Está en la página 1de 11

1. Historia de la psicopatología.

Los antecedentes de los conceptos sobre la locura.

Las imágenes que una sociedad o un grupo humano dominante posean acerca de lo
que es “verdaderamente humano”, por extensión, de lo normal y ajustado a derecho
serán imperativos inescapables a la hora de construir las imágenes de lo patológico.

- EL NACIMIENTO DE LA IDEA DE ENFERMEDAD MENTAL: LAS CIVILIZACIONES


GRIEGA Y ROMANA.
En los primeros tiempos de la cultura griega, la explicación demonológica dominó el
campo de las concepciones sobre la locura. La locura era el resultado de la posesión de
los espíritus malignos personificados por dos diosas, Manía y Lisa, enviadas por los
dioses en estado de cólera. Los centros médicos de la época prehipocrática estaban
dedicados al dios de la curación, Esculapio.

El discípulo de Pitágoras, Almeón de Coronta consideraba el cerebro como la sede de


la razón y el alma y postulaba que la salud era la armonía entre los contrarios, la
interacción apropiada entre las fuerzas externas y las internas. El estado óptimo, la
crasia, era lo contrario de la falta de armonía, del conflicto o discrasia. Empédocles
sugirió la teoría humoral sobre la base de los cuatro elementos que caracterizaba por
cuatro cualidades (calor, sequedad, humedad, frío), postulándose para cada elemento
un humor orgánico correspondiente: sangre (en el corazón), flema (en el cerebro), bilis
amarilla (en el hígado) y bilis negra (en el bazo). La enfermedad se producía por un
desequilibrio entre estos humores y el tratamiento requería la administración de
drogas con cualidades opuestas al humor que suponía estaba en desequilibrio.

El verdadero nacimiento de la medicina se produjo en la isla de Cos, donde floreció en


los siglos V y VI la primera escuela de medicina, con Hipócrates como artífice principal.
Su gran aportación fue la de considera la medicina como un verdadero conocimiento
inductivo. Con respecto a los trastornos mentales sugirió que éstos se debían a causas
y procesos naturales, al igual que las enfermedades físicas. El concepto de locura sufrió
un cambio radical, ya que pasa de ser considerada como una maldición o imposición
divina a conceptualizarse como una enfermedad. Las leyes naturales que postulaba se
centraban en su muy conocida teoría de los cuatro humores (sangre, flema, bilis negra
y bilis amarilla) y el necesario equilibrio entre ellos para el mantenimiento de la salud.

Destacan sus detalladas descripciones de algunos desórdenes mentales, como


depresión posparto, los delirios de las infecciones tuberculosas y palúdicas, la
perturbación de la memoria en la disentería, la epilepsia, etc. Diseñó una primera
aproximación para la clasificación de las hoy llamadas enfermedades mentales, que
incluía la epilepsia, la manía (estados de excitación anormal), la melancolía (estados de
depresión anormal) y la paranoia (este último estado implicaba deterioro mental
extremo). Identificó la histeria, a la que no consideraba como una enfermedad mental,
sino como un achaque físico que era debido a la ausencia de relaciones sexuales y
causado por el movimiento del útero.

El punto de vista hipocrático respecto a los trastornos mentales se debilitó


considerablemente por la obra de Platón, quien defendió el elemento místico en la
explicación del comportamiento y el modo de ser de las personas. Plantea la dualidad
psicofísica donde se concebían dos almas: el alma racional y el irracional. Así se
producía un trastorno mental cuando el alma irracional se enfermaba al romper su
débil conexión con lo racional. Distinguía dos clases de locura: una resultaba de la
enfermedad, la otra era de inspiración divina y dotaba a su poseedor de cualidades
proféticas.

Artistóteles distinguió dos facetas del alma humana (racional y irracional) pero
defendía que no era posible separarlas, pues obraban como una unidad. El alma
irracional no puede ser atacada por enfermedad alguna a causa de su naturaleza
inmaterial e inmortal. Esto niega la existencia misma de enfermedades puramente
psicológicas e insiste en que toda enfermedad tiene sus raíces en la estructura física.

La mayor aportación del mundo romano a la psicopatología vino de la mando del


Derecho: la consideración de la locura como atenuante en la imputación de
responsabilidad por acciones delictivas se recogió explícitamente en el Corpus Iuris
Civilis, el texto legal más importante de la época.

Asclepíades distinguió las ilusiones de las alucinaciones y dividió las enfermedades en


agudas y crónicas.

Areteo se interesó por las personalidades premórbidas de sus pacientes. Sugiere que
ciertos trastornos mentales no eran más que una extensión o exageración de los
llamados rasgos normales de la personalidad: fue uno de los primeros en señalar que
los estados maníacos y depresivos se producían a menudo en el mismo individuo y
que, entre períodos de trastorno, el paciente estaba lúcido. Sorano destacó por la
insistencia en los tratamientos humanitarios hacia el enfermo mental y la necesidad de
entrenar a las personas encargadas de cuidarlos en este tipo de trato: fue pionero en
la consideración de los factores culturales para el tratamiento de los pacientes.

Galeno formuló la teoría de sobre los temperamentos o modos de ser de las personas,
origen de los planteamientos biotipológicos sobre las diferencias individuales y la
personalidad. Distinguío nueve combinaciones básicas o tipos temperamentales, que
se reducirían a cuatro fundamentales (sangíneo, colérico, flemático y melancólic) cuya
“buena mezcla” daba lugar al equilibrio temperamental.

- LA EDAD MEDIA: EL MUNDO A´RABE Y LA CRISTIANDAD.


En el Corán, según el profeta Mahoma, el hombre que ha perdido la razón ha sido
escogido especialmente por Dios para decir la verdad. Así las diferencias entre
locura y posesión eran confusas, cuando no inexistentes, y no eran infrecuentes
los casos de adoración a los enfermos mentales. Esta actitud generalmente
mantenía un trato humanitario ante las enfermedades mentales, lo que dio lugar a
la creación de los primeros hospitales o centros de cuidado y protección para los
locos, y a la fundación de varios asilos o casas de cuidado.

El estudio de la medicina quedó relegado al campo de las enfermedades


corporales.
El fenómeno del trastorno mental desconcertaba a las primeras autoridades
cristianas. El factor crítico en la aceptación de estas conductas no era su cualidad
extravagante, sino la determinación de si estaban al servicio de Cristo o de Satán.
En el siglo VII la conducta desviada se veía como perversa, pues suponía una
acción contra Dios provocada por el demonio. Los poseídos no eran simplemente
enfermos mentales, y su tratamiento (su control) escapaba a las capacidades y
recursos humanos. Debían ser puestos bajo el control de las autoridades religiosas.

En el siglo XII, Alberto el Grande y Tomas de Aquino mantenían una posición


marcadamente organicista acerca de los trastornos mentales. El alma no podía
estar enferma dado su origen cuasi divino, por lo que la locura era una
enfermedad primariamente somática, atribuida a un uso deficiente de la razón.
Ambos prestaron atención a síntomas de tipo cognitivo y, en especial, a las
alucinaciones. Tomás de Aquino desribió además la manía (ira patológica), la
psicosis orgánicas (pérdida de memoria) y la epilepsia. Pese a todo, no rechazaban
la posesión demoníaca como agente causal o desencadenante de las
enfermedades mentales.

Se declaraba una guerra abierta a las brujas, calculándose que entre la primera
mitad del siglo XV y el final del siglo XVI más de 1000000 personas fueron
ajusticiadas a causa de la brujería.

- RENACIMIENTO.
Vives manifiesta sus opiniones sobre el trato humanitario y cuidadoso, alejado de
todo barbarismo y crueldad, que debe dispensarse a los enfermos mentales. Incide
en la importancia de aplicar tratamientos diferenciales según el caso y la
sintomatología.

Paracelso sostuvo que el enfermo mental no era ni un pecador ni un criminal, sino


una persona enferma que necesitaba de la ayuda del médico. Weyer estaba
interesado por las descripciones clínicas detalladas y por la observación, alejada de
toda consideración que no fuera estrictamente médica, le confieren una
importancia indiscutible como clínico.

Destacar el auge que empieza a tomar en Europa la idea de que los enfermos
mentales deben recibir un tratamiento adecuado en establecimientos creados
específicamente para tal efecto. A partir del siglo XVII fueron proliferando las
instituciones de este tipo. Los tratamientos que recibían pueden describirse como
crueles, y las instituciones eran más prisiones que hospitales.

Medicina y psicopatología: avances médicos y enfermedades nerviosas en los siglos XVII,


XVIII y XIX

En siglo XVII la posición ocupada por el estudio de la locura en los tratados de medicina
fue secundaria. En el XVII el afianzamiento de la concepción de la locura como enfermedad fue
intermitente.
- LAS TEORIÍAS ANATOMOPATOL´GICOAS DE LA LOCURA: ANTECEDENTES Y
DESARROLLO.
Willis se considera precursor de las teorías anatomopatolóicas de la locura, que
hacían de ella una enfermedad. El primero en afirmar el origen nervioso de
algunas enfermedades, clasificó como enfermedades nerviosas a la epilepsia y
otras enfermedades convulsivas, incluidas la histeria y la hipocondría. Creía en los
demonios y se inclinaba más a golpear a los enfermos mentales, o a considerarlos
poseídos por el diablo, que a tratarlos como a enfermos. Barrió las explicaciones
químicohumorales tradicionales. Las enfermedades se entienden como producidas
por sacudidas mecánicas procedentes de objetos externos. La locura, en las formas
en que no era perceptible daño materia, procedía de que los espíritus nerviosos,
sólo reconocibles por sus efectos, habían sido afectados.

Frente a la rica caracterización de las enfermedades, que los avances en las


investigaciones biológicas de los siglos XVIII y comienzos del XIX iban permitiendo,
la de las enfermedades nerviosas o neurosis se quedaba en una pobre referencia
al sistema nervioso o en una mera caracterización negativa.

Las propuestas anatómicas ilustradas, que culminarán en los grandes tratados


alemanes de psiquiatría del empirismo anatomopatológico del siglo XIX, con sus
postulados básicos de localización y reducción de la enfermedad a lo anatómico,
chocaban con las iniciales concepciones de la neurosis y de las enfermedades
nerviosas.

En la caracterización anatomopatológica de las enfermedades nerviosas, que se


inicia a finales del siglo XVIII y principios del XIX, eran las escuelas francesa y
alemana las más influyentes.

A la escuela francesa pertenece Pinel importante por sus teorías y su trabajo


práctico sobre la alienación como por la trascendencia social que tuvieron sus
propuestas.

Cualquier lesión estructural excluye el diagnóstico de neurosis. Su clasificaición de


las neurosis, definidas éstas como alteraciones de la sensibilidad y el movimiento,
distingue entre neurosis de los sentidos, de las funciones cerebrales, de los
órganos de la locomoción y la voz, de la nutrición y afrodisíacas. Las neurosis no
pueden aprehenderse desde la lesión anatomopatológica pero sí poseen un apoyo
lesional.

Tras el fracaso del intento de los anatomopatológos de dar una base anatómica a
la neurosis, proliferan los intentos de mantener un criterio de caracterización
positiva, ya sea desde propuestas fisiopatológicas o desde propuestas
anatomoclínicas.

En la escuela alemana, para Schönlein las neuronosen tienen su localización en las


diferentes partes del sistema nervioso y podían ser somáticas o psíquicas, según
que las alteraciones de la actividad nerviosa afectasen a la vida orgánica o a la
psíquica.
- LA MENTALIDAD FISIOPATOLÓGICA.
En el siglo XVIII la fisiología empezó a entenderse como el estudio científico de los
movimientos y funciones de los seres vivos.

Dada la neurogéneiss de fondo de todas las enfermedades, hay que reservar el


calificativo de enfermedades nerviosas o neurosis: “a todas las afecciones
preternaturales del sentido y del movimiento, en las que la pirexia no constituye
de ningún modo una parte de la enfermedad primitiva; y a todas las que no
dependen de una afección local de los órganos, sino de una afección más general
del sistema nervioso y de las potencias de donde dependen más especialmente el
sentido y el movimiento”.

El término neurosis desapareció casi totalmente de la literatura inglesa y no volvió


a tomar auge hasta su “psicologiazción” en la segunda mitad del siglo XIX y las
cuestiones antes planteadas bajo el rótulo de neurosis pasaron a desarrollarse
bajo rótulos tales como irritación espinal o enfermedades nerviosas reflejas. La
neurología y la psiquiatría intercambian sus clientes.

- EL HEREDITARISMO Y LA TEORIA DE LA DEGENERACIÓN EN EL SIGLO XIX


Una de las vías dominantes para tratar de salir de las dificultades halladas en la
concepción de la locura desde el campo médico en el siglo XIX fue otorgar un
papel predominante a la herencia.

El papel de la herencia patológica se vuelve crucial: este elemento es nada menos


que la degeneración con la cual los individuos señalados hereditariamente están
heridos invariablemente en el desarrollo normal del sistema nervioso.

La herencia llegó a ser el nuevo punto de referencia y la base conceptual para la


interpretación modificada de la lesión psiquiátirca.

En la década de los ochenta se había establecido la idea de que la herencia no era


un concepto variable para una completa clasificación de los trastornos mentales y
las alteraciones del sistema nervioso. Se pensaba que la herencia tenía que ser
acumulada antes de poder manifestarse en una forma característica.

Que la evidencia de la herencia pareciera adecuada tenía más que ver con una
propensión profundamente arraigada para aceptar las explicaciones hereditarias
que con la videncia misma.

Aunque el hereditarismo constituía una posición teórica respetable para los


psiquiatras franceses, se caracterizaba por sus inconsistencias, incongruencias y
pobre definición y escasa contribución al tratamiento de la locura y a la práctica
medicopsicológica.

- EL MESMERISMO Y EL DESCUBRIMIENTO DEL INCONSCIENTE.


Mesmer describió en 27 puntos lo fundamental de un nuevo sistema curativo que
pueden resumirse en cuatro: 1) hay un fluido físico que llena el universo y
constituye el medio de unión entre el hombre, la tierra y los cuerpos celestiales,
así como entre hombre y hombre; 2) la enfermedad es la consecuencia de la
distribución desigual de este fluido; la recuperación se logra cuando se restaura el
equilibrio original; 3) con la ayuda de ciertas técnicas, ese fluido puede ser
canalizado, adecuado y trasnmitido a otras personas, y 4) de este modo se pueden
provocar crisis en los pacientes y curar sus enfermedades.

Sería el marqués de Puysègur el verdadero fundador del magnetismo y le


precursor más evidente de lo que después se daría en denominar como el
movimiento psicodinámico. Como bien detectó, los pacientes travesaban 2
momentos diferenciados: el primero se caracterizaba por un estado de aparente
vigilia en el que se producía una relación especial con el “magnetizador” y que
concluía con ausencia de recuerdo, estado que denominó “sonambulismo
artificial”, que tiempo después Braid llamaría hipnosis. El segundo momento se
caracterizaba por la lucidez que mostraban algunos pacientes, en especial al hablar
de su enfermedad. Había abierto así el camino hacia el descubrimiento del
inconsciente.

- LO MORAL Y LO FÍSICO
A pesar de que desde el siglo XVII se propagó la idea de que la locura era una
enfermedad del cerebro la posición era más bien endeble y habitualmente se
hacía referencia al ámbito moral. También en los tratamientos se recoge este
apoyo en lo moral y algunas veces, aunque menos, en lo psicológico.

Durante la Ilustración, las características del paciente nervioso que describían


médicos y moralistas se mezclaban entre sí para elaborar las clasificaciones y los
tratamientos del temperamento nervioso.

La otra historia.

En los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, surgen un gran número de concepciones
psicológicas distintas, de gran trascendencia para el futuro desarrollo de la psicología
moderna: el interaccionismo psicofísico, la noción de automatismo conductual, el empirismo
psicológico, la distinción entre cualidades “primarias” y “secundarias” de la sensación, la teoría
de la asociación, la propuesta de explicar las actividades mentales en términos de actividades
corporales y la asunción de que los fenómenos mentales no eran más que los productos de
actividades corporales explicables en términos mecánicos.

- PSICOLOGIA, FISIOLOGÍA, BIOLOGÍA Y EVOLUCIONISMO.


A mediados del siglo XIX, la confluencia entre psicología y la fisiología parece clara
y fructífera para ambas disciplinas. El estudio emírico de la localización cerebral y
el intento de determinar un conjunto de funciones que pudieran explicar el
pensamiento y la conducta del hombre y los animales en su entorno natural había
comenzado, con el trabajo de Gall, cuando convenció a la comunidad científica de
que el “cerebro es el órgano de la mente”.

Gall postuló que las facultades mentales eran innatas y dependían de estructuras
del cerebro, las cuales, a su vez, se correspondían con protuberancias concretas de
la superficie del cráneo. Las ideas fundamentales de Gall: 1) cada una de las áreas
cerebrales está asociada con una facultad o función distinta; 2) cuanto más
desarrollada esté un área, mayor será su influencia en el comportamiento, y 3) el
patrón de super o infradesarrollo de cada una de las facultades se refleja en las
correspondientes protuberancias o depresiones craneanas.

Se aportaron datos anatomopatológicos relacionados con alteraciones del


funcionamiento psicológico, que abrirán paso al conocimiento de las estructuras
básicas sobre las que se asienta una parte importantísima del funcionamiento de
la mente humana.

En el siglo XIX, los asociacionistas desarrollan un interés por el movimiento – y por


tanto por las conductas -, con una mirada más atenta al sistema nervioso.

El conocimiento es el resultado de experiencias consecuentes a la actividad.

Spencer subraya la relación del organismo con el ambiente. El aprendizaje llega a


entenderse como un continuo ajuste o adaptación de las relaciones internas a las
externas. Toda conducta sirve para las funciones de ajuste, adaptación y
supervivencia.

Las influencias de Darwin en la psicología y psicopatología son muchas y muy


cariadas: desde las primeras formulaciones funcionalistas, heredades en parte por
los conductistas, hasta las ideas sobre la enfermedad mental como regresión a
estados evolutivos anteriores, pasando por la psicología evolutiva, la motivacional
o de las diferencias individuales.

- EL SURGIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA COMO DISCIPLINA INDEPENDIENTE.


Cuando la psicología inicia sus pasos como disciplina independiente a finales del
siglo XIX, el estudio de os procesos psicológicos estaba sumergido en los trabajos
filosóficos y fisiológicos.

Tradicionalmente se dice que la Psicología inicia sus andadas con la creación del
primer laboratorio de psicología experimental fundado por Wundt en Leipzig.

El laboratorio de psicología experimental era en esencia un laboratorio de


psicología fisiológica. La actividad de investigación empírica estaba centrada en el
estudio de los procesos psicológicos fundamentales. Como la discriminación,
atención, selección y elección entre otros.

Para Wundt la conciencia debía ser concebida como un proceso que puede ser
visto como compuesto de varios procesos constituyentes, pero sin que éstos
puedan nunca ser observados de forma aislada.

Wundt sostenía que la psicología poder ser considerada como ciencia


experimental o natural en tanto que estudiase actividades tales como la sensación
o la percepción, pero que en la medida que tratase de dar cuenta también de
procesos mentales superiores, como el pensamiento o el lenguaje, debía ser
considerada como una ciencia social.
- EL FUNCINALISMO AMERICANO.
La psicología es la Ciencia de la Vida Mental, tanto de sus fenómenos como de sus
condiciones. Los fenómenos son cosas del tipo de aquellas a las que llamamos
sentimientos, deseos, cogniciones, razonamientos, decisiones y cosas por el estilo.
Es una teoría sistémica sobre la mente y la conciencia, definiendo lo mental como
algo caracterizado por la finalidad.

Se identifica la mente con la conciencia y se hace corresponder la finalidad de la


conducta con su utilidad adaptativa.

Incluye en la Psicología no sólo el estudio de las acciones conscientes, sino


también de aquellas que parecen ser inconscientemente seleccionadas o dirigidas.
Argumentó en contra de una visión de la conciencia puramente cognitiva, en favor
de otra en la que está siempre rodeada de componentes afectivos y propositivos.

Los funcionalistas enfatizaron el interés por las observaciones objetivas y la


utilidad del estudio de grupos para la psicología.

- LA ESCUELA REFLEXOLÓGICA SOVIÉTICA.


La reflexología soviética tiene un decidido interés en elaborar una psicología
enteramente asentada en una base psicofisiológica objetiva y centrada en la
investigación de los elementos constitutivos de los procesos psicológicos, sus
formas combinatorias y sus mecanismos fisiológicos subyacentes.

- LA ESCUELA DE WÜRZBURGO.
No es sorprendente que una psicología que se desarrolle con el acto intencional
como concepto central evolucionara hacia una fenomenología: hacia un enfoque
que pone el énfasis en el origen constitutivo y la organización estructural de la
percepción como actividad propia del sujeto. La fenomenología tomó dos
direcciones: una vinculada a la investigación experimental y otra puramente
filosófica.

Los trabajos de Würzburgo han sido recuperados como un precedente importante


de la psicología cognitiva actual. El trabajo esencialmente descriptivo de la escuela,
se centró en el estudio del pensamiento sin imágenes, las disposiciones mentales y
otros fenómenos que enmendaron sensiblemente la concepción censista y
atomista sobre la mente.

Los puntos de vista psicológicos de Würzburgo evolucionaron rápida y


prontamente desde el fenomenismo hacia la fenomenología. La principal
diferencia entre ambas doctrinas era que el fenomenismo de Mach implicaba solo
el análisis de la experiencia en sensaciones, mientras que la fenomenología ponía
de nuevo a la vista la volición (o “intencionalidad”) incluyendo el análisis del
propósito como parte importante del acto introspectivo.

En las publicaciones de Würzburgo y de muchos otros centros aparecieron largos


protocolos de introspección.
La escuela de Würzburgo criticaba el enfoque analítico, estático y asociacionista
del estructuralismo psicológico. De su investigación surgieron dos importantes
resultados: la primera procede de Mayer y Orth que demostraban la existencia de
un pensamiento sin imágenes. La segunda conmoción suscitó la escuela de
Würzburgo en la psicología oficial se derivó del estudio del proceso del
pensamiento. El asociacionismo fracasaba a la hora de explicar los resultados de
las tareas experimentales en torno al pensamiento, ya que algo debía dirigir al
pensamiento a través de los hilos adecuados de la red asociativa. Propusieron que
era la tarea misma quien dirigía. Afirmaban que la tarea establecía una disposición
mental que dirigía adecuadamente la utilización por parte del sujeto de su red
asociativa. Sus investigaciones sobre los procesos del pensamiento les
encaminaron hacia una psicología de la función, en lugar de hacia una del
contenido. Descubrieron que el trabajo de laboratorio podía revelar cosas sobre
cómo funciona la mente además de sobre lo que contiene.

- LA PSICOLOGÍA DINÁMICA.
Las fuentes primigenias de esta orientación las forman, la evolución histórica del
magnetismo animal y el hipnotismo. Esta psicología se caracterizó por: a) porque
adoptó el hipnotismo como vía principal de aproximación a la mente inconsciente;
b) dedicó una especial atención a ciertos cuadros clínicos; c) adoptó sin reservas
un modelo de mente humana basado en la dualidad consciente/inconsciente; d)
elaboró teorías de la enfermedad mental basadas en la idea de un fluido
desconocido primero, y de la energía mental después, y e) permitió el desarrollo
de técnicas terapéuticas basadas en el poder de la palabra y en las relaciones entre
paciente-terapeuta (psicoterapias).

La psicología dinámica fue asumida por la orientación psiquiátrica de la


psicopatología y, por ello mismo, no entró a formar parte de las “escuelas” o
corrientes fundadoras de la psicología, o por lo menos no entró al mismo nivel que
lo hiciera la escuela reflexológica, el funcionalismo americano o la escuela de
Würzburgo.

De regreso a la psicopatología.

Kahlbaum planteó que los distintos tipos de enfermedades mentales no eran especies
morbosas, sino complejos sintomáticos que variaban con la evolución del proceso. Distinguió
cuatro grandes grupos o especies morbosas: las vesanías, las vecordías, las disfrenias y las
parafrenias que, además de caracterizarse por tener causas y síntomas (psíquicos y corporales)
propios, también tenían un curso y terminación fijos. Con esto añadía la evolución del proceso
a los demás criterios comúnmente usados con el propósito, una vez más, de acercar los
criterios clasificatorios de la psiquiatría a los del resto de la medicina.

Mucho más importante e influyente, Kraepelin intentó construir un sistema nosológico


con el convencimiento de partida de que en aquellos momentos no era una tarea factible
según las pautas ya establecidas para otras ramas de la medicina. Construyó un sistema que, a
pesar de sus profundas incoherencias internas, estaba destinado a imponerse universalmente.
El método experimental fue aplicado al estudio de los trastornos mentales, casi
inmdiatamente después de su aparición en el campo de la psicología. Kraepelin aplicó muy
tempranamente el método experimental al estudio de los trastornos mentales. Creó un
laboratorio de psicología experimental y un laboratorio de neuropatología.

Estudiaba el funcionamiento normal de la mente con el fin de asentar líneas divisorias


y aislar los distintos procesos mentales. Pensaba que las funciones mentales podían medirse y
que una mente trastornada difería de una normal en rasgos cuantificables. Se esforzó en
analizar los mismos procesos en pacientes aquejados de diversas enfermades mentales y en
sujetos en los que había producido algún trastorno mental por medio de drogas, fatiga o
privación del sueño. Los experimentos solían realizarse con un único sujeto, que podía ser
incluso el propio experimentador, por lo que sus conclusiones no resistieron nada bien las
críticas.

En cuanto a su sistema clasificatorio a partir de la quinta edición de su Compendio de


psiquiatría el factor decisivo del cuadro clínico recayó sobre la evolución y desenlace de la
enfermedad. Asumía que solo en algunos casos era factible recabar una etiología orgánica
inequívoca, dándose el caso, justamente en esa enfermedad, que no era posible definir para
ella una sintomatología específica. El curso evolutivo, y no la sintomatología o la etiología,
debía ser el principal criterio. El curso evolutivo de la enfermedad terminó siendo la guía
principal para confirmar el diagnóstico y para construirlo.

El interés que despertaron sus libros se debía a que, a pese a que defendía una
etiología orgánica, abogaba también por el análisis cuidadoso del comportamiento de los
pacientes y daba prioridad a la investigación sistémica para comprender mejor la conducta
anormal, reformulando siempre sus posturas en respuesta a las críticas que se le iban
haciendo y que él procuraba recoger.

Pronto se hiieron críticas a cuestiones centrales de la clasificación krapeliniana. Bleuler


toma como criterio para la demencia precoz, en lugar del curso evolutivo, una característica
psicopatológica que considera fundamental: la escisión mental, y encuentra lo esquizofrénico
en mucho de los cuadros descritos por Kraepelin como psicosis endógenas (que Bleuler
cosidera curables), psicopatías, psicosis tóxicas, etc., recalcando, a diferencia de Kraepelin, la
importancia a nivel etiológico y terapéutico de los factores psicológicos.

En la línea fenomenológica proveniente de la psicología del acto, el autor que


característicamente desarrolló el método fenomenológico fue Jaspers quien hizo una fuerte
apuesta por la fundamentación psicológica de la psicopatología.

El objeto de la psicopatología es el “acontecer psíquico realmente consciente” y para


su estudio necesita de la psicología como la fisiopatología necesita la fisiología. Al igual que es
difícil distinguir con criterio claro algo patológico de algo fisiológico, en psicopatología el
concepto de enfermedad resulta escurridizo, “no es unitario”, y esto permite trabajar con los
mismos conceptos fundamentales tanto en psicología como en psicopatología.

El conocimiento del hombre enfermo lo obtenía Jaspers de tres formas distintas y


complementarias: la psicopatología general, que estudia los hechos individuales de la vida
psíquica; la psicopatología comprensiva, que estudia el espíritu y la psicopatología explicativa,
que estudia la conciencia en general. Anteponer la psicopatología comprensiva a la explicativa
le lleva a primar la comprensión como método idóneo para estudiar la vida psíquica, relegando
la explicación al mundo físico. La psicopatología es capaz de comprender ciertos fenómenos
psicopatológicos desde la estructura psíquica completa de la personalidad, desde su desarrollo
unitario, pero otros se le presentan como absolutamente refractarios a este método y deben
ser considerados incomprensibles. A los primeros, les llama desarrollos, a los segundos,
procesos. Los procesos son solo explicables, de ahí que sea inútil buscar sus motivos
biográficos: sólo podemos conocer sus causas somáticas o psíquicas.

Schneider otorgó un papel central al diagnóstico, que concebía como atender al cómo
(la forma) y no al qué (el tema o contenido) de destacar sus trabajos sobre las personalidades
psicopáticas, sobre los delirios y sobre las psicosis endógenas.

La orientación psicogenética de la psicopatología está inexorablemente ligada a la


psicología dinámica. El magnetismo animal y el estudio y profundización posterior en el tema
de hipnosis atrajo la atención de los investigadores médicos hacia el campo de las neurosis y
constituyen las fuentes primigenias de la Psiquiatría dinámica.

Charcot se interesó por el hipnotismo en los pacientes histéricos, considerándolo como


un método que tendía a establecer qué cambios ocurrían en el sistema nervioso de estos
pacientes durante los estados hipnóticos. Concluyó que estos fenómenos sólo podían
producirse y observarse en aquellos individuos que sufrían histeria. Para Charcot sólo los
histéricos eran susceptibles de ser hipnotizados y la hipnosis, en sí, era una manifestación de
anormalidad.

Janet profundizó en el estudio de la histeria, considerándola como una manifestación y


un resultado inevitable de la herencia y la degeneración. A través de un cuidadoso examen de
las historias clínicas de sus pacientes descubrió que un gran número de ellos había sufrido un
shock emocional antes de la aparición de la enfermedad. Estos acontecimientos parecían
haber sido olvidados y, en su opinión, este olvido representaba una debilidad anormal y
distintiva de la personalidad del histérico, ya que las experiencias de las personas normales
estaban totalmente integradas y accesibles a la conciencia. Postuló que la disociación o
desdoblamiento de la conciencia era uno de los mecanismos fundamentales de los estados
histéricos, a los que por esta razón llamó psicaténicos. La psicasténia se definía como una
disociación parcial de la capacidad para mantener las ideas en su plena conciencia debido a la
debilidad de las actividades integradoras superiores.

También podría gustarte