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A diferencia de los enfoques liberales que postulan un Estado mínimo y la

reducción al máximo de su intervención en la economía, existen otros


enfoques que plantean, desde la experiencia histórica, que el Estado interviene
directamente en los procesos de producción, distribución, circulación y
consumo a través de empresas de su propiedad –muchas de ellas
monopolios-, así como a través de controles rigurosos en los procesos de
distribución y circulación de bienes y servicios, es decir, una completa
estatización de la economía.

En un punto intermedio entre estas dos posturas se encuentra el enfoque de


la Economía del Bienestar planteada por Arthur Pigou, en el cual se reconoce
que ante la incapacidad de la economía orientada sólo por el mercado, de
mantener el pleno empleo y de atender necesidades sociales, se requieren
programas gubernamentales que atiendan temas como la seguridad social, la
vivienda y seguros contra el desempleo. Esta visión del Estado se
complementa con la reivindicación de las políticas monetarias para evitar el
crecimiento de los precios (inflación) y la inestabilidad del tipo de cambio,
junto con las políticas impositivas y de gasto para mantener un nivel de
demanda global que promueva las inversiones y el empleo en tiempos de
recesión de la economía.

Pigou y la Escuela del Bienestar destacaron que “los mercados presentaban


fallos o disfuncionalidades contrariamente a lo que suponen las
argumentaciones naturalistas del liberalismo económico” (Jeannot, 2000: 5).
Por esta razón, proponen que la intervención del Estado sólo debe
concentrarse en corregir las fallas de mercado y fortalecer los arreglos
institucionales que afectan el funcionamiento del mismo. Las fallas de
mercado representan imperfecciones de un sistema de precios que impiden la
asignación eficiente de los recursos y por ende generan desigualdades
sociales.

En este sentido, un aspecto fundamental de la intervención del Estado en la


economía lo constituye el conjunto de incentivos (o desincentivos) que puede
crear a través de la legislación para normar y regular las actividades de los
particulares, en especial de las empresas privadas. La regulación puede servir
para corregir fallas de mercado, evitar la constitución de empresas
dominantes en un mercado, prohibir y sancionar prácticas económicas que
constituyen conductas delictivas. Ejemplo de estas fallas es el posible
acaparamiento o concentración en la provisión de cierto bien o servicio, lo que
en consecuencia termina en un aumento considerable de sus precios,
contrario a lo que pasaría si hubiese una mayor cantidad de proveedores. A
esta falla se le denomina ausencia de competencia y se materializa a través de
la conformación de monopolios, concepto que también tiene sus respectivas
variantes como los duopolios u oligopolios.

Asimismo, es posible que, al momento de adquirir un bien o servicio, no se


entregue la información completa en relación con sus características,
generando condiciones de desigualdad y promoviendo la captura de recursos,
es decir, originando ganancias superiores a las que se obtendrían si existiera
una competencia perfecta. A esta falla de mercado se le conoce
como asimetrías de información.

También pueden presentarse las denominadas externalidades negativas, mismas


que se originan cuando la sociedad paga los costos que se generan de
actividades llevadas a cabo por particulares, por ejemplo, los costos
ambientales que genera la industria al liberar desechos tóxicos en ríos. Estos
son algunos ejemplos de las fallas del mercado que justifican el
involucramiento del Estado, a fin de proporcionar mayor certidumbre a los
agentes económicos en relación con los intercambios de bienes y servicios. La
Figura 1.3 muestra, a manera de resumen, los tipos de fallas de mercado.

Existe una importante discusión para determinar qué tanto el Estado debe
intervenir en el mercado, y de hacerlo, en qué medida y con qué herramientas
debe hacerlo.

Primeramente, es importante identificar qué son los ingresos públicos, se


definen como todas aquellas entradas de dinero que recibe el Estado; con estos
recursos financia el gasto público y cumple su función dentro de la sociedad.
Los ingresos se pueden clasificar en tributarios y no tributarios con  el propósito
de localizar el origen económico de la recaudación de los ingresos, separando
los ingresos derivados de la aplicación de impuestos de los ingresos
provenientes de otras fuentes.

En nuestro país, a través de la coordinación fiscal entre los tres órdenes de


gobierno, se pretende que el Sistema Tributario sea solidario y equitativo, es
decir, que las Entidades Federativas que mayores ingresos generan acepten
una participación solidaria con aquellas entidades de mayor atraso económico.
Un segundo instrumento jurídico que norma la forma como el Estado
mexicano obtiene recursos es la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) se trata de
un ordenamiento jurídico propuesto por el Ejecutivo Federal y aprobado por el
Legislativo y contiene los conceptos bajo los cuales se podrán captar los
recursos financieros que permiten cubrir los gastos de la federación durante
un ejercicio fiscal.

Conforman el ingreso público, entre otros, las Contribuciones a


Mejoras, Participaciones, Aportaciones, Convenios, Incentivos Derivados de la
Colaboración Fiscal y Fondos Distintos de Aportaciones.

El tipo de impuesto que recauda un mayor monto es el que se le aplica a los


ingresos de los contribuyentes, es decir el ISR, el cual grava todo tipo de
ingreso que las personas físicas y morales que residen en México perciben.
Éste, por ejemplo, representó el 30% del ingreso total estimado para el
ejercicio fiscal 2019. Por otro lado, el IVA representa el 30% de los impuestos
por recaudar y el 17% del ingreso total estimado para el mismo ejercicio fiscal
2019.

Con el fin de hacer más progresivos los impuestos sobre la producción, el consumo y las
transacciones, también se tienen considerados impuestos especiales sobre la producción y
servicios (IEPS) que grava distintos productos que no son indispensables para el desarrollo
de una vida digna, generando con este rubro el 13.2% de los impuestos por recaudar y el
7.5% del ingreso total estimado para el ejercicio fiscal 2019. Es importante recordar
que el Estado tiene que realizar una larga serie de gastos para poder subsistir
y cumplir todos aquellos fines que el ordenamiento jurídico le obliga. Así, para
poder ofrecer los bienes y servicios públicos que la población demanda
(escuelas, carreteras, hospitales, seguridad pública, impartición de justicia,
transferencias y apoyos a los grupos vulnerables, entre otros), el Estado debe
resolver el problema fundamental de cómo allegarse los ingresos necesarios,
mediante impuestos o la venta de bienes o servicios, para después decidir la
manera más eficiente de ejercer su gasto.

La determinación del gasto público es el establecer la distribución correcta de los recursos


disponibles, entre necesidades privadas y necesidades sociales, definiendo el grado de
redistribución de la riqueza. Debido a que los recursos con los que cuenta el gobierno para
cubrir necesidades son limitados, es menester asignar prioridades y magnitudes de ingresos
y egresos.

Como se revisó el monto total del presupuesto que la federación ejerce recibe el nombre
de Gasto Neto Total y se establece en un documento jurídico de gran trascendencia:
el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), en él se encuentran las erogaciones
que realizará el Gobierno Federal entre el 1° de enero y el 31° de diciembre de cada año.
Tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo participan en la elaboración de este
documento. El presupuesto constituye un medio para canalizar los recursos
federales de una manera congruente de acuerdo con los objetivos planteados
en la planeación nacional.

Para que el proceso de presupuestación se pueda llevar a cabo se debe partir


de los siguientes elementos:

 Un diagnóstico de la situación económica del país.

 Los retos y formulación de estrategias definidas en el PND.

 Los objetivos, estrategias y acciones de las políticas


sectoriales establecidas en los programas sectoriales,
institucionales y regionales.

Para la Clasificación del Gasto Público es importante recordar que el Gasto Neto Total,
es el monto del presupuesto que la federación ejerce dividido en dos grandes rubros: Gasto
programable que es el conjunto de recursos o pagos que se destinan a cada una de las
instituciones que conforman los Poderes de la Unión, y el Gasto no programable que
corresponde a los recursos o pagos que no financian la operación de las instituciones del
Gobierno Federal.

La organización del gasto público se clasifica en: administrativo; funcional y


programático; y, económico, (éstas son las clasificaciones revisadas).
Conocerlas es muy importante porque a partir de ellas se identifican las
prioridades del gobierno, el destino de los recursos públicos, así como los
responsables directos de ejercerlos.

 Clasificación Administrativa, responde a la pregunta: ¿Quién gasta


los recursos públicos? A partir de esta clasificación se conoce a los
responsables directos de ejercer el gasto. Para ello se organiza en ramos
presupuestales.

 Clasificación Funcional y Programática, responde a la


pregunta: ¿Para qué gasta? Contribuye a identificar las prioridades del
gobierno y corroborar si corresponden con las necesidades y demandas
de la sociedad.

 Clasificación Económica, responde a la pregunta: ¿En qué


gasta? Identifica las asignaciones del gasto público conforme a su
naturaleza, ya sea de gasto corriente o de capital.

 ¿Sabías que cada peso se puede clasificar o nombrar en más de una forma?

 Pero cómo, es un peso !Si tan solo es una moneda! ¿Para qué queremos
nombrarlo en más de una forma?

 ¡Pues sí! Claro que es una moneda, sólo que al momento en que ese peso llega a la
Hacienda pública, por medio de la recaudación,

 por ejemplo, a través de tus impuestos, se convierte en un recurso público, en ese


momento se define de

 tres formas para clasificarlo y así poderlo gastar o invertir.

 Ahh... ¡Ok! y ¿Cómo se hace esa clasificación y para qué?

 Bueno, los recursos que el gobierno adquiere sirven para atender las necesidades
de la población,
 para ello debe llevar un control. Es por eso que cada peso por gastar se debe
clasificar para saber, en aras de la transparencia,

 principalmente tres cosas ¿Quién lo está gastando? ¿Qué función cumple en la


sociedad? y ¿En qué se está gastando ese peso? Es decir, a dónde va a parar.

 ¡Ay! ¿Y a poco el gobierno sabe todas esas cosas, cuando gasta cada peso?

 ¡Claro! El gobierno maneja dinero y por eso tiene que ser muy cuidadoso,
para garantizar que el dinero se gasta con eficacia,

 eficiencia y transparencia. Déjame te explico. La primera clasificación es la


administrativa, nos

 permite saber ¿Quién gasta? Ya que, organiza el gasto público en Ramos


presupuestales

 y en Unidades Responsables, como por ejemplo, la Secretaría de Salud es Ramo


12, o el INE, que es

 Ramo 22, esta clasificación responde a la pregunta ¿Quién lo gasta? La segunda


clasificación tiene dos

 componentes, la funcional y la programática; con la primera podemos ubicar el


gasto utilizado

 para cubrir con ciertas funciones, finalidades y subfunciones. Su objetivo


primordial es presentar

 una descripción que permita informar sobre la naturaleza de los servicios


gubernamentales, y

 la proporción del gasto que se destina a cada tipo de servicio, y por su parte la
programática

 divide el gasto público en modalidades, y se les asigna una clave, por ejemplo los
Programas "A" son de

 las fuerzas armadas y los Programas "K" son de los proyectos de inversión. En su
conjunto esta

 clasificación responde a la pregunta ¿Qué función cumple en la sociedad? Por


último, la clasificación

 económica nos aporta dos conceptos muy importantes: el gasto corriente, es decir
el peso que se destina
 a la operación del gobierno en sueldos, salarios prestaciones, compra de
materiales como: medicinas

 uniformes, pago de energía etcétera; y el gasto de inversión, es el peso que se


utiliza para la

 construcción y modernización de infraestructura y para la producción de bienes y


servicios públicos.

 ¡Wow! Entonces la clasificación administrativa, la funcional programática y la


económica

 ¿Son necesarias para comprender el destino de los pesos que se gasta el


gobierno?

 ¡Sí, justo eso! Ahora puedes ver que un solo peso se puede observar desde
tres distintos ángulos y en la Secretaría de Hacienda

 tenemos perfectamente monitoreado cómo se mueve cada peso, para que, en


última instancia, generemos

 bienestar a la población.

 ¡Ahora entiendo perfectamente las tres caras de una moneda!

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