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Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

La corriente liberal y su heterogeneidad

La corriente teórica que hemos identificado como liberalismo constituye una


posición completamente diferente al realismo, Todas estas críticas son
enarboladas, bajo diferentes formas, por la corriente teórica que históricamente se
ha enfrentado al realismo, y que ha constituido la fuente de sus principales
críticas. Al igual que el realismo, el liberalismo está lejos de constituir una teoría
unificada, aunque en este caso los referentes históricos más aceptados no se
encuentran veinticinco siglos atrás (como era el caso de Tucídides) sino "más
cerca" en el tiempo: Erasmo (s.XVI), John Locke (s.XVII), Immanuel Kant y
Jeremy Bentham (s. XVIII).

La diversidad de perspectivas existentes obliga nuevamente a identificar un hilo


conductor entre las mismas. ¿Cuál es el mínimo común denominador de los
planteos liberales en las Relaciones Internacionales? Básicamente, podríamos
citar dos: el primero, su oposición a las perspectivas realistas según las cuales el
sistema internacional es y será conflictivo, continuará regido por la política de
poder y serán virtualmente nulas las posibilidades de alterar este cuadro de
situación. La alternativa liberal otorga mayores chances a la armonía
internacional, rejerarquizando en consecuencia el papel de herramientas tales
como la cooperación, la democracia, los derechos individuales o las instituciones
multilaterales.

Frente al pesimismo realista nos encontramos así con un enfoque que, sin ser
exitista, es potencialmente optimista. Keohane lo explica de la siguiente manera:

"El Liberalismo enfatiza en la importancia de la naturaleza cambiante de los


procesos políticos, más que en estructuras sociales inmutables; enfatiza de
qué forma los seres humanos, y las instituciones que ellos crean, pueden
influenciar las condiciones de su existencia. En el seno del liberalismo está
la creencia en la posibilidad de cambios para mejor, esto es, en el progreso
definido en términos modestos".33

El otro postulado básico del liberalismo deriva del primero y es lo que se conoce
como Pluralismo, rótulo que engloba cuatro características: en primer lugar, se
acepta la existencia en el sistema internacional de una pluralidad de actores amén
del Estado, aunque por lo general continúa jerarquizando a este último en primer
lugar; segundo, se descarta que el Estado sea un actor unitario; en tercer término,
se niega también que el Estado sea un actor racional; finalmente y derivado de las
tres cualidades anteriores, se admite la existencia de una agenda internacional
extensa y heterogénea34. Esto no implica que liberalismo y pluralismo sean
sinónimos pues, aunque todo enfoque liberal es accesoriamente pluralista, los

33
KEOHANE, Robert: "Soberania estatal e instituções multilaterais...", op.cit.
34
BRITO GONÇALVES Joanisval et.al.; Introduçäo ás Relações Internacionais. Teoría e Historia. Instituto
Legislativo Brasileiro, Brasilia 2009, pp. 44-45

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enfoques pluralistas no necesariamente rechazan las tesis realistas según las


cuales el sistema internacional es y será conflictivo, continuará regido por la
política de poder y serán virtualmente nulas las posibilidades de alterar este
cuadro de situación.

Desde nuestro punto de vista, los enfoques pluralistas tienen su punto de partida
en 1971, cuando Robert Keohane y Joseph Nye caratularon como transnacional a
todo "movimiento de elementos tangibles o intangibles a través de las fronteras
estatales, en el cual al menos uno de los actores involucrados no pertenece a
gobierno u organismo internacional alguno" 35.

Apenas un año después, Oran Young postuló que lo que define a un actor
internacional como tal no es el ejercicio de soberanía ni el control de territorio,
atributos propios del Estado, sino la autonomía (en tanto no subordinación total a
otro actor) y la influencia (en tanto participación en relaciones de poder). A estas
dos características se agregaría una tercera, la representatividad, para conformar
el conjunto de cualidades que definen a un actor de la política internacional, desde
el punto de vista pluralista36 (CUADRO Nº 4).

CUADRO Nº 4

CONCEPCIÓN PLURALISTA DE UN ACTOR INTERNACIONAL


CUALIDAD SIGNIFICADO
Autonomía Grado de libertad de acción que posee un actor en
la búsqueda de su/s objetivo/s.
Representatividad Entidad/es que el actor representa.
Influencia Capacidad del actor de "marcar una diferencia" en
determinado contexto y en relación a una cuestión
específica.

Claramente, el menoscabo de la importancia de la soberanía, a la hora de definir


un actor de la política internacional, constituye la clave de los planteos pluralistas.
Así lo evidencia James Rosenau, quien rechaza lo que denominó la "jaula
conceptual" del paradigma estadocéntrico37, sosteniendo que la constante

35
KEOHANE, Robert y Joseph Nye (eds): Transnational Relations and World Politics, Harvard University
Press, Cambridge (MA) 1971, p. 332
36
Las obras mencionadas son YOUNG, Oran: 'The Actors in World Politics', en James Rosenau & M. East
(eds): The Analysis of International Politics, 1972; y HOCKING, Brian y Michael Smith: World Politics,
Harvester Wheatsheaf. Hollis, New York 1990. Citadas en GEERAERTS, Gustaaf: "Analyzing Non-State
Actors in World Politics", Centrum voor Polemologie - Centre for Peace & Security Studies, Vrije
Universiteit Brussel, POLE Paper 1:4, October 1995
37
ROSENAU, James: Turbulence in World Politics, Harvester Wheatsheaf Russett, New York 1990, pp. 5-6

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complejización del sistema internacional conduce a su "bifurcación" en dos planos


diferenciados, que compiten e interactúan entre sí ("los dos mundos de la política
mundial"): uno integrado por Estados y caracterizado por interacciones
interestatales, y otro protagonizado por "actores libres de soberanía" (sovereignty-
free actors) que, pese a estar localizados dentro de la jurisdicción de los Estados,
evaden su control y persiguen sus propios objetivos38.

Dentro del pluralismo, no se registra una tipología única de actores de naturaleza


no estatal, existiendo discriminaciones más o menos complejas. En este caso,
adoptamos la siguiente discriminación que propone Geeraerts, a partir de la
comparación y compatibilización de diferentes propuestas39:

 Organizaciones Internacionales Gubernamentales (IGOs): Una estructura


institucional creada a partir del acuerdo de dos o más Estados para la
conducción de las interacciones políticas regulares. Cuentan con órganos
permanentes, reunen a los representantes de sus miembros a intervalos
regulares y poseen procedimientos claros para el proceso de toma de
decisiones.

 Organizaciones Transnacionales (TNOs): Siguiendo la lógica de Keohane y


Nye, una TNO es la institucionalización de una interacción transnacional. son
estructuras permanentes en las cuales al menos uno de los miembros es de
naturaleza no estatal.

A partir de esta categorización primaria, la heterogeneidad de actores no estatales


que quedan englobados dentro de las TNOs, permite su discriminación en tres
tipos básicos:

 Organizaciones Internacionales No Gubernamentales (INGOs): Estos


organismos también disponen de órganos permanentes, reunen a los
representantes de sus miembros a intervalos regulares y cuentan con
procedimientos claros para el proceso de toma de decisiones. Pueden contar
con Estados entre sus miembros, pero sus representantes son agentes no
gubernamentales. Más aún, sus miembros suelen no ser Estados, sino
entidades diversas, desde asociaciones privadas a individuos. Puede hablarse
de INGOs "genuinas" (GINGOs) cuando no cuentan con ningún Estado entre
sus miembros, siendo "híbridas" (HINGOs) en caso contrario.

 Organizaciones Transnacionales Corporativas (TCOs): Básicamente


compuesta por empresas y compañías transnacionales (TNCs), que no

38
Ibidem, pp. 247-249
39
GEERAERTS, op.cit.

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califican como INGOs al tener como objetivo el lucro, y no buscar la


representación de sus miembros40.

 Organizaciones Transnacionales No Corporativas (TNCOs): En realidad, esta


es una categoría residual de TNO, compuesta por entidades compuestas por
agentes no gubernamentales, que no constituyen INGOs ni TNCs. Incluye
desde iglesias y partidos políticos, a organizaciones criminales y grupos
terroristas. De acuerdo a algunos autores, estas TNCOs podrían discriminarse
en "legítimas" e "ilegítimas": las iglesias y los partidos políticos responderían a
la primera categoría, las organizaciones criminales y terroristas a la segunda,
mientras ciertos casos específicos (por ejemplo, algunos movimientos
insurgentes) son ambivalentes41.

Específicamente en el campo de la Seguridad Internacional, Barry Buzan identifica


otros dos tipos de actores no estatales del sistema internacional: por un lado, los
individuos; por otro, las subunidades, grupos organizados de individuos que
operan en el interior de los Estados y que buscan afectar su conducta. Las
organizaciones criminales y terroristas, tipificadas anteriormente como TNCOs
ilegales, encuadrarían también en esta categoría.

Debido tanto a la incorporación de actores diferentes al Estado dentro de los


análisis, como de issues alternativos a la tradicional Seguridad Nacional definida
en términos político-estratégicos, el liberalismo admite una mayor variedad de
enfoques que el realismo. Empero, precisamente esta pluralidad de enfoques
facilitó la proliferación de diferentes criterios de clasificación de sus ópticas, según
cuál sea el aspecto en el que centran su atención.

Bajo el paraguas del rechazo al realismo, las lecturas existentes difieren en


cuanto al eje de sus discursos. Algunas focalizan en el impacto positivo que tiene
en la arena internacional la consolidación de regímenes democráticos en los
Estados; otras resaltan la conveniencia, y defienden la viabilidad, de constituir a
nivel global organismos supraestatales efectivos, capaces de imponer pautas de
conducta a los gobiernos y hacerlas respetar; un tercer grupo rescata el impacto
positivo que pueden tener los procesos de cooperación y las instituciones
internacionales (no necesariamente organismos supraestatales efectivos) en el
comportamiento estatal; un cuarto y último estamento destaca el impulso que
supone para los ideales liberales el avance de los procesos de industrialización.

En este trabajo hemos seguido, tal vez aleatoriamente, los criterios clasificatorios
de Dunne42 según los cuales denominaremos a los primeros tres enfoques

40
Aunque existen autores para los cuales las empresas tranancacionales no son una forma de TNO, al no
constituir la institucionalización de una relación transnacional en la cual al menos uno de los actores es de
naturaleza no estatal.
41
WILLETTS, Peter: "Transnational actors and International Organizations in global politics", en BAYLIS,
John & Steve Smith, Steve (eds.): The Globalization of World Politics. Oxford University Press, Oxford
1997, pp. 287-310
42
DUNNE, Timothy: "Liberalism", en Baylis & Smith, op.cit., pp. 147-163

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mencionados Internacionalismo Liberal, Idealismo e Institucionalismo Liberal,


respectivamente; a los mismos agregaremos un cuarto punto de vista identificado,
de aparición posterior, conocido como Liberalismo Estructural.

Internacionalismo Liberal

El principal referente histórico del internacionalismo liberal, que insiste en el


impacto positivo que tiene en la arena internacional la consolidación de regímenes
democráticos al interior de los Estados, es sin duda Emmanuel Kant. Este filósofo
prusiano le imprimió a esta escuela sus contenidos más significativos hace más
de dos siglos, aunque su contexto histórico lo llevara a hablar de "gobiernos no
despóticos" antes que "gobiernos democráticos".

En 1795, a través del escrito Paz Perpetua, Kant puso en tela de juicio el
concepto emanado de la Paz de Westfalia según el cual la guerra era una forma
aceptable de resolución de disputas entre actores soberanos, proponiendo a
cambio la búsqueda de la paz universal mediante una federación de Estados
comprometidos con tal objetivo; un objetivo artificial, dado que el estado natural
del ser humano era la beligerancia. En esencia, la propuesta kantiana incluía la
restricción de los derechos estatales a hacer la guerra o interferir en asuntos
internos de otros países; la reducción de su poder militar, restándoles capacidad
ofensiva; la constitución de una Liga de Paz integrada por Estados con formas de
gobierno no despóticas, comprometidos con el abandono de la fuerza para la
resolución de disputas; por último, la institucionalización de una serie de derechos
universales que transformarían a cada persona en una suerte de ciudadano del
mundo.

En este punto, el pensamiento kantiano se enraizaba con el estoicismo


grecorromano de la época antigua, que reconoce a Cicerón como principal
referente. Los estoicos desarrollaron la idea de un derecho natural, inmutable,
aplicable en todo tiempo y lugar; se podía concluir casi automáticamente que, en
tanto la aplicabilidad de ese derecho natural fuera global, todos los individuos
serían en cierta manera ciudadanos del mundo en relación a esas leyes; en los
términos de Marco Aurelio: “donde sea que un hombre viva, él vive como
ciudadano de la Ciudad Mundial”. El planteo estoico se completaba alegando que
la comprensión de la existencia de ese derecho natural por todos los individuos,
que conformarían así una suerte de ciudadanía mundial, fomentaría entre ellos la
superación de sus diferencias y particularismos, logrando una situación de
concordia y armonía43.

Las manifestaciones del internacionalismo liberal más actualizadas, con no más


de dos décadas de antigüedad, son denominadas Neointernacionalismo Liberal
(Keohane las denomina Liberalismo Republicano). Esta etapa se inicia con

43
HEATHER, Derek: “Cosmopolis, the Way to Peace?”, Peace Review 9:3, September 1997, pp.315-320

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Michael Doyle44, quien ratificó que el ideario liberal era plenamente aplicable al
campo internacional, siendo condición sine qua non que los Estados que lo
practicaran fueran de naturaleza democrática; dicho de otro modo, que también
aplicaran esos valores hacia adentro de sus fronteras.

La razón subyacente a esta condición era, según este autor, que los Estados
liberales no sólo carecían de predisposición a la guerra, sino que en muchos
casos percibían a esa alternativa como ilegítima. Los datos disponibles le
indicaban que en más de dos siglos no se habían registrado conflictos armados
que enfrentaran a Estados liberales y que, cuando éstos se veían obligados a
tomar parte en una contienda, siempre se alineaban en el mismo bando, más allá
de las características particulares (geográficas, históricas, económicas) del caso.

Esta propensión hacia la paz se observaba solamente entre Estados


democráticos, sin repetirse entre unidades políticas que compartían otra ideología
y/o régimen de gobierno, incluyendo el comunismo (como se observaba en el
sudeste asiático o en África). En otras palabras, la clave del caso no residía en
que dos Estados compartieran un tipo de régimen político o una ideología, sino
que en ambos casos sea la democracia.

Al momento de explicar el carácter refractario de los Estados liberales a la guerra,


Doyle identifica tres causas. Primero, en una democracia quienes tienen la última
palabra sobre el hecho de ir a la guerra son los ciudadanos, y éstos son
extremadamente cautelosos sobre esa opción, habida cuenta de los costos
humanos y materiales que genera; accesoriamente, la rotación de élites en el
gobierno que caracteriza a todo Estado liberal posibilita regularmente la
disminución de tensiones interestatales. Segundo, existe un sentimiento de
respeto entre los ciudadanos (en tanto soberanos últimos) de todos los Estados
liberales, más allá de barreras étnicas o religiosas, cuya consecuencia natural es
el establecimiento de relaciones pacíficas. Por último, una tercera causa opera
tras la consolidación de las dos anteriores: el incremento de relaciones
comerciales entre los ciudadanos. Al regirse sólo por las leyes económicas
(oferta, demanda, competitividad, etc.) y no por la acción política, esas relaciones
no deberían lesionar los vínculos de seguridad entre los Estados; por el contrario,
la esfera comercial serviría como ámbito donde se superen intereses nacionales
contrapuestos, evitando que éstos tengan un efecto nocivo en el plano político
interestatal.

La línea de investigación de Doyle sobre la escasa proclividad de un Estado


liberal a participar en conflictos armados fue continuada y profundizada por otros
analistas, entre quienes se destacó Bruce Russett, mentor del concepto Teoría de
la Paz Democrática, a través de la cual intentó reducir la incertidumbre que
generó el fin de la Guerra Fría. El corolario de sus planteos era que, de
mantenerse o aumentar el número de democracias existentes, el empleo

44
DOYLE, Michael: "Kant, Liberal Legacies and Foreign Affairs", en Art & Jervis, op.cit, pp. 95-107

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internacional de la fuerza se reduciría ostensiblemente en comparación con la


época del enfrentamiento bipolar.

Russett observó que desde el final de la Primera Guerra Mundial los Estados
democráticos no dirimían entre sí sus conflictos mediante el uso de la fuerza,
aunque desde el realismo este hecho fue considerado una mera coincidencia,
explicable en función de otros factores: en el período de entreguerra, amén de ser
escasas (lo que inhibía tomarlas como parámetro de una regla general), las
democracias estaban alejadas entre sí, siendo que las cuestiones territoriales
eran el principal motivo de los conflictos interestatales; luego de la Segunda
Guerra Mundial el hecho de que las principales democracias fueran miembros de
la OTAN o aliadas a EE.UU. hizo que la democracia se viera como un factor
ideológico más de la Guerra Fría. Sin embargo, la tesis de la Paz Democrática
rechaza estas posiciones, alegando que la autorrestricción de los gobiernos
democráticos al empleo de la fuerza responde tanto a factores culturales,
generados en la misma práctica republicana, como estructurales, propios de las
características de los sistemas políticos.

Entre los factores culturales resaltaba que, en las relaciones con sus homólogos,
los gobernantes democráticos tienden a seguir las mismas normas de resolución
pacífica y negociada de los conflictos que practican hacia adentro de sus
fronteras, esperando idéntica conducta de la contraparte. Los factores
estructurales que inhibían el empleo de la fuerza contra otro Estado por parte de
mandatarios democráticos, en tanto, enfatizaban en la dificultad de adoptar
decisiones de ese tipo en contextos signados por la existencia de controles,
balances y división de poderes, y por la incidencia de la opinión pública.
Accesoriamente, estos contextos tornaban virtualmente imposible agresiones
militares sorpresivas y, al dilatar considerablemente los procesos decisorios
orientados al empleo de la fuerza, brindaban adecuados márgenes de tiempo
para lograr una solución negociada al conflicto45.

Pese a la importancia de los aportes del neointernacionalismo liberal, en lo que


respecta a la Teoría de la Paz Democrática, no son Doyle ni Russett los autores
de esta corriente que más trascendencia han tenido en los últimos tiempos. De
manera indiscutible, ese lauro corresponde a Francis Fukuyama con el polémico
ensayo publicado en 1989 bajo el título El fin de la Historia. En el libro del mismo
nombre, editado tres años después del ensayo original, el enfoque del autor
queda cabalmente expuesto en la siguiente frase, donde insólitamente aboga por
un futuro donde los hombres semejen "perros":

“El fin de la Historia significaría el fin de las guerras y de las sangrientas


revoluciones. Al coincidir en sus objetivos, los hombres no tendrían grandes

45
Los planteos que se describen someramente en este trabajo, se obtuvieron de RUSSETT, Bruce: “The Fact
of Democratic Peace”, en Michael Brown et.al. (eds.): Debating the Democratic Peace, The MIT Press,
Cambridge (MA) & London 1996, pp. 58-81; y RUSSETT, Bruce: “Why Democratic Peace?”, en Brown,
op.cit. pp. 82-115

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causas por las que luchar. Satisfarían sus necesidades mediante la actividad
económica, pero ya no tendrían que arriesgar la vida en combates. En otras
palabras, volverían a ser animales, como lo eran antes del combate
sangriento con que comenzó la historia. Un perro se siente satisfecho con
dormir todo el día al sol con tal que lo alimenten, porque no está insatisfecho
con lo que es. No le preocupa que los otros perros lo pasen mejor que él, o
que su carrera como perro se haya estancado, o que en distantes lugares se
oprima a los perros. Si el hombre alcanza una sociedad en la cual se haya
conseguido abolir la injusticia, la vida llegara a parecerse a la del perro”46.

Fukuyama no sólo fue el más conocido exponente del optimismo que transmitía el
neointernacionalismo liberal. Fue al mismo tiempo un claro caso de “historicismo”
(o “determinismo histórico”), como lo fueron antes que él Arnold Toynbee y
Oswald Spengler, aunque éstos miraban el futuro de manera pesimista. El
historicismo consiste básicamente en creer que la Historia tiene un rumbo
inexorable, que puede ser interpretado. Según Grondona, funciona a partir de
profecías que inspiran un rumbo a los hombres y orientan sus acciones,
sirviéndoles de referencia. Su riesgo intrínseco es que puede ser utilizado como
justificación para fanáticos que cometen excesos en el convencimiento de que
“sirven al futuro” y que “la Historia les dará la razón” (vg. Hitler)47.

En los últimos años, la Paz Democrática ha servido como base para postulados
teóricos más ambiciosos. Uno de ellos sugiere que no es sólo la guerra el
elemento influenciado por la vigencia de instituciones políticas democráticas, sino
prácticamente todo el espectro de interacciones que se establecen entre un
Estado con esas características regimentales y el sistema político internacional.
En cualquier campo, más allá del ámbito de la seguridad, los vínculos entre dos
entidades democráticas reflejarán mayores niveles de cooperación (y a la inversa,
menores tasas de conflictividad) que los registrables en una díada donde al menos
una de las partes sea de naturaleza no democrática.

Más aún, quienes hacen extensiva a todos los ámbitos del sistema internacional la
citada vocación cooperativa de las democracias, sustentan además que ese
modelo de conducta se mantiene inclusive en aquellas interacciones que tienen
como contraparte a un Estado no democrático. Esto, porque las primeras tienen
patrones de conducta constantes, con independencia del carácter regimental del
ocasional interlocutor, por diferentes razones; una de ellas es que las instituciones
políticas de un Estado democrático generan gobernantes que, como resultado del
proceso de socialización al que han sido sometidos, aplican en todos los campos
de la política exterior (no solamente en el área de seguridad) los mecanismos de
negociación y búsqueda de consenso que ejercitan en el plano doméstico;
además, ese gobernante hará extensivo a los asuntos externos el supuesto según

46
FUKUYAMA, Francis: El fin de la Historia y el último hombre, Planeta, Buenos Aires 1992, p. 415
47
GRONDONA, Mariano: El mundo en clave, Planeta, Buenos Aires 1996, pp. 20-21, 179, 296

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Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

el cual una conducta cooperativa y negociadora de un actor hacia otro, inducirá a


éste último a responder de la misma manera48.

También se destaca, como un segundo enunciado teórico que se basa en la


validez de la Paz Democrática, la reversibilidad de esta última; es decir, que la
disminución de conflictos armados fomenta la aparición y/o consolidación de
regímenes democráticos que, por su parte, disminuirán la cantidad de los
primeros (conformando un círculo virtuoso).

Esta hipótesis correspondería inicialmente a William Thompson, quien alega que


en una región donde los Estados están enfrascados en relaciones conflictivas
susceptibles de desembocar en una guerra, los gobiernos tienden a adoptar
formas autocráticas como vía para facilitar o consegir sus objetivos. La restricción
de algunas libertades individuales (cuyo extremo sería la imposición de un estado
de sitio), el recorte de las facultades legislativas, la suspensión de elecciones
previstas con antelación, un rígido control de la prensa y la movilización
discrecional de los recursos nacionales, podrían ser ejemplos en este caso. En
sentido contrario, las situaciones interestatales pacíficas y cooperativas favorecen
los procesos de liberalización política conducentes a la instauración o mejora de
las democracias49.

Idealismo

Más de cien años después del escrito Paz Perpetua, la culminación de la Primera
Guerra Mundial se transformó en la primera gran oportunidad para el liberalismo
kantiano, a través de Woodrow Wilson; de ahí el concepto de Wilsonianismo. Para
este presidente estadounidense, el carácter democrático de los regímenes
políticos constituía un punto nodal. El respeto a las libertades individuales, el
adecuado funcionamiento de instituciones políticas participativas, el incremento
de la cooperación entre las personas y la limitación de los poderes del Estado
serían factores que, extrapolados a una escala planetaria, contribuirían a
crecientes niveles de armonía y paz en el escenario internacional.

Si observamos que desde Kant no se habían registrado aportes significativos al


liberalismo aplicado a las Relaciones Internacionales, correspondió a Wilson la
autoría de la primera cosmovisión moderna de la política internacional según la
cual las posibilidades de lograr la paz en el mundo serían directamente
proporcionales a la difusión de los ideales democráticos; la expansión del libre
comercio; el aislamiento internacional de los regímenes políticos autoritarios; la
autodeterminación de los pueblos y el respeto a los Derechos Humanos.

48
LEEDS, Brett & David Davis: "Beneath the Surface: Regime Type and International Interaction, 1953-
1978", Journal of Peace Research 36:1 (1999), pp. 5-21
49
THOMPSON, William: "Democracy and Peace: Putting the Cart before the Horses?", International
Organization 50:1 (1996), pp. 141-174.

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Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

El idealismo o wilsonianismo está considerada una línea separada del


internacionalismo liberal porque Wilson propuso elevar la cooperación
internacional para mantener la paz y prevenir los conflictos a través de una
organización multilateral constituida por Estados democráticos, que no sería una
mera federación de Estados -idea de Kant-, sino una entidad supraestatal con
poderes para fijar pautas de acción a sus miembros y penalizar sus desviaciones.
De esta manera el idealismo/wilsonianismo entró en una suerte de contradicción
interna: en tanto respetaba ad intra el Estado las pautas tradicionales del
liberalismo, en cuanto al incremento de la libertad individual y la limitación de las
funciones y atribuciones del Estado, ad extra se mostraba partidario de un poder
centralizado, una suerte de estatismo a nivel internacional50.

La propuesta de Wilson cristalizó en dos instituciones claves. La primera de ellas


fue la Liga de las Naciones, que existió entre 1920 y 1939, a la cual
paradójicamente EE.UU. no se incorporó por reticencias de su Poder Legislativo a
ver erosionada la soberanía nacional. La Liga fue un organismo absolutamente
ineficaz y su fracaso estrepitoso llevó a los realistas a tildar a estas iniciativas
como idealistas; el concepto de Idealismo fue en sus orígenes una calificación
despectiva, concebida desde el realismo.

La segunda institución derivada del ideario wilsoniano fue el Pacto Briand-Kellogg,


suscripto por EE.UU. y Francia en 1928, en cuyo primer artículo ambas partes
condenan el recurso de la guerra para la resolución de controversias; el segundo
artículo, en tanto, confirma que ambos países resolverán sus diferendos y
conflictos por la vía pacífica. Como ha indicado un autor argentino, la importancia
de este Pacto radica en dejar de considerar a la guerra como un instrumento
legítimo susceptible de ser utilizado unilateral y discrecionalmente por un Estado
como un recurso legal o como un medio de modificación del derecho51.

Las últimas manifestaciones del idealismo pueden ser englobadas bajo el rótulo
de Neoidealismo (Buzan y Waever también las denominan Liberalismo Social o
Liberalismo Compensatorio); las mismas continúan enarbolando como banderas
la opción por las formas de gobierno democráticas y la constitución de
organizaciones multilaterales, como forma de moderar los niveles de conflictividad
internacional. Sin embargo, lo novedoso de su enfoque radicaría en otros dos
puntos: en el énfasis sobre los "costados negativos" del proceso de globalización
económica, con su pernicioso correlato en términos de conflictividad, y en su
demanda por una mayor democratización de las organizaciones multilaterales. No
basta con que Estados democráticos conformen organismos, sino que éstos
deben ser democráticos por sí mismos.

50
BUZAN, Barry & Ole Wæver: Liberalism and Security: The contradictions of liberal Leviathan, mimeo.,
Copenhagen Peace Research Institute (COPRI), April 1998
51
FRASCH, Carlos: La Paz en Crisis, Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires 1994, p.115

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Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

En su repaso sobre los principales referentes neoidealistas, Dunne incluye a


Norberto Bobbio, Danielle Archibugi y David Held52. Nosotros agregamos a este
listado al costarricence Oscar Arias, laureado con el Premio Nobel de la Paz por
sus esfuerzos en la resolución de los conflictos armados centroamericanos, los
planteos que abogan por una mayor participación en los procesos decisorios de la
llamada "Sociedad Civil Mundial".

De los mencionados autores, David Held replantea el significado del concepto


democracia, a la luz del impacto que generaron en el mismo los procesos de
globalización e interdependencia. Tal vez en otros tiempos la calidad de una
democracia podía medirse solamente por el mero acceso formal de los
ciudadanos a la esfera pública, o por su participación en elecciones. En tiempos
de globalización e interdependencia, la idea de democracia no puede depender
de una comunidad política cerrada, sino que debe dar cuenta de la existencia de
múltiples niveles de ciudadanía. Debe ser una "democracia cosmopolita" que
redunde en políticas aptas para los niveles local, estatal, regional y aún (vg.
medioambiente, regulaciones económicas, etc.) el global.

La puesta en práctica de una democracia cosmopolita requiere un doble esfuerzo,


cultural y organizacional. En el primer caso, difundir la idea de ciudadanía
múltiple, comprometida a diferentes niveles; en el segundo, diseñar e instrumentar
nuevas instituciones y mecanismos para manejar los numerosos problemas que
afectan a los individuos, en distintos planos. Esto último requerirá el impulso a
movimientos sociales de alcance global, del tipo que abogó por la preservación
ambiental en épocas de la llamada Eco`92; la constitución de organizaciones
regionales democráticas, al estilo de la Unión Europea; la reformulación y
fortalecimiento de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y, especialmente,
la reestructuración de las Naciones Unidas.

Específicamente en el caso de las Naciones Unidas, el proceso de


democratización que la alcance deberá adaptar el Consejo de Seguridad a la
realidad del actual sistema internacional; incluir en el mismo a Estados en
desarrollo; recrear nuevos ámbitos de discusión y dotarse de una segunda
cámara legislativa, integrada por actores no gubernamentales53.

La posición de Held guarda fuertes puntos de contacto con la de Oscar Arias.


Éste, por su parte, sostiene que es necesario que el hombre adquiera una
perspectiva global de los problemas, y en ese sentido demanda una expansión
del concepto de democracia. Lejos de ser discutida desde una perspectiva
meramente formal, opina este costarricence, la democracia debe ser concebida
como una "filosofía de participación cívica" en la cual todos los individuos (y no
52
DUNNE, Timothy: "Liberalism", op.cit., p. 158
53
HELD, David: "Globalization and Cosmopolitan Democracy", Peace Review 9:3, 1997, pp. 309-314
Aún cuando la fuente empleada sintetiza la idea de Democracia Cosmolita, un desarrollo teórico más
profundo surge de la obra capital de Held: Democracy and the Global Order. From the Modern State to
Cosmopolitan Governance, Polity Press, Cambridge 1995. También en HELD, David & Daniele Archibugi,
Daniele (eds.): Cosmopolitan Democracy. An Agenda for a New World Order, Polity Press, Cambridge 1995.

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Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

solamente los más poderosos) cuenten con la capacidad de incidir mediante su


opinión en el rumbo que adoptan todas aquellas instituciones políticas que afectan
su vida.

Desde esta perspectiva, la democracia como filosofía de participación cívica debe


brindar soluciones a los desafíos que plantea la situación internacional, teniendo
en cuenta que la democracia no se refiere únicamente a la distribución de poder
político, sino también de poder económico. En consecuencia, una verdadera
democratización a nivel internacional debe reafirmar a escala global el derecho de
cada individuo a tener una vida digna a través del ejercicio de su trabajo y la
percepción de un salario; y debe bregar por la existencia de oportunidades
concretas de acceso a recursos educativos, culturales y crediticios54.

Culminando la descripción sobre los planteos idealistas, unas palabras sobre la


Sociedad Civil Mundial, concepto sobre el cual existe una idea clara, aunque ese
consenso no se ha traducido en una definición concreta. El Grupo de Lisboa, bajo
el liderazgo de Riccardo Petrella, dice que ésta es "el conjunto de todas aquellas
organizaciones sociales e instituciones que actúan en el plano local, nacional y
mundial en todas las esferas, con el fin de mejorar las condiciones de la vida
social, tanto en el plano individual como colectivo".

El Grupo de Lisboa indica que la Sociedad Civil Mundial desempeña tres


funciones fundamentales: en primer lugar, asumir el papel de "una nueva
conciencia mundial planetaria", actuando como vector e impulsor de ideas y
preceptos morales contenidos en la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre; segundo, define y expresa necesidades, aspiraciones y objetivos
mundiales sobre temas concretos (pobreza, medio ambiente, intolerancia racial,
igualdad de género, libertad de opinión, etc.), que en conjunto conforman la
llamada "demanda social mundial"; finalmente, ofrece conductas políticas
innovadoras frente a problemas puntuales, proponiendo nuevos métodos
institucionales, económicos y sociales55.

Por su parte, la red global no gubernamental Comisión de Gestión de los Asuntos


Públicos Mundiales definió a la Sociedad Civil Mundial como "el conjunto de
protagonistas estatales y no-estatales, públicos y privados, involucrados en la
búsqueda de una gobernabilidad global". Por su parte, el concepto
“gobernabilidad global” se refiere a una vía por la cual los Estados y otros actores
del sistema internacional, públicos y privados (incluyendo ONG`s), puedan
administrar sus asuntos comunes, en forma continuada y con sentido cooperativo.
Lejos de basarse en una estructura y un proceso decisorio únicos, la
gobernabilidad global debería plasmarse en formas de interacción dinámicas, con

54
ARIAS, Oscar: “The Moral Challenge of Globalization”, Ploughshares Monitor, June 1999 (Project
Ploughshares, Institute of Peace and Conflict Studies, Conrad Grebel College, Waterloo, Ontario, Canada)
55
GRUPO DE LISBOA: Los límites a la competitividad. Cómo se debe gestionar la Aldea Global,
UNQui/Sudamericana, Buenos Aires 1996, pp. 40-43

29
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

alta capacidad de adaptación a la naturaleza cambiante de los asuntos


mundiales56.

Cerrando una suerte de triángulo conceptual, la gobernabilidad global y la


Sociedad Civil Mundial se completan con una ética civil global, entendiendo como
tal a seis normas y valores que deberían aceptar y promover los actores
comprometidos en este proceso. Estos seis valores básicos se sustentan, a su
vez, en la práctica democrática por parte de todos los integrantes de la Sociedad
Civil Mundial, en todos los niveles.

Los seis valores básicos de la ética civil global serían el respeto a la vida,
consistente en el abandono de la violencia como metodología; la libertad, en
relación al derecho a la elección de identidad, culto, medio de subsistencia, a la
libertad de expresión y al acceso a la información; la justicia y la equidad,
conceptos incompatibles con la existencia de disparidades económicas y sociales
extremas, desde el plano local al global, a la vez que condiciones básicas de una
sólida estabilidad internacional; el respeto mutuo, basado en la tolerancia hacia la
pluralidad de etnias, religiones y otros factores culturales; la solidaridad, que debe
plasmarse en políticas y mecanismos orientados al fomento de la cooperación con
quienes lo requieran; y la integridad, que debe traducirse en el ejercicio de una
conducta transparente y confiable, insospechada de corrupción, por parte de los
decisores de todos los actores del sistema internacional57.

Institucionalismo Liberal

El Institucionalismo Liberal aparece a mediados del siglo XX y propone que los


niveles de conflictividad internacional pueden reducirse en la medida en que los
Estados se involucren en procesos de cooperación y participen en instituciones
internacionales. A partir de esta propuesta, los enfoques institucionalistas se
dividen en tres grandes líneas analíticas: la primera repara en los procesos de
integración, y se subdivide a su vez en funcionalismo y el modelo de comunidad
política; la segunda se conoce como neofuncionalismo, destacándose en este
punto el planteo conocido como interdependencia compleja; finalmente, aparece
el llamado neoinstitucionalismo liberal. En los dos últimos casos, juega un papel
clave la idea de regímenes. Esta compleja trama de puntos de vista se grafica en
el CUADRO Nº5.

Respecto a la primera línea analítica del institucionalismo liberal, que se centra en


los Procesos de Integración, se los entiende tal cual lo hizo Ernst Haas, es decir:
"un proceso a través del cual actores políticos en diferentes ubicaciones
nacionales son persuadidos de orientar sus lealtades, expectativas y actividades

56
COMISIÓN DE GESTIÓN DE LOS ASUNTOS PÚBLICOS MUNDIALES, Nuestra Comunidad Global,
Alianza Editorial, Madrid 1995, pp. 24-25
57
Ibidem, pp. 53-68

30
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

políticas hacia un nuevo centro, cuyas instituciones poseen o demandan


jurisdicción sobre los Estados preexistentes"58. Existe cierto consenso en que su
inciciador fue el inglés David Mitrany, quien simultáneamente constituye el
principal referente del funcionalismo.

CUADRO Nº5

El Institucionalismo Liberal y sus diferentes vertientes

FUNCIONALISMO
PROCESOS DE
COMUNIDAD
INTEGRACIÓN
POLITICA

INSTITUCIONALISMO NEOFUNCIONALISMO INTERDEPENDENCIA


COMPLEJA

NEOINSTITUCIONALISM
REGIMENES
OOO

El Funcionalismo postula que los procesos de integración son producto de la


creciente complejidad del sistema internacional. Frente a este cuadro, los Estados
cooperan entre sí, a través de técnicos y especialistas, para lidiar con problemas y
desafíos que exceden a sus capacidades individuales. Esa cooperación se
materializa en acuerdos u organizaciones "funcionales", en el sentido que su
estructura depende de la función que deben cumplir: "la función determina la
forma".

Estas organizaciones pueden incrementarse en número o incorporar nuevas


funciones, debido a un fenómeno de "espiral ascendente" (spill over) según el
cual la colaboración exitosa en el campo de la baja política estimula la extensión
de esa conducta a otras áreas, incrementando y mejorando progresivamente las
relaciones de sus miembros hasta abarcar las cuestiones de seguridad (alta
política). Se abre así la posibilidad de constituir verdaderos "Sistemas de Trabajo
de Paz" (Working Peace System). En la medida en que un Estado se involucra
más y más en estos procesos, aumenta el costo de dar marcha atrás con los
mismos.

58
DOUGHERTY, James & Robert Pfaltzgraff, Robert: Contending Theories of International Relations. A
Comprehensive Survey, Harper Collins, New York 1990, p. 433

31
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

Las ideas sobre integración de Mitrany han sido puestas en entredicho por Karl
Deutsch, a través de su concepto de Comunidad Política, que define como "un
conjunto de actores políticos cuya interdependencia es suficiente para que uno
pueda producir una diferencia en las conductas y decisiones relevantes de los
otros". En este sentido, un proceso de integración es un subtipo de comunidad
política, caracterizado por la voluntad de sus partes de perseguir objetivos
cooperativos59.

Encuadrados de esta manera los procesos de integración, Deutsch le asigna a


éstos tres características que son antagónicas con el planteo de Mitrany. Primero,
recuerda que una integración es ante todo un proceso político, por lo cual no
puede ser llevada adelante sólo por técnicos y especialistas, de manera
despolitizada. Segundo, tampoco acepta que los Estados resignen autonomías
decisorias más allá de determinado punto, sosteniendo que éstos siempre
intentarán retener las lealtades de sus ciudadanos y legisladores; de hecho,
mientras los miembros de un Poder Legislativo nacional deben lealtad a sus
ciudadanos, en un nivel multilateral los legisladores se subordinan a los gobiernos
de sus países de origen. Tercero, remarca que un proceso de integración no
evoluciona por spill over de la baja política a la alta política, sino exactamente lo
contrario: el objetivo primario de toda integración entre dos o más Estados es
mantener la paz.

Así, una integración puede plantearse metas accesorias sólo si alcanzó


previamente el objetivo de mantener la paz. Y el logro de tales metas demanda
que los Estados que protagonizan el proceso cumplen cuatro condiciones
básicas: primero, deben ser mutuamente relevantes; segundo, sus principales
valores deben ser compatibles; tercero, deben tener capacidades para
comunicarse de manera rápida y efectiva, brindando respuesta a la aparición de
problemas repentinos; en cuarto y último lugar, deben reflejar algún tipo de
identidad o lealtad común.

Estos planteos tuvieron una gravitante incidencia en el campo de las arquitecturas


de seguridad, en el cual Deutsch identifica tres modelos básicos de comunidad
política, de acuerdo a la variable amalgamación, que mide la existencia o no de
objetivos de integración entre los miembros de la comunidad y, en caso
afirmativo, su tipo. Entonces, una comunidad puede ser:

 "No amalgamada", cuando sus miembros no coordinan entre sí el logro de


ningún objetivo común.

 "Pluralista", cuando los Estados limitan su integración al objetivo básico de


preservar la paz.

59
Nos basamos en DEUTSCH, Karl: The Analysis of International Relations, Foundations of Modern
Political Science Series, Prentice-Hall, Englewood Cliffs 1968, pp. 158-168 y 191-202

32
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

 "Amalgamada", si los Estados participantes no se limitan a preservar la paz,


sino que buscan generar instituciones comunes, eficientes, capaces de captar
la lealtad de los ciudadanos.

Por su parte, las comunidades políticas pluralistas y amalgamadas pueden ser


también:

 "De seguridad", si sus miembros han abandonado la opción del empleo de la


violencia en sus interacciones.

 "De no-seguridad"; si retienen esta opción, incluso en el plano hipotético.

Queda claro que la forma más evolucionada de comunidad política que concibe
Deutsch es la "comunidad amalgamada de seguridad", cuya fisonomía es similar
a lo que usualmente se denomina "zona de paz"; es decir, un área geográfica en
la cual sus miembros comparten valores (incluida la democracia, en el sentido
occidental del término) y no compiten entre sí en términos de realpolitik.

El Neofuncionalismo, la segunda gran línea analítica del institucionalismo liberal,


coincide con el funcionalismo en que la conflictividad internacional decrecerá en la
medida en que aumenten y se profundicen los procesos de integración y
cooperación. Pero al mismo tiempo, difiere de aquel en dos aspectos clave: por
un lado, no limita a los Estados el protagonismo de esos procesos, extendiendo
ese rol a actores subestatales que operan al interior de aquellos; por otra parte,
concentra su atención en el establecimiento de regímenes60.

El concepto de Régimen, en su forma más básica, sugiere el establecimiento


deliberado de un acuerdo entre Estados, considerados (al igual que el realismo)
los principales actores internacionales, concerniente a satisfacer sus propios
intereses. Como los Estados tienen diferentes intereses en distintas áreas
temáticas, las oportunidades para la cooperación van a depender de las
condiciones prevalecientes en cada una de ellas; ergo, los regímenes estarán
circunscriptos por las áreas temáticas. En cierta forma, este es un planteo casi
antagónico al del funcionalismo: la múltiplicación de las áreas de cooperación
entre dos Estados no constituirá una ramificación o spill over de un proceso
central de integracion, sino una multiplicación de la cantidad de regímenes
específicos.

El principal teórico sobre regímenes, Stephen Krasner, los definió como un “grupo
de principios implícitos o explícitos, normas, reglas y procedimientos de toma de
60
Estamos efectuando aquí una modificación del criterio clasificatorio de Thomas Gehring, quien postula que
las principales derivaciones del Neofuncionalismo son tanto los regímenes como la Interdependencia
Compleja. Sin embargo, los regímenes no prestan atención a la idea neofuncionalista clave de la participación
de actores subestatales en los procesos de integración. Esto sí lo hace, en cambio, la Interdependencia
Compleja, quien tambien incorpora la noción de régimen.
Vid GEHRING, Thomas: "Integrating Integration Theory: Neo-functionalism and International Regimes",
Global Society 10:3, september 1996, pp. 225-254

33
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

decisiones en torno a los cuales las expectativas de los actores convergen en un


área determinada de las Relaciones Internacionales”. Los principios son las
percepciones de sus miembros sobre el estado de situación que se observa en el
tema que los relaciona; las normas establecen la conducta de los miembros en
términos de derechos y obligaciones, y son las que definen el carácter del
régimen, pues su alteración profunda cambiaría la naturaleza de éste; finalmente,
las reglas determinan el funcionamiento interno del régimen, incluyendo la
resolución de disensos entre sus miembros.

Los regímenes son clasificables desde dos puntos de vista diferentes, ambos
relacionados con el grado de efectividad pretendido: el primero enfatiza en las
intenciones, declamadas y reales, que tienen los miembros del régimen; el
restante hace hincapié tanto en el tipo de relaciones que establecen entre sí los
Estados miembros, como en las que sostienen éstos con otros actores ajenos al
sistema. Enfocando la cuestión desde el prisma de las intenciones de sus
miembros, la efectividad del régimen giraría en torno a dos variables, la formalidad
e importancia de los acuerdos que le dieron origen, y el grado de convergencia de
expectativas que tienen sus miembros respecto a los resultados que se pueden
obtener (CUADRO Nº6). Vistos desde esta perspectiva, los regímenes oscilan
entre una virtual “letra muerta” y el logro de un nivel total de efectividad61.

La principal manifestación del neofuncionalismo es el postulado de la


Interdependencia Compleja, cuyos principales referentes son Robert Keohane y
Joseph Nye; estos autores no fueron quienes acuñaron el concepto, ya en boga
en los años 70, aunque sí fueron responsables de asignarle la entidad que
adquirió a partir de ese momento62. Aunque la Interdependencia Compleja admite
que el sistema internacional es de naturaleza anárquica y que el Estado continúa
siendo su principal actor, rechaza del realismo tanto su subestimación de los
asuntos económicos (en detrimento de las cuestiones militares), como su
pesimismo sobre las posibilidades de cooperación internacional.

Keohane y Nye definen a la interdependencia en términos de "efectos de costo


recíproco de los intercambios", una idea que avanza más allá que la de mera
"interconexión". La interdependencia debe entenderse como "dependencia
mútua", una situación en la cual los actores son afectados de formas
potencialmente costosas por las acciones de otros. En forma más especifíca, la
interdependencia no sólo no implica necesariamente beneficios para sus

61
Para los criterios de clasificación, ver LITTLE, Richard: “International Regimes”, en Baylis & Smith,
op.cit., pp. 231-247; HANDLER CHAYES, Antonia & Abram Chayes: “Regime Architecture: Elements and
Principles”, en Janne Nolan (ed.): Global Engangement. Cooperation and Security in the 21 st Century, The
Brookings Institution, Washington DC 1994, pp. 65-130
62
Entre los autores relevantes que en los años 70 teorizaban sobre Interdepencia con anterioridad a Keohane y
Nye merecen citarse James Rosenau y Klaus Knorr. Ver en este sentido ROSENAU, James: “Capabilities and
Control in an Interdependent World”, International Security 1:2, Fall 1976, pp. 32-49. También KNORR
Klaus: The Power of Nations, The Political Economy of International Relations. Basic Books, New York
1975

34
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

protagonistas, sino que seguramente impone costos para -al menos- alguno de
ellos, toda vez que restringe la autonomía de los Estados.

CUADRO Nº6

TIPOLOGÍA DE REGÍMENES INTERNACIONALES

CONVERGENCIA DE EXPECTATIVAS

ALTA BAJA
REGIMEN “LETRA
ALTA REGIMEN PLENO
FORMALIDAD

MUERTA”

RÉGIMEN TÁCITO
BAJA NO HAY REGIMEN

Al reconocer que el sistema internacional es eminentemente anárquico, y que el


Estado continúa siendo su actor más relevante, el fenómeno de la
interdependencia es esencialmente asimétrico, pues está íntimamente asociado a
las diferencias de poder de los Estados involucrados.

En el campo específico de la Seguridad Internacional, el aporte de la


interdependencia fue enorme, al sostener que cuestiones no militares, como la
economía, pueden adquirir igual o mayor relevancia estratégica. "La noción
tradicional (militar) de Seguridad Nacional se volvió ambigua", dicen los autores63.

La interdependencia compleja tiene tres características básicas, denominadas


"canales múltiples", "ausencia de jerarquía entre temas" y "menor rol del poder
militar"64. La primera cualidad indica que las sociedades se encuentran
conectadas a través de múltiples canales, formales o informales, dando lugar a
relaciones de tres tipos: interestatales, transgubernamentales y transnacionales.
Accesoriamente, los protagonistas de estas relaciones se encuentran sometidos a
las decisiones tomadas por sus gobiernos en el ámbito doméstico, con lo cual las
esferas políticas interna y externa se tornan permeables entre sí.

63
KEOHANE, Robert & Joseph Nye: Power and Interdependence. World Politics in Transition. Little,
Brown & Co., Boston 1977, pp. 3 y ss.
64
Una simple acotación semántica: la traducción correcta es "menor rol" y no "rol menor". Mientras el
sentido de la primera frase (la correcta) es "menos importancia que antes", la segunda sugiere "poca
importancia". La Interdependencia Compleja otorga importancia al poder militar, pero a la vez jerarquiza
otras manifestaciones del poder.

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