dos, tres ve-
sabiduría necesaria para aceptar su proposición. ces por echarte de mi terreno, pero no me importa:

94 95
ya estoy maldita por la peor de las maldiciones, No l-raga más pre¡;untas, porque la negra no d.tr,r
que es esa niña. Lo logró. Por primeravez, alguien respuestas. La mujer quedó conforme. Abandorrt,
estuvo por encima de la negra. Estaba atada a ese la habitación de la negra con un sabor dulce t'¡r
terreno como el marido a la niña o ella al espejo. la boca.
Fue entonces cuando entendió por qué:tierra, niña
I
y espejo eran la raí2. La negra no podía vivir sin El día siguiente se hizo lento y tedioso. Contaba
su tierra porque estaría vacía; el marido prefirió las horas para dejar de ver a la niña y pensaba en
morir antes de que 1o hiciera la niña, la única ra- qué lugar la enterraría; solo sabía que no la dejaría
zón que 1o mantenía respirando; ella no podía se- descansar allado de su marido. Cada cierto tiem-
pararse de su espejo porque en él siempre estaría po iba hacia el manzano Para ver si el fruto del
su reflejo. Cada día el espejo absorbía su imagen y, cual le habló la negra ya había aparecido, pero nin-
algún día, volvería a mostrar lo que antes estuvo guna manzana llamaba especialmente su atenciólr.
ahí. Quitarle la tierra a la negra, era quitarle la hija Mientras, la niña leía en uno de los saiones de la
al padre o el espejo a la mujer. Y la negra 1o sabía. casa. Estaba sentada en un sillón de color escarlata
Yo l-raré la maidición, pero usted condenará a que hacía contraste con su pelo negro. Se detuvo
la niña, dijo la t:.egra, que no quería mancharse las en ella y la recorrió con su mirada hasta advertir
manos. A ella, sin embargo, nada le podría impor- 1o poco que le quedaba de niña. Era, sin duda, ltr
tl tar menos. Asintió, pero no se fue del dormitorio: última oportunidad que tenía para deshacerse de
quería conocer cada detalle porque, esta vez, no ella porque cuando fuera una mujer, no habría po-
fallaría. Mañana, cuando la luna esté en su punto sibilidad de engaño. Cuando la niña dejara de ser
más alto, llevará a la niña a los pies del manzano. niña, ella tendría que abandonar la casa. Por esc'r,
Ahí verá sus frutos, pero solo uno llamará su aten- el pacto con la negra llegaba en el mejor momento.
ción. Será una manzana preciosa, capaz de hacerle Solo cuando el sol se escondió para dar pastr
agua la boca a cualquiera que la viese. La sacará a la luna, sintió un asomo de tranquilidad llegar
del árbol y la cortará en dos mitades: usted come- hasta ella. Faltaban unas cuantas horas para llevar
rá la parte blanca y la niña, la roja. Cuando eso a cabo el plan que, por fin, sería caPaz de sacar a
ocurra, nadie será capaz de impedir la maldición. la niña de su vida. La negra desapareció junto corr
lnil
96 97
el sol y la mujer sabía por qué lo había hecho: no ción la capacidad de asombro lir rriña, en espe-
c1t'
quería estar presente cuando la niña cayera muer- cial cuando se trataba de la natr¡r'illt'zir. De algún
ta sobrc su tierra, esa que tanto quería. Tenía la modo, la niña era una con el espírilu tlc la tierra,
sensaci(rn de que no la vería hasta el día siguiente, así como ella era una con la soledarl.
cu¿rndo la niña fuera enterrada. Sin embargo, no La mujer caminó con parsimonia hirsl,r cl nriln-
podía estar segura porque la negra era impredeci- zarto, como si no quisiera llamar la att'rrt iorr rlt. ln
ble. Cualquier cosa podía suceder con ella. niña. En realidad, quería hacer justamcrrlt'1t,.'r,n-
Cuando la luna, redonda y brillante, estuvo en trario. Cuando estuvo frente a é1, vio l¿r l,r'r,rrrr'
su punto más alto,la mujer fue hacia el dormitorio sa de Ia negra: una manzana brillante y r'('(l()nr l,r
de la niña. Abrió la puerta como nunca antes 1o como la luna que, desde arrlba,la vigilaba.'lirtl,:'
había hecho, lento y despacio, como si haciendo sus anhelos se concentraban en ella; la manzirrr.r
que la niña despertara de ese modo consiguiera vendría a redimir una vida de cargas y pesatli
de forma más fácil que le diera un mordisco a la llas. Escuchó los pasos de la niña que se acerc¿.r
mar.zana. Se acercó a ella y antes de tocar su hom- ban hasta el manzano. Se detuvo justo frente a la
bro,la niña se giró. No dijo nada, pero la miró con r:.arlzana, hipnotizada por su belleza. Hay que
sospecha en sus ojos. La luna está llena y su brillo deshacerse de ellas, de lo contrario, se pudrirán
se refleja en tus ñuños, ¿quieres ir a verlo por ti y las perderemos, dijo la mujer. Su voz salió gra-
misma?,le preguntó. Sabía que la niña no confia- ve y arrastrada, y la niña desvió su mirada de la
ba en ella, pero también conocía su curiosidad: no trlat:.zatta para fijarse en ella. No podía dejar que
sería capaz de resistirse a su invitación. La niña sospechara. Mira, te regalo una, volvió a hablar,
se levantó por el lado de la cama contrario a la esta vez más armoniosa. Quizás, si la niña no se
I
mujer, dio la vuelta y se encaminó hacia el jardín; detenía en ella y seguía enfocada en la manzana,
su madrastra salió justo detrás de ella. Afuera, el no tendría tiempo para adivinar sus intrigas. Tiró
patio estaba inundado por las sombras de los ár- el fruto del árbol y extendió su brazo hacia la niña,
boles, proyectadas por el brillo de la luna. La niña pero ella no se inmutó.La niña la rechazó. No pue-
se quedó estancada en la mitad, con los ojos y Ia do aceptarla, contestó. Sin querer hacerlo, la mujer
boca abiertos. A la mujer siempre le llamó la aten- arqueó una ceja. ¿Acaso temes que te envenene?,

98 99
preguntó la madrasta y dio un paso hacia delante. Dos
La niña no respondió.
La mujer sacó una pequeña navaja de su bolsi-
11o y cortó la manzana en dos mitades, quedándo-

se ella con una y la niña con la otra. Ahora,las dos


podremos disfrutar de ella, dijo, y le dio un mor-
disco a la parte blanca. La niña, que miraba la fruta
Me despierto a ratos, pero pronto vuelvo a dor-
como si le fuera la vida en ello, vio a la madrastra
mir. Tengo la sensación de que no soy yo y/ aun
morder la manzana y no se pudo resistir. Apretó así, me siento más consciente de mí que nunca.
su mitad con ambas manos y se metió a la boca Desde ayer que no he podido levantarme. Tengo
el trozo con la parte roja. Apenas el primer trozo fiebre, escalofríos y sueños que/ a veces/ se trans-
cruzó su garganta, sintió que esta se cerraba, im- forman en pesadillas. Mi papá me contó que me
pidiendo el paso del aire. La manzana cayó y rodó he despertado en tres ocasiones llamándolo. Grito
hasta los pies de la madrasta, que la contemplaba padre,no me dejes, y él decide no dejarme, así que
llena de rencor. La niña llevó sus manos al cuello se queda a mi lado hasta que vuelvo a quedarme
y, como antes tro hubiera hecho Lamanzana, cayó dormida. Yo no sé si 1o llamo a é1o llamo a otro
al suelo. Ahí, paulatinamente sucumbió al ahogo padre, uno que solo mi subconsciente recuerda.
hasta que solo vio oscuridad. Ahora entiendo, a medias,lo que quiso decir esa
Murió como nació, pensó la mujer: blanca como tarotista que mi mamá vio años atrás. Le aseguró
la nieve, roja como la sangre, negra como el ébano.
que yo estaba maldita, que he vivido muchas vi-
das y, por primeravez,le creo. Porque la sensación
de esas pesadillas no puede ser ficción. Mis sueños
no hablan de personas o sentimientos aienos a mí,
tilIilil
sino de marrzar.as, espejos y mujeres que sé, co-
nozco. El flaco me diría que la situación es como
esas películas donde la protagonista recibe señales
para terminar averiguando que en realidad está

100 101
muerta, pero yo me siento más viva que nunca' He animales se acercan de esa forma a sus dueños, ('s
pasado mis quince años sintiéndome despreciada porque prevén su muerte. Si cs así, no tengo mit'-
por mi mamá; creyendo que he condenado a mi do. Mi mamá está histérica y trata dc darme todos
papá auna vida que pudo haber sido mejor de no los remedios que encuentra dcntrt¡ clc la casa, pero
ser por mí. Hoy, con fiebre, escalofríos y pesadi- yo los escondo y luego los tiro a lu hirsura. A pesar
llas, por fin reconozco que qrtizás esta realidad no de Ia fiebre y el reposo dentro dt' lil t'¿rnra, no me
fue hecha para mí. siento enferma. La sensación qu(' lt'rrgo r.s total-
No sé por qué llamo a mi papá en sueños, cuan- mente diferente, como si esto flrcr¿l solo un ('.ulino
do en ellos no recuerdo la presencia de un padre, para depurar y soltar aquello qu(' n() rrrr. sirvc y
sino de dos mujeres: la negra, que me ha perse- así estar preparada para lo que vt'rrrlr',r lnlt.rrtó
guido desde que encontré el espejo, y la mujer de decirle esto mismo a mi papá, pero til ( 11'(' ( lu(' ( l(,¡i-
vestidos vaporosos y elegantes. La primera me varío; piensa que el supuesto virus t¡rrc lcrr1,,o nr1'
produce sentimientos contradictorios: confian- produce las altas temperaturas ac()nrl),ur,r, l,r:., lr
za y, al mismo tiempo, resquemor. Algo que me escalofríos, pero está equivocado. [rl t¡rrillr',r, ¡ror
hace creer en ella, Pero con miedo. La segunda el contrario, sí me cree. Lo veo en sus oj..i y t'n ('l
solo me genera tristeza. Veo en sus ojos la soledad modo de acompañarme, como si supiclir (lr¡(' \',r ,,,
que hay en los míos. Tengo un mundo en común habrá más ocasiones como estas.
con esa mujer y de algún modo que no entiendo
¿Llevará mi madre luto por mi mlrcrIt',' I'r.l ',r
y desconozco, creo que existe un abismo entre no- blemente lo haga durante un tiempo par'.r (lu(' l,r
sotras. Ella a un lado, yo al otro. Nuestro puente gente no piense ni hable mal de ella, ¡rcro irlrr'¡ ¡,¡',
es la negra; ella es el canal que nos une/ aunque nazca mi hermano o hermana, el luto ser¿í t r¿ r r r, r l,
rr r r

no he logrado descifrar por qué o cómo 1o hace' anécdota de la cual no querrá hablar. Mi ¡'r¡¡11¡1' 1'
Desconozco la identidad de la negra y de la mujer; el quiltro, en cambio, se teñirán de negnl clt¡r'irrlr'
entonces, ¿cómo sé que las recuerdo? mucho tiempo. Lo bueno será que, corl csc rlolo¡,
I
mi papá tendrá el valor suficiente para s('p¿u'irs('
El quiltro ha pasado más de diez horas se- de mi mamá y armar una vida que realnrt'¡rlt' sr,
guidas echado a mis pies. Dicen que cuando los merezca. El quiltro se irá con él y tampor'o tt'rrtlr',r

I
102 I03
I

que aguantar el maltrato de mi mamá cuando le comienzan a unirse hasta formar Lln.r r.,r/ (lur.
dice que es un perro picante y desordenado. Pienso se hunde en la tierra. De ella crece L¡n ,u.lrol rlur,
en esto ypido que la fiebre me suba para descubrir reconozco con facilidad: es el manz¿,ln() (lu(, \ r,( r

de dónde vengo y, al mismo tiempo,legarles una desde mi ventana. Entonces, abro r.nis ojo:, I I

mejor vida a mi papá y al quiltro. Así debió haber quiltro sigue ahí. La fiebre y los escalof r.ror;, l,rnr
sido siempre, pero algo me arrastró a este entorno bién. Veo la hora en el reloj de mi celuliu \/ :,r. ,¡rr
que no me pertenece. mis padres estarán durmiendo. Me lcv,url,, ,1,, i,r
Siento la lengua del quiltro pasar sobre mi me- cama como si fuera una sombra. El qtrilllo r.,,l,r rr
jilla antes de volver a quedarme dormida. Los sue- punto de seguirme, pero me acerco ¿r ril, 1,, lr,r¡in
ños ahora parecen mi realidadu 1r me siento más cariño en sus orejas y le pido qrle s('r¡trr.rlr. [\lr,
cómoda en ellos. Aparece la negra con el espejo en mira y sabe que es una despedida.
sus manos. Se mira hasta que advierte una presen- Camino por el pasillo ybajo las est.irlcr,r,, l,,rr,r
cia junto a ella, entonces lo da vuelta y veo mi re- salir de la casa. Quiero ir almanzano. (-)ur(,ro \ r,l
flejo en é1, aunque no estoy en la escena. La negra el manzano. Mis padres pensarían qut: t'slr,1 ,rlri, r

vuelve a girar el espejo hacia ella, murmura una nando, mi mamá querría darme un clon,rz,.l,,rr \,
palabra que no escucho y me lo muestra de nuevo. hacerme dormir. Yo solo quiero llegar ¿rl ¡rr,r r..,rr r,,
Ahora, veo el reflejo de la mujer, que, sin embargo, encontrarme con la negra, salir de l¿t ciir¡ r'l ,,rr l,t
tampoco está ahí. Parece como si el espejo fuera que estoy.
un álbum capaz de mostrar imágenes que una vez Cuando estoy frente aI árbol, solo un,r r lr. ,,r,r
guardó, aunque en él solo caben las personas am- manzanas llama mi atención. Es roja, lrrill,rrrt,. r
bivalentes como los ángeles que 1o coronan: aque- perfectarnente esférica. Morderla seríu rorr r¡ l(.r u n
llas que están a mitad de camino entre la luz y La pedazo de esa totalidad. Me gusta la itlr',r '1n,, ,lr.
oscuridad, entre la vida y la muerte. La negra, la ella hasta que logro desprenderla de lir r.,rn¡,r No
mujer y yo formamos parte del espejo. La negra 1o io pienso dos veces y le doy un mordisr.o ( ,rr,,, ,rl
talló exclusivamente para nosotras tres. suelo, cierro los ojos.
La negra arroja el espejo al suelo y se quie- Ahora, solo queda despertar.
bra en cientos de pedazos pequeños. Los vidrios

104 l(ll¡
I

Uno

Blanca como la nieve, roja como la sangre, negra


como elébano, pensó la mujer cuando escuchó los
pasos de la negra detrás suyo. No se dio vuelta.
No quería mirar su cara, porque sabía que la ne-
gra no disfrutaba como ella con esa visión. La niñ¡
siempre debió haber estado en el suelo, justo bajo
sus pies. Lo consiguió, dijo la negra. La niña mor-
dió la manzana y con ello rompió la linealidad dt'
su vida. Ahora, vivirá maldita, una vida tras otra,
escindida hasta que el sol y la luna se cansen r1r'
aparecer en el cielo. Solo volverá a unirse cuanclo
recuerde de dónde viene. La madrastra apretó sus
manos en puño y se volteó, ahora sí, para mirir
los ojos de la negra. Te dije que la quería muertl,
¿y ahora me dices que hay una posibilidad de qtrc
reencarne, negra traidora? No había una sonris,r
en su rostro, pero sus labios estaban apretados;
veía la felicidad y el triunfo en sus gestos. La ncgr',r
nunca perdía; la niña tampoco.
Si quería a la niña muerta, pues entonces tlc
bió decir muerte. La señora habló de maldicitirr y

107
toda maldición puede ser revertida, explicó la ne- La mujer arrastró su mano por: [a ticr-r.,r Ir,rr,t,r
gra que se acercaba al cuerpo de la niña. La mujer alcanzar ia manzana. La tomó con fuerz¿l y .rIrr,,t,,
solo escuchaba la furia de su corazón. Su único sus cledos airededor de la piel roja. para ella, era l,r
consuelo, el que la niña estuviera dormida e iner- últirna posibilidacl de escapar. Sus dientes se cl¿r-
te y, por 1o tanto, imposibilitada de encontrar el varon en el fruto y el líquido cerr(¡ sLl gaÍgant¿l.
camino de vuelta acas1 se rompió más rápido de Dejó que sus pulmones se sellaran y no ltrchó por
lo que pensó. Un sonido ahogado emergió de la el aire. Se iría de esa casa tal cual como llcgti: vacía
niña. La negra la sostuvo en sus brazos y sin la ne- y sin recuerdos.
cesidad de hacer nada, el pedazo de manzana salió
expulsado de su boca. La mujer cayó de rodillas al
suelo con la mirada vacía. Su intento de felicidad
se desvaneció.
La negra tomó el pedazo junto alarnanzana
que había rodado al caer ¡z unió ambas partes
como si fueran un puzle. Apenas 1o hizo, el fruto
volvió a su perfección iniciatr y la respiración de
la niña se normalizó. Negra sucia, negra traidora,
repetía la mujer, pero la negra no hacía caso a sus
comentarios. La niña puso la palma de su mano
sobre la mejilla de la negra. Lo recuerdo todo, le
dijo. Viví una vida tras otra sin recordar, sin saber
quién era realmente, por qué vivía en compañía
de una madre que nunca me querÍa y un padre
siempre infeliz. Ahora, 1o recuerdo todo. La negra
asintió;la madrastra entendió. Negra y niña vivi-
rían siempre juntas como la vida y la muerte; la
luzy la oscuridad.

108 109
I

fsE
El Premio de Literatura Infantil El Barco de Va-
por se creó en España en1978. Desde entonces la
Fundación SM lo convoca todos los años con el
fin de promover la creación de una literatura para
niños y jóvenes que fomente el gusto por la lectu-
ra y transmita, con calidad literaria, unos valores
humanos, sociales, culturales o religiosos que
ayuden a construir un mundo digno.
Algunos de los autores más reconocidos de la
literatura infantil iberoamericana se han consagra-
do con este premio. Otros, han sido descubiertos y
han tenido la oportunidad de comenzar una prolí-
fica carrera literaria.

titl

til

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