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Andrea Peimbert Morando

Misiones de la Sierra Gorda


Las misiones franciscanas de la Sierra Gorda de Querétaro en México, son cinco misiones construidas entre
1750 y 1760, la fundación de las misiones es atribuida a Junípero Serra, quién también fundó las más
importantes misiones de California. Fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año
2003.
Son muestra de una unidad arquitectónica y estilística con una pintura al temple que es uno de los mejores
ejemplos del barroco popular novohispano. Según los criterios a los que se refiere la inscripción de la
Unesco como Patrimonio de la Humanidad, las misiones son testimonio del importante intercambio de
valores durante el proceso de colonización, tanto del centro y norte de México, como del oeste de lo que
actualmente ocupa el territorio de Estados Unidos. Son las cinco iglesias franciscanas construidas a
mediados del siglo XVIII en la Sierra Gorda de Querétaro (un tercio en el norte del estado). Estos prodigios
arquitectónicos dan testimonio de la segunda fase de evangelización de la Nueva España, cuando los
misioneros predicaron entre grupos nómadas; además, muestran el rico resultado de los esfuerzos conjuntos
de misioneros e indios. A mediados del siglo XVIII la Sierra Gorda seguía siendo un bolsón de rebeldía y
paganismo en medio del Virreinato de la Nueva España. Entonces, un grupo de franciscanos encabezados
por el mallorquín San Junípero Serra (canonizado en 2015) entró a la región en 1751 y estableció las
misiones de Jalpan, Tilaco, Landa, Tancoyol y Concá. En 1770 los franciscanos partieron, pero dejaron
atrás su legado social y los cinco conjuntos conventuales, verdaderas maravillas barrocas, notables por la
riqueza decorativa de las fachadas de los templos.
Andrea Peimbert Morando

La leyenda negra
Bibliografía:
https://es.wikipedia.org/wiki/
La leyenda negra es un movimiento propagandístico antiespañol promovido por escritores ingleses,
Leyenda_negra_española
holandeses y de otras nacionalidades durante el siglo XVI, cuyo objeto era reducir el prestigio e influencia
del Imperio español en su Siglo de Oro. A pesar de originarse en tiempos de fuerte rivalidad política,
h t t p s : / /
comercial y religiosa hace más de tres siglos, algunos historiadores sostienen que la leyenda ha llegado
mexicoimaginario.omeka.net/
hasta nuestros días en forma de interpretaciones falseadas de tinte antiespañol sobre episodios históricos
exhibits/show/leyenda-negra/
como la conquista de América, la Inquisición, la Reconquista o la pandemia mal llamada gripe española
leyenda-negra-resumen
(producto de la gran guerra).
El Diccionario de la lengua española de la Asociación de Academias de la Lengua Española define leyenda
negra como «Relato desfavorable y generalmente infundado sobre alguien o algo».La Leyenda Negra forjó
la imagen de una España rezagada, cruel, incivilizada, étnicamente híbrida, fanática y supersticiosa. En el
contexto mexicano, la Leyenda Negra de España se reproduce mediante el énfasis en la crueldad, la avaricia
y la traición de los conquistadores frente a los indios americanos, pero también mediante la noción de la
herencia de corrupción moral que los españoles legaron a estos habitantes. Si bien algunos textos de
denuncia escritos por autores españoles como Bartolomé de la Casas y Antonio Suárez están en el origen de
algunas de las narraciones con respecto a esta imagen de la nación ibérica, el cariz negativo con el que se le
representó estuvo teñido de intereses políticos que finalmente dieron lugar a la representación de España
como uno de los grandes “otros” al interior de Europa. La predilección inglesa y francesa de recuperar y
reproducir los relatos históricos tomados de las crónicas de conquista en los que el proceso de colonización
y dominación de los pueblos indígenas de América aparece bajo la luz más cruenta muestra la forma en que
la Leyenda de España era otra manera de legitimar agendas de expansión territorial dentro del territorio
americano. En varios de estos textos aparece la imagen de la crueldad de los españoles acompañada de la de
la riqueza de la tierra, como un suerte de invitación a arrebatar un rico tesoro de las manos de los
perniciosos españoles. Paralelamente y frente a la versión más oscura de su leyenda, los españoles forjaron
otro relato dorado de su propia historia que a menudo establece un contrapunto imaginativo que ilumina la
historia de España desde otra perspectiva igualmente ideológica.
Andrea Peimbert Morando

El sermón de los Montesinos


En diciembre de 1511, el cuarto domingo de Adviento, subía al púlpito de la iglesia de los dominicos en La Española (Santo
Domingo) fray Antón Montesino para pronunciar un memorable sermón, que se convertiría en una de las primeras y más
radicales denuncias de los abusos de la conquista española en Abya-Yala y en un antecedente del pensamiento latinoamericano
liberador. Ha llegado hasta nosotros gracias a la profética e incisiva pluma de fray Bartolomé de Las Casas, que recoge lo
sustancial de la prédica y las reacciones a la misma en el tercer libro de su Historia de las Indias El sermón fue preparado por
todos los miembros de la comunidad de Santo Domingo, quienes lo firmaron de su puño y letra para dejar constancia de la
autoría colectiva y de la relevancia de tan decisiva pieza oratoria. Los dominicos lo habían preparado a conciencia a partir de sus
propias averiguaciones sobre el "crudelísimo y aspérrimo cautiverio" al que los encomenderos españoles sometían a los indios
en las minas de oro y otras granjerías, y tras escuchar numerosos testimonios sobre la "tiránica injusticia" y las "execrables
crueldades" contra los nativos, tratados como animales "sin compasión ni blandura", y "sin piedad ni misericordia", según la
descripción de De Las Casas. Tras tan concienzudo análisis de la realidad acordaron denunciar desde el púlpito el régimen de la
encomienda por considerarlo contrario "a la ley divina, natural y humana". El vicario Pedro de Córdoba encargó pronunciar el
sermón a fray Antón Montesino, uno de los primeros dominicos en llegar a la isla, afamado predicador, hombre de letras, muy
animoso, "aspérrimo en reprender vicios", "muy colérico en sus palabras" y "eficacísimo en sus frutos". El templo estaba a
rebosar. Ocupaban los primeros puestos las principales autoridades coloniales, entre ellas el almirante Diego de Colón, hijo del
conquistador. También estaba presente el clérigo Bartolomé de Las Casas, en su calidad de encomendero. Ante un público tan
cualificado, el predicador no tuvo pelos en la lengua y habló de esta guisa: "Voz del que clama en el desierto. Todos estáis en
pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y
con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables
guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca
oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de
los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y
qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a su Dios y creador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y
domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos?
¿Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto, que
en el estado que estáis, no os podéis más salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe en Jesucristo".

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