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W&sig=ACfU3U21FYKQUfc-UbWZXiRZLDdHkQvlcA&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwi42823-
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THEÓS
Chantraine, en su Dictionaire étimologique de la langue grecque, da cuenta de que el sustantivo
theós es utilizado muy frecuentemente en el mundo griego con un valor predicativo, de modo
que existía el comparativo theóteros (θεώτερος), “más dios que”, así como el verbo θεάζω (theázo)
“ser divino”. Wilamowitz es el primero en explicar tal sentido: Es decir, que los griegos no
afirmaban primero, como hacen los cristianos o los judíos, la existencia de Dios, y procedían
después a enumerar sus atributos, diciendo “Dios es bueno”, “Dios es amor”, y así sucesivamente.
Más bien se sentían impresionado o atemorizados por las cosas de la vida y de la naturaleza
notables por su capacidad de producir placer o miedo, y decían: “Esto es un dios”, o “aquello es
un dios”. Los cristianos dicen: “Dios es amor”; y los griegos: “El amor es theós”, o sea, “es un
dios.” (por Guthrie 1995, p. 17) Más adelante, Grube se dedicó a profundizar en tal concepción del
término:
Al decir que el amor —o la victoria— es dios o, más exactamente, un dios, se pretendía decir
primaria y fundamentalmente que se trata de algo sobrehumano, no sujeto a muerte, de
duración ilimitada. (1987, p. 232) Y abunda en la definición de theós: Cualquier poder, cualquier
fuerza que vemos actuar en el mundo, que no haya nacido con nosotros y que continúe después de
nuestra muerte, podía, de esta forma, ser calificado como un dios, y la mayoría de ellos se
denominaban así. (1987, p. 233) Grube se basa en la naturaleza inmortal que se atribuye a los
dioses griegos, quienes reciben la denominación de athanatoi (inmortales): No es casual que los
griegos se refirieran comúnmente a sus dioses como oἱ ἀθάνατοι, los inmortales. (1987, p. 233) En
el terreno de la filosofía física, el autor ejemplifica el uso del término theós, que es sustantivo,
utilizado con un sentido calificativo: No sólo cabía aplicar el adjetivo «divino» (θειος) a algo más
grande y más duradero que el hombre, sino que incluso el sustantivo θεός era usado continuamente
de una forma tan imprecisa que no es posible traducirlo como «dios» sin caer en un cierto
sinsentido. Los filósofos milesios, por ejemplo, llamaban θεός al substrato del mundo físico que
buscaban. (1987, p. 233) E indica que, con esta lectura, frases aparentemente enigmáticas del
mismo ámbito filosófico pueden entenderse de manera distinta: “Así, cuando. Tales decía que el
mundo está lleno de dioses, es posible que quisiera decir solamente ¡que está lleno de agua!”
(1987, p. 233) Nuestra sociedad occidental asocia el término “dios” a un ser específico
antropomorfo, lo cual también ocurrió en el mundo griego antiguo, con la llegada de los dioses
olímpicos de origen indoeuropeo, sin embargo, el término theós era utilizado, también, para
describir algún fenómeno: Eurípides llega a decir que reconocer a un amigo es «un dios».
Semejante afirmación carece para nosotros de sentido, porque el pensamiento moderno ha
asociado definitivamente la palabra dios con una personalidad divina dotada de emociones
prácticamente humanas, de mente y de memoria, de intenciones y deseos que han de ser tales para
que obtengan nuestra aprobación, así como de amor y frecuentemente de ira. Nuestra moderna
concepción de lo divino es, de hecho, más decididamente antropopsíquica que lo fuera la de los
griegos. (1987, p. 233) Grube analiza el término en los textos de Platón y observa dos acepciones
del término: Nuestra palabra Dios sintetiza dos conceptos que los griegos mantuvieron separados y
que se diferencian con toda claridad en Platón. Lo divino presenta dos aspectos: el estático y el
dinámico. Dios puede ser considerado como la realidad última, la forma más elevada de ser, lo
absoluto y eterno. También hablamos de Dios como creador, eslabón primero de la cadena, no de
la existencia, sino de la causación, hacedor, fuerza activa que produce el movimiento y la vida.
(1987, p. 234) En resumen, el término theós va más allá de nuestro sentido actual de la palabra
“Dios” heredado principalmente del cristianismo: Por convencional entiendo más bien la
utilización de la palabra θεός y su plural para indicar cualquier cosa existente en la naturaleza
más allá y por encima de la humanidad. Desde su primera obra hasta la última fue creencia de
Platón que existían ciertas fuerzas superiores continuamente activas. Estas fuerzas son, sin más,
denominadas dios o dioses en esta época. (1987, p. 242)

VIDA
Diógenes Laercio establece su acmé (fuente Apolodoro) en la olimpíada 69. ... Señala su
misantropía y que vivió en los montes alimentándose de plantas lo cual le produjo una hidropesía.
Por su forma de expresarse de forma oscura los médicos no entendieron qué les pedía e intentó
buscar solución a su problema enterrándose en estiércol, así murió. La mayoría de estas historias se
basan en dichos muy conocidos del propio Heráclito; muchas de ellas pretendían ridiculizarle y las
inventaron, con maliciosa intención, pedantes helenísticos, resentidos de su aire de superioridad,
retorciendo el significado de sus ideas.

EL OSCURO

Por su estilo se le quedaría el epíteto de el oscuro. Otra calificación corriente en el período romano
fue la de "el filósofo llorón", juicio trivial basado en referencias humorísticas a sus ideas.

SOBRE LA NATURALEZA

Los biógrafos e historiadores antiguos de la filosofía supusieron que todos los presocráticos
escribieron uno o más libros (aunque tenían dudas sobre Tales)· Dieron por supuesto, sin duda, que
Heráclito escribió uno y Diógenes nos dice que su título era: Sobre la naturaleza. Este título se le
asignaba normalmente a las obras escritas por aquellos a quienes Aristóteles y los peripatéticos
llamaron "filósofos naturales" y no hay por qué considerarlos auténticos en todos los casos. Diels
sostuvo que no escribió un libro seguido, sino que simplemente adujo, repetidas veces, una serie de
opiniones cuidadosamente formuladas . Este punto de vista ha tenido pocos defensores, pero quizá
tenga un elemento de verdad. Los fragmentos transmitidos tienen un marcado aspecto de
declaraciones orales, expuestas en una forma concisa y chocante y fáciles, por tanto, de recordar; no
dan la impresión de ser extractos procedentes de una redacción continua. El único óbice a este
punto de vista es el fr. 1 (194), una sentencia de estructura complicada que se asemeja mucho a la
introducción escrita de un libro. Es posible que, cuando adquirió fama de sabio, se hiciera una
colección de sus declaraciones más famosas, componiéndose para ello un prólogo especial. Es
evidente, en todo caso, que los fragmentos que poseemos fueron, en su mayor parte, más apotegmas
orales que partes de un tratado discursivo.

194 Siempre se quedan los hombres sin comprender que el Logos es asi como yo lo describo, lo mismo antes
de haberlo oído que una vez que lo han oído; pues, aunque todas las cosas acontecen según este Logos, se
parecen los hombres a gentes sin experiencia, incluso cuando experimentan palabras y acciones tales cuales
son las que explico, cuando distingo cada cosa según su constitución y digo cómo es; al resto de los
hombres ¡es pasan desapercibidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que se olvidan de lo que
hacen cuando duermen.

SEGUIDORES

La sugerencia de Diógenes Laercio de que los "heraclíteos", a los que también mencionan Platón y
Aristóteles, eran adictos al libro es, casi con seguridad, una conjetura; su importancia radica en la
implicación de que no había "escuela" de discípulos directos en Éfeso. No se le conoce ningún
seguidor destacado hasta Cratilo, contemporáneo (probablemente) de Platón y (según fraile)
posiblemente su maestro, más viejo que él, quien desarrolló un heracliteísmo degradado,
exagerando y combinando, a la vez, la creencia de Heráclito en la inevitabilidad del cambio y su
propia creencia (muy corriente en su época) en la significación de los nombres.
«Cratilo acabó por creer que ni siquiera se debe hablar, y se limitaba a hacer señas con el dedo, y
criticaba a Heráclito por haber dicho que no es posible bañarse dos veces en el mismo río; pensaba
que ni siquiera es posible una vez» (Aristóteles).

PLATÓN Y ARISTÓTELES

Tanto Platón como Aristóteles aducen escasas citas directas de Heráclito y no se interesaron, en
realidad, por emitir un juicio objetivo exacto de sus predecesores más antiguos. Platón le menciona,
en ocasiones, en un tono humorístico e irónico e insiste, sobre todo, en una de sus opiniones, sc.
"todas las cosas fluyen" (Panta rei) que se le atribuye libremente en sus diálogos—. El mismo
Platón, según Aristóteles, estuvo influenciado en su juventud por el énfasis que Cratilo puso sobre
esta opinión; lo cierto es que a todos los pensadores presocráticos les impresionó el dominio del
cambio en el mundo de nuestra experiencia y Heráclito no constituyó una excepción. Es probable
que expresara la universalidad del cambio con mayor claridad que sus predecesores, aunque lo más
importante para él era la idea anversa de la medida inherente al cambio, la estabilidad subsistente.

Es posible que Platón se dejara influenciar por las exageraciones sofísticas del siglo v, cuando
deformó esta particular concepción de Heráclito; Aristóteles aceptó la interpretación platónica del
flujo e incluso la exageró aún más. En otras referencias le ataca porque niega el principio de
contradicción, al afirmar que los opuestos son "lo mismo", y en esta interpretación se equivoca, una
vez más, al enjuiciarle anacrónicamente de acuerdo con sus propias estructuras de un marcado
carácter lógico. Es evidente que Heráclito no pretendió significar con su expresión "lo mismo" tanto
que eran "idénticos" cuanto que no "esencialmente distintos".

PROBLEMAS DE INTERPRETACIÓN

Como notó Aristóteles, no empleó las categorías de la lógica formal y propendió a describir la
misma cosa (o aproximadamente la misma cosa) bien como un dios, ora como una forma de
materia, bien como una regla de conducta o principio que era, no obstante, un constitutivo físico de
las cosas. Fue, sin duda, más metafísico que sus precursores jonios y se interesó menos por el
mecanismo del desarrollo y del cambio que por la realidad unificadora que les subyace.

El estilo aforístico, nuestra falta de un orden específico de los fragmentos, la diversidad de usos y
complegidad de traducción de términos centrales como p.e. logos, así como la parcialidad y
deformación, de las interpretaciones y recepción por parte de los filósofos posteriores, como se ha
señalado, dificultan una interpretación unívoca y la inteligencia de lo que quiso decir en cada caso
desde la perspectiva del autor.

FRAILE

Es el pensador más eminente de los presocráticos. Su doctrina marca un gran avance sobre los
milesios. Formula vigorosamente el problema de la unidad permanente del ser frente a la pluralidad
e inestabilidad de las cosas particulares transitorias y aspira a resolverlo estableciendo la existencia
de una ley universal fija que rige todos los acontecimientos particulares, y que es el fundamento de
la armonía universal del cosmos por encima de todas las antítesis y contradicciones.

Jaeger considera como su idea fundamental el determinar el lugar del hombre en el Universo. Todo
el Cosmos está animado por un Logos divino, que es participado por el hombre, y que constituye la
norma suprema de conducta en su vida.

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