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22 DE MAYO DE 2023

RESUMEN – LA SALUN MENTAL Y SUS


CUIDADOS
MATERIA:

NEUROCIENCIAS Y SALUD MENTAL

NOMBRE DEL PROFESOR (A):

DR. ANTONIO ARENAS CEBALLOS

NOMBRE DE LOS INTEGRANTES EQUIPO 4:

MARIA DE LOS ANGELES ROSS NARVAEZ


YESENIA GUADALUPE CRESPO GOMEZ
ROCIO DEL CARMEN DIAZ HERNANDEZ
VICTOR CUEVAS MAGAÑA

MAESTRIA EN PSICOLOGIA CLINICA


RESUMEN – LA SALUD MENTAL Y SUS CUIDADOS

LA RELACIÓN TERAPÉUTICA (Javier Cabanyes Truffino y Enrique Amat Aguirre)


Consideraciones iniciales
El vínculo así generado estable la relación terapéutica que es, por tanto, mucho más que la
mera aplicación de un tratamiento, una vinculación interpersonal destinada a dar solución a
una determinada dolencia y que tiene como resultado alguna medida terapéutica. La relación
terapéutica por antonomasia es la que se genera entre el médico y el paciente.
El terapeuta: Sólo un verdadero terapeuta puede establecer una auténtica relación terapéutica.
Trasmitir esperanza es ayudar a dar un para qué a la dolencia, que no queda encerrada en las
coordenadas de tiempo y espacio. El verdadero terapeuta es quien, sobre los presupuestos
señalados, es capaz de dar la respuesta apropiada y Un aspecto importante en el proceder
ético del terapeuta es el respeto a la libertad del paciente que se fundamenta en el
consentimiento informado y en la libertad de las conciencias posible a la dolencia planteada.
El paciente: La posición que cada paciente tiene en las dimensiones de percepción y actitud
ante la enfermedad depende de factores personales, educativos, contextuales y de la posible
presencia de alguna patología psíquica aislada o concurrente. Capacidad de aceptación:
admitir la con naturalidad de la enfermedad y el ser humano, y los límites que impone a cada
persona. Docilidad: capacidad de secundar y hacer propias las indicaciones terapéuticas, no
significa obediencia ciega, sino que supone sentido de responsabilidad y, por supuesto, debe
partir del consentimiento informado. Responsabilidad: empeño por conocer los aspectos
esenciales en el manejo de la dolencia y sus consecuencias personales y sociales.
La familia: La familia suele disponer de información útil para el proceso terapéutico sin la
cual éste puede verse bastante limitado. La actitud de la familia ante la enfermedad y sus
repercusiones, particularmente, en la enfermedad mental, es de enorme importancia.
Comprensión: empeño por asociar causalmente las manifestaciones conductuales del
paciente con la enfermedad. Aceptación: asumir la enfermedad con sus consecuencias,
evitando tanto la negación o minusvaloración del problema como su magnificación o
dramatismo. Paciencia: particularmente con la enfermedad mental, es necesario saber esperar
a pesar de no observar resultados.
Límites de la relación terapéutica
El eje de la relación terapéutica es, pues, el sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento, en el
sentido amplio de la palabra, acompaña al existir del ser humano y, por tanto, está presente
en muchos aspectos y situaciones de la vida del hombre. Por tanto, es importante no
«medicalizar» la existencia humana recurriendo a la terapia cuando surge el sufrimiento,
buscando una «píldora para la felicidad» o pretendiendo un tratamiento para «hacer buena»
a una persona. Es importante tener presente que algunas manifestaciones aparentemente de
tipo moral (sentimientos de culpabilidad, escrúpulos, conductas inadecuadas, debilidades,
etc.) o existencial (dudas sobre la situación personal o vocacional, pérdida de sentido,
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abandono de obligaciones o compromisos, etc) pueden tener su origen en una patología


específica que es preciso identificar y tratar para dar solución plena al problema.
La relación terapéutica en la enfermedad mental
La radicalidad de la enfermedad psíquica, que afecta al núcleo psicológico de la persona –el
yo– y no sólo a aspectos parcelares o accidentales de ella, y el hecho de requerir, por tanto,
una especial apertura de la propia intimidad al terapeuta. Cuando la enfermedad psíquica
distorsiona o anula la conciencia de enfermedad, como es el caso de las psicosis, la anorexia
nerviosa o los trastornos somatomorfos, la relación terapéutica está muy limitada. La relación
terapéutica también puede verse distorsionada por actitudes de excesiva sumisión o
dependencia del paciente, como la que puede darse en algunos trastornos de personalidad, en
fobias o en el trastorno obsesivo, por irregularidad en la terapia.
Equipos de profesionales
Es importante realizar un auténtico trabajo en equipo lo que supone una verdadera integración
de los profesionales, tanto con respecto al plan de diagnóstico como a los datos obtenidos y
al programa de intervención. Es necesario que la relación de los diferentes miembros del
equipo con el paciente esté plenamente personalizado, viendo siempre a la persona, singular
y con sus circunstancias, y no la enfermedad abstracta y sin rostro.
Secreto profesional
El secreto médico es algo presente desde las etapas más tempranas de la historia de la
medicina, está encuadrado dentro del llamado secreto profesional y es una exigencia de la
correcta práctica médica extensible al amplio campo de los terapeutas. Está específicamente
tratado en los códigos deontológicos de los colegios de médicos y de otros profesionales de
la salud, señalando expresamente su carácter inherente al ejercicio profesional, su
prolongación más allá de la muerte del paciente, la ausencia de restricciones con respecto a
todo lo confiando en la relación terapéutica y la obligación de vivir y promover la más
absoluta discreción en todo lo relativo a esta cuestión.

RESPONSABILIDAD ÉTICA DE LOS CUIDADORES (Carmen Rumeu Casares)

Cuidar y ayudar a crecer


En esos momentos, existe la posibilidad de que la integridad física o psíquica se vea tan
alterada que precise de unos cuidados profesionales específicos. La persona que cuida al
enfermo se enfrenta también al sufrimiento, al dolor y a la enfermedad y tiene que ser capaz
de dar un sentido, una respuesta antropológica a esta situación. Para el cuidador es una
experiencia dolorosa ver sufrir a su familiar, pero hay que recordar que «el dolor es una señal
al servicio de la vida ante lo que representa una amenaza para ésta». En la medida en que
tomamos conciencia de las implicaciones prácticas de la enfermedad en nuestra vida, somos
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más capaces de afrontarla y de superarla. El cuidado a las personas debe ir dirigido hacia una
expansión de las capacidades humanas. Gran parte del cuidado en las enfermedades
psiquiátricas consiste en la escucha personal del paciente para que mediante ella lleguemos
a ser conscientes de los aspectos que le preocupan y poder ayudarle desde su percepción, no
desde nuestra percepción.
La aceptación propia y del otro en la enfermedad
El paciente necesita una actitud de respeto y consideración, aunque en un momento dado les
pueda parecer a los miembros de su entorno que carece de ciertas capacidades; se requiere
cercanía para comprender cómo le afectan los sentimientos que le provocan sus limitaciones
para así adelantarse a las reacciones que puedan suscitarse. Para alcanzar un equilibrio
anímico es necesario tener confianza en las habilidades personales (y en la ayuda externa
necesaria, que a veces es difícil de solicitar) que nos permita superar las dificultades. Junto
con todo esto es importante ser consciente de la vulnerabilidad personal que experimenta una
persona con una enfermedad mental, que normalmente está necesitada de ayuda y no se
atreve a pedirla. Un aspecto relevante para ayudar a aceptarse es facilitar el aprendizaje de
cómo convivir con la enfermedad, con las limitaciones que conlleve.
Sobreprotección
Dependiendo de la enfermedad mental que padezca, hay que ayudar al enfermo a tener
autonomía en su cuidado y arreglo personal. Es importante conocer el desarrollo de la
enfermedad para anticiparse a posibles recaídas o a acciones no deseables, pero no debe esto
hacernos caer en una vigilancia exhaustiva que le lleve al paciente a soltar las riendas de su
vida. La sobreprotección en las enfermedades mentales puede tener diversas implicaciones;
por ejemplo, en un trastorno alimentario de anorexia, la enferma puede inspirar pena y puede
llevarnos a implicarnos en su conducta y no rechazar con fortaleza el daño que se hace; pasa
a la inversa con el trastorno de bulimia, la compasión nos lleva a no corregir con comprensión
la actitud de la persona de comer sin límite y tirar la toalla ante la ineficacia de los consejos
Dentro de este sobre proteccionismo puede existir el riesgo de asumir una función que es más
propia del terapeuta. Una de las reglas a este respecto es la distancia afectiva que tiene que
haber con el paciente, y por tanto, es contraproducente tratar de dar consejos terapéuticos a
un familiar enfermo.
Ser comprendido y ser escuchado
Aceptar la conducta de un enfermo cuando no es aceptable puede tolerarse hasta que sea
capaz de asumir las responsabilidades propias de su conducta sin vigilancia o
acompañamiento. Cuando somos capaces de despersonalizar reacciones del enfermo, somos
más hábiles para ayudar de modo efectivo. En el caso de familiares o cuidadores puede
resultar difícil de conseguir este distanciamiento porque están más cercanos a las situaciones
que se crean y por lógica, esta cercanía lleva a implicarse mucho en las reacciones.
El cuidado de los pacientes y sexualidad
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No existe un sistema moral que proporcione normas de segunda categoría aplicables a seres
humanos enfermos, es importante no banalizar el daño grave, también psíquico, que causa a
estas personas verse envueltas en actividades sexuales no plenamente responsables, con más
razón si son forzadas. Los padres y el personal sanitario han de procurar ante todo que el
deficiente psíquico se encuentre en un ambiente adecuado; procede que el paciente se
encuentre en un medio en el que se le proteja, si le falta autonomía para decidir. También se
da una supervaloración del aspecto físico de la sexualidad, de tal modo que se olvida el
aspecto psíquico generándose situaciones de desequilibrio en la armonía de persona y la
sexualidad, lo cual conduce a una vivencia de la sexualidad muy compleja.

LA PERSONA EN CONDICIÓN DE DEPENDENCIA (Araceli del Pozo Armentia)

Delimitación del concepto de dependencia


El concepto de dependencia lo requiere en modo especial debido, en parte, al intenso debate
abierto en torno a su concepción, en razón de la incorporación de una normativa específica y
relativa precisamente, a la situación de dependencia. Autonomía versus dependencia; La
autonomía es considerada como la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia
iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y
preferencias propias y la capacidad de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria,
por otra parte, la dependencia se define, sin embargo, como el estado de carácter permanente
en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la
discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o
sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar
actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual
o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal.
Definición de dependencia: «la necesidad de ayuda o asistencia importante para las
actividades de la vida cotidiana», o de manera más precisa «como un estado en el que se
encuentran las personas que, por razones ligadas a la falta o la perdida de autonomía física,
psíquica o intelectual, tienen necesidad de asistencia y/o ayudas importantes a fin de realizar
los actos corrientes de la vida diaria y, de modo particular, los referentes al cuidado personal.
La discapacidad como concepto relacionado: se define como la dificultad para desempeñar
actividades que resultan habituales a personas de edad y condición sociocultural similar. Ha
sido definida por Palacios y Abellán4 como «la brecha existente entre las capacidades de la
persona (condicionadas por su salud) y las demandas del medio, del entorno, es decir, lo que
exige el medio (físico, laboral, social) para poder desarrollar actividades, papeles o tareas
sociales».
Hacia una consideración relacional de la dependencia
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La dependencia no sólo es una condición personal sino que es un claro fenómeno social que
será evaluado y tratado según los principios y las pautas de organización de cada grupo social
La superación del individualismo; es indudable que en el momento histórico que nos toca
vivir, quizá más que en ningún otro, se aprecia como signo de los tiempos una fuerte
interdependencia. Hacia una perspectiva relacional en la consideración de la dependencia;
Afirma Zanghì (1994) «El individuo para ser «sí mismo», necesita sólo de «sí mismo», el
«otro» es una ayuda externa, funcional. La persona, para ser «sí misma» tiene necesidad, no
funcional sino existencial del otro, el cual abriendo la individualidad, la conduce a superarse
y a realizarse en la persona». De acuerdo con el autor, y sin entrar en un análisis filosófico,
el concepto de persona, deriva, por necesidad, de la percepción del sí mismo injertado en una
red de relaciones interhumanas significativas.
Tipos de dependencia según las causas que la provocan
Son varias las causas que pueden generar un estado de dependencia: Una enfermedad
hereditaria, mental o degenerativa que provoca discapacidad, una enfermedad aguda que
requiere hospitalización y un período de convalecencia o un simple período de fragilidad
física asociado a un envejecimiento biológico. Nos detenemos a continuación, en cada una
de ellas:
La discapacidad física o psíquica: de acuerdo Rodríguez Sacristán, al referirse al «hecho
sorprendente del enfermar psíquico en la infancia», afirma «En psicopatología infantil nos
encontramos con el hecho sorprendente de hipotecar el futuro personal del individuo, (…)
hecho que puede hacer sufrir más que la misma muerte.
La enfermedad física grave a cualquier edad: La condición de las personas que sufren
enfermedades físicas o neuro-degenerativas conlleva llegar a una dependencia de carácter
progresivo, compleja, intensa y cuya duración puede prolongarse en el tiempo y la familia
juega, también en estos casos, un papel determinante.
El envejecimiento biológico: Una de las situaciones más difíciles comienza cuando la
persona, que vive en su domicilio, con independencia y autonomía funcional, se preocupa, al
igual que sus familiares, por el hecho de vivir solo en sus condiciones de edad y fragilidad,
o por sucesos puntuales (por ejemplo, una caída).
La figura del cuidador
Es frecuente que, al inicio, la persona que cuida, no sea consciente de que es el miembro de
la familia sobre el que va a recaer la responsabilidad del cuidado y que la situación puede
mantenerse por largo tiempo, implicando un progresivo aumento de dedicación en tiempo y
energía. La atención a la persona dependiente comienza siempre en el ámbito familiar y en
ocasiones, ante la incapacidad de los familiares para responder a cierto tipo de demandas, se
hace necesaria una atención profesionalizada
Prepararse para ser dependientes
En esta línea, se podrían señalar tres puntos importantes:
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– Aprender a aceptar que se va perdiendo la autonomía.


– Asumir que la relación de dependencia es enriquecedora, tanto para el que la da como para
el que la recibe, en el plano personal, social y espiritual.
– Adquirir, de manera paulatina, estrategias que favorezcan la autonomía cuando empiezan
a fallar los recursos.

FAMILIA Y PROBLEMAS PSÍQUICOS (Adrián Cano Prous, Alfonso Osorio y


Salvador Cervera Enguix)

Principios básicos del funcionamiento familiar


Para que el sistema familiar sea funcional debe poseer las siguientes características básicas:
– Sentimiento de unión y compromiso de los miembros de la familia como una unidad de
relación, de cuidado y de apoyo mutuo.
– Respeto por las diferencias individuales, autonomía y necesidades independientes,
fomentando el desarrollo y bienestar de los miembros de cada generación, de la más joven a
la mayor.
– En las parejas, una relación caracterizada por respeto mutuo, apoyo y por un reparto
equitativo de la autoridad y de las responsabilidades
– Autoridad y liderazgo parental o ejecutivo eficaces para conseguir soporte, protección y
socialización de los hijos y cuidado de otros miembros vulnerables de la familia.
– Estabilidad organizativa caracterizada por claridad, consistencia y patrones de interacción
predecibles.
– Adaptabilidad: flexibilidad para satisfacer las necesidades de cambio internas y externas;
para afrontar eficazmente las situaciones estresantes y los problemas que surjan.
– Comunicación abierta caracterizada por claridad de reglas y expectativas, interacción
positiva y variedad de expresiones emocionales y respuesta empática.
– Procesos eficaces de resolución de problemas y conflictos

Factores asociados al funcionamiento conyugal


La vulnerabilidad se refiere a aquellas características permanentes de los cónyuges como los
rasgos de personalidad, experiencias vividas en la familia de origen, predisposición a la
psicopatología, que afectan el funcionamiento conyugal a lo largo del tiempo.
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Los procesos adaptativos hacen referencia al modo en que los cónyuges interactúan consigo
mismo, es decir, la manera con que éstos se tratan y responden el uno al otro, y las
consecuencias ante tales respuestas.
Los acontecimientos vitales estresantes son cualquier evento, interno o externo, de contenido
negativo, que afecta al matrimonio o a uno de los cónyuges y del cual ambos han de
adaptarse.
Dinámica de la elección conyugal
Para que el amor conyugal llegue a alcanzar un desarrollo armónico (maduración) necesita
conjugar e integrar adecuadamente los elementos que lo constituyen.
El primer periodo se corresponde con el enamoramiento, caracterizado por una vivencia
corporal intensa dirigida a la otra persona, junto a un impulso de predilección y abnegación
hacia ella.
El impulso de estar juntos, anhelando sentir la intimidad a través de sus sensaciones, con lo
que de forma gradual se instaura un deseo de pertenencia fiel y exclusiva entre ellos, para
convertirse después en un deseo de perpetuar su relación.
Impulso de darse y acogerse según el mejor modo que cada uno es capaz de concebir.
Impulso a vivirse de una manera especial a cada instante, como si renaciera el presente a cada
instante y el futuro se vivificara con un amor eternamente resucitado.
Modos de incomunicación conyugal
Indiferentismo o actitud psicológica ante algo o alguien que se valora como neutro: Posibles
causas son la rutina, la pérdida de respeto, la excesiva familiaridad, tener siempre en un
primer plano los defectos del otro antes que sus valores.
La inseguridad y la desconfianza dirigen a la persona hacia la incomunicación conyugal por
celos: Estas situaciones personales son de alguna manera corregidas y vencidas por la
vivencia de ser valioso que el otro ofrece, por lo que dejar de ser querido por el que hace ser
valioso correspondería a menospreciarse cada vez más.
La dependencia: se caracteriza por la necesidad continua de uno de los cónyuges de recibir y
ser objeto de manifestaciones de afecto y señales de aprobación. Estas personas casi nunca
llevan la contraria.
La manipulación: es una estrategia que, usando la falsedad, incluso con conciencia de ella,
utiliza al otro. Se trata de una incomunicación nacida de la mentira y el engaño con el objetivo
de conseguir del otro aquello que desea uno mismo.
La apropiación posesiva aparece cuando no se respeta o se obstaculiza el grado de libertad
que le es connatural al cuerpo del otro, por lo que éste no puede darse en toda su plenitud al
ser tratado como objeto.
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La desconfianza como incomunicación conyugal admite muchos matices. En ocasiones las


desconfianzas surgidas en las relaciones no alcanzan el umbral patológico, siendo éstas
atribuibles a determinadas actitudes, disposiciones o patrones educacionales recibidos.
El miedo y el temor por el otro bloquean la comunicación conyugal: Algunos consideran el
matrimonio como una conquista, por lo que esta relación nace de suyo con un desequilibrio
difícil de vencer.
La instrumentalización del otro; Consiste en hacer del cónyuge un instrumento a favor de la
consecución de las metas por las que uno haya apostado.
La familia ante el diagnóstico de un trastorno psiquiátrico
La familia es parte importante en la promoción del bienestar físico del paciente, lo que en
ocasiones acarreará una serie de problemas y dificultades que podrán influir en el propio
desarrollo de la familia. La secuencia de respuestas que se producen en el seno de una familia
tras el diagnóstico de una enfermedad mental sigue generalmente el mismo patrón.
Los trastornos psíquicos y su relación con el funcionamiento conyugal
Los aspectos más relevantes de la investigación en este campo muestran que principalmente
hay seis tipos de trastornos en los que el funcionamiento conyugal se ve implicado:
Depresión: se ha visto asociada consistentemente con la disfunción conyugal, existiendo una
relación estrecha entre depresión e insatisfacción conyugal, de tal manera que una afecta a la
otra.
Alcoholismo: puede conducir a interacciones negativas entre los esposos, violencia conyugal
e insatisfacción.
Estados de ansiedad: siendo la agorafobia y el trastorno obsesivo compulsivo los trastornos
de ansiedad en los que se han dado mayor número de investigaciones, aunque a nuestro
entender todavía insuficientes por lo contradictorio de algunos de los hallazgos
Trastornos de conducta alimentaria: Existen datos indicando que la satisfacción conyugal
puede quedar afectada por una escasa capacidad en la solución de problemas y por escasas
relaciones sexuales.
Esquizofrenia: los esquizofrénicos tienden a no casarse. La satisfacción conyugal se relaciona
con tres factores. En primer lugar, es mayor cuando hay una unión participativa entre los
síntomas del paciente y las atribuciones de su cónyuge; en segundo lugar, la satisfacción es
menor cuando el paciente presenta sintomatología fundamentalmente de tipo negativo;
finalmente, –en tercer lugar–cuando el paciente cree que su cónyuge es el causante de sus
síntomas o que éstos están bajo su control, la satisfacción conyugal es también menor.
Trastornos de personalidad: hay dos trastornos en los que se manifiesta de un modo
relativamente evidente la disfunción conyugal: el trastorno límite de la personalidad y el
trastorno narcisista de la personalidad.
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REFERENCIAS:
Cabanyes, J., & Monge, M. Á. (Eds.). (2017). La salud mental y sus cuidados (4a. ed.). Retrieved
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