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El significado de los sueños en la psicología junguiana

Una versión de este texto se publicó en la revista Psicología y Mente

Desde la antigüedad hasta nuestros días, diversas culturas han considerado los sueños
como una puerta a una dimensión mágica que permite predecir el futuro o comunicarse con
espíritus u otras entidades inmateriales. Muchas de estas creencias siguen haciendo parte
de la cultura popular contemporánea aún en occidente.

De la superstición a la ciencia

En el año 1900 el creador del psicoanálisis Sigmund Freud publica su libro La Interpretación
de los Sueños, introduciendo su estudio dentro de la ciencia moderna, ya no como una
forma de comunicación con entidades metafísicas, sino como la expresión simbólica del
inconsciente de los individuos.

A partir de la investigación pionera de Freud sobre los sueños, se desarrollaron


metodologías y conceptualizaciones relacionadas al interior de algunas escuelas
psicológicas como la psicología individual de Adler o la psicología de la Gestalt; sin
embargo probablemente la psicología analítica junguiana es la perspectiva que ha llegado a
dar mayor relevancia a la interpretación de los sueños como parte fundamental del proceso
psicoterapéutico.

¿Cuál es el origen de los sueños?

En la psicología junguiana, los sueños se consideran productos de la naturaleza;


emanaciones de aquella fuerza creativa que se encuentra implícita en la conformación de
las células, en los tejidos de las hojas de los árboles, en nuestra piel y en las expresiones
culturales y artísticas. Se les atribuye por tanto una sabiduría intrínseca que se expresa a
través de imágenes simbólicas. Esta fuerza creativa hace uso de las impresiones de la
víspera, de los restos diurnos y de nuestras experiencias vitales para construir las imágenes
y las historias de nuestros sueños.

La matriz de los sueños: los arquetipos de lo inconsciente colectivo

Para el psiquiatra suizo Carl Jung, creador de la psicología analítica, el planteamiento


freudiano de lo inconsciente como un reservorio de deseos sexuales reprimidos no era
suficiente para dar cuenta de aquellos contenidos que no se relacionan con la historia
personal de los individuos.

Jung observó que, con frecuencia, en los delirios y alucinaciones de sus pacientes
psiquiátricos, así como en los sueños de las personas en general, emergían de manera
espontánea temáticas, historias y personajes con una similitud sorprendente a las
narraciones mitológicas que han acompañado a la humanidad en diferentes tiempos y
lugares. Jung argumentó que en muchas ocasiones es imposible atribuirle dicha similitud a
un contacto directo o indirecto, por lo que se infiere que emergen de una fuente creativa
común a la cual denominó lo Inconsciente colectivo.
Los motivos típicos de las narraciones mitológicas, de los delirios y los sueños son para
Jung expresiones simbólicas de patrones universales de comportamiento y significado que
heredamos los seres humanos como especie, a los que denominó Arquetipos.

Los Arquetipos se consideran los correlatos psíquicos de los instintos biológicos y funcionan
como mecanismos de autorregulación, integración y promoción del desarrollo psíquico. Son
vistos también como contenedores y transmisores de la sabiduría común a toda la
humanidad.

Los sueños como representación del arquetipo del héroe

El mito arquetípico conocido como el viaje del héroe que se encuentra en la estructura de
muchas historias antiguas y contemporáneas -nacimiento humilde y milagroso, llamado a
una misión, encuentro con el maestro, interacción con aliados y adversarios, pruebas, lucha
contra el mal, descenso a los infiernos, encuentro del tesoro, matrimonio con la princesa,
etc.-, se considera la manifestación simbólica del proceso de transformación psíquica que
todos los individuos se ven impulsados a realizar a lo largo de su vida. Dicha transformación
se encamina al despliegue de los potenciales singulares de cada individuo, a la vivencia de
su personalidad más genuina, de su vocación, de su aporte singular al mundo. El
acompañamiento a este proceso de transformación, denominado Proceso de individuación,
es el objetivo que se plantea la psicoterapia junguiana.

Variaciones y fragmentos de la narración mítica del héroe se representan cada noche en


nuestros sueños por medio de la manera en que los arquetipos se encarnan en los
individuos, esto es, los Complejos afectivos.

Los sueños como personificación de complejos afectivos.

Los complejos son un conjunto de ideas y pensamientos con una fuerte carga afectiva que
se van formando a partir experiencias personales relacionadas con la temática de algún
arquetipo. El complejo paterno por ejemplo se nutre de las experiencias personales y
singulares que hayamos tenido con nuestro propio padre y con otras figuras paternales,
siempre con el trasfondo del arquetipo del “padre” universal.

Los complejos son los elementos constitutivos de nuestra psique y se comportan como
sub-personalidades que se activan en determinadas circunstancias del mundo externo o
interno. Una emoción desproporcionada con relación al contexto (celos, ansias de poder,
envidia, enamoramiento, miedo al fracaso o al éxito) puede ser el indicativo de que estamos
actuando bajo el influjo de algún complejo, y que nuestra interacción con la realidad se
encuentra mediatizada por este. La intensidad en la activación de un complejo condiciona el
grado de subjetividad que proyectamos en las personas y las circunstancias externas en
una situación determinada.

Los complejos tienen la facultad de personificarse en nuestros sueños y se constituyen


según Jung en los guionistas, directores, actores y escenarios de nuestro mundo onírico.
Mientras soñamos podemos entonces conversar con un viejo sabio representado por algún
profesor o maestra que admiramos; nos confrontamos con nuestra sombra bajo el ropaje de
algún conocido o vecina que nos resulta irritante; recibimos una ayuda milagrosa de una
compañera silenciosa de la infancia. El arquetipo del chamán o sanador puede estar
representado por una médica o por nuestro terapeuta.

Tenemos relaciones eróticas con héroes o heroínas contemporáneos. Atravesamos


obstáculos, huimos de asesinos, somos víctimas y victimarios; volamos, subimos montañas
sagradas; nos perdemos en laberintos, se nos destruye la casa en un terremoto,
sobrevivimos a inundaciones, morimos y también a veces renacemos con otro cuerpo;
volvemos una y otra vez a la universidad o al colegio a presentar un examen de alguna
materia que nos ha quedado pendiente. Todas experiencias tan reales como las de la vida
en vigilia.

Se considera entonces que en la mayoría de ocasiones los personajes y situaciones de


nuestros sueños representan aspectos de nosotros mismos que necesitan ser integrados y
reconocidos.

Los sueños son la dramatización de nuestro viaje a las profundidades en búsqueda de


nuestro tesoro, de nuestro ser más genuino. Es en una serie de sueños más que en un
sueño aislado donde se hacen más evidentes las diferentes etapas de dicha travesía.

Jung se percató de que el proceso de transformación psíquica además de expresarse en el


mito del héroe, también tiene correspondencias en las descripciones de la transformación
alquímica, cuyas imágenes en ocasiones también emergen de manera espontánea en los
sueños.

¿Para qué sirven los sueños?

Los sueños nos permiten acceder al significado simbólico y profundo de nuestras


experiencias vitales. Son un símbolo, en el sentido de re-unión, de puente, con las
necesidades singulares de nuestra psique, y transmiten caminos posibles de acción ante los
cuestionamientos que han acompañado a la humanidad desde sus inicios.

El trabajo terapéutico con los sueños es una herramienta que nos ayuda en la identificación
de nuestros complejos y con su paulatina concientización. Nos permiten entonces reconocer
patrones de conducta y de relación que nos pueden estar manteniendo estancados.

Posibilitan también determinar las cargas y conceptos que es necesario abandonar para
abrirnos a las experiencias del presente de una manera menos mediatizada por la huellas
del pasado. Nos permiten además confrontarnos con las voces y personajes que hemos
internalizado y que limitan la expresión de nuestra singularidad, a la vez que le podemos dar
cabida a aquellos personajes que se constituyen en recursos y potencialidades que hasta
ahora no hemos cultivado o tenido en cuenta de manera suficiente.

Los sueños son un medio para hacer conciencia, es decir, para disminuir las proyecciones
subjetivas que condicionan nuestras interacciones con las personas y con el entorno.
¿Cómo actúan los sueños?

Para la psicología junguiana, la psique funciona como un sistema auto-regulado con una
tendencia hacia el equilibrio de elementos contrapuestos -consciente/inconsciente,
luz/oscuridad, femenino/masculino-, en estados cada vez más complejos e integrados. Los
sueños, al igual que cualquier otra expresión de lo inconsciente como los síntomas, poseen
una finalidad y una función al interior de dicho proceso de integración y evolución psíquica.

Atendiendo a lo anterior, la psicología junguiana no pone su foco de atención en el origen de


los sueños, por ejemplo, algún deseo reprimido, sino en su finalidad, es decir, se cuestiona
sobre aquello en lo que determinado sueño busca incidir en relación al desarrollo psíquico
de las personas.

Así, un sueño puede buscar corregir y compensar actitudes conscientes unilaterales


-demasiada extroversión en detrimento de una actitud reflexiva; darle demasiada
importancia a lo que piensan los demás o muy poca importancia a lo que sienten los demás
etc.-. Quizás algún sueño promueva ampliar una visión demasiado parcializada sobre algún
aspecto o brindar un punto de vista que no ha sido tenido en cuenta sobre alguna situación
que atañe al individuo. Esta capacidad correctiva de la actitud consciente fue denominada
por Jung como la función compensadora de los sueños y es la que se considera de mayor
relevancia.

Jung distingue una modalidad de sueños compensadores que procuran atacar el ego inflado
de las personas, desvalorizando aspectos relacionados con deseos infantiles reprimidos y
ansias infantiles de poder. La función reductora de los sueños como la denominó Jung, en
principio puede presentarse como destructiva, pero sienta las bases para el reconocimiento
de las limitaciones de las personas, así como para el desarrollo de sus genuinas
potencialidades.

Por otra parte, se considera que los sueños repetitivos pueden ser un indicativo de que el
ego consciente se resiste a realizar las correcciones necesarias para el equilibrio psíquico.
La función correctiva de los sueños no ha conseguido su cometido viéndose en la
necesidad de aplicar más “dosis” para promover dicha transformación.

Algunos sueños ofrecen esbozos o ensayos de posibles acciones futuras de la conciencia o


modelos de solución a un conflicto presente. A esta funcionalidad de los sueños se le
atribuye el hecho de que desde tiempos remotos los sueños hayan sido considerados como
un medio que permite predecir acontecimientos futuros. Para Jung, los sueños tienen la
capacidad de realizar pronósticos o un cálculo de probabilidades que pueden o no
concordar con el desarrollo de sucesos futuros. Esta función prospectiva de los sueños
supera las capacidades de la conciencia para hacer conjeturas sobre el futuro, ya que en lo
inconsciente se encuentran facultades como la intuición, que permiten hacer asociaciones y
análisis que trascienden las posibilidades de la racionalidad y el pensamiento lógico. Jung
advierte que es importante tener en cuenta estas facultades de lo inconsciente sin
sobreestimarlas, lo cual también puede ser fuente de desequilibrio.
La función prospectiva de los sueños se encuentra relacionada con los testimonios de
científicos o artistas que han encontrado en los sueños soluciones creativas a impases en
sus procesos investigativos o artísticos. En relación con ella, Jung resalta que de lo
inconsciente también hacen parte contenidos e informaciones de cuya adquisición no
hemos sido conscientes, porque nuestra atención no estaba dirigida hacia ellos, los hemos
incorporado de manera subliminal. Estos contenidos subliminales enriquecen también la
capacidad creativa de lo inconsciente.

En ocasiones, los sueños también reproducen escenas de experiencias emocionalmente


agudas relacionadas con hechos violentos, catástrofes o accidentes por los que ha pasado
el individuo. En estos casos, los sueños activan de manera frecuente la escena traumática
permitiendo que lentamente vaya perdiendo su autonomía y se pueda integrar
paulatinamente al sistema psíquico. Como estos sueños surgen como efecto de una
experiencia emocional intensa dicha funcionalidad fue denominada como reactiva.

A partir de experiencias propias, así como de diversos pacientes y múltiples testimonios,


Jung reconoció que en algunos sueños era posible observar fenómenos telepáticos. Es
decir que en los sueños pueden emerger imágenes de acontecimientos que se producen al
mismo tiempo en lugar distante al soñador. Dicho fenómeno se encuentra relacionado con
sus planteamientos sobre la Sincronicidad

Los sueños cuyas imágenes arquetípicas son más evidentes con asociaciones personales
difícilmente detectables fueron denominados por Jung como Grandes sueños. Los grandes
sueños o Sueños arquetípicos suelen preceder circunstancias vitales que implican grandes
transformaciones cualitativas como la adolescencia, la madurez, el matrimonio, una grave
enfermedad o la muerte. En ocasiones, los sueños arquetípicos pueden guardar más
relación con fenómenos colectivos que con la vida subjetiva de las personas.

¿Cómo se interpretan los sueños?

Una característica de los sueños es que nos resultan confusos e irracionales. Sin embargo,
para la psicología junguiana, los sueños no disfrazan, velan o censuran los contenidos que
transmiten -como lo considera el psicoanálisis freudiano-, sino que expresan a través de las
metáforas, analogías y correspondencias de sus imágenes, conocimientos profundos,
complejos y paradójicos que resultan inasibles a la aproximación racional.

Por expresarse a través de un lenguaje simbólico se hace necesaria su traducción o


interpretación. Jung consideraba que los sueños cumplen su función aunque no los
recordemos o comprendamos, pero su estudio e interpretación aumenta y acelera su
eficacia.

La interpretación de los sueños implica una apertura a la conciencia simbólica, también


llamada poética, que posibilita el acceso a la dimensión profunda de los acontecimientos,
tanto del mundo interno como externo, más allá de su literalidad.

Teniendo en cuenta que lo inconsciente se considera un factor de compensación de


nuestras actitudes conscientes; el primer paso para interpretar un sueño es la
contextualización, que consiste en indagar sobre los pensamientos, valores y sentimientos
conscientes del soñante con respecto a las temáticas relacionadas con el sueño.
Posteriormente se procede a identificar las significaciones y asociaciones personales que le
evocan al soñador las imágenes de su sueño.

Desde la perspectiva junguiana, el hecho de que las imágenes de un sueño tienen una
significación individual de acuerdo con la historia personal de cada individuo, y por esto se
desaconseja el uso de los diccionarios de significados de sueños. A pesar de que existen
motivos típicos en los sueños estos deben ser abordados desde el contexto particular de
cada individuo. Recurrir a las significaciones esquematizadas suelen limitar y literalizar en
vez de ampliar la mirada comprensiva, lo que resulta bastante tóxico.

La contextualización y la identificación de los significados personales sienta las bases para


escoger material simbólico de la mitología, el folclor y el arte que puede ser propicio para
amplificar el sentido del sueño. La amplificación consiste en acudir a imágenes de la
simbología universal relacionadas con el sueño, aportando significaciones que amplían el
marco comprensivo de nuestros dramas personales y que brindan posibles caminos de
actuación basados en la experiencia humana acumulada en miles de años.

Posteriormente, se procura hacer una síntesis de las múltiples significaciones que han
emergido durante el proceso. Atendiendo al carácter polisémico de los sueños, las
interpretaciones se aportan como hipótesis tentativas que pueden ser más o menos
confirmadas a través de una serie de sueños.

Además de conocimientos en mitología, folclore, religiones comparadas y psicología de los


pueblos, Jung consideraba que para interpretar adecuadamente los sueños, los analistas
debían someterse a un análisis didáctico con el fin de que su propios complejos no
interfirieran en las interpretaciones de los sueños de sus pacientes.

La interpretación de los sueños es una actividad que se realiza conjuntamente entre el


analista y el paciente y solo tiene sentido en el marco de dicha interacción.

En las primeras etapas de un análisis junguiano el terapeuta suele tener un papel más
activo en dicha actividad pero se espera que la apertura y permeabilidad hacia los
contenidos de lo inconsciente sea uno de los aprendizajes que van desplegando los
pacientes a los largo del análisis. La perspectiva simbólica que permite comprender los
mensajes de nuestros sueños se considera entonces un recurso con el que pueden contar
los pacientes una vez finalizado el proceso psicoterapéutico.

Daniel Ulloa Quevedo

Psicólogo Clínico – Psicoterapeuta Junguiano

Contacto

Referencias bibliográficas

Jung, C. G. (1982). Energética psíquica y esencia del sueño. Barcelona: Paidós.

Jung, C. G. (1990). Las relaciones entre el Yo y el Inconsciente. Barcelona: Editorial Paidós.

Jung, C. G. (1991). Arquetipos e Inconsciente Colectivo. Barcelona: Editorial Paidós


Jung, C. G. (2001). Los complejos y el inconsciente. Barcelona: Alianza Editorial

Franz, M-L (1984). Sobre los sueños y la muerte. Barcelona: Editorial Kairós.

Franz, M.-L. ., & Boa, F. (1997). El camino de los sueños: Dra. Marie-Louise von Franz en
conversaciones con Fraser Boa. Santiago de Chile: Cuatro Vientos Editorial.

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