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EUTANASIA.- Prof.

Zaida Montenegro

Si miramos la vida en el mundo actual nos encontramos con una variedad de dilemas y de
problemas éticos que preocupan a las personas y que, por esta razón, requieren la más
profunda discusión. Dentro de estos temas inquietantes para la sociedad aparece la clonación,
la manipulación genética, el aborto y la eutanasia entre otros. La bioética aporta fundamentos
teóricos para el debate erigiéndose como una disciplina sustancial en estos momentos de
dificultades e incertidumbres.

Según Adela Cortina, la muerte es un acontecimiento inevitable, pero se ve a través de una


interpretación cultural, por eso el morir se considera un proceso que se inicia con la vida y la
reflexión sobre el mismo se vuelve urgente cuando nos enfrentamos a enfermedades
irreversibles. Estas situaciones dan lugar a muchas interrogantes y también a muchas
respuestas provenientes de los distintos actores sociales y desde todas las instituciones, se
desarrollan posiciones respecto a lo que se considera “muerte digna”. Inclusive los partidos
políticos y las Iglesias se expresan sobre el tema, lo que dificulta la elaboración de argumentos
racionales con la consecuente desinformación y la proliferación de opiniones en favor o en
contra de la eutanasia por parte de muchas personas, que no poseen suficiente conocimiento.
Aunque también, cuanto más conocimiento tenemos sobre el tema aumenta la dificultad para
tomar una postura, por la concientización respecto de la complejidad del tema.

“…es tema demasiado serio, demasiado cargado de consecuencias para los hombres, como
para que lo despachemos con procedimientos tan expeditivos como irresponsables por faltos
de reflexión… ¿Qué cuestiones han de enfrentar la bioética en lo que respecta al fenómeno
vital de la muerte humana?” (Adela Cortina, “Ética aplicada y democracia radical”, editorial
Tecnos, Madrid, 1993).

La eutanasia en la historia del pensamiento:

Durante la historia de la humanidad el tema del morir ha ocupado al pensamiento filosófico, la


eutanasia puede parecer un tema médico, pero en realidad es un tema social y ha sido
respondido de diferentes maneras por las distintas comunidades.

Por ejemplo, lo encontramos en el pensamiento de Epicuro que sitúa la muerte fuera de la


vida como lo expresa en la carta a Meneceo “…la muerte, nada es para nosotros, porque
cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente,
entonces ya no somos nosotros.” (Epicuro, “Carta a Meneceo”, Universidad de Valencia, 2009).

Otra posición ubica al fenómeno de la muerte dentro del proceso de la vida, nos referimos a la
postura hedonista que promueve la búsqueda del placer y la huida del dolor. Podría pensarse
que la eutanasia se justificaría para individuos que tuvieran una vivencia más dolorosa que
placentera, pero esto no es así, porque cuando se habla de placer se refiere al bienestar de la
mayoría, y se aleja de las posturas individualistas.

Una tercera postura es la que encontramos en el estoicismo, cuyo criterio para definir sobre
cuestiones fundamentales es el concepto de autosuficiencia. Los estoicos viven y mueren con
dignidad, por lo que la muerte digna no se asocia al dolor físico sino a la degradación personal.

“La muerte es el descanso de la impronta sensitiva, del impulso instintivo que nos mueve
como títeres, de la evolución del pensamiento, del tributo que nos impone la carne. Es
vergonzoso que, en el transcurso de una vida en la que tu cuerpo no desfallece, en este
desfallezca primeramente tu alma” (“Meditaciones”, Marco Aurelio, Editorial Gredos, Madrid,
2005).

En las sociedades prehistóricas la muerte no era el fin de un ciclo sino un pasaje a un estadio
posterior, por eso en muchos casos se veía la provocación de la muerte como una acción
benevolente que terminaba con el sufrimiento, pero no con la vida.

Si avanzamos en el proceso histórico y nos ubicamos en Inglaterra del S.XVI, encontramos la


postura de Tomás Moro (pensador inglés S.XV-SXVI) expuesta en “Utopía”, la eutanasia es
vista como un acto piadoso, pero no excluye la dedicación cuidadosa hacia los enfermos que
según Moro tenían los habitantes de “Utopía”. “…se esmeran en la atención a los enfermos.
(…) Consuelan a los enfermos incurables, visitándolos con frecuencia, charlando con ellos,
prestándoles, en fin, toda clase de cuidados. Pero cuando a estos males incurables se añaden
sufrimientos atroces, entonces los magistrados y los sacerdotes se presentan al paciente para
exhortarle. Tratan de hacerle ver que, privado de los bienes y funciones vitales, está
sobreviviendo a su propia muerte; que es una carga para sí mismo y para los demás…Y puesto
que la vida es un puro tormento, no debe dudar en aceptar la muerte. …Que no dude, en fin,
liberarse a sí mismo, o permitir que le liberen otros. Será una muestra de sabiduría seguir
estos consejos, ya que la muerte no le apartará de las dulzuras de la vida, sino del suplicio.
Siguiendo los consejos de los sacerdotes, como intérpretes de la divinidad, incluso realizan una
obra piadosa y santa. Los que aceptan este consejo ponen fin a sus días dejando de comer. O
se les da un soporífero y mueren sin darse cuenta de ello. Pero no eliminan a nadie contra su
voluntad, ni por ello le privan de los cuidados que le venían dispensando. Este tipo de
eutanasia se considera como una muerte honorable.” (Tomás Moro, “Utopía”, 2000, Bs As.
Longseller).

Nos referiremos en última instancia a múltiples concepciones filosóficas que tratan el sentido
de la muerte y de la vida ligados entre sí. Y así como cada uno tiene que vivir su vida, cada uno
tiene que vivir su muerte.

La muerte adquiere un carácter relacional, mi muerte es “morir para otros, mientras que la
muerte de los otros es a su vez un morir para mí” (Cortina, op. Cit). En este sentido señala
Adela Cortina que se con-vive y con-muere, porque la muerte es con otros lo mismo que la
vida, incluso señala la autora, que a veces el deseo de no continuar viviendo se siente ante la
idea de que “no nos vamos a morir para nadie” (Cortina, op. Cit)., porque nadie sentirá nuestra
ausencia. Ejemplo de lo que plantea la autora es el siguiente texto de Unamuno:

“¡Pues bien, mi señor creador don Miguel, también usted se morirá, también usted, y se
volverá a la nada de la que salió!..¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, si, se morirá,
aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos,
todos, ¡sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo, lo mismo que yo! ¡Se morirán todos, todos,
todos! Así me dijo, y ¡como me susurran, a través de más de veinte años, durante ellos, en
terrible silbido casi silencioso como el bíblico de Jehová, esas palabras proféticas y
apocalípticas! Porque no es sólo que he venido muriéndome, es que se han ido muriendo, se
me han muerto los míos, los que me hacían y me soñaban mejor. Se me ha ido el alma de la
vida gota a gota, y alguna vez a chorro. ¡Pobres mentecatos los que suponen que vivo
torturado por mi propia inmortalidad individual! ¡pobre gente! No, sino por la de todos los que
he soñado y sueño, por la de todos los que me sueñan y sueño. Que la inmortalidad, como el
sueño, o es comunal o no es.” (Miguel de Unamuno, “Niebla”, Castalia, 2012, Madrid).
Adela Cortina plantea además, un problema ético que refiere a las muertes de quienes no
quieren morir y que además son muertes evitables y sostiene que el problema ético
relacionado con la muerte más urgente no es la eutanasia, sino que la sociedad debería
plantearse evitar esas muertes involuntarias y generar las condiciones de vida dignas. “No sea
cosa que, deliberando desde el Primer Mundo sobre el derecho a elegir la propia muerte…,
olvidemos la sangrante injusticia diariamente cometida contra aquellos a los que hemos
privado de la opción de elegir la propia vida” (Cortina, op. Cit).

“¿Hay posibilidad ética de dar una respuesta positiva a quien desea morir y pide ayuda para
ello?” (D. Gracia,“Historia de la eutanasia” en Gafo J. “La eutanasia y el arte de morir”, en
Cortina, op. Cit).

El criterio del bienestar social no aplica como criterio ético, porque el bienestar de la mayoría
podría justificar la muerte de quienes pertenecen a las minorías vulnerables, lo que es
claramente inmoral.

“La eutanasia sólo se plantea como problema moral cuando un sujeto enfermo pide de modo
autónomo ayuda para morir…nunca cuando hay pocas camas en un hospital, los familiares
están cansados de atender al enfermo o la sociedad conviene en considerar vidas humanas
como carentes de valor, como desechables” (Cortina, op.cit).

Situados dentro del tema de la eutanasia debemos considerar aspectos que atañen a la ética,
pero también al orden jurídico. Desde el campo de la ética se plantean exigencias tales como el
respeto a la autonomía individual, un diagnostico realizado por varios profesionales que
establezca que el padecimiento es irreversible, una comprobación de que la decisión del
paciente es consciente y voluntaria y una acción transparente y pública. Pero está claro que
cada profesional de la salud debe decidir dentro de un marco legal que ejerza el control
necesario para de este modo evitar abusos. Lo moral exige la garantía de lo legal, porque todas
las decisiones que se tomen afectarán a toda la sociedad, a la concepción de la medicina, y a
las personas que, sin estar enfermas en el momento presente, son potenciales pacientes.

En nuestro país en estos momentos, está a consideración del parlamento un proyecto de ley
que busca convertirse en el marco jurídico necesario que deje de considerar delito a la acción
de asistir a una persona en su muerte, es decir, quita responsabilidad penal a los médicos que
participen en estos actos médicos. Plantea unos mínimos éticos sin presentar que los centros
de salud deban tener un espacio destinado a este servicio ni que los médicos estén obligados a
participar.

NORMATIVA JURÍDICA

ANTECEDENTES JURÍDICOS EN DEBATE

Existen en nuestro país antecedentes en las normas que se refieren a situaciones en que se
proporciona asistencia a otros para morir, estos antecedentes contemplan las circunstancias
del hecho para evaluar la responsabilidad penal. Citamos el artículo 37 del Código Penal de
modo ilustrativo:

Artículo 37
(Del homicidio piadoso)
Los Jueces tiene la facultad de exonerar de castigo al
sujeto de antecedentes honorables, autor de un homicidio,
efectuado por móviles de piedad, mediante súplicas reiteradas
de la víctima.(Código Penal N° 9155)
También se considera un importante antecedente la ley 18473 que, en su artículo 1° expresa:
“Toda persona mayor de edad y psíquicamente apta, en forma
voluntaria, consciente y libre, tiene derecho a oponerse a la
aplicación de tratamientos y procedimientos médicos salvo que
con ello afecte o pueda afectar la salud de terceros.

Del mismo modo, tiene derecho de expresar anticipadamente su


voluntad en el sentido de oponerse a la futura aplicación de
tratamientos y procedimientos médicos que prolonguen su vida
en detrimento de la calidad de la misma, si se encontrare
enferma de una patología terminal, incurable e irreversible”.

También contamos con legislación acerca de la decisión de


suspender tratamientos, pero para estos casos es necesario
que intervenga una comisión de bioética. Tal como aparece en
la ley 18335 en el capítulo IV:

Artículo 15
“Los servicios de salud, dependiendo de la complejidad del
proceso asistencial, integrarán una Comisión de Bioética que
estará conformada por trabajadores o profesionales de la
salud y por integrantes representativos de los usuarios”.
Y en su artículo 17 establece lo siguiente:
“Morir con dignidad, entendiendo dentro de este concepto el
derecho a morir en forma natural, en paz, sin dolor, evitando
en todos los casos anticipar la muerte por cualquier medio
utilizado con ese fin (eutanasia) o prolongar artificialmente
la vida del paciente cuando no existan razonables
expectativas de mejoría (futilidad terapéutica), con
excepción de lo dispuesto en la Ley Nº 14.005 17 de agosto de
1971, y sus modificativas”
En la ley 14005 se toma en cuenta el bien general para
justificar el sostén vital(tampoco esto está libre de
cuestionamientos porque el paciente ya falleció) con el fin
de procurar órganos para trasplantes.
El artículo 7 de la ley 14005 establece:
“Cuando el diagnóstico de muerte establezca muerte encefálica
u otra mejor evidencia científica, la hora del fallecimiento
del individuo es la hora en que el médico firme dicho
diagnóstico en la historia clínica, más allá de que los
apoyos ventilatorios continúen hasta la ablación de los
órganos en aquellos casos que revistan la condición de
donantes”
“Tras la declaración de Harvard se ha impuesto la noción de muerte
cerebral como el límite convencional que separa que es persona viva de
persona muerta. Hay en esta postura presupuestos filosóficos dignos de
examen, entre otros la carencia de derechos de la vida vegetativa no
autoconsciente y la preeminencia del cerebro como asiento de la
personalidad. La muerte de este órgano aseguraría la irrecuperabilidad
social. Mas de nuevo la paradoja: esa muerte es precondición del uso
quirúrgico de los restantes órganos, que deben seguir "vivos" para ser
trasplantables”(Biología y Antropología Médica.Lolas, F.
Mediterráneo.2003. Santiago de Chile)

Una vez revisados estos antecedentes pasaremos a considerar


el proyecto de ley sobre eutanasia que se encuentra en
discusión parlamentaria en Uruguay desde agosto de 2022, en
el mismo queda establecido su objetivo y qué se entiende por
eutanasia:
“Artículo 1º. (Objeto).- La presente ley tiene como objeto regular y
garantizar el derecho de las personas a transcurrir dignamente el
proceso de morir, en las circunstancias que ella determina…
Se denomina eutanasia al procedimiento realizado por un médico o por
su orden, tras seguir el procedimiento indicado en la presente ley,
para provocar la muerte de la persona que se encuentra en las
condiciones por ella previstas y así lo solicita reiteradamente en
forma válida y fehaciente”
¿A quiénes contempla el proyecto?, esto queda establecido en el
artículo 2:
“Toda persona mayor de edad, psíquicamente apta, que padezca una o más
patologías o condiciones de salud crónicas, incurables e irreversibles
que menoscaben gravemente su calidad de vida, causándole sufrimientos
que le resulten insoportables, tiene derecho a que a su pedido y por
el procedimiento establecido en la presente ley, se le practique la
eutanasia para que su muerte se produzca de manera indolora, apacible
y respetuosa de su dignidad”.
¿Qué garantías ofrece? Las garantías están dadas por el proceso que es
necesario cumplir previo a la aplicación de la eutanasia. Las fases pautadas exigen
una solicitud por escrito que dará lugar al diálogo con el médico con el fin de
esclarecer cualquier duda y brindar toda la información de forma acabada.
Asimismo, se espera que en esta instancia de diálogo el médico pueda confirmar
la voluntad del paciente y su decisión libre y consciente. Una vez cumplida esta
etapa se pasa la situación a la consideración de otros profesionales de la salud
Es importante señalar que la voluntad expresada por el paciente siempre puede cambiar y si
así sucede todos los procedimientos iniciados se cancelarán de inmediato. Además, la decisión
del médico puede ser no participar del procedimiento interponiendo objeción de conciencia lo
que motivará que se adjudique el caso a otro equipo médico.

El debate iniciado a raíz de la presentación de este proyecto de eutanasia se ha centrado en


argumentos de diversa índole en favor y en contra, intentaremos hacer una síntesis de los
mismos.

Como uno de los argumentos a favor se presenta el derecho de todas las personas que reúnan
las condiciones establecidas en el proyecto a “transcurrir dignamente el proceso de morir y a
recibir asistencia para hacerlo”. Del mismo modo se hace referencia al ejercicio de la
autonomía para decidir sobre el cuerpo propio y el respeto por la voluntad del individuo.

Además, se argumenta que el objetivo es “evitar sufrimientos que entiendan insoportables


según su percepción personal”. Es un argumento que se sustenta en la piedad.

En relación a los médicos intervinientes, de lo que se trata es de brindarles protección legal


para evitar acusaciones con las consiguientes sanciones, así como presiones de cualquier
índole.

En cuanto a las argumentaciones que se han expuesto contrarias a la aplicación de eutanasia,


se sostiene que la persona que manifiesta su deseo de morir puede estar expresando de esta
manera su deseo de no sufrir, pero esto no implica la muerte. En cuanto a la condición de
“sufriente”, ¿cómo determinar si el sufrimiento intolerable que manifiesta el paciente no
tendrá alivio? En este caso se afirma que los cuidados paliativos pueden proporcionar el alivio
necesario

Otro contraargumento establece que la eutanasia no sería una expresión de la


autodeterminación y la libertad individual porque destruye la base misma de esa libertad que
es la vida.

Se agrega que la eutanasia desconoce la dignidad de la persona porque la vida es el valor


máximo y si se destruye, entonces, se está negando su condición de valiosa o digna.

Delia Sánchez, Doctora en medicina especializada en bioética y docente de UDELAR, se


manifiesta contraria a la eutanasia y no está dispuesta a admitir que en algunos casos la
muerte sea más valorada que la propia vida. Agrega que los médicos están preparados para
prevenir, curar si es posible y producir alivio al dolor y no para matar, esta “sería una función
que tendríamos que aprender” sostiene. La eutanasia contradice los códigos de ética médica,
lo que lleva a preguntarse si el sector político puede intervenir en la ética de una profesión
como lo es el ejercicio de la medicina. Desde el juramento hipocrático se deriva que ocasionar
la muerte de un paciente es contrario a la ética profesional.

Además, ¿cómo impacta en el sistema de salud?, ¿debe proteger la vida y también


terminarla?, ¿debe existir un espacio en los centros de salud para asistir a quien solicita el acto
de la eutanasia? ¿Se trata de respetar la autonomía del paciente o de violentar su dignidad?
¿se dará lugar a la discrecionalidad por parte del sector sanitario? ¿no queda más vulnerado el
derecho a la vida de los más débiles? ¿no es una forma más de desigualdad? ¿Puede aplicarse
desigualmente en los países ricos y en los países en desarrollo sosteniendo y profundizando la
brecha entre unos y otros? En este caso serían los más vulnerables quienes quedarían más
expuestos a la aplicación de la eutanasia porque no disponen de los medios necesarios para
llevar adelante otros cuidados.
Por otro lado, altera la relación entre el médico y el paciente. Los pacientes pueden sentirse
abandonados si el médico no participa de la eutanasia o pueden sentirse inseguros y
desconfiados si el médico acepta la participación en procedimientos de eutanasia.

Pero respetar la autonomía- dice Sánchez- implica no hacer a alguien algo que no desee, pero
no significa que haya que hacer todo lo que el otro solicite. Además la solicitud del paciente es
condición necesaria pero no suficiente para realizar la eutanasia.

Alega también que el avance tecnológico ha permitido avanzar en los procedimientos de alivio
del dolor y que esta es la finalidad de la acción médica.

En general, se ha señalado como consecuencia positiva de la legalización de la eutanasia que


esto tendría un efecto tranquilizador porque las personas sabrían que si en algún momento de
sus vidas lo consideraran necesario tendrían a su disposición esta alternativa legal.

Se ha señalado como consecuencia negativa la posible erosión de la confianza en el sistema de


salud y la ampliación de la práctica más allá de los límites establecidos por ley, a esto se le
denomina “pendiente resbaladiza”.

Otro tema no menos importante que surge de este debate consiste en plantear cómo incide la
legalización de la eutanasia en el compromiso social con los cuidados médicos, tal vez una
sociedad que ha aceptado la asistencia en el morir se vea menos incentivada a optimizar un
sistema de cuidados de la salud, pero este aspecto no está lo suficientemente investigado aún.
En otro orden de argumentos vale decir que estudios realizados en EEUU han demostrado que
la eutanasia no resulta una alternativa más económica que los cuidados paliativos

Si el proyecto de eutanasia se aprobara, Uruguay integraría un grupo minoritario de países que


han optado por legalizar la denominada “muerte digna” o “buena muerte”, no obstante,
persisten las resistencias teóricas. Rescatamos la propuesta de Luna y Salles sobre condiciones
mínimas que contemplen a estas posturas:

“*un debate público y transparente acerca de las decisiones al final de la vida y su relevancia
para la sociedad;

*un serio compromiso con la provisión y el perfeccionamiento del cuidado de la salud,


incluidos los cuidados paliativos;

*un mecanismo efectivo para monitorear y controlar estas prácticas” (Luna, F. y Salles, A.
Bioética: Nuevas reflexiones sobre debates clásicos. FCE. 2008 México)

Son múltiples los discursos sobre la muerte y la forma de tratar con ella, cada cultura conforma
una red de símbolos que buscan “matizar la muerte biológica, hacerla humana, personalizarla.
Las culturas construyen protecciones contra la soledad del abandono. En todas existe un
horizonte simbólico que da sentido al dolor, a la enfermedad y a la muerte. Como constante
antropológica, en todas las culturas existe una forma de morir sin desaparecer físicamente: la
muerte social, la muerte civil, la muerte por desgarro de las relaciones significativas. Estas son
las muertes que experimentan quienes, afectados por enfermedades incurables, ven la
negación del futuro en cuantos les rodean. Es la muerte de los segregados y marginados, a
quienes se priva de sus derechos. La destrucción de los vínculos de significación es ya
enfermedad y estigma. La exclusión de la vida comunitaria, en algunos pueblos, lleva
literalmente a la muerte fisica. Antes que ella ocurra, ya el hombre o la mujer excluidos han
muerto para los demás.

La muerte social es una clase especial de muerte, cuyo examen revela las especiales
dimensiones éticas que rodean al acto de morir.

Es sin duda cierto que cada día se muere un poco, y en el más literal de los sentidos.

Cada día perdemos juventud, perdemos poder, perdemos posibilidades. Memento mori.
No solo debemos recordar que moriremos.

Debemos recordar que morimos, literalmente, a diario. Como toda muerte, la propia es perdida
y conlleva duelo. Hay muchas personas que ya murieron, antes de la desaparición física.

Su duelo es un duelo que tarda lo que la vida misma. En este caso, la vida es muerte.”(biología
y antropología médica,Lolas,op.cit)

Es posible que, al momento de leer este tema en nuestro país ya se haya aprobado o
rechazado el proyecto de ley sobre el que hemos estado trabajando, pero sea cual sea la
situación, el debate no se da por finalizado, sino que se revitaliza en el valor del diálogo como
herramienta fundamental para la obtención de consensos. Lo bueno, lo justo y lo digno son
constructos dinámicos en permanente revisión y reelaboración que interpelan a los distintos
actores sociales involucrados en estos dilemas éticos a los que nos enfrentamos en el área de
la salud.

Las sociedades persiguen el bienestar social que se mide a través de la calidad de vida, pero,
como todo lo valorable, depende de la época, la cultura, las economías y las subjetividades y
es desde ahí que se estima lo que se considera la muerte digna o el proceso del buen morir. El
debate tiende a lograr acuerdos acerca de lo que se considera calidad de vida y, en
consecuencia, también sobre lo que va a significar calidad de muerte. La percepción moral de
la eutanasia es relativa al sujeto que percibe que, a su vez, se construye a partir de sus
contingencias de vida.

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