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JOSÉ IGNACIO HOMOBONO MARTÍNEZ 135

Kobie Antropología Cultural nº 22: 135-152


Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia
Bilbao - 2019-2020
ISSN 0214-7971

LAS ROMERÍAS DE CRUCES (BARAKALDO):


UN EJEMPLO DE FESTIVIDADES LÚDICAS
Y LAICAS. BAILES Y PELEAS, SOCIABILIDAD
Y COMENSALÍA.

The pilgrimages of Cruces (Barakaldo): an example of lúdic and lay


festivities. Dancing and fighting, sociability and commensality.
José Ignacio Homobono Martínez1
Recibido 18-12-2020
Aceptado 30-12-2020

Palabras Clave: Romerías. Cruces. Identidades locales. Bailes. Peleas. Sociabilidad. Comensalía
Keywords: Popular festivals. Cruces. Local and identities. Dances. Fights. Sociability. Commensality.
Giltza-hitzak: E rromeriak. Cruces. Tokiko identitateak. Dantzak. Borrokak. Sozibilitatea. Adostasuna.

RESUMEN

Pese a su origen en las romerías del santuario de Santa Águeda, las de Cruces destacaron por su carácter laico vehiculando, a través del
baile, de las peleas asociadas a él y de la comensalía, el encuentro de jóvenes procedentes de un amplio entorno urbano y periurbano, más allá
del propio Barakaldo. Con la correspondiente expresión de contrapuestas identidades locales y comarcales.

ABSTRAC

Despite their origin in the pilgrimages of the sanctuary of Santa Águeda, those of Cruces stood out for their secular character, conveying,
through dance, the fights associated with it and the diner, the meeting of young people from a wide urban environment and periurban, beyond
Barakaldo himself. With the corresponding expression of opposing local and regional identities.

LABURPENA

Santa Agedako santutegiko erromerietan jatorria izan arren, Gurutzetakoak izaera laikoagatik nabarmendu ziren, dantzaren bidez, hari eta
jantokiari loturiko borrokak, hiri ingurune zabaleko gazteen topaketa eta periurbana, Barakaldo bera baino haratago. Tokiko eta eskualdeko
identitate kontrajarrien dagokion adierazpenarekin.

1 Socioantropólogo. Universidad del País Vasco (UPV/EHU). E-mail: joseignacio.homobono@ehu.eus

Kobie Antropología Cultural nº22.


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136 LAS ROMERÍAS DE CRUCES (BARAKALDO): UN EJEMPLO DE FESTIVIDADES LÚDICAS Y LAICAS. BAILES Y PELEAS, SOCIABILIDAD Y COMENSALÍA.

Figura 1. Santuario y romería de Santa Águeda, a mediados del siglo XX.

1. LAS ROMERÍAS DE CRUCES (1783-1965) punto culminante (Homobono 1994b: 125, 131; 1995: 39). Las dos
Pascuas acabarán dejando paso a las fiestas patronales de este
A comienzos del siglo XX, los fines de fiesta pascuales de los barrio, que experimenta un vertiginoso crecimiento demográfico a
romeros que regresan del barakaldarra santuario de Santa Águeda partir de 1955 hasta superar los varios miles de habitantes y que, por
se irán desplazando hacia el alto de Cruces, encrucijada de ejes su proximidad –2 km.- es uno de los más vinculados a las romerías
viarios locales y regionales, a unos 50 m. de altura, entre Burtzeña de Santa Águeda en el presente.
y el río Kadagua al E., con Retuerto y Gorostiza, al O. Bituritxa y Las romerías de Cruces, celebradas los lunes que seguían a las
Lutxana al N., el collado de Basatxu y el citado santuario al S. Pese Pascuas de Resurrección y de Pentecostés, con repetición al domin-
–o precisamente- por su escaso peso demográfico inicial -156 habi- go siguiente, son sin duda las fiestas de mayor proyección de todo
tantes el año 1900- ya en 1910 se celebran allí las romerías profanas el municipio de Barakaldo para el periodo de entresiglos y mucho
del 5 de febrero pero, sobre todo, las de las Pascuas de Resurrección más adelante,4 tan sólo superadas en concurrencia por las patrona-
y Pentecostés2. Paulatinamente, y a medida que Cruces se vaya les de El Carmen. Sin vinculación a un barrio de entidad demográfica
consolidando como barriada, dichas romerías se irán convirtiendo digna de mención, su génesis e importancia radica en su estrecha
en fiestas desvinculadas del santuario y sus funciones religiosas. asociación con el ciclo festivo del santuario de Santa Águeda, en
Entre 1900 y 1936 el contingente de romeros que regresan de cuanto espacio de los festejos profanos de las festividades de éste.
Santa Águeda ya es insignificante frente a los millares de jóvenes de Estas romerías ya extintas pertenecen a la contemporaneidad,
todo Barakaldo, Bilbao3, Las Arenas, Txorierri, zonas fabril y minera motivo por el que ya no pueden observarse mediante el trabajo de
y otras de Bizkaia, que acuden a la campa de Cruces por la tarde. campo. Por lo que su estudio etnohistórico se apoya en los recursos
Charangas, txistus, dulzainas y banda de música interpretan baila- metodológicos propios de la historia: fuentes documentales y publi-
bles. En los chacolíes, choznas y barracas no faltan consumidores, y caciones periódicas, entrevistas a informantes que presenciaron su
el síndrome de antagonismo interlocal e ideológico alcanza aquí su decadencia, más fuentes secundarias (bibliografía). Pero su análisis

4 Si bien son muy anteriores a esta época. Algunas de nuestras primeras


2 La primera festividad, que pone fin al periodo de Cuaresma, oscila entre el noticias acerca de las romerías de Cruces son sendas disposiciones
22 de marzo y el 25 de abril; y la segunda, cincuenta días después, entre el municipales de 1793 y 1814, por las que el rematante de vinos de la
11 de mayo y el 12 de junio. anteiglesia -el general o el de Burceña respectivamente- pueda abastecer de
3 Especialmente de los barrios más próximo a Cruces: Zorroza, Olabeaga, vino en exclusiva para la consumición en las mismas (Pérez Goikoetxea
Basurto, La Casilla, Kastrexana… 1996, III: 584).

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se enmarca plenamente en los métodos propios de la antropología Pero la campa de Cruces se había convertido ya en el estratégi-
cultural y de la sociología. Disciplinas que presiden el estudio de co punto de intersección de los ejes viarios local y regional, encru-
variables tales como: cuadrillas juveniles y su antagonismo, identi- cijada de la vieja ruta jacobea de Bilbao por el Puente del Diablo y
dades grupales y locales, baile y sexualidad, sociabilidad y comensa- Santa Águeda hacia San Vicente y la villa de Portugalete, con el
lía. En definitiva, esta investigación se enmarca en el campo discipli- Camino Real o carretera de Bilbao a Santander. Pese a la decadencia
nar de la antropología -o socioantropología- histórica. del primero de éstos, vinculado a la ordenación tradicional del terri-
torio, el valor de esta encrucijada experimenta un alza inducida por
1.1. Una campa para ferias y fiestas el crecimiento de los barrios circundantes del Barakaldo de la indus-
trialización: Burceña, Lutxana, Landaburu y Retuerto. Potencial
En el Barakaldo anterior a la industrialización, la campa de incrementado durante las fechas del ciclo festivo del santuario de
Cruces ocupa un lugar marginal en su hábitat. Aunque, por su cen- Santa Águeda, cuando numerosos romeros pasan por aquí camino
tralidad geográfica, allí se vino celebrando hasta 1852 una feria del mismo, e incluso hacen un alto en este hito natural del camino
anual de ganado cada 28 de agosto, trasladándose el año siguiente antes de emprender la subida o el descenso. Por todo ello se insta-
al campo de San Vicente, en la capitalidad del municipio5. La sesión lan un par de bares y varias casas de pisos.
del Ayuntamiento, de fecha 27-VIII-1854, refiere que habiendo pre- Ya en 1880, la campa de Cruces es el punto donde, los días que
sentado varios vecinos solicitud de retorno a la primitiva ubicación, se celebran funciones de Santa Águeda, suele reunirse bastante
se da lugar a una enconada polémica entre defensores y detractores gente al regreso7, antes de dirigirse hacia sus respectivos barrios o
de Cruces o San Vicente. Éstos alegan que el campo de Cruces es poblaciones; lo cual hace considerar al Ayuntamiento la convenien-
espacialmente reducido y carece de entidad de población (A.M.B.: cia de ensanchar esta propiedad comunal mediante permuta de
Actas, 1846-1871: 366, 414-415). terrenos con José Mª de Escauriza. Este año, la función más concu-
Sin embargo, ya a finales del siglo XVIII (1783), se celebraban en rrida fue la de Pascua de Pentecostés, con asistencia de tres miño-
dicha campa los colofones de las romerías de Santa Águeda, entre nes para garantizar el orden, seguida por la precedente de Pascua
ellas las de la festividad de Santa Ana, ya que ésta terminaba ante de Resurrección, a la que había acudido una pareja de este cuerpo
el santuario a hora más temprana, para continuar más tarde el baile de orden público. Paralelamente, el municipio se propone establecer
en la campa precitada. Los fieles de la Anteiglesia “con arreglo tam- una feria de ganado en esta campa de Cruces los primeros domingos
bién a la costumbre y práctica que se ha observado procedieron en de cada mes (A.M.B.: Actas, 1875-1881, 15-II-1880: 312-312 v; 54-A-2).
esta ocasión a eso de las tres de su tarde que el tamborilero que se Propósito que se ve convertido en realidad un año más tarde,
hallaba en dicha función bajase a la campa y sitio [árbol] llamado de cuando comiencen a celebrarse ferias de ganado en Cruces, los
Cruzes”. Observando que, tras bajar ellos, Juan Antonio de Lezama terceros domingos de cada mes, que desplazará durante cierto
había hecho traer “silbo” (txistu) del barrio de Irauregi a la misma tiempo al importante ferial de Basurto. Con objeto de fomentarla, se
campa del Santuario de Santa Águeda, donde tocó “el referido tam- obliga bajo multa que cada vecino concurra a cada feria con una
borilero hasta la hora que quiso” (ADFB. Corregimiento, leg. 1369, nº cabeza de ganado cuando menos. Asimismo, y con objeto de dar
8; Simón 2001: 128, 236). realce a la feria, en tales días actuará músico tamborilero (A.M.B.:
El barrio de Cruces carece de entidad propia en el Barakaldo de Actas, 1875-1881, 25-IX-1880: 81 v. Y 2-I-1881: 360-361). El Ayuntamiento
la primera industrialización, y ni tan siquiera figura en los censos y trata, asimismo, de incentivar estas ferias consiguiendo que vengan
nomenclátores realizados entre 1857 y 1887. El hábitat del entorno es pasiegos con la mayor cantidad de ganado posible, y exhortando a
netamente rural en 1867, correspondiendo al topónimo de referencia participar a los propietarios locales de parejas de bueyes. Y, por otra
tres casas unifamiliares de tipología rural, como lo denota la tenen- parte, inicia gestiones para ampliar el espacio ferial tratando al
cia de tierras; más otras 13 incluyendo los caseríos del entorno6, efecto con los propietarios colindantes, eliminando por ejemplo el
todas ellas de dedicación agraria -salvo La Tejera-, con tierras de saliente que forma el contiguo juego de bolos de Juan de Arana. Muy
cultivo y varias con monte (3) y viñedo (6). La barriada cuenta con poco después, el Ayuntamiento permuta terreno de Cruces para
15 edificios habitados por 19 grupos domésticos en 1897 (A.M.B.: 45-17 ensanchar el campo, propiedad de José de Bustillo, por otro en
y 195-D); con 26 casas y 156 habitantes en 1900, que ascienden res- Lutxana; y adquiere otra parcela contigua al Sr. Escauriza para ferial,
pectivamente 20 y 217 en el año 1910 (Noménclator, 1904: II, 613; 1916: aneja a la anteriormente cedida por éste para la romería (A.M.B.:
II, 654). Siempre comprendida, a lo largo de todo el periodo, en el Actas, 1875-1881, 3-III-1881: 374 v.-376 v.; 6-III-1881: 377; 75-D-1). El resul-
ámbito del barrio de Burceña. tado será un espacio ferial con una extensión de más de 1.000
metros cuadrados., que se consolida como lugar preferente de
transacciones en toda la comarca en detrimento de la antigua y
5 Ya en 1844, el Ayuntamiento notifica al vecindario que tenga ganado vacuno afamada feria de Basurto (García Corella 1976: II, 686).
o caballar que concurra el 28 de agosto al campo de Cruces, desde las 10 h.
de las mañana hasta las 5 h. de la tarde, “como también hasta el Domingo A finales de 1895, y con motivo de ciertas diferencias sobre
inclusive por ser costumbre del dia de San Agustin y demas días que se ha deslinde de propiedades en Cruces, José Mª de Escauriza recuerda
observado esta feria antiguamente” (A.M.B.: Actas, 1840-1846, 25-VIII-1844: cómo “hace unos 12 años cedí en propiedad á esa Corporación sobre
426). Cierto es que la documentación no especifica si hace referencia al
núcleo de población comprendido en el barrio de Burzeña y distante 403 300 estados de tierras de pan sembrar, bien cerradas, precisamente en
metros del Ayuntamiento y Parroquia; o a su homónimo de la heredad y casa el mismo campo de Cruces, que es el terreno que se halla plantado de
de Beurko, aneja al camino de la parroquia, donde posteriormente se
construirían las casas baratas de Altos Hornos de Vizcaya (AHV).
6 Como los de Beteluri (2), Labróstegui (3), La Tejera, San Martín, Balejo, El 7 Los romeros de Bilbao, Abando, etc., acceden por el lugar de Morteruelo,
Cerrado, Munoa, Sarasti, Sagarrasti. lugar donde también se celebra una pequeña romería a la vuelta.

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Figura 2. Izquierda: Alto de Cruces, a mediados del siglo XIX. Derecha: Mapa de Cruces y su entorno, en 1935.

árboles de diferentes clases, y lo cedí para que se pudieran efectuar cal como el ciclo de las fiestas de los barrios y las romerías del
allí con más desahogo las romerías de Sta. Agueda” (A.M.B.: 75-D-1). ámbito barakaldarra.
Paralelamente, se dispone que sea el rematante de abastos y Durante estos años finiseculares, la principal festividad profana
arbitrios del vino quien contrate “músico tamboritero y atabalero”, de Santa Águeda se ha trasladado a la Pascua de Pentecostés.
para todos los días que se celebren ferias en Cruces, excepto el mes Finalizada la función religiosa en la ermita, los romeros se encami-
de Cuaresma; el rematante queda relevado de su obligación de nan bien hacia Cruces o hacia Morteruelo9, lugar donde también se
costear la música tradicional en San Vicente cada 28 de agosto, celebra una animada romería, entonces más concurrida que la
lugar y fecha precedentes de la feria local de ganado (A.M.B.: Actas baracaldesa. Pero, progresivamente, este fin de fiesta del segundo
J.M.A., 1877-1885: 11-IV-1881: 91). Se están creando las condiciones que día de Pascua se irá trasladando a Cruces en exclusiva (A.L.S.-V.; J. A.
harán de Cruces un espacio festivo más apto para los actos profa- B.; I. U. V.). Quizás porque, a diferencia de Morteruelo, es un lugar que
nos, que la reducida y marginal campa de la ermita de Santa Águeda. atraviesan la mayoría de los romeros de regreso a su punto de ori-
Durante el primer semestre de este año 1881, la campa de Cruces gen; y porque este punto es más accesible a quienes, desde múlti-
se ve sumamente animada, como será habitual a partir de ese ples lugares, acuden a la romería profana de la tarde sin haberse
momento. Se celebran ferias los días 16 de enero, 20 de febrero, 19 desplazado por la mañana hasta el santuario.
de abril, 15 de mayo y 19 de junio. Y, además, las festividades de En el breve transcurso de pocos años, éstas de Cruces mutarían
Pascuas de Resurrección –el 18 de abril- y de Pascuas de Pentecostés de romería a baile público, ya que en sus primeros tiempos conser-
–el 6 de junio-. A cada celebración acude una pareja de miñones para vaban aun rasgos ruralizantes. Para los romeros, el obligado despla-
garantizar el orden (A.M.B.: 54-A-2). zamiento de aproximación entre caminos y estradas, con cuadrillas
entonando canciones desde su barrio la dotaba de un tipismo que se
1.2. Romerías interseculares (XIX-XX) extinguiría en menos de una década, al irse convirtiendo Cruces en
un pequeño barrio periurbano.
De estas dos festividades pascuales la más importante es la de Lo cierto es que, ya en 1905, se constata que la celebración de
Pentecostés, única contemplada en las bases para la actuación de la esta festividad en el punto de Cruces y barrio de Burceña, “de pocos
Banda Municipal de Música en 1892. Aunque las correspondientes a años á esta parte ha tomado mucho incremento”; hasta allí acude “la
1896 ya incluyen estos dos segundos días de Pascuas entre las festi- gente forastera... de todas las partes bien á tomar el sabroso aire ó
vidades a amenizar por la citada banda8. Entre el ciclo de romerías bien á bailar alegremente por todas aquellas campas” (A.M.B.: B.6.1.1-
a amenizar por la banda en 1897 y en 1900 se siguen incluyendo los 12). En consecuencia, un total de 73 vecinos del barrio solicitan al
dos segundos días de Pascuas de Resurrección y de Pentecostés Ayuntamiento baracaldés que se potencie esta captación espontá-
(A.M.B.: 182-C-4 y 19; 196-C-1 y 197-D-8). Tanto la banda de música nea, mediante la repetición de la romería
como la de txistularis ya amenizaban tanto el baile público domini-

8 Aunque la oferta de la agrupación musical contratada ese año por el 9 Punto éste situado a medio camino del Puente del Diablo y del alto de
Ayuntamiento se ceñía tan sólo a la de Pentecostés. Kastrexana, al otro lado del Kadagua y de regreso hacia Bilbao.

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La fiesta del segundo día de Pascua de Pentecostés discurre en


1903 sin incidentes. El Ayuntamiento acuerda repetir al domingo
siguiente esta romería de Cruces (El Eco del Puerto, núm. 12, 19-IV-
1903). En 1910 se verifican en este lugar las romerías profanas de la
festividad de Santa Águeda -5 de febrero-, pero sobre todo las
Pascuas de Resurrección y de Pentecostés. Y son estas dos las que,
durante el periodo de entresiglos, atraen multitudinaria concurren-
cia procedente de un extenso ámbito.
Un incidente ocurrido en el Colegio Salesiano revela la impor-
tancia de estas romerías de Cruces, incluso para el segmento de
población adolescente. El mes de mayo de 1911, los muchachos de los
talleres artesanales de aquél solicitaron permiso para acudir a la
fiesta, que les fue denegado. A modo de protesta, estropearon la
cerradura de la puerta de entrada al taller más concurrido, el de Figura 3. Baile al suelto. Romería del alto de Ixua (Eibar, 1914).
carpintería. Ese año también hubo peleas, como de costumbre, en la
romería a consecuencia de las que “hubiéronse de lamentar desgra-
cias” (Bastarrica 1987: 73). de abril. La pertinaz lluvia obliga a suspender la repetición de las
En cuanto a intérpretes y ritmos musicales, como en cualquier Pascuas el 30 de abril, por lo que 19 feriantes y vecinos de Barakaldo
baile público de Barakaldo y su ámbito, durante el periodo interse- obtienen autorización municipal para trasladar la repetición al
cular predominan la banda de música, los pianillos y los corros de domingo 7 de mayo. La suspendida repetición correspondiente al
ciegos10, con el consiguiente desplazamiento en la primacía del tra- domingo 8-IV-1917 fue trasladada al domingo 22 del mismo mes. A
dicional baile al suelto por los nuevos ritmos estandardizados, consecuencia del mal tiempo habido los días 1 y 16 de abril de 1918,
comunes al ámbito español y europeo. Se trata de los valses, polkas, y a pesar de la presencia de la Banda Municipal, la campa de Cruces
mazurkas, habaneras y chotis. Aunque coexistan con la porrusalda apenas estuvo concurrida por “algún que otro romero y chiquillos”;
bailada al suelto y al son del txistu (Ansorena Miner 2012), los preci- en esta ocasión son 37 los propietarios de choznas o “puestos de
tados bailes dominan la época (Un baracaldés 1966). Con estos tipos comidas y bebidas”12, quienes logran que el Ayuntamiento apruebe
de ritmos, el baile desritualizado ya no expresa solidaridades colec- repetir la romería pascual el domingo 14 de dicho mes. La lluvia
tivas, sino que yuxtapone individualidades e implica un nuevo len- impide de nuevo que se celebre la romería el 16-V-1921, por lo que su
guaje corporal. Replegada sobre sí misma, la pareja entabla un diá- celebración se traslada al domingo posterior al de repetición; asi-
logo a dúo (Gasnault 1986: 185), pero en el que el hombre conduce el mismo con asistencia de la Banda Municipal y tamborileros, y en
movimiento, mientras que la mujer sigue el marcado por el varón. ambos casos a petición de un grupo de vecinos. El mal tiempo rei-
nante durante la romería de 1936 motiva una nueva petición de
1.3. Las romerías anteriores a la Guerra Civil cuatro taberneros de Cruces, para que la Banda Municipal de Música
ejecute bailables los días 1 y 7 de junio; en esta ocasión el
Entre 1912 y 1936, las romerías de ambas Pascuas se van desvin- Ayuntamiento no accede a la petición por oponerse el reglamento
culando de las funciones religiosas del santuario de Santa Águeda, de aquélla (A.M.B.: 228-5, 233-26; B.6.1.-35 y 52, B.6.2.-2-31).
para adquirir identidad propia, en cuanto a festividades profanas. Al parecer ni el público infantil pudo sustraerse a la seducción
Durante ambos días, los grupos de jóvenes que por la mañana han de estas romerías, con los temores de los padres cuando algún hijo
acudido a la función religiosa de aquél, regresan en alegre biribilke- se perdía, propalándose confusos rumores como aquél que se difun-
ta con acordeones hasta Cruces. Pero el contingente que desciende dió por el entorno a mediados de los años veinte:
de Santa Águeda es insignificante frente a los apiñados racimos de
jóvenes romeros que ascienden por las carreteras y caminos que “Como en aquel tiempo los sacamantecas andaban
conducen a Cruces. Su campa será escenario, durante toda la tarde, sueltos causando el pánico de todos los chicos y chicas, no
de una de las más concurridas romerías vizcaínas. Entretanto, el fue extraño lo que ocurrió: se expande el chisme de que ha
barrio ha adquirido entidad propia, contando con 177 viviendas11, desaparecido un niño, ha desaparecido un niño en Cruces,
habitadas por otras tantas familias en 1930 (A. M. B.: 552-10). han raptado a un niño durante la romería, han matado a un
El mal tiempo parece actuar en contra de estas romerías, en niño; y el eco se incrustó en nuestros cerebros provocando
particular de la Pascua de Resurrección ubicada en el pluvioso mes un pavor soterrado (....); han pasado muchos años y aún
desconozco si fue verdad” (Serna 1996: 43).

10 “En entornos urbanos o industriales la diversidad de preferencias y la presión Entretanto, y tras muchos años sin feria, el Ayuntamiento de
de los diferentes agentes de la sociedad de masas obligaron a articular una Baracaldo organiza un Concurso de Ganado Vacuno en la Campa de
confluencia entre tamborileros, bandas de música y resto de músicos -ciegos
o no, instrumentistas de cuerda y pianos de manubrio- mediante una Cruces. Celebrado el 5 de agosto de 1928, carece de conexión con los
regulación sistemática de tiempos e incluso de asiento concreto en el espacio acontecimientos festivos de referencia, salvo el de compartir idénti-
festivo, pago de impuestos, etc.” (Berguices 2016: 515). co soporte espacial. Abierto a concursantes de la Margen Izquierda,
11 Agrupadas en los pequeños núcleos de la Campa y carretera, Labróstegi,
Vista Alegre, Vallejo, La Arboleda, Basachu, Calzada y la barriada de La
Constancia. 12 Encabezan la petición la proverbial Benita de Arana y María Escobal.

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concurren 64 participantes de Barakaldo13 y otros 7 del resto del


ámbito14, presentando un total de 151 cabezas. El concursante más
premiado es el baracaldés Leonardo Cobreros (A.M.B.: 255 (253)-22).
A partir de 1914 los viejos ritmos, fruto de una moral victoriana
y decimonónica, comienzan a ser desplazados entre las clases sub-
alternas por el pasodoble y el tango, hegemónico éste durante la
década de los veinte, o por el foxtrot. A mediados de los años veinte
irrumpen en el repertorio bailes más provocadores a la vez que
elegantes, como el charlestón, seguido por los boleros, que se con-
solidarán durante los treinta. También, al término de esta década,
otros como el chachachá, la rumba, la samba, el fox-trot, y la conga,
más otros de origen latino y caribeño, que denotan una fuerte carga
de sensualidad y erotismo; pautados por la paralela introducción de
conjuntos instrumentales como la orquestina de jazz band15 (Sevilla
2000: 96-98).

1.4. El climax festivo Figura 4. Txosnas en una romería primisecular (s. XX).

En 1930, Cruces se ha convertido en un barrio con entidad públi-


ca en el hábitat barakaldarra, a escasos 1.900 m. de su capitalidad.
Cuenta con 77 edificios, de los 4 alcanzan cuatro pisos de altura y 3 verde que hablan en voz alta, es la unida y valiente juventud
los 4 pisos, contando con un reducido censo de 177 familias y su retuertana. Aquéllos, los de la bota enorme y el clavel a la
propio callejero: Cruces (campa y carretera), La Constancia, oreja, son los díscolos luchaneses. Allí están los del monte, los
Labróstegui, Vista Alegre y Vallejo. En la plaza se han establecido mineros de mirada retadora, roja la faja, rojo el pañuelo
varios bares: Rosario, La Parra y Pacho, que constituyen sendos atado al pescuezo y grasiento el mechón de pelo pegado a la
basamentos de la sociabilidad masculina cotidiana (A. M. B.: 552- frente. Los del Chori-Erri, son aquellos otros de las cestas
10/1930). Aunque el indiscutido centro de servicios para Cruces negras y panzudas y abultados paquetes de merienda, que
continúa siendo el antañón barrio de Burtzeña. parlotean en vascuence” (Perea 1944: 140-141).
Por entonces daban comienzo estas romerías a las dos de la
tarde, para finalizar al anochecer. Desde primeras horas de la tarde Pero, más allá de las peculiaridades locales, el atuendo romero
convergían hacia la campa de Cruces miles de romeros, procedentes es común y de tipo tradicional: el ochenta por ciento de los jóvenes
de todos los rincones de Bizkaia, sobre todo de ambas márgenes de llevan alpargatas blancas y blusa, y las chicas bata de percal (Repila
la Ría y de Txorierri16. Llegan a través de carreteras y caminos jalo- 1948).
nados por mendigos apostados en las cunetas, que imploran caridad
mostrando sus llagas y muñones. Además de barakaldarras, abun- “Muchos jóvenes vienen destocados, con la arrugada
dan los romeros bilbaínos, abandotarras, areneros y portugalujos boina en la mano y otros cubierta la cabeza con la boina
(Un baracaldés 1966; Homobono Martínez 2003: 284-287). graciosamente ladeada. Unos emblusados y los más con la
chaqueta al brazo y la blanca camisa arremangada hasta
“Ese grupo que vemos ascender, jaranero, por la vieja los codos. Todos con albino pantalón o de mil rayas. Las
calzada de Burceña, está compuesto de arrolladora mucha- garbosas muchachas con sencillos vestidos claros, airosos
chada chimbotarra. Ese otro, los del pañuelo blanco y la faja delantales y largas trenzas. Todos y todas con alpargatas
blancas o blanqueadas con greda” (Perea 1944: 140).
13 La mayor parte de los ganaderos baracaldeses pertenecen a hermandades
de diversos barrios A saber: Retuerto (18), Landaburu (9), Lutxana (7), Estas romerías vespertinas se caracterizaron por el buen yantar
Burceña (5), Lóizaga (3), Santa Águeda (3), San Vicente (2), Zuazo (2), Cáriga
(1), Llano (1), El Regato (1), Alonsótegui (1). de los concurrentes, su comensalía grupal, que precedía al baile,
14 Todos de la periferia baracaldesa: Zorroza, Kastrexana, Ugarte, Ortuella, pudiendo elegir al efecto entre la más selecta relación de choznas y
Portugalete y Bilbao. figones de todas las romerías vizcaínas17, instaladas en pleno espa-
15 Se bautizó como Jazz-Band a la agregación de diferentes instrumentos de cio festivo. De lona y adornadas con ramajes y farolillos de papel.
percusión como bombo con pedal, caja, plato y caja china, para un solo Allí estaba Benita Arana18 (a) Benitorra, provista de bien condi-
ejecutante que se fraguó en las orquestas norteamericanas de jazz de
comienzos del siglo XX y que hoy se conoce como “batería”. mentadas casuelas: bacalao al pil-pil o con pimientos del pico, cor-
16 Y de la Zona Minera, incluso hasta de Galdames durante los años veinte.
Severiano Zaballa, después popular tabernero de Urállaga y que entonces
vivía en Akendibar, recibió el apodo de Charlot porque en cierta ocasión 17 La propuesta de repetición de la romería de Pascua de Resurrección en 1918,
volvía de la romería de Cruces con el paraguas abierto -sin que lloviera- y la es suscrita por 37 dueños de choznas “que de antiguo vienen estableciendo
chaqueta del revés (J. L.U.). Otro galdamés, Patxo Gallarreta, que entonces en cuantas romerías se celebran en nuestra Anteiglesia”, un tercio de los
vivía en Peñoñuri, asistió en su juventud a algunas romerías de Santa cuales son mujeres (A.M.B.: 233-30).
Águeda, por Pascuas, bajando después a bailar a Cruces (F. G. V.). El ámbito 18 Benita Arana Uriarte -Barakaldo, 21.03.1864-, tuvo un bar-restaurante, así como
precitado constituyó, sin duda el más amplio de las romerías y similares de una tienda, en la casa de los Indianos, de la calle Arrandi. Esta gran cocinera
todo el territorio histórico de Bizkaia. frecuentaba las romerías locales al frente de su chozna (Ibáñez 1997: 56-57).

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Figura 5. L as txosnas en fiestas de barrio, como en estas de Nocedal (Ortuella, Figura 6. La Banda Municipal de Barakaldo, en el improvisado kiosko de las
en 1918), desempeñaron un papel fundamental. fiestas de barrio.

dero asao y en salsa, picatierras (pollos) en salsa y asados, bien “Aquí, ruidos de charanga y del plañidero acordeón a
aderezados caracoles, callos, merluza y ternera. Esta choznera cuyos sones dibujan las plegadas parejas difíciles trenzadu-
baracaldesa “llevaba la palma”, pero no era el único servicio hoste- ras; allá, los dulzaineros que chiflan y cantan electrizando a
lero en la campa. También acudía Anita (a) La Coja, de Retuerto. Y las los corros bailadores; acullá el embrujado gorgoritar del
sestaotarras Pía Escobal (a) La Galana y La Chalana ofrecían las chistu que arranca en los ágiles danzantes asombrosos
mismas viandas, a precios más económicos si cabe. Una gran cazue- saltos y piruetas. De cuando en cuando la banda de música,
la, suficiente para cuatro comensales, más pan y vino, no costaba la laureada banda baracaldesa, interpreta una pieza de
más de siete reales “por cabeza”. Allí estaban, también, Ataquines, El baile modernista” (Perea 1944: 141-142).
Riojano… o bares como Cachi o Mi Bar. En estos establecimientos
recalaban las cuadrillas, para saciar su sed y si se terciaba comer Entre los intérpretes destacó un tal Feder, con sus acordeones22
alguna de estas suculentas cazuelitas, a alguna de cuyas cocineras y guitarras (Ochoa 1953). En esta romería de Cruces, como en otras
se le había ido la mano, interesadamente, en el picante (Gabasa 1953; de Barakaldo, no se autorizaron los pianos de manubrio –al menos
Aramis 1954; Heres Oceja s. d.). entre 1905 y 1912 y en años posteriores23- de acuerdo con la explícita
Tratándose de vino, el más afamado fue el de La Novilla de San prohibición municipal vigente para todo el ciclo festivo local, a
Francisco (Bilbao)19, que servía caldo riojano de Heredia, “a perra el excepción de la romería del Carmen (A.M.B.: B.6.1.-1-10 y 23). La ten-
chiquito”. Convivial comensalístico entre amigos, convecinos y/o dencia señala hacia un predominio progresivo de las acordeones
familiares reforzado por la comunión vehiculada por ese ritual frente a dulzainas, txistus, etc. El baile público de Cruces estuvo más
beber juntos característico de cualquier esparcimiento festivo20. clareado cuando se efectuaba a los acordes del txistu u otros instru-
Pero las copiosas libaciones hechas en su establecimiento cataliza- mentos tradicionales que cuando los acordes de la Banda conse-
ron las peleas entre cuadrillas (Heres Oceja s.d.; Perea 1944: 142; Un guían colmatar el espacio de la plaza. En vísperas de la guerra civil,
baracaldés 1966). Tales peleas fueron usuales, seguramente, en las los aparatos de radio constituyen una innovación técnica aplicada al
romerías de Cruces desde sus inicios. baile público de las romerías24. El baile público, en general, termina-
Completaban la relación de feriantes los puestos habituales en ba a las 8 ó 9 de la noche a los sones de una jota y/o un pasodoble,
todo acontecimiento festivo: de rosquillas de Mendaro, de chimina- interpretado por la banda municipal de música.
ques, de almendras garrapiñadas; vendedores de agua de limón, Este público juvenil transita por el paseo a lo largo de la carre-
barquilleros, carros de helados. Y, además, tiovivos21, churrerías, tera, desde el espacio festivo hasta los caseríos de Labróstegi y
puestos de tiro al blanco y fotógrafos ambulantes (Perea 1944: 141).
El baile congrega a los jóvenes, a los acordes de variados intér- 22 También, poco antes de 1930 Santiago Díaz Arruti y Víctor Farelo Lomberan
pretes y melodías: (A. M. B.: 252(253)-11). Farelo el Acordeonista fue un acordeonista nacido en la
barakaldarra calle de Arana, que actuó en las romerías y el baile público
locales, así como en fiestas desde Erandio y Txorierri hasta el Valle de Mena
(Ibánez 1997: 45 -46).
“Benita, socarrona y alegre, con una chirigota para todo y para todos,
contemplando, soplilla en ristres, la suculenta formación de cazuelas 23 En 1926 se rechazó la petición para tocar un piano de manubrio, formulada
encaramadas en pequeños hornillos. ¡Vos vais a relamber con estos callos!... por Faustino del Río, vecino de Berango (A.M.B.: A.10.4.-4-5). Los bailes eran
¡Churrumusqui y limonada!... ¡Perra gorda docena de caramelos!” (Aramis 1954). amenizados, antaño, por pianillos de manubrio o por ciegos que, tras
estrujar el fuelle de sus viejos acordeones, pasaban el platillo o la boina
19 Quien también concurría a las romerías y fiestas de Deusto (Larrinaga para recoger la limosna, unas monedas de cobre que les ayudasen a
Zugadi 2007: 198). subsistir.
20 “Borbotean los pellejos de vino y resbalan las botellas de limonada y 24 Un vecino de la campa de Cruces, Cristóbal Linaza Ayesta, que afirma actuar
churrumusqui” (Ochoa 1953). Porque las mozas apenas consumían otra “en representación de la mayoría de los vecinos de Cruces y sus inmediaciones”,
bebida que la limonada de Saltuchas, a la que invitaba el galán de turno recaba autorización municipal para colocar uno de estos aparatos después
(Gabasa 1953). de terminada la romería oficial. Se trata con ello de propiciar el “solaz y
21 Como el exágono (sic) instalado por Nicolás Gutiérrez durante las romerías esparcimiento de los vecinos”. Esta prolongación festiva se celebró, de
de Cruces de 1929, es decir ambos días de Pascuas, más su repetición al acuerdo con lo previsto, el domingo 7-VI-1936, finalizando la música entre
domingo siguiente (A.M.B.: A.10.4.-5-2). 11,30 y 12 h. de la noche (A.M.B.: A.10.4.-8-2).

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142 LAS ROMERÍAS DE CRUCES (BARAKALDO): UN EJEMPLO DE FESTIVIDADES LÚDICAS Y LAICAS. BAILES Y PELEAS, SOCIABILIDAD Y COMENSALÍA.

Beteluri25. Allí acudía “lo más selecto de las guapas mujeres”; incluso
algunas de costumbres licenciosas, que se dejaban acompañar por
señoritos juerguistas a bordo de elegantes landós de doble capota
(Un baracaldés 1966).

“A veces, la gente se apiña en torno a cuadrillas gladia-


doras que se acometen a limpio soplamoco. Y en ocasiones,
después de los previos puñetazos, surgen las armas homici-
das: la manopla, la pistola o la siniestra navaja del matón...”
(Perea 1944: 142).

Aquí en Cruces, como en otras romerías de la zona minero-fa-


bril, el baile fue el espacio preferente de estos antagonismos moce-
riles. En una sociedad ya industrial y compleja se enfrentarán gru-
pos de diferente origen local, pero también regional e incluso ideo-
lógico. En torno al baile se producen “muchas discusiones entre los
nativos y los de fuera, todo esto debido a los celos y el querer dispu-
tarse las mozas” (Repila 1948). También se enfrentan bilbaínos con
baracaldeses, “enfebrecidos por las copiosas libaciones hechas ande
La Novilla” (Un baracaldés 1966). Las tensiones latentes se dirimen
habitualmente a puñetazos, aunque en ocasiones salgan a relucir
armas blancas o de fuego26.
Durante la inmediata posguerra, las peleas se aminoran en el
contexto de un régimen nacionalcatólico que, en lo tocante a los
estilos de vida imprime un autoritarismo moralista, que afecta al
atuendo, el baile y reprime con mano dura cualquier disturbio27.
Concurren menos jóvenes, por los muertos, mutilados o encarcela- Figura 7. Arriba: Plaza de Cruces, hacia 1955, con la Casa Roja, La Cabaña y el bar
dos como secuelas de la Guerra Civil, y la pobreza de estos años La Parra. Al fondo el monte Argalario (516 m.). Abajo: Plaza de Cruces,
hacia 1965. Con la casa del bar de Pacho aún en pie.
hace disminuir el número de txosnas. El hueco lo ocupan un tropel
de niños ávidos de diversiones: autos de choque y tiovivos de caba-
llitos. La música, como en otras fiestas locales, se limitas a las ban-
das municipales de música y de txistularis. Más adelante, estas del mismo, ya casi desvinculadas de su referente romero origina-
romerías vieron incrementarse su faceta mercantil, proliferando los rio28. El proceso se ha cerrado ya algo avanzada la postguerra,
barraqueros con casetas de tiro o tómbolas de rifas, autos de cho- cuando las fiestas de Cruces se van reduciendo a festejos, verbenas
que así como algunas churrerías (Ibáñez 1997). y barracas análogas a las habituales en otros barrios de Barakaldo.
Sin embargo el proceso será paulatino, porque a comienzos de los
1.5. De romerías a fiestas de barrio cincuenta estas romerías vespertinas aún eran muy afamadas, aun-
que con un entorno más restringido, siendo concurridas por nume-
En 1955 se edifica en Cruces la gran Residencia Sanitaria, pronto rosos jóvenes y animadas como antaño por la Banda de Música29
Hospital de Cruces, cuya erección fue seguida por la construcción de Municipal, no faltando en ellas las tradicionales peleas (V. G. U).
un populoso barrio, en el contexto de la urbanización generalizada Tras la Guerra Civil, estas multitudinarias romerías de antaño se
que experimentaba Barakaldo. Paulatinamente, y a medida que van redimensionando paulatinamente como fiestas de barrio. Las
Cruces se vaya consolidando primero como barriada y después –a escasas peticiones de instalación de equipamientos festivos, pues-
partir de los primeros sesenta- como populoso barrio con muy tos de bebidas en concreto30 corroboran esta apreciación (A.M.B.:
numerosas viviendas, las romerías se irán convirtiendo en fiestas
28 Actualmente se celebran las Gurutzetako Jaiak/Fiestas de Cruces, durante
25 En este último existió un txakoli de temporada abierto al público, y siete jornadas de la primera quincena del mes de mayo; y organizadas por
regentado por Valentín Aresti, ente 1915 y 1936 (A. M. B.: 205 (207)-33, A.10.4). una comisión popular.
26 Un hecho frecuente en festividades del entorno desde mucho antes. De este 29 El Ayuntamiento de Barakaldo instala un kiosko para sus propios músicos: la
modo, en un baile dominical de Larreineta (1893), hubo heridos por navajas banda y los txistularis (J. L. G.)
o revólver en una pelea entre mineros (N.B., 17-II-1893), así como también en 30 Una en 1946 y dos en 1947. En 1946 es tan sólo Francisco Taranco Vivanco, de
las fiestas de Trucíos (N.B., 3-VII-1895). la propia campa de Cruces, quien instala “al igual que en anteriores
27 Encarnado en Barakaldo por las figuras del alcalde, José María Zabaleta, que romerías de Pentecostés”, un puesto de bebidas y refrescos habilitando al
ejerció como tal desde 1937 a 1963, y el párroco de San José y arcipreste de efecto la entrada de su tienda. En 1947 obtiene análogo permiso Florentina
la zona fabril, Simón López. Se obliga a que los hombres vistan camisa larga Ordóñez Martínez –de El Desierto- y el tabernero Jesús Ibáñez Trueba, del
y chaqueta y, en cuanto a las mujeres, que lleven medias. En cuanto al baile propio Cruces; quienes instalan sendos puestos de bebidas o choznas,
público se prohíbe el novedoso ritmo de la conga, con respecto al cual una ambas el 26 de mayo con motivo de la Pascua de Pentecostés, e Ibáñez
copla popular afirmó: “Se baila en Cuba y en el Japón, pero en Barakaldo no también por su repetición. Este tabernero de origen soportano afincado en
la permite Don Simón. Y al alcalde dispuesto está a que se respete la Cruces hacia 1939, y tratante de caballerías, paseó su engalanada txosna por
autoridad”. todas las romerías baracaldesas, instalando un carrejo de bolos a katxete

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A.10.4.-11-14). En 1946, los segundos días de ambas Pascuas son Cruces, había solicitado autorización municipal para trabajar la
incluidos en el calendario de fiestas de los barrios, elaborado por la tarde del sábado 5-IV-1969 en ella, “sin usar música ni altavoces”,
Comisión de Policía y aprobado por el Ayuntamiento en sesión de verá denegada su solicitud sin más explicaciones; sin embargo,
19-XII-1946. De acuerdo con el mismo, estos días más los de sus sabemos que esta actitud corresponde a las disposiciones guberna-
repeticiones actuará la Banda Municipal de Música animando las tivas en orden a no permitir nuevas fiestas de carácter público
romerías de la tarde. De esta forma, el barrio de Cruces es el único (A.M.B.: Fiestas, 1969, s/n).
en el que no se suprime la asistencia de la Banda a las repeticiones En cuanto al baile, en los dos públicos del núcleo de Barakaldo,
romeras, dato indéxico de la importancia, siquiera residual, de las tras las reitera desafección de un público compuesto, en su mayor
mismas (A.M.B.: B.6.1.-4-27). La mocedad de los barrios acude a medida por jóvenes recién inmigrados, el Ayuntamiento suspende a
Cruces al atardecer, tras la jornada de trabajo y aún se producen comienzos de 1965 los bailes del txistu “en las plazas públicas” [...]
peleas (V. G. U.). La juventud baracaldesa protagoniza, durante estos “por carecer de objeto”. En cuanto a la Banda de Música, se adopta
años, una ruidosa vuelta de romería al final de la misma, en forma análoga medida, reduciéndose su función a 42 conciertos anualmen-
de biribilketa desenfrenada (M. A. M.). te programados en el conjunto del municipio (A. M. B.: 407-21; 418-10).
A finales de 1947 se inicia la construcción de un nuevo templo Es plausible suponer que lo mismo sucediera con las romerías de
en el barrio de Cruces, cuya inauguración tuvo lugar el 20-VI-1953, Cruces. Aquellos conjuntos musicales sustituidas por las Orquestinas
bajo la advocación del Sagrado Corazón de María31 (Baracaldo Moreno y, a partir de 1962 se introduce en el baile el ritmo del twist,
Memoria 1957: 29-31; Ibáñez 1994: 232). Concebido inicialmente como precursor del rock.
ayudantía de parroquia de la Natividad de Nª. Sª. de Burceña, es esta Una jota pregona la nueva realidad del barrio35:
última la que recaba permiso municipal para conmemorar la festivi-
dad del Inmaculado Corazón de María el domingo 22-VIII-195432. En Cruces es hoy un barrio,
definitiva, se trata más bien de una fiesta conmemorativa e institu- pronto será capital,
cional que popular, careciendo de actos propiamente festivos. No con su sanatorio nuevo
parece que tuviera continuidad en años sucesivos33. y su iglesia parroquial.
El barrio de Cruces se mantuvo fiel a sus tradicionales romerías
de las Pascuas, aunque ya carentes de aquella capacidad de convo- Mientras que otra lanza una mirada nostálgica hacia las rome-
catoria supralocal que tuvieron antaño. En 1953 solicitan instalar rías de antaño:
puestos en las romerías de la Campa de Cruces, el día 6 de abril,
sendos vendedores34 (A.M.B.: A.10.4.-15-1). Las restricciones municipa- Campa de Cruces de antaño
les no cooperan precisamente al esplendor de esta festividad. buena arboleda tenías,
Manuel Paredes quien, en nombre de los feriantes de la romería de cuando llegaban las Pascuas
lucían tus romerías.
junto al bar Jalisco de su propiedad, que más adelante fue de la modalidad
de pasabolo (Ibáñez 1997: 176). El establecimiento se denominó luego Mesón
Rosario, por el nombre de su señora, que tomó las riendas de la cocina. Los
juegos tenían gran importancia en la época, siendo el de los bolos el más
2. ANÁLISIS
representativo y vinculado a establecimientos de consumo de bebidas.
31 Mis recuerdos infantiles de Cruces se remontan a esa época. Durante la que Como ya se ha dicho las denominadas romerías de Cruces no
acompañaba a mi abuelo paterno en su visita semanal a nuestros parientes pueden ser consideradas, en puridad, como tales36; dada su desvin-
del somo de Basatxu, zona alta del barrio. Tras salir de Villa Róntegui culación de las propiamente romerías al Santuario de Santa Águeda
(Etxatxu), en el barrio de Landáburu, pasábamos por Lurkizaga, “Tomasillo”
(Sakona), las casas rurales de El Retiro, el cruce por debajo del puente y su definición como una parada en el alto de Cruces, lugar donde
ferroviario donde se cruzaban las líneas de la Orconera y de la extinta los romeros se separaban para regresar a sus diferentes lugares de
Luchana Mining, el caserío de Balejo y la finca de Sarasti, los chalecitos de origen. Parada, inicialmente para bailar, práctica lúdica y laica a la
Guruzeta y Tellería, para desembocar en la plaza de Cruces. Allí, antes de
emprender la empinada cuesta hacia Basatxu hito en el camino hacia Santa que fueron sumándose las de restauración y atracciones de feria. En
Águeda, parada en el bar de Jalisco (Rosario) para degustar una Pepsi-Cola
y contemplar unas jugadas de pasabolo. De muy niño, creo haber asistido
con mis padres a una de las romerías, puesto que conservo el nebuloso
recuerdo de una gran multitud, de la dificultad de espacio para realizar un 35 En 1955 se inauguró la Residencia Sanitaria, después denominada Hospital
picnic familiar y de un sabroso helado. Más adelante, durante mi pubertad, de Cruces. Parroquia, hospital y expansión urbana determinan la constitución
pude ser testigo del progresivo avance de la urbanización de Cruces. de un populoso barrio en Cruces, relativamente separado del casco urbano
de Barakaldo y dotado de su propia identidad, que va fagotizando los
32 Este programa de fiestas para el barrio de Cruces se inicia de víspera, con pequeños y más antiguos núcleos circundantes. Como es sabido, los límites
volteo de campanas, disparo de cohetes y pasacalles de txistularis, seguido de un barrio son subjetivos e imprecisos, y hay quien extiende los límites de
de Salve Popular a las 8 h. de la tarde. El domingo de referencia, misa Cruces hasta comprender al vecindarios de Andikollano (Lutxana) y
solemne a las 11 h. de la mañana, cantada por la Schola Cantorum de San Amezaga (Retuerto). En 2019 el barrio de Cruces / Gurutzeta propiamente
Vicente, que da un concierto en la Campa de Cruces una hora más tarde. A dicho tenía 8.119 habitantes, cifra que ascendía hasta los 15.384 sumando los
las 12,30 h., exhibición de danzas vascas por el grupo Laguntasuna. Por la de los vecindarios del polígono La Paz (3.884) y de Llano (3.831). Si bien este
tarde, Función Eucarística a las 5 h., y festejos infantiles a las 5,30 h. (A. M. último, celebra sus propias fiestas en junio, signo inequívoco de afirmación
B.: B.6.1.-5-12). de una identidad barrial propia.
33 Aunque a comienzos de los setenta se festejó en alguna ocasión la 36 Bailes y meriendas cumplen parcialmente con la primera definición de
festividad de La Inmaculada, en diciembre. romería de la R. A. E. Y plenamente la segunda: “Gran número de gentes que
34 Eloísa Recio, de Barakaldo, para un puesto de confitura; y Lucio Leibar, de afluyen a un sitio”. Al baile dominical de la plaza de La Casilla (Abando-
Bilbao, para un puesto de rosquillas. La primera instaló su pequeño puesto Bilbao) se le denominó romería desde sus orígenes, en 1882 (Berguices
en la barakaldarra Plaza de Los Fueros hasta finales de los ochenta. Jausoro 2016).

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144 LAS ROMERÍAS DE CRUCES (BARAKALDO): UN EJEMPLO DE FESTIVIDADES LÚDICAS Y LAICAS. BAILES Y PELEAS, SOCIABILIDAD Y COMENSALÍA.

Euskal Herria resulta correcta dicho calificativo para las fiestas no emociones a través de gestos y movimientos. Se realiza mayormen-
santorales, denominándose “erromeria” o romería en Euskadi37, te al son de la música y tiene dimensiones de espectáculo40.
aunque no en Navarra ni en Iparralde, donde el sentido religioso De este modo, desde el punto de vista antropológico, el baile
está omnipresente en cualquier tipo de fiesta, quizás salvo los podría definirse como una práctica cultural y como una especie de
Iñauteriak (Carnavales). Y siempre celebradas de forma vespertina. ritual social por el que la misma se concibe como un medio que
Se trata de una categoría que se va proliferando en otros ámbitos genera placer estético y un medio para establecer vínculos interper-
autonómicos, ante el arrollador avance del proceso de seculariza- sonales y crear un tejido específico dentro de una determinada
ción. De todas formas comparten algunas de las características de comunidad, incrementando el sentido de grupo y solidaridad entre
las romerías propiamente dichas: celebrarse en un lugar relativa- sus participantes41. Sin olvidar el papel que desempeña el baile, sus
mente elevado38 el Alto de Cruces (21 m.), al pie de la montaña y pasos y movimientos así como la música que le acompaña, en la
fuera del casco urbano municipal, su frecuencia anual y un camino construcción de identidades, y más aún cuando se incorpora a ellas
breve que permitía entrar en contacto con una naturaleza y un pai- la perspectiva de género; estableciendo una correlación neta entre
saje agrarios, aunque netamente suburbanos. Camino de ida y de la construcción identitaria, habilidades de seducción y sexualidad
vuelta que prolongaba el clima festivo (Homobono Martínez 2016: más o menos explícita (Rebollo Pérez 2014/2015: 3-5). Legitimando y
81-83). La campa o plaza de Cruces es un espacio público que la reproduciendo los roles de género establecidos hegemónicamente
efervescencia festiva transforma en lugar específico, singular y en el seno de nuestra sociedad como fenómeno “natural” y “norma-
encantado donde construir y entretejer identidad y memoria. lizado”. Aunque en espacios festivos, de ocio y sociabilidad, como el
Porque toda fiesta popular es, además, un lugar de encuentro, de las romerías de Cruces, proyecta nuevos significados y compor-
donde reencontrar periódicamente a viejos conocidos y entablar tamientos alternativos de quienes participan en él, con respecto a la
nuevas amistades. Estas romerías suponían para los/as jóvenes –a vida cotidiana y a la tímida evolución de los estilos de vida en esta
través del baile y el acompañamiento– unas jornadas de convivencia época.
intersexual en un escenario alejado de su espacio cotidiano, libre El tipo de acompañamiento prototípico, tanto festivo como
por tanto de la fiscalización de los adultos. Para las parejas forma- cotidiano, del ámbito cultural vasco atlántico es la cuadrilla juvenil
das durante las precedentes fiestas patronales de estos u otros de su respectivo barrio42 (Homobono Martínez 1994a) y en romerías
pueblos, proporcionaban la ocasión de consolidar sus relaciones como la estudiada aquí resulta menos frecuente la concurrencia de
(Homobono Martínez 2004: 505). parejas previamente establecidas, aunque la resultante de estos
eventos festivos sea el inicio de formación de éstas; en particular
2.1. El baile mediante el baile. En el que, pese a su carácter popular y propio de
las clases subalternas, se manifiesta una manifiesta segregación
El baile es un arte popular, y también una práctica cultural, social. Las chicas prefieren a los empleados y señoritos sobre traba-
donde se utiliza el movimiento corporal generalmente con música, jadores fabriles, mineros o aldeanos.
como una forma de expresión y de interacción social entre jóvenes En el baile público están muy marcados los roles de género,
con el propósito de entretenimiento, pero también de flirteo sexual, operando como una ocasión y lugar de reproducción de los mismos
que desarrolla habilidades de seducción y comunicación. También (Rebollo Pérez 2014/2015). Es únicamente al chico a quien le toca
supone el movimiento estático y en desplazamiento que sucede en abonar la módica tasa cobrada43. A él le corresponde la iniciativa de
el espacio y el tiempo que se realiza con una parte y todo el cuerpo la invitación, pero la chica tiene la potestad de aceptarla o rechazar-
del ejecutante, con cierto compás o ritmo como expresión de senti- la. Así pues, el baile reproduce las relaciones de género preexisten-
mientos individuales eróticos. El cuerpo y sus movimientos irradian tes, en las que las nociones de varón y mujer se construyen como
normatividades sociales, de género, sexuales39 y estéticas. El baile elementos constitutivos de las relaciones sociales y que se basan en
supone asimismo una forma de comunicación entre personas jóve-
nes de diferentes géneros separados en la vida cotidiana; y donde el
40 “Le bal est musique, il est mouvement, et il est aussi célébration. Les couples
lenguaje no verbal entre los bailarines expresa sentimientos y qui dansent se rapprochent, se touchent, se parlent à mi-voix: et tout cela
devant un public, parce que le bal est aussi spectacle” (Tamarit 2001: 187).
Además: “Las parejas se aíslan unas de otras, los grupos de amigos y de
conocidos forman “banda aparte”; se forman clanes, en ocasiones hostiles
entre ellos” (Gerbod 1989: 367).
37 Donde existen incluso romerías subsiguiente a un ritual cívico, como la 41 Porque la motivación individual para bailar no se limita al simple propósito
celebrada en la dehesa de Olárizu (Vitoria-Gasteiz), tras el recorrido de los lúdico, sino también a la necesidad de generar y recrear a través del cuerpo,
mojones realizado anualmente por el ayuntamiento de esta ciudad. una serie de percepciones e impresiones en sí mismo y en los demás; en
38 La loma de Basatxu (134 m), en las estribaciones del monte Arrolatza (454 base a que la imagen corporal expresada mediante el baile, establece una
m), en la sierra de Sasiburu. relación directa con las subjetividades simbólicas de los sujetos. En este
sentido, cuando éstos, sean hombres o mujeres, generan tal simbolismo a
39 O sexualidad entendida más allá de su vertiente biológica, como un través de movimientos rítmicos, están haciendo uso del baile como
fenómeno que connota valores y principios, emanados de una moralidad instrumento de comunicación interpersonal.
predominante, que denota prejuicios y estereotipos y que refleja el
imaginario social y cultural de una determinada sociedad o comunidad 42 Aunque otras variables intervinientes en la estructuración de estos
(Rebollo Pérez 2014/2015: 4). En tanto que el baile estimula la imaginación agregados, siempre amicales y con mayor frecuencia del mismo barrio, sean
erótica o que incluso incrementa el deseo sexual. Como afirman Rival, Slater las profesiones y las clases sociales.
y Millar (2003: 40-41) en su análisis del baile, el sexo es sobre todo un 43 “Y donde, los músicos ambulantes o aficionados solían cobrar un canon por
lenguaje. Y también, para la mirada antropológica, se trata de un espectáculo baile (10 céntimos.) o el derecho para toda la tarde (1 pts.), mediante la
público que propicia encuentros asimilables al concepto de sexo virtual., en imposición del consabido ticket o señal a los mozos (ya que las muchachas no
el contexto de las relaciones de género. pagaban por bailar)” (Larrinaga Zugadi 2012: 286-287).

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Figura 8. B aile al agarrao ante el refugio de Gorla, en la romería de su Figura 9. Baile al agarrao y txosna, en la romería de Santa Eufemia de Urregarai
inauguración (Bergara, 1947). (Aulesti. Bizkaia, 1991).

las singularidades de los sexos. Estas nociones se construyen en estrechando el espacio reservado al baile45. También están otros que
base a relaciones de poder y jerarquía, donde las mujeres se ubican no van a bailar, sino a mirar o a controlar, como la familia; control
en posiciones de dependencia, subordinación y sumisión respecto a menor o inexistente en una romería campestre que en las fiestas
la figura de los varones. De esta manera, el género emerge como un patronales de los pueblos respectivos, más visibles.
elemento estructural que condiciona y configura las prácticas indi- Control esquivado tácticamente mediante la frecuentación de
viduales y colectivas, como el baile en pareja, fuertemente codifica- paseos; en nuestro caso los de los caseríos de Beteluri y Labróstegui.
dos. El hombre crea, inicia y conduce el movimiento, mientras que la Los paseos fueron, durante el periodo de referencia de estas rome-
mujer asume un rol de subordinación, de respuesta y de entrega a rías, una práctica de esparcimiento y de relación entre mocedades
sus decisiones, siguiendo el ritmo marcado por el varón. Esta atribu- de ambos sexos, paralela a la del baile, por la proximidad espacial
ción de roles es parte fundamental de la mecánica convencional del con éste. La proximidad física y la menor visibilidad para terceros
baile, que apenas da margen de maniobra e iniciativa deliberada a propiciaban una aproximación de las parejas paseantes; convirtien-
la mujer, quien “completa” siempre el movimiento impulsado por el do en más atrevidas las miradas y otras señales de galanteo, imper-
hombre; si bien, como ya hemos afirmado, le corresponde -en última ceptibles para el no iniciado. También paseaban otros/as en grupos
instancia- la decisión de aceptarlo o de rechazarlo, de repetir otra del mismo sexo y similar condición social, con objeto de ver a los/as
ronda de baile o no; pero, a partir de aquí, aceptando las reglas del contrario. Intercambiando toda una gama de símbolos de comu-
instituidas del juego. nicación, verbal o no: miradas, galanteo y fugaces conversaciones,
En el baile de estas romerías, como en cualesquiera otras, se preludio quizás de un conocimiento más íntimo, iniciándose futuros
van introduciendo nuevos tipos de ritmos, progresivamente globali- noviazgos. Porque el encuentro amoroso es la mayor motivación de
zados y adecuados a cada época, así como los conjuntos musicales los amantes del baile.
que los interpretan condicionando, de acuerdo con su modalidad, el Quienes se desenvuelven con soltura en el centro de la pista son
tipo de vínculos de sociabilidad44 que contribuyen a entrelazar. Con los jóvenes urbanos, oriundos o inmigrados a los pueblos fabriles
los nuevos tipos de ritmos el baile ya no se limita a expresar solida- y/o rurales del entorno, más algunos ciudadanos obreros o emplea-
ridades colectivas, sino que yuxtapone individualidades. Replegada dos. Las jóvenes proceden de los pueblos y/o de los caseríos, o bien
sobre sí misma, la pareja entabla un diálogo a dúo (Gasnault 1986: trabajan en Bilbao, Portugalete46 o Las Arenas (modistas, criadas o
185), pero desigual. De manera inherente, los pasos y movimientos dependientas); pero todas visten y actúan de acuerdo con modelos
que se ejecutan en el baile se hallan ligados a las músicas que los urbanos. En vivo contraste con los grupos anteriores, los solterones
acompañan. Por tanto, un análisis de su música, nos conduciría al observan en silencio desde el borde de la pista, entre el estruendo
descubrimiento de modelos convencionales, androcéntricos, patriar- del baile (Homobono Martínez 2004/2005). Además no están solo
cales y discriminatorios que se encuentran en el trasfondo de las quienes bailan, sino quienes van a mirar, a “arrimarse” y quienes
mismas. sólo piensan en exhibir sus habilidades. Todas estas categorías
Además de los participantes en el baile, los espectadores/as completan el conjunto de la juventud que se reúne con el propósito
desempeñan un papel nada desdeñable, aunque por demasiado bullicioso de la danza.
mayores y/o por demasiado tímidos no tomen parte en el mismo (cfr. Los instrumentos tradicionales: txistu, dulzaina….interpretaban
Bourdieu 2004; Gerbod 1989: 369), pero lo miran y avanzan un poco bailes tradicionales, fundamentalmente la llamada jota o porrusalda
en la Bizkaia urbana47. Su denominación de bailes sueltos no tiene
sentido sin su oponente de bailes agarraos, de introducción poste-
rior y de origen foráneo. Aquellos se podían ejecutar en parejas

44 La sociabilidad es una forma de interacción social entre individuos y grupos,


en la que priman los vínculos interpersonales, las relaciones “cara a cara”. 45 Se convierten en espectadores que miran cómo bailan los demás. En este
Sus diversas redes, que constituyen un continuum relacional, permiten a los espacio rústico, dominado por el aspecto y las miradas urbanas sólo les
individuos proyectarse más allá del ámbito doméstico hacia espacios queda el recurso a una resistencia irónica e ineficaz
públicos en los que es posible el encuentro y la identificación con los demás,
e integrarse en ámbitos más amplios (cfr. Bidart 1988; Homobono Martínez 46 Villa a cuyo baile dominical acudían muchos/as barakaldarras.
1994a, 1997; Montesino 2004). 47 En puridad ariñ ariñ o fandango en otras zonas.

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146 LAS ROMERÍAS DE CRUCES (BARAKALDO): UN EJEMPLO DE FESTIVIDADES LÚDICAS Y LAICAS. BAILES Y PELEAS, SOCIABILIDAD Y COMENSALÍA.

solas o en grupo o corro de parejas) pero con una característica


común: la zona corporal movida eran las piernas y los brazos alza-
dos y nunca el torso. Y, salvo las expresivas miradas, dejaban escaso
margen al cortejo amoroso, por carecer de contacto físico entre la
pareja. En cuanto acordeón, podía acompañar tanto estos bailes
tradicionales como el “valseado” o “agarrado”. Aunque también
incluso estas honestas danzas, según la dicotomía moralista, en su
día también vigiladas y/o condenadas como inmorales por las auto-
ridades religiosas e incluso civiles podían transgredir las caracterís-
ticas apuntadas mediante la “culada” que literalmente se propinaba
la pareja al término de cada pieza48. A diferencia de sus oponentes
modalidades del baile agarrao se identificaban con la identidad
Figura 10. Bailando el twist en la romería septembrina del collado de Zelatun
étnicamente vasca49. (Ernio, Gipuzkoa), en 1962.
La paulatina irrupción de nuevas danzas representa una verda-
dera revolución del cortejo amoroso y de la promiscuidad sexual. El
baile al agarrao aproxima físicamente a las parejas50. Las evolucio- Bizkaia, era muy común el bajar a servir a Bilbao. Y es allí, en sus
nes del baile proporcionan un contacto físico inédito hasta enton- vivencias urbanas, en donde se entusiasman mirando aquellos bai-
ces, un código gestual pletórico de sensualidad, con licencias eróti- les que danzan sus señoras, con toda la elegancia y boato del
cas moderadas. Los bailes posibilitan el contacto corporal, excitan la mundo. A partir de entonces, el baile “a lo agarrado” -llamado balt-
imaginación, desencadenan el flirteo y propician un primer encuen- seo entre los baserritarras- se extiende como la pólvora de mano de
tro prometedor de futuros noviazgos o intimidades. Porque el baile, aquella gente joven que ve otra alternativa de vida… y ya no quiere
en un contexto festivo de paroxismo, representa un tiempo de escuchar el alegato a la tradición del mundo rural. Por ello, pronto
transgresión y de licencia moral51. se suman a la corriente de modernidad los jóvenes de las aldeas, la
A ese nuevo mundo burgués bilbaíno, elitista y refinado, habían ciudad y el resto del mundo. No aceptan ya limitarse a los bailes
llegado desde bastante tiempo atrás los elegantes y palaciegos tradicionales y sin ese contacto tan necesario para dar rienda suelta
bailes de salón que, como el vals, la polka… tanto furor hacían. Un a su juventud. En 1962 llega a nuestro ámbito el nuevo ritmo del
baile con contacto entre hombres y mujeres, algo inaceptable y tiwst. Fue el primer estilo internacional de baile preludio del rock
escandaloso para la sociedad vasca más tradicionalista, el clero y and roll, el cual consiste en movimientos rápidos y marcados, así
quien tomaría el verdadero y posterior relevo: el nacionalismo que como los balanceos de hombros, caderas y rodillas, moviendo muy
aparecería poco después (1895), muy moralista en sus inicios. El poco los pies y las parejas bailan separadas. Sin que esa falta de
contacto físico, la mera cercanía o insinuación visual entre ambos contacto físico implicara falta de sensualidad. Tal ritmo alcanzó a las
sexos era tenido por muchos —y más en el ámbito rural— como algo postrimerías de las romerías de referencia, en su transición hacia
deshonesto que atentaba no solo a la honorabilidad de la muchacha las fiestas de barrio.
implicada —era sobre las mujeres sobre las que recaía la presunción Todo baile exige de los músicos una atención particular para
de culpabilidad— sino un ataque a la honestidad, honra y honor de con su público, con el fin de satisfacerle lo mejor posible, siempre
toda su familia. Para las jóvenes muchachas de zonas rurales de dentro del estilo de cada agrupación: banda, corros de ciegos, acor-
deón, txistu… A primera vista cada uno evalúa el grado de entusias-
mo que tal pieza o estilo musical suscita entre quienes bailan. Esta
48 De acuerdo con la información proporcionada por muy diversos informantes
durante mi trabajo de campo mediante entrevistas acerca de diversas complicidad no se limita a los puentes establecidos entre los músi-
fiestas. cos y su público, sino que también se ve reforzada por la compene-
49 Al menos en el constructo nacionalista, en su versión más integrista, de la tración que se establece entre ellos. El público aprecia en los músi-
misma: “Ved un baile bizkaino, presidido por las autoridades eclesiástica y cos tradicionales su carácter cálido, convivial para con él, porque
civil, y sentiréis regocijar el ánimo al son del txistu, la alboka y la dulzaina y
al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la más loca incentiva la dimensión festiva de la animación musical (Argyriadis y
alegría; presenciad un baile español, y si no os causa náuseas el liviano, Le Menestrel 2003: 127-128).
asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de Cultivando, durante el baile y la refección, la “conversación
vuestro estómago” (Arana Goiri 1895: 267)”.
sociable” como la denominara Simmel52, una de las reglas de oro de
50 Minoritario a finales del siglo XIX, pero predominante hacia 1920, al son de
la banda de música y del acordeón (Berguices Jausoro 2016). la sociabilidad festiva, manifiesta en las fiestas populares, junto con
51 En palabras de un joven barakaldarra de la época (1916-2007), inscritas en la comensalía y el propio baile (Homobono Martínez 1989). Fiestas
sus memorias: “Los bailarines se convertían en amantes potenciales sin pasar organizadas en las sociedades locales del ámbito vasco-pirenaico,
del contacto corporal cometido; estrechando una cintura femenina con
como recuerda Bourdieu para el Bearne, por los jóvenes solteros;
energía y nerviosismo, configurando un rostro hermético y lejano, anudando
conversaciones triviales y frías, rozando un pecho como por descuido, mientras que a los adultos y casados se les reservan responsabilida-
besando una mejilla cuando la atracción era mutua y el erotismo llegaba al des como las familiares y quizás las del municipio o concejo
grado máximo, moviéndose al compás de las notas con tal seriedad y
(Homobono Martínez 1990 y 2004/2005; Bourdieu 2004: 123-124).
devoción que más bien parecía un rito religioso; en efecto lo era, era el
preludio de una amistad, el requiebro a una desconocida, la expresión
sentimental ante una amiga, la danza precursora de un compromiso, el
prefacio de una novela rosa, la ceremonia ilusoria que enmascaraba un 52 “En la pura conversación sociable el contenido del discurso no es más que el
fracaso, la válvula de salida de los ímpetus juveniles y también, cómo no, un soporte indispensable de los alicientes que el intercambio de la palabra
baño de espiritualidad, de afecto y de compañerismo” (Serna 1996: 42). despliega como tal” (1981: 131).

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2.2. La cuadrilla como agregado juvenil

La cuadrilla puede considerarse como un prototipo de grupo


informal y espontáneo, en el que predominan las relaciones “cara a
cara” y la interacción con los demás miembros. Es un grupo de
amigos, de pares o iguales, integrada por un grupo de varones de
edades similares, cuya característica predominante es, en la época
de referencia, la vecindad común en un ámbito local (barrio, calle o
pueblo)53, por lo que refuerza la identidad del ámbito de este nivel
(Ramírez Goicoechea 1984; Homobono Martínez 1994a: 240-241). Se
apropia del espacio público del lugar y tiene como antagonistas a
cuadrillas homólogas de lugares distintos al suyo. Este tipo de agre-
gado social voluntario hunde sus raíces en las tradicionales socieda-
des de mozos54, en el caso vasco y en otros, y posibilita la cristaliza- Figura 11. Una de las escasas sociedades de mozos subsistentes*, la de la aldea
periurbana de Armentia (Vitoria, 1982).
ción grupal de las relaciones interpersonales y la socialización de
sus miembros. Sus actividades se encuadran en los ámbitos espacial
y temporal del ocio y de la fiesta. Surge durante la adolescencia o la
juventud y es de tipificación juvenil, si bien perdura hasta edades
más avanzadas, prevaleciendo incluso sobre los vínculos matrimo-
niales o la adquisición de estatus diferenciados de sus componen-
tes. Resulta obvia su identificación con el nivel restringido del
nosotros grupal, pero también en el sentimiento de pertenencia a un
ámbito más amplio, que habitualmente se agota en el local, reprodu-
ciendo y potenciando la identidad local (Homobono Martínez 1985:
249; 1994a: 235-236, 240-241, 249-250). A partir de su condición de
grupo para el ritual festivo protagoniza un nosotros comunitario, a
menudo confrontado con el ellos foráneo. Y uno de los escenarios
preferentes de confrontación, en el ámbito del Gran Bilbao55, será el
espacio público de la plaza de Cruces durante sus romerías pascua-
les. Figura 12. 
Cuadrilla de mozos de Lutxana, ante el café bar Ortega, con
anterioridad a 1936.
2.3. Grupos juveniles y peleas

En esta romería supralocal, a la que concurren colectivos de cial, las identidades grupal y local57, y el desiderátum endogámico.
mozos de tan diversas procedencias se van a desatar, con frecuen- Algunos jóvenes terminaban detenidos por los alguaciles municipa-
cia, enconadas y en ocasiones sangrientas peleas56. Lugar de les o por la guardia civil, y/o atendidos en el Hospital de Basurto
encuentro entre los sexos que la vida cotidiana separa, el espacio (Ibáñez 1997).
público del baile romero es un lugar de búsqueda y deseo, de una En este síndrome de antagonismo interlocal entre cuadrillas de
pasión que a menudo da lugar a peleas, a expresiones de violencia mozos por las chicas58, alcanza su climax en fiestas y romerías y su
y de brutalidad (Perrot 1992: 77). El baile fue un lugar preferente de catalizador serán las copiosas libaciones que deshinbían los com-
antagonismos y enfrentamientos entre cuadrillas juveniles, que portamientos, más la costumbre de pedir baile a las chicas que lo
forman parte de una estrategia mediante la que el grupo de mozos hacían con otro, lo que dio origen a frecuentes engarres individuales
de cada barrio contribuye a la cohesión interna de su propia comu- y peleas colectivas de los mozos de diferente origen local59
nidad local, acentuando las rivalidades, la contraposición entre
localidades vecinas por el prestigio, la apropiación del ámbito espa- 57 Pueden definirse las identidades colectivas como “los procesos mediante
los cuales los distintos individuos que componen un colectivo se reconocen
como integrantes del mismo y se diferencian de otros colectivos” (Escalera
53 En nuestro caso se cita como cuadrillas estrechamente vinculas a las de los Reyes 1997: 145). La identidad supone, así pues, un proceso de identificación
barrios de Retuerto y Lutxana (Barakaldo), así como otros de la Zona minera, con el grupo de pertenencia -el “nosotros”- y de diferenciación con otro u
de Bilbao y de Txorierri. “otros”.
54 En cuyo contexto rural no pasa de ser una expresión accesoria de las 58 Las “modistillas” y claveteras, chicas guapas que, sin quererlo, eran la
relaciones de vecindad. chispa que encendía las grandes peleas entre mozos, que con cachabas y
55 Conurbación hoy conocida con la denominación de Bilbao Metropolitano. navajas pretendían ser admirados por las mozas romeras. Los mineros
arandinos y gallegos fueron los mayores protagonistas de aquellas batallas
56 Tales peleas se prodigaron particularmente en las romerías, pero también
campales que se organizaban. (Ibáñez 1997).
son características de cualquier baile público, sean los de Barakaldo, los
proverbiales de La Casilla (Bilbao) y los de la Zona Minera de Bizkaia y de 59 Pero, dada la predisposición previa y las tensiones existentes cualquier roce,
Castro Urdiales. Particularmente intensas entre los jóvenes mineros contra mirada, comentario o grito desafiante también podía originar una disputa
los del cualquier ámbito rural o urbano de su entorno. Pero también entre individuos que podría derivar hacia una batalla campal.
existieron en otras latitudes como las de los barrios populares asturianos o * Quizás por actuar cono comisión de fiestas del patrono de Álava (San
parisinos. Prudencio).

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148 LAS ROMERÍAS DE CRUCES (BARAKALDO): UN EJEMPLO DE FESTIVIDADES LÚDICAS Y LAICAS. BAILES Y PELEAS, SOCIABILIDAD Y COMENSALÍA.

(Homobono 1994b: 124-125). En nuestra Anteiglesia, ya en buena


medida fabril, se produce un proceso similar al de las zonas periur-
banas y rurales de Asturias de Asturias y de Galicia60. Durante los
años que preceden a la Guerra Mundial las peleas interlocales a
garrotazos, características de las romerías aldeanas, son sustituidas
por expresiones de violencia propias de la sociedad industrial: cada
vez con mayor frecuencia, los mozos utilizan navajas, cachorrillos e
incluso pistolas (Uría González 1994: 206-207, 224-226). En los albores
del periodo republicano, y en un contexto de sangrientos incidentes
de raíz política, las juventudes socialistas y comunistas chocan a
menudo en romerías y fiestas populares (Ibárruri 1992: 129-130;
Homobono Martínez 1994b: 125 y 2020: 315).

2.4. Comensalía y sociabilidad Figura 13. Comensalía romera, con la txosna al fondo, en Santa Eufemia de Urregarai.

La restauración alimentaria, en forma de comida en común, de


diversos dulces, de churrería o de heladería tampoco es ajena al
espacio público del baile. El espacio de éste, práctica en definitiva
de esparcimiento, se asocia a otras de tipo alimentario61 -bebidas y
viandas- que incentivan la excitación y el atrevimiento, reponen
fuerzas o caldean el ambiente (Gerbod 1989: 368-369). El consumo de
bebidas alcohólicas y de refrescos se vincula indisociablemente al
baile público, en forma de txosnas en las romerías. Por ejemplo, al
llegar al barrio, algunas cuadrillas iban a merendar a alguna txosna
un sólido menú acompañados por “buenos tragos de vino”, para
entonarse y armarse de valor. Una vez satisfechas estas necesida-
des elementales acudían al baile62. Incluso grupos de jóvenes acu-
dían a la romería más motivados por el ambiente que por la relación
con chicas en sí, bebiendo más que los precedentes (Homobono
Martínez 2018: 40).
La comida en común constituye un medio universal para expre-
sar sociabilidad y reforzarla. El hecho de comer trasciende su
aspecto nutritivo para revestir connotaciones sociales y ceremonia-
les, ya que la mesa es por excelencia el lugar del convivial, y la
comida una técnica simbólica, una metáfora de la socialidad intimis-
ta que establece esta comunión en los momentos festivos (Maffesoli
1990: 159). El hecho de efectuarse en común suscita un enorme
potencial socializador, ya que “anuda al exclusivo egoísmo del
comer una frecuencia del estar-juntos, una costumbre del estar-uni-
dos, como sólo muy raramente es alcanzable por medio de ocasio- Figura 14. Comensalía romera en La Magdalena de Urállaga (Galdames, Bizkaia, 1990).
nes más elevadas y espirituales” (Simmel 1986 [1957]: 263 y ss.;
Contreras Hernández 1993: 58-67). La mesa en común subraya la
identidad de problemas e inquietudes mediante la ingesta de los
60 En esta última región fueron los antropólogos Lisón Tolosana y Fernández de mismos alimentos. La comensalía establece vínculos de sentimiento
Rota quienes, a partir de la década de los setenta, comenzaron a poner en y de obligación entre quienes comparten una comida. Compartir con
evidencia que tales enfrentamientos no eran fruto del azar ni del vandalismo,
sino que en ellos subyacían motivos relacionados con el refuerzo de la otros unas viandas implica inscribir la identidad individual en una
solidaridad interna de los habitantes de una aldea frente al antagonismo de identidad grupal; y los usos y hábitos alimentarios están vinculados
las demás, con litigios sobre el aprovechamiento de recursos escasos, con la con determinadas subculturas, vehiculando la identificación de los
competencia en un mercado matrimonial en el que la mujer debía proceder
del entorno más próximo para así sumar las propiedades de ambos, facilitar comensales con ésta (Homobono Martínez 1997: 65; 2002).
su explotación y garantizar el sustento familiar. Por eso los protagonistas eran En cualquier tipo de fiesta popular63, el síndrome comensalístico
casi en exclusiva jóvenes solteros que, además, defendían su identidad activa diferentes niveles de interacción e identidad social (Simmel
colectiva en cuanto grupo para el ritual festivo, buscando adquirir y afirmar
su prestigio ante sus vecinos y las mujeres.
61 En el de La Casilla, hacia finales del siglo XIX, se baila los domingos, con 63 El calendario festivo depara múltiples ocasiones para la comensalía. El ciclo
merienda, limonada, churros y pastelitos (Ruzafa Ortega 1998: 230). navideño propicia los banquetes familiares, y las cuestaciones de viandas de
Cocineras y poncheras levantan sus reales de ramas o de lienzo. niños o de mozos finalizan con la ingesta de lo recogido. Durante las fiestas
62 E iniciar su ronda petitoria. Los chicos se acercaban a las parejas de chicas, patronales familias y/o vecinos invitan a sus parientes, mientras que
quienes, sin lugar para sentarse, bailaban entre sí, espetando la petición cuadrillas o peñas organizan comidas colectivas. Las romerías son otro
dubitativa: “¿Bailamos?”. escenario donde actúan estos grupos de comensalía. Tanto en Euskal Herria

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1986 [1957]: 263-270). Cada cuadrilla, grupo doméstico o de vecinos sión económica, atrayendo incluso la concurrencia de feriantes
afirma su unidad y su especificidad en torno a la comida en común, foráneos. Además, la propia celebración supone una apropiación del
preservando su espacio diferenciado. Es un elemento que actúa espacio público de la rústica plaza de Cruces. La dimensión política
como resorte activador de la interacción social, de la sociabilidad64 no está ausente de las peleas moceriles. Pero estas obedecen, sobre
y de la identidad comunitaria. Estas comidas privadas campestres se todo, al intento de prevalencia del nosotros barrial sobre los otros de
inscriben en un referente comunitario que permite ensamblar los poblaciones contrapuestas; con el consiguiente incremento del
nosotros restringidos de aquellos grupos comensalísticos en los sentimiento identitario de pertenencia local entre quienes pelean o
niveles más inclusivos de la fiesta y de la sociedad locales jalean a los contendientes (Homobono 2016: 99-118).
(Homobono Martínez 1989, 1994a, 1997, 2002). Convirtiéndose “en una
forma paradigmática de la de la sociabilidad intra e intergrupal de las
gentes que asisten a la romería” (Montesino 2004: 210). 4. INFORMANTES, FUENTES Y REFERENCIAS
La comensalía festiva que, como todos los aspectos de estas BIBLIOGRÁFICAS
fiestas, fue experimentando importantes cambios y adaptaciones en
estas romerías, no por ello perdió sus funciones de promotora de la
sociabilidad, la integración, la solidaridad y la identidad social (cfr. 4.1. Informantes orales
Simmel, 1986 [1957]: 263-270; Homobono Martínez 2016: 110-111).
A. L.S.-V.- Antonia Lastra San Vicente (17.1.1901). De Goiko
(Larrazabal). En Goiko (Barakaldo): 5.02.1982.
3. CONCLUSIONES F. G. V.: Francisco Gallarreta Villa (a) Patxo (1905 - 1992). De El
Cerco. En El Cerco (Galdames): 19.03.1989.
En cuanto a sus funciones manifiestas estas romerías de Cruces I. U. V.- Isabel Urionabarrenechea Valle (25.04.1899). De Azkueta
no están asociadas a tipo alguno de ritual religioso, pese a su inicial (Santa Águeda). En Azkueta (Barakaldo); 6.02.1982.
origen y vinculación con las romerías pascuales del santuario de J. A. B.- Juliana Amondarain Barañano (9.01.1905). De la Ribera de
Santa Águeda, celebradas no obstante a fecha fija, durante ambas Larrazabal. En Larrazabal (Barakaldo): 5.02.1982.
Pascuas. Se tratan de oportunidades lúdicas, de ocio, con música y J. L. G.- José Luis Garay. De Cruces (1935). En Bilbao: 17.12.2020.
baile, flirteo y licencias eróticas. De festejos periurbanos organiza- J. L. U.: Justa Lecanda Ureta (1912-2008). De Urállaga (Galdames).
dos gratuitamente para vecinos de las proximidades y visitantes de En: La Aceña (Galdames): 5.12.1982 y Urállaga: 22.07.1989.
un entorno relativamente amplio. Encarnan modélicamente la socia- M. A. M. F.- María Ángeles Martínez Fernández (14.03.1921-
bilidad festiva, facilitando la interacción social entre personas y 23.12.2015). De Landáburu. En Landáburu (Barakaldo): varias fechas.
grupos de diferente sexo y origen, como las cuadrillas de jóvenes y V. G. U.- Víctor Goiti Urcullu (1932). De Caldereras [Retuerto-
grupos de romeros, estableciendo una compleja red de interaccio- (Ansio)] y Telletxe (Barakaldo). En Goierri (Erandio): 18.12.1999.
nes basadas en un sistema de relaciones primarias, “cara a cara”.
Que posibilitan el encuentro y la comunicación directa en un espacio 4.2. Fuentes manuscritas
público, como lugar de encuentro y de charla más allá de los círculos
habituales, amicales o domésticos. Durante ellas la ingesta de ali- Archivo Municipal de Barakaldo (A. M. B).
mentos trasciende su función nutritiva para desplegar facetas de Archivo de la Diputación Foral de Bizkaia (A. D. F. B.). Corregimiento
interacción social y de comensalía, religando a individuos y grupos
dentro y fuera de los círculos profesional, amical o vecinal. Porque 4.3. Publicaciones periódicas
la comida la mesa o la barra de las txosnas se convierten en lugares
de convivial, capaz de establecer comunión y comunidad durante la El Eco del Puerto, nº 12, 19-IV-1903.
efervescencia festiva65, sobre todo por la bebida compartida. La N. B. El Noticiero Bilbaino, 1893-1895.
comensalía es uno de los actos definitorios del concepto de fiesta, Programa Oficial de Fiestas de Baracaldo, 1948-1966.
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mediante vínculos interpersonales y/o de grupo” (Bidart 1988: 623). Aramis
Habitualmente se distingue entre la informal e formal, o entre la espontánea
y la organizada. Correspondiendo la cuadrilla a la primera tipología y la
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asociación a la segunda. También interviene la variable edad, ya que los Arana Goiri, S.
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