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El mandato del Estado es amplio y muy completo.

Son la defensa del Estado y


el ejercicio de la integridad territorial, el monopolio del poder público, las
relaciones exteriores del Estado y la protección de la vida, libertades y bienes de
sus habitantes. Administración de Justicia, Educación y Salud Las funciones del
Estado son múltiples y muy integrales. La defensa del Estado y el ejercicio de la
integridad territorial, el monopolio de los poderes públicos, la protección de las
relaciones diplomáticas, la vida, la libertad y los bienes de la nación.
administración de sus habitantes, justicia, educación y salud.

A nivel macroeconómico, el Estado debe contribuir al crecimiento


Una economía con justicia social a través de políticas proactivas sobre el terreno
A través de la educación y la salud, y la política monetaria y fiscal
Evitación relativamente equilibrada del rezago del tipo de cambio y de la política
ralentizar el desarrollo de nuestra ventaja competitiva necesaria como
País. A nivel microeconómico, el Estado debe intervenir activamente
Al Mercado: Reglamentos, Impuestos, Subsidios,
establecimiento de derechos, provisión de bienes públicos (defensa, justicia, salud,
educación, investigación básica). En el ámbito institucional, el Estado
Responsable de crear el marco institucional y las instituciones necesarias,
Promover la efectividad de un sistema claro y estable de derechos de propiedad.
admirable; esto es posible gracias a la provisión de servicios institucionales
(legislativo, administrativo, judicial, defensa, seguridad, servicios de información)
y eficaz.
La NGP busca satisfacer las necesidades de los ciudadanos a través de una gestión
pública eficiente y eficaz. Para este enfoque, es imperativo el desarrollo de servicios
de mayor calidad en un marco de sistemas de control que permitan transparencia en
los procesos de elección de planes y resultados, así como en
los de participación ciudadana, la NGP es el paradigma en el que se inscriben los
distintos procesos de cambio en la organización y gestión de las administraciones
públicas.
La NGP es un enfoque que intenta incorporar algunos elementos de la lógica privada
a las organizaciones públicas. Así, por ejemplo, las plataformas de atención de la
SUNAT, en buena cuenta, miran el objetivo de los
bancos en la prestación del servicio.
El Estado busca ofrecer servicios y procedimientos que la ciudadanía demande,
eliminando los procedimientos inútiles o no demandados.
En síntesis, la nueva gestión pública está fundamentada en:
• La formulación estratégica de políticas de desarrollo y gestión.
• La gradual eliminación del modelo burocrático en pro de una gestión por
resultados.
• La creación del valor público.
• El desarrollo de las instituciones y dimensionamiento adecuado del Estado.
• El mejoramiento de las conquistas macroeconómicas y la equidad social.

Las diferencias entre los regímenes económicos se evidencian desde el enfoque en


sus principios generales. La Carta Magna de 1979, en su artículo 111, señala que el
“Estado formula la política económica y social mediante planes de desarrollo que
regulan la actividad de los demás sectores. La planificación una vez concertada es de
cumplimiento obligatorio”. La Constitución de 1993, bajo economía social de
mercado, establece que “el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa
principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad,
servicios públicos e infraestructura”.
De manera similar, mientras que la Constitución de 1979 permite abiertamente la
actividad empresarial del Estado, el actual régimen económico establece un rol
subsidiario para este, de modo que pueda enfocarse en otras tareas de su
competencia (justicia, seguridad, salud, educación, etc.). Vale recordar que, según el
BCR, entre 1989 y 1991, las empresas estatales registraron pérdidas por más de
US$5 mil millones, lo que en parte determinó que hubiera déficit fiscales aún
mayores al que se espera este año de crisis.
La regulación económica también tiene diferencias. Si en la Constitución de 1979
“están prohibidos los monopolios, oligopolios, acaparamientos, prácticas y acuerdos
respectivos en la actividad industrial y mercantil”, en la de 1993 “el Estado facilita y
vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el abuso de
posiciones dominantes o monopólicas”.
Por otra parte, la actual Carta Magna otorga las mismas condiciones a la inversión
nacional y la extranjera, a diferencia de la Constitución de 1979, la cual señala que
esta última es complementaria a la nacional y que el Estado la “autoriza, registra y
supervisa”. Este cambio fue relevante en un contexto en el que la inversión privada
se desplomó entre 1980 y 1993, y se requería la entrada de capitales internacionales.

Entre las principales modificatorias también destaca que, mientras que en el régimen
económico de 1979 el BCR tenía permitido efectuar créditos “para cubrir
desequilibrios transitorios en la posición de las reservas internacionales del país”, en
la actual Constitución el BCR tiene la prohibición expresa de financiar al sector
público. La Constitución de 1993 fortaleció la autonomía del BCR.
Estos cambios tuvieron un efecto importante sobre la estabilidad de la moneda, más
aún en un período en el que el Perú salía de un proceso hiperinflacionario. La
reducción de emisión de billetes, sumada al levantamiento de los controles de
precios y la adopción del esquema de metas de inflación en el 2003, ha contribuido a
una significativa reducción de la inflación: entre 1983 y 1993, la inflación promedio
anual fue de 358%, mientras que entre 1993 y el 2019, la inflación promedio ha sido
de 4,5% anual. Dicho de otra forma, tan solo en 1990 los precios promedio de la
economía se incrementaron más de cinco veces de lo que lo hicieron en los 27 años
que han transcurrido desde 1993.
—Una mejora relativa—
El cambio constitucional permitió, en buena cuenta, sentar las bases para el
crecimiento económico de los últimos años. El PBI per cápita del Perú se ha
multiplicado 2,6 veces desde 1992, luego de haber caído 30% tan solo entre 1987 y
1992. De hecho, el país pasó de ser el último en Sudamérica en crecimiento
promedio del PBI entre 1975 y 1992, a ser el primero entre 1993 y el 2018.
La discusión pendiente pasa por mejorar la calidad de los servicios públicos. En su
artículo 7, la Constitución reconoce los derechos a la protección a la salud y en el
artículo 11 se garantiza el acceso a prestaciones de salud y a pensiones.
Respecto de educación, la actual Constitución estipula que “es deber del Estado
asegurar que nadie se vea impedido de recibir educación adecuada por razón de su
situación económica”.
Sin embargo, su sola garantía en la Carta Magna no es suficiente para que estos
derechos y otros se cumplan a cabalidad en la práctica. Ello requiere la mejora en la
eficiencia del sector público en la provisión de bienes y servicios, así como la
implementación de reformas estructurales que impulsen la productividad del país.
Muchas de estas no pasan por modificaciones constitucionales.
Las que sí deban seguir una enmienda constitucional pueden realizarse dentro de los
propios mecanismos internos de modificación que la Constitución contempla. Iniciar
un proceso de reforma total pondría en riesgo los pilares de la política económica
que tanto tiempo ha costado en construir.

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