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Como se sabe Sócrates no dejó nada por escrito, sino que confió su saber a los discípulos
por medio del diálogo. A Platón se le atribuyen estos escritos sobre su maestro. La idea
antropológica que expone Sócrates se basa en un fundamento para la vida moral, el cual trata
sobre la naturaleza o esencia del hombre y llega a la conclusión de que el hombre es su propia
alma, así lo formula en su diálogo con Alcibíades, argumentando que el hombre se sirve de su
propio cuerpo como de un instrumento, lo que significa que el hombrees distinto del cuerpo.
Entonces a la pregunta “¿qué es el hombre?” no se puede responder que es su cuerpo, sino
aquello que se sirve del cuerpo. Pero el alma es quien realmente se sirve del cuerpo, ya que
abarca en todo al hombre como ser con capacidad de razonar, porque el alma no puede ser
entendida desde Sócrates, como en un sentido escatológico, sino entendida como la razón o
como la capacidad de comprender y actuar. Y a medida que el hombre pone en práctica el
oráculo délfico «Conócete a ti mismo», así va reconociendo la verdad de lo que él mismo es y de
lo que más adelante llamará el cuidado de sí mismo.
Sócrates no había quedado satisfecho con las teorías de los llamados naturalistas, pues
estos buscaban resolver el problema del arché y de la physis, y al intentar dar soluciones,
llegaron a contradecirse sosteniendo todo lo que decían y lo contrario de lo que decían. Así
pues, Sócrates concentró su interés en el problema del hombre y fue capaz de llegar al fondo del
asunto, porque a pesar de su afirmación «sólo sé que nada sé», admitió que, en materia del
hombre, era muy versado.
Sócrates cuenta cómo tiene origen el hombre, en el mito del Fedro, donde se representa a
un carro tirado por dos caballos alados, uno que se deja guiar y otro reacio, este último
representando a los deseos de la pasión; dirigido por un cochero, la razón, que se empeña en
conducir bien el carro por el mundo ideal, (el que remite a Platón), pero por la dificultad que tiene
para manejar a los dos caballos, el alma cae, los caballos pierden sus alas y el alma queda
“atrapada” en un cuerpo.
Sócrates define al hombre como un ser dotado de un alma capaz de pensar y de razonar, y
encuentra que esta capacidad es lo que más esencialmente define al hombre, concluye que la
excelencia o arete de éste habrá de consistir en el ejercicio de dicha capacidad.
El hombre es un compuesto entre cuerpo y alma. Sócrates dice que el alma es algo que
existe dentro de nosotros, pero que no se capta por los sentidos. Él dice que poseemos alma por
lo que somos capaces de hacer. El alma es sinónimo de alma racional, de inteligencia. Además,
el alma tiene una vertiente práctica, relacionada con lo que nos permite decidir nuestra conducta.
Ésta es la más importante para Sócrates, es decir, la función ética o práctica. Nuestras
decisiones son el resultado de nuestros conceptos, del conocimiento que tengamos del bien y
del mal, de lo justo y lo injusto. El bien y el mal son objetivos, no depende de lo que nosotros
digamos. La voluntad está sometida a la inteligencia. A ésta manera de pensar se le llama
intelectualismo socrático, es decir, identificar el conocimiento del bien con la buena conducta, y
el vicio con la mala. La felicidad no se compra con el dinero ni con el éxito. La felicidad consiste
en la práctica de la virtud, llevar una vida virtuosa conforme a los valores morales. Una persona
es ignorante en la medida en que no conoce los límites entre lo bueno y lo malo. La ignorancia
es la que conduce a la desgracia del ser humano. Una persona es ignorante porque no
encuentra los límites del bien y del mal. La ignorancia es la enfermedad del alma.
El intelectualismo socrático