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Detalle de "D'où venons nous? Que sommes nous? Où allons nous?", Paul Gauguin, 1897.
Dalia Ventura
BBC News Mundo
3 septiembre 2023
Las preguntas del nombre de la obra de arte de Paul Gauguin "¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos?
¿Adónde vamos?" son interrogantes que todos quisiéramos responder sabiamente.
Y arqueólogos como Colin Renfrew, quien escogió esa obra para introducir una conferencia hace unos
años, se dedican a tratar de resolver la primera, como él mismo señaló.
Todo lo contrario: había ido a hablar de una gran incógnita que sigue desconcertando tanto a expertos
como a mentes sencillamente curiosas.
Se trata de la paradoja sapiente, como la llamó al formularla en un ensayo publicado en 1996 en el libro
"Modelling the early human mind".
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100 años
Renfrew es reconocido por ser uno de los científicos que más ha contribuido a formular una teoría del
desarrollo humano global.
Eso inevitablemente va entretejido con el desarrollo de la mente antigua, uno de los temas más
desafiantes de la arqueología.
Porque no estamos hablando de la Antigua Grecia o del Antiguo Egipto, sino del homo sapiens
prehistórico.
Suena muy lejano pero recordemos que homo sapiens es la especie a la que pertenecemos todos los
seres humanos modernos.
Es más, gracias a estudios de ADN, sabemos que los homo sapiens de hace 60.000 años (y quizás hasta
de hace 150.000 o más) eran genética e intelectualmente iguales a nosotros.
Es decir que tenían el mismo potencial intelectual de Albert Einstein y creativo de Leonardo da Vinci
(así como lo tenemos tú y yo).
No obstante, durante unos 50.000 años, esos humanos parecen haber tenido una existencia sin grandes
cambios, con miles de generaciones viviendo como cazadores-recolectores doquiera se encontraran.
No fue sino hasta hace unos 10.000 años que se disparó el desarrollo que nos llevó de las herramientas
de piedra a pisar la Luna en un abrir y cerrar de ojos.
A grandes rasgos
DAGMAR HOLLMANN/WIKIMEDIA COMMONS
El hombre león, una obra maestra de la Edad de Hielo, es una de las esculturas más antiguas conocidas. (licence CC-
BY-SA-4.0)
Aunque no hay un consenso entre los arqueólogos sobre cuándo empezó la prehistoria, sí lo hay sobre
su fin.
Eso es hace poco, si tienes en cuenta que nuestros antepasados contaban con el nivel de inteligencia
necesario para realizar ese y los demás avances tecnológicos y sociales principales de la historia desde
decenas de miles de años antes.
Sin embargo no se trata sólo de la escritura... y, para ser justos, no es que el homo sapiens de los
primeros 50 milenios no hubieran dado algunos pasos camino a la civilización.
Por ejemplo, ya desde hace unos 1,7 millones de años, los primates homínidos habían dado uno
importante al transformar algo para convertirlo en una herramienta: utensilios de piedra.
Pero el homo sapiens ideó nuevas técnicas para fabricar esas herramientas, las hizo más complejas y
variadas, e introdujo otro material, el hueso.
Por otro lado, por primera vez creó una gama de cuentas, colgantes y adornos personales.
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Aunque no parecen a primera vista ser algo que cambia el mundo, son la primera evidencia que
tenemos de que los humanos se fijaban en su propia imagen, un punto interesante de desarrollo.
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También está el alucinante hombre león de la Cueva Stadel, Baden-Württemberg, Alemania, esculpido
en marfil de mamut hace 40.000 años, así como las venus paleolíticas, estatuillas femeninas de hueso,
marfil, piedra, terracota o madera, que datan de hace unos 20.000 años.
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Se han encontrado más de un centenar de venus paleolíticas, de tamaños que oscilan entre los 4 y los 25
centímetros.
Y, por supuesto, el arte rupestre de hace unos 30 o 40.000 años, del que hay algunos ejemplos en
Australia y Namibia, pero sobre todo en Francia y España, como el de la cueva de Altamira, que
conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la prehistoria.
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Lo que pasa es que, a pesar de estas indiscutibles maravillas (y otras que seguro quedaron por fuera), en
conjunto lo logrado durante todos esos milenios en los que el homo sapiens ya era lo que siguió siendo
palidece al compararlo con lo que empezó a ocurrir hace 10.000 años.
Aceleración
De repente, no sabemos por qué motivo, apareció algo como Göbekli Tepe, el más antiguo sitio
monumental conocido de la historia.
En 1986, un granjero se encontró con estatuas mientras araba un campo, lo que llevó al descubrimiento del "Punto
cero en la historia de la civilización humana": Göbekli Tepe.
Y lugares similares aparecieron en diferentes partes del mundo, como Stonehenge en Inglaterra y el
anillo de Brodgar en Escocia, cuando pasaban por experiencias similares a las que habían pasado los
homo sapiens de Medio Oriente.
El primer lugar en el que ocurrió fue en el Creciente Fértil (territorios del Levante Mediterráneo y
Mesopotamia) alrededor de 9000 a.C. pero se replicó en todas las regiones del mundo en procesos que,
hasta donde sabemos, fueron independientes, con los asiáticos inventando la agricultura para cultivar
arroz, por ejemplo, y los americanos, por sí solos, para cultivar maíz.
Con la agricultura y ganadería vinieron también los primeros grandes asentamientos, con Çatalhöyük,
el más antiguo conocido, que existió entre alrededor 7500-6200 a.C.
Pronto surgieron las primeras ciudades en Mesopotania, incluidas Eridu, Uruk y Ur, luego en Egipto,
India y poco después en China.
Como ves, tras miles de años de avances esporádicos, súbitamente el homo sapiens se embarcó en una
trayectoria de desarrollo a paso acelerado.
Una serie de cosas nuevas comenzaron a suceder muy rápidamente en diferentes partes del mundo,
como el inicio de la metalurgia.
En la Necrópolis de Varna, hoy en Bulgaria, no sólo se encontró cobre sino el primer oro trabajado del
mundo, las muestras más tempranas del concepto de la riqueza.
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Una recreación del esqueleto descubierto en la Tumba No. 43 en la Necrópolis Calcolítica de Varna junto con los
numerosos artefactos de oro que datan del 4560-4450 a.C.
Y es que alrededor de 4000 a.C. se habían desarrollado sistemas de intercambio basados en nociones de
valor, trayendo el desarrollo de unidades de medida, un nexo crucial que es el comienzo de un mundo
mercantil.
¡Ah, y el arte!
En esos 10.000 años hubo una explosión de ese arte rupestre que en los anteriores 50.000 años vimos
restringido principalmente a un área de Europa.
Hasta que llegó la escritura a ponerle punto final a esa prehistoria, pero no al ritmo de desarrollo.
Eso es lo interesante: si ese homo sapiens de hace 60.000 años, bañadito y peinadito, se sentara al lado
tuyo hoy no se diferenciaría de ningún otro ser humano.
Y, como demostró 50.000 años más tarde, era perfectamente capaz de empezar a transitar el camino
hacia las revoluciones agrícola, científica, industrial y digital, además de cualquiera de los conceptos
simbólicos que caracterizan a los humanos.
Desde que Renfrew la formuló, la paradoja sapiente se ha consolidado como uno de los grandes
enigmas de la existencia humana, y varios neurocientíficos y arqueólogos han arrojado hipótesis
atractivas, pero aún no existe una solución aceptada.
El origen de la humanidad sigue siendo una de las incertidumbres más difíciles e intrigantes en el
campo de la ciencia.
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