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PROGRAMA “ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO”

Capítulo 4 “Tiempo y Estrés”

Dada la importancia que tiene el estrés en nuestra vida, hemos ampliado


un poco el ámbito del contenido de este curso, para dar una mirada holística del
comportamiento humano y el tremendo impacto negativo que tiene en las
personas, una falta de autogestión del tiempo disponible.
Lamentablemente el mal del estrés se ha generalizado en nuestra
sociedad, al punto de la hemos aceptado como algo que forma parte de la vida de
todos. Esto es extremadamente grave.
Sí, muy grave. Como lo hemos aceptado como algo normal, entonces no nos
hacemos cargo de este problema. Ésta situación la debemos cambiar y el
propósito de este capítulo es entregar algunos puntos de análisis para que cada
alumno inicie, si lo quiere, un proceso personal de cambio de prácticas que le
permita una mejor calidad de vida, concepto en el cual hemos insistido
majaderamente.
Implícitamente, cuando nos referimos al estrés, estamos refiriéndonos
también a una sensación negativa. Es la Angustia. Esta palabra proviene del latín
“angustia” (que significa “angostura”, “dificultad”). La angustia es la congoja o
aflicción. Se trata de un estado afectivo que implica un cierto malestar
psicológico, acompañado por cambios en el organismo, como temblores,
taquicardia, sudoración excesiva o falta de aire.
A modo de ejemplo, hemos escuchados cosas como, “Espero conseguir
empleo en los próximos días, no puedo seguir viviendo con esta angustia” o “Me
genera una gran angustia saber que pronto te marcharás y no volveré a verte en
mucho tiempo” o “La semana pasada sentí angustia por la situación, pero poco a
poco me fui acostumbrando”.
La angustia puede ser una reacción ante el peligro o ante algo desconocido.
Incluso puede sentirse angustia sin una causa precisa. En estos casos, el
concepto tiene un significado similar al miedo o la ansiedad como, “Pasé angustia
cuando nos quedamos encerrados en el ascensor” o “Juan sintió angustia con el
cambio de colegio”.
El ritmo estresante de vida que llevamos, las complicaciones profesionales
o personales a las que tenemos que hacer frente en nuestro día a día o
dificultades a nivel económico son algunas de las situaciones que llevan a que
muchas personas se encuentren en estos momentos teniendo diversos cuadros
de angustia la que mantenida por un lapsus de tiempo se convierte en una
enfermedad, el estrés.
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El estrés nos afecta en áreas fundamentales de nuestra vida, como lo son,


el mantener niveles de atención, memoria, motivación, además de instalar en
nosotros altos niveles de lentitud, pesadez y cansancio.
En el Capítulo 7 proponemos algunas soluciones que los especialistas nos
han sugerido que asumamos, para cambiar todo aquello que nos pueda estar
afectando.
Tipología de estresantes.
El estrés se presenta en cada persona de diferentes maneras y es normal
que lo que causa estrés en una persona no cause estrés en otra.
Si no se maneja adecuadamente, el estrés además puede facilitar la
aparición de otras enfermedades, aumento de los niveles de glucosa en la sangre,
la depresión y los permanentes cambios de humor.
Muchos de nosotros hemos sufrido lo que se conoce como:
• Estresantes físicos: fiebre, dolores provenientes de causas difusas,
enfermedades.
• Estresantes ambientales: Calidad del aire y clima, exceso de ruidos,
preocupaciones del hogar, tráfico insoportable.
• Estresantes sociales y emocionales: Preocupaciones financieras, nuevas
exigencias laborales, problemas en la familia, tomas de decisiones
importantes, la culpabilidad, el temor, la pérdida de la calidad de vida.
El estrés puede causar que las personas pierdan interés en la actividad
física, lleguen a ser muy inactivos y se retraigan de actividades sociales y
familiares, aumenten las conductas inactivas, como ver demasiada televisión,
jugar excesivamente con el computador o dormir demasiado. Comer o beber en
exceso.
Hemos mencionado que el estrés facilita la ocurrencia de enfermedades,
trastornos, etc., pero, ¿Tenemos una idea consensuada sobre conceptos técnicos
utilizados por los especialistas de la salud para referirnos al estrés?
Algunas definiciones aclaratorias
En el ámbito de la medicina, la psicología y la psiquiatría, es muy frecuente
el uso de conceptos claves: el síntoma, el síndrome, la enfermedad y el
trastorno.
Se trata de palabras con mucha fuerza, porque a nivel popular
acostumbran a asociarse con una pérdida o falta de salud y sus respectivos
problemas en el organismo. De hecho, no significan lo mismo.
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A continuación examinaremos las características de cada una de ellas,


comenzando con aclarar el significado de la palabra "síntoma" para poder
entender todo el resto.

¿Qué es un síntoma?
Es la expresión de un estado anómalo, es decir, la consecuencia de un
fenómeno que se está manifestando en un determinado cuerpo humano.
Un síntoma podría potencialmente ser una señal de alerta de un paciente
que puede tener su salud comprometida de algún modo, o podría ser solo una
"falsa alarma".
Un síntoma puede provenir de muchísimas causas y el hecho que esté
presente no sirve como confirmación definitiva que la salud de alguien se ha
comprometido. Por ejemplo, un paciente puede decir que le duele la cabeza
(síntoma) sin que esto sea señal de que necesariamente tenga una enfermedad.

¿Qué es un síndrome?
Un síndrome es un conjunto de síntomas que se dan juntos y que además
han sido reconocidos mediante estudios de los especialistas. Han sido
identificados como un cuadro clínico vinculado con uno o varios problemas de
salud.
Entonces, en un síndrome hay una serie de síntomas que se dan juntos con
alta frecuencia.
Sin embargo, los síntomas que componen un síndrome pueden variar con el
tiempo y por lo tanto este puede llegar a desaparecer, sin tratamiento
específico. Un síndrome no necesariamente tiene que tener una causa conocida
ni desarrollarse a la vez en una enfermedad, ni de manifestarse con alteraciones
anatómicas.
Algunos síndromes pueden ser la manifestación de una enfermedad, pero
otros no. En este último caso, la causa puede ser de carácter social.

¿Qué es una enfermedad?


El concepto de enfermedad es un diagnóstico realizado por una persona
calificada, un médico tratante, quien normalmente mediante su observación
profesional y el apoyo de exámenes clínicos, declara un determinado diagnóstico.
Tiene que ver con los problemas de salud física y/o psíquica. Una
enfermedad usualmente presenta uno o más síntomas, y/o cambios reconocibles
en el cuerpo debido a alguna causa biológica conocida.
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Una enfermedad señala una relación de causalidad, porque incluye las


causas concretas, es decir, la etiología de la alteración de la salud.
Nota: “Etiología”, es la rama de la ciencia que se encarga del estudio y análisis
de la causa o génesis de las cosas, fenómenos o situaciones. Destacamos que se
trata de un estudio de carácter científico, que analiza y explora las variables
que generan los fenómenos analizados. Para ello se emplea la metodología
experimental, para relacionar y vincular las diferentes variables en cuestión.
Seguimos…

¿Qué es un trastorno?
En términos generales por trastorno se entiende como una alteración del
estado de salud normal, debida o no a una enfermedad. El ámbito en el que es
más frecuente hablar de trastornos es el de la salud psicológica.
Un trastorno suele ser entendido como un cambio desadaptativo y
normalmente problemático, que afecta a los procesos del pensamiento y el
estado emocional de una persona.
Muchas veces el término trastorno se utiliza como un modo más laxo de
referirse a la enfermedad, en aquellos casos en los que las causas no están muy
claras y de las posibles alteraciones anatómicas con las que está asociada.
En el caso de los trastornos psíquicos, muchas veces no queda muy claro
si los desequilibrios bioquímicos asociados a algunos trastornos son los que
producen los síntomas o son un producto de una dinámica de interacción entre la
persona y su entorno.
Entonces, el concepto de trastorno sirve simplemente para describir las
señales del estado de anormalidad y de alteración de la salud en el que se
encuentra una persona.
El significado del término trastorno cuando se habla de trastornos
psíquicos, justamente es la que enfatiza la manera en la que una persona se ha
relacionado y sigue relacionándose con el entorno, en vez de entender por
trastorno algo estático, relacionado con la genética, la enfermedad y las lesiones.
Un trastorno puede ser en realidad la consecuencia del hecho de habernos
visto involucrados en un conjunto de situaciones ligadas al contexto en el que
vivimos y que hacen que hayamos entrado en una dinámica de comportamientos
que perjudican nuestra salud.
La causa del trastorno, por lo tanto, no tiene que ser reducida a una parte
concreta y específica del cuerpo humano que funciona de manera anormal, sino
que podría estar repartida en otras acciones que comprometen el
comportamiento del ser humano, dado que sentimos, hablamos y actuamos.
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Señales del estrés laboral


a) Señales en las emociones
1.-Ansiedad. La persona asume una actitud no deseable, que la lleva a
desencadenar una ansiedad. La ansiedad en sí no es un problema, ya que éste
surge como consecuencia de una respuesta inadecuada o incorrecta a esa
situación emocional y que no es capaz de controlar.
2.-Apatía. La persona que presenta apatía, no se inmuta o es poco sensible a los
acontecimientos y estímulos que recibe de su ambiente o del exterior. Se
manifiesta como un desánimo, una falta de interés.
3.-Depresión. La persona deprimida presenta una serie de síntomas, algunos de
los cuales detallamos a continuación:
• Anímicos: tristeza, abatimiento, infelicidad, irritabilidad, sensación de
vacío.
• Conductuales: La persona tiende a no alegrarse y no motivarse ante
aquellas situaciones y actividades que anteriormente le causaban felicidad
y/o placer.
• Cognitivos: Memoria afectada, la atención y concentración, el desempeño
en las tareas diarias.
• Físicos: Trastornos del sueño, pérdida de apetito y alteración del deseo
sexual, molestias corporales difusas, dolores de cabeza o de otras partes
del cuerpo, náuseas, vómitos, alteraciones en la piel, etc.
• Relaciones Interpersonales: deterioro en las relaciones con los demás,
incluso con la propia familia y los amigos. La persona afectada se va
aislando cada vez más.
4.-Sensación de soledad. La persona tiende a sentirse abandonada y cada vez
se siente más sola, lo que la conduce a un mayor aislamiento.
5.-Irritabilidad. Afecta su carácter, la persona se hace más brusca, está
irascible, todo le molesta y como consecuencia pierde su autocontrol y tiene más
episodios violentos.

b) Señales en la conducta
1.-Aumento de los accidentes en el trabajo. La persona disminuye su atención
y descuida la seguridad en la realización de su trabajo.
2.-Consumo de drogas. La persona estresada tiende a fumar impulsivamente,
suele tomar bebidas alcohólicas, aumenta también el consumo de algunos
fármacos como antidepresivos, ansiolíticos, etc.
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3.-Ansia de comer. La persona empieza a comer en exceso porque de esa


manera cree que calma su ansiedad. No tiene necesidad de comer pero siente el
impulso de abrir la nevera y comer por comer. De esta manera, se ve afectada
su salud con aumento de peso, colesterol, glucosa, hipertensión, etc.
4.-Falta de apetito. También sucede el caso contrario al anterior, la persona
pierde el apetito, con lo cual su salud puede verse afectada incluso a veces suele
presentar problemas de anemia.
5.-Alteraciones en el habla. La persona afectada de estrés suele presentar
un ligero tartamudeo o no encuentra las palabras para expresarse, habla
demasiado de prisa y se le traba la lengua.
6.-Insomnio. La persona tiene dificultad para conciliar el sueño. En algunos
casos el afectado de estrés se duerme en seguida pero se despierta pronto, con
lo cual no consigue el descanso necesario.
7.-Mal Pulso. Presenta temblores y movimientos continuos de manos a la hora
de expresarse.

c) Señales en el entorno laboral


1.-Absentismo laboral. La persona comienza a ausentarse cada vez más de su
puesto de trabajo, puede llegar a sentir síntomas de enfermedades que no
padece o dolores que le conducen a presentar baja médica.
2.-Falta de relación interpersonal. Cada vez se relaciona menos con los colegas
y compañeros.
3.-Cambio de trabajo. La persona estresada piensa que la solución a su
problema está en un cambio de organización o institución e incluso en un cambio
de actividad. Esto, al principio, puede parecer que ha sido la solución, pero en la
nueva organización, la persona empezará a notar que su estado de estrés
continúa.
4.-Insatisfacción en el trabajo. Afecta el rendimiento de la persona estresada
y se manifiesta con la aparición de frecuentes errores en el trabajo diario.
Además, suele decaer la calidad del mismo. Se produce un estado de molestia e
insatisfacción general que facilita una total indiferencia en la persona afectada.
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El Síndrome “Burnout”. (“Quemado” o “Fundido”).


Queremos tratar en forma especial este síndrome, el cual ha sido
reconocido en las últimas décadas por especialistas del comportamiento humano
en el ámbito laboral.
Lo hemos incluido con el propósito de hacerlo evidente, es decir, de
sacarlo de la transparencia de nuestro diario vivir, para conocer sus
características y así podamos diagnosticar a tiempo este problema, tomando las
medidas oportunas antes que afecte a nuestra salud.
El Síndrome Burnout, que en español significa “quemado” o “fundido”, es
un tipo de estrés laboral, un estado de agotamiento físico, emocional o psíquico,
que tiene consecuencias en la autoestima, y está caracterizado por un proceso
paulatino, por el cual las personas pierden interés en sus tareas, el sentido de
responsabilidad y pueden hasta llegar a profundas depresiones.
Este síndrome fue descrito por primera vez en 1969 al comprobar el
extraño comportamiento que presentaban algunos oficiales de policía de aquella
época. Estos agentes de la autoridad mostraban un cuadro de síntomas muy
concretos.
En 1974 Freudenberger hizo más popular al síndrome, y posteriormente,
en 1986, las psicólogas norteamericanas C. Maslach y S. Jackson lo definieron
como “un síndrome de cansancio emocional, despersonalización, y una menor
realización personal que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto
con clientes y usuarios”.
Este síndrome sería la respuesta extrema al estrés crónico originado en
el contexto laboral y tendría repercusiones de índole personal y organizacional.
A finales de los años noventa, se logra un cierto consenso sobre sus causas
y consecuencias.
Uno de los modelos explicativos generales es el de Gil-Monte y Peiró
(1997), pero otros como los de Manassero y cols (2003), Ramos (1999), Matteson
e Ivansevich (1997), Peiró y Cols (1994) o Leiter (1988), nacen para dar
respuesta a las estrategias y técnicas de intervención necesarias para prevenir
y minimizar efectos de un problema que va en aumento, (Gili, McKee. y Stuckler.
2013).
Contando con los avances desarrollados por la investigación en campo,
existen diversas propuestas sobre el tipo de intervención más apropiado a la
hora corregirlo. Se ha propuesto una acción de tipo individual, acentuando la
acción psicológica, como también de tipo organizacional, incidiendo en las
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condiciones del trabajo. Posiblemente, estas discrepancias tengan su origen en


la influencia cultural.
Los estudios de Maslach, Schaufeli y Leiter (2001), encontraron que
existen ciertas diferencias cualitativas en el perfil americano y europeo, ya que
estos últimos muestran niveles más bajos de agotamiento y cinismo.
Independientemente de esto, hay ciertos aspectos que debemos conocer
para poder actuar a tiempo y poder prevenirlo o corregirlo.
El Burnout, como un trastorno emocional, está vinculado con el ámbito
laboral, el estrés causado por el trabajo y el estilo de vida de un trabajador.
Este síndrome puede tener consecuencias muy graves, tanto a nivel físico como
psicológico. Los síntomas más comunes son ansiedad y depresión, motivos de la
gran mayoría de las bajas laborales.
Este síndrome suele aparecer, en la mayoría de los casos, en las personas
que han elegido su oficio de manera vocacional, siendo muy frecuente su
aparición en enfermería, medicina y en la docencia.
Aunque al principio las manifestaciones y el malestar sólo se extienden a
la vida laboral, finalmente también llegan a afectar a la vida social y familiar del
trabajador afectado.
El principal detonante del síndrome de burnout es el entorno laboral y las
condiciones de trabajo, en donde un trabajador está expuesto de manera
continua a altos niveles de tensión, carga de trabajo excesiva, poca autonomía,
malas relaciones en el trabajo, ausencia de apoyo en su entorno, falta de
formación para desempeñar las tareas. Estas personas pueden a padecer un
estrés crónico que acabe provocando el Burnout. Por ese motivo, el vínculo entre
el estrés y el Burnout es muy fuerte.
Entre las principales causas están, la sobre exigencia que origina tensiones
excesivas que puede presentarse normalmente cuando se dan condiciones tanto
a nivel de la persona, afectando su tolerancia a la frustración, como también a
nivel de las organizacionales por deficiencias en la definición del puesto, mal
ambiente laboral, estilo de liderazgo de los directivos, entre otros.
No obstante lo anterior, existe una serie de factores de riesgo:
• La organización. Situaciones como el exceso de burocratización sin apoyo
específico, falta de tiempo para organizar bien las tareas o actividades que
llevan a que el trabajador nunca salga a su hora y/o tenga que llevarse trabajo
a casa. No contemplar las sustituciones por bajas temporales pueden elevar
los niveles de estrés y, a la larga, propiciar el Burnout.
• Expectativas interpersonales. Todos los trabajadores tienen unas
expectativas respecto a su actividad laboral que muchas veces no se ajustan
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a la realidad cotidiana y provocan que la adaptación a esa realidad se produzca


de forma más lenta. Si esas expectativas son muy altas y no se cumplen, el
trabajador puede desarrollar síntomas como ansiedad, apatía o tristeza,
entre otros.
• Cualidades personales. Aunque no existe un perfil definido de la persona que
puede padecer este síndrome, sí existen algunas cualidades y rasgos
personales de quienes están más propensos a tener el síndrome. Así, las
personas conformistas, algo inseguras y dependientes tienen más
posibilidades de sufrir depresión y ansiedad si tienen que enfrentarse a
situaciones estresantes.
La prevención de este síndrome debe comenzar en el nivel directivo de
cada organización, ajustando las actividades al real tiempo disponible. La primera
medida que se debe tomar es evaluar las situaciones que generan el estrés y la
ansiedad en el trabajador, tomado las decisiones y medidas adecuadas para
intentar reducirlo.
Para ello deben mejorar la organización y proveer de herramientas
necesarias para que el trabajador pueda realizar sus tareas de forma adecuada
y no tenga tanta sobrecarga laboral.
Además, el trabajador debe contar con la habilidad de ser asertivo,
estableciendo una relación comunicacional, sin discutir, ni someterse a la
voluntad del resto de compañeros y defendiendo sus convicciones.
Por otro lado, es recomendable que los trabajadores modifiquen las
expectativas que tienen en el trabajo. No se trata de que el empleado renuncie
a sus ambiciones y aspiraciones. Simplemente debe buscar un punto intermedio
que se ajuste más a las circunstancias y tomar la situación como una oportunidad
para aprender y crecer en otros ámbitos diferentes a los que se había propuesto
inicialmente.
Consecuencias negativas
El síndrome de Burnout se caracteriza porque es un proceso que va
creciendo de manera progresiva si no se toman medidas para impedirlo. Esto
puede provocar que el desgaste laboral en una persona progrese más y vaya
afectando otros aspectos como, sus ideales y su percepción acerca de sus logros.
A medida que avanza, el trabajador puede tener cada vez más dificultades para
resolver problemas y ejecutar tareas que antes le resultaban sencillas.
La frustración comenzará a estar presente de manera constante,
permanecerá en un estado continuo de agotamiento y los síntomas podrán
evolucionar a estados más graves.
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Es muy común que algunas personas pueden llegar a abusar de los


psicofármacos, del alcohol y las drogas.
Por último, algunas personas pueden llegar a tener síntomas depresivos,
de psicosis e incluso tener ideas de suicidio.
Los principales síntomas de este síndrome se muestran en el siguiente
cuadro:
Aburrimiento
Abuso de alcohol o drogas
Alergias
Ansiedad
Asma
Ausentismo laboral
Baja autoestima
Baja realización personal
Bajo rendimiento
Comportamientos agresivos
Comunicación deficiente
Depresión
Desbordamiento negativo en las relaciones personales o vida en el hogar
Desórdenes gastrointestinales
Deterioro cardiovascular
Diabetes, sobre todo en las mujeres
Dificultad para concentrarse
Dolor de cabeza
Dolores musculares
Estado permanente de nerviosismo
Fatiga
Impaciencia e irritabilidad
Infarto cerebral
Insomnio
Migrañas
Obesidad
Pérdida de peso
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Problemas con los ciclos menstruales


Sensación de que siempre falta tiempo
Sentimiento de agotamiento, de fracaso y de impotencia.
Taquicardia
Úlceras
Vulnerabilidad a las enfermedades

Las causas más comunes son las siguientes:


1. La falta de control. Existe una incapacidad de influir en las decisiones que
afectan a su trabajo, como su horario, tareas, misión de su cargo, o la carga
desmesurada de trabajo.
2. Expectativas laborales mal definidas. No se está seguro sobre las
expectativas que su jefe o equipo directivo tienen o esperan de usted. O
tiene un bajo grado de autoridad y/o el de su jefatura.
3. La dinámica de trabajo disfuncional. Existen personas conflictivas en su
oficina. La persona se siente menospreciada por sus colegas, compañeros o su
jefe no le presta suficiente atención a su trabajo.
4. Valores humanos. Las actuaciones o comportamientos sobre valores humanos
claves para usted, difieren mucho de aquellos practicados por los miembros
del equipo directivo o la jefatura directa.
5. Mal ajuste de empleo. Su trabajo no se ajusta a sus intereses y habilidades.
6. Actividad extrema. Trabajo caótico en el cual se necesita de nueva energía
para permanecer centrado.
7. La falta de apoyo. La persona no siente el apoyo de los demás. Siente un
aislamiento en el trabajo.
8. Desequilibrio entre la vida laboral, familiar y social. El trabajo ocupa gran
parte de su tiempo y esfuerzo. No tiene suficiente tiempo para estar con la
familia y amigos.
Tal vez ya sea hora que usted revise si es una persona propensa a
experimentar Burnout.
Vea si cumple varias de los siguientes síntomas:
• Se identifica tan fuertemente con el trabajo que le falta un equilibrio
razonable entre su vida laboral y su vida personal.
• Intenta ser todo para todos, asumir tareas y funciones que no corresponden
a su cargo.
• Trabaja en empleos en los que hay más probabilidad de ocurrencia porque
están relacionados con personas, no con cosas o con maquinarias.
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• Siente que tiene poco o ningún control sobre su trabajo.


• Su trabajo es especialmente monótono y no tiene sobresaltos.

Cabe entonces hacerse las siguientes preguntas:


• ¿Me he vuelto una persona cínica o crítica en el trabajo?
• ¿Me debo arrastrar para ir a trabajar y suelo tener problemas para comenzar
a trabajar una vez que he llegado?
• ¿Me he vuelto irritable o impaciente con los compañeros de trabajo?
• ¿Me falta la energía para ser consistentemente productivo?
• ¿Me falta la satisfacción en mis logros?
• ¿Me siento desilusionado (a) con mi trabajo?
• ¿Estoy consumiendo excesiva comida, drogas o el alcohol?
• ¿Mis hábitos de sueño o apetito han cambiado?
• ¿Estoy preocupado (a) por dolores de cabeza inexplicables, dolores de
espalda u otros problemas físicos?
Si usted, analizando su comportamiento versus los síntomas ya indicados, le
cabe una leve sospecha de que puede estar siendo afectado por este síndrome,
tómelo con responsabilidad y seriedad.
Asegúrese de consultar con su médico o un profesional de la salud psíquica,
para identificar o descartar la existencia de condiciones de salud subyacentes.
Además, algunos de estos síntomas también pueden indicar un trastorno de la
tiroides o depresión.
Además, conviene que el profesional conozca cómo es su situación dentro de
la organización y de cómo está planificado y organizado el trabajo.
Recuerde que las estrategias para tratar el Burnout, van encaminadas a
reducir los niveles de estrés, ansiedad y depresión, en los casos en que así
ocurra.
Por todo lo anterior, le sugerimos que sus pensamientos sean aquellos que
lo valoricen a usted como ser humano y también a sus relaciones interpersonales
con las personas significativas de su vida.
El tiempo es la vida misma. Nuestra fecha de muerte es nuestra fecha de
vencimiento como ser humano. Es cuando se nos ha acabado nuestro tiempo
disponible y por lo tanto, debiéramos estar atentos y decidir siempre cómo
queremos organizamos para utilizarlo de buena forma y construir aquello que
identificamos como nuestro destino.
Para finalizar, deseo compartir el siguiente pensamiento:
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De la plataforma, baje la tarea identificada como:


Tarea 1 Capítulo 4 – “El Estrés y Usted” y proceda según las instrucciones
indicadas en el mismo archivo.

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