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El debate del aborto después de la sentencia de Estados Unidos

El tribunal supremo de los Estados Unidos ha revocado en 2022 una sentencia de


1973: "la Constitución no confiere un derecho al aborto", ha declarado estos días, cada
Estado tiene la potestad de legislar al respecto. Empezamos a ver los ecos de la actual
sentencia estadounidense: muchos Estados de la federación han decretado que es ilegal
abortar, otros están a favor.
En la Constitución española se defiende del derecho a la vida y a la integridad física y
moral (artículo 15), pero se ha despenalizado la práctica del aborto en algunos casos. Es
distinto el “derecho” a hacer algo (en este caso, ir contra la vida), o la “despenalización”
(como sabemos, a muchas mujeres se les hace gravoso un hijo en sus circunstancias).
Quien se pone en lugar de la madre, ve que puede ser muy duro en muchos casos tener
un hijo. Quien se pone en lugar de la vida concebida, ve que es importante reabrir un
debate no ideológico sobre la protección de la vida. Hemos hablado del derecho de la
madre, y es necesario hacerlo. Pero hay en la cultura de hoy una cerrazón para ver la
parte de la vida naciente: ¿no será también necesario en este debate, hablar de los
derechos del concebido? El feto tiene personalidad jurídica, derechos legales, por
ejemplo puede recibir herencias; y no es solo del cuerpo de la madre, es algo más. Y es
necesario el debate no ideológico sobre si es un ser humano destinado a nacer (genética
y cromosomicamente es diferente al ADN materno y paterno); porque hay mucha
ideología y con frecuencia invocando la libertad se quiere quitar la libertad de
pensamiento de los demás. Si tiene vida propia, merece ser respetada. A este respecto
podemos aplicar las palabras agustinianas: “No hay vida alguna que por el mismo hecho
de ser vida y precisamente en cuanto es vida, no pertenezca a la fuente y principio
supremos de la vida” (S. Agustín, sobre las dos almas humanas, n.1). La vida es un don,
la base de todo lo demás, digamos que los cambios importantes en nuestra existencia
aquí son dos: el nacimiento y la muerte. Lo demás es más o menos importante, pero
siempre podrá darse si hay esa primera condición de que vivimos. El tener más o menos
comodidad, dinero, o salud, son condiciones a gestionar, pero no es lo prioritario.
Pienso que será el amor el que dé sentido a todo: la vida es como una canción con una
letra que es lo que nos toca hacer y la música es el amor que pone el corazón: el amor es
la música de la vida.
Hay muchos intereses, también económicos, para pensar de otra manera: la mayoría
de las interrupciones de embarazo provocadas (el 86%, en España) se realizan en
clínicas privadas a las que el sistema público deriva, y como sabemos supone un buen
negocio para esos centros. Pero el debate puede ampliarse a nivel social:¿se piensa en
dar una educación sexual adecuada, una orientación personal para las jóvenes, en unas
medidas legislativas para proteger la maternidad?
Pienso que necesitamos una clase política inteligente, que en lugar de buscar un
endeudamiento exponencial del país, sepa crear condiciones de bienestar con un apoyo
a las familias, y un sistema de adopción más flexible para que esas madres puedan
entregar al hijo si no lo quieren, pues sabemos que quien quiere adoptar tiene que ir
lejos a buscar esos hijos. España es el país del mundo con menos natalidad, con un
porcentaje creciente de ancianos.
Aunque sea legal, no es ético eliminar la vida en ningún caso, tampoco en el vientre
de una madre. Abortar no es un acto médico como extirpar algo accesorio.
Contaba Robyn Bowen, una mujer de Washington, le aconsejaron que abortara por su
dependencia de la diálisis y medicamentos por tener los riñones mal, pero ella se
negó… y salvó su vida por no abortar, pues cuando estaba enferma de muerte si no
recibía un riñón compatible, le salió un donante muy especial. Veinte años después de
su alumbramiento, su hijo se ofreció para donarle un riñón. Decía: "Tu no sabes lo que
la vida de un niño pueda lograr en el futuro... Él podría ser el presidente, o tal vez podría
encontrar la cura para el cáncer o algo así. Uno nunca sabe. Yo sólo pienso que todo
niño debería tener una oportunidad". En una sociedad utilitarista, el error es preguntarse
en términos de “¿compensa o no compensa tener ese hijo?”, cuando en realidad no
sabemos nada de esa “utilidad” de futuro pues el futuro aún no existe, solo existe el
presente: hacer lo que es bueno hoy, y mañana Dios dirá. Cuando pensamos que algo no
está calculado y que creará problemas para el mañana, es un error. Cuando no hacemos
lo que vemos como justo, vemos aquello como algo injusto, reprobable, y si no se trata
eso se transforma fácilmente en trauma. Ya decía Kant que no podemos usar a los
demás como un medio, sino amarlos como un fin, en sí mismos. Si no, la existencia es
“cosificada”: como vemos en las guerras como la actual invasión rusa a Ucrania.
Cosificar es pensar desde la mente: nuestras relaciones, el trabajo… nos molestamos
cuando un hijo o la pareja hace algo que no está de acuerdo con nuestro criterio, el ego
predomina, la separatibilidad hace que se pierda el punto de observación amoroso, la
consciencia nos indica el camino justo. Repito: a veces nos da por seguir la mayoría,
que dicen cosas que son ciertas, pero ocultan otras que también lo son: mejor seguir la
consciencia, y el camino recto que vemos que hay que seguir.
La mayoría de las mujeres que abortan, dicen que lo han hecho sometidas a presión.
Curioso que se habla mucho de la libertad de esas mujeres, y en realidad se las presiona.
Por cierto, no conozco ninguna madre que se arrepienta de haber tenido a su hijo. Sí
conozco muchas que han abortado, y se arrepienten después de haberlo hecho. La
cantante Celine Dion era el hijo 14 y su madre iba a abortar, pero gracias a un sacerdote
no lo hizo, y amó profundamente esa criatura desde el minuto 0. También Andrea
Bocelli cuenta cómo a su madre le recomendaron que abortara, y él le está muy
agradecido a su madre por no haber seguido ese consejo.
Llucià Pou Sabaté

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