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Las crisis bajomedievales (crisis demográficas, problemas sociales, el caso gallego: las revueltas

irmandiñas del siglo XV).

Luego de la expansión económica de los siglos XII y XIII, en los siglos XIV y XV tienen lugar las
crisis baixomedievais. En 1348 la llegada de la Peste Negra inauguró una etapa de
mortalidades catastróficas, crisis agrícolas y enfrentamientos sociales. Previamente, durante
la primera mitad del XIV se sucedieron malas cosechas debido a un ciclo climático más
riguroso, lo que significó escasez de alimentos y desnutrición. La Peste Negra afectó
especialmente a Cataluña y provocó la pérdida de un cuarto de la población castellana en el
siglo XIV, este fuerte impacto se debe a la que, aunque las epidemias eran frecuentes, la
población estaba debilitada después de décadas malas cogidas.

La crisis demográfica provocó un descenso del número de campesinos y el abandono de


explotaciones. Como consecuencia, los señores feudales vieron disminuir sus rentas por lo que
confiscaron tierras e impusieron nuevos impuestos (malos usos). Esto causó un fuerte
descontento en el campesinado que acabó por hacer levantamientos contra la nobleza. Son
ejemplos los remensas catalanes que lucharon contra el régimen señorial y los malos usos, y
los irmandiños gallegos.

En Galicia los abusos señoriales afectaron tanto al rural como al ámbito urbano y dio lugar a las
dos guerras irmandiñas. La primera (1431) fue dirigida por Roi Xordo en las comarcas de
Pontedeume y Betanzos que padecían los malos usos del Conde de Andrade que acabaría por
controlar la situación.

La segunda (1467-69) tuvo mayor entidad al afectar a toda Galicia y contó con un carácter de
guerra civil. Organizados en la llamada Santa Hermandad, campesinos, burgueses e hidalgos
se irguieron contra la nobleza. Asaltaron y destruyeron más de cien fortalezas nobiliarias
obligando a huir a los principales señores feudales. Ante la gravedad de los hechos, la nobleza
gallega tuvo que unirse y endeudarse para pagar un ejército que había conseguido aplacar la
revuelta. Luego muchos campesinos serían obligados a reconstruir los castillos derrumbados.

Además, en las ciudades que también sufrían el colapso del comercio, se originaron episodios
violentos como ataques a las juderías o revueltas urbanas. Por último, otra manifestación de
las crisis bajomedievales fue que durante los siglos XIV y XV hubo conflictos entre la
monarquía, que buscaba imponer su autoridad, y los estamentos privilegiados, que se
negaban a renunciar a su poder, como muestran las guerras civiles en Castilla, Navarra y
Cataluña.

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