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Introducción
Finalmente se esbozarán algunas conclusiones sobre las realidades disímiles planteando preguntas
que permitan abordar de mejor manera esta coyuntura de reciente desarrollo.
Desarrollo
Quien escribe, en algún momento leyó -dentro de todo el material disponible cuando se estudia
para un proyecto doctoral- que las personas con discapacidad son “la minoría más grande del
mundo”, no es posible en este momento encontrar la fuente de esa afirmación, no obstante, la
esencia de la expresión se sustenta en el dato de que cerca de un sexto de la población mundial vive
con alguna forma de discapacidad, sumando aproximadamente 1,300 millones de individuos.
Existe un fenómeno asociado al riesgo de perder beneficios sociales al aceptar un empleo formal,
este es un factor disuasorio significativo para las personas con discapacidad, complicando aún más
su inserción laboral. Las políticas de seguridad social a menudo actúan como una "trampa de
beneficios", limitando su participación en la fuerza laboral (ONU, 2012, p. 16). Además, la
incompatibilidad entre pensiones no contributivas y empleo formal fomenta la informalidad laboral
y oculta las necesidades adicionales de las personas con discapacidad, que requieren consideración
en los sistemas de protección social. La posibilidad de perder acceso a la cobertura de salud agudiza
esta situación. Según Huete García (2019), los programas de transferencias monetarias podrían
desalentar la participación laboral y formativa de las personas con discapacidad, debido al miedo a
perder beneficios, aunque estos no sean sustanciales (p. 35). En el contexto de inestabilidad
económica de América Latina y el Caribe, la precariedad de las prestaciones y el mercado laboral
genera temor a perder beneficios sociales esenciales.
A pesar de los esfuerzos globales y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, las personas
con discapacidad enfrentan barreras para ingresar al mercado laboral. Aunque en la última década
se han implementado programas para conectar empleadores con candidatos potenciales,
incluyendo autoempleo y asistencia en la búsqueda de empleo, la falta de evaluaciones de impacto
y la dificultad para adaptarlos a mayor escala limitan su efectividad (García Mora et al., 2021, p. 16).
La identificación de buenas prácticas es crucial para analizar la efectividad de estas acciones y
mejorar continuamente los programas (Alvarado y Meresman, 2021).
Según lo que indica María Fernanda Bietti (2023) la situación en Guatemala refiere que el 14% de
las personas con discapacidad que querían trabajar no lo hacían por restricciones familiares y de
empleadores. En Chile, el 42,5% estaba dispuesto a reincorporarse a la fuerza laboral, lo que indica
barreras invisibles en la búsqueda de empleo y falta de accesibilidad (García Mora et al., 2021, p.
149). Estos obstáculos a menudo están relacionados con estigmas y actitudes negativas hacia las
personas con discapacidad, lo que lleva a su marginación y a ser considerados inaptos para el trabajo
(ONU, 2012, p. 4, 18).
Varios países latinoamericanos han adoptado cuotas de empleo para personas con discapacidad en
sectores públicos y privados, incluyendo Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica,
República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Perú, Uruguay y Venezuela (García Mora et al., 2021, p. 167-168). Estas cuotas varían, y el
cumplimiento y monitoreo presentan desafíos. Por ejemplo, en Brasil, se exige a las empresas con
100 empleados o más cumplir con cuotas del 2% al 5% de su fuerza laboral, con un sistema de
inspección establecido (p. 169). Además, varios países ofrecen incentivos a las empresas que
emplean personas con discapacidad, como desgravaciones fiscales, subvenciones y financiamiento
para adaptar lugares de trabajo (OISS, 2014).
En relación con la inclusión laboral, tanto Chile como Perú han establecido leyes específicas que
regulan, sancionan y otorgan beneficios. En el caso de Chile, la Ley Nº 21.015 busca fomentar la
inclusión laboral de personas con discapacidad, otorgando incentivos a las empresas que las
contraten, al tiempo que impone sanciones a aquellas que no cumplan con los requisitos de
contratación. Por otro lado, en Perú, la Ley Nº 29973, conocida como la Ley General de la Persona
con Discapacidad, junto con su correspondiente reglamento, establecen normativas detalladas,
sanciones y un sistema de cuotas que garantizan la empleabilidad de personas con discapacidad en
el ámbito laboral. A continuación un detalle comparativo de lo que indican ambos cuerpos jurídicos.
En el caso de Chile, es posible evidenciar gracias a su extenso registro de la Biblioteca del Congreso
Nacional (MIDESO, 2017), la historia de la ley y su discusión. En ese entendido, es posible evidenciar
que el proyecto de ley que se implementa desde el 2018, se presentó como propuesta con sus bases
intactas en tanto a la declaratoria de inclusión laboral, el día 29 de junio de 2010. Los actores
involucrados en su discusión partieron por la propuesta de diputados de distintas coaliciones
políticas. Paralelamente se dio el contexto de la propuesta bajo la vigencia de una ley ya derogada.
Cuando de preparan los argumentos a favor de proponer una norma que afecte los intereses de
privados y públicos predominantemente, se trae a revisión legislaciones internacionales para
demostrar la causa del hecho que convoca la votación. Así la discusión indica existen normas
similares en Francia, en donde de acuerdo con la ley N° 75/534 de 1975, los órganos de la
Administración del Estado, y los entes locales, así como los establecimientos públicos, cualquiera
que sea su naturaleza, las empresas nacionales, las sociedades de economía mixta y las empresas
privadas encargadas de un servicio público, tienen la obligación de contratar personas con
discapacidad. Lo mismo sucede con el ejemplo italiano y argentino, como dato sobre la relevancia
del porcentaje de cuotas específico para el caso de la reserva de puestos de trabajo para población
con discapacidad.
La ley 21.015 finalmente es promulgada en junio del 2017 y entró en vigor desde enero del 2018,
acumulando casi ocho años de discusión con diversos trámites constitucionales. Han existido por lo
tanto, en el registro de esta discusión, diversos representantes de actores e incumbentes que
interlocutaron tanto en cámara, como en salas de la comisión. Se puedn contar con los mismos
parlamentarios, expertos científicos y universitarios, organizaciones de la sociedad civil y el mundo
del empresariado. Sobre ello, el diputado Fernando Meza (PR) indicó lo siguiente:
El caso peruano tiene características similares, pero a su vez distinciones particulares que es
necesario de tamizar. En primer lugar, la ley a la que se somete en comparación la versión chilena
es una ley general sobre personas con discapacidad, esta ley regular no solo la cuestión del empleo,
lo hace también con el acceso a la salud, la educación y muchos otros derechos en concordancia
directa con lo que señala la norma CDPD. La ley tiene fecha de promulgación el 2012, y su discusión
duró solo un año 2011.
Archivo Digital de la Legislatura del Perú, del Congreso del Perú (2011), indica en las primeras
discusiones de la ley, tres grandes cuestiones relativas a la diferenciación con el proceso chileno. El
primero de ellos, tiene que ver con la fecha de discusión, esta misma, se trabaja desde el año 2010
hasta el año 2011, donde la propuesta finalmente llega a la discusión parlamentaria. La segunda
tiene que ver con esta estación, ya que la iniciativa del país vecino, se establece inicialmente desde
una iniciativa ciudadana que concitó más de ochenta mil firmas, como parte de los mecanismos de
participación de la constitución del Perú. La instalación de diferentes escalas de decisión, en la
historia de la ley disponible, habla de un rápido y no menos pedregoso trámite, que incluyó pasar
por distintas comisiones y filtros para que finalmente sea auspiciado en la discusión parlamentaria.
El tercer elemento, es que la propuesta y la discusión se nomenclatura siempre como “Ley General
de la Persona con Discapacidad e Implementación de la Convención Internacional de Derechos de
Personas con Discapacidad” o “Implementación de la Convención de la ONU” (Congreso del Perú,
2011).
Jurídicamente la ley peruana es más compleja, pues alberga más ámbitos de la vida jurídica de las
personas con discapacidad, además de la diferencia de instalación desde una iniciativa ciudadana,
es posible argumentar que se encuentra alineada con la iniciativa chilena. Ésta última, más tardía
en lo específico a las cuestiones laborales, pero una especie de apéndice la una ley anterior, incluso
a la peruana, la Ley N°20.422 que Establece Normas sobre Igualdad de Oportunidades e Inclusión
Social de las Personas con Discapacidad, siendo también una ley marco, pero que limita la
declaración de reserva de puestos de trabajo exclusivamente al empleo en el sector público y de
fuerzas armadas, estableciendo el 1% esos cupos. No se extiende más de dos artículos en la
especificidad de la cuestión., por su parte, la versión peruana por su parte es mucho más robusta e
indica mayor cantidad de elementos para el manejo de las indicaciones de reservas predichas.
Análisis comparativo
Los textos "Actores en las decisiones públicas" de Fuenmayor (2017) y "¿Quiénes deciden la política
social?" de Bonvecchi y Scartascini (2015) abordan la identificación de actores en la creación de
políticas públicas y las dinámicas de su formulación e implementación. Fuenmayor se enfoca en los
procesos de decisión en las políticas públicas, destacando la importancia de la interacción entre
diferentes actores y su influencia en las decisiones finales. Bonvecchi y Scartascini, por su parte,
examinan las políticas sociales en América Latina, analizando cómo las estructuras institucionales y
las redes sociales influencian la economía política de los programas sociales.
1. Identificar los diferentes actores involucrados: Esto incluye a los actores gubernamentales,
organizaciones no gubernamentales, grupos de interés, la sociedad civil, entre otros. Se debe
reconocer su rol, influencia y objetivos dentro del proceso.
2. Analizar las interacciones y relaciones entre estos actores: Entender cómo interactúan estos
actores, sus dinámicas de cooperación o conflicto, y cómo estas interacciones afectan la formulación
de políticas.
No es posible detallar todas estas etapas con la profundidad que merece, no obstante se entiende
que este enfoque interdisciplinario proporciona una comprensión más profunda de la economía
política de las políticas sociales y del proceso de toma de decisiones en el ámbito público en
específico dada la aplicación que se hará para los temas de inclusión laboral de personas con
discapacidad en ambos países.
Con todo, es posible establecer una hipótesis a propósito de los antecedentes ya trabajados y el
conocimiento más acabado de la realidad chilena como un incumbente académico en el área de la
inclusión laboral de personas con discapacidad. A saber, se podría argumentar que las principales
diferencias en el surgimiento de las leyes analizadas están directamente asociadas a la presencia
o ausencia del gremio empresarial en la discusión de ésta.
Dimensión de análisis
En este punto conviene detallar esquemáticamente los diversos actores según lo catalogado por los
autores referenciados para este análisis. Se establecerá una comparativa entre ambos marcos
legales tomando en consideración el origen y características de los actores involucrados, su marco
de referencia, su dependencia administrativa y por supuesto su distinción entre lo indicado por
autores según tipología.
En el caso de Chile, la ley evidencia en sus discusiones disponibles en la Biblioteca del Congreso
Nacional, la participación con voz en las audiencias a -y evidentemente hablando- parlamentarios,
tanto Diputados como Senadores, a ministros y Jefes de Servicios relativos, Representantes de la
sociedad civil (ONG, Fundaciones) y también gremios de empresarios como la CPC, la ASECH, entre
otros.
Sobre estos últimos actores, algunas de las intervenciones hablaron de la dificultad de conciliar los
objetivos de sostenibilidad económica al ver mermada su productividad, sobre todo lo referenciado
a las pequeñas empresas, que no tienen los recursos de adaptaciones razonables disponibles para
generar la inclusión que se solicitaría. La asociación de pequeños y medianos empresarios fueron
relevante para fijar la cuota desde las empresas que tienen 100 o más trabajadores en su nómina.
Paralelamente, se refleja en las discusiones que desde muy temprano en la discusión parlamentaria,
muy dilatada como se ha establecido, se tenía como cuota de cumplimiento un 2%, más en sintonía
con el resto de la región y la literatura internacional argumentada. Sin embargo, desde una
intervención de la presidencia (en ese entonces encabezada por la presidenta Michelle Bachelet)
esta volvió con la indicación del 1%. Se desconocen los motivos de ese cambio, pero se puede
esgrimir al menos, la necesidad de equiparar el porcentaje a lo que indica la ley marco antes
señalada, la Ley N°20.422 de Igualdad de Oportunidades e Inclusión Social de las Personas con
Discapacidad, que fijaba la cuota en ese porcentaje, medida ya implementada en la mayoría de los
servicios públicos del país.
La discusión, en todo caso, siempre tuvo intervenciones que celebraban la iniciativa, mostrando un
amplio debate en ese círculo específico de los actores ya mencionados. La dinámica fue
rotundamente exitosa para las pretensiones iniciales en torno a alinear las expectativas con los
requisitos y demandas asumidas internacionalmente con la CDPD el 2007 cuando se ratifica en este
país.
El caso peruano en este intertanto, tiene tintes diversos. Dado que el país vecino estableció
rápidamente jurisprudencia e institucionalidad coherente en sus estándares para responder
explícitamente la CDPD, es posible indicar que fue la sociedad civil, organizada popularmente y con
apoyos de organizaciones internacionales (Smith, 2011) la que presionó para que se estableciera un
proceso de consulta popular como mecanismo legal de instalación de temas en la agenda legislativa.
Se reconoce que el Perú tenía una ley con idéntico nombra con vigencia anterior, por lo que se
estaría hablando de una actualización mayor del cuerpo legal con presión evidente de la sociedad
civil que llegó con más de ochenta mil firmas a legalizar la demanda. En adelante, diversos actores
registran participación en esta ley, desde organismos municipales y regionales que canalizaron la
demanda hacia el poder ejecutivo y este hacia el poder parlamentario. La ruta emanada es
totalmente de base hacia la elite que discute.
Conclusiones
Algunas cuestiones a trabajar, tienen que ver con la diferencia de la propuesta de la ley, por un lado
y en lo que se evidencia en las fuentes consultadas, el caso chileno es exclusivamente parlamentario,
por donde el caso peruano, lo hace por una iniciativa popular de ley. Los actores que procesan la
indicación por parte de la ciudadanía en Perú lo hacen desde una línea establecida para este tipo
de normas, siguiendo conductos complejos y que en este caso implica la judicialización de las
indicaciones en caso de no llegar a puerto cumpliendo con los requerimientos estipulados.
Finalmente, es necesario reconocer la influencia que tienen en ambos países el rol de las
organizaciones internacionales de carácter global y regional que presionaron con la implementación
de la CDPD el 2006 a niveles más allá de lo semántico, trasladando la problemática fuera de las
personas y llevándola a las relaciones que se establecen desde los distintos sistemas para causar
más o menos dis-capacidad de interactuar con ellos. Ambos países argumentan explícitamente que
se basan en el cumplimiento de esas promesas/objetivos y que hoy en día se explicitan también en
los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) para el 2030, presionando sobre todo en el logro de
alianzas colectivas para la superación de los problemas que afectan a nuestra sociedad, siendo uno
de ellos el tema de la igualad de derechos, el acceso al trabajo y la no discriminación.
Será objeto de otras entregas poder discutir el plano evaluativo de la metodología propuesta, en
este apartado se intentó abordar la distinción de los actores y las dinámicas de interacción que se
produjeron para la promulgación de dos aparatos legales que han servido para la visibilización y la
eliminación de las barreras anti-inclusión de las personas con discapacidad en el mundo laboral.
Referencias