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Prof. Álvaro Sepúlveda S.

UCSC - UDD

CURSO DE DERECHO ADMINISTRATIVO 2019


(APUNTE I)
INTRODUCCIÓN
CONCEPTO, CLASIFICACIÓN, CARACTERÍSTICAS, CONTENIDOS
BÁSICOS Y FUENTES DEL DERECHO ADMINISTRATIVO.

Introducción
Evolución Histórica del Estado:
Habrá de recordarse que la configuración actual del Estado es el resultado de una
evolución histórica de organización política de la cultura europea occidental.

En efecto, el Estado moderno de los siglos XV y XVI es sucedido por el Estado


Absoluto de los siglos XVII y XVIII, para luego ser reemplazado, fruto de
revoluciones y movimientos históricos de carácter liberal (Revolución Francesa),
por el Estado Liberal de Derecho de los siglos XVIII y mediados del XIX.
Las guerras mundiales del siglo XX y la creciente complejidad de la vida
social, produce una preocupación- de parte del Estado - por las condiciones de
vida de la población, que se traduce en el aumento exponencial en cantidad e
intensidad de las funciones públicas que debe éste desplegar para atender sus
necesidades y mejorar esas condiciones de vida, lo que viene a poner énfasis a la
organización y función estatal encargada de aquello ( la “Administración del
Estado o Administración Pública”).
Surge, así, el denominado Estado Social de Derecho en el que adquieren
preeminencia las funciones estatales de servicio público ( individuales y sociales)
y, con ello, el deber de servicialidad del Estado hacia las personas, en un marco
de legalidad o juridicidad, como principios o bases fundamentales de su
configuración actual.
El tránsito histórico del Estado Liberal de Derecho al Estado Social de
Derecho supone un claro énfasis distinto en la acción estatal dominante,
pasando de un " Estado de Policía" ( enfocado en el resguardo del orden público

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para el ejercicio de las libertades individuales de las personas) a un "Estado de
Bienestar" ( con énfasis en la prestación de servicios y ayudas a la población).
El Estado su configuración básica actual:
A la luz de lo dispuesto en el Capítulo I de la Constitución Política vigente, es
claro que el Estado se configura a través de órganos, competencias, funciones,
actos y principios o bases que lo rigen.
En efecto, conforme a los artículos 1 ,4, 5, 6 y 7 de la Carta Fundamental,
el Estado está concebido y configurado con un fin de promoción y realización del
bien común que le obliga a desplegar una actividad al servicio de las personas y
de contribución a la creación de las condiciones sociales que permitan a todos y
cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización
espiritual y material posible.
Su propio fin - de servicio a las personas y promoción del bien común – hace
entonces que el Estado deba asumir y desplegar múltiples tareas o
cometidos que lo concreten y conduzcan a él.
Son éstas las diversas actividades finalizadas a ese propósito o tareas de
bien común que el Estado toma a su cargo, dando origen a las consabidas
funciones estatales: ya legislativa, ya ejecutiva o de gobierno y administración,
ya jurisdiccional.
Ahora bien, para la realización de estas funciones el Estado se configura
como persona jurídica estatal dotada de distintos órganos estatales: ya
legislativos, ya ejecutivos o de gobierno y administración, ya jurisdiccionales.
Para la realización de estas funciones estatales, los órganos estatales
dotados de personalidad jurídica han sido habilitados para desarrollarlas
mediante el atributo de la competencia o poder estatal (capacidad pública),
que se lo permiten e imponen; competencia o poderes estatales que pueden ser ya
legislativos, ya jurisdiccionales, ya ejecutivos o de gobierno y administración.
El ejercicio de estas funciones estatales por estas órganos estatales dotados
de personalidad jurídica y competencia para hacerlo ( órganos competentes) se
expresa, manifiesta o concreta en actos estatales: ya legislativos (leyes), ya

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jurisdiccionales (resoluciones judiciales), ya administrativos (decretos supremos y
resoluciones).
Todo el ejercicio de estas funciones por los respectivos y competentes
órganos estatales, mediante la dictación de actos estatales propios y
característicos de la competencia desplegada, se informa, a su vez, por ciertos
principios ordenadores o bases institucionales ( tales como, la legalidad o
juridicidad, responsabilidad, transparencia, probidad, etc. )

El Estado, así, se configura a través del ejercicio de cada una de estas


actividades estatales - obligatorias y finalizadas al bien común – que originan
una función jurídica del Estado, confiada a órganos distintos o separados,
generadora de actos especiales regidos por la Constitución, las leyes y demás
normas dictadas en su conformidad ( actos jurídicos públicos o estatales ) que
materializan o concretan cada una de esas funciones, mediante el ejercicio de las
respectivas potestades o competencias que se lo permiten; originando, con su
ejercicio: actos legislativos o leyes, actos jurisdiccionales o resoluciones judiciales y
actos administrativos o decretos supremos, resoluciones y acuerdos.
Dentro de estas funciones, órganos, competencias y actos estatales se
encuentran aquellos referidos al Gobierno y Administración del Estado (Poder
Ejecutivo).
Vale decir, cabe afirmar la existencia de unos órganos estatales de gobierno
y administración; una función o actividad estatal de gobierno y
Administración; unas competencias o poderes estatales de gobierno y
administración; unos actos estatales de gobierno y administración y unos
principios o bases de la Administración del Estado.

Todo lo anterior es lo que constituye la denominada “Administración del


Estado”, objeto de estudio del Derecho Administrativo.

Esta disciplina jurídica es la encargada, por lo tanto, de establecer y regular los


órganos estatales de gobierno y administración; l a función o actividad
estatal de gobierno y Administración; las competencias o poderes estatales de
gobierno y administración; los actos estatales de gobierno y administración y
l o s principios o bases que les resultan aplicables y por las que han de regirse.

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LA ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO
( Concepto)
A la luz de lo señalado en diversos preceptos de la Constitución Política, es
claro que el Estado tiene una Administración o dicho de otro modo, que existe
una Administración del Estado, también denominada Administración Pública
(para diferenciarla de la administración privada que poseen las entidades u
organizaciones no estatales).

Ahora bien, no es fácil precisar la noción de Administración del Estado. En


efecto, resulta difícil de perfilar y algo ambigua debido a que la Constitución
Política vigente no contempla un capítulo referida a ella, que nos entregue un
concepto, noción o descripción clara, precisa y sistemática de ella.
No obstante, dada la configuración que el Estado tiene en la Carta
Fundamental, reconocer la existencia de una Administración del Estado
necesariamente supone o implica, a la luz de lo ya señalado, que tal
Administración constituye una función estatal así como un conjunto de órganos
estatales u organización encargada de realizarla, dotados de unas competencias
estatales que se lo permiten ( de administración o administrativas), mediante
la dictación y puesta en vigencia de decisiones o actos estatales de
administración ( actos administrativos).
Así se constata de las muchísimas referencias - explícitas e implícitas - que
a la “Administración del Estado”, bajo esa precisa denominación o usando la
expresión “Administración Pública” o simplemente “Administración”, el
constituyente realiza en todo el texto de la Carta Fundamental vigente.

Así, por ejemplo:

Art. 3 CPE: “ El Estado de Chile es unitario. La Administración del Estado


será funcional y territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su caso, de
conformidad a la ley..”.
Art. 24 CPE: “ El gobierno y la administración del Estado corresponden al
Presidente de la República, quién es el Jefe del Estado. Su autoridad se extiende a
todo cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el interior y la
seguridad externa de la República, de acuerdo con la Constitución y las leyes”.

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“ Bases generales de la Administración del Estado

Art. 38. Una ley orgánica constitucional determinará la organización


básica de la Administración Pública, garantizará la carrera funcionaria y los
principios de carácter técnico y profesional en que deba fundarse, y asegurará

tanto la igualdad de oportunidades de ingreso a ella como la capacitación y el


perfeccionamiento de sus integrantes.
Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración
del Estado, de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los
tribunales que determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere
afectar al funcionario que hubiere causado el daño”
Art. 98. Un organismo autónomo con el nombre de Contraloría General de la
República ejercerá el control e la legalidad de los actos de la Administración ..."
“Gobierno y Administración Interior del Estado”
Art. 110. Para el gobierno y administración interior del Estado, el territorio de
la República se divide en regiones y éstas en provincia …”

Con todo, hay que señalar que la Constitución Política vigente no contempla
una regulación sistemática de la Administración del Estado que permita de su
sola lectura comprender lo que es y lo que hace.
Esta regulación sistemática de la Administración del Estado está contenida,
sin embargo, en una ley orgánica constitucional sobre Bases Generales de la
Administración del Estado, pues la Carta Fundamental así lo ha dispuesto en el
Capítulo IV sobre Gobierno, artículo 38.
Se trata de la Ley Orgánica Constitucional sobre Bases Generales de la
Administración del Estado (en adelante LOCBGAE), N° 18.575 de 1986, cuyo
texto actualizado y refundido se contiene en el D.F.L. N° 1-19.653 del Ministerio
Secretaría General de la Presidencia, publicado en el D.O. de 17.11.2001.
Para un concepto o noción de "Administración del Estado" cabe detenerse
en los artículos 1º y 3º de esta Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales
de la Administración del Estado:
Artículo 1º: “El Presidente de la República ejerce el gobierno y la
administración del Estado con la colaboración de los órganos que
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establezcan la Constitución y las leyes.
La Administración del Estado estará constituida por los
Ministerios, las Intendencias, las Gobernaciones, y los órganos y servicios
públicos creados para el cumplimiento de la función administrativa,
incluidos la Contraloría General de la República, el Banco Central, las

Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, los


Gobiernos Regionales, las Municipalidades y las empresas públicas
creadas por ley ”
Artículo 3º: “La Administración del Estado está al servicio de la
persona humana-, su finalidad es promover el bien común atendiendo las
necesidades públicas en forma continua y permanente y fomentando el
desarrollo del país a través del ejercicio de las atribuciones que le confiere
la Constitución y la ley, y de la aprobación, ejecución y control de
políticas, planes, programas y acciones de alcance nacional, regional y
comunal".
De las normas transcritas precedentemente y de las restantes de rango
constitucional y legal vigentes referidas a la Administración del Estado, es
posible constatar que la expresión "Administración del Estado" tiene un triple
concepto, noción o significado: uno funcional; uno orgánico y uno subjetivo.
1.- Administración del Estado en sentido funcional; ( art. 24 inciso 2° CPE y
art. 3 inciso 1° LOCBGAE) en que se entiende, por Administración del Estado,
una actividad estatal específica de conservación del orden público en el
interior, la seguridad externa o defensa, de promoción del bien común y de
servicio a las personas, focalizada a la atención concreta, inmediata y
continua de sus necesidades e intereses generales, así como a su bienestar,
progreso y desarrollo, tanto material como espiritual, que se expresa a
través de planes, políticas y programas de alcance nacional, regional y
comunal que se aprueban, ejecutan y controlan.
Así, por ejemplo, la acción del Estado en materia de salud, vivienda,
educación, orden y seguridad, defensa, etc., corresponden a cometidos o
tareas de Administración del Estado en este sentido funcional, esto es, de
actividad o f u n c i ó n estatal con el contenido mencionado.

2.- Administración del Estado en sentido orgánico; ( art. 1 inciso 2° LOCBGAE)


en virtud del cual la Administración del Estado es entendida como un conjunto de
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entes, instituciones u órganos estatales específicos, establecidos por la
Constitución o la Ley; que forman, todos ellos o conjuntamente, un
conglomerado u organización estatal acotada, específica y característica, que
forma parte o se encuentra integrada al Gobierno (Poder Ejecutivo) y compuesta
por la Presidencia de la República, que la encabezaría, además por los
Ministerios ( ya de la Vivienda, ya de Defensa, ya de Hacienda, etc.); las
Intendencias ( ya del Bío Bío, Araucanía, Atacama, etc.); los Servicios
Públicos, (ya de Salud, ya de Vivienda, ya de Turismo, ya del Registro Civil, etc.);
las Municipalidades; las Fuerzas Armadas (Ejército, Fuerza Aérea y Armada) y
de Orden y Seguridad Pública (Carabineros y Policía de Investigaciones); la
Contraloría General de la República; las Gobernaciones; el Banco Central;
los Gobiernos Regionales; las Empresas Públicas y los órganos, cualquiera
sea su denominación, creados por la ley para el cumplimiento de la
función administrativa ( tales como, como por ejemplo, las Superintendencias, (
ya de Servicios Sanitarios, Bancos e Instituciones Financiaras, del
Medioambiente, etc.); los Consejos ( como el de la Transparencia o de Defensa del
Estado ), los Institutos Nacionales ( como el de la Juventud, el de Deporte, el de
Estadísticas, el de Derechos Humanos), etc.
Existen para la LOCBGAE, por lo tanto, órganos de la Administración del
Estado nominados y específicos ( Ministerios, Intendencias, Municipalidades etc.)
y también genéricos o innominados; constituidos – estos últimos – por
cualquier órgano creado por la ley para el cumplimiento de la función
administrativa, cualquier que sea su denominación ( ejemplos: Agencias como la
de Calidad de la Educación o de Promoción de Inversiones Extranjeras; las
Superintendencias; los Institutos, los Consejos, etc. )
3.- Administración del Estado en sentido subjetivo, en que por
Administración del Estado se entiende un sujeto estatal dotado de órganos,
una persona estatal o pública encargada de realizar la actividad de
administración; un sujeto de derecho, una persona jurídica de Derecho
Público ( el Estado-Fisco, el Estado-Municipalidades, el Estado-Gobiernos
Regionales, etc. ); más precisamente, como se verá, una pluralidad de
personas jurídicas de Derecho Público Estatales ( las Administraciones
Públicas o las personas estatales encargadas de la Administración ).
Conclusión: el vocablo Administración del Estado constituye una expresión

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que, para el Derecho, no tiene un sentido unívoco sino múltiple. En razón de lo

mismo, por Administración del Estado o Administración Pública, cabe entender,


simultáneamente, una:
 organización estatal o pública integrada al Gobierno o Poder
Ejecutivo - sentido orgánico- compuesta por aquellos específicos
órganos estatales que indica la ley orgánica constitucional sobre
Bases Generales de la Administración del Estado ( e n s u art. 1
inciso 2°), esto es, el Presidente de la República, los Ministerios, las
Intendencias, las Gobernaciones, los Servicios Públicos, las
Municipalidades, los Gobiernos Regionales, la Contraloría General de
la República, el Banco Central, las Fuerzas Armadas y de Orden y
Seguridad Pública, las Empresas Públicas y los órganos, cualquiera
sea su denominación, creados por la ley para el cumplimiento de la
función administrativa. Se trata, todos los mencionados, de la
organización administrativa del Estado;
 el funcionamiento o la actividad estatal que todos y cada uno de los
órganos anteriormente mencionados están llamados a desplegar o
realizar. Ellos realizan la actividad estatal de Administración en
sentido funcional, la cual consiste en servir a las personas por la vía
de satisfacer sus necesidades generales, fomentar las actividades que
le permitan su mayor realización material y espiritual posible, así
como, procurar el progreso y desarrollo del país; la mantención
del orden público y la defensa nacional ( contenidos de la función
administrativa del Estado), a través de políticas, planes, programas y
acciones.
 Por Administración del Estado, por último y en sentido subjetivo,
cabe entender las personas jurídicas estatales a través de las cuales
el Estado existe y actúa como sujeto o persona de derecho.

Estas acepciones o nociones de “Administración del Estado” o


“Administración Pública” - orgánica, funcional y subjetiva -rigen
indistintamente y por igual en nuestro ordenamiento jurídico, pero
prima, en nuestros textos legales y normativos, aquella que entiende
por “Administración del Estado” o “Administración Pública” a la

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pluralidad de órganos o entidades estatales colaboradoras del
Presidente de la República, ( Ministerios, Intendencias, Gobernaciones,
Servicios Públicos, Fuerzas Armadas, Fuerzas de Orden y Seguridad,
Contraloría General de la República, Banco Central, Empresas
Públicas, Municipalidades, etc. ), que integran, en su conjunto, la
estructura estatal de Gobierno, encargadas de satisfacer las
necesidades públicas, esto es, el sentido orgánico al que nos hemos
referido.

EL DERECHO Y LA ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO


El fin del Derecho es la Justicia. El Derecho Privado, a través de sus normas,
reglas y principios, persigue alcanzar la justicia conmutativa. Por su parte, el
Derecho Público pretende la justicia distributiva, esto es, aquella que regula, en
función de lo justo, las relaciones entre la autoridad ( el poder, el Estado) y los
ciudadanos, a efectos de distribuir entre estos de manera proporcional y justa los
cargos y las cargas públicas. Se trata de darle a cada miembro de la comunidad
la parte de bien que le corresponde según el lugar que ocupa en la sociedad.
En razón de lo anterior, el Estado y su Administración ( entendida como
organización, función y sujetos ) se encuentra vinculada de un modo directo y
absoluto al ordenamiento jurídico, al derecho objetivo , en definitiva, al Derecho.
Esta vinculación se sintetiza en la expresión "Estado de Derecho" y ha sido
reconocida y consagrada como “ Base de toda la Institucionalidad”, por el artículo
6º de la Constitución Política, en los términos siguientes: “ Los órganos del Estado
deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella
... “.
Vale decir, rige a t o d a l a o r g a n i z a c i ó n y f u n c i ó n e s t a t a l , no
sólo a la de Gobierno y A d ministración, sino también a la organización y
función estatal de legislación y jurisdicción.

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Tratándose de la Administración del Estado, el artículo 2 de la Ley Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado, consagra la
sujeción al Derecho de toda la organización y función estatal de Administración.
Este deber de sujetarse al ordenamiento jurídico que tienen los órganos estatales
en el ejercicio del poder del que son titulares, para la realización de laa
funciones públicas , constituye el más importante de todos los principios o
bases que rigen la institucionalidad del Estado y su Administración, por lo que ha
sido denominada, en razón de lo mismo, como el principio o regla de oro del
derecho público chileno y sintetizada en la expresión: principio de juridicidad o
legalidad.
Se trata de la principal y más importante base de la institucionalidad y base
general de la Administración del Estado.
Para la Administración del Estado este principio está consagrado por el Art. 2
LOCBGAE (N° 18.575), que señala: “ Los órganos de la Administración del
Estado someterán su acción a la Constitución y las leyes. Deberán
actuar dentro de su competencia y no tendrán más atribuciones que las
que expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico. Todo
abuso o exceso en el ejercicio de sus potestades dará lugar a las
acciones y recursos correspondientes “.
Como le expresa un autor: “ … el principio de juridicidad no expresa otra cosa que una
idea de limitación jurídica del poder público, entendiendo el término limitación en un
sentido amplio. Se trata de una concreción del principio del Estado de Derecho, que exige
la limitación jurídica del poder del Estado, exigencia llevada a sus últimas
consecuencias con la sujeción del propio legislador a la Constitución. El principio de
juridicidad impone, por tanto, la existencia de normas jurídicas que vinculan a la
Administración cuando actúa y que de este modo la someten a Derecho ……. el principio
de legalidad exige que no se autorice a la Administración para perseguir libremente sus
fines, que no se concedan apoderamientos en blanco y que las normas que sirvan de
criterio para enjuiciar en su contenido la actuación administrativa. De este principio
nace todo el Derecho Administrativo y la sujeción de la Administración al control de los
Tribunales ..“ ( De Otto, Ignacio: Derecho Constitucional, Sistema de Fuentes,
Editorial Ariel, Barcelona, 1995, pág. 157 y 158 .

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EL PRINCIPIO DE JURIDICIDAD.

(Noción y Alcances)

Concepto: Siguiendo al profesor nacional Eduardo Soto Kloss, se puede definir


este principio de legalidad o juridicidad como:
"la sujeción integral a Derecho de los órganos de la Administración del
Estado tanto en su funcionamiento, obrar, actuar o hacer como en su
creación, existencia u organización".
Finalidad:
Este principio es la base fundante para obtener la supremacía constitucional y con
ella el respeto de la dignidad y derechos fundamentales de la persona humana,
consagrados en ella, para asegurar, así, la primacía de ésta y de su bien común y
el rol de servicio hacia éstas y promoción de su bien general que corresponde al
Estado.
Fuentes Positivas:
El principio en estudio se encuentra contenido en los artículos 6 de la CPE y
artículo 2 de la ley 18.575 orgánica constitucional de bases generales de la
Administración del Estado.
Art. 2 LOCBGAE (N° 18.575): “ Los órganos de la Administración del Estado
someterán su acción a la Constitución y las leyes. Deberán actuar dentro
de su competencia y no tendrán más atribuciones que las que
expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico. Todo abuso o
exceso en el ejercicio de sus potestades dará lugar a las acciones y
recursos correspondientes “.
Art. 6 CP: “ Los órganos del Estado deben someter su acción a la
Constitución y a las normas dictadas conforme a ella y garantizar el orden
institucional de la República. Los preceptos de esta Constitución obligan
tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona,
institución o grupo. La infracción de esta norma generará las
responsabilidades y sanciones que determine la ley “.
EXPLICACIONES Y ANÁLISIS DEL PRINCIPIO DE JURIDICIDAD
*La sujeción:
Bajo esta expresión – sujeción - se quiere indicar que los órganos del Estado, en
general, y los de Administración, en particular, están sometidos al Derecho,
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están vinculados por y deben obediencia al ordenamiento jurídico vigente.

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Esta expresión tiene pleno apego en la letra del art. 6 de la Constitución, que
prescribe que "los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a
las normas dictadas conforme a ella” y en el art. 2 de la ley 18.575 “ los órganos
de la Administración del Estado someterán su acción a la Constitución y a las leyes
“.
La organización administrativa del Estado ( compuesta por Ministerios,
Intendencias, Gobernaciones, Servicios Públicos, Municipalidades, Gobiernos
Regionales, Fuerzas Armadas, Fuerzas de Orden y Seguridad, etc. ) tiene, en
virtud de este principio o base, un deber de sumisión al Derecho y con ello a
todas las normas que estén en sus distintas fuentes ( Constitución, leyes,
reglamentos y demás normas dictadas en su conformidad; que se estudiarán
detalladamente como fuentes positivas del Derecho Administrativo ).
Y esta sujeción o sometimiento constituye el supuesto ineludible e indispensable
para que cualquier acción estatal, de cualquier órgano que provenga, tenga
validez jurídica.
Este deber de sujeción a derecho opera tratándose de los órganos del Estado,
vale decir, de entes ficticios o personas jurídicas creados por el ordenamiento
jurídico con un fin muy específico, habilitados para actuar en la vida de
relación en pos de ese fin, pero siempre dentro de ámbitos determinados y
específicos (competencias) que se precisan y acotan en el acto creador (ley) de
estos sujetos ficticios. Así, para estos entes estatales o sujetos no naturales, el
derecho constituye la única posibilidad de actuación con la que cuentan; el
derecho es condición determinante de su existencia y actuación jurídica.
Esto trae como consecuencia que los sujetos o entes públicos sólo pueden
realizar en el mundo de sus relaciones jurídicas aquello para lo que se
encuentren debida, previa y expresamente autorizado o habilitado por el
ordenamientos jurídico vigente a través de la asignación específica de poderes o
competencias que se lo permitan.
Esto signifique que, en razón de este principio o base, los órganos que integran
la Administración del Estado – Ministerios, Servicios Públicos, Municipalidades,
etc.- podrán realizar sólo aquello para lo cual fueron expresamente autorizados
por la Constitución y las leyes; y nada más. ( base del aforismo jurídico que

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señala que, en derecho público, sólo puede hacerse aquello que expresamente la
ley y la Constitución permitan ).
En cambio, tratándose de las personas naturales, deberá recordarse que son
sujetos dotados naturalmente de existencia, libertad, racionalidad, sociabilidad,
etc. por lo que el Derecho opera a su respecto, de manera distinta, como una
directiva o límite para su actuación, no como su condicionamiento para la propia
existencia y relacionamiento jurídico.
Esto trae como consecuencia que los sujetos o personas naturales pueden hacer
o realizar en el mundo de sus relaciones jurídicas (derecho privado) todo aquello
que no esté prohibido por la ley, gozando de autonomía en su voluntad para
llevar adelante las manifestaciones de ella que estimen del caso, generando toda
suerte de actos jurídicos. En cambio, tratándose de los sujetos jurídicos o no
naturales de derecho público o estatales, ellos pueden realizar en el mundo de
sus relaciones jurídicas ( derecho público) sólo aquello para lo que se
encuentren debida, previa y expresamente autorizados o habilitados por el
ordenamiento jurídico vigente a través de asignación específica de poderes o
competencias que se lo permitan.
* La integralidad del principio de juridicidad:
Lo que se quiere significar con la integralidad en la sujeción al Derecho de los
órganos de la Administración del Estado es que no hay ningún ámbito en que el
Derecho, a través de la Constitución, la ley y las demás normas dictadas en su
conformidad, no rija a plenitud respecto de la Administración del Estado,
cualquiera que sea el órgano ( Municipalidad, Gobierno Regional, Servicio Público
o rama de las Fuerzas Armadas, centralizado o descentralizado, nacional, regional,
provincial o comunal) o la función o actividad de que se trata ( planes, políticas,
programas y acciones de servicio público o satisfacción de necesidades generales de
la población: salud, vivienda, etc; policía o de resguardo del orden público:
ambiental, tributario, sanitario, laboral; gestión empresarial: minera, bancaria,
televisiva, etc; fomento, etc. ).
No hay ningún espacio de actividad o función estatal, ya sea ésta general o
específica, como la función o actividad estatal administrativa, en la que no rija o
impere el Derecho en plenitud. No hay ningún espacio de inmunidad en que
algún órgano de la Administración del Estado pueda pretender estar fuera, al

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margen o por sobre el ordenamiento jurídico. Y que éste no le sea aplicable ni rija
en plenitud su actuación cualquiera que ella sea.
* El principio de juridicidad como sujeción integral a Derecho:
Este principio vincula a la Administración del Estado ( organización, función y
sujetos estatales de administración ) con todas las fuentes del derecho, vale decir,
sus órganos y actuaciones deben conformarse no solo a la ley, sino que, por sobre
ella, a la Constitución y a todas las demás normas jurídicas (reglamentos,
decretos, sentencias judiciales, ordenanzas, instrucciones) que integran el
ordenamiento jurídico nacional.
Esta vinculación de los órganos del Estado, en general y en particular los de
administración, al Derecho (ordenamiento jurídico) y no solo a la ley ( una de sus
muchas fuentes), tiene consagración y reconocimiento en el texto expreso de la
Constitución y de la Ley Orgánica Constitucional sobre Bases Generales de la
Administración del Estado. En la primera, como se recordará, su art. 6° inc. 1°
dispone que: “los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a
las normas dictadas conforme a ella...” ; vale decir, a la totalidad del
ordenamiento jurídico, en la medida en que éste sea conforme a la Carta
Fundamental.
Igual señalamiento se contiene, en el artículo 2 de la ley orgánica referida, N°
18.575: “ los órganos de la Administración del Estado someterán su acción a la
Constitución y las leyes. Deberán actuar dentro de su competencia y no tendrán
más atribuciones que las que expresamente les haya conferido el ordenamiento
jurídico “.
* El principio de juridicidad como sujeción integral de los órganos de la
Administración del Estado
Este principio alcanza a todos los órganos de la Administración del Estado, vale decir,
al Estado en sus polifacéticas estructuras organizativas que la Constitución y la ley
han previsto para la tarea o función aquella ( Ministerios, Intendencias,
Municipalidades, Gobiernos Regionales, Presidente de la República, Fuerzas Armadas,
Banco Central, Gobernaciones, Servicios Públicos y órganos creados por ley para este
cometido, tales como, Superintendencias, Agencias, Institutos, Direcciones,

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Corporaciones, etc. ), sean éstas centralizadas, descentralizadas o acentralizadas;
trátese de órganos estatales nacionales, regionales, provinciales o comunales.
ALCANCE o EXTENSIÓN DEL PRINCIPIO DE JURIDICIDAD
La sujeción integral a derecho, vale decir, el principio de juridicidad informa, abarca y
comprende dos aspectos, tanto la organización como el funcionamiento estatal; pues él
se extiende:
a la creación, existencia o génesis de los órganos
de la Administración del Estado; ( organización administrativa)
y a la actividad, actuación, actos y acción de todos éstos, una vez creados.
El Derecho, la Constitución y la ley, a través del principio en estudio, crea estos órganos
estatales ( Ministerios, Servicios Públicos, etc. ) y al mismo tiempo los habilita para
actuar sobre una materia (necesidades públicas, orden público, etc.) y en territorio
determinado ( nacional, regional, , provincia, comunal; insular; continental; aéreo,
marítimo, etc. ), en cumplimiento o ejecución de la función administrativa, mediante
políticas, planes, programas y acciones.
Veamos cada uno de estos alcances. El primero de ellos:
- El principio de juridicidad como directriz rectora de la creación y existencia de
los órganos estatales y de los de administración en particular.
El artículo 65 Nº 2 de la Carta Fundamental, consagra este alcance del principio
de juridicidad en cuanto dispone que la creación de un órgano estatal de
naturaleza administrativa, como sería, por ejemplo, un Servicio Público, un
Ministerio, una Municipalidad, es sólo posible mediante ley, impulsada por
iniciativa exclusiva del Presidente de la República ( organización administrativa ).
- El principio de juridicidad como directriz rectora de la acción, actividad,
función o actuación estatal administrativa.
El artículo 65 Nº 2 de la Carta Fundamental, consagra este alcance del principio
de juridicidad en cuanto dispone que es sólo posible mediante ley, impulsada por
iniciativa exclusiva del Presidente de la República, determinar las funciones o fijar las
atribuciones de los Servicios Públicos y demás órganos estatales ejecutivos,
de gobierno o administración del Estado. ( función administrativa ).
Vale decir, el principio de juridicidad informa no sólo el aspecto estático de la
Administración del Estado y sus órganos (creación y organización), sino que también
su dimensión dinámica ( función y atribuciones o competencias). Esto es, una vez
creados, su actividad, función, actuación, su obrar; en definitiva, también sus actos se
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rigen por este principio.

Para satisfacer el principio de juridicidad, no basta que el órgano estatal


administrativo que pretende actuar cuente con una atribución o potestad, conferida
por la ley, que lo habilite para hacerlo, como lo consagra el artículo 2° de la Ley
Orgánica Constitucional sobre Bases Generales de la Administración del Estado, sino
que es necesario que esa atribución o potestad sea, además, ejercitada "en la forma que
prescriba la ley" como lo señala el inciso 2 del art. 7 de la CP, esto es, sujetándose en su
ejercicio al procedimiento – justo y racional -que la ley ha previsto, que tratándose de un
órgano estatal de naturaleza administrativa, que ejerce competencias o
potestades administrativas, se denomina: procedimiento administrativo. Y,
adicionalmente, con las solemnidades que la ley exige para la existencia
válidas de sus actos propios, denominados actos administrativos.
FUNDAMENTOS DEL PRINCIPIO de JURIDICIDAD o LEGALIDAD
El principio de juridicidad en estudio tiene una razón de ser o fundamento
histórico, político y jurídico que explica su existencia actual.
El principio en estudio, consistente en el sometimiento integral del Estado y sus
órganos al ordenamiento jurídico conformado por la Constitución y todas las
demás normas dictadas en su conformidad, tiene su fundamento histórico en el
artículo 160 de la Constitución Política de 1833, cuyo texto rezaba: "ninguna
magistratura, ninguna persona ni reunión de personas puede atribuirse ni aún a
pretexto de circunstancias extraordinarias otra autoridad o derechos que los que
expresamente se les haya conferido por las leyes. Toda contravención a este
artículo es nulo”.
Esta norma, que es prácticamente idéntica a la contenida en el actual inciso 2° del
art. 7 de la CP de 1980, también se contuvo en el art. 4 de la CP de 1925, en
iguales términos. Por ende, desde un punto de vista histórico constitucional el
principio en cuestión tiene una vigencia constitucional de más de 170 años.

17
El fundamento político del principio de juridicidad está constituido por la misión
de servicio a la persona humana y a su bien común que se le reconoce al Estado.
En efecto, la única manera de asegurarse que el Estado esté al servicio de la
persona humana y que su único fin sea la promoción del bien común, con pleno
respeto a los derechos fundamentales que emanan de su dignidad, es
precisamente sometiendo al Estado y sus órganos, en todas sus actividades,
funciones y tareas, a la Constitución y demás normas que se conformen a ella,
que consagra precisamente esta servicialidad estatal hacia la persona, en las
bases de la institucionalidad contenidas en su capítulo primero, particularmente
en su artículo 1° y 5°.
El fundamento jurídico del principio de juridicidad, esto es, la razón de derecho,
de porqué el Estado debe estar sujeto a la Constitución y demás normas que se
le conformen, radica en que el Estado es persona jurídica de derecho público y
como tal, debe estricta sujeción al estatuto jurídico de su creación que no es
otro que la misma Constitución.
La naturaleza de persona jurídica de derecho público del Estado constituye una
cuestión cierta que tiene fundamento desde muy antiguo en el art. 547 inc. 2°
del Código Civil, ubicado en el título 33 de su libro 1°, relativo a las personas
jurídicas, en el que se dispone que en la nación, el fisco y las municipalidades y
otros organismos de derecho público se regirán por sus respectivas leyes
especiales. La ley especial a que se refiere esta disposición, tratándose de la
Nación, a la que don Andrés Bello confundió con el Estado, es precisamente la
Constitución.
EFECTOS DEL PRINCIPIO DE JURIDICIDAD o LEGALIDAD
ADMINISTRATIVA
Por efectos del principio de juridicidad o legalidad administrativa han de
entenderse las consecuencias jurídicas que se siguen de su aplicación para la
Administración del Estado, esto es, tanto para sus órganos u
organización, cuanto para su actuación o función administrativa del Estado.
Estas consecuencias serán distintas si el principio en cuestión es cumplido,
acatado u observado – originando un efecto positivo - o bien, si él ha sido
infringido o incumplido – originando un efecto negativo.

18
Efecto Positivo o de Cumplimiento del Principio de Juridicidad:
La consecuencia jurídica que se deriva de que la Administración del Estado, a
través de cualquiera de sus órganos, cumpla en sujetar su acción administrativa
a la Constitución y a las normas dictadas en su conformidad, consiste en que los
actos que emitan tales órganos, bajo tales premisas – actos administrativos bajo
la forma de decretos y resoluciones administrativas - gozan de un presunción de
legalidad y adquieren validez, imperio o imperatividad, obligatoriedad y
exigibilidad.
Este efecto positivo está consagrado por el art. 3° inc. 8° de la ley 19.880, sobre
procedimientos administrativo que rigen los actos de los órganos de la
Administración del Estado, que dispone textualmente que: “ los actos
administrativos gozan de una presunción de legalidad, de imperio y
exigibilidad frente a sus destinatarios desde su entrada en vigencia".
Estas características del acto de la Administración del Estado - que son la
consecuencia que el órgano estatal, emisor de él, se haya sujetado al principio
juridicidad - serán tratadas en detalle y profundidad al revisar la teoría general del acto
administrativo. Sin perjuicio de ello, debemos decir que el imperio o
imperatividad consiste en la aptitud que tiene el acto administrativo de
imponerse unilateralmente a sus destinatarios, por la fuerza si es necesario,
sin necesidad de su voluntad o conformidad con él, en razón que, como todo
acto estatal, se trata, en último término, del ejercicio de la soberanía
expresada en la forma y a través de las autoridades contempladas en la
Constitución ( art. 5°).
El efecto que hemos denominado "exigibilidad" consiste en que el acto
administrativo es de suyo obligatorio, estando habilitada la autoridad que lo emitió
para disponer su inmediato cumplimiento de oficio.
Efecto Negativo o de Incumplimiento del Principio de Juridicidad:
De lo que se trata aquí es de identificar cuál es la consecuencia que el
ordenamiento jurídico nacional ha previsto para el caso en que el Estado y, por
cierto, su Administración, a través de cualquiera de sus órganos y en ejercicio
de cualquiera de sus funciones o actividades propias, no se someta a la
Constitución y a las normas dictadas en su conformidad, vale decir,

19
transgreda este principio fundamental de organización y funcionamiento del
Estado ( base institucional) y su Administración ( base sectorial general).
Particularmente, interesa saber cuál es la consecuencia cuando el órgano estatal
es de naturaleza administrativa ( Municipalidad, Ministerio, Servicio Público, etc.
) y su función o actividad es la administrativa ( políticas, planes, programas y
acciones de servicio público o satisfacción de necesidades públicas, de policía o
conservación del orden público, fomento, regulación, control, etc. ).
Para despejar o identificar este efecto o consecuencia jurídica, se debe tener
presente y a la vista lo que disponen los arts. 6 y 7 de la Constitución y 2 de la Ley
18.575, sobre Bases Generales de la Administración del Estado, en los que este
principio se contiene de manera fundamental.
Como se recordará, el citado art. 6, luego de establecer, en el inciso primero, el
imperativo de que el Estado, en cualquiera de sus formas orgánicas, debe someterse
a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella; y de precisar que este
imperativo alcanza no sólo a las personas naturales investidas a través de las
cuales actúa el Estado (agentes o funcionarios públicos ó estatales), sino a toda
persona, institución o grupo, su inciso final establece de manera clara que: “la
infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que
determina la ley”.
A su turno, el art. 7 de la Constitución establece que "los órganos del Estado
actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su
competencia, y en la forma que prescriba la ley"; no pudiendo, autoridad estatal
alguna, atribuirse ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias otra
autoridad o derechos que los que expresamente le hayan sido conferidos por
la Constitución y las leyes, para terminar, su inciso final, señalando que “ todo
acto en contravención a este artículo es nulo y originará las
responsabilidades que la ley señale”.
Finalmente, el artículo 2 de la ley 18.575, orgánica constitucional de bases generales
de la Administración del Estado, dispone que: “ los órganos de la Administración
del Estado someterán su acción a la Constitución y a las leyes . Deberán
actuar dentro de su competencia y no tendrán más atribuciones que las que
expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico. Todo abuso o

20
exceso en el ejercicio de sus potestades dará lugar a las acciones y recursos
correspondientes “.
De las citadas normas constitucionales y legales, en las que se contiene el principio
de juridicidad que rige toda organización estatal y dentro de ella la administrativa,
se advierte que la inobservancia o infracción de este principio tiene las siguientes
consecuencias jurídicas:
1). Genera las responsabilidades y sanciones que determina la ley (art. 6 inc.
final), y
2). Se produce la nulidad y se generan, las responsabilidades y sanciones
que determine la ley. (art. 7 inc. final).
3). Se franquean acciones y recursos correspondientes para hacer efectiva la
nulidad y responsabilidades; ( art. 2 in fine ley 18.575 ).
Por lo tanto, la consecuencia o efecto del incumplimiento del principio de
juridicidad es: (i) la existencia de una nulidad de los actos y de una acción para
hacer efectiva esa nulidad; (ii) la existencia de unas responsabilidades legales y
sus sanciones y de unas acciones de responsabilidad para hacerlas efectivas.
Veamos, someramente, cada uno de estas consecuencias y su alcance.
LA RESPONSABILIDAD LEGAL COMO EFECTO NEGATIVO SUBJETIVO DEL
PRINCIPIO DE JURIDICIDAD o LEGALIDAD
Este primer efecto de la infracción al principio de juridicidad – la responsabilidad
- opera o tiene lugar sobre el sujeto infractor. Se entienden por sujeto infractor
para estos efectos, tanto a la persona estatal, jurídica de derecho público que
integra la Administración del Estado ( Municipalidad, Servicio Público, Fisco =
órgano-institución ) cuanto al agente, empleado o funcionario suyo, persona
natural investida regularmente por cuyo intermedio aquella actúa o acciona (
Alcalde, Gobernador, Ministro de Estado, Director de Servicio, Intendente, etc. =
órgano- individuo ).
En vista de lo anterior, a este efecto se le conoce cómo efecto negativo subjetivo.
Toda responsabilidad apareja una sanción y tanto aquella como ésta las
determina la ley y para hacerla efectiva existe una acción de responsabilidad.
La ley vigente determina la existencia de las siguientes responsabilidades y
sanciones o castigos ( sistemas de responsabilidad vigentes):

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 una Responsabilidad Penal sancionada con una pena;
 una Responsabilidad Civil sancionada con una indemnización de
perjuicios;
 una Responsabilidad Administrativa o Funcionaria sancionada con
una medida disciplinaria ( destitución del empleo o cargo, multa, censura,
suspensión transitoria en el cargo );
 y, eventualmente, una Responsabilidad Política sancionada con la
dejación del cargo.
Sujetos afectos a Responsabilidad por infracción al Principio de
Juridicidad
Todos los sujetos infractores al principio de juridicidad estarán afectos a
responsabilidad legal, esto es, tanto la persona estatal como la persona natural
premunida de investidura, o sea, el funcionario o agente público).
Pero no serán responsables en la misma forma.
En efecto, la ley nacional determina que el funcionario o agente público – persona
natural con investidura=órgano-individuo de la Administración del Estado - esté
afecto a las responsabilidades penales, civiles, administrativas y políticas y que,
en cambio, las personas estatales, esto es, las jurídicas de derecho público que
integran la Administración del Estado ( fisco, municipalidades, gobiernos
regionales, servicio públicos descentralizados) estén únicamente afectas a
responsabilidad civil o por daños ( que la expone únicamente a la sanción de
indemnizar íntegramente los perjuicios causados).
Debido proceso para el establecimiento de la responsabilidad por
infracción al principio de juridicidad
La ley también determina que cada una de estas responsabilidades sólo pueda
ser establecida a través de un debido proceso justo y racional. Debido proceso
que para la responsabilidad penal, atendido lo dispuesto en la ley procesal penal
codificada vigente, será un juicio oral, abreviado, simplificado o monitorio; para
la responsabilidad civil será un juicio civil ( juicio ordinario o juicio de
cuentas ); para la responsabilidad administrativa será un sumario
administrativo o una investigación sumaria administrativa ( procedimientos
administrativos disciplinarios consagrados en la ley administrativa) y para la
responsabilidad

22
política será un juicio político ( establecido en la Constitución y reservado para
algunos altos funcionarios del Gobierno y la Administración del Estado, tales
como, Presidente de la República, Ministros de Estado, Intendentes y
Gobernadores, etc. Art. 48 nº 2 letras a), b), c) y d).CPE.
Para la iniciación de cada uno de estos debidos procesos de responsabilidad, el
ordenamiento jurídico contempla la existencia de acciones de responsabilidad (
penal, civil, administrativa o disciplinaria y política ), unos sujetos habilitados
para su ejercicio (titulares) y una oportunidad o tiempo para hacerlo
(prescripción).
Cada una de estas responsabilidades contempla una sanción que para la
responsabilidad penal es una pena, para la civil la obligación de indemnizar
perjuicios, para la responsabilidad administrativa es una medida o castigo
disciplinario y la responsabilidad política la destitución del cargo o autoridad.
Concurrencia o Cúmulo de Responsabilidades
Una acción u omisión de un agente, empleado o funcionario público – persona
natural investida de autoridad - puede desencadenar su propia responsabilidad
penal, civil, administrativa y política y, además, la responsabilidad patrimonial o
civil o por daños de la persona estatal de la que forma parte ( Fisco,
Municipalidades, Gobiernos Regionales, órganos y Servicios Públicos
Descentralizados ).

El cúmulo o multiplicidad de responsabilidades que lo anterior produce o puede


producir - un mismo hecho o conducta - necesita de un principio ordenador que
determine la forma en que ellas concurren o se excluyen ( conjunta o
alternadamente, exclusiva o excluyentemente, etc. ) Ejemplo: si un carabinero en
servicio conduce un vehículo policial desatento a las condiciones del tránsito y
colisiona a un vehículo conducido por Juan, causándole graves daños materiales
y fracturándole ambas piernas a su conductor Juan, habrá que preguntarse si
ese hecho, conforme al ordenamiento jurídico vigente, compromete una
responsabilidad o varias y, en éste último caso: ¿ cuáles ? ¿ cómo se establecen y
quién las establece ? ¿ cómo se sancionan ? etc.

23
El principio ordenador en esta materia, vigente en el ordenamiento jurídico
chileno, es el de la independencia de las responsabilidades. En virtud de este
principio todas las responsabilidades que existen en nuestro sistema jurídico
tienen lugar en forma autónoma, regidas independientemente por sus respectivas
normas que las consagran, establecidas a través de sus respectivo debido
proceso, iniciado mediante el ejercicio de las respectivas acciones de
responsabilidad que para su establecimiento contempla la ley, por la que cada
un de ellas se rige; pudiendo, entonces, un hecho – como el del ejemplo - generar
una pluralidad de responsabilidades ( responsabilidad penal del carabinero
conductor por las fracturas causadas a Juan; responsabilidad administrativa o
disciplinaria del carabinero que conducía un vehículo policial en ejercicio de su
cargo ( por no haberlo hecho en la forma debida), responsabilidad civil del
carabinero conductor para repararle los daños causados al vehículo de Juan y
responsabilidad civil del E s t a d o - Fisco-Carabineros de Chile propietario del
vehículo policial e institución por cuenta de quién el carabinero conducía el
móvil en resguardo del orden y seguridad pública.
LA NULIDAD DE DERECHO PÚBLICO COMO EFECTO NEGATIVO OBJETIVO
DEL PRINCIPIO DE JURIDICIDAD
Este segundo efecto o consecuencia que se sigue de la infracción al principio de
juridicidad administrativa opera, por disposición constitucional, sobre el acto
contraventor o vulnerador del mismo. Es por ello que, por la doctrina, suele
hablarse del efecto negativo objetivo o sobre el acto del principio de juridicidad
para referirse a la nulidad de derecho público del acto.
Sobre este efecto, volveremos detalladamente al estudiar el acto administrativo y,
concretamente, su extinción por nulidad. Sin perjuicio de ello, a continuación
una serie de precisiones generales sobre esta institución.

- Concepto de Nulidad de Derecho Público:


Sanción que opera sobre el acto jurídico de un órgano de la Administración del
Estado o acto administrativo dictado sin sujetarse o conformarse a la
Constitución y a las leyes, consistente en privar de validez al mismo.

24
- Fuente o Estatuto Jurídico de la Nulidad de Derecho Público:
Esta nulidad está consagrada en el artículo 7° de la Carta Fundamental, en los
siguientes términos: “ los órganos del Estado actúan válidamente previa
investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que
prescriba la ley ….. Todo acto en contravención a este artículo es nulo “.
- Características del Estatuto Jurídico de la Nulidad de Derecho
Público:
Escasa densidad normativa por falta de disposiciones específicas de rango legal
que la regulen tratándose de los actos de los órganos de la Administración del
Estado ( actos administrativos), lo que trae como consecuencia que la teoría
general de la nulidad de derecho público de los actos administrativos tenga como
importante fuente, en ausencia de normas suficientes en la
Constitución y la ley, a la doctrina y la jurisprudencia, con la variabilidad,
mutabilidad y falta de fuerza obligatoria general que caracterizan a estas
fuentes del Derecho.
LA ADMINISTRACIÓN Y EL DERECHO: el DERECHO ADMINISTRATIVO
La existencia de una organización y función en el Estado de Administración o
Administración del Estado, dotada de competencias y habilitada para emitir actos
estatales de administración, sometida al principio o base de la juridicidad u
sujeción integral a Derecho, en los términos ya analizados, determina la existencia
de un Derecho de la Administración del Estado o Derecho Administrativo.

El Derecho Administrativo es, por lo tanto, el ordenamiento jurídico propio


de la Administración del Estado.

Y como la expresión “Administración del Estado” tiene un triple sentido -


(orgánico, funcional y subjetivo - que comprende a la organización
administrativa, a la función administrativa y a las personas jurídicas estatales
a través de las cuales el Estado actúa en su ejercicio, entonces, el Derecho
Administrativo viene a ser:
- el conjunto de normas, reglas y principios jurídicos que regulan el
ejercicio de la actividad o función estatal de administración, o sea, aquella
dirigida a satisfacer necesidades públicas, resguardar el orden público,
fomentar el progreso, desarrollo y bienestar de la población.
- el ordenamiento jurídico por el que se rigen todos y cada uno de los

25
órganos estatales establecidos en la Constitución y la ley e integrados al
Gobierno, del cual forman parte, compuestos por la Presidencia de la
República, Ministerios, Intendencias, Servicios Públicos, Fuerzas Armadas,
Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, Gobiernos Regionales,
Municipalidades, Gobernaciones, Contraloría General de la República, Banco
Central y cualquier órgano creado por la ley para el cumplimiento de la función
administrativa, cualesquiera que sea su

denominación ( Superintendencias, Institutos, Direcciones, Agencias, Consejos,


etc.), tanto individualmente considerados, como en su conjunto, esto es, como
mega organización estatal.
- finalmente, el Derecho Administrativo es, también, el ordenamiento
jurídico de las personas jurídicas estatales a través de las cuales la organización
administrativa lleva adelante la función administrativa ( fisco, municipalidades,
etc.).
De las definiciones anotadas queda de manifiesto, entonces, que el derecho
administrativo tiene un objeto de estudio único, preciso y determinado, que es el
regulado por sus normas y principios, constituido por la “ Administración del
Estado o Administración Pública”.
Por lo tanto, para dar inicio al estudio del Derecho Administrativo es
fundamental saber y entender qué es y en qué consiste la Administración del
Estado. Dicho de otro modo, es el Derecho Administrativo el llamado a
explicarnos, a través de sus normas, qué es y qué hace la Administración del
Estado o Administración Pública.
Se trata, el Derecho Administrativo, de una rama del Derecho Público de
carácter general, que rige íntegramente a la Administración del Estado, orgánica,
funcional y subjetivamente considerada, en todos sus aspectos o dimensiones, esto es,
en sus competencias o potestades, planes y programas, bienes, actos y contratos,
responsabilidad y controles, funcionarios y autoridades, etc.

El Derecho Administrativo también rige, por lo tanto, a la Administración


del Estado en sus relaciones jurídicas. Estas relaciones pueden ser: de
los órganos estatales administrativos entre sí, o sea,
interadministrativas; ejemplo: Municipalidad y Ministerio de Obras
Públicas; o bien, al interior de un mismo órgano, o sea,
interorgánicas; ejemplo: Alcaldía y Dirección de Tránsito de una
misma Municipalidad;, ya entre cualquiera de estas entidades
orgánicas y los ciudadanos, particulares o administrados ( autoridad –
administrado; ejemplo: SII– contribuyente; Municipalidad-vecinos o juntas
de vecinos).

26
CLASIFICACIÓN DEL DERECHO ADMINISTRATIVO

El Derecho Administrativo, para los efectos de su clasificación, es Derecho


Positivo General Público Interno. Esto trae las siguientes consecuencias:
 el sujeto regulado por esta rama del Derecho es, por lo tanto, el
Estado; más específicamente, una categoría específica de órganos,
entidades y estructuras estatales que jurídicamente constituyen un
conglomerado denominado genéricamente “Administración del
Estado” o “Administración Pública “;
 Las normas y principios que integran el Derecho Administrativo
protegen y resguardan el interés público o general, vale decir, a la
colectividad en sus intereses superiores;
- Las normas y principios que integran el Derecho Administrativo
suelen ser, por lo tanto, de carácter imperativo y prohibitivo;
- Las normas y principios que integran el Derecho Administrativo
tienen por finalidad la justicia distributiva en las relaciones jurídicas regidas por
sus principios y normas ( Estado- individuo; Administración-administrado).
- Según ya decíamos, tienen como sujeto regulado al Estado o a otro
ente público de origen estatal (municipalidad, empresa pública, servicio
público, etc. ), vale decir, a unas personas determinadas; que, como veremos, lo
son jurídicas y de derecho público; y
- Rigen y regulan, como decíamos, las relaciones jurídicas o actuaciones jurídicas
que estos sujetos o personas estatales establecen con los demás sujetos o
i n d i v i d u o s , denominados, para estos efectos, administrados; pero no en
términos de igualdad o equivalencia ( actos bilaterales informados por principios
de justicia conmutativa), sino que a través de relaciones de superioridad,
predominio o poder ( actuaciones unilaterales, actos de autoridad o imperio,
informadas por principios de justicia distributiva, ) para el resguardo del
interés general.

CARACTERÍSTICAS DEL DERECHO ADMINISTRATIVO


Establecida la circunstancia que el Derecho Administrativo estudia, con sus
normas y principios, a la Administración del Estado orgánica, funcional y
subjetivamente considerada, corresponde precisar cuáles son las principales
características de esta rama del Derecho Público.

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Estas son:
1.- Se trata de un Derecho Estatutario o Estamental.
Con esta característica se quiere significar que el Derecho Administrativo es un
ordenamiento creado para un tipo especial de sujeto: la Administración Pública
o Administración del Estado. Para este sujeto estatal, el Derecho Administrativo
es su Derecho Común o General, sustentado en sus propias normas y
principios, por lo que no resulta regido por el derecho general o común aplicable
a la generalidad de los sujetos, constituido éste por el Derecho Civil, el que
resulta desplazado y sustituido por el Derecho Administrativo. Esta
característica del Derecho Administrativa, con todo, no es absoluta en el
derecho comparado, pues existe el sistema del comonn law, en los países anglo
sajones, en los que la Administración del Estado se rige por el mismo
ordenamiento jurídico que los particulares, sin contar con un sistema
jurídico especial y propio, como sí ocurre en nuestro país.
2.- Se trata de un Derecho nuevo y no codificado.
Los autores suelen concordar como época histórica de nacimiento del
Derecho Administrativo, el 18 de febrero del 1873, fecha en que un Tribunal de
Justicia Francés, dictó fallo en el caso de ·”Agnes Blanco”, reconociendo la
existencia de dos ordenamientos jurídicos: uno aplicable a las relaciones de o
entre los particulares, y otro, aplicable, en cambio, a la relación entre el Estado y
los particulares. Dado lo reciente de su génesis, el Derecho Administrativo no ha
adquirido aún el nivel de evolución para contenerse en una recopilación
sistematizada de leyes, que den origen a un Código de Derecho Administrativo,
sino que, sus normas, reglas y principios, se encuentran contenidas en una
multiplicidad y variedad de dispersas fuentes legales, infra legales y supralegales.
3.- Se trata de un Derecho original y autónomo.
El Derecho Administrativo constituye el sistema jurídico autónomo,
original y propio de la Administración del Estado, considerada ésta como un Poder
Público o Estatal.
Este sistema jurídico, por su carácter original, le permite a Municipalidades,
Intendencias, Ministerios, Servicios Públicos y demás órganos de la administración,
tomar, con su sola voluntad, decisiones unilaterales, obligatorios para ellas y los
demás, imperativas y autoejecutables compulsivamente que le permiten satisfacer
inmediata y directamente necesidades generales, resguardar el orden público, proteger a la
familia, promover la participación ciudadana, fomentar

29
el progreso y desarrollo humano, social, económico y cultural del país, etc.; pues
reconoce, a estos órganos, el ejercicio de la soberanía, bajo la forma de
competencias, prerrogativas o potestades de poder público o estatal; que
precisamente le permiten tomar esas decisiones y a éstas producir efectos sin
necesidad del concurso de las voluntades de sus destinatarios, y aún en contra
de sus opiniones y deseos; decisiones revestidas de una forma especial con el
propósito y objetivo de dar certidumbre sobre su existencia y efectos o
alcance en el resguardo del interés general y satisfacer las necesidades
públicas de la colectividad.
Se trata, por tanto, el administrativo, de un Derecho u ordenamiento
jurídico con sus propios principios y normas, autónomo, encargado de regular en
todos los aspectos a una organización estatal específica y determinada (
constituida por los Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Servicios Públicos,
Gobiernos Regionales, Municipalidades, Empresas Públicas, Contraloría General
de la República, Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad Pública, Banco Central
) , en el ejercicio de una actividad también específica ( función administrativa),
por lo que no reconoce relación de especialidad con el derecho común o civil, en
los términos de los artículos 4 y 13 del Código Civil.
4.- El Derecho Administrativo se caracteriza por la complejidad de sus
normas; su contingencia y variabilidad.
El Derecho Administrativo es un Derecho técnico pues constituye la
herramienta jurídica necesaria para llevar a cabo la función administrativa del
Estado, que no es, sino, la ejecución de las tareas de gobierno. Ello conlleva un
vastísimo y complejo campo de acción para el Derecho Administrativo,
distinguiéndose una gran variedad de sub-ramas. Por tal razón, suele hablarse de
un Derecho Administrativo General y de Derechos Administrativos Especiales,
entre estos últimos: Derecho Administrativo Sanitario, Derecho Administrativo
Medioambiental, Derecho Administrativo Eléctrico, Derecho de las
Telecomunicaciones, Derecho Administrativo Militar, Derecho Administrativo
Municipal, Derecho Minero, Derecho de Aguas, Derecho Tributario, Derecho
Penitenciario, Derecho Pesquero, Derecho Urbanístico y de la Construcción, etc.
Las normas jurídicas administrativas, en muchos casos, son
manifestación o reflejo de una situación concreta que se viene a solucionar dada

30
las características propias de la función administrativa que regula; por lo tanto,
se crean, aplican y extinguen con rapidez. Esta característica se aprecia con
mayor nitidez tratándose de aquellas normas que corresponden a fuentes
infralegales de la disciplina ( reglamentos, circulares, ordenanzas, etc.), pues
estas normas las genera y deja sin efecto la propia Administración del Estado.
También esta contingencia se aprecia en las fuentes legales, por ejemplo,
Ley Nº 20.428 que “otorga un bono solidario a las familias de escasos ingresos “ (
o ley del “bono marzo” )+, o la Ley Nº 20.063 que “crea el Fondo de Estabilización
de los Precios de los Combustibles Derivados del Petróleo “, que se dictan para
atender una necesidad o requerimiento puntual.
5.- El Derecho Administrativo es un Derecho de equilibrio entre las
potestades, poderes y competencias de los órganos de la Administración
del Estado y los derechos y libertadas de las personas administradas.
El Derecho Administrativo reconoce y confiere a los órganos y entes que
integran la Administración del Estado unos poderes, potestades o competencias
que les permiten, con su voluntad, generar relaciones jurídicas que se
descompensan en su favor, situándolos en un plano de superioridad, obligando a
las personas administradas particulares que se relacionan con l a autoridad,
muchas veces en contra de sus derechos y libertades. Así, por ejemplo, los
poderes para sancionar, autorizar y prohibir actividades con que cuenta la
Administración del Estado; para dictar y hacer cumplir forzadamente por sí
mismos sus actos y decisiones, o dejarlos sin efecto (autotutela), etc.
En tal sentido, el Derecho Administrativo fue definido siempre como un
Derecho de la desigualdad, dado que se trataba de la regulación de las
relaciones de poder del Estado-Administración frente al ciudadano.
Frente a ello, con el devenir del tiempo y la evolución jurídica aparejada, el
particular administrado ha ido ganando y desarrollando derechos y garantías que
permiten, cada vez más, limitar dichos poderes.
Tales poderes encuentran su principal limitación en la tutela judicial efectiva
que, por los Tribunales establecidos por la ley, debe darse a los ciudadanos en
sus derechos. El derecho administrativo también apunta entonces al
reconocimiento y resguardo de dichos derechos e intereses de los ciudadanos
frente a los poderes de la Administración.

31
Ello acerca el Derecho Administrativo a un estado de disciplina jurídica
que apunta, con sus principios y normas, a regular una relación de equilibrio
entre los poderes de la Administración Estatal y sus órganos administradores y
los derechos subjetivos de los administrados.
6.- El Derecho Administrativo se caracteriza por la pluralidad o
multiplicidad, heterogeneidad y jerarquización de las fuentes que dan
origen a sus normas.
Las normas y principios jurídicos que conforman esta rama de derecho
público se contienen tanto en la Constitución Política, como en las leyes, en todas
sus especies ( quórum calificado, orgánicas constitucionales, de bases,
ordinarias o comunes, etc., decretos leyes y decretos con fuerza de ley), así como,
en los tratados internacionales; además en los reglamentos y ordenanzas,
instrucciones, circulares, decretos y resoluciones.
Esta pluralidad y heterogeneidad en las fuentes del Derecho Administrativo
impone la necesidad de contar con un criterio de ordenación para determinar su
fuerza normativa y aplicación frente a las demás. Este criterio de ordenación es,
principalmente, la jerarquía; que aplicada a las fuentes de la disciplina determina
la existencia de:
- fuentes superiores o supralegales (Constitución, Leyes Interpretativas
de la Constitución y Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos );
- fuentes legales ( leyes quórum calificado, orgánicas constitucionales,
ordinarias; de bases, decretos con fuerza de ley y decretos leyes ); y,
- fuentes infralegales ( reglamentos, ordenanzas, decretos y resoluciones,
circulares, instrucciones ).
7.- El Derecho Administrativo es, en su aplicación, un Derecho formal.
Las normas y principios del Derecho Administrativo que rigen la función
administrativa, han de recibir siempre aplicación formal, como se colige de los
artículos 7° y 63 N° 18 de la Constitución (CPE) y 2 de la Ley Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado (LOCBGAE),
que disponen que la validez de cualquier actuación de un órgano del Estado (
naturaleza que revisten los órganos de administración: Ministerios, Intendencias,
Fuerzas Armadas, Municipalidades, Banco Central, etc. ) está siempre

32
condicionada o subordinada a que tenga lugar “en la forma que prescriba la
ley” .
Sin duda que esta es, entonces, una de las características de la disciplina
que rige precisamente de manera autónoma y original la actuación de dichos
órganos.
Y la expresión forma en el derecho administrativo chileno admite dos
acepciones:
- forma es sinónima de procedimiento: de conjunto de diligencias encaminadas
a la dictación de un acto o manifestación de voluntad de un órgano estatal. Por
tanto, todo acto jurídico estatal ( ley, sentencias judiciales, decreto o resolución
administrativa ), por ser formal, es la consecuencia terminal de un procedimiento
( legislativo, judicial o administrativo ) previsto y exigido para su formación (art. 8
inciso 2° CPE).
- forma alude a la solemnidad de expresión del acto, a la externalidad que debe
observar la voluntad estatal, a cómo se manifiesta documentalmente hacia el
exterior cierta y verazmente la voluntad del órgano y autoridad administrativa.
Con este carácter formal del Derecho Administrativo se quiere expresar
entonces que para la válida aplicación de las reglas y normas que lo constituyen,
en las relaciones jurídicas regidas por esta disciplina, es preciso que la autoridad
u órgano administrativo se atenga al procedimiento y a la solemnidad de
expresión previstos por la Constitución o la ley, para sus actos propios –
administrativos -, que son siempre formales.
Esta característica de la disciplina quiere poner en relieve que ella cobra
aplicación a través de procedimientos administrativos y de actos administrativos
solemnes
Queda remarcada esta característica del derecho administrativo con la
circunstancia que nuestro ordenamiento - art. 63 N° 18 de la Carta
Fundamental – contemple la existencia de una ley especial y específica - N°
19.880 de 29 mayo 2003 - para regular los procedimientos administrativos
a los cuales deben necesaria e imperativamente someterse los actos de la
Administración del Estado para poder ser emitidos o dictados.
EFICACIA DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
El ordenamiento jurídico administrativo tiene una eficacia temporal y
espacial propia.
33
Sobre su vigencia temporal, cabe señalar que las normas jurídicas
provenientes de las fuentes positivas del Derecho Administrativo entran en vigor
o adquieren vigencia, por regla general, al momento que son publicadas en el
Diario Oficial o en el medio que se disponga su publicación. Estas normas
pierden vigencia por su derogación expresa o tácita. Evidentemente, una norma
puede disponer un momento posterior a su entrada en vigencia mediante la
publicación señalada, o supeditarla a la ocurrencia de un hecho que constituye
su plazo o condición de eficacia. Excepcionalmente, una norma del Derecho
Administrativo podrá disponer c o n eficacia retroactiva.
En lo que respecta a la eficacia espacial del Derecho Administrativo, sus
normas tendrán aplicación en todo el territorio de la República, en razón del
carácter de Estado Unitario que tiene Chile, salvo que la propia norma
estableciera su vigencia para una parte acotada del mismo o la potestad que
permite su dictación estuviere autorizada para un territorio distinto.
Este aspecto cobra mayor relevancia en los Estados que se organizan bajo
formas federales o autonómicas, como Argentina y España, entre otros.
CONTENIDOS BÁSICOS DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
Los contenidos básicos del Derecho Administrativo son las materias
temáticas que aborda o estudia, a través de sus diversas fuentes, esta rama del
derecho público.
Son los siguientes:
1.-. Las personas estatales administrativas y su organización
administrativa, esto es, el catálogo, naturaleza y atributos de los especiales
sujetos estatales integrados por entidades y órganos que componen la
Administración del Estado - Ministerios, Municipalidades, Servicios Públicos,
Fuerzas Armadas, Gobiernos Regionales, etc. - y los sistemas de organización
u ordenación a los que están sometidos: centralización, desconcentración y
descentralización.
Este contenido de la disciplina nos permitirá respondernos a la pregunta
¿ Qué es y quién es la Administración del Estado ?
2.-. La actividad de la Administración del Estado que debe realizar para
alcanzar sus fines propios y específicos de bien común ( servicio público o
satisfacción de necesidades públicas; policía o conservación del orden público;
fomento o incentivo de actividades privadas relevantes, etc. ) mediante políticas,
34
planes y programas y actos jurídicos propios y característicos que deben
emitir o dictar sus órganos y sujetos estatales, luego ejecutar o cumplir como
actividad funcional suya para alcanzar el fin que le ha sido impuesto por la
Constitución.
Estos actos jurídicos serán de carácter unilateral y denominados actos
administrativos ( tales como: decretos supremos, resoluciones, acuerdos ); o
bien, carácter bilateral denominados contratos administrativos ( tales como:
contratos de ejecución de obra pública, contrato de concesión de servicio público,
contrato de suministro, etc.).
Este contenido de la disciplina nos permitirá respondernos a la pregunta:
¿ qué hace la administración del Estado y cómo hace aquello que debe
realizar ?

3.-. Directamente vinculado a lo anterior, tenemos el estatuto del


personal al servicio de la Administración del Estado constituido por
autoridades y funcionarios, servidores o empleados públicos y el
régimen jurídico de los bienes y recursos financieros con que cuenta la
Administración del Estado (patrimonio), ambos elementos esenciales a toda
organización e indispensables para que esta pueda cumplir sus propósitos.
Este contenido de la disciplina nos permitirá respondernos a la pregunta
¿ con qué medios materiales y humanos cuenta la Administración del Estado
para cumplir sus fines ?

4.-. El control jurídico de la Administración del Estado, esto es, la


fiscalización sobre la actividad de los órganos de la Administración del Estado -
Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Servicios Públicos, Municipalidades,
Empresas Públicas, Gobiernos Regionales, etc. - para asegurar que dicha
actividad ( función administrativa) se verifique con estricta sujeción a la
Constitución y la ley y con eficacia ( siempre orientada al interés general o fin de
bien común ).
Esta fiscalización o control, según veremos, en nuestro sistema es y puede ser de
diversa índole: ya administrativo, ya parlamentario, ya judicial-jurisdiccional.
Este contenido de la disciplina nos permitirá respondernos a la pregunta
¿ cómo, porqué y para qué la administración del Estado es fiscalizada o
35
controlada en el cumplimiento de sus propósitos ?

5.-. La responsabilidad de la Administración del Estado, a la que está


sujeta por los daños que causen sus órganos - Ministerios, Intendencias,
Gobernaciones, Servicios Públicos, Municipalidades, etc. - en el ejercicio de su
actividad propia - función administrativa- derivados de su realización tardía o
imperfecta, o definitivamente de la no realización de sus tareas, cometidos y
funciones propias.
Este contenido de la disciplina nos permitirá respondernos a la pregunta
¿ cuál es la consecuencia que la Administración del Estado debe soportar
cuando no hace lo que debe hacer o lo realiza de modo imperfecto ?
FUENTES DEL DERECHO ADMINISTRATIVO.

Concepto y Clasificación.

Se denomina fuente del derecho a los distintos modos o formas de gestación de


sus normas, reglas y principios jurídicos. Una de las características del Derecho
Administrativa es, precisamente, su multiplicidad, heterogeneidad y
jerarquización de sus fuentes.

La doctrina clasifica tradicionalmente a las fuentes del Derecho


Administrativo en:
a) Positivas y b) No Positivas o Racionales.

A su vez, las Fuentes Positivas se clasifican en:


Fuentes Positivas Externas e Internas; y,
Fuentes Positivas Supralegales, Legales e Infralegales.

Fuentes Positivas:
- Constitución Política de la República
- Ley en todos sus estamentos y jerarquías ( interpretativas de la
constitución, orgánicas constitucionales, quórum calificado, de base,
ordinarias o comunes, tratados internacionales )
- Decretos con Fuerza de Ley (legislación delegada)
36
- Decretos Leyes ( legislación irregular o de emergencia)
- Reglamento Administrativo
- Decreto Supremo
- Decreto de Insistencia
- Decreto de Emergencia
- Las Ordenanzas
- Las instrucciones y circulares
Las fuentes positivas externas son aquellas normas jurídicas que se
generan fuera de la Administración del Estado ( en el Parlamento) y las fuentes
positivas internas, en cambio, son aquellas normas jurídicas que genera la
propia Administración y que rigen tanto para ella como para los ciudadanos,
particulares o administrados que se relacionan con ella.
Así, entonces, son fuentes positivas externas del derecho
administrativo la Constitución y las leyes, en todas sus especies y fuentes
positivas internas el Reglamento, Decreto Supremo, Ordenanzas, Instrucciones
y Circulares.
Según el valor o fuerza que estas normas tengan ( superior o inferior a la ley
o propiamente de ley), las fuentes positivas del Derecho Administrativo se
clasifican en fuentes positivas supralegales constituidas por la: Constitución,
Leyes Interpretativas de la Constitución y Tratados Internacionales sobre
Derechos Humanos; fuentes positivas legales de la disciplina: constituidas por
leyes quórum calificado, orgánicas constitucionales, ordinarias, de bases,
decretos con fuerza de ley , decretos leyes, tratados internacionales y fuentes
positivas infralegales del derecho administrativo constituidas por: reglamentos,
ordenanzas, decretos y resoluciones, circulares, instrucciones.

Fuentes No Positivas:
- Costumbre
- Jurisprudencia administrativa y judicial
- Doctrina Científica
- Principios Generales del Derecho Administrativo

37
El conjunto de estas fuentes del Derecho Administrativo, ordenadas en
forma jerárquica ( de mayor a menor valor normativo), constituyen la
pirámide normativa o sistema de fuentes del derecho administrativo.

FUENTES POSITIVAS DEL DERECHO ADMINISTRATIVO.

LA CONSTITUCION POLITICA.
Es sin duda la fuente positiva de mayor importancia de nuestro Derecho
Administrativo ( y también de todo el Derecho Nacional dada su supremacía
jerárquica ), por lo que, en carácter de tal, encabeza la pirámide normativa o el
sistema de fuentes del Derecho Administrativo y se erige como fuente primera
y superior de la disciplina, conformadora del ordenamiento jurídico, por lo que
las nomas de inferior rango ( legales e infralegales) deben necesariamente
adecuarse a ella.
Todas las referencias que la carta fundamental tiene sobre el Estado y su
Administración constituyen, entonces, fuente del Derecho Administrativo.
Son tales las siguientes:
 El Estado de Chile tiene una Administración ( art. 3)
 La Administración del Estado deberá ser funcional y territorialmente
descentralizada o desconcentrada en su caso ( base de la
institucionalidad; art.3)
 Esta Administración del Estado tiene autoridades (administrativas)
que la conducen y funcionarios (administrativos) que la sirven,
entre los que se encuentran el Presidente de la República y los
Ministros de Estado, cuyas remuneraciones, emolumentos o
beneficios económicos se fijan por ley ( art. 12, 52 Nº 1 letra c, 53
Nº 3, 60 Nº 5 y 65 Nº 4)
 La Administración del Estado es una organización (conjunto de
órganos estatales) cuya ordenación básica corresponde determinar
a una Ley Orgánica Constitucional.

38
 Las Municipalidades son organismos que integran la Administración
del Estado ( art. 38 inc. 2 y 118); también los Gobiernos
Regionales ( art. 111) y Gobernaciones ( art. 116)
 Existe una Administración Presupuestaria o Financiera del Estado
(art. 65 inc. 4); también una Administración Interior del Estado,
que a su vez, reconoce una Administración Regional del Estado,
una Administración Provincial del Estado y una Administración
Comunal del Estado ( arts. 110 ss.)
 Al Presidente de la República corresponde la AE y debe dar cuenta
de ella (art. 24 y 27)
 Los Ministros de Estado son colaboradores del Presidente de la
República en la función o tarea de Administrar el Estado ( art. 33)
 La Administración del Estado realiza o genera actos ( art. 52 Nº 2
letra a)
 Los actos de la Administración del Estado se rigen por una ley que
fija las bases generales de su procedimiento ( art. 63 Nº 18)
 Los actos de la Administración del Estado son controlados en su
legalidad por la Contraloría General de la República ( art. 98)
 La Administración del Estado puede lesionar los derechos de las
personas ( art. 38 inc. 2)
 Se puede reclamar en su contra ante los tribunales que determine la
ley ( art. 38 inc.
Es precisamente la Constitución, en su artículo 1º inciso 4º, la que establece,
a d e m á s d e t o d o l o p r e c e d e n t e m e n t e s e ñ a l a d o , e n c a l i d a d d e base
de toda nuestra institucionalidad, que:
“ el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es
promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones
sociales que permitan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad
nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a
los derechos y garantías que esta Constitución establece “.
La Administración del Estado, como parte integrante de él, está sujeta a
este deber de servicio y promoción del bien común, por lo que le corresponde
actuar en su cumplimiento, directa y concretamente en la contribución

39
creacional de las condiciones necesarias para el máximo desarrollo espiritual
y material (íntegro) de las personas que formen parte de la comunidad
nacional. Deber de servicio que no puede descuidar o sacrificar sino que debe
llevar a efecto con pleno respeto a los derechos y garantías constitucionales de
las personas.
He aquí la primacía de la persona humana por sobre el Estado y su
Administración.
Y el deber de servir a aquella que se impone a esta última.
Lo que se logra sometiendo al Estado, a través de sus órganos, a la
Constitución, leyes y demás normas dictadas en su conformidad y obligándolos a
garantizar el orden institucional, vale decir, al Estado al Derecho, como lo
disponen los arts. 6 y 7 de la CP, a través del llamado principio de legalidad o
juridicidad, que es otra base de la institucionalidad.
“ los órganos del Estado deben someter su acción a la
Constitución y a las normas dictadas conforme a ella …. La infracción de esta
norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley..”
“ los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que
prescriba la ley … Todo acto en contravención a este artículo es nulo y
originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale … “
De esta manera, la Administración del Estado sólo actuará válidamente en la
promoción del bien común, al servicio del progreso y bienestar de las personas,
en la satisfacción de sus necesidades y resguardo del orden público, en la medida
que lo haga a través de agente investido regularmente, dentro de su competencia
y en la forma que prescriba la ley, siempre sujeto a la Constitución y a las demás
normas dictadas conforme a ella, so pena de nulidad de sus actos,
responsabilidad y sanciones para los sujetos que así no lo hicieren.
Lo anterior determina que la Constitución consagre un Estado realizador
de fines humanistas y solidarios y una Administración para el servicio público y
el desarrollo integral y sustentable , orientada a crear “ las condic iones sociales
que permitan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su

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mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y
garantías que esta Constitución establece “.
Son tantas y tan variadas las fuentes constitucionales del Derecho
Administrativo que cabe considerar, a modo de evidencia, lo siguiente:
 De los 15 capítulos de la Carta Fundamental, cinco (5) están dedicados
especial y específicamente a importantes órganos del Estado que integran
su Administración y a la función administrativa que ellos están llamados
a realizar ( a saber: Capítulos IV, X, XI, XIII y XIV sobre Gobierno,
Contraloría General de la República, Fuerzas Armadas y de Orden y
Seguridad, Banco Central y Administración Interior del Estado ).
 La Constitución dispone que una Ley Orgánica Constitucional regule la
organización básica de la Administración del Estado ( art. 38).
 La Constitución refiere, en las bases de nuestra institucionalidad (Cap. I),
una específica para la Administración del Estado, en orden a que ella será
funcional y territorialmente descentralizada o desconcentrada en su caso
(art. 3).
Adicionalmente, las fuentes constitucionales del Derecho Administrativo suelen
agruparse temáticamente de la siguiente forma:
a) Aquellas normas constitucionales referentes a las relaciones
del Estado y su Administración con los particulares, ciudadanos o
administrados: En efecto, en el art. 19 CPE se encuentran una serie de
preceptos que constituyen fuente del Derecho Administrativo, y que
constituyen límites a la acción de los órganos del Estado, entre ellos los
administrativos, conforme lo dispone el inciso final del art. 5 de la CP, tales
como, el N° 10 del artículo 19, que establece el derecho a la educación y
dispone que la educación básica y la educación media son obligatorias,
debiendo el Estado (Administración) financiar un sistema gratuito con tal
objeto ( educación municipal), destinado a asegurar el acceso a ellas a toda la
población como, asimismo, fomentar el desarrollo de la educación en todos
sus niveles (Junji), estimular la investigación científica y tecnológica, la
creación artística y la protección e incremento del patrimonio cultural
(Comisiòn Nacional de las Artes y la Cultura ). También al D.A. corresponde

41
preocuparse y desarrollar la disposición de la Carta Política que establece la
libre admisión a todos los empleos y funciones públicas, sin otras condiciones
que las que impongan las leyes ( art. 19 Nº 17). En tal virtud, la legislación
administrativa crea los cargos o empleos públicos al interior de la
Administración del Estado y consagra la existencia de los denominados
estatutos ( leyes administrativas reguladoras de los funcionarios públicos y
del modo en que éstos deben desempeñar los cargos o empleos públicos ), en
los cuales se fijan las condiciones y requisitos que los particulares deberán
reunir para optar a los cargos o empleos de la Administración del Estado; así
ocurre con la Ley N° 18.834 sobre Estatuto Administrativo.
b) aquellas normas constitucionales referentes a la estructura
de los órganos fundamentales de la Administración del Estado: Digamos
que el art. 24 CPE, al disponer que al Presidente de la República corresponde
el gobierno y la administración del Estado, está indicándonos una norma
determinante de la jerarquía administrativa, desde que nos señala la
subordinación de los distintos Servicios y entidades de que el Estado se vale
para la satisfacción de sus fines ( Ministerios, Intendencias, Gobernaciones,
Municipalidades, Fuerzas Armadas, Fuerzas de Orden y Seguridad,
Contraloría General de la República, Empresas Públicas, Banco Central ) , al
Primer Mandatario, desde que atribuye a éste la Jefatura del Estado, esto es,
el carácter de Supremo Administrador y Supremo Gobernante del Estado.
Esta disposición vuelve a ser ampliada, en su concepción, cuando el mismo
texto nos dice que su autoridad- la presidencial - se extiende a todo cuanto
tiene por objeto la conservación del orden público en el interior y la
seguridad exterior de la República, de acuerdo con la Constitución y las
Leyes. Las disposiciones mencionadas constituyen una importantísima fuente
constitucional del Derecho Administrativo, desde que, es esta rama del
Derecho la que se encarga de regular, por así decirlo, la forma como el
Presidente de la República administra el Estado ( gestiona los asuntos que
atañen a toda la colectividad ) en colaboración con los demás entes e
instituciones creados para tal efecto. La legislación administrativa determina
la organización y funcionamiento de los Servicios de la Administración

42
Pública o Servicios Públicos, con mayor o menor autonomía, a fin de que
todos ellos, en su carácter de subordinados al máximo Administrador del
Estado (PR), puedan cumplir la función que la ley encomienda a éste. En
otros términos, los órganos y Servicios de la Administración del Estado, que
crea, regula, estudia y analiza el Derecho Administrativo actúan con el
carácter de órganos colaboradores y ejecutores del Presidente de la
República, para cumplir su función de administrar; y tienen su origen en
esta fuente positiva del Derecho Administrativo que es la Constitución Política
del Estado ( art. 24 CP)
. Relacionado con lo anterior, cabe destacar que una importantísima fuente
extraída de la Constitución Política y de gran valor para el Derecho
Administrativo Nacional, la constituye el art. 38, inci. 1° de la Carta
Fundamental, que bajo el epígrafe de “Bases Generales de la Administración
del Estado”, señala literalmente que:
“una ley orgánica constitucional determinará la organización básica de la
Administración Pública, garantizará la carrera funcionaria y los principios de
carácter técnico y profesional en que deba fundarse, y asegurará tanto la
igualdad de oportunidades de ingreso a ella como la capacitación y
perfeccionamiento de sus integrantes”.
El 5 de diciembre de 1986, se publicó en el Diario Oficial, la ley N°
18.575, aprobatoria de la Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de
la Administración del Estado, la que, en sus actuales 7 6 artículos
permanentes, 1 artículo final y u n a disposición transitoria, fija las
premisas básicas que presiden la organización y funcionamiento de la
Administración del Estado y la Carrera Funcionaria de su personal; todo ello
con el propósito, según se expresara en el Mensaje Presidencial respectivo, de
configurar mandatos básicos y esenciales destinados a circunscribir de un
modo efectivo el campo de acción del legislador.
Tiene, esta ley orgánica constitucional sobre Bases Generales de la
Administración del Estado, el carácter de “ley marco o de base” y de fuente de
jerarquía superior a todas las demás fuentes del derecho, excluida,
obviamente, la CPE y sus leyes interpretativas.

43
También es la CPE, la que en su art. 33 y siguientes crea y contempla
los Ministros de Estado y los Ministerios y señala su rol fundamental de
colaboradores del Presidente de la República en su gestión administrativa. De
allí es que, el art. 35, establezca la norma esencial de que las órdenes del
Presidente de la República no serán obedecidas si no son firmadas por el
Ministro de Estado respectivo. Estos aspectos están ampliamente regulados
en la ley Orgánica de Ministerios que detalla las atribuciones y obligaciones de
cada Secretaría de Estado.
También es fuente de derecho administrativo la CPE en cuanto
establece, en sus arts. 98 y 99, la Contraloría General de la República como
organismo constitucional autónomo encargado, en general, de la fiscalización
de los actos de la Administración del Estado, tanto en lo jurídico como en lo
contable ( presupuesto general de la nación).
La división del territorio de la República en regiones, provincias y
comunas, ya para los efectos del gobierno interior del Estado como de la
administración interior del mismo, y cuyo estudio pertenece al Derecho
Administrativo, tiene también su fuente en la Constitución Política, en los
artículos 110 al 122.
La organización y atribuciones de las Intendencias y Gobernaciones,
como órganos de Administración Regional y Provincial del Estado, derivan de
los arts. 111 a 117 de la Carta Política.
La administración comunal y la organización de los municipios,
constitución de los mismos, facultades, nombramientos de los alcaldes, etc.,
cuyo estudio forma parte del D. Adm., tienen su origen también en la
Constitución, arts. 118 a 122.
c) En cuanto a la actividad jurídica de la Administración:
El artículo 32, al señalar las atribuciones o potestades especiales del
Presidente de la República, es también fuente importantísima del Derecho
Administrativo, cuando concede a éste la facultad de dictar Decretos con
Fuerza de Ley, Reglamentos, Decretos e Instrucciones para la ejecución de las
leyes, actuaciones todas estas cuya naturaleza jurídica es la de actos
administrativos y que, al estar contempladas en la ley fundamental,

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constituyen fuentes positivas primordiales del Derecho Administrativo ( Art.
32 N° 3 y 6 ).
Es mediante la facultad de dictar Reglamentos, Decretos, etc. que el
Presidente de la República materializa su atribución de administrar el Estado,
actuando tanto en el campo de la actividad reglada como de la discrecional.
También el artículo 63 N° 18 de la Carta Fundamental es fuente
constitucional del Derecho Administrativo cuando señala que los actos de los
órganos de la Administración del Estado estarán sujetos a un procedimiento
administrativo para su dictación el que será fijado y establecido por una ley de
bases.
d) En cuanto se refiere a la vinculación de los agentes públicos o
funcionarios con el Estado:
Por último, es también parte del Derecho Administrativo todo lo
relativo al nombramiento y remoción de los funcionarios, tanto del orden civil
como militar, la concesión de jubilaciones, retiros y montepíos etc. , materias
todas éstas que tiene su origen en las disposiciones del art. 32 N° 7, 10, 11 y
16 de la CPE.
Finalmente, la manera como hacer efectiva la responsabilidad tanto civil
como penal y administrativa de algunos funcionarios, que incide en el
interesante campo de la responsabilidad de los funcionarios por los actos
derivados del ejercicio de sus funciones , materia esta que corresponde al
Derecho Administrativo, tiene asimismo su fuente en la Constitución Política,
arts. 52 N° 2 y 53 N° 1.
EFECTOS DE LA CONSTITUCION COMO FUENTE DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO.
Estos son:
a) Efecto derogatorio o sobre la vigencia temporal de las normas: se
produce por la contradicción de contenidos entre la norma fundamental y
cualquiera otra inferior que debe conformarse a ella para mantener
vigencia.
a) Interpretación conforme a la Constitución: la ley y las demás normas
de inferior rango deben ser interpretadas conforme a la Carta

45
Fundamental. De existir dos o más posibilidades interpretativas debe
preferirse aquella que se adecué de mejor forma con la norma fundamental
por sobre la que pueda entrar en contradicción con ella. Su razón de ser se
encuentra en el principio de unidad del ordenamiento jurídico, lo que
implica que deban aplicarse las siguientes reglas: ley posterior deroga a la
anterior, ley superior deroga a la inferior, ley especial deroga la general.
b) Constitución reguladora de las fuentes del derecho: la Constitución
señala cuáles son los órganos con poder suficiente para producir normas
jurídicas, así como el procedimiento para ello, pues sólo forman parte del
ordenamiento jurídico las normas que formal y materialmente se adecuén
a la Constitución.
c) Constitución ordenadora de las fuentes del derecho: que existe un
ordenamiento jurídico compuesto por normas provenientes de diversas
fuentes, supone y exige una ordenación de a qu e l l as que lo componen.
Esta la proporciona la Constitución de dos formas: (i) limitando el poder
normativo de los órganos con potestad para regular o dictarlas, por
ejemplo, fijando unas ciertas materias que deben ser objeto de una
forma de regulación ( cómo ocurre con el art. 63 CPE: “ .. sólo son materias
de ley …”; o el 32 Nº 6 con el reglamento autónomo: “… todas aquellas
materias que no sean propias del dominio legal ..”). Aquellas normas que
salgan de los campos o materias fijados serán inválidas o, lo que es lo
mismo, inconstitucionales. (ii) Estableciendo órdenes de prelación o
jerarquía de las diversas fuentes (rangos), por ejemplo, estableciendo la
subordinación del reglamento de ejecución a la ley ( art. 32 Nº 6 CPE)., o a
la superioridad de los derechos esenciales de la persona humana frente a
los productos normativos emanados de la soberanía ( art. 5 CPE).

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LA LEY COMO FUENTE DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
La ley es también una fuente positiva del Derecho Administrativo de
singular importancia.
El artículo 1° del Código Civil la define como una declaración de la voluntad
soberana que manifestada en la forma prescrita por la Constitución manda,
prohíbe o permite.
La ley es, en esencia, aquella norma jurídica escrita preeminente -sólo
subordinada a la Constitución- que desarrolla inicialmente aquellas materias
consagradas constitucionalmente como del “ dominio de la ley “ o “ de la reserva
legal “ ( mencionadas en el art. 63 CPE), a través de preceptos generales,
permanentes y obligatorios; y que, en su elaboración o formación, se sujeta al
procedimiento indicado en la Constitución (presentación proyecto por iniciativa
presidencial mediante mensaje o moción parlamentaria - seguida de discusión
parlamentaria - aprobación- promulgación-publicación).
Art. 63 º CPE: “ Sólo son materias de ley:
1) Las que en virtud de la Constitución deben ser objeto de leyes orgánicas
constitucionales;
2) Las que la Constitución exija que sean reguladas por una ley;
3) Las que son objeto de codificación, sea civil, comercial, procesal, penal y
otra;
4) Las materias básicas relativas al régimen jurídico laboral, sindical,
provisional y de seguridad social;
5) Las que regulen honores públicos a los grandes servidores;
6) Las que modifiquen la forma o características de los emblemas
nacionales;
7) Las que autoricen al Estado, sus organismos y a las municipalidades,
para contratar empréstitos, los que deberán estar destinados a financiar
proyectos específicos ….;
8) Las que autoricen la celebración de cualquier clase de operaciones que
puedan comprometer en forma directa o indirecta el crédito o la

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responsabilidad financiera del Estado, sus organismos y de las
municipalidades..;
9) Las que fijen las normas con arreglo a las cuales las Empresas del
Estado aquellas en que éste tenga participación puedan contratar
empréstitos..;
10) Las que fijen las normas sobre enajenación de bienes del Estado o de las
municipalidades y sobre su arrendamiento o concesión;
11) Las que establezcan o modifiquen la división política y administrativa
del país;
12) Las que señalen el valor, tipo y denominación de las monedas y el
sistema de pesos y medidas;
13) Las que fijen las fuerzas de aire, mar tierra que han de mantenerse en
pie en tiempo de paz o de guerra ….;
14) Las demás que la Constitución señale como leyes de iniciativa exclusiva
del Presidente de la República
15) Las que autoricen la declaración de guerra, a propuesta del Presidente
de la República;
16) Las que conceden indultos generales y amnistías …..;
17) Las que señalen la ciudad en que debe residir el Presidente de la
República, celebrar sus sesiones el Congreso Nacional y funcionar la
Corte Suprema y el Tribunal Constitucional;
18) Las que fijen las bases de los procedimientos administrativos que rigen
los actos de la administración pública;
19) Las que regulen el funcionamiento de loterías, hipódromos y apuestas
en general;
20) Toda otra norma de carácter general y obligatoria que estatuya las bases
esenciales de un ordenamiento jurídico. “
Para un espectro importante de la doctrina la ley no es otra cosa que “la
creación de normas jurídicas por el Estado“. Para nosotros, a la ley la concebimos
como fuente de Derecho Administrativo en su carácter de regla obligatoria,
establecida por la autoridad con arreglo a la Constitución, con carácter de

48
generalidad y obligatoriedad y sancionada por la fuerza, sean o no de origen o
producción parlamentaria.
Importancia de la Ley en el Derecho Administrativo.
La importancia de la ley como fuente positiva del Derecho Administrativo, en
un Estado de Derecho como el nuestro, que ha adquirido una conciencia cierta y
definida del respeto a la ley, es innegable.
Así, en el Derecho Administrativo, la ley juega un rol fundamental en el triple
aspecto de:

(i) creadora de los órganos administrativos y Servicios Públicos;


(ii) organizadora de los mismos; ( presupuesto, personal, bienes ), y,
(iii) proveedora de su funcionamiento (a través de la regulación de los
actos (administrativos) y contratos (administrativos) que puede y
debe dictar y celebrar y de los procedimientos (administrativos) a los
que deben sujetarse para la dictación de aquellos y celebración de
éstos.
Tan importante es este rol, que se habla del Derecho Administrativo como un
derecho superlegalizado.
La ley constituye un género normativo ( categoría de norma jurídica) que reconoce
diversas especies o tipos normativos de rango legal; a saber: leyes orgánicas
constitucionales, de quórum calificado, comunes u ordinarios, de bases, etc.
Por “ley administrativa” hemos de entender aquellos actos normativos con valor
de ley, que regulan uno o más de los contenidos del Derecho Administrativo, ya
vistos, y reúnan las características de generalidad, obligatoriedad y coercitividad.
Serán leyes administrativas, entonces, las leyes orgánicas constitucionales, las de
quórum calificado y las comunes u ordinarias, las leyes de bases o marco, los
decretos con fuerza de ley y los decretos leyes.
La preeminencia de esta fuente en el Derecho Administrativo – la ley con todas
sus especies - no significa el reinado de un legalismo casuístico paralizante sino,
por el contrario, la existencia de un marco amplio y general, que permite
mediante el desenvolvimiento de la potestad reglamentaria (reglamentos) una

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Administración dinámica y creadora en su afán de cumplir con su cometido de
satisfacción de las necesidades generales de la colectividad.

Dominio de la Ley
El “dominio de la ley” es el campo de acción reguladora previsto para ella
por la Constitución Política; lo que puede o no ser materia de ley. No tiene otro
límite que los términos de la Carta Fundamental.
En esta materia existe, como se recordará, una marcada diferencia entre el
sistema establecido en la Carta Constitucional de 1925 y la actual. En efecto, la
doctrina señala que mientras la Carta del 25 establecía un sistema de dominio
legal mínimo, la segunda, actualmente vigente, ha instaurado una modalidad de
“dominio máximo legal “, esto es, un campo de acción acotado para la ley.
Lo anterior, se expresa en el art. 63 CPE, cuando señala que: “Sólo son
materias de ley…“ los asuntos que la disposición señala, quedando las restantes
materias, en la necesidad de ser regulados por una norma, entregadas
exclusivamente a la Potestad Reglamentaria del Presidente de la República para
ser reguladas a través de reglamentos, decretos y resoluciones emanadas del
Gobierno- Administración y no mediante ley del Parlamento.
Como consecuencia de lo anterior, la doctrina estima que la potestad
reglamentaria discrecional radicada en el Presidente de la República, órgano
que encabeza el Gobierno y Administración del Estado, que permite
abordar y regular a través de Reglamentos todas aquellas materias que no han
sido atribuidas a la ley, a partir de la Constitución de 1980, se ha ampliado o
extendido, por lo que para destacar este aspecto tienden a denominarla
“potestad reglamentaria autónoma o extendida“; la que, en todo caso, debe
reconocer como límite las materias de reserva legal que señala el art. 63, bajo
pena de incurrir en la causal de inconstitucionalidad a que alude el art. 93 N° 16.
Con todo, en el Derecho Administrativo el dominio de la ley, dentro del
marco señalado, es amplísimo y tiende a:
 la creación del Servicio Público y demás órganos que integran la
Administración del Estado ( Ministerios, Municipalidades, etc.) ;
 a la organización de los Servicios Públicos y demás órganos que
integran la Administración del Estado; y,

50
 fijar o establecer las normas – procedimientos - para proveer a su
funcionamiento.
 crear los cargos o empleos públicos, fijar las dotaciones de personal
de los Servicios y restantes órganos de la Administración del Estado y
las remuneraciones de los funcionarios; establece las regulaciones por
las que habrán de regirse estos en sus relaciones con el Estado (
estatutos administrativos que establecen sus derechos, deberes,
responsabilidad), etc.
 Fija su régimen de bienes.

Clases de Leyes Administrativas


La Constitución actualmente vigente incorporó a la clasificación
tradicional de las fuentes positivas o escritas de nuestro derecho nacional, tres
instituciones específicas que utilizan el vocativo inicial común de “ley”, pero que
presentan distintas características. Ellas son “La ley interpretativa de la CPE”, la
“Ley Orgánica Constitucional” y la “Ley de Quórum Calificado”.
Cierran dicha jerarquía los actos legislativos o leyes que no presentan las
características de las leyes señaladas y que, para diferenciarlas de las anteriores,
se les denomina “Ley Común u Ordinaria“. A ella se suma la llamada “Ley de
Bases o Marco”.
No están, éstas últimas, definidas en la Constitución pero esta se refiere a
ella en diversas disposiciones como aquellas que fijan o establecen todo un
sistema u ordenamiento jurídico.
Así, la Ley Interpretativa de la Constitución se consulta en los arts. 66
inciso 1° y 93 N° 1, y se define como aquella ley que fija el sentido y alcance de
un precepto de la CPE y que para ser aprobada, modificada, o derogada
necesitan de un quórum especial de las tres quintas partes de los Diputados y
Senadores en ejercicio y está sometida a control preventivo obligatorio de su
constitucionalidad por el Tribunal Constitucional. Art. 66 CPE. Ejemplo de esta
clase de ley es la N° 18.152 de 2/8/82, que fijó el alcance del derecho de
propiedad en materia previsional.

51
Por su parte, la Ley Orgánica Constitucional se consulta en forma directa
en los arts. 66 y 93 N° 1 CPE, y pueden definirse como aquellas leyes referidas a
materias específicas que el constituyente ha considerado de suma trascendencia,
por lo que para su aprobación, modificación, o derogación, se requiere de un
quórum especial equivalente a las cuatro séptimas partes de los diputados y
senadores en ejercicio, además de su control previo obligatorio de
constitucionalidad por el Tribunal Constitucional. Esta fuente del derecho, por la
importancia de las materias que regula, presenta una importancia indiscutible
para el Derecho Público en general y para el Derecho Administrativo en
particular. Tales son la LOC del Congreso Nacional N° 18.918, la LOC de las
Fuerza Armadas N° 18.948, la LOC. del Tribunal Constitucional N° 17.997; la
LOC. De los Estados de Excepción N° 18.415; la LOC. De la Enseñanza N°
18.962; LOC de los Partidos Políticos N° 18.603: LOC sobre Sistema de
Inscripciones Electorales y Servicios Electorales N° 18.556; LOC sobre Tribunal
Calificador de Elecciones N° 18.460; LOC sobre Votaciones Populares y
Escrutinios N° 18.700; LOC sobre Bases Generales de la Administración del
Estado N° 18.575; LOC sobre Gobierno y Administración Regional N° 19.175;
LOC sobre Municipalidades N° 18.695, LOC. sobre Concesiones Mineras N°
18.097.
Tratándose de la Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de la
Administración del Estado ( Nº 18.575), su importancia es capital para el
Derecho Administrativo y está dada porque es ella la que determina lo siguiente:
 Que órganos, estructuras organizacionales y entidades integran la
Administración del Estado (art. 1: Presidente de la República,
Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Servicios Públicos y demás
órganos administrativos creados por ley tales como el Banco
Central, la Contraloría General de la República, las Fuerzas
Armadas, las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, las
Municipalidades, los Gobiernos Regionales, las Empresas Públicas )
 Quién dirige y encabeza la Administración del Estado (el órgano
Presidente de la República). Art. 1

52
 Cuál es su fin (estar al servicio de la persona humana, promover el
bien común atendiendo las necesidades públicas en forma continua y
permanente y fomentando el desarrollo del país a través del ejercicio
de las atribuciones conferidas y de la aprobación, ejecución y control
de políticas, planes, programas y acciones de alcance nacional,
regional y comunal ) y los principios a los que debe sujetarse en su
tarea de alcanzar ese fin ( legalidad, responsabilidad, eficiencia, eficacia,
coordinación, impulsión de oficio, impugnabilidad de sus actos, control,
probidad, transparencia y publicidad ). Arts. 2 y 3
 Sujeción estricta al Derecho y a responsabilidad de la AE en caso de
ocasionar daños ( art. 2 y 4)
 La iniciativa propia en el cumplimiento de sus tareas y cometidos (art. 8)
 La jerarquía como nexo relacional propio de sus funcionarios, autoridades
y órganos (art. 7)
 La probidad, publicidad y transparencias como supuestos de la función
propia de la AE ( art. 13)
 El personal de la AE se regirá por las normas estatutarias que establezca
la ley, sometido a unos deberes, derechos, estabilidad y responsabilidad
especiales ( arts. 15 al 20)
 La organización básica de los Ministerios, Intendencias, Gobernaciones y
Servicios Públicos ( arts. 21 al 42)
 La carrera funcionaria (arts. 43 a 51)
 La Probidad Administrativa ( arts. 52 a 68 )

Por último, las Leyes de Quórum Calificado son aquellas referidas a


materias que el constituyente ha estimado de cierta importancia, por lo que para
su aprobación, modificación o derogación se requiera de un quórum especial de
la mayoría absoluta de los diputados y senadores en ejercicio. Entre las leyes de
esta clase que han sido dictadas pueden mencionarse: la N° 18.838, sobre
organización y funcionamiento del Consejo Nacional de Televisión. Ley sobre
Transparencia de la Función Pública y Acceso a la Información de la
Administración del Estado N° 20.285 de 20 de agosto de 2008.

53
Características de estas leyes es que ninguna admite delegación en el
Presidente de la República para, en virtud de potestades legislativas delegadas,
entrar a regular las materias que están reservadas a estas, esto es, no puede
abordarse ni regularse su temática mediante Decreto con Fuerza de Ley. Como
elemento diferenciador, aparte de las distintas materias que regulan y la
exigencia de quórum legislativo que ellos requieren, puede señalarse que las dos
primeras requieren para su validez ser sometidas al control preventivo de
constitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional, al paso que la de
quórum calificado no requiere cumplir con dicha exigencia previa. ( art. 93 N° 1).
Finalmente cabe señalar que tendrán el carácter de Ley Común u
Ordinaria, aquellos actos legislativos que no presentan las características de las
tres fuentes antes señaladas, relativas a materias específicas y quórums, y que
regule, por ende, aquellas materias comunes que indica el art. 63 CPE, y que
para su aprobación, modificación o derogación, solo precisará de la mayoría
absoluta de los diputados y senadores “presentes“ y no “en ejercicio”.
Respecto de la Ley de Bases o Marco, son aquellas que establecen las bases
esenciales de un ordenamiento jurídico ( Art. 63 Nº 20 CPE).- Entre las leyes de
esta clase se encuentra la Ley de Bases de los Procedimientos Administrativos de
los Actos de los Órganos de la Administración del Estado, la Ley de Bases de los
Contratos Administrativos de Suministro y Prestación de Servicios, la Ley de
Bases del Medioambiente, el Código Procesal Penal, el Código Civil, etc.
En todo caso, la distinta naturaleza de cada una de las fuentes examinadas,
marca a su vez, según algunos autores, la jerarquía y orden de prelación entre
ellas, de modo que su estructura piramidal será, después de la Constitución
Política, la Ley Interpretativa de la Constitución, la Ley Orgánica Constitucional,
la Ley de Quórum Calificado, la Ley de Bases y cerrando el estamento de los actos
legislativos, la ley Común u ordinaria. Para otros autores, todas tendrían una
misma y única jerarquía o rango, el de ley, diferenciándose sólo por las materias
que regulan y los quórum especiales o no exigidos para su tramitación y
aprobación.
Los Tratados Internacionales como Fuente del Derecho Administrativo:

54
Todo tratado internacional tiene dos aspectos desde los cuales se puede
considerar su obligatoriedad; uno de ellos es en el plano de la comunidad
internacional, entre las partes que lo han suscrito (sujetos de Derecho
Internacional), ratificado y canjeado; y, el otro, desde el ámbito interno, donde
constituye una ley de la República, luego de su ratificación, promulgación y
publicación en el Diario Oficial. Si sus disposiciones afectan de cualquier manera
que sea a la Administración ( aborda, con sus cláusulas y estipulaciones, algunos
de los contenidos del Derecho Administrativo ), el tratado será fuente legal del
Derecho Administrativo.
Tienen rango, fuerza y valor de ley, pero no pueden ser derogados por una
ley. Algunos autores, apoyado en lo dispuesto por el art. 5 CPE, sostiene que los
tratados referidos a derechos humanos tendrían el mismo valor que la
Constitución ( superior y fundamental).

LA LEGISLACION IRREGULAR COMO FUENTE DEL DERECHO


ADMINISTRATIVO.

EL DECRETO LEY Y EL DECRETO CON FUERZA DE LEY.

Con la denominación genérica de legislación irregular o legislación de


emergencia, la doctrina se refiere a los Decretos con Fuerza de Ley y a los
Decretos Leyes, que son actos normativos positivos, fuentes del Derecho
Administrativo, que rebasan el marco clásico que distingue entre actos
legislativos y actos administrativos.
Dentro del marco del Estado de Derecho y de normalidad institucional, lo
ordinario será que cada poder estatal actúe dentro de su órbita privativa de
acción y no interfiera en la esfera jurídica de los otros. No obstante,
circunstancias de todo orden que a menudo se producen en la vida de los
Estados, por ejemplo, la necesidad de buscar una solución adecuada a
determinados problemas que a veces no puede conocer a fondo el legislativo, la
obligación de solucionar problemas de emergencia, o aún , causas sobrevinientes,
como el advenimiento de un régimen de facto, hacen que la normalidad jurídica

55
se rompa y que nos encontremos, así, en presencia de actuaciones de un poder
del Estado que rebasan los moldes clásicos bosquejados por el principio de
separación de los poderes públicos, para entrar a dictar normas en materias que
normalmente escapan del marco de sus atribuciones.
Nace así, por una parte, la legislación delegada, en que el Poder Legislativo,
consciente de la necesidad de dar soluciones ajustadas a los problemas por los
que atraviesa el país, para una mejor atención de los mismos, por razones de
coordinación, entrega a otro poder del Estado, el Ejecutivo o Gobierno y
Administración del Estado, la facultad de emitir normas con fuerza de ley, que
remedien la situación antedicha. Aparecen, así, en la vida jurídica los Decretos
con Fuerza de Ley.
Y, por otra parte, producida la situación de facto, ya referida, esto es,
derrocado el régimen constitucional , el nuevo gobierno, ante el imperativo de
continuar con la actividad del Estado, prescinde de la normalidad constitucional
( disolviendo el Congreso, por ejemplo ), que forzosamente desaparece con el
régimen de hecho, y arrogándose atribuciones que no pueden legítimamente
corresponderle, sanciona también normas que son materia de ley, y, que
naturalmente no cumplen en su forma y muchas veces en su fondo, con las
disposiciones constitucionales pertinentes. Nos encontramos, entonces, frente a
los Decretos Leyes.
La diferencia entre ambas categorías es clara y no admite confusión. En los
Decretos Leyes no hay delegación expresa de facultades legislativas del Poder
Legislativo al Ejecutivo, pues el Gobierno de facto se las atribuye lisa y
llanamente; los DFL, en cambio, son consecuencia de una ley, en que el
Congreso, ajustándose a la Constitución, autoriza al ejecutivo, con mayores o
menores limitaciones, para legislar.
Además, debe recordarse que la institución del Decreto con Fuerza de Ley
fue constitucionalmente consagrada y, por lo tanto, reconocida y aceptada, por la
ley N° 17.284, de 24 de enero de 1970, modificatoria de la Constitución de 1925.
Es por ello, que con anterioridad la doctrina nacional estimaba que el Decreto con
Fuerza de Ley exhorbitaba las normas constitucionales de la época. Se adicionó al
artículo 44 un numeral 15, confiriéndole al Congreso la facultad de delegar

56
determinadamente en el Ejecutivo parte de sus atribuciones. Tal regulación se
mantuvo en la Carta Política de 1980, por intermedio de sus arts. 32 N° 3, 64, 93
N° 4 y 99 inciso 1°, 2° y 3°, por lo que se trata de un mecanismo para que el
Ejecutivo genere normas legales expresamente autorizado por la Constitución.
En el DFL, al igual que respecto de la ley y el decreto, es posible distinguir
entre requisitos de forma y requisitos de fondo. En cuanto al fondo contiene
materias propiamente legales. Sin embargo, desde el punto de vista formal, el
Decreto con Fuerza de Ley no es un acto legislativo, sino, por el contrario, un acto
administrativo. De allí entonces que los requisitos formales del DFL sean los
mismos del simple Decreto Supremo, acto administrativo éste emanado del
Presidente de la República que nos corresponderá estudiar seguidamente. En
otras palabras, se trata de un acto emanado del Poder Administrador ( Ejecutivo-
Gobierno-Presidente de la República) que reviste las formas de decreto, pero que,
en cuanto al fondo, se trata de una ley y su valor es de tal.
El DFL debe respetar no sólo las disposiciones constitucionales, sino que
también y de manera muy especial, las estipulaciones y limitaciones contenidas
en la ley autorizante o delegatoria de facultades. Esto último es lo esencial
porque debemos tener presente que cuando el Ejecutivo dicta DFL, no lo hace en
virtud de su potestad propia, sino que en uso de facultades legislativas (ajenas)
que le han sido transitoriamente otorgadas. De allí entonces que no pueda salirse
del marco de aquellas a riesgo de viciar el acto que así produce.
El control del cumplimiento de sus exigencias de forma y fondo se realiza a
través de la Contraloría General de la República, mediante el trámite de toma de
razón, conforme lo disponen los arts. 64 inc. 6° y 99 inc. 1 CPE.
No puede dejar de mencionarse la facultad que el inciso 7 del artículo 93
CPE, confiere para impugnar- ante el Tribunal Constitucional - la
constitucionalidad de un DFL, que entró en vigencia, a petición de cualquiera de
las Cámaras Legislativas o a una cuarta parte de sus miembros, en ejercicio, bajo
la condición de que el requerimiento se formule dentro del plazo fatal de treinta
días contados desde la fecha de su publicación en el Diario Oficial.
La tramitación del DFL es la misma que un simple decreto supremo y por
expresa disposición del art. 99 inciso 2° están sujetos al trámite de toma de razón

57
por la Contraloría General de la República, actuación mediante la cual se
controla su conformidad con la Constitución ( constitucionalidad) y la Ley
(legalidad); y a su respecto procede la insistencia, salvo en tres situaciones
específicas:
 cuanto el acto ordena egresos que excedan los límites señalados por
la Constitución,
 cuando contraviene la ley delegatoria, y,
 cuando es contrario a la Constitución.
En estos casos, si el Presidente de la República no está conforme o de acuerdo
con la representación formulada por la Contraloría General de la República
remitirá los antecedentes, dentro del plazo de 10 días, al Tribunal Constitucional
quien resolverá el conflicto suscitado.
En cuanto a la interpretación de los DFL rigen, al efecto, los mismos
principios ya señalados para el ley administrativa, con dos consideraciones
especiales: a) No procede recurrir , al interpretarlos, a la historia fidedigna de su
establecimiento, porque debido a que formalmente tienen las características de
un Decreto Supremo, carecen, en realidad, de ese debate contradictorio
parlamentario que va formando el método histórico de interpretación; y b) el DFL
debe interpretarse estrictamente en relación con al ley delegatoria de la cual
emana, y esta última, como quiera que es una ley de excepción, debe
interpretarse a su vez en forma restrictiva. De allí que en caso de duda sobre si
una determinada materia o atribución está o no comprendida en la delegación,
habrá que llegar necesariamente a la conclusión de que no hay delegación.
En cuanto a su modificación y derogación, debemos señalar que teniendo la
misma eficacia jurídica que las leyes, su modificación solo puede tener lugar en
virtud de una ley, sin que sea lícitamente aceptable que el Poder Ejecutivo pueda
modificarlos mediante simples Decretos Supremos. Así lo ha resuelto
invariablemente la jurisprudencia administrativa. No obstante, debe tenerse
presente que un DFL puede contener materias propias de una ley y además otras
que derivan de la potestad reglamentaria. En otras palabras, el Ejecutivo al
hacer uso de la facultad delegada, puede adicionar las disposiciones de carácter
legal que en virtud de ella dicta, con otras simplemente reglamentarias. Estas

58
últimas, que corresponden al ejercicio de sus atribuciones o facultades
exclusivas, pueden modificarse o alterarse por Decreto. La solución no puede ser
más jurídica pues en tal caso solo se trata de la modificación a un Decreto
Supremo.

Coincidente con lo anterior, los DFL solo pueden ser derogados en virtud de
una ley. Así lo ha reconocido el Congreso Nacional al modificar muchísimos DFL.
Sin perjuicio de lo anterior, la jurisprudencia administrativa sentada por la
Contraloría General de la República ha establecido que también un DFL puede
ser derogado por Decreto Supremo cuando aquel ha sido dictado excediendo las
facultades delegadas por el legislativo (invalidación).

Estos principios de modificación y derogación tienen una excepción que


consiste en que si la ley delegatoria ha consultado un mecanismo particular de
modificación y derogación se estará a él. Los DFL han tenido pleno
reconocimiento por los Tribunales de Justicia quienes han tenido oportunidad de
aplicarlos en innumerables oportunidades dándole el mismo valor que las leyes.
Los Decretos Leyes:
Los Decretos Leyes constituyen la actividad legislativa de los Gobiernos de
Facto ( en los que se ha suprimido el funcionamiento del Congreso o Parlamento )
y son, junto a los DFL, una fuente importantísima del Derecho Administrativo.
Por ejemplo, la regionalización que hoy rige en el país fue establecida mediante
decretos leyes que se encuentran vigentes hasta hoy.
EL REGLAMENTO ADMINISTRATIVO COMO FUENTE POSITIVA DEL
DERECHO ADMINISTRATIVO.
Con el Reglamento Administrativo iniciamos el estudio de las fuentes positivas,
denominadas internas, es decir, aquellas normas jurídicas que, formando parte
del Derecho Administrativo, son dictadas por la Administración del Estado, para
regirse ella misma y también a los particulares.
Se trata de actos normativos o normas jurídicas positivas, ya no legislativos
(producidos por el Congreso o Parlamento bajo forma y fondo de ley) sino
administrativos (producidos, como normas jurídicas, bajo forma de decretos

59
supremos o resoluciones, por la propia Administración del Estado); y dentro de
ellas la más importante, sin duda, por sus caracteres de generalidad y
obligatoriedad, es el reglamento administrativo.
Dado que la voz Reglamento no se encuentra definida en nuestro
ordenamiento jurídico, a diferencia de lo que ocurre con la ley, sus límites son
más imprecisos y debe acudirse en busca de su concepto, entonces, a la doctrina
o jurisprudencia.
Concepto de Reglamento
“ Acto de carácter normativo emanado del Poder Ejecutivo y,
específicamente de entre aquellas autoridades que tiene poder para
dictarlo, subordinado a la ley, y, por tanto de rango inferior a la misma,
cuyo objeto es ejecutar la ley o regular materias que no son propias de ella
“. (Prof. Jorge Bermúdez Soto: “Derecho Administrativo General”, Abeledo
Perrot, 2011)

El reglamento como acto de carácter normativo emanado del Poder Ejecutivo


es producto o consecuencia del ejercicio de la potestad administrativa
reglamentaria conferida a la Administración del Estado.

La potestad reglamentaria no es más que la atribución especial del


Presidente de la República y de otros órganos de la Administración del Estado (
Municipalidades, Gobiernos Regionales) para dictar normas jurídicas escritas,
generales y obligatorias, bajo forma de decreto o resolución, destinadas al
gobierno y administración del Estado o para la ejecución de las leyes.
Naturaleza jurídica del Reglamento
Los reglamentos tienen una naturaleza jurídica de fondo y una de forma. En
lo tocante al fondo, jurídicamente los reglamentos son normas jurídicas
escritas, generales, permanentes y obligatorias dictadas por o emanadas
de la Administración del Estado. Se caracterizan porque, como tales, no
emanan del órgano legislativo sino que de los órganos de la Administración del
Estado ( autoridades administrativas) que se encuentran habilitadas para poder

60
dictarlos en razón de ser titulares de la potestad necesaria para hacerlo,
denominada potestad reglamentaria.
Encuentran su fundamento intrínseco o razón de ser en la necesidad de
administrar el Estado, tarea ésta entregada al Presidente de la República y a
órganos colaboradores suyos ( Servicios Públicos, Municipalidades, Gobiernos
Regionales, etc. ) , pues, es de la esencia del reglamento, servir de ejecutor de las
leyes y regular aquellas materias que, según la Constitución, no son de dominio
de la ley.
Formalmente, el reglamento tiene la forma de un acto de la
Administración del Estado, esto es, de un decreto supremo, resolución o
acuerdo, según sea el órgano de la Administración del Estado que lo dicta; por lo
que, formalmente, un reglamento puede ser un decreto supremo reglamentario o
una resolución reglamentaria.
Fundamentos Positivos del Reglamento en el Derecho Administrativo
Chileno:
El fundamento positivo del Reglamento en el Derecho Administrativo
Chileno o fuente de la potestad reglamentaria que permite su dictación, se
encuentra, principalmente, en la Constitución Política del Estado, arts. 32 N° 6 y
24, concebida como una atribución especial del Presidente de la República.
Art. 24: “ El gobierno y la administración del Estado corresponden al
Presidente de la República, quien es el Jefe del Estado. Su autoridad se extiende a
todo cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el interior y la
seguridad externa de la República, de acuerdo con la Constitución y las leyes”

Art. 32: “ Son atribuciones especiales del Presidente de la República: Nº 6:


Ejercer la potestad reglamentaria en todas aquellas materias que no sean propias
del dominio legal, sin perjuicio de la facultad de dictar los demás reglamentos,
decretos e instrucciones que crea convenientes para la ejecución de las leyes “.
Constituyen también fuentes positivas del Reglamento en el Derecho
Administrativo Chileno o fuente de la potestad que permite su dictación, se
encuentran los artículos 12 de la Ley Orgánica Constitucional y 16 letra d) dela

61
Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, concebida como una atribución o
competencia de Municipalidades y Gobiernos Regionales.
Art. 12 Ley Orgánica Municipalidades: " Las resoluciones que adopten las
municipalidades se denominarán ordenanzas, reglamentos municipales, decretos
alcaldicios o instrucciones..... Los reglamentos municipales serán normas generales
obligatorias y permanentes, relativas a materias de orden interno de la
municipalidad ...".
Art. 16 letra d ) Ley Orgánica Gobiernos Regionales: "Serán atribuciones
generales del gobierno regional: d) Dictar normas de carácter general para regular
las materias de su competencia, con sujeción a las disposiciones legales y a los
decretos supremos reglamentarios ..."

Del análisis de las disposiciones constitucionales precitadas no podemos


sino deducir que la potestad reglamentaria presidencial, en nuestro país, es
mucho más amplia que el simple papel de generación de reglamentos
presidenciales para ejecutar la ley; y que, estando determinada, en su alcance,
por la misión esencial de administrar el Estado que se le encomienda al
Presidente de la República, ella se extiende a todas las materias que no deben ser
objeto de ley - conforme al art. 63 de la Carta Fundamental - y aún a ellas, en los
casos no legislados, siempre que no se atente contra los principios fundamentales
y esenciales que consagra el texto expreso de la Constitución y de la Ley.
Algo muy distintos es lo que ocurre con la potestad reglamentaria municipal
y su ejercicio por el órgano edilicio, generadora del reglamento municipal, y de la
potestad reglamentaria regional, generadora del reglamento regional, por los
Gobiernos Regionales, pues el origen de estas atribuciones es legal y no
constitucional, y el ámbito de materias que le es posible regular está restringido
únicamente a las de orden interno de la municipalidad o gobierno regional
respectivo.
Órganos de la Administración del Estado habilitados para dictar
Reglamentos

62
 Presidente del República: Potestad Reglamentaria Constitucional (
atribución especial, art. 32 Nº 6)= Decreto Supremo Reglamentario o
Reglamento Presidencial.
 Municipalidades: Potestad Reglamentaria Legal ( art. 12 Ley 18.695 )=
Resolución Municipal Reglamentaria o Reglamento Municipal.
 Servicios Públicos Autónomos o Descentralizados: Potestad Reglamentaria
Delegada: Resolución Reglamentaria.
 Gobiernos Regionales: Potestad Reglamentaria Legal ( art. 16 letra d Ley
19.175) = Acuerdo Reglamentario.

CARACTERÍSTICAS DEL REGLAMENTO


General, Obligatorio y Permanente son sus características más relevantes.
El Reglamento es general en cuanto rige, esta norma creada por la
Administración del Estado, para un grupo más o menos considerable de
personas. Esta es la característica más relevante del reglamento, el que siempre
habrá de ser general, aún cuando, por excepción, regule situaciones que afecten
sólo a determinada categoría de individuos. Es también obligatorio y en este
sentido tiene la misma fuerza de la ley, pues su obligatoriedad no sólo se extiende
al ámbito de la Administración Pública, en el cual no puede ser discutido, sino
que aun a los particulares a quienes se les aplica. El reglamento es, por último,
permanente, es decir, rige situaciones estables y su vigencia dura mientras no
sea derogado o modificado por otro.
Estos Reglamentos se dictan en ejercicio de la Potestad Administrativa
Reglamentaria, que es la facultad que tiene el Poder Ejecutivo u otros órganos de
la Administración para dictar normas generales, sea que estén destinadas a hacer
ejecutar las leyes o a cumplir la función de administrar el Estado que la
Constitución Política les encomienda. Esta potestad corresponde preferentemente
al Presidente de la República, pero no en forma exclusiva, pues excepcionalmente
y en forma más restringida, la ley faculta a las Municipalidades, Gobiernos
Regionales y Entes o Servicios Públicos Autónomos para dictar también normas
de carácter general.
CLASIFICACIÓN DEL REGLAMENTO

63
Las diversas clases de reglamentos dependen de las múltiples maneras
como el Órgano Administrativo ejercita la potestad reglamentaria y en cómo le ha
sido atribuida ésta por el ordenamiento jurídico.
En este orden de ideas podemos distinguir:
I.- Reglamento de Ejecución y Reglamento Autónomo
Esta distinción fundamental parte de la base de la relación que existe entre
la ley y el reglamento en nuestro ordenamiento jurídico
(1) Los reglamentos de ejecución o ejecutivo son aquellos que abordan
materias propias de ley, una vez que la ley las ha regulado
directamente, a modo de complementar la regulación normativa
realizada sobre una materia por ésta, extendiéndola a los aspectos
de detalle y menos permanentes (más mutables). Esta categoría de
reglamentos resulta ser el complemento indispensable de la ley, pues
debe aportar toda la regulación necesaria para conseguir la correcta
y plena aplicación del texto legal.( ej. Reglamento del Código de
Minería o Ley de Bases Codificada de Minería)
(2) Los reglamentos autónomos son aquellos que abordan materias no
reguladas por las leyes y sin autorización o remisión por parte de
éstas ( ej. Reglamento sobre Piscinas de Libre Acceso Público;
Reglamento sobre Servicios Religiosos al interior de Hospitales y
Clínicas de Salud ).

II.- Reglamento Administrativo o Interno y Reglamento Externo o


Particulares
(1) Los reglamentos propiamente administrativos o interno: que son
aquellos que regulan la actividad de los funcionarios o empleados públicos del
orden administrativo, o determinan la organización y funcionamiento de un
Servicio Público u órgano de la Administración del Estado creado por la ley; y
(2) Los reglamentos externos o que afectan a particulares, sea
aplicando normas de derecho legalmente establecidas, sea actuando en el campo
de la potestad discrecional, frente al silencio de la ley. Ejemplos de estos últimos
son el que reglamenta las instalaciones eléctricas domiciliarias, el transporte,

64
almacenamientos y distribución de combustibles líquidos; etc. En estos casos, el
ejercicio de la potestad reglamentaria está fundamentado siempre en razones de
orden público o de beneficio general cuya tutela entrega la CPE al Presidente de
la República en su carácter de Administrador del Estado.

Pero a menudo sucede que, a pesar de ser la potestad reglamentaria


facultad privativa del Presidente de la República, como norma general, y que por
lo tanto ella se aplica en forma independiente por el Presidente de la República, el
Legislador, adoptando diversos sistemas, le indica u ordena el ejercicio de esta
facultad y con ella la dictación de un Reglamento. Esto da lugar a otra forma de
reglamentos que conviene analizar en cuanto a sus efectos y alcances.
Es el caso de los Reglamentos que son dictados en virtud de una disposición
imperativa de la ley, en que el legislador, junto con ordenar o prescribir su
dictación, implícitamente permite que el Ejecutivo dé normas propias de ley.
Es el caso , por ejemplo, del artículo 695 del Código Civil que, al referirse al
Conservador de Bienes Raíces, dice: “un Reglamento especial determinará en lo
demás los deberes y funciones del Conservador, y la forma y solemnidad de las
inscripciones“. En virtud de esta disposición se dictó el Reglamento del Registro
Conservatorio de Bienes Raíces, de 24 de junio de 1857, que contiene múltiples
materias propias de ley, complementarias de las disposiciones pertinentes del
Código Civil.
Estimamos que esta clase de reglamentos son absolutamente
complementarios de la ley y deben entenderse incorporados a ella desde su
vigencia. Obviamente que en tales casos sólo admiten modificaciones en virtud de
una ley. Lo que ha ocurrido en estos casos es que el legislador ha constreñido al
Ejecutivo para que utilice la potestad reglamentaria complementando en esta
forma la ley en beneficio general. Esta clase de reglamentos han sido
denominados por la doctrina como (3)“reglamentos de ejecución delegados”,
puesto que emanan de una habilitación legal expresamente conferida a diferencia
de los denominados (4)“reglamentos de ejecución no delegados “, que se dictan
por la autoridad de la Administración del Estado sin que la ley disponga
expresamente su dictación y tienen por mera finalidad hacer ejecutar la ley.

65
III.- Reglamentos Estatales, Municipales o Locales de Entes u
Órganos Autónomos
Esta clasificación atiende a si el reglamento a emanado del Presidente de la
República (Administración Central) y por tanto su eficacia y fuerza obligatoria
alcanza a todo el territorio nacional o bien si este ha emanado de las
Municipalidades (Administración Comunal o Local) que sólo tienen eficacia en la
comuna que administra la Municipalidad que las expide o del algún otro órgano
autónomo de la Administración del Estado, como los Servicios Públicos
Autónomos o Descentralizados y los Gobiernos Regionales.

INTERPRETACIÓN DE LOS REGLAMENTOS


Su interpretación corresponde a los tribunales de justicia cuando se trata de
su aplicación en juicio a o en un caso concreto (interpretación judicial) y a la
Contraloría General de la República dentro de la Administración (interpretación
administrativa) y a la misma autoridad u órgano administrativo que lo dictó
(interpretación auténtica).
CONTROL DE LOS REGLAMENTOS
Debemos señalar, también, que el Derecho Administrativo chileno ha
establecido un control preventivo sobre la constitucionalidad y legalidad de los
Reglamentos dictados por el Presidente de la República (Decretos Supremos
Reglamentarios), los Gobiernos Regionales ( acuerdo reglamentario) y los
Servicios Públicos Autónomos ( resolución reglamentaria ). En efecto, está
entregado, dicho control, a un organismo constitucional autónomo denominado
Contraloría General de la República, una de cuyas misiones fundamentales es
pronunciarse sobre la constitucionalidad y legalidad de estos actos del Poder
Ejecutivo (reglamentos) a través del mecanismo de la “toma de razón” del acto
reglamentario.
Lo anterior para evitar el ejercicio abusivo de esta potestad reglamentaria y
velar porque ella sea ejercida con estricta sujeción a la Constitución y a la ley,
conforme al art. 6 y 7 de la CPE.
A este control, se suma el que puede realizar el Tribunal Constitucional
por la vía de, conforme al artículo 93 Nº 16 de la Constitución Política, resolver

66
sobre la constitucionalidad de los decretos supremos incluyendo aquellos que
fueren dictados en ejercicio de la potestad reglamentaria autónoma del Presidente
de la República.
También lo pueden realizar los Tribunales de Justicia cuando se persiga
ante ellos anular un Reglamento mediante el ejercicio de la acción de nulidad de
derecho público o bien conozcan de un juicio en que se pretenda la aplicación de
un determinado Reglamento y se oponga como excepción, que el Tribunal deba
fallar, la inconstitucionalidad o ilegalidad del mismo.
VALOR DEL REGLAMENTO
Es forzoso constatar que el Reglamento es fuente positiva interna del
Derecho Administrativo, de carácter secundario, con relación al valor que, en tal
sentido, ostenta la ley, puesto que el reglamento debe subordinarse y ceñirse a
ella. Esta sujeción a la ley del Reglamento podría sugerir que el Reglamento no
crea derecho toda vez que este habría sido ya establecido por la ley.
Sin embargo esta premisa no es del todo exacta, ni siquiera cuando el
reglamento se dicta dentro del ámbito de las facultades regladas –en oposición a
las discrecionales- dado que no puede discutirse que la facultad de reglamentar
una ley implica un necesario complemento de aquella, de forma que Ley y
Reglamento conforman un solo todo armónico que en conjunto constituyen
Derecho. Lo anterior demuestra el valor innegable del Reglamento como fuente
positiva del DA; valor que, a nuestro juicio, es mayor cuando el Presidente de la
República actúa en el ejercicio de su potestad discrecional ( reglamento autónomo
pues aquí el Derecho, la norma jurídica, se crea pura y simplemente por el
Reglamento).
Su importancia radica, en definitiva, en el rol de complemento de la ley
administrativa y en permitir el desarrollo normal y expedito de las instituciones
de la Administración Pública, vale decir, en el amplísimo campo de acción o de
materias que pueden abordarse a través de él.

EFECTOS DEL REGLAMENTO


El reglamento contiene y crea normas jurídicas, por lo que es de efectos
obligatorios, permanentes y generales,, tanto para quién lo emite o dicta – la

67
Administración del Estado – cuanto para sus destinatarios sean éstos
funcionarios o ciudadanos o administrados (particulares). El reglamento se
integra al ordenamiento jurídico, formando parte de él, al igual que la ley, en
calidad de norma secundaria, cuando la materia regulada por él, también lo ha
sido en o por la ley ( reglamento de ejecución) o en calidad de norma primaria,
cuando se trata de aquellas materias que sólo pueden ser abordadas por el
reglamento, pues la ley tiene prohibición de hacerlo, pues escapan a su ámbito de
regulación establecido por la Constitución ( reglamento autónomo ).
Este carácter obligatorio que el reglamento tiene para la administración del
Estado se resguarda a través del efecto llamado de “inderogabilidad singular
del reglamento”. Vale decir, que una vez dictado y vigente, el reglamento no
puede ser dejado sin efecto por la Administración del Estado a través de un acto
suyo singular sino únicamente por otro acto normativo general o Reglamento y
no por un acto distinto de la Administración ( un simple decreto supremo o
resolución).
LÍMITES DEL REGLAMENTO
El reglamento, como fuente del derecho administrativo, reconoce límites
formales y límites materiales, sustanciales o de fondo.
Los límites formales son la competencia o potestad reglamentaria, la
necesidad de un procedimiento administrativo y su jerarquía normativa. Esto
quiere decir que para la existencia válida, en la forma, de un reglamento es
menester la existencia de un órgano de la Administración dotado de potestad
reglamentaria por la Constitución o la ley; que tal órgano, en el ejercicio de dicha
competencia, se sujete al procedimiento previsto por la ley para la elaboración de
un reglamento y que se respete los preceptos normativos de rango superior ( ley y
Constitución).
Los límites sustanciales o de fondo están constituido principalmente por la
materia, lo que se traduce en lo siguiente:
(i) el reglamento no puede entrar en materias reservadas a la ley o propias
del dominio legal.

68
(ii) el reglamento no puede entrar en materias que no están reservadas a la
ley, pero que si lo están por éstas, en la situación prevista en el artículo 5º
transitorio de la Constitución.
(iii) el reglamento no puede innovar en la regulación legal que ejecuta.
MODIFICACIÓN Y REVOCACIÓN DE LOS REGLAMENTOS
Hay que distinguir para estos efectos entre las distintas clases de
reglamentos:
Aquellos que se dictan en virtud de una disposición expresa de una ley
(reglamento de ejecución delegado), que, según vimos, se entienden incorporados
a ella y tienen fuerza de ley, no pueden ser modificados en uso simplemente de la
potestad reglamentaria; necesitan por el contrario de una ley para ser
modificados.
Aquellos, en cambio, que son dictados en virtud de las facultades privativas
del Presidente de la República ( reglamentos autónomos) pueden ser modificados
por éste. Pero la jurisprudencia administrativa, sentada por la Contraloría
General de la República, ha establecido una lógica cortapisa a esta facultad
presidencial, resolviendo que un decreto reglamentario dictado para reglar
situaciones generales no puede ser modificado por un simple decreto para
resolver un caso particular. En otros términos el reglamento dictado en ejercicio
de la potestad reglamentaria, sólo puede ser modificado por otro reglamento, pero
no puede serlo por un simple decreto. A esta característica o efecto se le
denomina “ inderogabilidad singular del reglamento.”
De otro lado, hay que dejar en claro que un reglamento puede ser modificado
por una ley, aun cuando sea de aquellos dictados en virtud de la facultad
exclusiva del Presidente de la República. Ello, no obstante la separación de
poderes existentes, ocurre en atención al valor superior de la ley como fuente
positiva del Derecho Administrativo. Esta afirmación ha sido, sin embargo,
discutida, por estimarse que, de ser aceptada, el Legislativo invadiría atribuciones
propias de otro poder.
El Reglamento Autónomo, en cambio, esto es, el que ha sido dictado en
virtud de la potestad reglamentaria, puede ser revocado por el Presidente de la
República, o reemplazado por otro. Naturalmente que esta revocación o este

69
reemplazo sólo pueden operar para el futuro porque en otra forma irían en contra
del principio fundamental de la irretroactividad del acto administrativo realizado
al amparo de las disposiciones reglamentarias vigentes.
Valor del Reglamento como fuente del Derecho Administrativo:
Es forzoso constatar que el Reglamento es fuente positiva interna del
Derecho Administrativo, de carácter secundario, con relación al valor que, en tal
sentido, ostenta la ley, puesto que el reglamento debe subordinarse y ceñirse a
ella. Esta sujeción a la ley del Reglamento podría sugerir que el Reglamento no
crea derecho toda vez que este habría sido ya establecido por la ley.
Sin embargo, esta premisa no es del todo exacta, ni siquiera cuando el
reglamento se dicta dentro del ámbito de las facultades regladas ( reglamento de
ejecución) –en oposición a las discrecionales (reglamento autónomo)- dado que
no puede discutirse que la atribución o competencia de reglamentar una ley
implica un necesario complemento de aquella, de forma que Ley y Reglamento
conforman un solo todo armónico que en conjunto constituyen Derecho. Lo
anterior demuestra el valor innegable del Reglamento como fuente positiva del
DA; valor que, a nuestro juicio, es mayor cuando el Presidente de la República
actúa en el ejercicio de su potestad discrecional ( reglamento autónomo pues aquí
el Derecho, la norma jurídica, se crea pura y simplemente por el Reglamento.
Su importancia radica, en definitiva, en el rol de complemento de la ley
administrativa y en permitir el desarrollo normal y expedito de las instituciones
de la Administración Pública, vale decir, en el amplísimo campo de acción o de
materias que pueden abordarse a través de él.

70
POTESTAD REGLAMENTARIA MUNICIPAL Y REGIONAL:
REGLAMENTOS COMUNALES Y REGIONALES
Dijimos que la potestad reglamentaria corresponde al Presidente de la
República en su carácter de supremo Administrador del Estado. Sin embargo,
existen también dentro de nuestro régimen positivo otras personas jurídicas
estatales de derecho público, de inferior jerarquía, integrantes de la
Administración del Estado en calidad de órganos de ella, dotadas de esta
potestad, atribución o competencia. Es el caso de las Municipalidades y de los
Gobiernos Regionales.
La potestad reglamentaria municipal no emana de la Constitución, pues los
artículos 118 y siguientes de la Carta Fundamental, no señalan las atribuciones
específicas de los Municipios, sino que se remite a una Ley Orgánica
Constitucional (LOC), cual es la LOC de Municipalidades N° 18.695. Esta
potestad, a diferencia de la potestad reglamentaria del Presidente, es restringida,
pues la Constitución y la ley precisan detalladamente las materias en que ésta
recae, lo que significa que se produce sólo en el orden de las actividades regladas,
o sea, con el carácter de ejecutora de la ley. No existen Reglamentos Municipales
autónomos.
Por último, respecto de la potestad reglamentaria municipal no existe el
control de constitucionalidad y legalidad preventivo de la Contraloría General de
la República a través del trámite o actuación de toma de razón, lo que si ocurre
respecto de la potestad reglamentaria municipal. En efecto, así lo dispone
expresamente el artículo 53 de la Ley 18.695, orgánica de municipalidades, al
eximir del trámite de toma de razón a las resoluciones que dicten las
municipalidades, estableciendo en su reemplazo un control subsidiario
denominado “registro“, pero sólo cuando dichos actos afecten a funcionarios
municipales.
Los Reglamentos Municipales sólo obligan en la comuna o agrupación de
comunas cuya administración corresponde a la Municipalidad que los ha dictado,
a diferencia del Reglamento Presidencial que tienen alcance o efecto obligatorio
nacional.

71
La potestad reglamentaria regional, entendiendo por tal aquella que
corresponde a los Gobiernos Regionales, órganos de administración superior de la
región, no emana de la Constitución, pues los artículos 111 y siguientes de la
Carta Fundamental, no señalan las atribuciones específicas de los Gobiernos
Regionales, sino que se remite a una Ley Orgánica Constitucional (LOC), cual es
la LOC sobre Gobierno y Administración Regional N° 19.175. Esta potestad, a
diferencia de la potestad reglamentaria del Presidente, es restringida, pues la ley
mencionada, en su artículo 16 letra d), precisa detalladamente las materias en
que ésta recae, que corresponde a las internas y propias del Gobierno Regional,
lo que significa que se produce sólo en el orden de las actividades regladas, o sea,
con el carácter de ejecutora de la ley. No existen, por lo tanto, Reglamentos
Regionales autónomos.
Los Reglamentos Regionales o de los Gobiernos Regionales sólo obligan en la
región cuya administración superior corresponde al Gobierno Regional que los ha
dictado, a diferencia del Reglamento Presidencial que tienen alcance o efecto
obligatorio nacional y el municipal que lo tiene sólo comunal.
Los Reglamentos Regionales o de los Gobiernos Regionales están sujetos a
control en su legalidad y constitucionalidad por la Contraloría General de la
República a través del trámite obligatorio de toma de razón del acto
reglamentario.

Potestad Reglamentaria de los Servicios, Entes u Órganos Autónomos:


Por entes autónomos hemos de entender, en el Derecho Administrativo
chileno, a las Entidades, Servicios Públicos u Órganos de la Administración del
Estado (ej: Servicios Públicos Descentralizados como los Servicios de Salud y
los Servicios de Vivienda, entre otros) que forman parte de la Administración del
Estado, a quienes el legislador ha dotado de independencia, mayor o menor, con
respecto al Presidente de la República para realizar su función administrativa.
El ente u órgano autónomo ha sido investido por el legislador de la
competencia para dictar normas de carácter reglamentario y que serán, por
tanto, de general aplicación, por lo que debemos reconocer la existencia de una
“potestad reglamentaria del ente autónomo” y de unos “reglamentos de los

72
órganos autónomos de la Administración del Estado” como la materialización de
aquella potestad.
En cuanto a su naturaleza jurídica ella no es de origen constitucional, pues
la carta fundamental solo confiere potestad reglamentaria al Presidente de la
República..
Emana, por lo tanto, directamente de la ley y para nosotros no constituye
una potestad originaria sino una delegación de aquella potestad reglamentaria
que corresponde al Jefe del Estado.
Con esta potestad reglamentaria se persigue una más correcta y expedita
administración. Por último debe tenerse presente que las autoridades inferiores
dentro del régimen de administración centralizada están premunidas también de
esta potestad como un mecanismo para proporcionar una administración más
rápida y eficaz, siendo la naturaleza jurídica de esta atribución, la ya señalada, la
potestad del Jefe del Estado, que la ley ha delegados en sus subordinados
respecto de ciertas materias. De allí que el ejercicio de esta facultad deba cumplir
con los mismos requisitos de control y tramitación que se exigen para los actos
reglamentarios del Presidente de la República.
PARALELO ENTRE LEY Y REGLAMENTO
La ley y el reglamento enfrentan coincidencias y diferencias que deben ser
conocidas y comprendidas a cabalidad, pues constituyen las normas jurídicas
escritas, obligatorias, generales y permanentes que integran nuestro
ordenamiento jurídico, aportando la mayor densidad normativa.
Las diferencias más notables entre ambas son:
 Órgano del que emana: Congreso Nacional – Administración del Estado
 Competencia o potestad que lo origina: Legislativa – Administrativa
Reglamentaria
 Materias sobre las que recae: sólo de Ley – de Ley y todas las demás.
 Función y Posición en el Ordenamiento Jurídico: Servir de norma
jurídica primaria sobre las materias reservadas a ella – Servir de norma
secundaria o de complemento en aquellas de dominio legal o de norma
jurídica primera o primaria en materias que no son de dominio legal.

73
 Forma en la que nacen a la vida jurídica: Iniciativa – Discusión –
Aprobación –Promulgación y Publicación v/s Iniciativa, Dictación,
Control, Publicación.
 Control o Fiscalización: Judicial v/s Judicial y Administrativo

Así es posible establecer un paralelo entre ambas en el cual las semejanzas


están dadas por el carácter obligatorio, permanente, abstracto y general de
ambas y sus diferencias por el órgano del que emanan, materias que abordan (
reserva legal), la función de cada uno, su posición en el ordenamiento jurídico
(preeminencia de la ley y subordinación del reglamento), el control o fiscalización
al que están sujetos y la forma en que nacen a la vida jurídica ( procedimiento
legislativo versus procedimiento administrativo).

EL DECRETO o RESOLUCIÓN COMO FUENTE POSITIVA DEL DERECHO


ADMINISTRATIVO
En términos generales entendemos por “Decreto” la resolución dictada por
cualquier autoridad administrativa sobre los asuntos o negocios de su competencia.
Cuando esta resolución es dictada por el Presidente de la República toma el
nombre de Decreto Supremo, que según sea su mayor o menor generalidad, se
denomina Decreto Supremo Reglamentario o Decreto Supremo Simple.
Cuando lo dictan los Jefes de Servicio u otras altas autoridades de la
Administración del Estado, distintas del Presidente de la República, estos
decretos se denominan, en nuestro derecho positivo, “Resolución”.
Así lo dispone, por lo demás, el artículo 3° incisos 3, 4 y 5 de la Ley 19.880
( DO de 29.05.03) cuando señala que:
“...los actos administrativos tomarán la forma de decretos supremos y
resoluciones. El decreto supremo es la orden escrita que dicta el Presidente
de la República o un Ministro ‘Por orden del Presidente de la República’
sobre asuntos propios de su competencia. Las resoluciones son los actos de
análoga naturaleza que dictan las autoridades administrativas dotadas
de poder de decisión…”

74
Los decretos son actos jurídicos porque en virtud de ellos las autoridades
que están facultadas en virtud de una competencia para dictarlos manifiestan su
voluntad en orden a producir un efecto jurídico determinado. Serán
administrativos en la medida que se dicten en ejercicio de potestades
administrativas y se regulen por normas de Derecho Público Administrativo.
La facultad de dictar decretos ha sido entregada, por la Constitución
vigente, principalmente al Presidente de la República, en cuyo caso el ejercicio de
dicha atribución se concreta o materializa en un Decreto Supremo.
En cambio, la ley entrega generalmente a los jefes de Servicios Públicos y
restantes órganos de la Administración del Estado ( Fuerzas Armadas,
Contraloría General de la República, etc. ) la atribución de dictar Resoluciones
sobre las materias de su competencia o que digan relación con el personal de sus
respectivos servicios.

En cuanto a la importancia del Decreto o Resolución, no puede discutirse su


relevancia como fuente del Derecho Administrativo, particularmente tratándose
del Decreto Supremo y rigiendo, entre nosotros, un Régimen Presidencial de
Gobierno, en el que, por lo mismo, las mayores atribuciones radican en el
Presidente de la República y estas se expresan, materializan y concretan
precisamente mediante Decretos Supremos.
CONCEPTO DE DECRETO SUPREMO
El Decreto Supremo, mirado desde ésta óptica, son los actos generados
por el Presidente de la República encaminados a obtener la ejecución de las
leyes y a realizar las función privativa de administrar el Estado bajo la forma
de órdenes escritas sobre asuntos de su competencia. Serán, por lo tanto,
objeto de decreto supremo el nombramiento de ministros, intendentes,
gobernadores, comandantes de las fuerzas armadas, jueces, los indultos, los
estados de excepción constitucional, conceder jubilaciones y pensiones, etc.
Fuentes Constitucionales y Legales del Decreto Supremo
Los fundamentos constitucionales expresos del Decreto Supremo se
encuentran en los arts. 32 N° 6 y 32 N° 20 y art. 100 de la CPE de 1980, como

75
atribuciones especiales del Presidente de la República. La fuente implícita esta
dada por el art. 24 de la CPE.
Los fundamentos legales generales del Decreto Supremo se encuentran en el
artículo 3° de la Ley N° 19.880 y Ley 7.912 de 1927.
REQUISITOS DEL DECRETO SUPREMO
El decreto supremo debe reunir requisitos de fondo y requisitos de forma.
Los requisitos de fondo que debe cumplir todo decreto dicen relación con la
circunstancia de que el Presidente de la República obre dentro de sus
atribuciones o competencia y con apego a la Constitución y a la ley. En efecto,
siendo el decreto uno de los medios de que se vale el Pdte. de la República para
proveer a la correcta ejecución de las leyes, o a la Administración del Estado, es
indudable que su contenido debe ajustarse a las disposiciones generales de la
Constitución Política o a las especiales de la ley.
Tanto uno como otro requisito deben ser analizados por la Contraloría al
pronunciarse sobre la constitucionalidad y legalidad de los decretos que se le
remitan para su toma de razón y la omisión de tales requisitos obligará a la
representación o rechazo de tales decretos, por inconstitucionales o ilegales, por
parte de dicho organismo.
En cuanto a la forma, los decretos supremos deben reunir también
determinados requisitos. En efecto, el decreto debe ser:
Uno) un mandato u orden escrita. Es decir, las meras órdenes verbales
impartidas por el Presidente de la República o por sus Ministros, por orden del
Presidente de la República, no tienen el valor jurídico de decreto ni en cuanto a
su fondo ni en cuanto a su forma.
Dos) El D.S. debe ser firmado por el Presidente de la República y por el
Ministro de la cartera respectiva o sólo por éste último actuando por orden
del Presidente de la República. Al efecto, debe estimarse como requisito de
forma esencial del D.S. la firma del Ministro correspondiente, atendidos los
términos del art. 35 de la CPE, que estatuye que: “Los reglamentos y decretos del
Presidente de la República deberán firmarse por el Ministro respectivo y no serán
obedecidos sin este esencial requisito”. La firma del Ministro de Estado
correspondiente es, pues, un requisito de forma esencial del Decreto Supremo

76
cuya omisión está explícitamente sancionada por la Constitución con el no
cumplimiento u obedecimiento de dicho decreto.

Hemos dicho que el DS debe ser firmado por el Presidente de la República.


Esta es la regla general. Hay, sin embargo, decretos que pueden ser firmados
sólo por el Ministro de Estado correspondiente, con la indicación “Por Orden del
Presidente de la República”, o aún, en ciertos casos, por los Subsecretarios. Así
lo ha establecido el Legislador respecto de ciertas y determinadas materias que
ha cuidado de especificar en forma detallada (Ley N° 16.436), persiguiendo con
esta especie de delegación para la firma, simplemente hacer más expedita la
marcha de la Administración y descongestionar las actividades administrativas
del Presidente de la República. Esta facultad de los Ministros de Estado de firmar
“Por Orden del Presidente de la República“ es típica del régimen presidencial de
gobierno, en que el Presidente nombra a su voluntad a los Ministros de Estado,
que son funcionarios de su exclusiva confianza, como lo dicen los arts. 32 N° 7 y
33 inciso 1° de la CPE. A esta delegación de firma se refiere expresamente el
inciso final del art. 41 de la Ley 18.575 orgánica constitucional de Bases
Generales de la Administración del Estado.
Existe otra clase de Decretos que no solo debe ser firmado por el Presidente
de la República y un Ministro de Estado, cómo es la regla general, sino que
requieren la firma de varios Ministros, sea por la naturaleza de las materias sobre
que recaen, la mayor solemnidad que pueda derivarse de su dictación o la
necesidad de hacer responsable de ellos a todo el Gabinete Ministerial. Entre los
primeros, tenemos por ejemplo los decretos que aprueban anualmente el
presupuesto y planta de las Instituciones de Administración Autónoma que
requieren, además de la firma del Ministro correspondiente, la del Ministro de
Hacienda.
El artículo 32 N° 20 de la CPE exige la firma de todos los Ministros de
Estado para que el Presidente de la República pueda decretar pagos no
autorizados por la ley, en la forma y condiciones taxativas que dicho texto señala.
En este caso la firma de todos los Ministros ha sido exigida por el Constituyente

77
como solemnidad y en atención a la responsabilidad derivada de esta clase de
actos.
Finalmente se exige la firma de todos los Ministros de Estado respecto de
los Decretos de Insistencia, es decir, aquellos que expide el Presidente de la
República ordenando cursar un Decreto que ha sido representado por la
Contraloría General de la República, por estimarlo ilegal (art. 42 Ley N° 10.336,
orgánica de la CGR y art. 99 inc. 1° y 3° CPE).
En este caso la firma de los Ministros se exige precisamente para perseguir
la responsabilidad que pudiere corresponderles, pues copia del decreto y de todos
los antecedentes deberán enviarse al Congreso Nacional por la CGR.
Como tercer requisito de forma el decreto, además, debe ser:
Tres) numerado por orden correlativo en cada Ministerio, fechado,
imputado correctamente, y no debe contener alteraciones o enmiendas.
A falta de cualquiera de estos requisitos debe producirse necesariamente el
rechazo del decreto, por la Contraloría General de la República (CGR), por
omisión de los requisitos de forma. La Contraloría ha establecido, a partir de las
exigencias de forma que la ley impone a los Decretos, que el decreto supremo es
y debe ser, desde el punto de vista de su materialidad, un instrumento público y
como tal su texto no puede presentar alteraciones, raspaduras, o enmiendas a
menos que éstas sean salvadas con la firma del competente funcionario.
ESTRUCTURA FORMAL DE LOS DECRETOS SUPREMOS
Todo decreto supremo consta por escrito y generalmente de una parte
considerativa: en que se exponen los fundamentos y motivos de su dictación y
las disposiciones constitucionales y legales en que se basa o que habilitan para
su emisión, y una parte dispositiva: que es la que contiene la orden o mandato
administrativo presidencial que ha de ejecutarse.
Estas estructura del decreto supremo- considerativa y dispositiva- obedecen
simplemente a prácticas consuetudinarias, no han sido consagradas por ninguna
ley positiva de manera general.
El decreto supremo debe llevar la firma del Ministro respectivo, y del Presidente
de la República, o sólo la del Ministro cuando actúa por sí y también por orden
del Presidente de la República.

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El decreto supremo lleva una serie de palabras que son significativas de otros
tantos requisitos o trámites que el decreto debe cumplir en su tramitación para
poder nacer a la vida jurídica o existir válida y eficazmente.
Se trata de las siguientes expresiones, que la jurisprudencia administrativa ha
denominado " imperativos del decreto supremo"; a saber: “Anótese, tómese
razón, refréndese, regístrese, comuníquese y publíquese”.
Veamos en qué consiste cada una de ellas.
Anotación: es un requisito previo que se realiza en el Ministerio de origen y
que consiste en darle individualidad al decreto mediante la fijación de número y
fecha. Este requisito es indispensable e imprescindible. La fecha y el número del
decreto tienen importancia porque permiten, como hemos visto, individualizarlo. (
así: Decreto Supremo N° 341 de 12 de agosto de 2013 del Ministerio de Salud )
Toma de razón: Sin lugar a dudas, es éste el requisito de mayor interés
que el Decreto Supremo debe cumplir durante su tramitación, puesto que
consiste nada menos que en el pronunciamiento que debe hacerse sobre su
constitucionalidad y legalidad. Este pronunciamiento corresponde al Contralor
General de la República, de acuerdo con el art. 10 de la Ley Orgánica
Constitucional de la Contraloría General de la República (N° 10.336), pero pueden
hacerlo también el Subcontralor, los jefes y subjefes de División y los Contralores
Regionales, todos ellos por orden del Contralor, respecto de determinadas
materias que el Contralor haya señalado por resolución.
Para realizar este estudio, la Contraloría dispone generalmente del plazo de
15 días, según lo dispone el art. 10 de la ley N° 10.336. Este plazo puede
prorrogarse por hasta 15 días, hasta alcanzar los 30.
Art. 10 Ley 10.336: “ El Contralor General tomará razón de los decretos
supremos y de las resoluciones de los Jefes de Servicios, que deban tramitarse por
la Contraloría, representará la inconstitucionalidad o ilegalidad de que puedan
adolecer, dentro del plazo de quince días contados desde la fecha de su recepción,
que el Contralor podrá prorrogar hasta por otros quince días, si existiesen motivos
graves y calificados, mediante resolución fundada. No obstante, deberá darles
curso cuando, a pesar de su representación, el Presidente de la República insista
con la firma de todos sus Ministros ..”

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La toma de razón consiste, pues, en el análisis de la legalidad y
constitucionalidad de los decretos supremos ( y también de las resoluciones) que
hace la Contraloría General de la República. Importa, una vez superado, una
verdadera presunción de legalidad del decreto supremo y se materializa en la
firma que el Contralor y Subcontralor o demás jefes mencionados “por orden” de
aquél, colocan en el decreto mismo, junto a un timbre que dice: “Tomado de
Razón”, más el título del funcionario firmante y la fecha.
Con ocasión de este estudio de legalidad de la Contraloría puede ocurrir lo
siguiente:
a) que se detecte algún error o vacío que no incida en la legalidad o
constitucionalidad del decreto supremo, pero que si deba repararse. En estos
casos el Contralor no representa el decreto sino que simplemente lo observa,
cursando el decreto con alcance, a fin de que el error o vacío que existía sea
solucionado (por ejemplo, tratándose de decretos de movimiento de personal, se
detecta un error en el apellido de uno de los empleados o se cita mal el ítem del
presupuesto a que debe cargarse el gasto, etc.). En estos casos, la Contraloría
debe observar el decreto, como única manera de guardar el orden necesario que
debe existir en toda correcta administración;
b) puede que se detecten vicios de fondo que importen transgresiones a las
disposiciones constitucionales o legales vigentes. En tal caso “representa el
decreto”, es decir, prepara un oficio en que fundamenta los motivos o causales
porque a su juicio el decreto adolece de ilegalidad o inconstitucionalidad y lo
devuelve, en consecuencia, al Ministerio respectivo donde se originó. No obstante,
dice el art. 99 inc. 1° de la CPE y el art. 10 de la Ley de Contraloría “deberá
darles curso cuando, a pesar de su representación, el Presidente de la República
insista con la firma de todos sus Ministros“, a lo que añade el inc. 3° del art. 99 de
la Carta que la insistencia no es procedente si la representación del decreto es
por causa de inconstitucionalidad. De aquí nace el Decreto de Insistencia que se
verá, en detalle, más adelante.
Refrendación: Es un trámite que consiste en el control de todos los
decretos supremos y también resoluciones que ordenan gastos imputables a los
ítem de variables del Presupuesto de la Nación o que se cargan a leyes o recursos

80
especiales, es decir, que no han alcanzado a ser incluidos en la Ley de
Presupuesto, y que tiene por objeto comprobar si hay efectivamente fondos
disponibles en los respectivos ítem o leyes. Este trámite de la refrendación es
interno dentro de cada Ministerio o Servicio. Como puede verse, no opera
respecto de la generalidad de los Decretos Supremos sino sólo respecto de los que
ordenan gastos imputables a ítems variables del presupuesto.

Registro: El trámite de registro de los decretos dice relación con la


necesidad de llevar una nómina detallada, por así decirlo, una hoja de vida, tanto
de las personas como de los bienes del Estado. Deben registrarse todos los
decretos y resoluciones que dicen relación con el personal de la Administración
del Estado ( funcionarios y empleados); nombramientos, ascensos, traslados,
permutas, medidas disciplinarias, licencias, feriados, permisos, expiración de
funciones, etc. En una palabra, mediante el registro se lleva una relación
completa de todos los servicios prestados al Estado por un determinado empleado
y es, en virtud de este registro, que después se otorgan las hojas de servicios de
los funcionarios para ajustar determinados beneficios, como por ejemplo, bienios,
jubilaciones, desahucios, etc. Deben registrarse igualmente los decretos que se
refieren, en general, al movimiento de los bienes raíces fiscales. Así, por ejemplo,
deben registrarse los decretos de ventas y arrendamientos de terrenos fiscales,
las concesiones, etc.
Comunicación: Este requisito de la comunicación está establecido en el
artículo 17 del D.F.L. N° 7.912, que dice que uno de los trámites del decreto será
la comunicación a la Tesorería General de la República cuando se trate de
compromisos o egresos para el Estado. A su vez, la Tesorería General debe
ponerlo en conocimiento de la Tesorería Comunal respectiva que debe efectuar el
pago.
Publicación: La expresión “publíquese” significa el mandato imperativo de
publicar el decreto en el Diario Oficial, trámite que, según ya vimos, sólo puede
producirse una vez que el decreto ha quedado totalmente tramitado, bajo el riesgo
de las sanciones que específicamente contempla la ley.

81
¿Qué ocurre con el Decreto Supremo si no cumple con estas exigencias?
Sobre este particular, cabe precisar que a ningún funcionario público le está
permitido anticipar el cumplimiento de un Decreto Supremo que no haya
terminado su tramitación. La ley ha sido extremadamente rígida para condenar
este tipo de actuaciones, incluso con la pérdida de su empleo, según ya hemos
visto (art. 17 de la Ley Orgánica de Ministerios, DFL N° 7.912).
Estos requisitos o exigencias, ya vistos, que debe cumplir el Decreto
Supremo para poder perfeccionarse y producir los efectos jurídicos que le son
propios – denominados imperativos del decreto- también se aplican a las
resoluciones que dictan los órganos y autoridades de la Administración del
Estado, distintos del Presidente de la República, dotados de poder de decisión.
Tramitación o Procedimiento Administrativo para la dictación de los
Decretos Supremos:
Por tramitación del DS entendemos los trámites que integran el
procedimiento legal administrativo al que debe someterse el Presidente de la
República para la dictación valida de un Decreto Supremo (DS). Este
procedimiento administrativo o tramitación está contenido en el art. 17 del
Decreto con Fuerza de Ley N° 7.912, de 30 de noviembre de 1927, Ley Orgánica
de Ministerios, que textualmente dice:

“El trámite de los Decretos Supremos será el siguiente: Firma del


Presidente de la República cuando corresponda, o en su caso, sólo la del
Ministro, numeración y anotación en la Contraloría General y
comunicación a la Tesorería General cuando se trate de compromisos para
el Estado. Ninguna Oficina de Hacienda, Tesorería o Contraloría, etc., dará
cumplimiento a decretos que no hayan pasado por los trámites antes indicados. El
funcionario público que no de cumplimiento a esta disposición, perderá por este
solo hecho su empleo. Para este efecto, los jefes de servicios no serán considerados
como tales”.
Por su parte, el art. 99 de la Constitución Política vigente consulta el
trámite de toma de razón para los Decretos Supremos y resoluciones ( que refiere
genéricamente como actos de la Administración) que en conformidad a la ley,

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deben tramitarse por la Contraloría o su representación por la ilegalidad o
inconstitucionalidad de la que puedan adolecer. Para este último evento, se
consulta – por la Constitución- el trámite de la insistencia presidencial ( a través
del decreto supremo de insistencia).

CARACTERÍSTICAS DEL DECRETO SUPREMO


Entre sus características podemos indicar las siguientes:
Desde el punto de vista de su contenido;
(i) puede referirse tanto a materias de general aplicación como a casos
particulares; ejemplo del primero tenemos un decreto supremo reglamentario o
reglamento presidencial, y del segundo, el decreto de nombramiento de un
empleado público, sea éste ministro de estado, embajador, general de ejército,
director de un servicio público etc. ( decreto supremo simple).
Desde el punto de vista de su duración;
(ii) el decreto puede ser de efectos permanentes o transitorios, según sea la
materia sobre que recaiga.
(iii) el decreto supremo tiene fuerza obligatoria en la forma ya analizada;
(iv) debe ser oportuno, es decir, debe dictarse de manera que con él se
provea a la consecución de la finalidad que se persigue con su expedición.

CAMPO DE ACCIÓN DEL DECRETO SUPREMO


El dominio del DS es más restringido que el de la ley, pues el DS debe
ajustarse a esta y a la Constitución, respetando el dominio legal. Sin perjuicio de
esto, el decreto supremo puede recaer sobre todas las materias, generales o
especiales, comprendidas en la competencia del Presiente de la República,
pudiendo recaer, entonces, en el amplio campo de la actividad discrecional y
actuando en el silencio o a falta de ley ( decreto supremo reglamentario
autónomo), pero respetando siempre las normas genéricas de la CPE, en calidad
de norma fundamental y superior.
CLASIFICACIÓN DE LOS DECRETOS SUPREMOS

83
En doctrina los decretos supremos admiten la siguiente clasificación:
1.-. Decretos Supremos Políticos y Decretos Supremos Administrativos.
Los primeros son aquellos que dicen relación con el gobierno del Estado, como
por ejemplo aquellos que tienen por objeto llamar a elecciones, los que atañen a
las relaciones con otros países, los de nombramiento de Ministros de Estado, etc.
Decretos Administrativos, en cambio, serían aquellos que, emanando de la
misma autoridad presidencial que los anteriores, persiguen la finalidad de
desarrollar la actividad o función administrativa de manera de obtener una
correcta y expedita administración del Estado. Tienen, por ejemplo, este carácter
los que aprueban un contrato de obra pública u otorgan una concesión de obra
pública o de un bien nacional de uso público; aquellos que se relacionan en
general con el movimiento de los empleados de la Administración del Estado,
ascensos, nombramientos; los que autorizan un gasto, ordenan una adquisición,
etc.
2.-. Decretos Supremos Simples y Decretos Supremos Reglamentarios.
Los primeros persiguen o suponen decisiones presidenciales sobre un asunto
particular, haciendo cumplir o aplicando las leyes ( nombramiento de un ministro
de Estado o de un jefe de Servicio ); en tanto que, los segundos, dan normas
jurídicas de general y permanente aplicación, ya sea para el cumplimiento de una
ley o para la buena marcha de un Servicio Público.
3.-. Decretos Supremos Controlados y Decretos Supremos Exentos o No
Controlados. La distinción se formula atendiendo a si los actos o decisiones
presidenciales que se materializan en un decreto supremo, están o no sometidos
a control preventivo de constitucionalidad y legalidad por la Contraloría General
de la República, por medio del trámite de toma de razón. Si estimamos el control
de la administración como una “base orgánica de la Administración del Estado”
habremos de concluir en principio, que todos los decretos deben ser controlados y
que, por lo tanto, no tendría razón de ser este criterio de clasificación. Pero, como
veremos en su oportunidad, existe una multiplicidad de actos administrativos –
decretos supremos y resoluciones - que están exentos del trámite de toma de
razón y con ello, del control jurídico que a través de dicho mecanismo efectúa la
Contraloría General de la República.

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4.-. Decretos Supremos Promulgatorios de Leyes: son aquellos que dicta
el Jefe de Estado para sancionar una ley que ha sido aprobada por el Congreso
Nacional. Los decretos promulgatorios de las leyes deben cumplir los requisitos
generales de todo Decreto Supremo, entre otros, ser revisados y controlados por
la Contraloría General de la República, a través del trámite de toma de razón,
para determinar su conformidad a la Constitución y la ley.

Control de la Legalidad y Constitucionalidad de los Decretos Supremos:


Conforme a lo dispuesto en los arts. 98 y 99 de la CPE y art. 1° de la Ley
N° 10.336, corresponde a la Contraloría General de la República, órgano de
rango constitucional y autónomo, el control preventivo de la constitucionalidad y
legalidad de los Decretos Supremos a través del trámite de toma de razón. Este
constituye su mecanismo de control jurídico principal. El mecanismo subsidiario
de control está dado a través del ejercicio de las facultades fiscalizadoras de los
actos del Gobierno que el artículo 52 N° 1 de la CPE reconoce y atribuye a la
Cámara de Diputados. En el ejercicio de esta facultad dicha cámara puede
recabar del Ejecutivo la derogación de un determinado Decreto Supremo que sea
estimado ilegal o aún perjudicial para los intereses generales del Estado, y aún
podría derogar un decreto mediante una iniciativa de carácter legal, sin perjuicio
naturalmente en este último caso, de que el Presidente de la República utilice su
derecho a veto en la forma y términos que la CP establece.
Vigencia de los Decretos Supremos:
Tratándose los decretos supremos rigen a su respecto las normas generales
que para todos los actos administrativos se contienen en la ley 19.880 (D.O. de
29.05.03), que será objeto de un estudio en particular más adelante tratándose
de la actividad jurídica de la Administración, al abordar la teoría general del acto
administrativo y que, en términos muy simples, dispone que los decretos
supremos para entrar en vigencia han de publicarse ( en el Diario Oficial ) o
notificarse ( por carta certificada o personalmente ), en la forma prevista por la
ley.
Ocurrido lo uno o lo otro - su publicación o notificación según el tipo de
decreto supremo de que se trate - el decreto supremo producirá sus efectos

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jurídicos obligatorios hacia el futuro y no ha situaciones ocurridas con
anterioridad; por lo tanto, los decretos supremos son irretroactivos, salvo
excepción legal general o especial.
El fin de su vigencia está determinado por el tipo o categoría de Decreto
Supremo de que se trate; así, puede señalarse que derogada una ley, se entiende
implícitamente derogado también y sin necesidad de una declaración especial, el
decreto supremo que la ha reglamentado. A su vez, caducada una ley de efectos
transitorios, caduca automáticamente el decreto supremo que la ha
reglamentado, pero si la disposición de la ley transitoria se renueva
posteriormente, renace igualmente el reglamento, sin que sea necesario
reglamentar de nuevo el precepto legal cuestionado.
Los decretos Supremos también pierden vigencia por su revocación o
invalidación dispuesta por otro Decreto Supremo ( revocatorio o invalidatorio del
anterior)y también por nulidad ( de derecho público) dispuesta por sentencia
firme de Tribunal de Justicia competente.

Revocación y Modificación de los Decretos Supremos:


Conviene tener presente, para estos efectos, que el decreto supremo es una
orden escrita emanada del Presidente de la República, un acto administrativo
como lo señala el art. 3 de la ley 19.880 (D.O. de 29.05.03).
De allí, entonces, que las reglas que atañen a su extinción serán, en
general, las aplicables a los actos administrativos ( revocación, invalidación y
nulidad pública), que estudiaremos en su oportunidad y en detalle al tratar la
teoría general del acto administrativo y particularmente sus modos o causas de
extinción.

Valor y Eficacia del Decreto Supremo


En cuanto al valor jurídico de los decretos supremos y el momento en que
tiene lugar su obligatoriedad (eficacia), ha sido este un aspecto arduamente
debatido y puede ser abordado de diferentes ángulos.
En efecto, cabe distinguir entre su obligatoriedad respecto de los distintos
Servicios y Órganos de la Administración del Estado y sus funcionarios y

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respecto de particulares o terceros ajenos a la Administración ( ciudadanos o
administrados).
En primer término, es evidente que un Decreto Supremo, legalmente
tramitado, tiene pleno valor dentro de la Administración Pública y debe, por lo
tanto, ser cumplido y respetado por los funcionarios públicos. El decreto, así
tramitado, goza de una verdadera presunción de legalidad- luego del control
jurídico efectuado por la CGR a través del trámite de toma de razón -, además de
imperio, obligatoriedad, ejecutividad y exigibilidad frente a sus destinatarios.
Ahora bien, ¿qué valor tiene el Decreto supremo respecto de los
particulares? Sin perjuicio de las discusiones que ha motivado el punto, para
nosotros un Decreto Supremo, legalmente tramitado, es total y absolutamente
obligatorio para los particulares en sus relaciones con la Administración. En
efecto, si los particulares están obligados a prestar cumplimiento a una ley que
ha cumplido con todos sus trámites constitucionales, aun cuando ella sea
inconstitucional en el fondo, mientras tal inconstitucionalidad no sea declarada
expresamente y para cada caso particular, ¿por qué habría de excusarse en el
cumplimiento de un Decreto Supremo legalmente tramitado que constituye
también la resolución de un Poder del Estado, dictado dentro de sus facultades
constitucionales? Con la dictación de la ley 19.880 (DO de 29.05.2003) la
discusión quedó zanjada en razón de lo dispuesto en su art. 3° inciso 8 ( éstos
decretos al igual que todos los actos administrativos gozan de una presunción de
legalidad y son de suyo imperativos y obligatorias para todos ).

ALGUNOS DECRETOS SUPREMOS EN PARTICULAR:

Decreto Supremo de Urgencia:


Es aquel decreto supremo que, por la índole de las materias sobre que
recae, debe cumplirse sin más trámite, es decir, se ejecuta in actum, sin esperar
su total y previa tramitación; para lo cual se publica de inmediato en el Diario
Oficial, cuando tal publicación es legalmente exigible, o se ejecuta al instante, en
los casos en que no tiene lugar esa publicación. Tratándose de este decreto
supremo, toda su tramitación formal queda pospuesta, incluso el

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pronunciamiento sobre su legalidad y constitucionalidad que debe realizar la
Contraloría General de la República, a través del trámite de toma de razón.
En estos casos, la necesidad de dictar medidas o adoptar decisiones
administrativas exigidas por el interés general y que perderían su eficacia si no se
aplicaran de inmediato, hace, entonces, que su tramitación normal ( imperativos
del decreto ) y, sobre todo, el control al que ordinariamente se someten los
decretos supremos, se postergue en beneficio de la ejecutoriedad activa que se
exige para encarar los problemas que con ellos se pretende solucionar.
Esta situación de excepción sólo tiene lugar en los casos y respecto de las
materias expresamente señaladas por el legislador, en el artículo 10 de la Ley N°
10.336 Orgánica de la Contraloría; por ejemplo: decreto supremos con medidas
para evitar o reparar daños originados por terremotos, inundaciones, incendios,
desastres, calamidades públicas u otras emergencias o medidas que perderían
su oportunidad o estarían expuestas a desvirtuarse sino se aplicaren
inmediatamente, siempre que no afecten derechos esenciales de las personas.

El Decreto Supremo de Insistencia:


Es aquel que dicta el Presidente de la República con la firma de todos los
Ministros de Estado, ordenando a la Contraloría General de la República que
tome razón de un anterior Decreto Supremo o de una Resolución de un Jefe de
Servicio, que previamente ha sido representada por dicho organismo, por estimar
que no se ajusta a la Constitución o a la ley ( Arts. 98 y 99 de la CPE y Art. 10
Ley 10.336).
Sólo con la Constitución de 1980 el mecanismo de la insistencia alcanza
reconocimiento y rango constitucional.
Su fundamento doctrinario está en el régimen de gobierno presidencial
establecido en la CPE que entrega el gobierno y la administración del Estado al
Presidente de la República (Art. 24 CPE).

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El Decreto Supremo de Emergencia Económica:
Llamamos decreto constitucional de emergencia económica a aquel
contemplado en la Carta Fundamental y que puede dictar el Presidente de la
República, con la firma de todos los Ministros de Estado, en los casos y
cumpliendo con los requisitos que taxativamente señala el artículo 32 N° 20 de la
CPE, con el objeto de ordenar gastos no autorizados por la ley, para atender
necesidades impostergables derivadas de calamidades públicas, agresión exterior,
conmoción interna, grave daño o peligro para la seguridad nacional o del
agotamiento de los recursos destinados a mantener servicios que no puedan
paralizarse sin serio perjuicio para el país.
Esta norma señala textualmente: “El Presidente de la República, con la firma
de todos los Ministros de Estado, podrá decretar pagos no autorizados por ley,
para atender necesidades impostergables derivadas de calamidades públicas, de
agresión exterior, de conmoción interna, de grave daño o peligro para la seguridad
nacional o del agotamiento de los recursos destinados a mantener servicios que no
puedan paralizarse sin serio perjuicio para el país. El total de los giros que se
hagan con estos objetos no podrá exceder anualmente del dos por ciento (2%) del
monto de los gastos que autorice la Ley de Presupuestos. Se podrá contratar
empleados con cargo a esta misma ley, pero sin que el ítem respectivo pueda ser
incrementado ni disminuido mediante traspasos. Los Ministros de Estado o
funcionarios que autoricen o den curso a gastos que contravengan lo dispuesto en
este número serán responsables solidaria y personalmente de su reintegro, y
culpables del delito de malversación de caudales públicos.”
Este decreto supremo fue dictado, por ejemplo, para paliar el déficit
financiero experimentado por el Sistema de Transporte Público de Santiago (
Transantiago).
Este decreto es especial y excepcional. Es especial, por cuanto el principio
rector y regla general en materia de gastos públicos es el de la “legalidad del
gasto”, esto es, que las autoridades, órganos y entidades que integran la
Administración del Estado sólo pueden disponer y ordenar los gastos que previa y
expresamente les autoriza la ley ( de presupuesto u otras leyes especiales, como

89
por ejemplo, la llamada “ ley del cobre” para los gastos de las Fuerzas Armadas
en materia de defensa).
Este principio se resguarda y fiscaliza por la Contraloría General de la
República; pues, conforme al art. 99 inciso 1º de la Carta Fundamental, este
órgano contralor: “… en ningún caso dará curso a los decretos que excedan el
límite señalado en la Constitución, y remitirá copia íntegra de los antecedentes a la
Cámara de Diputados“.
El origen histórico de este decreto supremo de emergencia económica está
en la Ley de Reforma Constitucional N° 7.727, de 23 de noviembre de 1943, y
su fundamento o razón de ser en el propósito de poder permitir a la
Administración del Estado, encabezada por el Presidente de la República,
enfrentar adecuadamente los “estados de necesidad o situaciones y circunstancias
extraordinarias ” que a menudo suelen presentarse en la vida del país.
Desde un punto de vista más jurídico, terminar con la mala práctica del
pasado de los decretos de insistencia presidenciales que consultaban gastos
públicos no autorizados por la ley.
Requisitos del Decreto Supremo de Emergencia Económica:
El ordenamiento jurídico constitucional ha sido muy estricto con ellos. Sus
requisitos son los siguientes:
a) Existencia real de algunas de las situaciones específicas de
“estado de necesidad” que contempla el artículo 32 N° 20 CPE; que
son: calamidad pública, agresión exterior, conmoción interna,
grave daño o peligro para la seguridad nacional y agotamiento de
recursos destinados a mantener servicios que no pueden
paralizarse sin serio perjuicio para el país;
b) Debe ser emitido y firmado por el Presidente de la República y
todos los Ministros de Estado. Esto último, se exige como un requisito
de forma especial del acto (solemnidad reforzada frente a la exigida para
un decreto supremo común) y para comprometer la responsabilidad de
todos y cada uno de esos funcionarios.
c) Que el gasto público ordenado mediante el decreto no exceda
anualmente, del 2% del monto de los gastos autorizados por la Ley

90
Anual de Presupuestos vigente. Este requisito tiene por objeto fijar un
límite prudente al monto de esta clase de egresos o giros que, por ser
imprevisibles, si bien necesarios, no han podido ser contemplados
anticipadamente por el legislador como es la regla o principio general en
materia de Administración Financiera del Estado. Se debe dejar
señalado, adicionalmente, que esta clase de decretos, por disponer un
gasto no previsto ni autorizado anticipadamente en el presupuesto de la
nación, aprobado por ley, provocan siempre un déficit presupuestario,
pues no hay ítem específico al cual cargar el gasto.
d) El decreto supremo debe ser tomado de razón por la CGR y
publicado en el Diario Oficial. Además, copia de él y sus antecedentes
deben ser enviados a la Cámara de Diputados, En efecto, esta medida o
decisión presidencial de realizar gastos extraordinarios no previstos ni
autorizados previamente por la ley, está obligatoriamente sujeta a
control o fiscalización previa a su entrada en vigencia, por la Contraloría
General de la República, a través del trámite de toma de razón, para el
efectivo y total cumplimiento de los requisitos anteriormente señalados
y para su plena y total conformidad a la Constitución y la ley. Luego de
lo cual, éste organismo de control debe enviar copia íntegra del decreto
supremo y de sus antecedentes a la Cámara de Diputados, por exigirlo
expresamente, así, el art. 99 de la Carta Fundamental. Este último
requisito tiene por finalidad hacer posible que la Cámara, fiscalizadora
de los actos del Gobierno, quede en condiciones de ejercitar sus
atribuciones respecto de este decreto en particular. Luego de la toma de
razón y para su vigente, es necesario que este decreto supremo sea
publicado en el Diario Oficial.

LAS ORDENANZAS.
Se distingue en el régimen positivo chileno de Derecho Público, nítidamente,
entre ordenanzas y reglamentos, por lo que es forzoso concluir que constituyen
fuentes independientes del Derecho Administrativo. Sin embargo, resulta difícil

91
dar un concepto preciso de lo que entendemos, en el Derecho chileno, por
ordenanzas, porque no es fácil, a su vez, precisar si se trata siempre de un acto
legislativo o administrativo.
El sentido natural y obvio del término nos dice que “ordenanza” es el
conjunto de preceptos dictados para el buen gobierno de una ciudad o comunidad,
o para regir la organización militar “.
Este concepto peca de excesiva amplitud pues otras fuentes, de las ya
estudiadas, persiguen o pueden perseguir análogos fines. Pero sí puede decirse
que la ordenanza contiene siempre normas de general aplicación. En esto se
asemeja al reglamento con la salvedad que éste es siempre acto administrativo en
tanto la ordenanza puede o no serlo.
No obstante, respecto de ella podemos hacer una constatación a partir del
derecho positivo vigente y es que la potestad para dictarlas no ha sido atribuida
originariamente en el Derecho chileno al Presidente de la República, puesto que
no figura, en el artículo 32 de la Carta Fundamental, como una de sus
atribuciones.
En cambio, las leyes si la contemplan – a las ordenanzas -como forma de
actuación de los Municipios (art. 10 de la Ley N° 18.695 Orgánica Constitucional
de Municipalidades).
Lo cierto es que es posible hablar de dos clases de ordenanzas: las dictadas
por los órganos centralizados de la Administración del Estado, y las que emanan
de los órganos descentralizados. Las primeras se llaman comúnmente
administrativas y las segundas, municipales.
a) Ordenanzas Administrativas: Como, según ya vimos, el Presidente de la
República no ha sido atribuido originariamente de la potestad de dictar
ordenanzas, debemos concluir que, cuando las dicta, se trata pura y
simplemente del ejercicio de atribuciones delegadas, y en tal virtud constituyen
más bien un resabio de legislaciones anteriores a 1925.
Se dictaron, generalmente, en virtud de delegaciones expresas del Congreso
para organizar un Servicio Público o regular todo un cuerpo de disposiciones
administrativas, ampliándose, además, en el ejercicio de ellas, el poder
reglamentario del Jefe del Estado.

92
De aquí es que, en las ordenanzas dictados en aquella época, se
comprendieran materias propias de ley y de reglamentos.
De las consideraciones anteriores, es procedente deducir que, hoy día, las
ordenanzas son fuentes propiamente inactivas del Derecho Administrativo y se
señalan, como tales y vigentes en la actualidad, a la Ordenanza General de
Aduanas y a la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones. Sin
embargo, las dos normativas mencionados han sido establecidas- en la
actualidad- por Decretos con Fuerza de Ley, es decir, por otra fuente del Derecho
Administrativo, ya estudiada; por lo que se confunde expresamente una fuente
con otra.
Lo anterior refuerza que las ordenanzas administrativas constituyen hoy
una fuente propiamente inactiva del derecho administrativo y más bien un
resabio histórico de nuestro ordenamiento jurídico pasado.
Derogación y Modificación de las Ordenanzas Administrativas:
Como consecuencia de lo anterior debemos sustentar el principio general de
Derecho de que las ordenanzas administrativas sólo pueden derogarse en virtud
de una ley, puesto que en su contexto general obedecen a una explícita
delegación legislativa ( DFL). En lo concerniente a su modificación será
necesario hacer un distingo entre aquellas de sus disposiciones que constituyen
normas legislativas (art. 63 CPE), que sólo podrán alterarse por ley, y aquellas de
carácter simplemente reglamentario, para modificar las cuales bastará tan sólo
con un reglamento.
b) Ordenanzas de los Órganos Descentralizados o Municipales:
Son aquellas que emanan de los Municipios. De allí es que las
denominaremos ordenanzas municipales y su característica es el de haber sido
contempladas por la Ley Orgánica constitucional de Municipalidades, esto es,
sólo a nivel de ley.
La dictación de estas ordenanzas municipales corresponde a los Municipios
y son, por tanto, fuentes activas del Derecho Administrativo Municipal.
Estos organismos se encuentran habilitados, entonces, por su propia ley
orgánica constitucional, para emitir ordenanzas ( Arts. 5 letra d), 12 y 63 letra i)

93
de su Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades N° 18.695), las que se
denominan, por lo tanto, ordenanzas municipales.
Según la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades (artículo 12°), las
ordenanzas son normas generales y obligatorias aplicables a la comunidad
y en ellas podrán establecerse multas para los infractores.
Se trata, por lo tanto, de actos normativos unilaterales, generales y
obligatorios de las Municipalidades o Administración Municipal del
Estado.
Ellas se dictan para abordar materias relativas al aseo y ornato, tránsito,
construcciones y otras de competencia de las Municipalidades.
Se trata, entonces, de una atribución otorgada por la Ley y no por la
Constitución al Municipio.
Esta potestad de fuente legal y de naturaleza siempre reglada tiene una
doble limitación: en efecto, en el aspecto territorial, las ordenanzas habrán de
surtir efectos obligatorios únicamente dentro del respectivo territorio de cada
Municipio (comuna o agrupación de comunas); y, en cuanto al fondo, sólo pueden
abordar o regular aquellas materias que indica explícitamente su ley orgánica, o
sea, aquellas propias de la competencia municipal.
Control de las Ordenanzas Municipales:
Como el control es un principio básico de la organización administrativa
chilena, las ordenanzas emitidas por la Municipalidad no están exentas de
control, pero bajo una modalidad especial. En efecto, no están afectos al control
preventivo de juridicidad por parte de la Contraloría General de la República, a
través del trámite de toma de razón, por expresa exención dispuesta por el
artículo 44 de la Ley N° 18.695 orgánica constitucional de Municipalidades.
Sin perjuicio de ello, el control se efectúa por dos vías: una interna a cargo
de la “Unidad o Dirección de Control Municipal”, con facultad para fiscalizar la
actividad presupuestaria y financiera de la Corporación y, asimismo, para
“representar” al alcalde los actos municipales cuando (dicha Unidad) los estime
ilegales (art. 24 ley 18.695); y un control externo que efectúa la Contraloría a
través del trámite del “registro”, en conformidad con lo dispuesto en los arts. 43
al 46 de la Ley de Municipalidades N° 18.695.

94
También los tribunales de justicia están habilitados para controlar la
legalidad de las ordenanzas municipales a través de un debido proceso
jurisdiciconal.

LAS INSTRUCCIONES.
Constituyen finalmente fuentes positivas del Derecho Administrativo, las
instrucciones son, conceptualmente hablando, órdenes que la autoridad
administrativa imparte a los funcionarios o agentes públicos, relacionadas
con el correcto cumplimiento de la ley administrativa, o con la necesidad
de desarrollar una más eficaz y expedita administración. Las instrucciones
son, sin duda, fuentes positivas internas secundarias del Derecho Administrativo,
si hemos de compararlas con las demás fuentes hasta aquí analizadas y se
supeditan a la Constitución, a la ley, reglamentos y decretos supremos, por su
menor jerarquía o rango normativo.
Clasificación de las Instrucciones:
Las instrucciones admiten diversas clasificaciones según cuales sean sus
efectos, la autoridad de quien emanan, la materia sobre que recaen o las
formalidades que invisten.
a) Facultativas e imperativas: son instrucciones facultativas
aquellas que significan meras recomendaciones de buena administración
que la autoridad jerárquica hace a sus subalternos. Las imperativas se
traducen en una orden superior que el agente público habrá
necesariamente de cumplir bajo el riesgo de incurrir en una transgresión
que puede ser sancionable por la vía administrativa.
b) Atendiendo la autoridad que las dicta, podemos hablar de
instrucciones presidenciales, o dictadas por otras autoridades. Son
instrucciones presidenciales aquellas que dicta el Presidente de la
República, sea directamente o por intermedio de los Ministros de Estado,
en cuyo caso éstos obran por orden de aquél. Pueden revestir tanto el
carácter de imperativas como de facultativas, y las contempla
expresamente el art. 32 N° 6 de la CPE. Fuera de ellas, pueden, en
general, impartir instrucciones los Jefes de Servicio u cualquier órgano de

95
la Administración del Estado a sus subalternos en relación con las
materias de su competencia;
c) Desde el punto de vista simplemente formal, es posible
distinguir entre instrucciones verbales o escritas según sea el modo en
que se impartan.;
d) En cuanto al ámbito de su aplicación, hablamos de
instrucciones generales y especiales. Las primeras rigen para todos o
un grupo determinado de funcionarios de la Administración del Estado; las
segundas, para uno o más de ellos individualmente considerados, y
e) En razón de la materia, se clasifican en instrucciones
simplemente administrativas y de fiscalización. Las primeras son
aquellas que dicen relación, en general, con la actividad administrativa del
Estado. Las instrucciones de fiscalización, por su lado, son aquellas que
corresponde dictar a los órganos fiscalizadores, en las materias de su
competencia, para que sean cumplidas en los servicios y por los
funcionarios a quienes fiscalizan.

Características:
A) Son siempre internas, en cuanto a que sólo habrán de regir dentro
de la Administración, sea de una manera general o especial, paras uno o más
servicios públicos o para todos, según sea la autoridad de quién emanen;
B) No están sujetas al control preventivo que ejercita la Contraloría
General de la República, a través del trámite de toma de razón. Dada su
naturaleza y las finalidades que persigue no requieren naturalmente de este
trámite, sin que quiera ello decir que la autoridad administrativa pueda,
mediante instrucciones, transgredir la ley, pues aparte de que tal cosa no se
concibe en régimen de Derecho, repugnaría al carácter de fuentes secundarias
que realmente tienen;
C) En virtud de ellas, por consecuencia, no se puede derogar un
reglamento, un decreto u otro acto administrativo de la autoridad que tenga un
mayor valor de prelación como fuente positiva jerárquicamente superior del
Derecho Administrativo.

96
D) Sus finalidades no son otras que las de complementar las funciones
de administrar que a aquél corresponden, salvo por lo que hace a las
instrucciones que hemos llamado de fiscalización.
Valor y fuerza obligatoria.
Si bien la instrucción es de carácter interno, esto es, rigen dentro y para la
Administración, tienen valor y fuerza obligatoria como fuente interna secundaria
del Derecho Administrativo en las siguientes dimensiones:
a) Como norma complementaria de otras fuentes de mayor valor
jerárquico, principalmente leyes y reglamentos;
b) En el campo de la actividad puramente discrecional de la
Administración; y
c) En cuanto se refieren a la interpretación de las leyes
administrativas y fiscalización de las mismas.

Con esto terminamos el estudio de las fuentes positivas del Derecho


Administrativo.

FUENTES NO POSITIVAS DEL DERECHO ADMINISTRATIVO.

Se trata de la Costumbre, la Jurisprudencia, la Doctrina Científica y los


Principios Generales del Derecho Administrativo
Se denominan no positivas en atención a que por no estar incorporadas al
ordenamiento jurídico formal, no tienen un valor generalmente obligatorio, si bien
influyen en el régimen jurídico de la Administración.

La Jurisprudencia.
La jurisprudencia no es sino, siguiendo a Claro Solar, “el hábito de juzgar
una cuestión de la misma manera y el resultado de este hábito “, o bien, el modo
como las leyes son interpretadas por los Tribunales, siguiendo a Planiol. Especial
importancia tiene esta fuente tratándose del Derecho Administrativo, mucho
mayor, por cierto, que en el Derecho Privado, dado que la nuestra es una rama
más moderna, aún en gestación, y que no se encuentra codificada.

97
En el Derecho Administrativo, la jurisprudencia - como fuente del mismo -
tiene la particularidad que puede ser judicial o administrativa, según emane de
los Tribunales de Justicia, a través de sus sentencias y fallos, o de la Contraloría
General de la República, a través de sus dictámenes jurídicos, en la interpretación
y aplicación de la generalidad de las normas jurídicas que rigen a la
Administración del Estado; del Director Nacional del Servicio de Impuestos
Internos, a través de las denominadas “Circulares”, en la interpretación y
aplicación de las leyes tributarias; etc.

La Costumbre Administrativa:
Dice un autor que: “la costumbre es una norma jurídica que no resulta de
una manifestación de voluntad, sino de un simple comportamiento uniforme y
constante, practicado con la convicción que corresponde a una obligación jurídica”.
Para nosotros la costumbre jurídica, como fuente de Derecho, no es más que un
conjunto de usos generalmente observados en un país o región, por tiempo
indeterminado y que han llegado a adquirir valor jurídico, lo que ocurre con las
prácticas, usos y hábitos, desplegados por los funcionarios públicos, existentes al
interior de la Administración del Estado. La noción la compone un elemento
material u objetivo: el conjunto de usos, practicas o modalidades sociales; y otro
moral o subjetivo: la convicción en al colectividad de que corresponde a una
obligación jurídica. El valor de la costumbre en nuestro régimen jurídico como
fuente del Derecho Administrativo es menor o escaso, pues sólo tiene valor , como
tal, en los casos que la ley se remite a ella, casos prácticamente inexistentes.
Por eso es que se señala que, en Derecho Administrativo, la costumbre tiene
dudosa vigencia con fuente del Derecho Administrativo.

La Doctrina Científica

Entendemos por tal, a las opiniones y teorías sustentadas por los tratadistas
de Derecho Administrativo, nacionales y extranjeros, que exponen su criterio en
textos, libros, monografías, tratados y artículos ante los tribunales, en la cátedra,
o, en general, ante los organismos encargados de fallar o resolver un asunto

98
administrativo. No tiene fuerza obligatoria, pero su valor lo es moral y está dado
por el prestigio y reputación jurídica del autor que la sustenta. Particular
relevancia ha tenido junto a la jurisprudencia administrativa en la formación,
desarrollo y modernización del Derecho Administrativo. Como dice un autor la
doctrina es fuente “indirecta”, porque su influencia es incuestionable sobre “el
Legislador, sobre los jueces y sobre la determinación de los principios generales
del Derecho”.
En su vertiente nacional la doctrina administrativa está representada por
profesores de la especialidad como Eduardo Soto Kloss, Enrique Silva Cimma,
Patricio y Tomás Aylwin Azocar, Rolando Pantoja Bauzá, Pedro Pierry Arrau,
Hugo Caldera, Manuel Daniel Argandoña, Gustavo Fiamma Olivares, Luis
Cordero Vega, Alejandro Vergara Blanco, Ramiro Mendoza, Iván Aróstica, Hernan
Precht Pizarro, Jorge Bermúdez, Eduardo Cordero, Juan Carlos Ferrada, . etc; y,
en su vertiente extranjera, por los profesores españoles Eduardo García de
Enterría, Tomás Fernández, José Luis Villar Palasí, Fernando Garrido Falla;
Gastòn Jeze de Francia; Roberto Dromi, Rafael Bielsa, Miguel Marienhoff en
Argentina, Enrique Sayagues Laso en Uruguay.

Los Principios Generales del Derecho Administrativo


Debemos entender por tales aquellos criterios no legislados ni
consuetudinarios mediante los cuales debemos integrar las lagunas de la ley
administrativa y de los cuales debemos servirnos para llevar a cabo la labor de
interpretar las leyes que rigen a la Administración del Estado. Se trata de
fórmulas en que se condensan los valores y bienes básicos del ordenamiento
jurídico en su conjunto, informando y dando vida a las instituciones,
confiriéndole al ordenamiento jurídico sentido de totalidad y de sistema coherente
y cerrado, esto es, sin lagunas.
Estos principios, en Derecho Administrativo, son fundamentalmente: el
principio de legalidad, el principio de reserva legal, el principio de
protección a la confianza legítima y el principio de cooperación. Los dos
primeros serán estudiados en el acápite referido a las “Bases Generales de la
Administración del Estado”. Respecto de la protección a la confianza legítima

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podemos decir, en términos generales, que corresponde a la modulación que el
principio de buena fe experimenta en el ámbito público-administrativo. Se
construye sobre la base de que las actuaciones de los poderes públicos suscitan
la confianza entre los destinatarios de sus decisiones. Se traduce en la confianza
que el trato continuado que ha recibido un ciudadano de la Administración se
mantendrá en el futuro bajo circunstancias (políticas, sociales y económicas )
similares. Este principio, entonces, impediría a la Administración bajo
circunstancias similares cambiar su práctica, decisión o trato de forma sorpresiva
o con efectos retroactivos. Supone, el principio en estudio, una permanencia y
coherencia en la regulación y aplicación del ordenamiento jurídico por la
Administración. Este principio no tiene fundamento expreso, sino implícito en los
postulados del Estado de Derecho contenidos en los artículos 5,6 7 y 8 de la CPE
y de seguridad jurídica del art. 19 Nº 26. De este principio se derivan algunos
deberes para la Administración del Estado, como son el deber de actuación
coherente, la obligatoriedad del precedente administrativo, el deber de anticipación
o anuncio del cambio de conducta por la Administración, deber de otorgar una
plazo para el conocimiento o plazo de transitoriedad.

Finalmente, el principio de cooperación constituye un formulación moderna


del Derecho Administrativo que apunta a la colaboración entre administrador y
administrados, entre el Estado y al sociedad, debido a la complejidad y extensión
de las tareas públicas de gestión de los intereses generales de la colectividad. Los
llamados pactos, acuerdos o protocolos entre las autoridades administrativos y
diversos grupos de administrados, cada vez más presentes en la gestión pública,
constituyen manifestaciones concretas del principio, así como, la creación de
comisiones de especialistas o expertos privados o mecanismos e instancias de
participación ciudadana en el proceso de tomas de decisiones por la
Administración constituyen también reflejo y evidencia del principio en análisis. .

LA PRELACIÓN U ORDENACIÓN JERÁRQUICA DE LAS FUENTES DEL


DERECHO ADMINISTRATIVO

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Una de las características del Derecho Administrativo es su multiplicidad,
variedad y heterogeneidad de las fuentes de donde provienen las normas
jurídicas, reglas y principios que lo componen, llamados a regular su contenido u
objeto de atención: la Administración Pública o Administración del Estado.

Lo anterior, impone el desafío de ordenarlas en su aplicación pues lo


normal será que más de un fuente regule a una misma institución jurídica del
Derecho Administrativo .
El criterio ordenador de las distintas fuentes del Derecho Administrativo es
la jerarquía, lo que determina que unas tenga mayor rango o valor que otras, lo
que determinará su aplicación preferente o primaria, por sobre la otra, en caso de
contradicción entre una y otra.
Lo anterior determina que el sistema de fuentes del Derecho
Administrativo, que comprende a todas ellas, tenga una prelación jerárquica
que determina su orden de aplicación.
Así nos parece indudable que en el Derecho Administrativo Chileno la
prelación –que determina el mayor valor y preeminencia de una norma o fuente
sobre otra - es la siguiente:
1.-. Constitución Política del Estado, emanada de lo que, con razón, ha sido
denominado por la doctrina el “Poder Constituyente”;
2.-. La ley, en sus múltiples formas y en el siguiente orden: a) ley
interpretativa de la Constitución; b) ley orgánica constitucional; c) ley de quórum
calificado y d) ley de bases; e) ley común u ordinaria. A su vez, incluimos en el
mismo rango de la ley común u ordinaria a los Decretos Leyes y al Decreto con
Fuerza de Ley, en atención a que su eficacia jurídica es idéntica a la ley común,
en la forma y términos analizados en su oportunidad.
3.-. Los reglamentos. El reglamento, por ser acto administrativo, tiene una
graduación jerárquica inferior al acto legislativo, a pesar de su generalidad y
obligatoriedad.
5.-. Los decretos supremos y resoluciones; dentro de este concepto genérico
se comprende no sólo el simple decreto, sino que también al de insistencia y al de

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emergencia y, mirado, desde otro aspecto, se incluye no sólo al emanado del
Presidente de la República, sino que al proveniente de los órganos autónomos (
decreto alcaldicio municipal ) y al dictado por las autoridades jerárquicamente
inferiores llamadas resoluciones.
6.-. Las instrucciones,
7.-. La jurisprudencia
8.- Los principios generales del Derecho Administrativo
9.-. La Costumbre
10.- La doctrina científica,

FIN

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