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El régimen parlamentario ha generado una serie de incentivos a la cooperación entre los actores y líderes partidistas,
que ha permitido el desarrollo de algunas capacidades del sistema político que favorecieron una rápida consolidación
democrática y una larga etapa de estabilidad política:
La eficacia, o la capacidad del sistema de producir mayorías para lleva adelante la agenda política
La legitimidad o la capacidad de mantener una legitimidad única o no dividida y estrechamente vinculada con
las tendencias mayoritarias de la opinión pública
La flexibilidad o capacidad de evitar que las crisis de gobierno se transformen en crisis de régimen y
conduzcan al colapso o al derrumbe del sistema
Además, el sistema parlamentario ha proporcionado numerosos incentivos a la cooperación política que han
fortalecido estas capacidades:
1) Incentivos para la cooperación en el interior de los gabinetes y de los gobiernos y para mantener en el
tiempo esta colaboración
2) Incentivos para la cooperación entre Ejecutivo y Legislativo y evitar la aparición de gobiernos divididos de
diversa índole
3) Incentivos para la cooperación en el seno de los partidos políticos y para la construcción de partidos
fuertes y disciplinados
4) Incentivos para la cooperación interpartidaria y para la conformación de sistemas de partidos estables e
institucionalizados.
5) Incentivos, instrumentos y mecanismos para la ruptura de bloqueos a la cooperación;
6) Incentivos externos para mantener la cooperación en el conjunto del sistema político incorporando
instancias de mediación suprapartidistas capaces de moderar el proceso político, un aspecto abordado
en el capítulo de esta obra dedicado a la jefatura del Estado.
Esta capacidad para poder formar mayorías de gobierno se encuentra, además, amparada por la legalidad, no sólo en
la regulación de las mociones de investidura, confianza o censura, el Gobierno goza de una ventaja indudable frente
al Parlamento, sino que también ve reforzada esta posición con un fuerte poder de agenda, lo que le contribuye a
explicar su predominio en la iniciativa legislativa.
En España distintas reglas de procedimiento permiten a los gobiernos de turno controlar la agenda
legislativa. Por ejemplo:
o Las que establecen la prioridad de los proyectos de ley de origen gubernamental.
o Las que permiten al Ejecutivo introducir asuntos con carácter prioritario en el orden del día.
o La declaración de urgencia que reduce los plazos en el paso de las leyes por el Senado (aumentando
así el poder del Congreso).
Algunos de estos poderes de agenda han causado alguna polémica y, a medida que el Congreso de los
Diputados ha ido ganando autonomía del Gobierno la oposición ha ido limitando el alcance de alguno de
estos instrumentos.
Aún con estos conflictos entre el Gobierno y la oposición, la combinación del poder de agenda con la mayor
capacidad de negociación parlamentaria de los gobiernos moderados, han reducido considerablemente las
posibilidades de que pueda formarse una mayoría legislativa al margen del partido que sostiene al Ejecutivo, incluso
en situaciones de minoría.
La concurrencia de todas estas ventajas institucionales ha producido una notable disminución de la influencia del
resto de las fuerzas políticas y de la institución parlamentaria en el proceso legislativo, lo que ha conducido a algunos
constitucionalistas a hablar de un parlamentarismo “de corte presidencial” o presidencializado.
En consecuencia, la fluidez de relaciones entre Ejecutivo y Legislativo han evitado el uso de medidas excepcionales.
Una segunda consideración que debemos tener en cuenta es que las mayorías de gobierno que se forman en
sistemas parlamentarios de relaciones entre Ejecutivo y Legislativo pueden ser más numerosas y variadas que las que
son habituales en otros sistemas de gobierno.
En un régimen presidencial, el presidente se convierte en el eje de la estructuración de cualquier gobierno y
este papel predominante limita el número de coaliciones de gobierno viables ante la necesidad de que todas
ellas incluyan como miembro al partido presidencial.
La teoría clásica de las coaliciones predice la formación de gobiernos o coaliciones estrictamente ganadoras o
ganadoras mínimas, o incluso coaliciones de tamaño mínimo.
En consecuencia, la formación de gobiernos (o coaliciones) es más fácil en un sistema parlamentario.
Por último, la eficacia o funcionalidad del sistema político y la construcción de mayorías también derivan de los
incentivos a la cooperación en el seno de los grupos parlamentarios y los partidos políticos con presencia en el
Congreso.
Desde el punto de vista de la estructura de incentivos, las reglas de decisión del régimen parlamentario facilitan la
formación de partidos comparativamente más disciplinados, ya que tanto el poder del jefe del ejecutivo como la
duración del gobierno vienen determinadas por el apoyo de los legisladores. Dado que el gabinete caería sin el apoyo
del parlamento, es necesario un fuerte compromiso de los diputados o back-benchers con la línea propugnada por
los dirigentes del partido mayoritario y con la actuación del ejecutivo.
Las democracias parlamentarias tienden a estar asociadas a partidos robustos, disciplinados y con un elevado grado
de cohesión interna
“los partidos parlamentarios exhiben unos niveles de unidad de voto extremadamente altos”
El predominio del Ejecutivo en el proceso legislativo en España no ha impedido que la oposición y las minorías
representadas en el Parlamento puedan ejercer sus facultades de control y fiscalización sobre el Gobierno mediante
el predominio en la iniciativa legislativa y el control político del Ejecutivo mediante los mecanismos constitucionales
de ejercicio de la responsabilidad política que constituyen los ejes de la relación entre Ejecutivo y Legislativo.
Esta relación se sustancia ordinariamente en los mecanismos de control gubernamental característicos de la
rendición de cuentas:
Los grandes debates parlamentarios del estilo del debate del estado de la nación en el Congreso, que ni
siquiera tiene regulación
las preguntas orales en Pleno formuladas a los miembros del Ejecutivo y, especialmente, las dirigidas al
presidente del Gobierno
Las preguntas escritas al Gobierno que tienen un plazo más amplio para su evacuación y que tienden a ser
muy numerosas
Las interpelaciones, tanto las urgentes como las ordinarias, en los Plenos del Congreso que permiten más
tiempo para el debate y la participación de grupos parlamentarios distintos al interpelante
Las mociones como consecuencia de interpelaciones o proposiciones que, si son aprobadas, constituyen una
recomendación directa al Gobierno para que actúe en un determinado ámbito
Las comisiones de investigación, que permiten indagar en asuntos complejos y, políticamente, muy
polémicos con las comparecencias de distintos involucrados. Desde el punto de vista del control ordinario del
Gobierno, tienden a ser poco eficaces dada la reticencia de la mayoría parlamentaria de turno a crearlas.
Las solicitudes de informes al Gobierno, sobre todo de documentos en que se han basado las decisiones del
Ejecutivo
2. Incentivos para mantener gobiernos legítimos ante la opinión pública: ciclos políticos y ciclos institucionales.
En una democracia parlamentaria los ciclos políticos y los ciclos institucionales pueden hacerse coincidir, abriendo y
cerrando etapas con la formación de nuevos gobiernos y coaliciones o con la convocatoria de unas elecciones.
En los sistemas parlamentarios constituye una ventaja para atravesar con éxito contextos difíciles y
situaciones de crisis
o Bajo un sistema parlamentario, cuando hay cambios o desafíos debido a factores sociales,
económicos o políticos, es posible reemplazar al primer ministro o renovar su autoridad convocando
nuevas elecciones.
o Por otro lado, en sistemas presidenciales, los presidentes a menudo enfrentan bajas tasas de
aprobación después de su elección, lo que puede llevar a conflictos con el Congreso. Si el partido o
coalición que eligió al presidente ve que está perdiendo popularidad, puede retirarle su apoyo,
generando aislamiento político, dificultades para formar una coalición legislativa estable.
Este problema se agrava en sistemas políticos donde el presidente es elegido para un periodo fijo, ya que la
falta de mecanismos para superar crisis hace difícil contener fuertes caídas en la popularidad.
Con estas disoluciones anticipadas el ciclo político se acomodaba a las variaciones de la opinión pública y la
legitimidad del gobierno y del sistema democrático.
Fortalecen dentro de sus respectivos partidos la posición de los líderes más moderados, que son
generalmente los encargados de buscar aliados para constituir un nuevo gobierno
En sistemas parlamentarios y con sobrada frecuencia los partidos centristas que ocupan posiciones medias
en la escala espacial suelen formar la base de los gabinetes y de las coaliciones que los apoyan.
El sistema español de multipartidismo o pluralismo moderado ha permitido una orientación de todos los actores
hacia el gobierno.
Las coaliciones adoptan la forma de gobiernos minoritarios de distinto signo, siempre con partidos
regionalistas o nacionalistas como aliados del partido que sostiene al Ejecutivo.
La oposición se concentra en un lado del espectro ideológico y tiene un carácter eminentemente unilateral,
constituyéndose en la alternativa potencial de gobierno
La cooperación continuada entre los aliados de las coaliciones alternantes está garantizada por la estructura de
incentivos del sistema parlamentario.
Cuando hay fuertes oposiciones en un sistema político, en un sistema parlamentario, se forma un bloque central
alrededor del cual se crean coaliciones de gobierno.
Si el sistema electoral favorece a una mayoría en lugar de ser proporcional, puede contribuir a polarizar aún
más el sistema de partidos y hacer difícil la construcción del bloque central que generalmente asegura la
estabilidad en el sistema político.
En un sistema presidencial, cambiar al presidente puede ir en contra de las reglas democráticas, a menos
que renuncie voluntariamente o sea destituido por un proceso de juicio político, que es bastante difícil de
lograr
Las reglas en el parlamento ofrecen diversas formas de resolver una crisis política.
Pueden obligar al primer ministro a renunciar al amenazar con una moción de censura, que es una especie
de votación que puede derribar al líder.
Pueden exigir que la coalición o partido en el poder busque más apoyos en el parlamento, incluyendo a
nuevos partidos políticos.
Otra opción es cambiar la composición del gabinete, redistribuyendo los roles de poder para lograr un
equilibrio diferente dentro de la coalición o el partido principal. Si el líder del gobierno está siendo
cuestionado, ya sea por su propio partido o por la mayoría en la cámara, puede ser reemplazado.
En casos extremos, si ninguna de estas soluciones funciona, se pueden convocar elecciones anticipadas y
disolver el parlamento para que los votantes elijan un nuevo gobierno.
VI. CONCLUSIÓN
En el presidencialismo, el presidente es visto como el líder supremo, con un poder centralizado y superior a los
demás.
En el parlamentarismo, el presidente del gobierno es considerado más como el "primero entre iguales". No se
percibe como alguien completamente superior, pudiendo ser el primero entre desiguales con más poder o
simplemente el primero entre iguales en un grupo de líderes más o menos equiparados.
Modelo asamblearista
o Basado en coaliciones cambiantes y con una tendencia inevitable a la inestabilidad gubernamental
o Implica una cierta atomización del poder, una gran fragmentación parlamentaria y una débil
disciplina partidista