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la solución estoica

Roberto Mogollón/C.I.: 19883849/ Filosofía terapéutica/

1. ¿cuál es la base de la eudaimonía?

La base de la Eudaimonia es la virtud. El comportamiento virtuoso consiste en vivir de


acuerdo a la ley natural. La naturaleza del hombre, como pensó Aristóteles, le hace tender a
la sabiduría. Vivir con arreglo a este principio acarrea la felicidad porque en virtud de la
sabiduría el hombre puede conocer la ley universal, el orden cósmico del cual nadie puede
escapar, de ahí que el hombre sabio elija no ser esclavo de pasiones, ni deseos, ni de
sucesos externos: la muerte, la riqueza, la enfermedad, los honores etc. El único bien es la
virtud, que era asociada por los estoicos con la sabiduría, la justicia, la templanza y el valor.
Todo lo demás que afecte al hombre desde fuera es irrelevante. El sabio elige la apatía
emocional que unido a la virtud lo mantienen en un estado de eudaimonia o felicidad
permanente.

2. ¿Cuál es la diferencia entre la enkrateía y la akrasía?

Se entiende por enkrateia como la virtud del autodominio. Aristóteles lo entendió como la
“capacidad del hombre que se atiene a su razón negándose a seguir el placer al que su deseo
aspira1”. Un ejemplo de enkrateia puede ser resistir a la tentación de copiar un examen por ser fiel
al valor de la honradez. Por otro lado, la akrasía equivale a incontinencia. Se puede definir
como “obrar conscientemente mal por conseguir un placer o evitar un dolor 2”. Un ejemplo
de akrasía se puede considerar a alguien que roba sabiendo que está mal porque le apetece
lo robado.

Para apreciar la sutil diferencia entre ambos términos es preciso entender quién es virtuoso
para el pensamiento estoico. “La única persona sabia es la que nunca yerra en absoluto y
que todos los demás son necios3”. De lo anterior se sigue que la virtud es un baluarte del
sabio para quien la corriente estoicista no está sujeta a contrapesos. En contra de lo que
pensó Aristóteles, como virtud: un justo medio entre el defecto y el exceso, el estoico

1
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 9, Noviembre de 2013, 35-54, ISSN: 1887-9853
2
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 9, Noviembre de 2013, 35-54, ISSN: 1887-9853
3
Nussbaum Martha. La terapia del deseo, teoría y práctica en la ética helenística. Universidad de Antioquía. Pág. 455
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Roberto Mogollón/C.I.: 19883849/ Filosofía terapéutica/


piensa que no puede coexistir la virtud con un deseo concupiscente, aunque este no sea el
motor de la acción del agente. En palabras de Cicerón, “las cosas que proceden de la virtud
han de juzgarse moralmente correctas a partir de su primera aparición, no a su conclusión. 4”
Según lo dicho, podemos considerar que no sólo comete adulterio el que se acuesta con la
mujer de su prójimo, sino también aquel que en su fuero interno la desea. La virtud, por
consiguiente, no admite grados, es un valor absoluto que se ve seriamente comprometido si
intervienen en ella flaquezas pasionales.

En conclusión, la diferencia entre la incontinencia (akrasia) y la templanza (enkrateia)


radica en un equilibrio interior de orden psicológico perceptible sólo en la conciencia del
agente. Sólo en el hombre sabio puede anidar la virtud perfecta que no se ve corrompida
por el más mínimo asomo de deseo impuro. Lo moralmente correcto para el estoico no
radica en la diferencia entre quien alberga en su interior intenciones viles, pero las domina
del que las materializa con desenfreno y se regocija en ellas, sino que tan malo es el que las
alberga en su interior, pero las domina como el que las lleva a cabo, por consiguiente la
virtud será buena desde que nace en el corazón del hombre como deseo hasta que es puesta
por obra mediante la voluntad o de lo contrario si tropieza incluso con un discreto deseo
desordenado la condición moral del agente se corrompe de principio a fin.

3. ¿En qué consiste la tesis de las pasiones de Crísipo?

Crisipo de Solos fue el que desarrolló en la corriente estoicista la teoría de las pasiones.
Según su planteamiento “las pasiones son formas de falso juicio o falsa creencia 5” esta
identificación de juicio con pasión le lleva a considerar que en los animales no hay pasión
en tanto carecen de razón. La razón cede de los juicios atraviesa por un desorden donde los
juicios verdaderos se confunden con los falsos. De allí que las pasiones como el miedo, la
ira, la avaricia aparecen en forma de sentencias tales como “el dinero es un bien”. Para
explicar el fenómeno, el filósofo recurre a la analogía de un “corredor de fondo que
arrastrado por su ímpetu rebasa la meta6”Por tanto, la razón, aunque es una facultad

4
Ibid., Pág. 455
5
Nussbaum Martha. La terapia del deseo, teoría y práctica en la ética helenística. Universidad de Antioquía. Pág. 456
6
José M. Zamora. Las pasiones del pórtico. Concepciones del pathos en el estoicismo antiguo y medio. Pag 5
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Roberto Mogollón/C.I.: 19883849/ Filosofía terapéutica/


superior en el hombre no está exenta de inducir a error. Para curarse de semejante afección
que no vienen de nuestra naturaleza animal, sino del raciocinio se debe someter al agente a
una técnica terapéutica que use el arte de la razón para discernir los juicios correctos de los
falsos y así lograr la moderación.

4. ¿A qué se refiere la autora cuando cita "cogí mi sentido común y lo metí en un


frasco"?

Se refiere a la propiedad de la pasión en virtud de la cual se desencadenan en el alma del


agente sin grado alguno de justeza, adecuación o equilibrio ya que es propio de la
naturaleza de la pasión ser tumultuosa y abarcar más de lo previsto. La analogía de Seneca,
al respecto, es elocuente y se refiriere a que la pasión forma parte de aquello cuyo principio
controlamos, pero sus consecuencias se nos escapan, así como podemos lanzar una piedra y
controlar la fuerza del impulso, pero una vez lanzado no tengo poder para revertir el
lanzamiento. La consecuencia de un alma entregada a la pasión de la ira, el amor, el miedo,
etc. deriva en el desenfreno y el vicio. Este argumento es coronado por Crisipo con el verso
de Menandro en el cual se quiere aludir al carácter irracional de la pasión que la priva de
todo cálculo, orden o control. De tal modo que los amantes se entregan ciegamente a la
pasión dando curso libre a la misma sin los frenos que puede aportar la prudencia del
sentido común

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