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y la Idea de creencia
Gustavo Bueno
I
Los dos momentos de la creencia:
epistemológico y ontológico
1. Comenzamos suponiendo que
«creencia» es un nombre singular, pero
denotativo de una pluralidad, que se nos
hace más cercana cuando utilizamos el
término en plural, «las creencias». Por
tanto, «creencia» lo interpretaremos
gramaticalmente como un singular
genérico o universal, como una totalidad
distributiva, que contiene en su extensión
múltiples especies de creencias, y a su
vez, a través de estas especies, o
directamente, múltiples creencias
individualizadas, individualizadas por su
contenido (sin perjuicio de que, a su vez,
estas singularidades individuales puedan
multiplicarse oblicuamente al modo de «universales noéticos», en función de
los sujetos individuales que las mantengan: el Escorial es sin duda un edificio
singular, pero su silueta se multiplica, «noéticamente», en todas las retinas
oculares o corticales que lo perciben). La creencia en los dioses olímpicos es
una creencia individualizada que pertenece a la especie de las creencias
religiosas secundarias; esa creencia individualizada, que constituye un
contenido de la cultura objetiva griega, se encontrará «multiplicada» en los
diversos ciudadanos que «participaban» de ella.
No deja de ser paradójico, constatar que en los años sesenta del pasado
siglo, sociólogos e historiadores «marxistas», pero interesados por recuperar,
contra los economicistas, la importancia histórica de las «superestructuras»,
fundaron una nueva disciplina histórica a la que denominaron «Historia de las
mentalidades».
11. Corolario de la tesis precedente: que todo aquello que sea concebido
como «contenido psicológico puro» no podrá ser llamado creencia, sino por
abuso de las palabras. Más bien habría que llamarlo opinión, fe, confianza,
sospecha, suposición, esperanza, hipótesis teórica o mito; porque todos estos
contenidos se dan ya como «criticados». (Ortega, víctima de la oposición
metamérica entre S y O, contraponía las Ideas, como contenidos subjetivos
«que están en mí», a las creencias, en las que el creyente «estaría». Pero esta
denominación no puede suscribirla quien entiende a las ideas como ideas
objetivas.)
12. El mito, como tal, no será, por tanto, una creencia, si aparece como
un relato dramático que precisamente no requiere el asenso del que lo
escucha como relato del narrador (a quien prestará una mayor o menor
confianza). Otra cosa es que podamos hablar de creencias míticas.
13. Podemos ahora establecer la tesis según la cual los dos momentos de
la creencia no son simétricos en cuanto a su «intervención» en la constitución
de la Idea de creencia, porque el momento originario o primitivo a partir del
cual se construye la Idea de creencia, es el momento ontológico.
La Idea de creencia es, según esto, una idea ontológica, antes que una
idea psicológica o incluso que una idea epistemológica. Pues estas ideas
(psicológicas, epistemológicas) sólo podrán concebirse como subordinadas a
la Idea ontológica, incluso como subproductos suyos.
Decimos que la Idea de creencia es ontológica en el mismo sentido en el
que llamamos «ontológico» al argumento de San Anselmo para probar la
«creencia» en la existencia de Dios. Sólo que la estructura ontológica de las
creencias, sin perjuicio de la reverencia debida a San Anselmo, no tendría por
qué ser entendida teológicamente. La característica ontológica de la creencia
la pondremos en el hecho de que, en cualquier verdadera creencia, el
contenido semántico (esencia material) de la creencia requiere poner su
existencia más allá de los contenidos oblicuos (formales o reflexivos) de orden
psicológico que la acompañen.
Toda filosofía es, de algún modo, una ideología, aún cuando no toda
ideología sea filosófica. Le falta la crítica y la confrontación con otras
ideologías. Se trata de una diferencia estilística, si se quiere, pero de
importancia central.
18. Los fulcros sobre los cuales se apoyan las creencias (o las ideologías)
son de dos tipos:
• O bien son fulcros constituidos por los otros sujetos que comparten la
creencia
• O bien son fulcros constituidos por objetos
II
Clasificación de las creencias
A. Creencias circulares
B. Creencias angulares
C. Creencias radiales
III
Las creencias en el conjunto de la cultura humana
1. Creencia y conciencia
Bajo este epígrafe no hacemos sino suscitar la cuestión acerca de si las
creencias son conscientes o inconscientes.
2. Creencia y razón
3. Creencia y ciencia
Final
Como hemos intentado probar, hay creencias mitológicas que son tan
racionales como puedan serlo las creencias científicas o inspiradas por las
ciencias: el mito de la caverna es una creencia cuya racionalidad es acaso
mucho mayor de lo que pueda serlo la creencia en el big bang. Hay creencias
filosóficas y creencias científicas (con fulcros científicos), y hay creencias
metafísicas (propias de la falsa conciencia) y hay también creencias
anticientíficas. Cada especie de creencias y, sobre todo, cada creencia
individual y concreta (como pueda serlo la creencia en Zeus, dentro de la
especie de creencias religiosas secundarias), necesita un análisis
pormenorizado y particular.